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02 agosto 2025

Los intocables: Los depredadores sexuales dentro de la élite del poder estadounidense




Selección y resumen de artículos

Introducción del editor del blog


El memorando del Departamento de Justicia de los Estados Unidos emitido hace poco detalla “concluyentemente” que el delincuente sexual Jeffrey Epstein no tenía una lista de clientes que pudiera implicar a personalidades importantes; sobre la muerte de Epstein en prisión en 2019 descarta la posibilidad de un crimen, afirmando que Epstein se suicidó y que no se encontraron pruebas de que mantuviera una lista para incriminar a los implicados en sus delitos sexuales.

Una necesaria aclaración: El Departamento de Justicia de los Estados Unidos (United States Department of Justice -DOJ-) es un departamento ejecutivo federal del gobierno de Estados Unidos responsable de la aplicación de las leyes y la administración de justicia en los Estados Unidos, equivale a la Fiscalía General en otros países. El Departamento de Justicia administra diversas agencias federales: Buró Federal de Investigaciones (FBI), el Cuerpo de Alguaciles (USMS), la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), la Administración de Control de Drogas (DEA). También es responsable de investigar los casos de fraude financiero y representa al gobierno de los Estados Unidos en asuntos legales ante la Corte Suprema y la administración del sistema federal penitenciario, entre otras funciones. El Departamento está dirigido por el Fiscal General de los Estados Unidos, designado por el presidente y confirmado por el Senado. La actual Fiscal General es Pam (Pamela) Bondi.

Volviendo al caso Epstein, un rotundo análisis afirma que “el patrón recurrente en los escándalos de "redes de pedofilia" en Occidente en las últimas décadas es que los "proxenetas", cuando son descubiertos y capturados, siempre terminan siendo presentados como "lobos solitarios", mientras que la amplia clientela de élite a la que servían SIEMPRE permanece protegida. Es una de las verdades más brutales que todos debemos aprender sobre la vida en el planeta Tierra, y aunque es decepcionante ver a Trump mantener este patrón, es importante recordar que él y su equipo no son en realidad "Vengadores" ni superhéroes. Se enfrentan a patócratas con el poder de mover billones de dólares en los mercados globales” (Sott.net).

Glenn Thrush, de The New York Times, señala que: "el propio Trump ha estado algo ambivalente sobre todo este asunto. Era amigo de Jeffrey Epstein, digamos. Aparece en un montón de fotos y vídeos antiguos con Epstein. Debo decir que no hay ninguna insinuación de que haya hecho nada malo. El mismo Trump dijo que se abran los archivos y se revele la verdad. Pero siempre ha sido un poco extraño que Trump y el movimiento MAGA se adhirieran a la conspiración de Epstein, porque él mismo parece no haber tenido ningún problema en estar cerca de Epstein durante mucho tiempo. De hecho, tuvieron una pelea hace años por un acuerdo de tierras.

Esto, de la teoría de la conspiración, es realmente importante porque encaja con el impulso emocional, cultural y político más amplio de todo el movimiento MAGA, que es que hay una camarilla en el establishment que está intentando proteger a actores nefastos, gente poderosa, sombría y oscura, y Trump y la gente que él designe van a venir y destrozar todo esto.

Entonces, incluso si los detalles de la conspiración de Epstein se están disolviendo y las personas que una vez la promovieron están tratando de distanciarse de ella porque ahora dirigen las agencias de aplicación de la ley más poderosas del país, todavía tiene poder. Y ese poder es el mismo impulso que impulsó a estas personas a ocupar estos cargos. Y lo que debo decirles es que Pam Bondi fue la ex fiscal general de Florida, tiene las cualificaciones básicas para su puesto. Pero Kash Patel y su segundo, Dan Bongino (al mando del FBI), son los menos experimentados para ocupar sus puestos actuales. Y la razón por la que ocupan esos puestos, la moneda de su reino, es porque son forasteros".

Éstos y otros funcionarios de la administración Trump prometieron revelar y apoyar a sus conspirativos partidarios en que todavía existe un encubrimiento del caso Epstein (que la verdad sobre la muerte de Epstein era que fue asesinado para no implicar a personas poderosas en su juicio, probablemente del corrupto estado profundo). Esos representantes del gobierno están ahora frustrados a pesar de que Trump dijo que no había nada que ocultar cuando se reveló su nombre en la lista de Epstein. Trump quiso desmentir el caso de Epstein al señalar, primero, que no existían los "Archivos Epstein", que "Epstein no tenía clientes"; y, segundo, afirmó que era "un engaño demócrata" por lo que pidió que se abran los archivos del caso ya que le parece absurdo que se siga hablando de Jeffrey Epstein después de varios años y que el Departamento de Justicia dijera que no hay nada anormal.

Está completamente claro el sentimiento general de que ha existido “un comportamiento realmente turbio y nefasto en las más altas esferas de nuestro gobierno y con otras personas adineradas e influyentes de nuestro país y del mundo. No se trata solo de eso. Es que cuando esta gente intenta salirse con la suya, lo hacen y nos hacen el ridículo. Es como si esto no fuera una buena mentira”. (Liz Wheeler, presentadora y comentarista conservadora)


Izquierda, la foto corresponde al 2000. El hombre de negocios Donald Trump junto a su novia (en esos tiempos) Melanija Knavs o Melania Knauss, hoy Melania Trump, junto a Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell, en el club Mar-a-Lago, Florida. Derecha, Trump y Epstein en Mar-a-Lago en 1997. Credito, Davidoff, Studios Photography/Archive Photos, vía Getty Images



“Por lo tanto, cabría pensar que los grandes medios de comunicación, dada la culpabilidad de sus dueños corporativos en este escándalo de la clase alta estadounidense, habrían respirado aliviados y le habrían obligado a callarse (a Trump). Pero no. En cambio, (en particular, el Wall Street Journal de Rupert Murdoch) siguen sacando a la luz fotos de hace décadas y otras memorias de la relación pasada de Trump con Epstein, manteniendo así la asociación entre Trump y el "notorio pedófilo en serie" en los titulares, insinuando así que Trump participó en los delitos sexuales de Epstein. De este modo, han convertido lo que había sido un recurso poderoso -la divulgación y la justicia por "los peores crímenes"- durante la campaña de reelección de Trump... en un arma contra él”. (Sott.net)

Glenn Thrush, cree que “el gobierno está intentando decirle a todo el mundo que siga adelante después de que algunas de las figuras clave de la administración, incluido la actual jefa del Departamento de Justicia y los dos principales funcionarios del FBI, alimentaron teorías de conspiración para obtener beneficios y ganancias políticas durante años. Ahora, están intentando cerrar de golpe una puerta que ellos mismos abrieron de una patada”. Pam Bondi afirmó anteriormente que los archivos contenían muchos nombres, una lista de clientes de la que hablaba y muchos registros de vuelo. El director del FBI, Kash Patel, habló mucho sobre esto antes de asumir el cargo.

¿Por qué el FBI protege al mayor pederasta, al pederasta de mayor escala de la historia de la humanidad? Kash Patel, director del FBI dijo anteriormente (2023): “Sencillo, por quiénes están en esa lista. ¿No crees que Bill Gates está presionando al Congreso día y noche para evitar que se divulgue? ¡Ponte los pantalones de hombre y dinos quiénes son los pedófilos! Tenemos elecciones próximamente y tenemos que decidir este asunto en las urnas. Como alguien que ha trabajado como defensor público, como fiscal que ha estado en ese sistema penitenciario, que ha estado en el Centro de Detención Metropolitano, que ha estado en viviendas segregadas, sabes reconocer un suicidio cuando lo ves”.


En la mansión de Jeffrey Epstein en Manhattan en 2011, de izquierda a derecha: James E. Staley, en ese momento un alto ejecutivo de JPMorgan; el ex secretario del Tesoro ,Lawrence Summers; Jeffrey Epstein; Bill Gates, cofundador de Microsoft; y, Boris Nikolic, quien fue asesor científico de la Fundación Bill y Melinda Gates.


Hay una razón real y concreta por la que mucha gente quiere seguir con esto, el clamor por la verdad y la justicia entre los partidarios de Trump y MAGA no hace más que crecer.

La operación de chantaje con las listas de Jeffrey Epstein no es la gran noticia. Se ha destapado sus presuntos vínculos con el Mossad israelí, y decimos presuntos porque es algo que probablemente nunca aparecerá en documentos registrados; también han surgido posibles e inmensos fraudes financieros y corrupción política entre altas personalidades de los Estados Unidos.

Consideremos lo siguiente, a modo de datos informativos a desarrollar y que han sido divulgados en la prensa estadounidenses e internacional.

- Jeffrey Epstein presuntamente estuvo involucrado en el caso Irán-Contra.

- Epstein fue un probable colaborador de Adnan Kashoggi en el tráfico ilícito de armas (sobre Kashoggi hemos hablado en este blog, ver AQUÍ)

- Jeffrey Epstein fue designado, no sabemos por quién, para ayudar a Robert Maxwell a blanquear dinero. Este personaje cuya identidad real fue Ján Ludvík Hyman Binyamin Hoch (1923-1991) fue el gran monopolista de parte de los medios de comunicación global, además de político y estafador británico. Maxwell fue uno de los fundadores del estado de Israel: facilitó parte del tráfico de armas que armó al Irgún/Haganá después de la segunda guerra mundial.

- Les Wexner, fundador de "The Mega Group" (Multimillonarios por Israel), otorgó a Jeffrey Epstein un poder notarial transfiriéndole la mansión de Manhattan valorada en 77 millones de dólares y otros activos.

- Solo después de enriquecerse por los medios mencionados, Epstein tuvo acceso a personas importantes.

- Estos datos son indicios de que Epstein tenía una estrecha relación con la inteligencia israelí mucho antes de que, con la ayuda de la hija predilecta de Robert Maxwell -Ghislaine Maxwell, la “proveedora” de Epstein- iniciara una presunta operación de chantaje a políticos y otros “famosos” en la lista de visitas a su isla privada.

- La dimensión del escándalo es que Epstein y su principal cómplice, Ghislaine Maxwell, son judíos con fuertes vínculos con Israel, esto refuerza la creciente percepción de que la política y las políticas gubernamentales estadounidenses están en gran medida impulsadas o "protegidas" por el chantaje israelí.

- El motivo del cambio de postura de la administración Trump sobre los archivos es que, dado el clima actual en Estados Unidos, una presumible revelación de la profunda penetración de Israel en la estructura de poder político estadounidense podría poner en peligro la existencia del estado israelí.

Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell en Nueva York, marzo de 2005. Patrick McMullan (vía Getty Images)

Nota referencial: Este artículo es una secuela de "El depravado poder del dinero. Jeffrey Epstein y sus amigos", de agosto de 2019, basado en la gran investigación desarrollada por la periodista de The New Yorker, Connie Bruck, "Alan Dershowitz, Devil’s Advocate. The noted lawyer’s long, controversial career -and the accusations against him", literalmente traducido como "Alan Dershowitz, abogado del diablo. La larga y controvertida carrera del destacado abogado, y las acusaciones en su contra", material reproducido en este blog (Ver AQUÍ)

El siguiente artículo (principal) es una traducción del inglés y se basa en todo el material referencial de los últimos meses sobre Jeffrey Epstein y sus amigos.


*****
Los intocables: los depredadores sexuales dentro de la élite del poder estadounidense

John y Nisha Whitehead,
Instituto Rutherford (julio de 2025)
Versión original en inglés:
The Untouchables: The sexual predators within America's power elite


© Wikimedia Commons. 1993, Ghislaine Maxwell y Jeffrey Epstein visitan a Bill Clinton en la Casa Blanca.

 

Una vez más, el estado policial estadounidense opta por proteger a los depredadores, no a las víctimas.

Jeffrey Epstein -el multimillonario de los fondos de cobertura, pedófilo serial convicto y traficante sexual- puede que esté muerto, pero la maquinaria que lo empoderó y lo protegió sigue muy vigente.

Verán, el caso Epstein nunca se trató solo de Epstein, sino de todo el sistema de poder que protege a la clase dominante, silencia a las víctimas y elimina la rendición de cuentas.

Por lo tanto, las últimas declaraciones de la administración Trump -que Epstein no tenía lista de clientes, que de hecho se suicidó y que no hay nada más que discutir o investigar, así que simplemente deberíamos seguir adelante- solo han reforzado lo que muchos han sospechado desde el principio: el sistema está amañado para proteger a la élite en el poder, porque la élite en el poder es el sistema.

En esta era de política partidista y una población profundamente polarizada, la corrupción -especialmente cuando implica libertinaje sexual, depravación y comportamiento depredador- se ha convertido en el gran ecualizador.

Con el resurgimiento del fantasma de Jeffrey Epstein en el discurso público, recordamos una vez más la profunda corrupción.

La política, la religión, el entretenimiento, los negocios, las fuerzas del orden, el ejército -sin importar el ámbito ni la afiliación- están plagados de ese tipo de comportamiento sórdido y depravado que se deja pasar cuando involucra a los poderosos.

Durante años, el caso Epstein se ha erigido como un grotesco símbolo de la depravación dentro de la élite del poder estadounidense: multimillonarios, políticos y famosos que presuntamente traficaron sexualmente con niñas sin rendir cuentas.

Se cree que Epstein, quien murió en prisión tras ser arrestado por cargos de abuso sexual, violación y tráfico sexual de docenas de niñas, operaba una red de tráfico sexual no solo para su propio placer, sino también para el de sus amigos y socios comerciales.

Según The Washington Post, "varias de las jóvenes... afirman que fueron ofrecidas a ricos y famosos como parejas sexuales en las fiestas de Epstein".

A pesar de la insistencia del gobierno en que no hay nada más que ver, esto es lo que ya revela el registro público:

Epstein transportó a sus amigos en su avión privado, apodado "Lolita Express" en honor a la novela de Nabokov, debido a la presencia de lo que parecían ser niñas menores de edad a bordo.

Tanto Bill Clinton como Donald Trump se contaban entre los amigos de Epstein.

Tanto Clinton como Trump fueron en algún momento pasajeros del Lolita Express.

Tanto Clinton como Trump son reconocidos mujeriegos, acusados de conducta sexual inapropiada por un número considerable de mujeres a lo largo de los años. De hecho, el Instituto Rutherford representó a Paula Jones en su histórica demanda por acoso sexual contra el entonces presidente Clinton, un caso que contribuyó a exponer hasta qué punto es capaz de llegar el establishment político para protegerse a sí mismo.

Así que uno se pregunta... cuando el presidente Trump, quien ha usado la guerra de su administración contra la trata de personas para justificar la expansión de los poderes del estado policial del gobierno, desmantela silenciosamente las mismas agencias gubernamentales encargadas de investigar y exponer la trata sexual... ¿qué está pasando exactamente?

El mensaje desde arriba es claro: no habrá rendición de cuentas.

El presidente Trump se ha negado rotundamente a nombrar un fiscal especial. Sus aliados en el Congreso han guardado silencio. Y los mismos políticos que exigen los castigos más severos para inmigrantes indocumentados, manifestantes o denunciantes no tienen nada que decir sobre el abuso sistemático de menores por parte de hombres en su propia órbita.

Esto no es justicia. Es un doble rasero: un conjunto de reglas para los intocables y otro para todos los demás.

Si parece un encubrimiento, huele a encubrimiento y parece beneficiar a todos los sospechosos habituales, ¿es tan descabellado sospechar que el gobierno está cerrando filas una vez más para proteger a los miembros de su élite de poder?

Ya lo hemos visto antes: desde los experimentos MK-Ultra de la CIA y las operaciones COINTELPRO del FBI hasta los Papeles del Pentágono, el caso Irán-Contra, los centros clandestinos de la CIA y la vigilancia masiva de la NSA.

En cada ocasión, el secretismo protegió a los poderosos y traicionó al pueblo.

Y seguirá ocurriendo, una y otra vez, a menos que confrontemos la verdad que se esconde a simple vista: que el abuso de poder no es una aberración del sistema, sino que es el sistema.

En ningún otro lugar es esto más evidente que en la economía sumergida de la trata de personas con fines sexuales, donde convergen el poder, las ganancias y la depredación.

La trata de menores, el encubrimiento de los perpetradores, el silenciamiento sistemático de las víctimas: esto no es una teoría conspirativa. Es un modelo de negocio.

Este es el punto débil de Estados Unidos.

La trata de menores con fines sexuales -la compraventa de mujeres, niñas y niños pequeños, algunos de tan solo 9 años, para fines sexuales- se ha convertido en un gran negocio en Estados Unidos. Es el negocio de mayor crecimiento del crimen organizado y el segundo producto más lucrativo comercializado ilegalmente, después de las drogas y las armas. En Estados Unidos, los adultos compran menores para fines sexuales al menos 2,5 millones de veces al año. No solo las niñas son vulnerables a estos depredadores. Los niños representan más de un tercio de las víctimas en la industria sexual estadounidense.

¿Quién compra menores para fines sexuales?

Hombres comunes y corrientes de todos los ámbitos. "Podrían ser compañeros de trabajo, médicos, pastores o cónyuges", escribe el periodista Tim Swarens, quien dedicó más de un año a investigar el comercio sexual en Estados Unidos.

Hombres comunes y corrientes, sí. Pero luego están los llamados hombres extraordinarios, como Jeffrey Epstein, con riqueza, conexiones y protección, a quienes se les permite operar según sus propias reglas.

Estos hombres se evaden de la responsabilidad porque el sistema de justicia penal se inclina a los poderosos, los ricos y la élite.


Artículo de New York Magazine, del 28 de octubre de 2002, por Landon Thomas Jr. "JEFFREY EPSTEIN: El misterioso hombre del dinero internacional". La entradilla del artículo dice: "Es amigo de un montón de científicos ganadores del Premio Nobel, directores ejecutivos como Leslie Wexner de Limited, la socialité Ghislaine Maxwell e incluso Donald Trump. Pero no fue hasta que llevó a Bill Clinton, Kevin Spacey y Chris Tucker a África en su Boeing 727 privado que el mundo comenzó a preguntarse quién era". "Viene con dinero para gastar, una flota de aviones y un buen ojo para las damas -por no hablar de un cerebro implacable que desafía a los científicos ganadores del Premio Nobel en todo el país- y para los mercados financieros de todo el mundo. Desde que la "página seis" del Post publicó un artículo sobre la visita del presidente a África a finales de septiembre con Kevin Spacey y Chris Tucker -en el Boeing 727 personalizado de su nuevo benefactor-, la pregunta del día ha sido: ¿Quién demonios es Jeffrey Epstein?" (Gráfica y texto interpuesto por el editor del blog)


Hace más de una década, cuando Epstein fue acusado por primera vez de violar y abusar sexualmente de niñas, recibió un acuerdo secreto con el entonces fiscal federal Alexander Acosta, secretario de Trabajo del primer mandato del presidente Trump, que le permitió evadir los cargos federales y recibir el equivalente a una reprimenda: permitirle "trabajar" en casa seis días a la semana antes de regresar a la cárcel a dormir.

Desde entonces, un juez federal ha declarado ilegal ese acuerdo secreto.

Sin embargo, la cuestión es la siguiente: Epstein no actuó solo.

No me refiero solo a sus cómplices, quienes reclutaron y manipularon a las jóvenes de las que se le acusa de violar y abusar sexualmente, sino también a su círculo de influyentes amigos y colegas, que en su momento incluyó a Bill Clinton y Donald Trump.

Como señala Associated Press, "El arresto del multimillonario financiero por cargos de tráfico sexual infantil plantea interrogantes sobre cuánto sabían sus poderosos socios sobre las interacciones del gestor de fondos de cobertura con menores de edad y si hicieron la vista gorda ante conductas potencialmente ilegales".

De hecho, una decisión del Tribunal de Apelaciones del Segundo Circuito, que permite la divulgación de un documento de 2.000 páginas vinculado al caso Epstein, hace referencia a acusaciones de abuso sexual que involucran a "numerosos políticos estadounidenses prominentes, poderosos ejecutivos de empresas, presidentes extranjeros, un conocido primer ministro y otros líderes mundiales".

Este no es un incidente menor que involucra a actores menores. Tampoco se trata de errores partidistas.

Son traiciones sistémicas. Los depredadores visten de rojo y azul por igual, y el silencio se extiende a ambos niveles de poder.

Esta es la oscuridad en el corazón del estado policial estadounidense: un sistema construido para proteger a los poderosos de la justicia.

Esclavas sexuales. Tráfico sexual. Sociedades secretas. Élites poderosas. Corrupción gubernamental. Encubrimientos judiciales.

Una vez más, la realidad y la ficción se reflejan mutuamente.

Hace veinte años, la última película de Stanley Kubrick, Eyes Wide Shut, ofreció al público una sórdida mirada a una sociedad sexual secreta que satisfacía los impulsos más bajos de sus miembros adinerados mientras se aprovechaba de jóvenes vulnerables. No es tan diferente del mundo real, donde hombres poderosos, aislados de toda responsabilidad, satisfacen sus bajos impulsos.

Kubrick sugirió que estas sociedades secretas prosperan porque el público elige no ver lo que tiene justo delante, contento de navegar por la vida en negación sobre las verdades feas y obvias que nos rodean.

Al hacerlo, nos convertimos en cómplices de comportamientos abusivos en nuestro entorno.

Así es como florece la corrupción de la élite del poder.


Epstein visto cerca de Trump y la modelo Ingrid Seynhaeve en una fiesta de “ángeles” de Victoria’s Secret en 1997. Credito: Sonia Moskowitz/Getty Images


Durante años, periodistas de investigación y sobrevivientes han documentado cómo el chantaje, los vínculos con las agencias de inteligencia y el apalancamiento financiero ayudaron a proteger a los depredadores sexuales de la élite, no solo del enjuiciamiento, sino también del escrutinio público.

Por cada Epstein que, finalmente, es llamado a rendir cuentas por sus hazañas sexuales ilegales después de años de recibir vía libre por parte de aquellos en el poder, hay cientos (quizás miles) más en los pasillos del poder y la riqueza cuya depredación continúa sin cesar

Si bien los presuntos crímenes de Epstein son lo suficientemente atroces por sí solos, él es parte de una narrativa más amplia de cómo una cultura del derecho se convierte en un pozo negro y un caldo de cultivo para déspotas y depredadores. 

El poder corrompe. Peor aún, como concluyó el historiador del siglo XIX Lord Acton, el poder absoluto corrompe absolutamente. 

Si se le da demasiado poder a cualquier persona (o agencia gubernamental) y se le permite creer que tiene derecho, es intocable y no rendirá cuentas por sus acciones, se abusará de esos poderes. 

La historia lo demuestra. El momento presente lo confirma. 

Vemos esta dinámica desarrollarse todos los días en comunidades de todo Estados Unidos. 

Un policía dispara a un ciudadano desarmado sin ninguna razón creíble y se sale con la suya. Un presidente emplea órdenes ejecutivas para eludir la Constitución y se sale con la suya. Una agencia gubernamental espía las comunicaciones de sus ciudadanos y se sale con la suya. Un magnate del entretenimiento acosa sexualmente a aspirantes a actrices y se sale con la suya. El ejército estadounidense bombardea un hospital civil y se sale con la suya. 

No es coincidencia que la misma administración que desmantela las oficinas encargadas de combatir la trata de personas también esté desfinanciando a las pocas agencias que quedan para exigir cuentas a las fuerzas del orden

Bajo la presidencia de Trump, el Departamento de Justicia se ha reestructurado para priorizar la lealtad sobre la justicia, la protección sobre el enjuiciamiento. Las oficinas que antes se dedicaban a la aplicación de los derechos civiles, la supervisión policial y la rendición de cuentas pública han sido desmanteladas o discretamente marginadas (silenciadas). 

Consideremos el caso del exoficial de Louisville, Brett Hankison, quien disparó a ciegas diez balas contra el apartamento de Breonna Taylor durante un allanamiento sin previo aviso fallido. Hankison fue finalmente condenado, no por matar a Taylor, sino por privar a otros de sus derechos civiles. Y, sin embargo, el Departamento de Justicia de Trump solicitó al tribunal que condenara a Hankison a un día de prisión, -el equivalente al tiempo cumplido durante el registro.

En otras palabras, en la opinión de Trump, los poderosos y sus ejecutores deberían andar libres mientras se entierra a los muertos y se le dice al público que siga adelante.

Y no es solo la policía de gatillo fácil la que queda impune.

En todo el país, los agentes del orden han sido sorprendidos repetidamente dirigiendo redes de tráfico sexual, abusando de mujeres y niñas bajo su custodia o explotando su placa para coaccionarlas sexualmente, con pocas o ninguna consecuencia.

Desde Luisiana hasta Ohio y Nueva York, los agentes han sido arrestados por traficar con niñas menores de edad, agredir a mujeres vulnerables y violar a detenidas, a menudo protegidos por sindicatos, fiscales o un muro azul de silencio.

No se trata de unas pocas manzanas podridas. Es una cultura de impunidad incrustada en el sistema.

Así es como funciona el sistema, protegiendo a los intocables, no porque sean inocentes, sino porque el sistema los ha hecho inmunes.


El príncipe Andrés, Gwendolyn Beck y Jeffrey Epstein en una fiesta en Mar-A-Lago en febrero de 2000

El abuso de poder -y la hipocresía impulsada por la ambición y la deliberada indiferencia hacia la mala conducta que posibilitan dichos abusos- funciona de la misma manera, ya sea que se trate de delitos sexuales, corrupción gubernamental o el estado de derecho.

Es la misma historia de siempre: un hombre asciende al poder, un hombre abusa del poder de forma abominable, un hombre intimida y amenaza a cualquiera que lo desafíe con represalias o algo peor, y un hombre se sale con la suya gracias a una cultura de sumisión en la que nadie alza la voz porque no quiere perder su trabajo, su dinero o su lugar en la élite.

Los depredadores sexuales no son la única amenaza.

Por cada Epstein o Clinton, cada Weinstein, Ailes, Cosby o Trump que finalmente es denunciado por su mala conducta sexual, hay cientos, miles, de otros en el estado policial estadounidense que se salen con la suya tras cometer asesinatos, en muchos casos, literalmente, simplemente porque pueden.

A menos que algo cambie en la forma en que lidiamos con estos continuos y atroces abusos de poder, los depredadores del estado policial seguirán causando estragos en nuestras libertades, nuestras comunidades y nuestras vidas.

Durante demasiado tiempo, los estadounidenses han tolerado una oligarquía en la que un poderoso grupo de élite de donantes ricos es quien toma las decisiones.

Necesitamos restaurar el estado de derecho para todas las personas, sin excepciones.

El estado de derecho significa que nadie tiene un pase libre, sin importar su riqueza, estatus o conexiones políticas.

Como dejo claro en mi libro Battlefield America: The War on the American People y en su contraparte ficticia The Erik Blair Diaries, el empoderamiento de los pequeños tiranos y los dioses políticos debe terminar.


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Fuentes:

12 julio 2025

Arte degenerado en la Alemania de la nueva normalidad





por  C.J. Hopkins
2024 (Recopilación)


Alegaciones de C.J. Hopkins 

Mi juicio por delitos de pensamiento en un tribunal penal de la Nueva Normalidad Alemania fue bastante bien. Fui absuelto. Técnicamente, no todo ha terminado, porque el fiscal tiene una semana para apelar la decisión, pero, dadas las circunstancias, dudo que lo haga. Hizo el ridículo frente a una gran audiencia. No puedo imaginar que quiera volver a hacer eso. Esta burla kafkiana de la justicia ha estado en marcha durante ocho meses, y ha sido bastante estresante. Solo voy a proporcionar algunos datos a la cobertura del juicio y mi declaración ante el tribunal (que cualquiera puede compartir y volver a publicar).

A pesar de (o tal vez debido a) la cobertura de esta historia por parte de algunos de los principales medios de comunicación, es decir, The Atlantic y Neue Zürcher Zeitung, Matt Taibbi para Racket News, RT.de (RT está fuertemente censurado o "filtrado por la visibilidad" aquí en Alemania). Ni un solo periodista alemán convencional ha tenido el coraje (o no se le ha dado permiso) de informar sobre esto. También hay una cobertura de los medios alemanes independientes.

Esta es la declaración que leí en la corte. Probablemente puedas imaginar cómo se sintieron el juez y el fiscal al respecto. (La parte en la que la jueza se pone una máscara para hacer una declaración al salir de la sala del tribunal es probablemente mi parte favorita).

(Nota del editor del blog: Pese al optimismo de C.J. Hopkins, el Fiscal si apeló, y en septiembre de 2024 las cosas se revirtieron en contra de Hopkins). C.J. Hopkins (nacido en 1961) es un dramaturgo, novelista y satírico político estadounidense que reside en Alemania. Entre sus obras se encuentran "Horse Country", "Screwmachine/Eyecandy"; y, "The Extremists".

Declaración ante el Tribunal de Distrito de Berlín,
23 de enero de 2024

C.J. Hopkins  (medio) ante el Tribunal, foto Matthias Kehrein\Epoch Times


Mi nombre es C.J. Hopkins. Soy un dramaturgo, autor y satírico político estadounidense. Mis obras han sido producidas y han recibido elogios de la crítica internacional. Mi sátira política y mis comentarios son leídos por cientos de miles de personas en todo el mundo. Hace 20 años, dejé mi propio país debido a la atmósfera fascista que se había apoderado de los EE.UU. en ese momento, el momento de la invasión estadounidense de Irak, una guerra de agresión basada en las mentiras de mi gobierno. Emigré a Alemania e hice una nueva vida aquí en Berlín, porque creía que Alemania, dada su historia, sería el último lugar de la tierra en volver a tener algo que ver con cualquier forma de totalitarismo.

Los dioses tienen un extraño sentido del humor. La semana pasada, miles de personas salieron a las calles por toda Alemania para protestar contra el fascismo, coreando "nunca más es ahora". Muchas de estas personas pasaron los últimos tres años, de 2020 a 2023, obedeciendo órdenes sin cuestionamientos, repitiendo como loros la propaganda oficial y demonizando a cualquiera que se atreviera a cuestionar las acciones inconstitucionales y autoritarias del gobierno durante la llamada pandemia de Covid. Muchas de estas mismas personas, las que apoyan los derechos de los palestinos, están ahora conmocionadas de que la nueva forma de totalitarismo que ayudaron a crear se esté volviendo contra ellos.

Y aquí estoy, en un tribunal penal de Berlín, acusado de difundir propaganda pronazi en dos tuits sobre la obligatoriedad de las mascarillas. Las autoridades alemanas han censurado mi expresión en Internet y han dañado mi reputación y mis ingresos como autor. Uno de mis libros ha sido prohibido por Amazon en Alemania. Todo esto porque critiqué a las autoridades alemanas, porque me burlé de uno de sus decretos, porque señalé una de sus mentiras.

Este giro de los acontecimientos sería absurdamente cómico si no fuera tan exasperante. No puedo expresar adecuadamente lo insultante que es verme obligado a sentarme aquí y afirmar mi oposición al fascismo. Durante más de treinta años, he escrito y hablado en contra del fascismo, el autoritarismo, el totalitarismo, etc. Cualquiera puede hacer una búsqueda en Internet, encontrar mis libros, leer las reseñas de mis obras de teatro, leer mis ensayos y descubrir quién soy y cuáles son mis opiniones políticas en dos o tres minutos. Y, sin embargo, las autoridades alemanas me acusan de difundir propaganda pronazi. Se me acusa de hacer esto porque publiqué dos tuits desafiando la narrativa oficial de Covid y comparando la nueva y naciente forma de totalitarismo que ha creado -es decir, la llamada "Nueva Normalidad"- con la Alemania nazi.

Permítanme ser muy claro. En esos dos tuits, y en mis ensayos a lo largo de 2020 a 2022, y en mis ensayos actuales, he comparado el ascenso de esta nueva forma de totalitarismo con el ascenso de la forma más conocida de totalitarismo del siglo XX, es decir, la Alemania nazi. He hecho esta comparación y he analizado las similitudes y diferencias entre estas dos formas de totalitarismo, una y otra vez. Y lo seguiré haciendo. Continuaré analizando e intentando explicar esta nueva forma emergente de totalitarismo, y oponiéndome a ella, y advirtiendo a mis lectores sobre ella.

Los dos tuits en cuestión presentan una esvástica cubierta por una de las mascarillas médicas que todo el mundo se vio obligado a llevar en público entre 2020 y 2022. Esa es la portada de mi libro. El mensaje que transmite esta obra de arte es claro. En la Alemania nazi, la esvástica era el símbolo de conformidad con la ideología oficial. Durante 2020 y 2022, las mascarillas funcionaron como símbolo de conformidad con una nueva ideología oficial. Ese era su propósito. Su propósito era hacer cumplir a las personas los decretos gubernamentales y la conformidad con la narrativa oficial de la pandemia de Covid, la mayoría de la cual ahora se ha demostrado que era propaganda y mentiras.

Los mandatos de uso de mascarillas no funcionan contra los virus transmitidos por el aire. Esto había sido entendido y reconocido por expertos médicos durante décadas antes de la primavera de 2020. Ahora se ha demostrado a todo el mundo y los expertos médicos lo han vuelto a reconocer. La ciencia de los mandatos de uso de mascarillas no cambió repentinamente en marzo de 2020. La narrativa oficial cambió. La ideología oficial cambió. La "realidad" oficial cambió. Karl Lauterbach tenía toda la razón cuando dijo: "Las mascarillas siempre envían una señal". Las señales que enviaron de 2020 a 2022 fueron: "Me conformo. No hago preguntas. Obedezco órdenes".

No es así como funcionan las sociedades democráticas. Así es como funcionan los sistemas totalitarios.



No todas las formas de totalitarismo son iguales, pero comparten características comunes. Obligar a las personas a mostrar símbolos de conformidad con la ideología oficial es un sello distintivo de los sistemas totalitarios. Declarar un "estado de emergencia" y revocar los derechos constitucionales sin ninguna razón justificable es un sello distintivo de los sistemas totalitarios. Prohibir las protestas contra los decretos del gobierno es un sello distintivo de los sistemas totalitarios. Inundar al público con mentiras y propaganda diseñada para aterrorizar a la gente para que obedezca sin sentido es un sello distintivo de los sistemas totalitarios. La segregación de las sociedades es un sello distintivo de los sistemas totalitarios. La censura de la disidencia es un sello distintivo del totalitarismo. Despojar a las personas de sus puestos de trabajo porque se niegan a ajustarse a la ideología oficial es un sello distintivo de los sistemas totalitarios. Fomentar el odio masivo contra una clase de personas "chivo expiatorio" es un sello distintivo del totalitarismo. Demonizar a los críticos de la ideología oficial es un sello distintivo de los sistemas totalitarios. Instrumentalizar la ley para castigar a los disidentes y hacer ejemplos de los críticos de las autoridades es un sello distintivo del totalitarismo.

Desde marzo de 2020, he documentado el surgimiento de todas estas características del totalitarismo en sociedades de todo Occidente, incluida, entre otras, Alemania. Seguiré haciéndolo. Continuaré advirtiendo a los lectores sobre esta nueva forma emergente de totalitarismo e intentaré entenderla y oponerme a ella. Compararé esta nueva forma de totalitarismo con formas anteriores de totalitarismo, y específicamente con la Alemania nazi, siempre que sea apropiado y contribuya a nuestra comprensión de los acontecimientos actuales. Ese es mi trabajo como escritor satírico y comentarista político, y como autor, y mi responsabilidad como ser humano.

Las autoridades alemanas pueden castigarme por hacerlo. Tú tienes el poder de hacer eso. Puedes hacer de mí un ejemplo. Puedes multarme. Puedes encarcelarme. Puedes prohibir mis libros. Puedes censurar mi contenido en Internet, lo cual has hecho. Puedes difamarme y dañar mis ingresos y mi reputación como autor, como lo has hecho. Puedes demonizarme como un "teórico de la conspiración", como un "antivacunas", un "negacionista del Covid", un "idiota" y un "extremista", lo que has hecho. Pueden llevarme a un tribunal penal y hacerme sentar aquí, en Alemania, frente a mi esposa, que es judía, y negar que soy un antisemita que quiere relativizar el Holocausto. Tú tienes el poder de hacer todas estas cosas.

Sin embargo, espero que al menos tenga la integridad de llamar a esto por lo que es, y no se esconda detrás de falsas acusaciones de que de alguna manera estoy apoyando a los nazis comparando el surgimiento de una nueva forma de totalitarismo con el surgimiento de un sistema totalitario anterior, uno que se apoderó de este país y finalmente lo destruyó en el siglo XX. y asesinó a millones en el proceso, porque muy pocos alemanes tuvieron el coraje de levantarse y oponerse a él cuando comenzó. Espero que al menos tenga la integridad de no fingir que realmente cree que estoy difundiendo propaganda pro-nazi, cuando sabe muy bien que eso no es lo que estoy haciendo.

Nadie con un mínimo de integridad cree que eso es lo que estoy haciendo. Nadie con integridad cree que eso es lo que estaban haciendo mis Tweets en 2022. Todos los periodistas que han cubierto mi caso, todos en esta sala del tribunal, entienden de qué se trata realmente este enjuiciamiento. No tiene nada que ver con castigar a las personas que difunden propaganda pronazi. Se trata de castigar la disidencia y hacer de los disidentes un ejemplo para intimidar a otros y hacer callar.

No es así como funcionan las naciones democráticas. Así es como funcionan los sistemas totalitarios.


           Caricaturas del británico Bob Moran

Lo que espero aún más es que este tribunal ponga fin a este enjuiciamiento, y aplique la ley de manera justa, y no permita que se utilice como pretexto para castigar a personas como yo que critican los dictados del gobierno, personas que exponen las mentiras de los funcionarios del gobierno, personas que se niegan a negar los hechos, que se niegan a realizar rituales absurdos de obediencia a las órdenes, que se niegan a seguir órdenes sin cuestionamientos.

Porque el problema aquí es mucho más grande y mucho más importante que mi pequeño caso de "Tweet".

Estamos, una vez más, en una encrucijada. No solo aquí en Alemania, sino en todo Occidente. La gente se volvió un poco loca, un poco fascista, durante la llamada pandemia de Covid. Y ahora, aquí estamos. Hay dos caminos por delante. Tenemos que elegir... Tú, yo, todos nosotros. Un camino conduce al Estado de Derecho, a los principios democráticos. El otro camino conduce al autoritarismo, a sociedades donde las autoridades gobiernan por decreto y por la fuerza, y tergiversan la ley para convertirla en lo que quieren, y dictan lo que es y no es la realidad, y abusan de su poder para silenciar a cualquiera que no esté de acuerdo con ellas.

Ese es el camino hacia el totalitarismo. Ya hemos pasado por ese camino antes. Por favor, no lo volvamos a hacer.


Arte degenerado en la Alemania de la Nueva Normalidad (24 marzo 2024)

 



Una de las primeras cosas que hacen los totalitarios cuando se proponen transformar una sociedad democrática en cualquier tipo de distopía totalitaria estrictamente regulada y que mata completamente el alma en la que están tratando de transformarla es revisar y rehacer radicalmente su cultura. No puedes imponer tu nueva ideología oficial en una sociedad anteriormente democrática con un montón de artistas que andan sueltos y se burlan de ti y de tu propaganda. No, hay que controlar el negocio de la cultura, y dictar qué es y qué no es "arte", y qué tipos de arte son "dañinos para la sociedad", y satanizarlos, y a los artistas que los crearon, y censurarlos, o borrarlos de alguna otra manera.

Los nazis llevaron a cabo este proceso con su característica torpeza...

"En septiembre de 1933, los nazis crearon la Cámara de Cultura del Reich. La Cámara supervisó la producción de arte, música, cine, teatro, radio y escritura en Alemania. Los nazis trataron de moldear y controlar todos los aspectos de la sociedad alemana. Creían que el arte desempeñaba un papel fundamental en la definición de los valores de una sociedad. Además, los nazis creían que el arte podía influir en el desarrollo de una nación. Varios líderes de alto rango se involucraron en los esfuerzos oficiales sobre el arte. Trataron de identificar y atacar obras de arte 'peligrosas' mientras luchaban por definir cómo era el arte 'verdaderamente alemán'". (Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos)

Uno de los acontecimientos más torpes en el curso de este proceso de "sincronización" ideológica (un proceso conocido como "Gleichschaltung" en alemán) fue la exposición Entartete Kunst ("Arte degenerado") en Munich en 1937.




La Alemania de la Nueva Normalidad no es la Alemania nazi, por lo que no hay una "Cámara de Cultura de la Nueva Normalidad" ni una nueva exposición de "Arte Degenerado". La Nueva Normalidad es una nueva forma de totalitarismo, que no puede permitirse ser percibida como totalitarismo y, por lo tanto, el proceso de Gleichschaltung funciona de manera un poco diferente.

Voy a usar mi acusación como ejemplo, de nuevo. Pido disculpas a los lectores habituales que estén hartos de oírme hablar de ello. Lo sé, prometí no ir todo "Late Lenny Bruce", pero los alemanes siguen proporcionándome nuevo material de comedia. Si usted no es uno de esos lectores habituales y, por lo tanto, no está familiarizado con los antecedentes de mi caso, puede leer sobre él en The Atlantic, Matt Taibbi's Racket News y en varios medios de comunicación independientes.

La versión corta es que, en 2022, publiqué dos tuits criticando los mandatos de mascarillas y burlándome de Karl Lauterbach, el ministro de Sanidad alemán. Ambos tuits incluían una imagen de la portada de mi último libro, The Rise of The New Normal Reich: Consent Factory Essays, Vol. III (2020-2021).



A las autoridades alemanas no les gustaron esos tuits, por lo que: 1. los censuraron en Twitter, 2. hicieron que Amazon prohibiera mi libro en Alemania y 3.  me llevaron a un tribunal penal y me procesaron por cargos falsos de "delitos de odio". Fui absuelto de esos cargos en mi juicio en enero, pero el fiscal del estado de Berlín ha apelado el veredicto.

El último fragmento de material cómico que las autoridades alemanas me han proporcionado es una copia de los motivos de la apelación presentados por el fiscal. En él, la Oberstaatsanwältin als Hauptabteilungsleiterin (es decir, "La Fiscal Superior y Jefa de Departamento") argumenta que mis Tweets no expresan oposición a los nazis, que ... Ella tiene razón, no lo hacen. Expresan su oposición a los mandatos de uso de mascarillas y a las mentiras de las autoridades alemanas, así como a su violación de la Constitución alemana.

Mis Tweets no expresan mi oposición a los nazis porque mis Tweets asumen la oposición a los nazis. Suponen que todas las personas decentes entienden y dan por sentado que los nazis eran... bueno, nazis, fascistas viciosos, sádicos, asesinos en masa, sin ningún respeto por la democracia y el estado de derecho, que estaban obsesionados con imponer su ideología fanáticamente demente en todo el planeta. Ellos (es decir, mis tuits) asumen que comparar a un grupo contemporáneo de psicópatas intoxicados por el poder, violadores de la constitución y que vomitan propaganda oficial -por ejemplo, las actuales autoridades alemanas- con los nazis no es exactamente un cumplido.

La Fiscal Superior y Jefa de Departamento, que claramente no solo es una experta en derecho y comentarios políticos, sino también en arte, sutileza otros elementos de estética, explica el otro problema con mi arte (es decir, además del problema de oponerme a los dictados inconstitucionales de las autoridades alemanas cuando debería haberme opuesto a los nazis) en su "Revisionsbegründung" ("Motivos de casación"); demasiada sutileza, poca "claridad" y "obviedad".

He aquí un extracto de la Revisionsbegründung (traducción, aclaración y énfasis míos).

"La presentación general políticamente crítica (de los tuits) ni siquiera comienza a expresar oposición al NSDAP (es decir, al Partido Nazi) y su ideología de una manera igualmente obvia e inequívoca". (…) "En última instancia, las representaciones expresan que el acusado quería enfatizar sus preocupaciones sobre las medidas en la política de Corona al agregar la llamada esvástica y la referencia implícita al nacionalsocialismo. La implicación es diametralmente opuesta a la obviedad y claridad requeridas".

Si tan solo alguien me hubiera hablado de la importancia de la "obviedad" en las obras de arte cuando estaba en la escuela de cine o comenzaba como dramaturgo de vanguardia en la ciudad de Nueva York, quién sabe, ¡podría haber sido alguien! En cambio, me confundí con artistas como ... bueno, por ejemplo, John Heartfield. El título de esta pieza de 1936 es "NO TENGAS MIEDO, ES VEGETARIANO".



A la luz del argumento del Fiscal Mayor, ya no sé qué pensar de este artículo. ¿Qué estaba tratando de decir Heartfield? ¿Estaba a favor o en contra de Hitler? Y lo que es más importante, ¿estaba a favor o en contra del vegetarianismo?

¿Y qué se supone que debemos pensar sobre esto? ¿Barbara Kruger está a favor o en contra de las compras?



Y aquí hay una ilustración de Anthony Freda, el artista que diseñó la portada de mi libro, ¡y que claramente sufre de una deficiencia de "claridad y obviedad"!




Ah, y hablando de "claridad" y "obviedad" inadecuadas, y de la exhibición de esvásticas en el Twitter alemán, aquí hay un tuit de Die Tageszeitung, el gran periódico de "izquierda" aquí en Berlín...




En noviembre, mi abogado presentó una denuncia sobre ese tuit ante la Fiscalía, a modo de experimento, para ver cómo respondían. Por supuesto, se negaron a investigar y enjuiciar, y citaron las mismas excepciones a la prohibición de mostrar esvásticas que se aplican en mi caso, y que la jueza también citó cuando me absolvió en enero.

Le pedí a mi abogado que llevara a cabo ese experimento, porque, en ese momento, estaba terriblemente confundido sobre si Die Tageszeitung se oponía a los nazis, o estaba tratando de promover a los nazis, o qué estaban haciendo exactamente todas esas esvásticas y nazis sonrientes en un tuit sobre los "musulmanes alemanes" y otras "personas migrantes" y cómo piensan sobre el Holocausto. Al final, decidí que los operadores de Twitter de Die Tageszeitung probablemente estaban trabajando bajo la misma suposición sobre cómo la gente ve a los nazis que yo cuando publiqué mis dos tuits, es decir, la suposición de que los nazis eran malos y que no tienes que reiterar eso al público en general cada vez que incluyes una fotografía de ellos. o una esvástica, en tu obra de arte en las redes sociales.

Pero, hablando en serio, como señalé en la corte, mi caso no tiene nada que ver con los nazis o la comprensión del arte por parte del Fiscal Mayor. Es parte de la represión de la disidencia política que se está llevando a cabo, no solo aquí en Alemania, sino en países de todo Occidente. Sí, es particularmente fascista en Alemania -si puedes leer alemán, aquí hay otro ejemplo de un caso como el mío, pero bajo un pretexto diferente- y está absolutamente centrado en los críticos de la narrativa oficial de Covid y las restricciones de Covid, pero no se centra exclusivamente en nosotros. Si puedes dejar a un lado tu lealtad a cualquier lado de lo que sea que hayas prometido, y echar un vistazo a lo que está por venir, o ya está por la tubería, en los EE. UU, Reino Unido, Irlanda, Canadá, Australia, Francia y varios otros países ... bueno, te recomiendo encarecidamente que lo hagas, preferiblemente antes de que todos tengamos "gleichgeschaltet".

Si necesitas un lugar para comenzar, publiqué enlaces a algunos artículos sobre lo de las notas de Matt Taibbi.




Bien, eso es todo. Necesito terminar esta columna e ir a subir mi juego de "claridad y obviedad". Lo último que querría hacer en este momento es publicar algún otro arte no obvio y accidentalmente "deslegitimar al estado". ¡Ya estoy en suficientes problemas! ¡Gracias a Dios tengo la Revisionsbegründung de la Fiscalía Superior para referirme!

¡Te digo que no sé dónde estaría sin estos alemanes!

Nota del Editor del blog: Una comentarista (Margaret Anna Alice) señala (24 Marzo 2024): "Eres culpable de dos pecados imperdonables en Totalitaria (para tomar prestado el término de Joost Meerloo): hacer pensar a la gente y hacer reír a la gente. Ambas actividades plantean amenazas fatales para la tiranía".

Culpable
30 de septiembre de 2024

C.J. Hopkins

El Tribunal de Apelación de Berlín anuló mi absolución hoy. Ahora soy, oficialmente, al menos según las autoridades alemanas de la Nueva Normalidad, un criminal de "incitación al odio". Soy oficialmente un criminal de "discurso de odio" porque comparé la Alemania de la Nueva Normalidad con la Alemania nazi, y desafié la narrativa oficial de Covid, y usé la portada de mi libro para hacerlo.

A las autoridades alemanas de la Nueva Normalidad no les gustó eso, y estaban decididas a castigarme por hacerlo, y a hacer de mí un ejemplo, con el fin de disuadir a otras personas de hacerlo. Les tomó dos intentos, pero lo lograron. El juez de mi juicio original metió la pata y me absolvió, pero la Fiscalía de Berlín no se rindió. Apelaron el veredicto -sí, pueden hacerlo en Alemania- y esta mañana el Tribunal de Apelación anuló el veredicto y me declaró culpable.

Informaré sobre todos los detalles desagradables de mi día en la corte en una columna adecuada en algún momento a finales de esta semana, cuando me haya recuperado lo suficiente de la resaca en la que estoy a punto de comenzar a trabajar.




También resucitaré mi fondo de defensa legal y les contaré sobre eso en mi próxima columna, porque el único recurso que nos queda a mi abogado y a mí en este momento es tratar de que el Tribunal Constitucional alemán (es decir, el tribunal supremo de Alemania) escuche el caso.

Mientras tanto, quería compartir mi declaración ante el Tribunal de Apelaciones. Aquí está.

Declaración ante el Tribunal de Apelación de Berlín, 30 de septiembre de 2024

Damas y caballeros, mi nombre es CJ Hopkins. Soy un galardonado dramaturgo, autor y escritor satírico político. Mi trabajo es leído por cientos de miles de personas en todo el mundo. Durante más de treinta años, he escrito y hablado en contra del fascismo, el autoritarismo, el totalitarismo, etc. Cualquiera puede hacer una búsqueda en Internet, encontrar mis libros, reseñas de mis obras de teatro, mis ensayos, y aprender quién soy y cuáles son mis opiniones políticas en cinco minutos.

Y, sin embargo, las autoridades alemanas me acusan de difundir propaganda pronazi. Se me acusa de hacer esto porque publiqué dos tuits en los que desafiaba la narrativa oficial de Covid y comparaba la nueva y naciente forma de totalitarismo que ha creado -la llamada "Nueva Normalidad"- con la Alemania nazi.

Permítanme ser claro. Lo hice. En agosto de 2022, mientras Alemania debatía si poner fin a sus mandatos de mascarillas Covid, tuiteé esos dos tuits. Desafié la narrativa oficial del Covid. Comparé la Nueva Normalidad con la Alemania nazi. Lo hice con la portada de uno de mis libros. Hice lo que cualquiera puede hacer según la ley alemana. Hice lo que ha hecho Karl Lauterbach. Hice lo que han hecho celebridades alemanas como Jessica Berlin. Hice lo que han hecho los principales periódicos y revistas alemanas.

Hace unos meses, Stern y Der Spiegel publicaron portadas de sus revistas con esvásticas. La portada de Der Spiegel presentaba exactamente el mismo concepto artístico que la portada de mi libro y mis Tweets. La única diferencia es que la esvástica en la portada de Der Spiegel está detrás de una bandera alemana, mientras que la esvástica en la portada de mi libro y en mis Tweets está detrás de una máscara médica. Eso es todo. Esa es la única diferencia.



Stern y Der Spiegel exhibieron esvásticas en sus portadas para advertir al público del surgimiento de una nueva forma de totalitarismo, y eso es precisamente lo que hice. Comparé la Nueva Normalidad, es decir, la nueva forma naciente de totalitarismo que surgió en 2020, con la Alemania nazi. Stern y Der Spiegel compararon a la AfD con la Alemania nazi. Esa es la única diferencia.

No soy fan de la AfD. No soy fan de Stern y Der Spiegel. Eso no importa. Stern y Der Spiegel tienen derecho a hacer lo que hicieron, y yo también. Ese derecho está garantizado por la Constitución alemana. Todos tenemos el derecho, si vemos que una nueva forma de totalitarismo está tomando forma, a oponernos a él y a compararlo con formas históricas de totalitarismo, incluida la Alemania nazi.

No sigo muy de cerca la política electoral alemana, así que no sé exactamente qué ha hecho la AfD que llevó a Stern y Der Spiegel a compararlos con los nazis. Pero sé exactamente lo que hicieron las autoridades alemanas entre 2020 y 2023.

En 2020, las autoridades alemanas declararon el estado de emergencia nacional, para el que no aportaron pruebas concretas, y suspendieron los derechos constitucionales. La Alemania nazi también lo hizo, en marzo de 1933. De 2020 a 2022, las autoridades alemanas obligaron a la población a llevar símbolos de su conformidad con la ideología oficial y a realizar humillantes rituales de lealtad pública. Los nazis también lo hicieron. Las actuales autoridades alemanas prohibieron las protestas contra sus decretos arbitrarios. Con la ayuda de los medios de comunicación, bombardearon a las masas alemanas con mentiras y propaganda diseñada para aterrorizar al público y obligarlo a obedecer sin cuestionamientos. Segregaban a la sociedad según quién se ajustaba y quién no a la ideología oficial. Censuraron la disidencia política. Despojaron a la gente de sus trabajos porque se negaron a ajustarse a la ideología oficial y a seguir órdenes insensatas. Las autoridades alemanas fomentaron el odio masivo contra una clase de personas "chivo expiatorio". Demonizaron y persiguieron a los críticos de los decretos del gobierno. Enviaron a la policía para golpearlos y arrestarlos. Han instrumentalizado la ley para castigar a los disidentes políticos. La Alemania nazi también hizo todas estas cosas, como lo han hecho la mayoría de los otros sistemas totalitarios. Documenté todo esto en mi libro. Me pronuncié en contra. Publiqué ensayos al respecto. Tuiteé al respecto.


             Caricaturas del británico Bob Moran


Mi castigo por eso ha sido... bueno, aquí estoy, siendo juzgado en un tribunal penal por segunda vez. Las autoridades alemanas censuraron mis tuits. Me denunciaron ante la Oficina Federal de Policía Criminal. Me denunciaron ante la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, la agencia de inteligencia alemana. Mi libro está prohibido en Alemania. Las autoridades alemanas me investigaron. Me procesaron. Me juzgaron por tuitear. Después de que me absolvieron, eso no fue suficiente, así que me han vuelto a juzgar. Me difamaron. Han dañado mis ingresos y mi reputación como autor. Me han obligado a gastar miles de euros en honorarios legales para defenderme de estos cargos claramente ridículos. Y hoy, mi abogado y yo, y todas las personas en la tribuna, hemos sido sometidos a esta demostración oficial de fuerza y tratados como terroristas potenciales.

¿Por qué, podrían preguntar las personas racionales, he sido sometido a este trato especial, mientras que Der Spiegel, Stern, Die Tageszeitung y muchos otros que también han tuiteado esvásticas, no lo han hecho?

Esto no es un misterio. Todo el mundo sabe la respuesta a esta pregunta.

No estás engañando a nadie. Todo el mundo entiende exactamente lo que es realmente este enjuiciamiento. Todos los periodistas que han cubierto mi caso, todos los que están en esta sala del tribunal, entienden lo que realmente es esta acusación. No tiene nada que ver con castigar a las personas que difunden propaganda pronazi. Se trata de castigar la disidencia política e intimidar a los críticos para que guarden silencio. No estoy aquí porque puse una esvástica en la portada de mi libro. Estoy aquí porque lo puse detrás de una mascarilla "Covid". Estoy aquí porque me atreví a criticar a las autoridades alemanas. Estoy aquí porque me negué a callarme y seguir órdenes.


              Caricatura del británico Bob Moran

En mi primer juicio, apelé al juez para que detuviera este juego y siguiera la ley. Lo hizo. Necesitaba insultarme públicamente y luego ponerse una mascarilla de "Covid" para mostrar su lealtad a la "Nueva Normalidad", pero me absolvió. Ella cumplió con la ley. Y le di las gracias. Pero no apelaré ante este Tribunal. Estoy cansado de este juego. Si esta Corte quisiera cumplir con la ley, yo no estaría aquí hoy. El Tribunal habría desestimado los ridículos argumentos de la Fiscalía en su moción para revocar el veredicto. Tú no hiciste eso. Así que no voy a apelar a esta Corte para que se haga justicia. O esperar justicia.

Adelante. Haz lo que sientas que tienes que hacerme. Multarme. Mándame a la cárcel. Llevarme a la bancarrota. Lo que sea. No voy a fingir que soy culpable de nada para que tu castigo se detenga. No voy a mentir por ti. No te obedeceré porque me amenaces, porque tienes el poder de hacerme daño.

Tú tienes ese poder. Entiendo. Todo el mundo lo entiende. Las autoridades alemanas tienen el poder de castigar a quienes las critican, a quienes exponen su hipocresía, sus mentiras. Todos recibimos el mensaje. Pero no es así como funcionan las cosas en las sociedades democráticas. Así es como funcionan las cosas en los sistemas totalitarios.

No voy a cooperar con eso. Me niego a vivir de esa manera.

Mientras las autoridades alemanas sigan afirmando que Alemania es un país democrático, que respeta el Estado de Derecho y los principios democráticos, seguiré comportándome como si así fuera. No me dejaré intimidar. Insistiré en mis derechos constitucionales. Seguiré respetando los principios democráticos y lucharé para preservarlos. Las autoridades alemanas pueden burlarse de esos derechos, del Estado de Derecho y de los principios democráticos si quieren. No lo haré. No para el fiscal de Berlín. No para este Tribunal. No para las autoridades alemanas. No para cualquiera.

El totalitarismo, el autoritarismo, la tiranía, nunca vencen. No a largo plazo. La historia nos lo enseña. Y es la historia la que nos juzgará a todos al final.

— C.J. Hopkins

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Fuente: C.J. Hopkins

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