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22 abril 2025

Truman Smith: el estadounidense que vio venir a Hitler

 


Introducción

Este es un post intercalado de varios artículos, pero la base es el reportaje, "Truman Smith: The American Who Saw Hitler Coming" (Truman Smith: el estadounidense que vio venir a Hitler) de Andrew Nagorski (publicado en HistoryNet, 2012), es un resumen textual del autor. Nagorski es ex jefe de la oficina de Newsweek en Berlín, vicepresidente y director de políticas públicas en el EastWest Institute, el artículo es una adaptación de su libro "Hitlerland: American Eyewitness to the Nazi Rise to Power" (2012). Como se indicó, el artículo original de Nagorski (se conserva su título traducido del inglés) viene acompañado de varias notas referenciales de otros autores que refuerzan y/o aclaran la ponencia principal. Las referencias originales pueden ser consultadas en las notas a pie de página. Igualmente, el editor del blog ha interpuesto el material gráfico.


Coronel Truman Smith (1893-1970)


El agregado militar Truman Smith fue el primer diplomático estadounidense en reunirse con un agitador local en Múnich llamado Adolf Hitler, y uno de los primeros en advertir sobre el resurgimiento militar de Alemania. Sus informes fueron oportunos, proféticos, y en gran medida ignorados.


Algunos datos biográficos de Truman Smith

Coronel Truman Smith (1893 - 1970), sirvió  en el Ejército de los Estados Unidos entre 1916–1946 como oficial de infantería, agregado militar y oficial de inteligencia. Tras la primera guerra mundial, durante la ocupación de Alemania, estuvo destinado en Coblenza como asesor político del oficial a cargo de los asuntos civiles (1919 - 1920). Agregado militar adjunto en Berlín entre 1920 - 1924 y entre 1935 - 1939. Recopiló información valiosa sobre las capacidades militares alemanas mientras servía en Berlín antes de la segunda guerra mundial. Retornó a Washington, DC, como especialista en Alemania en la división de inteligencia militar del Ejército de los EE. UU y como asesor personal del general George C. Marshall (1939-1945). Influyó en el establecimiento de la nueva Bundeswehr para que desempeñara un papel en la Guerra Fría.

En noviembre de 1922, Smith fue enviado a Múnich para investigar a un organizador político local, Adolf Hitler. En su informe presentado a Washington, identificó proféticamente al joven Hitler como un "demagogo maravilloso", fuerza dominante de su movimiento fascista bávaro, fanático de discurso enérgico que podía influir en un oyente neutral (William Shirer, "El ascenso y la caída del Tercer Reich". Nueva York, 1990, pág.  47). 

Desde Berlín, a finales de los años 30, informó sobre el rearme alemán, las capacidades de la Luftwaffe y el creciente grado de organización de los alemanes para la guerra. Mantuvo amistad con oficiales importantes como Werner von Blomberg (ministro de Guerra). Organizó (mayo de 1936) el primero de los cinco viajes de inspección del coronel Charles Lindbergh a la industria aeronáutica alemana y a la Luftwaffe. Los oficiales superiores de la Luftwaffe discutieron tácticas y operaciones aéreas con Lindbergh quien voló un Messerschmitt Bf 109. Luego Lindbergh manifestó su pública oposición a las políticas de guerra de Roosevelt; Lindbergh aceptó una condecoración de Hermann Göring, alimentando las sospechas de que simpatizaba con los nazis y de deslealtad a su país, hechos que lo volvieron impopular.

Truman Smith afirmó que las visitas de Lindbergh en realidad proporcionaron valiosa información. El mismo Smith estuvo bajo sospecha y pudo ser difamado por derrotista o simpatizante alemán, pero George Marshall lo protegió, aunque se afirma que Smith era contrario a Roosevelt y que se alegraría de la muerte del presidente en 1945 (Lynne Olson, "Aquellos días de furia: Roosevelt, Lindbergh y la lucha de Estados Unidos por la Segunda Guerra Mundial, 1939-1941", pág. 406)

En 1958, el general Albert Wedemeyer publicó un libro autobiográfico sobre la Segunda Guerra Mundial, "Wedemeyer Reports!", elogió a Smith por sus logros durante su tiempo en Berlín y la calidad de sus informes sobre el rearme alemán. Wedemeyer señaló que Smith (y Charles Lindbergh) se ganaron el agradecimiento de los Estados Unidos, pero fueron criticados por una camarilla de políticos que querían ignorar los preparativos de guerra del régimen nazi. 

El Presidente de los Estados Unidos otorgó la Medalla de Servicio Distinguido del Ejército al Coronel Truman Smith por servicios excepcionalmente meritorios y distinguidos al Gobierno de los Estados Unidos, durante el período de agosto de 1935 a marzo de 1938, y del 23 de febrero de 1942 al 19 de enero 1945.

 

*****

Con un metro noventa tres de altura Truman Smith tenía una figura imponente y poseía un pedigrí impresionante. Se convirtió en comandante de batallón en la Primera Guerra Mundial. Smith era un ávido estudiante de la lengua y la cultura alemanas, y su experiencia le valió puestos en Alemania durante dos de sus períodos más trascendentales. Asesor político del Ejército de los Estados Unidos en Coblenza en 1919 y en la embajada de Berlín de 1920 a 1924. Agregado militar superior en los años cruciales previos a la Segunda Guerra Mundial, de 1935 a 1939.

Durante la primera estancia de Smith en Berlín, el nombre de Adolf Hitler empezaba a escucharse en todo el país. Eran los primeros días de la República de Weimar, un período de inestabilidad política y económica crónica que ofrecía muchas oportunidades para los extremistas violentos tanto de extrema derecha como de extrema izquierda. El Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes de Hitler era sólo un grupo de radicales entre muchos otros.

Izq. Adolf Hitler en 1921, aún en uniforme militar; derecha fotografía de la década de 1920, ya como político del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP)

Eso cambiaría, por supuesto. En Berlín, el embajador estadounidense Alanson B. Houghton, un industrial convertido en congresista y luego diplomático, estaba profundamente preocupado por la agitación en Alemania y, en particular, por los disturbios políticos en la parte sur del país. En el otoño de 1922, hubo rumores de que el general Erich Ludendorff, que había dirigido el ejército alemán en la segunda mitad de la Primera Guerra Mundial, podría estar planeando derrocar al gobierno e imponer una dictadura de derecha. Después de un breve exilio tras la derrota de Alemania, Ludendorff regresó a Múnich y se unió a Hitler y otros agitadores. Con el telón de fondo del ascenso de Benito Mussolini en Italia, la extrema derecha política alemana parecía en ascenso. "Algo se está gestando en Baviera y nadie parece saber exactamente qué es", escribió Houghton en su diario.

Para vigilar la situación, Houghton recurrió a su joven agregado militar asistente, Truman Smith. Smith señalaría más tarde que la mayoría de los diplomáticos extranjeros en Berlín en ese momento habían descartado a los nacionalsocialistas como "sin importancia", y describió al líder del partido, Adolf Hitler, como un "loco inculto". Houghton, por el contrario, "parece haber tenido, incluso en esta fecha temprana, una premonición de que el movimiento y su líder podrían desempeñar un papel importante en la perturbada Alemania de principios de los años veinte". El embajador Houghton y el agregado militar de la embajada, superior inmediato de Smith, instaron a Smith a "tratar de establecer un contacto personal con el propio Hitler y formarse una estimación de su carácter, personalidad, habilidades y debilidades".

Smith hizo exactamente eso. Fue el primer diplomático estadounidense en entrevistar a Hitler, y en la década de 1920 escribió informes asombrosamente proféticos sobre el futuro líder de Alemania. Es más, durante su segunda estancia en Alemania, Smith utilizó hábilmente a Charles Lindbergh para obtener una visión de primera mano de las capacidades de aviación del país, lo que le permitió producir un flujo constante de evaluaciones en gran medida precisas de la Luftwaffe, así como de la rápida acumulación militar de Hitler a finales de la década de 1930. Sin embargo, la Administración Roosevelt, consciente del ambiente aislacionista en casa, prestó poca atención a los informes de Smith. Algunos columnistas y políticos incluso afirmaban que Smith había sido engañado por la propaganda y, por lo tanto, exageraba sus relatos sobre la fuerza de Alemania. Esto podría explicar por qué Smith solo recibe una mención pasajera en las principales obras históricas sobre el período anterior a la guerra, y nunca se le dio el crédito adecuado por sus primeras advertencias sobre el monstruo alemán.


Noviembre de 1922. Truman Smith conoce a Adolf Hitler

  

Izq., cartilla militar de Adolf Hitler (1921); der., carnet de afiliación de Hitler al NSDAP (1927)


Truman Smith llegó a Múnich el 15 de noviembre de 1922 y rápidamente conoció a un grupo diverso de personas, registrando sus discusiones e impresiones. El diplomático de 29 años preguntó a todo el mundo sobre Hitler. Resumiendo las opiniones de Robert Murphy, el cónsul interino de Estados Unidos, Smith escribió: "Hitler entiende a fondo la psicología bávara. Si es lo suficientemente grande como para tomar la delantera en un movimiento nacional alemán es otra cuestión; Probablemente no".

El general Friedrich Freiherr Kress von Kressenstein, comandante de artillería de la 7ª División del ejército alemán, le dijo a Smith que no se había reunido con Hitler, pero que tenía la impresión de que el hombre era "un genio de la oratoria". Agregó que "Hitler no era tan radical como lo pintaban sus discursos", y que era antisemita en "un sentido saludable", ya que quería mantener a los judíos fuera de los puestos gubernamentales. Salvo algún error, Kress von Kressenstein le dijo a Smith, el movimiento de Hitler tenía "un gran futuro por delante". Friedrich Trefz, redactor jefe del periódico Münchner Neueste Nachrichten (Últimas Noticias de Múnich), estuvo de acuerdo. Le dijo a Smith que Hitler era un "orador maravilloso. Ninguno mejor". Trefz dijo que había ido a una reunión nacionalsocialista y se sentó entre un general y un comunista; Ambos habían asistido por curiosidad, y después ambos se inscribieron como miembros del partido. La conclusión de Trefz: "Los nacionalsocialistas no representan ningún peligro inmediato para el gobierno. Sin embargo, el terreno es fértil y el partido crecerá".

A continuación, Smith se aventuró a la sede informal del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, en Georgenstrasse 42. Allí se reunió con Max Erwin von Scheubner-Richter, uno de los primeros confidentes de Hitler, quien afirmó que el partido tenía 35.000 miembros en Múnich, 200.000 simpatizantes y una organización clandestina "militarmente organizada" armada con garrotes y pistolas. El estadounidense fue invitado a ver a Hitler pasar revista a sus tropas paramilitares, los Camisas Pardas. Fue "un espectáculo realmente extraordinario", señaló Smith. "Mil doscientos de los rufianes más duros que he visto pasar revista ante Hitler a paso de ganso bajo la vieja bandera del Reich con brazaletes rojos con Hakenkreuzen (esvásticas)". El líder nazi pronunció un breve discurso, en el que prometió desafiar a cualquiera que intente detener el movimiento. "Luego grita: 'Muerte a los judíos', etc., etc. Hubo vítores frenéticos. Nunca había visto algo así en mi vida".


Postal que muestra a Hitler durante un discurso a sus militantes alrededor de 1923, obra de Otto von Hoyer (pintada alrededor de septiembre de 1939). La postal tenia como titulo: 'Am Anfang war das Wort' (En el principio era el Verbo)


A las 4 p.m. del lunes 21 de noviembre, Smith se reunió con Hitler en la sede del partido. El diplomático se sobresaltó por los aposentos de Hitler, que le recordaban a una lúgubre trastienda de una casa de vecindad de Nueva York. Las impresiones de Smith ese día, que anotó en su cuaderno una vez que regresó a su habitación en el Hotel Marienbad, fueron precisas. "Un demagogo maravilloso", escribió. "Pocas veces he escuchado a un hombre tan lógico y fanático. Su poder sobre el populacho debe ser inmenso". El mensaje de Hitler fue inequívoco: "El parlamento y el parlamentarismo deben desaparecer. Nadie puede gobernar con ella en la Alemania de hoy. Sólo una dictadura puede poner a Alemania en pie".

En un informe que presentó después de regresar a Berlín, Smith agregó esta evaluación:


"La cuestión de si los nacionalsocialistas de Hitler pueden desempeñar un papel en Alemania equivalente al papel de los fascistas en Italia todavía no puede responderse con ningún grado de certeza. En la limitada zona de Baviera, al sur del Danubio, no se puede negar el éxito de Hitler. Se cree que no sólo en Múnich, sino en toda Alemania, hay un campo fértil incluso entre los obreros de las fábricas para un movimiento nacional. Por otra parte, parece poco probable que, con los resultados ya obtenidos, falte dinero para la propagación de la idea de una dictadura nacional. Estos hechos, junto con el magnetismo y la capacidad oratoria del líder nacionalsocialista, hablan de un desarrollo rápido y consecuente de los "fascistas" alemanes".

 

* Nota agregada por el editor del blog. Al respecto de este informe, hay otra puntualización que encontramos en el medio Spartacus Educational, "Truman Smith":

Truman Smith siguió teniendo un gran interés en Hitler. El 25 de noviembre de 1922 dijo en un informe a Washington: 

"La fuerza política más activa en Baviera en la actualidad es el Partido Nacional Socialista del Trabajo. Más que un partido político, es un movimiento popular y debe ser considerado como el equivalente bávaro de los fascistas italianos. Recientemente ha adquirido una influencia política bastante desproporcionada a su fuerza numérica real. 

Adolf Hitler ha sido desde el principio la fuerza dominante del movimiento, y la personalidad de este hombre ha sido sin duda uno de los factores más importantes que han contribuido a su éxito... Su capacidad para influir en una asamblea popular es asombrosa. En conversaciones privadas se revelaba como un orador enérgico y lógico, lo que, cuando se atempera con una seriedad fanática, causaba una impresión muy profunda en un oyente neutral".

Una tercera consulta señala como fecha del encuentro Hitler-Truman Smith el 20 de noviembre de 1922. En el libro online, "The Propagander!"™, redactado por Walther Johann von Löpp, se dice que en noviembre de 1922, el diplomático estadounidense Truman Smith llega a Múnich, armado con una carta de presentación de Ernst "Putzi" Hanfstaengl, a quien había conocido antes. Smith, "a los pocos días, se reúne con Ludendorff, el príncipe heredero Rupprecht, Kahr, Lerchenfeld y varios funcionarios del gabinete. Como parte de su investigación sobre el hervidero político de Baviera, ha recibido instrucciones de informar especialmente sobre un tal Adolf Hitler. El 20 de noviembre de 1922 el diplomático Truman Smith se reúne con Hitler en la sede del partido... 

Hitler le dice a Smith: "El parlamento y el parlamentarismo deben desaparecer. Nadie puede gobernar con ellos en Alemania hoy en día. Sólo una dictadura puede poner a Alemania de pie". "Hitler enfatiza que su movimiento es federal y que busca el control del Reich, no sólo de Baviera" (von Löpp citando a Charles Bracelen Flood, "Hitler: The Path to Power", 1989).

Según esta investigación, Ernst "Putzi" Hanfstaengl aún no conocía a Hitler. El trabajo de von Löpp afirma que, en noviembre de 1922 (día exacto desconocido) Truman Smith recibe la orden de regresar a Berlín en el tren de la tarde, al despedirse de Hanfstaengl le dice: 

- "Conocí a un tipo extraordinario".

Hanfstaengl recuerda la conversación:

- De verdad -contesté-. ¿Cómo se llama?

- Adolf Hitler.

- Debes haberte equivocado de nombre -dije-. ¿No te refieres a Hilpert, el nacionalista alemán, aunque no puedo decir que vea nada particularmente notable en él? 

- No, no -insistió Truman Smith-. Hitler. Hay muchos carteles que anuncian una reunión esta tarde... Tengo la impresión de que va a desempeñar un papel importante y, te guste o no, sin duda sabe lo que quiere... Realmente parece tener un sentido de la dirección que ninguno de los otros tiene. Me dieron un pase de prensa para esta reunión esta tarde, y ahora no podré ir. ¿Podrías echarle un vistazo y decirme qué te parece?

El graduado en Harvard, Hanfstaengl, tomó su boleto para el Kindlkeller esa noche y más tarde escribió sobre la experiencia:

"Parecía haber mucha gente de la clase de porteros o pequeños comerciantes, un puñado de ex oficiales y funcionarios de menor categoría, una enorme cantidad de jóvenes y el resto artesanos, con una alta proporción de espectadores en traje nacional bávaro...

Con sus botas pesadas, traje oscuro y chaleco de cuero, cuello blanco semirígido y extraño bigotito, él (Hitler) realmente no parecía muy impresionante... Sin embargo, cuando Drexler lo presentó entre un rugido de aplausos, Hitler se enderezó y pasó junto a la mesa de prensa con un paso rápido y controlado, el inconfundible soldado de mufti... la atmósfera en la sala era eléctrica... Había casi una nota de conversación de café vienés en la gracia de algunas de sus frases y la malicia astuta de sus insinuaciones. No había duda de su origen austriaco...

Anotó sus puntos en todos los ámbitos. Primero criticaba al Káiser por débil y luego arremetía contra los republicanos de Weimar por conformarse con las demandas de los vencedores, que estaban despojando a Alemania de todo, salvo de las tumbas de sus muertos de guerra. Había una fuerte nota de apelación a los ex militares de su audiencia... Se explayó en el patriotismo y el orgullo nacional... arremetió contra los comunistas y socialistas por desear la ruptura de las tradiciones alemanas...

Hitler llevaba sesenta minutos hablando. Miré a mi alrededor, al público. ¿Dónde estaba la multitud anodina que había visto sólo una hora antes? ¿Qué era lo que de repente retenía a aquellas personas, que en la pendiente desesperada de la meta descendente se dedicaban a una lucha diaria por mantenerse dentro de la línea de la decencia? El bullicio y el parloteo habían cesado y ellos se bebían cada palabra... Hitler me impresionó más allá de toda medida... Con sus increíbles dotes como orador, estaba claro que iba a llegar lejos, y por lo que había visto de su séquito no parecía que nadie pudiera transmitirle la imagen del mundo exterior de la que manifiestamente carecía, y en esto sentí que yo podría ser de ayuda..."

Putzi se acercó a Hitler después de que éste terminó de hablar y se presentó. Entre noviembre y diciembre de 1922, Ernst "Putzi" Hanfstaengl y Adolf Hitler se hacen muy amigos. Hitler es un invitado frecuente en casa de los Hanfstaengl (von Löpp, citando a Flood, "Hitler: The Path to Power"; - Ernst Hanfstaengl, "The missing years", 1957)

  

El Dr. Ernst 'Putzi' Hanfstaengl, llegó ha ser designado oficial de prensa extranjera del canciller alemán Adolf Hitler, luego partió al exilio. La foto es del 7 de julio de 1937, en su casa de Londres.

Volvemos con el reportaje de Andrew Nagorski.

Segunda estancia de Truman Smith en Alemania 

Los años siguientes confirmaron las observaciones de Smith. Cuando él y su esposa Katharine, conocida como Kay, regresaron a Berlín en 1935, Hitler estaba completamente al mando. Inmediatamente les llamó la atención cómo había cambiado la capital desde principios de la década de 1920. Berlín "era lo mismo, pero no lo mismo", escribió Kay en sus memorias, que nunca se publicaron y residen en los archivos de la Institución Hoover, detectando "cierta tensión" en el aire, producto de un régimen que estaba listo para atacar a cualquiera.

A diferencia de muchos de sus homólogos en otras embajadas, Smith no tenía presupuesto para pagar a los espías. Lo que sí tenía era una larga lista de contactos alemanes, oficiales que había conocido durante su primera gira por Alemania y más tarde cuando era instructor en la Escuela de Infantería de Fort Benning, Georgia, de 1928 a 1932. El comandante asistente de la Escuela de Infantería era George C. Marshall, entonces teniente coronel, quien trataba a Smith como un ayudante y traductor cuando se trataba de tratar con los alemanes visitantes.

Después de que los nazis tomaron el poder en 1933, prohibieron a cualquier oficial alemán visitar la casa de un extranjero a menos que lo conociera previamente. Esto significó que a la mayoría de los agregados militares se les impidió invitar a los oficiales alemanes a sus casas. Pero Smith ya estaba bien establecido en ese círculo: cuando organizó una fiesta a su regreso a Berlín, Kay Smith recordó que "los otros agregados se quedaron estupefactos al encontrar a tantos oficiales alemanes en nuestra recepción. Estaban verdes de envidia y Truman se convirtió en su principal objetivo en su intento de obtener noticias". En comparación, señaló Kay, los británicos y los franceses, que dependían en gran medida de espías pagados, "estaban notablemente desprovistos de contactos".

Ahora coronel, Smith trabajó obsesivamente para aprender sobre el ejército alemán. Al principio de su segundo viaje, observó cuidadosamente las insignias de los regimientos que se exhibían en los hombros de los oficiales alemanes, reuniendo información valiosa e incluso reclutando a Kay y su hija Kätchen para ayudar con esta tarea. "Cada vez que salíamos juntos en el auto, ella (Kätchen) tomaba un lado y yo el otro, nuestras caras presionadas contra el vidrio de la ventana", escribió Kay. "Fue un juego divertido para nosotros y tuvimos la sensación de ayudar a resolver el acertijo".


Izq. Truman Smith (centro) charla con el General Ludwig Beck, jefe del Estado Mayor del Ejército Alemán, durante unas maniobras militares en 1936. Derecha, El jefe de prensa extranjera del NSDAP, Dr. Ernst Hanfstaengl (segundo desde la izquierda), recibe en su casa al Capitán Truman Smith (izquierda), al capitán Ernst Lehmann (segundo desde la derecha) y al Dr. Ludwig Duerr (derecha), para celebrar el exitoso vuelo americano del dirigible LZ 129 'Hindenburg' en 1935 (foto Bridgeman)


Charles Lindbergh 

Al principio, Smith se dio cuenta de que había una imagen que no podía armar. Tenía pocos contactos con la Luftwaffe y un conocimiento "insignificante" de la organización, las tácticas o las capacidades técnicas de la fuerza aérea alemana. El capitán Theodore Koenig, el agregado adjunto estadounidense responsable de monitorear el creciente poder aéreo de Alemania, era un oficial capaz. Pero a Smith le preocupaba que su equipo fuera demasiado pequeño y estuviera mal equipado para analizar eficazmente la Luftwaffe, una tarea urgente mientras Hitler presionaba para reafirmar el poderío de Alemania.

En mayo de 1936, dos meses después de que las tropas alemanas entraran en la Renania desmilitarizada, Kay y Truman estaban desayunando cuando ella señaló un artículo de primera plana en el Herald Tribune sobre la visita de Charles Lindbergh a una fábrica de aviones en Francia. Truman se preguntaba si el famoso aviador, cuyo vuelo transatlántico había capturado la imaginación de la gente en todas partes, podría obtener el mismo tipo de acceso a las fábricas alemanas. Se puso en contacto con los ayudantes del comandante supremo de la Luftwaffe, Hermann Göring, quienes dijeron que estarían encantados de mostrar a Lindbergh sus unidades de combate y fábricas. Smith escribió una carta a Lindbergh el 25 de mayo, transmitiéndole esta invitación.

Smith nunca había conocido a Lindbergh, pero no dudó en presentar un caso contundente. "No hace falta que les diga que el actual desarrollo aéreo alemán es muy imponente y a una escala que creo que no tiene parangón en el mundo", escribió. Señalando que la acumulación de la Luftwaffe había estado envuelta en secreto hasta hace poco, agregó que los alemanes habían demostrado una mayor apertura a los estadounidenses que a los representantes de otras naciones. "El general Göring se ha esforzado particularmente por mantener relaciones amistosas con los Estados Unidos", agregó Smith. "Desde un punto de vista puramente estadounidense, considero que su visita aquí sería de gran beneficio patriótico. Estoy seguro de que harán todo lo posible para mostrarles más de lo que nos mostrarán a nosotros".

La apelación de Smith a Lindbergh, que entonces vivía con su esposa Anne en Inglaterra, resultaría ser una iniciativa brillante y fatídica. Lindbergh respondió que estaría "extremadamente interesado en ver algunos de los desarrollos alemanes en la aviación civil y militar". Smith era consciente de que los alemanes tratarían de explotar la visita de Lindbergh con fines propagandísticos, pero no pudo hacer nada para impedirlo. Se centró en persuadir a los alemanes para que permitieran a Lindbergh inspeccionar una larga lista de fábricas de aviones, instalaciones de investigación y unidades de la Luftwaffe, acompañado por él mismo o por el agregado asistente, el capitán Koenig. De este modo, los agregados estadounidenses podrían examinar las instalaciones y establecer nuevos y valiosos contactos.


En las portadas de estos libros se aprecia a Truman Smith y a Charles Lindbergh en sus giras de visita a las instalaciones de la Luftwaffe 


Cuando los Lindbergh volaron a Berlín a bordo de un avión privado en julio de 1936, fueron recibidos por funcionarios del Ministerio de Aviación, ejecutivos de la aerolínea Deutsche Lufthansa y otros representantes de la aviación alemana. Los Smith alojaron a los Lindbergh en su apartamento, y las dos parejas entablaron una amistad. "El coronel Smith está vivo, interroga y habla bien", escribió Anne Morrow Lindbergh en su diario, y agregó sobre Kay: "Es observadora, inteligente y divertida".

El evento social más importante durante la visita de Lindbergh fue un almuerzo formal en la residencia oficial de Göring en Wilhelmstrasse. Asistieron altos funcionarios de la aviación, incluido el legendario piloto de la Primera Guerra Mundial Ernst Udet. Los Lindbergh y los Smith fueron tratados como invitados de honor. Para Truman Smith, esta fue la primera vez que tuvo la oportunidad de observar y hablar con el jefe de la Luftwaffe, y aprovechó al máximo la ocasión. "Göring mostró muchas facetas de su personalidad", señaló. "A su vez, era magnético, genial, vanidoso, inteligente, aterrador y grotesco".

El almuerzo fue un asunto elaborado, y después de la comida, Lindbergh le preguntó a Göring si los invitados podían ver a su cachorro de león mascota. El anfitrión accedió encantado. Fueron conducidos a la biblioteca y las puertas se abrieron dramáticamente para el joven león... El almuerzo le permitió a Smith comenzar una relación con Göring que duró el resto de su período de servicio en Berlín.

Lindbergh demostró ser justo la cuña de inteligencia que Smith necesitaba. La verdadera recompensa provino de las visitas del piloto estadounidense a las instalaciones aéreas de Alemania. En la fábrica de Heinkel en Rostock, por ejemplo, a Lindbergh y Koenig se les permitió inspeccionar el nuevo bombardero medio He 111. Lindbergh llegó a la conclusión de que era comparable a los bombarderos británicos y estadounidenses, y superior a los franceses. También vieron a Udet volar un nuevo prototipo de caza He 112, y vieron cómo el avión se desintegraba durante una inmersión, lo que obligó al famoso piloto a lanzarse en paracaídas para ponerse a salvo. Aun así, basándose en lo que vieron de esos y otros dos aviones de Heinkel, el rápido y versátil He 70 y el prototipo de bombardero en picado He 118, junto con la moderna fábrica de aviones de la marina de la compañía en Warnemünde, los estadounidenses quedaron impresionados. "Nunca había visto cuatro aviones, cada uno distinto en tipo y construidos por un fabricante, que estuvieran tan bien diseñados", le dijo Lindbergh a Smith.

El aviador estaba claramente influenciado. Escribiendo a un amigo de la familia, Lindbergh señaló que "no tenemos nada que comparar en tamaño con las fábricas de Heinkel o Junkers". En una carta a su abogado, afirmó que estaba impresionado por "un espíritu en Alemania que no he visto en ningún otro país". Después de su primera visita, volvió a escribir al amigo de la familia: "Aunque todavía tengo muchas reservas, me he ido con un sentimiento de gran admiración por el pueblo alemán". En cuanto a Hitler, escribió, "es sin duda un gran hombre, y creo que ha hecho mucho por el pueblo alemán".


Truman Smith y Charles Lindbergh inspeccionando aviones alemanes en 1937


Gracias a la entrada de Lindbergh, Koenig visitó varios aeródromos y fábricas, lo que a su vez permitió a Smith producir informes cada vez más detallados sobre las capacidades aéreas alemanas para los funcionarios en Washington. Después de la segunda visita de Lindbergh, en octubre de 1937, Smith afirmó que si las tendencias actuales continuaban, Alemania "obtendría la paridad técnica con los EE.UU. en 1941 o 1942". Si Estados Unidos ralentizaba su programa, advirtió, "la superioridad aérea alemana se logrará aún antes". Göring pudo haber exagerado deliberadamente algunas de sus afirmaciones sobre las capacidades de Alemania, pero Lindbergh las tomó en serio. En un cóctel, se escuchó a Lindbergh decirle a Udet: "La aviación alemana ocupa un lugar más alto que el de cualquier otro país. Es invencible". No es de extrañar que los funcionarios alemanes se jactaran de que Lindbergh sería "la mejor campaña de promoción en la que podríamos invertir".

Lindbergh hizo cuatro visitas más a Alemania antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y fue tratado como un miembro de la realeza durante cada una. Esto podría ayudar a explicar su posterior campaña vocal para mantener a Estados Unidos fuera de la guerra en Europa, su participación en el movimiento America First y su convicción de que la Unión Soviética representaba la verdadera amenaza para la civilización europea, y que, en una guerra entre las dos potencias, "una victoria del pueblo europeo de Alemania sería preferible a una de la Unión Soviética semiasiática de Rusia". Sus comentarios confirmaron lo que sus críticos habían sospechado: el aviador se había convertido, en efecto, en un apologista de Hitler.
 

28 de julio de 1936, Herman Goering muestra su maravillosa colección de espadas a Charles Lindbergh (La fotografía con ese texto fue publicada por la Revista Life del 3 de abril de 1939)


* Nota del editor del blog. Otro paréntesis al ensayo de Andrew Nagorski. John Simkin escribió el artículo "El mayor Truman Smith y la financiación de Adolf Hitler" (septiembre de 1997), publicado en Spartacus Educational, aquí un extracto:

"En noviembre de 1938, Truman Smith organizó una nueva visita de Charles A. Lindbergh a la Alemania nazi. Se desató una gran controversia cuando Lindbergh recibió una medalla de manos de Hermann Goering. Lindbergh afirmó más tarde que no tenía ni idea de que iba a suceder: "Goering fue el último en llegar. Yo estaba de pie en la parte trasera de la sala cuando entró por la puerta, vestido con un uniforme azul de la Luftwaffe de nuevo diseño. Parecía menos corpulento que la última vez que lo vi. Las cabezas se giraron y la conversación se detuvo a medida que el embajador Wilson avanzaba para encontrarse con su invitado de honor. Noté que Goering llevaba una caja roja y algunos papeles en una mano. Cuando se acercó a mí, me entregó la caja y los papeles y pronunció varias frases en alemán. Yo no sabía alemán, pero pronto me enteré de que me había entregado la Orden del Águila Alemana, una de las más altas condecoraciones del gobierno por orden del Führer", dijo.

Lindbergh fue duramente criticado por aceptar la medalla. El secretario del Interior, Harold Ickes, afirmó que quien acepta una condecoración de Alemania también "pierde su derecho a ser estadounidense". (NdelE. ¿Pasó lo mismo con Henry Ford?) El 26 de noviembre de 1938, The New Yorker comentó: "Con emociones confusas nos despedimos del coronel Charles A. Lindbergh, que quiere irse a vivir a Berlín, presumiblemente ocupando una casa que alguna vez perteneció a judíos".

Cuando regresaron a Estados Unidos, ambos hombres fueron acusados ​​de simpatizar con los nazis. Esta opinión se vio reforzada por el apoyo de Smith a la Ley de Neutralidad de 1937 y su oposición a la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Según el biógrafo de Smith: "Ambos hombres fueron denunciados en la prensa como fascistas y secuaces del Tercer Reich. La exactitud de los informes Lindbergh-Smith fue cuestionada y descartada como propaganda derrotista". (John Simkin)

Volvemos con Andrew Nagorski
 
Por su parte, Smith estaba convencido de que Washington necesitaba comprender el impresionante alcance de la acumulación militar de Alemania, pero sus informes a menudo eran desestimados como alarmistas. Sin duda, no toda la inteligencia que Smith reunió dio en el blanco. Hizo algunas evaluaciones erróneas sobre el grado de desafección entre los nazis y los militares, y ciertamente estaba equivocado cuando describió "la política exterior realista y reticente de Hitler", como lo expresó en 1937. Pero a fin de cuentas, los informes regulares de inteligencia que Smith enviaba a Washington eran lúcidos y mordaces. Gracias a las puertas de la fábrica que Lindbergh había abierto, era el agregado mejor informado en Berlín sobre la Luftwaffe.

Pero la asociación del diplomático con Lindbergh también le trajo dolor. Al igual que el aviador, Smith fue acusado por algunos de ser un incauto nazi. Después de que le diagnosticaron diabetes y abandonó Berlín en abril de 1939, Smith fue asignado a Washington por el general George C. Marshall, entonces jefe del estado mayor del ejército, para servir como asesor sobre el ejército alemán. A medida que los ejércitos de Hitler arrasaban Europa Occidental, Smith escuchó de sus colegas de inteligencia del ejército que el juez de la Corte Suprema Felix Frankfurter y el secretario del Interior Harold Ickes estaban detrás de los ataques en su contra, escritos por los influyentes columnistas Drew Pearson y Walter Winchell. Acusaron a Smith de ser pro-alemán y de estar escribiendo los discursos aislacionistas de Lindbergh después de que Alemania invadiera Polonia. Smith también escuchó informes de que los dos funcionarios habían instado a Roosevelt a que lo sometieran a un consejo de guerra.

Nada de eso sucedió, por una buena razón. Aunque Smith mantuvo su amistad con Lindbergh, nunca desempeñó ningún papel en las actividades políticas del aviador. Y comenzó a recibir desde Berlín el reconocimiento que merecía por sus reportes. Por recomendación de Marshall, el Secretario de Guerra Henry Stimson otorgó la Medalla al Servicio Distinguido a Smith en enero de 1945. Cinco meses más tarde, uno de los asesores de Roosevelt escribió al general Marshall: "¡Cuán bien y cuán oportunas fueron sus advertencias sobre los preparativos alemanes! ¡Y qué poca atención les prestamos!"

Smith se retiró del ejército en 1946 y regresó a Connecticut. Se postuló para el Congreso, pero perdió las primarias republicanas. Tuvo más éxito escribiendo artículos sobre asuntos militares, pero permaneció ensombrecido por sospechas relacionadas con su servicio en Berlín, a pesar de los testimonios de su destacada actuación.

Mucho después de la Segunda Guerra Mundial, Smith escribió "Los hechos de la vida", un manuscrito autobiográfico que intentó publicar sin éxito. Catorce años después de su muerte en 1970, finalmente aparecería impreso, junto con su cuaderno de Múnich y sus informes militares, en un volumen de Hoover Institution Press llamado "Berlin Alert: The Memoirs and Reports of Truman Smith". 

En Los hechos de la vida, Smith recordó su encuentro con Hitler en 1922. "El diario que llevé en Múnich indica que estaba profundamente impresionado con su personalidad y pensé que probablemente desempeñaría un papel importante en la política alemana", escribió. "Debo confesar, sin embargo, que no lo veía como el futuro gobernante de la mayor parte de Europa".

Es posible que se haya equivocado en eso y en algunas otras cosas, pero el punto general de sus informes era acertado: Alemania se estaba remilitarizando más rápido de lo que la mayoría de Washington se daba cuenta, y representaba un peligro creciente. 

Las percepciones de un hombre que una vez aspiró a enseñar historia fueron validadas por el registro histórico.

Andrew Nagorski 

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Consultas:

Referencia del libro de Andrew Nagorski en la página de Bol.com

"Hitlerland: American Eyewitnesses to the Nazi Rise to Power"
(Hitlerland: Testigos estadounidenses del ascenso nazi al poder)
Editorial: ‎ Simon & Schuster, 2012 (en‎ inglés)


Reseña:
"El ascenso de Hitler al poder, la marcha de Alemania hacia el abismo, vista a través de los ojos de los estadounidenses (diplomáticos, militares, expatriados, autores visitantes, atletas olímpicos) que observaron horrorizados y de cerca. Al aprovechar una rica veta de testimonios personales, Hitlerland ofrece una narrativa apasionante llena de giros sorprendentes y una perspectiva sorprendentemente fresca sobre esta era profundamente diseccionada. Algunos de los estadounidenses en Weimar y luego en la Alemania de Hitler eran meros observadores casuales, otros deliberadamente ciegos; unos pocos eran apologistas nazis. Pero la mayoría comenzó lentamente a comprender el horror de lo que se estaba desarrollando, incluso cuando les resultaba difícil captar la amplitud de la catástrofe. Entre los periodistas, William Shirer, Edgar Mowrer y Dorothy Thompson estaban cada vez más alarmados. El cónsul general George Messersmith se destacó entre los diplomáticos estadounidenses por su pasión y coraje. Truman Smith, el primer funcionario estadounidense que se reunió con Hitler, era un astuto observador político y un agregado militar notablemente ingenioso. El historiador William Dodd, a quien FDR nombró embajador en el Berlín de Hitler, se fue desilusionado; su hija Martha escandalizó a la embajada con su procesión de amantes a partir de su encaprichamiento inicial con los nazis con los que se lió. Terminó como espía soviética. En el lugar estaban George Kennan, que se haría famoso como arquitecto de la contención; Richard Helms, que ascendió a la cima de la CIA; Howard K. Smith, que un día sería copresentador del ABC Evening News. La lista de visitantes destacados incluía a los escritores Sinclair Lewis y Thomas Wolfe, al famoso aviador Charles Lindbergh, al gran atleta Jesse Owens, al editor de periódicos William Randolph Hearst y al sociólogo e historiador negro WEB Dubois. Al observar de cerca a Hitler y su movimiento, los más perspicaces de estos estadounidenses ayudaron a sus reticentes compatriotas a comenzar a comprender la naturaleza de la Alemania nazi, que eliminaba sin piedad a los oponentes políticos, inculcaba el odio a los judíos y a cualquiera que se considerara miembro de una raza inferior y preparaba a su ejército y a su pueblo para una guerra por la dominación global. Ayudaron a preparar a los estadounidenses para los años de lucha que les esperaban".

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18 enero 2025

Obras maestras de George Grosz


"Autoretrato" (1927) - "Artista y modelo" (1928)

Esta tercera entrega de arte dedicada al maestro alemán George Grosz (nacido Georg Gross) es subjetiva, al ser una selección personal del editor del blog, ya sea porque son sus pinturas más conocidas, incluso porque resaltan sus vivos colores o por el mensaje que transmiten. Es lógico que el lector que conoce el tema puede tener sus propias preferencias. En las dos entradas anteriores hemos insertado ilustraciones que bien pueden estar catalogadas como verdaderas obras de arte (y que no viene al caso repetirlas aquí).


"La calle" (1915) - Stuttgart, Staatsgalerie

También debe recordarse que el artista plasmó en diferentes estilos cientos de pinturas a color y miles de dibujos en blanco y negro, algo físicamente imposible presentar en este formato; sin embargo, existen excelentes archivos especializados de museos e instituciones de arte e incluso páginas web privadas que tienen un catálogo muy amplio de George Grozs (señaladas como fuentes en las entradas dedicadas al maestro alemán). Las obras de Grozs pertenecen a colecciones de múltiples instituciones, incluido el Museo de Arte Moderno MoMA de New York, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, el Tate Gallery (cuatro museos de Inglaterra), la Neue Nationalgalerie de Berlín y muchas otras instituciones de  arte y colecciones privadas.

En la actualidad, las obras de Grosz pueden alcanzar -en subasta- un precio de venta por millones de dólares. Su récord se estableció en 2020 en Christie's con la venta de Gefährliche Straße por 12,6 millones de dólares. 



George Grosz en el presente 

Como ejemplo de actualidad tenemos el "Das Kleine Grosz Museum" de Berlín (El Pequeño Museo Grosz), el museo no es permanente y está ubicado en una antigua gasolinera en la Bülowstrasse 18, distrito Schönebergen, donde Grosz trabajó como diseñador de producción del “Theater am Nollendorfplatz”, desde el cual presenció la caída del imperio y el ascenso del nazismo, el lugar está hoy reconvertido en recinto ferial (Galeria Judin), propiedad del galerista y coleccionista suizo Juerg Judin que cedió durante cinco años la renovada gasolinera al Kleine Grosz Museum.

El Kleine Grosz no expone solo las obras de Grosz, también anima a la gente a afrontar los desafíos sociales actuales. Una exposición multimedia permanente arroja luz sobre la vida y la obra de Grosz, otra sección acoge exposiciones temporales centradas en el artista y su obra creativa. Desde el 4 de julio al 25 de noviembre de 2024 estuvo activa una exposición especial "Grosz, Brecht y Piscator".


"Carnicero" (1928) y "El camino de las carnes" (1930)


"La exposición está dedicada a la colaboración artística y la amistad entre el artista George Grosz, el poeta y dramaturgo Bertolt Brecht y el creador de teatro Erwin Piscator. A finales de 1927, Piscator representó en el teatro de Nollendorfplatz “Las aventuras del buen soldado Schwejk” de Jaroslav Hašek, que fue adaptada al escenario por un colectivo de autores con la participación central de Brecht. Grosz aportó cientos de dibujos para la pieza, un gran éxito escénico. La carpeta de antecedentes de Grosz, publicada junto con la actuación, condujo al proceso artístico más largo de la República de Weimar.


"Los tres soldados" (1932)


En 1932, Grosz ilustró brillantemente el poema infantil pacifista de Brecht “Los tres soldados”. En 1933, los tres artistas se vieron obligados a exiliarse. A pesar del gran distanciamiento, la amistad no terminó, forjaron nuevos proyectos pero no llegarían a realizarse. Una reunión en Nueva York no fue posible hasta principios de la década de 1940. Un animado intercambio de cartas entre Grosz y Brecht, que se publica por primera vez en el catálogo adjunto de la exposición, demuestra la amistad y el aprecio mutuo que mantuvieron a lo largo de los años.

Con numerosos préstamos del Archivo Bertolt Brecht, así como de la colección de arte de la Academia de las Artes, del Museo de la Ciudad de Berlín y de colecciones públicas y privadas, esta exposición presenta las obras históricas en las que trabajaron juntos Grosz, Brecht y Piscator. Su colaboración artística dio como resultado obras atemporales que expusieron las atrocidades del fascismo, lucharon decisivamente contra el militarismo y defendieron la libertad de expresión, obras que no han perdido nada de su relevancia en tiempos como los actuales.

Muy cerca se encuentra la "Neue Nationalgalerie", donde se puede apreciar una de las obras más famosas de George Grosz, "Los pilares de la sociedad".


"Matusalén". (Diseño de vestuario para la obra Matusalén), (1922)

Una anterior exposición de George Grosz  en "Das Kleine Grosz Museum" (del 11 de enero  al 3 de junio de 2024) titulaba "Un pedazo de mi mundo en un mundo sin paz", en que destacan los collages. "El collage recorre como un hilo conductor la obra artística de George Grosz. La exposición especial se centró en collages de George Grosz hasta ahora menos conocidos y abarca una amplia gama, desde el dadaísmo hasta el arte pop".

Desde mayo hasta octubre de 2023, una exposición especializada fue presentada por el Museo Das Kleine Grosz de Berlín, "George Grosz: The Stick Men" (George Grosz: Los hombres de palo), fue la primera dedicada a la serie desde su debut en Estados Unidos (1948). Casi ochenta años después, la advertencia de Grosz contra el fascismo y el conflicto global sigue siendo tan relevante como siempre


"Stickmen y el adversario gordo" (alrededor de 1949)
 

En Tarragona - España tuvo lugar del 19 de septiembre de 2012 al 6 de enero de 2013 la exposición "George Grosz. De Berlín a Nueva York. Obras 1912-1949", incluyó más de 180 obras, la mayoría dibujos e incluso óleos y acuarelas, realizados en  el período enunciado. Fue organizado y producido por la Obra Social de ”La Caixa” (CaixaForum Tarragona), dirigida por Annette Vogel.   

Annette Vogel, durante las exposiciones detalló que entre 1912 y 1949, Grosz desarrolló "la esencia de su obra". La exposición se dividió en ocho secciones. Los primeros años berlineses entre 1912-1914 de un joven Grosz, en esta etapa plasmó "la atmósfera apocalíptica" previa a la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial). Las siguientes fases: Los horrores de la Primera Guerra Mundial y Metrópoli Berlín. Compromiso político, el arte como "fusil y sable". La sociedad de los años veinte en la República de Weimar (1919) con dibujos satíricos de la sociedad. La emigración de Grosz a Nueva York huyendo de la Gestapo (1932-1933). El emigrante en Nueva York donde predomina la acuarela en paisajes, desnudos y otros cuadros. "La muestra se cierra con la segunda guerra mundial: fracaso y apocalipsis; y después de la segunda guerra mundial. En la primera, el artista traza unas piezas marcadas por sentimientos como "la resignación y la desesperación". En la segunda y última, el "fuego político" de Grosz se esfuma, con lienzos de paisajes y cuerpos femeninos".


Famosas pinturas de George Grozs


"Sonniges Land" (tierra soleada) (1920), acuarela, pluma y tinta, 42 x 30 cm (Cortesía de Richard Nagy Londres)



Café (1915) -  Cafetería (1919)



"Explosión". (1917) Estilo: Futurismo, 47 x 68 cm. Técnica: Óleo sobre tabla. Berlín, primera guerra mundial. Un resplandor ardiente de fondo, los edificios se derrumban en torno a un vórtice negro, partes de cuerpos semidesnudos, parejas abrazándose y rostros en sombras aparecen en medio del caos provocado por un desastre provocado por el hombre, no por la naturaleza. Grosz da la bienvenida a la purga de la vieja sociedad en esta y otras pinturas que muestran ciudades en medio de la agonía de la destrucción.



"Die Stadt" (La ciudad), 1916-1917. Técnica: Óleo sobre lienzo, 100 x 102 cm. Estilo: Obra maestra del expresionismo y el cubo-futurismo. Museo de Arte Moderno, Nueva York. "La ciudad" refleja un sentimiento de caos e incertidumbre, muestra a Berlín durante guerra, con sus calles caóticas y ritmo de vida frenético. Las formas distorsionadas transmiten la sensación de alienación y desesperación del artista y los colores llamativos (uso de rojos intensos) transmiten una sensación de inquietud y desorientación, mientras las figuras superpuestas sugieren una falta de estabilidad y orden. Al mismo tiempo, la energía dinámica y las formas geométricas de la pintura reflejan la emoción y la promesa del modernismo. Es un poderoso recordatorio del poder transformador del arte y la importancia de la crítica social y cultural. 



"Grossstadt" (Metrópolis), 1917. Técnica: Óleo sobre tabla. Dimensiones 68 x 47,6 cm. (Patrimonio de George Grosz) La Metrópolis de Grosz está llena de violencia y vicio, bañada por un rojo sangre intenso. Los edificios en ángulo crean una trampa claustrofóbica, similar a un laberinto. Hombres elegantes con rostros que parecen calaveras miran con expresión ausente mientras una mujer desnuda se pavonea y una figura femenina sin cabeza da volteretas por el espacio. Todas las figuras parecen flotar en el aire. Las distinciones entre el espacio interior y el exterior desaparecen cuando vemos el cartel en el exterior de un café nocturno al mismo tiempo que un vaso y botellas de vino sobre una mesa interior. Afirma Grosz, “en mi trabajo intenté convencer al mundo de que este mundo es feo, enfermo y mentiroso”. La guerra había dejado una marca, Grosz veía las calles de las ciudades alemanas como un campo de batalla. “Mis dibujos expresaban mi desesperación, mi odio y mi desilusión…”. 



Dos obras combinadas (por el editor del blog) Izq. "Whisky", 1917. Derecha, "Südende" (1918), acuarela, pluma y tinta, 46×53,5 cm. (Cortesía de Richard Nagy Londres). "Südende" probablemente se refiere al distrito de ese nombre en Berlín, literalmente significa "extremo sur".



"Gente en el café", 1918



"Tempo der Strasse" (El ritmo de la calle), 1918. Óleo sobre cartón, 65 x 79 cm. Cortesía de la galería Richard Nagy Ltd, Londres que expuso la colección Silverman en 1997, que incluyó este cuadro, una muestra de casi 50 dibujos, óleos y acuarelas, "Berlin: Prostitutes, Politicians, Profiteers" de Georg Grosz.



"Der Mädchenhändler" (El traficante o tratante de blancas), 1918. Estilo: cubismo. Técnica:  Fotolitografía sobre papel, 30 x 21,5 cm. De la serie Ecce Homo (Carpeta/Portafolio)



"Gefährliche Straße" (Calle peligrosa), 1918. Óleo sobre lienzo, 47,3 x 65,3 cm. La obra forma parte de un ciclo de veinte cuadros que representa  de forma terrorífica las calles de Berlín por la noche, pintados en los últimos meses de la Gran Guerra, entre la primavera de 1917 y noviembre de 1918 (de las cuales aproximadamente la mitad se han perdido). Una “ciudad de decadencia y declive”, capta el descenso de Berlín hacia el caos moral y físico. La “calle peligrosa” es un escenario oscuro y abarrotado en el que se encuentran diversos personajes como mendigos, prostitutas y contrabandistas que narran con sus inquietantes actitudes y símbolos el malestar de la sociedad imperial alemana en sus últimos días. Grosz reconocía su época como de la destrucción, en la que Alemania había mostrado su “verdadero rostro”. "Gefährliche Strasse" fue pintado en julio de 1918 y vendida en subasta en la galería londinense Christie's, el 5 de febrero de 2020, por 9.740.250 libras esterlinas. 



Retrato de la agitación... "Nieder mit Liebknecht" (Abajo Liebknecht), 1918, Pincel y tinta.Tamaño 60,3 x 35,5 cm (Cortesía de Richard Nagy Londres). La obra seguramente hace referencia al político alemán Karl Liebknecht (asesinado en enero de 1919 por los Frei Korps), fue una de las principales figuras del Sozialdemokratische Partei Deutschlands (SPD), hasta que rompió con este partido y fundó la Liga Espartaco (junto a Rosa Luxemburgo y otros). Liebknecht se opuso a la guerra y el militarismo toda su vida. Evidentemente la obra representa a las figuras que pedían la cabeza de Liebknecht.



"Quer durch Berlin N." (Quer por Berlín N.), 1919. Acuarela, pluma y aguatinta sobre papel, 42 x 30 cm. 



“Daum heretet ihre pedantische Automat George”, (Daum se casa con su pedante autómata George), 1920. También conocido como "Daum se casa"; o como "Daum se casa con su pedante autómata George en mayo de 1920, John Heartfield está muy contento por ello". Dadaismo. Acuarela y tinta sobre papel, 42 x 30 cm. Berlinische Galerie. George Grosz se casó en mayo de 1920 con Eva Peter, llamada “Maud”, "Daum" es un anagrama de Maud. George se representa como una computadora distante, sin emociones, una máquina. Daum parece vacilante pero lleno de deseo, como un ser humano completo. "El cuadro está lleno de contradicciones, también en términos de estilo: partes clásicas se alternan con partes abstractas, el ordenador está construido como un collage. La sensualidad y la emoción se oponen al desinterés y la funcionalidad mecánica. El mensaje es que las cosas rara vez coinciden en un matrimonio. El hombre y la mujer viven uno al lado del otro, rara vez juntos".



Dos obras con el mismo titulo. Izq. "Strasse in Berlin", 1922-1923, óleo sobre lienzo. Museo Narodowe, Varsovia, Polonia; derecha, "Strasse in Berlin 1", 1925. Estilo: Dadaísmo, acuarela y tinta. 72,3 x 54 cm, Museo Nacional de Varsovia, Polonia.



"Dammerung" (Crepúsculo), 1922. Acuarela y tinta sobre papel. 52,3 x 40,5 cm, estilo: verismo.  Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid. La acuarela "Dämmerung" "mediante una serie de imágenes superpuestas y fragmentadas crea un retrato alegórico de la sociedad alemana, pocos miembros de una burguesía autosuficiente, hipócrita y materialista, entre los que destaca la figura del primer plano vestida con abrigo y sombrero", junto a deambulantes, una prostituta y un mendigo. La sencillez de la imagen representa todos los estereotipos principales de la vida metropolitana. Tiene su similitud con la ilustración de la derecha, fechada en 1922 y publicada con el mismo nombre en el álbum "Ecce Homo" de 1923. También se la conoce como "Al anochecer", "Atardecer" o "Oscuridad" (Dusk en inglés).



"Die Säulen der Gesellschaft" (Los pilares de la sociedad). 1926. Técnica: Óleo sobre lienzo. Estilo: Dadaísmo, 108 x 200 cm. Museo: Staatliche Museen zu Berlin (Berlín, Alemania). "Se trata de un retrato profundamente sarcástico de la élite alemana, que creía que era una sociedad burguesa y corrupta que apoyaba al fascismo. Grosz caricaturiza en retratos vívidos, grotescos y pesadillescos a quienes controlaban la sociedad. Los hombres de negocios, el clero y los generales no son retratados como los caballeros pulidos, finos y refinados del arte de la Academia, sino como individuos viciosos, egoístas e indiferentes. El movimiento Neue Sachlikeit (Nueva Objetividad), reflejaba la resignación y el cinismo del período de posguerra y utilizaba la sátira violenta para retratar el rostro del mal".



"Drinnen und Draußen" (Dentro y Fuera), 1926 También se lo conoce como "Arm und Reich" (Ricos y Pobres). Acuarela sobre papel, 80 × 119cm. En la colección de la Galería de Arte de la Universidad de Yale, New Haven. Este cuadro ilustra las desigualdades sociales extremas que caracterizaron a Alemania después de la Gran Guerra, desempleo generalizado, miseria y desesperanza política que crearon las condiciones ideales para el desarrollo del nazismo. En el lado derecho de la obra, todos bien vestidos, bien alimentados y ricos, mientras que en el lado izquierdo la gente está infeliz, vestida con harapos, un hombre inválido extiende la mano pidiendo dinero, nadie parece notarlo; es el mundo "exterior", la desolada clase baja. El "interior" representa a la clase alta adinerada, muestra a personas obesas, lo que implica que están bien alimentadas y muy bien vestidas. El caballero disfruta del lujo de un cigarro mientras que el hombre en el exterior está pasando hambre. Grosz vuelve a mostrar las realidades de la vida de su época, las desigualdades sociales que están ante los ojos de todos.



"Sonnenfinsternis" (El eclipse de sol), 1926. Estilo: Dadaísmo, 210 x 184 cm. Técnica: Óleo sobre lienzo. Museo de Arte Heckscher (Huntington, New York). "Es una obra maestra del arte político, una crítica a la avaricia, el poder y la violencia de los militares, políticos e industriales de Alemania, mordaz denuncia del complejo militar industrial que controla la Alemania de Weimar. Los burócratas, literalmente "descerebrados", atienden los negocios corruptos del presidente del Reich, Paul von Hindenburg, el industrial, que porta armas, susurra al oído de Hindenburg. El sol, símbolo de la vida, está eclipsado por el dólar, símbolo de la codicia. El burro, representa al pueblo alemán se encuentra cerca de una espada ensangrentada y escucha con sus grandes orejas, pero lleva anteojeras de ignorancia. Un niño pequeño, representa la juventud o tal vez una voz disidente, se mantiene prisionero, confinado y pisoteado, su rostro temeroso yuxtapuesto a un esqueleto advierte sobre el destino de las generaciones futuras".



"Der Agitator" (El agitador), 1929. Estilo: Dadaísmo, Nueva Objetividad; tamaño: 108 x 81 cm. Técnica: Óleo sobre lienzo. El agitador representa a Hitler. El castillo en la esquina superior izquierda representa la antigua Alemania Imperial y el tambor es para las marchas. La "bota grande", con corona de laureles promete triunfos militares, significa que aplastará cualquier amenaza opuesta; el pollo asado, el alcohol y las nalgas femeninas desnudas representan una vida de lujo, los buenos tiempos que se avecinan, pero la salsa y el vino son de color rojo sangre, lo que significa que se derramará sangre para alcanzar esos buenos tiempos. La mitad del abrigo de Hitler está manchado de sangre. Tiene una insignia militar y una bandera imperial alemana con forma de corazón, que reemplaza la suya. Rodeado de espectadores, incita a la multitud a la acción con un megáfono en una mano y una matraca en la otra, las personas lo observan, en el medio hay un sombrero de general (militarismo); todos se lanzan ansiosamente hacia el agitador, hambrientos de escuchar más. Cada miembro de la chusma es una caricatura: a la izquierda, el trabajador oprimido; a la derecha, las clases altas adineradas. La pintura de Grosz recurre a la exageración, la distorsión y el exceso caricaturizados para  ofrecer una visión del clima político de la República de Weimar, y sirve como advertencia contra los peligros del nacionalismo y la política extremista.



"Myself And The Barroom Mirror" (Yo y el espejo del bar), "Ich und der Barspiegel", 1937. De los Años en  América (1933-1958) 




"Cain or Hitler in hell" (Caín o Hitler en el infierno), 1944. Estilo: Verismo; 99 x 124 cm. Técnica: Óleo sobre lienzo. David Nolan (Nueva York, EEUU). La obra sitúa al dictador en la guarida del diablo, rodeado de muertos esqueléticos a sus pies y sintiendo claramente el calor infernal y eterno. Grosz centra su objetivo directamente en la hipocresía y el mal con la esperanza de hacer que el mundo sea más hermoso a través de la "fealdad" de su arte. Es un retrato del líder fascista en un paisaje apocalíptico. Hitler es representado como Caín, considerado el primer asesino, según el texto bíblico; en el cuadro los muertos atacan a Hitler en el infierno. "Caín o Hitler en el infierno" siguió siendo propiedad de su familia desde que Grosz lo pintó. Ahora se exhibe en una exposición permanente del Museo Histórico Alemán que lo adquirió con fondos de la Fundación Cultural de los Estados y del gobierno alemán en 2020.



"The Grey Man Dances" (El hombre gris baila), 1949, óleo sobre lienzo. © Patrimonio de George Grosz (Princeton, NJ/VG Bild-Kunst, Bonn 2023). "En ´El hombre gris baila´, sus elementos significan dolor (el cuerpo, el cerebro, las fábricas en llamas) están tan intensamente trabajados que los términos sátira y caricatura política parecen inadecuados para describir sus cualidades expresionistas. En este sentido, es autoincriminatorio. La boca cosida y las orejas cerradas con clavos expresan las limitaciones para recibir y hablar sobre el horror. Aun así, sus ojos están bien abiertos, ven al espectador. El hombre gris parece saber que queremos que baile". La obra pertenece a la serie “Stick Men”, "figuras deshumanizadas y esclavizadas que deambulan por un mundo hostil y envenenado”, figuras huecas en un paisaje apocalíptico, una crítica mordaz a la humanidad después de la IIGM, el Holocausto y el lanzamiento de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki; las obras advertían clara y resueltamente de los peligros de una nueva guerra mundial. 

 

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