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21 enero 2024

Israel-Sudáfrica y el legado del Apartheid: Bombas nucleares

 



por Tito Andino U.

Recopilación de diversas fuentes 


Tras el deceso de Nelson Mandela, ni los propios africanos "derramaron" tantas lágrimas como ciertos personajes de la política Occidental que deseaban ocultar un pasado reciente en que calificaban a los independentistas antiapartheid sudafricanos de "terribles terroristas". Por todo el mundo se escuchó de la prensa y políticos su pesar por el fallecimiento de Mandela. Como dicen algunos, "un ruidoso duelo es una forma de tratar de compensar hoy la práctica de la ideología colonial que tanto han defendido y los crímenes a los que dio lugar". (Thierry Meyssan)

Recordatorio de que no se puede justificar en la historia de Sudáfricabajo ningún concepto, el apartheid del hombre blanco contra las mayorías nativas; no puede ponerse como excusa, ni priorizar la colonización de los bóers aduciendo que aquel era un territorio hostil por naturaleza poblado por tribus "salvajes". La Sudáfrica del presente no oculta el pasado reciente del régimen del apartheid, al fin y al cabo es el legado que dejaron los bóers. Hay un trasfondo más lejano, no solo fue el fruto de los colonos que tomaron posesión de esas tierras, fue la consecuencia de un metódico esfuerzo colonial europeo que intentó convertir a la Sudáfrica del apartheid del siglo XX en una potencia nuclear comandada por Israel.

Resultó incomprensible que en medio de aquella ola de homenajes nadie mencionara el hecho que aún subsiste en nuestros días un Estado racista, históricamente basado -al igual que la Sudáfrica del apartheid- en la visión del mundo de Cecil Rhodes.

Hace alrededor de medio siglo Sudáfrica e Israel eran dos regímenes coloniales que compartían lo que se denomina APARTHEID. Los primeros lograron superar esa oprobiosa etapa, los segundos lo reviven constantemente, la colonización de territorios palestinos continúa, así como la segregación racial y la discriminación son latentes. El genocidio del pueblo palestino tiene "justificación": la guerra contra el "terror", una ya caduca doctrina que pese a su ambigüedad sigue utilizándose en la política exterior de los Estados Unidos y asociados.

Entre los años 70 y 90 del siglo XX Pretoria y Tel Aviv mantuvieron relaciones estratégicas, manejaron proyectos políticos coloniales, compartieron información y material para el desarrollo armamentístico.


Hoy, el régimen del apartheid israelí reniega de Sudáfrica, su ex socio que abolió esas viejas políticas del apartheid y alejó del poder a los supremacistas blancos, ex socios de Israel


Nelson Mandela

 

De ironía histórica se ha calificado el hecho de que Sudáfrica, víctima del apartheid, que un día recibía el apoyo sionista al colonialismo blanco, hoy lidere las denuncias contra Israel en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por actos genocidas. El Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela, principal bastión en la lucha anticolonial, estableció su apoyo incondicional a la lucha por la liberación palestina. Mandela señaló: “Nuestra libertad está incompleta sin la libertad de los palestinos”.

Ahora, ante la Corte Internacional de Justicia, Israel recusó a Sudáfrica de “distorsionar” la guerra en Gaza, dice que los argumentos de Sudáfrica “apenas se distinguen de la retórica de Hamás” y que la imposición de medidas cautelares para detener sus ofensivas solo beneficia a los terroristas. Además Israel dedicó tiempo para atacar el "pasado genocida" de Turquía que apoya la denuncia de Sudáfrica.




El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu critica a Sudáfrica, expresa que la lucha contra el genocidio es de Israel contra Hamás (refiriéndose a los actos de octubre del 2023). El Ministro de Exteriores israelí, Israel Katz, acusa a Sudáfrica, en especial al equipo legal en la Corte de “simpatizar con Hamás”. Entre otros políticos, Avigdor Lieberman, líder de un partido ultranacionalista israelí amenazó a Sudáfrica por apoyar a Palestina, etc.

En el exterior, Alemania dijo que intervendrá en La Haya en favor del derecho de Israel a defenderse y hasta para proporcionarle armas para su defensa. Gran Bretaña ofrece su solidaridad a Israel enviando buques y aviones espía con el objetivo de "proporcionar apoyo táctico a Israel" y declara que la demanda de Sudáfrica es totalmente injustificada y errónea, "el gobierno británico apoya el claro derecho de Israel a defenderse". El primer ministro, Rishi Sunak, visitó Israel y expresó su apoyo al asedio y al bombardeo de Gaza. Por su lado, Estados Unidos acusó a Sudáfrica de entregar armas a Rusia durante la guerra en Ucrania... en fin. 

 

II

Historia

Dos regímenes del apartheid: Israel  y Sudáfrica tras la bomba nuclear

 

Reunión del 11 de abril de 1975 en la residencia del primer ministro de Israel en Jerusalén. Desde la izquierda: Eschel Roodie, director sudafricano de Propaganda; Yitzhak Rabin, primer ministro de Israel; Henrik van den Bergh, director de los servicios secretos sudafricanos, y Shimon Peres, ministro de Defensa de Israel.


Recordemos que Sudáfrica ocupó Namibia (ex colonia alemana conocida como África del Sudoeste Alemana) donde tuvo lugar el primer genocidio del siglo XX. Alemania perdió la Gran Guerra y sus colonias, la Sociedad de Naciones mediante mandato dispuso que Namibia sea administrada temporalmente por Sudáfrica. Posteriormente la ONU y la Corte Internacional de Justicia se pronunciaron por la continua e ilegal ocupación sudafricana. 

El apartheid no se impuso solo en Sudáfrica también la llevaron a Namibia, la segregación racial operaba a toda máquina. Lo que es más grave, Sudáfrica se aprovechó de la posición geográfica de Namibia para atacar otros países, Angola es el más claro ejemplo. En 1975 de la ocupada Namibia partieron las tropas y tanques del apartheid que ingresaron en Angola, el gobierno angoleño solicitó ayuda a las tropas cubanas y material de guerra soviético, desatándose grandes batallas estratégicas que desgastó e inmovilizó a las tropas del apartheid hasta que plantearon la negociación que pondría fin a la aventura imperialista y racista de Sudáfrica en el continente. Pasaron muchos años de guerra y de presión internacional para que el régimen del apartheid conviniera abandonar Angola y Namibia. En 1989 se dio la transición a  la independencia de Namibia.

Tras bastidores ya se susurraba un gran problema, lo recuerda un tal Fidel Castro Ruz:

 

"Los racistas sudafricanos poseían, según nuestros cálculos, entre 10 y 12 armas nucleares. Habían realizado pruebas incluso en los mares o en las áreas congeladas del Sur. El presidente Ronald Reagan lo había autorizado, y entre los equipos entregados por Israel estaba el dispositivo necesario para hacer estallar la carga nuclear. Nuestra respuesta fue organizar el personal en grupos de combate de no más de mil hombres, que debían marchar de noche en una amplia extensión de terreno y dotados de carros de combate antiaéreo. Las armas nucleares de Sudáfrica, según informes fidedignos, no podían ser cargadas por aviones Mirage, necesitaban bombarderos pesados tipo Canberra. Pero en cualquier caso la defensa antiaérea de nuestras fuerzas disponía de numerosos tipos de cohetes que podían golpear y destruir objetivos aéreos incluso a decenas de kilómetros de nuestras tropas".



La foto corresponde al armazón básico de la bomba atómica diseñada por Sudáfrica. Antes de cancelar el proyecto en 1989, se estaba armando la séptima. Las seis bombas eran aún aparatosas y "primitivas" de fisión de uranio por disparo ("tipo Hiroshima", con menos de la mitad de potencia que Hiroshima: unos seis kilotones). Las pesadas carcasas eran de las bombas de aviación que podría haber sido suficiente para llegar a sus blancos, les fue imposible diseñar un misil. Además, Sudáfrica carecía de bombarderos capaces de cargarlas a ninguna distancia razonable, solo habrían podido ser lanzadas desde aviones de transporte, un blanco "fácil" ante una decente defensa aérea. (Quora)

La carrera nuclear de Sudáfrica data de 1969, en las instalaciones de Pelindaba y Valindaba. El proyecto -por supuesto- era secreto (luego se adujo que conllevaba fines pacíficos) y solamente fue conocido tras la denuncia de varios países alertando que Sudáfrica estaba enriqueciendo uranio mediante el desarrollo del proceso Helikon de separación y enriquecimiento del uranio hacia uranio-235 de grado militar. 

Nota: Un primer reactor de investigación SAFARI-1 fue entregado por EEUU, construido e inaugurado en 1965. Desde entonces funciona con una potencia de hasta 20 MW. El uranio enriquecido para su uso en el reactor fue suministrado inicialmente por Estados Unidos y ha estado sujeto a salvaguardias de la OIEA (Wiki).


La central nuclear de Pelindaba, foto del 2006

Sudáfrica podía obtener fácilmente grandes cantidades de uranio namibio por el saqueo y explotación de esa colonia, en aquellos tiempos África del Sudoeste.

En el presente hay pocas dudas de que la tecnología para las bombas no proviniera de Israel. Los dos países mantenían en secreto el intercambio de "tecnología, tritio y misiles balísticos israelíes a cambio de uranio namibio para el reactor del Néguev". Sin embargo, conforme las fuentes, Israel se negó a compartir el plutonio resultante.

 

El Incidente Vela

Un extraño suceso sería conocido como el "Incidente Vela" o "Flash del Atlántico Sur".

Fecha: 22 de septiembre de 1979. 

Ubicación: Sur de Sudáfrica (47º S, 40º E), aguas territoriales de Sudáfrica que coincide con las Islas del Príncipe Eduardo, entre el Atlántico Sur y el Océano Índico. 

Responsable: Sin confirmación -nadie lo ha admitido oficialmente-, se trató de una prueba nuclear de Sudáfrica o Israel, o conjunta entre Sudáfrica e Israel.

Ese día los sensores ópticos del Satélite Vela 6911, del Proyecto Vela de los Estados Unidos, detectaron dos destellos en la atmósfera en forma de relámpagos de luz con una potencia estimada entre 2 o 3 kilotones, que pudo tratarse de una prueba nuclear. Luego se adujo que los detectores del pulso electromagnético no pudieron comprobar de modo fehaciente si se trataba de una explosión nuclear; no obstante, los científicos responsables del Proyecto Vela aseguraron que el satélite funcionaba correctamente y era fiable porque había detectado otros 41 ensayos nucleares anteriores. Incluso en agosto de 1977 un satélite soviético detectó una zona de pruebas en el desierto de Kalahari e informaron a los Estados Unidos.


Proyección de la Tierra donde se muestra el punto de donde provinieron las radiaciones de la explosión. (Wiki)

Encubrimiento y negación 

Un primer informe de 1979 del gobierno de los Estados Unidos aseguraba que se había tratado de una explosión nuclear, atribuyéndole la responsabilidad a Sudáfrica. El presidente Carter creó una comisión de expertos para evaluar los datos suministrados por el satélite. Esta vez se afirmó que no se había tratado de una explosión atómica al no haberse encontrado radiación cerca a la zona del destello, no se estableció la naturaleza del fenómeno. No había presencia de subproductos nucleares en el aire, aseguraba la Fuerza Aérea de Estados Unidos. 

Contradictoriamente documentos desclasificados se oponían a la versión del informe elaborado por la comisión de investigación designada por Carter. Desde 1980 aparecieron varios informes que asumieron como verídica la hipótesis de la explosión de un artefacto nuclear sudafricano. Instancias como la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), el Laboratorio de Investigación Naval de EEUU (NRL), el informe desclasificado del National Security Council (NSC), de 22 octubre 1979), los informes de la CIA, apuntan con toda seguridad que el destello fue el resultado de una detonación nuclear. El radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico) reveló fenómenos inusuales en la ionosfera. El estado federal de la Australia Occidental, registró índices anormales de radioactividad en la zona​. 

El gobierno estadounidense hizo caso omiso de las pruebas iniciales y emprendió una campaña de negación, la Casa Blanca evitó hablar de un ensayo nuclear para impedir sanciones contra Israel por violar el "Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares" TPPEN, del 5 de agosto de 1963. 

El Gobierno de Sudáfrica estaba sometido a un embargo de armas por las Naciones Unidas,​ lo que explicaría el silencio de presuntos socios en esta prueba nuclear. En esos días Israel y el Gobierno sudafricano mantenían férreos vínculos, las grandes reservas de uranio garantizaba la colaboración mutua en materia de tecnología militar a lo largo de esos años.  

Durante décadas no existe una versión oficial, la información se mantuvo clasificada hasta 2016 en que la página web del Centro de Investigación de Seguridad Nacional de la Universidad de Georgetown en Washington (Georgetown University National Security Research Center) mostró el archivo en que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) conocía que el régimen de Tel Aviv realizó con la ayuda del gobierno del apartheid un ensayo nuclear en las aguas del sur del océano Atlántico en 1979, concretamente sobre una plataforma oceánica al norte de la Antártida. Otro documento de la CIA de 1990 reconocía que Sudáfrica producía armas nucleares.

El 20 de abril de 1997, el diario israelí Haaretz citó al viceministro de Relaciones Exteriores de Sudáfrica, Aziz Pahad, quien confirmó que el "doble flash" del otro lado del Océano Índico fue causado por una prueba nuclear sudafricana. Haaretz citó informes anteriores según los cuales Israel había comprado 550 toneladas de uranio de Sudáfrica para su propia planta nuclear de Dimona y sus armas nucleares. A cambio, Israel, presuntamente, hizo entrega a Sudáfrica de información y materiales radioactivos para el diseño e incremento de la potencia de sus ojivas nucleares.

Bajo presión internacional para que Sudáfrica abandone su programa nuclear, que ya no podía seguir ocultando, el régimen del apartheid anunciaba en 1990, mandato de  Frederik de Klerk, que su país había fabricado su bomba atómica y admitió la posesión de seis armas nucleares.

En 1993, de Klerk comunicaba la decisión de su país de desmantelar sus seis armas nucleares y una séptima en etapa de armado. Ese proceso tuvo lugar antes de la transición al gobierno del Congreso Nacional Africano. No hubo ninguna mención del "Incidente Vela" o de la cooperación israelí en el programa nuclear de Sudáfrica. El régimen del apartheid nunca brindó una versión oficial mucho menos Israel pese a las denuncias de la comunidad internacional. 

En 1995 la IAEA (Agencia Internacional de Energía Atómica) expresó su satisfacción al declarar que Sudáfrica había desmantelado y eliminado oficialmente su programa nuclear. Es evidente que esto se consiguió también gracias a la figura cautiva del símbolo sudafricano Nelson Mandela, un hombre íntegro, revolucionario, que había soportado casi tres décadas de confinamiento solitario.


El apartheid no terminó con la declaración de su fin y la apertura libre a elecciones. En agosto del 2012 se volvió a ver aquellos rezagos con la masacre de los mineros de Marikana en Sudáfrica, que laboraban para la empresa inglesa Lonmin y que se habían declarado en huelga, la policía intervino matando a 34 trabajadores e hiriendo a más de setenta y arrestando a más de dos centenares de mineros. Los detenidos fueron torturados; existe evidencia de que diecisiete mineros fueron asesinatos fuera de la mina al estar detenidos tras los alambres de espino. Los forenses determinaron que la mayoría fue perseguida y ejecutada a sangre fría.


Una forma de apartheid económico y político subsiste, no solo en Sudáfrica o en el continente africano, el problema es global, es resultado de la explotación impuesta a los pueblos del Tercer Mundo.


Los supremacistas del apartheid también recibieron con agrado a las grandes potencias occidentales y convirtieron a la nación y a la población negra en "conejillos de indias". Supremacistas blancos, originarios del régimen del apartheid sudafricano en la hoy inexistente República de Rodhesia (en honor a Cecil Rhodes) usaron armas químicas y biológicas contra tropas de Mozambique en 1977. Glenn Cross en "Guerra Sucia: Rhodesia y la guerra química - biológica 1975-1980", argumenta que en su intento de defender al gobierno blanco, los agentes de los colonos blancos de Rhodesia mataron de mil a dos mil quinientas personas con armas químicas y biológicas. El gobierno de Zimbabwe incluye otros dos mil en Mozambique, en el libro "The Fallen Heroes of Zimbabwe" (publicado en 1983). Recordemos que Rhodesia se transformó en Zimbabwe (en el sur) y en la actual Zambia (en el norte).

El caso del doctor Wouter Basson y el programa secreto de investigación biológica y química llamado "Project Coast" lo comprueban, tal como lo reproducimos en este enlace: El Legado del Apartheid: Armas químicas


Otros datos sobre la reunión de 1975



El libro "The Unspoken Alliance: Israel's secrety alliance with apartheid South Africa" (La alianza secreta de Israel con el apartheid en Sudáfrica) de Sasha Polakow-Suranksy (periodista y autor estadounidense, editor adjunto de Foreign Policy, ex editor de opinión del New York Times y ex editor senior de Foreign Affairs), afirma que entre las personas que asistieron a una reunión del 31 de marzo de 1975 estaba el jefe del Estado mayor surafricano, el teniente general R.F. Armstrong quien elaboró un memorándum señalando los beneficios que supondría la obtención de misiles Jericó armados con cabezas nucleares. El 4 de junio, Peres y Botha mantuvieron una reunión en Zúrich en la que se trató del proyecto Jericó, rebautizado Chalet. Las actas secretas de esa segunda reunión señalan que "el ministro Botha expresó su interés en un número limitado de unidades de Chalet siempre y cuando estuviese disponible la carga correcta". "El ministro Peres explicó que la carga correcta estaba disponible en tres tamaños. El ministro Botha expresó su gratitud y dijo que pediría consejo".

El ministro sudafricano de defensa, Pieter Willem Botha, solicitó las bombas y su homólogo israelí Simon Peres (y futuro presidente de Israel) se las ofreció "en tres tamaños". La expresión "tres tamaños" se refiere supuestamente a los tres tipos de armas: convencionales, químicas y nucleares. Finalmente el acuerdo no llegó a firmarse en parte por el costo que suponía. Además, habría necesitado la aprobación final del primer ministro israelí, lo que no era del todo seguro.



Según The Guardianlas autoridades israelíes trataron de impedir que el Gobierno sudafricano post-apartheid desclasificara estos documentos y mostró fotografías de los documentos sobre esas reuniones. 

Conclusión

Queda en evidencia que Israel ofreció vender cabezas nucleares al régimen segregacionista sudafricano en 1975. Los documentos secretos (de Sudáfrica) constituyen prueba irrefutable de que el Estado de Israel estaba ya dotado de armas atómicas, pese a su política de "ambigüedad" (ni lo niega ni lo confirma).

En 1986, el técnico nuclear israelí Mordejái Vanunu (de él salió la hipótesis de que "Israel posee entre 200 y 300 bombas atómicas") reveló que Israel desarrolló desde 1958 un programa nuclear en Dimona, en el desierto de Néguev, en estrecha colaboración con Sudáfrica (suministro de uranio).

Israel no entregó armas nucleares a Sudáfrica, pero si ayudó para que el régimen del apartheid sudafricano desarrolle su propio diseño, que bien pudo haber sido el ensayo descrito en el "Incidente Vela", prueba en la que pudo o no haber participado personal israelí. 

La tesis de experimentos nucleares de Sudáfrica se refuerza por el inusual nivel de seguridad asumido por su fuerza naval una semana antes a la probable explosión (Incidente Vela) y que, en el momento de la detección satelital de los destellos, varios buques de la marina sudafricana se encontraban en las proximidades.​ 

La Sudáfrica del apartheid decidió desmantelar sus bombas nucleares antes que un nuevo gobierno de la era post-apartheid asumiera el poder e Israel intentó impedir que el gobierno sudafricano post-apartheid desclasificara estos documentos.


18 noviembre 2023

El enfrentamiento con John F. Kennedy casi hizo estallar el programa nuclear de Israel



 

Avner Cohen / William Burr

Haaretz (3 mayo de 2019)

Título original en inglés: "How a Standoff With the U.S. Almost Blew Up Israel's Nuclear Program"


 Rememorando los 60 años del asesinato del presidente John F. Kennedy


Introducción por el editor del blog

Este es un artículo de seguimiento de las entradas anteriores: Jack Ruby: La pistola humeante de Israel y ¿Mató Israel a los Kennedy?, ponencias del investigador francés Laurent Guyénot. Esta tercer entrega destaca en importancia debido a su publicación original, el reconocido periódico de Israel, "Haaretz", del 3 de mayo de 2019. Los autores del reportaje son Avner Cohen y William Burr. El primero dicta clases "de estudios de no proliferación" en The Middlebury Institute of International Studies, una escuela de posgrado de Middlebury College (Monterey - California), Cohen es autor del libro "Israel y la bomba". En cuanto a Burr, es analista sénior en el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, dirige el Proyecto de Documentación Nuclear y es editor de su propia página web "The Nuclear Vault".

En términos generales, es demostrable que Estados Unidos e Israel mantuvieron una tensa relación diplomática en el gobierno de John F. Kennedy. Por muy curioso que parezca, los registros oficiales anteriores a esa "amistad inamovible" casi que han desaparecido desde el asesinato de JFK en noviembre de 1963. Pero, ¿qué exactamente ha sido borrado de los archivos? La audaz decisión de Kennedy de intentar evitar que Israel obtenga armas nucleares, esto fue un gran secreto durante medio medio siglo. Curiosamente ha sido un medio israelí (no es el único que lo hecho, otras publicaciones anteriores pasaron desapercibidas) quien destapó el interés mundial por esta historia.

No sabemos si Cohen y Burr, conscientes o no, desvelaron con su reportaje pistas que bien puede relacionarse o conducirnos a un "leitmotiv" para el asesinato de JFK. Ellos señalan que, en efecto, una dura disputa entre Estados Unidos e Israel por las armas nucleares tuvo lugar, la grave crisis pudo haber sido también el detonante para la renuncia de Ben-Gurión, el "padre de Israel", precisamente en junio de 1963, aunque aquello más bien prolongó la tan esperada respuesta oficial del gobierno de Israel a un "ultimátum" de Estados Unidos porque el nuevo gobierno necesitaba tiempo para "estudiar" el caso. El nombrado primer ministro Levi Eshkol aceptó finalmente una inspección secreta estadounidense a Dimona (mediados de enero de 1964), los hechos son confusos, los inspectores informaron que la visita fue "tan completa y exhaustiva como el tiempo lo permitió" (visita incompleta de pocas horas), señalaron no haber encontrado evidencia de actividades relacionadas con armas nucleares. Curiosamente los inspectores demostraron asombro y se preguntarían ¿para qué tanto trasto en un pequeño país, dado que "no pasó nada"? Habrán "concluido" que Israel quiere producir exceso de energía para brindarles a sus vecinos árabes... 

Israel tuvo que reconocer un buen tiempo más tarde que el reactor de Dimona funcionaba desde 1963. Las evidencias demuestran que Israel robó uranio de Estados Unidos (cientos de kilos de uranio altamente enriquecido U-235 a través de la empresa estadounidense NUMEC que producía combustible nuclear para la Marina de los Estados Unidos. Esa empresa tenía relaciones directas con la ´Oficina de Relaciones Científicas´ de Israel, acrónimo del servicio secreto israelí LAKAM). Francia proveyó el agua pesada e inicialmente entregó uranio, con eso se fabricaron las primeras bombas atómicas de Israel. Charles De Gaulle fue nombrado presidente de Francia en 1958, se dice que entendía que la cooperación nuclear con Israel tenía fines pacíficos (energía nuclear para uso civil). De Gaulle y Kennedy se percatarían que el asunto iba por la vía militar.

De todo esto, sagaces investigadores intuyen que Israel, a través de James Angleton, agente doble dentro de la unidad de contrainteligencia de la CIA, tuvo los medios para desarrollar una trama que culminó con el magnicidio de Kennedy. ¿Cabría esa posibilidad?

Tras el asesinato de JFK el nuevo presidente Lyndon B. Johnson inició la "altruista" tarea de apoyar económicamente a Israel, además de brindarle todo tipo de armamento; en otras palabras, Johnson autorizó a Israel construir sin restricciones su propio arsenal nuclear.

El artículo  original de Cohen y Burr (Haaretz) ha sido reproducido por otros sitios -principalmente en inglés-. Por ejemplo, la conocida SOTT lo publicó íntegramente bajo el título: "Declassified after 56 years: JFK was engaged in 'existential' battle with Israel over its nuclear weapons program" (Desclasificado después de 56 años: JFK estaba involucrado en una batalla "existencial" con Israel por su programa de armas nucleares). 

Pero, si usted está más interesado en saber Cómo Israel construyó un programa nuclear justo delante de las narices de los estadounidenses (haga click en el subrayado), Avner Cohen y William Burr presentaron en Haaretz (17 de enero de 2021) una versión más prolija del tema nuclear (en esta ponencia se enfoca más la oposición del presidente Kennedy al desarrollo nuclear con fines militares de Israel).

No prologuemos más, dejemos que Cohen y Burr nos relaten su propia investigación.

T. Andino


*****



El ultimátum de Kennedy, la respuesta "enfermiza" de Ben Gurión y una inspección nuclear "fiasco": documentos recientemente desclasificados arrojan luz sobre la crisis diplomática que algunos temían que pudiera conducir a una redada estadounidense en la planta israelí de Dimona.


A lo largo de la primavera y el verano de 1963, los líderes de Estados Unidos e Israel –el presidente John F. Kennedy y los primeros ministros David Ben-Gurion y Levi Eshkol– se enzarzaron en una batalla de voluntades de alto riesgo sobre el programa nuclear de Israel. Las tensiones eran invisibles para la opinión pública de ambos países, y sólo unos pocos altos funcionarios, a ambos lados del océano, eran conscientes de la gravedad de la situación.

En Israel, los que sabían vieron la situación como una crisis real, como un ex asesor científico de alto nivel, el profesor Yuval Ne'eman, le dijo a uno de nosotros (Avner Cohen) hace 25 años. Ne'eman recordó que Eshkol, el sucesor de Ben-Gurión, y sus asociados vieron a Kennedy como un verdadero ultimátum para Israel. Incluso hubo un alto funcionario israelí, me dijo Ne'eman, el ex comandante de la Fuerza Aérea de Israel, el mayor general Dan Tolkowsky, que seriamente albergaba el temor de que Kennedy pudiera enviar tropas aerotransportadas estadounidenses a Dimona, el hogar del complejo nuclear de Israel.

Lo que estaba en juego era el futuro del programa nuclear de Israel. Kennedy, con un compromiso excepcionalmente fuerte con la no proliferación nuclear, estaba decidido a hacer todo lo posible para evitar que Israel produjera armas nucleares. Ben-Gurion (y más tarde Eshkol) estaban igualmente decididos a completar el proyecto de Dimona. Para ellos, la capacidad nuclear era una póliza de seguro indispensable contra las amenazas existenciales a Israel. El intercambio entre el presidente estadounidense y los dos primeros ministros ilustra tanto la tenacidad de Kennedy como la obstinación de los líderes israelíes.

A principios de esta semana (mayo 2019), publicamos -en el sitio web del Archivo de Seguridad Nacional- una colección de casi 50 documentos estadounidenses de los archivos estadounidenses que iluminan por primera vez el alcance total de esta confrontación secreta estadounidense-israelí. La colección incluye no sólo todo el intercambio de mensajes entre los líderes -Kennedy, Ben-Gurion y Eshkol-, sino también muchos documentos estadounidenses relacionados, algunos de los cuales fueron desclasificados y sólo estuvieron disponibles en los últimos meses.

Estos incluyen un informe completo de los inspectores estadounidenses que visitaron Dimona en 1964; memorandos en los que altos funcionarios de la Casa Blanca deliberaban sobre cómo tratar con el primer ministro; y evaluaciones de inteligencia que habían analizado si el reactor nuclear de Israel estaba, como insistían los israelíes, realmente destinado a un uso pacífico.


(Notas y fotografía incorporadas por el editor del blog) El Presidente Kennedy firma el Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares en la Sala de Tratados de la Casa Blanca. (Fotografía de Robert Knudsen, en la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy, Boston. 7 de octubre de 1963). El Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares en la atmósfera, en el espacio exterior y bajo el agua es un tratado internacional que prohíbe todas las pruebas de detonaciones de armas nucleares, salvo las realizadas en el subsuelo. Fue elaborado para detener la carrera armamentística y para combatir la contaminación atmosférica de residuos nucleares ocasionada por tales ensayos. Fue ratificado el 5 de agosto de 1963 y entró en vigencia el 10 de octubre de 1963. Contradictoriamente, el desarme y la cooperación global, impulsados por la "Doctrina Kennedy", chocaba con una premisa dominante durante los años de Kennedy, la necesidad de contener el comunismo a toda costa (Vietnam, Laos, Cuba...). En ese ambiente de Guerra Fría la llamada de Kennedy a "la unión y a la fuerza militar unidas en la lucha contra el comunismo" fue una prerrogativa.  


Kennedy, la no proliferación e Israel


Más que cualquier otro país, fueron sus tratos con Israel los que impresionaron al presidente Kennedy tanto en la complejidad como en la dificultad de detener la proliferación nuclear.


En el otoño de 1960, poco después de la elección de Kennedy, la administración saliente de Eisenhower se enteró por primera vez del reactor Dimona que Israel y Francia habían comenzado a construir en secreto durante 1958.

La CIA emitió una Estimación Especial de Inteligencia Nacional (SNIE, por sus siglas en inglés) que determinó que "la producción de plutonio para armas es al menos uno de los principales propósitos de este esfuerzo". Además, la estimación predijo que si el mundo árabe creyera que Israel estaba adquiriendo una capacidad de armas nucleares, causaría "consternación" y se culparía a Estados Unidos y Francia por su presunto apoyo al proyecto.

En una sesión informativa en la Casa Blanca el 19 de enero de 1961, la víspera de su toma de posesión, Kennedy preguntó qué países estaban buscando la bomba. "Israel e India", le dijo el secretario de Estado saliente, Christian Herter, y agregó que el reactor de Dimona, entonces recién descubierto, sería capaz de producir 90 kilogramos de plutonio apto para armas en 1963, suficiente para 10 a 15 armas nucleares. Herter instó a Kennedy a presionar para que se inspeccionara Dimona antes de que Israel introdujera tales armas en Oriente Medio.

Aunque Kennedy tuvo que abordar una variedad de temas difíciles desde el principio, que iban desde los planes de la CIA para una invasión de Cuba hasta una crisis sobre Laos, a los pocos días de asumir el cargo comenzó a instar a Ben-Gurion a aceptar una visita de Estados Unidos a Dimona, insistiendo en que una visita era una condición para las buenas relaciones diplomáticas. Al responder, Ben-Gurión se demoró, citando una crisis de gabinete que tenía que ser resuelta.

En abril de 1961, momento en el que Ben-Gurion, que había dimitido como primer ministro el 31 de enero, en protesta por la conducta de sus colegas con respecto al asunto Lavon, encabezaba un gobierno provisional, el embajador israelí en Washington, Avraham Harman, dijo a la administración que Israel había aceptado una visita a Dimona por parte de funcionarios estadounidenses. El 20 de mayo, dos científicos de la Comisión de Energía Atómica, U. M. Staebler y J. W. Croach, Jr., visitaron el sitio. Su equipo directivo explicó que la justificación tecnológica del proyecto era adquirir experiencia en la construcción y explotación de reactores nucleares que pudieran utilizarse en el futuro para la generación de energía con fines pacíficos.

A partir de documentos estadounidenses, sabemos que el equipo de AEC estaba "satisfecho de que no se les ocultó nada y de que el reactor tiene el alcance y el carácter pacífico descritos anteriormente". Esta visita sentó las bases para una reunión entre Ben-Gurión y Kennedy en Nueva York, el 31 de mayo de 1961.


Kennedy y Ben-Gurion, en mayo de 1961, posteriormente mantuvieron una tensa comunicación respecto a las armas nucleares de Israel (© DPA / AFP)


La justificación que Ben-Gurion presentó a Kennedy durante esa reunión, celebrada en el Hotel Waldorf Astoria, era coherente con lo que el equipo directivo de Dimona había dicho a los científicos estadounidenses: el proyecto nuclear era de naturaleza pacífica; Se trataba de energía y desarrollo. Sin embargo, la narrativa del líder israelí también dejó un pequeño margen de maniobra para un futuro cambio de rumbo. Su advertencia se redujo a unas pocas palabras: "Por el momento, los únicos propósitos son la paz. ... Pero veremos qué pasa en Oriente Medio. No depende de nosotros" (cursivas añadidas).


La segunda visita 'espontánea'

La reunión con Ben-Gurion ayudó a despejar las cosas durante algún tiempo, pero no eliminó las dudas y sospechas estadounidenses sobre las intenciones nucleares de Israel. A partir de junio de 1962, los estadounidenses comenzaron a tratar de organizar una segunda visita a Dimona, pero no lograron avanzar. No fue sino hasta el 26 de septiembre de 1962, después de frecuentes solicitudes durante varios meses, finalmente se realizó una visita de este tipo.

Hasta hace poco, poco se sabía de los documentos estadounidenses sobre esa segunda visita a Dimona, excepto que el embajador de Estados Unidos en Israel, Walworth Barbour, se refirió a ella como "indebidamente restringida a no más de 45 minutos". Documentos recientemente desclasificados arrojan nueva luz sobre la visita. El documento clave es un memorándum, escrito el 27 de diciembre de 1962 por el subdirector de la Oficina de Asuntos del Cercano Oriente, Rodger Davies, al secretario adjunto Philip Talbot, en el que se detalla la historia de la segunda visita.

Después de que los dos científicos visitantes de AEC, Thomas Haycock y Ulysses Staebler, inspeccionaran el pequeño reactor suministrado por Estados Unidos en Nahal Sorek, inesperadamente se les ofreció un recorrido turístico por el Mar Muerto. Más tarde, mientras los conducían de regreso a su hotel, su anfitrión les dijo que estaban cerca del reactor de Dimona y que se podía organizar una reunión con el director. El director no estaba allí, pero se reunieron y fueron informados por el ingeniero principal, quien les dio un recorrido de 40 minutos por las instalaciones. La frase final del informe afirma que "los inspectores no estaban seguros de si eran invitados de sus anfitriones científicos o estaban en una inspección. Aunque no han tenido tiempo de ver toda la instalación, y aunque hubo algunos edificios en los que no entraron, pudieron confirmar el carácter investigador de la instalación".

La naturaleza poco convencional de la visita despertó sospechas en Washington, especialmente en la comunidad de inteligencia. Durante una reunión interinstitucional, se citó a un experto en inteligencia de alto nivel, probablemente el subdirector de inteligencia Ray Cline, diciendo que "los objetivos inmediatos de la visita pueden haber sido satisfechos, (pero) ciertos requisitos básicos de inteligencia no lo fueron". También se observó que "había ciertas incoherencias entre el primer y el segundo informe de inspección".

Cualesquiera que fueran las dudas sobre el valor final de la inteligencia obtenidas de la segunda visita, el Departamento de Estado transmitió sus conclusiones a otros países. Unas semanas después de la segunda visita, justo cuando se desarrollaba la crisis de los misiles cubanos de octubre de 1962, el Departamento de Estado comenzó a informar discretamente a los gobiernos seleccionados que Dimona era un proyecto nuclear pacífico.


Principios de 1963: Estados Unidos renueva el interés

Sin embargo, a principios de 1963, resurgieron las preocupaciones sobre Dimona. A finales de enero, Kennedy había recibido una nueva Estimación de Inteligencia Nacional, titulada "El problema árabe-israelí", que destacaba el potencial armamentístico del reactor de Dimona. Sobre el potencial nuclear de Israel, el NIE llegó a la conclusión de que la instalación entraría en funcionamiento a finales de ese año y que para el año siguiente, 1964, "si se operaba a su máxima capacidad para la producción de plutonio apto para armas, el reactor podría producir suficiente plutonio para una o dos armas al año".

Para producir plutonio, Israel necesitaría una instalación para separarlo del combustible gastado del reactor, y el NIE reconoció que en ese momento la inteligencia estadounidense no tenía "ninguna evidencia para confirmar o negar la existencia de una instalación de separación". El NIE señaló que los israelíes habían hecho declaraciones contradictorias sobre una planta de reprocesamiento, incluidas declaraciones en 1961 (durante la reunión Ben-Gurion-Kennedy) de que planeaban construir una planta piloto, y en 1962 (aparentemente durante la segunda visita de Dimona) de que no tenían tales planes. Como indica nuestra colección, los israelíes dijeron a los inspectores estadounidenses en enero de 1964 que habían retrasado la construcción de una planta piloto para el reprocesamiento.

En reacción a la estimación de inteligencia, el funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, Robert Komer, sugirió que Israel "intentará producir un arma en algún momento de los próximos años y podría tener una capacidad muy limitada para 67-68". En retrospectiva, y basándonos en publicaciones anteriores sobre este tema, podemos decir que esa evaluación resultó ser acertada. Komer informó al presidente que "estamos planeando una mejor mirada (a Dimona) en el próximo mes más o menos".


El reactor de Nahal Sorek. Después de que dos científicos visitantes de la Comisión de Energía Atómica inspeccionaran esta pequeña instalación suministrada por Estados Unidos, inesperadamente se les ofreció un recorrido turístico, que terminó con una parada en Dimona. (© Alon Ron)


A principios de febrero, los funcionarios estadounidenses caracterizaron la segunda visita a Dimona como un "fiasco" e instaron a nuevas ideas dentro de la AEC, el Departamento de Estado y probablemente la Casa Blanca sobre cómo Estados Unidos podría monitorear el reactor de manera efectiva y sistemática. Una de las conclusiones fue que un régimen de inspección eficaz exigiría visitas semestrales. La razón de la frecuencia propuesta era puramente técnica: para rastrear la extracción de plutonio apto para armas, debe haber dos visitas anuales, porque los reactores de producción operan en un horario mucho más corto que los reactores de investigación.

Semanas más tarde, a principios de marzo, Kent Sherman, director de la Oficina de Estimaciones Nacionales, que preparó las NIE, firmó una estimación de inteligencia en la que detallaba las graves consecuencias de la nuclearización israelí. "La política de Israel hacia sus vecinos se volvería más dura, en lugar de menos... Sería ... tratar de explotar las ventajas psicológicas de su capacidad nuclear para intimidar a los árabes y evitar que causen problemas en las fronteras". Además, al tratar con los Estados Unidos, Israel "utilizaría todos los medios a su alcance para persuadirlos de que aceptaran e incluso apoyaran su posesión de capacidad nuclear".

El 25 de marzo de 1963, el presidente Kennedy y el director de la CIA, John A. McCone, discutieron sobre el programa nuclear israelí. Según McCone, Kennedy planteó la "cuestión de que Israel adquiera capacidad nuclear", y McCone proporcionó a Kennedy la estimación de Kent de las consecuencias negativas anticipadas de la nuclearización israelí. Según McCone, Kennedy instruyó entonces al asesor de Seguridad Nacional McGeorge Bundy para que guiara al secretario de Estado Dean Rusk, en colaboración con el director de la CIA y el presidente de la AEC, para que presentara una propuesta "sobre cómo podría instituirse alguna forma de salvaguardias internacionales o bilaterales de Estados Unidos para protegerse contra la contingencia mencionada". Eso también significaba que la "próxima inspección informal del complejo de reactores israelí (debe)... se emprenderá con prontitud y... ser lo más minucioso posible".

A los pocos días, esta petición presidencial se tradujo en acciones diplomáticas. El 2 de abril, el embajador Barbour se reunió con el primer ministro Ben-Gurion y le presentó la solicitud estadounidense de su "consentimiento para visitas semestrales a Dimona (entre ellas los estadounidenses se referían a ellas como 'visitas de inspección') tal vez en mayo y noviembre, con pleno acceso a todas las piezas e instrumentos de la instalación, por parte de científicos estadounidenses calificados". Ben-Gurión, aparentemente tomado por sorpresa, respondió diciendo que el tema tendría que posponerse hasta después de la Pascua, que ese año terminó el 15 de abril. Para resaltar aún más el punto, dos días después, el subsecretario Talbot convocó al embajador israelí Harman al Departamento de Estado y le presentó una gestión diplomática sobre las inspecciones. Este mensaje a Ben-Gurion fue la primera salva en lo que se convertiría en la confrontación más dura entre Estados Unidos e Israel sobre el programa nuclear israelí.


El intercambio Kennedy-Ben Gurión

Se esperaba que Ben-Gurion respondiera a la solicitud de Estados Unidos sobre Dimona en su próxima reunión con el embajador Barbour, después de Pesaj (la pascua judía). El primer ministro israelí no estaba preparado, ni política ni psicológicamente, para enfrentarse a un presidente estadounidense decidido. Tampoco, sin embargo, podía aceptar visitas semestrales, lo que habría sido un golpe mortal para Dimona. En cierto sentido, Ben-Gurion se encontró atrapado por su promesa original de "propósito pacífico" que tenía como objetivo evitar una confrontación con los Estados Unidos.

Ben-Gurion decidió tratar de evitar la confrontación y evadir la cuestión nuclear tratando de persuadir a Kennedy para que pensara en la situación general de seguridad de Israel. El primer ministro necesitaba cambiar el tema de la conversación de la demanda específica de Kennedy de visitas estadounidenses dos veces al año a Dimona a una discusión más amplia y urgente sobre la situación estratégica general de Israel. Pero, ¿cómo podía hacer eso? ¿Cómo podría evadir la demanda de Kennedy?

Ben-Gurión pronto tuvo la oportunidad de cambiar de tema. El 17 de abril de 1963, Egipto, Siria e Irak firmaron la Proclamación de la Federación Árabe, en la que llamaban a una unión militar para lograr "la liberación de Palestina". Tal retórica no era nueva en ese momento y no está claro si Ben-Gurion realmente vio la proclamación como una amenaza existencial para Israel. Sin embargo, le dio una oportunidad de oro para argumentar que Israel se enfrentaba precisamente a eso y, por lo tanto, por implicación tácita, que Israel estaba justificado en sus esfuerzos por generar una "póliza de seguro".

El 26 de abril, más de tres semanas después de la demanda original de Estados Unidos sobre Dimona, Ben-Gurion respondió a Kennedy con una carta de siete páginas que se centraba en cuestiones generales de seguridad israelí y estabilidad regional. Afirmando que Israel se enfrentaba a una amenaza sin precedentes, Ben-Gurión invocó el espectro de "otro Holocausto" e insistió en que la seguridad de Israel debía estar protegida por garantías de seguridad externas conjuntas, que serían extendidas por Estados Unidos y la Unión Soviética. ¿Por qué Ben-Gurión hizo esta propuesta fantástica y poco realista en este momento? Probablemente estaba tratando de proporcionar a los EE.UU. una justificación tácita para el verdadero propósito de Dimona, sin declararlo explícitamente y sin contrarrestar o rechazar directamente las demandas de Kennedy.

Kennedy, sin embargo, estaba decidido a no permitir que Ben-Gurion cambiara de tema. El 4 de mayo, respondió al primer ministro, asegurándole que mientras "estamos observando de cerca los acontecimientos actuales en el mundo árabe", la alarma del líder israelí sobre la Proclamación de la Federación Árabe fue exagerada. En cuanto a la propuesta de Ben-Gurión de una declaración conjunta de superpotencias, Kennedy desestimó tanto su practicidad como su sabiduría política. Kennedy estaba mucho menos preocupado por un "ataque árabe temprano" que por "un desarrollo exitoso de sistemas ofensivos avanzados que, como usted dice, no podría ser abordado por los medios disponibles en ese momento".

Junto con la carta, el embajador Barbour se reunió con Ben-Gurion para aclarar aún más la solicitud estadounidense de visitas semestrales a Dimona. Aunque los registros de esta reunión siguen siendo clasificados, Kennedy y sus asesores sospechaban que Ben-Gurion estaba iniciando un proceso de negociación sobre las visitas a Dimona, es decir, vinculando las visitas a otros posibles objetivos israelíes, como la obtención de una garantía de seguridad. Barbour recibió instrucciones de recordarle al líder israelí que él y otros altos funcionarios ya habían aprobado las inspecciones incondicionalmente.


Una fotografía  de marzo de 2014 muestra una vista parcial de la planta nuclear de Dimona en el desierto del Negev, sur de Israel (Jack Guezafp, vía Getty Images)

La respuesta desdeñosa de Kennedy no disuadió a Ben-Gurión. En otra larga y emotiva respuesta a la carta de Kennedy del 4 de mayo, Ben-Gurion continuó su esfuerzo anterior por cambiar la conversación al mismo tiempo que explicaba indirectamente el verdadero propósito de Dimona. Cuando el alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, Gideon Rafael, vio el borrador, aconsejó no enviarlo, argumentando que la carta "parece enferma" (holani, en el hebreo original), y que "el primer ministro no debe hablar de algo que parece enfermo". Ben-Gurion generalmente rechazaba el consejo editorial y, fiel a su estilo, insistía en mantener tanto su tono como su longitud.

A primera vista, la carta parece ignorar por completo a Dimona, como si el primer ministro hubiera pasado por alto o descartado por completo la carta de Kennedy y las recientes solicitudes de visitas de Estados Unidos. En cambio, en el tono de un viejo estadista que lo había visto todo, Ben-Gurión escribió sobre sus impresiones sobre el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser y su panarabismo, trazando una analogía entre el egipcio, junto con otros líderes árabes contemporáneos, y Hitler:

"Conociéndolos estoy convencido de que son capaces de seguir el ejemplo nazi. De hecho, Nasser está adoptando la ideología nacionalsocialista de los nazis. Durante muchos años, el mundo civilizado no tomó en serio la declaración de Hitler de que uno de sus objetivos era el exterminio mundial del pueblo judío. No tengo ninguna duda de que algo similar podría suceder a los judíos en Israel si Nasser lograra derrotar a nuestro ejército".

Reconociendo el punto de vista de Kennedy de que una garantía de seguridad conjunta entre Estados Unidos y la Unión Soviética era políticamente imposible, Ben-Gurión sugirió ahora un amplio acuerdo bilateral de seguridad entre Estados Unidos e Israel que incluiría lo siguiente: un suministro de armas estadounidenses equivalente a lo que los árabes recibían de la Unión Soviética, la transformación de Cisjordania en una zona desmilitarizada, y "un plan de desarme general entre Israel y los estados árabes bajo un sistema de inspección internacional mutua y de control".

Esta fue una larga lista de ideas y propuestas poco realistas. Una vez más, Ben-Gurión pudo haber tenido la intención de transmitir a Kennedy su justificación para el proyecto Dimona, evitando expresarla explícitamente. Al recordarle a Kennedy que otro Holocausto era posible y sugerir (indirectamente) que Israel no podía obtener una garantía de seguridad externa creíble, estaba señalando efectivamente al presidente por qué Israel quería una disuasión nuclear en primer lugar.

En su nueva y monumental biografía del primer primer ministro de Israel, Ben-Gurion: A State at Any Cost, que se publicara en inglés (2019), el historiador israelí Tom Segev lee esta carta como si Ben-Gurion estuviera considerando renunciar a Dimona a cambio de algún tipo de garantía de seguridad. No creemos que Ben-Gurión haya considerado seriamente abandonar el proyecto nuclear. Sí, Ben-Gurion estaba presionando para obtener garantías de seguridad, pero siendo realistas, debe haber sabido que ese objetivo no estaba en las cartas, siempre y cuando los vecinos de Israel no la reconocieran. Desde la perspectiva de Kennedy, proporcionar a Israel garantías de seguridad habría sido una clara señal de favoritismo hacia ella, y habría socavado las relaciones de Estados Unidos con los estados árabes.

Kennedy, sin embargo, no cedió ante Dimona, y los desacuerdos se convirtieron en un "dolor de cabeza" para él, como escribió Robert Komer más tarde. La confrontación con Israel se intensificó cuando el Departamento de Estado transmitió la última carta de Kennedy a la embajada de Tel Aviv el 15 de junio para que el embajador Barbour la entregara inmediatamente a Ben-Gurion. En la carta, Kennedy desarrollaba su insistencia en las visitas semestrales con un conjunto de condiciones técnicas detalladas. La carta era similar a un ultimátum: si el gobierno de Estados Unidos no podía obtener "información confiable" sobre el estado del proyecto Dimona, el "compromiso y apoyo de Washington" podría estar "seriamente comprometido".

Pero la carta nunca fue entregada a Ben-Gurión. El telegrama con la carta de Kennedy llegó a Tel Aviv el sábado 15 de junio, un día antes del anuncio de la renuncia de Ben-Gurión, una decisión que sorprendió a su país y al mundo. Ben-Gurion nunca explicó, por escrito u oralmente, lo que lo llevó a renunciar, más allá de citar "razones personales". Negó que su movimiento estuviera relacionado con cuestiones políticas específicas, pero la cuestión de hasta qué punto la presión de Kennedy sobre Dimona jugó un papel sigue abierta a la especulación hasta el día de hoy.


La primera crisis de Eshkol

El 5 de julio, menos de diez días después de que Levi Eshkol sucediera a Ben-Gurion como primer ministro, el embajador Barbour le entregó una primera carta del presidente Kennedy dirigiéndose a él como el nuevo líder de Israel. La carta era prácticamente una copia de la carta no entregada del 15 de junio a Ben-Gurión, con solo unas pocas líneas de felicitación añadidas en la parte superior. Desde el mensaje del presidente Dwight Eisenhower a Ben-Gurión, durante la crisis de Suez en noviembre de 1956, exigiendo una retirada inmediata de Israel de la península, un presidente estadounidense no había sido tan directo en su demanda con un primer ministro israelí. Cuando Yuval Ne'eman lo presenció, fue inmediatamente evidente para Eshkol y sus asesores que las demandas de Kennedy eran similares a un ultimátum y, por lo tanto, constituían una crisis en ciernes.

Un atónito Eshkol, en su primera y provisional respuesta, el 17 de julio, pidió más tiempo para estudiar el tema y para consultas. Eshkol confió al embajador Barbour su "sorpresa" por la declaración de Kennedy de que el compromiso y el apoyo de Estados Unidos a Israel podrían estar "seriamente comprometidos". El primer ministro señaló que si bien esperaba que la amistad entre Estados Unidos e Israel creciera bajo su mandato, "Israel haría lo que tuviera que hacer por su seguridad nacional y para salvaguardar sus derechos soberanos". Barbour, aparentemente queriendo mitigar la franqueza de la carta, le aseguró a Eshkol que la declaración de Kennedy era "objetiva": los críticos de las fuertes relaciones entre Estados Unidos e Israel podrían complicar la relación diplomática si Dimona no era inspeccionada.


Foto de 1968, el presidente Johnson saluda a Levi Eshkol. A diferencia de Kennedy, Johson entregó a los israelíes todo lo que requerían y mucho más (© Lynn Pelham/The LIFE Picture Collection/Getty Images)


Más adelante en la discusión, nos enteramos por los documentos recién desclasificados, Eshkol hizo una pregunta contundente que Ben-Gurion nunca se había atrevido a hacer: ¿Cómo reaccionaría Washington a una propuesta israelí de "consultar de antemano" con Estados Unidos, "en el caso de que, en algún momento en el futuro distante", los acontecimientos en Oriente Medio hicieran necesario "embarcarse en un programa de armas nucleares?", Barbour, por supuesto, no estaba autorizado a responder a una pregunta tan hipotética, por lo que reafirmó la opinión de Estados Unidos de que la "introducción" de armas nucleares en Oriente Medio sería "especialmente grave". Sin duda, Barbour entendió el significado de la pregunta de Eshkol: estaba insinuando, abierta pero tentativamente, que había circunstancias concebibles bajo las cuales Israel podría "embarcarse en un programa de armas nucleares".

El 19 de agosto, después de seis semanas de consultas que generaron al menos ocho borradores diferentes, Eshkol entregó a Barbour su respuesta escrita a las demandas de Kennedy. Comenzó reiterando las garantías pasadas de Ben-Gurión de que el propósito de Dimona era pacífico. En cuanto a la solicitud de Kennedy, Eshkol escribió que, dada la relación especial entre los dos países, había decidido permitir visitas regulares de representantes estadounidenses al sitio de Dimona. Sobre el tema específico del cronograma, Eshkol sugirió, como lo había hecho Ben-Gurion en su última carta a Kennedy, que a finales de 1963 sería el momento de la primera visita: para entonces, escribió, "el grupo francés nos habrá entregado el reactor y llevará a cabo pruebas y mediciones generales de sus parámetros físicos a potencia cero".

Eshkol fue explícito en que la primera visita debería celebrarse antes de la fase de puesta en marcha, pero fue vago sobre la frecuencia propuesta de las visitas. Eshkol hizo caso omiso de la demanda de Kennedy de giras bianuales, al tiempo que evitó un desafío frontal a la solicitud de Kennedy. "Habiendo considerado esta solicitud, creo que podremos llegar a un acuerdo sobre el futuro calendario de visitas", escribió Eshkol. En resumen, el primer ministro dividió la diferencia: para poner fin a la confrontación, aceptó las "visitas regulares" de científicos estadounidenses, pero no aceptó la idea de la visita rápida que Kennedy quería y evitó hacer un compromiso explícito de inspecciones semestrales. La respuesta apreciativa de Kennedy no mencionó estas divergencias, sino que asumió un acuerdo básico sobre "visitas regulares".

Las ambigüedades de la respuesta de Eshkol se entendieron en Washington, pero se minimizaron. En un memorándum detallado que el secretario de Estado interino, George Ball, escribió a Kennedy, la evaluación general fue positiva: la respuesta de Eshkol, "aunque no es del todo lo que queríamos, probablemente representa lo máximo que podemos esperar". La vaguedad de Eshkol sobre la demanda más importante de Kennedy, las visitas dos veces al año a Dimona, fue bien reconocida, pero "preferimos darle (a Eshkol) el beneficio de la duda, confiando en nuestra interpretación, la declaración oral del primer ministro de que el futuro acuerdo 'no dará problemas'". Resultó que la insistencia de Kennedy en realizar visitas semestrales nunca fue aceptada, aunque permaneció en la agenda de Estados Unidos.

A raíz de la carta de Eshkol, la primera de las tan buscadas visitas regulares de inspección a Dimona tuvo lugar a mediados de enero de 1964, dos meses después del asesinato de Kennedy. Los israelíes dijeron a los visitantes estadounidenses que el reactor había entrado en estado crítico solo unas semanas antes, pero esa afirmación no era exacta. Israel reconoció años más tarde que el reactor de Dimona entró en funcionamiento a mediados de 1963, como había asumido originalmente la administración Kennedy.

Tanto Estados Unidos como los israelíes mantuvieron la visita en secreto, y las filtraciones a la prensa se contuvieron durante más de un año. La inspección se llevó a cabo en el transcurso de un solo día en lugar de los dos días solicitados por los inspectores. La reducción del tiempo hizo que no se vieran algunos edificios y partes de ellos, aunque los inspectores informaron de que la visita fue "tan completa y exhaustiva como el tiempo lo permitió". Sus hallazgos no levantaron sospechas de actividades relacionadas con las armas, pero fue "la impresión del equipo de que el sitio de Dimona y el equipo ubicado allí representaban un proyecto ambicioso para un país de las capacidades de Israel".

La cuestión del posible reprocesamiento por parte de Israel del combustible gastado para obtener plutonio continuó atormentando a la inteligencia estadounidense a lo largo de la década de 1960. Nadie estaba seguro de si Israel ya tenía un sitio secreto de reprocesamiento o si aún no había construido uno.


Mirando hacia atrás

Sin embargo, en retrospectiva, el intercambio de cartas de 1963 entre Kennedy y Ben-Gurion y Eshkol fue el clímax de la batalla que el líder estadounidense libró contra el proyecto nuclear israelí a lo largo de su presidencia. Para Kennedy, lo que estaba en juego era más importante que el estatus del programa nuclear de Israel. Lo que estaba en juego era el destino de su esfuerzo por detener la proliferación nuclear mundial. Israel fue el primer caso de este tipo que tuvo que enfrentar la administración Kennedy en el que tuvo alguna influencia política. Si Kennedy fracasó en detener las aspiraciones nucleares de Israel, ¿cómo podría detener a otros, como India?

Para Ben-Gurion, Dimona fue el proyecto más preciado en el que estuvo involucrado durante su última década en el cargo. El establecimiento del Centro de Investigación Nuclear del Néguev fue el resultado de las ansiedades más profundas del primer ministro sobre el futuro de Israel, los temores de un anciano que intentó compartir con Kennedy en su carta de finales de abril de 1963. El proyecto Dimona fue probablemente también el esfuerzo más divisivo, desafiante y ambicioso que se había atrevido a abordar como líder de Israel. Con razón o sin ella, Dimona, a los ojos de Ben-Gurión, era necesaria para asegurarse de que otro Holocausto nunca pudiera sucederle a Israel. Si Kennedy hubiera prevalecido en su demanda de inspecciones semestrales, ese objetivo nunca se habría logrado. Para Ben-Gurion, abandonar a Dimona habría arrojado una gran sombra sobre su legado.

Desde una perspectiva contemporánea, es difícil, tal vez imposible, entender cuán vulnerable e incierto era el futuro del proyecto Dimona durante la primavera y el verano de 1963. Si Estados Unidos hubiera estado realmente decidido a suspender su "compromiso y apoyo al bienestar de Israel" si Ben-Gurión no cumplía con las demandas de Kennedy, Israel probablemente no habría podido completar el proyecto Dimona como estaba planeado. La crisis fue también una crisis de confianza mutua: ambas partes estaban muy comprometidas con sus objetivos, pero ninguna quería romper la relación bilateral. Nunca sabremos cuán inquebrantable habría sido el presidente Kennedy en el tema de Dimona, si hubiera vivido para cumplir su mandato completo (o incluso dos mandatos) como presidente. Su determinación nunca fue puesta a prueba por completo, aunque podemos ver que estaba bastante decidido.

Resultó que la insistencia de Kennedy en las visitas semestrales a Dimona no se llevó a cabo. Los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos seguían interesados en ese programa, y el presidente Lyndon B. Johnson planteó el tema a Eshkol, pero nunca presionó mucho sobre el tema de la manera en que lo había hecho Kennedy.

Al final, el enfrentamiento entre el presidente Kennedy y dos primeros ministros israelíes dio lugar a una serie de seis inspecciones estadounidenses del complejo nuclear de Dimona, una vez al año entre 1964 y 1969. Nunca se llevaron a cabo bajo las estrictas condiciones que Kennedy expuso en sus cartas.

Si bien el sucesor de Kennedy permaneció comprometido con la causa de la no proliferación nuclear y apoyó las visitas de inspección estadounidenses en Dimona, estaba mucho menos preocupado por obligar a los israelíes a cumplir con los términos de Kennedy. En retrospectiva, este cambio de actitud puede haber salvado el programa nuclear israelí.


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