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21 mayo 2019

Venezuela, Irán, Trump y el ‎Estado Profundo




por Thierry Meyssan

Los acontecimientos en Venezuela y la agravación de la tensión entre Estados Unidos e ‎Irán son presentados de manera engañosa en la prensa estadounidense. Las ‎declaraciones contradictorias de las partes hacen los hechos aún más incomprensibles ‎para el público. Se impone la necesidad de profundizar el análisis, después de verificar ‎los hechos e integrando la oposición entre las diferentes tendencias políticas existentes ‎en esos países.

Las elecciones parlamentarias estadounidenses del 6 de noviembre de 2018 privaron al presidente ‎Donald Trump de la mayoría republicana que lo respaldaba en la Cámara de Representantes. ‎El Partido Demócrata planteaba entonces la destitución del inquilino de la Casa Blanca como ‎algo inevitable.‎

Por supuesto, Donald Trump no había hecho nada que justificara tal medida. Pero un ambiente de ‎enfrentamiento histérico oponía a los dos componentes de Estados Unidos, exactamente como ‎en tiempos de la Guerra de Secesión [1]. Hacía 2 años que los partidarios de la globalización económica seguían la llamada ‎‎«trama rusa» y esperaban que el fiscal independiente Robert Mueller demostrara que ‎el presidente Trump había incurrido en el delito de alta traición.‎

Robert Mueller siempre había hecho prevalecer los intereses del Estado federal estadounidense ‎sobre la Verdad y el Derecho. 

En el momento del atentado de Lockerbie, perpetrado en 1988, fue ‎Robert Mueller quien inventó la «pista libia», basándose en una evidencia que la justicia ‎escocesa invalidó posteriormente [2]. Fue también Robert Mueller quien afirmó, después de los atentados del 11 de ‎septiembre de 2001, que 19 terroristas musulmanes habían secuestrado 3 aviones de pasajeros, ‎a pesar de que en las listas de pasajeros no aparecían los nombres de ninguno de aquellos ‎terroristas [3]. Sus conclusiones sobre la «trama rusa» se sabían desde antes de ‎que iniciara su famosa investigación.
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Redistribución de las cartas entre la Casa Blanca y el Pentágono

Así que Donald Trump negoció su supervivencia política con el Estado Profundo [4]. No tenía otra opción. Y las partes decidieron que ‎se aplicara el plan Rumsfeld-Cebrowski [5], a condición de que Estados Unidos no se viese ‎implicado en una gran guerra. A cambio de ello, el fiscal independiente Robert Mueller cambió de ‎casaca y eximió al presidente Trump de las acusaciones de traición [6].‎

Los halcones aprovecharon la oportunidad para imponer el regreso de los neoconservadores. Ese ‎grupúsculo trotskista neoyorquino, conformado alrededor del American Jewish Committee (AJC), ‎había sido reclutado en el pasado por el presidente Ronald Reagan y transformó el ideal de la ‎‎«revolución mundial» convirtiéndolo en el principio del «imperialismo estadounidense ‎mundial». A partir de entonces, los neoconservadores –hoy republicanos y mañana ‎demócratas– participaron en todas las administraciones estadounidenses, sin importar la ‎tendencia política del inquilino de la Casa Blanca. La única excepción había sido –hasta ahora– la ‎administración Trump, que sin embargo no había expulsado a los neoconservadores de las ‎agencias cuyo control se les había entregado: la National Endowment for ‎Democracy (NED) y el United States Intitute of Peace (USIP).‎

Fue así como, el 25 de enero de 2019, el expediente de Venezuela en el Departamento de Estado ‎cayó en manos de Elliot Abrams, cuyo nombre ha estado asociado a todo tipo de mentiras ‎de Estado y de sucias manipulaciones [7]. Este personaje fue uno de los arquitectos de la operación Irán-Contras, ‎en 1981-1985, y de la guerra contra Irak, en 2003. Desde que se le puso a cargo del tema ‎venezolano, Elliot Abrams ha venido trabajando con el mando militar de Estados Unidos para ‎Latinoamérica (el SouthCom, que los latinoamericanos designan como el “Comando Sur”) ‎con vista a derrocar al presidente constitucionalmente electo de Venezuela, Nicolás Maduro. ‎


Elliott Abrams, político y diplomático estadounidense durante los gobiernos de Ronald Reagan y George W. Bush. Implicado y sentenciado por el escándalo Irán-Contras (gobierno de Reagan), fue indultado por George W. Bush. Es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores y otros grupos de cabideo (lobbies)​. Designado por el presidente Trump como enviado del Departamento de Estado para Venezuela, Elliott Abrams


Nosotros conocemos tanto la estrategia Rumsfeld-Cebrowski –por haber visto durante 15 años su ‎aplicación en el Gran Medio Oriente– como la versión que de ella hace el Comando Sur [8] en un documento del 23 de febrero ‎de 2018 redactado por el almirante Kurt Tidd, documento que la periodista y escritora argentina ‎Stella Calloni reveló en mayo de 2018 [9]. Lo que está sucediendo en Venezuela ‎corresponde claramente a la aplicación de la “versión SouthCom” de la estrategia Rumsfeld-‎Cebrowski.

El fracaso de Estados Unidos en Venezuela
El fiasco de la operación estadounidense contra Venezuela, con el descubrimiento de la traición ‎del general Manuel Ricardo Cristopher Figuera, jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia ‎Nacional (SEBIN), y el fracaso de la intentona golpista que ese general improvisó ‎precipitadamente el 30 de abril, ante la inminencia de su arresto, demuestra la poca preparación ‎del Comando Sur, o más bien su desconocimiento de la sociedad venezolana. El aparato ‎de Estado estadounidense, a pesar de haber tenido por delante todo un semestre, no ha sido ‎capaz de hacer trabajar juntas a sus diferentes agencias y a las personas que tiene en el terreno. ‎Mientras que, a pesar de la desorganización del país, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ‎‎(FANB) mostró estar dispuesta a defenderlo. ‎




El reconocimiento anticipado que Washington, los países miembros del Grupo de Lima (con ‎excepción de México) y los aliados europeos de Estados Unidos se apresuraron a conceder a ‎Juan Guaidó como presidente de Venezuela en lugar de Nicolás Maduro, hunde al bando ‎estadounidense en una serie de problemas insolubles. España fue el primer país en inquietarse ‎al verse privado de un interlocutor con quien tratar los problemas de los venezolanos residentes ‎en suelo español y de los numerosos españoles que residen en Venezuela. Nunca antes, ‎ni siquiera en tiempo de guerra, hubo un país que se negara a reconocer la legitimidad de un ‎presidente constitucionalmente electo ni a reconocer su administración. ‎

En pocas semanas, Washington robó una parte fundamental de los activos venezolanos en el ‎extranjero [10], ‎exactamente como lo había hecho en 2003 contra el Tesoro iraquí, en 2005 contra el Tesoro ‎iraní y en 2011 contra el Tesoro libio.

Exceptuando a los iraníes, después de la firma del acuerdo ‎‎5+1 (JCPOA), los pueblos propietarios de esos fondos nunca han logrado recuperarlos. ‎Los gobiernos de Irak y Libia fueron derrocados y sus sucesores han tenido especial cuidado en ‎no llevar la cuestión ante ningun tribunal. Pero la República Bolivariana de Venezuela sí ha ‎reclamado sus derechos y Estados Unidos se ve ahora en una postura muy difícil de justificar. ‎

A menor escala, será interesante ver cómo va a manejar Washington el problema de la embajada ‎de Venezuela en la capital estadounidense. Después de la ruptura de relaciones diplomáticas entre ‎la República Bolivariana y Estados Unidos, miembros de varios grupos pacifistas –legalmente ‎autorizados por el gobierno legítimo de Venezuela– se instalaron en la sede de la embajada ‎venezolana en Washington para impedir que el edificio fuese ocupado por el “representante” del ‎presidente autoproclamado Juan Guaidó. Aunque las autoridades estadounidenses les cortaron ‎la luz y el agua, los defensores de la embajada se mantuvieron firmes. Cuando los partidarios ‎de Guaidó cercaron el edificio y comenzaron a impedir que los defensores recibieran comida del ‎exterior, el pastor afroestadounidense Jesse Jackson acudió personalmente a la embajada para ‎entregar a los defensores alimentos y botellas de agua. Finalmente, agentes del Servicio Secreto ‎estadounidense penetraron ilegalmente en la embajada y arrestaron a las últimas 4 personas que ‎la defendían… pero ahora Washington no sabe cómo justificar sus propias acciones, violatorias ‎de la Convención de Viena sobre las sedes diplomáticas. ‎

Desviando la atención hacia el tema de Irán
A esas alturas del partido, el presidente Donald Trump recordó a sus subalternos las reglas del ‎juego: luz verde para derrocar a Maduro… pero no para meter a Estados Unidos en una guerra ‎clásica

El presidente Trump es un jacksoniano; su consejero para la seguridad nacional, John ‎Bolton, es un excepcionalista [11]; Elliot Abrams, quien en otros tiempos hizo campaña contra ellos y hoy está a cargo ‎de la cuestión de Venezuela en la administración Trump, es un neoconservador. Así que tenemos ‎tratando de trabajar juntos a tres hombres que representan tres ideologías diferentes que ‎no existen en ningún otro país –exceptuando a Israel, que tiene sus propios neoconservadores. ‎Obviamente, es un equipo que no puede funcionar. ‎

En un esfuerzo por desviar la atención del fracaso sufrido en Venezuela, el Estado Profundo ha ‎iniciado una operación tendiente a dirigir los proyectores mediáticos hacia Irán para salvar a Elliot ‎Abrams y tratar de deshacerse de John Bolton. Ahora la prensa estadounidense cubre a Abrams ‎mientras responsabiliza a Bolton [12].‎

Por su parte, al ver que hay una brecha entre el Pentágono y la Casa Blanca, los demócratas ‎acaban de retomar la llevada y traída «trama rusa», o sea la supuesta injerencia rusa en la ‎elección presidencial estadounidense de 2017, concentrándose ahora en Donald Trump Jr., el ‎hijo major del presidente. ‎

El caso de Irán es muy diferente del caso de Venezuela. ‎

En Venezuela, Estados Unidos orquestó desde 2002 numerosas operaciones contra el modelo ‎bolivariano, tratando de destruir su prestigio en Latinoamérica, pero sólo comenzó a actuar ‎directamente contra el pueblo desde hace un año.
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El pueblo iraní, por su parte, ha tenido que enfrentar los embates del colonialismo desde principios ‎del siglo XX. Bajo la ocupación británica, durante la Primera Guerra Mundial, el hambre y las ‎enfermedades costaron la vida a 8 millones de iraníes [13]. ‎El derrocamiento del primer ministro Mohammad Mossadegh, organizado conjuntamente por ‎Estados Unidos y el Reino Unido, en 1953, y su sustitución por el general pronazi Fazlollah Zahedi, ‎quien impuso a los iraníes la sangrienta represión de la SAVAK –la policía política iraní de aquella ‎época– son hechos ampliamente conocidos. ‎

Después de la Revolución del imam Khomeini, la detención de los agentes de la CIA sorprendidos ‎‎in fraganti en una cámara secreta de la embajada de Estados Unidos en Teherán fue ‎presentada en Occidente como una «toma de diplomáticos como rehenes» (1979-81), a pesar ‎de que Estados Unidos nunca presentó el caso a la justicia internacional y de que dos marines ‎liberados confirmaron la versión iraní de lo sucedido. En 1980, las potencias occidentales ‎empujaron Irak a entrar en guerra contra Irán, vendieron armamento a ambos países para ‎garantizar que sus pueblos se mataran entre sí y más tarde lucharon junto a los iraquíes, cuando ‎estos últimos ya llevaban las de perder. Un portaviones francés llegó a participar en los ‎combates sin que la opinión pública francesa fuese informada de ello. Aquella guerra costó ‎‎600 000 vidas al pueblo iraní. En 1988, el ejército de Estados Unidos derribó un avión de ‎pasajeros de la línea Iran Air, con saldo de 290 víctimas civiles, sin que Washington presentara ‎nunca algún tipo de excusa a la República Islámica. ‎

Hoy en día, sin entrar a mencionar lo absurdo de las durísimas sanciones adoptadas contra Irán, ‎Estados Unidos e Israel afirman que Teherán sigue trabajando en un programa nuclear que fue ‎iniciado –con ayuda de Occidente– en la época del shah Mohamed Reza Pahlevi

Sin embargo, los ‎documentos más recientes publicados por el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu muestran ‎que tales acusaciones son fruto de una extrapolación. Los Guardianes de la Revolución iraníes ‎no buscaban más que fabricar un generador de onda de choque [14] que, aunque podría entrar en la composición de una bomba, ‎no constituye por sí mismo un arma de destrucción masiva. ‎

Es en ese contexto que Irán anunció su decisión de poner fin a la aplicación de una cláusula del ‎acuerdo JCPOA sobre su programa nuclear, decisión que está en todo su derecho de tomar dado ‎el hecho que un firmante de ese acuerdo –Estados Unidos– no está respetando las obligaciones ‎que había contraído. Además, Irán dio a la Unión Europea un plazo de 2 meses para que ‎le comunique si tiene o no intenciones de respetar sus obligaciones. En medio de esa situación, ‎una agencia de inteligencia de Estados Unidos emitió una alerta según la cual una nota del Guía ‎Supremo iraní, el ayatola Ali Khamenei, supuestamente hace pensar que hay preparativos para la ‎realización de atentados contra los diplomáticos estadounidenses en Bagdad y en Erbil, capital ‎del Kurdistán iraquí. ‎

Seguida y supuestamente como respuesta: 

- 1. Washington envió al Golfo Pérsico el grupo aeronaval encabezado por el portaviones USS ‎Abraham Lincoln y retiró de Irak su personal diplomático no indispensable.‎
- 2. Arabia Saudita, que acusa a Irán de haber cometido sabotajes contra sus instalaciones ‎petroleras, llama a Washington a iniciar un ataque contra la República Islámica; Bahréin exhortó a ‎sus nacionales a salir inmediatamente de Irán e Irak y ExxonMobil retiró su personal del ‎emplazamiento petrolífero iraquí West Qurna 1.‎ 
- 3. El general Kenneth McKenzie Jr., comandante del CentCom (el mando de las tropas ‎estadounidenses en el Medio Oriente), solicitó refuerzos al Pentágono. 
- 4. El New York Times dio a conocer un plan de invasión de Irán con una fuerza de 120 000 ‎efectivos estadounidenses, inmediatamente desmentido por Donald Trump, quien además ‎propuso a Teherán la apertura de conversaciones. ‎

En todo lo anterior, no hay nada serio. ‎

Contrariamente a las elucubraciones de la prensa: 

- 1. El informe de la inteligencia de Estados Unidos sobre un hipotético ataque contra ‎diplomáticos estadounidenses se basa en una nota del Guía iraní Ali Khamenei. Pero los analistas ‎estiman que esa nota puede ser interpretada de otra manera. 
- 2. El grupo aeronaval estadounidense encabezado por el portaviones USS Abraham Lincoln ‎no fue enviado al Golfo Pérsico como amenaza a Irán. El desplazamiento del grupo aeronaval ‎estadounidense hasta esa región estaba previsto como parte de una serie de ensayos del sistema ‎de combate naval Aegis. Un navío español, la fragata Méndez Núnez (F-104), que participaba ‎en ese desplazamiento como integrante del grupo aeronaval estadounidense, se retiró de esa ‎fuerza por orden del ministerio de Defensa de España, que se negó a meterse en el enredo del ‎Golfo Pérsico. La fragata española no cruzó el Estrecho de Ormuz y se mantuvo en el Estrecho ‎de Bab el-Mandeb [15]
- 3. La retirada del personal diplomático estadounidense en Irak es la continuación de la brusca ‎retirada del personal diplomático de Estados Unidos en Afganistán, en marzo y abril [16]. Pero ese movimiento, que constituye de hecho una reorganización, no es un preludio de guerra sino ‎más bien lo contrario ya que fue negociado con Rusia, sobre todo teniendo en cuenta que, sin ‎el respaldo de las milicias iraquíes proiraníes, Estados Unidos perdería su base en el país.


El presidente de la República Islámica de Irán, iraní Hassan ‎Rohani. desde agosto del 2013


Por desgracia, el gobierno iraní rechaza todo contacto con el presidente Trump y su equipo. ‎Hay que tener en mente que en sus tiempos de parlamentario, el hoy presidente iraní Hassan ‎Rohani fue el primer contacto de las potencias occidentales en el caso Irán-Contras. El presidente ‎Rohani conoce personalmente a Elliot Abrams. Fue Rohani quien puso al Estado Profundo de ‎Estados Unidos en contacto con el ayatola Hachemi Rafsandyani –quien se convirtió en el ‎personaje más acaudalado de Irán gracias al tráfico de armas del Irán-Contras. Estados Unidos ‎devolvió el favor a Rohani favoreciendo su victoria en las elecciones presidenciales frente a los ‎seguidores del ex presidente Mahmud Ahmadineyad, a quienes se les impidió participar en ‎aquella elección y cuyos principales miembros están hoy en la cárcel. ‎

Con razón o sin ella, Rohani cree erróneamente que si el presidente Trump sacó a Estados Unidos ‎del acuerdo nuclear con Irán fue para utilizar la ola de descontento popular que sacudió Irán en ‎diciembre de 2017 y con intenciones de derrocarlo a él. Rohani también sigue creyendo que la ‎Unión Europea favorece a su gobierno, a pesar de que el Tratado de Maastricht y los posteriores ‎tratados europeos prohíben a Bruselas adoptar una actitud que no sea la que adopte la OTAN. Es ‎por eso que Rohani ha rechazado en dos ocasiones las proposiciones de diálogo de la ‎administración Trump y sigue esperando que los globalistas regresen a la Casa Blanca. ‎

Por supuesto, con tantos actores interpretando papeles equivocados es imposible excluir la ‎posibilidad de que toda la farsa degenere en un incidente que provoque una guerra. 

El hecho es ‎que la Casa Blanca y el Kremlin se hablan. Ni el secretario de Estado Mike Pompeo ni el ministro ‎ruso de Exteriores Serguei Lavrov desean dejarse arrastrar por la lógica bélica. ‎




[1] «Estados Unidos, ¿se reforma o se desgarra?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 26 de octubre ‎de 2016.
[2] «Lockerbie: hacia una reapertura de la investigación», Red Voltaire, 1º de septiembre de 2005; y ‎‎«L’AFP réécrit l’affaire de Lockerbie», Réseau Voltaire, 20 de mayo ‎de 2012.
[3] «Listes des passagers et membres d’équipage des quatre avions détournés le 11 ‎septembre 2001», Réseau Voltaire, 12 ‎de septiembre de 2001.
[4] The American ‎Deep State: Big Money, Big Oil, and the Struggle for U.S. Democracy, Peter ‎Dale Scott, Rowman & Littlefield (2017). En español, El Estado Profundo estadounidense: ‎finanza, petróleo y guerra perpetua.
[5] «El proyecto militar de Estados Unidos para el mundo», por Thierry Meyssan, Haïti Liberté (Haití), ‎‎Red Voltaire, 22 de agosto de 2017.
[6] Report On The Investigation ‎Into Russian Interference In The 2016 Presidential Election, Special Counsel Robert S. Mueller III, ‎marzo de 2019.
[7] «Elliot Abrams, el “gladiador” convertido a la “política de ‎Dios”», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 24 de ‎mayo de 2005.
[8] “Plan ‎to overthrow the Venezuelan Dictatorship – “Masterstroke””, Almirante Kurt ‎W. Tidd, Voltaire Network, 23 de febrero de 2018
[9] «El “Golpe Maestro” de Estados Unidos ‎contra Venezuela (Documento del Comando Sur)», ‎por Stella Calloni, Red Voltaire, 9 de mayo de 2018.
[10] #Trump desbloquea Venezuela, Gabinete de Ministros de Venezuela, 2019.
[11] «El “excepcionalismo” de Estados Unidos destruye la ONU», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 2 de abril ‎de 2019.
[12] “White House Reviews Military Plans Against Iran, in Echoes of ‎Iraq War”, Eric Schmitt y Julian E. Barnes, The New York Times, 13 de mayo de 2009. “Trump, ‎frustrated by advisers, is not convinced the time is right to attack Iran”, John Hudson, Shane Harris, Josh Dawsey y Anne Gearan, The ‎Washington Post, 15 de mayo de 2019.
[13] The Great Famine and Genocide ‎in Persia, 1917–1919, Majd, Mohammad Gholi, University Press of America (2003).
[14] Shock Wave Generator for ‎Iran’s Nuclear Weapons Program: More than a Feasibility Study, David Albright y Olli Heinonen, Fondation for the Defense of Democracies, 7 de ‎mayo de 2019. (PDF - 4.3 Mo)
[15] «España retira la fragata ‘Méndez Núñez’ del grupo de combate de EE UU en ‎el golfo Pérsico», Miguel ‎González, El País, 14 de mayo de 2019.
[16] «Pekín, ‎Moscú y Washington se ponen de acuerdo en secreto sobre Afganistán», Red Voltaire, 26 de abril de 2019.

30 junio 2018

El retorno del Tío Sam y el cómo convertir un revolucionario en burgués





Primera Parte

El Tío Sam retorna con fuerza a Latinoamérica


por Tito Andino U.


Salvo casos excepcionales de gran trascendencia como la revolución cubana, la revolución sandinista, el terrorismo de estado orquestado desde el Pentágono conocido como "Plan Cóndor" para frenar los movimientos de izquierda en los años 70 del siglo pasado, la guerra de las Malvinas (a más de otros hechos) nada fuera de lo usual ocurre en estos territorios. Ni siquiera la crisis actual que afecta a Venezuela, otrora gran productora de petróleo, llega a las dimensiones de las crisis energéticas que se desatan, por ejemplo, en caso de conflictos como Irak y zonas aledañas. Un solo traspié de los wahabíes saudíes hace tambalear los mercados mundiales; en ese contexto Venezuela no representa casi nada en el mundo de la energía, de allí que Estados Unidos durante mucho tiempo (incluida la era chavista y su sucesor actual) no haya dado "importancia" al tema, dejando la tarea de desestabilizar al gobierno a la oposición política.

Pero los tiempos cambian, la fuerte presencia rusa al impedir que la OTAN siga desplegándose en sus zonas limítrofes y de influencia, así como la asistencia militar a sus aliados, ha provocado un giro fundamental en el gran juego geopolítico mundial. No solo Rusia, también China quiere un rol más activo en Latinoamérica, muchos gobiernos mostraron los dientes y alzaron la voz contra el Imperio. La consigna nacida desde fines de la administración Obama es que tales actos deberán cesar.

La llamarada de la izquierda progresista latinoamericana va esfumándose lentamente, estamos ante el retorno de la clásica hegemonía de la burguesía criolla, aliada incondicional hasta la muerte de los Estados Unidos y no han tenido que hacer nada más que ganar las elecciones!, nada de golpes de estado, ni destituciones, ni violencia  incontenible. 

Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú, Ecuador, El Salvador, etc. han culminado aquellos "procesos" de "izquierda", en algunos casos denominados "socialismo del siglo XXI". En el fondo no representaron gran cosa, una prometida reforma estructural del sistema que hubiese desafiado al Poder Imperial no existió. Solamente Venezuela y Bolivia resisten en Sudamérica, por lo que la etapa de desestabilización venezolana continúa adelante en sus fases iniciales, es decir, el trabajo de calle de grupúsculos violentos antigubernamentales que han llegado al asesinato de protestantes para incendiar más los ánimos, el desabastecimiento de alimentos en supermercados y tiendas populares forzado por los grandes distribuidores; incluso se ha probado el método de incitar la deserción de miembros de la fuerza pública intentando provocar una rebelión.


Desde la década de 1950, numerosas intervenciones de los Estados Unidos han desestabilizado la región, el provocar cambios de gobierno significa que las empresas privadas, con apoyo USA financien y lleven campañas que tienen como único objetivo el apoderarse de los recursos naturales, la guerra civil se aplica si es necesario.


Los Estados Unidos han querido dejar sentado, mediante mensajes muy claros que un viraje en el 'statu quo' regional no será más tolerado. El fin de la izquierda latinoamericana en el poder ha llegado a su fin. Largo tiempo los USA descuidaron su patio trasero al dejar de temer una incursión "comunista" en el hemisferio, afortunadamente fueron años de tranquilidad, sin violencia armada, aunque movimientos sociales se mantuvieron activos y, como hemos dicho, algunos consiguieron el poder pero nunca intentaron perturbar el sistema. 

La política de  "abandono" se terminó y, de ser el caso, Estados Unidos utilizará la fuerza para revertir la situación con algunos intransigentes todavía "sueltos" (Bolivia, Venezuela, Nicaragua). El llamado al orden a los gobiernos "insolentes" está planificado y listo para entrar en acción.

Barack Obama firmó el 9 de marzo de 2015 un decreto presidencial declarando el estado de emergencia ante "la extraordinaria amenaza que la situación en Venezuela representa para Estados Unidos" (al firmar un decreto el ejecutivo no se obliga a rendir cuentas al poder legislativo). Pese a las crítica en la región y las excusas de Obama no se anuló el decreto. En otras palabras se prepara, para el caso de ser necesario, una serie de pseudo revoluciones en Latinoamérica. 



La política de la intimidación y chantaje económico ha dado sus frutos, incluso se ha hablado de intervencionismo directo de parte del gigante del Norte, por ejemplo, se hizo temblar a un otrora "comunista", el actual presidente ecuatoriano (Lenin Moreno) cuyo movimiento político, al que es afiliado, representa al proscrito Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador -PCMLE-, se suponía que el señor Moreno continuaría la política más confrontista de Rafael Correa (del cual fue por años su vicepresidente), pero no, todo lo contrario. 

Por el momento, antes que se aplique el plan estadounidense, basta al Imperio recordarnos y restregarnos en la cara el ejemplo cubano de los últimos 50 años, Cuba vive en crisis económica perpetua, carencia energética y estancamiento de cualquier posibilidad de desarrollo industrial, debido a los cruentos bloqueos y sanciones ordenados por el país del Norte. Los Estados Unidos dejaron de intentar destruir por la fuerza a Cuba, la han aplastado con la economía. Ese es el mensaje para toda Latinoamérica. 

Esa advertencia es explotada con éxito por la derecha latinoamericana para la retoma del poder. La derecha en Colombia es fiel reflejo de lo que Estados Unidos quiere de los gobiernos de la región: sumisión total, "libre comercio", instalación de bases militares norteamericanas, etc. Hoy, el país cafetero (y cocalero, con el visto bueno de EEUU), solicita su ingreso en la OTAN, que será -sin duda- la punta de lanza para dar una bofetada a cualquier intento de volver a subvertir el orden establecido. Más claro, ni el agua. 

Muchos politólogos y analistas internacionales concuerdan sobre los actuales objetivos de los Estados Unidos y sus socios europeos, incluso se ha escuchado una emulación de las "primaveras árabes", dicha "primavera latina" ya está en curso, lo hemos anotado, la reconquista pacífica de la derecha política del control político regional. Se ha recurrido a los métodos señalados y a otros aspectos propios de la identidad local. Para el internacionalista Thierry Meyssan "el objetivo seguirá siendo el mismo: no se trata de reemplazar un gobierno por otro sino de destruir los Estados para eliminar así toda posibilidad de resistencia nacional frente al imperialismo".

Según este mapa, extraído de un Powerpoint que Thomas P. M. Barnett presentó en 2003 durante una conferencia impartida en el Pentágono, los Estados de todos los países incluidos en la zona rosada deben ser destruidos. Ese proyecto no tiene nada que ver con la lucha de clases en el plano nacional, ni con la explotación de los recursos naturales. Después de destruir el Medio Oriente ampliado, los estrategas estadounidenses se preparan para acabar con los Estados en los países del noroeste de Latinoamérica. (Nota tomada de Red Voltaire)

En su más reciente libro: "Los crímenes del Estado profundo", Thierry Meyssan establece que después de las “primaveras árabes”, el mundo será testigo de las “primaveras latinoamericanas”, es decir, la aplicación de golpes de estado y  “revoluciones” contra países que intentan salirse de su órbita de influencia. Contradictoriamente, señala el autor, pocos parecen percatarse de la lucha interna por el poder en los EEUU, Trump se opone férreamente al 'Estado Profundo' Norteamericano y, pese a sus excentricidades y "locuras" como la crisis provocadas por sus decretos respecto a los migrantes ilegales, Trump mantiene su palabra de poner fin a la tradicional política exterior imperialista, paralizando y no sustentando al terrorismo internacional. Mas, en cuestiones de preservar el statu quo de su "zona natural de influencia" no cederá ante pretensiones de unos cuantos "revoltosos".

A veces nos preguntamos, qué preferirá la gente, guerra civil fomentada por los Estados Unidos y las burguesías criollas o seguir conservando el sistema pero buscando mayores reivindicaciones sociales?

VIDEO 


Thierry Meyssan: El plan de Estados Unidos contra America Latina. 

En mayo de 2017, Thierry Meyssan explicaba en Russia Today que dividir el mundo en dos zonas: una estable para sus aliados y otra inmersa en el caos de una guerra sin fin, que parece algo absurdo, es la estrategia de EE.UU. para dominar el mundo. Ahora le toca el turno a Venezuela, afirma, cuando EE.UU. lo desee va a comenzar la guerra. Se puede resistir esa situación? La respuesta es sí. Las élites sudamericanas están cometiendo un grave error ante el imperialismo estadounidense. En esta entrevista, Meyssan insiste en el cambio de paradigma de los conflictos armados actuales y subraya la necesidad de un radical replanteo sobre la manera de defender la patria (texto del pie de página del video corresponde a la Red Voltaire). 


Los casos de Venezuela y Nicaragua

Antes se denominaba "Imperialismo" a lo que hoy llamamos "Globalización". 

Quién podría poner en duda que el caso de Venezuela guarda estrecha similitud a la situación que se vive en Nicaragua? El guión es el mismo, ampararse en justas protestas populares para desatar el caos.

Los hechos históricos han demostrado algo evidente, a los Halcones del Pentágono no les interesa quien ejerce el poder en la Casa Blanca, ellos manejan su propia agenda global de conquista. 


A estas alturas, la mayoría desconoce que el Pentágono, a través del SouthCom (Comando Sur) tiene ya preparado una operación militar contra Venezuela, el cuándo se aplique está condicionado a lo que vaya marcando los acontecimientos en el frente interno venezolano. Lo penoso son las implicaciones en la trama de gobiernos como Colombia -que por algo pide su inclusión en la OTAN!-, de las "reconquistadas" Argentina (Macri), Brasil (Temer), la Guyana y hasta se dice que Panamá apoyan tales acciones.

No es solo Venezuela la que corre peligro, es toda Latinoamérica con el retorno del Tío Sam a su patio trasero. (pormenores de este plan del "Comando Sur" podrá ser analizado en las notas a pie de página). 

Tampoco es un intervencionismo derivado exclusivamente por asuntos de petróleo, la producción de petróleo de Venezuela y Latinoamérica, si bien abastecen el mercado norteamericano, no representa nada en el concierto mundial (salvo las reservas no explotadas), es insignificante, así que la cuestión básica no es el petróleo, es por orgullo imperial

Las heridas causadas a los intereses norteamericanos por la incursión económica de China en Latinoamérica y la nueva estrategia de Rusia para fortalecer relaciones con la región, así como la "altanería" que demostraron muchos países en la década pasada, obliga a EEUU a replantear el escenario hacia el área  militar  -no contra China o Rusia-, sino contra los gobiernos que no aceptan la voluntad de Washington. Tampoco debemos pensar que va desatarse una guerra a gran escala -el mismo Trump se opone a esos planes del Pentágono-.

El caso latinoamericano es diferente, por ejemplo, a las crisis de Medio Oriente, donde la guerra ya no se dirige contra un solo país sino contra toda la región, esa "epidemia de violencia" difícilmente podría repetirse en el Hemisferio Sur, sin embargo, los recuerdos de la "Operación Cóndor" en los años 70 del siglo pasado son una advertencia de lo que podría renacer como medida represiva. 

El fracaso, traspié o rendición de la izquierda latinoamericana y la recuperación del poder por la derecha burguesa, eterna aliada del Norte, es consecuencia del pánico sembrado por el 'Comando Sur', vía intermediarios. Las "rebeldes" Venezuela, Nicaragua y Bolivia (esta última aun sin grandes alborotos) estarán el tiempo que sea necesario bajo coacción diplomática y económica y, solo en caso excepcional, se optará por una intervención militar directa, seguramente será alguna "urgente crisis humanitaria" en Venezuela o la "responsabilidad de proteger" a los civiles de alguna "loca" tiranía criolla. 

Población en zozobra, delincuencia armada y organizada, acciones de carácter terrorista en varios lugares, saqueos, vandalismo, incendios, agresiones a transeúntes, daños a la propiedad pública y privada se ha vuelto cotidiano en Nicaragua y Venezuela. El bloqueo de vías conlleva un tremendo efecto para las economías nacionales ya que se impide la libre circulación de alimentos y combustible, no hay comercio, se priva el derecho a acceder a sus fuentes laborales, a las escuelas, a la salud, ello significa una terrible carga financiera para los gobiernos, son cientos de millones de dólares que se pierden en diversas áreas y causa irremediablemente el desempleo, en consecuencia provoca malestar de la población contra el gobierno.

Los gobiernos denuncian una conspiración internacional bajo complicidad de grupos opositores que financian y fomentan la violencia para subvertir el orden y la Constitución nacional; por su parte, la oposición arremete culpando de la violencia a los gobiernos. Se utiliza los medios de comunicación para los propósitos propagandísticos de los bandos en disputa. Está claro que los opositores buscan una solución inmediata, que no puede ser más que un golpe de estado y los gobiernos apuestan al diálogo, a la paz y a la justicia, a la búsqueda de mediadores internacionales para conseguir una salida a las crisis.

Diálogo nacional, una salida negociada, cambios constitucionales, renuncias, cese de cargos, son solo algunas expectativas que se plantean para retornar la estabilidad a estos países.

uso masivo de armas de fabricación casera en las protestas callejeras de Nicaragua, conocidas como "morteros" y "chopos", empleadas para usar tornillos, tuercas, esferas y otros objetos metálicos como proyectiles.


Entre otras cosas, también molestó al Norte que Nicaragua quisiera desafiar su poderío con el intento de construir el canal interoceánico bajo financiación china (Tratado Ortega-Wang), que rivalizaría con el Canal de Panamá. Parecía que el asunto iba en serio, en diciembre de 2014 el inversionista chino Wang Jing inauguró junto al gobierno de Nicaragua las primeras obras del mentado canal interoceánico. Sin embargo, algo sucedió.

El 17 de noviembre de 2017, el líder chino Xi Jinping y el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, firman 19 acuerdos en Pekín, allí se anuncia que Panamá se adhiere a la iniciativa china de la “Ruta de la Seda”, con un corredor económico entre Oriente y Occidente. Entonces, en que quedó el canal nicaragüense? Al ser un convenio entre Ortega y el empresario privado chino Wang Jing, -como bien se comenta- equivale al Tratado Chamorro-Bryan, es decir, conceder derechos de patente para una hipotética construcción y que nadie más lo pueda hacer. Los expertos concuerdan que los acuerdos entre China y Panamá causaron la inviabilidad del canal nicaragüense, además, nunca fue una iniciativa oficial del Gobierno de China. En fin, tener dos canales relativamente cerca no es un buen negocio para nadie. 

No podría terminar este apartado señalando una interesante lectura para quienes defienden la construcción del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua, por supuesto que su opinión también cuenta (Por favor, ver enlaces en las notas a pie de página).



Segunda Parte 

Cómo convertir un revolucionario
 en burgués


1979. Humberto Ortega, Luis Carrión y Daniel Ortega (foto de Pedro Meyer).


El caso de Nicaragua es una situación única, digno de dedicarle un segmento aparte. Desde niño admiré la revolución sandinista, mis favoritos fueron Edén Pastora -El Comandante Cero- y Ernesto Cardenal, el viejo poeta sacerdote... Sentimientos encontrados me invaden.. mas, mi visión es histórica y no política. 

Si, es evidente que los Estados Unidos quiere derrocar a Ortega, pero no se confundan, Daniel Ortega es insignificante, él no es nada, ni nadie, ni representa ningún peligro para el Imperio. 

No tengo la menor duda que muchos lectores de la izquierda latinoamericana se indignarán conmigo por lo que viene. Solo mediten, si una página tan afamada y crítica de los Estados Unidos, como es GlobalResearch, dirigida por el economista canadiense Michel Chossudovsky, fundador y director del Centro de Investigación sobre la Globalización (activista antiglobalización, en otras palabras, anti imperialista) ha tomado en serio el asunto Ortega al reproducir las siguientes críticas contra el mandatario nicaragüense, significa que no debemos ocultar una cruda realidad.

Existe una evidente traición del gobierno de Ortega (y del sandinismo) al ideal patriótico que motivó la revolución. La otrora revolución sandinista mutó hasta convertirse en una perversa burguesia que azota con palo los justos reclamos populares. Si, tampoco debemos escudarnos en el pretexto que todos los males regionales son provocados por los Estados Unidos. Existen gobiernos desleales a los principios que los encumbraron al poder, pervertiendo las causas justas. El ideal sandinista dejó de existir hace mucho y lo digo convencido. 

Daniel Ortega transformó una revolución auténtica en un sistema opresivo y corrupto, como fue la era Somoza; pudieron y tuvieron mucho tiempo para realizar cambios trascendentales en el sistema nacional, no lo hicieron. Muchos líderes quedaron eclipsados y "desterrados" a cargos insignificantes en los últimos rincones del país. 

Una historia triste, pero verídica. Comparativamente, más que el gobierno venezolano de Maduro, con una eterna crisis económica impuesta desde fuera y que nos recuerda al bloqueo cubano, el que tiene que marcharse, antes que estalle una nueva guerra civil, es el gobierno de Ortega y su círculo íntimo en Nicaragua. No se puede esconder la podredumbre de un hombre que convirtió su país en una propiedad privada emulando la dictadura somocista a la que combatió.

Demos paso a los siguientes análisis sobre Daniel Ortega y el caos que él ha llevado a su país (y no solo Estados Unidos).


Nicaragua: La locura del poder



por Raúl Zibechi / La Jornada, 22 de junio 2018
Derechos de autor © Raúl Zibechi, La Jornada, 2018


La insurrección popular en Nicaragua, que exige la salida del poder de la pareja Daniel Ortega-Rosario Murillo, es una buena oportunidad para reflexionar sobre las opciones estratégicas de las fuerzas revolucionarias. En particular, para repensar las causas de esta deriva autoritaria y criminal, ya que la masacre de jóvenes nicaragüenses muestra la peor faceta de un régimen que se dice sandinista.

Dos cuestiones llaman la atención. Algunos intelectuales de la izquierda latinoamericana han orillado hasta el momento cualquier pronunciamiento sobre lo que sucede en Nicaragua. Se comprende, aunque no comparto, el silencio de varios gobiernos, ya que las alturas del poder tienen sus lógicas. Mucho menos aceptable es que intelectuales que van y vienen con sus opiniones sobre los más diversos temas, rehuyan una opinión contundente sobre la brutal represión.

La otra es que, afortunadamente, muy pocas personas atribuyen los sucesos a la mano negra del imperialismo. No tengo la menor duda de que Washington desea la caída de Ortega-Murillo y trabaja para ello, pero el argumento según el cual todo lo que perjudica a la izquierda es obra del imperio, está en franca decadencia.

Lo que viene sucediendo en Nicaragua puede contribuir a una reflexión de fondo sobre las revoluciones y sobre la administración del aparato estatal por fuerzas políticas de izquierda.

La primera es que las causas de la deriva genocida no pueden atribuirse al clan Ortega-Murillo, del mismo modo que el estalinismo no fue cuestión sólo de Stalin. En este punto debemos ser claros y precisos: Daniel Ortega es un genocida que profesa un caudillismo sediento de protagonismo y poder, como señala Mónica Baltodano, con rasgos de locura por el poder.

Sin embargo, la cuestión no puede ni debe reducirse a Ortega y a Murillo. Hay algo más. Podemos perder todo menos el poder, decía el comandante Tomás Borge, citado también por Baltodano. Salvo el poder todo es ilusión, proclamaba Abimael Guzmán, presidente del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, el grupo revolucionario más criminal de la región.

Por más poderosos que sean los individuos, son ejecutores de fuerzas históricas y sociales que los empujan en cierta dirección. El estalinismo es un fenómeno político que no puede explicarse en términos de una excentricidad individual, escribió el historiador Edward Hallet Carr en su obra De Napoleón a Stalin (Crítica, 1983, p. 122).

Stalin fue el músculo de la modernización acelerada de Rusia, pasando por encima de cualquier resistencia, aún al precio de aniquilar la dirección histórica de su propio partido. “Stalin fue el déspota más despiadado que Rusia había conocido desde tiempos de Pedro (El Grande), y fue también un gran occidentalizador”, añade Carr en La Revolución Rusa de Lenin a Stalin (Alianza, 1979, p. 221).

El apoyo clave a Daniel Ortega - Rosario Murillo es el sector empresarial de la nueva burguesía sandinista, el centro de todo es su propia familia que ha formado un grupo de empresas vinculadas a la distribución y comercialización del petróleo y gasolina, a la prensa, exportación de granos y hasta empresas de moda (N.del E.)

Ortega representa a una nueva burguesía nicaragüense que se forjó mediante la acumulación por despojo de capital, desde la piñata (apropiación masiva de bienes públicos por la cúpula al abandonar el gobierno en 1990) hasta los acuerdos petroleros con Venezuela, que le permitieron a un sector del FSLN ascender económicamente en alianza con la Iglesia y sectores de la vieja burguesía.

No es la primera vez en la historia que se utiliza el aparato estatal para acumular riquezas. En Nicaragua este proceso parió lo que Baltodano denomina oligarquía chayo-orteguista (Chayo es el mote de Rosario Murillo) que necesita el poder estatal para reproducirse y sostenerse. Pero un ascenso tan vertiginoso requiere siempre de métodos corruptos y mafiosos, como ha sucedido en tantos procesos que se dicen revolucionarios pero, en realidad, han gestado una nueva clase opresora.

No resulta adecuado mentar traición, cuando la deriva actual de Ortega comenzó hace mucho tiempo, y se tornó inocultable en la década de 1990. Después de la piñata se produjo la reacción cínica de la izquierda nicaragüense y continental a la denuncia de Zoilamérica Narváez, en 1998, asegurando que su padrastro (Daniel Ortega) la abusaba desde los 11 años. Los hechos graves no nacen de golpe, crecen en la tolerancia ética y en los desvíos del poder.

La segunda cuestión es el tema del poder estatal. No pocos nicaragüenses aseguran que la represión de Ortega es peor incluso que la del dictador Anastasio Somoza. ¿Porqué se repite la historia? ¿Porqué Stalin fue comparado con el zar Pedro El Grande y los dirigentes comunistas chinos con los viejos mandarines del imperio?

Lo que no funciona es pretender cambiar el mundo desde arriba, desde el aparato estatal, e imponerle los cambios a las masas, como si fueran objetos sin voluntad propia (una de las peores frases que se escucha en la izquierda dice conquistar a las masas). Pretender cambiar el mundo como una totalidad, sustituyendo un todo por otro todo, es un camino que conduce al desastre autoritario, como lo enseña un siglo de revoluciones triunfantes.


Nicaragua – Una historia de traición



por Eric Nepomuceno / La Jornada, 17 de junio 2018
Derechos de autor © Eric Nepomuceno, La Jornada, 2018


El 24 de enero de 1980 fue un jueves. Ese día viajé por primera vez a la Nicaragua sandinista. La revolución que tumbó a Anastasio Somoza llevaba exactos seis meses y cinco días.

De la entonces Junta de Gobierno yo había tenido contacto con el único civil que la integraba, el escritor Sergio Ramírez, una amistad que permaneció intacta a lo largo de todos esos largos años.

Los otros cuatro venían de la guerrilla que había liquidado la dinastía que saqueaba y sofocaba aquel bello y ensangrentado país.

En los nueve años siguientes mis lazos con la revolución sandinista se fortalecieron más en cada visita, que fueron muchísimas. Eran mis años jóvenes, y nosotros, extranjeros que apoyábamos la revolución, tuvimos bastante contacto con varios de los integrantes del gobierno. Unos más expansivos, otros menos.

Daniel Ortega me parecía un hombre cerrado, de mirada desconfiada. Una vez, en 1986, me habló de su hermano Camilo, muerto en combate con las fuerzas del dictador Anastasio Somoza. También dijo que de los 15 a los 34 años jamás tuvo casa; vivió en la clandestinidad.

Al oírlo contar que había vivido clandestino más de la mitad de su vida hasta el triunfo de la revolución, por primera y única vez sentí algo de humano en aquella figura de piedra.

A mediados de 1991 me contaron de la piñata sandinista, un saqueo con ferocidad de buitres. La imagen de una piñata quedó grabada en mi memoria como un insulto a la revolución, a quienes murieron por ella, a quienes creyeron en ella. Dudé mucho en aceptar como verdad lo que verdad era.

Años después, supe más: que, en realidad, la piñata sandinista surgió cuando la revolución todavía existía y los nicaragüenses mantenían aquel fuego de esperanza, mientras su país era sofocado por Ronald Reagan desde afuera y por los traidores desde adentro.

Supe que el mítico Tomás Borge, último sobreviviente del quinteto que en 1961 fundó el Frente Sandinista, y en cuya casa me hospedé varias veces –a Tomás le gustaba ser amigo de escritores, y en la misma casa recibió a Eduardo Galeano, Jorge Enrique Adoum, Julio Cortázar y Mario Benedetti, entre otros– fue beneficiado por la citada piñata antes aún de la derrota electoral de 1990. Recordé las veces en que el comandante nos llevó a lo que decía ser mi asador, como digo yo cuando recibo amigos en Río y los llevo a mi restaurante. La diferencia es que aquel asador era efectivamente de Tomás, y de míos los restaurantes a que me gustaba ir en Río sólo tienen mi presencia…

Supe también que al incautar propiedades de somocistas y pasarlas al Estado, Daniel Ortega se reservó una sonante cantidad de inmuebles en Managua. Varias de las casas de protocolo en el barrio Las Colinas, antiguo reducto de ricos muy ricos, incautadas por la revolución y reservadas para hospedar a visitantes extranjeros, eran en realidad propiedades de Daniel. Y me puse a pensar que a lo mejor habíamos sido huéspedes de él y no del gobierno.

Aquella ha sido la última revolución de mi generación y, en su modelo, la última de la historia. En muchos momentos sentíamos que los nicaragüenses y su revolución sandinista llegarían a realizar sueños imposibles, a rozar el cielo con las manos.

Guardaré para siempre en lo mejor de mi memoria aquellos años de luminosidad absoluta, de la esperanza imponiéndose a la vida. Pero la revolución fue traicionada de manera vil, imperdonable.


Derrotó a la dinastía de los Somoza para ser sucedida por otra, igualmente perversa, abusadora: la dinastía de Daniel Ortega y su señora esposa, Rosario Murillo.

Por esos días se murió el cardenal Miguel Obando y Bravo, quien fue arzobispo de Managua y un enemigo feroz de aquel proceso, en clarísima alianza con los somocistas derrocados y los que se oponían a los sandinistas.

A cierta altura de la guerra abierta entre los sandinistas y los contra respaldados por Washington, Obando llegó a ser nombrado integrante del gobierno en el exilio. Al amparo de su púlpito, fue más eficaz vocero de la contra-revolución.

Pasado el tiempo, el mismo monseñor Obando se transformó en aliado fidelísimo del mismo Daniel que se instaló en el gobierno aliado con la derecha más feroz y el empresariado más avaro, y que desde 2006 se elige y relige en elecciones claramente manipuladas.

El Daniel que ahora encabeza una nueva dinastía, la dinastía de una pareja, que mata y trucida muchachos como lo era su hermano Camilo cuando fue asesinado por la dinastía anterior, la de los Somoza.

Desde abril centenares de jóvenes nicaragüenses, todos o casi todos, nacidos después del final de aquella revolución traicionada, son muertos por un gobierno aislado y que carece de legitimidad.

Un traidor es y siempre será un traidor.

Pero hay traidores de peor calaña.

José Daniel Ortega Saavedra pertenece, con méritos, a esa especie.


*****


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Fuentes de la segunda parte

Nicaragua: La locura del poder
Nicaragua – Una historia de traición
Los dos artículos son reproducidos también por GlobalResearch.Ca

Lecturas recomendadas de la segunda parte

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Nicaragua en su laberinto
Por qué la revolución sandinista se fue al traste
Daniel Ortega, Murillo y la memoria de la dictadura

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