Una retrospectiva histórica
por Tito Andino U.
A 70 años de la creación del Estado de Israel, el sionismo siempre será noticia de actualidad, poco convencionales son las acciones del gobierno de Israel y sus lobbies de apoyo internacional fomentando no solo el rechazo de un amplio segmento de la población alrededor del mundo, sino que coadyuva a la continua difusión de una mítica y antiquísima 'conspiración mundial judía'.
Comencemos con una advertencia:
Personalmente no me siento cómodo tratando el tema, no por la complejidad en explicar los hechos, sino por el morbo que despierta. Publicar este artículo en momentos que se está cometiendo una nueva masacre contra los civiles palestinos es una especie de "suicidio internáutico" de mi parte.
No estoy lo suficientemente "chiflado" para ir en contra de la opinión de millones de personas que, con toda razón, protestan contra las políticas de apartheid israelí y sus ínfulas guerreristas. Gran parte de la crítica es real y comprensible, rechazo el alevoso e intimidante accionar del gobierno de Israel en contra de la población palestina en los territorios ocupados, quienes -con todo derecho- seguirán negándose a someterse a una vida de humillaciones y restricciones en el inmenso campo de concentración que se ha convertido Gaza y las regiones administradas por la Autoridad Nacional Palestina.
Ni moral ni legal, peor aún, bajo ninguna causa se puede justificar los crímenes contra la nación Palestina, los últimos hechos en protesta por el traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén y la declaración oficial de estado-nación judío lo confirman, eso no tiene otra consecuencia que asesinatos, masacres deliberadas, limpieza étnica, genocidio en general.
La coyuntura mundial actual, controlada por los Estados Unidos y sus aliados, impide que este tipo de actos sean sancionados por la comunidad internacional, mas, se seguirá exigiendo que los responsables respondan por sus acciones.
Divagando en la problemática
La ilustración gráfica es elocuente, ha sido utilizada en diferentes medios para demostrar que bajo el poder político y financiero se puede hacer aparecer como víctima al del fusil y como 'terrorista' al pequeño del globo.
No hace falta recordar que nuestra historia (la universal) rebosa de mitos y leyendas populares, muchas son fervientes llamadas al patriotismo en tiempos difíciles de una nación o fábulas urbanas que van contándose de generación en generación, convirtiéndose en parte de una cultura popular de amplia divulgación.
Eso en sí no tiene nada de extraño, ni de malo, salvo cuando se aprovecha y explota ruinmente con diversos propósitos políticos, el resultado será evidente, se transformará en una maliciosa "conspiración" en la psiquis colectiva, implicando un real peligro para el blanco de aquellas especulaciones.
Por más que se demuestre con suficientes fuentes historiográficas la falsedad o utilización mal intencionada de un mito, es difícil y hasta imposible desmentirlo, inevitablemente cada cierto periodo histórico (largo, corto o hasta continuado) alguien volverá a reiterarlo.
La compleja naturaleza humana tiende dar crédito a suposiciones cargadas con un matiz altamente sensacionalista, busca patrones de conducta coincidentes donde no los hay, evita la explicación lógica y lo hace porque es intrínseco a nuestra condición, inconscientemente nos internarnos en una "búsqueda mística de sentido" a nuestra vidas.
Este tipo de comportamiento, dentro de la psicología humana, es perceptible. Hay quienes sienten enorme satisfacción al descubrir "su verdad" en la lectura de determinada literatura catalogada como "teoría de la conspiración", y, ese término "despectivo" no se aplica por desprecio, sino por falta de credibilidad, de razonamiento lógico y cognoscitivo, ausente de conclusiones coherentes y de fuentes dignas de resaltar, no obstante que la moderna historiografía proporciona abundante material para una investigación seria.
La historia como ciencia social no es inmune a este fenómeno por mucho que nos esforcemos en hacer prevalecer la verdad.
El periodista y escritor italiano Indro Montanelli, muy conocido en su tiempo, tuvo que lidiar una época difícil para su profesión, con ironía expresaba: "No permitas que la verdad te arruine una excelente noticia". Así, por ejemplo, los judíos y/o los sionistas están poco interesados en desmentir rumores, a tal punto que contribuyen a incrementar el mito, ese acto es consciente, una inacción deliberada ante una "excelente noticia" que mantiene abierta la posibilidad de sostener y denunciar a perpetuidad la persecución en su contra, lógicamente en su beneficio.
Nunca faltarán quienes repitan falsas noticias e historias de una supuesta trama oculta, decenas de teorías que hoy denominamos conspiranoicas nacerán y aquellas viejas leyendas urbanas serán reeditadas con variantes gracias a los servicios inestimables del internet.
Así será siempre. Muchísimos quedan fascinados con la teorías de la conspiración de la misma forma como a mi me encanta la ciencia ficción del cine. Reflexione el lector:
Si el judaísmo y/o el sionismo son el enemigo de la humanidad, si están plenamente identificados (¿por quién?) como los causantes de los males de nuestra Tierra, ¿por qué nadie ha hecho algo para frenar la "conquista mundial" de un selectivo grupo de conspiradores?. Una pasividad internacional sería el supuesto indicio que ya nada se puede hacer, que "los sionistas controlan todo". Vamos a demostrar que esta teoría, de la 'conspiración mundial judía', ahora reciclada como 'conspiración mundial sionista' es otra de las tantas especulaciones de carácter conspiranoico y; por ello, nadie cuerdo hace nada, la hipótesis está errada.
Es evidente que un análisis concienzudo y riguroso del tema es imposible por este medio, un solo artículo, dos, tres o más, no serán suficientes, esto da para varios voluminosos tomos. Así que iremos aportando datos resumidos pero precisos. Este blog quiere evitar dar una falsa imagen con publicaciones que aparenten dedicatoria especial, no las hay. Este sitio no es anti nada, se centra en un estricto carácter histórico-sociológico, intenta contribuir en el esclarecimiento de las causas geopolíticas que motivan los conflictos internacionales.
Sobre el presente ensayo, algunas lecturas relacionadas están recomendadas en las notas a píe de página. Con el apoyo de eminencias en la materia, nos adentraremos con más detalles en el verdadero origen y función del sionismo, diferentes o análogos estudios complementarán la investigación.
Cuestiones elementales
Los verdaderos historiadores recurren a las fuentes historiográficas para demostrar que la fundación del estado de Israel es un proyecto colonialista de las potencias cristianas de Occidente. Demostrado está que el sionismo es uno más de los varios instrumentos con que se valieron los Imperios para seguir imponiendo sus reglas político-económicas.
El objetivo de los titiriteros del sionismo es mantener su modelo económico capitalista, dominación y control geopolítico. Como sabemos, la era del imperialismo colonial terminó, aunque no del todo... actualmente lo conocemos como Globalización (colonialismo económico). Este modelo, ayer como hoy, necesita y se nutre de conflictos armados para aferrarse en el poder y suele utilizar el fervor religioso como instrumento; a manera de ejemplo es una especie depredadora que va eliminando la competencia por el control de los recursos.
La muestra más palpable es la utilidad para el Pentágono de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF por sus siglas en inglés), los Estados Unidos anualmente invierten miles de millones de dólares para mantener esa poderosa fuerza armada y en el resguardo de sus arsenales almacenados en Israel en las instalaciones 51, 53, 55 y 56. Como bien señala el internacionalista Thierry Meyssan, "Israel es el arsenal del Pentágono en el Medio Oriente", por lo mismo las IDF son la fuerza regional de los Estados Unidos, cualquier intento de atacar militarmente a Israel debe considerarse como un ataque directo a EEUU.
De una vez por todas:
- El sionismo no es ninguna conspiración mundial judía creada por un grupo de psicópatas para apoderarse del mundo.
- El movimiento sionista nació en Europa y continúa siendo eurocentrista, constituye parte del engranaje de la política imperial británica, luego adoptada por los Estados Unidos de América y sus aliados europeos.
- El término “sionismo” probablemente fue referido alrededor de 1891 (se dice por Nathan Birnbaum, un judío austriaco) hace referencia a Sion (Monte Sion) en Jerusalem.
- El movimiento político sionista es una doctrina nacionalista surgido a fines del siglo XIX (1896) dentro del seno de comunidades judías europeas, sus promotores son conocidos como “sionistas”.
- Se identificaron con la idealización del retorno y dirigencia del territorio de Palestina.
- Supuestamente, rescatando a los judíos del antisemitismo lograrían que "la masa hambrienta y abigarrada de judíos podría salir de la pobreza".
- Aquellas aspiraciones, en realidad, fueron muy anteriores al aparecimiento del "sionismo", entre otros factores por la violencia antisemita que se desataba periódicamente contra los judíos en Europa Central y del Este (pogroms).
- Su objetivo primordial se consiguió -retornar a la 'Tierra Prometida' (Israel o Sión)- tras haber sido desterrados de ésta.
- El método utilizado: La compra de tierras a los árabes, la colonización, la conquista territorial de los dominios de Palestina y la obtención de una ciudadanía en 1948 al lograr que el declarado Estado de Israel reciba reconocimiento internacional.
Otros datos históricos de interés
El sionismo de Herzl -fue desde el inicio patrocinado por el Imperio británico- fusionó la exaltación cultural-religiosa-histórica del judaísmo tradicional y un moderno nacionalismo que aglutinaba pensamientos políticos de cualquier tendencia y fe.
Pese a lo que dice Theodor Herzl en el "Estado Judío", el sionismo no impuso las reglas a Inglaterra. Los sionistas fueron, son y serán una herramienta de la política colonial imperial que le brindó y sigue dándole protección.
Para algunos historiadores, Theodor Herzl no fue judío (pero eso no viene al caso). Lo importante es que Herzl -una vez más debemos insistir- siempre representó los intereses británicos, alineado con la política eurocentrista vigente en su época, es decir, imperialista y capitalista. En ese sentido, Herzl ofreció el naciente movimiento político sionista como contención, en el Próximo Oriente, del emergente mundo árabe, a cambio de obtener una patria para los judíos.
"Para Europa formaríamos allí parte integrante del baluarte contra el Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie. Como estado neutral mantendríamos relaciones con toda Europa que, a su vez, tendría que garantizar nuestra existencia" T. Herzl, 'El Estado Judío'.
Las circunstancias históricas jugaron en favor de los británicos, Palestina era en ese tiempo parte del Imperio Otomano, su enemigo. El sionismo hizo lo mismo que el wahabismo (cuna del actual reino de los Saud), ofrecieron su gente para trabajar como quinta columnistas dentro del Imperio Otomano esperando ser reconocidos como estado (los sionistas) y monarquía (los saudíes). La Reina de los Mares urgía controlar aquella zona que le estaba vedada para un rápido desplazamiento hacia las Indias Coloniales.
No debemos quedarnos con la impresión que esa fue una "brillante" idea surgida del naciente círculo sionista de Herzl, aquella estrategia ya era manejada por Su Majestad desde hace casi un siglo atrás, por algo el Imperio británico ha mantenido su poder: Arrebatar Palestina a los Otomanos significaba no solo poder geopolítico y económico, asentando una base (incluso si hoy se llama Israel) desde la cual operaría la defensa de sus intereses, atacando y defendiéndose de sus enemigos.
La supuesta guerra entre judíos y musulmanes no es otra cosa que una guerra política que conserva ese viejo esquema colonialista europeo. Nos hemos olvidado o no queremos reconocer que Israel es otro estado colonial. En la actualidad el conflicto árabe-israelí va desapareciendo por los pactos entre Israel y países árabes (Egipto, Jordania), así como alianzas secretas de Israel con las monarquías del Golfo con quienes mantiene excelentes relaciones comerciales y de otra índole. En este sentido, no existe ninguna guerra religiosa que abarque las tres religiones monoteistas (islámica, judía y cristiana). El conflicto radica en las pretensiones políticas y soberanas tanto de Israel como de la nación Palestina. Además, como vemos, a los árabes les ha dejado de importarles o ignoran los crímenes israelíes y del imperialismo en el mundo, salvo por naciones como Siria, Líbano, Irán, Yemen
El verdadero origen del sionismo.
En adelante el texto corresponde a la autoría del intelectual francés Thierry Meyssan, son extractos de un excelente artículo titulado "Quién es el enemigo?" (2014). Para quienes desean conocer la verdad -y no las clásicas teorías conspiranoicas sobre el sionismo- es el momento oportuno.
A mediados del siglo XVII, los calvinistas británicos se reagruparon alrededor de Oliver Cromwell y cuestionaron la fe y la jerarquía del régimen imperante en Gran Bretaña. Después de derrocar la monarquía anglicana, el «Lord protector» pretendió permitir al pueblo inglés alcanzar el estado de pureza moral necesario para atravesar una tribulación de siete años, acoger el regreso de Cristo y vivir apaciblemente con él durante 1.000 años, el «Millenium». Para ello, según su interpretación de la Biblia, había que dispersar a los judíos por todo el mundo, reagruparlos después en Palestina y reconstruir allí el templo de Salomón. Bajo esa perspectiva, Oliver Cromwell instauró un régimen puritano, anuló en 1656 la medida que prohibía a los judíos instalarse en Inglaterra y anunció que su país se comprometía a crear en Palestina el Estado de Israel (1).
Al ser derrocada la secta de Cromwell, al final de la «Primera Guerra Civil Inglesa», y resultar muertos o exiliados sus partidarios, se restableció la monarquía anglicana y esta abandonó el sionismo –o sea, el proyecto de creación de un Estado para los judíos. Pero resurgió en el siglo XVIII, con la «Segunda Guerra Civil Inglesa» –así se denomina en los manuales de Historia de la enseñanza secundaria del Reino Unido– que el resto del mundo conoce como la «Guerra de Independencia de los Estados Unidos» (1775-83). Contrariamente a lo que todo el mundo cree, esa guerra no se basó en los ideales de la Ilustración, que más tarde animaron la Revolución Francesa, sino que fue financiada por el rey de Francia y se libró por motivos religiosos y al grito de «¡Nuestro Rey es Jesús!».
George Washington, Thomas Jefferson y Benjamin Franklin, por sólo mencionarlos a ellos, se presentaron como los sucesores de los partidarios exiliados de Oliver Cromwell. Lógicamente, Estados Unidos retomó el proyecto sionista.
En 1868, la reina Victoria designó como primer ministro de Inglaterra al judío Benjamin Disraeli, quien propuso conceder algo de democracia a los descendientes de los partidarios de Cromwell para poder apoyarse sobre todo en el pueblo y extender por el mundo el poder de la Corona. Propuso una alianza con la diáspora judía como medio de aplicar una política imperialista cuya vanguardia sería precisamente esa diáspora. En 1878, el propio Disraeli incluyó «la restauración de Israel» en el orden del día del Congreso de Berlín sobre la nueva repartición del mundo.
Fue sobre esa base sionista que el Reino Unido restableció relaciones con sus ex colonias de América, ya convertidas en Estados Unidos, al término de la «Tercera Guerra Civil Inglesa», denominada en Estados Unidos como «American Civil War» y en Europa continental como la «Guerra de Secesión» (1861-1865), en la que salieron vencedores los WASP (White Anglo-Saxon Puritans) sucesores de los partidarios de Cromwell (2). También en este caso es de manera totalmente errónea que se presenta esa guerra como una lucha contra la esclavitud sin tener en cuenta que cinco Estados del norte todavía seguían practicando esa forma de explotación.
O sea, casi hasta el final del siglo XIX, el sionismo es un proyecto exclusivamente puritano y anglosajón al que se suma sólo una élite judía. Pero es firmemente condenado por los rabinos, quienes interpretan la Torah como una alegoría y no como un plan político.
Entre las consecuencias actuales de esos hechos históricos está el que haya que reconocer que el sionismo, además de plantear como objetivo la creación de un Estado para los judíos, también sirvió de base a la fundación de Estados Unidos. A partir de esa conclusión, la cuestión de saber si las decisiones políticas de ese conjunto se toman en Washington o en Tel Aviv deja de tener relevancia. La misma ideología controla el poder en ambos países. Por otro lado, al ser el sionismo el elemento que permitió la reconciliación entre Londres y Washington cuestionarlo es atacar la base misma de esa alianza, la más poderosa del mundo.
La adhesión de los judíos al sionismo anglosajón
Precursores del sionismo, de izquierda a derecha: Oliver Cromwell (británico); Benjamín Disraeli (judío inglés); y, el reverendo William E. Blackstone (cristiano estadounidense).
En la historia oficial actual generalmente se pasa por alto el periodo del siglo XVII al siglo XIX y se presenta a Theodor Herzl como el fundador del sionismo. Sin embargo, según las publicaciones internas de la Organización Sionista Mundial, eso también es falso.
El verdadero fundador del sionismo contemporáneo no es un judío sino un cristiano dispensionalista. El reverendo William E. Blackstone era un predicador estadounidense que consideraba que los verdaderos cristianos no tendrían que sufrir las duras pruebas del fin de los tiempos. Predicaba que los verdaderos cristianos serían sustraídos a la batalla final y enviados al cielo (el llamado «arrebatamiento de la Iglesia», en inglés «the rapture»). Para el reverendo Blackstone, los judíos librarían esa batalla, de la que saldrían además convertidos a la fe del Cristo victorioso.
Es la teología del reverendo Blackstone lo que sirvió de base al inquebrantable apoyo de Washington a la creación de Israel. Y eso sucedió muchos antes de la creación del AIPAC y de que ese grupo de presión proisraelí tomara el control del Congreso de Estados Unidos. En realidad, el poder de ese grupo de presión no reside tanto en su dinero y su capacidad para financiar campañas electorales como en esa ideología, que aún sigue vigente en Estados Unidos (3).
Por muy estúpida que pueda parecer, la teología del «arrebatamiento» es hoy en día muy poderosa en Estados Unidos. Incluso se ha convertido en un fenómeno de librería y ha llegado a las pantallas cinematográficas (Ver el film Left Behind, con Nicolas Cage).
Theodor Herzl y Cecil Rhodes, dos famosos políticos al servicio de su Majestad Británica
Theodor Herzl era un admirador del comerciante de diamantes Cecil Rhodes, el teórico del imperialismo británico y fundador de Sudáfrica, de Rhodesia (a la que incluso dio su nombre) y de Zambia (ex Rhodesia del Norte). Herzl no era israelita y ni siquiera le había hecho la circuncisión a su hijo. Ateo, como muchos burgueses europeos de su época, Herzl recomendó al principio la asimilación de los judíos, estimando incluso que debían convertirse al cristianismo. Sin embargo, retomando la teoría de Disraeli, Herzl concluyó que la mejor solución era hacerlos participar en el colonialismo británico creando un Estado judío, en la actual Uganda o en Argentina, así que siguió el ejemplo de Cecil Rhodes con la compra de tierras y con la creación de la Agencia Judía.
Blackstone logró convencer a Herzl de que debía vincular las preocupaciones de los dispensionalistas con las de los colonialistas. Para eso bastaba con estipular que la creación de Israel debía ser en Palestina y justificarla con referencias bíblicas. Gracias a esa idea bastante simple Blackstone y Herzl lograron que la mayoría de los judíos se sumara a su proyecto. Hoy en día Herzl está enterrado en Israel –en la cima del Monte Herzl– y el Estado israelí puso en su ataúd la Biblia anotada que Blackstone le había regalado.
El objetivo del sionismo nunca fue «salvar al pueblo judío dándole una patria» sino hacer triunfar el imperialismo anglosajón asociando los judíos a esa empresa.
Además, no sólo el sionismo no es un producto de la cultura judía sino que la mayoría de los sionistas nunca fueron judíos, mientras que la mayoría de los judíos sionistas no son israelitas (4). Las referencias bíblicas, omnipresentes en el discurso oficial israelí, sólo reflejan el pensamiento del sector creyente del país y su principal función no es otra que convencer a la población estadounidense.
Fue durante ese periodo cuando se inventó el mito del pueblo judío. Hasta aquel momento los judíos se habían considerado como personas pertenecientes a una religión y reconocían que sus correligionarios europeos no eran descendientes de los judíos de Palestina sino de otras poblaciones que se habían convertido a esa religión durante el transcurso de la Historia (5).
Blackstone y Herzl fabricaron artificialmente la idea según la cual todos los judíos del mundo serían descendientes de los antiguos judíos de Palestina. A partir de ese momento el término «judío» comienza a aplicarse no sólo a la religión israelita sino que pasa a designar también una etnia. Basándose en una lectura literal de la Biblia, todos los judíos pasan así a ser beneficiarios de una promesa divina sobre la tierra palestina.
El Pacto Anglosajón para la creación de Israel en Palestina
De izquierda a derecha: el presidente estadounidense Woodrow Wilson; el primer ministro británico David Lloyd George; y, Lord Arthur James Balfour.
La decisión de crear un Estado judío en Palestina fue tomada conjuntamente por los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos. La negoció el primer juez judío de la Corte Suprema estadounidense, Louis Brandela, bajo los auspicios del reverendo Blackstone, y fue aprobada tanto por el presidente estadounidense Woodrow Wilson como por el primer ministro británico David Lloyd George después de los acuerdos franco-británicos Sykes-Picot, en los que Francia y Gran Bretaña se repartían el «Medio Oriente». Este acuerdo sólo se hizo público de forma paulatina.
Al futuro secretario de Estado británico para las Colonias Leo Amery se le confió la tarea de instruir a los veteranos del «Cuerpo de Muleros de Sión» para crear, con los agentes británicos Ze’ev Jabotinsky y Chaim Weizmann, la «Legión Judía» en el seno del ejército británico.
El 2 de noviembre de 1917, el ministro británico de Relaciones Exteriores, Lord Balfour, envió a Lord Walter Rotschild una carta abierta en la que se comprometía a crear un «hogar nacional judío» en Palestina. El presidente estadounidense Woodrow Wilson incluyó la creación de Israel entre sus objetivos de guerra oficialmente reconocidos (es el n° 12 de los 14 puntos presentados al Congreso de Estados Unidos el 8 de enero de 1918) (6).
Todo ello demuestra que la decisión de crear el Estado de Israel no tiene nada que ver con la masacre contra los judíos desatada veinte años después en Europa, durante la Segunda Guerra Mundial.
El 3 de enero de 1919, durante la Conferencia de Paz de París, el emir Faisal –hijo del sharif de la Meca y futuro rey del Irak británico– firmó con la Organización Sionista Mundial un acuerdo donde se comprometía a respaldar la decisión anglosajona.
Así que la creación del Estado de Israel, concretada en contra de la población de Palestina, también contó con la complicidad de las monarquías árabes. En aquella época, el sharif de la Meca Husein ben Ali no interpretaba el Corán como lo hace el Hamas, no pensaba que «una tierra musulmana no puede ser gobernada por no musulmanes».
La creación jurídica del Estado de Israel
Declaración del Estado de Israel (1948)
En mayo de 1942, las organizaciones sionistas realizaron su congreso en el hotel Biltmore de Nueva York. Los participantes decidieron convertir el «hogar nacional judío» de Palestina en el «Commonwealth judío» (referencia al Commonwealth brevemente instaurado por Cromwell en lugar de la monarquía británica) y autorizar la inmigración masiva de los judíos hacia Palestina. En un documento secreto se fijaron tres objetivos muy precisos:
- 1. El Estado judío abarcaría la totalidad de Palestina y probablemente la Transjordania;
- 2. el desplazamiento de la población árabe a Irak y,
- 3. el control por parte de los judíos de todos los sectores de desarrollo y control de la economía en todo el Medio Oriente.
En aquel momento, casi todos los participantes en el congreso de Nueva York ignoraban que la "solución final de la cuestión judía" (die Endlösung der Judenfrage) acaba de entrar en aplicación secretamente en Europa.
En definitiva, cuando los británicos ya no hallaban qué hacer para complacer simultáneamente a los judíos y los árabes, la ONU –que sólo contaba entonces con 46 Estados miembros– propuso un plan de partición de Palestina a partir de las indicaciones que le habían proporcionado… los británicos. Debía crearse un Estado binacional conformado por un Estado judío, un Estado árabe y una zona «bajo régimen internacional especial» para administrar los lugares sagrados (Jerusalén y Belén). El proyecto fue adoptado mediante la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU (7).
Sin esperar por la continuación de las negociaciones, el presidente de la Agencia Judía, David Ben Gurión, proclama unilateralmente el Estado de Israel, inmediatamente reconocido por Estados Unidos. Los árabes que vivían en territorio israelí se vieron sometidos a un régimen de ley marcial, se limitaron sus desplazamientos y sus pasaportes fueron confiscados. Los países árabes que acababan de alcanzar la independencia decidieron intervenir pero, al no disponer de ejércitos ya conformados, fueron rápidamente derrotados. Durante aquella guerra, Israel procedió a una limpieza étnica y obligó a no menos de 700 000 árabes a huir de sus hogares. (Nota del editor del blog: Las guerras de Israel desde su creación como estado está ampliamente documentado. Solo recordemos algunos detalles de interés).
La Resolución 181 de la ONU implica el regreso de los 700 000 árabes expulsados de sus tierras, la creación de un Estado árabe y la internacionalización de Jerusalén.
La Resolución 194 reafirma los principios ya enunciados en la Resolución 181 y proclama el derecho inalienable de los palestinos a regresar a su tierra y a ser indemnizados por los perjuicios sufridos (8).
La Resolución 194 reafirma los principios ya enunciados en la Resolución 181 y proclama el derecho inalienable de los palestinos a regresar a su tierra y a ser indemnizados por los perjuicios sufridos (8).
Israel fue admitido como miembro de la ONU al comprometerse respetar y aplicar las resoluciones de la ONU. Un hecho curioso es que se demostró la responsabilidad de Israel en el asesinato del conde Folke Bernadotte, enviado especial de la ONU, el 17 de septiembre de 1948, por orden del futuro primer ministro de Israel, Yitzhak Shamir. Las autoridades israelíes habían arrestado, juzgado y condenado a los asesinos de Bernadotte, pero al admitirse a Israel como Estado miembro de la ONU (11 mayo 1949), los asesinos fueron amnistiados y el individuo que había disparado sobre el conde se convirtió en guardaespaldas personal del primer ministro israelí David Ben Gurión.
Desde su admisión en la ONU, Israel ha violado constantemente las sucesivas resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad sobre la cuestión israelo-palestina. Sus vínculos orgánicos con dos de los miembros del Consejo de Seguridad con derecho de veto han mantenido a Israel fuera del alcance del derecho internacional. Israel se ha convertido así en un Estado offshore gracias al cual Estados Unidos y el Reino Unido pueden darse el lujo de fingir ser Estados que respetan el derecho internacional, cuando en realidad lo violan a través de ese seudo Estado.
Creer que la cuestión de Israel es un problema exclusivo del Medio Oriente es un error total y absoluto. Hoy en día, Israel opera militarmente en todo el mundo, como agente del imperialismo anglosajón. En Latinoamérica, en África, en Asia.
Por otro lado, Israel controla numerosas instituciones mediáticas y financieras, como la Reserva Federal estadounidense (N. del E.: lo que ha hecho impulsar la teoría de la conspiración mundial judía).
NOTAS
(1) Sobre la historia del sionismo, el lector puede remitirse al capítulo «Israel y los anglosajones» de mi libro L’Effroyable imposture 2, Manipulations et désinformations, Edition Alphée, 2007. Los lectores encontrarán numerosas referencias bibliográficas en ese texto.
(2) The Cousins’ Wars: Religion, Politics, Civil Warfare and the Triumph of Anglo-America, por Kevin Phillips, Basic Books (1999).
(3) Ver principalmente American Theocracy (2006) de Kevin Phillips, excepcional historiador que fue consejero de Richard Nixon.
(4) Es importante recordar en este punto que el término «israelita» designa fundamentalmente a los hebreos seguidores de la ley de Moisés mientras que el término «israelí» es simplemente el gentilicio utilizado para designar a los ciudadanos de Israel. Nota de la «Red Voltaire».
(5) El lector interesado podrá consultar una interesante síntesis de los trabajos históricos sobre ese tema titulada Comment le peuple juif fut inventé (en español, “Cómo se inventó el pueblo judío”), por Shlomo Sand, Fayard, 2008.
(6) La formulación del punto 12 es particularmente oscura. Durante la conferencia de paz de París, en 1919, el emir Faisal invocó ese punto para reclamar el derecho de los pueblos que habían vivido bajo el yugo otomano a disponer de sí mismos. Y le respondieron que podía escoger entre una Siria bajo uno o varios mandatos. Para sorpresa de la delegación estadounidense, la delegación sionista argumentó por su parte que en el punto 12 el presidente Wilson se había comprometido a respaldar el Commonwealth judío. En definitiva, Wilson confirmó por escrito que había que interpretar el punto 12 como un compromiso de Washington a favor de la creación de la creación de Israel y de la restauración de Armenia. Ver «Les quatorze points du président Wilson», Réseau Voltaire, 8 de enero de 1918.
(7) «Résolution 181 de l’Assemblée générale de l’Onu», Réseau Voltaire, 29 de noviembre de 1947.
(8) «Résolution 194 de l’Assemblée générale de l’ONU», Réseau Voltaire, 11 de diciembre de 1948.
Fuentes de consulta:
¿Quién es el enemigo?
Cómo se inventó el pueblo judío. Deconstrucción de una historia mítica
Entrevista al historiador israelí Shlomo Sand: El judaísmo no es una esencia, sino una gran religión
Cómo se inventó el pueblo judío. Deconstrucción de una historia mítica
Entrevista al historiador israelí Shlomo Sand: El judaísmo no es una esencia, sino una gran religión
Entrevista a Shlomo Sand, profesor de Historia de la Universidad de Tel Aviv. ¿Se puede inventar un nuevo Israel?
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