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16 agosto 2019

Mito y realidades de la no violencia




por Domenico Losurdo

Un libro que salió a la venta en Italia «La non-violenza. Una storia fuori dal mito», (La Cultura de la No violencia, en castellano, 2011) del profesor Domenico Losurdo explora el concepto de no violencia y su uso en la historia contemporánea. Dejando de lado las ideas preconcebidas, muestra también sus ambigüedades. Lo que a menudo ha sido una exigencia de carácter pacifista, también puede ser una manera de huir de las responsabilidades y se convierte hoy en un disfraz de la propaganda para justificar todo tipo de injerencias. El profesor Domenico Losurdo responde a las preguntas de Marie-Ange Patrizio sobre este tema.


Mohandas Karamchand Gandhi

➤ Marie-Ange Patrizio: El concepto de no violencia nos hace pensar inmediatamente en Gandhi. ¿Qué piensa usted de esa gran personalidad histórica?

Domenico Losurdo: Hay que separar la evolución de Gandhi en dos fases. Durante la primera fase, Gandhi no tiene para nada en mente la emancipación general de los pueblos colonizados. Por el contrario, lo que hace es exhortar a la potencia colonial, Gran Bretaña, a no confundir el pueblo indio –que, al igual que los ingleses, proviene de una antigua civilización y cuyos orígenes raciales son «arios»– con los negros, ni tampoco con «los rústicos cafres, quienes tienen la caza como ocupación y cuya única ambición consiste en reunir cierta cantidad de cabezas de ganado para conquistar una mujer y llevar posteriormente una existencia de indolencia y desnudez» (sic).

En aras de obtener la aceptación de la raza dominante, del pueblo de señores (arios y blancos), a principios del siglo XX Gandhi llama a sus compatriotas a ponerse al servicio del ejército imperial, que había emprendido por aquel entonces una feroz campaña de represión contra los zulúes.

Lo más importante es que, durante la Primera Guerra Mundial, el presunto campeón de la no violencia decide reclutar 500 000 hombres para el ejército británico. Pone tanto celo en esa tarea que incluso envía una carta al secretario personal del virrey: «Me parece que si me convirtiera en reclutador en jefe, yo sería capaz de sumergirlo de hombres». Al dirigirse a sus compatriotas y al virrey, Gandhi insiste de manera casi obsesiva en su propia disposición a asumir el sacrificio del que todo un pueblo está llamado a dar prueba: hay que «ofrecer al Imperio nuestro apoyo total y decidido»; la India debe estar dispuesta a «ofrecer, en el momento crítico, sus hijos sanos para que se sacrifiquen por el Imperio», a «ofrecer en este momento crítico todos sus hijos aptos para el combate como ofrenda al Imperio»; «en defensa del Imperio debemos dar todos los hombres de que dispongamos».

Dando muestra de una coherencia de acero, Gandhi expresa el deseo de que sus propios hijos se enrolen y participen en la guerra.

➤ Marie-Ange Patrizio: En ese sentido, usted contrasta la actitud de Gandhi con la del movimiento antimilitarista de inspiración socialista y marxista y el que sale mejor parado [en la comparación] es precisamente este último.


Karl Liebknech


Domenico Losurdo: Sí. Yo refuto el mito de que el marxismo es sinónimo de culto a la violencia. Como ejemplo cito en particular a Karl Liebknecht, quien fue posteriormente uno de los fundadores del Partido Comunista alemán, antes de ser asesinado con Rosa Luxemburgo. Después de haber luchado durante mucho tiempo contra el rearme y contra los preparativos para la guerra, al ser llamado a partir para el frente, antes de su arresto por pacifista, Liebknecht envía a su esposa y sus hijos una serie de cartas: «No voy a disparar […] Yo no voy a disparar aunque me lo ordenen. Podrán fusilarme por eso».

➤ Marie-Ange Patrizio: Queda el hecho de que Liebknecht acaba por saludar la violencia de la Revolución de Octubre, dirigida por Lenin.

Domenico Losurdo: No hay que perder de vista que al principio de la Primera Guerra Mundial, Lenin, lejos de celebrar como Gandhi el valor de la vida militar y de la lucha en el frente, expresa su «profunda amargura».

La esperanza, que reviste un carácter moral antes de ser de carácter político, renace en él gracias a un fenómeno que pudiera quizás frenar la infernal máquina de la violencia: se trata de la «fraternización entre los soldados de las naciones beligerantes, incluso en las trincheras». Lenin escribe: «Está bien que los soldados maldigan la guerra. Está bien que exijan la paz. La fraternización puede y debe convertirse en fraternización en todos los frentes. El armisticio de hecho en un frente puede y debe convertirse en armisticio de hecho en todos los frentes».

Desgraciadamente, esa esperanza no se cumple. Los gobiernos beligerantes tratan la fraternización como una traición. Es en ese momento que se plantea la necesidad de escoger, no ya entre la violencia y la no violencia, sino más bien entre la violencia a través de la continuación de la guerra o la violencia de la revolución llamada a poner fin a una carnicería carente de sentido.

No existe diferencia alguna entre los dilemas morales de Lenin y los dilemas morales que enfrentan, en Estados Unidos, los pacifistas cristianos de las primeras décadas del siglo 19 (mi libro parte de ese momento de la historia). Contrarios a cualquier forma de violencia así como a la esclavitud de los negros (que constituye en sí misma una forma de violencia) en momentos en que se perfila y finalmente estalla la guerra de Secesión, los pacifistas cristianos se ven ante una trágica disyuntiva: ¿dar su apoyo directo o indirecto a la continuación de la forma particularmente horrible de violencia que es la institución esclavista o unirse a esa especie de revolución abolicionista que acaba siendo la guerra de la Unión? Los pacifistas más maduros escogen la segunda solución. Adoptan una posición similar a la que más tarde habrá de caracterizar a Lenin, Liebknecht y los bolcheviques en su conjunto.



Portada de la edición castellana del libro de Domenico Lisurdo.

➤ Marie-Ange Patrizio: Dejamos a Gandhi en su papel de reclutador al servicio del ejército británico. Usted mencionó una segunda fase. ¿Cuándo y cómo se produce?

Domenico Losurdo: Dos acontecimientos lo condujeron a ella: uno de carácter internacional y otro nacional. 


La Revolución de Octubre y la difusión de la agitación comunista en las colonias y en la propia India imprimen un formidable impulso a la ideología de la pirámide racial y convierte en algo obsoleto la aspiración a obtener la aceptación de la raza blanca o aria, que se verá entonces ante la rebelión generalizada de los pueblos de color.

Pero el factor decisivo es una experiencia directa y dolorosa para el pueblo indio. Este último esperaba mejorar su condición luchando valientemente en las filas del ejército británico durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, apenas terminadas las celebraciones por la victoria, el poder colonial comete la masacre de Amritsar, durante la primavera de 1919.

Esa represión no sólo cuesta la vida a cientos de indios desarmados sino que constituye además una terrible humillación nacional y racial ya que se obliga a los habitantes de las ciudades rebeldes a arrastrarse a cuatro patas para regresar a sus casas o salir de ellas. Como dice el propio Gandhi, «hombres y mujeres inocentes fueron obligados a arrastrarse como gusanos, sobre el vientre».

El resultado es una ola de indignación provocada por las humillaciones, por la explotación y la represión impuestas por el Imperio británico. Su comportamiento es un «crimen contra la humanidad, posiblemente sin paralelo en la historia». Todo eso hace que desaparezca entre los indios el deseo de ser aceptados como miembros de una raza dominante que ahora les parece odiosa y capaz de cualquier infamia.

➤ Marie-Ange Patrizio: ¿A partir de qué momento toma Gandhi realmente en serio su compromiso con la no violencia?

Domenico Losurdo: En realidad, en el segundo Gandhi la disposición a llamar a sus compatriotas a lanzarse a los campos de batalla al lado de Gran Bretaña no ha desaparecido en lo absoluto, sólo que ahora pone la independencia de la India como condición a ese llamado a las armas.

Resulta sin embargo difícil imaginar a ese segundo Gandhi promocionando la participación de sus compatriotas en la represión de una rebelión como la de los zulúes (pueblo cruelmente oprimido por el colonialismo). A partir de la Revolución de Octubre y de la represión de Amritsar el movimiento independentista indio se convierte en parte integrante del movimiento de liberación de los pueblos oprimidos. Y Gandhi se identifica plenamente con ese movimiento, sin hacer ningún tipo de distinción entre violentos y no violentos.

En junio de 1942, Gandhi expresa su «profunda simpatía» y su «admiración por la heroica lucha y los infinitos sacrificios» del pueblo chino, decidido a defender «la libertad y la integridad» del país. Se trata de una declaración contenida en una carta dirigida a Chiang Kai-Shek, por entonces aliado del Partido Comunista Chino. Todavía en septiembre de 1946 –o sea cuando ya Churchill había comenzado la guerra fría con su discurso de Fulton– Gandhi expresa su simpatía por el «gran pueblo» de la Unión Soviética, dirigido por «un gran hombre como Stalin».

➤ Marie-Ange Patrizio: Usted hace un juicio muy positivo sobre el segundo Gandhi, pero se muestra muy crítico con respecto al Dalai Lama, tan celebrado en nuestra época como heredero de la tradición no violenta.


Tenzin Gyatso y Barack Obama


Domenico Losurdo: Yo cito en mi libro a un ex funcionario de la CIA que declara tranquilamente que la no violencia era una «pantalla» que el Dalai Lama utilizaba para las relaciones públicas de la revuelta armada que él mismo estimulaba en el Tibet, gracias al financiamiento y las armas provenientes de los arsenales estadounidenses [1]. Pero esa revuelta fracasó porque carecía del apoyo de la población. Este ex funcionario de la CIA agrega que, a pesar de su fracaso, aquella operación arrojó, para Estados Unidos, una serie de enseñanzas posteriormente aplicadas «en lugares como Laos y Vietnam», o sea en guerras coloniales que clasifican entre las más bárbaras del siglo XX.

Mientras que el Dalai Lama era recompensado en Washington con reconocimientos y homenajes, Martin Luther King organizaba la oposición contra la guerra de Vietnam y acababa muriendo asesinado precisamente por esa causa.

No menos clara resulta la total contradicción entre Gandhi y el Dalai Lama. El primero habla de «métodos hitlerianos» y de «hitlerismo» al referirse al bombardeo atómico contra Hiroshima y Nagasaki. Abramos ahora el Corriere della Sera del 15 de mayo de 1998. Junto a una foto del Dalai Lama, en la que aparece con las manos unidas como para rezar, encontramos un pequeño artículo muy claro desde el propio título: «El Dalai Lama se pone del lado de Nueva Delhi: “Ellos también tienen derecho a la bomba atómica”», para que sirva de contrapeso –según se precisa después– ante el arsenal nuclear chino. Por supuesto, no aparece [en ese artículo] ni una palabra sobre la amenaza que representa el arsenal nuclear de Estados Unidos, frente al cual se concibió el modesto arsenal chino. 

Y así pudiéramos seguir citando ejemplos similares...

➤ Marie-Ange Patrizio: ¿Existe algún otro factor?

Domenico Losurdo: La identificación de Gandhi con el movimiento anticolonialista es tan fuerte que el 20 de noviembre de 1938, al denunciar la barbarie de la Noche de los Cristales Rotos y las «persecuciones antijudías» que «parecen no tener precedente en la historia», Gandhi no vacila en condenar la colonización sionista en Palestina como «incorrecta e inhumana» y contraria a todo «código moral de conducta».

No creo que el Dalai Lama haya expresado nunca simpatía por las víctimas de la colonización sionista, y no puede ser de otra manera ya que los protectores estadounidenses de «Su Santidad» son los principales responsables, junto a los dirigentes israelíes, del interminable martirio impuesto al pueblo palestino.

➤ Marie-Ange Patrizio: Además del Dalai Lama, usted expresa también bastantes críticas sobre las «revoluciones de colores», cuyo origen sitúa usted en los incidentes de la Plaza Tiananmen.

Domenico Losurdo: Los documentos hoy disponibles, y que fueron publicados y celebrados en Occidente como la revelación final de la verdad, los llamados Tienanmen Papers, demuestran sin que quede sombra de duda que las manifestaciones que se desarrollaron en Pekín (y en otras ciudades de China) durante la primavera de 1989 fueron cualquier cosa menos pacíficas. Los manifestantes utilizaron incluso gases asfixiantes y disponían de medios técnicos tan sofisticados que les permitieron falsificar la edición del Diario del Pueblo. Fue claramente un intento de golpe de Estado [2].

Las sucesivas «revoluciones de colores» [3] han explotado aquel fracaso creando técnicas más sofisticadas, que se exponen y se enseñan con pedagógica paciencia en un manual estadounidense traducido a los diferentes idiomas de los Estados a los que se pretende desestabilizar y que se divulga gratuita y masivamente [4]. Este manual es una especie de «Instrucciones para el golpe de Estado», que se ponen en práctica con ayuda de las embajadas y de ciertas fundaciones estadounidenses y occidentales. En mi libro lo analizo minuciosamente.

Yo me interrogo –en referencia también a los recientes acontecimientos de Irán [5], y utilizando siempre mayoritariamente fuentes y testimonios occidentales– sobre el significado estratégico que han adquirido actualmente, en el marco de la política de los cambios de regímenes, herramientas como Internet, Facebook, Twitter, la telefonía móvil, etc. [6]

➤ Marie-Ange Patrizio: En su libro usted analiza también el debate teológico y filosófico sobre la violencia, debate que viene desarrollándose desde el siglo XX y cuyos protagonistas son grandes teólogos, como Reinhold Niebuhr y Dietrich Bonhoeffer, y grandes filósofos, como Hannah Arendt y Simone Weil. Da la impresión que las simpatías de usted van hacia los teólogos...


Dietrich Bonhoeffer


Domenico Losurdo: Sí, reconozco el encanto de Dietrich Bonhoeffer quien, a pesar de haber sido por un tiempo admirador y discípulo de Gandhi, al enfrentar el horror del III Reich conspira para organizar un atentado contra Hitler, lo cual lo llevará al patíbulo. A quienes tratan de tildar de orgía de sangre el episodio histórico que comenzó en Octubre de 1917 y que prosiguió con las otras grandes revoluciones del siglo 20, yo quisiera sugerirles que reflexionen sobre la polémica Bonhoeffer con aquel que «prefiere el asilo de la virtud privada».

En realidad, es solamente «engañándose a sí mismo [que puede uno] mantener pura su propia irreprochabilidad privada y evitar que esta se manche al actuar de forma responsable en el mundo». Esa es la actitud –afirma el teólogo cristiano– del «fanático» que «se cree capaz de oponerse al poder del mal con la pureza de su voluntad y de su principio». En realidad, «está poniendo su propia inocencia personal por encima de su responsabilidad para con los hombres».

➤ Marie-Ange Patrizio: Partiendo del Dalai Lama y de las «revoluciones de colores», usted denuncia la transformación del lema de la no violencia en una ideología de la desestabilización, del golpe de Estado y, a fin de cuentas, de la guerra. Pero, ¿contiene su libro un mensaje positivo?

Domenico Losurdo: El libro concluye con un llamado a imprimir un nuevo impulso a la lucha por la paz a través de la reactualización de la gran tradición del movimiento antimilitarista. Posiblemente nunca, a través de la historia, el homenaje a la no violencia haya sido tan insistente como en nuestros días. Rodeado de una aureola de santidad, Gandhi goza de una admiración y de una veneración indiscutidas y universalmente reconocidas.

Los héroes de nuestra época reciben la consagración en la medida en que, en base a motivaciones reales o a cálculos de realpolitik, se les incluye en el panteón de los no violentos. Pero la violencia no ha disminuido por ello y se manifiesta no sólo en las guerras y en las amenazas de guerra, sino también a través de bloqueos, embargos, etc. La violencia sigue expresándose, incluso bajo sus formas más brutales.

Recientemente pudimos leer en el Corriere della Serra a un ilustre historiador israelí que mencionaba tranquilamente la posibilidad de «una acción nuclear preventiva por parte de Israel» contra Irán. La paradoja reside en que, para ser eficaz, la lucha por la paz tiene que ser capaz de desenmascarar la transformación, promovida por el imperialismo, de la no violencia en una ideología llamada a justificar la prevaricación y la ley del más fuerte en las relaciones internacionales y, finalmente, en guerra.


Domenico Losurdo
marzo 2010, entrevista realizada en italiano.

Sobre el autor:
Domenico Lisurdo es profesor de Historia de la Filosofía en la Universidad de Urbino (Italia). Dirige, desde 1988, la Internationale Gesellschaft Hegel-Marx für Dialektisches Denken y es miembro fundador de la Associazione Marx XXIesimo secolo. Último libro publicado: La cultura de la no violencia". Es tambiénb autor de "Un mundo sin guerras", entre otros.

Artículo anterior relacionado:

El legado de Gandhi 



Notas del artículo:

[1] «El Dalai Lama y Obama: encuentro entre dos Premios Nóbel de la mentira», por Domenico Losurdo, Red Voltaire, 5 de febrero de 2010.
[2] «Tienanmen, 20 ans après», por Domenico Losurdo, Réseau Voltaire, 9 de junio de 2009.
[3] «La technique du coup d’État coloré», por John Laughland, Réseau Voltaire, 4 de enero de 2010.
[4] «La Albert Einstein Institution: no violencia según la CIA» e «Impérialistes de droite et impérialistes de gauche», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 4 de junio de 2007 y 25 de agosto de 2008.
[5] «La CIA y el laboratorio iraní» y «¿Por qué tendría yo que repudiar la voluntad de los iraníes?», por Thierry Meyssan; «Las elecciones iraníes: el timo del robo electoral», por James Petras, Red Voltaire 17, 19 y 21 de junio de 2009.
[6] «La "revolución de color" fracasa en Irán», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 24 de junio de 2009.

14 agosto 2019

El legado de Gandhi




Una mirada al pasado


por General Vinod Saighal

A pesar de la dominación milenaria por parte de representantes de denominaciones no hindúes que vinieron a gobernar India a través de los mares y a través de las formidables fronteras del Himalaya, la antigua herencia de las civilizaciones de India se mantuvo casi intacta.

De la misma forma, a pesar de que los ocupantes extranjeros llevaron a cabo la conversión de la población hindú a gran escala, la vasta mayoría de la población mantuvo muy firme su fe en los ancestros. Los antiguos Rishi (sabios) de India en la bruma de la antigüedad revelaron al mundo la naturaleza de «Brahman Chaitanga» (Conciencia Cósmica) algunos milenios antes de que surgieran las religiones «Abrahamicas», que se expandieron por muchas partes del mundo durante los dos últimos milenios.

Las denominaciones inspiradas en el Veda (las escrituras hindúes más antiguas en sánscrito) también se expandieron más allá de las costas de India antes de eso, particularmente hacia el Este. Pero a diferencia del Cristianismo y el Islam, el poder militar no tenía ningún papel que desempeñar en la expansión hacia el Este de la religión inspirada en el Veda y del Budismo. La expansión pacífica del pensamiento hindú tampoco condujo a grandes conflicto entre denominaciones en las regiones hasta donde llegó. Es importante recordar esta sutil pero importante diferencia al analizar la influencia que, una India económicamente revitalizada pudiera ejercer cuando el mundo se adentra en el siglo XXI.

Un aspecto a reconsiderar es la forma en que India obtuvo su independencia en 1947, justo cuando el siglo XX se acercaba a su mitad, después de haber visto dos guerras mundiales.

Los historiadores en India han atribuido la independencia de su país a la «satyagraha» [1] de Gandhi; y aunque puede resultar un triste alivio pensar, que en una época envenenada por la violencia, India logró la independencia sobre los frágiles hombros de la filosofía de la no violencia promulgada por Mahatma, tal atribución se aparta considerablemente de la realidad.

La India logró su independencia como resultado del agotamiento de Gran Bretaña después de su participación en dos guerras mundiales y de su sustitución como potencia mundial por las nuevas superpotencias como los Estados Unidos y Rusia. Gran Bretaña ya no podía sostener más su imperio en India por más tiempo.


La Conferencia en Nueva Delhi donde Lord Mountbatten (centro) reveló el plan de partición de Gran Bretaña para India a Nehru y Jinnah. "¿Quién nos otorgó la libertad y cuáles son los documentos relacionados? ¿Mahatma Gandhi, Jawaharlal Nehru o Sardar Vallabhbhai Patel firmaron algún documento? ¿Existe algún pacto entre India y Pakistán que documente la Independencia y Partición de India? ¿Cómo se transfirió el poder o la soberanía de la reina británica a la India?. Uno pensaría que el gobierno tendría respuestas acertadas a estas preguntas pertinentes y uno estaría rotundamente equivocado. En una respuesta impactante a una consulta de RTI del activista Madan Lal Narula, residente de Ferozepur Punjab, la respuesta del gobierno fue: No tengo idea. "No hay documentos disponibles en su oficina relacionados con la partición de la India los días 14 y 15 de agosto de 1947". Siguiendo la dirección, el gobierno ha argumentado que el único documento relacionado con la Independencia y la partición en el que pudieron pensar fue la "Ley de Independencia de la India, 1947", que fue aprobada por el Parlamento británico con respecto a la transferencia de poder. (texto tomado del inglés, artículo: "Who signed Independence, partition docs? No clue" www.dna.india.com. (Texto añadido por el editor de este blog)


El ejército británico-hindú había desempeñado un papel importante en las victorias de los aliados en las dos guerras mundiales. Si después de 1947 los británicos hubieran retrazado la independencia de India, el ejército hindú, ya entrenado en la guerra—el mismo ejército que había apuntalado los dominios británicos por más de un siglo—se habría sublevado muy pronto y habría forzado una penosa retirada británica del país. Ya había ocurrido una rebelión en la marina hindú y el juicio contra los prisioneros del Ejército Nacional de India (INA) de Subas Chandra Bose había despertado el espíritu de un ferviente nacionalismo.

Estaban dadas las condiciones para que al llamado de un líder nacional ocurriera un gran número de amotinamientos a lo largo y ancho del país. Una vez violada la ley y el orden, los británicos se habrían visto envueltos en una llamarada. El Raj (imperio) británico en India, que duró dos siglos, se habría desplomado de un día para otro. Habría conducido a una masacre a gran escala de los británicos, algo que en su lugar sucedió en las comunidades hindúes y musulmanas cuando tuvo lugar la división de la India al anunciarse el premio Radcliffe en 1947.

Al partir, en el momento que lo hicieron, los británicos regresaron a casa llenos de gloria y recibieron el beneplácito de la Corona, tanto así que su último virrey, Lord Louis Mountbatten fue designado gobernador general de la India independiente. Fue tan expresa la aprobación que recibieron tras haber puesto punto final al coloniaje imperial, que los líderes de la India libre llegaron a convertirse en los arquitectos del Commonwealth británico de naciones.

Fue una ironía el hecho que los británicos hayan colocado por primera vez a un hindú en el trono de Delhi después de mil años de dominio extranjero. Los hindúes nunca lucharon por eso. El "trono" fue entregado, por así decirlo, a Pandit Jawahar Lan Nehru, Primer Ministro de la India independiente por decisión del parlamento británico, en Londres. Mientras tanto, M.K. Gandhi, el Apóstol de la Paz, que había defendido la «ahimsa» durante casi medio siglo, sólo podía observar con horror la gran matanza que tuvo lugar cuando el sub-continente fue dividido en las naciones de India y Pakistán.


Mapa del Raj Británico 1909, (literalmente gobierno en hindi) fue el régimen de gobierno colonial de la Corona británica sobre el subcontinente indio entre 1858 y 1947. También conocido como el Gobierno de la Corona en la India, la llamada «India Británica» repartida entre los actuales estados de la India, Pakistán, Bangladesh y Birmania. los estados que eran gobernados por reyes hindúes bajo tutela británica, eran llamados Estados Principescos. La unión política resultante fue también conocida como Imperio indio. Birmania fue separada de la India y directamente administrada por la corona británica desde 1937 hasta su independencia en 1948. Entre otros países de la región: Ceilán (actual Sri Lanka) fue cedida a Gran Bretaña en 1802 en virtud del tratado de Amiens. Ceilán era parte de la residencia de Madrás entre 1793 y 1798.​ Los reinos de Nepal y Bután, entablaron varias guerras con los británicos, posteriormente firmaron tratados con ellos y fueron reconocidos por los británicos como estados independientes. El reino de Afganistán era un estado protegido bajo el dominio británico desde 1890 hasta 1919, mientras que el reino de Nepal fue un protectorado desde 1858 hasta 1923. (Texto tomado y resumido de Wikipedia:  Raj británico, añadido por el editor de este blog).

Gandhi murió poco después, al recibir el impacto mortal de una bala asesina durante una reunión de fieles y a poco más de una milla del lugar desde donde Nehru, el ungido primer ministro, gobernaba la nación. Si Gandhi no hubiera sido asesinado por Nathu Ram Godse, hubiera muerto de desilusión, incapaz de soportar el peso de una de las peores matanzas que ocurrieron en la historia de India, y posiblemente la mayor masacre que, fuera de un contexto bélico, haya ocurrido en la historia de la humanidad.

Es necesario hacer una breve introducción sobre las características del surgimiento de una India moderna para poder comprender la psiquis de sus líderes a la hora de evaluar el proyectado ascenso del país al estatus de potencia mundial en el siglo XXI. ¿Hasta que punto el desarrollo económico de la India podría dar lugar a un poderío militar acorde a su tamaño geográfico y su población?

¿Trataría de seguir a China, que busca la paridad hegemónica con los Estados Unidos de América, la mayor potencia de la actualidad? ¿Existen límites para la proyección de potencia militar concebida por la India en este siglo o en los próximos? Si existen, ¿Qué o quién establece esos límites? Estas preguntas deben analizarse en el contexto del escenario mundial actual y su proyección para las próximas décadas.

Aunque Gandhi continúa teniendo una influencia importante en el discurso político y económico actual en el país, debemos decir que a pesar de que los ideales de Mahatma se citan con reverencia en la mayoría de los foros donde se discute el futuro de la India, su filosofía económica y política no ha encontrado aceptación a la hora de su aplicación práctica. Sin embargo, al final es difícil concebir una India totalmente apartada de las ideas de Mahatma, ya sea en lo relativo al gobierno, el desarrollo sostenible, la armonía de la sociedad pluralista, o en los aspectos relacionados con la conducta de las naciones en la arena internacional.

No es una sorpresa para nadie el hecho de que Gandhi continúe en el centro de interés de tanta gente en el mundo, tanto su personalidad como los ideales que defendió. Desafortunadamente, el debate sobre Mahatma se concentra principalmente en ciertos elementos que nunca fueron puestos en práctica en la tierra donde surgieron.

Si recordamos los acontecimientos del siglo XX, tanto antes como después de la independencia de India, siempre coincidiríamos en que aunque Gandhi no perdió sus esperanzas ni su fe en sus ideales, pudo haber muerto de desilusión, y si no de una inmensa tristeza debido al curso que tomaron los acontecimientos. ¿Acaso la matanza que ocurrió en el momento de la división del país, donde él predicó la ahimsa, indica que su filosofía fracasó? La violencia no terminó con la división; continúa hoy en cada lugar del sub-continente que visitó el «Padre de la Nación».

La creciente distancia que separa los principios de Gandhi de la política que implementaron los sucesores de él en India, independientemente del conocimiento político de los últimos, conlleva a preguntas esenciales. Ni el pueblo de India, ni de todo el mundo puede percibir una India real o imaginaria si en ella no prevalecen los ideales de Mahatma.

¿Cómo puede resolverse esta contradicción?, ya que, si no se analiza profundamente en lugar de hacer breve mención a ella en cada reunión pública, en el país o fuera de este, donde se haga referencia al nombre de Gandhi, India no podrá emerger ilesa de la confusa discordancia que existe entre los preceptos y su aplicación.

Al haberse apartado tanto de las enseñanzas de Gandhi, India podría rechazar su filosofía y continuar, sin mirar atrás, hacia un ideal que fue considerado impráctico, o hacia un ideal que no podría ser llevado a la práctica en un país donde la superficialidad, la hipocresía y la infidelidad están a la orden del día en la vida pública. En tal caso, sería muy fácil deshacerse del legado de Gandhi y continuar gobernando el país bajo los patrones no-Gandhianos que hoy prevalecen. Pero ese no ha sido el caso. A la vez, la falsedad y la corrupción se encuentran a un alto nivel; los mismos dirigentes que han impulsado al país en esa dirección no han podido eliminar el fuerte legado de Gandhi debido a un temor oculto que si fuera eliminado completamente, India no sólo perdería su rumbo, sino también su alma. Entonces ya no habría regreso.

La sola idea de ese final, incluso pensando que no sucederá, es algo que preocupa a la gente. Ellos saben que si se despojan de la idea de que no sucederá, no podría enfrentar a sus compatriotas, ni en las campañas electorales, ni en lugares públicos, y posiblemente tampoco en privado. A niveles más altos, no están conscientes de que el abandono total de Gandhi sería equivalente a su propia condenación en términos de Karma [2], tan horrorosa que no querrían ni pensar en ella, ya que por muy inmoral que sea la cúpula que gobierna la nación, en lo más profundo de sus almas, son profundamente religiosos, por muy corroído que esté su sentido de lo que es ser religioso.



También saben que en India la mayoría de los ciudadanos veneran al Mahatma y que a pesar de su pobreza y de sus penurias están fuertemente identificadas con los ideales de Gandhi. Son los ideales de Vivekananda, Sri Aurobindo y de otros sabios y profetas que moldearon el carácter y el destino de India durante siglos. El destino que aguardó por India en la media noche del 15 de agosto de 1947 está aun lejano. En el fondo de la desesperanza y la confusión que aflige al país aquel destino aun sigue esperando ser conquistado.

India aun espera producir los líderes que la lleven a la cumbre que el Mahatma y los sabios que lo precedieron soñaron para conseguir la armonía global. Por tanto, ese ideal no puede perderse de vista. Los ideales de Mahatma Gandhi son vitales para la salvación de India, si es que quiere encontrar su rumbo y su verdadero destino. Por esa misma razón, es una cuestión importante también para el mundo.

Se necesita dar un paso más adelante. Se deben analizar las razones por la cuales las enseñanzas de Gandhi no han prevalecido en su país aun cuando la mayoría de los ciudadanos en India cree en ellas y los dirigentes dicen creer en las mismas. La razón principal podría ser la dificultad en transplantar el ideal de Gandhi a la actualidad. La administración extranjera que dominó el país, por haber sido extranjera fue un factor que unió al país ideológicamente (hacia la libertad) en las más tempranas décadas antes de la independencia. Las condiciones post-independencia, después de la división del país no fueron las mismas. Según pasaban los años—tras las fracasadas décadas de Socialismo—cuando la economía de mercado se expandió por casi todas partes del mundo, la implementación de aquellas ideas se hizo mucho más difícil.

Primero, como se dijo anteriormente, las condiciones cambiaron radicalmente; en segundo lugar, al haberse alejado tanto de la filosofía de Gandhi y sus preceptos económicos, fue más difícil volver atrás. Habiendo dicho esto, los esfuerzos por fortalecer el«panchayati raj» y la adhesión al principio, por no decir la práctica, del desarrollo sostenible implicarían una inclinación en la dirección de Gandhi.

Mientras tanto, un cambio sustancial ocurrió en el desarrollo del pueblo de India y del mundo. Setenta años después de la muerte de Gandhi, el modelo capitalista y los factores de tipo moral que lo acompañan, se convirtieron en una norma. Incluso los países que más se opusieron a esa norma desde el principio, terminaron abrazándola, como Rusia y China.

¿Pudieron haber tenido alguna relación aquellos que vivieron los días en que Gandhi divulgaba el «charkha» con la famosa exhortación que hiciera Deng Xiao Peng a sus compatriotas cuando dijo: «es una gloria ser rico». Si ser rico fuera una gloria, entonces no quedaría nada de la filosofía de Gandhi. Si no todos, al menos la clase política y las elites de la India moderna han acogido el pronunciamiento de Deng tan fervientemente como los chinos en Beijing, Shanghai y Guangdong; y en muchos casos lo han tomado tan a pecho como los mismos estadounidenses.

Cualquiera que sea la razón para ese paso del Socialismo al Capitalismo, es innegable que regresar al idealismo económico plasmado en los escritos de Gandhi conduciría a la India a un abismo económico del cual no podría salir en un mundo como el de hoy. Quizá, cuando el consumismo que aceleradamente se apodera del mundo haga la vida misma insostenible en el planeta, los pueblos en todo el mundo comenzarán a reconsiderar la filosofía económica de Gandhi. Es por eso que el mundo no olvidará a Mahatma Gandhi tan pronto así. Por consiguiente, India se beneficiará, de alguna forma, del gran viraje en el momento que suceda a escala global.

Si India va a seguir formando parte de la economía del mundo, sin despojarse completamente de algunos de los aspectos necesarios de su pasado socialista, debe comenzar esa reconsideración ya, para beneficiarse de la visión de Gandhi donde sea posible, para transformarla en las condiciones actuales del país y del mundo. Si el mundo tiene que salvarse de su autodestrucción, el legado de no-violencia de Gandhi debe convertirse en tema principal o leimotif de un mundo globalizado, y de una estructura reformada en Naciones Unidas que establezca la no-violencia entre los estados como norma del siglo XXI.

La Organización de Naciones Unidas estableció el día 2 de Octubre, aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, como Día Mundial de la Armonía. Posiblemente fue Mahatma Gandhi quien dijo: 

«Para mis necesidades mundanas, mi aldea es mi mundo; para mis necesidades espirituales el mundo es mi aldea.»


General Vinod Saighal
enero 2008 

Sobre el autor del artículo:  
Antiguo director general de la formación militar del ejército indio. Fue agregado militar de la embajada de la Unión India en Francia y en los Países Bajos. Comandante en jefe de las fuerzas de paz en el Medio Oriente. Hoy en día ha fundado el Movement for Restoration of Good Government (MRGG) y director del Eco Monitors Society (EMS). Autor de numerosas obras de estrategia y análisis político: Equilibrio del Tercer Milenio, La reestructuración de la seguridad en el Sur de Asia, La reestructuración de Pakistán, Enfrentar el terrorismo global: El camino adelante y las paradojas de la seguridad global: 2000-2020. Sitio Web www.vinodsaighal.com. El general Vinod Saighal es miembro de la conferencia mundial anti-imperialista Axis for Peace.

Próxima entrega: 

Una visión diferente al clásico pacifismo de Gandhi, una entrevista con el profesor Domenico Losurdo, Mito y realidades de la no violencia


Notas generales del artículo:

* Charca: una rueda giratoria que se usa para trabajar el algodón.

[1] Satyagraha: la política de resistencia pacífica particularmente defendida por Mahatma Gandhi contra el colonialismo británico Radcliffe, Ann (1764–1823), Novelista Británico, exponente de la novela Gótica novel Ahimsa: El respeto por todos los seres vivientes y el rechazo a la violencia contra los demás.

[2] Karma: En el Hinduismo y Budismo es la suma de las acciones de una persona en este y en previas etapas de su existencia, que deciden su destino en existencias futuras.

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