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15 noviembre 2025

Cinco peores ejemplos que Sykes-Picot para trazar líneas en un mapa




Nick Ottens

Never was Magazine / 2016
Con notas adicionadas por el editor de este blog.


Este artículo es una continuación de Mitos y verdades del Acuerdo Sykes-Picot (1916)

“Redibujar las fronteras de un estado puede tener efectos calamitosos, incluso cuando se hace con las intenciones correctas”.

Sykes-Picot no fue el único plan para dividir el Imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial, como se detalló en la ponencia del experto en Medio Oriente, Adam Garfinkle. Culpar a ese acuerdo secreto, que nunca se efectivizó para imponer "fronteras artificiales" en la región ha sido siempre una propuesta peligrosa. 

Como nos enseña la historia, en pleno siglo XXI los estadounidenses tenían planeado (en mapas) el "Rediseño del Medio Oriente Ampliado" que se intentó forjar a través de sangrientas guerras “civiles” en Siria e Irak desde 2011. Unos ejemplos aquí abajo.



El "Rediseño del Medio Oriente Ampliado", según el coronel estadounidense Ralph Peters, 2001




"Imaginando un Medio Oriente remapeado", según Robin Wright, 2013 (New York Times)



Como bien señala Nick Ottens, se ha querido plantear una conclusión aparentemente “lógica”, la idea de que solo las fronteras que abarcan perfectamente a ciertos grupos étnicos son legítimas, pero eso lo único que ha conseguido es una invitación a crear más conflictos, no a su disminución. Si los actuales “diseñadores” geopolíticos de mapas (EEUU/OTAN) lo hacen con buenas intenciones, no lo sabemos a ciencia cierta, lo más probable es que son intencionadas para mantener regiones geográficas divididas y en caos, al final es el gran negocio de las potencias occidentales.

El Medio Oriente no es la única parte del mundo en que se refleja ese caos a través de líneas arbitrarias. Nick Ottens presentó hace 10 años otros cinco ejemplos en los que dibujar líneas en el mapa causó problemas aún mayores.

Pasemos revistas a sus breves notas.


1908. Una caricatura francesa muestra al emperador Francisco José I de Austria y al zar Fernando I de Bulgaria tomando territorio del Imperio Otomano mientras el sultán Abdul Hamid II observa (Le Petit Journal)


1. El mosaico que es Bosnia y Herzegovina
Nota aclaratoria del editor del blog. Bosnia y Herzegovina solicitó formalmente su adhesión a la UE el 15 de febrero de 2016, tras años de reformas constitucionales y compromisos con el Acuerdo de Dayton. El 15 de diciembre de 2022, el Consejo Europeo concedió oficialmente el estatus de candidatura a Bosnia y Herzegovina para la adhesión a la Unión Europea. Esa incorporación podría tardar mucho tiempo según los técnicos de la Comisión de Europa.
Entre otros inconvenientes Bosnia y Herzegovina ha tenido dificultades prácticas para cumplir un Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA), que implica obligaciones, leyes sobre ayudas estatales, un censo nacional y hasta compromisos de carácter jurídico internacional como el Convenio Europeo de Derechos Humanos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que exige enmiendas a la Constitución para permitir que los miembros de las minorías sean elegidos para la Presidencia de Bosnia y Herzegovina y el derecho a obtener escaños en la Cámara de los Pueblos. Otra piedra en el zapato es el Gobierno de la República Srpska, que es una de las tres divisiones políticas del país (Federación de Bosnia y Herzegovina y el Distrito de Brčko).
La República Srpska se estatuyó en 1992 al comienzo de la guerra de Bosnia para salvaguardar los intereses de los serbios de Bosnia y Herzegovina. La mayoría de los serbios fueron desplazados o expulsados de la actual Federación de Bosnia y Herzegovina a la República Srpska y viceversa. El Acuerdo de Dayton de 1995 creó la República Srpska como una de las entidades constituyentes de Bosnia y Herzegovina. Así que el dilema sigue presente.

 

Mapa de la CIA del Acuerdo Marco General para la Paz en Bosnia y Herzegovina, o Acuerdo de Dayton, publicado el 24 de noviembre de 1995 (Biblioteca del Congreso)


Comenzaremos en la región donde los intentos de trazar las fronteras "correctas" para cada etnia y grupo religioso han causado posiblemente la tragedia más larga. Incluso nos dio una palabra para ello: balcanización.

Desde la retirada otomana de la región, comenzando con la derrota de los turcos en la guerra de 1768-74 con Rusia, hasta la disolución de Yugoslavia, los pueblos de los Balcanes se han desplazado primero entre imperios y luego entre estados, la mayoría de las veces sin que se les pidiera su opinión.

La historia es demasiado larga y complicada para ensayarla en unos pocos párrafos. Centrémonos en un episodio reciente para hacer un punto más amplio.

En 1995, las potencias mundiales ayudaron a poner fin a casi cuatro años de combates en Bosnia al dividir el país en dos. el Acuerdo de Dayton, llamado así por la ciudad de Ohio donde se firmó, creó una República Srpska para serbios étnicos (que son en su mayoría cristianos ortodoxos) y la Federación de Bosnia y Herzegovina, que a su vez está dividida en diez cantones autónomos controlados por bosnios (en su mayoría musulmanes) o croatas bosnios (en su mayoría católicos).

Como resultado de la limpieza étnica y la reubicación forzada durante la guerra, las dos nuevas entidades eran más homogéneas de lo que habían sido las áreas en el pasado. Pero se estima que un tercio de la población de la República Srpska sigue siendo no serbia, mientras que una minoría serbia (tamaño desconocido) permanece en la federación.

El mosaico de Dayton ha mantenido la paz pero ha arraigado las divisiones étnicas. Los partidos se organizan según líneas étnicas. Cada nombramiento político debe considerarse dentro del contexto de la política étnica. La Presidencia de Bosnia y Herzegovina está formada por tres miembros: un bosnio, un croata y un serbio. Las minorías, como los judíos y los romaníes, no son elegibles.

El acuerdo tampoco ha puesto fin a la tensión étnica. Los nacionalistas serbios todavía exigen más autonomía de un gobierno central que se encuentra entre los más débiles del mundo. Algunos sueñan con unirse a la vecina Serbia, donde sus homólogos nacionalistas apoyan la anexión de los enclaves bosnios como compensación por renunciar al Kosovo étnico-albanés.

Claramente, encontrar las fronteras "correctas" no va a poner fin a todos los conflictos étnicos o sectarios.


2. Las travesuras de Joseph Stalin en Asia Central


Detalle de un mapa de 1929 de la Unión Soviética, que muestra las repúblicas de Asia Central (Wikimedia Commons)


Por otra parte, trazar deliberadamente las fronteras "equivocadas" es siempre una receta para el desastre.

A principios de la década de 1920, Joseph Stalin, el posterior dictador soviético, fue puesto a cargo de reorganizar las repúblicas socialistas que habían surgido en Asia Central. Algunas, como la República Soviética Popular de Bujará, simplemente reemplazaron al emirato que la había precedido. Otras, como la República Socialista Soviética Autónoma del Turquestán, eran más ambiciosas: buscaba unir a todos los pueblos de habla turca de la región en un solo estado.

En su infancia, la Unión Soviética alentó esa autodeterminación nacional. Algunos de los revolucionarios que crearon las repúblicas mencionadas vieron a los bolcheviques como aliados contra el régimen zarista.

Pero a Stalin le preocupaba que dar demasiada autonomía a los no rusos condenaría a la multiétnica Unión Soviética. Como comisario de nacionalidades, dividió Asia Central en cinco repúblicas, que sobreviven hasta nuestros días. Kazajos, kirguises, tayikos, turcomanos y uzbekos son mayorías en sus respectivas repúblicas, pero ese no siempre fue el caso y cada uno tenía minorías lo suficientemente grandes del otro como para causar problemas desde el principio.

Una década más tarde, Stalin agregó insulto a la herida al abolir los institutos culturales y lingüísticos a favor de la rusificación y mover grupos étnicos enteros por todo el imperio comunista.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, cientos de miles de los llamados alemanes del Volga fueron reubicados por la fuerza en Kazajstán. Muchos miles murieron en el camino. Los que lo lograron ayudaron a inclinar el equilibrio étnico de la república a favor de los no kazajos. En 1970, los kazajos étnicos eran una minoría en su propio país. Solo después del colapso de la Unión Soviética, cuando millones de rusos étnicos y cientos de miles de alemanes étnicos se mudaron, los kazajos volvieron a formar una mayoría.

Las tensiones étnicas que Stalin provocó en Asia Central nunca desaparecieron. Los tayikos, un pueblo de habla persa, todavía viven incómodos junto a los uzbekos túrquicos en Bujará, Samarcanda y Surxondaryo. Kirguistán ha existido en un estado casi constante de agitación durante los últimos veinte años, con disturbios y revoluciones que a menudo enfrentan a los kirguisos étnicos con los uzbekos, especialmente en la antigua ciudad de Osh y sus alrededores.


3. Expulsión de los alemanes de Europa del Este

Cartel de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de 1980 sobre "la cuestión abierta alemana" (ACDP)

Solo unos años después de que los alemanes del Volga fueran castigados colectivamente por los soviéticos por las acciones de su patria ancestral, un grupo aún mayor de alemanes fue desarraigado de Europa Central y Oriental.

Hasta 31 millones de alemanes étnicos y ciudadanos alemanes fueron limpiados de las áreas que los nazis habían planeado incorporar a su Gran Imperio Alemán. Entre 12 y 14 millones se reasentaron en Austria y Alemania ocupadas por los aliados, y los grupos más grandes provenían de Prusia Oriental, Pomerania Oriental y Silesia, áreas que habían estado bajo control alemán durante siglos pero que fueron cedidas a Polonia después de la guerra.

El vuelo tuvo un alto precio. Las estimaciones de muertes varían, pero los estudios más recientes sitúan la cifra en torno al medio millón.

Los expulsados que lo hicieron se encontraron no deseados en un país devastado por la guerra. Se organizaron e hicieron oír su voz a principios de la república federal, ganando casi el 6% de los votos en las elecciones de 1953.

Consciente de los peligros que podría representar un movimiento inquieto basado en la nacionalidad, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Konrad Adenauer atrajo a los expulsados a un gobierno de coalición y promulgó una Ley Federal de Expulsión, que extendió la ciudadanía a los refugiados. Esto quitó los vientos de las velas del movimiento de expulsión; muchos se pasaron a los demócratas cristianos que, en la década de 1980, pidieron formalmente la reintegración de las tierras prusianas en Alemania.

No fue hasta 1990, después de la caída del Muro de Berlín y la reunificación de Alemania Oriental y Occidental, que el país renunció a sus reclamos territoriales al este de la línea Oder-Neisse con Polonia.


Pérdidas territoriales Alemanas, 1919-1945

Punto agregado por el editor del blog

Piden que la OTAN ocupe a la fuerza Kaliningrado. ¿Entonces, por qué no debería restituir Polonia los territorios de Prusia a los alemanes?
El General y comandante de las fuerzas terrestres estadounidenses en Europa y África, Christopher Donahue, declaró el 17 julio 2025 (citado por Defense News, de Deutsche Welle - DW) que la OTAN podría apoderarse de Kaliningrado, el militar presentó un nuevo plan de contención en el flanco oriental, "Línea de Disuasión en el Flanco Oriental", para fortalecer el potencial terrestre y garantizar la compatibilidad militar-industrial dentro de la alianza. Habló de la capacidad de la OTAN para "borrar de la faz de la tierra" a la región de Kaliningrado, “en un tiempo inaudito y a una velocidad sin precedentes", amparándose en los sistemas de inteligencia Maven de Palantir (plataforma de inteligencia artificial -IA-). Se trata de la "capacidad de disuasión terrestre". Donahue recibió la respuesta de la Federación Rusa, “un ataque de la OTAN contra la región de Kaliningrado conllevaría medidas de represalia por parte de Rusia, incluidas las contempladas en la doctrina nuclear (Leonid Slutsky, presidente del Comité de Asuntos Internacionales de la Duma Estatal).
La antigua región de Konigsberg, formó parte de Prusia Oriental, desde 1945 se integró a las repúblicas soviéticas y desde 1991 es territorio soberano ruso, Kaliningrado es un oblast de la Federación de Rusia. La cesión de Kaliningrado -ubicado entre Polonia y Lituania-, fue discutido y acordado entre los Aliados en la Conferencia de Yalta (febrero 1945) y en la Conferencia de Potsdam (julio/agosto 1945). Usualmente aceptamos que Roosevelt, Stalin y Churchill forjaron en Yalta sus zonas de influencia en Europa, se ha dicho que Yalta constituye la base del Nuevo Orden Mundial de posguerra; o simplemente, los nuevos límites territoriales en Europa, que en su gran parte siguen vigentes hasta hoy (salvo excepciones como la constitución de nuevos países).
En la práctica no existen pedidos oficiales de Alemania o de alguna otra potencia para “recuperar” el óblast ruso de Kaliningrado. Esto nos lleva a otra cuestión, ¿en el supuesto de que Alemania reclamara Kaliningrado (antigua Königsberg, capital del extinto estado de Prusia Oriental), cómo lo haría?. Incluso hay otras voces con discursos belicistas que claman que Polonia sea quien reivindique su “derecho” sobre Kaliningrado.
“Bien” por los polacos. Ahora cuestionémonos algo importante. Prusia Oriental fue territorio alemán hasta el fin de la segunda guerra mundial y gran parte de esa región geográfica pasó a formar parte de Polonia, entre otras zonas conocidas tenemos las regiones de Pomerania y Silesia, el puerto de Danzig, Varmia y Mazuria, etc., hoy estructuras administrativas de Polonia.
La pregunta es, ¿por qué los alemanes -a través de la OTAN- deberían reclamar solo la devolución de Kaliningrado? ¿Por qué los alemanes solo deberían hacer reivindicaciones territoriales a Rusia y, por qué no deberían reclamar a Polonia la devolución de los territorios de la antigua Prusia Oriental? Incluso, ¿por qué no, Polonia podría reclamar Kaliningrado, ya que es un enclave ruso rodeado por actuales territorios polacos (Prusia Oriental) y lituanos?
Corrieron rumores de que tras la desintegración de la URSS se planteó la posibilidad de “recomprar” por parte de Alemania a Kaliningrado, ahora parte de Rusia. La poderosa Alemania Federal del siglo XXI (quizá ya no en lo económico) ha tenido serios problemas por integrar en su núcleo a la antigua RDA, tendría mucho más si exigiera la reivindicación de territorios a sus vecinos polacos, checos, etc. ¿Podría repetirse de nuevo la historia de las anexiones hitlerianas? Por esa razón, los políticos de la UE y OTAN desatan su histeria y probablemente “piensan” en reivindicaciones en territorio ruso.
La clásica frase "poseer el derecho a…" necesariamente no suele ser un fundamento legal en la actualidad. Es una señal de que no se trata de un malentendido o ignorancia, se trata de utilizar dolosamente los convenios internacionales. A lo largo de 80 años, ningún país vecino al enclave ruso de Kaliningrado ha reclamado ese territorio, renunciaron explícitamente a cualquier reclamación. A nivel oficial nunca se ha considerado tomar Kaliningrado, mucho menos por la fuerza. Algo parecido se rumoreó hacia el final de la Guerra Fría, pero nunca a ningún nivel oficial.
Si algún(s) país(es) presentara reclamaciones sobre Kaliningrado, no significa que "posean derechos" sobre el territorio, en sentido objetivo. “En el mejor de los casos, habría una amplia simpatía por la reclamación de algún país entre otros países. Lo más importante sería si la población local estuviera abierta a ser integrada en un país vecino, lo que no parece ser el caso en absoluto. En cualquier escenario de este tipo, Alemania es mucho menos probable que Polonia o Lituania, ya que todos los alemanes originales se han ido y Alemania ni siquiera limita con Kaliningrado”.
Kaliningrado seguirá siendo parte de Rusia, su población es mayoritariamente rusa. En un hipotético escenario de ruptura ¿quién lo reclamaría? Hay otro escenario alternativo dentro de la hipótesis, ¿podría convertirse en un cuarto estado báltico independiente?. El tema de esa “ruptura” rusa no es más que propaganda exagerada por los partidarios de Ucrania y la cruzada antirrusa de la OTAN, quienes la pregonan tienen una carencia total o en el mejor de los casos, una comprensión limitada del tema, un paseo por una “fantasía ilusoria”, como alguien expresó.


4. La capacidad de cambio de Polonia en el mapa

Mapa de la CIA de 1990 de las fronteras de Polonia y Lituania de 1937 y actuales (Biblioteca del Congreso)


La propia Polonia ha sido objeto de cambios dramáticos en el mapa. Pasó de ser uno de los estados más grandes de Europa como una mancomunidad con Lituania en el siglo XVII a desaparecer del mapa por completo en el XIX.

Estos cambios territoriales tuvieron un profundo impacto en la composición política y social de Polonia. Ha pasado un siglo desde que Polonia fue restaurada, pero persisten las diferencias entre las partes que fueron gobernadas por alemanes y las que formaron parte de Austria o Rusia. Los mapas electorales se pueden dibujar casi perfectamente a lo largo de estas viejas líneas: los partidos liberales y proeuropeos obtienen buenos resultados en el antiguo oeste alemán, mientras que los conservadores y euroescépticos ganan en el este.

Las potencias europeas no desmembraron Polonia de inmediato. Pasaron por tres rondas de partición entre 1772 y 1795. Luego, la Francia de Napoleón lo revivió como un estado títere, el Ducado de Varsovia, en 1807. El Congreso de Viena, que retiró el mapa de Europa después de la derrota de Napoleón, restauró Polonia en 1815, pero fue absorbida gradualmente por Rusia y Austro-Hungría en los años posteriores. Cuando se restauró nuevamente después de la Primera Guerra Mundial, el secretario de Relaciones Exteriores británico George Curzon propuso una frontera más al oeste que llegó a conocerse como la "Línea Curzon". No se implementó en ese momento; los aliados restauraron la "Polonia del Congreso" en su lugar. Pero los soviéticos retrocedieron en la propuesta de Curzon al final de la Segunda Guerra Mundial de reclamar las tierras fronterizas orientales de Polonia, que se agregaron a las repúblicas soviéticas de Bielorrusia, Lituania y Ucrania. Polonia fue compensada con territorios en el oeste, arrebatados a los derrotados alemanes.

Alrededor de un millón de polacos fueron trasladados de las tierras fronterizas rusas a estos "Territorios Recuperados" en el oeste.


         Mapa de Polonia en 1659              -             Particiones de 1772, 1793, 1795

                     Mapa recreado de Polonia en 1923       -              Partición de 1939


En lo que respecta a los desplazamientos étnicos, este fue relativamente incruento y muchos polacos étnicos realmente querían abandonar la Unión Soviética.

Terminó haciendo que el oeste de Polonia fuera más cosmopolita, lo que explica de alguna manera su perspectiva más liberal en la actualidad. El este, por el contrario, que estuvo bajo control directo ruso durante mucho más tiempo, experimentó menos cambios de población. Los lazos familiares y locales allí se remontan a siglos atrás, de ahí sus instintos más conservadores.


5. La partición imposible de la India

Mapa de la partición de la India de la revista Life (18 de agosto de 1947)

Hablando de británicos dibujando líneas en el mapa, quizás el más importante de la historia fue un funcionario poco conocido, Cyril Radcliffe. Abogado de formación, a Radcliffe se le asignó la tarea imposible de dividir la India británica en estados de mayoría hindú y musulmana.

Radcliffe nunca había estado en la India antes de 1947 y solo tenía cinco semanas para completar su trabajo. Se suponía que dos miembros del Congreso Nacional Indio, que representaban a la Nueva India, y otros dos de la Liga Musulmana, que representaban lo que se convertiría en Pakistán, lo ayudarían. Pero los cuatro a menudo se estancaban, lo que obligaba a Radcliffe a tomar todas las decisiones difíciles.

Los galeses no comenzaron de cero. Los británicos habían mapeado el subcontinente extensamente a lo largo de los años, incluida la preponderancia de hindúes, musulmanes y otras sectas en áreas determinadas. Radcliffe también podría tener en cuenta los límites naturales, como las vías fluviales y los sistemas de riego.

Pero la información disponible para él estaba lejos de ser completa e incluso si hubiera tenido todos los hechos, como el propio Radcliffe diría más tarde para justificar sus decisiones, algunas personas estaban destinadas a terminar en el lado "equivocado" de la frontera.

El Punjab, a ambos lados del río Indo, había cambiado de manos entre imperios durante siglos. Estaba poblado por hindúes, musulmanes y sijs, sin mencionar una veintena de grupos étnicos y lingüísticos. Ninguna frontera allí habría sido perfecta.

Pero nadie esperaba que fuera una calamidad. Al final, unos 14 millones de personas, aproximadamente siete millones de cada lado, huyeron cuando descubrieron que las líneas de Radcliffe en el mapa los dejarían bajo el control del otro. Hubo disturbios comunales. La gente murió de agotamiento en la carretera. Nadie sabe cuántos perecieron. Las estimaciones oscilan entre 200.000 y un millón. Sin duda fue una de las transferencias de población más grandes y letales de la historia.

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29 octubre 2025

Mitos y verdades del Acuerdo Sykes-Picot (1916)




Es interesante recordar que después de más de un siglo seguimos teniendo una percepción, aunque no fraudulenta, si errada del secreto Acuerdo Sykes-Picot de 16 de mayo de 1916, entre británicos y franceses. A decir de refutados estudiosos culpar exclusivamente a Sykes-Picot de la división de Medio Oriente es un engaño histórico peligroso.

Introducción por el editor del blog

No solemos ser conscientes (quienes sentimos pasión por la historia) que hemos caído en una interpretación errada de que Sykes-Picot fue el punto determinante que diseñó nuevas líneas geografías imaginarias contra natura, es decir, que tanto ingleses como franceses diseñaron a su capricho un mapa de Medio Oriente basado en sus intereses estratégicos, políticos y económicos, que nunca tomaron en cuenta las barreras que separaban a un crisol de pueblos, tribus, etnias, incluso sobre una diversidad religiosa, siendo “condenadas a agruparse en disímiles espacios, obligados a construir naciones con conceptos absolutamente occidentales”.

Como se irá explicando, lo dicho arriba no es necesariamente falso, pero si es una mala interpretación de la historia, simplemente porque Sykes-Picot no constituye el único antecedente; ni fue, ni debería seguir siendo un forzado documento histórico al que se aferran muchos investigadores; y, una de las razones es porque Sykes-Picot NUNCA entró en rigor, nunca se efectivizó sobre el terreno. Fue uno más de algunos importantes documentos que se plasmaron sobre la mesa del diseño del Medio Oriente. Evidentemente se trató de un arbitrario trazado, a dedo, de fronteras, un reto tanto a la geografía y al componente étnico y al sentido común, una característica que distinguía, sin duda, a los imperios coloniales del siglo XIX y del XX.

A groso modo, veamos un par de apreciaciones sobre el Acuerdo Sykes-Picot.

Paul Mason, redactor de New Statesman, 9 de mayo de 2016 (en el centenario del Acuerdo), presentó una ponencia titulada “Sykes-Picot: how an arbitrary set of borders created the modern Middle East” (Sykes-Picot: cómo un conjunto arbitrario de fronteras creó el Medio Oriente moderno), afirmando que Gran Bretaña y Francia se repartieron lo que se convertiría en Siria, Irak e Israel y que esa mentalidad imperial perdura con las cicatrices dejadas en la región. Hace énfasis en una “torcedura” de las líneas trazadas en la que se establecería Israel.


          (Foto de Flickr  PROPaolo Porsia)


"¿Qué tipo de acuerdo le gustaría tener con los franceses?" preguntó Arthur Balfour, Secretario de Relaciones Exteriores, al coronel Sir Mark Sykes, quien respondió: "Me gustaría trazar una línea desde la 'e' en Acre hasta la última 'k' en Kirkuk".

No era el primer desafortunado “deseo” de Sykes, ya en enero de 1915, en una carta, le urgía a Winston Churchill a apoderarse de Constantinopla (Estambul, desembarcando tropas en Gallipoli) para acabar tanto con los otomanos y fulminar con la influencia alemana en el este, según él, esa posibilidad abriría paso a invadir Alemania a través de los Balcanes (40.000 soldados británicos murieron tratando de demostrar que Sykes tenía razón en Gallipoli, y no la tuvo).

¿Qué más podemos decir del tristemente “celebre” esbozo a dedo de Sykes? Quien estaba, luego, fascinado con la declaración de Balfour de 1917 para la constitución de un estado judío en Palestina. Él conocía el mundo árabe de la época, el panarabismo y su organización; aún así, ¿cómo pudo alguien tan bien informado equivocarse tanto?, se pregunta Mason.

“Leer los escritos de Sykes hoy es observar la tragedia de un intelecto encadenado por delirios de superioridad. Sykes trabajó sobre la suposición, central para todos los imperialismos: que los pueblos sometidos se comportan solo de acuerdo con sus "características" étnicas o nacionales, mientras que las naciones blancas poderosas tienen capacidad de acción”. Sykes creía que se podía aglutinar a las dos ramas del Islam, al cristianismo y tolerar a los judíos. “El imperialismo los convirtió en unos imbéciles ciegos que creían que, trazando límites, podían controlar la historia”.

Turquía desarrolló una “conciencia nacional, moderna y secular, entonces la apuesta unidireccional contra el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial resultó inútil. El nacionalismo secular turco daría forma a la región tanto como el panarabismo en los próximos 100 años”. Sykes y los demás veían a la religión islámica como algo aparte de las etnias árabes, idioma y tradición. Se negaron a pensar que una oposición a ellos podría provocar el surgimiento del antiimperialismo forjado mediante la educación de la gente. No midieron la posibilidad de que estallarían revoluciones como la rusa en oposición a su sistema de capitalismo colonial explotador.

Una lección fácil de aprender de Sykes-Picot es que: “no dibujes líneas arbitrarias en el mapa. Los pueblos y las naciones deben tener derecho a la libre determinación”. Pero, realmente ¿fueron arbitrarios esos trazos a dedo sobre el mapa? El presidente Woodrow Wilson impulsó la autodeterminación -aunque sea en el discurso- contradiciendo el postulado del Imperio Británico y ese fue uno de sus puntos para entrar en la guerra, por lo que los gobiernos británico y francés ocultaron a EEUU la existencia del mapa de Sykes.


Por su lado, otro importante autor, John Hilary, en “The Sykes-Picot legacy, 100 years on” (El legado de Sykes Picot, 100 años después), en mayo de 2016 (War on want) establece que ese Acuerdo secreto entre Francia y Gran Bretaña que sumió a Oriente Medio en un siglo de derramamiento de sangre.

Recalca que dos negociadores coloniales: Mark Sykes (británico) y François Georges-Picot (francés) decidieron planear como repartirse Oriente Medio (tal cual como “Pinky” y “Cerebro” planean cada noche como conquistar el mundo), tras hacer colapsar al Imperio Otomano en plena guerra mundial. El autor profundiza en las promesas de autodeterminación que los británicos hicieron a los pueblos árabes, lo que garantizó su apoyo para derrotar a las fuerzas de ocupación turcas. Logrado el objetivo, esas promesas fueron olvidadas, solo cambió de liderazgo imperial.

Una declaración anglo-francesa de noviembre de 1918, a los pueblos árabes, prometía "la liberación completa y definitiva de los pueblos que durante tanto tiempo han sido oprimidos por los turcos, y el establecimiento de gobiernos y administraciones nacionales que derivarán su autoridad del libre ejercicio de la iniciativa y elección de las poblaciones indígenas". El gobierno británico planeaba excluir a Palestina en la declaración y la orden de su publicación en Jerusalén fue un “lamentable” error.




Pero esa traición no fue diseñada exclusivamente en el Acuerdo Sykes-Picot. Francia y Gran Bretaña decidieron en otros acuerdos dividirse Oriente Medio “por medio de una ‘línea en la arena’ dibujada en el mapa entre Acre en la costa mediterránea y Kirkuk en el norte de Irak. Todo lo que está al norte de esa línea sería controlado por los franceses, y todo lo que está al sur por los británicos. Francia obtendría Siria y Líbano, mientras que Gran Bretaña tendría Irak y Transjordania… Un pacto descaradamente egoísta".

La cuestión de quién gobernaría Palestina no tuvo respuesta en el Sykes-Picot, los británicos recurrieron “a otra estratagema para asegurarse de que Gran Bretaña, no Francia, asegurara ese mandato al final de la Primera Guerra Mundial. A través de una serie de garantías a las principales figuras del floreciente movimiento sionista, el gobierno británico pudo asegurar el respaldo internacional para su control de Palestina con el pretexto de algo más que el interés propio imperial”. Precisamente esa estrategia produjo la ‘Declaración Balfour’ de 1917, el apoyo británico para "establecer en Palestina un hogar nacional para el pueblo judío". Balfour tuvo que admitir que se negaron hablar sobre el principio de autodeterminación.

Intereses geoestratégicos hicieron posible este tipo de acuerdos, Palestina originalmente fue vista como zona de amortiguación que protegería el Canal de Suez; luego se “descubriría” las inmensas reservas de petróleo en Mesopotamia que terminaría sembrando de caos y sangre la historia de Irak, Siria, Líbano y Palestina hasta el día de hoy.




Muchos se preguntarán, ¿qué pasa con el Kurdistán, por qué no se habla aquí de ello? Existe mucha confusión con Sykes-Picot y otros tratados y mapas de la época, la cuestión kurda tiene más que ver exclusivamente con el territorio que heredaría la naciente Turquía de su ancestro otomano. Para quienes estén interesados en los mapas del Kurdistán, por favor repasar nuestro artículo: KURDISTÁN: Los mapas de la discordia


Parte II

Hechos y ficción
La historia de “Sykes-Picot”

Adán Garfinkle
The American Interest

Lección de historia: Sykes-Picot no estableció -repito, no estableció- las fronteras del Medio Oriente moderno.

El 16 de mayo de 2016, se cumplió el centenario de Sykes-Picot, y las inanidades y estupideces al respecto surgen de los medios a una velocidad que me cuesta seguirles el ritmo. Vayamos al grano: Sykes-Picot no estableció -repito, no estableció- las fronteras del Oriente Medio moderno. Esto debería dificultar culpar a Sykes-Picot, ya que nunca entró en vigor. Y lo que se está desmoronando hoy no es el sistema interestatal Sykes-Picot, sino cada vez más las propias unidades; el sangriento ruido interestatal que vemos no es la fuente del problema central de la región, sino un síntoma del mismo. Hay muchas cosas en que pueden equivocarse, y sin duda es un asunto repugnante para compartir con la gente sin educación, como si fueran aperitivos de sabor extraño para la hora del cóctel.

Bien, entonces ¿por qué Robin Wright en The Atlantic, David Ignatius en el Washington Post, Daniel Pipes en su blog y, según el último recuento, unas seis docenas de personas más publicaron recientemente insistiendo en que Sykes-Picot hizo lo que seguramente no hizo?

Solo hay dos explicaciones posibles.

Una es que un autor sabe que la historia es mucho más compleja que dos tipos sentados en un salón imperial lleno de humo con un mapa en blanco y un lápiz grueso, pero usa el conocido eslogan “Sykes-Picot” como abreviatura para resumir lo que realmente sucedió. La otra es que el autor en cuestión en realidad no tiene ni idea de lo que está hablando. Ignatius y Pipes, estoy bastante seguro, usan abreviaturas. Robin Wright y muchos otros, no estoy tan seguro. Pero el resultado es el mismo: engañar a otros crédulos sobre lo que realmente sucedió durante y justo después de la Primera Guerra Mundial para moldear los contornos de Oriente Medio. Entonces, en resumen, ¿qué sucedió?

No hubo solo un cónclave secreto durante la guerra entre los Aliados, sino cuatro.

El primero, y con diferencia el más importante, el Acuerdo de Constantinopla del 18 de marzo de 1915, otorgó Estambul a Rusia, el control de los Dardanelos, Tracia y una parte del noreste de Anatolia; además, otorgó a Gran Bretaña y Francia amplias esferas adicionales sobre el patrimonio árabe del Imperio Otomano.

En segundo lugar, el Tratado de Londres, firmado el 26 de abril de 1915, puede describirse con justicia como el soborno aliado a Italia para que se uniera a la guerra, y prometía a los italianos beneficios inmobiliarios específicos a expensas de los otomanos. Este Tratado abrevió el primer esbozo de la distribución geográfica de la posguerra.

En tercer lugar, más de un año después (el 16 de mayo de 1916), se produjo el Acuerdo Sykes-Picot, mucho después de que los aliados hubieran acordado y firmado el acuerdo básico. Representó principalmente un ajuste y un conjunto más específico de acuerdos únicamente entre Gran Bretaña y Francia sobre sus posibles adquisiciones. Esto fue necesario por varias razones: ambigüedades en el plan original; la evolución de las realidades del campo de batalla; y el hecho de que Gran Bretaña había abierto y desarrollado desde entonces otra vía de negociaciones secretas, esta vez con el jerife Hussein de La Meca en la ahora famosa correspondencia Hussein-McMahon.

Sykes-Picot llegó con un mapa coloreado en cinco partes: zonas británicas y francesas directas e indirectas, y una zona internacional que abarcaba Jerusalén y una ruta hacia el oeste hasta la costa de Haifa. Las esferas de influencia indirectas británicas y francesas debían ser dominio de un “estado árabe independiente”, y esas mismas palabras aparecen en el mapa original. (más adelante se abordará lo que esto implica).

En cuarto lugar, llegó los Acuerdos de Saint Jean de Maurienne el 17 de abril de 1917, lo que amplió la participación italiana, pero dependía de la aceptación rusa. Esta aceptación nunca se produjo debido a la Revolución Rusa.




De hecho, ninguna de las fronteras previstas en estos acuerdos, ni por separado ni en conjunto, llegó a concretarse. La Revolución rusa invalidó el Acuerdo de Constantinopla, y el avance de los ejércitos del general Edmund Allenby en 1917 también invalidó gran parte del mapa Sykes-Picot. La Declaración Balfour de noviembre de 1917, que no incluía ningún mapa, y la intervención del ejecutivo sionista como elemento político en el proceso de toma de decisiones de la posguerra complicaron aún más la cuestión de la frontera entre el posible mandato británico para Palestina y el mandato francés para Siria.

Tras Versalles en 1919, se convocó una importante conferencia en San Remo en abril de 1920 para definir definitivamente las fronteras en previsión del depósito de los mandatos ante la Sociedad de Naciones. Pero ni siquiera San Remo resolvió el asunto definitivamente.

El Tratado de Sèvres, firmado en agosto de 1920, impuso un acuerdo muy draconiano al Imperio Otomano, pero cabe destacar que no insistió en el fin del imperio como tal, ni en su posesión del califato del Islam. En cualquier caso, pronto el gobierno griego de Venizelos aprovechó la debilidad de la Turquía otomana para invadir Anatolia, con apoyo británico. Esta fue una decisión fatídica y muy estúpida. Tuvo el efecto, junto con otras causas, de fortalecer y centrar considerablemente una incipiente guerra turca de liberación de una invasión multifacética en las principales tierras turcas de Anatolia. Antes de que terminara, unos 18 meses después, las armas turcas habían aplastado a los griegos. Este resultado, junto con el resurgimiento de la idea de un estado armenio independiente, convirtió a Sèvres, junto con lo poco que quedaba del mapa Sykes-Picot, en letra muerta. Ninguna de las fronteras trazadas en San Remo en relación con los límites de los mandatos con Turquía tenía sentido.

Durante el esfuerzo turco por resistirse a los términos del Tratado de Sèvres, Mustafá Kemal (Ataturk) tomó el control militar del gobierno turco. Ataturk y sus colegas nacionalistas acabaron con el imperio, separaron el califato de él y, finalmente, en 1924, lo abolieron por completo. Así pues, no fueron los Aliados quienes destruyeron formalmente lo que quedaba del Imperio Otomano y el califato, sino los propios turcos en nombre de la nueva República de Turquía.


El General (Pasha) Mustafá Kemal, luego Mustafá Kemal Atatürk, padre fundador de la actual Turquía


Fue el Tratado de Lausana, firmado en 1923, el que determinó las fronteras entre Turquía y los mandatos para Siria e Irak. Sin embargo, nunca se gestó ningún mandato para Armenia, ya que Turquía y la joven Unión Soviética invadieron conjuntamente el naciente estado armenio y aniquilaron su independencia. La URSS puso fin, por aquel entonces, a las tres nuevas repúblicas soberanas del Cáucaso que se habían separado de Moscú durante la guerra civil rusa de 1920-21. Ninguna entidad kurda se desarrolló fuera de la zona autónoma, ya que Mustafá Kemal logró persuadir a sus correligionarios kurdos musulmanes para que se unieran a él contra adversarios cristianos comunes: los griegos y los armenios, junto con sus grandes potencias aliadas.

La Comisión anglo-francesa Newcombe-Paulet finalmente detalló la frontera entre Palestina y Siria en 1923. El surgimiento del “gran” Líbano -las fronteras del Líbano actual- a partir del Monte Líbano y el mandato sirio en 1924 es una historia tan compleja que me cuesta resumirla aquí. Y, como Secretario Colonial, Winston Churchill creó el Emirato Hachemita de Transjordania una mañana de domingo de 1921 en Jerusalén, “entre puros y brandy”, en condiciones también demasiado complejas para resumirlas aquí. Cabe destacar que, en este caso, se crearon fronteras para una entidad que nadie, ni en su imaginación más descabellada, concibió siquiera que existiera en mayo de 1916.

Y, por supuesto, trazar las fronteras de Transjordania significó trazar una frontera occidental para lo que se convirtió en Irak. Si alguien hoy en día nunca ha oído hablar, por ejemplo, del problema del “capítulo árabe”, significa que nunca ha descifrado los archivos, que depende completamente de literatura secundaria defectuosa y que realmente no tiene ni idea de lo que dice cuando habla de Irak en la configuración territorial que asumió en 1920. Por si fuera poco, posteriores ajustes entre la Siria francesa y la Mesopotamia británica (posteriormente llamada Irak) trasladaron Mosul de la zona francesa a la británica a cambio de concesiones francesas en la industria petrolera local.

Mientras tanto, el Reino de Nejd, nunca colonizado, invadió el Hiyaz en 1924, expulsando a los hachemitas, lo que finalmente condujo a la adopción del término Reino de Arabia Saudita en 1932. Dos años después, Arabia Saudita atacó Yemen y se anexionó las provincias de Asir y Najran. Las fronteras entre Siria y Transjordania, y entre Transjordania y Arabia Saudita, no se definieron hasta mediados de la década de 1930. En 1938, una provincia del norte de Siria -Hatay, o lo que antes se conocía como Sandjak de Alejandreta y luego Cilicia- fue cedida a Turquía por Francia, con el consentimiento británico, en un acuerdo diseñado para evitar el apoyo turco a Alemania en la inminente guerra.

Se podría profundizar en la descripción de cómo se trazaron las fronteras del Oriente Medio "moderno", incluyendo la creación de los jeques del Golfo Pérsico, el último de los cuales (los Emiratos Árabes Unidos) no se creó hasta 1971. En otras palabras, ¡"Fronteras Sykes-Picot"! ¡Ni hablar! La insinuación de que alguna vez existieron es pura y simple mentira.

Mucho sobre cómo se trazaron y cómo no se trazaron las fronteras. Pero ¿por qué sucedió así? Las preguntas de "por qué" suelen ser mucho más difíciles de responder que las de "cómo", pero un breve intento quizás sea útil porque arroja algo de luz sobre lo que los observadores contemporáneos afirman que Sykes-Picot significa para nosotros, o debería significar para nosotros, un siglo después. 

Si existe alguna lección, esta debería extenderse más allá de Oriente Medio, pues los Aliados no solo arrebataron al sultán el control de las provincias árabes del Imperio Otomano, sino que también desmembraron los imperios de los Habsburgo y los Hohenzollern. El Imperio Romanov, mientras tanto, al final de la guerra, se encontraba en proceso de desmembrarse (temporalmente).

 

Un mapa detallado que muestra el Imperio otomano y sus dependencias, incluyendo sus divisiones administrativas (valiatos, sanjacados, kazas), en el año 1899



Pero centrémonos por ahora en el desmembramiento del Imperio Otomano. ¿Cuáles fueron las razones?

Razones -en plural- es la forma correcta de plantear la pregunta, porque rara vez una sola razón agota la realidad. Tres parecen ser las más importantes.

Una razón se relacionaba con la prudencia geoestratégica. La rescisión del Imperio Otomano, a lo largo de muchos años, había creado vacíos que fomentaron la competencia entre otras potencias y provocaron crisis y guerras, entre ellas las guerras de los Balcanes a principios del siglo XX y, en la mente de los estadistas de la época, la propia Guerra Mundial. Por lo tanto, un desmembramiento ordenado, alcanzado de mutuo acuerdo, debería hacer que el sistema en su conjunto fuera menos propenso a crisis y guerras en el futuro. El mismo razonamiento se aplicó tanto al desmembramiento previsto del derrotado Imperio de los Habsburgo como al del Imperio Otomano.

Una segunda razón se refería a la competencia imperial en general. La carrera por las colonias entre algunas potencias europeas -principalmente Gran Bretaña, Francia y Alemania- se había acelerado con la capacidad tecnológica para apoderarse y administrar imperios de ultramar. Una conferencia de Berlín en 1888 había dividido el África subsahariana. Posteriormente, la competencia se trasladó en parte al Pacífico Sur. Para 1914, quedaban pocos bienes raíces lucrativos en el planeta, salvo los que poseían los otomanos y que podían ser confiscados como resultado de la guerra. La competencia geoestratégica por los bienes raíces se había vuelto completamente global en la mente de los estadistas de las grandes potencias europeas por primera vez, y había asumido el carácter de una competencia posicional: cada potencia temía quedar en desventaja competitiva si este o aquel territorio caía en manos de un imperio rival. Muchos observadores a lo largo de los años han argumentado que esta competencia era sobre todo de carácter comercial; otros, que también estaba asociada con la grandeza nacional y el ego colectivo. Por muy ciertos que esos motivos pudieran haber sido en la mayoría de los casos, el motivo dominante para la mayoría de las potencias parecía provenir de esta competencia posicional, similar a un juego, que se manifiesta en muchas formas de comportamiento humano. (Los estadounidenses quizás puedan comprender esto mejor en el contexto de la adquisición de Hawái por parte de Estados Unidos. Sin duda, se cometieron algunas acciones ruines en esa saga expansionista; pero en aquel momento parecía obvio que si Estados Unidos no se presentaba, Alemania, Japón o Gran Bretaña lo harían, lo que le crearía una desventaja estratégica).

Una tercera razón, que no fue la más importante en 1914-1916, pero que cobró mucha más influencia en 1918-1919, fue de un tipo completamente diferente. Se trató de un cambio normativo que sostenía que el principio imperial de legitimidad debía ceder ante el principio moralmente superior de la autodeterminación nacional. Esto explica por qué, al final de la guerra, cuando los Aliados comenzaron a repartirse el territorio del Imperio Otomano, no pudieron simplemente tomarlo como botín de guerra imperial, como en tiempos pasados. En su lugar, crearon la idea de los mandatos, asociados con la creación de la nueva Sociedad de Naciones, en virtud de los cuales los territorios de la Turquía otomana y Alemania debían, al menos en teoría, ser guiados hacia la independencia soberana a su debido tiempo. ¿Cómo sucedió esto?

No hay suficiente espacio aquí para abordar plenamente esta cuestión. Baste decir que la base moral de la gobernanza ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero lo ha hecho a distintas velocidades y de distintas maneras en distintas zonas de civilización. En la Primera Guerra Mundial, una zona de civilización que avanzaba a una velocidad (Europa Occidental) chocó con otra (Oriente Medio) que avanzaba a otra velocidad. En Europa Occidental, especialmente en Gran Bretaña, Francia y Países Bajos, las sensibilidades religiosas democratizadas habían invadido la política durante aproximadamente el siglo anterior, dando lugar, entre otras cosas, a la campaña para abolir la trata de esclavos. Pero las cruzadas, una vez lanzadas, son difíciles de controlar o anticipar, por lo que no nos sorprenderá saber que el elevado idealismo secularizado de Wilberforce sentó las bases para la colonización del África subsahariana por Gran Bretaña, Francia, Alemania, Portugal y Bélgica.

Nadie ve esto hoy en términos moralmente positivos, pero en ese momento la "carga del hombre blanco" y, en Francia, la misión civilizadora, eran extensiones secularizadas naturales de los elementos evangélicos del pensamiento cristiano, la "mundanización" de las categorías escatológicas. Ciertamente, intereses imperialistas más bajos estaban en juego, pero muchos pensaban sinceramente que el colonialismo era benigno y progresista. Y el crescendo de popularidad del que disfrutó el movimiento abolicionista fue un elemento que dio forma a la doctrina nacionalista de la autodeterminación. Siendo la mente humana promiscuamente asociativa, era solo cuestión de tiempo antes de que la proposición de que ningún hombre debería poseer o tener dominio sobre otro hombre se transformara en la proposición de que ninguna nación debería poseer o tener dominio sobre otra nación.

Por supuesto, el auge del nacionalismo en la Europa del siglo XIX también tuvo otras causas. Pero, sea cual fuere su origen, la fuerza moral de la autodeterminación nacional se unió en la Segunda Guerra Mundial a los otros dos motivos principales para desposeer a los otomanos, mencionados anteriormente. El avance de este nuevo ideal fue impulsado por moralistas armados -los neoconservadores de la época, en efecto-, personificados sobre todo por el presidente estadounidense Woodrow Wilson, quien rechazó cualquier mandato para Estados Unidos.

Las potencias aliadas, en cierto sentido, quedaron atrapadas en este cambio normativo que se alejaba de la legitimidad del principio imperial y se acercaba al nuevo ideal del "estado-nación", donde la comunidad etnolingüística se alineaba con la soberanía política legítima y la constituía como base de la misma. 

Cuando se reunieron en secreto a partir de 1915 para repartirse las tierras otomanas, los señores imperiales de las grandes potencias aliadas jamás imaginaron un sistema de mandatos ni una Sociedad de Naciones. Sin embargo, al finalizar la guerra y a punto de comenzar la conferencia de paz de Versalles en 1919, parecía imposible que otra idea pudiera competir, y mucho menos prevalecer. 

Así pues, cuando se plantea la pregunta: "¿Se concibieron los mandatos como instituciones de transición sinceras hacia una independencia real, o fueron meras tapaderas para la expansión de los imperios francés y británico?", la respuesta no es tan clara como podrían pensar los cínicos; de lo contrario, la frase "estado árabe independiente" nunca se habría inscrito en el mapa original de Sykes-Picot. En verdad, fue un poco de ambas cosas.

Ahora bien, por eso, cuando hoy se dice que la lección de Sykes-Picot es que las grandes potencias no deberían ir por ahí trazando las fronteras de otros -incluidas, de nuevo, las de Oriente Medio-, se genera un gran aplauso en algunos sectores. Incluso puede ser un buen consejo; para los extranjeros, redibujar las fronteras de la región hoy en día implica asumir la responsabilidad de hacerlas cumplir, y nadie en su sano juicio debería entusiasmarse con ello. Pero el consejo, independientemente de la opinión que se tenga, simplemente no se ajusta a la realidad histórica. Una vez que los Aliados decidieron despojar a los otomanos de sus posesiones imperiales y repartirlas, tras la victoria en la guerra, alguien tuvo que trazar algunas fronteras en algún lugar

¿Cuál era la alternativa? ¿Dejar intacto el sistema turco de millet y permitir que los cantones religiosos transterritoriales las sustituyeran como fronteras en una región gobernada por estados europeos con límites territoriales convencionales entre ellos? Incluso si los europeos hubieran imaginado tal solución, habría sido impráctica, casi ridícula. Y ciertamente los lugareños no estaban entonces en posición de trazar sus propias fronteras porque no tenían manera de hacer cumplir lo que hubieran decidido.

En cuanto a la supuesta "artificialidad" de las fronteras creadas en la región, la cual suele ser la alusión inmediata al proclamado pecado imperial de Sykes-Picot, esto también es bastante absurdo. Oriente Medio en 1919, no menos que en 1519, era un mosaico muy heterogéneo de etnias y afiliaciones sectarias, y el Levante más que la mayor parte del resto de la región. Cualquier frontera trazada allí habría sido "artificial" si por lo contrario de artificial se entienden fronteras históricas preotomanas entendidas y legítimas o fronteras que crearon estados-nación homogéneos. Ninguna de las dos existía ni era posible. Y las que se trazaron generalmente se apoyaban en alguna justificación histórica o etnosectaria ("El Hipo de Winston" al trazar la frontera de Transjordania con Arabia Saudita es un ejemplo claro); no eran tan artificiales como parece. (Nota del editor: El "Hipo de Winston" o el "Estornudo de Churchill" es el enorme zigzag en la frontera oriental de Jordania con Arabia Saudí, supuestamente porque Winston Churchill trazó la frontera de Transjordania después de un generoso y largo almuerzo).





Si las semillas de los actuales problemas en Oriente Medio se sembraron entre 1914 y 1918, no provienen de fronteras supuestamente artificiales trazadas por edictos imperiales, de los cuales Sykes-Picot fue una parte de mediana importancia

Provienen, en cambio, del intento de imponer el concepto occidental de Estado territorial secular y weberiano en una parte del mundo donde no existían precedentes. El motivo fue, al menos en cierta medida, benigno: hacer esta parte del mundo más moderna, más “progresista”, en el lenguaje de la época. Sin embargo, el resultado fue la creación, en última instancia, de una serie de estados independientes débiles, cada uno con una vida media diferente, pero no, históricamente hablando, muy larga. Su decadencia nos acecha ahora en un momento en que las tensiones que sienten todos los estados han aumentado notablemente. No es sorprendente que los más débiles sean los primeros en convertirse en polvo.

Y la ironía de todo esto es casi demasiado agria para soportarla. Los fuertes estados occidentales del período de la Primera Guerra Mundial, sin darse cuenta, causaron un sinfín de problemas a los pueblos y sociedades del Medio Oriente al incubar una arquitectura política que el suelo de sus tierras no podía soportar. Y ahora estos estados se están desmoronando, esparciendo demonios por todas partes en forma de Al-Qaeda, ISIS/Estado Islámico y quién sabe qué vendrá después, causando un sinfín de problemas a los pueblos y sociedades de Occidente en un momento en que la capacidad incluso de los estados relativamente fuertes para lidiar con tales problemas ha disminuido significativamente. Llámenlo "venganza" si quieren, no que sea conscientemente forjado o remotamente intencional en el sentido que acabamos de describir; es decir, los estados de la región que explotan como bombas suicidas simbólicas diseñadas para matar a enemigos extranjeros seleccionados. Sin embargo, una cosa es segura: la venganza no siempre es dulce.

Sykes-Picot cumple más de cien años, y lo que para la mayoría de la gente parece significar -a juzgar por lo que se ofrece- no solo se basa en diversos tipos de error, sino que trivializa profundamente la verdadera historia. La verdadera historia, una vez que uno la conoce realmente, no trata sobre imperialismo ni política de poder, ni sobre victimarios ni víctimas. La verdadera historia trata sobre cuán frágiles e interconectadas somos las criaturas humanas, sobre lo poco que comprendemos y podemos prever, y, sobre todo, sobre la inquietante rapidez con la que culpamos a otros de nuestros propios problemas y los de los demás.


Adán Garflinke

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Fuentes: 

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