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06 octubre 2022

El camino de la Alemania militarista es muy peligroso

 

Ursula Gertrud von der Leyen, política alemana, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), ocupó cargos sucesivos en el gabinete de Angela Merkel, desde 2013 al 2019 fue la primer mujer nombrada Ministra de Defensa. Y desde diciembre del 2019 es la presidenta de la Comisión Europea. En la foto, von der Leyen en un campamento de la Bundeswehr (Foto de archivo, Maurizio Gambarini)

Introducción por el editor del blog

Hace algún tiempo este blog reprodujo un interesante artículo sobre la política exterior de la República Federal de Alemania y de sus fuerzas armadas, "Bundeswehr marcha hacia el pasado". Bien, en el presente, la excusa de la guerra en Ucrania ha conseguido que Alemania apruebe un rearme histórico sin precedentes desde el fin de la segunda guerra mundial, junto a sus socios de la OTAN.

El pretexto de "ayudar a Ucrania" permite que el Canciller Olaf Scholz anuncie que está a disposición de la Bundeswehr (Fuerzas Armadas) un fondo especial de cien mil millones (100.000 millones de euros) y que el 2% anual del PIB se invertirá en el desarrollo de las fuerzas armadas para hacer frente a Rusia

El parlamento alemán (Bundestag) votó mayoritariamente (20 abstenciones) para esa asignación presupuestaria, no antes votar una enmienda a la Constitución para modernizar el ejército. El Comité de Defensa del Bundestag acota que el proyecto de modernización de la Bundeswehr requiere reinventar "una imagen del enemigo" (Rusia). Esto es el resultado de largos años de presión de la OTAN. "Europa nos necesita", dijo ante el Parlamento la ministra de Relaciones Exteriores (Annalena Baerbock, del Partido Verde).


Es bueno refrescar la memoria de los incrédulos. En 2010 Alemania constaba ya como el tercer exportador mundial de armamento (informe del Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz Stockholm International Peace Research Institute -SIPRI). 


Sesión del Bundestag (22 abril 2022, Reuters)

Es lógica la preocupación de Rusia que señaló que la "remilitarización" alemana en términos que hacen recordar el lenguaje de su pasado nazi, (Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia), una clara alusión al programa de rearme de la Alemania hitleriana, el camino a la Segunda Guerra Mundial. "Sabemos muy bien cómo puede terminar eso" (Maria Zakharova, portavoz del ministerio ruso). Desde el fin de la Guerra Fría los ejércitos de Alemania y Rusia dejaron de verse como potenciales enemigos

La OTAN -mejor dicho, los EEUU- señala la forma en que sus socios europeos deben "adaptarse" a las "nuevas realidades" ante el peligro ruso y otras amenazas potenciales como China e Irán, desarrollando una estrategia para enfrentarlas. A pesar de ello, Olaf Scholz, ha sido muy criticado por negarse a enviar tanques de batalla "Leopard" a Ucrania. 

El mando de la OTAN (EEUU) impone sus reglas a Europa (UE). Es cierto que el gobierno federal alemán anteriormente se opuso a las sanciones económicas de Washington contra Rusia, China, Irán y otros; sin embargo, los alemanes, igual que el resto de Europa deben inclinarse ante su jefe supremo para impedir o sabotear, por ejemplo, la conclusión del gasoducto ‎Nord Stream II (que también es un proyecto alemán), gas barato para toda Europa; o, la Nueva Ruta de la Seda pactado por Alemania y China en 2013 (a través de Rusia), porque ello significaría el fin de la hegemonía de los Estados Unidos y quizá el final de los "principios" de la Unión Europea.

Las autoridades de la República Federal Alemana han estado dando un giro radical, violando su norma constitucional de no intervención en países extranjeros. Desde hace un buen tiempo los gobiernos alemanes ignoran descaradamente lo que sus abuelos aprendieron amargamente después del fin de la guerra en Europa en 1945.


         Bundeswehr-Foto The Financial Times


Recordemos las palabras de Karl Müller (diario suizo Zeit Fragen): 

"¿Cómo es posible que en un país cuya Constitución puso en primer plano la dignidad humana, un país donde el reconocimiento de los derechos humanos y del derecho internacional está inscrito en la Constitución y donde la preparación de una guerra de agresión es considerada ilícita...". 

...Pues nada, Alemania no quiere quedarse atrás de sus "colegas" europeos de la OTAN, las potencias militares Francia y Gran Bretaña. Desde hace tiempo que Alemania, presionada por Estados Unidos, participa en provocaciones militares contra Siria y Rusia, el escándalo de la entrega de armas alemanes a Ucrania para su conflicto por el Donbass y Crimea con Rusia viene desde 2014... y podríamos recordar otros episodios similares.

El "Observatorio de la Crisis" presentó a inicios de septiembre (2022) un amplio informe sobre la nueva política militar alemana. Un documento que merece ser repasado en su totalidad.

Buena lectura. 

T. Andino


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El camino de la Alemania militarista es muy peligroso



Fuente: Observatorio de la Crisis (via Al Mayadeen)

Septiembre 2022


Alemania se está preparando, bajo la demanda irrechazable de sus amigos estadounidenses, para un mundo que se constituye en un gran campo de batalla a la espera de las intervenciones de la OTAN.


Cuando los mejores son presa del extravío, quizá podemos concluir que las cosas no van realmente bien. A finales de julio, Wolfgang Schäuble concedió una entrevista al Welt am Sonntag, un periódico dominical de centro-derecha. En ella renunciaba públicamente a su concepción, mantenida durante toda su vida, de una Kerneuropa franco-alemana, comprendida como el núcleo de Europa, confiando evidentemente en salvar, tras la guerra de Ucrania, lo que queda por salvar, si es que queda algo, de la posibilidad siempre remota de construir una Europa independiente dotada de una política de seguridad igualmente independiente.

Lo que Schäuble, ahora una alta autoridad del Estado sin una función pública concreta y uno de los últimos políticos conservadores intelectualmente respetables en activo, trata de presentar en la entrevista es su concepción de una versión actualizada de su viejo concepto germano-gaullista de una Europa unida capaz de perseguir sus propios intereses.

La versión propuesta en la entrevista, sin embargo, resulta tan alejada de la realidad que, viniendo de alguien conocido por su despiadado realismo político, puede leerse como el argumento subversivo de que con la guerra ucraniana la integridad de los sueños, no solo de la derecha sino también de la izquierda, de una Europa dotada de “soberanía estratégica”, para expresarlo en palabras de Macron, se han convertido para siempre en quimeras.


Wolfgang Schäuble, político alemán miembro de Christlich Demokratische Union Deutschlands (CDU). Ex Ministro del Interior y ex Ministro de Hacienda en los gabinetes de Angela Merkel (entre 2005-2017). Luego Schäuble fue presidente del Bundestag (2017-2021).

¿Qué sugiere Schäuble para convertir a Europa, ahora o nunca, en una potencia soberana después de la “zeitenwende” (fase de transición)? Tras constatar que el tándem franco-alemán ha fracasado a la hora de evitar la guerra, o siquiera de tener una voz en ella, Schäuble sugiere ampliarlo para convertirlo en un triunvirato, en un directorio de tres miembros, invitando para ello a Polonia a unirse a Alemania y Francia “como miembro dotado de la misma importancia en la dirección de la unificación europea”.

Dado que “a tenor del Tratado de Lisboa la política de defensa recogida en el mismo no es adecuada para medirse con los desafíos actuales”, el nuevo directorio operaría al margen de la Unión Europea. Francia, Alemania y Polonia invitarían a otros países europeos a unirse a ellos, para lo cual Schäuble acepta el concepto de “coalición de voluntarios”. Este mismo principio, sugiere, debería aplicarse también a cuestiones como la política de inmigración y asilo.

En efecto, este planteamiento daría lugar a una “Europa a la carta”, una vez abandonado el supranacionalismo para sustituirlo por lo que en Bruselas, con una obligada expresión de disgusto, se denomina inter-gubernamentalismo. A largo plazo, tal planteamiento podría prescindir del establishment de Bruselas en su conjunto en favor de una alianza estratégica multinacional liderada por tres Estados-nación soberanos.

"Schäuble invita a Polonia a unirse a Alemania y Francia como co-potencia hegemónica europea, confiando en que ello, contra toda esperanza, la arranque de su relación simbiótica con Estados Unidos”.

Pero esto es solo el principio. La principal tarea de este directorio de tres sería construir una defensa nuclear para Europa. En opinión de Schäuble, “dado que los ayudantes de Putin (¡!) nos amenazan cada día con un ataque nuclear, ahora está absolutamente claro (…) que necesitamos disponer de una fuerza de disuasión nuclear también a escala europea”. Mientras Francia tiene las armas, Alemania tiene el dinero.


En nuestro propio interés, los alemanes debemos, a cambio de una disuasión nuclear conjunta, efectuar la correspondiente contribución financiera al poder militar francés (…). Al mismo tiempo, debemos participar en una planificación estratégica de mayor envergadura acordada con París (…). En cualquier caso, una capacidad de defensa europea es inconcebible sin la dimensión nuclear (…)”.


En repetidas ocasiones, Schäuble insiste en que nada de esto debe contradecir los compromisos europeos asumidos en el marco de la OTAN. “Lo que Francia debe conceder” a cambio de la cofinanciación alemana de su fuerza nuclear “es que todo debe encajar en la OTAN”.

De hecho, una de las razones que esgrime Schäuble en pro de la cooptación de Polonia en su directorio es que su presencia garantizaría que “la defensa europea no sería alternativa sino complementaria a la OTAN”. La regla general, de acuerdo con Schäuble, “debe ser siempre: todo con la OTAN, nada contra ella”.

La propuesta de reorganización de Europa presentada por Schäuble debe entenderse como un intento desesperado de mantener viva una perspectiva mínimamente creíble de independencia estratégica europea. Sin embargo, los actos de fe que tiene que hacer para conseguirlo son enormes.

Para acomodar el ascenso de Europa del Este como nuevo centro de poder europeo tras el ataque ruso a Ucrania, Schäuble invita a Polonia a unirse a Alemania y Francia como copotencia hegemónica europea, confiando en que ello, contra toda esperanza, la arranque de su relación simbiótica con Estados Unidos. (El gobierno polaco acaba de presentar a Alemania una factura de un billón de euros en concepto de reparaciones por la Segunda Guerra Mundial, esperando que ello le ayude a ganar las próximas elecciones).

Schäuble también confía en que Francia acepte a un tercer país como cogobernante de Europa, después de que el actual liderazgo ejercido por ambos países haya fracasado, y que conceda a Alemania y Polonia lo que ha negado sistemáticamente desde la década de 1960 a Alemania sola, esto es, la capacidad de expresar su opinión sobre el uso del arsenal nuclear francés.

Cuanto más se analiza la propuesta, más sorprendentes resultan las ilusiones que un veterano de la política europea como Schäuble se siente obligado a asumir para bosquejar algo parecido a un modelo de soberanía estratégica europea


Uno de los pilares del poder de Estados Unidos en Europa es la firma por parte de Alemania del Tratado de No Proliferación Nuclear de la década de 1960, que propició que Alemania dependiera para su defensa durante la Guerra Fría del paraguas nuclear estadounidense.


En la actualidad, dicha dependencia se traduce en la presencia de un número desconocido de bombas atómicas estadounidenses en suelo alemán, junto con una licencia para que la Luftwaffe alemana transporte cabezas nucleares estadounidenses, bajo el mando de Estados Unidos, dirigidas contra objetivos elegidos por este país, utilizando aviones de combate comprados al mismo, lo que oficialmente se denomina “participación nuclear”.

No hay ninguna razón para creer que pueda convencerse a Estados Unidos, con o sin la OTAN, de que Alemania necesita participar también en la gestión de las cabezas nucleares francesas, aunque sea indirectamente pagando por ellas. Tampoco hay ninguna perspectiva de que Francia permita a Alemania y a Polonia expresar su opinión sobre cuándo debería ponerse en riesgo París por el bien de Berlín o Varsovia; en el pasado, los intentos franceses de hacer que Alemania compartiera los costes de la force de frappe (fuerza de choque) fueron abandonados en repetidas ocasiones cuando, a cambio de su participación, Alemania quiso simplemente echar un vistazo al catálogo de objetivos nucleares franceses.


Christian Lindner, político alemán del Partido Liberal, ministro de Finanzas de Alemania desde diciembre del 2021. Ha advertido del riesgo en la Eurozona de caer en la temible "estanflación". Confía en que otros paises de la eurozona reduzcan deuda para combatir la subida de precios. Se declara abierto a expropiar reservas del Banco Central de Rusia para ayudar a Ucrania. En la foto Lindner en un campmento de la Bundeswehr en Eslovaquia (Foto Thomas Koehler / fototeca  IMAGO)


Y cabe también preguntarse cómo alguien con una experiencia y una carrera tan dilatada como las de Schäuble puede confiar en que una política de seguridad europea codirigida por Polonia podría ser otra cosa que la extensión de la política de seguridad estadounidense, dados los dos objetivos principales de la política exterior polaca, esto es, la independencia de Alemania y la presencia contundente de Estados Unidos en Europa para mantener a Rusia a raya en lugar de confiar en los poco fiables vecinos europeos, que, a diferencia de la potencia estadounidense, podrían, a la hora de la verdad, temer por su propia seguridad.

Donde la entrevista de Schäuble se convierte definitivamente en un documento de desesperación y su triunvirato franco-alemán-polaco se revela como nada más que el espejismo de un viajero en el desierto a punto de deshidratarse, es al final de la misma, cuando intenta hacer creer al entrevistador y a sí mismo que su triple alianza nuclear intentaría establecer “una asociación con Rusia, siempre que este país respete las normas básicas de la cooperación entre socios”.

“Seguramente —afirma Schäuble— también los polacos estarán de acuerdo cuando decimos que la asociación con una Rusia comprometida con la renuncia al uso de la fuerza, con la inviolabilidad de las fronteras y con las normas fundamentales del derecho internacional es políticamente deseable. Con una Rusia así podemos y queremos cooperar de buena fe. Por supuesto, con Putin esto será difícil”, pero no imposible, en su opinión.

Schäuble no puede albergar duda alguna de que para Polonia y su protector, Estados Unidos, una arquitectura de seguridad negociada en Europa que incluya a Rusia es, en el mejor de los casos, una segunda opción; su resultado preferido de la guerra ucraniana es una Rusia derrotada y mantenida a raya por una fuerza militar superior. Europa, en este escenario, está dirigida, no por Alemania o Francia o por ambas, sino por Estados Unidos y ello no solo en el continente euroasiático, sino también a escala mundial, en particular en relación con China, a la que Schäuble menciona solo una vez de pasada.

El hecho de que Schäuble pueda llegar a confiar en que sus repetidas garantías de que su triple alianza formará parte de la OTAN, llegando incluso a sugerir además que el Reino Unido (el autodenominado subcomandante de Estados Unidos a escala mundial) también debería desempeñar un papel en la misma, engañen a la potencia estadounidense, desafía toda comprensión. En realidad, que alguien como Schäuble se vea constreñido a propalar piadosas esperanzas de que Estados Unidos mirará hacia otro lado puede interpretarse como un indicio de la eficacia con la que la guerra de Ucrania ha desplazado el centro de la política europea de seguridad nacional hacia el este y, con ello, hacia el oeste, en dirección a Estados Unidos.

Donde Schäuble, para variar, está en línea con el Zeitgeist europeo (espíritu de los tiempos) es cuando afirma que la Unión Europea, como organización internacional realmente existente, no juega ningún papel en su proyecto; en realidad, está explícitamente excluida de él. Lo que tiene en mente, sin decirlo, es lo que Macron, en sus momentos más exuberantes, denomina una refundación de Europa (por supuesto, hay pocas cosas que Macron no quiere refundar).


Ursula von der Leyen, en una foto de archivo como Ministra de Defensa de Alemania, actual presidenta de la Comisión Europea. 

Durante los últimos años, el equipo de von der Leyen y el “método comunitario” supranacional que administra han perdido rotundamente la reputación de la que gozaban entre los jefes de Estado y de gobierno europeos. La gestión de la pandemia por parte de Bruselas fue ampliamente considerada un desastre, a pesar de que fue Merkel quien le encargó la adquisición de las vacunas, tarea para la que no estaba preparada, a fin de evitar que Alemania fuera la primera en ser servida cuando se disponía a asumir la presidencia de la Unión Europea en el verano de 2020: el resultado fue el retraso de dos meses en la campaña de vacunación en el continente europeo.

También se culpó a la UE de no haber almacenado máscaras y equipos protectores y, en general, de no estar preparada para gestionar una emergencia médica como la pandemia de la covid-19, así como de intentar en vano que los Estados miembros cofirmantes del Acuerdo de Schengen mantuvieran sus fronteras abiertas durante el periodo de aumento de las tasas de contagio.

A esto le siguió la toma de conciencia gradual de que el aclamado Next Generation European Union Corona Recovery Fund era demasiado pequeño y estaba gestionado de forma demasiado burocrática como para hacer algo por el país para el que principalmente estaba destinado, Italia, como demuestra la patética caída, tras solo un año en el cargo, del caballero blanco de la UE, Mario Draghi, como primer ministro de su país.

Añádase a esto el regateo con Polonia y Hungría sobre el “Estado de derecho” en un momento en que Europa del Este se estaba convirtiendo en el nuevo centro de gravedad de la UE, por no hablar de la ausencia total de esta cuando los Acuerdos de Minsk fracasaron y Estados Unidos asumió la gestión del conflicto con Rusia en torno a Ucrania

Una vez que la Realpolitik levantó su fea cabeza, la UE se convirtió rápidamente en una organización auxiliar de la OTAN, encargada, entre otras cosas, de idear sanciones contra Rusia, que en su mayor parte se volvieron contra ella, y de elaborar una política energética europea común, una misión imposible desde el principio.

Para evaluar cómo el liderazgo europeo se ha deslizado hacia Estados Unidos y cómo la UE ha perdido el control sobre sí misma nada mejor que analizar su política de admisión de nuevos Estados miembros, la cual constituye un campo de batalla cada vez más enmarañado ligado al conflicto sobre quién dirige Europa y con qué propósito.

En la década de 1990, Estados Unidos hizo saber que, como parte de su Nuevo Orden, la UE tenía que acoger a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia (Polonia, Hungría, Chequia, Bulgaria y Rumanía) para fortalecerlos económicamente y reorganizarlos institucionalmente con el fin de anclarlos firmemente en “Occidente”; posteriormente, los Estados bálticos, que durante un tiempo formaron parte de la Unión Soviética, siguieron su ejemplo.

En aquel momento también se esperaba que la UE admitiera a Turquía, cuyo principal mérito consistía en ser miembro de la OTAN desde hacía mucho tiempo, lo cual habría dado a “Europa” fronteras conjuntas con Siria, Iraq e Irán, además de una posible guerra con un Estado miembro de la UE, Grecia. La adhesión de Turquía fue impedida por Francia y la Alemania de Merkel, campeona mundial en el arte de la resistencia pasiva, aunque oficialmente Turquía sigue siendo candidata a la incorporación a la UE.

La integración de los nuevos miembros de la UE constituye una ardua tarea para la burocracia de Bruselas, que debe enseñarles los entresijos del denominado acquis communitaire (acervo comunitario), el interminable conjunto de normas que los Estados deben aplicar como condición previa a la adhesión. Además, para afianzar su lealtad al capitalismo, los nuevos miembros deben recibir apoyo económico y cuanto más pobres y numerosos sean, mayores deben ser los fondos estructurales de la Unión destinados a los mismos, que son financiados con los respectivos presupuestos nacionales.


         Soldados de la Bundeswehr (Foto archivo Imago Christian Thiel)

Además, como tantas otras veces, el dinero puede o no comprar el amor, y los nuevos Estados miembros del Este tener sus propias ideas sobre cuándo deben seguir las órdenes de Bruselas y cuándo no. Así, los periodos de espera se han dilatado durante los últimos años, ya que las negociaciones se están alargando innecesariamente por la presión de los actuales Estados miembros.

El último nuevo miembro de la UE fue Croacia, admitida en 2013, tras diez años de negociaciones y con sus reformas institucionales concluidas a satisfacción de Bruselas. En la lista de espera siguen Albania, Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia, los denominados Estados de los Balcanes Occidentales, cuyas perspectivas de ser admitidos en un futuro previsible es nula, después de que Francia se opusiera públicamente a su ingreso.

Introduzcamos en la ecuación a Ucrania, que a través de su omnipresente presidente exige la plena incorporación a la UE de inmediato, tutto e subito, algo difícilmente realizable sin el estímulo de su aliado estadounidense, que necesita que alguien pague la reconstrucción del país una vez que la guerra concluya, si es que lo hace en algún momento.

El 18 de junio, Von der Leyen, vestida como tantas veces estos días de azul y amarillo, anunció en Twitter, sin miedo a parecer decadente o de mal gusto, que “los ucranianos están dispuestos a morir por la perspectiva europea. Queremos que vivan con nosotros el sueño europeo”. Pero lo que parecía convertirse en un viaje por la vía rápida a Bruselas pronto se detuvo en seco.

Aunque es evidente que los Estados de los Balcanes Occidentales debieron protestar, el factor crucial es que los actuales Estados miembros parecieron haberse dado cuenta de que la adhesión de Ucrania acabaría por hacer saltar por los aires el presupuesto de la UE, por no hablar del sistema político oligárquico ucraniano, que habría hecho que Polonia y Hungría, los archienemigos “antiliberales” de la mayoría liberal del Parlamento de la UE, parecieran democracias escandinavas.


“Los Verdes son los más militantes entre los políticos alemanes en su espíritu belicoso, ya que representan a una generación que estuvo exenta, y lo estará para siempre, del servicio militar, a diferencia de los despreciados pacifistas de antaño”.


En esta situación, fue Olaf Scholz quien, de nuevo con verdadero espíritu merkeliano, tiró del carro, exigiendo que la UE, antes de dejar entrar a ningún nuevo miembro, se sometiera a «reformas estructurales» de las que previsiblemente es incapaz. Una de sus propuestas se refería a la composición de la Comisión.

Actualmente hay un comisario por cada Estado miembro, lo que suma un colegio de veintisiete, demasiado grande, como dice un adagio de Bruselas, para reunirse en pleno sin que los miembros utilicen prismáticos si quieren mirarse a los ojos. Sin embargo, ello no es razón para que los Estados miembros más pequeños insistan en que cada país debe tener un puesto en la Comisión, dado que la UE paga a sus comisarios bastante más de lo que los países más pequeños y pobres pagan a sus respectivos primeros ministros.

La reducción del número de comisarios requerirá la modificación de los Tratados que cada Estado miembro debe aceptar. Además, en un discurso pronunciado a finales de agosto en la Universidad Carolina de Praga, que pretendía ser un complemento del pronunciado por Macron en la Sorbona en 2016, Scholz exigió disposiciones más estrictas sobre el Estado de derecho en los Tratados y poderes más eficaces para que la UE sancione a los Estados miembros por sus infracciones, a sabiendas de que esto sería inaceptable para Polonia y Hungría, y presumiblemente también para otros países. (Eludiendo tanto la UE como la OTAN, Scholz también sugirió un sistema conjunto de defensa aérea para Europa, creado por Alemania junto con los Estados miembros vecinos).

Además, Scholz insistió en la votación por mayoría en el Consejo en lo concerniente a la política exterior de la UE, presumiblemente mediante votos ponderados por el tamaño de los respectivos países para evitar que el nuevo Ostblock (bloque de los países de Europa del Este) superara en votos a Alemania y Francia en nombre de Estados Unidos. Por supuesto, en la UE acabar con la unanimidad requiere unanimidad, un obstáculo que ni siquiera Angela Merkel había podido superar.


Despedida a la canciller Angela Merkel (foto Reuters). El desfile nocturno de soldados portando antorchas, el “Zapfenstreich” o “Toque de retreta”, en el patio del Ministerio de Defensa marcó el “fin de la era Merkel”, 1 diciembre 2021.


Mientras tanto, en Alemania, la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, una de las Young Global Leaders del World Economic Forum de Davos, hace saber a la opinión pública alemana que la guerra en Ucrania puede durar muchos años todavía y que Ucrania seguirá necesitando apoyo económico y militar, incluido “armamento pesado”, con toda seguridad durante 2023.

Ello añade un sabor peculiar a las interminables expresiones de gratitud y admiración de los Verdes por los valientes ucranianos que “defienden nuestros valores”, arriesgando sus vidas bajo un estricto régimen de servicio militar obligatorio. También ayuda a explicar su identificación incondicional con los objetivos bélicos del ala ahora gobernante del nacionalismo ucraniano (Baerbock: “Crimea pertenece a Ucrania... Ucrania defiende también nuestra libertad, nuestro orden de paz. Y la apoyamos financiera y militarmente, mientras sea necesario. Y punto”).

El envío de armas, mientras estos nuevos belicistas observan cómo se utilizan estas desde la seguridad de sus salas de estar (Twitter ofrece un increíble número de tuits de alemanes repantigados en sus sillones celebrando los golpes de la artillería ucraniana contra los objetivos rusos, similares a los publicados por los video jugadores que informan de sus proezas conseguidas en las pantallas de sus ordenadores) es jaleado casi diariamente acompañado de la garantía, que se hace eco de las declaraciones de Biden y su equipo, de que la OTAN, incluida Alemania, nunca enviará tropas a los campos de batalla de Ucrania donde los ucranianos “luchan y mueren por todos nosotros”.

Obviamente, ello contribuye a que estos nuevos partidarios de la guerra, que se saben al reparo de riesgo alguno para sí o para sus hijos, la alienten hasta la mismísima Endsieg (victoria final), insistiendo en que no puede haber negociaciones sobre el fin de la misma antes de que ésta haya terminado con la incondicional retirada rusa.

Hasta ahora, la llegada de los Verdes al gobierno alemán, el reverdecimiento de lo que los alemanes solían llamar Friedenspolitik (política de paz), ha tenido un éxito notable. El espacio para el debate público legítimo sobre la paz y la guerra se ha reducido drásticamente. El jefe del servicio de seguridad nacional alemán, la orwellianamente denominada Bundesamt für Verfassungsschutz (Oficina para la Protección de la Constitución), aseguró públicamente al gobierno que vigilará a todos los que afirmen que el ataque ruso a Ucrania podría haber estado relacionado con la acumulación previa de recursos militares estadounidenses en torno a Rusia; en otras palabras, a todos los Putinversteher (comprensivos con Putin).

Como el evangelio, la prensa, de calidad o no, recita como sabiduría última de las relaciones internacionales, olvidada por los pacifistas sentimentales como Willy Brandt, el viejo adagio romano, si vis pacem para bellum. Se trata de proscribir la idea más reciente, que se remonta en parte nada menos que al mismísimo Friedrich Engels, de que con el armamento moderno, prepararse para la guerra puede desencadenar una carrera armamentística que precisamente consigue lo contrario de la paz.

La acumulación sin precedentes de recursos militares por parte de Estados Unidos durante las dos primeras décadas del siglo XXI, incluida la dotación de armamento a Ucrania desde 2014, que supuso sin riesgo de exagerar la preparación para la guerra más impresionante de la historia, fortalecida además por la denuncia de todos los tratados de control de armamentos de la época de la Guerra Fría, no debe mencionarse nunca en este contexto.

Visto así, el hecho de que el presupuesto especial de defensa de 100 millardos de euros, anunciado por el gobierno alemán a los tres días de iniciarse la guerra, no tendrá sus primeros efectos sobre el terreno hasta dentro de aproximadamente cinco años no significa que sea un despilfarro, sino únicamente que no tiene nada que ver con la guerra de Ucrania como tal.


Para lo que Alemania se está preparando, siguiendo la demanda irrechazable de sus amigos estadounidenses, es para un mundo que se constituye en un gran campo de batalla a la espera impaciente de las intervenciones de la OTAN fuera de su área de operaciones tradicional en pro de la propagación de la democracia y de la oferta de oportunidades para que ciudadanos posheroicos y sobrealimentados defiendan los valores occidentales.


         Tanques alemanes "Leopard II" (foto archivo)

A mediados de agosto, como otra muestra de su lealtad a Occidente, Alemania envió seis aviones de combate Eurofighter, en un viaje que los llevó por medio mundo y les obligó a pasar por la China continental y Taiwán, a Australia con el fin de efectuar maniobras conjuntas con Corea del Sur y Nueva Zelanda y de demostrar así la disposición alemana para una ulterior implicación militar.

La prensa alemana informó bochornosamente para contextualizar la noticia de que “el nuevo concepto estratégico de la OTAN menciona a China como un desafío”. Uno de los seis aviones de guerra resultó defectuoso y tuvo que ser devuelto a casa, pero los cinco restantes llegaron sanos y salvos a su lejano destino repostados en vuelo por un avión cisterna A330, lo que hizo que el Frankfurter Allgemeine Zeitung se sintiera orgulloso del estado de las fuerzas armadas alemanas.

El viaje se produjo después de que el gobierno saliente de Merkel enviara una fragata, la Bayern, de gira por el Indo-Pacífico, antes conocido como el Mar del Sur de China, para mostrar tanto la lealtad transatlántica, como la resolución a la hora de intervenir en el Pacífico oriental. 

Y esto es todo por hoy en cuanto a la autonomía estratégica europea.

Fuente consulta  

29 agosto 2022

Entrevista perdida en prisión con Hermann Goering

 


Las revelaciones del Reichsmarshall


Editado por Gilberto Villahermosa

 Versión original en inglés:

"Lost prison interview with Hermann Göring: The Reichsmarschall´s revelations". World War II magazine. Reeditado por Historynet

 

Nota previa 

La siguiente entrevista fue pasada por alto durante mucho tiempo, el encarcelado nazi Hermann Goering proporcionó una ventana a la toma de decisiones defectuosas de Hitler y explicó por qué el plan de victoria de Alemania dependía de mantener a Estados Unidos fuera de la guerra. 


Esta entrevista tiene su particularidad, a pesar que existen otras constancias escritas sobre las opiniones políticas y militares de Goering (o Göring) en el cautiverio, como las famosas conversaciones en prisión con el psicólogo del ejército estadounidense Gustav M. Gilbert (oportunidad única y de primera mano de Gilbert con todos los criminales de guerra nazis juzgados, sus evaluaciones psicológicas y estudio científico del coeficiente intelectual de los procesados, material recopilado en una invaluable y sobria obra "Nuremberg Diary" (Diario de Nuremberg) revelando los pensamientos más íntimos de los reos, sus reacciones diarias tras las sesiones del tribunal, las opiniones personales de los convictos respecto a sus colegas presos, sobre la Alemania nazi; y, claro, que opinaban de su jefe (Hitler). Otro valioso aporte es del Dr. Leon Goldensohn, médico psiquiatra del ejército de los Estados Unidos que recibió la tarea de entrevistar a todos los líderes alemanes encarcelados en Nuremberg, además de los testigos en el proceso. Sus apuntes no fueron revelados hasta más de medio siglo después, "Las Entrevistas de Núremberg", se publicó en castellano en 2004 (editorial Taurus).

No obstante del valor histórico de los trabajos del Dr. Gilbert y Dr. Goldensohn, la siguiente entrevista, pasada por alto durante más de 70 años, proporciona información sobre algunas de las opciones estratégicas consideradas por el liderazgo nazi al principio de la guerra, sus puntos de vista sobre la amenaza planteada por los Estados Unidos y la Unión Soviética, y cómo esas actitudes influyeron en la estrategia real implementada.

Desde su celda, el 25 de julio de 1945, el antiguo heredero de Adolf Hitler fue entrevistado por el Mayor Kenneth W. Hechler de la División Histórica de Europa del Ejército de los Estados Unidos, con el Capitán Herbert R. Sensenig sirviendo como traductor. 

El texto de este artículo fue escrito por Gilberto Villahermosa y apareció originalmente en la edición de septiembre de 2006 de la revista World War II. Un valioso documento histórico que rescatamos de un inmenso archivo para los apasionados en la temática de la segunda guerra mundial.

Todo el material gráfico y sus notas a pie, adicionados a este reportaje, corresponde al editor del blog (detectives de guerra).


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Entrevista con Herman Goering

Su impresionante circunferencia, grandilocuencia y extravagantes trajes hicieron del Reichsmarschall Hermann Goering el favorito de los satíricos aliados. Como sus ciudades fueron golpeadas a escombros durante la guerra, incluso los alemanes se refirieron despectivamente al jefe de la Luftwaffe como Der Dicke (el gordo). Más de 70 años después, esa percepción del Reichsmarschall persiste; pero es solo la mitad de la historia.


Vladimir Galba, en "El globo de Goering", 1942. El texto dice: "Ni una bomba caerá sobre Alemania. f) Goering".


Caricaturas soviéticas de Hermann Goering, obras de Boris Efimov y Kukryniksy

Dejando a un lado sus palabras cómicas, acciones y su sentido único de la moda, debe recordarse que Goering fue un héroe de guerra de buena fe que recibió la codiciada Orden Pour le Merite durante la Primera Guerra Mundial y fue una figura de gran importancia en la jerarquía nazi. Su lugar en el centro de los grandes acontecimientos hace que Goering sea digno de un estudio cuidadoso y un escrutinio minucioso incluso hoy en día.

El 8 de mayo de 1945, Goering se rindió a los estadounidenses con todas las galas militares. Esperando ser tratado como el emisario de un pueblo derrotado, el Reichsmarschall se sorprendió cuando le quitaron sus medallas y el bastón de mariscal y fue confinado en el Campo de Prisioneros de Guerra No. 32, conocido por sus reclusos como el 'Ashcan.


Goering en cautiverio. A la derecha llega al lugar de detención en Augsburg, 14 de mayo de 1945.

➤ Hechler: ¿Cuál era la estimación alemana del potencial de guerra estadounidense? ¿Esperaba Alemania completar sus campañas europeas antes de que Estados Unidos fuera lo suficientemente fuerte como para intervenir?

- Goering: A medida que se acercaba una ruptura y parecía que el asunto tenía que ser decidido por la guerra, le dije a Hitler, considero que es un deber evitar que Estados Unidos vaya a la guerra contra nosotros. Creía que el potencial económico y técnico de los Estados Unidos era inusualmente grande, particularmente la fuerza aérea. Aunque en ese momento no se habían desarrollado demasiados inventos nuevos en la medida en que podríamos haber anticipado, y la producción de aviones fue significativa pero no extraordinariamente grande. Siempre le respondí a Hitler que sería comparativamente fácil convertir las fábricas a la producción de guerra. En particular, se podría recurrir a la poderosa industria del automóvil. Hitler era de la opinión de que Estados Unidos no intervendría debido a sus desagradables experiencias en la Primera Guerra Mundial.


 Hechler: ¿Qué experiencias desagradables? ¿Pérdida de vidas?

Goering: Estados Unidos ayudó a todos y no obtuvo nada por ello la última vez, sintió Hitler. Las cosas no se habían llevado a cabo de la manera que los Estados Unidos habían planeado. Los 14 puntos de Wilson no habían sido observados. Hitler también estaba pensando en las dificultades de enviar un ejército a Europa y mantenerlo abastecido.


 Hechler: ¿Qué sintió usted personalmente acerca de nuestro potencial de guerra?

Goering: Si bien yo, personalmente, era de la opinión de que Estados Unidos podría construir una fuerza aérea más rápido que un ejército, constantemente advertía de las posibilidades de los Estados Unidos con sus grandes avances técnicos y recursos económicos.


Dos segmentos de las obras del artista polaco-estadounidense Arthur Szyk tituladas "Parade of Mighty Warriors", 1942 (Desfile de poderosos guerreros) y "Satan Leads the Ball" (1942). 

 Hechler: Si pensaba que Estados Unidos se volvería tan poderoso, ¿cómo se relacionaba esto con sus propios planes para librar una guerra?

Goering: El factor decisivo en 1938 fue la consideración de que a los Estados Unidos les tomaría varios años prepararse. Su tonelaje de envío en ese momento no era demasiado grande. Quería que Hitler concluyera la guerra en Europa lo más rápido posible y no se involucrara en Rusia. Sin embargo, sobre la cuestión de si Estados Unidos podría construir un ejército a gran escala, las opiniones estaban divididas.


 Hechler: ¿Cuáles fueron las opiniones divididas? ¿Qué pensaron los demás?

Goering: No conozco las opiniones de otras personas influyentes. No puedo decir que otras personas hayan dado consejos diferentes.


 Hechler: ¿Qué opinión tenían en el OKW (Oberkommando der Wehrmacht, o Alto Mando de las Fuerzas Armadas Alemanas) y OKH (Oberkommando des Heeres, o Alto Mando del Ejército Alemán)?

- Goering: No conozco la opinión de OKW u OKH. Solía decirle a Hitler que todo dependía de que no volviéramos a traer a Estados Unidos a Europa. Dije durante la campaña polaca que no debemos permitir que los Estados Unidos se involucren. En 1941 el problema se hizo real, y la opinión general era que era mejor soportar incidentes desagradables con los Estados Unidos y esforzarse por mantenerlo fuera de la lucha que permitir un deterioro de las relaciones entre los Estados Unidos y Alemania. Este fue nuestro esfuerzo implacable.


 Hechler: ¿Qué le indicó específicamente que (el presidente Franklin D.) Roosevelt se estaba preparando para la guerra?

- Goering: Una masa de detalles. Todo fue publicado en un Libro Blanco (evaluación de inteligencia). No sé si se publicó el texto completo o solo extractos. Causó una profunda impresión.


Representaciones de Goering, del artista Arthur Szyk, "Nazi-Field Marshall Herman Goering" (1942 y 1943)


 Hechler: ¿Esperaba Alemania llevar su campaña en Europa a una conclusión exitosa antes de que pudiéramos desarrollar nuestro potencial de guerra lo suficiente como para intervenir allí?

- Goering: Hitler creía que podía llevar las cosas a tal punto que sería muy difícil para ustedes invadir o intervenir.


 Hechler: En diciembre de 1941, ¿cuál era la estimación de Alemania de nuestra capacidad de construcción naval, que podría influir en la campaña europea?

- Goering: Era nuestra opinión que era a una escala muy grande. Roosevelt habló de puentes de barcos a través del Atlántico y un flujo constante de aviones. Le creímos plenamente y estábamos convencidos de que era verdad. También tuvimos esta opinión de los informes de observadores en los Estados Unidos. Entendimos su potencial. Por otro lado, el ritmo de su construcción naval, por ejemplo, el programa de Henry Kaiser, nos sorprendió y molestó. Más bien habíamos minimizado las afirmaciones aparentemente exageradas en este campo. Uno hablaba de estos ataúdes flotantes, Kaisersärge, que serían terminados por un solo torpedo. Creímos la mayoría de sus cifras de producción publicadas, pero no todas, ya que algunas parecían infladas. Sin embargo, dado que los Estados Unidos tenían todas las materias primas necesarias, excepto el caucho, y muchos expertos técnicos, nuestros ingenieros podían estimar la producción de los Estados Unidos con bastante precisión.

Al principio, sin embargo, no podíamos creer la velocidad con la que su Marina Mercante estaba creciendo. Las afirmaciones de ocho a 10 días para lanzar un barco parecían fantásticas. Incluso cuando nos dimos cuenta de que se refería al ensamblaje de piezas prefabricadas, solo 10 días para armarlo todavía era impensable. Nuestra industria de construcción naval fue muy, muy minuciosa, pero muy lenta, inquietantemente lenta, en comparación. Se necesitaron nueve meses para construir un buque del Danubio.


 Hechler: ¿Por qué Alemania declaró la guerra a los Estados Unidos?

- Goering: Me quedé asombrado cuando Alemania declaró la guerra a los Estados Unidos. Más bien deberíamos haber aceptado una cierta cantidad de incidentes desagradables. Estaba claro para nosotros que si Roosevelt era reelegido, los Estados Unidos inevitablemente harían la guerra contra nosotros. Esta convicción fue fuertemente sostenida, especialmente con Hitler. Después de Pearl Harbor, aunque no estábamos obligados bajo nuestro tratado con Japón a acudir en su ayuda ya que Japón había sido el agresor, Hitler dijo que ya estábamos en guerra, con barcos hundidos o disparados, y que debíamos calmar a los japoneses. Por esta razón, se dio un paso que siempre lamentamos. Era innecesario que aceptáramos la responsabilidad de dar el primer golpe. Por la misma razón, habíamos sido objeto de propaganda en 1914, cuando comenzamos a luchar, aunque sabíamos que en 48 horas Rusia nos habría atacado. Creo que Hitler estaba convencido de que, como resultado del ataque japonés, la mayor parte de la fuerza de los Estados Unidos se llevaría a cabo en el Lejano Oriente y no constituiría tal peligro para Alemania. Aunque nunca lo expresó con palabras, tal vez fue inexpresablemente amargo para él que la fuerza principal de los Estados Unidos se volviera de hecho contra Europa.


Segmento de la obra de Arthur Szyk, "The Red Bogy" (1943)


 Hechler: ¿Qué comentarios hizo Hitler durante 1939-41 sobre la fuerza de la campaña contra la guerra en los Estados Unidos?

- Goering: Hitler habló mucho sobre el tema. Estas personas (aislacionistas), pensó, tuvieron una gran influencia, pero obtuvo esta (impresión) de la prensa estadounidense y algunos observadores en los Estados Unidos, por ejemplo, etiquetando a Roosevelt como un belicista. Después de las elecciones de 1940, nos dimos cuenta de que estas fuerzas aislacionistas eran inadecuadas para obstaculizar la entrada de los Estados Unidos en la guerra.


 Hechler: ¡Pero (Wendell) Willkie no era un aislacionista!

- Goering: Cuando leímos los discursos de Willkie justo antes de las elecciones, también quedó claro que incluso si Willkie hubiera sido elegido, el curso de los acontecimientos habría sido el mismo. Después de las elecciones, atribuimos poca importancia a los aislacionistas en los Estados Unidos. Hitler dijo que no eran lo suficientemente fuertes. Roosevelt declaró antes de las elecciones que las tropas estadounidenses no abandonarían el país y que solo se usarían para repeler una posible invasión. Nos dimos cuenta de que esto era un caldo de cultivo para el sentimiento contra la guerra en lugar de cualquier cambio decisivo de actitud. Cuando Sumner Welles visitó Europa en 1940, creíamos que Estados Unidos todavía quería mantenerse al margen de la guerra, y que al regreso de Welles podría haber un intento de preservar la paz. Anteriormente habíamos encontrado en Polonia el diario del conde Potofsky, que indicaba que Roosevelt se estaba preparando para la guerra. La visita de Welles podría haber sido, pensamos, una posible señal de que Estados Unidos estaba inclinado a tratar de resolver los asuntos pacíficamente.

Nota del editor: El industrial estadounidense Wendell Willkie fue una figura influyente en la política estadounidense durante la guerra. Se postuló para presidente en 1940, oponiéndose al New Deal de Roosevelt pero apoyando su política exterior, y ganó 22 millones de votos populares contra los 27 millones de Roosevelt. Sumner Welles fue un diplomático estadounidense. En la primavera de 1940, durante el período de la Guerra Falsa antes de la invasión alemana de Francia, Roosevelt lo envió a visitar a los líderes europeos sobre la preservación de la paz. Jacob Potofsky fue el embajador polaco en los Estados Unidos y tuvo una serie de entrevistas con Roosevelt, Cordell Hull y otros estadistas estadounidenses de alto rango. Aparentemente sabía de las cartas de Roosevelt a Winston Churchill antes de que este último se convirtiera en primer ministro.

 

 Hechler: A pesar de las estimaciones correctas de nuestro potencial, ¿qué le hizo pensar que podría salir victorioso en una guerra contra nosotros?

- Goering: Habíamos evaluado la capacidad de su fuerza aérea especialmente bien. Los mejores motores se produjeron en los Estados Unidos. Solíamos trabajar en sus motores y compramos todo tipo de cosas que podíamos. Desde el final de la última guerra, Alemania se había quedado atrás en el aire, mientras que la aviación comercial de Estados Unidos estaba muy por delante de nosotros. Pero al principio, no habíamos evaluado completamente la posibilidad de bombarderos diurnos. Nuestros combatientes no pudieron hacerles frente. Cuando pudimos hacerlo, hubo una pausa y luego los enviaste con escolta de caza. La Fortaleza Voladora, por ejemplo, tenía más de lo que habíamos anticipado. Nuestra estimación fue incorrecta.


"Madness", Locura, de Arthur Szyk, fue portada de "Collier´s Magazine", edición del 17 de enero de 1942.

 Hechler: Siendo así, todavía no entiendo por qué querían la guerra con nosotros.

- Goering: De hecho, la guerra ya estaba en marcha. Era solo una cuestión de forma. Nuestra declaración de guerra se hizo únicamente desde el punto de vista de la propaganda. Hubiéramos estado dispuestos a hacer las concesiones de mayor alcance para evitar la guerra con los Estados Unidos, ya que tal conflicto sería y de hecho sería la carga más pesada imaginable para nosotros. Pero estábamos convencidos de que no había posibilidad de evitar la guerra. Incluso si hubieran transportado montañas de material a Inglaterra, no deberíamos haber declarado la guerra, ya que Inglaterra por sí sola no podría haber llevado a cabo una invasión de Europa sin su participación activa.


 Hechler: Con respecto a nuestra propaganda sobre un segundo frente en 1943, ¿el alto mando alemán realmente esperaba que invadiéramos Europa en 1942-43?

- Goering: En general, nadie lo creyó. Por el contrario, esperábamos que los rusos se disgustaran con ustedes primero y llegaran a un compromiso de paz con nosotros. Los rusos se habían quejado amargamente de que no se había abierto ningún segundo frente. Sabíamos exactamente qué fuerzas había en Inglaterra. Sabíamos de cada unidad estadounidense en Inglaterra y podíamos estimar exactamente lo que tenían allí y que era insuficiente para una invasión.


 Hechler: ¿Cuál fue su evaluación de la importancia de (el desembarco británico en agosto de 1942 en) Dieppe?

- Goering: Nunca supimos si Dieppe era solo un aterrizaje de prueba, un intento de asegurar una cabeza de playa por sorpresa o un gesto a los rusos de que algo, al menos, se estaba haciendo.


 Hechler: ¿Hubo algún cambio en la defensa ordenado por usted o por alguien más como resultado de Dieppe?

- Goering: Solo cambios menores. Ordenamos que el MLR (línea principal de resistencia) debería estar justo a lo largo del agua. Esto se aprendió de la experiencia de Dieppe.


 Hechler: ¿Fue informado por alguna información de inteligencia de nuestra inminente invasión del norte de África en noviembre de 1942?

- Goering: No. Habíamos discutido la posibilidad de que atacaran la costa oeste de África, pero no pensamos que entrarían en el Mediterráneo. Cuando se informó del gran convoy cerca de Gibraltar, sabíamos que alguna operación era inminente, pero el objetivo podría haber sido cualquier parte de África, Sicilia, Cerdeña, Córcega o Malta.


La justicia a la que eran sometidos los opositores al Tercer Reich se aprecian en estos fotomontajes de John Heartfield. Observamos a Hermann Goering como el verdugo del Reich tras el incendio del Reichstag, en el otro cuadro reza la siguiente leyenda: "El juego nazi con el fuego. Cuando el mundo se esté quemando, probaremos que Moscú fue el incendiario".

 Hechler: ¿Por qué se usaron tan pocos aviones contra nosotros en el norte de África?

- Goering: Enviamos un par de escuadrones como refuerzos en noviembre de 1942 y bombardeamos con éxito, cerca del lado de Túnez, por ejemplo, Bône y Argel, y bombardeamos y hundimos barcos en el mar. Los aviones tenían su base en Italia y no tenían suficiente alcance para atacar en aterrizajes alrededor de Orán, por ejemplo. No teníamos demasiados bombarderos de largo alcance. A medida que sus fuerzas se movían hacia el este, estaban dentro del alcance. El Heinkel 177 tenía un alcance más que suficiente y se suponía que estaba listo en 1941, pero tardó demasiado en perfeccionarse y no estuvo listo hasta principios de 1944. Me pareció terrible que hubiera tal retraso, ya que tales modelos se volvieron obsoletos tan rápidamente.


Hechler: ¿Por qué no se apoderó primero de Dakar?

- Goering: En 1940 teníamos un plan para apoderarnos de todo el norte de África desde Dakar hasta Alejandría, y con ello las islas atlánticas para bases de submarinos. Esto habría cortado muchas de las rutas marítimas de Gran Bretaña. Al mismo tiempo, cualquier movimiento de resistencia en el norte de África podría ser aplastado. Entonces, tomar Gibraltar y Suez sería simplemente una cuestión de tiempo, y nadie podría haber interferido en el Mediterráneo. Pero Hitler no haría concesiones a España en Marruecos, a causa de Francia. España no tuvo objeciones a la campaña; de hecho, los españoles estaban preparados para ello.


 Hechler: ¿Quién hizo este plan? ¿Dónde y cuándo fue la conferencia al respecto?

- Goering: Hitler y (Joachim von) Ribbentrop se reunieron con (Francisco) Franco y (Ramón Serrano) Suñer (el negociador jefe de Franco) en Hendaya (Francia) en septiembre u octubre de 1940. Desafortunadamente, no estaba bien. Mussolini estaba celoso y temía tener a los alemanes en el Mediterráneo. En ese momento, era 1941 y el peligro ruso en la mente de Hitler excluía todas las demás consideraciones. La falta de navegación nos había impedido invadir Inglaterra, pero, ante las dificultades con Rusia, podríamos haber llevado a cabo el Plan Gibraltar, con 20 divisiones en África Occidental, 10 en el norte de África y 20 contra el Canal de Suez, dejando aún 100 divisiones en Francia. Todo el ejército italiano, que no era apto para una guerra importante, podría haber sido utilizado para las fuerzas de ocupación. La pérdida de Gibraltar podría haber inducido a Inglaterra a demandar la paz. El incumplimiento del plan fue uno de los principales errores de la guerra.

El plan era originalmente mío. Hitler tenía ideas similares y todo el mundo estaba entusiasmado con ello. La marina estaba a favor de los planes, ya que le habría dado a la marina mejores bases. En lugar de estar encerrado en Vizcaya y Burdeos, podría haber tenido bases de submarinos mucho más lejos en España y las islas atlánticas. Si la campaña tenía éxito, yo personalmente quería atacar las Azores para asegurar bases de submarinos allí, lo que habría paralizado las rutas marítimas británicas. La tarea principal de tomar Gibraltar habría recaído en la Luftwaffe. Los paracaidistas habrían tenido que ser abandonados. Así que estaba principalmente preocupado, y habría llevado a cabo la operación con mucho entusiasmo. La Luftwaffe tenía muchos oficiales que habían participado en la guerra de España un año y medio antes y conocían al pueblo y al país.

Incluso si Gibraltar no hubiera sido tomado, podríamos tener Algeciras (como base de operaciones), y con morteros de asedio de 800 mm podríamos haber aplastado la piedra blanda de Gibraltar y tomado la base. Solo había un aeródromo desprotegido en la Roca. En 24 horas, la Royal Air Force se habría visto obligada a abandonar la Roca, y podríamos haberla hecho pedazos. Esta era una tarea real y estábamos ansiosos por lograrlo. Los barcos habrían sido hundidos por las minas y ningún dragaminas podría haber operado.


Goering y la jerarquía nazi en los juicios de Nuremberg, caricatura de los Kukryniksy 

 Hechler: ¿Puede rastrear la derrota del plan de Gibraltar directamente al miedo y la desconfianza de Hitler hacia Rusia?

- Goering: A principios de 1941, la amenaza rusa había comenzado a vislumbrarse como un peligro muy real. Rusia estaba levantando grandes fuerzas y haciendo preparativos en la frontera. Si se hubiera llegado a un acuerdo con (el Comisario de Asuntos Exteriores Vyacheslav) Molotov en febrero de 1941, y el peligro ruso no hubiera sido tan real, ciertamente deberíamos haber llevado a cabo mi plan en la primavera de 1941.

Nota del editor: Está claro en el libro de Hitler, Mein Kampf (Mi lucha), que ya en la década de 1920 el líder del Tercer Reich decidió invadir Rusia para dar a Alemania acceso a su espacio vital, petróleo y otros recursos naturales, granos y población. Goering estaba atendiendo a sus interrogadores estadounidenses y a los Estados Unidos en un momento en que las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética estaban creciendo y Stalin y el Ejército Rojo representaban la mayor amenaza ideológica y militar para Europa desde el ascenso del Tercer Reich de Hitler.


 Hechler: ¿La toma de Dakar fue definitivamente parte de su plan?

Goering: Sí. El plan requería asegurar todo el norte de África, de modo que no hubiera posibilidad de que ningún enemigo penetrara en el Mediterráneo. Esa posibilidad debe excluirse en todas las circunstancias. Dakar era sobre el extremo suroeste. No habríamos ido tan al sur como Freetown, por ejemplo. A alguien le habría tomado demasiado tiempo atacar a través del desierto sin carreteras ni suministro de agua adecuado para el propósito. Por lo tanto, no había ningún peligro real para el Mediterráneo desde ese extremo sur. También habríamos tomado Chipre. Lo habría tomado justo después de que tomamos Creta. También podríamos haber tomado Malta fácilmente. Entonces las islas atlánticas habrían sido una mayor protección para la costa de África. Pero el miedo a Rusia nos detuvo. Teníamos solo ocho divisiones en toda la frontera rusa en ese momento.

Nota del editor: Es poco probable que los alemanes pudieran haber tomado Malta o Chipre después de su invasión aérea de Creta, aunque tenían planes de invadir Malta. La Wehrmacht sufrió más de 6.000 bajas tomando Creta, la gran mayoría de ellos paracaidistas, y la operación dejó tanto al Fallschirmjäger de la Luftwaffe como a su brazo de transporte, que perdió más de 300 transportes Junkers Ju-52 gravemente dañados o destruidos, debilitados e incapaces de ejecutar ninguna operación aerotransportada a gran escala durante algún tiempo. Tampoco la Luftwaffe pudo apoyar la campaña rusa después de Creta en la medida en que Hitler había anticipado. De hecho, después de la debacle en Creta, Hitler dio la espalda a las operaciones aerotransportadas a gran escala para siempre.


 Hechler: ¿Eran los temores de Hitler a Rusia militares o ideológicos? ¿Temía la propagación del comunismo o el poderío militar de Rusia?

- Goering: Hitler temía un ataque militar. Molotov hizo las siguientes demandas en febrero de 1941: una segunda guerra contra Finlandia, para resultar en la ocupación rusa de todo el país; invasión de Rumania y ocupación de parte del país; fortaleció la posición rusa en Bulgaria; solución de la cuestión de los Dardanelos (ninguno de nosotros deseaba ver a Rusia allí); y la cuestión del Skagerrak y el Kattegat. Esto nos hizo caer de nuestras sillas, fue tan increíble. Esta fue la gota que colmó el vaso; Molotov no iba a ser escuchado más. Alemania ni siquiera lo discutió.

No tendríamos objeciones a que Rusia tuviera una esfera de influencia en Finlandia, pero Hitler sintió que si Rusia ocupaba toda Finlandia, llegaría a las minas suecas de mineral de hierro y al puerto de Narvik, y no queríamos a los rusos como nuestros vecinos del norte, con tropas en Escandinavia. El pueblo alemán también simpatizaba mucho con los valientes finlandeses. El movimiento ruso hacia el noroeste habría tendido a flanquear a Alemania. Del mismo modo, los rusos en Rumania podrían no necesariamente ir al sur, pero podrían moverse hacia el oeste para rodear a Alemania en ese lado. Al negarnos el níquel de Finlandia y el grano y el petróleo de Rumania, Rusia podría haber ejercido presión económica contra nosotros, y en 1942 más o menos procedió a la acción militar directa. Estas fueron las principales razones que nos impidieron llegar a ningún acuerdo.

En noviembre de 1940, cuando los primeros informes alarmantes llegaron del este, Hitler dio sus primeras órdenes al OKW con respecto a los pasos que tendrían que tomarse si la situación con Rusia se volvía peligrosa. Había que prever la eventualidad de un ataque ruso. En marzo de 1941, Hitler decidió lanzar un ataque preventivo contra Rusia como una cuestión práctica. Yo había sido partidario de hacer más concesiones a Molotov, ya que creía que si Rusia invadía Finlandia y Rumania, las diferencias entre ella y Gran Bretaña y los Estados Unidos se habrían vuelto insuperables. Hitler, sin embargo, desconfiaba personalmente de Rusia todo el tiempo y veía en ella, con los poderosos armamentos que había estado acumulando durante 10 años, el gran enemigo futuro de Alemania. La desconfianza interna de Hitler siguió siendo profunda aunque no expresada. Quería rechazar todas las demandas de Molotov en febrero de 1941, mientras que los de mi opinión sentían que una segunda guerra finlandesa y un impulso ruso sobre los Dardanelos romperían las ya tensas relaciones entre Rusia y las potencias anglosajonas. A largo plazo, Rusia podría entonces luchar contra Inglaterra y no contra nosotros.

No se cuáles eran las verdaderas intenciones de Stalin, si quería avanzar hacia los Dardanelos o atacar a Alemania. Si hubiéramos accedido a las demandas de Rusia, podríamos haberla unido a nosotros en un pacto de cuatro potencias, reemplazando al Pacto de tres potencias. No quería atacar a Rusia. Quería llevar a cabo el plan de Gibraltar, y tampoco quería ver a mi Luftwaffe dividida entre los frentes oriental y occidental. Rusia estaba desarrollando una posición completa y finalmente contradictoria con los intereses de los británicos.

Nota del editor: La posición de Goering respecto a Rusia pretende eludir no solo su responsabilidad personal sino del estado alemán, sobre todo en cuanto a quien planificó la política del Lebensraum (espacio vital), Barbarroja y el genocidio en los Territorios Ocupados del Este. Al contrario de la leyenda difundida por Goering, Stalin no hizo nada para encender las alertas de los nazis, salvo las negociaciones fruto del pacto Ribbentrop-Molotov de 1939. Todo lo contrario, Hitler pudo centrarse en el proyecto de su vida, la gran misión que le confió la "providencia": la destrucción de la Unión Soviética, un país al que le gustaba referirse como "Rusia gobernada por judíos". El dictador alemán y su séquito centraron su atención en el plan antisoviético de inmediato tras la derrota de Francia, después de que diera una orden en ese sentido el 31 de julio de 1940. El 18 de diciembre de ese año, el proyecto para una Ostkrieg o "guerra del este" recibió el nombre en clave de "Operación Barbarroja".


El 12 de agosto de 1945 Goering llegó junto con otros líderes nazis acusados a las ruinas destrozadas de Nuremberg, fueron confinados junto al Palacio de Justicia. Adelgazado y destetado de su dependencia de los analgésicos al comienzo de los juicios de Nuremberg el 20 de noviembre, fue acusado de crímenes bajo cuatro títulos generales: el plan común o conspiración (para iniciar la guerra), crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El psiquiatra de la prisión de Nuremberg encontró que Goering era un ejecutivo brillante, valiente, despiadado, aferrado y astuto. Al mismo tiempo, era encantador, persuasivo, inteligente e imaginativo. Pero su personalidad urbana también se caracterizó por una completa falta de discriminación moral y una ausencia de cualquier sentido del valor de la vida humana.


Ficha criminal de Herman Goering obtenida del Registro Central de Criminales de Guerra y Sospechosos de Seguridad en París. La clásica foto policial.

Goering se defendió enérgicamente a sí mismo, a Hitler y al Tercer Reich, a veces, incluso brillantemente. Sin embargo, sus admisiones voluntarias y sus declaraciones francas no fueron la base para una defensa sólida. Cortó una figura impresionante en la caja de testigos y su voz retumbante y su testimonio desafiante, transmitidos en toda la Alemania ocupada por los Aliados, levantaron el ánimo en muchas partes de Alemania cuando la gente escuchó a su Hermann contraatacar.

La primera proyección en la corte de las películas gráficas del campo de concentración y el testimonio de altos comandantes de las SS, sin embargo, socavaron la defensa de Goering, quitando el viento de sus velas y dejándolo amargamente deprimido. El 31 de agosto de 1946, después de 216 días de audiencia, los acusados fueron llamados a hacer sus discursos finales. El pueblo alemán confiaba en su Führer, comentó Goering. Ignorantes de los crímenes que conocemos hoy, el pueblo luchó con lealtad, sacrificio y coraje, y también  sufrió en esa lucha de vida o muerte en la que fueron empujados arbitrariamente. El pueblo alemán está libre de culpa. Su discurso no logró salvarlo, aunque sí reforzó un mito creciente entre el pueblo alemán que enfatizaba su victimización durante la guerra en lugar de su complicidad en los crímenes del Tercer Reich.


Despojado de los símbolos de su logro y estatura dentro del estado nazi, Goering tuvo tiempo en prisión para preparar su defensa en los juicios a los criminales de guerra en Nuremberg. El ex número dos de Adolf Hitler usó su considerable encanto en un esfuerzo por salvarse y despojar al pueblo alemán de su propia complicidad en los crímenes de su gobierno. Goering utilizó tácticas similares durante una entrevista con dos historiadores del Ejército de los Estados Unidos, realizada poco después de su rendición (Nota del original).


El martes 1 de octubre de 1946, Hermann Goering fue declarado culpable de los cuatro cargos y condenado a muerte por ahorcamiento. El ex Reichsmarschall de Hitler engañó la soga del verdugo cuando ingirió cianuro de potasio, que pudo haber sido proporcionado por uno de sus guardias estadounidenses, el 15 de octubre, solo horas antes de su ejecución programada. Fue incinerado en Dachau y sus cenizas fueron arrojadas a un bote de basura.


INTERVIEW WITH HERMANN GORING

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