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03 noviembre 2017

Trump y el secesionismo









por Thierry Meyssan


Los neoconservadores pretendían realizar una «revolución mundial» exportando su «democracia» mediante la guerra. Pero el presidente Trump basa su política exterior en el respeto de la soberanía de los Estados. Por eso interrumpió todo respaldo estadounidense a los separatismos. Thierry Meyssan recuerda en este artículo las ambigüedades de la posición de Estados Unidos sobre las secesiones y señala los puntos comunes entre los acontecimientos que vemos en Kenya, Irak y España.


Durante los últimos años, la CIA ha respaldado movimientos secesionistas a favor de los luos en Kenya, de los kurdos en Irak y de los catalanes en España. Esas poblaciones, que esperaban alcanzar la creación artificial de nuevos Estados independientes, se han visto abandonadas por Estados Unidos desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y se hallan ahora al borde del colapso.


Estados Unidos: secesión pero sólo al servicio del saqueo organizado




Estados Unidos siempre ha tenido una visión cambiante del derecho de los pueblos a disponer de sí mismos.

En 1861, Washington no toleró que los Estados del sur pretendieran seguir viviendo como una Confederación mientras que los del norte tenían intenciones de imponer una Federación con derechos de aduana y un banco central único. Desde el momento mismo de su llegada a la Casa Blanca, el presidente Abraham Lincoln reprimió la secesión. Si bien la cuestión de la esclavitud se convirtió en una cuestión moral que identificaba a cada bando, eso sucedió sólo durante el desarrollo de la guerra –ya iniciada por aquella otra razón– entre nordistas y sudistas. Hoy resulta fácil olvidar el millón de muertos que costó aquella guerra y condenar a los confederados como racistas, cuando en realidad la cuestión de la esclavitud no se tenía en cuenta en aquel momento, lo cual se demuestra en el hecho que también había Estados esclavistas en el bando de los nordistas.

En el momento de la construcción del canal de Panamá, justo antes de la Primera Guerra Mundial, Washington inventó un pueblo panameño, apoyó aquel movimiento separatista contra Colombia y Estados Unidos fue el primer país que reconoció la independencia de Panamá. Washington instaló entonces allí una importante base militar y se apropió de facto de los trabajos del Canal en las mismas narices de los inversionistas franceses. En cuanto a la seudo independencia, el presidente panameño Omar Torrijos –que renegoció en 1977 la soberanía panameña sobre el Canal interoceánico– nunca llegó a verla ya que murió en un extraño accidente aéreo. Tampoco llegó a verla el jefe del estado mayor, el general Manuel Noriega, porque Washington decidió deshacerse de él después de la guerra sucia estadounidense contra los sandinistas nicaragüenses, acusándolo de tráfico de droga, e invadió Panamá en 1989. Durante la invasión estadounidense, denominada Causa Justa por el Pentágono, el general Noriega fue hecho prisionero por las tropas de Estados Unidos y Panamá fue devastado.

El hecho es que Washington carece de autoridad moral en materia de derecho de los pueblos a disponer de sí mismos.


El senador Obama y su primo Raila Odinga.


Kenya: sobre el «uso correcto» del racismo


Kenya sólo cuenta 53 años de independencia. A pesar de la gran influencia de su partido comunista durante la lucha por la independencia, la organización de la población sigue siendo de carácter tribal. Debido a ello, el conflicto entre el presidente saliente Uhuru Kenyatta y su eterno rival Raila Odinga es, en primer lugar, una cuestión de rivalidad entre los kikuyus (22% de la población) y los luos (13% de la población). Pero al aliarse con los kalenyins, los luos pueden obtener el apoyo de un 24% de los electores. Durante los últimos años, ambos bandos han logrado obtener la mayoría en diferentes momentos, debido a las fluctuaciones de la efímera alianza entre luos y kalenyins. Históricamente son principalmente los kikuyus quienes lograron la independencia del país y enfrentaron, en los años 1950, la increíble barbarie de la represión británica [1]. Fueron también los kikuyus quienes obtuvieron la presidencia en 1964, en la persona de Jomo Kenyatta. Este último nombró primer ministro a un líder luo, Oginga Odinga, que se había implicado a su lado en la lucha contra el apartheid y contra el acaparamiento de tierras por parte de los colonos. Pero aquel tándem no funcionó y hoy, medio siglo después, el país se halla inmerso en un conflicto que perdura desde aquella época y en el que ahora se enfrentan los hijos de aquellos líderes.

Todo intento de dar a esa rivalidad una lectura política alcanza rápidamente sus límites dado el hecho que ambos bandos han cambiado repetidamente de opiniones y de alianza. Lo único que no ha cambiado es su diferencia étnica. Ninguna democracia puede funcionar dentro de una sociedad basada en criterios tribales o étnicos y se necesita al menos un siglo para pasar de la simple fidelidad a un clan a una responsabilidad personal. Es necesario, por tanto, que cada cual vea a Kenya como lo que realmente es: una sociedad en plena transición donde no pueden funcionar a plenitud ni las reglas étnicas, ni las reglas de la democracia.

En 2005, el presidente kikiyu establece una alianza con China. En respuesta, la CIA respalda a su oponente luo. La CIA descubre entonces que un miembro del Senado estadounidense es descendiente de un luo y que el padre de ese congresista estadounidense había sido el consejero de Oginga Odinga. Así que la CIA organiza un viaje de ese senador a Kenya para que respalde a Raila Odinga. En lo que constituye un acto flagrante de injerencia en la vida política local, el senador por Illinois Barack Obama participa en una serie de mítines electorales con Raila en 2006, afirmando incluso ser su primo [2].

Como Estados Unidos organizó una gran provocación enviando a los luos SMS racistas en el momento de la proclamación de los resultados de la elección presidencial y todo aquello desembocó en enfrentamientos que arrojaron como saldo más 1 000 muertos y 300 000 personas desplazadas, toda la operación fue borrada de las memorias.

Cercana al Pentágono, Cambridge Analytica (CA), que participó en la campaña de Ted Cruz por la investidura republicana para la elección presidencial estadounidense de 2016, también estuvo al servicio Uhuru Kenyatta durante sus campañas presidenciales en 2013 y 2017, o sea en momentos en que Steve Bannon era –por poco tiempo– accionista de esa firma [3]. Odinga, por su parte, recurrió a Aristotle Inc., compañía que pudiera estar vinculada al asesinato de Chris Msando, el número 2 del servicio informático de la comisión electoral, abatido por desconocidos el 29 de julio [4].

En todo caso, gracias al desorden reinante en el servicio de informática de la comisión electoral, Raila Odinga logró que se anulara la elección presidencial de 2017 y se negó a presentarse al convocarse el nuevo escrutinio. La idea consistía en iniciar una secesión en tierras de los luos. Odinga reivindicaría entonces la anexión de los territorios luos del oeste y del centro de África en nombre del trabajo realizado en el pasado por su padre, el Ker (líder espiritual) de los luos, Oginga Odinga.

Pero esta vez la embajada de Estados Unidos se mantuvo alejada de su antiguo protegido. Después de haber boicoteado el segundo escrutinio de la elección presidencial, Raila Odinga, al verse súbitamente abandonado, acaba de exigir una nueva anulación y un tercer escrutinio.


El ejército iraquí libera Kirkuk de la ocupación de los kurdos.


Kurdistán iraquí: como en Israel y Rhodesia, independencia para los colonos


En el marco de su rediseño del Medio Oriente ampliado, el Pentágono se había planteado, desde el 11 de septiembre de 2001, desmembrar Irak en 3 Estados separados, uno de los cuales estaría reservado a la población kurda. Una variante de esa idea se impuso después de la proposición del Council on Foreign Relations, en 2006, de convertir Irak en una federación con 3 regiones autónomas [5]. Ese proyecto fue llevado al Senado estadounidense, de manera bipartidista, por el senador demócrata Joe Biden y el republicano Sam Brownback. Pero el estado mayor israelí empujó para que esas 3 entidades fuesen independientes, para poder instalar en ellas sus misiles precisamente en la frontera del norte de Siria y en la frontera oeste de Irán.

El término «kurdo» designa a un pueblo nómada que vivió moviéndose por todo el Medio Oriente. En el siglo XIX, algunos de esos nómadas se estabilizaron en la actual Turquía, en una región donde se hicieron mayoritarios. Durante la operación «Tormenta del Desierto», en 1991, Estados Unidos y el Reino Unido impusieron dos zonas de exclusión aérea. Una de ellas se convirtió en refugio de los kurdos que se oponían al presidente iraquí Saddam Hussein. Como la sociedad iraquí está organizada de manera tribal, los kurdos sunnitas seguían a la familia Barzani mientras que los kurdos chiitas seguían a la familia Talabani y los kurdos yazidíes seguían al Baba Cheikh (líder espiritual). Con el reagrupamiento de esa población en la zona de exclusión aérea, surgió una rivalidad entre los Barzani y los Talabani. Los Barzani recurrieron al presidente Saddam Hussein para deshacerse de los Talabani, pero Saddam Hussein tenía otros planes. En todo caso, con la caída de «Saddam», en 2003, Estados Unidos puso a los Barzani a la cabeza de la región que desde entonces se dio en llamar «Kurdistán iraquí».

Durante la guerra contra Siria, la CIA utilizó el Kurdistán iraquí principalmente para abastecer con armas a los yihadistas. En 2014, cuando la CIA organizó el califato, autorizó a los Barzani a aprovechar la confusión para conquistar nuevos territorios. Los Barzani ampliaron así su feudo en 80%, anexando zonas pobladas por árabes musulmanes y cristianos. De paso, los Barzani también permitieron que los yihadistas masacraran y esclavizaran a los kurdos yazidíes.

Cuando, en un giro de 180 grados en relación con la política imperialista de Estados Unidos, el presidente Trump decidió liquidar el Emirato Islámico (Daesh) y su ejército se dedicó verdaderamente a esa tarea, las poblaciones no kurdas que vivían bajo el yugo de los Barzani reclamaron volver nuevamente a estar bajo la autoridad del gobierno central de Bagdad. El presidente Massud Barzani, quien para justificar su propia permanencia en el poder más allá de la expiración de su mandato afirmaba que era imposible hacer elecciones en plena guerra, organizó un referéndum de independencia. Su objetivo era regularizar su permanencia en el poder y lograr al mismo tiempo reconocimiento internacional para sus conquistas territoriales.

Durante la campaña que antecedió el referéndum, los Barzani aseguraron que disponían del respaldo de 80 países, entre ellos Estados Unidos y Francia, Estados todos que acudirían en ayuda del Kurdistán independiente si Irak y sus vecinos se negaban a reconocer su independencia. Los aliados de Barzani declararon públicamente que no era el momento adecuado para proclamar la independencia del Kurdistán iraquí, pero no desmintieron la posición que los Barzani les atribuían, con excepción de Israel que apoyó públicamente la independencia. Más sutiles, numerosos países enviaron representantes de alto nivel al Kurdistán iraquí, sugiriendo así –más con el gesto que con la palabra– que efectivamente apoyaban a los Barzani.

Pero cuando los Barzani, ya después del escrutinio “arreglado”, anunciaron que el 92% de los kurdos participantes apoyaba la independencia, y por ende la dictadura del clan Barzani, Irak, Turquía e Irán amenazaron con intervenir militarmente… sin que reaccionara ninguno de los 80 países que según decían los Barzani acudirían en su ayuda. ¿Por qué? Porque entre tanto el presidente Trump se opuso tanto al proyecto de partición de Irak como al reconocimiento de las conquistas territoriales de los kurdos iraquíes.

Así que el globo se desinfló abruptamente. Turquía e Irán se preparaban para invadir conjuntamente el nuevo Estado, pero se les adelantó la intervención del gobierno central iraquí. En 48 horas, las tropas de Bagdad liberaron los territorios que Erbil había anexado, de donde huyeron más de 100 000 colonos kurdos. Las fuerzas de Bagdad se abstuvieron de continuar su avance hacia Erbil, admitiendo con ello implícitamente la legitimidad de las reivindicaciones históricas del pueblo kurdo pero rechazando a la vez las pretensiones de los Barzani sobre un supuesto Kurdistán en territorio árabe.

Son muy numerosos los kurdos iraquíes que se negaron a apoyar la independencia del seudo Kurdistán. En primera fila estuvieron los yazidíes, que el 25 de julio crearon su propia provincia autónoma: Ezidikhan [6]. También la rechazaron los cantones de Germian y de Suleimaniyé, los más duramente reprimidos en tiempos de Saddam Hussein, que boicotearon el referéndum [7], así como los chiitas y la familia Talabani –que acogieron al general Qasem Soleimani, de los Guardianes de la Revolución iraníes, quien había llegado para preparar la liberación de los territorios árabes que habían anexado los Barzani– y finalmente colonos que se habían instalado en Kirkuk y que ahora se ven en una situación similar a la de los franceses que residían en Argelia cuando ese país alcanzó la independencia.

Aislado, Massud Barzani acaba de dimitir, probablemente a favor de su sobrino Nechirvan Barzani.



Cataluña: falsos secesionistas y verdaderos conspiradores


Catalonia Today”, la revista en inglés de Carles Puigdemont, dirigida a sus padrinos anglosajones.


Muchos se imaginan que el independentismo catalán surgió al calor de la resistencia contra el fascismo. Es falso. El primer partido independentista catalán, Estat Català, se fundó en 1922, o sea justo antes de las dictaduras de Miguel Primo de Rivera y de Francisco Franco en España.

También imaginan que su fundador, Francesc Macià quería crear un Estado independiente que nunca había existido para salvar del fascismo la región de Barcelona. Es falso. Macià pretendía anexar Andorra, el sudeste de Francia y parte de la isla italiana de Cerdeña ya que, según él, «Cataluña» se hallaba bajo la opresión de Andorra, España, Francia e Italia.

Muchos imaginan que los independentistas catalanes son pacifistas. Falso. En 1926, Francesc Macià intentó dar un golpe de Estado después de haber reclutado para ello un centenar de mercenarios italianos y haber reunido un ejército.

Muchos imaginan que los independentistas catalanes son históricamente de izquierda. Falso. En 1928, cuando Francesc Macià fundó en La Habana el Partido Separatista Revolucionario de Cataluña, lo hizo con ayuda del dictador pro-estadounidense cubano Gerardo Machado.

Los independentistas catalanes nunca han tenido apoyo de los Estados antiimperialistas. La URSS no los respaldó ni siquiera durante la guerra de España –a pesar de que Francesc Macià viajó a Moscú en busca de ayuda soviética y obtuvo entonces respaldo de Bujarin y Zinoviev. Su máximo resultado en ese sentido fue establecer alianzas con algunos miembros de la Segunda Internacional.

Proclamándose seguidor directamente de Macià, y no de su ex patrón Jordi Pujol, y respaldando así implícitamente el proyecto de anexión de Andorra, y de una parte de Francia y de Italia, Carles Puigdemont nunca trató de disimular que tenía apoyo de los anglosajones. Como periodista, creó una publicación mensual para mantener a sus sponsors al tanto de la evolución de su lucha. Esa publicación no se redacta en catalán ni en español sino… en inglés, se llama Catalonia Today y su esposa, la rumana Marcela Topor se convirtió en su redactora en jefe.

Puigdemont dirige además asociaciones que promueven el independentismo catalán, pero no en España sino en el extranjero, con financiamiento del multimillonario George Soros [8].

Los independentistas catalanes, al igual que sus homólogos luos kenyanos y kurdos iraquíes, pasaron por alto el cambio de inquilino en la Casa Blanca. Apoyándose en el «Parlament» catalán, donde tienen la mayoría de los escaños, aunque obtuvieron una minoría de votos durante su elección, proclamaron la independencia luego del referéndum realizado el 1º de octubre de 2017. Creían poder contar con el respaldo de Estados Unidos y, por ende, con el apoyo de la Unión Europea. Pero el presidente Trump no los apoyó, como tampoco apoyó a los luos kenyanos ni a los kurdos iraquíes. Así que la Unión Europea se mantuvo en contra de su nuevo Estado.


Conclusión

Los ejemplos anteriormente mencionados de secesionismo no tienen absolutamente nada que ver con la descolonización que dio lugar al nacimiento del derecho de los pueblos a disponer de sí mismos. Por otra parte, se trata, en los 3 casos, de Estados que sólo serían viables si anexaran otros territorios que no tienen nada que ver con ellos ni tienen aspiraciones independentistas, anexiones que ambicionan Raila Odinga y Carles Puidgdemont y que Massud Barzani había logrado concretar.

Está de moda decir que el presidente Trump es un enfermo mental, que apoya a los nostálgicos de la Confederación racista y que carece de política exterior. Sin embargo, podemos comprobar que por el momento ha logrado detener las operaciones de sus predecesores y mantener una relativa estabilidad en Kenya, en Irak y en España. Eso merece subrayarse.


Thierry Meyssan
Red Voltaire




NOTAS:
 [1] Web of Deceit: Britain’s Real Foreign Policy, Mark Curtis, Random House, 2008.
[2] «La experiencia política africana de Barack Obama», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 10 de marzo de 2013.
[3] “Uhuru hires data firm behind Trump, Brexit victories”, Gideon Keter, The Star (Nairobi), 10 de mayo de 2017.
[4] “Canadian working with Kenya opposition party detained, to be deported”, The Globe and Mail, 5 de agosto de 2017. “An American working for the Kenyan opposition describes his harrowing abduction and deportation”, Robyn Dixon, Los Angeles Times, 10 de agosto de 2017.
[5] “Unity Through Autonomy in Iraq”, Joe Biden y Leslie H. Gelb, The New York Times, 1º de mayo de 2006.
[6] “Establishment of the Provisional Government of Ezidikhan”, Voltaire Network, 25 de julio de 2017.
[7] «Le Kurdistan n’a pas besoin de grands propagandistes», Aras Fahta y Marwan Kanie, Le Monde, 18 de mayo de 2017.
[8] “George Soros financió a la agencia de la paradiplomacia catalana”, Quico Sallés, La Vanguardia, 16 de agosto de 2016.

31 octubre 2017

Sudán, el genocidio silencioso (2)

Facciones rebeldes en Darfur –JEM- que también dicen aspirar a la independencia.



Un breve prólogo del redactor del blog


La presente ponencia tiene más de 20 años de haberse publicado. NADA, absolutamente nada ha cambiado desde entonces, salvo la desmembración del otrora inmenso país de Sudán, (Sudán, Sudán del Sur, y tácitamente Darfur, se habla en medios occidentales de un Darfur del Norte).

Las crisis en el continente “pobre” se agudizan más, África es un terrible experimento social, “un laboratorio de la muerte” establecido por las grandes potencias civilizadas de Occidente. Uganda, Chad, Sudán, Kenia, Liberia, Zimbabwe, Ruanda, el Congo, República Centroafricana, Egipto, Argelia, Angola, etc.

Las labores “humanitarias” patrocinadas por la ONU, los Estados Unidos y otras potencias coloniales encubren el verdadero objetivo: apoderarse del inmenso botín que representan los recursos naturales estratégicos a costa de la muerte de millones de africanos.

Todavía está presente en la mente de muchas personas la campaña norteamericana “Salvemos Dalfur”, muy difundida por televisión y encabezada por el famoso actor George Clooney, no tengo claro si es parte de la misma organización denominada “The Save Darfur Coalition”, una asociación de casi 200 organizaciones religiosas, de derechos humanos y otras, que contaban con más de un millón de activistas y grupos comprometidos con la paz, la protección y la rendición de cuentas en Darfur y en todo Sudán, según sus declaraciones. Tras el aparente “humanitarismo”, quién podría dudar de aquellos gestos de alta responsabilidad moral con los seres humanos víctimas de los sátrapas tiranos, los señores de la guerra africanos?

Dado que la intensidad de las campañas de “salvamento” se ha desvanecido, ni el actor George Clooney encabeza más los esfuerzos internacionales como embajador de la ONU, todavía siguen produciéndose oleadas de refugiados, inestabilidad política, desplazamientos internos, hambruna, desnutrición e insalubridad.














Lejos de esas intensas campañas, con alto contenido político, que busca el intervencionismo militar estadounidense y de la OTAN con fuerzas de “pacificadores” para imponer el orden y administrar la nación mediante programas de ayuda económica y reconstrucción, es decir compra-venta de una nación soberana, existen programas de emergencia y contribuciones de organizaciones internacionales que funcionan relativamente bien como la OIM, la Cruz Roja Internacional, la OMS. “Salvemos a la generación futura en Darfur” fue proclamaba en 2007 por la Organización Mundial de la Salud (OMS)

En fin… El siguiente reportaje sigue su curso como si hubiese sido redactado hoy mismo. En que se ha alterado la situación? Afrontemos los hechos como son, la realidad sobrepasa toda ficción. El hombre blanco, “civilizado” quiere acabar con la raza africana en su tierra o en el peor de los casos mantenerlos en perpetuo caos, enfrentándolos, como el caso de Sudán entre árabes del norte y africanos nativos del sur, utilizándolos a su capricho, armando a uno u otro bando, explotándolos, esclavizándolos y sometiéndolos a experimentos médicos para desarrollar nuevas pandemias y sus antídotos que costarán miles de millones de dólares a los contribuyentes de los países que emprenden esas acciones. Negocios y más negocios a costa de la muerte.

José María Arenzana, más conocido como Peoe Arenzana, escribió sus vivencias en Sudán allá por 1995, su trabajo original titulaba “EL INFIERNO SILENCIOSO. Un viaje al horror de la guerra y el hambre en Sudán”. Conocí un resumen de este reportaje en la web de nuestro amigo Daniel Estulin bajo el título “El genocidio silencioso, Darfur – Sudán”, reproducido por julio del 2007. El mismo Pepe Arenzana ha presentado este trabajo en su web en octubre del 2013 bajo el título “El genocidio silencioso”. (enlaces a estas publicaciones en las notas de referencia a pie de página).

Demos lectura a tan interesante artículo.

                                                                                                   t. andino



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EL GENOCIDIO SILENCIOSO




Foto: OMS  Programa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud de Sudán - Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia- (AIEPI) ha sido una prioridad desde 1996. Su aplicación en centros médicos de Darfur del Norte contribuyó a mejorar la salud de los niños.



por José María Arenzana
1995


¿Por qué ni una sola imagen de Sudán? ¿Dónde están los muertos? ¿Dónde los niños consumidos por el hambre, con sus huesos como cañas amenazadoras y sus barrigas infladas por los parásitos y la desnutrición? ¿Dónde las fotos de los moribundos? ¿Dónde los rostros anónimos de seres humanos agotados y un destello último de vida en la mirada? ¿Por qué nadie nos ilustra con las imágenes de esa barbarie para hacernos tomar conciencia de la tragedia remota y oculta que vive el pueblo sudanés desde hace más de veinte años, desde que llegaron al poder los islamistas radicales e impusieron su ominosa SharÍa que alienta al sometimiento o al exterminio sin contemplaciones de casi el 60 por ciento de la población de raza negra?

En las últimas semanas llegan escuetos cables a las redacciones que hablan de una tragedia prevista y previsible de la que nadie en las calles de Europa sabe (tal vez ni quiere saber) una sola palabra. Las agencias de Naciones Unidas y las ONG hablan con sordina de un genocidio que está a punto de superar al de Ruanda. Pero, ¿dónde están las imágenes de los muertos…? ¿Y de los agonizantes? ¿Y de los refugiados?

No pueden pasar desapercibidos para los satélites, así, de cualquier modo, más de dos millones de seres humanos puestos en movimiento de repente, huyendo del hambre y de la guerra, en fuga masiva y desesperada, a través de los pantanales y del desierto. Ni cruzar la frontera del Chad sin que sea advertido por las autoridades de un país de acogida ya exangüe donde se ha generado en pocos días una catástrofe de dimensiones bíblicas.

Tampoco lo desconocen, porque además no es nuevo, los distintos departamentos de la ONU ni de Cruz Roja Internacional (a quienes se supone siempre limpieza y honestidad en sus actuaciones), ni las agencias de ayuda humanitaria, que llevan gastados en los últimos años en la zona cientos de millones de dólares de los contribuyentes.



Foto: OMS Campamento de salud de Al Salaam. Las enfermedades infantiles más comunes son infecciones respiratorias agudas, paludismo y diarrea.


Lo saben también todos los gobiernos, porque desde hace más de una década Sudán figura cada año en los primeros puestos de la lista del Departamento de Estado norteamericano de los países que acogen y sostienen al terrorismo internacional. Y desde hace más de diez años, el informe anual de Médicos Sin Fronteras recoge la catástrofe sudanesa como la más terrible de cuantas se viven en el planeta. Sólo el año de la tragedia ruandesa (1994) pasó al segundo lugar de dicha lista.

Son demasiados años ya, demasiadas muertes, demasiado horror, demasiada crueldad, demasiada intolerancia, como para que nadie, o casi nadie en Occidente, salvo eventualmente, quiera escuchar el crujido demoníaco del tormento de millones de personas pisoteadas, esclavizadas y masacradas bajo la planificación minuciosa de un régimen atroz que dirige desde hace 25 años, con el Corán en una mano y la metralleta en la otra, un canalla llamado Omar-Al-Bashir, convertido ahora no sólo en jefe de Gobierno, sino también en jefe del Estado, tras relevar en este último cargo a otro cabrón con pintas, el clérigo musulmán Hassan-El-Turabi, con el que hasta hace poco compartía la cúspide del oprobio sudanés.

Para colmo de todos sus males, este país, donde se compran y se venden esclavos por cuatro peras, donde se tortura y se mata a capricho del fanatismo islámico, donde las milicias árabes violan a las mujeres negras en una campaña sistemática para depurar la raza, donde las autoridades utilizan a su antojo la ayuda humanitaria que se les envía ante la mirada sumisa y complaciente de todos los organismos internacionales que actúan en la región, plagado de campos de concentración y de reeducación musulmana en los que se hacinan los negros del sur en condiciones infrahumanas, este país, digo, para colmo, hace sólo unas semanas que ha pasado a integrar la comisión permanente de Derechos Humanos de la ONU. Difícilmente se pueda llegar a más en la historia de la infamia universal. Y sin embargo… ¿dónde están las fotos que nos inunden de ese escalofrío tenebroso que en cambio nos llega cada día desde Irak? ¿Por qué no nos alcanza toda esa ignominia? ¿Qué clase de recuento de víctimas tan diferente nos aplican de uno y otro drama?




Foto: OMS Dispensario médico en El Fasher, capital del estado de Darfur del Norte, en el Sudán.


¿Cómo desatascar todo ese silencio que nos ha dejado sordos ante la barbarie? ¿Cómo desenredar esa maraña de intereses abyectos que han llevado a la ONU y a Cruz Roja Internacional, a aceptar la distribución de la ayuda humanitaria sólo allí donde les autorice y les indique el Gobierno de Jartum? ¿Por qué seguimos, desde hace más de una década, enviando toneladas de alimentos y apoyo de urgencia desde Lokichokio, en la frontera con Kenia, dentro de la mayor y más cara operación de socorro conocida en la Historia, si todos saben que las autoridades arabo-sudanesas utilizan a su capricho dicha ayuda como un arma letal del genocidio contra los rebeldes negros del sur?

Primero fue el exterminio del pueblo Nuba, en las montañas centrales de la región de Kordofán, la más fértil y rica del país, donde los fedayyines incendiaron cosechas y poblados, sometieron a la esclavitud a la población negra, violaron a las niñas y mujeres, deportaron o ejecutaron a los rebeldes y, finalmente, expropiaron por la fuerza todas sus propiedades para entregárselas a los señores feudales de raza árabe. Durante años, ningún occidental, que se sepa, ha logrado poner un pie en aquellas montañas. Y si alguien lo hizo (se tienen noticias de algunos integrantes de ONG y de algún periodista que lo intentaron y yo mismo quise llegar allí), nada se ha vuelto a saber de él.

Luego continuó la guerra en el sur (aún sigue) contra unas facciones rebeldes enfrentadas a su vez entre sí en las provincias de Equatoria, Bhar-El-Ghazal y Upper Nile. Hace unos años recorrí la zona gracias a los aviones y avionetas de “Operation Lifeline Sudan” que partían diariamente desde Lokichokio. Visité aldeas y vi masas de refugiados enormes que huían exhaustas de la muerte, incapaces de comprender que la muerte viajaba con ellos en forma de hambrunas, guerra y enfermedades terroríficas que diezmaban diariamente a la población. ¿Qué otra cosa podían hacer sino huir hacia ninguna parte? ¿Cómo oponerse a los designios de la clase humanitaria que los reunía como a ratones en una ratonera para alimentarlos en puntos designados por los canallas de Jartum y que a continuación serían bombardeados por la aviación asesina de los curas musulmanes? La historia se repite, ahora en la región de Darfur, en el oeste, y varios millones de personas huyen despavoridas y cruzan la frontera con el Chad, ante las denuncias con sordina de las organizaciones humanitarias.



Foto: OMS. Campamento de Al Salaam. La OMS mantiene evaluaciones periódicas sobre la calidad del agua, esencial para prevenir la propagación de enfermedades.


En la base de Lokichokio, el despliegue de efectivos humanitarios es descomunal. Aquello se asemeja bastante a un bonito lodge de vacaciones, aislado por una cerca de los peligros de la sabana africana. Hay amplias tiendas con camas y mosquiteras, agua caliente en las duchas, oficinas con aire acondicionado, bar y restaurante de campaña para los pilotos y los miembros de la base. Una inmensa flota de vehículos, más de medio centenar de furgonetas, camiones y todoterrenos y una docena de aviones Buffalo, Hércules y avionetas, se encuentran disponibles, mientras la compañía Caltex suministra puntualmente el combustible.

Trevor Howard, un ex militar inglés cruzado de tatuajes, era en aquel momento el responsable de seguridad de Lokichokio y el encargado de autorizar o no los vuelos diarios que transportaban al personal y la ayuda humanitaria al interior de Sudán. Al atardecer, Pat Culpam, norteamericano, jefe de la logística de Lokichokio, paseaba cada día con un radio-transmisor en una mano y con la otra rodeaba el cuello de su esposa haciéndose carantoñas bajo un cielo incendiado de colores violetas mientras un ejército de camareros negros servían costillas con miel y romero. A esa hora, una chica de MSF me dicta al oído: “Esto es un derroche completamente innecesario. Actúan como niños que estuvieran jugando a la guerra”. Y un piloto sudafricano contratado por la ONU para estos vuelos especiales afirma: “Si los donantes vieran lo que se hace con su dinero, esto se cerraría en dos días”. Cinco kilómetros al norte, del otro lado de las montañas que separan Kenia de Sudán, los muertos se pudren y las jovencitas dinkas, nuer o torit se hacen hermosas pulseras de metal dorado fundiendo las balas que mataron horas antes a sus hermanos.


Jose María Arenzana


ANEXO:


Daniel Estulin reprodujo en su web, el 3 de septiembre del 2007, el siguiente reportaje relacionado con el tema tratado.



Foto: OMS. Hospital Docente de El Fasher, uno de los pabellones pediátricos. Desde 2004, la OMS patrocina este hospital, lo abastece de medicamentos y otros suministros médicos, gratuitos para los pacientes, imparte capacitación y aporta financiación.


José María Arenzana es uno de los mejores periodistas de España. Desde hace años escribe para el ABC Sevilla. Además, es de las personas que más ha viajado por África y de los que mejor la conoce. Él estuvo en la sede para el reparto de ayuda humanitaria al sur de Sudán (OSS), en Lokichokio, en el extremo nor-noroeste de Kenya, muy cerca del Lago Turkana. Aquello, según las palabras de Pepe, “era un nido de 'espías' políticos manejando a un cuartel entero de miembros de ONGs dispuestos a alimentar a una facción del Ejército rebelde, pero también a la vez haciéndole el juego al propio Gobierno de Jartum”. De hecho, allí, en dicha base, conoció a un enviado del Gobierno de Jartum, un agente del Gobierno de los entonces todopoderosos Hassan Al-Turabi y de Omar Al-Bashir. Después de leer mí nuevo manuscrito me comentó como anécdota que disponía de los visados de las dos facciones guerrilleras – la facción de John Garang (el SPLM) y la de Riek Machar (que primero se llamó SPLM-U, y luego SPLA: o sea Soudan People Liberation Movement-United y Soudan People Liberation Army, respectivamente). Los cuales le obligaron a solicitar en sendas oficinas de Nairobi antes de trasladarse a Lokichokio. Esto es su email a mí (redactado sin las partes personales):



Foto: OMS

“Excuso decirte lo complicado que era en un control cualquiera adivinar cuál de los dos salvoconductos debíamos mostrar a los reclutas. Equivocarse era jugárselo a cara o cruz porque, de todos modos, nunca sabíamos si la tropa que nos daba el alto pertenecía a una facción rebelde o a la otra. De modo que, sí, nos la jugamos varias veces y, como es obvio, siempre tuvimos suerte, puesto que salimos vivos de allí a pesar del perverso jueguecito. Yo llevaba cada salvoconducto en un lado distinto de mi chaqueta multibolsillos y los revisaba cada mañana durante los trayectos hasta aprenderme de memoria en qué lado estaba cada uno de ellos por la sencilla técnica de repetirme mil veces las siglas de cada facción ("¡SPLM, bolsillo izquierdo; SPLM-U, bolsillo derecho…!!", y así miles de veces), lo cual, como digo, no solucionaba el problema, ya que primero debíamos intuir a quién pertenecía aquella tropa andrajosa o descalza que nos daba el alto.
       
También te conté al respecto que asistimos el fotógrafo y yo casi casualmente a una reunión de la entonces directora de USAID y Riek Machar en un punto innominado de los pantanales sudaneses. Y digo casualmente porque esos cabrones nos dejaron, como recordarás, completamente tirados en aquel punto de la selva. El jefe de seguridad de la base de Lokichokio era un coronel (o algo así) de un cuerpo de élite británico (no recuerdo cuál); el jefe de Logística un americano llamado Pat Culpam con el aspecto más común de lo que yo hubiera identificado entonces con un típico agente de la CIA de las películas, etc.

Las negociaciones mantenidas entre la jefa de USAID, una pecosa rubia madurita y canija, con el propio Riek Machar en aquel lugar no las conocí porque nos apartaron al fotógrafo y a mí para que no escuchásemos las conversaciones mantenidas bajo un frondoso árbol en medio de los pantanales, con los guerrilleros de aquella tribu sentados alrededor. Lo que sí supimos es que Riek Machar y su novia de entonces, una británica que había trabajado para una ONG de Educación en la zona a la que entrevisté, se trasladaban por la zona en las avionetas y aviones de ayuda humanitaria que se controlaban desde Lokichokio.

En la base, en Lokichokio, lo que está claro es que no había problema alguno de suministros, en especial de combustible. La Compañía Caltex era la que principalmente suministraba el continuo despegue de aviones que procedían en general de Nairobi o de cualquier otro punto camino de cualquier parte, pero en especial hacia el interior del sur de Sudán, cargados de sacos de comida y quién sabe de qué otras cosas.

La sede central desde la que se administra toda esa ayuda humanitaria está en las Gigiri Hills, una auténtica ciudadela de la ONU en pleno centro de Nairobi, rodeada de espléndidos jardines y cuyos edificios (caracolas o cabañas) rebosan de aire acondicionado.

Bueno, en parte, quizá, todo eso sea anecdótico. La cuestión de fondo del petróleo no creo que sea muy discutible. Tal vez sí lo sea tu tesis sobre el impulso secreto que los USA otorgan a dichas 'crisis humanitarias', aunque a mí, personalmente, me resultan muy creíbles. A saber: el Gobierno de Jartum, hasta donde yo pude averiguar, controla o intenta controlar la ayuda humanitaria que se introduce en el sur de Sudán. Es decir, la ONU y todas esas ONG que defienden el derecho de injerencia humanitaria a nivel global, se someten dócilmente a los permisos que otorgan los islamistas asesinos de Jartum para poder ayudar a las poblaciones civiles en peligro. Siendo así, ¿a qué derecho de injerencia apelan esas ONG? Cuando la ONU, en algunas ocasiones y por presión de las ONG sobre el terreno, han introducido un convoy de alimentos sin el adecuado permiso de Jartum, los aviones del Gobierno los han bombardeado de manera inmisericorde y los han destruido. Quizá, por qué no, es que dicho convoy transportaba algo más que ayuda humanitaria. O vaya usted a saber. Es posible. O quizá es que todo consiste en un plan donde los malos no son sólo unos u otros, sino todos, que es, a mi juicio, lo más probable: incluidos los chinos, los islamistas, los franceses y etc.



A todo esto, de otra cosa de la que no hay duda es de que los radicales de Jartum han asesinado y esclavizado a millares de negros en el centro y el sur de Sudán, animistas o cristianos. El genocidio ha sido durante años atroz y silencioso. Yo mismo fracasé en mi intento de penetrar en las montañas centrales de Sudán, que era mi objetivo en aquel viaje. A lo máximo que llegué, como sabes, es a viajar a muy diversos puntos del sur, alrededor de la cordillera del genocidio, donde, efectivamente, operaba la guerrilla y donde se distribuía la ayuda humanitaria y donde la masacre era tremenda, sí, pero no en la zona más silenciada y oculta a la información occidental que es la zona central del Sudán. De aquello no se sabe casi nada. Y nadie, que se sepa, de los que han logrado entrar, logró salir con vida de allí para contarlo. Sólo se conocen datos por referencia de los refugiados que se unieron al sur a lo largo de los años. Esa masacre, en principio, sólo es atribuible a los asesinos islamistas.  


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El genocidio silencioso. José María Arenzana

“El genocidio silencioso, Darfur – Sudán”. Web de Daniel Estulin, julio del 2007

"Guerrilleros. Las Historias de Sudán". Web de Daniel Estulin, 03 septiembre 2007

* La website de Daniel Estulin ya no se encuentra operando en internet. (los artículos son de los archivos del redactor del blog)

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