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09 febrero 2018

El retorno de los piratas del Caribe... en Somalia.




Prólogo del editor del blog.


Durante una década se mantuvo relativa tranquilidad en las aguas del Índico en la región conocida como el "Cuerno de África", los modernos corsarios africanos (principlamente somalíes) armados con fusiles de combate y algún lanzacohetes se movilizaban en lanchas rápidas o hasta en barcazas artesanales asolando y poniendo en "jaque" a modernos barcos de transporte y hasta obligando la movilización de flotas navales de guerra de otros países para proteger los barcos petroleros y mercantes. La OTAN fue paulatinamente entregando el control de la seguridad marítima a contratistas privados que fuertemente armados son colocados estrategicamente en diferentes áreas de una embarcación de gran calado para repeler a los piratas. Una de las operaciones más conocidas fue de la Unión Europea denominada "Operación Atalanta".

Los modernos piratas tenían o siguen teniendo algunos modus operandi.

Es indiscutible la relación entre piratas y extremistas islamistas de "Al Shabab", los primeros entregan a las personas capturadas (extranjeros) y reciben a cambio armas, así el rescate de los rehenes es más complicado al estar en poder de una guerrilla sanguinaria de corte yihadista. 

También los "Señores de la Guerra" somalíes concienten la piratería a cambio de un jugoso porcentaje del rescate. Los rescates son por millones de dólares, una montaña de dinero para uno de los países más empobrecidos del mundo.

El estado "fallido" que se ha convertido Somalia tras años de cruenta guerra civil, sin instituciones reales de seguridad que mantengan el orden fue aprovechada para la explotación masiva e irracional de empresas pesqueras internacionales en las aguas territoriales somalíes en el Índico. Allí está el origen de la piratería en la región: Pobladores y pescadores se unieron en la llamada "Guardia Costera Voluntaria de Somalia", primero para proteger una área sensible que alimentaba al pueblo somalí, la pesca. Luego, algunos de esos grupos o clanes llenos de armas se hicieron a la mar a capturar barcos extranjeros, el asalto a las embarcaciones no tuvo tanto motivaciones de robo, sino el cobro de rescate por los secuestrados. 


El negocio afloró entre 2008-2011, torrentes de dinero inundaban los clanes de antiguos combatientes o de ex pescadores, la captura de barcos y el plagio de los tripulantes fue transformándose en una "industria" altamente rentable y coordinada. No en pocas ocasiones los botínes eran cobrados  en LONDRES!, por intermedio de firmas de Abogados que sacaban provecho de una jugosa comisión.

Una interesante publicación de "El Mundo" (edición del 10 abril 2017) reseñaba: "Desde el principio, la población somalí miró con buenos ojos el nuevo negocio. La piratería dio de comer a muchas familias en medio de las mayores crisis y hambrunas de las últimas décadas, como la de 2011. Algunas comunidades disfrutaban de lujos impensables, como poder enviar a sus hijos a estudiar a las mejores universidades de Nairobi o Kampala. Muchas aldeas trabajaban directa o indirectamente en los secuestros. Los hombres apresaban los barcos y los más jóvenes se encargaban de hacer las rotaciones de vigilancia, mientras las mujeres cocinaban para los rehenes. Pueblos pesqueros como Hoybo. Eyl y Harardhere comenzaron a ver en sus calles polvorientas vehículos de alta gama mientras el resto del país se moría de hambre. Hay negociadores, contadores, traductores, médicos... Los rescates han llegado al millón de euros por marinero, una montaña de dinero para cualquier aldea de Somalia".

La intervención de las armadas occidentales puso freno al floreciente mercado del secuestro de personas. Se entendía que las acciones criminales eran repelidas por la marina de guerra de otras naciones para garantizar el libre tráfico marítimo y proteger la seguridad de los tripulantes de las embarcaciones mercantes. La piratería cedió al poder militar de los buques de guerra extranjeros, muchos corsarios retornaron a sus viejas actividades de pesca. Otros, como la mafia de Boyah o el conocido Bocazas ("Afweyne") con sus "Somali Marines", el más conocido grupo de piratas, se encuentran en prisión; y, otros, han retornado a la lucrosa actividad. 

Es así como después de años sin incidentes, desde 2017 la piratería está resurgiendo, de a poco. El uso de nuevas rutas también cambia la estrategia de los piratas. Ya no es precisamente en las costas de Mogadiscio - Somalia el centro de la actividad, (aunque se mantiene operativa); una nueva ruta está emergiendo, las costas de Putlandia, la razón de peso radica en la reactivación de una antigua ruta de tráfico comercial en el Golfo de Adén (el Archipiélago de Socotra), entre Yemen y Putlandia, utilizada para ahorrar tiempo y dinero.

Tras la reunificación de Yemen, sus costas del sur han servido de cobijo a los piratas somalíes que operan en el Golfo de Adén, y muchos líderes políticos yemeníes mantienen vínculos con líderes de Puntlandia (región somalí) y del "gobierno" de Somalia.  


El archipiélago de Socotra es uno de los más estratégicos del mundo, tan solo a 80 km de la costa somalí, paso obligado que domina el Golfo de Adén, por allí circula un intenso tráfico marítimo de la China y del petróleo con rumbo a Europa.  No solo Estados Unidos tiene interés por la zona, Rusia y antes la URSS han disputado el control regional, durante la "Guerra Fría", Socotra fue parte del estado comunista de Yemen del Sur, donde se asentaba una base naval soviética, clave para la presencia de la URSS en el Índico, tras el colapso del sistema soviético, los Estados Unidos aprovecharon para apoderarse de Socotra, lugar donde hoy alberga "un sistema de señales de inteligencia" y un aeropuerto civil adaptable para necesidades militares de los USA.  Desde 2010, la CIA y el Pentágono negociaron con el ex presidente yemení Saleh el establecimiento de una base aérea y una base naval en Socotra a fin de luchar "contra la piratería y Al-Qaeda"


Para un buen entendedor: Militarización de esa vía marítima estratégica. Programas de  "asistencia de seguridad" de los EEUU a Yemen tuvieron lugar desde 2006 y algunas monarquías del Golfo pusieron millones para el desarrollo del puerto de Socotra. Moscú parece haber perdido definitivamente esa zona de influencia, salvo algún "milagro" en el nuevo y vigente conflicto yemení. Esta claro que los Estados Unidos pretende y lo está consiguiendo, integrar Socotra en su aparato geoestratégico de seguridad regional: Bases militares en Yibuti, Etiopía, Emiratos Árabes, Bahréin, Arabia Saudí y la isla Diego García.

Las intervenciones atlantistas en Somalia están supuestamente motivadas por el papel de Somalia en la formación de células yihadistas y destino para el entrenamiento terrorista internacional, acto bendecido por la oportuna declaración de la banda terrorista al Shabab de "unirse" a al Qaeda, muy provechoso para el intervencionismo del AFRICOM.

La verdad única es que la "lucha contra el terror" tiene objetivos primordiales:

- Rodear el Cuerno de África con países afínes (Yibuti, Etiopía, Kenia, Uganda, Sudán del Sur) para interponerse contra la presencia China en la cuenca del Nilo, la región de los grandes lagos, los hidrocarburos sudaneses y las riquezas minerales del este de Congo-Kinshasa.

- Reforzar las bases militares existentes en la zona y establecer otras, por ejemplo, en Socotra. Militarizar esa vía marítima estratégica es primordial y la pirateria es la mejor excusa. Según estudios técnicos las pérdidas que ocasiona la piratería al comercio y a la pesca son mucho menores que los que ocasionaría un estado somalí estable que impusiere regulaciones sobre sus aguas territoriales y zona económica exclusiva a las flotas pesqueras internacionales que faenan en sus aguas territoriales. (para más información sobre el tema, ver el artículo: Geopolítica del poder: La Ruta de la Seda (III)

Como es costumbre del blog, esta información se complementa con un análisis del destacado investigador Thierry Meyssan, escrito hace ocho años, a pesar de ese tiempo los hechos se mantienen imperturbables.  


Tito Andino U.




Piratas, corsarios y filibusteros del siglo XXI



por Thierry Meyssan
1 julio 2010


La piratería frente a las costas de Somalia representa un grave peligro para los barcos que navegan entre el Mediterráneo y el Océano Índico. Oficialmente, se trata de un fenómeno que escapa a todo control y las grandes potencias se han visto obligadas a enviar sus propios navíos de guerra a esa región para que brinden escolta a los barcos mercantes. Sin embargo, en ciertos puertos somalíes es posible ver barcos capturados que esperan obedientemente por la llegada del rescate exigido por los secuestradores, sin que los piratas muestren el menor temor por los navíos de guerra que patrullan frente a las costas. Después de una larga investigación, Thierry Meyssan revela quiénes se encuentran detrás de este nuevo negocio.


La piratería marítima se concentra actualmente en 3 regiones del mundo: el estrecho de Malaca, el Golfo de Guinea y el cuerno de África. Se trata, sin embargo de situaciones muy diferentes.

El 30% del tráfico marítimo mundial pasa por el estrecho de Malaca, donde las poblaciones desposeídas de Indonesia y Malasia se ven confrontadas a la arrogante opulencia de la ciudad-Estado de Singapur.

Los piratas eran delincuentes organizados en bandas, que se desplazan rápido y no disponían de otra cosa que de armas blancas. Generalmente se limitan a abordar barcos y desvalijar a sus tripulantes. Desde el año 2006, los tres estados ribereños, en respuesta a un amistoso pedido de Japón así como por temor a una intervención de la marina de guerra estadounidense, establecieron de forma coordinada una vigilancia aérea y marítima que ha dado resultados (la llamada operación 'Ojos en el Cielo). 

El Golfo de Guinea no es una zona de tránsito comercial sino de explotación de yacimientos de petróleo y gas. Las plataformas marítimas se han convertido en blanco de pandillas y de los rebeldes del Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger. Se trata de grupos extremadamente violentos, que plantean exigencias a través de tomas rehenes, a menudo sangrientas. 

A veces cuentan con el apoyo de los Ijaw, cuyas tierras han sido saqueadas por diversas compañías petroleras y que en 1999 protagonizaron una revuelta, ahogada en sangre por tropas de Chevron-Texaco

Lo más frecuente es que la población sienta temor hacia esas bandas, que siembran el terror entre los habitantes ya que realizan sus ataques indistintamente en mar y en tierra, lo mismo contra extranjeros que contra la población local. Nigeria no logra contener esa criminalidad, que desborda hacia Camerún y Guinea Ecuatorial. Ante el creciente peligro, algunas multinacionales, como la Shell, han decidido abandonar la zona. 

La producción nigeriana de hidrocarburos ha descendido en un 25%, con las subsiguientes consecuencias que ello implica para las finanzas del Estado.

La situación en el cuerno de África es la única que se ha convertido en una cuestión estratégica mundial. 

Primeramente, porque el estrecho de Bab el-Mandeb («La puerta de las lamentaciones»), entre Yemen y Yibuti, es etapa obligada entre el Mediterráneo, el canal de Suez, el Mar Rojo por el norte y el Océano Índico por el sur. 

Tres millones y medio de barriles de petróleo circulan diariamente por el estrecho de Bab el-Mandeb. Además, la zona de piratería ha ido extendiéndose progresivamente desde el golfo de Adén hasta la costa de Somalia, de manera que ya no se trata simplemente de un cuello de botella donde los Estados ribereños deberían restablecer una policía marítima, sino de una zona muy amplia, principalmente en alta mar, en aguas internacionales.

Lo que comenzó siendo –y en muchos casos sigue aún sigue siéndolo– una actividad oportunista de pescadores hambrientos ha dado lugar a un negocio muy lucrativo. Barcos y tripulaciones han sido capturados mientras que intermediarios han reclamado cuantiosos rescates a los armadores. Esa forma de gran delincuencia se ha desarrollado en función de los sucesos político-militares ocurridos en Somalia y ha servido de justificación al despliegue de una armada occidental con pretensiones neocoloniales.


En el largometraje «Black Hawk Down» (La caída del halcón negro), el realizador Ridley Scott mostró la derrota estadounidense ante un señor de la guerra somalí durante la operación «Restore Hope».




El caos somalí

El lector seguramente recuerda la larguísima guerra civil que devastó el cuerno de África a partir de 1974. En definitiva, aunque Etiopía y Eritrea se estabilizaron, Somalia permanece sumida en el caos.

El país está dividido en clanes. La ex colonia británica de Somalilandia y el territorio conocido como Puntlandia forman dos cuasi-Estados sin fronteras bien definidas y que ocasionalmente entran en guerra entre sí, a pesar de que los dos cuentan con el apoyo de Etiopía [1].

La formación de ambas entidades contó con el apoyo de la ONU, que esperaba reconstruir Somalia de forma progresiva. La AMISOM, fuerza de paz desplegada por la Unión Africana con la participación de contingentes de Uganda y Burundi, defiende el gobierno provisional, la única autoridad reconocida por la comunidad internacional. Pero el presidente Sharif Ahmed ha logrado apenas la obediencia de algunos barrios de Mogadiscio, y los combates prosiguen en la capital.

Los milicianos de Ahlu Sunna wal Jama’a protegen a las cofradías sufíes [2] mientras que los de Al-Shabaad (brazo armado de los «Tribunales Islámicos» quieren imponer una interpretación rigurosa de la sharia [3].

Cientos o quizás miles de grupúsculos armadas aparecen así, establecen alianzas y se disuelven según el transcurso de los acontecimientos. 

La ONU estableció un embargo sobre las ventas de armas, medida que nadie respeta, y trata de ayudar a la población a pesar de las frecuentes malversaciones y desvíos de la ayuda mundial en alimentos.

Es en ese infernal contexto que reaparece la piratería, en el año 2000

En aquel entonces las tensiones regionales obligaban a los etíopes a concentrarse en su comercio marítimo con Yibuti. Y sus barcos fueron las primeras presas. Los ataques se limitaban al estrecho de Bab el-Mandeb. 

Pero los atacantes, que no se consideraban piratas sino fuerzas beligerantes, fueron alejados de allí por las fuerzas estadounidenses, israelíes y francesas estacionadas en Yibuti.

Para hacer frente al deterioro de la situación en Puntlandia y como medio de obtener provisiones, otros piratas atacaron los barcos que transitaban frente a sus costas. El fenómeno se redujo de forma considerable en 2005-2006, en parte porque el tsunami del 26 de diciembre de 2004 devastó las costas y destruyó los puertos, ante la indiferencia de la comunidad internacional que limitó su atención a las playas turísticas de Tailandia y porque, por otro lado, los Tribunales Islámicos –que estuvieron por breve tiempo en el poder en Mogadiscio– declararon la piratería ilegal conforme a los principios de la sharia.

No es hasta 2007 que las cosas toman un cariz particularmente grave. Al dar su apoyo a una coalición heteróclita de señores de la guerra que se oponían a los Tribunales Islámicos, la CIA y Etiopía reactivaron entonces los conflictos, que habían comenzado a disminuir, entre diferentes clanes. Aprovechando el desorden en que el país se sumía nuevamente, dos medios delincuenciales, que rápidamente se estructuraron en forma de organizaciones criminales, se especializaron en la piratería. La primera se manifestó en el Golfo de Adén y la segunda en aguas internacionales, adentrándose en las aguas que se encuentran frente a Mogadiscio [4].

Es evidente que se trata de dos grupos que nada tienen que ver con los anteriores piratas. A principios de los años 2000, e incluso hoy en ciertos casos, los abordajes eran la prolongación marítima de un conflicto terrestre o resultado de la acción de pescadores atenazados por el hambre. Hoy en día, son acciones de crimen organizado con ramificaciones internacionales.

Por vez primera en la época moderna, la marina de guerra china se despliega frente a las costas de África.




Exagerado despliegue militar

Inmediatamente después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos movilizó a sus aliados, independientemente de la OTAN, para apoderarse de Afganistán. La 'operación Justicia infinita', rebautizada como 'Libertad duradera', incluía –además de la ocupación de Afganistán– una fase en Filipinas, otra frente a las costas del cuerno de África y una tercera en el Sahara.

En lo tocante a la región que nos interesa en este trabajo, la Combined Task Force 150, o Fuerza Conjunta de Tarea, reunió alternativamente unos 15 contingentes extranjeros como apoyo a la 5ª Flota estadounidense. Con la lucha antiterrorismo como pretexto, el objetivo era garantizar el control de la ruta del petróleo: golfo Pérsico-estrecho de Ormuz-golfo de Adén-estrecho de Bab el-Mandeb-Mar Rojo-canal de Suez.

Durante sus operaciones en esas aguas, la Fuerza 150 se enfrenta a veces a grupos piratas, pero combatirlos no era parte de su misión. 

En 2007, Francia garantizó una escolta a los barcos del Programa Mundial de Alimentos y a los de la AMISOM. Por supuesto, París anunció públicamente la protección de los cargamentos de ayuda humanitaria pero no mencionó la que proporcionó a los cargamentos militares de la Unión Africana.

En 2008, la Unión Europea prolongó esa misión, en lo que constituye su primera acción naval: la 'operación Atalanta'. La misión incluyó entonces la defensa de los intereses europeos –en el sentido más amplio– ante los piratas [5].

Ver a los europeos organizarse en el plano militar despertó gran inquietud en el Pentágono, que retomó entonces el control de la cuestión proponiendo una acción de la OTAN, cuya función consiste en absorber la defensa europea. Surgió así la 'operación Allied Provider', posteriormente rebautizada como 'Allied Protector'. Los analistas de la OTAN observan en varios documentos internos que la lucha contra la piratería no es en lo absoluto una necesidad militar, pero que sí se trata de una excelente ocasión para ofrecer una imagen positiva de la OTAN ante la opinión pública [6].

Esta afluencia de fuerzas estadounidenses, europeas y atlánticas llevó a Rusia (en septiembre de 2008), la India (en octubre de 2008), China (en octubre de 2008) y Japón (en enero de 2009) a enviar sus propios navíos de guerra a la región. Tal concentración de fuerzas navales implica graves riesgos. Un Grupo de Contacto sobre la Piratería frente a las Costas de Somalia (CGPCS, siglas en inglés) se creó en Nueva York bajo los auspicios de la ONU. Tiene como objetivo clarificar las reglas jurídicas de la lucha contra la piratería.

Varias reuniones denominadas de «Toma de Conciencia Compartida y de Prevención de Conflictos» (SHADE, siglas en inglés) se organizaron además en Bahrein, por iniciativa del Pentágono, entre los oficiales de enlace de las diferentes marinas de guerra implicadas con el fin de evitar que el desconocimiento de las intenciones mutuas pueda dar lugar a choques entre ellas.

El lector observará de paso que la presencia de la marina de guerra china tan lejos de sus puertos constituye una novedad, que fue estimulada por Washington al creer, al principio de la crisis financiera mundial, que podría crear un G2 y repartirse el mundo con Pekín. En realidad, dicha presencia pudiera desempeñar con el tiempo un papel en la rivalidad chino-estadounidense en África [7].

En todo caso, y a pesar de un intento chino en ese sentido en el momento del ataque pirata contra el barco De Xin Hai (en octubre de 2009), Pekín y Moscú no desean integrar sus flotas a una posible fuerza multinacional de lucha contra la piratería. Lo que sucede es que Gran Bretaña y Estados Unidos han aplicado históricamente un proyecto de imperio marítimo universal cuyas bases crearon mediante la firma de la Carta del Atlántico, en 1941. Más recientemente, con su Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación (PSI, 2003) y posteriormente con su Asociación Marítima Global (GMP, 2006), el Pentágono propuso asociar a todos los Estados que lo deseen a un vasto plan de seguridad de las rutas marítimas. Por supuesto, el rector de ese plan sería… el Pentágono.

Dado el actual dispositivo, los barcos de los países pequeños tienen pocas posibilidades de gozar de la protección de las grandes marinas de guerra. Los armadores más prudentes han instalado a bordo el sistema de detección óptica Sea on Line, mucho más eficaz que los radares. Se trata de un sistema de cámaras infrarrojas que vigilan el entorno del barco en 4 o 6 kilómetros a la redonda y alertan a la tripulación de la cercanía de cualquier otro barco, incluyendo las embarcaciones pequeñas y bajas [8].

Otros recurren a guardias privados que viajan a bordo de sus barcos para defenderlos. Esta práctica suscita inquietud en los grandes sindicatos de armadores ya que favorece una escalada de la violencia por parte de los piratas.

Otro grupo de armadores contratan ejércitos privados. La compañía Blackwater, que ahora se llama Xe, adquirió en 2007 el MV McArthur, un navío que perteneció a los guardacostas estadounidenses. Equipado de dos helicópteros Boeing MH6 Little Bird y de 3 embarcaciones anexas ultrarrápidas, el MV McArthur lleva a bordo 35 mercenarios y se dedica a escoltar, por contrato, barcos civiles «sensibles».

Por su parte, la compañía francesa Secopex ha adquirido 11 barcos de escolta de 24, 36 y 50 metros de eslora. Cada uno de esos barcos lleva a bordo un comando de 9 personas que se compuesto de 2 expertos tiradores y de 7 hombres armados de ametralladoras automáticas [9].


¿Quién y cómo se encargará de juzgar a los piratas arrestados?



Crímenes sin castigo

Por lo pronto, aunque el gobierno títere somalí ha «recurrido a la ayuda de la comunidad internacional» y a pesar de que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó cuatro resoluciones (1816, 1831, 1846 y 1851) que legitiman la opción militar contra los piratas y autorizan las marinas de guerra extranjeras a perseguirlos en aguas territoriales e incluso en territorio somalí, las reglas jurídicas siguen siendo nebulosas.

¿Qué hacer con los piratas después de arrestarlos? Si nos remitimos a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (conocida como Convención de Montego Bay), en vigor desde 1994, el abordaje de embarcaciones piratas es una acción policial, aunque se realice con medios militares. Los arrestos deben realizarse en presencia de oficiales de la policía judicial y las personas detenidas deben comparecer ante la jurisdicción competente para ser sometidos a un juicio justo.

El problema es que nadie sabe cuál es la jurisdicción competente. La mayoría de las legislaciones nacionales estipulan que sus tribunales no pueden juzgar a extranjeros que no hayan cometido infracciones dentro del territorio nacional. En la práctica, no queda entonces más remedio que ponerlos en libertad o entregarlos a un Estado con el que exista un acuerdo ad hoc. Así que los occidentales a menudo entregan los piratas capturados a Kenya, que condena a los ejecutores y se abstiene de buscar a los promotores [de la piratería].

Es por ello que el Kremlin propuso la creación de una jurisdicción internacional para los crímenes cometidos en alta mar, proposición que no cuenta con el apoyo de los anglosajones, quienes –como ya señalamos– tienen su propio proyecto marítimo imperial.

Pistris, los comandos corsarios de Estados Unidos.



Los corsarios del presidente estadounidense

En 1826, el prócer latinoamericano Simón Bolívar trató de garantizar la paz entre las naciones de Latinoamérica mediante la prohibición de la «guerra de corso», o sea la posibilidad de los Estados de recurrir a armadores privados para la defensa de sus intereses en el mar, o sea para hacer la guerra. Pero la idea del Libertador no encontró apoyo.

Hubo que esperar hasta la victoria de occidentales y otomanos sobre las tropas del zar Nicolás I en Crimea para que apareciera la Declaración de París (1856) sobre el derecho del mar. Se abolieron entonces las «patentes de corso», o sea los Estados renunciaron a autorizar la creación de fuerzas navales privadas, sistema al que los protectorados otomanos del norte de África habían recurrido muy frecuentemente y ante el cual los presidentes [estadounidenses] Thomas Jefferson y James Madison habían librado victoriosamente dos guerras contra los piratas berberiscos (desde 1801 hasta 1805 y en 1815).

Estados Unidos, España y México se negaron, sin embargo, a firmar aquella declaración ya que la doctrina capitalista liberal plantea que hasta la guerra puede ser privatizada, sobre todo si se tiene en cuenta que en aquella época la joven nación estadounidense aún no se creía capaz de mantener una flota de guerra que pudiera rivalizar con las de las grandes potencias.

En una reactivación de aquella vieja práctica, el representante Ron Paul trató de lograr –por tres veces– que el Congreso estadounidense aprobara la September-11 Marque and Reprisal Act of 2001. Pero no era necesario, teniendo en cuenta que el Congreso ya había votado anteriormente la guerra contra el terrorismo y que, basándose en el artículo 1 sección 8 de la Constitución estadounidense, el Departamento de Estado emitió patentes de corso a varias compañías militares privadas para que persiguieran a los «terroristas» en el Océano Índico. Y ya es sabido que, visto desde Washington, todo pirata es potencialmente un terrorista [10].

Según una publicación del ministerio de Defensa de Francia, la primera de esas patentes de corso fue otorgada en 2007 a la compañía Pistris Inc. «Fue habilitada para que armara dos navíos de 65 metros de eslora [que están] conectados a los satélites militares de observación. Están dotados cada uno de un helicóptero artillado, de embarcaciones anexas ultrarrápidas capaces de alcanzar una velocidad de 50 nudos y llevan una tripulación de 50 hombres, entre ellos comandos. La compañía Pistris tiene su propio campamento de entrenamiento militar, sobre todo para operaciones de tipo comando, en [el Estado de] Massachussets» [11]

Se han instalado barcazas en un lago artificial en el se simulan combates mientras que una enorme máquina agita el agua para recrear las condiciones del oleaje marítimo.



Los piratas de la costa


Antes de pasar a la descripción de las organizaciones piratas es importante eliminar una confusión. Al derrumbarse el Estado somalí, pescadores franceses, españoles y japoneses se aprovecharon de la situación para saquear los bancos de atún y camarones en las aguas territoriales somalíes. A veces compraban supuestas «autorizaciones» a los señores de la guerra y, posteriormente, al autoproclamado gobierno provisional.

Conocedores de que el despliegue indiscriminado de almadrabas [Redes que se despliegan entre dos barcos para la pesca del atún, muy utilizadas en el Mediterráneo. Nota del Traductor.] agota los recursos del mar, grupos de pescadores somalíes abordaban entonces los barcos intrusos y los desvalijaban para resarcirse. En el contexto de caos político reinante en Somalia, y en ausencia de guardacostas nacionales, aquellas acciones constituyen una forma de autodefensa. El derecho no los considera como piratería ya que se desarrollaban dentro de las aguas territoriales somalíes.

Lo que nos interesa en este trabajo es la actividad criminal desarrollada en alta mar. Esta última supone el uso de barcos capaces de aventurarse lejos de las costas. Al principio, los piratas abordaban por lo tanto algún barco grande que pasaba cerca y lo utilizaban para salir a alta mar y atacar entonces una presa de gran porte. Hoy disponen de sus propias flotillas.

La selección de las presas depende sobre todo de la altura del navío sobre el agua, de su velocidad y su tamaño. Mientras más bajo, lento y grande, más vulnerable es el barco. Los portacontenedores son imposibles de defender, ya que la tripulación no puede ver todos los puntos de acceso desde la torre [Estructura donde se encuentran el puente de mando y el alojamiento de la tripulación. NdT.]. Lo mismo sucede con los barcos atuneros ya que estos tienen una rampa trasera de acceso y el despliegue de la almadraba [Red que se despliega entre dos barcos. NdT.] les impide maniobrar independientemente.

«Ya capturado el barco, el cerebro de la operación indica al jefe de los piratas donde debe atracar. El traductor sube entonces a bordo para dirigir la negociación. La duración promedio del periodo de retención es de unos 60 días. El ambiente a bordo es más o menos tenso pero nunca ha habido muertos, con excepción de una vez quizás.

Los piratas saben perfectamente que si empiezan a eliminar rehenes la situación va a cambiar de dimensión y que se exponen a tener en su contra a la población y las autoridades religiosas.

Es sabido que, por esa razón, los piratas aplican una especie de código de honor. Los papeles están claramente repartidos y el jefe de los piratas anota todos los gastos realizados. Es corriente la práctica del crédito y se respetan las deudas. Cuando se entrega el rescate, cada cual obtiene lo que se le debe. Incluso existe un sistema de multas destinado a imponer el respeto de la organización de la vida social a bordo de los barcos.

Los piratas establecen campamentos temporales cerca de las zonas donde atracan los barcos pirateados. No siempre se instalan en las aldeas, lo que hace pensar que no siempre cuentan con la aceptación de la población, sobre todo si el contexto de los clanes no es favorable. Después del ataque, una de las dificultades es [garantizar] el alojamiento y la alimentación de los rehenes. Esto ha dado lugar a la aparición de una mini-economía alimentada por el monto creciente de los rescates. La piratería da lugar a la creación de empleos. La población costera hace venir a sus parientes y amigos del centro del país para que ayuden en las actividades de ataque y, posteriormente, en la custodia (de barcos y rehenes).

El pago del rescate se hace por lo general al contado, o sea en dinero que se cuenta a bordo y se reparte entre las partes implicadas y todos los participantes en la operación. La repartición del rescate es muy parecida a la del producto de la pesca: un 50% para la «fuerza de trabajo», o sea los hombres que han participado en la acción (que pueden ser hasta 80), un 30% para el cerebro de la operación, un 15% para el intérprete, los comerciantes y más generalmente para los intermediarios y un 5% que se reserva para las familias de los piratas muertos.» [12]


Los dos presidentes del Estado de Puntlandia (no reconocido). A la izquierda, Adde Muse (2005-08). A la derecha Faroole (desde 2009). El gobierno de Puntlandia cobra el 30% de los rescates que reciben los piratas locales.


Puntlandia, la nueva Isla de la Tortuga

En el siglo XVII, el Mar Caribe fue teatro de un conflicto entre los imperios cristianos que favoreció a los piratas. Estos últimos se organizaron en una sociedad secreta, violenta e igualitaria, a la que llamaron los «Hermanos de la costa» y llegaron incluso a apoderarse de territorios que llamaron sus «13 paraísos». Su capital fue la Isla de la Tortuga, donde prosperaban bajo la discreta protección del rey de Francia. La misma estructura existe actualmente en Somalia. El grupo de expertos de la ONU menciona 9 organizaciones criminales, 3 de ellas predominantes [13].

La más célebre es la de Abshir Abdillahi, alias «Boyah», pariente del presidente de Puntlandia, Abdirahman Mohamed, alias «Faroole». Este hombre de 44 años es originario del puerto de Eyl, que ha convertido en su base principal. Dice tener bajo su mando una milicia de más de 500 hombres y haber capturado entre 25 y 60 barcos en alta mar. Entre sus presas se cuentan el barco japonés de transporte de productos químicos Golden Nori (capturado el 28 de octubre de 2007, rescate de 1,5 millones de dólares) y el yate francés de lujo Le Ponant (capturado el 4 de abril de 2008, rescate de 2 millones de dólares). Los rescates obtenidos constituyen sumas astronómicas en relación con el ingreso medio anual de la población de Somalia –una de las más pobres del mundo– evaluado en 282 dólares al año.

El Estado autónomo de Puntlandia es la versión moderna de la Isla de la Tortuga. El gobierno de Bossaso (así se llama la capital de Puntlandia) se jacta de mantener relaciones con Alemania, Yibuti, los Emiratos Árabes Unidos, España, Estados Unidos, Etiopía, Kenya y con el Banco Mundial [14]. Presenta un presupuesto anual de 30 millones de dólares, bien poco si se compara con los ingresos de las organizaciones piratas.

Nada tiene de sorprendente que «Boyah» contara con la protección del gobierno de Puntlandia, específicamente del presidente «Faroole», del ministro del Interior, el general Abdullahi Ahmed Jama alias «Ilkajiir», y del ministro de Seguridad Interna, el general Abdillah Sa’iid Samatar.

Según declaraciones del propio «Boyah» a Garowe Online (agosto de 2008), él mismo entregaba a los personajes antes mencionados un 30% de la parte de los rescates correspondiente a los organizadores. 

En mayo de 2009, «Boyah» anunció que se retiraba del «negocio» junto con 180 de sus hombres. Fue reemplazado, al parecer, por uno de sus parientes, Mohamed Abdi Garaad.

Su milicia cuenta actualmente con 800 hombres divididos en 13 grupos. Es responsable principalmente de la captura del barco japonés de transporte a granel Stella Maris (capturado el 20 de julio de 2008, rescate de 2 millones de dólares) y de los mercantes Bunga Melati Dua (capturado el 18 de agosto de 2008, rescate de 2 millones de dólares) de Malasia, BBC Trinidadde Alemania (capturado el 21 de agosto de 2008, rescate de un millón de dólares) y del mercante iraní Iran Deyanat (capturado el 21 de agosto de 2008). También cometió el error de atacar el portacontenedores estadounidense Maersk Alabama (el 8 de abril de 2009), suscitando así la intervención de la 5ª Flota estadounidense.

Otra banda se ha instalado en la disputada provincia de Sanaag. La dirige Fu’aad Warsame Seed, alias «Hanaano». Se trata de una pequeña milicia de unos 60 hombres que dispone de un importante equipamiento militar. Capturó, entre otros, el yate alemán Rockall (el 23 de junio de 2008, rescate de 1 millón de dólares), el barco turco de transporte de productos químicos Karagol (el 12 de noviembre de 2008), dos pesqueros egipcios (el Mumtaz 1 y el Samara Ahmed, 10 de abril de 2009) y el remolcador italiano Buccaneer (el 11 de abril de 2009). 

«Hanaano» cuenta con la protección del ministro del Interior «Ikaljiir», cuyas actividades políticas financia el propio «Hanaano». Tuvo la mala suerte de ser arrestado por los yemenitas el 15 de octubre de 2009, mientras intentaba realizar una nueva operación en sus aguas territoriales. El gobierno de Puntlandia está negociando su liberación.

Localización de las acciones piratas registradas durante el primer trimestre de 2010 (fuente: Buró Marítimo Internacional).



El paraíso de Xaradheere y Hobyo

En el centro de Somalia existe otra organización, creada por Mohamed Hassan Abdi, alias «Afweyne» y al parecer actualmente dirigida por su hijo Abdiqaadir. Está basada en los puertos de Xaradheere y de Hobyo y, en aras de obtener cierta legitimidad, se autoproclama como «Guardacostas de la región central».

Lo que se sabe de sus resultados es impresionante: con las capturas del Semlow (el 26 de junio de 2005), del barco chino de transporte de gas licuado Feisty Gas (el 10 de abril de 2005, rescate de 315 000 dólares), del Rosen (25 de febrero de 2007), del carguero danés Danica White (el 2 de junio de 2007, rescate de 1,5 millones de dólares), del atunero español Playa de Baskio(el 20 de abril de 2008, rescate de 770 000 euros), del barco malasio de transporte de productos químicos Bunga Melati (el 18 de agosto de 2008, rescate de 2 millones de dólares), del barco griego de transporte a granel Centauri (el 17 de septiembre de 2008), del carguero griego Captain Stefanos (el 21 de septiembre de 2008), del carguero ucraniano Faina (el 25 de septiembre de 2008, rescate de 3 millones de dólares), del barco filipino de transporte de productos químicos Stolt Strength(el 10 de noviembre de 2008), del atunero chino Tian Yo no 8 (el 15 de noviembre de 2008), del supertanquero saudita Sirius Star(el 15 de noviembre de 2008, rescate de… ¡15 millones de dólares!), del barco de pasajeros Indian Ocean Explorer (el 2 de abril de 2009), del portacontenedores alemán Hansa Stavanger(el 4 de abril de 2009, rescate de 2 millones de dólares), de la draga belga Pompei (el 18 de abril de 2009, rescate de 2,8 millones de euros), del barco griego de transporte a granel Ariana (el 2 de mayo de 2009, rescate de 3 millones de dólares), del pesquero español Alakrana (el 2 de octubre de 2009, rescate de 2,3 millones de euros), del portacontenedores singapurense Kota Wajar (el 15 de octubre de 2009, rescate de 4 millones de dólares), del barco chino de transporte a granel Xin Hai (el 19 de octubre de 2009, rescate de 4 millones de dólares) y, últimamente… del tanquero ruso Moscow University (el 5 de abril de 2010, sin rescate.).
El 23 de septiembre de 2009, el coronel Khadafi defiende a su amigo «Afweyne» desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU. © Marco Castro, Servicio de Prensa de la ONU.


¿Piratas o filibusteros?

Si volvemos al precedente histórico de los Hermanos de la Costa surgidos durante el siglo XVII en las aguas del Mar Caribe vemos que si los piratas lograron instalarse en sus «13 paraísos» fue porque, muy discretamente, prestaban servicios a los Estados. Eran en realidad filibusteros, o sea las autoridades políticas les encomendaban ocasionalmente la realización de misiones inconfesables. En nuestra época, la situación no puede ser diferente.

Cuando el Estado Mayor ruso planteó la realización de una operación multinacional destinada a limpiar Puntlandia y los puertos de Xaradheere y Hobyo, los anglosajones rechazaron de plano aquella proposición. Lo que pasa es que los dirigentes políticos de esos territorios son aliados de la CIA, del MI6 y del Mossad contra los islamistas de Al-Shabaab. Para darle color local, el masivo apoyo de los anglosajones pasa a través de Addis Abeba (Etiopía), donde el Departamento de Estado está construyendo la mayor embajada estadounidense del mundo, después de la de Bagdad (Irak).

Según el semanario británico The Spectator, los jefes piratas de Puntlandia han sido recibidos amistosamente a bordo de varios navíos de guerra estadounidenses a los que han ido a tomar café [15].

En sus «tratos» con los piratas de Xaradheere y de Hobyo, que no disponen de los servicios de un cuasi Estado como Puntlandia, los anglosajones han recurrido a una cobertura muy diferente. 

El 23 de septiembre de 2009, los diplomáticos que escuchaban el interminable discurso del coronel Muamar el Khadafi ante la Asamblea General de la ONU estaban tan aburridos que muchos prefirieron irse a la cafetería a esperar que terminara. Lo cual fue un error.

Durante su arenga sobre el funcionamiento de la ONU, el jefe del Estado libio cayó en frecuentes digresiones. Una de ellas lo llevó a asumir la defensa de los piratas somalíes, asimilando las actuales organizaciones criminales a grupos de pescadores arruinados –lo cual, como ya vimos anteriormente, es falso [16]. El coronel Khadafi mencionó la solemne acogida que él mismo reservó en Trípoli, del 1º al 4 de septiembre de 2009, a «Afweyne» y sus lugartenientes.

Libia pretende desempeñar un papel en África. Pero sólo puede pretender hacerlo realmente desde su pública reconciliación con Estados Unidos (país que puso al coronel Khadafi en el poder). En todo caso, África se ha convertido en una especie de terreno cerrado donde Estados Unidos enfrenta a China. El primero subcontrata la realización de sus acciones secretas a Israel mientras que la segunda recurre a los servicios iraníes. 


¡Aló, aquí Ehud Olmert!


Según el entonces inamovible presidente yemenita Ali Abdullah Saleh, los jefes piratas de Puntlandia arrestados en sus aguas territoriales recibían órdenes por teléfono satelital y desde la oficina del ex primer ministro israelí Ehud Olmert. Estas acusaciones, ampliamente difundidas por la prensa árabe, han sido en cambio completamente ignoradas por la «comunidad internacional».

Como buenos filibusteros, los piratas somalíes saben prestar servicios en el momento oportuno y, mientras tanto, actúan por su cuenta. No es por lo tanto sorprendente que sigan cometiendo sus fechorías a pesar de la presencia de varias marinas de guerra en la región.

Habría que preguntarse incluso si las informaciones recogidas durante las reuniones de «Toma de Conciencia Compartida y de Prevención de Conflictos» (SHADE) organizadas por el Pentágono en Bahrein no están siendo entregadas a los piratas para evitarles encuentros fatales.




Thierry Meyssan


Fuente de consulta: Red Voltaire 
Fuente: Odnako (Federación Rusa) 

Este trabajo de investigación fue realizado para el semanario ruso Odnako después del abordaje contra el tanquero ruso Moscow University (o sea, antes del ataque israelí contra la Flotilla de la Libertad, que no se menciona en este artículo). El presente artículo es el principal dossier y tema de la portada del número 23 de Odnako. El autor agregó las notas con vistas a su publicación en la versión destinada a Internet.

[1] The political development of Somaliland and its conflict with Puntland, por Beruk Mesfin, Institute for Security Studies (Afrique du Sud), septiembre de 2009.
[2] Sitios de Internet extraoficiales de Ahlu Sunna wal Jama’a: Shaaficiyah.com (en inglés) y Ahlusunna.org.
[3] Sitio de Internet extraoficial de Al-Shabaab
[4] Sobre el desplazamiento geográfico de los ataques, ver Piracy: The Motivation and Tactics, por Nicole Stracke y Marie Bos, Gulf Research Center, 2009.
[5] Combating Somali Piracy: the EU’s Naval Operation Atalanta, Cámara de los Lores del Reino Unido (ref. HL 103, 14 de abril de 2010).
[6] Piracy: threat or nuisance? por Alessandro Scheffler, NATO Defense College, Rome (ref. Research Paper 56, febrero de 2010).
[7] China’s Participation in Anti-Piracy Operations off the Horn of Africa: Drivers and Implications, editado por Alison A. Kaufman, Center for Naval Analysis, USA, (réf. MISC D0020834.A1/, julio de 2009). China and Maritime Cooperation: Piracy in the Gulf of Aden por Gaye Christoffersen, Institut fur Strategie- Politik- Sicherheits- und Wirtschaftsberatung, 2010.
[8] Sitio Internet de Sea Vision.
[9] «La piraterie profite aux sociétés privées de sécurité», por Marie-France Joubert, France 24, 26 de noviembre de 2008.
[10] Por ejemplo: The Maritime Dimension of International Security. Terrorism, Piracy, and Challemges for the United States, por Peter Chalk, Rand Corporation, 2008.
[11] «Le retour de la guerre de course», por Jean-Paul Pancracio, Bulletin d’études de la marine numéro 43, diciembre de 2008, Centre d’enseignement supérieur de la Marine, Ministerio de Defensa, París. El autor cita el artículo «Washington lâche des corsaires dans l’océan Indien», por Philippe Chapleau, Ouest France, edición correspondiente a los días 3 y 4 de noviembre de 2007.
[12] La Piraterie maritime, informe de la Comisión de Defensa Nacional y Fuerzas Armadas, Asamblea Nacional de Francia, (ref. 1670, 13 de mayo de 2009). Relator: Christian Menard.
[13] Tercer Informe del Grupo de Control sobre Somalia redactado en aplicación de la resolución 1853 (2008) del Consejo de Seguridad de la ONU (ref. S/2010/91), 10 de marzo de 2010.
[14] Ver en Internet el sitio oficial del Estado Autónomo de Puntlandia.
[15] Investigación de Aidan Hartley, The Spectator, edición de 6 de diciembre de 2008.
[16] «Intervención de Muammar al-Gaddafi ante la Asamblea General de las Naciones Unidas », Red Voltaire, 23 de septiembre de 2009.

31 enero 2018

Tres ensayos sobre el germanófilo





I

A manera de prólogo


Tito Andino


Luego de esta introducción, leeremos al Maestro Jorge Luis Borges y a otro autor anónimo, quienes plasman sus interesantes y particulares visiones sobre la germanofilia durante y post segunda guerra mundial. Explicar ese morbo imprudente de muchos aficionados a la historia militar y su dramatizada “valoración” ética sobre las tropas alemanas es el cometido. 

Este ensayo, y los dos siguientes, exclusivamente, hacen referencia al germanófilo (o filogermánico) amante de la guerra y partidario de la Alemania nazi, el concepto de estos términos es mucho más amplio y aplica a variadas ramas como el arte, la música, la literatura, la cultura alemana en general.  

No juzgo a nadie, cada cual puede ser admirador de quien le plazca y ser capaz de mantener su opinión, hasta elegir el autoengaño si eso le es satisfactorio, Tampoco puedo desconocer el inmenso interés de muchas personas por algo que les apasiona, lectores aficionados o ilustrados académicos sienten fascinación por aquel período conocido como la segunda guerra mundial y, sin lugar a dudas, devoran libros y los coleccionan. Eso es loable, es cultura. Reitero, estos ensayos pretenden únicamente dibujar un semblante del partidario del nazismo.

Muchos germanófilos (por ser suave en el calificativo, ya que lo usa el maestro Borges, lo acepto, aunque en realidad, los del presente no sean germanófilos, sino neonazis) son coleccionistas empedernidos de libros sobre la segunda guerra mundial, sobre todo de biografías y diarios de generales alemanes y otros oficiales que participaron en la batalla y que escribieron, en la posguerra, sus “Memorias” (desde un punto de visto subjetivo). Eso en sí, no puede ser cuestionado, al contrario, alabaríamos un esfuerzo metódico de aprendizaje que se comparta en un foro de historia; sin embargo, no es la realidad, intentan confundir el todo con explicaciones traídas de los pelos en sitios web pro-nazis, bajo la ayuda de una supuesta literatura "revisionista".

El filogermánico se considera una eminencia en estrategia militar por el mero hecho de haber leído algunas “Memorias”, se siente en capacidad de “recrear” las tácticas de los cuerpos acorazados de Manstein o Guderian, por ejemplo, (ese solo talento le haría merecedor de una cátedra en una escuela militar); mas, se irrita ante la falta de reconocimiento público de su “talento” como historiador militar aficionado y estratega de guerra (aunque nunca haya recibido formación militar). En el fondo esto no es más que una subcultura banal, propensión de los neonazis a presumir "conocer" la verdad histórica de la segunda guerra mundial (versión surgida de la propaganda nazi); pretender evidenciar todo ese conocimiento en forma de discurso es algo inútil, estéril, impráctico, pero el fanático lo atesora, siente orgullo de ello, no es capaz de entender el rídiculo que hace ante una foro especializado.  

Existe un antídoto para ello, una selecta y correcta lectura de investigaciones adaptadas para un lector apasionado por esa etapa histórica y que no tiene otra formación más que su afición por la historia; y, sobre todo, auto reconocimiento de sus límites (un real investigador, un historiador académico necesita muchos años de dedicación continua para elaborar sus hipótesis sobre determinado suceso). En lo personal, no me atrevería discutir sobre estrategia o historia militar por internet solamente copiando o citando a tal o cual autor (menos del 10% del personal militar es especialista en estrategia). Lo mío ha sido siempre la ciencia aplicada al entorno geográfico y humano, la GEOPOLÍTICA, la política y relaciones internacionales dentro de los ciclos históricos que conducen a un episodio bélico, en este caso, con la historia militar. 

En un anterior trabajo, HISTORIOGRAFÍA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, explicamos la forma cómo debemos valorar la narrativa de la guerra dentro del proceso histórico.

Poseo algunos libros sobre el tema, incluso leo el supuesto “revisionismo” porque un escritor debe saber que piensan aquellos individuos que han decidido dedicar parte o su vida entera a defender la mentira de una causa aberrante. Solía vagabundear en mi juventud con la narrativa de Sven Hassel, me sigue gustando. Hassel, como muchos otros literatos debe ser leído bajo el contexto de su género, la novela, una suma de inventiva, episodios históricos, relatos de verdaderos combatientes y el humor negro de la época. Su imaginativa (propia o prestada) es apasionante, el mérito de Hassel fue presentarnos la posición del simple soldado alemán del frente, sus miedos, anhelos, debilidades humanas y los horrores del combate. La crítica política de los camaradas de Hassel (con algunos personajes como excepción) sobre el nazismo y el antisemitismo se refleja en sus libros, al burlarse de Hitler y del Partido, una peculiaridad más frecuente de lo que se cree dentro de los soldados de la Wehrmachtde allí que en la vida real, las tropas del frente –con el avance de la guerra-  hayan sido dotadas de personal de la policía secreta nazi, cuya misión fue denunciar a los “derrotistas”. No fueron pocos los soldados alemanes que terminaron ejecutados por “alta traición”, es decir, cometer el error de opinar. En ese sentido, los nazis no se diferenciaban de los Comisarios y tropas del NKVD soviéticos que “cazaban” a los soldados del Ejército Rojo “disidentes” en el frente de batalla. 
  
He citado a Hassel por una razón, él amalgamó la ficción con unas cuantas, pero crudas verdades, si sus novelas fueron autobiográficas o no, siguen reflejando el sentir del simple soldado alemán de a pie. Su narrativa es sencillamente impresionante. El género literario de Hassel queda establecido: NOVELA. Todo lo contrario, literatos “revisionistas” han fusionado ficción, mitos, falsedad documental con hechos históricos reales y lo denominan “REVISIONISMO”, magnificando -en perverso beneficio de una causa injusta- al sufrido soldado alemán del frente como fiel seguidor e incondicional combatiente, hasta la muerte, de Hitler y el nazismo.  

Alguna vez leía a César Vidal (escritor español), comentaba que los neo-nazis odian a Hassel por su directo desprecio al nazismo, no le perdonan que en sus novelas relatara el placer que sentió limpiarse el trasero con una foto de Hitler. Leer a los “revisionistas” neonazis es apostar por una subcultura que infunde la discriminación u el odio racial y religioso, que causa –como efecto- el aislamiento social permanente del individuo que se aferra y fanatiza en esa literatura, volviéndolo desconfiado y paranoico porque todo lo que sucede en el mundo, imperiosamente, tiene que ser obra de una conspiración (judía).

Volvamos a nuestro germanófilo del presente. De todas formas, aquella afición a compilar material literario sobre temas bélicos no refleja necesariamente en su poseedor sapiencia en el tema. Muchos suelen sentir orgullo de su biblioteca y, claro está, se auto-proclaman eruditos en la ciencia de la historia, “críticos” es un auto-calificativo muy apetecido, sin poseer formación académica en la materia, la recitación de citas transcritas de sus autores favoritos es suficiente. Dedican tiempo y esfuerzo en redes sociales, foros u otros medios para charlar sobre campos de concentración en los Estados Unidos (norteamericanos de origen japonés) o de los campos ingleses creados para los expatriados; en cuanto a los campos de concentración nazis (KZ) parecen tener algún tipo de laguna mental. También aparentan desconocer que un alto porcentaje de las tropas estadounidenses en la segunda guerra mundial o bien eran descendientes de emigraciones alemanas a Norteamérica o eran emigrantes directos que abandonaron la Alemania nazi.



Es muy común escuchar el término “filogermánico”, es decir,  aquel que siente estima o admiración por todo lo alemán; y, en lo que respecta a la guerra mundial, en esta corriente, muchos aducen defender el honor de la Wehrmacht, pero que se apartan de los crímenes de las SS; otros, más radicales, resguardan directamente todo lo que tiene que ver con las “bondades” del nazismo. Sueñan con la excelencia moral del combatiente alemán, "añoran" -a pesar de no tener idea- la formación cultural e ideológica del soldado prusiano, como ejemplo a imitar en su propia cultura. 

Hay que ser puntuales, El Alto Mando de la Wehrmacht (ni su predecesora la Reichswher) jamás fueron organizaciones apolíticas. Iniciada la guerra mundial, algunos incondicionales jefes de la Wehrmacht (no la tropa), se alinearon con la política hitleriana, dejaron sentado cual sería el futuro no solo de Polonia sino de Europa (“razas inferiores”). Altos Mandos de las Fuerzas Armadas Alemanas participaron activamente en el programa político nazi, convirtiéndose, irrefutablemente, en parte ideológica y hasta radicalizada. Quién puede negar que actuaron con ignominia al inclinarse frente a Hitler, a quien juraron fidelidad mediante un acto humillante de carácter personal, en detrimento de jurar por Alemania juraron por Hitler. Tampoco olviden su silencio cómplice en los asesinatos de la “noche de los cuchillos largos” y otros crímenes políticos. Los mandos de la Wehrmacht (salvo excepciones) se transformaron, por antonomasia, en coautores de la guerra de agresión, implicándose en una guerra “racial” contra los eslavos, el frente oriental fue una guerra genocida, por lo que los alemanes recibieron igual contrapartida de parte soviética. 

Lo que surgió antes y durante el desarrollo de la guerra la RESISTENCIA ALEMANA al nazismo- es resultado exclusivo de un grupo de uniformados (y civiles) que se opusieron al régimen desde el principio (no todos, por cierto).

Los filogermánicos o germanófilos de internet se rasgan las vestiduras en defensa de la decencia de la Wehrmacht. Llegan a separar el conjunto en “soldados buenos” y “nazis malos”. Según leí en unos interesantes debates, todo aquello es “pura propaganda estadounidense, una servidumbre para ganarse el esfuerzo de la Alemania Federal en la guerra fría. Es igual de falsa que la que se vendía al otro lado del telón de acero, según la cual en la RDA sólo había auténticos luchadores antifascistas, mientras el ejército de la RFA seguía siendo un nido de nazis”. (Para entender este fenómeno recomiendo la lectura de mi artículo  HÉROES O VILLANOS?. STAUFFENBERG o LAS SS?  ).

“Filogermánico”, “germanófilo” son sinónimos, lo que sí debemos hacer es no confundir esa designación con el “pangermanismo” que implica una organización político-ideológico cuya finalidad era la unificación o expansión de Alemania, según la coyuntura histórica.

No prologo más, el Maestro Jorge Luis Borges nos explica este fenómeno, desde su perspectiva viva, surgida en el mismo instante de apogeo y conquista nazi de Europa, lo complementamos con unas notas sobre filogermanismo, escrito hace diez años como crítica a la obcecada “teoría” revisionista neonazi.


II

Definición del germanófilo


Jorge Luis Borges
13 de diciembre de 1940




Los implacables detractores de la etimología razonan que el origen de las palabras no enseña lo que éstas significan ahora; los defensores pueden replicar que enseña, siempre, lo que éstas ahora no significan. Enseña, verbigracia, que los pontífices no son constructores de puentes; que las miniaturas no están pintadas al minio; que la materia del cristal no es el hielo; que el leopardo no es un mestizo de pantera y de león; que un candidato puede no haber sido blanqueado; que los sarcófagos no son lo contrario de los vegetarianos; que los aligátores no son lagartos; que las rúbricas no son rojas como el rubor; que el descubridor de América no es Américo Vespucci y que los germanófilos no son devotos de Alemania.

Lo anterior no es una falsedad, ni siquiera una exageración. He tenido el candor de conversar con muchos germanófilos argentinos; he intentado hablar de Alemania y de lo indestructible alemán; he mencionado a Hölderlin, a Lutero, a Schopenhauer o a Leibnitz; he comprobado que el interlocutor "germanófilo" apenas identificaba esos nombres y prefería hablar de un archipiélago más o menos antártico que descubrieron en 1592 los ingleses y cuyas relaciones con Alemania no he percibido aún. 

La ignorancia plenaria de lo germánico no agota, sin embargo, la definición de nuestros germanófilos. Hay otros rasgos privativos, quizá tan necesarios como el primero. Uno de ellos: al germanófilo le entristece muchísimo que las compañías de ferrocarriles de cierta república sudamericana tengan accionistas ingleses. También le apesadumbran los rigores de la guerra sudafricana de 1902. Es, asimismo, antisemita; quiere expulsar de nuestro país a una comunidad eslavo-germánica en la que predominan apellidos de origen alemán (Rosenblatt, Gruenberg, Nierenstein, Lilienthal) y que habla un dialecto alemán: el yiddish o juedisch.

De lo anterior cabría tal vez inferir que el germanófilo es realmente un anglófobo. Ignora con perfección a Alemania, pero se resigna al entusiasmo por un país que combate a Inglaterra. Ya veremos que tal es la verdad, pero no toda la verdad, ni siquiera su parte significativa. Para demostrarlo reconstruiré, reduciéndola a lo esencial, una conversación que he tenido con muchos germanófilos, y en la que juro no volver a incurrir, porque el tiempo otorgado a los mortales no es infinito y el fruto de esas conferencias es vano.



Invariablemente mi interlocutor ha empezado por condenar el Pacto de Versalles, impuesto por la mera fuerza a Alemania en 1919. Invariablemente yo he ilustrado ese fallo condenatorio con un texto de Wells o de Bernard Shaw, que denunciaron en la hora de la victoria ese documento implacable. El germanófilo no ha rehusado nunca ese texto. Ha proclamado que un país victorioso debe prescindir de la opresión y de la venganza. Ha proclamado que era natural que Alemania quisiera anular ese ultraje. Yo he compartido su opinión. Después, inmediatamente después, ha ocurrido lo inexplicable. Mi prodigioso interlocutor ha razonado que la antigua injusticia padecida por Alemania la autoriza en 1940 a destruir no sólo a Inglaterra y a Francia (¿por qué no a Italia?), sino también a Dinamarca, a Holanda, a Noruega: libres de toda culpa en esa injusticia. 

En 1919 Alemania fue maltratada por enemigos: esa todopoderosa razón le permite incendiar, arrasar, conquistar todas las naciones de Europa y quizá del orbe... El razonamiento es monstruoso, como se ve.

Tímidamente yo señalo ese monstruo a mi interlocutor. Este se burla de mis anticuados escrúpulos y alega razones jesuíticas o nietzscheanas: el fin justifica los medios, la necesidad carece de ley, no hay otra ley que la voluntad del más fuerte, el Reich es fuerte, la aviación del Reich ha destruido a Coventry, etcétera. Yo murmuro que me resigno a pasar de la moral de Jesús a la de Zarathustra o de Hormiga Negra, pero que nuestra rápida conversión nos prohíbe apiadarnos de la injusticia que en 1919 sufre Alemania. En esa fecha que él no quiere olvidar, Inglaterra y Francia eran fuertes; no hay otra ley que la voluntad de los fuertes; por consiguiente, esas naciones calumniadas procedieron muy bien al querer hundir a Alemania, y no cabe aplicarles otra censura que la de haber estado indecisas (y hasta culpablemente piadosas) en la ejecución de ese plan. Desdeñando esas áridas abstracciones, mi interlocutor inicia o esboza el panegírico de Hitler: varón providencial cuyos infatigables discursos predican la extinción de todos los charlatanes y demagogos, y cuyas bombas incendiarias, no mitigadas por palabreras declaraciones de guerra, anuncian desde el firmamento la ruina de los imperialismos rapaces. Después, inmediatamente después, ocurre el segundo prodigio. Es de naturaleza moral y es casi increíble.




Descubro, siempre, que mi interlocutor idolatra a Hitler, no a pesar de las bombas cenitales y de las invasiones fulmíneas, de las ametralladoras, de las delaciones y de los perjurios, sino a causa de esas costumbres y de esos instrumentos. Le alegra lo malvado, lo atroz. La victoria germánica no le importa; quiere la humillación de Inglaterra, el satisfactorio incendio de Londres. Admira a Hitler como ayer admiraba a sus precursores en el submundo criminal de Chicago. La discusión resulta imposible porque las fechorías que imputo a Hitler son encantos y méritos para él. Los apologistas de Artigas, de Ramírez, de Quiroga, de Rosas o de Urquiza disculpan o mitigan sus crímenes; el defensor de Hitler deriva de ellos un deleite especial. El hitlerista, siempre, es un rencoroso, un adorador secreto, y a veces público, de la "viveza" forajida y de la crueldad. Es, por penuria imaginativa, un hombre que postula que el porvenir no puede diferir del presente, y que Alemania, victoriosa hasta ahora, no puede empezar a perder. Es el hombre ladino que anhela estar de parte de los que vencen.

No es imposible que Adolf Hitler tenga alguna justificación; sé que los germanófilos no la tienen.

(Reproducido en “Textos cautivos” (1986) 
Jorge Luis Borges                



III

“Filogermanismo”

Filogermanismo español y propaganda nazi; 
una historia muy, muy larga.




De Antirrevisionismo
(2007)


Entre los aficionados a la historia militar, es difícil encontrar a alguien que no manifieste su profunda admiración por el maravilloso ejército alemán de la segunda guerra mundial. Casi siempre luego te recuerdan que esa admiración no tiene nada que ver con el nazismo o con los brutales comportamientos “de las SS”. Pero claro, como expertos, nos recuerdan que “las Waffen SS eran soldados, no es lo mismo que la SS” y que la mayoría de generales alemanes en realidad desde siempre fueron antihitlerianos, y unos perfectos caballeros.

También se suele resaltar eso de la “exagerada propaganda aliada”. Conozco a gente con notables bibliotecas sobre la SGM, en las que apenas hay un par de libros escritos desde un “punto de vista” tan pro aliado como Liddell Hart. Cuando algún autor se muestra especialmente justificativo con los bombardeos aliados, como Noble Frankland en la añeja San Martín, el prólogo español inmediatamente pone las cosas en su “sitio”. Y, jamás, figura un solo libro sobre el holocausto. Tampoco es tan fácil, hasta hace bien poco no pasaban de la docena los libros publicados en español sobre el tema, y aunque el actual boom editorial casi ha triplicado esa cifra, sólo el más baratito de César Vidal en Alianza ha llegado a la segunda edición, que no sé si se pueden atribuir al tirón del autor (actual nuevo gurú de la derecha “auténtica” española), o a que Alianza siempre reedita su fondo de bolsillo.

Hasta 1960 no se publica en español un solo libro sobre el holocausto: “El Tercer Reich y los judíos” de Poliakov y Wulf (Seix Barral). En su prólogo, su editor y traductor parcial, Carlos Barral, necesita justificarse por publicar un libro sobre este tema, tan desagradable. Pero tranquilos, las fotos no son especialmente morbosas, montones de gafas, la puerta de Treblinka, documentos… nada de mal gusto. El cambio de título de “Judgment at Nuremberg” por “Vencedores y vencidos”, parafraseando cierta famosa portada del Abc de 1946, no es más que una anécdota, así como el que se suprimieran las imágenes filmadas en los KZ que muestra el fiscal de la película.

Sin embargo, ninguno de estos admirables estudiosos de esta conflagración llega tan siquiera a admitir que haya existido algo llamado “propaganda alemana”, y que ésta ha tenido “dificultades” para llegar a los españoles, o a toda la comunidad hispanohablante. Eso sí, si tienen ejemplares auténticos y en español de “Signal” o “Der Adler”, los muestran orgullosos…

Se podría decir que, es normal que se publiquen tantísimos libros sobre la Segunda Guerra Mundial desde una perspectiva “alemana”, y que vendan más ejemplares que no ese tostón tendencioso de “Cruzada sobre Europa” de Eisenhower. Lo podéis encontrar en cualquier librería de viejo, eso sí, será casi imposible que veáis aun a precios prohibitivos los de Guderian, Manstein, Rudel, Dönitz, Kesselring, Knocke… 1960 fue también el año de publicación de “Piloto de stukas” de Rudel, por el Ministerio del Aire. Pero también se publicaron otros libros de asuntos “relacionados” con la SGM. Mateu redita “el judío internacional” de Ford en 1961, y “los protocolos de los sabios de Sión” en 1963. España es el país con más ediciones de “Mi lucha” fuera de Alemania, y se reeditan otros “clásicos” como las obras de Carlavilla. 



Pero tranquilos, pronto estamos en contacto con lo más moderno del revisionismo europeo: Acervo comienza la publicación de las obras de Paul Rassinier en 1961. Los títulos son en sí mismos un poema: “La mentira de Ulises”, “La verdad sobre el proceso Eichmann” (1962). “El drama de los judíos europeos” está anunciado en las solapas de la edición en rústica de “Vive peligrosamente” de Skorzeny, pero al parecer no llegó a ser publicado en español. Aunque se está consolidando el mito de Franco salvador de judíos, y se publican nuevos libros sobre el holocausto en los 70, la antorcha sigue alta e impasible el ademán gracias a nuevos hallazgos como el español Joaquín Bochaca o el mexicano Salvador Borrego. Son los “años dorados” del entonces polémico David Irving, cuyas obras son betsellers que publica puntualmente Planeta, pero cuyas tesis exculpatorias del nazismo pasan ampliamente desapercibidas entre la comunidad aficionada a la historia militar. A fin de cuentas, no se diferencian demasiado del común del aficionado al género.

España, a fin de cuentas, es el paraíso de los neonazis. 

La CEDADE es la organización NS (Nacionalsocialista) más importante de Europa, e incluso abre delegaciones en Francia. Recibe apoyos “directos” e intelectuales de importantes exiliados, como Skorzeny, Degrelle, Horia Sima… La organización se colapsa a principios de los 80 tras intentar transformarse en partido político con listas en todas las circunscripciones, aunque ellos siempre han aludido a problemas económicos… que no les impidieron pagar conferenciantes tan caros como Irving, publicar revistas técnicamente impecables, e incluso una sobre… música clásica. Sobre el tema Manuel Florentín, Álvarez Chillida y Xavier Casals han escrito varios libros, que remito al curioso en ampliar conocimientos de nuestra historia reciente.


A día de hoy sigue habiendo aficionados, “para nada neonazis”, que encuentran ofensivo el tono de un Kershaw en su biografía de Hitler (habría que ver qué pensarían de leer a Trevor Roper…). Nadie se ofende si se califica a los italianos o a los franceses de “cobardes”, o a los ingleses de traidores… pero cielos, hay que ver la que se monta cada vez que alguien duda de la inmaculada potencia y honorabilidad del ejército alemán…

Pedro Varela de CEDADE y Librería Europa, a la izquierda junto a David Irving; a la derecha junto al ex líder del Ku Klux Klan David Duke.


Lo cual nos lleva, por supuesto, al tema de los malvados comunistas… porque claro, está muy mal generalizar y decir eso de que los “alemanes” en realidad eran buenos y tenían pánico a la Gestapo, que el Heer desarrollaba su lucha heroica en el frente mientras “algunos SS” en la retaguardia hacían barbaridades, y no faltará quien compare a la lucha antipartisana como algo necesario, contra los que, en definitiva, eran bandidos y terroristas, casi siempre comunistas.

La SGM es, al mismo tiempo, la típica guerra entre países por fronteras, con Francia y Reino Unido intentando estrangular a la pobrecita Alemania, y una saga histórica sin precedentes, en lucha contra el comunismo ateo y represor. Después de todo, muchos nos hemos criado con las “Hazañas bélicas” de Boixcar, en sus múltiples reediciones desde 1948, y tranquilos, aún están disponibles en edición para coleccionistas (es decir, por un ojo de la cara). 

Tampoco habría que menospreciar tanto al cine bélico que se estrenaba en España, todas esas películas hollywoodienses propagandísticas, empezando por esa artista española republicana de “Casablanca” suprimida hasta 1975. Una saga iniciada con “Guadalcanal” (Guadalcanal Diary, 1943) estrenada en España en junio de 1945. Su anuncio en El Alcázar no tiene desperdicio: “la epopeya moderna de la raza blanca escrita a sangre y fuego. La primera gran película norteamericana que llega a nuestras pantallas”.  Después de todo, la ñoña “Rommel, zorro del desierto” (The Story of Rommel, The Desert Fox, 1951) no se estrena hasta 1963. “Ser o no ser” (To Be or Not to Be, 1942, Ernst Lubitsch) en 1970, “El gran dictador” (1940) de Chaplin en 1975…

Así que sí, definitivamente vivimos en un país donde lo raro es encontrarse a aficionadillos a la cosa militar que no admiren al glorioso ejército alemán, gracias a la asfixiante propaganda norteamericana (para los de tendencia derechista) o prosoviética (para los que se confiesan de izquierdas, que tampoco pudieron ver “el acorazado Potemkin” hasta 1975). Donde los nazis apenas han tenido oportunidad de expresarse.

Como diría Forges, País…

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