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12 octubre 2020

¿Se convertirá el Alto Karabaj en la ‎tumba de Erdogan?‎

 


El título del artículo en si parece algo desproporcionado, pero lo que si es verdad es que las grandes potencias se están hartando de un megalómano que pretende imponerse más allende de las tierras otomanas. No obstante:


¿Por qué los turcos, israelíes, árabes y otras potencias regionales apoyan a los azerbaiyanos?: GEOPOLÍTICA pura, Azerbaiyán posee uno de los puertos más estratégicos del mundo: BAKÚ, por donde circula el oro negro (petróleo) a través de grandes oleoductos, a más de una posición estratégica fundamental para controlar la región. ¿Y los armenios? Armenia no tiene nada que ofrecer, el Alto Karabaj con la no reconocida República de Artsaj no poseen nada de aquellas "maravillas", salvo que podrían ser unas excelentes rutas para los corredores hidrocarburíficos. A ello debemos sumar las pretensiones del pseudo imperialismo  "otomano" dirigido por el "Sultán" Erdogan (no por el pueblo turco).


2 de Octubre 2020

Declaración de los copresidentes del ‎Grupo de Minsk (Estados Unidos, ‎Francia y Rusia) sobre el Alto Karabaj

Nosotros, el Presidente de la Federación Rusa, el Presidente de los Estados Unidos de América y el Presidente de la República Francesa, en representación de los países copresidentes del Grupo ‎de Minsk de la OSCE, condenamos en los términos más enérgicos la reciente escalada de violencia ‎sobre la línea de contacto en la zona de conflicto del Alto Karabaj. ‎

Deploramos la pérdida de vidas humanas y expresamos nuestra simpatía a las familias de las ‎víctimas y de los heridos. ‎

Llamamos al cese inmediato de las hostilidades entre las fuerzas militares implicadas. ‎

Llamamos igualmente a los dirigentes de Armenia y de Azerbaiyán a comprometerse sin demora a ‎retomar las negociaciones de fondo, de buena fe y sin condiciones previas, bajo la égida del ‎Grupo de Minsk de la OSCE. ‎


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El conflicto en el Alto Karabaj tiene ciertamente su origen en la disolución de la URSS ‎pero ha sido reactivado por voluntad del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. ‎Sin embargo, es altamente improbable que Erdogan haya tomado esa iniciativa sin informar previamente a ‎Washington. Lo mismo hizo el presidente iraquí Saddam Hussein antes de invadir ‎Kuwait, activando por ambición la trampa que se le había tendido para provocar su ‎caída. ‎




El día del inicio de las hostilidades en el Alto Karabaj, el presidente turco Erdogan escribió en ‎Twitter: 


“–En las llamadas telefónicas que tuvimos hoy, una posición juiciosa y resuelta, ‎el enfoque «una nación, dos Estados» demuestra nuevamente, como mencioné a Ilham ‎Aliyev, el presidente de Azerbaiyán, que Turquía seguirá fortaleciendo su cooperación con sus ‎hermanos azerbaiyanos.

–Mientras invitamos al pueblo armenio a defender su futuro contra ‎su dominación y quienes lo utilizan como una marioneta, llamamos el mundo entero a apoyar ‎a Azerbaiyán en su lucha contra la ocupación y la opresión.

–La comunidad internacional, que ‎no ha podido dar una respuesta necesaria y suficiente a la agresión provocadora de ‎Armenia, muestra una vez más su doble juego. El trío de Minsk, que ha mantenido una ‎actitud negligente durante una treintena de años, está por desgracia muy lejos de orientarse ‎hacia la solución.

–Al agregar un nuevo ataque a los anteriores contra Azerbaiyán, Armenia ‎ha mostrado una vez más que era la mayor amenaza para la paz y la tranquilidad en la región. ‎La Nación turca apoya a sus hermanos azerbaiyanos con todos sus medios, como siempre”‎.

Un viejo conflicto, congelado durante 30 años

 

El pueblo turco se define a sí mismo como descendiente de «los hijos del lobo de las estepas», ‎o sea como heredero de las hordas de Gengis Khan. Conforma simultáneamente «un pueblo ‎y dos Estados», que son Turquía y Azerbaiyán. El renacimiento político de Turquía da lugar ‎automáticamente a la entrada de Azerbaiyán en el escenario internacional. ‎

Por supuesto, este renacimiento político no significa un resurgimiento de la violencia de las ‎hordas bárbaras, pero no se puede olvidar que aquel pasado forjó las mentes, a pesar de los ‎esfuerzos de numerosos políticos que, desde hace un siglo, tratan de normalizar el pueblo turco. ‎

En los últimos años de la época otomana, el sultán Habdulhamid II quiso unir el país entorno a su ‎visión de la fe musulmana. Así ordenó la eliminación física de cientos de miles de no musulmanes. ‎La eliminación de esa población se desarrolló bajo la dirección de oficiales alemanes, que ‎durante ese genocidio adquirieron una experiencia que posteriormente pondrían al servicio de la ‎ideología racial nazi. La política otomana de depuración étnica prosiguió en mayor escala con el ‎movimiento de los llamados Jóvenes Turcos, al inicio de la República de Turquía, principalmente ‎contra los ortodoxos armenios.‎



El crimen es adictivo y resurge esporádicamente en el comportamiento de los ejércitos turcos. Fue ‎así como, en marzo de 2014, tropas turcas escoltaron a cientos de yihadistas del Frente al-Nusra ‎‎(afiliado a al-Qaeda) y de Yesh al-Islam (el grupo terrorista Ejército del Islam, apadrinado por ‎Arabia Saudita) hasta la ciudad siria de Kessab para masacrar a los pobladores de origen armenio. ‎Los yihadistas que participaron en esa operación fueron enviados ahora a matar más armenios ‎pero en el Alto Karabaj

Las masacres cesaron en Azerbaiyán bajo la breve República Democrática (1918-1920) y durante el ‎periodo soviético (1920-1990). Sólo reaparecieron en 1988, al calor del derrumbe del poder ‎soviético en Moscú.


Precisamente durante el periodo soviético, en virtud de la política de nacionalidades de Stalin, ‎se adjuntó a Azerbaiyán una región armenia para formar una República Socialista. Cuando ‎se disolvió la URSS, la comunidad internacional reconoció el Alto Karabaj, pero no como ‎armenio sino como azerí. 

El mismo error de precipitación se cometió en Moldavia con la ‎Transnistria (la República Moldava Pridnestroviana), en Ucrania con Crimea y en Georgia con ‎Osetia del Sur y con Abjasia. Eso provocó inmediatamente una serie de guerras, como la del ‎Alto Karabaj (también llamado República de Artsaj). 

Son casos en los que el Derecho ‎Internacional se ha desarrollado a partir de un error de apreciación inicial, cometido al principio de los ‎conflictos, como en el caso de Palestina, y que no se ha rectificado con el tiempo, dando lugar a ‎situaciones que hoy son casi insolubles. ‎

Las naciones occidentales se interpusieron para evitar un conflicto generalizado. Pero el ejemplo ‎de Transnistria demuestra que eso fue contraproducente: Estados Unidos recurrió al ejército rumano ‎para tratar de acabar con la naciente República Moldava Pridnestroviana. 

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (hoy OSCE y en aquella época ‎CSCE) creó el «Grupo de Minsk», copresidido por Estados Unidos, Francia y Rusia, para ‎encontrar una solución… que nunca vino: Rusia no quería tener que escoger entre sus antiguos ‎asociados, Francia quería darse importancia y Estados Unidos prefería mantener una zona de ‎conflicto en la frontera rusa. Por cierto, todos los demás conflictos surgidos durante la disolución ‎de la URSS fueron deliberadamente incentivados por Washington y Londres mediante la agresión ‎de Georgia contra Osetia del Sur, en 2008, y el golpe de Estado del EuroMaidan, en 2014, ‎tendiente este último a sacar a los rusos de Crimea.

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En verde menos intenso: Territorio azerí bajo el control de las fuerzas militares de Armenia. El Alto Karabaj, en color verde. Mapa tomado de la Wikipedia.


El ataque de ahora contra la República de Artsaj (Alto Karabaj) por parte de Azerbaiyán y Turquía ‎fue justificado por el presidente azerí, Ilham Aliyev, en su discurso del 24 de septiembre ante la ‎Asamblea General de la ONU

Su principal argumento fue que el Grupo de Minsk había considerado ‎que el statu quo era inaceptable pero que «Las declaraciones no son suficientes. Necesitamos ‎actos». No podía ser más claro. ‎

Siguiendo una ideología que ya resulta familiar, el presidente Aliyev endosaba toda la ‎responsabilidad a sus adversarios, atribuyendo –por ejemplo– a los «terroristas armenios» ‎la masacre de Joyali, perpetrada en 1992 con un saldo de 600 víctimas, cuando en realidad aquello fue ‎una operación negra realizada en medio de un intento de golpe de Estado en su país. ‎En todo caso, eso presenta de manera sesgada las acciones del ASALA (Ejército Secreto Armenio ‎para la Liberación de Armenia, siglas en inglés) en los años 1970-1980. Aliyev resaltó que ‎‎4 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU han ordenado la retirada de las tropas ‎armenias, manipulando así las denominaciones similares entre la población armenia del ‎Alto Karabaj y el vecino Estado de Armenia, mientras pasaba por alto el hecho que el Consejo ‎de Seguridad también instruyó a Azerbaiyán la realización de un referéndum de ‎autodeterminación en el Alto Karabaj. El presidente azerí también acusó, justificadamente, al ‎nuevo primer ministro armenio, Nikol Pashinian, de ser uno de los hombres del especulador ‎estadounidense George Soros, como si eso borrara todo lo anterior. 

El conflicto en el Alto Karabaj solo terminará cuando se realice un referéndum de ‎autodeterminación, cuyo resultado deja poco espacio a una sorpresa. Por el momento, resulta ‎provechoso para quienes –como Israel– venden armamento al agresor. ‎

 

Los ejércitos de Turquía, Azerbaiyán y Pakistán muestran su unidad ante ‎los armenios.

¿La guerra de más que puede dar lugar a la caída de Erdogan?


‎Dicho lo anterior, analicemos el conflicto actual desde otro ángulo, el de los equilibrios ‎internacionales y teniendo en mente que el ejército turco ya está presente –de manera ilegal– ‎en Chipre, en Irak y en Siria; que además está violando el embargo militar en Libia y que ahora ‎viola también el alto al fuego en Azerbaiyán. ‎

Bakú se organiza para retardar el inevitable plazo. Azerbaiyán ya obtuvo el respaldo de Qatar, que ‎en ese teatro de operaciones también supervisa el financiamiento de las fuerzas yihadistas. Según ‎nuestras informaciones, Turquía trajo al menos 580 yihadistas de la región siria de Idlib (NdelE. Las cifras al momento de esta publicación se calculan cercanos a los 4.000 yihadistas). ‎Esa guerra cuesta caro y KKR, la poderosa firma del israelo-estadounidense Henry Kravis, parece ‎implicada allí, como sigue estándolo en Irak, en Siria y en Libia. Como en los tiempos de la ‎desestabilización del Afganistán comunista, el armamento israelí podría estar transitando ‎a través de Pakistán. En todo caso, en Turquía se ven por todos lados carteles con las ‎banderas de los tres países: Azerbaiyán, Pakistán y la propia Turquía. ‎


Dos grandes aviones Ilushin de transporte de carga, identificados con las matrículas 4K-‎AZ101 y 4K-78131, fletados por el ministerio de Defensa de Azerbaiyán y provenientes de Bakú, ‎la capital azerbaiyana, aterrizaron el 24 de septiembre de 2020 en el aeropuerto de Ovda, ‎en Israel, donde recogieron carga antes de regresar a su punto de origen.

- Otro avión de carga, un Ilushin Il-76TD (ver foto), identificado con la matrícula AZQ4611 y ‎perteneciente a la compañía estatal azerbaiyana Silk Way Airlines, despegó de Bakú y aterrizó en ‎el aeropuerto israelí de Ovda, donde fue cargado antes de regresar a Azerbaiyán en cuestión de ‎horas. ‎

La compañía azerbaiyana Silk Way Airlines fue el principal transportista de los cargamentos de ‎armas que el general estadounidense David Petraeus enviaba a los yihadistas empeñados en ‎destruir la República Árabe Siria y en ocupar Irak, siendo él ‎director de la CIA, bajo la administración ‎de Barack Obama. Actualmente en situación de retiro, el general Petraeus trabaja ahora para el ‎financista Henry Kravis, principal proveedor de fondos para la campaña electoral del hoy ‎presidente de Francia Emmanuel Macron. (Nota de la Red Voltaire.-"Israel arma a Azerbaiyán para combates en el Alto Karabaj"). ‎


Más sorprendente aún, el presidente Aliyev ha recibido el respaldo de su homólogo bielorruso, ‎Alexander Lukachenko. Es probable que este último actúe de acuerdo con el Kremlin, lo cual ‎pudiera ser el preludio de un apoyo más visible de Rusia a la Armenia ortodoxa –Rusia, Bielorrusia ‎y Armenia son miembros de la Unión Económica Euroasiática y de la Organización del Tratado de ‎Seguridad Colectiva (OTSC). ‎

Extrañamente, el Irán chiita no se ha pronunciado. Sin embargo, aunque son étnicamente turcos, ‎los azeríes son el único otro pueblo chiita del mundo ya que fueron miembros del imperio ‎safávida. El presidente iraní Hassan Rohani incluso había incluido a Azerbaiyán en el proyecto de ‎federación chiita que presentó durante su segunda campaña electoral. Esa discreción iraní hace ‎pensar que Teherán no desea entrar en conflicto con Moscú, oficialmente neutral. ‎También influye ciertamente el hecho que Armenia ocupa un lugar nada desdeñable en el ‎dispositivo que permite a Irán burlar las sanciones estadounidenses. ‎

Del lado armenio, la diáspora armenia en Estados Unidos ha emprendido un intenso cabildeo en ‎el Congreso para atribuir al presidente turco Erdogan –a pesar de que Turquía es miembro de ‎la OTAN– la responsabilidad del conflicto ante un tribunal internacional. ‎

En caso de acuerdo tácito entre Moscú y Washington, esta guerra podría tener consecuencias ‎diplomáticas negativas para el presidente turco Erdogan, quien se ha convertido en una figura ‎insoportable para los Dos Grandes. Como lo fue en su momento el presidente iraquí Saddam ‎Hussein, quien pasó bruscamente de la categoría de lacayo del Pentágono a la de enemigo ‎público número 1 cuando creyó que había sido autorizado a invadir Kuwait. Es posible que ‎el presidente turco haya sido llevado a cometer el mismo error. 


II Parte

En el Alto Karabaj, la OTAN apoya ‎a Turquía pero busca eliminar ‎a Erdogan


En el conflicto del Alto Karabaj, el derecho contemporáneo se vuelve contradictorio ‎según el enfoque que se adopte –desde el punto de vista de la propiedad del territorio o ‎el de la autodeterminación de un pueblo. Utilizando ese equívoco, la “nación” turca ‎‎(Turquía y Azerbaiyán) acaba de atacar ese territorio, autoproclamado independiente ‎aunque vinculado de hecho a la República de Armenia. Rusia ya anunció su intención ‎de atenerse a sus compromisos internacionales y defender Armenia si ese país es ‎atacado, aunque la seguridad nacional rusa no tiene nada que ver con el conflicto del Alto ‎Karabaj. A partir de ahí, queda por determinar si Turquía está actuando por orden de ‎los países occidentales o si es una iniciativa propia… que sus propios aliados ‎pudieran utilizar contra ella.


La catedral de Shusha, en el Alto Karabaj, recibió los impactos de 2 misiles. A la luz del derecho ‎internacional humanitario, la destrucción de lugares de culto es un crimen de guerra. ‎El genocidio contra los armenios –perpetrado en 1894-1895 por los otomanos y ‎posteriormente por los turcos, desde 1915 hasta 1923– apuntaba a acabar con la población ‎no musulmana de Turquía. Azerbaiyán afirma no estar implicado en el ataque contra ‎la catedral de Shusha.


Continúan los combates iniciados el 27 de septiembre de 2020 en el Alto Karabaj. Es evidente la ‎superioridad de las fuerzas azerbaiyanas, tanto en número de efectivos como en armamento. ‎La primera línea de defensa de la autoproclamada República de Artsaj fue literalmente arrollada ‎por la ofensiva pero las dos siguientes aún resisten. Las pérdidas materiales son muy importantes, ‎incluso del lado azerbaiyano. Por el momento es difícil determinar con precisión las pérdidas ‎humanas pero el número de muertos ya es muy elevado. ‎

El presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, anuncia su intención de continuar la ofensiva hasta la ‎victoria, o sea hasta recuperar el Alto Karabaj, y cuenta con el apoyo del presidente turco, Recep ‎Tayyip Erdogan. Pakistán también ha expresado su respaldo a Azerbaiyán pero niega haber ‎enviado soldados al Alto Karabaj. De hecho, todos los países miembros del Consejo de ‎Cooperación de los Estados de Habla Túrquica han expresado su apoyo al «Pueblo de los ‎Dos Estados» (Azerbaiyán y Turquía).



Del lado armenio, el apoyo de la diáspora armenia en Occidente ha creado un consenso internacional de ‎condena contra la ofensiva azerbaiyana –aunque el gobierno de Bakú dice no haber atacado el ‎Alto Karabaj. A la cuestión de la autoproclamada República de Artsaj se agrega la de Armenia. ‎Aunque es notorio que soldados armenios participan en los combates, hasta ahora no parece que ‎las hostilidades se hayan extendido al territorio de la República de Armenia. ‎

En el plano diplomático, el Grupo de Minsk de la OCDE –copresidido por Estados Unidos, Francia ‎y Rusia– emitió inútilmente varios llamados al cese de las hostilidades, después de haberse ‎mantenido inactivo desde su creación, en 1992. Actualmente acaba de organizar una mediación ‎en Ginebra, aunque sin participación de Armenia. ‎

En cuanto a la posición de Francia, aunque este país es copresidente del Grupo de Minsk, París ‎sigue enfrentándose a Ankara en todo tipo de temas –desde la delimitación de las zonas de ‎exclusividad económica en el Mediterráneo hasta la situación en Libia y pasando por el tema del ‎laicismo en la sociedad. Sin embargo, el presidente francés Emmanuel Macron trata de ‎no abordar la cuestión de la ocupación turca en Chipre, en Irak y en Siria, a pesar de que estos ‎últimos asuntos mucho más importantes que los anteriores. Francia ha llegado incluso a exigir ‎explicaciones de Turquía sobre el traslado de los yihadistas del llamado «Ejército Sirio Libre»… ‎que París creó, armó y dirigió en su momento utilizándolo contra la República Árabe Siria. ‎

Las potencias medias evitan a toda costa tomar partido, en la medida en que casi todas ‎prefieren no enemistarse con un poderoso Estado petrolero solo por parecer apoyar a ‎los armenios. Sin embargo, debido al pasado genocida del Estado turco –pasado que Turquía ‎sigue negando– será moralmente imposible seguir callando por mucho tiempo. Antes de que ‎se pronunciara Qatar –país que alberga una base militar turca–, el secretario general de la Liga ‎Árabe condenó a Turquía. Y Siria también lo hizo a través del presidente Bachar al-Assad, quien ‎aprovechó la ocasión para recordar los crímenes de Ankara contra el pueblo sirio.

En conclusión, la probable derrota de la República de Artsaj y la posible masacre de sus habitantes ‎parecen cada vez más cercanas, Estados Unidos sigue aparentando mantenerse neutral, los ‎países occidentales y los árabes apoyan a Armenia y sólo los Estados turcoparlantes respaldan ‎abiertamente a Azerbaiyán y Turquía.

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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el presidente turco, ‎Recep Tayyip Erdogan, se reunieron el 5 de octubre de 2020 en la residencia presidencial de ‎Ankara. Pero, ¿son aliados o adversarios?
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La hipótesis de la trampa

‎Se mantiene en pie la hipótesis de una trampa montada por Washington para que el presidente ‎turco Erdogan cometa un error fatal para él, como sucedió en su momento con el presidente ‎iraquí Saddam Hussein. Vale la pena recordar que en 1990-1991, April Gaspie, la embajadora de ‎Estados Unidos en Irak, dio luz verde a la invasión de Kuwait, que 5 meses después fue objeto ‎de una condena unánime en el Consejo de Seguridad de la ONU, lo cual dio paso a la Operación ‎Tormenta del Desierto. Por ahora, sólo han pasado dos semanas desde el inicio de los ‎hostilidades en el Alto Karabaj. ‎

Fue difícil transformar la imagen del presidente Saddam Hussein en solo meses. Saddam Hussein ‎había sido agente de la CIA –reclutado en su juventud, mientras hacía sus estudios. Había ayudado ‎en una intentona golpista de la Hermandad Musulmana en Siria, a pedido de los países ‎occidentales. Había dirigido una larga guerra contra Irán, también a pedido de Occidente, y ‎se creía indispensable para sus padrinos. Así que Washington publicó documentos para ‎demostrar que había asesinado u ordenado asesinar a varias personas de su entorno. Pero eso ‎no era suficiente, había que convertir al déspota oriental en culpable de crímenes en masa. En ‎ese proceso fue crucial el falso testimonio de una falsa enfermera kuwaití ante el Congreso de ‎Estados Unidos para “demostrar” que, por orden del tirano, el ejército iraquí sacaba recién ‎nacidos prematuros de sus incubadoras para dejarlos morir cruelmente. ‎

En el caso de Azerbaiyán todo será más fácil. Bastará con desenterrar las pruebas del genocidio ‎perpetrado contra los armenios –un hecho histórico que los turcos siguen negando– para ‎convencer a la opinión público de que existe un serio riesgo de que se perpetre una nueva ‎masacre, sobre todo cuando el mundo ya sabe que la catedral de Shusha ha sido blanco de ‎‎2 misiles de alta precisión. Azerbaiyán dice no haber disparado esos misiles, lo cual pudiera ser ‎cierto, implicando entonces que haya un tercero que maneja los hilos del conflicto. ‎De comprobarse la implicación de Bakú en esa violación del derecho internacional humanitario, ‎la intención genocida del acto sería imposible de ignorar, dado el precedente del genocidio ‎perpetrado contra los armenios en 1894-1895 y desde 1915 hasta 1920, organizado precisamente ‎a causa de la religión de esa población.


‎Seis horas de negociaciones en Moscú para… 5 minutos de alto al fuego.

Se cierra la trampa

En un esfuerzo por evitar la agravación del conflicto, el presidente ruso, Vladimir Putin, organizó –‎el 9 de octubre en Moscú– una negociación entre los ministros de Exteriores de Azerbaiyán y ‎Armenia, enviando además su primer ministro a Ereván. Al cabo de 6 horas de negociaciones, ‎las partes firmaron un alto al fuego para las 12 del día del 10 de octubre. El acuerdo estipulaba ‎intercambios de prisioneros y de restos mortales entre las partes y la reanudación de ‎negociaciones de paz bajo la égida del Grupo de Minsk de la OSCE. ‎

Antes de la entrada en vigor del alto al fuego hubo un intenso bombardeo artillero contra la ‎pequeña ciudad de Hadrut, cuya reconquista había sido apresuradamente proclamada desde Bakú. También hubo un gran ataque con uso de drones cuyo objetivo era, ‎evidentemente, consolidar en el último momento las posiciones conquistadas. ‎

En definitiva, el alto fuego duró… 5 minutos. A las 12:05 horas, Azerbaiyán arremetía ‎nuevamente contra la ciudad de Hadrut. ‎

Según la parte armenia, Azerbaiyán bombardeó entonces la ciudad de Kaplan, en territorio de la ‎República de Armenia. Si esto quedara demostrado, la Organización del Tratado de Seguridad ‎Colectiva (OTSC) debería intervenir en defensa de la República de Armenia. Rusia debería ‎demostrar la implicación de Turquía –implicación de la que nadie duda– para poner a la OTAN en ‎un dilema: apoyar a Turquía –y desatar la Tercera Guerra Mundial– o sacar a Ankara de la alianza ‎atlántica.


Dado el hecho que prácticamente todos los miembros de la OTAN ya encuentran insufrible al ‎presidente turco Erdogan, este personaje debería convertirse entonces en el nuevo enemigo ‎público número 1. ‎


Pero también es posible que las cosas sean todavía más complicadas. La propaganda ‎internacional de la parte azerbaiyana está actualmente en manos del Nizami Ganjavi ‎International Center, que actúa bajo el control de la OTAN

No está de más recordar que ‎Washington ya ha tratado de derrocar –incluso de asesinar– al presidente Erdogan y que, al mismo tiempo, el ‎ejército turco sigue siendo un valiosísimo componente para la alianza atlántica. ‎


Thierry Meyssan

¿Por qué se protege a Azerbaiyán en la guerra de Nagorno-Karabaj? El verdadero rostro del clan Aliyev

09 octubre 2020

Cuando el mundo contuvo el aliento: El Primer rayo (V)



por Paul Hynes
Historia Alternativa


Los ¿Y si...? de la Operación Barbarroja

Para los alemanes que se despertaron el domingo por la mañana del 22 de junio de 1941, la noticia de que su país estaba en guerra con la Unión Soviética les fue entregada con la habitual grandilocuencia y mentiras de la propaganda nazi. Se les dijo que esta nueva guerra no era una invasión, sino un ataque preventivo, necesario para hacer frente al "complot ruso-anglosajón soviético" para destruir Alemania que estaba a punto de completarse. 

En su declaración de esa mañana, Adolf Hitler habló con gran indignación por las ficticias violaciones fronterizas por parte de aviones soviéticos y las refriegas entre el Ejército Rojo y la Wehrmacht provocadas por la agresión soviética y cómo, como siempre afirmó, había hecho todo lo posible para tratar de preservar la paz. 


Imagen modificada por Andy Cooke de una subida por el usuario de Wikimedia "DIREKTOR", derivada de un fotograma de la animación GIF Archivo: Segunda guerra mundial, publicado bajo la licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported.


El pueblo alemán estaba acostumbrado a poner los ojos en blanco ante este tipo de fabricaciones y, aunque lamentablemente ha resistido en algunos rincones la teoría de la extrema derecha de una supuesta conspiración, la "Controversia de los planes ofensivos soviéticos" ha sido universalmente descartada por todos los historiadores creíbles

Alemania había estado preparándose activamente para invadir la Unión Soviética desde diciembre de 1940, había sido el sueño de Hitler durante décadas, la noción de que el ataque alemán fue un ataque preventivo es fácilmente desacreditada. Del mismo modo, no hay evidencia real de que la Unión Soviética se estuviera preparando para atacar a Alemania a fines de junio de 1941; de hecho, sus preparativos para una guerra defensiva estaban siendo obstaculizados por un liderazgo que estaba desesperado por tratar de evitar cualquier acumulación militar que pudiera interpretarse como una "provocación".

Pero es difícil no preguntarse si deberían haberlo hecho o no.

Si los soviéticos hubieran atacado antes de que los alemanes estuvieran listos para lanzar su propia invasión, ¿podrían haber logrado destruir la amenaza alemana y poner fin a la Segunda Guerra Mundial, antes de que hubiera alcanzado su crescendo? 

El general más famoso del Ejército Rojo parecía pensar que sí. 


Mayo de 1941: la propuesta de Zhukov


El General de ejército Georgy Zhukov en los duros días de 1941; a la derecha, retrato de 1944 de Zhukov como Mariscal de la Unión Soviética.


En la primavera de 1941, Georgy Zhukov aún no era el héroe nacional en el que se convertiría a lo largo de su servicio en la Gran Guerra Patriótica, pero su puesto como viceministro de Defensa le dio un cierto nivel de influencia dentro de la jerarquía soviética y, como tal, su estrategia propuesta fue redactado el 15 de mayo de 1941 con la esperanza de llamar la atención de Stalin.

Zhukov argumentó en su plan que la guerra con Alemania era ahora inminente y, como tal, el Ejército Rojo no debería sentarse y esperar a ser víctima. En su lugar, deberían atacar antes de que se completaran los preparativos alemanes para "adelantarse al desarrollo enemigo y atacar al ejército alemán cuando esté en proceso de despliegue". 

El plan era destruir las fuerzas alemanas que se concentraban en Polonia y Prusia Oriental (Kaliningrado moderno), que estimó en alrededor de 100 divisiones, en un ataque de tres frentes desde el sur, norte y noroeste. Si todo iba bien, Varsovia y Cracovia serían liberadas en cuatro semanas con la Wehrmacht destruida en el proceso. Las operaciones posteriores verían al Ejército Rojo tomar el resto de Polonia y Prusia Oriental. Si esto pudiera lograrse y si los aliados de Alemania se mantenieran a raya, Berlín y Praga habrían estado a menos de 200 millas de distancia sin nada entre el Ejército Rojo y la victoria final. 

Alemania había derrotado a Francia en seis semanas, la Unión Soviética habría derrotado a Hitler en un mes. 

Con la movilización completa, el Ejército Rojo superaría en número a los alemanes en personal, tanques y aviones, aunque se estaba acabando el tiempo tanto para completar esta preparación como para atacar antes de que los alemanes pudieran lanzar su propia invasión. El coronel David Glantz, experto del Ejército Rojo, estima que se habría necesitado hasta mediados de junio para reunir las fuerzas necesarias para el plan de Zhukov e incluso entonces el Ejército Rojo todavía habría tenido sus problemas con la falta de camiones, radios y repuestos para los vehículos, aunque es probable que los problemas que tuvieron con las municiones y el combustible se hayan mitigado un poco en preparación de la ofensiva. 

Zhukov habría sido consciente de estas deficiencias y es probable que hubiera admitido que el plan era tremendamente optimista. De manera realista, pudo haber estado tratando de llamar la atención de Stalin sobre el peligro inminente de la invasión alemana. De cualquier manera, no hay constancia de que Stalin alguna vez revisara la propuesta de Zhukov en ese momento, y a pesar de la influencia del oficial soviético, es poco probable que hubiera convencido a Stalin de que la guerra con los alemanes no podía retrasarse, y mucho menos de que el mejor plan de acción era para comenzar la guerra ellos mismos. 

Stalin era notoriamente cauteloso con las apuestas, aunque la historia ha demostrado que estaba dispuesto a aceptarlas cuando sentía que no había otra opción. Es poco probable que hubiera firmado el plan de Zhukov si lo hubiera visto, pero por el bien del escenario, supongamos que Zhukov hubiera sido capaz de convencerlo de que los peligros de no tomar esa oportunidad eran mucho peores que intentar derrotar a Alemania de una sola vez


15 de junio de 1941: "Tormenta"


Foto, Archivo RIA Novosti/ Michael Trahman / CC-BY-SA 3.0


A mediados de junio, una semana antes de que comenzara la Operación Barbarroja, la palabra en clave "Groza" (Tormenta) se habría enviado a los comandantes soviéticos de primera línea. Esta fue la palabra clave para que las fuerzas soviéticas se pusieran en plena preparación para el combate, en nuestro tiempo se había leído apresuradamente en las primeras horas del 22 de junio, cuando la invasión alemana ya había comenzado, pero en este escenario habría sido la confirmación final de que el ataque soviético estaba a punto de comenzar. Poco después, 35.000 piezas de artillería soviética habrían anunciado al mundo que la Unión Soviética había entrado en la Segunda Guerra Mundial, y en sus propios términos. 

Lo que habría seguido depende en gran medida del factor que hizo que las primeras semanas de la Operación Barbarroja fueran un éxito: sorpresa estratégica y táctica. Podría decirse que el plan de Zhukov se habría basado aún más en la sorpresa si hubiera tenido éxito, algo que Zhukov planeaba lograr fingiendo la acumulación en la frontera como un gran ejercicio del Ejército Rojo. ¿Hasta qué punto los alemanes lo habrían creído? esto es discutible. En la Segunda Guerra Mundial, los soviéticos hicieron un gran uso de "Maskirova" (Disfraz), una mezcla de engaño y mimetismo para confundir o engañar a sus enemigos alemanes. En 1941, el Ejército Rojo no había perfeccionado estas técnicas hasta convertirlas en un bello arte, pero tenían algo de experiencia en engañar a los enemigos para que lo creyeran, particularmente en los conflictos fronterizos de preguerra contra los japoneses. 

Es difícil no encontrar una cierta satisfacción irónica al imaginar la escena que se habría desarrollado si los soviéticos hubieran tomado a los alemanes por sorpresa. La Luftwaffe, aún no completamente ensamblada, es derribada en las pistas de aterrizaje mientras los soldados alemanes, despertados con rudeza, luchan por llegar a sus armas en medio de una lluvia de fuego antes de ver cómo sus depósitos de municiones y combustible se incendian en medio del poderío aéreo y la artillería soviéticos. El plan de Zhukov habría visto a dos cuerpos de tropas aerotransportadas caer detrás de las líneas alemanas para sembrar más caos, antes de que el Ejército Rojo arrasara a los defensores destrozados.




Los alemanes, tomados por sorpresa, carentes de superioridad aérea y librando una guerra para la que no estaban preparados, se verían obligados a intentar frenar el avance del Ejército Rojo mediante pérdidas irremplazables en hombres y material. Zhukov había juzgado incorrectamente las disposiciones alemanas y, contrariamente a los planes soviéticos, su avance se habría dirigido precipitadamente hacia las filas masivas de las fuerzas alemanas más grandes, el Grupo de Ejércitos Centro. Lo que hubiera seguido habría sido una picadora de carne brutal con las mejores fuerzas alemanas y soviéticas encerradas en una desesperada guerra de desgaste. Los alemanes se verían obligados a retroceder debido a la falta de preparación y la interrupción detrás de sus líneas, pero el impulso del avance del Ejército Rojo habría comenzado a perder fuerza debido a las grandes pérdidas y sus propias líneas de suministro extendidas

En cuatro semanas, después de que el polvo se hubiera asentado, el resultado probablemente habría sido un sangriento estancamiento con los alemanes habiendo logrado mantener al Ejército Rojo, probablemente, algo al este de Varsovia. 

Zhukov no habría podido destruir la Wehrmacht, pero podría haberse sentido satisfecho de haber salvado a su país de la invasión. El Ejército Rojo, a diferencia de los alemanes, habría podido reemplazar sus pérdidas y no pasaría mucho tiempo antes de que la marcha soviética hacia el oeste pudiera continuar. 

Sin embargo, también debemos considerar la posibilidad de que los soviéticos no lograran sorprender, lo que habría implicado un resultado catastrófico muy diferente. Los alemanes habían estado monitoreando al Ejército Rojo en la frontera durante varios meses, los aviones de la Luftwaffe podían volar a través del territorio soviético debido al temor de Stalin de que cualquier respuesta soviética pudiera verse como una "provocación". Si los soviéticos se hubieran estado preparando para atacar a los alemanes, es probable que la Luftwaffe tuviera que actuar más más subrepticiamente, pero de todos modos es posible que hubieran podido observar al Ejército Rojo acumulándose en la frontera y que la Wehrmacht hubiera podido prepararse en consecuencia.


Atribución: Bundesarchiv, Bild / Wiegand / CC-BY-SA 3.0


Operación Bertha era el nombre del plan de contingencia alemán para un ataque soviético durante los preparativos para Barbarroja, los detalles sobre lo que el plan habría implicado realmente permanecen enterrados en los archivos alemanes, pero por lo que se puede determinar, significaría un desastre para el Ejército Rojo. Los alemanes habrían preparado una defensa en profundidad en los ríos San y Narew, absorbiendo la ofensiva soviética con pérdidas mínimas para ellos, antes de lanzar un golpe blindado para rodear y destruir al Ejército Rojo invasor, avanzando posteriormente hacia territorio soviético. Esto recordaría lo que sucedió durante la ofensiva soviética contra Jarkov en la primavera de 1942, solo que mucho peor para el Ejército Rojo. 

A diferencia de las primeras semanas de Barbarroja, los alemanes habrían destruido no solo las fuerzas soviéticas en las fronteras, sino también una gran cantidad de las reservas que históricamente habían llegado para luchar en las batallas de Smolensk y Moscú. De un solo golpe, gran parte de la Unión Soviética se habría visto impotente ante la invasión alemana, dependiendo de reclutas frescos entrenados apresuradamente para defender Moscú, con la mayor parte de las reservas y el equipo del Ejército Rojo destruidos en la debacle de Zhukov. 

Stalin no habría tenido más remedio que salir adelante, no se podía negociar con los alemanes, pero las esperanzas de ayuda del mundo exterior podrían haber sido más dudosas de lo que eran en nuestro tiempo. El público británico apoyaba ampliamente la causa soviética, pero aquí las figuras anticomunistas dentro del establecimiento británico podrían haber señalado el hecho de que Stalin, no Hitler, había comenzado la guerra y que el dictador alemán estaba actuando simplemente como el "baluarte contra comunismo". Es muy posible que el público estadounidense, con su fuerte movimiento aislacionista, haya estado de acuerdo. 


Conclusión: Un rayo en el cielo azul



Aunque la noción de un ataque preventivo soviético es tentadora, hay una razón por la que está relegada al ámbito de la teoría de la conspiración y la apología nazi. Tal estrategia habría sido una apuesta demasiado grande incluso para aquellos propensos a correr riesgos, una actitud que era ajena a Stalin y aunque las recompensas potenciales de tal movimiento no eran despreciables si las cosas hubieran salido mal, puede haber llevado a un escenario en el que la victoria alemana en la Segunda Guerra Mundial de repente se vuelve bastante más creíble. 

Irónicamente, la mejor oportunidad de victoria que tenían los alemanes podría haber sido, en primer lugar, si los soviéticos hubieran evitado que ocurriera Barbarroja. 


Leer la IV Parte                      Ir a la VI Parte

Nota del autor.

Inicialmente tenía la intención de terminar esta serie aquí, espero que se haya divertido tanto leyéndola como yo escribiéndola, pero se me ocurrió si los alemanes podrían haberse beneficiado de que Barbarroja se cancelara en el último momento, ¿y si los alemanes hubieran abandonado la idea por completo?

¡Todo lo que queda por decir, por última vez, averiguelo en la siguiente entrada! 

Paul Hynes

07 octubre 2020

Cuando el mundo contuvo el aliento: Bayonetas fijas (IV)



Por Paul Hynes
Historia Alternativa


Los ¿Y si...? de la Operación Barbarroja

Al comenzar Barbarroja, las tropas soviéticas en el frente a menudo dormían. Cuando los alemanes atacaron, sus existencias de municiones y combustible eran escasas sin ninguna preparación para una pelea y las existencias disponibles eran destruidas o capturadas durante los primeros días del conflicto. 

Los aviones de la Fuerza Aérea Roja estaban dispuestos en ordenadas filas para que la Luftwaffe los destruyera, lo que provocó la pérdida de más de mil aviones en tierra. 



Durante la primera semana de la guerra, los soviéticos carecieron de cualquier forma de alto mando centralizado, una situación agravada aún más por la interrupción de las líneas de comunicación por la invasión y, a menudo, inexistentes por la falta de acceso a códigos adecuados, lo que significa que el teléfono del ferrocarril era a menudo el único vínculo entre las tropas sobre el terreno y los líderes del estado soviético. 

Fue en este entorno donde se ordenaron desesperados contraataques en el frente, todos los cuales inevitablemente fracasaron. Las formaciones soviéticas instruidas para el ataque eran incapaces de discernir hacia qué dirección se suponía que debían atacar, o en las palabras Capitán del Ejército Rojo, Anotoli Kruzhin, 

"No (capaz) de encontrar dónde estaba posicionado el enemigo, peor las unidades soviéticas, - su propio ejército! " El Ejército Rojo era como un boxeador con los ojos vendados con un brazo atado a la espalda, agitándose y lanzando golpes desesperados a un oponente experimentado, incapaz de asestar un golpe significativo o incluso de ver hacia dónde debería apuntar. 



Estos fracasos hicieron que una catástrofe en las primeras semanas de la guerra germano-soviética fuera inevitable para el Ejército Rojo, pero ¿hasta qué punto se podría haber mejorado su desempeño si se les hubiera permitido prepararse? 

La respuesta, irónicamente, radica en el motivo de su falta de preparación.

Abril-mayo de 1941: negación y desesperación


Richard Sorge, maestro espía, no fue creído por sus jefes rusos cuando encontró los planos alemanes. 

La razón de la creencia de Stalin de que Alemania no atacaría en 1941 se basaba demasiado en un malentendido crucial de las intenciones alemanas que complementaba el cumplimiento de su propio deseo. Es poco probable que Stalin alguna vez haya tenido alguna duda de que Hitler quería destruir la Unión Soviética, pero decidió ignorar las señales de advertencia de que a fines de la primavera de 1941 debería haber sido inevitable que se avecinara una invasión ese año. 

La razón de esto, principalmente, fue que la Unión Soviética no estaba lista para una guerra en 1941.

El Ejército Rojo se encontraba en medio de una gran expansión y reorganización, habiendo cuadriplicado su tamaño desde 1939 y tratando de aprender las lecciones de la Guerra de Invierno con Finlandia que había revelado problemas evidentes con su organización y estrategia. Se estaba construyendo una nueva línea de fortificaciones a lo largo de la nueva frontera germano-soviética, pero no estaba ni cerca de completarse, ni tampoco el reemplazo por parte del Ejército Rojo de sus tanques ligeros más antiguos, como el T-26, por modelos más nuevos y pesados ​​como el T-34 y el KV. -1 en cualquier lugar cerca de completarse.

Stalin había esperado que el Ejército Rojo tuviera tiempo suficiente para resolver estas dificultades, confiando en una larga guerra entre anglo-franceses y Alemania, pero con la caída de Francia en 1940 y el posterior aislamiento del Reino Unido, estaba desesperado por comprar más. tiempo sabiendo que Alemania ahora era libre de girar hacia el este. A medida que las pruebas de los preparativos alemanes para la invasión de los soviéticos se acumulaban en la primavera de 1941, Stalin adoptó una estrategia más comúnmente asociada con los británicos: el apaciguamiento




En mayo y principios de junio de 1941 se enviaron grandes cargamentos de cereales, petróleo y otros recursos al imperio nazi (algunos, curiosamente, sin solicitud) con la esperanza de que Hitler pudiera ver que el comercio pacífico con la Unión Soviética estaba en marcha. mucho más preferible a la guerra. Con la esperanza de tranquilizar aún más las mentes alemanas, a menudo se ordenó que los preparativos abiertos del Ejército Rojo para la defensa fueran más discretos o incluso se detuvieran para dejar en claro que la Unión Soviética no consideraba que la guerra fuera inevitable. 

Incluso cuando los oficiales alemanes en la Polonia ocupada hablaban abiertamente de la inminente invasión, Stalin seguía seguro de que podría conseguir un indulto que permitiría un año de respiro para el Ejército Rojo. Al hacerlo, simplemente dejó a la Unión Soviética en un estado mucho más débil de lo que podría haber sido

Si Stalin hubiera estado más abierto a las evidentes advertencias de lo que estaba a punto de suceder, la inteligencia soviética habría podido lograr una victoria que se impidió en nuestro tiempo. 

Richard Sorge, el maestro espía soviético que trabajaba en la embajada alemana en Tokio, había descubierto los planes, las intenciones e incluso la fecha de inicio del plan Barbarroja. Esta información se marcó como "dudosa" cuando llegó al Kremlin en abril de 1941. Pero ¿y si se hubiera marcado como "digna de confianza"? 

Junio ​​de 1941: "¡No mueras sin dejar atrás a un alemán muerto!"


Armas soviéticas incautadas por las fuerzas alemanas durante la Operación Barbarroja en 1941.

Si los soviéticos hubieran pasado los meses previos a Barbarroja preparándose para la invasión alemana, podrían haber abordado muchos de los problemas que permitieron el desastre en las fronteras en nuestro tiempo. 

La construcción en la línea defensiva, ni siquiera a medio construir, en la frontera germano-soviética se habría abandonado en favor de la ya completa 'Línea de Stalin' que se había basado en la antigua frontera soviético-polaca. Esta línea habría permitido que los soviéticos se atrincheraran en profundidad cuando llegó la invasión. Sin lo mejor de sus ejércitos atrapado en el bombardeo inicial de artillería alemana, podrían esperar a que los alemanes llegaran a ellos donde el Ejército Rojo podría aplicar generosas cantidades de fuego de artillería sobre los alemanes que avanzaban desde sus propios "puntos de estrangulamiento" estratégicos. Conociendo la fecha exacta de la invasión, se podrían haber hecho preparativos para asegurar que los alemanes hubieran recibido una cálida bienvenida a este respecto

Si el Ejército Rojo se hubiera movilizado unas semanas antes del comienzo de Barbarroja, casi se habría duplicado en tamaño, de una fuerza de 5,5 millones a 9,6 millones para cuando la movilización hubiera terminado. Este segundo escalón estratégico habría asegurado que, en lugar de ser superado en número en las etapas iniciales de la guerra germano-soviética, el Ejército Rojo habría disfrutado de una gran ventaja en mano de obra. Más escalones habrían acercado esa fuerza a los 14 millones, incluidos todos los reservistas soviéticos en la definición más amplia, aunque esto habría llevado varios meses más, según el historiador David Stahel. 

Para hacer frente a este enemigo atrincherado y en rápida expansión, los alemanes habrían tenido que cruzar ríos con puentes volados y campos plagados de minas colocadas previamente, mientras que en el cielo ya no podían confiar en que la Luftwaffe hiciera las cosas a su manera. ¿Podría la Wehrmacht posiblemente haber vencido a este enemigo que estaba intacto y listo para luchar? 
Más que probable. 


Mapa de la invasión alemana de la Unión Soviética, por la revista Life (14 julio de 1941)

A pesar de su preparación, el Ejército Rojo todavía tendría que lidiar con equipos que a menudo estaban obsoletos y averiados, o simplemente faltaban como en el caso de las radios. Las grandes pérdidas en los tanques debido a fallas mecánicas probablemente aún se habrían producido, incluso si una mayor diligencia antes de la invasión podría haber aliviado un poco la situación. La Fuerza Aérea Roja habría sido masacrada, no en el suelo sino en el cielo. Irónicamente, la situación para la Fuerza Aérea Roja podría haber sido peor si hubieran volado para encontrarse con la Luftwaffe, al menos en tierra los pilotos evitaron la carnicería para luchar otro día en mejores aviones. La escasez de municiones y combustible del Ejército Rojo todavía habría golpeado con fuerza, una mayor conciencia de la amenaza alemana no habría sido suficiente para resolver las limitaciones de las cuotas inadecuadas del Plan Quinquenal, incluso con una mayor prisa por priorizar la fabricación de armas. El Ejército Rojo habría permanecido sin experiencia en su mayor parte, y su liderazgo a menudo habría permanecido inepto

En poder aéreo, doctrina, experiencia y liderazgo, los alemanes habrían tenido una clara ventaja y es difícil ver que la batalla de la Línea Stalin termine en otra cosa que no sea una prolongada y sangrienta victoria alemana


Tanques alemanes penetrando en las profundidas del territorio soviético en 1941.

El mantra de aceptar la muerte pero decidido llevarse consigo a tantos enemigos era uno que se había visto obligado el Ejército Rojo por circunstancias anteriores a la falta de voluntad de Stalin para prepararse para una invasión alemana, pero sin este obstáculo, el Ejército Rojo podría haberse asegurado de que fuera la última verdadera victoria alemana de la guerra

Las batallas iniciales de Barbarroja se habrían medido en meses en lugar de días o semanas, y las pérdidas alemanas en hombres y equipo, inesperadamente altas en nuestro tiempo, habrían significado el final de la invasión antes de que realmente hubiera comenzado. 

Con la destrucción de la Línea de Stalin, los soviéticos habrían sufrido graves pérdidas, pero es poco probable que hubieran sido tan pesadas​​ como en nuestro tiempo y una batalla prolongada hubiera permitido una retirada mucho mejor organizada al río DnieperCorriendo por el oeste de Bielorrusia y Ucrania, aquí es donde el avance alemán se habría detenido. Las maltrechas fuerzas alemanas habrían tenido que cruzar un gigantesco obstáculo natural defendido por nuevos ejércitos y los restos de los que habían escapado de las batallas fronterizas. La Wehrmacht, victoriosa pero agotada, se vería obligada a hacer una pausa para lamer sus heridas. Incapaz de amenazar a Smolensk o Kiev, y mucho menos a Leningrado o Moscú, hasta que sus grandes pérdidas en hombres y material pudieran ser reemplazadas.

Es probable que no tuvieran que esperar mucho hasta que se dieran cuenta de que el Ejército Rojo, intacto y cada vez más fuerte, sería el que daría el siguiente golpe. 

Conclusión: la batalla decisiva que nunca fue


Soldados alemanes en el sur de Rusia en 1941


Las tropas del Ejército Rojo estacionadas en la frontera germano-soviética se vieron obligadas imperdonablemente a luchar con una mano atada a la espalda, no solo debido a que el liderazgo soviético no prestó atención a las señales de advertencia de una inminente invasión alemana, sino que no hay duda de que restringió severamente su capacidad para resistir cuando ya se enfrentaban a terribles dificultades.

Aunque es poco probable que un Ejército Rojo mejor preparado pudiera haber hecho retroceder a los alemanes en las primeras semanas de Barbarroja, es posible que su sacrificio haya obligado a los alemanes a detenerse mucho más al oeste de lo que lo hicieron históricamente, ahorrando a millones la ocupación nazi y asegurando que la Unión Soviética habría tenido una base mucho más firme para repeler a los alemanes y marchar sobre Berlín mucho antes que en nuestro tiempo. Barbarroja todavía habría sido traumático para el Ejército Rojola escala y la intensidad de la invasión del Eje lo aseguraron. Pero los que murieron en esas primeras semanas se habrían asegurado de que las esperanzas alemanas de conquista murieran con ellos si se les hubiera permitido luchar lo mejor que pudieran.

Pero, ¿y si los soviéticos hubieran adoptado un enfoque más "proactivo" ante las señales de un inevitable ataque alemán? Después de todo, a menudo se dice que la mejor defensa es ...

¡Descúbrelo en la siguiente entrada ! 

Paul Hynes                                   Leer la V Parte

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