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26 julio 2018

Apuntes sobre el sionismo (1)





El nuevo estado-nación judío


Prólogo del redactor del blog

Durante 70 años Israel ha sobrevivido y gozado de apoyo de algunos sectores, sobre todo por su supuesto carácter laico, otrora buscaba una solución nacional y no religiosa. El sionismo nunca se erigió como movimiento religioso, sigue siendo radicalmente nacionalista con diferentes pensamientos ideológicos que intentan consolidar su proyecto de estado. Por ejemplo, Ben Gurión era un socialista convencido, hoy tenemos a extremistas de derecha como Avigdor Liebermann o el mismo Benjamín Netanyahu. 

La historia nos demuestra que muchos sionistas desde su fundación no fueron judíos. Israel no fue un estado judío, a pesar que la declaración de independencia de 1948 así lo expresaba retóricamente. Ahora, las cosas han cambiado. 

El primer ministro Netanyahu, tras largos años de presión en el Parlamento (Knesset) ha conseguido que el 19 de julio del 2018 se apruebe ese viejo proyecto de ley constitucional que define a Israel como “Estado-nación judío”. 

No vayamos a creer que en Israel la gente está feliz, ni siquiera los judíos, eso se refleja en la reñida disputa parlamentaria, una escasa mayoría determinó el establecimiento de tan polémica ley (62 votos a favor, 55 en contra y dos abstenciones); sectores judíos opuestos a este cambio constitucional han hecho notar su disgusto, además, los árabes-israelíes constituyen algo más del 20% de la población del país. 

Qué implica esto?. Algo lamentable, el único país en el mundo que otorga la nacionalidad por su pertenencia a una religión se llama Israel. 

La reforma a la Constitución de Israel reconoce el derecho de autodeterminación solamente a los judíos. 

 “Israel es el estado-nación del pueblo judío en el que se da cuenta de su derecho natural, cultural, histórico y religioso a la autodeterminación”. 

Al establecer la ley constitucional que solo los judíos pueden establecer la autodeterminación en Israel obliga imponer el hebreo como única lengua oficial; dado que no pueden hacer otra cosa, "permiten" que el árabe conserve un “estatus especial” en cuestiones de administración estatal. En ese mismo sentido, las festividades religiosas judías adquieren carácter oficial, así como el calendario hebraico

Natanyahu y sus partidarios tuvieron que ceder otras ambiciones como aquel artículo que señalaba que el gobierno de Israel puede “autorizar a una comunidad de personas de la misma fe y nacionalidad a mantener el carácter exclusivo de esta comunidad”. Lo reemplazaron con una nueva cláusula que se refiere a “asentamientos judíos” en Israel en general, nos informa la prensa libanesa antisionista. Es decir, se confirma la autorización para la expansión de asentamientos judíos en Cisjordania al establecerse el carácter de “interés nacional” y porque es necesario “desarrollar las colonias actuales”.

A un experto investigador no se le puede escapar algunos detalles precisos sobre tal declaración que convierten a Israel en un estado segregacionista, renaciendo, con carácter legal, las semillas del apartheid (que ya operaba), lo único que conseguirá es que el radicalismo conduzca a las ya conocidas "limpiezas étnicas".

1) El judaísmo es una religión, no es una raza, ni un pueblo, ni una ideología. Llama la atención que los ultraortodoxos religiosos, la extrema derecha política y los colonos extremistas, es decir, el radicalismo y fundamentalismo judío defiendan esos falsos postulados imitando al nazismo. Son estos sectores los que abogaron por el cambio en la Constitución, siempre han luchado por cortar los derechos de las minorías, relegarlos y convertirlos, por ley, en ciudadanos de segunda clase (en la práctica ya lo eran). Sin embargo, es imposible que conviertan en apátridas a miles de habitantes árabes y cristianos que conviven y nacen en el territorio de Israel. 
2) Es absolutamente errado calificar de "pueblo judío" a los practicantes de la religión judía, aún en Israel se comete tan garrafal falla semántica y esto no es más porque estamos acostumbrados a confundir la etnicidad con la religión. Los judíos no son un pueblo, de la misma forma que los musulmanes o los cristianos de ninguna forma conforman un pueblo, sería como decir el "pueblo cristiano", el "pueblo musulmán" y hasta para los no creyentes, jamás podríamos utilizar una acepción como el "pueblo ateo".
3) La nueva Ley rige no solo para el área territorial establecida en 1948 por las Naciones Unidas sino que se hace extensivo a los territorios ocupados (Jerusalén Este y Cisjordania). Y eso guarda relación con el apoyo de los Estados Unidos para la declaración de Jerusalén como la capital eterna de Israel y la imperiosa necesidad de "convencer" -por cualquier método- a los palestinos para que acepten el "acuerdo del siglo".

Por otro lado, existen casos polémicos en el mundo sobre nacionalidad-religión, como el caso de la República de Turquía, país que obliga por ley estipular en el pasaporte de sus ciudadanos su confesión religiosa, ni siquiera un gobierno teocrático como el que rige la República Islámica de Irán llega a tal medida discriminatoria; otro caso a observar son los estados absolutistas, de corte medieval como las monarquías wahabíes del Golfo, en que el mero hecho de no pertenecer a su confesión islámica (pero si a otra corriente islámica) es causa de discriminación y relegación a ciudadanos de segunda clase.  

Desde el punto de vista legal e histórico Israel tiene derecho a existir pero no a costa del sacrificio de los árabes israelíes que mantienen inalterables iguales derechos. Es cierto que esas dos comunidades mantienen una identidad distinta por la religión, no obstante conservan rasgos primigenios raciales, al menos los judíos autóctonos de la región, son de origen semita igual que los árabes, mientras la emigración judía europea a Palestina es distinta en su componencia racial y cultural. 

Ya en 1979, en Irán el ayatola Khomeini explicaba que "Israel no era más que una marioneta en manos de los imperialistas y que el único verdadero enemigo era la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido". Desde ese año los Estados Unidos y sus aliados dividieron a los musulmanes entre "buenos" y "malos". Los primeros eran las obedientes monarquías wahabíes y los estados sunníes complacientes con sus directrices; y, los "malos" serían en adelante los chiíes y las naciones que conforman el "Eje de la Resistencia" anti colonial y antiimperialista (Irán, Siria, Líbano, Palestina, Yemen). 

Para terminar esta introducción, el medio libanés 'Al Manar' señala que: 
"Fundado sobre el exterminio de cientos de miles de árabes, musulmanes y cristianos, y sobre la apropiación y el despojo de los bienes de aquellas personas, Israel acaba de quitarse la careta y mostrar su verdadero rostro racista. Pocos analistas israelíes podrán a partir de ahora mantener su propaganda de que Israel es la “única democracia” en Oriente Medio. La reacción de los auténticos propietarios de los territorios ocupados, es decir los palestinos -llamados también árabes israelíes en lo que se refiere a aquellos que viven en los territorios ocupados en 1948 y que ostentan la nacionalidad israelí- no se ha hecho esperar".

Demos paso a un excelente análisis de Pablo Jofré Leal sobre este reciente y polémico tema.

                                                                           
                                                              Tito Andino U.


*****

De Nuremberg a Tel Aviv: 
Israel consolida su régimen nacionalsionista



por Pablo Jofré Leal


El parlamento del régimen de Israel ha aprobado un controvertido proyecto de ley, con el que declara los territorios palestinos ocupados como ‘estado judío’.

En una decisión política, donde  se saca la careta y que confirma el carácter racista del régimen israelí, el gobierno presidido por Benjamín Netanyahu consolida una entidad supremacista bajo la preeminencia de lo judío, con la aprobación de una ley que define al régimen como un “Estado judío”. Es el racismo y la discriminación institucionalizada.

El parlamento del régimen israelí aprobó el pasado jueves 19 de julio con 62 votos a favor, 55 en contra y dos abstenciones la llamada “Ley de Estado-Nación” que considera parte del ficticio “Estado Judío” los territorios palestinos ocupados de la Ribera Occidental, al mismo tiempo que declara la ciudad de Al Quds – Jerusalén – como capital del régimen de Tel Aviv. Al mismo tiempo que consolida la política de construcción y ampliación de los asentamientos con colonos judíos sionistas, que han invadido el West Bank.


El Sionismo sin Careta

La pretensión sionista de avanzar hacia la consolidación de un régimen racista, al estilo de la Sudáfrica del Apartheid y del régimen nacionalsocialista entre los años 1933 y 1945 en Alemania, no es un tema nuevo. 

Ya en una  sesión del Consejo de Ministros del gabinete de Benjamín Netanyahu, en noviembre del año 2014, el premier sionista declaró que se avanzaría por aprobar una norma, que debía consagrar el carácter judío de Israel. Esto, pasando por encima de cualquier consideración de lo que se conoce como democracia y barriendo de una plumada aquel mito, repetido hasta el hartazgo, por la hasbara sionista, respecto a que Israel representa “la mayor democracia de Oriente Medio”

Efectivamente, en aquella fecha, Netanyahu afirmó que “entregaré al Ejecutivo la Ley del Estado-Nación y los principios que creo deberían guiar su legislación. El Estado de Israel es el Estado-Nación para el pueblo judío. Tiene los mismos derechos individuales para cada ciudadano e insistimos en esto. Pero, sólo el pueblo judío tiene derechos nacionales: una bandera, un himno, el derecho de todo judío de emigrar al país y otros símbolos nacionales. Lo mencionado está sólo garantizado a nuestro pueblo, en su único “Estado”

Una intríngulis verbal de lo cual sólo es rescatable la revelación que la mascarada de pseudo democracia israelí, ha sido sólo un cuento para incautos y militantes sionistas.

Hoy, ese ideal racista planteado por Netanyahu y que cuenta con el aval de los más abyecto de la ultraderecha de Israel, de los grupos que representan a colonos extremistas y aquellos grupos ultraortodoxos, se ha concretado, develando así la verdadera cara del sionismo y echando tierra en esa mito de considerar a la entidad sionista como “la mayor democracia de Oriente Medio”. Una falacia difundida urbi et orbe por los medios de información manejados por el sionismo y que han dedicado las últimas décadas a tratar de limpiar la cara criminal de uno de los regímenes más brutales que haya conocido la humanidad.


De Nuremberg a Tel Aviv


Resulta sintomático que estas leyes israelíes tienen su símil en leyes racistas que el régimen nacionalsocialista alemán aplicó décadas atrás, contra personas que profesaban la fe judía. Y utilizó el concepto de sintomático, pues resulta abrumador constar que aquellos que se supone sufrieron la segregación, la discriminación, la violación de sus derechos humanos, repiten a la vuelta de la historia la misma conducta criminal, en este caso contra el pueblo palestino.

Lo reseñado resulta doblemente perturbador, en primer lugar porque el sionismo ha recibido jugosos réditos – tal como lo describe magistralmente el intelectual judío Norman Finkelstein en su Libro “La Industria del Holocausto”- justamente apelando a los crímenes cometidos contra el pueblo judío, cuya base legal se encontraba en las leyes racistas de Nüremberg y posteriormente en los asesinatos masivos cometidos en campos de concentración que el régimen nacionalsocialista instaló, no sólo en territorio alemán, sino también en aquellos sometidos a la ocupación militar y con miles de colonos germanos.

Y, por otra parte, esa historia, ampliamente difundida y asimilada como incuestionable por el mundo occidental respecto al crónico victimismo judío, tiene hoy, precisamente, como victimarios a aquellos que en su momento fueron sacrificados en el altar de un régimen totalitario. ¿Cómo es posible pasar, al cabo de muy poco tiempo, de los años de la segunda guerra mundial, hasta el año de conformación de la entidad sionista en 1948, a transformarse en un régimen criminal, racista, que usa métodos similares al nacionalsocialismo, pero ahora contra millones de hombres y mujeres palestinos?

En Alemania de la década del 30 del siglo XX, en el mitin partidista anual celebrado en Nuremberg el 15 de septiembre del año 1935, los nazis dieron a conocer una serie de leyes que institucionalizaron las teorías raciales que sustentaban la ideología del nacionalsocialismo. Producto de esas leyes, se le negaba a una serie de residentes en Alemania la ciudadanía de ese país– entre ellos y mayoritariamente a alemanes que profesaban la religión judía- y se les prohibía, por ejemplo, casarse o tener relaciones sexuales con personas de “sangre alemana o afín”.

Misma prohibición que se amplió a negros y gitanos. Además de ese marco legal más amplio, las leyes de Nuremberg establecieron una serie de ordenanzas de carácter secundario, que inhabilitaron a los judíos a votar, privándolos de la mayor parte de sus derechos políticos.

Las leyes les negaban a los judíos la ciudadanía alemana y les prohibían casarse o tener relaciones sexuales con personas, tal como fue señalado en el párrafo anterior respecto al punto de "sangre alemana o afín". Había ordenanzas secundarias a las leyes, que inhabilitaban a los alemanes de religión judía para votar y los privaban de la mayor parte de los derechos políticos. En el plano económico estos alemanes, sindicados como “no puros” ajenos a la raza superior aria, eran privados también de sus derechos, sus propiedades eran confiscadas y se comenzó un proceso de “arianización” de todo lo que fuera propiedad de alemanes, sindicados como judíos.

83 años han transcurrido desde las leyes de Nuremberg, que consagraron el carácter racista del régimen nacionalsocialista y que en este año 2018 vuelven al escenario internacional bajo el ropaje vestido por un régimen colonialista, que consagra bajo su supuesta “superioridad racial”, una ley que avanza en el sueño sionista de exterminar a todo aquel que no sea “puro” en un símil de la observancia de kashrut que sus seguidores definen como un sello de la identidad judía, incluso más que cualquier otra Mitzvá –mandamiento- acentuando ese mito que el judaísmo es mucho más que una “religión”.

Abrazos, aplausos y acalorados debates en el parlamento israelí, 19 de julio 2018

Así se le ha dado rango de ley a una definición de Estado-Nación judío, para así darle consistencia a ese discurso espurio enarbolado respecto a que la ideología sionista representa a un Movimiento de Liberación Nacional. Una ley que prioriza los denominados valores judíos sobre cualquier valor democrático en los territorios ocupados desde el año 1948 y aquellos que se usurpan desde la guerra de junio del año 1967 y donde además se declara a contrapelo de todo el derecho internacional a Al Quds como la capital de Israel.

Se crea así una entidad exclusiva para los judíos, permitiendo comunidades sólo para aquellos que profesen la fe judía, estableciendo el hebreo como el idioma oficial de Israel y relegando el árabe de un idioma oficial a uno con “estatus especial”.

Para el dirigente Fawzi Barhum, portavoz del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina – HAMAS – “todas estas leyes y resoluciones son infundadas y no se cumplirán ni cambiarán nada sobre el terreno. El pueblo palestino seguirá siendo el soberano de esta tierra”. 

Por su parte el gobierno turco, a través del portavoz de gobierno, Ibrahim Kalin condenó como “racista -la ley aprobada por el régimen ocupante israelí– ya que pretende borrar legalmente al pueblo palestino de su tierra natal, estableciendo un Estado de Apartheid. Llamamos a la comunidad internacional a responder esta injusticia”. Las palabras del funcionario de gobierno turco se ampliaron en forma más condenatoria, con la declaración de la cancillería de su país afirmando que “la ley aprobada por Israel pisotea los principios del derecho universal e ignora los derechos de los ciudadanos palestinos”.

El hecho que la ley presente el derecho a la autodeterminación, como un derecho que sólo se aplica a los judíos es el producto de una mentalidad trasnochada y discriminatoria” concluyó la Cancillería turca a través de un comunicado. Turquía hace referencia así al hecho que dentro de Israel –en los territorios de la Palestina Histórica ocupada desde el año 1948– los árabes constituyen el 20% de la población y en su enorme mayoría son descendientes de aquellos palestinos que permanecieron en sus tierras, expoliadas por Israel, tras la Nakba. * (ver a pie de página la nota del editor del blog)

En el caso de la Unión Europea (UE), en declaraciones tibias, como suele ser la norma cuando se trata del régimen israelí, que cuenta con claras influencias en los gobiernos de Londres y París a través del lobby sionista en esos países, expresó a través del portavoz de Exteriores de la Comisión Europea, Maja Kocijancic, su preocupación por la aprobación de esta ley israelí supremacista. “Desde que comenzó el proceso ya hemos expresado nuestras preocupaciones recalcando el respeto por Israel como Estado democrático”.

La Unión Europea continuará en contacto con las autoridades del país, para comunicarles su mensaje respecto a que la democracia y la igualdad, incluidos los derechos de las minorías, son derechos clave que definen nuestras sociedades y creemos que Israel también debe respetarlos. Nuestra postura es muy clara y considera que se debe hacer todo lo posible, para evitar los obstáculos que impidan alcanzar la solución de los “dos estados” admitiendo que la ley racista hace más difícil esa realidad.

Una crítica de un diplomático europeo, más acorde con la realidad, fue la que emitió el Embajador de la UE ante Israel, Emanuele Giaufret, quien en conversaciones llevadas a cabo con diputados del partido gobernante israelí, Likud repudió la iniciativa de la Ley del gobierno de Netanyahu de conformar un “Estado” de mayoría judía en la Palestina ocupada. Giafreut  señaló, según dieron a conocer medios de información israelí  que “la Ley impulsada por Netanyahu huele a racismo ya que discrimina a grupos, especialmente a los árabes”. Ante las palabras de Giafreut, el gobierno sionista convocó al alto diplomático europeo, para expresarle su queja ante las opiniones vertidas.



La ley racista del Estado-Nación aprobada el jueves 19 de julio por el régimen sionista encabezado por Benjamín Netanyahu concreta las aspiraciones y sueños sionista en materia de consideraciones respecto a los mitos de “pueblo elegido” como también el de ocupar una “tierra prometida”. Recordemos, que desde el momento mismo que el proceso de colonización sionista del territorio palestino comenzó a ejecutarse a partir de fines del Siglo XIX, se comienza a configurar un nuevo escenario geopolítico, que más temprano que tarde entraría en conflicto, inevitablemente, con los pueblos de la región.

Esto, porque la ideología del sionismo, el modo de producción y de vida traído por los colonos sionistas desde Europa –amparados en un marco ficticio de supuesta religiosidad– tenía la misión de servir de punta de los apetitos imperiales de occidente y sobre todo al estar dotados de una visión de futuro exclusiva y excluyente procedieron a una colonización llevada a sangre y fuego.

Esto, mediante la expulsión de la población nativa, lo que generaría lógicos conflictos considerando que la población colona, a partir de sus premisas ideológicas y teñidas del mito religioso comenzaron un lento pero sostenido proceso de segregación, expolio, usurpación y robo de las tierras palestinas.

Se une a lo anterior el trabajo de usurpar sus riquezas culturales, violar los derechos de esa población nativa que termina, finalmente con la división de Palestina y la satisfacción momentánea de los apetitos sionistas el año 1948. Y digo satisfacción momentánea pues el hambre de crímenes, la colonización y el racismo seguirían en forma contumaz, agregando la segregación racial, la construcción de asentamientos en tierras tras la línea verde establecida tras la guerra del año 1967, la construcción de un muro de apartheid, demolición de viviendas, destrucción de cultivos, la prohibición del retorno de los refugiados.

Una política similar a la ejecutada por los racistas sudafricanos contra la población negra. Israel muestra así, con la ley aprobada el día 19 de julio del año 2018 su rostro criminal que termina de desenmascarar los verdaderos propósitos del régimen sionista: crear una entidad únicamente judía, donde ningún otro ser humano tenga derechos ni posibilidades de vivir como un ser humano.

Es el sueño racista hecho realidad, son las leyes de Tel Aviv como paráfrasis de aquellas del nacionalsocialismo en Nuremberg. Una ley racista que consolida esa idea de considerarse una raza superior tal como lo sostuvo el fallecido terrorista y ex Primer Ministro israelí Menachem Begin ante el Parlamento israelí –Knesset– citado por Amnón Kapeliouk en “Begin y las Bestias”, New Statesman, el 25 de junio de 1982. “Nuestra raza es la raza maestra. Nosotros somos dioses sobre este planeta. Somos tan diferentes de las razas inferiores como ellos lo son de los insectos. De hecho, comparados con nuestra raza, las otras son bestias, ganado como mucho. Las demás razas son consideradas como excremento humano. Nuestro reino terrenal será gobernado con vara de hierro por nuestro líder. Las masas lamerán nuestros pies y nos servirán como nuestros esclavos”. 

A confesión de parte relevo de pruebas.

Pablo Jofré Leal

Pablo Jofré Leal, periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de página WEB de análisis internacional ANÁLISIS GLOCAL www.analisisglocal.cl


Enlace directo a la segunda parte


NOTAS:

* Del editor del blog: 
Para hacer un poco de justicia, Turquía no es que sea el paladín de la defensa de los derechos humanos, ni ejemplo de democracia y respeto a la autodeterminación. Erdogan luchó por largo tiempo para convocar un referéndum que impuso SU proyecto de nueva Constitución. Ese proyecto está inspirado –según sus propias palabras– en la Constitución del III Reich alemán. Hoy, sus deseos se han cumplido: Ha privado a los parlamentarios de la inmunidad en sus funciones; ha ordenado concentrar, deportar y eliminar a los kurdos del territorio turco;  ha incidido en la emigración judía fuera de Turquía; utiliza a las minorías turcas en el exterior para encender la hoguera; ha purgado y colocado a las fuerzas del orden público a su servicio; ha suprimido la resistencia de la clase intelectual; discrimina y persigue a las minorías; como nación Turquía lleva consigo el peso del espectro del genocidio armenio, etc.

LECTURAS RECOMENDADAS:

07 julio 2018

Al Quds y la liquidación de la causa Palestina (2)



El "Acuerdo" del Siglo




Nota de introducción por el editor del blog.

A inicios de año ya anunciamos sorpresas en cuanto al futuro de Palestina dictado por fuerzas extranjeras, desde antes era evidente que el fin de la causa palestina se estaba tramando bajo dura presión de Israel.

Aunque se tenían reservado el plan a presentarse, ya era conocido varios detalles que comenzaron a hacerse públicos con el discurso de Donald Trump en que anunció el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv hacia al Quds (Jerusalén)  hecho que se verificó en mayo de este año, aunque no se ha efectivizado por motivos de seguridad, lo que está funcionado -por el momento- en Jerusalén es el Consulado. De todas formas ese acto de abierta hostilidad contra Palestina equivale a reconocer a Jerusalén como la capital del estado de Israel, casi todos los pueblos y gobiernos árabes condenaron tal decisión. 

Esa medida es parte de la estrategia de anunciar una futura alianza -o al menos un tratado de paz- entre Israel y Arabia Saudí, cuyo trasfondo es contener la fuerte influencia regional que ejerce Irán. Pero las cosas no funcionan de esa manera, dada la oposición de gran parte de la comunidad internacional a la unilateral medida de los Estados Unidos de reconocer Jerusalén como capital de Israel habría sido una de las causas de la cancelación de la cumbre prevista para marzo del 2018 en que Arabia Saudí e Israel declararían su reconciliación histórica. Luego vendrían las movilizaciones del pueblo palestino demostrando su indignación y la consecuente masacre perpetrada por tropas israelíes contra indefensos manifestantes. 





No solo que la ira popular trastocó (por el momento) el anuncio de la alianza israelí-saudí, sino que el plan inicial para terminar con el sueño palestino ha tenido que ser corregido -no se si para peor-. En un inicio, americanos, saudíes e israelíes intentaron forzar a la autoridad palestina para que acepte la anexión incondicional de Jerusalén Este a Israel y la proclamación oficial de capital “eterna” de Israel. Como expresamos en el artículo de referencia, Al Quds y la liquidación de la causa Palestina (1), las condiciones eran duras, no estaba contemplado el surgimiento de un estado palestino independiente en Cisjordania y Gaza, no obstante que Mohammed bin Salem, heredero del trono saudí, proponía al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, que la ciudad de Abu Dis (en la Gobernación de Jerusalén) sea la capital del estado palestino. Israel construyó un muro que separa Abu Dis de Jerusalén, los palestinos dicen que Abu Dis es apenas un pequeño distrito (o barrio) de Jerusalén por lo que siguen reclamando la mitad de la ciudad que permanecía bajo control de Jordania antes de la "Guerra de los Seis días".

Hemos dicho que hasta los sueños tienen límites, que ese juego geo-estratégico no podría culminar exitosamente sin que provoque la ira palestina e internacional y hasta que pueda desatar un gran conflicto; que el débil gobierno palestino y su pueblo no se quedarían impávidos, ni otras potencias permanecerían como simples observadoras de tan grotesco show. Irán, Rusia, China y otros tienen mucho que decir y aportar en la resolución de la crisis. 

En fin, estamos a mediados del 2018 y las cosas han variado. 

Hoy, nos han presentado una pomposa revisión del plan inicial. Solo que ahora, a más de seguir perjudicando a los palestinos, también se meten con el Reino Hachemita de Jordania. Algunos expertos no demoraron en expresar que recientes y fuertes manifestaciones en ese reino tenía un trasfondo semejante a una nueva "primavera árabe"; para otros analistas se trata de una "elegante" manera de presionar al rey Abdallah II para que acepte el plan estadounidense para Palestina.

Thierry Meyssan en sus siempre reconfortantes ensayos nos recuerda que 
"el Reino Hachemita sigue siendo considerado el reino de los palestinos y que el rey Abdallah II es el «Protector» de los lugares sagrados musulmanes en Jerusalén y el «Guardián» de los lugares sagrados cristianos en la Ciudad Santa, título reconocido a Jerusalén en el año 2000 por el papa Juan Pablo II. Hasta el inicio de la aplicación de los acuerdos de Oslo, Jordania administraba el territorio de Cisjordania, a pesar de que ese territorio se hallaba bajo la ocupación israelí desde la Guerra de los Seis Días. El propio Yasser Arafat se planteó entonces la posibilidad de jurar lealtad a la monarquía hachemita. Los palestinos son al menos tres cuartas partes de la población jordana, sólo el 25% restante son beduinos y pobladores autóctonos". (1) 


Muchos se preguntarán, no es mejor luchar por cristalizar el plan de 1948 de las Naciones Unidas que contemplaba la creación de los dos estados y que Israel aceptó?. Ahora, nos hablan de un "Acuerdo" y del siglo!, en qué momento negociaron con los representantes de la Autoridad Palestina?

El Plan desarrollado por Jared Kushner (o quién sabe por quién), nombrado consejero especial (por ser yerno de Trump), contempla que Jordania jugará un papel trascendental en el "Acuerdo del Siglo". Pero revisemos una interesante crítica a este nuevo "Acuerdo", una excelente publicación de Hispano TV.

Gracias por su deferencia, sugiriendo de lectura del último artículo de Thierry Meyssan sobre el tema: "Jared Kushner y el 'derecho a la felicidad' de los palestinos" (2)

Tito Andino U. 


*****

El acuerdo del siglo, máxima hipocresía y mínimo de vergüenza *
 Jared Kushner y Jason Greenblat están en gira por algunos países del Oriente Medio para ultimar su llamado “acuerdo del siglo”.


por Nicola Hadwa y Silvia Domenech 

Nicola Hadwa es analista internacional chileno-palestino. Ex entrenador de la Selección Palestina de Fútbol, Director de la Liga Latinoamericana por el Derecho al Retorno y coordinador del Comité de Solidaridad con el Pueblo Palestino de Chile. Especialista en temas principalmente del Medio Oriente. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Silvia Domenech.Investigadora cubana con varios libros publicados. Doctora en Ciencias Económicas y Profesor Titular de la Universidad de La Habana y la Escuela Superior del PCC.



Jared Kushner el yerno de Trump y sionista recalcitrante, junto a otro fanático sionista, Jason Greenblat (el ex vicepresidente de la Trump Organization), están en gira por algunos países del Oriente Medio para ultimar su llamado “acuerdo del siglo”. Acuerdo que, en un escenario caracterizado por la ya prácticamente irreversible derrota de los planes occidentales-saudita-sionistas de utilizar ejércitos terroristas para dividir y debilitar el Medio Oriente, aflora como un nuevo salvavidas para proteger y asegurar la entidad sionista. Y el cual no es más que un plan para lograr la entrega definitiva de los derechos del pueblo palestino a los sionistas y su renuncia al objetivo de libertad y liberación nacional.

Dicho acuerdo, que tiene sus antecedentes en viejas aspiraciones sionistas como el Plan Alón y el Plan Yinón, busca cercenar Cisjordania y, uniendo lo que quede con Gaza y Jordania, crear un estado palestino-jordano, echando a un lado al monarca jordano y colocando en su lugar a otro títere con rostro de democracia, englobando así al pueblo palestino y enjaulándolo bajo la vigilancia de un ejército jordano más poderoso y el ejército sionista. Todo ello financiado por Arabia Saudita con el dinero de su pueblo, del cual se apropia sin límite alguno.

¿Qué ocurre con este “nuevo” plan sionista-norteamericano denominado “Acuerdo del siglo”? 

Cuatro países árabes ya han garantizado el apoyo a este acuerdo. Egipto, país gobernado hoy por una dictadura militar impuesta por los sionistas, que colabora activamente para sofocar a Gaza por el bloqueo, el hambre y las enfermedades. Jordania, monarquía feudal dependiente del tesoro norteamericano y saudita, con una amplia historia de traiciones. Arabia Saudita, monarquía retrógrada y medieval que no es otra cosa que el financista de todos los planes sionista-norteamericanos para el Medio Oriente, y cuya historia, al igual que la de Jordania, está llena de traiciones y complot contra los pueblos árabes; situación denunciada por Gamal Abdel Nasser cuando Egipto fue el símbolo de la libertad y el nacionalismo árabe. Y para completar el cuarteto, Emiratos Árabes Unidos, aliado incondicional de los saudí y Egipto en intereses y acciones, que también ha forjado fuertes y estrechos lazos con los sionistas en los últimos tiempos.

Que estos cuatro países apoyen el Acuerdo del Siglo, no obstante, no es una sorpresa. Sus gobiernos no han hecho más que repetir su dual comportamiento, mantenido desde el inicio de la colonización de Palestina en diferentes momentos de la historia expresado, por un lado, en su fingida condena –usualmente limitada a lo verbal– de las acciones contra este heroico pueblo, cuando en realidad actuaban de acuerdo a los intereses de los sionistas. Y, por otro, en el engaño a sus propios pueblos, quienes veían con horror como sus hermanos musulmanes y árabes eran despojado y expulsados de sus tierras. A la vez que, la Liga Árabe publicaba sus declaraciones colectivas, todas destinadas al basurero, que a lo más sacaban una sonrisa a los gobernantes sionistas y un fruncir de ceño al imperio. De esa forma mantuvieron dormidos y, al mismo tiempo, oprimidos a sus pueblos, haciéndoles creer que eran activos enemigos de la entidad sionista.

La realidad, no obstante, era otra. Y no podía ser de otra forma, pues no era casual. Ese comportamiento ha estado condicionado a la lucha por la subsistencia en el poder de monarquías y gobiernos reaccionarios, dado que el mantenimiento en esos países del poder colonial e imperial genera un conjunto de situaciones que en el terreno social, nacional y político conducen a luchas de liberación nacional, y luchas de emancipación social y de justicia. Situaciones en conjunto en extremo volátiles y peligrosas para esos gobiernos dictatoriales y monarquías que ven en la entidad sionista y en Estados Unidos, junto a otras potencias como Francia e Inglaterra, a sus protectores en contra de sus propios pueblos. Haciendo, además, que el temor a la justicia social y la libertad de los pueblos árabes, sea mayor y más importante que la libertad del pueblo palestino o la recuperación de los santos lugares del Islam.

Estos cuatro países apoyan el Acuerdo, por consiguiente, porque al hacerlo están cumpliendo las funciones que sus propios intereses le dictan. Porque éstos, sus intereses, son comunes y coherentes con el contenido de dicho Acuerdo, y porque esa acción se corresponde con su acción histórica. Todo lo cual no tiene nada que ver, ni tiene relación con el nacionalismo ni con el respeto a su religión, sino más bien con el interés común de salvaguardar sus privilegios, que no son los de los pueblos árabes ni los de los musulmanes.

No por gusto durante muchos años estos gobiernos árabes, especialmente las monarquías feudales retrógradas, han colaborado activamente con los sionistas y Estados Unidos en materias como la inteligencia y la seguridad, informando y deteniendo -y a veces desapareciendo- a los nacionalistas y patriotas árabes que constituyen un peligro político para ellos, para los sionistas o Estados Unidos.



Este último país el cual, bajo el pretexto de prevenir la explosión social y política en el mundo árabe e islámico -como ocurrió en Irán-, impuso rápidamente y con la venia de todas las monarquías, bases militares en ellos. Bases que, por supuesto no eran ni son para protegerlos de la entidad sionista, aliada inseparable de Estados Unidos. ¡Habría que ser muy ingenuo para creer eso! Esas bases permiten a Estados Unidos proteger sus propios intereses sobre el petróleo y el gas árabes, de propiedad yanqui-sionistas y, al mismo tiempo, proteger a las monarquías de un eventual levantamiento popular contra la situación de miseria y opresión a la que tienen sometidos sus pueblos. Asimismo, y no de menor importancia, les permite vigilar a Irán y a Rusia.

También en la desesperación por el despertar de los pueblos árabes, se ha tratado de desviar las luchas de liberación nacional y emancipación social y política hacia una lucha torcida entre religiones y sobre todo entre Suníes y Chiíes. A pesar de esto y de los muchos otros esfuerzos realizados, las realidades en el terreno, las comunicaciones sociales y los hechos diarios hacen ver claramente a los pueblos árabes que estas monarquías no son lo que intentaron aparentar por muchos años. Y las situaciones político militares y sus vertiginosas y variantes formas de desarrollo han obligado a que estas monarquías y gobiernos árabes se saquen las caretas y muestren sus verdaderas y oscuras caras.

Hoy los príncipes y oficiales saudíes viajan a Tel Aviv a mostrar lealtad y buscar alianzas contra los pueblos árabes e islámicos anti imperialistas o nacionalistas. Egipto mantiene un vergonzoso bloqueo contra sus hermanos palestinos. Jordania además de ayudar a los terroristas del Estado Islámico, ayuda en seguridad e información a la entidad sionista y firma con esa entidad un millonario contrato de abastecimiento de gas por 10.000 millones de dólares.

La entidad sionista dispone ya de una misión diplomática en los Emiratos Árabes. Y todos ellos, junto a sionistas y los principales países imperialistas, entrenan financian y arman a los peores terroristas jamás vistos, con el objeto de destruir a los países que ejercen independencia del poder imperial y conforman el Frente de la Resistencia, es decir Siria, Iraq, Irán, Hezbolla y las organizaciones de resistencia Palestina. Precisamente, uno de los objetivos de este plan es también tratar de evitar que la entidad sionista quede cara a cara con este Frente de la Resistencia, y lograr que los traidores árabes hagan, como ha sido siempre históricamente, el trabajo sucio de los sionistas. El reinicio del bloqueo a Irán y las agresiones a Siria y Hezbollah son parte de este proceso buscando debilitarlos frente al cuarteto de la traición.


Eretz Isarael. El término 'Plan Yinon' se refiere a un artículo publicado en febrero de 1982 en la revista hebrea Kivunim ("Direcciones") titulado "Una estrategia para Israel en la década de 1980". Kivunim era un periódico trimestral dedicado al estudio del judaísmo y el sionismo que apareció entre 1978 y 1987 y fue publicado por el Departamento de Información de la Organización Sionista Mundial en Jerusalén. El artículo fue escrito por Oded Yinon, supuestamente un ex asesor de Ariel Sharon, un ex alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí y periodista de The Jerusalem Post. Se cita como un ejemplo temprano de la caracterización de proyectos políticos en Medio Oriente en términos de una lógica de divisiones sectarias. Ha desempeñado un papel tanto en el análisis de resolución de conflictos por parte de académicos que lo consideran como influyente en la formulación de políticas adoptadas por la administración estadounidense bajo George W. Bush y también en teorías de conspiración según las cuales el artículo predijo o planeó acontecimientos políticos importantes en el Medio Oriente desde la década de 1980, incluida la invasión de Irak en 2003 y el derrocamiento de Saddam Hussein, la Guerra Civil siria y el surgimiento del Estado Islámico. Se ha afirmado que el artículo de Yinon fue adoptado por miembros del Instituto de Estrategias Sionistas en la administración estadounidense hasta que fue adoptado supuestamente como una manera de promover los intereses estadounidenses en el Medio Oriente, así como también de lograr el sueño judío de un estado "desde el arroyo de Egipto (Nilo) hasta el Eufrates", que abarca la mayoría del Medio Oriente, como está escrito en la Biblia hebrea. (fuente Yinon Plan. Traducción de la Wikipedia en inglés por el editor del blog).


El plan del Siglo yanqui-sionista-árabe no es, sin duda, un plan de paz para los palestinos, ni su objetivo primario es mejorar la situación socio económica de su población. Ese plan es una parte integrante de un proyecto mucho más ambicioso que, junto a la división de Siria como parte de la balcanización del Medio Oriente, está dirigido a llevar a vías de hecho en los días de hoy los objetivos del Plan Yinon. Ese proyecto, que ha sido bautizado como “Normalización”, lo que persigue es asegurar las condiciones para que la entidad sionista se convierta en un poder imperial regional en un contexto mundial en que para el imperialismo norteamericano controlar las aspiraciones geopolíticas de sus dos adversarios ideológicos y del sionismo, el enfrentamiento a Rusia y a China sigue constituyendo el principal reto externo de su política de seguridad.

Lo que ocurre es que ese camino pasa necesariamente por Palestina, un importante obstáculo a liquidar para que la entidad sionista pueda oficializar públicamente sus relaciones con las poderosas monarquías y países reaccionarios árabes sin riesgo de que éstos pierdan su equilibrio interno. Liquidar Palestina como causa de resistencia, como pueblo y como identidad, es precisamente el fin prioritario y ultimo del Plan del Siglo.

Entonces este Plan, podría decirse en otras palabras, es el esfuerzo que está haciendo un imperialismo que está perdiendo su papel hegemónico y se encuentra en plena decadencia, para forzar una situación que permita a la entidad sionista poder cumplir un siglo de vida o desaparecer. Si bien su desaparición no necesariamente tiene un significado negativo pues, con ella, sus habitantes podrían volver a su realidad. O sea, podrían volver a ser ciudadanos de donde nacieron y su religión dejaría de ser manipulada como base de un estado al servicio del imperialismo y las transnacionales.



Notas


* Los dos mapas agregados al artículo en referencia son insertados por el editor de este blog, así como la leyenda que acompaña.

14 enero 2018

Al Quds y la liquidación de la causa Palestina (1)




por Tito Andino U.


Primera parte

El fin de la causa palestina está en marcha

La decisión de Mr. Trump de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv hacia al Quds (Jerusalén) ha provocado gran conmoción en la nación palestina, pero no en todos los gobiernos árabes. Tal acto equivale a reconocer Jerusalén como la capital eterna del estado de Israel, creado en 1948, en detrimento de Palestina. Casi todas los pueblos árabes y los creyentes musulmanes han condenado tal declaración.


¿Qué se oculta tras la declaración del mandatario estadounidense?

Un gran sector de la opinión pública y analistas internacionales pasan por alto que la decisión tiene otra motivación. Esa medida es esencial para anunciar la alianza entre el estado de Israel y la Arabia de los Saud (oficialmente conocida como Arabia Saudí).

Tiene un propósito secreto: Hacer frente a la notable y fuerte influencia que está ejerciendo la República Islámica de Irán en la región, directamente y a través de Siria y el movimiento libanés Hezbolá.

Está previsto que para marzo del 2018 se celebre una cumbre en Riad, posiblemente alguna monarquía absolutista del Golfo se adhiera a esa reunión, allí se podría formalizar, mediante una declaración conjunta, la reconciliación histórica entre Arabia Saudí e Israel, que allanaría el camino para una posible ampliación de alianzas entre árabes e israelíes (en teoría).

Es evidente que una alianza saudí-israelí, defacto, ya viene operando desde hace mucho tiempo en detrimento de la unidad del mundo árabe y sus instituciones. Israel orquesta junto a sus socios de la OTAN las guerras internas en los países árabes y los saudíes lo financian.

Una probable consecuencia de la futura cumbre de Riad (marzo 2018) traerá graves secuelas a los palestinos: Si los socios quieren formalizar su relación tendrán que declarar que la causa Palestina representa un obstáculo en el camino de esa alianza. Deberán afirmar que Palestina y al Quds son instrumentos de chantaje utilizados políticamente por quienes se oponen a la paz. Una “paz” humillante como siempre ha propuesto Israel y a la que se oponen países como Siria, Irak, Irán, Argelia, Líbano y otros.

Es inevitable para los Estados Unidos y sus aliados árabes que, si quieren cristalizar esa alianza con Israel, el proyecto debe contemplar la LIQUIDACIÓN de la causa Palestina. El proceso ha sido largo, algunas naciones árabes han sido engañadas, como Egipto y Jordania. Solo recordemos el camino que siguieron algunos estados árabes desde los Acuerdos de “Camp David” de 1978 (acuerdo de paz israelí-egipcio bajo auspicio estadounidense) hasta el presente.

La pregunta debe ser, ¿por qué ahora los Estados Unidos tiene alto interés en establecer no solo una paz, sino intentar una alianza entre árabes e israelíes? Una supuesta alianza que marginará la causa Palestina. Cada etapa, desde “Camp David”, dejó secuelas de dolor, sangre y destrucción de los pueblos árabes, entre los que se incluye en primer término Palestina. 

Hay un referente central en todo esto, y es algo que en ocasiones me disgusta en lo personal, no tanto por los actores, sino por la ignorancia de la gente, de aquellos ridículos conspiranoicos que ven todo como obra de una gran conspiración judía. La única realidad es que en Próximo Oriente, Israel fue establecido para dividir a los árabes, la entidad sionista, calificativo muy difundido en la región, no es solo un país como cualquier otro, Israel es una prolongación ideológica, estratégica y política de los Estados Unidos, el Imperio Británico y Francia, aún más, de todo el mundo Occidental, en general. Las potencias europeas –el Imperialismo Occidental- ha velado por su existencia no por una imposición de una “mesa de sabios judíos que controlan el mundo” sino como su caballo de Troya en la región árabe para controlar los recursos energéticos y geoestratégicos (vías marítimas y terrestres).

Es cierto que el proyecto sionista está basado en la tradición que recoge la Torah, al crearse tal ente estatal se requiere que el territorio se mantenga íntegramente bajo exclusivo control israelí y no de fuerzas extrañas de control (como sería una fuerza de paz permanente en una Jerusalén con estatus de ciudad internacional y multiconfesional). 

La carrera por firmar acuerdos de “paz” entre árabes e israelíes está controlado totalmente por la diplomacia estadounidense, ya sucedió con Egipto y Jordania, ahora todo indica que se ha doblegado a la conservadora facción del wahabismo saudí -a pesar  que estos últimos han tenido excelentes lazos con Israel para desestabilizar el Próximo Oriente-.

El reino de los Saud encabeza, hoy por hoy, la iniciativa de la “paz” con Israel y la única forma de conseguir ese objetivo es minando la voluntad palestina. Los saudíes ansían y seguirán buscando una forma de forzar a la autoridad palestina para que acepte la anexión incondicional de Jerusalén Este a Israel que será proclamada capital “eterna” de Israel; pero eso no es todo, las condiciones israelíes tampoco prevén el surgimiento de un estado palestino independiente en Cisjordania y Gaza. Y, esto está en funcionamiento, la construcción de más viviendas y la creación de nuevos asentamientos de colonos judíos en Cisjordania es la evidencia.


Por sentado que aquello sepulta las aspiraciones del pueblo palestino y desagrada a las naciones árabes que no se alinean a la política estadounidense-israelí. Las predicciones políticas basadas en esa intencionalidad solo auguran un gran estallido de hostilidades regionales, preámbulo bélico que ya está en curso vía fundamentalismo islámico en países como Siria, Irak, Líbano, Yemen (opuestos a esos planes desde siempre junto a Irán, al que parece sumarse el siempre inestable presidente de Turquía, Erdogan).



El príncipe heredero del Reino de los Saud, Mohammed bin Salman, intentó intimidar a Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina. Se le exigía que aceptara que Jerusalén sea reconocida como capital de Israel.


También ha pasado por desapercibido un acto trascendental en búsqueda de esa alianza israelí-saudí. El príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salem propuso al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, que la ciudad de Abu Dis (o Abu Dees o Abu Deis) se convierta en la capital del estado palestino. Estratégicamente es ingeniosa la jugada… Abu Dis se encuentra dentro de la Gobernación de Jerusalén, en la región que fuera ocupada por Israel en Cisjordania (Palestina). A raíz de los “Acuerdos de Oslo” (1995), Abu Dis está bajo mandato administrativo de la Autoridad Palestina pero bajo control militar israelí (es conocida como la Zona “B”). Gran parte de las oficinas de la Autoridad Nacional Palestina, responsable de los asuntos de Jerusalén se encuentran en Abu Dis. 

Luego del encuentro entre el heredero saudí y Abbas, al parecer el palestino informó a los demás líderes palestinos sobre la imposibilidad de instaurar un estado palestino independiente; habría asegurado que a lo más se puede aspirar a conservar un autogobierno. 

El objetivo final de los Estados Unidos, aparte de apoyar a Israel en sus peticiones sobre Jerusalén y la alianza saudí-israelí, es obtener algo más grande, una alianza árabe – israelí en Próximo Oriente. En teoría esa alianza (que se la aprecia utópica por las circunstancias actuales y la polaridad de fuerzas regionales) debería integrar al mundo árabe en torno a Israel (no veo cómo Israel podría integrarse en la región árabe). El sueño norteamericano no termina ahí, esa supuesta alianza árabe – israelí sería el perfecto obstáculo contra la fuerte influencia de Irán en la región y sus deseos de llegar al este del Mar Mediterráneo, lo que significa paralizar la apertura de la nueva “Ruta de la Seda” que es auspiciada por China.

La ilusión tiene sus límites. El proyecto, de por sí, tiene inmensas dificultades de plasmarse en realidad, puede y de hecho es seguro que la primera etapa del plan se lleve a cabo, la alianza israelí-saudí (la firma sobre el papel, porque de hecho ya opera). Los cálculos políticos en esta nueva geo-estrategia estadounidense conducirá a mantener la región en constante guerra. Irán es, en grandes rasgos, quien deberá ser derrotado para seguir con tan alucinante proyecto (¿recuerdan la reciente fallida “primavera” iraní?). 

Para analistas internacionales la nueva estrategia de los Estados Unidos radica en contener a la emergente Eurasia, paralizar la “Ruta de la Seda” china, impedir que se consolide la expansión china en las rutas marítimas, porque ese sería el final del Imperio Británico y su socio estadounidense (estos últimos controlan mayoritariamente el tráfico marítimo mundial). Solamente estas razones pueden revelarnos los motivos de la eterna desestabilización política en Próximo Oriente, en el sur del Mar de la China Meridional, en el Golfo Pérsico, en el Mar Amarillo, en el Báltico, Ucrania, Pakistán, Myanmar, etc.

En conclusión, los Estados Unidos ven a China como su principal rival por el control de la soberanía mundial, no son los rusos, ni ningún otro. ¿Cómo parar a la China?, lo hemos dicho aquí, también en anteriores artículos; y, una de las formas para evitar una confrontación militar directa es suprimiendo los intereses e inversiones chinas en Medio Oriente, en África y en cualquier región del mundo. ¿Cómo lo están logrando?, con las guerras de Medio Oriente y África. Ahora la prioridad es establecer esas alianzas que hemos detallado en la presente ponencia. Solo esas nuevas alianzas podrían garantizar fidelidad de ciertos países árabes. 

No obstante, es probable que ese juego geo-estratégico no pueda culminar con éxito. Ni China, ni Rusia ni Irán, ni siquiera el pequeño y débil gobierno palestino se quedarán quietos ante los rediseños de la política regional proveniente de lejanas tierras (no todos en Norteamérica están de acuerdo con Trump, ahora hay divergencias con el señor Tillerson –secretario de Estado- por lo que se espera su renuncia).  (1) 

La consecuencia no puede ser otra que una nueva guerra con los mismos actores a la cual se incorporarán otros.



Segunda parte 


La pregunta del millón. ¿Palestina o Israel? 

¿Quién tiene más derecho?




Empezaré por el final. Parece lógico que una verdadera negociación y una mutua cesión, desistiendo irrealizables pretensiones, para los dos bandos, es la única solución al conflicto. No encuentro otro camino que retornar a la Resolución 181, de 29 de noviembre de 1947LOS DOS ESTADOS. Si alguien tiene otra salida realista, que no sea un nuevo genocidio judío o la continuación del actual genocidio palestino, que nos lo explique. 

No hay que llegar al extremismo de negar la historia. Palestina desde más de mil años antes de la era cristiana y posteriores dos siglos con el Imperio Romano fue innegablemente la tierra de los judíos. Muchos desquiciados, por desgracia, negarán que las legiones romanas expulsaron a los judíos de Palestina hace dos milenios por atreverse a sublevarse contra la ocupación, de allí nació la diáspora judía. (Roma devastó el Templo de Jerusalén y aplastó las revueltas judías del 66-73 de nuestra era y del 132-135 de nuestra era y expulsaron a los judíos de esas tierras). 

Esto no es fábula, no es invento, es parte de la historia (y muy documentada). Los pueblos que han ido asentándose en Palestina durante este largo periodo histórico tampoco conformaron una unidad sólida, sea por vínculos sanguíneos o de nacionalidad. Esas tierras han sido permanentemente ocupadas, saqueadas, las poblaciones han sido exterminadas o desplazadas, entremezcladas, otras culturas  y pueblos se han asentado en ese mismo lugar, pero una gran masa de judíos a lo largo de esos siglos, a pesar de todo, permanecieron allí. Las últimas ocupaciones o conquistas territoriales que se registran son las del Imperio Otomano que gobernó la región por 500 años hasta nuestra época contemporánea con el Mandato del Imperio Británico. Palestina nunca llegó a ser una nación independiente.  

A finales del siglo XIX nació el sionismo, movimiento político predominantemente judío que promovió el retorno a Palestina, y aquello no fue producto de una conspiración mundial judía. Ya casi nadie quiere recordar que una de las motivaciones (aparte de sus pretensiones históricas y religiosas) fueron las continuas persecuciones o progroms contra los judíos en Rusia y el centro de Europa, a más del bullado caso de fines del siglo XiX, el “Affaire Dreyfus” (El caso Dreyfus, sentencia judicial de espionaje y de corte antisemita). Los judíos iniciaron una lenta emigración hacia Palestina que era parte del dominio otomano, las estadísticas registradas demuestran que para 1881 vivían en Palestina alrededor de 20.000 judíos, el doble de cristianos y alrededor de medio millón de árabes. La emigración judía nunca llegó a igualarse con los habitantes árabes, pero ocurrió el fenómeno que los recién llegados compraban las tierras a los árabes. Está claro que el sionismo tenía como objetivo que los migrantes fueran comprando el territorio para luego forzar a los árabes abandonar esas tierras.

Ya muy tarde los árabes se percataron de las intenciones sionistas, hecho que originó el aparecimiento del nacionalismo árabe y la dura oposición a esas pretensiones, crear un hogar nacional (tierra prometida) en Palestina no sería cosa practicable por la presencia de la población árabe. Se barajaron otras soluciones, la búsqueda de otro lugar (como Argentina) fue descartada y se concluyó que para aglutinar a los judíos en Palestina no tendría otra opción, la creación de Israel solo era posible mediante la guerra o con la violencia armada en contra de los árabes y las potencias ocupantes

No es tanto que el Imperio Británico se decantara por la causa sionista en contra de los árabes, aquello fue surgiendo con el paso de los años y tras analizar las consecuencias, los británicos necesitaban el petróleo de los árabes y tenían necesidad de conservar las rutas comerciales; pero, a la vez, controlaban el poder del capital judío y los nacientes lobbies en el ámbito internacional, así que jugaron a los dos bandos… En 1947, las Naciones Unidas deciden por la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. El resto es ya historia conocida y ampliamente documentada.

 



Hay sectores en el mundo, palestinos incluidos, que quieren explicar la pérdida de sus tierras, desde una sola posición (nacida de la posguerra mundial), afirman que los europeos mataron a millones de judíos, pero, por qué los árabes tienen que pagar las consecuencias?; no se oponen que los judíos tengan su estado… lejos de Palestina, hay quienes sugieren en los Estados Unidos, por citar un caso. Es común que los ciudadanos árabes mantengan y divulguen su criterio a modo de ejemplos, uno que me ha llamado la atención es aquel que encontré hace muchos años en internet y lo cito:  

“Tú eres español. Imagínate que un día los árabes vamos a Andalucía y decimos que nosotros pasamos varios siglos allí y que ahora será nuestro otra vez. Los argumentos son de peso. Sin embargo, no es exacto. Hoy Andalucía forma parte de España y los árabes que vivieron aquí tuvieron un arraigo menor (Córdoba no era La Meca para los musulmanes; Jerusalén sí que lo es para los judíos) y siempre dispusieron de otro lugar en el que vivir según sus creencias. Además, Palestina siempre ha formado parte de imperios. Cuando los judíos empezaron a emigrar allí en masa ocuparon las tierras donde vivía un pueblo, no conquistaron una parte de un país”.

Volvamos a la realidad, Israel no ha dado muestras de indulgencia a la causa palestina, es cierto, pero también recordemos que hubo y hay quienes claman por la convivencia (fruto de ello fue asesinado Isaac Rabin, al ofrecer entregar territorios a cambio de la paz). 

Extremistas los hay en todas partes, así como los hay en el lado palestino y el mundo árabe. Pero, también tenemos a judíos y palestinos partidarios que la única solución es la mutua convivencia y lo aceptan. Muchos israelíes defienden a los palestinos, muchos judíos que viven en otros confines rechazan las políticas extremas del estado israelí; sin embargo, es casi difícil encontrar árabes que de forma abierta defiendan la posición israelí de vivir allí como un estado. Una gran comunidad árabe vive en Israel y Palestina (es decir, viven en dos estados, los árabes en Israel tienen nacionalidad y pasaporte israelí), no obstante, suele decirse que los judíos solo aspiran a vivir en un estado…

Los palestinos fueron traicionados por las potencias occidentales, se consintió que sus tierras fueran usurpadas, por ello no admiten la convivencia; pero, eso está cambiando, las posiciones van alterándose, la férrea oposición árabe anti israelí se está desmoronando desde hace un buen tiempo. La vieja oposición del mundo árabe de no permitir que los palestinos acepten una “paz deshonrosa” está sucumbiendo. Los mismos árabes van aceptando –por la razón que sea- el reconocimiento del estado de Israel, ya lo hicieron Egipto y Jordania; y, como lo hemos visto, al inicio de esta ponencia, las consecuencias de una posible alianza de Arabia Saudí con Israel son visibles. 

En estos días, la causa Palestina va perdiendo la partida y hubiese colapsado hace rato si no fuera por el incondicional apoyo de Siria y de Irán, el sacrificio sirio no puede ser comprendido por muchos, no han asimilado el hecho que Siria ha sido atacada y destruida, precisamente, por defender la causa palestina, por oponerse a Israel.


                     Una perspectiva de Jerusalén Este


¿Quién tiene más derecho sobre esas tierras?, ¿israelíes o palestinos?, seguirá siendo una pregunta difícil de responder con objetividad.  Como hemos dicho, los más psicóticos siguen clamado por su eliminación, que se finiquite la tarea emprendida por Hitler dicen; otros gritan que los judíos sean recibidos en los Estados Unidos donde hay suficiente territorio para crear un estado judío o en cualquier parte del mundo (menos en su país). Por el otro lado, con diferentes ideas, se  plantea que los palestinos sean expulsados hacia el Reino Hachemita (Jordania) o, a Siria, Irak o a cualquier estado que los quiera recibir; o, simplemente asimilarlos en el mundo árabe. 

Ensayando una conclusión sobre este punto. 

No quiero que se perciba alguna contradicción, porque no la hay, en lo que vengo analizando, solo intento ser objetivo y considero relevante ver los dos lados de la moneda. No soy anti nada. Ni estoy a favor del estado de Israel (entidad sionista como suelen calificarlo en Próximo Oriente) ni estoy en contra de los palestinos. No creo en conspiraciones sionistas divulgadas mayoritariamente, en el presente, por corrientes de la extrema derecha occidental muy ligadas a experiencias totalitaristas del pasado. Tampoco me permito descerebrarme con el fundamentalismo islámico que dice –aunque es falso-  desvelarse por la causa palestina, clamando por la destrucción de Israel (los extremistas islámicos hace mucho tiempo que están infiltrados por los servicios secretos occidentales y son ellos los que llevan la guerra sucia para dividir la causa árabe).

Creo en el orden legal, aunque imperfecto. Es la única alternativa viable, juzgo que el establecimiento de los dos estados tal como está contemplado en la Resolución 181, de 29 de noviembre de 1947, de la Asamblea General de las Naciones Unidas, resolverá el conflicto árabe-israelí. Palestina, bajo administración británica, conoció el plan que propone dividir la parte occidental en dos Estados, uno judío y otro árabe-palestino; que Jerusalén y Belén, permanecerían bajo control internacional (como sabemos, Belén es en la actualidad regida totalmente por la Autoridad Palestina y Jerusalén seguirá siendo la piedra en el zapato). 




Los británicos se negaron cumplir la resolución, pero los países árabes también expresaron su negativa. La consecuencia inmediata fue la guerra civil en el territorio del Mandato, la declaración de independencia de Israel del 14 de mayo 1948 y la consecuente guerra árabe-israelí, la posterior guerra de los seis días, la guerra del Yom Kipur, etc. La crisis se mantiene imperturbable. 

Creo en la Resolución 194, de 11 de diciembre de 1948, de las Naciones Unidas, consecuencia de la expulsión forzada de centenares de miles de árabes por los israelíes

"hay lugar para permitir a los refugiados que lo deseen, regresar a sus hogares lo más pronto posible y vivir en paz con sus vecinos, y que se deben pagar indemnizaciones a título de compensación por los bienes de aquellos que decidan no regresar a sus hogares y por todos los bienes que hayan sido perdidos o dañado, en virtud de los principios del derecho internacional o en equidad, esta pérdida o este daño debe ser reparado por los gobiernos o autoridades responsables”.

Creo en la Resolución de las Naciones Unidas, de 22 de noviembre de 1967, (luego de la Guerra de los Seis Días).

“La instauración de una paz justa y perdurable en Oriente Medio… la retirada del ejército israelí de territorios ocupados durante el conflicto… respeto y reconocimiento de la soberanía y la integridad territorial y la independencia política de cada Estado de la región, y su derecho a vivir en paz en el interior de fronteras reconocidas y seguras, al abrigo de amenazas y actos de fuerza”.

Israel ha ignorado aquellas resoluciones y hace todo en contrario, no porque sean los dueños del mundo, sino porque cumplen el cometido geo-estratégico de las potencias occidentales. 

Israel ha humillado, ha expulsado y ha matado al pueblo palestino. Es la época de la Nakba o Catástrofe, el inicio del genocidio palestino. Las resoluciones de las Naciones Unidas han sido los únicos intentos válidos de garantía para el mantenimiento de una relativa paz. Paz?, se preguntarán, Israel no cederá, tampoco los palestinos abandonaran su causa, aunque otras naciones árabes le den la espalda o como otros países árabes que optarán por la paz separada con Israel (Egipto, Jordania) bajo influencia de los Estados Unidos. 

Que soy muy idealista me criticarán, tienen razón, no podrá haber paz cuando la guerra, la venta de armas y la táctica de despoblación mundial por ese medio siga siendo el mejor negocio del mundo. 

Graham Greene solía decir: “El escritor debe estar listo para cambiar de bando en cualquier momento. Su misión es defender a las víctimas y las víctimas cambian”

Es precisamente lo que está pasando con el estado de Israel, descendiente de las víctimas europeas del genocidio, hoy revierte la historia, las medidas políticas y represivas que ejercen las autoridades israelíes en contra de la población palestina no puede ser justificada, ni como defensa de una causa… 

La historia no termina de enseñarnos.



Tercera parte

¿Existe un plan “B” de Israel en caso que fracase la declaración de Jerusalén como capital de Israel?



         Una vista aérea de una zona de la Patagonia chilena


¿Es el “Plan Andinia” un nuevo recurso del sionismo para apoderarse de la Patagonia argentina y chilena?; ¿es otra teoría conspiranoica?; o, ¿es una nueva estrategia para explotar los recursos naturales de la Patagonia? 

Se conoce desde hace décadas sobre la aparición de un plan judío para colonizar la Patagonia argentina-chilena valiéndose de personas y empresas a las que suele ligarse como parte del “sionismo internacional”. Muchos investigadores en el mundo lo han denunciado, en Latinoamérica y, en especial, en Argentina y Chile existen verdaderos críticos sobre el tema, quizá el más conocido es Adrián Salbuchi.

¿Conspiración judía o típica teoría conspiranoica que abunda por internet?. Hay que saber leer con cautela la incesante información, lamentablemente hay mucho fraude en el ciberespacio, pero en sí, a rasgos generales el proyecto existe, es real y es tan viejo como muchas aspiraciones judías que han sido abandonadas o rechazadas por irrealizables.

Hay una gran verdad en eso de la Patagonía, miles de hectáreas han sido compradas por personajes y empresas internacionales. Conocidos actores de los Estados Unidos, como Richard Gere y Matt Damon, millonarios como Ted Turner, Benetton, Douglas Tompkins y de otras nacionalidades, como el británico Joe Lewis, etc., la lista de personajes es larga, han comprado tierras. Para esas adquisiciones se aprovechan de varios factores: frágiles leyes, facilidad de corromper autoridades y, sobre todo, el bajo precio de la tierra.

Es indiscutible que la mayor parte de estas personas no son judías, sin dejar de anotar que millonarios judíos constan en la lista de adquirentes. Generalmente, mejor dicho, popularmente, suele asociarse a toda persona que se precie de ser millonario o cercano a los círculos del poder en Estados Unidos o de la Gran Bretaña como sionistas o pro sionistas, es decir partidarios del estado de Israel y sus políticas, entidad a la que, presuntamente, brindan su apoyo incondicional por alguna razón que no se menciona y a través de los poderosos lobbies sionistas en los Estados Unidos.

Respecto a la Patagonia es una tierra muy poco colonizada, a la vez, muy rica en recursos naturales y con grandes reservas de agua dulce del planeta, suele omitirse que entraña enorme dificultad para presuntos y masivos asentamientos humanos en las regiones australes debido a las inclemencias climáticas y obstáculos geográficos.

En las últimas décadas existe presencia de empresas mineras (la mayoría canadienses), se aprecia una explotación irracional de los recursos naturales de Argentina, bajo consentimiento oficial se han construido aeropuertos de gran calado. En cuanto a la emigración, hasta el momento no se ha constatado una reciente y agresiva inmigración judía, sigue siendo igual a la italiana, a la española y de otros estados europeos que han ido asentándose en el sur argentino y chileno desde hace mucho tiempo.

Un interesante informe (2) indica que no existe oposición a que empresas o personas extranjeras adquieran tierras, el problema radica cuando los límites son sobrepasados, un marco legal regulador que restringa esas ventas es casi inexistente, es decir, Argentina y Chile carecen (o carecían) de leyes que protejan sus intereses nacionales y se ha entregado alrededor del 10% del territorio nacional a extranjeros, a cambio de nada.

Los forasteros no solo compran las tierras para edificar una casa vacacional o producir alimentos, también hay quienes tienen objetivos estratégicos, se señalan casos de adquisiciones financiadas por organismos internacionales o países con interés en los recursos naturales.

Ahora bien, nos preocupa saber si esa masiva compra de tierras es realmente parte de una conspiración sionista. Tanto en Chile como Argentina ya existe una honda inquietud por el tema. Uno de los hechos que más llama la atención de las autoridades es la presencia en la Patagonia por motivos “vacacionales” de miles de soldados israelíes (otras fuentes afirman se trata de reclutas licenciados del servicio militar obligatorio) en las propiedades del millonario británico Joe Lewis (judío), con propiedades en Argentina y Chile (tierras que son más grandes que todo el estado de Israel). Lewis al igual que su amigo George Soros se dedica a la especulación financiera. Según describe la Red Voltaire, “esas tierras se hallan en el extremo sur del continente, en la Tierra del Fuego. Incluso rodean el Lago Escondido, impidiendo el acceso al lago a pesar de una decisión de la justicia argentina”. (son propiedad privada).


La pista privada en las tierras de Joe Lewis


Tampoco es secreto que Lewis ha construido en la región un gran aeropuerto privado, con capacidad de recibir aviones de transporte civiles como militares, “desde el fin de la guerra de las Malvinas, el ejército de Israel organiza para sus soldados «campamentos de vacaciones» en la Patagonia. Cada año, entre 8.000 y 10.000 soldados israelíes pasan dos semanas de “vacaciones” en las tierras del multimillonario Joe Lewis”.

El mito del “Plan Andinia” parece no serlo, el propio ejército argentino señala que ya para la década de los 70 del siglo pasado, existían 25.000 alojamientos construidos pero vacíos, una publicación tan seria como Red Voltaire afirma que ahora se habrían incrementado muchas más. Lo curioso, a decir de la referida fuente, es que no puede verificarse in situ, porque las edificaciones se encuentran en tierras privadas y el uso de la tecnología como “Google Earth” neutraliza las imágenes satelitales de esa zona, procediendo así exactamente como lo hace con las instalaciones militares de la OTAN.

En Chile se afirma que el gobierno ha cedido a Israel parte de una base militar en la Patagonia (no se especifica el lugar exacto), en el sitio se habrían construido túneles que facilitarían la vida ante los rigores del durísimo clima polar (eso hace sospechar que se trataría de alguna base en la Tierra de Fuego).

Sin embargo, todo esto es tan inquietante como discordante.

Existe un asombroso hecho que ha dejado pasmado a los amantes de la conspiración. El suceso es un ejemplo de que no todos los que adquieren tierras en la Patagonia son “agentes sionistas” o que trabajan para ejecutar el “Plan Andinia”, veamos el siguiente caso.

La historia real es muy reciente, enero del 2016, el fallecido multimillonario estadounidense Douglas Tompkins había prometido la donación de 407.625 hectáreas de tierra al gobierno de Chile para la creación de áreas protegidas (Tompkins fue un activo ecologista y adquirió enormes extensiones de tierra para preservarla no solo en Chile, también en la Argentina. Los Tompkins ya habían donado anteriormente el Parque Pumalín al gobierno, creado por ellos).


     Douglas Tompkins en la Patagonia


La viuda del señor Tompkins, Kristine McDivitt y la presidenta de Chile, Michelle Bachelet firmaron el acta de entrega de esa inmensa cantidad de tierra con la estipulación expresa que constituirán una futura Red de Parques Nacionales de la Patagonia, a la que el gobierno chileno sumó 949.000 hectáreas de tierra. Según expertos, constituye la mayor donación privada de tierras de la historia. (se crearán tres parques nacionales: Pumalín, Melimoyu y Patagonia, según la Presidencia de Chile, y se ampliarán otros tres parques existentes: Hornopirén, Corcovado e Isla Magdalena, todos integrarán los 17 parques de la Red de Parques Nacionales de la Patagonia). El objetivo es proteger 4.5 millones de hectáreas de biodiversidad, según la ex mandataria chilena, Michelle Bachelet.

Como en todo teoría conspirativa, los chilenos calificaban a Tompkins como el “gringo” que se apoderó de los recursos naturales de la Patagonia chilena y argentina, incluso temían que llegaran a poseer tierras desde la costa hasta la frontera argentina, dividiendo el país en dos. Tompkins, a más de sus gestos filantrópicos fue un creyente ecologista, vivió las últimas décadas en la Patagonia chilena, para salvar el “paraíso” afirmaba, y allí falleció en 2015 en un accidente de kayak.

Quizá no sea el único caso, los Tompkins cumplieron su promesa cuando llegaron a Chile: comprar las tierras para su preservación y devolverlas en otro momento para su uso público. (3)


               Parque Nacional Pumalín en la Patagonia chilena.


Bien hasta aquí esta impresionante historia, pero volvamos a la actualidad.

La hipótesis de que el “Plan Andinia” o algo parecido a aquello, se encuentra en ejecución tiene un buen porcentaje de credibilidad. El intrigante caso continuará, quien sabe por cuánto tiempo más. Este tipo de información no se maneja de forma pública, solo a través de medios serios podemos apreciar que algo se maneja tras bastidores.

Nadie –excepto los israelíes y, lógicamente sus mecenas internacionales en los Estados Unidos y la Gran Bretaña- conocen los pormenores; y, al decir del experto Thierry Meyssan:

”por el momento, es imposible determinar si Israel está implicado en un programa de explotación del continente antártico o si está construyendo una base para el repliegue en caso de derrota en Palestina”.

Esta última cita es la clave de todo este enigma.

¿Qué pasaría si el estado conocido como Israel sucumbe?; o, ¿si a pesar de todo el apoyo de las grandes potencias occidentales (por el momento solo Estados Unidos) se declara fallida la declaración de Jerusalén como capital eterna de Israel?. En esta segunda hipótesis, Israel va a permanecer donde está y Jerusalén seguirá siendo la piedra de la discordia, el punto de inflexión entre las concesiones de uno y otro bando (Israel-Palestina), Jerusalén siempre fue el gran obstáculo para que los dos estados pudieran existir y convivir, a su manera.

¿Será entonces el “Plan Andinia” el Plan “B” de Israel?.

Ya se barajó en el pasado la posibilidad de establecer Israel no solo en Argentina, Uganda también fue una opción, los nazis ofrecieron Marruecos aprovechando la ocupación de Francia y otros sitios. Por supuesto que los judíos rechazaron las ofertas, para ellos solo es posible su “tierra prometida” en Palestina. Argentina desde fines del siglo XIX y en el siglo XX se ha convertido, como otros lugares del mundo, en tierra de asilo de los judíos que huían de los pogromos en Europa.

El artículo de Thierry Meyssan es de lo más clarificador para explicar parte de esta historia, no podría entenderse la totalidad de la presente ponencia sin su lectura. Allí se explica las consecuencias de la Guerra de las Malvinas como punto de acceso a las riquezas del continente antártico, una de las cuales, prácticamente, obliga a Argentina entregar el control del espacio aéreo en el sur del territorio en beneficio británico.

Esas imposiciones tendrían un colofón: el Reino Unido e Israel estarían empeñados en llevar a cabo un nuevo proyecto en la Patagonia, que no puede ser otra cosa que la explotación del continente antártico, concluye Meyssan. (4)


Argentina sigue siendo el país que más instalaciones científicas permanentes mantiene en la Antártida. Lo sigue Chile. 55 países del mundo han mantenido interés en la Antártida para llevar a cabo investigaciones científicas, de ellos, 29 estados tienen una presencia permanente. Desde 1959, el Tratado Antártico garantiza al continente como zona de paz (no está permitido armamento ni ningún tipo de actividad militar); consagrado, exclusivamente, a la investigación de proyectos científicos.



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Una anterior entrega sobre el tema puede ser consultado en este blog:


NOTAS:


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