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03 abril 2024

Yugoslavia: Infamia y tragedia en tres actos

 

Graffiti en Belgrado dice: "Never in Nato"


Parte I

Visión general

por Tito Andino


No, la agresión y bombardeo de la OTAN contra la República Federal de Yugoslavia (Serbia y Montenegro) en 1999 NO estaba justificada. La justificación se basa en la legitimidad, y la legitimidad es la unión de la legalidad y la moralidad. La legalidad estaba del lado de los serbios. Kosovo es una provincia de Serbia, Yugoslavia era su país, siendo Serbia el Estado sucesor de Yugoslavia. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no dio luz verde a la OTAN para bombardear a los serbios en 1999La OTAN violó el derecho internacional al atacar a la República Federal de Yugoslavia, como ya lo hizo antes al ayudar a los terroristas a desestabilizar Kosovo de muchas maneras desde 1998. La moralidad también estaba del lado de los serbios. Los albaneses, según su propia admisión, desencadenaron la Guerra de Kosovo, y según la propia admisión del terrorista convicto del ELK alemán Roland Bartetzko, jugaron a la guerrilla no para ganar, sino para provocar represalias por su cuenta, hacer una publicidad de ello y atraer a los extranjeros para ganar la guerra que empezaron.

Cartel y texto tomado de QuoraWas the NATO bombing of Serbia justified?


Hace un cuarto de siglo, el 24 de marzo de 1999, Estados Unidos / OTAN durante 78 días seguidos lanzaron ataques aéreos contra Yugoslavia, 20.000 toneladas de bombas mataron a miles de inocentes ciudadanos, tras una "intervención humanitaria" para detener la preocupante violencia o supuesta "crisis humanitaria de los albaneses en Kosovo"... al menos eso nos dijeron y que pidieron que creyéramos ciegamente. 

Para nadie debería ser novedad conocer quienes y cómo planearon la desintegración de Yugoslavia, la operación militar culminó con su provocada disolución como estado federal tras casi una década de conflictos internos. La OTAN mató más civiles que soldados devastando la infraestructura civil de Serbia.

El estilo de guerra aérea estadounidense es ya un clásico desde la segunda guerra mundial que se repite en Corea, Vietnam, Irak, Yugoslavia y en menor proporción en otras naciones: El bombardeo indiscriminado sin diferenciar objetivos militares y áreas civiles. Nada justifica atacar ciudades serbias durante más de dos meses consecutivos, arrojando no solo misiles de crucero, bombas explosivas, proyectiles con uranio empobrecido, además de miles de toneladas de productos químicos altamente tóxicos y cancerígenos sobre el agua, aire y tierra que mató no solo a miles de serbios, sino también a albaneses, romaníes, entre otros.

 

       Foto archivo 
 

El General Wesley Clark (EEUU) era el comandante de la OTAN, no tuvo vergüenza en afirmar públicamente que el objetivo de la guerra aérea era "demoler, destruir, devastar, degradar y, en última instancia, eliminar la infraestructura esencial" de Yugoslavia, es decir, bombardeo aéreo para destruir presas, puentes, ciudades, centrales eléctricas, industrias, todas las torres de televisión y telecomunicaciones, áreas residenciales, hospitales, escuelas, iglesias, monumentos históricos y arquitectónicos (cerca de 40.000 viviendas fueron completamente destruidas o dañadas), colapsando los medios de subsistencia y el capital productivo de toda la nación. La OTAN cumplió su misión, obligó a Yugoslavia a una rendición incondicional para controlar su futura economía ya que el daño causado a la infraestructura provocó la contracción de la economía, una caída del PIB cercana al 50% que dejó a Yugoslavia como uno de los países más pobres de Europa. 


      Serbia bajo ataque, 1999

Otra consecuencia, Kosovo separado a la fuerza de Serbia con ayuda de la OTAN resultó ser un engendro no reconocido por muchos estados, desde antes de su "independencia" era un territorio de libre tránsito para el narcotráfico internacional a través de su ejército de "liberación" comandado por el terrorista y traficante de drogas Hashim Thaci a quien los EEUU/OTAN lo bendijeron como el "faro de la libertad", primer ministro y luego presidente del nuevo "estado kosovar" y actualmente criminal de guerra convicto en La Haya. Kosovo también es una zona de reclutamiento para grupos yihadistas y de división étnica en los Balcanes.  (VER: De "faro de la libertad" a reo genocida, Tashim Thaci y el ELK)

En retrospectiva, ya no suele recordarse otro clásico fraude de los USA/OTAN, la participación búlgara (Servicio Nacional de Inteligencia de Bulgaria) "alertando" al BDN (Servicio Federal de Inteligencia de Alemania) sobre un supuesto plan secreto del yugoslavo para expulsar a toda la población albanesa de Kosovo para abril de 1999; y, por arte de magia, a petición alemana inmediatamente se ordenó una intervención militar en Yugoslavia por las fuerzas de la OTAN, "Operación Fuerza Aliada", es decir, un descomunal bombardeo sobre Yugoslavia desde el 24 de marzo de 1999, la orden fue emitida por el Secretario General de la OTAN, Javier Solana, al comandante de las tropas de la OTAN en Europa, General Wesley Clark.

Aclarando que fuerzas de la OTAN estaban ya presentes en Kosovo como garantes del cese del fuego en la región con 30.000 efectivos desplegados y que tenían derecho de paso sin trabas en territorio yugoslavo, a más de inmunidad de la OTAN ante la legislación yugoslava. Por lo mismo, la OTAN era consciente de las reales posiciones del ejército yugoslavo en Kosovo, resultando ser una humillación al sentido común afirmar, como pretexto para el bombardeo aéreo, que la "información confirmada" provenía de los servicios de inteligencia de Bulgaria y que los soldados serbios estaban masacrado a mujeres y niños en Račak (Kosovo). No podemos dejar de mencionar que ese pretexto para atacar Yugoslavia tuvo que ser excluido del acta de acusación en el Tribunal de La Haya ("masacre en Račak") contra Slobodan Milosevic, sencillamente no existía evidencias. (VER: El Tribunal Penal Internacional de La Haya declaró INOCENTE a Slobodan Milosevic)


Hombres serbios sostienen un cartel con fotografías de las víctimas de la campaña aérea de la OTAN de 1999 contra Serbia y Montenegro en la ciudad de Nis. Foto AFP

La  misión -según la OTAN- no sería mayor a dos o tres días para "poner fin al genocidio de la población albanesa de Kosovo" atacando las instalaciones militares yugoslavas al sur del paralelo 44. Supuestamente, "si los líderes del país continúan resistiendo, entonces los ataques contra objetivos al sur del paralelo 44 se ampliarían y durarían hasta una semana. Si Belgrado todavía se negaba a hacer concesiones, entonces todo el país sería el objetivo, incluida la capital". La REALIDAD nos demuestra que toda Yugoslavia, incluidos Belgrado, Novi Sad, Podgorica, Pristina, Kragujevac, Pančevo, Niš y otras fueron sometidas a los ataques aéreos y misiles de crucero Tomahawk.

No fueron los dos o tres días señalados para contener las críticas, los ataques aéreos continuaron durante dos meses y medio.

El 4 de junio de 1999, el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic aceptó un acuerdo de paz. El 12 de junio, las fuerzas de la OTAN entraron en Kosovo desde Macedonia. El 20 de junio, el 52º Cuerpo de Pristina del Ejército Yugoslavo tuvo que retirarse de Kosovo.


Parte II

Bombardeo de la OTAN sobre Serbia: Tragedia en tres actos

 

Monumento a los niños muertos durante el bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia en 1999, Belgrado, Serbia
 

por Scott Ritter

24 marzo 2022 

Scott Ritter, ex oficial de Inteligencia del Cuerpo de Marines de EEUU, autor de 'SCORPION KING: America's Suicidal Embrace of Nuclear Weapons from FDR to Trump'. Delegado en la URSS como inspector del Tratado INF, fue parte del personal del general Schwarzkopf en la Guerra del Golfo, y de 1991 a 1998 trabajó como Inspector Jefe de armas de la ONU en Irak. Scott Ritter es hoy analista internacional sobre seguridad, asuntos militares de Oriente Medio y Rusia. 


Es una parodia de la justicia internacional que el bombardeo de 1999 siga sin ser reconocido por los perpetradores y se mantenga impune.


El edificio de Radio Televisión de Serbia (Belgrado) destruido por los bombardeos de la OTAN en 1999, © Pierre Crom / Getty Images


Hace veinticuatro años la OTAN bombardeó Serbia. Este acto fue la ronda de apertura de lo que se convertiría en una guerra ilegal de agresión de 78 días, cuyas repercusiones persiguen al mundo hasta el día de hoy.


Primer acto: El encuentro 

Fue un encuentro casual: dos hombres que se habían cruzado en Irak dos años atrás, ahora se encuentran en un tramo de carretera que conecta Kosovo con Macedonia. La fecha era el 20 de marzo de 1999. Los supervisores asignados a la Misión de Verificación de Kosovo de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) estaban en proceso de ser retirados de sus zonas de responsabilidad asignadas en la ciudad de Ohrid, Macedonia, debido al fracaso de las conversaciones diplomáticas con Serbia sobre la evolución de la situación en la provincia autónoma serbia de Kosovo, donde los separatistas albaneses estaban involucrados en una guerra cuasi civil con las autoridades serbias.

El contingente británico de la KVM fue detenido en la frontera entre Kosovo y Macedonia, a la espera de la autorización final para cruzar la frontera. Entre los observadores británicos se encontraba un ex oficial de la Marina Real que había servido previamente con la Comisión Especial de las Naciones Unidas (UNSCOM) en Irak, ayudando a supervisar el desmantelamiento de los programas iraquíes de armas de destrucción masiva. Nota del editor: Las armas de destrucción masiva de Irak fue un fraude inventado por la OTAN y la diplomacia occidental, pretexto para la invasión) Mientras él y sus compañeros observadores esperaban, observó cómo otros vehículos conducidos por miembros del contingente de observadores estadounidenses conducían en la dirección opuesta: hacia Kosovo. Al volante de uno de estos vehículos había una cara familiar, un hombre conocido como 'Kurtz'.

Kurtz era un hombre de tremenda experiencia que fue traído a la UNSCOM a mediados de 1997 con el propósito de proporcionar planificación operativa y liderazgo. 'Kurtz', por supuesto, no era su nombre real, sino más bien un apodo derivado del hecho de que con su cabeza afeitada, bigote de morsa y cara curtida, parecía una combinación del coronel Kilgore de Robert Duvall y el coronel Kurtz de Marlon Brando en la película 'Apocalypse Now'. Kurtz fue elegido para este trabajo en parte debido a sus antecedentes, que estaban incrustados en el mundo de las operaciones especiales encubiertas.

Su tarea más reciente antes de incorporarse a la UNSCOM fue preparar a los diplomáticos para E&E - escape y evasión - de situaciones hostiles. Habida cuenta de lo delicado de algunas de las operaciones de la UNSCOM que tenían lugar en Iraq en ese momento, se pensó que esa capacitación podría ser ideal para las situaciones en que pudieran encontrarse los inspectores.

Pero los antecedentes de Kurtz habían sido su perdición. Era, por así decirlo, demasiado "gris", o encubierto, por su propio bien. A pesar de que estaba desempeñándose maravillosamente en Irak, sus jefes en Washington comenzaron a entrar en pánico cuando la situación en Bagdad comenzó a deteriorarse en octubre de 1997. Se tomó la decisión de sacar a Kurtz de Irak. Era una amarga ironía: el único hombre que estaba mejor equipado para hacer frente a una situación de rehenes, para mantener vivo y sano no solo a sí mismo sino a otro personal menos entrenado, estaba siendo retirado apresuradamente por temor a ser tomado como rehén.


Yugoslavos se protegen mientras su país en una guerra civil es atacado por los Estados Unidos y la UE

Una vez que Kurtz fue asignado a la UNSCOM, técnicamente era propiedad de la ONU durante la duración de la asignación, y Estados Unidos no podía simplemente chasquear los dedos y traerlo a casa. Pero lo hicieron, con el embajador de Estados Unidos, Bill Richardson, convocando al diplomático australiano que encabezó la UNSCOM, Richard Butler, a la Misión de Estados Unidos en Nueva York para una reunión. "Uno de los miembros del personal que se le proporcionó (Kurtz)", dijo Richardson, "está demasiado expuesto por la situación actual, y creemos que sería mejor para todos nosotros si fuera retirado en este momento".

Supervisé el equipo en Irak al que Kurtz y el oficial británico fueron asignados. Butler me llamó a su oficina después de su reunión con Richardson. "Al hombre de la CIA", me dijo, "los estadounidenses lo quieren fuera". Ahora, cuando la Misión de Observación de Kosovo partía de Kosovo, Kurtz estaba de vuelta en acción. Los estadounidenses, al parecer, querían a este hombre con la impresionante habilidad de operaciones encubiertas de nuevo.

El papel desempeñado por la CIA en el KVM de la OSCE es bastante controvertido: en un momento en que Estados Unidos y la OTAN acusaban al gobierno serbio de cometer atrocidades, la CIA estaba utilizando la cobertura proporcionada por la misión de observadores de la OSCE para coordinar con los combatientes del Ejército de Liberación de Kosovo que estaban involucrados en una guerra de guerrillas con el ejército serbio. Las operaciones serbias en respuesta a los ataques del ELK dirigidos por la CIA estaban siendo caracterizadas por Occidente como "genocidio", y utilizadas para justificar un bombardeo aéreo planeado por la OTAN de Serbia.

Estos hechos, sin embargo, iban en contra de la narrativa de una campaña de limpieza étnica iniciada por los serbios que los EE.UU y la OTAN estaban tejiendo. Los observadores británicos de la OSCE eran muy conscientes de la compleja realidad de lo que estaba ocurriendo dentro de Kosovo, donde las legitimas operaciones militares serbias contra las fuerzas del ELK estaban siendo descritas como "masacres de civiles inocentes" por los medios de comunicación occidentales. La verdad, sin embargo, era a menudo inconveniente, por lo que en ese momento, el 20 de marzo de 1999, el contingente de observadores británicos se encontró saliendo de Kosovo al mismo tiempo que Kurtz y sus compañeros oficiales de la CIA estaban entrando.


Segundo acto: La llamada telefónica 


Las protestas contra la campaña de bombardeos de la OTAN tuvieron lugar en todo el mundo, incluida esta manifestación en Boston.

24 de marzo de 1999, 9:20 am. En la Sala de Situación de la Casa Blanca, un asistente hace una llamada telefónica al Kremlin, donde el presidente ruso Boris Yeltsin está esperando. La llamada se realiza y el asistente le entrega el teléfono a Bill Clinton, el 42º presidente de los Estados Unidos. La conversación comenzó con una notificación sombría: los líderes de la OTAN, incluido él mismo, dijo Clinton, "han decidido que tenemos que lanzar ataques aéreos contra objetivos militares en Serbia pronto".

El problema, señaló Clinton, era el líder serbio, Slobodan Milosevic. "Ha desplazado a 30.000 personas más desde el viernes pasado". "Está matando a personas inocentes. Tenemos informes de ejecuciones sumarias". No se habló del papel desempeñado por Kurtz y sus compañeros agentes de la CIA en la creación de las condiciones para tales acciones. Clinton continuó. "Él (Milosevic) básicamente le ha dicho a los negociadores rusos, de la UE y estadounidenses que no le importa lo que ninguno de nosotros piense".

Clinton se estaba poniendo nervioso por las consecuencias que había desencadenado al desatar a la CIA en Kosovo. "Dios mío, ellos (los europeos) tienen pesadillas de que (los serbios) repetirán Bosnia y toda la inestabilidad y todos los problemas, y se extenderá de Kosovo a Macedonia a Albania y engullirá todo su flanco sur. Están muy, muy preocupados por eso. Tienen razón en preocuparse por eso".

Una vez más, no se dijo el hecho de que el mismo escenario que estaba dando pesadillas a los europeos había sido cuidadosamente elaborado por la CIA, bajo la dirección de Bill Clinton.

Yeltsin no estaba comprando nada de eso. "Es fácil lanzar bombas", dijo, descartando la caracterización de Clinton del problema y la solución ofrecida. "Es intolerable debido a los cientos de miles de personas que sufrirán y morirán". 

Las consecuencias de cualquier ataque de la OTAN, advirtió Yeltsin a Clinton, eran nefastas: 


"En nombre de nuestro futuro, en nombre de usted y de mí, en nombre del futuro de nuestros países, en nombre de la seguridad en Europa, les pido que renuncien a ese ataque, y sugiero que nos reunamos en algún lugar y desarrollemos una línea táctica de lucha contra Milosevic, contra él personalmente. Somos más sabios, tenemos más experiencia y podemos encontrar una solución. Eso debe hacerse por el bien de nuestra relación. Eso debería hacerse por el bien de la paz en Europa".


Las súplicas del líder ruso cayeron en oídos sordos. "Bueno, Boris", respondió Clinton:


"Quiero trabajar con ustedes para intentar poner fin a esto, pero no creo que haya ninguna manera de suspender la primera ronda de ataques porque Milosevic continúa desplazando a miles de personas todos los días... No quiero que esto sea una gran fuente de una división entre Rusia y Europa y Rusia y los Estados Unidos. Hemos trabajado demasiado. Hay demasiadas cosas económicas y políticas para hacer juntos, y lo lamento más de lo que puedo decir".


El presidente estadounidense estaba mintiendo abiertamente a su homólogo ruso: los acontecimientos en Kosovo se estaban desarrollando siguiendo las líneas de un plan de juego cuidadosamente escrito que había estado en marcha durante algún tiempo. La guerra era inevitable porque Estados Unidos, a través de la CIA, había dado forma a la narrativa para que así fuera. Peor aún, el presidente de los Estados Unidos estaba dispuesto a sacrificar las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia en la búsqueda de este objetivo de la OTAN. Este hecho fue llevado a casa por Yeltsin en sus comentarios finales.


"Su gente", se lamentó Yeltsin, "ciertamente de ahora en adelante tendrá una mala actitud con respecto a Estados Unidos y la OTAN. Recuerdo lo difícil que fue para mí tratar de dirigir las cabezas de nuestro pueblo, las cabezas de los políticos hacia Occidente, hacia los Estados Unidos, pero lo logré, y ahora perder todo eso. Bueno, como no logré convencer al Presidente, eso significa que nos espera un camino de contactos muy difícil, difícil, si resulta ser posible. Adiós".


Tercer acto: La bomba


La OTAN lanzó una campaña aérea en Serbia, denominada Operación Fuerza Aliada, el 24 de marzo de 1999. Duró 78 noches. En estas fotos el Departamento del Interior serbio en llamas.

En la noche del 24 de marzo de 1999, el secretario general de la OTAN, Javier Solana, un diplomático español, autorizó a los aviones que operaban bajo los auspicios de la OTAN comenzar a bombardear objetivos en Serbia. No fue casualidad que los primeros aviones en lanzar bombas sobre Serbia fueran F/A-18 pertenecientes al Ejército del Aire Español.

Al examinar la legitimidad del uso de la fuerza por parte de España contra Serbia en marzo de 1999, sobresalen varios hechos. La primera es que España, como Miembro de las Naciones Unidas, está obligada por su compromiso con la Carta de esa organización. Cuando se trata del uso de la fuerza, la Carta de las Naciones Unidas es bastante clara: solo hay dos condiciones aceptables bajo las cuales dicha fuerza puede ser empleada legítimamente por un Estado miembro. Una es una medida coercitiva para mantener la paz y la seguridad internacionales, llevada a cabo bajo la autoridad de una resolución aprobada por el Consejo de Seguridad en virtud del Capítulo VII de la Carta. El otro es el derecho inmanente de legítima defensa individual y colectiva, consagrado en el artículo 51 de la Carta.

Cuando las bombas españolas cayeron en suelo serbio, dos cosas estaban bastante claras: no existía ninguna resolución sobre el Capítulo VII que autorizara una acción coercitiva contra Serbia, y Serbia no había cometido ningún acto de agresión contra España o sus aliados de la OTAN que justificara cualquier reclamo de autodefensa al explicar el asalto militar español (y de la OTAN) contra SerbiaEn resumen, al lanzar bombas sobre Serbia, la Fuerza Aérea Española estaba iniciando una guerra ilegal de agresión.

"Iniciar una guerra de agresión", declararon los jueces que integraban el Tribunal Militar Internacional reunido en Nuremberg para juzgar los crímenes de la Alemania nazi, "no es solo un crimen internacional; es el crimen internacional supremo que solo difiere de otros crímenes de guerra en que contiene en sí mismo el mal acumulativo del todo".


OTAN, la alianza más poderosa del mundo, inició sus ataques aéreos contra Serbia el 24 de marzo de 1999 con la "Operación Fuerza Aliada" que no se limitó a objetivos militares, también se centró en las líneas de comunicación y en las instalaciones industriales (fábricas, refinerías de petróleo, centrales eléctricas, industria química, con los consiguientes riesgos para el medio ambiente).


España no estaba sola esa noche; aviones de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia y otros miembros de la OTAN participaron en este "crimen internacional supremo". Visto individualmente, no hay duda de que cada nación involucrada en el ataque contra Serbia violó la Carta de la ONU y, como tal, es culpable del crimen de iniciar una guerra ilegal de agresión.

¡No tan rápido! La OTAN, al parecer, había elaborado un novedoso argumento legal construido en torno a la noción de que tenía derecho a la autodefensa colectiva anticipada en virtud del Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, y que este derecho se ejercía adecuadamente bajo "expectativas normativas que permiten acciones anticipadas de autodefensa colectiva por parte de organizaciones regionales de seguridad o autodefensa donde la organización no está completamente dominada por un solo miembro". La OTAN, ignorando la realidad obvia de que está, de hecho, dominada por los Estados Unidos, postula que es, de hecho, una organización de este tipo, compuesta como está de "varios estados poderosos, tres de los cuales son miembros permanentes del Consejo de Seguridad".

La credibilidad de la afirmación de la OTAN de "autodefensa colectiva anticipatoria", sin embargo, surge de su caracterización de la crisis de Kosovo como un desastre humanitario infundido con elementos de genocidio que creó no solo una justificación moral para la intervención, sino una necesidad moral.


La OTAN hizo pública una broma privada sobre su nueva sede en Bruselas.

Díganselo a Kurtz, el hombre que, junto con sus compañeros agentes de la CIA, actuaban bajo la autoridad que les dio el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, trabajó para crear condiciones sobre el terreno dentro de Kosovo que luego podrían usarse para fabricar la narrativa misma de una crisis humanitaria suficiente en alcance y escala para permitir que la OTAN elabore su novedosa justificación legal para atacar a Serbia.

El problema para la OTAN es que su justificación legal se construyó sobre una base de mentiras. La ficción de que la OTAN es una organización no totalmente dominada por los Estados Unidos se evapora en el momento en que uno comprende el papel desempeñado por la CIA en la preparación del guion utilizado por la OTAN para justificar sus acciones. El hecho de que este guion promulgara fabricaciones directas de presuntos crímenes perpetrados por Serbia para justificar la intervención militar de la OTAN solo subraya la naturaleza criminal de toda la empresa de la OTAN.

No se puede escapar al hecho de que cuando la primera bomba lanzada por la Fuerza Aérea Española sobre Serbia esa noche hace 23 años hasta la fecha impactó en el suelo, España y todos los demás miembros de la OTAN habían cometido el "crimen supremo".

Que este crimen permanezca impune es una parodia de la justicia internacional. El hecho de que este crimen no sea reconocido por quienes lo perpetraron es un testimonio de la hipocresía de las naciones. Que este crimen haya puesto en marcha los acontecimientos que han llevado a la situación actual entre los Estados Unidos y la OTAN, por un lado, y Rusia, por el otro, es una tragedia global.

Scott Ritter

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