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11 agosto 2020

Mito y realidad del plan nazi para secuestrar a Pío XII



por Tito Andino U.


Existe poca literatura sobre un presunto plan nazi para secuestrar al Papa en la mismísima "Santa Sede" Vaticana (no obstante encontrarnos en internet con muchos artículos referenciales), algunos historiadores dan por hecho evidencia circunstancial. Cabe la posibilidad que Hitler haya planteado ese escenario tras la caída de Mussolini y la retirada de Italia de la guerra (septiembre 1943), también podría haberse planteado arrestar al Rey de Italia, Víctor Manuel III. Vagas declaraciones de testigos, que incluye a un alto mando de las SS, la "mano derecha" del todopoderoso Heinrich Himmler, el Obergruppenführer SS Karl Wolff, mantiene abierta la teoría. Pero, curiosamente, tenemos más evidencia de cómo el Vaticano protegería a Pío XII que los "planes" nazis para secuestrar al Papa.

Una semblanza de la vida del SS-Obergruppenführer y General de las Waffen SS, Karl Wolff, la ensayaremos en otra entrada con un profundo análisis, éste aburguesado y educado hombre inició con éxito su carrera en 1933 en el partido nazi, incorporándose a la Oficina Central de Personal del Reichsführer SS (Heinrich Himmler). Diputado al Reichstag en 1936; de 1939 a 1943 como Oficial de enlace entre Himmler y la Cancillería de Hitler. Jefe de las SS y de la Policía en Italia así como Gobernador Militar de la Italia ocupada (1943-1945).


     SS-Obergruppenführer y General de las Waffen SS, Karl Wolff


Con semejante curriculum, Jefe del Estado Mayor personal de Heinrich Himmler por 10 años, Wolff estaba implicado en las directrices emanadas de la Jefatura de las SS. Negó conocer detalles sobre el holocausto y se declaró un burócrata. No está demás recordar a sus otros colegas nazis, burócratas asesinos de despacho. (VER: "Las elites nacionalsocialistas y los asesinos de despacho").

Wolff evadió los procesos de Nuremberg, fue solo citado como testigo de la acusación. Al parecer "compró" su vida y libertad por su rol en la "Operación Sunrise", las negociaciones secretas con el mando estadounidense (marzo de 1945 en Suiza) para la capitulación de los ejércitos alemanes combinados en el suroeste de Europa del 29 de abril de 1945.

Como hemos señalado, el tema central es Pío XII y el presunto plan para raptarlo.


La polémica 

 ¿ Planeó Hitler invadir el Vaticano y arrestar al Papa?

Tenemos alguna literatura al respecto, incluso el cine incursionó en la materia (ver notas a pie de página). Quien hizo más por difundir tal hipótesis fue el propio SS Karl Wolff en sus años posteriores a la prisión, dedicándose a dar conferencias. Todavía se recuerdan los documentales de televisión,"The World At War" y otros, en los que acepta haber presenciado la ejecución de partisanos en Minsk junto a Himmler en 1941.



El real poder de Karl Wolff dentro de las SS puede ser apreciado en estas secuencias gráficas, se observa a Wolff junto a Heinrich Himmler y Reinhard Heydrich, los máximos jefes de las SS hasta el asesinato de Heydrich en 1942.

Fue a inicios de la década de 1970, cuando surge con fuerza la teoría del supuesto complot para secuestrar al Papa Pío XII y, claro, quien relata la historia no es otro que Karl Wolff. Según su versión, Hitler le habría dicho el 13 de septiembre de 1943:


"Tengo una misión especial para usted, Wolff. Será su deber no hablar con nadie antes de darle permiso para hacerlo. Solo el Reichsführer lo sabe. Lo entiende? ... Quiero que usted y sus tropas pasen a ocupar la Ciudad del Vaticano, tan pronto como sea posible, asegurar sus archivos y tesoros artísticos, y se traslade al Papa y a la Curia al norte. No quiero que caiga en manos de los aliados o estar bajo su presión e influencia política. El Vaticano ya es un nido de espías y un centro de propaganda anti nacionalsocialista".

Según Wolff, persuadió al Führer no hacerlo, aunque también afirma que desobedeció a Hitler y que se infiltró en el Vaticano para advertir al Pontífice. Estos detalles provienen de un documento redactado por Wolff en 1972 y que Avvenire d'Italia lo hiciera público en 1991; y, en entrevistas personales de Wolff antes de su muerte en 1984. El diario italiano, en su actual versión digital, publicó un artículo el 26 octubre de 2010 en que se señala: "... el supuesto plan de secuestro del Papa buscado por Hitler, un proyecto que, para Del Noce, "no está probado por ningún documento", mientras que para Bernabei "está demostrado por la declaración del ex general de las SS Karl Wolff en el juicio de Nuremberg". En 2014, "Avvenire" publicó otra noticia volviendo a sugerir que Hitler ordenó a Wolff secuestrar al papa Pío XII y que Wolff se habría negado. 

Estamos frente a un supuesto complot parecido al "intento" de gasear el bunker de Hitler y que solo "sabía" el autor del "fallido" magnicidio, Albert Speer. El caso Wolff, redactado por él mismo en 1972 fue más conocido por las posteriores entrevistas concedidas por éste, siendo ese material la base de las publicaciones sobre el tema. 

La credibilidad de Wolff quedó en entredicho cuando a fines de los 70 se involucró con el periodista de "Stern" Gerd Heidemann. Viajaron a Sudamérica para entrevistarse con Walther Rauff y Klaus Barbie, buscados por crímenes de guerra. Wolff asumió -por su "prestigio" de nazi del más alto nivel- el cargo de consultor de los supuestos diarios de Hitler. "Hitler-Tagebücher" (Los Diarios de Hitler), 60 pequeños libros escritos por Konrad Kujau, publicados por el semanario alemán "Stern" en 1983, que pretendían hacerse pasar como anotaciones auténticas de Hitler a manera de un diario. 



Secuencias fotográficas del "Hitler-Tagebücher". En la tarde del 6 de mayo de 1983, las agencias de noticias informaron que los diarios de Hitler eran falsificaciones. Los informes de expertos de la Oficina Federal de Policía Criminal y el Instituto Federal para Pruebas de Materiales habrían demostrado inequívocamente que los materiales utilizados en la encuadernación solo se fabricaron después de la Segunda Guerra Mundial.


Luego de ser denunciado el fraude, pericias ordenadas por vía judicial los declararon como una burda falsificación. En 1985, Konrad Kujau y Gerd Heidemann fueron sentenciados a 42 meses de prisión por estafa. Wolff fue llamado a asistir al juicio de Heidemann y Kujau, negándose a presentarse. Wolff fallecía el 17 de julio de 1984, meses antes de que se emitiera la sentencia por falsificación. 


La polémica entre historiadores

Conforme varios historiadores, la fiabilidad de Wolff ha sido cuestionada por argumentos como los arriba esbosados y por otras cuestiones debatibles. El más conocido caso es el planteamiento del profesor István Deák, profesor de historia en la Universidad de Columbia quien analiza el libro de Dan Kurzman "A Special Mission: Hitler´s secret plot to seize the Vatican and kidnap Pope Pius XII" (Una misión especial: el complot de Hitler para apoderarse del Vaticano y secuestrar al papa Pío XII" (2007). Kurzman promovió la historia de Wolff. Deák afirma que Kurzman resulta ser demasiado "crédulo" al "aceptar sin crítica la validez de documentos controvertidos y cree incuestionablemente en las declaraciones que le hizo su director, el interlocutor alemán, ex general de las SS Karl Wolff". Deák fue muy crítico con la "modesta documentación" del libro que contiene "una gran cantidad de referencias vagas o inexactas". 

Kurzman respondió, produciéndose un interesante y valioso debate que es referencia para entender esta episodio de la historia. Verdad o ficción?. 



Dan Kurzman y su libro "A Special Mission: Hitler´s secret plot to seize the Vatican and kidnap Pope Pius XII"

Leamos la polémica entre los dos historiadores. 

1.  "The New York Review of Books" publicó en su edición del 12 de junio de 2008 un artículo de István Deák: "Did Hitler Plan to Kidnap the Pope?" (¿Planeaba Hitler secuestrar al papa?), a manera de reseña del mencionado libro de Dan Kurzman. 

A continuación un extracto de este artículo sobre Pío XII, como antecedente:


"Eugenio Pacelli fue elegido Papa en 1939, se esperaba que, como admirado líder religioso y hábil diplomático, demostrara ser un agente bienvenido de la estabilidad europea, un "príncipe de paz"... "Sin embargo, pocos papas ejercieron menos influencia política durante una gran crisis mundial que él. Las generaciones posteriores insisten en asignar una influencia histórica mundial, ya sea bendecida o malvada, a un hombre cuya política se caracterizó principalmente por la ineficiencia y la vacilación. Inmerso en meditaciones místicas, que entre otras cosas produjeron el dogma de 1950 de la asunción a la gloria celestial del cuerpo y el alma de Santa María, el Papa Pío XII rara vez hizo uso de su considerable experiencia en asuntos internacionales.


El cardenal Eugenio Pacelli, antes de ser elegido Papa

Pío XII había esperado desde la década de 1930 una cooperación mundial contra el comunismo soviético, pero no pudo evitar el estallido de la guerra entre las democracias occidentales y la alianza nazi-fascista. Tampoco pudo lograr una paz negociada entre la Alemania nazi y los aliados occidentales para evitar la invasión soviética de Europa. El estado fascista italiano le prestó poca atención seria a él o a los intereses de su iglesia. Los nazis alemanes explotaron hábilmente el anticomunismo de Pío XII y su conciencia de la vulnerabilidad del estado del Vaticano para establecer un control firme sobre la Iglesia y los fieles católicos en Alemania.
Temeroso de la ira de Hitler, el Papa apenas levantó la voz contra el racismo y el anticlericalismo nazi, y habló aún menos contra el antisemitismo nazi. No defendió a la sufrida nación católica polaca, ni a las víctimas cristianas del programa de eutanasia nazi, ni a los judíos de su propio obispado en Roma. Intentó pero no pudo detener el bombardeo estadounidense de Roma y los ataques partisanos comunistas en la ciudad contra los ocupantes alemanes. Los aliados occidentales, cuando finalmente llegaron a Roma en junio de 1944, estaban interesados ​​principalmente en utilizar Pío XII para sus propios fines de propaganda.
Sin duda, fue un error esperar tanto de Pío XII, y aún hoy el debate continúa sobre sus logros. Eso puede verse como parte de una gran guerra cultural dentro de la civilización occidental.... 


El Obergruppenführer SS Karl Wolff, en 1937. A la derecha, París, 23 junio 1940. El primero a la izquierda es Karl Wolff, junto al arquitecto Hermann Giesler, Albert Speer, Adolf Hitler y Arno Breker.

2) "The New York Review of Books", publica el 25 de septiembre de 2008 una respuesta de Dan Kurzman al artículo de István Deák: Did Hitler Plan to Kidnap the Pope? (12 junio 2008). Esta publicación de The New York of Books titula: "Hitler´s Secret Plot. Dan Kurzman, reply by István Deák" (La trama secreta de Hitler). 

Leamos:

- Dan Kurzman responde a István Deák
A los editores:
Aprecio el comentario de István Deák en su reseña de mi libro "Una misión especial: el complot secreto de Hitler para apoderarse del Vaticano y secuestrar al papa Pío XII" [NYR, 12 de junio] de que es "interesante" y que soy "el primero en construir la historia en una trama nazi sistemática". Pero aprecio mucho menos su insulto a mi integridad profesional al cuestionar mi "credulidad".
El profesor Deák escribe que acepto acríticamente "la validez de los documentos controvertidos e incuestionablemente [creo] en las declaraciones que me hizo [mi] principal interlocutor alemán, el ex general de las SS Karl Wolff". Uno solo puede preguntarse si el Sr. Deák ha leído mi libro. Si leyera solo el prefacio, sabría que verifiqué las declaraciones de Wolff con casi todos los altos funcionarios alemanes supervivientes que estuvieron involucrados en el plan de secuestro, o lo sabían.
E incluyeron a personas clave como Rudolph Rahn, el embajador alemán en el estado grupal de Mussolini establecido en el norte de Italia después de la expulsión del Duce de Roma; Eitel Möllhausen, asesor de Rahn en Roma; Albrecht von Kessel, asesor de Ernst von Weizsäcker, embajador alemán en el Vaticano; y el coronel de las SS Eugen Dollmann, el enlace de Wolff con el mariscal de campo Albert Kesselring, el comandante militar supremo en Italia. Además, el padre Peter Gumpel, quien como investigador principal del Vaticano de las calificaciones de Pío para la santidad tenía acceso ilimitado a documentos y testimonios orales, me dijo que la evidencia apoyaba las afirmaciones de Wolff.
Habiendo escrito diecisiete libros y servido como corresponsal del Washington Post, me enorgullece haber ganado el Premio George Polk Memorial, el Premio Overseas Press Club por el "Mejor Libro sobre Asuntos Exteriores" del año (dos veces), el Premio Nacional del Libro Judío, y el Premio de la Portada del Gremio de Periódicos por "Mejor Informe Extranjero".
Condescendientemente, el profesor Deák busca disminuir la validez de mi informe cuando escribe: “Según Wolff, y por lo tanto también según Kurzman, el Führer consideró al Papa en parte responsable de la 'traición' italiana”. ¿Puede el profesor Deák ignorar que ¿El sentimiento de Hitler sobre esto ha sido reportado en muchas historias? No tuve que depender de Wolff para obtener esta información.
El crítico también escribe que "Kurzman se toma en serio" lo que él llama un "vuelo de la fantasía italiana", una carta escrita por un dignatario fascista italiano de alto rango con vínculos con las SS y otro que describe algunos de los horripilantes detalles del plan de secuestro de Hitler. Esto podría haber sido un vuelo de la fantasía de Hitler, pero gran parte de la Segunda Guerra Mundial también lo fue. En cualquier caso, no trato de juzgar la gravedad de la carta, sino simplemente informar de su existencia.
Finalmente, el profesor Deák escribe: "Uno debe preguntarse por qué Hitler hubiera querido secuestrar e incluso matar al Papa, que era más enemigo de la Unión Soviética que de la Alemania nazi". Si leía mi libro, el Sr. Deák debería saber la respuesta: Pío, después de enterarse del complot de Hitler, se dio cuenta de que los nazis representaban el mayor peligro inmediato. Le tenía tanto miedo a Hitler que dejó de hacer pronunciamientos antisoviéticos e incluso ordenó a los obispos estadounidenses que no se opusieran a la ayuda militar estadounidense a la Unión Soviética. Hitler, por otro lado, quería reemplazar el Vaticano, de hecho todas las instituciones cristianas, con una religión nazi que propagaría en todas las áreas conquistadas. Su odio hacia Pío fue alimentado por la creencia de que el Papa bloqueó su camino hacia el éxito.
Dan Kurzman
North Bergen, Nueva Jersey.


István Deák, estadounidense (nacido en 1926 en Hungría), historiador, autor y académico. Es autor de varios libros como: "Los intelectuales de izquierda de Weimar en Alemania: una historia política de Weltbühne y su círculo" (1968); "Más allá del nacionalismo: una historia social y política del cuerpo de oficiales de los Habsburgo, 1848-1918" (1990); "Ensayos sobre la Europa de Hitler" (2001); "Europa a prueba. La historia de colaboración, resistencia y retribución durante la Segunda Guerra Mundial" (2015).

* István Deák responde:
Permítanme asegurarle al Sr. Kurzman que no deseo "cuestionar su credulidad"; por el contrario, traté de ilustrarlo con ejemplos tomados de su libro. Lo que me preocupaba era la falta de fiabilidad de muchas de sus fuentes, lo que debería haberlo hecho ser más cauteloso en sus juicios. Ciertamente, siempre sería un error pedir evidencia escrita, especialmente porque los documentos falsificados son tan frecuentes hoy como las declaraciones falsificadas. Sabemos por disputas históricas recientes cuán provocativo fue el historiador británico "semi-fascista" David Irving cuando ofreció pagar una recompensa considerable a cualquiera que pudiera presentar evidencia escrita de Hitler ordenando el exterminio de los judíos. Hasta ahora, parece que no hay tal documento; pero existen los escritos, discursos, pronunciamientos y cartas del Führer, así como las órdenes de sus funcionarios.
Las declaraciones históricas basadas en evidencia oral a menudo provocan un debate. La pregunta aquí es cuánto crédito dar a las declaraciones del general de las SS Karl Wolff, quien después de la guerra se presentó como el salvador de los italianos, el Vaticano e incluso de muchos judíos, pero durante la guerra había estado profundamente involucrado en el Holocausto. El 12 de agosto de 1943, por ejemplo, le escribió al subdirector general del Reichsbahn, el sistema ferroviario estatal alemán: "Estimado miembro del partido Ganzenmüller: ... Con especial alegría, noté su seguridad de que durante dos semanas se ha utilizado los trenes para llevar, todos los días a 5.000 de las personas elegidas para Treblinka", que era un campo de exterminio importante.
Después de la guerra, Wolff disfrutó de la protección de Allen Dulles y la CIA por haber negociado con Dulles la rendición de las fuerzas alemanas en Italia unos días antes de la rendición general alemana. Obviamente, Wolff intentaría mostrarse favorablemente cuando lo entrevistara un importante periodista estadounidense, al igual que los otros generales y diplomáticos alemanes, todos ex miembros del partido nazi, a quienes el Sr. Kurzman entrevistó en un momento u otro. Todos afirmaron haber despreciado a Hitler y haber hecho todo lo posible para frustrar sus malvados planes. Sin embargo, con respecto a las órdenes de Hitler de que el Papa sea secuestrado e incluso asesinado, en las memorias de diplomáticos alemanes en Italia como Ernst von Weizsäcker y Rudolf Rahn no hacen más que dar una breve mención de algunos rumores sobre planes para ocupar el Vaticano o tal vez incluso secuestrar al Papa. 
Es cierto que hay una carta sin fecha del líder fascista Paolo Porta de Como dirigida al líder fascista Vincenzo Costa en Milán, que parece ser el único documento que describe un plan de asesinato concretoPero la fuente de Paolo Porta es un "funcionario superior de las SS" no identificado, y se equivoca al referirse a la 8va División de Caballería de las Waffen SS Florian Geyer como la unidad cuyos soldados atacarían al Vaticano disfrazados de partisanos italianos. Supuestamente, masacrarían a todo el clero allí y secuestrarían al Papa, solo para ser masacrados a su vez por miembros de la División Panzer de Paracaidistas Hermann Göring para "no dejar testigos sobrevivientes". El problema es que la División Florian Geyer no luchó en Italia sino en el frente oriental durante toda la guerra: la saga de estos famosos jinetes terminó cuando casi todos fueron muertos durante el asedio del ejército rojo a Budapest en el invierno de 1944-1945.
En cuanto a mi afirmación de que los soviéticos eran un enemigo mayor para Pío XII que los nazis, todo lo que puedo decir es que más expertos en el período apoyarían esta proposición que la negarían; pero el Sr. Kurzman tiene, por supuesto, derecho a su opinión.
Finalmente, si el Sr. Kurzman se hubiera tomado la molestia de indicar los lugares y las fechas de sus muchas entrevistas, y si las transcripciones de ellas existieran y pueden consultarse, sus declaraciones habrían ganado en persuasión y habría conseguido que  su libro sea más interesante y su éxito fuera aún más grande.


Himmler, Ribbentrop y Karl Wolff, 21 junio 1940. Francia - Compiégne, negociaciones del armisticio francés.

3. The New York Review of Books, a su vez, vuelve a publicar el 20 de noviembre de 2008 una nueva réplica de Dan Kurzman, respondiendo a István Deák. El tema es planteado bajo el título "Can We Believe General Karl Wolff? Dan Kurztman, reply by István Deák" (¿Podemos creer al general Karl Wolff?).

El texto es el siguiente:

En respuesta a:
'La trama secreta de Hitler' del 25 de septiembre de 2008
A los editores:
Permítame comentar la respuesta de István Deák a mi carta [NYR, 25 de septiembre] en referencia a su reseña de mi libro, "Una misión especial: el complot secreto de Hitler para apoderarse del Vaticano y secuestrar al papa Pío XII". Le estoy agradecido por llamar al libro un "éxito". Y estoy de acuerdo con él en que "los documentos falsificados son tan frecuentes hoy como las declaraciones falsificadas". Pero me sorprende su advertencia de que debería ser "más cauteloso" en mis juicios sobre la veracidad de las declaraciones hechas por mis entrevistados alemanes. Precisamente porque fui cauteloso, entrevisté no solo al general de las SS Karl Wolff sino a casi todos los demás con conocimiento del complot, incluidos altos funcionarios del Vaticano. Como un reportero bastante experimentado, hice a cada uno de los alemanes preguntas específicas orientadas a revelar contradicciones, y sus respuestas reflejaron consistencia.
Además, se sabía que varios de los entrevistados eran antinazis, como lo muestro en mi libro. Por ejemplo, Albrecht von Kessel, asesor de Ernst von Weizsäcker, el embajador en el Vaticano, no fue juzgado por los Aliados después de la guerra porque era miembro de la conspiración fallida de 1944 contra Hitler. El propio Weizsäcker apoyó la conspiración y, según un informe de OSS, escondió a una familia judía en Roma. Y Eitel Möllhausen, un diplomático alemán en Roma, y ​​Rudolf Rahn, el embajador alemán en la república de Mussolini en el norte de Italia, conspiraron contra Hitler y, usando una artimaña, salvaron a los judíos de Túnez. Möllhausen también fue fundamental para salvar a la mayoría de los judíos de Roma.
El Sr. Deák escribe, además, que Weizsäcker y Rahn se refirieron solo a un "rumor" sobre el plan de secuestro en sus memorias. Pero esta referencia simplemente refleja la renuencia de los diplomáticos antinazis a admitir públicamente que incluso un alemán tan malvado como Hitler conspiraría seriamente contra el Papa, el líder espiritual del 40 por ciento de la población alemana. Y cuando entrevisté a Rahn y Kessel, el ayudante de Weizsäcker, se mostraron reacios, aunque, después de mucha insistencia, confirmaron el "rumor" en detalle.
En cuanto a los comentarios del revisor sobre la carta que un líder fascista italiano escribió a otro que describe el plan de secuestro, no declaro en mi libro que acepto la validez del contenido de la carta. Solo puedo decir que los detalles fueron consistentes con lo que escuché de mis entrevistados. El escritor fascista podría haberse equivocado al mencionar que la División Herman Goering Florian Geyer estaba luchando en el frente oriental y, por lo tanto, no estaría involucrada en el complot. Pero, por otro lado, una unidad de esta división de élite podría haber sido transferida fácilmente a Roma para esta misión especial. 
El Sr. Deák dice además que la mayoría de los expertos estarían de acuerdo en que los soviéticos eran un enemigo mayor del Papa en el período anterior a la liberación de Roma que los nazis. Si su estimación es precisa, ayuda a explicar el fracaso de estos expertos en levantarse de sus sillones e investigar el "rumor" del complot de Hitler y el efecto que tuvo en las acciones y la actitud del Vaticano. Ellos, el Sr. Deák incluido, realmente debería haber entrevistado a algunas de las muchas fuentes que me ayudaron a dar forma a la verdad.
Dan Kurzman 
North Bergen, Nueva Jersey



Karl Wolff, junto a Hermann Fegelein, Heinrich Himmler y Erich von dem Bach Zelewski. 


* István Deák responde:

Aprecio los repetidos intentos del Sr. Kurzman de demostrar que algunos diplomáticos alemanes delegados en Italia y el General de las SS Karl Wolff advirtieron repetidamente a Pío XII de la intención de Hitler de invadir el Vaticano y secuestrar, así como eventualmente asesinar al Papa. Según esta teoría, las advertencias de estos alemanes simpatizantes del Vaticano obligaron al Papa, en 1944, a no arriesgarse a defender a los romanos y otros judíos. Desafortunadamente, en su nueva carta, el Sr. Kurzman nuevamente no prueba que sus fuentes sean confiables. Además, agrega un nuevo error, aunque menor, a los contenidos en su libro y su carta anterior al referirse negligentemente a dos divisiones del ejército alemán, Florian Geyer y Hermann Göring, como si fueran una sola división.
Sin embargo, lo que cuenta es que todavía no ha dado suficientes indicaciones de cuándo, con qué frecuencia y bajo qué circunstancias entrevistó a Karl Wolff o a los ex diplomáticos alemanes. Necesitamos saber si el Sr. Kurzman tomó notas en el momento de las entrevistas y si las notas están disponibles. Con respecto a Karl Wolff, por ejemplo, la única indicación que Kurzman da para la fecha de su entrevista es cuando escribe que "entrevisté al general Wolff durante muchas horas después de su liberación de la prisión como criminal de guerra" y de otros comentarios que sugieren que el encuentro tuvo lugar "mucho después de la guerra", en un momento en que Wolff ocupó un "hogar modesto en Darmstadt".
Podemos suponer, entonces, que la entrevista tuvo lugar en algún momento después de 1969, ya que Wolff había sido arrestado en 1962 por las autoridades de Alemania Occidental por participar en el asesinato de 300.000 judíos, y había estado en una prisión alemana desde su condena por crímenes de guerra en 1964 hasta su liberación, por motivos de mala salud, en 1969. Los lectores diligentes también pueden descubrir que Kurzman entrevistó a Wolff para su libro de 1975, "The Race for Rome", llevándonos a la conclusión de que la entrevista tuvo lugar en algún momento entre su liberación de la prisión alemana y 1975. Todo esto no cambia el hecho de que "Una Misión Especial" no contiene información sobre la fecha y las circunstancias de la entrevista.
En lo que respecta a los diplomáticos alemanes, todo lo que sabemos es que, en sus memorias de la posguerra, escriben sobre rumores sobre la presunta conspiración para secuestrar al Papa; si mantuvieron el resto de la información en secreto para no estropear aún más el buen nombre del pueblo alemán es pura especulación, especialmente porque Kurzman nuevamente no dice cuándo y con qué frecuencia entrevistó a Weizsäcker, Rahn y compañía. y si tiene notas sobre las entrevistas.
En resumen, no importa si uno es un historiador profesional o un periodista exitoso; ambos están obligados a decir cuándo y en qué circunstancias hablaron con los sujetos de su curiosidad y si queda alguna evidencia de estas conversaciones.


Hitler diseñando estrategias, observan atentos el mariscal Keitel y el SS Karl Wolff


Material adicional

Citado y resumido de "Alleged plot to kidnap pope Pius XII: Revision history" (Wiki)

Otros testigos en la supuesta conspiración para secuestrar a Pío XII


El Coronel Erwin von Lahousen en los juicios de Nuremberg declaró el 1 de febrero de 1946 que Hitler había ordenado a la RSHA (Oficina Central de Seguridad del Reich) idear un plan para castigar a los italianos ya sea el secuestro o asesinato de Pío XII y el Rey de Italia. Lahousen afirmó haberlo comunicado al almirante Wilhelm Canaris, jefe del servicio de contraespionaje alemán, quien a su vez puso en alerta a su homólogo italiano, el general Cesare AME en una reunión secreta en Venecia entre el 29-30 de julio de 1943. Lahousen y el coronel Wessel Freytag von Loringhoven también estuvieron presentes en esta reunión. AME aparentemente tomó medidas para evitar la trama. 

Rudolf Rahn, Plenipotenciario alemán en la República Social Italiana (RSI), mediante carta a Robert A. Graham (editor) en la década de 1970 y publicado por la revista italiana "30 Giorni" en 1991, indica que existía tal trama y que todos los documentos relacionados habían sido destruidos o se perdieron. Rahn murió en 1975.

John Cornwell, autor del libro "El Papa de Hitler" (1999) se adhiere a la existencia de un complot basado en Wolff, a quien califica de héroe, cuyo "objetivo" era "impedir la expulsión del Papa", afirma que Wolff fue capaz de convencer a Hitler para abandonar el plan. El valor histórico del libro de Cornwell ha sido puesto en duda por algunos autores como Kenneth L. Woodward, que escribió una reseña del libro para la revista Newsweek (27 septiembre 1999), señalando "los errores de hecho y la ignorancia de contexto que aparecen en casi todas las páginas”. El Dr.Peter Gumpel, experto en el período de guerra del papado de Pío XII, refutó punto por punto a Cornwell. 

Otros títulos: Prof. Ronald Rychlak, investigador que dirigió la publicación de Cornwell, con "Hitler, la guerra y el Papa" (luego habría una edición revisada y ampliada) y "La Guerra de Pío: Respuestas a los críticos de Pío XII". El rabino David Dalin escribió "El mito del Papa de Hitler". También tenemos un libro de Gordon Thomas: "Los Judíos del Papa", con el subtítulo "El Plan secreto del Vaticano para salvar a los judíos de los nazis".


Karl Wolff y el Reichsführer Heinrich Himmler en la reunión con Francisco Franco y Ramón Serrano Súñer en España, 25 de octubre de 1940. (Bundesarchiv Bild)

El caso de Wolff ha sido tratado como "un rumor sin consecuencias". El mismo Kurzman tuvo que reconocer que no existen documentos oficiales alemanes que se refieren a la trama, ya que Hitler prohibió que fuera puesto por escrito. Hasta Kurzman tuvo que reconocer que muchos aspectos del testimonio de Wolff eran demostrablemente falsos, no obstante, "otras personas clave" corroboran la historia de Wolff. 

Los entrevistados de Kurzman incluyen: Rudolph Rahn, embajador de Alemania en el RSI (República Social Italiana); Eitel Mollhausen, el segundo de Rahn; Albrecht von Kessel, asesor de Ernst von Weizsäcker; coronel de las SS Eugen Dollman, enlace de Wolff ante el Mariscal de Campo Albert Kesselring; el padre Peter Gumpel, historiador del Vaticano y relator para la canonización de Pío XII, afirma que los documentos no publicados apoyan la existencia de una trama.  Gumpel ha afirmado también que Pío XII hizo planes de renunciar en el caso de ser secuestrado.

Owen Chadwick, profesor de historia en Cambridge, estudió los documentos de D'Arcy Osborne, embajador británico en el Vaticano durante la guerra, argumenta que el Mando del Ejecutivo de Guerra Política (PWE) británico, un cuerpo clandestino fue creado para producir y difundir propaganda blanca y negra, para dañar la moral del enemigo y aliados de los nazis, así como mantener la moral en los países ocupados. Según Chadwick el PWE habría dedicado tiempo a la Propaganda de falsificación de transmisiones alegando que el Papa iba a ser confinado en el castillo de Lichtenstein. Se habrían fabricado al menos dos transmisiones inalámbricas "alemanas" en apoyo de la teoría, sobre la base de una preexistente "rumor de secuestro". Existe constancia de que el 9 de octubre de 1943, los británicos lanzaron una emisión falsa en alemán afirmando que todos los prepartativos  para el secuestro estaban listos. Dos días más tarde, otra transmisión falseada señalaba que el Castillo de Lichtenstein en Württemberg estaba listo para retener al Papa y a los cardenales.

El propio Osborne consideró ese hecho de increíblemente improbable, la misma presencia del Papa en el Vaticano impedía a los británicos bombardear un centro de comunicaciones clave, que estaba adyacente, del ejército alemán en Italia. Weizsäcker, el embajador alemán, ya había asegurado antes que el propio Vaticano no sería ocupado por los alemanes al ocupar las tropas Roma, tras el colapso del gobierno de Mussolini.



Portada del libro de David Garnett. La historia secreta de PWE: El Ejecutivo de guerra política 1939-1945 (2002, Little, Brown Book Group, no disponible en castellano). De todas las organizaciones de inteligencia secretas de Gran Bretaña, la menos conocida es el Ejecutivo de Guerra Política, desarrollado para llevar a cabo una guerra psicológica contra los nazis. La historia del PWE ha sido desclasificada por la oficina del Gabinete y publicada 50 años después de haber sido completada y enviada a los archivos secretos de Whitehall.

David Alvarez y Robert A. Graham, sacerdotes jesuitas historiadores elegidos por el Papa Pablo VI para editar el ADSS (Actas y Documentos de la Santa Sede relacionados con la Segunda Guerra Mundial. Colección de 11 volúmenes de los archivos históricos del Vaticano) concluyen que un secuestro de este tipo hubiera indignado a los católicos de todo el mundo y desestabilizado la ocupación alemana en las naciones católicas. Álvarez y Graham argumentan que los propagandistas aliados "no se encogieron ante la oportunidad" de explotar la situación reinante, incluso sobre que el Papa contemplaba abandonar el Vaticano debido a las amenazas del Eje. Estos rumores de la PWE no fueron recogidos ni siquiera por los diplomáticos alemanes. 

"El rastro de evidencia más clara en la maraña de rumores, la memoria y la ficción que rodea la trama que pretendía secuestrar al Papa conduce de vuelta a Londres en lugar de Berlín". 

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Fuentes de consulta



Notas de Referencia

Kurzman, Dan. (2007). "Una misión especial: trama secreta de Hitler para aprovechar el Vaticano y secuestrar a Pío XII". Da Capo Press. ISBN 0-306-81468-4.
- Lingen, Kerstin von (2008). "Conspiración del silencio: cómo los ´viejos muchachos´ de la inteligencia estadounidense protegieron al general de las SS Karl Wolff del procesamiento". Estudios del Holocausto y Genocidio. Oxford University Press. 22 (1): 74-109. doi: 10.1093 / hgs / dcn004.
- Lingen, Kerstin von (2013). "Allen Dulles, el OSS y los criminales de guerra nazis: la dinámica del enjuiciamiento selectivo". Nueva York: Cambridge University Press. ISBN 978-1-107-02593-6.
- Alvarez, David J., y Graham, Robert A. 1997. "Nada sagrado: el espionaje nazi contra el Vaticano", 1939-1945 . Frank Cass Editores.
- Chadwick, Owen. 1988. "Gran Bretaña y el Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial". Cambridge University Press.
- Cornwell, John . 1999. "El Papa de Hitler: La historia secreta de Pío XII". Vikingo. ISBN  0-670-87620-8
- Dalin, David. 2005. "El mito del Papa de Hitler". Regnery Publishing.

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Televisión

- "Sotto il Cielo di Roma". (2010). La trama se presenta en una miniserie de la televisión de coproducción italiana-alemana (2 episodios de 100 minutos c/u) protagonizada por James Cromwell como Pío XII: "Sotto il Cielo di Roma" (Bajo el cielo de Roma). Se centra en el tema de Pío XII y la razzia romana. 

- "The Scarlet and the Black" (Escarlata y Negro)  es una película de 1983 hecha para la televisión con las actuaciones de Gregory Peck y Christopher Plummer. Esta producción no debe ser confundida con la mini serie de 1993 de la British television "The Scarlet and the Black", en la que actuó Ewan McGregor y Rachel Weisz. El film se basa en la novela de J. P. Gallagher, "The Scarlet Pimpernel of the Vatican". La película cuenta la historia de monseñor Hugh O'Flaherty, un sacerdote católico en la vida real que salvó a miles de judíos y prisioneros de guerra aliados en la Roma ocupada por los nazis durante la IIGM. Karl Wolff aparece como el general Helm Max, eso se debe a que Wolff todavía vivía en esos días de producción del film. Monseñor Hugh O'Flaherty fue el sacerdote irlandés quien habría salvado más de 6.000 judíos y prisioneros aliados. Herbert Kappler fue condenado a cadena perpetua, trasladado a un hospital por razones de salud, escapó a Alemania Occidental, donde falleció en 1978 a los 70 años.

- "Rappresaglia" (Masacre en Roma), película italiana de 1973, protagonizada por Richard Burton que interpreta al jefe de la Policía de Seguridad -SD- de las SS en Roma, Herbert Kappler y la ejecución de más de 300 personas conocido como la "masacre de las fosas Ardiatinas" (24 marzo 1944), en represalia por el atentado con bomba contra una patrulla del regimiento de policía de las SS, Bozen. La película se basa en el libro "Muerte en Roma" de Robert Katz.

18 junio 2019

El templo y los mercaderes (II)




La historia oculta de las finanzas vaticanas y las cosas extrañas que han sucedido en torno a las mismas entre 1870 y la actualidad.

  - ¿Es usted un hombre religioso?. Quiero decir: ¿cree en lo sobrenatural?.
     - Creo en mi porcentaje.
                                                            Johnny Depp en “La novena puerta”




Juan Valera (1824-1905) fue un político y diplomático del s. XIX a la vez que un ilustre novelista y escritor de relatos cortos. En uno de sus cuentos narra la historia de un ficticio Arzobispo de Toledo famoso por su austeridad y sus públicos alardes de penitencia. Se decía de él que vivía de forma espartana, que ayunaba muy a menudo y siempre comía sin carne, solo pescado, semillas y verduras en general, siendo su plato favorito un potaje de judías y garbanzos que, merced a una receta secreta, le preparaba su cocinero. Sin duda tal comportamiento era algo inusitado en una época en que el alto clero era conocido por sus dispendios, su amor al lujo y a los banquetes opíparos, pese a la miseria en que vivía la mayor parte de la población.

Ocurrió un día que hubo problemas entre los sirvientes y el cocinero fue despedido, todo lo cual inició un período de cambios en dicho puesto de cocinero de la sede arzobispal. Durante los siguientes meses múltiples cocineros fueron contratados eventualmente, pero ninguno acertaba a preparar los platos al gusto del Arzobispo, con lo que cada uno de ellos era pronto despedido y sustituido por otro nuevo cocinero, el cual a su vez no tardaba en ser despedido también, todo ello sin que nadie lograse afianzarse en el puesto.

Ocho o nueve cocineros después fue contratado uno más humilde y listo que los anteriores. Sabiendo que su futuro peligraba tuvo la brillante idea de ir a rogarle al primer cocinero despedido, aquel que tanto había durado en el puesto, que por favor le contase cómo se hacía el dichoso potaje que al arzobispo tanto le gustaba.

El caso es que no se sabe cómo pero logró convencerlo y en adelante, siguiendo con exactitud las instrucciones de su antecesor a la hora de preparar los platos y en especial el famoso potaje, resulta que el nuevo cocinero logró ganarse la confianza del ascético y frugal prelado y perdurar en su puesto de trabajo.

Sin embargo, con el tiempo, al cocinero empezó a pesarle la conciencia y un día pidió una audiencia al arzobispo para desahogarse y confesarle entre lágrimas el secreto del potaje:

-Excelentísimo señor, a pesar del profundo respeto que vuecencia me inspira he de reconocerle con gran pesar que lo estoy engañando, igual que hacía con usted su antiguo cocinero. No hay en el potaje que tanto le gusta y me manda prepararle casi a diario ni garbanzos, ni habichuelas, sino albondiguitas menudas hechas con el mejor jamón, pechuga de pollo, trozos de criadillas de carnero y riñoncitos de faisán, todo disuelto en un caldo preparado con los mejores mariscos... entre otras cosas.

El Arzobispo se quedó callado y, tras un rato de incómodo silencio, mandó salir al resto de criados de la estancia. Luego hizo aproximarse al cocinero, momento en que acerco su boca al oído del pobre hombre y le susurró:

- Pues engáñame tú también, ¡ tonto ¡.


La crucifixión vista desde la cruz. Obra del maestro francés James Tossot. 1890 (Museo Brooklyn, New York)



El secreto del potaje 

Había finalizado la primera parte de esta crónica sobre la historia financiera del Vaticano explicando el ascenso durante los años 70 de una serie de personajes, por un lado el banquero Roberto Calvi en el Banco Ambrosiano y, por otro lado, el arzobispo Paul Marcinkus, presidente a su vez del Instituto para las Obras de Religión, IOR, institución que bajo el mando de Marcinkus acabó convertida en el centro de una red de ocultación de dinero sucio que pasaba del IOR al Ambrosiano y desde allí se extendía por diversas cuentas y pequeños bancos ubicados por todo el mundo, sobre todo en paraísos fiscales. Era el caso por ejemplo de una filial del Ambrosiano en las Bahamas donde aparecían como miembros del consejo de administración dos extraños personajes. 


Michele Sindona


El primero de ellos era Michele Sindona, una especie de “banquero de la mafia” dedicado al blanqueo de dinero de procedencia dudosa pero que tenía abiertas las puertas del Vaticano tras convertirse en una especie de “asesor oficioso” del Papa Pablo VI para cuestiones económicas.

El segundo de esos hombres era Licio Gelli, un “conseguidor” vinculado a su vez a la logia masónica de extrema derecha Propaganda Due, implicada en múltiples asuntos sucios durante el período y a la que pertenecían -como si de un club para hacer amistades y contactos corruptos se tratase- múltiples periodistas, parlamentarios, miembros de los servicios secretos, nobles venidos a menos y hombres de negocios con ganas de medrar, caso de un por entonces semidesconocido Silvio Berlusconi.  


Licio Gelli (centro), Giulio Andreotti a la derecha durante la inauguración de la fábrica de Permaflex en Frosinone


Por otra parte Gelli también se relacionaba con diversas personalidades destacadas de la Democracia Cristiana del período. Es muy curiosa la foto de arriba donde aparecen unos jóvenes Gelli (en el centro) y Giulio Andreotti, juntos en la inauguración de un centro industrial en los años 50. Es gracias a esa compleja y muy completa red de contactos, tejida pacientemente durante décadas, como Licio Gelli acabó sirviendo de enlace o alguna suerte de intermediario entre variopintos grupos de personas pertenecientes al clero, las finanzas y el crimen organizado italiano en los convulsos años 70. 

Obviamente no es que esos hechos pasasen completamente desapercibidas para todo el mundo. Ya en el año 67 el nombre de Sindona había despertado interés de la Interpol como posible blanqueador de dinero sucio proveniente del tráfico de estupefacientes, pero por entonces sus apoyos eran demasiado influyentes y la investigación acabó en nada. De la misma forma en 1973 el nombre de Marcinkus apareció en una investigación del Departamento de Justicia de los EE.UU. en relación a más de 900 millones de dólares vinculados a la mafia neoyorkina que se habían esfumado en dirección a alguna institución financiera en Italia. Pero, protegido por su posición y su pasaporte diplomático, dicha investigación fue cancelada por la ausencia de pruebas.

Así las cosas, superados esos problemillas, todo parecía marchar muy bien hasta que las cosas se empezaron a torcer a partir de 1978


Alvino Luciani y el Papa Pablo VI

Ese año, el del extraño secuestro y muerte de Aldo Moro, fue también “el año de los tres Papas”. Para empezar el seis de agosto, a los 81 años, moría Pablo VI, siendo sucedido en los días siguientes por Alvino Luciani, por entonces patriarca de Venecia, quien adoptó el nombre papal de Juan Pablo I

Sin embargo, durante la noche del 28 al 29 de septiembre, apenas un mes después de ser elegido, Luciani falleció en sus aposentos vaticanos como consecuencia de un súbito infarto de miocardio. El misterio que envolvió a este repentino deceso, sumado a la conocida inquina que Luciani profesaba por Marcinkus y a las supuestas intenciones del fallecido Pontífice de limpiar y poner orden en el IOR, han dado lugar a múltiples teorías de la conspiración, las cuales han trascendido incluso a productos de ficción como la saga de El Padrino en su tercera parte. Personalmente no creo que lleve a ningún sitio detenerse en especulaciones sobre estas cosas. Nos interesan los hechos, los cuales son como sigue. 


El Papa Juan Pablo I junto al cardenal polaco Karol Wojtyla


El 16 de octubre de ese mismo año 1978 el cardenal y arzobispo de Cracovia Karol Josef Wojtyła accedió al pontificado con el nombre de Juan Pablo II. Desde luego esto último fue una suerte para Marcinkus porque el nuevo Pontífice, a diferencia del anterior, lo estimaba y necesitaba. Juan Pablo II ya desde su etapa en Polonia (o precisamente debido a ella) era un jerarca completamente obsesionado con la lucha contra el comunismo que, al ser elegido Papa, decidió recuperar parte de las líneas maestras seguidas al respecto por la Iglesia del período de entreguerras. A su modo de ver la coyuntura internacional posterior a 1945 era aún peor que la de entonces ya que desde el fin de la II Guerra Mundial la URSS había pasado a controlar, a través de dictaduras "vasallas", parte del Este de Europa. Además postulados afines a su tipo de ideología se estaban difundiendo dentro del mundo católico por lugares como América Latina. Particularmente en ese espacio al nuevo Papa le resultaba odiosa la adscripción de algunos clérigos a la llamada teología de la liberación.

Enfrentado a tal coyuntura el recién elegido Juan Pablo II entendía que desde su nuevo cargo se le abrían enormes posibilidades para actuar, pero se daba cuenta también que para llevar a cabo esa lucha no bastaba con buenas palabras. Por ello iba a precisar la puesta en marcha de operaciones que solo podían ser financiadas por la red construida por Marcinkus en torno al IOR y el Banco Ambrosiano. Así, valiéndose de ella, el Vaticano empezó a enviar sumas ingentes al sindicato polaco Solidarnosc (“Solidaridad”, qué bonito y apropiado nombre) y a organizaciones de tinte anticomunista en América Latina con especial atención a la zona centroamericana.

No obstante, debido al excesivo entusiasmo del nuevo Papa, el dispendio empezó a ser enorme, lo que comenzó a exceder los propios recursos del IOR. De esta forma, cuando los fondos de éste no llegaban para cubrir alguna de esas transferencias, empezó a ser el Banco Ambrosiano quien se hacía cargo de la tarea endeudándose para ello hasta unos 1.200 millones de dólares.

Y ese era el menor de los problemas que se les empezaban a acumular a Marcinkus y Calvi. 

Una serie de catastróficas desdichas

En abril del propio 1978, todavía durante los meses finales del Papado de Pablo VI, el Banco de Italia elaboró un informe sobre el Banco Ambrosiano en el que se denunciaban múltiples irregularidades. Sin embargo, al poco tiempo, el magistrado de Milán que empezó a investigar el caso, Emilio Alessandrini, fue asesinado por un grupo terrorista de extrema derecha. Por su parte Mario Sarcinelli el funcionario del Banco de Italia que elaboró el informe resultó oportunamente encarcelado por cargos que fueron desestimados cinco años más tarde. Finalmente, parece que por mediación del líder socialista Bettino Craxi, Roberto Calvi consiguió empréstitos del Estado por valor de unos 200 millones de euros que le sirvieron para más o menos camuflar la situación real de las cuentas del banco.

Cuando esa vía de agua parecía contenida surgió un nuevo foco de problemas. En julio del año siguiente fue asesinado en Milán, por orden de Michele Sindona, un abogado de nombre Giorgio Ambrosoli que le estaba causando problemas. Además, debido a una serie de malas inversiones en Bolsa y otras cuestiones, las sociedades financieras a través de las cuales Sindona movía dinero habían entrado en quiebra técnica. La suma de ambos hechos puso a la justicia tanto italiana como estadounidense tras su pista debido a lo cual fue detenido en 1980 en los EE.UU., siendo más adelante extraditado a Italia.

En el transcurso de su interrogatorio Sindona dio nombres, entre ellos el de Gelli y el de Calvi, poniendo a las autoridades tras la pista de ambos hombres e iniciándose nuevas pesquisas en torno al Banco Ambrosiano. De hecho años más tarde Sindona apareció muerto envenenado en su celda, probablemente a manos de la mafia que no le perdonó haber levantado la tapa del váter.  

Pero para entonces la cosa ya no tenía remedio y a comienzos de 1981 los funcionarios del Banco de Italia volvieron a la carga sobre el Ambrosiano encontrando un agujero contable que en ese momento ya ascendía a 1.400 millones de dólares. En base a ello, el 21 de mayo de ese mismo año, Roberto Calvi fue detenido y poco después condenado a cuatro años de cárcel mientras el Banco Ambrosiano era intervenido y puesto bajo el control de Carlo de Benedetti -un ejecutivo y hombre de negocios por entonces muy bien relacionado- al que se le adjudicó un 2% de las acciones con el propósito de que sanease las cuentas de la entidad.

Un par de semanas antes, el 13 de mayo y en plena Plaza de San Pedro, se produjo el intento de asesinato de Juan Pablo II por parte del ciudadano turco Ali Agca. Se especuló en su momento que Agca fuese una especie de Lee Harvey Oswald, en este caso manipulado por el servicio secreto búlgaro e indirectamente por la KGB, en un intento de deshacerse de un Papa tan incómodo para sus intereses. 


Portada de una popular serie de televisión italiana "Roma criminal" estrenada en 2008, basada en el libro homónimo escrito por el juez Giancarlo de Cataldo. La trama está basada en la verdadera historia de la Banda della Magliana (interconexión entre el crimen organizado y el estado, tráfico de drogas, prostitución, juegos de azar)


No obstante la resistencia de los que instrumentalizaban en la sombra el Banco Ambrosiano y el IOR no se quebró por todo esto. Dos meses después de ocurridos todos esos contratiempos Carlo de Benedetti dimitió precipitadamente de su cargo en el Ambrosiano, se supone que tras recibir amenazas de la mafia. Tal es así que su sustituto, Roberto Rosone, fue tiroteado poco después de reemplazarlo, a comienzos de 1982. A destacar que el pistolero que se encargó del trabajo fue Danilo Abbruciati, un significado miembro de la Banda della Magliana, una potente organización criminal que operaba por entonces en Roma (quedaos con el nombre de la banda porque volveré luego sobre ella). A la vez que esto sucedía Roberto Calvi obtuvo mágicamente la libertad condicional y una vez en la calle volvió a intentar controlar el Banco Ambrosiano.

Sin embargo nadie de los que lo respaldaban contó con la tenacidad a prueba de bombas de los inspectores y funcionarios encargados del caso, entre ellos Roberto Rosone, que había sobrevivido a sus heridas. Continuando las pesquisas, pocas semanas después encontraron que Calvi no podía explicar la procedencia de 1.287 millones de dólares de las cuentas del Ambrosiano.

Ese fue el final porque en esta ocasión Calvi perdió completamente la sangre fría, se asustó y comenzó a hacer cosas equivocadas, lo que a su vez empezó a intranquilizar a mucha gente al comprobar lo realmente agitado que se encontraba Calvi. Por ello es probable que ya en ese momento alguien decidiese dar carpetazo al asunto y eliminar los cabos sueltos para evitar que algún eslabón débil del sistema montado en torno al banco Ambrosiano, particularmente Calvi, se fuese de la lengua. O tal vez es algo que se decidió sobre la marcha a lo largo de las siguientes semanas, no se sabe.

El 5 de junio Calvi envió una misiva nada menos que a Juan Pablo II en la que supuestamente realizaba la enigmática promesa de que “guardaría silencio” a la vez que le ofrecía unos “documentos muy importantes” sin especificar. Que se sepa nunca recibió respuesta, o tal vez le respondieron algo como aquello de “Ni está ni se le espera”. En cualquier caso los nervios de Calvi iban en aumento.

Entre el 9 y el 11 de junio de 1982 Calvi entró en pánico de forma irreversible y huyó usando un pasaporte falso. Hizo escala en Yugoslavia, luego en Austria y desde allí voló a Londres. Con Calvi viajaban Flavio Carboni, empresario de la construcción y ex socio de Silvio Berlusconi en Cerdeña, y Silvano Vittor, contrabandista italiano asentado en Yugoslavia. Probablemente en ese momento Calvi ya era un cadáver andante, solo que aún no lo sabía. En cualquier caso esa huida obligó definitivamente al Estado a intervenir de una vez y poner al Banco Ambrosiano bajo control del Banco de Italia mientras se realizaba una auditoría interna. A partir de ahí, todo se precipitó. El 17 de junio, el Banco de Italia suspendió la cotización en Bolsa de los títulos del Ambrosiano y el banco fue declarado en bancarrota, esta vez sin oposición por parte de nadie.

Horas después Teresa Graziella Corrocher, la que había sido la secretaria personal de Roberto Calvi desde hacía años, decidió que era un buen momento para tirarse por una ventana. Al día siguiente a las siete y media de la mañana el cadáver de Calvi fue hallado colgando bajo un puente de Londres sobre el río Támesis, con los bolsillos repletos de cinco kilos de piedras y ladrillos. En ambos casos originalmente se dictaminó que la causa de la muerte se debía a suicidios debidos a los remordimientos




En 1988, sin embargo, los tribunales británicos e italianos establecieron que Roberto Calvi había muerto asesinado. Parece  ser que Flavio Carboni y Silvano Victor, los dos “amigos” que lo acompañaban fingiéndose leales suyos, junto con otras tres personas, lograron engañar a Calvi para atraerlo a una barcaza en el río Támesis donde fue estrangulado. Tras eso, a lo largo de la noche, lo colgaron del puente aprovechando que la marea estaba alta. 

Pese a todo en el año 2007, después de décadas de dilación del proceso, los cinco acusados acabaron siendo absueltos por falta de pruebas, ante la indiferencia general. De hecho ya en su momento, tras unas semanas de breve terremoto mediático, la atención pública en el caso fue disminuyendo entre otras cosas debido a que menos de un mes después de ocurrido todo esto, el 11 de julio de 1982, la selección italiana de fútbol ganó el Mundial celebrado en España tras dejar para la historia sus legendarios partidos contra Brasil y Alemania.

Eso sí durante las semanas siguientes los fondos del Ambrosiano en el extranjero fueron congelados, conduciendo al banco a la bancarrota técnica, finiquitándose por fin dicha entidad en agosto del año siguiente. Tras esa intervención del Estado los remanentes del Ambrosiano acabaron luego unidos a la Banca Cattolica del Veneto, también afectada por todo lo sucedido, y de ese conglomerado surgió el Banco Ambrosiano Veneto, con nuevos accionistas a su cabeza y ya nada que ver con estas cuestiones.

Pero aunque habitualmente la crónica del escándalo ambrosiano se acaba más o menos aquí, en realidad ese no fue el final, solo un punto y aparte.


Quien roba a un ladrón…

Durante el verano del año siguiente, 1983, ya lejos del centro del foco mediático, continuaron ocurriendo cosas y atándose cabos sueltos.

En concreto destacan dos que sucedieron de forma casi simultánea. Por un lado Gerard Soisson un banquero luxemburgués que había colaborado a realizar las transferencias internacionales de dinero del Banco Ambrosiano fue encontrado muerto en Córcega. 

Por otra parte el 22 de junio la hija adolescente de un empleado que trabajaba en el Vaticano desaparecía misteriosamente. Emanuela Orlandi tenía quince años por entonces y nunca se volvió a saber de ella. 

En su momento dicha desaparición sí desató un gran revuelo mediático en Italia y con los años se lanzaron todo tipo de teorías peregrinas sobre tramas de pedofilia en el Vaticano y rebuscadas conspiraciones. Hoy en día sin embargo se ha llegado a reconstruir una secuencia de hechos bastante más plausible. Procedo a resumirla. 


Emanuela Orlandi


La caída del Ambrosiano y la puesta al descubierto de sus chanchullos no afectó legalmente de forma directa a la Santa Sede o al IOR pero en cualquier caso, al formar parte del consejo de administración del Ambrosiano como principal accionista, el IOR y consiguientemente el Vaticano sí tuvieron que asumir ciertas responsabilidades las cuales se cifran en una cantidad entre 200 y 400 millones de dólares pagada como indemnizaciones al resto de accionistas minoritarios del banco Ambrosiano afectados por la quiebra.

Además, como sabemos, en aquellos años gran parte del dinero depositado en el IOR había ido a parar a “operaciones encubiertas” para financiar la lucha contra el comunismo en el Este de Europa y Latinoamérica. Por si fuera poco la logia P2 también había recibido su parte como pago quizás a la labor de mediación llevada a cabo por Lucio Gelli y para fomentar su “lucha” contra el comunismo en Italia. Asimismo también los políticos de la Democracia Cristiana habían recibido algunas donaciones procedentes de esos fondos a cambio de su silencio. Y finalmente también el Partido Socialista de Bettino Craxi había recibido dinero a cambio de que no estorbase la concesión de créditos para compensar las cuentas fuertemente endeudadas del Ambrosiano en su etapa final.

De tanto beber todo el mundo del mismo pozo, ese pozo se secó. 

En aquel momento crítico la quiebra del Ambrosiano y la fuerte indemnización que el Vaticano reembolsó acabó por afectar también a la disponibilidad de liquidez del IOR. ¿Y de quien era gran parte del dinero que se esfumó a lo largo de todo ese proceso?. Pues de la mafia. Pero claro la mafia, la cual perdió muchísimo dinero debido a todo lo anterior, no podía recuperarlo mediante un juicio o una reclamación legal.

Por tanto lo que resulta hoy más plausible pensar es que todas las muertes ocurridas en torno a la caída del Ambrosiano fueron orquestadas obviamente por diversos grupos mafiosos que tenían su “hucha” en el IOR, ligado al Ambrosiano, y consiguientemente intentaban proteger su escondite. El caso es que, una vez logrado con mucho esfuerzo lo anterior, en algún momento alguno de esos grupos, quizás al ir a sustraer parte de “su” dinero, se topó con que los fondos del IOR se encontraban peligrosamente bajos, lo que significaba que el Vaticano se había gastado parte del dinero que ellos tan duramente habían reunido a fuerza de vender drogas y explotar prostitutas


¡¡Los curas y el Papa les habían robado para gastarlo en gilipolleces que solo favorecían a la OTAN y otros intereses que a ellos ni les iban ni les venían¡¡. Tiene que frustrar ser un orgulloso, violento y temido capo mafioso y que te chuleen unos tipos con sotana y sonrisa de no haber matado una mosca en su vida. 

A partir de ahí comienza una etapa de tira y afloja entre el Vaticano y sus inconfesables clientes del submundo mafioso romano y siciliano en la cual el secuestro de Emanuela Orlandi probablemente fue uno de los primeros episodios. Un aviso lanzado por algún grupo de "ahorradores" descontentos (se cree que fue en concreto la antes citada Banda della Magliana) para recordarle a quien correspondiese que la gente que vivía en el Vaticano no era intocable, que tenían que pensar en sus familias, en sus fieles, o incluso en ellos mismos. O tal vez fue un secuestro para camuflar luego como un rescate la exigencia de la “devolución” del dinero enterrado en el IOR. En cualquier caso una vez en marcha quizás algo salió mal, o quizás la chica en algún momento oyó algo que no debía, o tal vez desde el principio se pensó en eliminarla para que el aviso calase con más claridad... Nunca se sabrá.

En cuanto a la peculiar relación entre la Iglesia y la mafia italiana hay que tener presente como composición de lugar que entre el alto clero se tardó muchísimo en reconocer oficialmente la existencia de crimen organizado en Italia. Eso era algo que todo el mundo sabía pero de lo que nadie hablaba públicamente entre las altas jerarquías del Vaticano, quizás porque a su manera la muy católica mafia italiana contribuía, como hemos visto, a engrasar los balances de cuentas, así como a preservar el adecuado orden social en las zonas olvidadas del Sur de Italia, por ejemplo manteniendo lejos de sus zonas de influencia la infiltración de las odiadas ideas comunistas.

Puede que desde fuera se vea como absurdo valorar como positivo todo eso teniendo en cuenta que como contrapartida la mafia introducía drogas o desataba guerras de clanes causantes de múltiples asesinatos en esas mismas zonas. Pero es un hecho que hasta los años 70 del siglo pasado la Iglesia jamás mencionó a la mafia en ningún discurso, homilía o documento. Oficialmente ese problema no existía, lo importante eran los anticonceptivos o los homosexuales y, por supuesto, los comunistas.

A ese respecto se ha comentado muchas veces la anécdota de que el primer viaje de Juan Pablo II a Sicilia fue paseado por Palermo por Angelo Siino, un conocido mafioso local, enviando al público que asistió al espectáculo un mensaje muy claro. 




Las primeras palabras –y prácticamente únicas- emitidas sobre la mafia por un miembro de la jerarquía vaticana las pronuncio el propio Juan Pablo II en una fecha tan tardía como 1993. Fueron unas escuetas frases dirigidas a los matones locales:

“¡Convertíos! ¡Un día llegará el juicio de Dios!” que es muy publicitada por los fans de dicho Papa. Y después nuevamente el silencio oficial hasta el 2015 (luego volveré sobre el tema).

Antes de eso, en 1990, la jerarquía romana aprobó en secreto (aunque más adelante salió a la luz pública) el enterramiento con todos los honores en la cripta de la basílica de San Apolinario en Roma nada menos que de Enrico de Pedis, uno de los capos de la Banda della Magliana con la que la Iglesia había tenido roces en los años anteriores al perder parte de su dinero el IOR. Recordemos que dicha banda probablemente se encontraba implicada en el secuestro y muerte de la propia Emanuela Orlandi. Es evidente por tanto que tras unos años de problemas y desencuentros se alcanzó algún tipo de entente cordial a la vez que el IOR saneaba sus cuentas y reemprendía sus actividades (sí, la cosa siguió después de la caída del Ambrosiano). Por ello la "terrible" condena de la mafia lanzada por Juan Pablo II no era más que un brindis al sol de cara a la galería y en adelante todo siguió igual. Bueno, exactamente igual no.

Había que cambiarlo todo para que nada cambiase

El contexto de los años 90, una vez superada la crisis del Ambrosiano y los problemas derivados de la misma, pasó a ser muy diferente al de los años 70 y 80. Para empezar la Iglesia del período dejó en gran medida de participar en “operaciones especiales” lo que disminuyó la necesidad de desviar fondos de forma arriesgada. Esto se debió a varios factores. El primero fue que tras la caída del muro de Berlín y el posterior colapso de la URSS era evidente que en un mundo post-guerra fría no tenía sentido seguir obsesionados con la terrible amenaza comunista. 


De hecho todos los fieles que la Iglesia no había perdido a manos del temido ateísmo comunista empezó a perderlos debido a la cada vez más fuerte penetración de iglesias protestantes en varios países de tradición católica, ayudado lo anterior por el descrédito creciente de la Iglesia a ojos de la opinión pública occidental (no tanto producto de estas cuestiones, que permanecieron desconocidas para el gran público, sino debido a asuntos como los escándalos por pederastia y abusos sexuales que salpicaron a algunos miembros del clero a partir de este período, todo ello unido al creciente desinterés por la religión de una parte de la sociedad en los países europeos más desarrollados).  

Por otra parte entre 1980, cuando el arzobispo Oscar Romero fue asesinado, y 1989, año en que un batallón militar asesinó a seis sacerdotes jesuitas en la Universidad Centroamericana, en ambos casos ante la total indiferencia del Vaticano, la peligrosa “herejía” de la teología de la liberación acabó siendo contenida, silenciada y en último caso controlada.

                     


                            
                                                  
                                    
Finalmente hay que considerar un factor propio del escenario italiano. En 1992 se destapó una trama prácticamente generalizada de corrupción en Italia que implicaba el cobro de sobornos y comisiones por parte de cientos, miles, de políticos, empresarios, funcionarios… y en general todo el mundo. Fue el asunto Tangentopoli, el cual desembocó en una enorme operación policial y judicial conocida como Manos limpias. A su vez la serie de detenciones y juicios asociados a todo lo anterior se llevó por delante la estructura de partidos tradicional en Italia, entre ellos el Democristiano. 

En realidad, como siempre, el cambio fue más aparente y superficial que profundo, toda vez que, por ejemplo, el conjunto de políticos corruptos imputados fue sustituido por una nueva generación, pujante y aparentemente limpia y sin conexiones con todo lo anterior, entre la que pronto destacó gente como… Silvio Berlusconi




Por su parte los damnificados lo fueron de dos tipos, los que realmente fueron barridos de escena y los que tuvieron que pasar a segundo plano. Entre los primeros destaca la figura del líder socialista Bettino Craxi, el cual cometió el mismo error que cometió Roberto Calvi en su momento: ponerse nervioso y no confiar en que con el tiempo todo se olvida. De esta forma, a mediados de mayo de 1994, temiendo ser encarcelado, ya que llegados a ese momento las condenas contra él por los diversos cargos de corrupción en que había sido imputado sumaban nada menos que 27 años, Craxi, quien había sido Primer Ministro del país entre 1983 y 1987, tomó la decisión de huir del país cobardemente y refugiarse en Túnez, bajo la protección de su amigo el dictador Ben Ali, muriendo exiliado en aquel país unos años más tarde.

Fue una tontería haber perdido la calma de semejante manera. El 13 de julio del mismo año, el nuevo Gobierno "limpio de corrupción" creado por la nueva diva de la política italiana del momento, Berlusconi, aprobó un decreto en el que excluía de la pena de cárcel los delitos típicos de corrupción, fraude, abuso de poder y financiación ilegal, poniendo de facto fin a la operación judicial que a tanta gente importante tenía preocupada




Eso ayudó a sobrevivir en un segundo plano a gente como Giulio Andreotti, el gran líder democristiano que había sido presidente del gobierno en siete ocasiones. Andreotti no había sido inculpado en ningún proceso por corrupción, pero existían múltiples pruebas de su complicidad con la mafia siciliana, además de su posible implicación en el asesinato del periodista Carmine “Mino” Pecorelli por la que llegó a ser condenado en firme a veinticuatro años de prisión. Sin embargo se mantuvo intocable en un cargo de senador hasta su muerte en 2013 gracias a que supo permanecer impasible y a los decretos de Berlusconi para entorpecer el procesamiento de políticos por parte de la justicia (algo que le ganó amistades y además le beneficiaba a él también personalmente). Por cierto, las fotos sobre estas líneas son de una audiencia entre Andreotti y Benedicto XVI en 2009, la foto inmediatamente anterior muestra, casi treinta años antes, al mismo Andreotti charlando amigablemente con Marcinkus mientras un joven Ratzinger observa en segundo plano. Probablemente durante los años que van de una a otra imagen Andreotti tuvo una cuenta protegida en el IOR.

Diggin in the dirt

De cara al Vaticano todos esos cambios en la escena política italiana, así como en el contexto internacional, se sumaron a las lecciones aprendidas en los duros años posteriores a la quiebra del Ambrosiano.  

En base a ellas el IOR iba a seguir operando como un paraíso fiscal, pero ahora de forma menos ambiciosa, sin meterse en operaciones demasiado raras, sin mantener vínculos punibles con instituciones financieras externas al cerrado mundo del Vaticano y sin implicarse en la cambiante arena política italiana. Se imponía un perfil bajo.

Llegados aquí conviene recordar un par de detalles. Y es que el escándalo del Banco Ambrosiano, pese a su notoriedad, en el fondo apenas tuvo consecuencias tangibles para muchos de los implicados en la trama si exceptuamos los suicidados/asesinados. A nivel legal casi nadie pagó por ello. El ubicuo Licio Gelli fue condenado aunque, debido a su avanzada edad para cuando terminó el juicio y a otras cuestiones, apenas tuvo que padecer una pena de arresto domiciliario. 



En cuanto a Marcinkus fue acusado de fraude y estafa por la policía italiana pero, dado que el Vaticano se negó a “extraditarlo”, pudo seguir como si tal cosa al frente del IOR hasta 1989 y más adelante ocupar otros altos cargos en la Administración pontificia. Por fin se jubiló en 1997 y murió tranquilamente retirado en Arizona en el año 2006.

Marcinkus fue sucedido en el IOR por Angelo Caloia, un laico, profesor de economía en una Universidad Católica, cómo no, ubicada en Milán. Pero la verdadera eminencia gris en la sombra durante su mandato fue un prelado, concretamente el obispo Donato de Bonis, quien fue el auténtico impulsor durante los años 90 de la nueva estrategia de las finanzas vaticanas. Su original planteamiento para sacar dinero del IOR, una vez le habían sido amputados a la entidad sus brazos bancarios en el exterior del Vaticano, consistió en crear múltiples fundaciones caritativas de ayuda a la infancia, lucha contra la leucemia, etc., las cuales tenían en el fondo el propósito de servir de vehículo y a la vez tapadera para la movilización de capitales desde el IOR hacia diferentes destinos internacionales.

Angelo Caloia


Sin embargo mientras Donato de Bonis realizaba su trabajo de fontanería financiera el clima de corrupción imperante en la entidad empezó a pasar factura. Tal es así que Caloia, la cara visible, se dedicó tranquilamente a meter la mano en la caja. En ese sentido hoy en día está bajo investigación la venta realizada por Caloia de varios edificios en Roma y Milán adquiridos previamente con dinero del IOR. Al parecer Caloia, con la complicidad de uno de sus subordinados –el que era por entonces director general de la entidad, Lelio Scaletti- podría haber estafado al Vaticano cerca de sesenta millones de euros en aquella operación. (Caloia es el señor de la foto, aunque la imagen es de hace años, ahora está bastante más viejo).


Por lo demás fijaos lo honrado y respetable que parece todo el mundo vestido con un buen traje: si vas a robar gallinas ponte traje... de hecho, ya que estás, no robes gallinas, roba millones.

Como se ve, contra lo que se suele suponer, tras el escándalo del Ambrosiano nada cambió. Tal es así que, al margen de todo lo anterior, en el entorno del Vaticano siguieron sucediendo cosas extrañas. En 1998 apareció el cadáver de un alto oficial de la guardia Vaticana, Alois Estermann, asesinado junto a su mujer supuestamente a manos de otro miembro de la Guardia suiza llamado Cédric Tornay quien, a su vez, se habría suicidado tras el crimen. El móvil esgrimido oficialmente fueron los celos homosexuales de Tornay así como disputas profesionales. Sin embargo había muchas cosas extrañas respecto a lo sucedido, como que al parecer Tornay se rompiera varios dientes al introducirse el cañón de una pistola en la boca para pegarse un tiro, o el hecho de que un mes antes de que Estermann fuera asesinado alguien robó varios expedientes de su caja fuerte, entre ellos el de la desaparición de Emanuela Orlandi.

En realidad solo desde hace unos años la Santa Sede se ha visto obligada a hacer limpieza. Eso se ha debido a la confluencia de varios factores. Por un lado las consecuencias de los atentados del 11-S del año 2001, los cuales motivaron a los EE.UU. a auspiciar el endurecimiento de las leyes internacionales respecto a diversos canales de blanqueo de dinero de cara a evitar su posible empleo por tramas terroristas. Ese hecho amenazaba con introducir el nombre del Vaticano en diversas listas negras de paraísos fiscales sospechosos.

Un segundo factor se sumó en 2009 cuando el Estado Vaticano se vio obligado a adoptar el euro como moneda oficial. De hecho al Vaticano, aunque en principio se resistió, no le quedó más remedio que entrar en el euro al encontrarse en medio de un país que sí lo emplea como moneda oficial, lo que disparaba los costes de cambios de moneda y transacciones. Además el Vaticano carece de una ceca propia y depende del Estado italiano para acuñar su propia moneda. Por todo ello el Vaticano hubo por fin de avenirse a firmar con la Unión Europea un Acuerdo Monetario en el que se comprometió entre otras cosas a seguir la legislación de la UE en lo referente al blanqueo de dinero.

Sumadas todas esas cuestiones a la muerte de Juan Pablo II en 2005 es como se creó el caldo de cultivo para que a finales del año 2009, su sucesor, Benedicto XVI, inaugurase los intentos de reformar la estructura financiera del Estado Vaticano.

Dado que Benedicto había convivido muchos años en la sombra con buena parte de los nombres hasta ahora citados es probable que no se decantase de buena gana por limpiar la casa. Simplemente no le quedó más remedio debido a todo lo que he explicado en los párrafos anteriores y a que, asimismo, diversas investigaciones judiciales emprendidas en Italia en los años previos amenazaban con derivar en situaciones incómodas para el Vaticano si se continuaba sin atender al problema.  

En todo caso es muy indicativo que ese proceso de limpia incluyese, al año siguiente, la promulgación de una ley contra el blanqueo de capitales que tuviesen como origen actividades criminales. Por increíble que parezca hasta esos momentos no existía tal norma en el seno de la parafernalia legal del peculiar Estado vaticano ni de su humilde “banco”. 




No obstante, fuese casualidad o no, desde ese mismo momento comenzaron a ocurrir cosas extrañas en las altas esferas del Vaticano (quedaos con la cara del cardenal en la foto de arriba porque luego volverá a aparecer). De esa forma en el año 2012 se produjo el apogeo de una especie de guerra sucia de filtraciones, conocida en los medios como Vatileaks, la cual culminó con el arresto y posterior juicio del mayordomo papal, Paolo Gabriele, por robar documentos del despacho de Benedicto XVI.

Todos esos sucesos, que constataron la falta de apoyo al Papa e incluso la oposición abierta frente al mismo por parte de algunos poderosos sectores de la Curia poco dispuestos a perder sus parcelas de poder, son los que en gran parte explican la decisión de abandonar el Papado tomada por Benedicto XVI en febrero de 2013, poco después de ocurrido todo lo anterior, al comprobar que no contaba con apoyos suficientes para realmente llevar a cabo sus proyectos de reforma

 Y el caso es que ahí empezó el cambio de verdad.

Con él llegó el escándalo

La llegada al Papado de Jorge María Bergoglio a comienzos de 2013supuso un golpe de timón. Una de las primeras cosas que hizo el Papa Francisco fue ordenar una inspección de arriba abajo en el IOR. Es gracias a la misma como se descubrió, por ejemplo, lo que comenté antes de que una de las caras visibles de la entidad, Angelo Caloia, había estado robando a la Iglesia en vez de robar para la Iglesia.

En los meses siguientes el IOR perdió más o menos una cuarta parte de sus cuentas bancarias, en torno a 5.000 de un total de más de 20.000 (con más de 6.000 millones en activos que se sepa). Una parte de ellas, unos cientos, fueron canceladas voluntariamente por sus titulares, probablemente para evitarse “problemas”, mientras que el resto fueron clausuradas directamente o bien congeladas de forma preventiva por el propio Vaticano a la espera de un análisis más en detalle. Todo esto se debe asimismo a que, según las reglas oficiales de la entidad -las cuales, como se ha venido insistiendo, no fueron aplicadas rigurosamente durante las últimas décadas-, solo religiosos, empleados vaticanos y diplomáticos acreditados ante la Santa Sede deberían poseer cuentas en el IOR. Pero el hecho es que, como he intentado explicar, desde los años 70 o incluso quizás un poco antes, muchos laicos sin nada que ver con la Iglesia usaban su "banco" para ocultar parte de sus patrimonios, normalmente mediante la colaboración de diversos eclesiásticos que hacían la vista gorda o actuaban como hombres de paja abriendo las cuentas a su nombre.

De esta forma solo esta primera pasada de limpieza después de muchos años de cerrar los ojos supuso entre otras cosas que, de golpe, en su último ejercicio, el IOR pasó a declarar unas ganancias anuales de algo menos de tres millones de euros. Lo cual contrasta con el hecho de que la entidad venía presentando con regularidad balances anuales muy positivos, en concreto el anterior a este último arrojó más de ochenta millones de beneficios.

Todo esto ha ocurrido de la mano de otro proceso igual o más interesante. De hecho estas dos últimas entradas me vinieron a la cabeza hace algo más de un mes cuando observé, igual que diversos periodistas que lo reflejaron en prensa, un cambio de actitud muy evidente respecto al tratamiento dado a la mafia en los discursos del Papa.

En concreto durante las semanas previas a esta pasada Pascua (2015) el Papa Francisco llevó a cabo una visita a Nápoles donde ocurrieron dos cosas realmente prodigiosas. La primera es que en presencia del actual Papa se licuó la sangre de San Jenaro. Aunque lo anterior sea un engañabobos que se repite con ridícula puntualidad tres veces al año, en fechas perfectamente establecidas, resulta que ese hecho no se producía en concreto delante del Papa en funciones desde el lejano año 1848, cuando lo hizo ante Pío IX. 

Pero lo realmente destacado de la visita del actual Papa a Nápoles no fue eso. Lo noticiable fue su visita al barrio de Scampia en concreto, una zona de facto controlado por la camorra, donde dedicó palabras muy duras contra la corrupción. Es más, el Papa Francisco mencionó explícitamente en público y como ejemplo a seguir al sacerdote Pino Puglisi, asesinado en Palermo por la Cosa Nostra hace más de veinte años y elevado a los altares precisamente el año pasado al poco de iniciarse su Pontificado. Por si fuera poco, unos días antes de pronunciar ese discurso, la Santa Sede inició el mismo proceso de beatificación con otro sacerdote asesinado, Peppe Diana, éste muerto en concreto a manos de la propia Camorra napolitana. 

Además de lo anterior el día 21 de marzo, en un acto con familiares de víctimas de la violencia mafiosa, el Papa Francisco entró en una iglesia acompañado por Luigi Ciotti cabeza visible desde hace veinte años de la asociación Libera, la cual agrupa a víctimas del crimen organizado. Además poco tiempo después el Papa Francisco encargó las meditaciones del Via Crucis de Viernes Santo a Angelo Bregantini, arzobispo de Campobasso, que en la última década había sido un símbolo de la lucha contra la ndrangheta, la mafia calabresa

Como se ve el mensaje fue sutil pero muy claro y quizás no sea casualidad que se de en el momento en que la estructura financiera del Vaticano deja oficialmente de obtener beneficios del lavado de dinero. 

Unos cocineros se van, otros vendrán, lo importante es el potaje

Sin embargo, llegados aquí, habría que hacer algunas precisiones para que nadie piense que esto acaba con todos felices y comiendo perdices. 

Para empezar es cada vez más evidente que la alta jerarquía católica actual está profundamente dividida entre varios grupos con perspectivas diferente sobre la conveniencia de cambiar el estado de las cosas, o respecto a cuál debería ser el camino a adoptar.




Dentro de esos grupos es claro también que existe un sector profundamente conservador y corrupto intentando desde hace años boicotear todo este proceso de limpieza en las cloacas vaticanas. A fin de cuentas mucha gente, incluidos muchos altos eclesiásticos, se han estado beneficiando durante décadas de la situación. A esa gente, como al arzobispo que protagonizaba el cuento narrado al principio de esta entrada, les gustaría seguir dejándose “engañar”, cerrando los ojos y disfrutando de los réditos.  

Es más, el año pasado Juan Pablo II fue canonizado, convirtiéndose oficialmente en santo menos de diez años después de su muerte. También el año pasado Pablo VI fue declarado beato. Se deduce de todo ello que dos de los Papas que más contribuyeron, por acción u omisión, a la extensión de un clima de corrupción dentro de la administración vaticana aún poseen, en los puestos clave de la jerarquía, muchos nostálgicos de su recuerdo y de aquellos “buenos viejos tiempos” .

En relación con lo anterior, en las semanas previas a todo esto último que he contado, se reiniciaron las filtraciones interesadas. En este caso en torno a George Pell, un cardenal australiano al que el actual Papa Francisco ha encargado expresamente poner orden en las finanzas papales y de paso negociar con el Gobierno italiano el final del secreto bancario en torno a diversas instituciones dependientes del Vaticano.

Como ya mencioné anteriormente da la casualidad de que la anterior vez que se produjeron graves filtraciones en torno a la Santa Sede fue cuando Benedicto XVI intentó hacer algo parecido. Es decir, aún queda gente muy poderosa en la Curia, que no desea cambios en la situación.

A ese respecto es momento para tocar una cuestión que no he mencionado hasta ahora. He planificado estas dos entradas, cuya temática es confusa y compleja, en torno a una simplificación. Me he centrado sobre todo en la trama bancaria de las finanzas vaticanas soslayando que, en realidad, esa dimensión es solo un aspecto dentro de una complicada red de organizaciones, fundaciones y fuentes de ingresos muy dispares.  

De hecho la Iglesia como tal se divide en términos económicos y administrativos en tres grandes ramas. La Ciudad del Vaticano por un lado, las aproximadamente 300 órdenes religiosas que dependen de ella por otro y finalmente las 2.800 diócesis católicas repartidas por el mundo. 

Cada una de esas órdenes y diócesis es en la práctica una corporación separada del “holding” centralizado en Roma. Por tanto casi todas ellas gestionan de forma autónoma sus propios fondos (procedentes de las aportaciones directas de los fieles así como de diversas inversiones particulares y ayudas estatales). En España por ejemplo hay 70 diócesis que solo del Estado español ya reciben unos 250 millones de euros al año procedentes del IRPF. De todo ese dinero solo en torno al 4 o el 5% es a su vez derivado hacia el Vaticano, mientras que el resto se gestiona localmente. 

Cada una de esas entidades y organizaciones que forman las ramas del gran árbol que es la Iglesia católica no deja de ser en la práctica un señorío feudal con sus propios grupos al mando que se nutren a su vez de administrar, casi en exclusiva y prácticamente sin ningún control, algunos de los peculiares tipos de rentas de la Iglesia.

Pero analizar todo eso excedería con mucho mis posibilidades. De hecho solo centrándonos en el corazón vaticano habría que tener en cuenta también todo lo relativo al basto patrimonio inmobiliario que posee disperso por la ciudad de Roma compuesto por más de 100 edificios, muchos de ellos ubicados en pleno centro, todo lo cual constituye apenas la punta del iceberg de una cartera más amplia dispersa por todo el mundo compuesta por cerca de 4.000 apartamentos, áticos y otros inmuebles no religiosos y de los que se obtiene usufructo mediante el alquiler, con un valor de unos 2.700 millones de euros. 

Pero volviendo a la Ciudad del Vaticano, los museos proporcionan unos beneficios anuales superiores a los 100 millones de euros. A lo que hay que sumar por ejemplo ingresos administrativos procedentes de las tasas que se cobran a los fieles por gestionar cosas como una "nulidad matrimonial" a católicos devotos que quieren separarse sin recurrir al "sucio" divorcio judicial. 

En esa línea cada beatificación o santificación realizada genera a la Iglesia entre 50.000 y 500.000 euros que se cobran como "gastos administrativos" y se cargan a los grupos de fieles, congregaciones, mecenas... que promueven la causa para ascender a los altares a tal o cual personaje. No es extraño por tanto que un Papa tan derrochador y siempre necesitado de dinero como Juan Pablo II llevase a cabo más de 1.300 beatificaciones y cerca de medio millar de santificaciones. Multipliquen.  

Por otro lado teóricamente sólo las personas que viven dentro de los confines del Vaticano o sus empleados pueden disponer de una tarjeta de adquisición y disfrutar de los beneficios que supone comprar en territorio de la Santa Sede donde no se paga ningún tipo de impuesto añadido. Ahora bien, en teoría el Vaticano cuenta con unos seis mil habitantes y empleados registrados. Sin embargo, se sabe que existen docenas de miles de tarjetas de adquisición en circulación por la ciudad de Roma. Gracias a ello el Vaticano no solo es un paraiso fiscal sino que en la práctica se ha convertido también en una especie de pequeña zona de libre comercio donde se pueden obtener productos a bajo precio para después revenderlos en territorio italiano o en otros países próximos con pingües beneficios en la transacción.

Como se ha dicho no existe control alguno de esos flujos. De los más de 50 millones de euros obtenidos al año por el llamado Óbolo de San Pedro, básicamente donaciones para caridad, en 2012 (del que se conocen cifras) solo unos 11 millones se destinaron de facto a obras de caridad. Es decir del dinero para limosnas que se recibe solo una parte se dedica a ellas, el resto es detraido para tareas que no se especifican en ninguna contabilidad oficial. 

Por supuesto la inmensa red de intereses creados en torno al control de dichas fuentes de rentas genera su propia corrupción de las maneras más rebuscadas. Por ejemplo, hace poco, en un caso de adjudicaciones ilícitas para los terrenos de la Expo 2015 que va a comenzar dentro de poco en Milán, saltó a la palestra el nombre de Francesco Gioia, quien es a su vez presidente de Peregrinatio ad Petri Sedem, la entidad que gestiona la acogida a los peregrinos en el Vaticano. 



Una muestra de cómo esa tupida red de intereses perfectamente establecida condiciona a su vez la política interna de la Curia pontificia la proporciona Tarcisio Bertone el poderoso cardenal y Secretario de Estado del Vaticano durante el Pontificado de Benedicto XVI. En la foto podemos verlo en 2011 recibiendo de manos de nuestro antiguo monarca el Premio Internacional Conde de Barcelona en virtud de sus muchos méritos. 

Pues resulta que Tarcisio Bertone (que entre otros escándalos está implicado en el “regalo” de más de 15 millones de euros a la productora televisiva Lux Vide, perteneciente a un amigo suyo, Ettore Bernabei) fue probablemente la mente maestra en la sombra tras las filtraciones que le amargaron la vida a Benedicto.

Una vez cobrados los dividendos por su traición, probablemente superiores a treinta monedas de plata, Tarcisio -siguiendo una tendencia en boga entre algunos jerarcas de la Iglesia desplazados por los juegos de poder recientes- se ha retirado a un humilde apartamento de gran lujo y 300 metros cuadrados atendido por tres sufridas monjas. A ese respecto las obras de remodelación del pisito para dotarlo de unos niveles de confort a la altura de lo que estaba acostumbrado el bueno de Tarcisio ascendieron a unos doscientos mil euros, sufragados en parte con fondos destinados al hospital infantil "Bambino Gesú". 

Video  
    


Joaquín Reyes I Rouco Varela: "¿Qué os creéis que vivo en el ático por gusto?"


Las chiripitifláuticas aventuras de “monseñor 500”

Un poco al margen de la red de dicasterios destaca la Amministrazione speciale della Santa Sede. Si hacemos memoria de la anterior entrada, se trata de aquella institución que Pío XI creó para gestionar la inmensa cantidad de dinero obtenida tras los Pactos Lateranenses con Mussolini y a cuya cabeza fue situado en origen el inefable Bernardino Nogara. En su momento, tras describir brevemente sus propósitos y andanzas iniciales, evité seguir hablando de ella porque tratar sus vicisitudes mezcladas con todo lo demás volvería extremadamente enrevesado el relato. De hecho es una institución que se ha caracterizado por un carácter camaleónico que se manifiesta en los continuos cambios de nombre que ha sufrido, pasando a lo largo del tiempo a denominarse de varias formas distintas y absorber otros departamentos hasta adoptar el nombre que posee en el presente: Amministrazione del patrimonio della Sede Apostolica (A.P.S.A.) la cual administra actualmente (en realidad nadie lo sabe con certeza) un capital líquido de unos 600 millones de euros para inversiones. Todo eso al margen, cómo no, de su propio patrimonio inmobiliario, de un valor incalculable.

En ese sentido si el IOR es el BANCO, con mayúsculas, del Vaticano, la APSA es su fondo de inversiones, la entidad encargada entre otras cosas de jugar en Bolsa o comprar oro y en virtud de esos movimientos generar ganancias que alimenten el resto de la compleja red de fondos, cuentas y cajas de caudales del Vaticano.
  
El caso es que de las andanzas de la APSA podría escribir un par de entradas tan jugosas o más que las que he dedicado a la historia del IOR y sus precedentes. De hecho, cuando anteriormente mencioné que Benedicto XVI se vio prácticamente obligado a intentar comenzar un proceso de limpieza en las finanzas vaticanas entre otras cosas debido a la amenaza de que varios procesos judiciales pusiesen al Vaticano en entredicho, tenía en la cabeza una investigación iniciada en Italia en 2007 en torno a 15 millones de euros de dinero negro cuya pista se pierde precisamente en las cajas de la APSA.



Al respecto de cómo son las cosas en el APSA baste contar las andanzas de uno de sus fieles acólitos, monseñor Scarano. El Nunzio Scarano fue durante años uno de los principales contables del APSA y el encargado en concreto de las inversiones en bolsa y en divisas de dicha entidad. Pero resultó detenido en el verano de 2013.

Según la fiscalía italiana intentó introducir subrepticiamente 20 millones de euros en Italia desde Suiza transportándolos en un jet privado. Para ello –y esto es lo mejor- contrató a un “agente secreto” llamado Giovanni Maria Zito -que en realidad era un antiguo carabinieri corrupto expulsado hasta tres veces del cuerpo- al que pagó 400.000 euros para que ejerciese de "mula".

Pero en realidad al Nunzio no lo detuvieron por eso sino por un presunto delito de lavado de dinero por valor de 560.000 euros, camuflados como "donativos", que pasaron de una cuenta a su nombre, por supuesto ubicada en el IOR, a otra cuenta también a nombre suyo pero en un banco italiano. Dicha operación puso sobre aviso a las autoridades judiciales las cuales empezaron por fin a sospechar de las extrañas actividades de Scarano.

Al parecer su posición de contable en la APSA le garantizaba a su vez cierta mano libre en el IOR para mover dinero. Aprovechándose de eso el bueno de Scarano blanqueaba millones de euros de empresarios y conocidos, llevándose una comisión del 2%. De esa forma en la cuenta personal de Scarano en el IOR (congelada debido a la nueva política de limpieza y colaboración con las autoridades italianas) aparecieron un millón setecientos mil euros. Nada mal para un modesto sacerdote cuyo sueldo mensual rondaba los tres mil euros (realmente los sacerdotes normales no tienen ingresos siquiera remotamente parecidos, pero en todas partes hay clases).

Al margen de lo anterior Scarano manejaba también una cuenta llamada “Fondo para ancianos” (de tanta hipocresía llega a tener hasta gracia) donde llegaban millonarias “donaciones” (seguramente pagos por sus "servicios" de blanqueo) que Scarano utilizaba luego para comprarse algunos caprichos. Nada especial, paquetes de acciones en algunas modestas empresas, unos pisitos en su ciudad natal, Salerno, media docena de cuadros de Van Gogh para decorarlos, también algún Caravaggio y cosas así. Lo típico.

Llegados aquí creo que se comprende la inmensidad del problema de corrupción interna que azota la Iglesia católica y que no se va a solucionar mediante reformas en uno o dos de sus departamentos internos. La Iglesia afronta una problemática estructural que no es exclusivamente suya sino que se detecta asimismo en muchas otras instituciones, partidos políticos, fundaciones, sindicatos... de diversa ideología y propósito pero con el denominador común de tratarse de organizaciones que con el tiempo han perdido de vista sus pretendidos ideales originales para acabar convertidas en sistemas cerrados, profundamente jerarquizados, sin democracia interna ni una meritocracia al uso y donde una masa crítica de gente corrupta ha encontrado su sitio, del cual no se van a dejar desalojar así como así.

Por otra parte no podemos olvidar las peculiaridades de la Iglesia como institución, las cuales condicionan las medidas que se pueden adoptar y el tipo de personal que puede llevarlas a cabo. Por ejemplo, de cara a la limpieza desencadenada en el IOR y otras cuestiones, el Papa Francisco ha nombrado recientemente una especie de comisión para la reforma administrativo-económica del Vaticano, en la cual destaca la presencia de varios miembros del inefable “Opus Dei”. Es más, uno de ellos, Lucio Ángel Vallejo, fue el responsable de que se esfumaran en Gescartera muchos millones de euros pertenecientes a la diócesis de Astorga.

Realmente no confío en que el enfermo tenga solución aunque logre arreglar parte de sus miserias. La situación de la Iglesia católica actual recuerda en ciertos aspectos a la de finales del s. XV cuando la corrupción giraba en torno a la lucrativa venta de "indulgencias", ahora simplemente las prácticas corruptas han cambiado para adaptarse a los nuevos tiempos y posibilidades, pero el escenario de fondo se mantiene


Al final más y más gente se acabará dando cuenta de que, si uno lo piensa bien... después no hay nada. Y si eso llega a ocurrir se acabó el negocio. 



El Templo y los Mercaderes (I)
El Templo y los Mercaderes (II) 


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Libros:

"Historia de la mafia: Un poder en las sombras".- Giuseppe Carlo Marino. Ediciones B  Barcelona, 2002,  532 págs.
"Los Padrinos y las nefastas virtudes del puro poder".- Giuseppe Carlo Marino. Ediciones B Barcelona, 2004, 688 págs.

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