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09 abril 2021

El año en que milité en la Anti-Nazi League



 
por Kiko Amat

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En el año 1999, a mis veintisiete años, entré a formar parte de la Anti-Nazi League. Sobre esa época yo vivía en Londres, y fue allí donde me sobrevino aquella repentina (francamente inesperada) ventolera de politización y militancia. Aunque siempre me había considerado (de boquilla) de extrema izquierda y antifascista, en los únicos frentes donde había militado hasta entonces eran los de la extrema beodez, el vandalismo público y la subcultura mod. Y la pequeña delincuencia. Y la holgazanería punible por la ley. No tengo una razón particular para justificar mi escaso talante para la militancia, más allá de que en mi instituto, en 1987, los militantes de izquierda, independentista o no (POSI, PORE, MDT y cáfilas similares), eran una panda de PUTOS hippies, estalinistas ajados, charlatanes odiosos, cotillas irredentos, gallinas e hipócritas que olían como fosas sépticas, vestían como camas sin hacer y estaban todo el día chinchando por los pasillos con el altavocito aquel, reclamándonos a todos los felices borrachos que hacíamos la rabona a nuestro aire que dejásemos de inmediato el absentismo académico y acudiéramos de inmediato a esta o aquella manifestación en contra de la ley Corcuera (ni recuerdo qué hostias era) o las pruebas de la selectividad (aquellos sucios hippies querían anularlas, si pueden creerlo). 

La cuestión es que en 1999 yo tenía veintisiete años, como les decía, y aún no había militado en ninguna parte porque, ya lo vieron, los cenáculos pretéritos me habían dado bastante asquito, y además todo apuntaba a que yo era un jeta egocéntrico patológicamente incapacitado para la empatía. Y fue entonces, en Londres, cuando me dio por apuntarme a la ANL. Así, tal cual. Sin meditarlo demasiado, que es como suelo hacer yo las cosas. Como para desafiar la inercia, ¿me explico?


Las imágenes que tenía yo de la organización hasta entonces eran nítidas, rotundas e históricas, y llevaban adornando mi mente —y las paredes de mi habitación adolescente— desde hacía una década: los dos carnavales Rock Against Racism de 1978, con más de cien mil asistentes y casi todas mis bandas favoritas del momento en cartel (Buzzcocks, Stiff Little Fingers, The Ruts, The Clash, Sham 69, X-Ray Spex, Generation X…), las manifestaciones multitudinarias y bullangueras y multirraciales, la omnipresencia de chapas con la flecha de la ANL en una vasta mayoría de chupas de cuero y Harrington que llevaban las bandas del momento, el vapuleo constante a los nazis cada vez que levantaban cabeza y trataban de reagruparse…



Para mí, entrar en la ANL era como pasar de inmediato a formar parte de la leyenda del antifascismo y el punk rock inglés de una sola tacada. Deseaba ser miembro activo de la organización y empezar de inmediato a… Comenzar a… Un momento. ¿Qué se suponía que hacían este tipo de organizaciones? ¿Cuál iba a ser mi papel? Sin duda, razoné, iban a asignarme una tarea comprometida y arriesgada en la lucha contra el neonazismo británico. Quizás me adiestrarían como agente doble para espiar las actividades del National Front o el British National Party desde el vientre de la bestia. Yo sería el tipo de tío que dice precisamente expresiones como «desde el vientre de la bestia». Tal vez incluso tendría un misterioso mote de guerra: Spanish Kiko. Mad Spanish Kiko. Kiko The Mad Spanish Bastard. Kiko The Catalan Tank. The Catalan Tankard. The Drunken Catalan Fool. Careful-With-That-Axe-Kiko. Big Dick Kiko. Handsome Big Dick Kiko. Cool Hand Kiko. Farty Pants Kiko.

Esta y otras cuestiones cruciales atascaban las cloacas de mi mente cuando llegué a Brixton, que era el barrio (en la otra maldita punta de la ciudad) que alojaba su cuartel general. Desde fuera, déjenme que les diga esto de inmediato, aquello no tenía ninguna pinta de «cuartel general». ¿Qué había visualizado yo en mi imaginación febril? Si lo pienso bien, yo diría que imaginé un edificio entero. Eso veía yo en mis ensoñaciones: un caserón con pinta vagamente castrense y actividad febril en los pasillos, y un montón de chicos valerosos y mozas despampanantes agitando banderines y apilando sacos terreros, marciales y dispuestos para el definitivo combate contra esos malvados nacionalsocialistas de la porra. Y con un gran logo corporativo en la fachada.

Déjenme saciar su curiosidad: la ANL no era nada así. Para empezar, era un jodido segundo piso, y ni siquiera especialmente grande. Cien metros cuadrados, y suelo tender al despiporre numérico. Su fachada no desvelaba ningún tipo de información sobre el contenido del habitáculo (ni siquiera en el timbre), y el único rótulo visible desde el exterior, a pie de calle, era el del restaurante griego Panathinaikos II que ocupaba la planta baja. ¿Me deshinché yo por aquello? No señor. Tal vez se trataba de algún tipo de operación encubierta, me dije a mí mismo mientras subía las escaleras y el pestazo a fritanga helénica impregnaba todas mis prendas. Allá voy, Anti Nazi League. Ábreme ya las puertas de la glooooo… Oh. 

¿El montón de chicos valerosos y mozas despampanantes? Eran dos. Dos putas personas. Mujeres. Damas. Las llamaré Sigourney y La Chepitas, no tanto por cautela o para preservar su anonimato, sino porque no conservo el menor recuerdo de sus nombres reales.

Sigourney, lo vi bien rápido, era la chica negra más pija de todo el Reino Unido, un poco como la Hillary de El príncipe de Bel Air, y tenía el acento que deben tener los hijos de David Cameron (aunque ella lo aderezaba con algo de jerga callejera, espolvoreada aquí y allí sin demasiado método). Era obvio que estaba en la ANL por algún tipo de voluntariado obligatorio (valga el oxímoron) de esos que uno cursa para obtener créditos (o como carajo se llamen) de su carrera. Llevaba un afro de clase media (tolerable, pulcro, nada amenazador) y yo la recuerdo con peto tejano, aunque esto último tal vez obedezca simplemente a alguna de mis fantasías onanistas de fornicio hippie.

La Chepitas, por su parte, era una vieja. Una vieja enana, de barbilla prominente, tal vez incluso pilosa (así la recuerdo yo); un poco como aquella Abuelita Paz de Bruguera. Sí, aquella buena mujer parecía una anciana (¿quizás estuvo de cuerpo presente en la batalla de las Ardenas, en 1944, dándoles leña a los nazis originales?), aunque lo cierto es que no debía tener más de cuarenta años. «Quizás la ha envejecido todo el cruento guerrear contra las fuerzas del neonazismo», volví a decirme mientras me adentraba en el cubículo y chocaba esos cinco con ambas, tratando al mismo tiempo de camuflar mi patente desilusión. 


Las fotografías son de 1978. La foto inferior es la marcha del Rock Against Racism (RAR) hacia el sitio del carnaval, en la gráfica se los observa pasando por Trafalgar Square (Londres). Fotografías y nota adicionada por el editor de éste blog.

Estaba claro: los tiempos turbulentos y bulliciosos de la Anti Nazi League habían terminado, de forma oficial. Allí no habían milicianos ni armas ni saludos castrenses ni ambiente bélico de ningún tipo (ni mozas despampanantes, huelga decir). Solo pancartas y pegatinas polvorientas amontonadas por todas partes, como en un prosaico almacén de la UGT de Cornellà, y una kettle eléctrica para hacer té, y las dos personas menos fascinantes de la Gran Bretaña soltando bostezos felinos a discreción. Una de las cuales señaló a un zigurat de sobres, y acto seguido a otro zigurat de panfletos, e indicó sin dejar lugar para la interpretación personal que aquel sería mi cometido heroico en la ANL. Ensobrar pasquines, y luego ensobrar unos cuantos más, y en medio de ambas actividades hacer té para ambas como si no existiese un mañana.

Tras dejar claro en qué iba a consistir mi hercúlea tarea en la contienda antinazi, hicieron un par de bromas francamente inapropiadas sobre mi bolsa de mano Lonsdale (hacía muy poco había estallado aquella famosa nailbomb en un pub gay del Soho) y luego volvieron a sus quehaceres y sus bostezos. Dejé escapar un suspiro, y me puse a ensobrar. Al cabo de una hora llamé por teléfono a mi mujer, y le dije que ya estaban repartiendo las armas y que todo estaba dispuesto para el combate final, y luego le conté la verdad, y ella se echó a reír.

3


No me llevó mucho tiempo ratificar que la ANL no era lo que había sido. Desde su fundación en 1977 por el SWP, y vinculada al ala izquierda del partido laborista, la ANL desde siempre había sido tildada de tibia organización socialdemócrata por sus detractores. Pero en el pasado, al menos, eran bien capaces de involucrarse en una buena zapatiesta callejera con boneheads o de montar un verbenón callejero en condiciones. Cuando yo me uní a ellos las tornas habían cambiado, estaba claro. Hasta el Club Rubik Catalunya o la Associació Pessebrista de Prada de Conflent tenían unos estatutos más radicales y firmes —y unos militantes más rudos— que la ANL de 1999. Allí nunca se hacía nada más que enviar pasquines informativos o ejemplares de Searchlight, que para colmo ya estaba empezando a expectorar sus últimos estertores y empezaba a desvariar de forma grande en sus titulares.

Aburrido como una ostra, empecé a hacer lo que siempre había hecho en empleos anteriores cuando empezaba a aburrirme: robar todo lo que pudiese ser robado por una mano humana y no estuviera atornillado al suelo. Sí, robar. Saquear, rapiñar, expoliar. Rapiñé en una organización antifascista, lo admito y me llena de bochorno y asquito mi propia admisión; pero lo hice por puro tedio, de veras, y también (aquí viene la infame justificación de mi crimen, pues siempre hay una justificación) porque razoné que era una organización a sueldo de Labour. ¿Y quién no robaría a Labour, eh? Eran parte del establishment, como el PSOE, traidores a la clase obrera, y además me apetecía poseer varias de esas cucas camisetas de ANL y todas esas chapas multicolor, y tal vez también ese atractivo librito White Noise; Inside the International Nazi Skinhead Scene, que era un quién es quién de todos los nazis locos e hijoputas que tanto me fascinaban. Todo fue al saco. Y también a los bolsillos, Dios del cielo. Bolsillos repletos de cachivaches como alforjas a petar de algarrobas. El único mote con el que llegaría a conocérseme aquí, ya empezaba a verse, era Kiko El Apandador de Mierda. Quizás si me meto el White Noise aquí, entre la rabadilla y el panta…

—Mad Kiko —dijo La Chepitas, entrando al almacén (en realidad no dijo lo de Mad) y peinándose el hirsuto mentón con un gran cepillo de cerdas duras, de los que se utilizan en jamelgos—. Prepáralo todo para la manifestación de Southall, que tenemos que vender merchandising.

—Claro —le dije, lanzando las camisetas a tomar por saco, y todas las chapas que me había embutido en los bolsillos sonaron clin-tilín-clanc como campanillas de un trineo— Un momento: ¿manifestación?

Cada año la ANL celebraba una marcha callejera en Southall para conmemorar la muerte de uno de sus militantes, Blair Peach, que por desgracia sonaba a mis oídos como algún nuevo tipo de sabroso artículo de confitería. A Blair Peach lo apioló la policía, como sucede a menudo en cada esquina del globo, pero nadie fue condenado y la ANL seguía manifestándose anual y tercamente (si bien con la asistencia decreciendo de modo geométrico) para recordar dicha injusticia.

Y bien por ellos, no me entiendan mal, aunque hacia esa época yo ya empezaba a estar hasta el moño de la ANL, como pueden ustedes imaginar, y veía de forma diáfana que había escogido mal mis afiliaciones, y que todo aquello era más ñoño que un club de tricot. En todo caso pensé que una buena refriega urbana con la pasma (y también, tal vez, con algunos nazis) me devolvería la fe en el movimiento.

Con tal espíritu acudí a Southall. Dicho espíritu aguantó firme durante tres minutos escasos, hasta que alguien de la organización (no era de Brixton; a los de Brixton los tenía contados: eran dos) depositó en mis manos una hucha y un nuevo saquito de chapas para vender. Ni corto ni perezoso señalé a la cámara que yo llevaba colgada del cuello (me había dado la ventolera paralela de que quería ser fotógrafo) y le dije a aquel viejo (pues casi seguro que también era un viejo achacoso) esta frase, que desde hace años está incluida con todos los honores en mi Libro Gordo del Bochorno Kikil:

—Creo que puedo ser más útil a la organización tomando fotografías del evento.

Lo que, por descontado, ustedes pueden traducir como:

—Mira, Sieteculos —le bauticé así—. Me da un poco de apuro lo de vender chapas por ahí como un hippie piojoso, ¿sabes? Aparte de que soy un vago de siete suelas y (ya percibes que) la militancia práctica no es para mí, y además esta manifestación es más sosa y cuadriculada que unas convivencias salesianas. Nen.

Buscando justificar que había dicho esa estupidez, para colmo, me puse de inmediato a sacar fotos como un demente, pese a que no tenía previsto hacer tantas ni en broma. Aún conservo esos dos carretes revelados, con centenares de fotografías de una concentración insulsa llena de gente que no conozco ni de vista, y también unas cuantas de mi mujer poniendo cara de circunstancias por haber tenido que acompañarme a aquel disparate.

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Se acabó. Había llegado el momento de ponerle los cuernos a la ANL con otra organización de perfil más viril. Me decidí por la Anti Fascist Action (AFA), basándome esencialmente en una sola frase que mi amigo Roger, un punki de la tienda de discos donde yo trabajaba (y que llevaba el pelo más pringoso de laca que Barbara Cartland), me había dicho un día:

—Los del AFA son unos tarugos sanguinarios e iletrados —me dijo, mientras reordenaba alfabéticamente la sección de reggae A-Z— pero están de nuestro lado. Eso me tranquiliza.

Los nazis de Blood & Honour habían atestiguado este hecho en sus magullados traseros cuando el famoso incidente del Main Event, en 1989, su intento de organizar un macroconcierto de bandas nazis en el oeste de Londres. La discretísima idea de Blood & Honour era reunir a todos sus seguidores en Hyde Park Corner y luego encaminarse sin llamar la atención (un gran plan: centenares de skins rapados portando cruces gamadas en el centro de Londres, silbando y con las manos a la espalda, la-lo-li) hacia la localización secreta del concierto. No importa demasiado la hora o el lugar acordados, porque los nazis jamás pasaron de Hyde Park. Un millar de antifascistas, la gran mayoría del AFA, les arrearon a aquellos rapazuelos nacionalistas una de las GRANDES palizas de la historia del antifascismo. Qué digo: de la historia en general. Fue el fin ratificado de Blood & Honour en Londres. O sea, en serio. Las siguientes actividades de Blood & Honour tendrían lugar en granjas ignotas en mitad de las Midlands, o en pubs desvencijados en algún culo-del-mundo del Gran Londres, con asistencias que oscilaban entre lo risible y lo directamente grotesco.

Emocionado por esta gesta decidí llamar al teléfono del AFA londinense. Una voz grave me comunicó —en cockney casi incomprensible, mascando todas las consonantes y haciéndolas gravilla— que vale, que podíamos citarnos en la estación de metro de Aldgate East para una primera entrevista. Le pregunté cómo íbamos a reconocernos, y la voz me respondió que ellos me reconocerían a mí, y que les dijese solo cómo iba a ir vestido.

Veamos: en aquella época aún conservaba yo innumerables tics y extravagancias de mi época mod, y lo de qué iba a ponerme al día siguiente no se consideraba una cuestión baladí que pudiese yo responderle a un extraño por teléfono, así de sopetón. Diversos factores estéticos, meteorológicos y esotéricos entraban en consideración y, además, no tenía mi armario ropero a mano ni podía comprobar combinaciones cromáticas como Dios manda (ante un espejo, y plantificándote las prendas delante, como un muñecajo de papel a quien le vas alterando el uniforme).

Aturullado, le contesté al fulano que llevaría una donkey jacket, qué sé yo, y así cerramos la hora de la cita.

Naturalmente, cuando llegó el día de nuestro randevú espionajesco yo ya había olvidado por completo lo de mi promesa, y aquella mañana azul y fresca me engalané con lo que se antojaba perfecto: un anorak snorkel monísimo, de color azul y con el parche de un búho que anunciaba CASINO CLASSICS en la pechera.

El resultado de ese impulso lechuguinesco, como pueden sospechar, fue que el agente secreto del AFA y yo estuvimos plantificados en la estación de Aldgate East durante más de cuarenta minutos, incapaces de reconocer al otro. Solo al final de aquella larga espera, y cuando ya solo quedábamos en la salida del metro un caballero muy musculoso con tremenda cara de borrico y yo, me decidí a interpelarle.

—Perdona, ¿eres del AFA? —le dije—. Soy Kiko.

Él me miró de arriba abajo, y luego realizó un barrido visual a izquierda y derecha, para cerciorarse de que no fuese una trampa que le habían tendido unos pérfidos birrias catalanes con peinado Small Faces.

—Pero no llevas la… —me dijo, señalando el anorak.

—Es c-complicado de explicar —titubeé, recordando lo de la donkey jacket—. Cambié de idea.

Él me miró como si acabara de brotarme un culo de mandril en mitad de la frente, y ese culo acabase de recitar la Ilíada entera en griego.

En fin. Cagancho (acabo de bautizarle así) me transportó a un pub cercano, y una vez allí pidió dos pintas de lager (afortunadamente una de ellas era para mí) y un paquete de pork scratchings (morros) y procedió a meterse el contenido entero de la bolsa en el hocico.

—¿For fé fieres enfrar en el AFA, entonfef?— dijo, con la boca llena, como un auténtico cerdo y sin invitar en ningún momento.

Me encantaría relatarles el contenido de la vital conversación con Cagancho, que sin duda fue tan importante para el devenir de Europa como la conferencia de Yalta, pero no recuerdo qué cojones debí contestarle. Sé que Cagancho no me dejó ni un solo morro, como había previsto, que debí tomarme otra pinta (por hacer algo), y que nunca ingresé en el AFA. Se me quitaron las ganas de repente, tras verificar el peso intelectual de aquel estulto cacho de carne. Cagancho era una pieza indiscutiblemente valiosa de la guerra antinazi, no lo dudo, pero me temo que no era el tipo de individuo con el que yo pudiese discutir las novelas de Colin Wilson o la calidad del paño de las bufandas universitarias o los filmes de Powell-Pressburger. Y yo era así, por aquel entonces.

Naturalmente, también abandoné la ANL. Me despedí de Sigourney y La Chepitas en un pub bastante fifí de Brixton, y (ya a mis anchas, y sin carnet de ninguna organización) empleé mi tiempo restante en la ciudad ocupándome de asuntos tan cruciales como leer todas las novelas del Soho existentes, tomar quintales de MDMA en clubs de soul, buscar-y-hallar discos raros, rastrear trapitos monos en ropavejeros y casi vivir en The Blue Posts, el pub de Berwick Street que había en la esquina contigua a mi tienda de discos, Reckless Records. 

No volvería jamás a intentar militar en ninguna otra parte. Había quedado claro: aquello no era para mí.

 

Kiko Amat 

 

Nota del editor del blog: Carteles del 2018 para celebrar el 40ª aniversario de los carnaval Rock Against Racism (RAR) no solo es un festival de música, forma parte de un movimiento político y cultural. Apareció en 1976 ante los continuos ataques racistas en las calles del Reino Unido y la arremetida del Frente Nacional, grupo de extrema derecha en la política y las urnas. Los activistas del RAR, entre 1976 y 1982, organizaron carnavales y conciertos por todo el país. A través de la música se disuadía a los jóvenes abrazar el racismo, por lo mismo su aspecto multiétnico era notorio. La música y los artistas era variable dentro de lo que denominamos género música pop. "Reggae, soul, rock'n'roll, jazz, funk y punk" era uno de los lemas de RAR. En 1978 RAR organizó en Londres dos Carnavales junto a la Liga Anti-Nazi (ANL). El 30 de abril de 1978, alrededor de 100.000 personas marcharon por las calles hasta Victoria Park donde se celebró el concierto al aire libre en Victoria Park. El segundo carnaval tuvo lugar el 24 de septiembre de 1978 con un número similar de asistentes que marcharon al concierto desde Hyde Park, cruzaron el Támesis hasta Brockwell Park en Brixton. Los festivales se han repetido en varias ocasiones desde entonces.


* Todas las gráficas, excepto la portada son adiciones del editor de este blog

29 marzo 2021

Humor político de un "belicoso" bloguero


    Original postcard (foto colorizada)
 

Por Tito Andino


Habrán percibido en muchos artículos aquí publicados nuestro interés por el humor político, sobremanera el género satírico reflejado en ilustraciones de artistas de fama mundial parodiando lo grotesco del nazismo. En esta ocasión divagaremos con tópicos de carácter histórico y personal, experiencias que van marcando el devenir de este blog.


Francisco de Asís Amat Romeu - novelista y articulista para diferentes medios - es uno de  mis predilectos a la hora de leer, aprender y esbosar una sonrisa al mismo tiempo. Sus lecturas me recuerdan esa predilección hacia la sátira posibilitando una conexión "psicopática". Algunos se preguntarán ¿y quién diablos es ese personaje? Yo mismo lo pasaría por alto, soy incapaz de leer algo firmado por una persona que se identifique con un tan religioso Francisco de Asís... (amén) y, esto me lleva al submundo del deporte al recordar el por qué los futbolistas brasileños y portugueses son fácilmente reconocibles, obvian hacerse llamar por sus laaaargos nombres. Quién carajos, en estos tiempos de velocidad de banda ancha (internet y fútbol) va a reconocer a un tal Ricardo Izecson dos Santos Leite; a Helbert Frederico Carreiro da Silva; o, a Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza; o, un nombre más cortito pero monstruosamente verde, Givanildo Vieira de Souza. Huy! me olvidaba de Leovegildo Lins da Gama Júnior. Oiga señor! me puede recordar en qué equipo juega Givaldo.... what? what? what?. Hombre!, si solo pronunciar el nombre completo de Cristiano Ronaldo.... empieza a aburrir. Lo que lleva a otra pregunta, ¿recordará la nueva generación a José Roberto Gama de Oliveira o a un popular Ronaldo de Assís Moreira, ¿y que decir de un Edson Arantes do Nascimento?. Conste que para éstos últimos he seleccionado nombres muy cortos. 

Bien, demos una patada al balón y volvamos al tema. Quizá el nombre Kiko Amat ya les diga algo, así es conocido en el mundo literario y del periodismo Francisco de Asís... etc, de quien reprodujeramos un exitoso artículo: No seas como Hitler!, un "pasquín motivacional" para pifiar al líder nazi y revolcarse de la risa recordándonos temas sobre la existencia terrenal del cabo austriaco. Por sentado que los bravucones neonazis ansían un escarmiento al mejor estilo hitleriano, colgando de algún poste a aquellos sacrílegos que ofenden a su amado führercillo. Intuyo que la idea de Kiko para aquella sátira surgió luego de escribir un artículo serio... bueno, con sus característicos toques de sarcasmo, para un diario español. 


Original postcard estadounidense emitido durante la IIGM 


Érase una vez que los historiadores y mata sanos de la ciencia forense descubrieron que el aspirante a Kaiser de aquel Imperio de los Mil Años (menos mal que no llegó ni a los doce, menuda suerte tuvimos!) era un contumaz yonky. Cuenta la leyenda que no solo aspiraba sueños imperiales, dicen que solía inocularse -o le inoculaban- una ferviente y metamorfórica dosis de drogas con las que anhelaba transmutarse en el guía espiritual de millones de fans (algo así como el típico gurú místico que veíamos por las calles en los tiempos hippies, pero nuestro personaje era un "gurú" de la guerra). Luego de largas sesiones de experiencia trascendental y extrasensorial con ni se que amplia lista de raras sustancias psicotrópicas y estupefacientes que le proveía su médico de cabecera, el "buen" Theo (Morell), el aprendiz de brujo expelía sus irreflexiones a las masas. Si señor!, "los guías superiores" eran efecto secundario de aquella incontrolada ingesta química que provocaba alucinaciones o ¿alunizajes? en aquella lumbrera que decía era encaminado por el "buen redil" trazado por la Providencia, que de paso era contraria a la ciencia judía, bueno al menos eso decía el cabito aspirante a emperador.

Si esto les parece chapucero tenemos mucha, pero mucha evidencia; mas, conocer la historia con humor no tiene precio. Leánse, entre otros artículos, el High Hitler, Führer del Speed, entretenido relato de Kiko. Hace un par de meses leí uno de sus últimos artículos, se remonta a sus experiencias con organizaciones antifascistas en Albión, su lectura sembró la inquietud en mi mente, ¿valdrá la pena exponer mis historias con los "kamaradas"? (corriendo el riesgo de matar de aburrimiento a muchos). 

Coincido en muchas cosas con el sentido reflexivo y, a la vez, humorístico de Kiko (nada de chorradas), sobre todo en ese morbo satisfactorio de restregar en las narices todas las boberías que difunden los "intelectuales" neonazis de internet. Kiko se refiere a éstos como parte de una subcultura "nerd", una propensión por presumir saber demasiadas cosas sobre la segunda guerra mundial, de lado del Eje, claro es; "nerdez hepatítica", es decir, poner en evidencia todo ese conocimiento impráctico, inútil de un "nerd" que lo atesora de todos modos (en la mayoría de casos son falacias de "revisionistas" que nos cuentan la versión nazi de la historia). Y allí lo mío, las caricaturas satíricas antinazis elaboradas en aquellos tiempos vale más que todo ese estéril discurso. 

Al igual que Kiko, no pertenezco a ninguna ralea organizada sea social, antisocial, amoral o moralista, peor política. No me simpatiza los movimientos políticos -insistiré que la política es necesaria-. A pesar de considerarme un hombre de "izquierda" por derecho divino (soy zurdo de nacimiento) siento profundo desprecio por aquellos socio-listos disfrazados de defensores de los derechos ciudadanos. ¿Acaso no proclama lo mismo la ultraderecha y el fascismo?, no digamos los "comunistas" del presente; a propósito, hay que ver lo bien que viven algunos "kamaradas" de la política, su lema es "primero yo, luego yo, y ya veremos como velamos por las masas proletarias". Así que de "comunista" yo tengo lo que Michael Jackson tiene de blanco.


Captura de pantalla modificada (el símbolo soviético) de un episodio de la serie animada “Fantasías animadas de ayer y hoy”


Anécdota. Un viejo comunista uruguayo (lo digo con cariño), convencido de esa ideología hasta la médula, me invitó a formar parte de una comunidad social -cuando funcionaba aquello del Google Plus... hasta ya olvidé el nombre (de la comunidad), era 100% para "comunistas"... Un ratito... Y, ¿qué diablos iba hacer allí? Me gusta la historia, uno de mis temas favoritos es la WWII para dar caña a los neonazis. Pues bien, reflexionado el caso sobre como lidiar con los "kamaradas" y su comunidad en Google Plus, decidí que mi propósito sería compartir bonitos pósters, carteles, tarjetas postales de propaganda soviética en la "Gran Guerra Patria", por cierto, material super chulo!, arte popular. Muy pronto surgió la desilución con el "alto mando rojo" (por cierto mudaron de nombre a algo que me recuerda el título en latín del film Quo Vadis... el alzheimer impide recordar su nueva denominación)... en fin. 

Uno de los moderadores, muy ilustrado en doctrina marxista-leninista, alejado del mundo real, ! hombre, que estamos en el siglo XXI !, desconocía dónde conseguía el material gráfico que aportaba, pienso que el "kamarada" nunca entró en el buscador de Google (u otros) y tecleó "propaganda soviética en la segunda guerra mundial", le gustaba mucho, se deshizo en alabanzas por la aportación. Erróneamente pensaría que yo sería un "proletario" fiel. El "jefe" no estaba conforme, no era suficiente, llegó a exigirme dedicación al estudio de éste y éste otro doctrinario comunista de la era soviética... y que elaborara un artículo. "Así que a estudiar" me repeló en clara intención de explotarme intelectualmente, al mejor estilo del enemigo (explotación laboral)... ¿Quién diablos puede recordar esos extraños apellidos en ruso que en su nombre debía quemar mis apreciadas neuronas cerebrales?. Mi "delicada" capacidad intelictiva no me lo permite, creo recordar un nombre, algo parecido a rakumin o una variante. Como no pudo ser de otra manera, mi "férrea" personalidad, dijo nones, no le pare bolas, ni que fuera mi kamarada en jefe, ¿verdad?.

 

Entrando en la tercera década del siglo XXI estudiar a ignorados doctrinarios rusos de la era del marxismo leninismo es como querer dar la razón a los neonazis que leen el Mein Kampf. !Válgame Dios!

 

El detonante para dejar el aporte con rechula propaganda de guerra en una comunidad apta "solo para comunistas" y que todo se vaya al garete llegó a su paroxismo cuando se publicó una fotografía de uno de los "altos mandos del politburó" (creo recordar que era el propietario, los otros "jefes" eran moderadores). Era un chaval al mejor estilo hippie, con un largoooo y suelto pelo azabache, camiseta negra de esas que usan los amantes del metal (género musical) y otras sustancias. El de la melena en cuestión -que ensombrece, palidece, abochorna y aconcojonaría a Pablo Iglesias (por el cabello)- intercambiaba trascendentales "principios ideológicos" para la humanidad con otro súbdito de su red social, el coloquio dialéctico refería a: "cuán largo tengo mi pelo!", el otro al parecer no estaba muy convencido y el "jefe" amenazó con enviarle más fotos de su tremenda cabellera!... Vaya manada de pichulas comunistas. 

Así que de raíz me dí de baja, no sin antes haber sufrido un trastorno estomacal, en un dos por tres estaba en el trono del hogar con una indigestión del p... madre. A veces me pregunto si no sería envidia de mi parte, ya que soy calvo, pero reflexiono y digo que no -como dicen los mexicanos- la neta que no mi carnal; si soy rockero clásico generacional, nací en la época de los Led Zeppelin, Rolling Stones, etc. y estoy acostumbrado a las melenas. 


Como es intuible el filósofo marxista-leninista que exigió preparar un artículo sobre sus idolatrados teóricos rusos de impronuciable nombre habrá tenido que redactarlo él mismo. Google Plus fue un gran fracaso social como lo fue el comunismo, los dos desaparecieron de la faz de la tierra, a pesar de que Vox y otros exaltados mantienen con vida al "comunismo", intentando atemorizar a los incautos: "para que no regrese el comunismo"... bueno, esa es la razón de su existencia, su forma de vida, una buena por cierto... dedicados a la "política"...

Como apreciarán, prefiero andar libre, sin ataduras, ser dueño de mis actos y de mi tiempo, haciendo un poco de mofa sobre aquellos energúmenos que no entienden por qué mismo -siendo unos pobres diablos- siguen apoyando a quienes los explotan, me refiero a fanáticos ultras españolísimos y latinoamericanos que tienen una especie de devoción "espiritual" que los ata más en mugre que en carne a su "caudillo" alemán, sin poder pronunciar un decente ´heil´. Hasta resultó que el jefecito nazi -conforme a una delirante teoría propagandística denominada nazismo esotérico- era un bicho raro, "reencarnación" de un "avatar" de alguna de las deidades del hinduismo, a decir de un conocido literato del cono sur. En el caso del ejemplo fotográfico, la deidad encarnó en forma de un refrescante helado marca "Hitler". Ya te digo, en la India causó sensación y la gente fue a por ellos.



El lector se habrá percatado que este blog se convirtió al "extremismo", eliminó la opción de comentarios, no recibe sugerencias de "amistad" (¿"amigos"?...el ratón del queso), ni "seguidores". ¿Cómo se justifica? Evitar experimentar con los "críticos" de internet previene la dispepsia y alto estrés. Inicialmente había algo de paciencia para leer interminables sandeces de "doctos", "sabios", "intelectuales", "críticos", "todologos" en general, ya sea cobijados de "revisionismo histórico" de ultras derechistas o de "materialismo antidialéctico" de zurdos "radicales".

¿Aburridos? Ojo!!! que tengo otra historia -otra más!-... desde que me involucré en el mundillo "intelectual" que ronda en redes sociales (prometí que nunca más lo haría). Sepan los neonazis que mi mala leche no va solo por ellos. Una ocasión un anarquista reprochaba mi lado "imperialista" y "sionista", yo explicaba la colaboración de grupos armados de la anarquía luchando junto a kurdos y estadounidenses en el norte de Siria. "Propaganda ¡Imperialista"! vociferó el ofendido ante contundente material documental aportado. Estaba claro que su propósito era defender una pseudo "independencia" kurda en territorio sirio apoyado en las bases militares US Army in situ (y reconocido por Israel), cuyo objetivo final era destruir al país árabe, a la vez que comparaba esa "lucha" con un proceso independentista en Españistán. De todos modos pensé:  ! que carajos, para eso es la utopía, soñar cosas fantásticas !

En el fondo me agradan esos chavales anarquistas, son cosas de la edad, sin duda; no simpatizo cuando se disfrazan de camouflage, derraman lágrimas de cocodrilo e increpan al imperialismo, por la retaguardia (literal) reciben financiación y armas made in USA. Los estrategas imperiales valoraron a los anarcos como un simpático grupo moldeable a sus necesidades; o, ¿será que son anarco-capitalistas?... Ahhh!, ¿a qué no sabían que también existen anarco-capitalistas por el mundo?!. Al US Army no le interesa si los kurdos y sus voluntariosos amigos provenientes de las españas y otras latitudes sean terroristas, revolucionarios, sociolistos, comunistas, federalistas, comunitaristas, municipalistas, anarquistas, utopistas, feministas, animalistas, etc, etc.; como tampoco importa los carteles propagandísticos anarcos en inglés (pagados por el Tío Sam), oponiéndose al imperialismo.

Perdón por ponerme serio, quería plagiar la tónica de Kiko Amat... pero ni modo, mi lado serio surge de la oscuridad... ¿Quién no se ha sentido defraudado con los "defensores del pueblo", como la larga lista de -istas del párrafo anterior?. Fantasías de trasnochados. Muchos son realmente buenas personas, apasionados, pero... suelen sobrepasar los límites de la sensatez. El caso de la vida real que comento es de final de campeonato mundial, aquel insensato estaba convencido -como si de un acto de fe se tratara- que los “sionistas” y “agentes” del Mossad infiltrados (es decir, yo!) somos contrarios a la creación del Kurdistán. ¡Madre mía. La ostia!. Textualmente, en tono de pregunta (que interpreté como insulto) dijo: “¿Estás en contra de un Estado Kurdo? ¿Eres del Mossad?”, él frecuentaba varias comunidades de Google Plus con el nick de "Salud y República" dejando en ridículo el significado de la frase -que la comparto- ante su considerable número de fans. Debe dar gracias al anonimato, caso contrario sus admiradores(as) lo habrían arrojado a la cloaca social, hecho que induciría a practicar el ritual del harakiri tras el escarnio público. La dimensión descomunal de tan disparatada pregunta era un claro intento de crucificarme, lincharme, ridiculizarme por mi ignorancia y... por "agente infiltrado sionista". Por un lapso fantasioso de tiempo sentí la tentación de transformarme en un "James Bond", interpretando el rol protagónico de un "Super Agente del Mossad"; hubiese preferido que me diga que soy una mala copia de Maxwell Smart, el Super Agente 86, al menos reiría de buena gana. 

... Es que, al ser "agente del Mossad" e "imperialista" escribo cualquier diarrea mental que me viene. Aquel sujeto, molesto por mi réplica terminó acusándome de "estalinista"... El tío éste, sin ser un neonazi, habrá tomado una sobredosis de:



"Uno de los problemas que yo veo en cierta parte de la izquierda es la falta de sentido del humor: se lo toman todo muy en serio, con mucha solemnidad" comentaba Kiko Amat en una entrevista. Tal cosa lo verifiqué en sangre propia. Incorregible yo, tras el arresto de Pablo Hasél que coincidió con una continuada aparición de demostraciones públicas de organizaciones fascistas, que incluye a una chica facha muy mona, incluso bajo protección policial (una marca España sin duda) sugerí que al fascismo y a la extrema derecha se la debe combatir no solo en las calles sino ridiculizando con la sátira su discurso de odio. En RTVE, alguien dijo que "el fascismo es alegría"... madre mia! lo que tenemos que escuchar en la tele pública. Todo lo contrario, el fascismo odia la felicidad, es insípido, horrorosamente solemne. El fascista asume con demasiado protocolo chorradas como la superioridad racial o el intransigente culto de un disfrazado y falso nacionalismo, ese discurso no ha cambiado a lo largo de su existencia, odio social y búsqueda de un enemigo a quien culpar del fracaso en el tipo de sociedad que, contradictoriamente, defiende. El simple facha protege por ignorancia a quien le explota y culpa con "alegría" al resto, desprende rabia cuando la sátira política los refleja en su verdadera naturaleza...Y esto no gustó a ciertos "kamaradas", prefieren ver correr sangre... Por supuesto, el humor no es la solución, pero ridiculizar a esas gélidas vestales equivale a dar un soberano soplamocos en su intolerante alma.

Ya he dicho antes que los izquierdistas son más inteligentes que los derechozos; y, sin contradecirme, pienso que las mentes críticas empiezan a escasear en la “izquierda”, algunos siguen creyendo en el cuento de hadas de “utopía, paz y libertad”. Decía en alguna ocasión que el único lugar donde puede y está permitido construir la utopía es en el mundo del arte y la literatura, la creación es fruto del ensueño del artista que plasma la exaltación de la belleza simbólica en su obra. Aquel que dice querer hacer utopía utilizando la política como un medio, no puede ser más que un monumental fraude. 


EPILOGO

En esos lapsus brutus que todos pasamos intenté debatir y responder comentarios en este blog, infructuosa tarea. Salvo el mencionado Google Plus, nunca he abierto una cuenta en facebook, tweeter, instagram, etc, no es lo mío. Un conocido suele compartir algunas publicaciones por el simple hecho de adolecer vagancia congénita, no hace otra cosa que pasar el tiempo chateando por la red. "Hombre! -me increpó- esa actitud te mantendrá desconocido, sin  amigos y seguidores" (fans). Que no podré explorar y explotar exponencialmente otros universos -es lo que dice el marketing para atraer clientes, mejor dicho "amigos" en redes sociales- seguramente... Hace poco escuché una frase interesante: "escribo para disfrutar de mi soledad". 

Curiosamente, al leer los artículos de Kiko Amat descubrí esa empatía, llegando al punto de "plagiar" sus pensamientos. Coincido en lo siguiente, iba a escribirlo en mi estilo, pero Kiko es insuperable y prefiero citarlo textualmente para terminar el cuento de hoy: 

"Saber a quién le gustas o disgustas quita mucho tiempo y me parece vanidoso. Me da más miedo la vanidad que el hatemail. Y las redes sociales no le harían bien a un tío como yo, con episodios cataclísmicos de baja autoestima. Tampoco he ido jamás a la zona de comentarios de mis textos, por esa misma razón. Pero mis amigos, que son voluntariosos y cabrones, sí que me hacen mención alguna vez. Mi reacción es un poco: “¿Has oído lo de matar al mensajero? Pues eso es lo que va a pasar ahora mismo, nen: matar al puto mensajero”. Siento mucho rechazo hacia todo eso. Y lo de enviar tweets, además, lo veo poco viril; es como de cursi cotilla. Es el equivalente exacto de enviarse notitas en BUP... Sí, es un poco como en esos foros de rol... (el forista) es en la vida real un guiñapo sollozante. La voz de internet es chillona, histriónica, no crea empatía, sobredimensiona situaciones, y lo peor: nunca es memorable. 

Hay algo muy chungo, y que noto en la gente que tiene menos de treinta años, que es la incapacidad para elogiar sin meter un put down, una especie de semi-insulto cínico. Se me ha acercado gente diciéndome que le encanta tal libro mío para al momento decir que tal otro les parece una mierda. No es que no entienda que algo le pueda parecer una mierda a alguien: es la verbalización y la crítica pueril que no viene a cuento lo que me parece ridículo. Como si fuera imposible mostrar entusiasmo sin parecer vulnerable. Esto me parece una patología super triste: yo nunca iría a Kevin Rowland para preguntarle por qué salió vestido de señora en My Beauty. Sería imbécil hacer algo así. Pero ya te digo: es una incapacidad generacional. Y te lo comento sin ánimo de sonar como un viejo rockero, que es lo opuesto a lo que soy yo: me niego a ser uno de esos barbudos con pantalones de cuero y soflamas antijuventud. Ya escuché suficientes mierdas así cuando tenía catorce años".


Original postcard estadounidense emitido durante la IIGM


Como premio al que tuvo paciencia de llegar al final de estas líneas, en una próxima entrada recibirá un artículo de Kiko Amat, que sin duda se convertirá en un clásico. 

                                                                             Tito

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25 marzo 2021

La Batalla de Moscú en caricaturas



"Blitzkrieg Fritzkrieg"


T. Andino
Recopilación de textos e ilustraciones


Nota explicativa sobre el póster de portada.

"Blitzkrieg Fritzkrieg". Cartel de Propaganda sobre la Operación Barbarroja, muestra a una fuerza alemana invadiendo la URSS y golpeada por el invierno ruso. La obra pertenece a la serie "Lápiz de Lucha" (conocido mundialmente como Fighting Pencil) que fueron producidos en varias regiones, Leningrado entre las principales. En la posguerra se produjeron nuevas series de "Lápiz de Lucha", denominadas "Boevoi Karandash" (El lápiz militante), un grupo de artistas de Leningrado reproducía antiguos "lápices de lucha" o publicaba nuevos carteles políticos litográficos y colecciones de dibujos satíricos del mismo nombre después de su resurgimiento como arma de propaganda en la Guerra Fría en 1956. Matthew Mazruho (1911-2000), artista ruso de la década de 1930 es uno de los autores de la caricatura de portada, trabajó como dibujante para el periódico "Komsomolskaya Pravda" durante la Gran Guerra Patria y fue uno de los artistas de "Lápiz de Lucha" en la posguerra.



    Matthew Mazruho y otro


"Durante la Gran Guerra Patria, el cartel se convirtió en uno de los principales medios de agitación y propaganda para todos los ciudadanos de la Unión Soviética. El cartel estaba destinado a unir al pueblo en la lucha contra un enemigo mortal, a apoyar la creencia en la certeza e inevitabilidad de la victoria, a mostrar la crueldad y la insignificancia moral de los nazis".


 

Póster de 14 diciembre 1941 de Ventana TASS, del artista Pavle Petrovich Sokolov-Skalya, el original titula "El Fuhrer se golpea los ojos con avidez..."; en otras publicaciones aparece como: "No veo al enemigo de Moscú" o "derrota de los merodeadores fascistas"


"Las bromas, la sátira, el humor, que los artistas utilizaron para crear carteles, ayudaron a los trabajadores del hogar y a los soldados a superar el miedo y el desaliento, para inspirar a la población".

 

    Matthew Mazruho y otro



Cuatro caricaturas del artista Boris Efimov sobre la "Batalla de Moscú"


"Cerdos nazis detenidos a las puertas del Kremlin por el Ejército Rojo".1941 (autor: Dmitri Moor)


Durante la Gran Guerra Patria en la ciudad de Chita - Transbaikalia, se adornaron los escaparates con carteles satíricos animados de la agencia TASS. La región de Transbaikalia está muy lejos de Moscú, las muestras de carteles no llegaban de inmediato, y los carteles tenían que ser relevantes, de actualidad, porque los informes de los frentes se recibían a diario. Los artistas de Chita se pusieron manos a la obra: V. G. Kozmenko, I. V. Polikarpov, D. I. Ivanov, G. Toloknin, M. Otarov, L. Gruzdev, A. Mosin y el diseñador gráfico G.E. Tarasevich. Los artistas fueron ayudados por los escritores I.S. Lugovskoy, V. Shergov, O. A. Khavkin, I. Molchanov-Sibirskiy y otros.

Chita "WINDOWS TASS" fue creado por la Unión de Artistas en la oficina editorial del periódico "Zabaikalsky Rabochy". Hicieron un tipo especial de póster de pequeña circulación, creado no por impresión, sino a mano, aplicando pinturas adhesivas al papel a través de una plantilla. Por esta razón, el cartel "Tassov" tenía más libertad colorida que el impreso. Otra propiedad importante era la movilidad, la capacidad de reaccionar instantáneamente ante tal o cual evento.

Los artistas y escritores soviéticos ridiculizaron los resultados de la propaganda alemana en una serie de carteles: "La historia de una victoria fascista".



"La historia de una victoria fascista", en cuatro escenas

El plan de Hitler "Barbarroja" preveía una guerra relámpago durante la cual Moscú sería tomada a principios del otoño de 1941. El 22 de junio de 1941, sin declarar la guerra, las tropas alemanas cruzaron la frontera de la URSS y entraron en batalla con unidades del Ejército Rojo. Inicialmente la ofensiva nazi se desarrolló rápidamente conforme la estrategia blitzkrieg. Sin embargo, muy pronto Barbarroja comenzó a deslizarse notablemente y a producir serios trastornos.


Joseph Goebbels es uno de los personajes más siniestros del Tercer Reich. Pudo crear una gran máquina de propaganda en la Alemania nazi. El mismo nombre de esta persona se ha convertido en un nombre familiar.


A la feroz resistencia del ejército soviético se agregó un terreno difícil y desconocido, dificultades con los suministros, las acciones de los partisanos, caminos embarrados, bosques intransitables, agotamiento de unidades y formaciones avanzadas constantemente atacadas y emboscadas. Después de dos meses de hostilidades quedó claro para la mayoría de los generales alemanes (y luego para el propio Hitler) que el plan Barbarroja era insostenible. Una brillante operación desarrollada por el Estado Mayor alemán se convirtió en una realidad brutal.


Primeras victorias



A pesar de una serie de grandes pérdidas en los primeros días de la guerra el Ejército Rojo mostró la capacidad de responder a los conquistadores. Si antes la Wehrmacht ganó fácilmente victorias sobre los países europeos, implementando la estrategia de la guerra relámpago, entonces en la URSS los líderes militares alemanes se vieron obligados a conducir las hostilidades de acuerdo con todas las reglas de la ciencia militar.




En la noche del 8 de agosto de 1941, un destacamento de bombarderos de la aviación de la Flota Báltica, Bandera Roja. realizó la primera incursión en Berlín. Los ataques aéreos contra la capital de la Alemania nazi fueron una respuesta al bombardeo de Moscú y tuvieron un gran efecto político-militar y psicológico. El ataque a Berlín fue una completa sorpresa para el liderazgo alemán, que al día siguiente lo atribuyó a los británicos, pero informaron públicamente que los días 7 y 8 de agosto, aviones británicos no sobrevolaron Berlín.


Batalla bajo Moscú




Para el 29 de octubre, los combates ya estaban a 80-100 kilómetros de Moscú. Hitler exigió que Moscú fuera capturada a cualquier precio antes de que comenzara el invierno. Para una nueva ofensiva en la capital, el comando del Grupo de Ejércitos Centro desplegó 51 divisiones, incluidas 13 de tanques y 7 motorizadas. La superioridad en las fuerzas permaneció del lado del enemigo: en hombres - 2 veces, en artillería - 2,5 veces, en tanques - 1,5 veces. La batalla de Moscú es una de las más grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial. No lejos de Moscú el aclamado ejército hitleriano sufrió por primera vez una seria derrota.




La estrategia de una guerra rápida finalmente fracasó, se disipó el mito de la invencibilidad alemana. Los regimientos siberianos transferidos desde el este hicieron una contribución significativa a esta victoria. En octubre de 1941, la 93.a División de Siberia Oriental, formada por los habitantes de la República Socialista Soviética Autónoma Buryat-Mongol y combatientes de las regiones de Irkutsk y Chitá, detuvieron los tanques de Guderian cerca de Tula.


Fractura






También las divisiones de Trans-Baikal participaron en la Batalla de Stalingrado desde finales de julio de 1942. Los soldados se sometieron a un entrenamiento de combate acelerado y fueron trasladados al frente. Por su derramamiento de sangre, el número de víctimas, el número de armas utilizadas, la historia no conoce una batalla igual a la de Stalingrado donde la Wehrmacht y sus aliados perdieron más de 1,5 millones de personas muertas, heridas y capturadas. Las pérdidas irrecuperables de la Wehrmacht, las tropas de las SS y otras formaciones militares del Tercer Reich que operaban en el frente soviético-alemán ascendieron a 7.181.100 personas. Las pérdidas irrecuperables en las tropas de los aliados del Tercer Reich ascendieron a 1.468.145 personas.




"Mirada de los salvadores"


Partisanos

El movimiento partisano durante la guerra fue masivo. Miles de habitantes de los territorios ocupados acudieron a los partisanos para luchar contra el invasor. Su valentía y acciones bien coordinadas contra el enemigo hicieron posible debilitarlo significativamente, lo que influyó en el curso de la guerra y la victoria de la Unión Soviética. 





En Transbaikalia había una red de espías de los aliados de Alemania: Japón. En el consulado del estado títere de Manchukuo, creado por los japoneses que ocupaban China, trabajó todo un nido de inteligencia enemiga. Los espías fueron vigilados sin descanso. Chita sería defendida por baterías antiaéreas de posibles ataques de la aviación japonesa. Al día de hoy, uno de los distritos de la ciudad se llama Zenitka.





En total, Chita "Windows TASS" emitió varios miles de carteles durante la Gran Guerra Patriótica, que se distribuyeron en la región de Chitá, Buriatia, región de Irkutsk, territorio de Khabarovsk. Se organizaron repetidamente exposiciones especiales en hospitales y en el pabellón del jardín de la ciudad. En la primavera de 1942 se decoró un vagón especial con carteles, que recorrió todo el ferrocarril Transbaikal.


"invasores"

Los carteles de la Chita "TASS Windows" fueron presentados en la exposición "Battle Gouache"  y se guardan en los fondos del A.K. Kuznetsova.




Otros ejemplares producidos en Chita:










Nota del editor: Transbaikalia (Transbaikal, Trans-Baikalen) o Dauria es el nombre con el que se conoce a la región montañosa localizada al este del lago Baikal, en Rusia, en algún momento de la historia fue parte del imperio chino. En la Rusia Imperial, Dauria fue un óblast con su capital en Nérchinsk, y luego en Chitá, que se convirtió en parte de la República del Lejano Oriente en 1920. En la actualidad se divide en la república de Buriatia y el krai de Zabaikalie y representa casi la totalidad del territorio de estos dos entes federales.


Fuente principal: Para el resumen de textos e ilustraciones. © Institución Estatal de Cultura "Museo Regional Trans-Baikal de Costumbres Locales A.K. Kuznetsov" o "Museo de Historia Local A.K. Kuznetsov". Chita

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