por Thierry Meyssan
Proseguimos la publicación de la quinta parte del libro de Thierry Meyssan, Sous nos yeux, (De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes). En esta entrega asistimos a un cambio radical en el curso de los acontecimientos. Mohamed Morsi, miembro de la Hermandad Musulmana, de origen egipcio pero con nacionalidad estadounidense, convertido en presidente de Egipto fue derrocado después de gigantescas manifestaciones en contra de su régimen mientras que en Siria fracasa el asalto contra Damasco.
Este artículo es un segmento del libro "Sous nos Yeux". (Ir a la cuarta parte)
A pesar de haber lanzado 40.000 hombres al asalto de Damasco –la capital siria– la Hermandad Musulmana no logra tomar la ciudad. Lejos de acoger a los yihadistas como “liberadores”, la población de Damasco resiste y la operación se convierte en un fracaso para la cofradía.
11- La “Primavera Árabe” en Siria
Desde el 4 de enero de 2011, fecha de apertura de la reunión del Cairo, la coordinación de la primavera árabe en Siria se efectúa desde la cuenta de Facebook “Syrian Revolution 2011”. Solo con ver ese nombre es suficiente para entender que el objetivo de la operación era un rápido derrocamiento de la República Árabe Siria, tan rápido como las anteriores “revoluciones de colores”, ya que no se trata de modificar las mentes sino únicamente de cambiar dirigentes y algunas leyes del país. El día mismo de su creación, la cuenta “Syrian Revolution 2011” lanza un llamado a la realización de manifestaciones en las calles de Damasco, exhortación de la que se hace eco Al-Jazeera, mientras que Facebook atribuye a esa cuenta decenas de miles de “Followers”… cosas de la magia de la informática. Esta cuenta de Facebook tendrá un papel central en los próximos 5 años. Cada viernes, día de plegaria de los musulmanes, estará dedicado a un objetivo de la Hermandad Musulmana.
El 22 febrero llega a Líbano el senador estadounidense John McCain. Se reúne allí con líderes de la coalición política libanesa 14 de Marzo (pro-saudita). Entre esos líderes está el diputado Okab Sakr, a quien McCain confía la misión de hacer llegar las armas a los islamistas, que ya esperan por ese armamento en Siria. Después, el senador estadounidense sale de Beirut, se va de exploración hasta la frontera con Siria y escoge la ciudad libanesa de Ersal como futura base de operaciones.
A pesar de los llamados que la misteriosa cuenta “Syrian Revolution 2011” sigue lanzado a través de Facebook, habrá que esperar hasta finales de marzo para que comiencen a suceder cosas en Siria. La Hermandad Musulmana congrega en Deraa, ciudad del sur de Siria conocida como muy favorable al partido Baas, un grupo de yihadistas veteranos de Afganistán e Irak. Estos individuos logran desviar de su objetivo una manifestación de funcionarios que reclamaban aumentos de sueldo y comienzan a saquear el Palacio de Justicia. Ese mismo día, bajo la dirección de oficiales del Mossad israelí, esos mismos individuos atacan, en las afueras de la ciudad, un centro de los servicios secretos utilizado única y exclusivamente en tareas de vigilancia de la actividad israelí en el Golán ocupado.
Al mencionar el hecho, Al-Jazeera afirma que la población de Deraa protestaba porque la policía había torturado varios niños que habían escrito en las paredes consignas hostiles al presidente Assad. La confusión reina mientras que los provocadores siguen destruyendo el centro de la ciudad. Durante las semanas siguientes, tres grupos de islamistas se desplazan por Siria atacando blancos secundarios mal protegidos. Aunque solo pueden atacar tres puntos diferentes a la vez, estos tres grupos crean la impresión de que los desórdenes se generalizan por todo el país. En pocas semanas, se cuentan más de 100 muertos, principalmente policías y militares.
El presidente Assad reacciona a la inversa de lo que esperaban los provocadores: en vez de imponer una especie de “Acta Patriótica”, Assad abroga el estado de emergencia que se mantenía en vigor desde la época de la guerra con Israel –de hecho Siria e Israel siguen en guerra mientras que el Estado hebreo aún ocupa militarmente las alturas del Golán– y disuelve la Corte de Seguridad del Estado. Hace además que el Parlamento adopte una ley que garantiza y organiza el derecho a hacer manifestaciones, denuncia los desórdenes como una operación dirigida desde el extranjero y exhorta al pueblo a respaldar las instituciones de la República Árabe Siria. También reúne a los jefes de estado mayor y prohíbe que los soldados hagan uso de sus armas si existe algún riesgo de daño colateral para los civiles.
Aprovechando esta última orden del presidente, la Hermandad Musulmana ataca un convoy militar en Banyas –la ciudad del ex vicepresidente Abdel Halim Khaddam, ahora miembro de la oposición externa. El ataque dura varias horas, bajo la mirada de la población. Por temor a herir a los espectadores, los soldados –en cumplimiento de la orden de su presidente– se abstienen de hacer uso de sus armas. Una decena de militares mueren así en el incidente. El sargento que encabeza el destacamento pierde las dos piernas cuando cubre una granada con su cuerpo para evitar que la explosión mate a sus hombres. La operación había sido organizada, desde París, por el Frente de Salvación de Abdel Halim Khaddam y la Hermandad Musulmana. El 6 de junio, 120 policías sirios mueren en una situación idéntica, en la localidad de Jisr al-Chughur.
Manifestaciones hostiles a la República Árabe Siria tienen lugar en varias ciudades. Contrariamente a lo que afirman los medios occidentales, los manifestantes nunca reclaman democracia. Las consignas más habituales son: “El pueblo quiere la caída del régimen”, “Los cristianos a Beirut, los alauitas a la tumba”, “Queremos un presidente temeroso de Dios”, “Abajo Irán y el Hezbollah”. Algunas consignas mencionan la “libertad”, pero no en el sentido occidental. La libertad que reclaman los manifestantes es la de practicar la sharia.
En ese momento, mucha gente cree en Siria que la única información confiable es la que ofrecen Al-Jazeera y Al-Arabiya, las televisoras de Qatar y de Arabia Saudita que respaldaron los cambios de régimen en Túnez y Egipto. Y esa gente está convencida de que el presidente Assad va a dimitir y que la Hermandad Musulmana tomará el poder. La gran mayoría de los sirios asisten estupefactos a lo que creen una “revolución” y se preparan para vivir un viraje hacia el islamismo. Resulta muy difícil dar cifras sobre la cantidad de sirios que se manifiestan contra la República o que apoyan a la Hermandad Musulmana. Lo más que puede decirse con seguridad es que hay en el país cientos de pequeñas manifestaciones y que la más importante reunió cerca de 100.000 personas en Hama. El presidente Assad recibe en Damasco a los organizadores de esta última demostración. Cuando les pide que expongan sus reclamos, le responden: “Que se prohíba el acceso de los alauitas a Hama”. Atónito, el presidente –que es alauita– pone fin a la entrevista.
En París, la Hermandad Musulmana y el gobierno de Israel organizan subrepticiamente –el 4 de julio– una reunión pública para enrolar a la clase dirigente francesa. Al llamado del “filósofo” Bernard-Henry Levy, del ex ministro francés de Exteriores Bernard Kouchner y del futuro jefe de la diplomacia francesa Laurent Fabius, acuden senadores, diputados y alcaldes de todos los horizontes políticos –derecha, centro, izquierda y ecologistas– para respaldar lo que se les vende como un combate por la democracia. Nadie nota en la sala la presencia de los verdaderos organizadores del encuentro: Alex Goldfarb, consejero del ministro de Defensa de Israel, y Melhem Droubi, responsable mundial de la Hermandad Musulmana a cargo de las relaciones exteriores. Este último ha llegado a Francia expresamente desde Arabia Saudita.
En agosto, se constituye en Estambul un Consejo Nacional Sirio (CNS), siguiendo el modelo del Consejo Nacional de Transición Libio. Ese Consejo reúne una serie de personalidades que desde hace años viven fuera de Siria, solo algunos que acaban de salir del país y miembros de la Hermandad Musulmana. La extraña idea de que ese grupo pueda estar realmente interesado en el establecimiento de una “democracia” parece avalada por la presencia de algunas personalidades de extrema izquierda, como el profesor Burhan Ghalioun, a quien pondrán en la presidencia del Consejo. Pero hace años que el profesor Ghalioun trabaja con la NED estadounidense y con la Hermandad Musulmana. Aunque se dice laico, Ghalioun escribe los discursos de Abassi Madani –el presidente del Frente Islámico de Salvación (FIS) de Argelia– desde que este último se exiló en Qatar. En el mismo caso se encuentran George Sabra y Michel Kilo, quienes trabajan con la Hermandad Musulmana desde hace más de 30 años y siguieron a los trostkistas estadounidenses incorporándose a la NED, en 1982. Bajo la dirección del libio Mahmud Jibril, George Sabra trabajó en las versiones para el extranjero del programa de televisión para niños Sesame Street –producido por el grupo francés Lagardere Média y el canal qatarí Al-Jazeera– junto con Cheryl Benard, esposa de Zalmay Khalilzad, embajador de Estados Unidos en la ONU, y posteriormente en Irak. Otro personaje cuya presencia sirve de “garantía” es Haytham Manna, el mismo que se ocupaba de las inversiones de los miembros sudaneses de la Hermandad Musulmana.
Qatar compra a la OLP su turno en la presidencia rotativa de la Liga Árabe. ¿Precio? 400 millones de dólares. En violación de los estatutos, Qatar hace que la Liga suspenda la membrecía de la República Árabe Siria, a pesar de tratarse de un Estado fundador de ese grupo de países. Qatar propone después el envío a Siria de una Misión de Observación presidida por Sudán –país que sigue bajo un gobierno de la Hermandad Musulmana. Sudán designa como jefe de la Misión al general Mohamed Ahmed Mustafá al-Dabi, ex jefe de sus servicios secretos y ex embajador en Qatar. Cada Estado miembro de la Liga Árabe envía observadores para que todas las tendencias estén representadas en la Misión. La República Árabe Siria acepta el envío de esa Misión de Observadores y permite que se despliegue en el territorio nacional. Será esa la primera y única vez que un órgano pluralista llega a estar presente en el terreno, se reúne con todas las partes y visita todo el país. Se trata, en realidad, de la única fuente externa de información realmente digna de confianza en todo el conflicto.
Todas las partes saludan favorablemente la nominación del general al-Dabi, el hombre que negoció la separación entre Sudán y Sudán del Sur y a quien numerosos países árabes proponen como candidato al Premio Nobel de la Paz. Pero la lectura de los informes preliminares muestra que este militar sudanés no tiene intenciones de redactar informes para complacer a nadie sino de dirigir una auténtica observación pluralista de la situación. Bruscamente, los medios internacionales cambian de tono y acusan al general al-Dabi de ser uno de los genocidas de Darfur. Los que antes aprobaban su designación, ahora exigen que dimita. El general sudanés se mantiene en sus trece.
Finalmente se publica un informe preliminar que certifica que no hay revolución en Siria. La Misión confirma que la exageración es considerable en cuanto a la violencia atribuida al gobierno, que el ejército se ha retirado de las ciudades, que no hay represión, que las víctimas son principalmente soldados y policías, que más de 5.000 detenidos cuyo nombres ella misma entregó a las autoridades sirias han sido liberados y que los medios de prensa extranjeros que solicitaron cubrir la situación han podido hacerlo.
Lleno de cólera, Qatar paga a Sudán 2.000 millones de dólares para que se lleve a casa al general al-Dabi y se opone a que la Liga Árabe nombre un sucesor a la cabeza de la Misión. Descabezada, la Misión de Observadores de la Liga Árabe será disuelta a principios de 2012.
Igualmente furiosa de ver como la República Árabe Siria logra salir adelante, la Hermandad Musulmana decide instaurar un Emirato Islámico. Luego de varios intentos, logrará hacerlo en Baba Amro, un barrio de la ciudad siria de Homs, donde previamente había cavado y acondicionado toda una red de túneles para garantizar el abastecimiento de sus combatientes en caso de asedio. Allí concentra la cofradía 3.000 hombres armados, 2.000 de ellos takfiristas sirios. Esos elementos son de hecho los miembros del subgrupo de la Hermandad Musulmana denominado “Excomunión e Inmigración”, creado en tiempos del presidente egipcio Anwar el-Sadat.
Estos elementos implantan en Baba Amro un “Tribunal Revolucionario” con el que juzgan y condenan a muerte a más de 150 habitantes del barrio, que son degollados en público. Los habitantes del barrio huyen, con excepción de unas 40 familias. Los takfiristas levantan barreras en todos los puntos de acceso al barrio y las fuerzas especiales francesas se encargan de instalar en ellos el mejor armamento disponible en Occidente. La campaña terrorista del primer año de desórdenes da paso con ello a una guerra de posiciones, en concordancia con el plan expuesto en 2004 en el libro La Administración de la Barbarie. En adelante, los islamistas reciben de la OTAN un armamento más sofisticado que el que posee la República Árabe Siria, cuyo ejército es objeto de un embargo desde el año 2005.
Una mañana, el Ejército Árabe Sirio penetra en Baba Amro, cuyas defensas finalmente ha logrado neutralizar. Los militares franceses, los periodistas y algunos líderes ya han huido y reaparecen en Líbano días después. Los takfiristas se rinden. La guerra que estaba comenzando parece haber terminado, como en Líbano –en 2007–, cuando el ejército libanés derrotó al grupo Fatah al-Islam. Pero los islamistas no están liquidados.
Una nueva operación se prepara desde Jordania, bajo la dirección de la OTAN. Esa operación incluye un gran ataque contra la capital siria, Damasco, en el marco de una gigantesca operación sicológica. Pero es anulada en el último instante. Abandonados por Francia en Baba Amro, los islamistas acaban de recibir una contraorden de Estados Unidos, que está conversando con Rusia sobre la posibilidad de compartir con ella el Medio Oriente. Ambos países firman una promesa de paz en Ginebra, el 30 de junio de 2012.
12- Punto final para la “Primavera árabe” en Egipto.
En Egipto, la Hermandad Musulmana controla el nuevo Parlamento. Aunque la nueva Constitución ha sido adoptada con un 77% de aprobación después un referéndum, la cofradía estima que ese texto –redactado expresamente para permitir la elección de sus miembros– no pasa de ser la modificación –demasiado ligera a su gusto– de un viejo texto, así que designa una Asamblea Constituyente de 100 personas, 60 de ellas miembros de… la Hermandad Musulmana.
La cofradía resalta que los jóvenes demócratas podrían cuestionar el poder del ejército. La campaña con vista a la elección presidencial proporciona a los islamistas una oportunidad para llamar a regenerar Egipto a través del Corán. Yussef al-Qaradawi predica que luchar contra los homosexuales y recuperar la Fe es más importante que enfrentarse a Israel por el reconocimiento de los derechos del pueblo palestino. Mientras los sunnitas se abstienen masivamente en la elección presidencial, la Hermandad Musulmana impide el voto en las ciudades y poblados cristianos, de manera que 600.000 electores no logran ejercer su derecho al voto.
A pesar de todo, el veredicto de las urnas da la victoria al general Ahmed Shafiq –ex primer ministro de Mubarak– con una pequeña ventaja de 30.000 votos. La cofradía amenaza entonces a los miembros de la Comisión Electoral con tomar represalias contra sus familias y, al cabo de 13 días, la Comisión atribuye la victoria al miembro de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi. La “comunidad internacional” prefiere mirar para otro lado y alabar el carácter democrático de la elección.
Mohamed Morsi es ingeniero en la NASA. Es ciudadano estadounidense y cuenta con una acreditación que le da acceso a secretos militares en el Pentágono. Desde su llegada al poder en Egipto, se dedica a rehabilitar y fortalecer la Hermandad Musulmana y a estrechar sus vínculos con Israel. El día del aniversario del asesinato de Anwar el-Sadat, el nuevo presidente recibe a los asesinos en palacio. También nombra gobernador de Luxor al responsable de la masacre terrorista perpetrada en ese distrito en 1997. En cambio, persigue a los demócratas que habían participado en manifestaciones sin exigir la renuncia de Hosni Mubarak sino solo denunciando aspectos de su política. Morsi apoya además una gran campaña de pogromos de la Hermandad Musulmana contra los cristianos y cubre los abusos y crímenes de los miembros de la cofradía: linchamientos, saqueo de los arzobispados e incendio de iglesias. Al mismo tiempo privatiza las grandes empresas egipcias y anuncia la posible venta del Canal de Suez a Qatar, que en ese momento sirve de padrino a la cofradía. Desde el palacio presidencial, Morsi habla al menos cuatro veces por teléfono con Ayman al-Zawahiri, el jefe mundial de al-Qaeda.
En definitiva, Mohamed Morsi acaba ganándose la enemistad de todos. Todos los partidos políticos, incluyendo a los propios salafistas –aunque exceptuando, por supuesto, a la Hermandad Musulmana– comienzan a participar en manifestaciones contra Morsi. Esas protestas llegan a reunir 33 millones de personas que salen a las calles y llaman al ejército a devolver el país al pueblo egipcio. Indiferente al clamor del pueblo, el presidente Morsi ordena al ejército egipcio que se prepare para atacar la República Árabe Siria, en ayuda de los seguidores sirios de la Hermandad Musulmana. Esa decisión colmará la copa, sellando su destino como presidente.
El 3 de julio de 2013, cuando en Washington las oficinas federales cierran sus puertas antes del extenso fin de semana del 4 de julio –la fiesta nacional estadounidense–, el ejército egipcio da un golpe de Estado. Mohamed Morsi es arrestado y enviado a la cárcel mientras que las calles se convierten en campos de batalla donde los miembros de la Hermandad Musulmana y sus familias se enfrentan a las fuerzas del orden.
13- La guerra contra Siria
Se dice que “en política, las promesas solo comprometen a quien se las cree”. Un mes después de la primera conferencia de Ginebra sobre Siria y la firma de la paz y solo unos días después de la conferencia de los “Amigos de Siria” realizada en París, nuevamente se aprueba la guerra, con asistencia de la OTAN. Nombre de código: “Volcán de Damasco y Terremoto en Siria”.
Cuarenta mil hombres entrenados precipitadamente en Jordania cruzan la frontera y se lanzan sobre Damasco mientras que un atentado elimina a importantes responsables que participaban en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad sirio. El ejército y los servicios secretos sirios quedan decapitados.
Los yihadistas que atacan la capital siria son mercenarios reclutados entre las capas pobres del mundo musulmán. Muchos ni siquiera hablan árabe y no han recibido más que una semana de entrenamiento. Algunos creen estar luchando contra los israelíes. Sufren gran número de bajas y se repliegan.
En la larga guerra que viene después, el Ejército Árabe Sirio –que trata de defender prioritariamente a su población y tiene para ello que replegarse hacia las grandes ciudades– se enfrenta a yihadistas que tratan de hacer imposible la vida en vastas extensiones de territorio. Esos elementos parecen renovar sus filas infinitamente. Cada mes llegan nuevos yihadistas que toman el lugar de los que mueren en combate o desertan. Todos los delincuentes del mundo musulmán llegan a Siria para probar suerte por unos cuantos cientos de dólares al mes. Oficinas de reclutamiento se abren públicamente en países como Túnez y Afganistán, aunque se hacen más discretas en otros, como Pakistán y Marruecos. Pero el número de bajas que los yihadistas sufren en los combates es tremendamente elevado. En julio de 2013, según INTERPOL, se registran en 9 países operaciones de evasión extremadamente sofisticadas para sacar a líderes islamistas de las cárceles y enviarlos a Siria. Por ejemplo:
– el 23 de julio, entre 500 y 1.000 presos se escapan de las cárceles de Taj y Abu Graib, en Irak;
– el 27 de julio, 1.117 presos se escapan de la cárcel de Kuafia –en Bengazi, Libia– como resultado de un motín iniciado dentro de la cárcel, en coordinación con un ataque desde el exterior;
– durante la noche del 29 al 30 de julio, 243 talibanes se escapan de la cárcel de Dera Ismail Khan, en zonas tribales pakistaníes.
El Ejército Árabe Sirio incinera la mayoría de los cadáveres de los yihadistas, pero los que logra identificar son conservados y devueltos a sus familias. Como Argelia, con la Fundación Abdelkader, varios países crean discretamente canales para repatriar esos cuerpos. Hoy en día, el Ejército Árabe Sirio aún conserva más de 30.000 cadáveres identificados que nunca han sido reclamados.
Los países occidentales que inicialmente habían enviado miembros de sus fuerzas especiales, reclutándolos entre sus soldados con doble nacionalidad –generalmente musulmanes de origen magrebí–, organizan sus propios canales para el reclutamiento de yihadistas. En Francia, se crea una red de reclutamiento en las prisiones, con participación de mezquitas salafistas. Esos miles de individuos se unen a las decenas de miles que llegan a Siria desde el “Medio Oriente ampliado”. Aunque se ignora la cifra exacta de personas que participan en esta guerra, se estima que el número total de yihadistas locales y extranjeros que luchan tanto en Irak como en Siria, desde 2011, sobrepasa los 350.000. Esa cifra es superior a los efectivos de cualquier ejército regular de la Unión Europea y dos veces superior a los del Ejército Árabe Sirio.
El jeque Adnan al-Arour garantiza la unidad ideológica de los yihadistas como “jefe espiritual del Ejército Sirio Libre”. Este pintoresco personaje se dirige semanalmente a un amplio público a través de su propio programa de televisión, caldea los ánimos con constantes llamados a derrocar al tirano y defiende una visión patriarcal y autoritaria de la sociedad. Adnan al-Arour va derivando poco a poco hacia llamados de naturaleza sectaria, en los que exhorta a masacrar a los cristianos y los alauitas. Este individuo fue suboficial en el Ejército Árabe Sirio hasta que fue arrestado por haber violado a varios jóvenes reclutas. Huyó entonces a Arabia Saudita, donde se convirtió en jeque al servicio de Alá.
Los yihadistas reciben generalmente un armamento básico, disponen de cantidades ilimitadas de municiones y están organizados en katibas –pequeñas unidades de varios cientos de hombres– cuyos jefes reciben un equipamiento ultrasofisticado, como maletines de comunicación que les permiten recibir directamente imágenes satelitales sobre los movimientos del Ejército Árabe Sirio. Se trata por ello de una lucha desigual en la que el Ejército Árabe Sirio, aunque mucho mejor entrenado, sólo dispone de armamento anterior al año 2005 –debido al embargo internacional que le ha sido impuesto– y no tiene ningún tipo de acceso a datos de inteligencia satelital.
Contrariamente al Ejército Árabe Sirio, cuyas fuerzas y unidades coordinan sus acciones y se hallan todas bajo la autoridad del presidente Bachar al-Assad, las katibas yihadistas se disputan constantemente entre sí, incluso en pleno campo de batalla, donde existe gran rivalidad entre diferentes cabecillas que se creen todos “señores de la guerra”. Pero todos reciben refuerzos, así como el armamento y las municiones que utilizan, y datos de inteligencia, de un estado mayor único –el LandCom de la OTAN, situado en la ciudad turca de Esmirna (Izmir)–, al cual todos deben obediencia. Sin embargo, Estados Unidos encuentra enormes dificultades a la hora de lograr que ese sistema funcione ya que numerosos actores internacionales pretenden realizar operaciones a espaldas de sus demás aliados. Así lo hace Francia –a espaldas del Reino Unido–, al igual que Qatar, que actúa en detrimento de Arabia Saudita.
En cuanto el Ejército Árabe Sirio se repliega de un territorio, los yihadistas que logran ocuparlo “se entierran” construyendo allí túneles y búnkeres. Cuando los sauditas enviaron al millonario Osama ben Laden a Afganistán lo hicieron porque era un especialista en obras públicas, que ya había supervisado la construcción de túneles en montañas –más exactamente la ampliación del cauce de ríos subterráneos. Esta vez, expertos de la OTAN especializados en ingeniería civil son enviados a Siria para supervisar la construcción para los yihadistas de obras defensivas de proporciones gigantescas.