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04 septiembre 2017

El Plan para terminar con la soberanía y la libertad en Europa continúa





















Prólogo del editor del blog


El terrorismo islámico es el mejor pretexto para que la Unión Europea continúe con la tarea de suprimir las naciones-estado de Europa. Muchos analistas declararon a su tiempo que esta intención velada es un acto de guerra contra los pueblos, para poder conseguir esto y sin que el verdadero pueblo reclame, al contrario, lo pida, en aras de su “amenazada” seguridad y protección a su tradicional estilo de vida.

El terrorismo, viene como anillo al dedo a los patrocinadores de un nuevo orden mundial, en el estricto sentido del término, y no en los análisis sensacionalistas y conspiranoicos a los que estamos acostumbrados.

Aunque nos movemos libremente, decimos lo que pensamos, hacemos lo que queremos, el fin de las estado-nación avanza inexorablemente. Y la gente no se da cuenta del engaño. 

Veamos algunos ejemplo recientes:

Francia insistió en la ley sobre la información de inteligencia en junio del 2015, anteriormente propuesta, fue decisiva su reactivación tras los atentados contra los satíricos del “Charlie Hebdo”. La ley faculta la instalación de “cajas negras” a los proveedores de internet, su función es  captar en tiempo real los metadatos de todos los usuarios. La ley además permite instalar micrófonos, dispositivos de localización, cámaras y programas informáticos espías.

Es lógico suponer que este tipo de dispositivos ha sido utilizado normalmente en actividades de contraespionaje, nada raro dadas las “amistosas” relaciones  existentes entre los socios de la Alianza Atlántica, que se espían cotidianamente. Ni que decir de los “peligrosos” rusos, o de los fomentadores del terrorismo mundial como Irán, Corea del Norte, Siria, etc, etc. El problema radica que la Ley francesa no va destinada a la seguridad externa sino a la vigilancia de todos los ciudadanos de la Francia.

La población de Francia es sospechosa y como tal será tratada como enemiga de los gobernantes. “El  Poder Ejecutivo tiene en sus manos el poder de decisión y el «control» de esos dispositivos secretos. Utilizando como pretexto la lucha contra el terrorismo, esta ley legaliza una serie de medidas que ya venían aplicándose, poniendo así a la disposición del Ejecutivo un dispositivo permanente, clandestino y prácticamente ilimitado de vigilancia sobre la ciudadanía”. (Jean-Claude Paye)

Tenemos un ineficaz sistema de control de las actividades terroristas, eso lo demuestra los atentados recientes en España – y no estoy criticando la labor de las fuerzas de seguridad – sino las decisiones dudosas de los políticos en la supuesta lucha contra el terrorismo. Volvamos al ejemplo de la mencionada ley francesa, los últimos atentados reafirma que no son los terroristas sino, los ciudadanos franceses quienes quedan atrapados en esa ley. Se ha modificado la esencia de los servicios de inteligencia, han dejado de ser una fuerza de contraespionaje para dedicarse a la vigilancia urbana, contra los ciudadanos. Para el experto citado esta ley es un acto de guerra contra la población de Francia. Las masacres que hemos observado en París son parte real de esa guerra.

Ya lo habíamos comentado en una anterior entrega sobre el tema del terrorismo en Francia, era y sigue siendo evidente que todo esto es un pretexto amparado en el lema: “Lucha global contra el terrorismo”. Para quien no ha entendido nada, esto solo significa:

Más coerción contra la protesta popular que en muchos caso equivaldrá a la suspensión del derecho a organizar manifestaciones; mayor control y censura a los medios independientes en internet, es decir, el derecho a la libertad de expresión está en juego; mayores pérdidas de los derechos individuales en “defensa” del orden, ya que la “unión internacional” provocará nuevos ordenamientos legales en materia antiterrorista (represiva); y, sobre todo, el “derecho” ganado de las potencias europeas (luego de las masacres y las que vendrán) para intervenir militarmente en los países “auspiciantes del “terrorismo”, léase: Irán, Irak, Siria, Libia, Líbano, Yemen y un largo etcétera.

Los Estados Unidos han venido ofertando desde hace mucho la realización de cumbres sobre "seguridad global”. Con los ya frecuentes atentados terroristas, los gobiernos europeos están cada vez más dispuestos a permanecer en una especie de “estado de guerra contra el terrorismo”, para lo cual no dudan en aplicar nuevas medidas.

Como a estas alturas el lector sagaz sabrá ya que ese terrorismo ha sido mayoritariamente fomentado por Occidente, auspiciando guerras, el desplazamiento de poblaciones y refugiados a lo largo de las últimas décadas. Y, como es norma, el terrorista es usado, sin saberlo, para los fines perversos de quienes los auspician.

En el ámbito interno de los países europeos, los recortes de los derechos civiles van sigilosamente implantándose en aras de la “seguridad ciudadana”.

Por ejemplo, he recordado un artículo de nuestro amigo, Daniel Estulin,  que se preguntaba qué quiere decir eso de “seguridad ciudadana”?. Y, nos relataba, tomando el caso de la ola de secuestros de niños que se dio hace ya 10 años, una vez que existe una epidemia de secuestros, los medios de comunicación lo comentan con cierta regularidad. La ciudadanía “por sí sola” llega a la conclusión “de tomar medidas para protegerse”. Una de las “medidas” propuestas fueron los famosos microchips para los más débiles. Seguramente, los padres de las víctimas  darían cualquier cosa para volver al pasado y poner un microchip a sus hijos; hoy día, desde luego estaría a salvo.

Un caso que está siendo analizado en secreto por las autoridades, según investigaciones de Estulin, es un ensayo general que fija como objetivo a los niños. “Para implantar microchips a los niños, será necesario convencer a los padres de que este crimen horrible ha alcanzado proporciones epidémicas. ¿Contra quién blasfemarán los padres y la sociedad cuando los secuestros salgan a la luz? ¿Contra el gobierno por no hacer lo suficiente? ¿Contra los criminales? Pero, ¿quiénes y dónde están ellos? Se utilizan los medios de comunicación como vehículo para provocar turbulencias. Y cuando las terribles escenas de asesinato y tragedia se presenten frente al mundo entero, la sociedad sentirá la necesidad de reaccionar”.

¿No es lo que está pasando hoy día?, se preguntaba hace 10 años. Acotaremos, eso es lo que sigue sucediendo en el presente.

Para quien quiera calificar este prólogo de típica conspiranoia, cito al actual presidente francés Emmanuel Macron, para él, la época de la soberanía popular es cosa del pasado. Ha expresado en un discurso reciente, ante el cuerpo diplomático, que la soberanía popular no existe, ni en Francia, ni en Europa, así que no hay democracias nacionales ni democracia supranacional. Tampoco existe el interés colectivo, el interés de la República, sino un catálogo heteróclito de cosas e ideas que constituyen bienes comunes. Ya no defenderán los valores de su país sino que buscarán oportunidades de actuar en nombre del Leviatán europeo. 

A continuación ustedes podrán dar lectura a una interesante conversación. En septiembre del 2007 el sociólogo belga Jean-Claude Paye concedió la siguiente entrevista, él se refiere a algo que ya estaba planificado hace más de una década antes de su relato.


                                                                                             T. Andino



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Jean-Claude Paye:
 «Las leyes antiterroristas. Un acto  constitutivo del Imperio»


Entrevista a JEAN-CLAUDE PAYE
Entrevistadora: Silvia Cattori (periodista suiza)
Realizada el 30 de agosto de 2007.
Traducido del francés para Rebelión por Germán Leyens.





Las leyes “antiterroristas” impuestas por EE.UU. han servido para establecer los fundamentos sobre los que se construye un nuevo orden del derecho, señala el sociólogo belga Jean-Claude Paye. Se aplican de ahora en adelante en todos los Estados europeos. Actualmente servicios secretos extranjeros pueden vigilar a cualquier ciudadano europeo en su propio país, puede ser calificado de “combatiente enemigo”, ser entregado a torturadores de la CIA y ser juzgado por comisiones militares estadounidenses.



Al leer sus dos obras: “La fin de l'État de droit. La lutte antiterroriste: de l'état d'exception à la dictature” y “Global War on Liberty” [La guerra global contra la libertad] [1] se comprende una cosa que los responsables políticos quieren ocultarnos: que todas las medidas adoptadas en el marco de la Ley Patriota [2] — presentadas como si tuvieran que ver con organizaciones terroristas – han sido generalizadas y afectan de hoy en adelante al conjunto de los ciudadanos. Cuesta comprender que los Estados europeos hayan podido aprobar el abandono de su orden legal y someter sus sociedades a esas leyes de excepción.

Jean-Claude Paye: No hay nada, efectivamente, en los acuerdos europeos de extradición, firmados en 2003, que impida que ciudadanos europeos sean llevados antes jurisdicciones de excepción de EE.UU. Hay que darse cuenta de que esos acuerdos, que legitiman esos tribunales de excepción, son el resultado de años de negociaciones secretas. No constituyen más que la punta del iceberg. Una parte del texto relativo a esos acuerdos se ha hecho visible porque debía ser ratificada por el Congreso de EE.UU.

Del lado europeo, no era necesario hacerlos ratificar por el Parlamento Europeo y los parlamentos de los Estados miembros no han tenido ninguna posibilidad de influir sobre el contenido de los acuerdos. Los que negocian en el ámbito europeo son simples funcionarios designados por los diversos Estados miembros.


¡Pero al firmar esos acuerdos, el Consejo de Europa ha precipitado a nuestros países a un universo kafkaiano! ¿Si esos acuerdos no han sido ratificados por el Parlamento Europeo por qué han sido aceptados?

Jean-Claude Paye: No han sido ratificados – el Parlamento Europeo tiene sólo una opinión consultiva – pero tienen fuerza legal. Es muy revelador de la estructura imperial que ha sido impuesta. Se puede ver que la única estructura estatal soberana que subsiste, es EE.UU. La Unión Europea, por ejemplo, es una estructura totalmente desintegrada.


¿A qué nivel tuvo lugar esta negociación?

Jean-Claude Paye: Al nivel de representantes del Consejo de Europa. Se trata de funcionarios que prácticamente no tienen que rendir cuentas. Son delegados permanentes a cargo de asuntos de policía y justicia, designados por los Estados miembros. Son funcionarios europeos o nacionales que se convierten en satélites del gobierno de EE.UU. Eso vale en el plano judicial, y también en el plano económico.


Por lo tanto, la Unión Europea no se interesa por la protección de sus ciudadanos ¿Todo esto está fuera de su control?

Jean-Claude Paye: Sí, evidentemente. Ha sido construida de modo que todo esto está fuera de su control. Eso demuestra que la Unión Europea no es una alternativa al poder de EE.UU. Al contrario, está integrada en esa potencia imperial, no es más que un simple repetidor [3]

Antes del 11 de septiembre de 2001, EE.UU. negociaba de modo bilateral. Entonces, recelaba ante negociaciones con una entidad como la Europa de los quince porque siempre había un Estado miembro que no estaba de acuerdo. Con los atentados del 11 de septiembre, las cosas se aceleraron y simplificaron para EE.UU. Sigue negociando acuerdos bilaterales, pero ahora trata también directamente con la Unión Europea porque posee la relación de fuerzas necesaria para que sus exigencias sean aceptadas de entrada. Así fue durante los acuerdos respecto a los datos de vigilancia de los pasajes aéreos. Un primer acuerdo había sido firmado en 2004, después un segundo en 2006 y un tercero en 2007. Cada vez EE.UU. aumentó sus exigencias.

El acuerdo sobre los datos respecto a los viajeros que van a EE.UU. – que entró en vigor el 29 de julio de 2007 – es un buen ejemplo. En este acuerdo, los europeos despojaron de su sustancia a todas las protecciones legales, nacionales y europeas, que existen en cuanto a los datos personales. Son accesibles 72 horas antes del embarque. Las compañías aéreas deben transmitir el número de las tarjetas bancarias, el trayecto que se recorrerá en EE.UU. Este último tiene derecho a impedir el acceso a su territorio, tiene todos los derechos. Los ciudadanos extranjeros no son protegidos por las leyes de EE.UU. Durante las negociaciones, Washington ha concedido que se trataría a los europeos como a los ciudadanos de EE.UU., pero se trata de un privilegio concedido por el gobierno, que no tiene fuerza de la ley y que puede ser alterado por el poder ejecutivo.




¿Ya no hay nada que se oponga al establecimiento de un sistema policial?

Jean-Claude Paye: ¡Evidentemente! Los gobiernos europeos quieren realizar el mismo control de nuestras libertades. Las exigencias de EE.UU. les brindan la ocasión. Dicen: “Nos vemos obligados a aceptar las exigencias de EE.UU. porque si no las compañías europeas ya no podrán seguir aterrizando allá.” Se comportan como si los Estados europeos no tuvieran ningún medio de retorsión y no pudieran, por su parte, prohibir que las compañías de EE.UU. aterricen en Europa. En los hechos, quieren hacer lo mismo que el gobierno estadounidense. Y existe el proyecto de instaurar intercambios de información similares en el ámbito europeo.


En Gran Bretaña, las leyes “antiterroristas” permiten procesar a toda persona que exprese puntos de vista considerados como susceptibles de “crear una atmósfera favorable al terrorismo.” ¿Pueden extenderse esas leyes igualmente a otros Estados?

Jean-Claude Paye: Sí. En Gran Bretaña, el gobierno Blair pudo criminalizar a través de la ley toda forma de oposición radical a su política exterior. En el continente, los Estados tratan de actuar a través de la jurisprudencia. Hubo un proceso muy interesante respecto a militantes y simpatizantes del DHKPC en Bélgica, una organización de oposición radical turca [4], que muestra como el poder trata de crear tribunales de excepción para introducir una jurisprudencia de excepción. Mediante la creación de esos tribunales, el poder trata de criminalizar toda forma de apoyo, aunque sea verbal, a grupos etiquetados como “terroristas” por EE.UU., inscritos luego en la lista europea de organizaciones “terroristas”.


Resumiendo, ¿esas leyes “antiterroristas” establecidas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, sirven no sólo los objetivos del gobierno de Bush, sino también los de los gobiernos europeos?

Jean-Claude Paye: Las medidas de las que hablamos fueron establecidas antes del 11 de septiembre de 2001. La Ley Patriota reúne un conjunto de medidas que ya existían parcialmente. El objetivo de la Ley Patriota no fue solo imponer las medidas adoptadas, sino darles legitimidad. Lo que era aislado, disperso, está ahora reunido en una sola ley. Lo que otorga legitimidad a las medidas que son adoptadas.


¿Se puede deducir que EE.UU. precisaba de un gran atentado para imponer esta modificación del derecho penal?

Jean-Claude Paye: ¡Es obvio! Hay que saber que la Ley Patriota, que fue presentada tres días después de los atentados, tiene 128 páginas. El sistema penal de EE.UU. es complejo, funciona por referencias. Eso quiere decir que una ley modifica el contenido de otras leyes penales. Si se toma el conjunto de esas modificaciones, eso corresponde a 350 páginas. Se necesita por los menos de un año para redactar un texto semejante.

En cuanto a la Unión Europea, no es menos caricaturesco. Las dos decisiones marco – la relativa a las organizaciones “terroristas” y aquella relativa a la orden de arresto europea – fueron presentadas una semana después de los atentados. También en este caso se trata de textos que estaban listos. Se esperaba la ocasión adecuada para aprobarlos.


¿Lo que quiere decir que Bush desde 2001, y Sarkozy ahora, pueden utilizar esos procedimientos de excepción para transformar en enemigos a quienes quieran?

Jean-Claude Paye: Cuando adoptaron esos textos, ya se tenía una buena idea de a dónde podían llevar. La lista de redes “terroristas” viene de la Unión Europea. Es establecida por un reglamento europeo de 2001. En mi libro “La fin de l'État de droit” [El fin del Estado de derecho], menciono el caso de un comunista filipino, José Maria Sison, refugiado político reconocido que había obtenido asilo político en Holanda. Inscrito en la lista “terrorista” de EE.UU., su nombre pasó a ser inscrito en la lista “terrorista” holandesa, El señor Sison descubrió luego que estaba inscrito en la lista “terrorista” cuando bloquearon sus cuentas y lo expulsaron del alojamiento social que le habían asignado. Posteriormente fue retirado de la lista holandesa pero como mientras tanto había sido inscrito sobre la lista europea del Consejo, el gobierno holandés se sirvió del pretexto de que el señor Sison figuraba sobre la lista “terrorista” europea, para mantener las disposiciones que no podía justificar.

Lo interesante del caso es que, el 11 de julio de 2007, la Corte Europea de Luxemburgo anuló la decisión del Consejo de Europa. Estipuló que no existían motivos para inscribir al señor Sison en la lista de “terrorismo” del Consejo que permite el bloqueo de cuentas.

El veredicto estipula claramente que la ausencia de “motivos pertinentes” y el no–respeto de los derechos de la defensa llevaron a la decisión de anular la decisión del Consejo de Europa.

Sin embargo, el 28 de agosto, la policía holandesa volvió a arrestar al señor Sison, violando la decisión de la Corte de Justicia.

Este caso es significativo de las relaciones actuales entre la Justicia – que es la última institución de resistencia contra la concentración de poderes en manos del ejecutivo – y la policía. Esto muestra que la policía hace lo que quiere, violando las decisiones de la justicia.




Parecería que ha comenzado la primera transcripción sobre la lista “terrorista” francesa de los decretos promulgados recientemente por George Bush que criminalizan a las organizaciones e individuos que se oponen a la política actual en Iraq y en el Líbano. Una lista de nombre que podría ser publicada próximamente en conjunto por Francia y EE.UU. Cuando fue votado en enero de 2006 por el Parlamento en Francia el dispositivo legislativo relativo al blanqueo [5] nadie se imaginó que sería utilizado para atacar a oponentes políticos.

Jean-Claude Paye: En cada país, existe una lista interna de organizaciones “terroristas”. En general, se trata de la simple transcripción de la lista del Consejo de Europa, a la cual agregan elementos complementarios.

Me entero en lo que se refiere al Líbano. Parece que aquí han agregado elementos complementarios sobre elementos de la oposición política en el Líbano Sería interesante saber si esos elementos van a ser integrados a la lista del Consejo de Europa.

El que declara que alguien es “terrorista” no es un tribunal; es una simple autoridad administrativa que te inscribe, sin que haya ninguna explicación que justifique que se te haya puesto sobre esa lista “terrorista.”


¿Qué le inspira todo esto?

Jean-Claude Paye: Esto muestra que casi todos los poderes se concentran actualmente en manos del ejecutivo. Que el ejecutivo posee actualmente poderes judiciales. Es el poder ejecutivo el que decide que se puede tomar tal o cual medida en tu contra.

El ejemplo respecto a la oposición en el Líbano y el ejemplo de José Maria Sison, son exactamente lo mismo. Se trata de decisiones sin motivación. Con la salvedad de que, en el caso del Líbano, hay una extensión, ya que no basta con ser miembro de una organización que ha sido calificada de “terrorista” para ser incriminado, sino simplemente de tener contactos con sus miembros. Es una tendencia general que prevalece al nivel de la aplicación de las legislaciones “antiterroristas.”


¿Por lo tanto, el objetivo de la Ley Patriota y de otras leyes “antiterroristas,” es atacar las libertades fundamentales?

Jean-Claude Paye: Sí, el objetivo es suprimir las libertades fundamentales.


Se habría podido esperar que todas las fuerzas políticas denunciaran esas normas de excepción. La izquierda, que se presenta como defensora de la justicia social, ¿no debiera movilizarse, exigir que se vuelva de inmediato al Estado de derecho?

Jean-Claude Paye: ¿La izquierda? ¿Qué izquierda? Mire a EE.UU. Los demócratas votan a favor de las leyes más liberticidas elaboradas por el partido republicano. La Ley de Comisiones Militares [MCA, por sus siglas en inglés], adoptada en 2006, fue votada por igual por una parte del partido demócrata, que, sin embargo, es mayoritario en la Cámara y que tenía la posibilidad de impedir que fuera aprobada esa ley.

Donde nosotros, es lo mismo. No se ve la diferencia con la derecha cuando la izquierda está en el poder, aparte de una aceleración, como es el caso con el presidente Sarkozy. Por ejemplo, en Francia, las primeras medidas de vigilancia de la Red, medidas de vigilancia global, fueron establecidas por el gobierno de Lionel Jospin.

El único poder que manifiesta una pequeña resistencia es el poder judicial. En EE.UU. hay decretos adoptados por el ejecutivo que son anulados. Por ejemplo, cuando la Corte de Casación en Bélgica anula por vicio de forma el juicio en apelación de militantes del DHKCP, es una resistencia al aparato judicial. El problema es que no hay ningún relevo en la sociedad civil. Esa ausencia de relevo se suma al silencio de los medios. No se puede esperar que una institución aislada pueda resistir durante mucho tiempo.


Pero es un ataque contra la libertad de opinión que se extiende al mundo entero. Por lo tanto es fundamental que los partidos políticos se preocupen de esas desviaciones y que los ciudadanos sepan que esas nuevas leyes permiten, sobre la base de una simple sospecha, que se mantenga a cualquiera en la prisión sin acusación y sin proceso, que ya nadie está protegido por la ley, ¡ que se trata de una arbitrariedad total! ¿Cómo se puede explicar que en los Foros Sociales, los “altermundialistas”, los responsables de Attac, no coloquen estos temas en el centro del debate?

Jean-Claude Paye: No hablan de eso. No quieren hablar. Eso toca problemas fundamentales. No quieren hablar de esos problemas porque deberían afrentar directamente al poder. Esas preocupaciones les son secundarias. Tampoco forman parte del programa de Attac. Hablan de la tasa Tobin, de cosas periféricas. Se está en una sociedad psicótica, una sociedad del no–enfrentamiento.

Los que defienden a los ciudadanos no son nunca los partidos que gobiernan. Cada vez que los partidos han aprobado medidas favorables a los ciudadanos, lo han hecho porque había una relación de fuerzas que los ha obligado a hacerlo. La democracia se conquista cada día, nunca es concedida.

Si se estudian y explican las leyes “antiterroristas” se desvela exactamente la naturaleza del poder. No se puede hablar de poder democrático, se ve una sociedad que ya va en marcha hacia la dictadura. Se ve que cada nueva medida adoptada es peor que la precedente. Las cosas están muy claras. Pero se niegan a verlas tal como son.

El problema fundamental no es que el poder se transforme en dictadura, porque, como lo muestra la historia, un poder incontrolable se convierte siempre en dictadura. El problema fundamental de nuestra época es la abdicación de la gente ante ese proceso. Y eso constituye un fenómeno bastante nuevo. La gente abandona al poder y a la maquinaria económica sus libertades; y a última instancia, en vista de los problemas ecológicos y climáticos, su supervivencia como especie viva.




¿Desde cuándo ha presentido que las cosas se desarrollaban en ese sentido, y que se prohibiría que se exprese la gente que critica el sistema político y mediático?

Jean-Claude Paye: Desde fines de los años noventa. En esa época ya se veía el establecimiento de este Estado policial. Pero las leyes establecidas en aquel entonces ya parecen casi democráticas en comparación con lo que vemos ahora. El proceso vive una fuerte aceleración.


¿Eso significa que la autoridad ejecutiva de EE.UU. ataca directamente los derechos fundamentales de los ciudadanos del mundo entero, entre ellos los de la Unión Europea?

Jean-Claude Paye: ¡Sí, evidentemente! Pero no se trata sólo del ejecutivo estadounidense, sino del conjunto de los ejecutivos del planeta entre los cuales existe una verdadera solidaridad contra sus poblaciones. Las prisiones secretas de la CIA son un buen ejemplo de ese proceso. [6] En el ámbito europeo, los gobiernos han sido directamente integrados en esta organización de la tortura. En el mejor de los casos, todo lo que se ha podido obtener de los gobiernos europeos es que se comporten como los tres pequeños simios: ciegos, sordos y mudos [7].


¿Qué va a pasar con los que están inscritos en esas listas “terroristas” que siguen siendo mantenidas en el secreto?

Jean-Claude Paye: Las listas “terroristas” no son todas secretas. En el ámbito europeo, sólo la lista “Europol” es secreta. Permite que se tomen medidas de vigilancia y el uso de técnicas especiales secretas de vigilancia y de investigación respecto a personas identificadas como “terroristas” [8].

La lista del Consejo de Europa permite que se tomen medidas financieras, como el bloqueo de cuentas bancarias. Todos esos elementos serán utilizados si la relación de fuerzas es favorable al poder existente. Lo primero que hay que hacer es revelar lo que sucede, difundir el máximo de informaciones y hacer que esas listas sean conocidas.


¿Todo esto no le sugiere alguna analogía?

Jean-Claude Paye: Sí, con el clima de los años treinta. Pero actualmente se establece una dictadura mundial. Una especie del “mejor de los mundos” y no un simple proceso de “fascistización”.


Desde 2001, se secuestra a personas, se tortura a supuestos “terroristas” de origen árabe y de confesión musulmana. ¿Hay que esperar que mañana se castigue a los que denuncian esos abusos?

Jean-Claude Paye: El imperio necesita enemigos. Crea, inventa, a sus propios enemigos.

Lo primero que hay que hacer es sacar a la luz lo que está oculto [9] ¡Hay tantas leyes que permiten hacer cualquier cosa, cuando se quiera! Pero eso se hace en función de la resistencia inmediata de los interesados. Antes existía un marco legislativo que nos protegía. Ahora, pueden hacer cualquier cosa si tienen la capacidad de imponerla. Hoy en día, las cosas reposan sobre una simple relación de fuerzas.


El señor Dick Marty [10], nombrado por el Consejo de Europa, ¿podrá obtener de la Unión Europea que anule esas listas ilegales?

Jean-Claude Paye: ¡El informe que ha redactado el señor Dick Marty es muy importante! Su informe da en el blanco, se opone a la línea política de los gobiernos europeos. Pero, en realidad, el señor Marty no tiene ningún poder; su informe no ha podido cambiar nada porque va a contracorriente. Sin embargo, ese informe es esencial.


Esas políticas que nos hablan de justicia y libertad; ¿no son más que aire, nada?

Jean-Claude Paye: Tenemos que ser lúcidos: mostrar las cosas tal como son. Los que hacen críticas y se limitan a decir: “Sí, hay que tener leyes antiterroristas, es necesario luchar contra el terrorismo, pero hay que evitar los abusos” no hacen otra cosa que legitimar el punto de vista del poder. Hay que mostrar que las leyes que tienen por objetivo la lucha contra el “terrorismo”, son en realidad leyes contra las poblaciones.

La última ley promulgada en EE.UU., la Ley de Comisiones Militares, es una ley constitucional de alcance mundial, como lo demuestro en mi último libro “Global war on Liberty”. El presidente de EE.UU. tiene la posibilidad de calificar de enemigo a todo ciudadano estadounidense o a todo nacional de un país con el cual EE.UU. no está en guerra. La gestión de las poblaciones, incluyendo a los ciudadanos estadounidenses, se convierte en un acto de guerra y ya no sólo en una acción policial.

Tomemos el ejemplo del Acuerdo Swift. Swift es una agencia belga que se ocupa de las transferencias financieras internacionales. Swift ha transmitido, desde 2001, todas las informaciones sobre las transacciones de sus clientes violando no sólo la legislación belga, sino la legislación europea [11]. Es el derecho de EE.UU. aplicado en Europa.

Todo lo que dice el gobierno estadounidense es del dominio de la fe. La tesis gubernamental sobre los atentados del 11 de septiembre, nadie puede creerla racionalmente. El informe de la Comisión no indica siquiera que se derrumbó una tercera torre. Es un informe psicótico en el cual el discurso del amo reemplaza a los hechos en sí. Un reciente sondeo Zogby muestra que la mayoría de los estadounidenses desea que se reabra la investigación. [12] Mientras que en Europa basta el hecho de hacerse preguntas para ser estigmatizado.


¿Qué mecanismo subsiste para exigir el retorno a un Estado de derecho?

Jean-Claude Paye: Hay que dejar las cosas en claro. Hablar claro. Mostrar de qué se trata. Depende de la capacidad de resistencia de la gente.

La lucha “antiterrorista” es en realidad una guerra contra las libertades. Esa guerra contra las libertades es la primera etapa de una guerra contra las poblaciones. Y la Ley de Comisiones Militares es una ley penal que tiene un carácter mundial y que, de hecho, es un acto de soberanía imperial. Es una ley que confunde relación policial y relación de guerra. Es el establecimiento de una nueva forma de Estado mundial que, al integrar las funciones de policía y de guerra, lucha contra sus propias poblaciones.

Algo importante: esta ley se aplica en el ámbito mundial, da la posibilidad de EE.UU., no sólo de secuestrar, sino, sobre todo de hacerse entregar a cualquier ciudadano en el mundo, es decir a personas que ha calificado de “enemigos combatientes.”

Los acuerdos europeos de extradición con EE.UU. no se oponen a que las personas calificadas de “enemigos combatientes” puedan ser transferidos a EE.UU. Por lo tanto es una ley de alcance mundial. Es un Acta constitutiva del Imperio.

Actualmente, el derecho penal es constituyente. Eso ya ha existido en la historia de nuestras sociedades. El derecho penal ejerce un papel constituyente en los períodos de transición (por ejemplo al comienzo del capitalismo el derecho penal ha sido dominante).

Si el derecho penal es dominante actualmente, es porque se prepara una nueva forma de derecho de propiedad. Es lo que podría ser llamado el fin de “la propiedad de sí mismo”. El conjunto de nuestros datos personales ha dejado de pertenecernos. Pertenecen al Estado, e igualmente a las firmas privadas. La dominación del derecho penal prepara el establecimiento de ese futuro derecho privado.



¿La gente piensa generalmente que esas medidas no afectan más que a individuos determinados?

Jean-Claude Paye: Afectan a todo el mundo. Afectan a toda forma de resistencia. Un “terrorista” ha llegado a ser alguien que no quiere abandonar sus libertades al poder, alguien que quiere vivir.


Desde este verano, EE.UU. consideran como sospechosos de “terrorismo” a los oponentes a su política en Iraq y en el Líbano [13]. El director de la agencia de prensa libanesa New Orient News, miembro de la Red Voltaire, ya figura. El gobierno de Bush habría exigido al gabinete Sarkozy, que transcriba al derecho francés las nuevas listas de oponentes políticos y que haga aparecer al periodista Thierry Meyssan, quien ya es persona non grata sobre el territorio de EE.UU. ¿Le sorprende este hecho?

Jean-Claude Paye: Yo no conocía la exigencia concreta de Bush respecto a Thierry Meyssan. Pero se trata de un contexto de simple relación de fuerzas en un momento determinado. Cuando se piensa en la histeria que así llamados “intelectuales” franceses han desarrollado y en los ataques que Thierry Meyssan ha sufrido en Francia desde la aparición de su libro sobre los atentados del 11 de septiembre [14] que osaba presentar las preguntas que había que hacerse, ya nada nos puede sorprender.

Mi trabajo muestra, que las disposiciones “antiterroristas” tienen por objeto atacar a los oponentes políticos así como a las poblaciones y no sólo a los “islamistas”. Por lo tanto uno no se puede sorprender fundamentalmente, si eso se comprueba, ante una posible inscripción de Thierry Meyssan en las listas “terroristas.” Sin embargo, eso indicaría que hemos pasado a una nueva etapa en la criminalización de la palabra opositora. Eso indicaría que el poder se siente perfectamente cómodo, al sacar a la luz pública objetivos que siempre ha negado hasta ahora.

¿Quién puede creer la tesis gubernamental sobre los atentados del 11 de septiembre? ¿Quién puede creer que una torre alcanzada por un avión caiga de modo controlado? El problema es que EE.UU. da todas las informaciones que permiten poner en duda su tesis, y la gente simula que lo cree. Nos hallamos ante un mecanismo perverso, en el cual el individuo, para no enfrentar lo Real, simula que cree lo inverosímil.


A pesar de que Thierry Meyssan ha revelado hechos que habría que tomar en serio, sorprendentemente, los periodistas lo han puesto de vuelta y media.

Jean-Claude Paye: ¿A quién pertenecen esos periódicos que han difamado a Thierry Meyssan? Esos “periodistas” son personas que copian lo que les dicen que digan. ¿Conoce a muchos periodistas “oficiales” que verifiquen sus fuentes y que hagan un trabajo serio de investigación?


Sus libros son importantes para todos los que defienden las libertades.

Jean-Claude Paye: He escrito esos libros porque creo que era necesario hacerlo. Cuando vi que se aprobaban esas leyes en Bélgica y por doquier en el mundo, todo iba en la misma dirección. Había que subrayar esa coherencia. Hay poca gente que haga ese trabajo. Yo soy prácticamente el único que trabaja de manera global. Todos esos datos no son recolectados. Debo recolectarlos, hacer el trabajo de los juristas y al mismo tiempo mi trabajo de sociólogo: poder pensar la nueva forma de organización del poder. Mis trabajos toman en cuenta los dos lados del Atlántico. Estudian no sólo las leyes antiterroristas sino todas las leyes de control social. Eso forma un todo.





Notas:

[1] “La fin de l'État de droit. La lutte antiterroriste: de l'état d'exception à la dictature.”
La Dispute, Paris, 2004. Este libro fue publicado en italiano por Manifesto libri, en alemán por Rotpunktverlag.
“Global War on Libertyª. Éditions Telos Press, New York 2007. La traducción en turco aparecerá próximamente en IMGE, en español en HIRU, en holandés en EPO.
[2] 2) La Ley Patriota es definida como una “Ley para unir y reforzar EE.UU. suministrando los instrumentos apropiados para descubrir y contrarrestar el terrorismo.” Aprobada por el Congreso de EE.UU., fue firmada por George W. Bush, el 26 de octubre de 2001. Adoptada a título provisorio, este dispositivo de excepción expiraba el 31 de diciembre de 2005, pero fue prolongado por la Cámara de Representantes y se perenniza. De las dieciséis disposiciones de la Ley Patriota, asegurando un control generalizado de las poblaciones, catorce han sido convertidas en permanentes. Esa ley permite igualmente al gobierno de EE.UU. que detenga sin límite y sin acusación a todo ciudadano extranjero que sospeche de “terrorismo.”
[3] « L’OTAN: du Gladio aux vols secrets de la CIA », par Ossama Lotfy, Red Voltaire, 24 de abril 2007.
[4] Los juicios de primera instancia y de apelación fueron anulados por el Tribunal de Casación de Bruselas en junio de 2007. Este proceso recomienza en apelación el 13 de septiembre en Amberes.
[5] El capítulo VIII de la ley Nº 2006-64, publicada en el Diario Oficial del 24 de enero de 2006, estipula que toda persona moral o física que haya estado en relación con una persona inscrita en las listas europeas de sospechosos de financiamiento del terrorismo, por ejemplo (las cuales incluyen listas de oponentes a la política de EE.UU. en Iraq y en el Líbano) debe responder a toda pregunta relacionada con esa relación. En el caso de que disponga de recursos o de bienes cuyo origen no pueda justificar, será considerado, por defecto, como si los hubiera recibido en el marco de una actividad “terrorista.” Francia puede bloquear sus posesiones, mientras un juez antiterrorista puede hacerlo arrestar y encarcelar, luego procesarlo y tal vez condenarlo a 3 años de prisión y a 75.000 euros de multa.
[6] « La CIA possède des prisons secrètes en Europe », por D. E., Red Voltaire, 10 de noviembre de 2005.
[7] « L'Union européenne a autorisé par écrit les prisons secrètes de la CIA dès janvier 2003», Red Voltaire, 13 de diciembre de 2005.
[8] « L'Euro Patriot Act», Red Voltaire, 17 de noviembre de 2003.
[9] « La loi Ashcroft-Perben II » y « La France autorise l'action des services US sur son territoire», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 18 de febrero y 8 de marzo de 2004.
[10] « Faut-il combattre la tyrannie avec les instruments des tyrans?», par Dick Marty, Red Voltaire, 22 de marzo de 2007.
[11] «La CIA a contrôlé les transactions financières du monde entier via la société SWIFT», por Grégoire Seither: y «SWIFT: le Trésor états-unien au-dessus des lois européennes», Red Voltaire, 26 de junio y 29 de septiembre 2006.
[12] «La majorité des États-Uniens souhaite une enquête sur le rôle de MM. Bush et Cheney dans les attentats du 11/9», Red Voltaire , 7 de septiembre de 2007.
[13] La calificación de “terrorista” ha sido extendida por el presidente George W. Bush a los oponentes políticos por la Executive Order 13438— Blocking Property of Certain Persons Who Threaten Stabilization Efforts in Iraq (firmada el 17 de julio de 2007) y la Executive Order 13441—Blocking Property of Persons Undermining the Sovereignty of Lebanon or Its Democratic Processes and Institutions (firmada el 1 de agosto de 2007).
[14] “L'Effroyable imposture“, éd. Carnot, 2002. Reedición a mediados de junio de 2007.

07 agosto 2017

El “estado profundo” impone las reglas a Trump




























Prólogo del editor del blog


Después de todo Trump no está tan loco…

Era esperado que el verdadero Poder que controla los Estados Unidos de América azote políticamente a un “malcriado” como Trump. El actual presidente no ha dado la talla de lo que espera de un mandatario el “estado profundo”. Nadie puede osar cuestionar la estrategia que ha venido dando buenos resultados en el último siglo: guerras rentables, globalización económica, sumisión internacional, en general, PODER y control del mundo.

Si el presidente Trump pensaba que por su poderosa billetera podía darse el lujo de contradecir a los señores de las sombras, éstos últimos se han encargado, vía Congreso y Senado de los Estados Unidos, servicios secretos, Complejo Militar-Industrial y de los Halcones políticos y militares, de encausar por el sendero “correcto” al multimillonario gobernante.

Trump no solo tiene altos funcionarios gubernamentales en su contra, incluso su vicepresidente, Mike Pence, en su última gira por los países bálticos afirmó “que el Congreso y la Casa Blanca estaban hablando con una voz unificada", lo cual resulta ser una falaz afirmación.

Ya lo hemos dicho en reiteradas ocasiones, las “justificaciones” legales para aplicar el impeachment por parte del establishment está en marcha: Que Trump es agente ruso en la Casa Blanca es su principal “acusación”, no olvidemos que también congresistas demócratas sugieren enmendar la Constitución para aplicar algo parecido a una “incapacidad mental” para gobernar.

No obstante el desconsuelo por los defectos personales de Trump, él tiene argumentos suficientes para alertar sobre una conspiración que intenta frenar el paso de una nueva política estadounidense a nivel mundial, alejándose de la dura política del garrote y la sumisión. Es más que evidente que existen intereses secretos que intentan quebrantarlo. Y es tan visible aquello que ya desde la campaña presidencial, fuerzas obscuras probaron descalificarlo.  

Un par de ejemplos será suficiente.

Su política de normalizar lazos  comerciales y cooperación en otras áreas con Rusia fueron la detonante. Por el momento, el supuesto vínculo Trump-Rusia es el que más pega en los medios, eso equivale a decir que todos los estadounidenses son unos completos mentecatos que no han percibido la amenaza rusa en sus propias narices. Para el propio Donald Trump es algo que va más allá de un intento de desprestigiarlo y apartarlo del poder (o al menos enderezarlo), para él eso es humillar a todo los Estados Unidos.

No olvidemos que ya casi nadie habla, muchos menos los demócratas, sobre los miles de correos electrónicos oficiales de Hillary Clinton, ex secretaria de Estado y opositora presidencial de Trump, logrando desviar este caso de la atención de los fiscales estadounidenses.

En un magnífico ensayo publicado en noviembre del 2016 por el investigador Andrew Korybko “Hillary y el FBI: Las revueltas del ‘Estado Profundo’ “, es decir, el bullicio que sacudió Norteamérica, cuando James Comey, ex director del FBI confesara al Congreso que tiene lugar una investigación sobre los correos electrónicos de Hillary Clinton, puso a todo demócrata encrespado, aún más, teniendo en cuenta  la cercanía de las elecciones presidenciales, calificado como "interferencia política". La real  decisión del FBI habría sido originada por un escándalo mayor, las perversiones sexuales y sospechas de posesión de pornografía infantil de Huma Abedin, asesora personal de Hillary Clinton y connotada dirigente de la “Hermandad Musulmana” en los Estados Unidos. (De ser necesario podríamos publicar posteriormente el artículo completo de Andrew Korybko).

Tampoco debemos desestimar las denuncias de Trump, en plana campaña presidencial de que sus comunicaciones telefónicas estaban siendo interceptadas por la administración Obama. Trump fue duramente inculpado de infamar a la presidencia. Se citó, como burla, las teorías de la conspiración, calificándolas de “Trump’s Fantasyland”, sus oponentes políticos tildaron las denuncias de Trump de “extravagantes”. El ese entonces jefe del FBI, James Comey, se declaró “incrédulo” de que Trump estuviera siendo espiado.

Volvamos al tema central. Aplicar nuevas sanciones anti rusas por parte del Congreso (Trump no tiene otra opción que firmar), es un procedimiento válido y reglamentario, aunque dudosamente legal, mucho menos ético, el objetivo es que la “doctrina Trump” no fructifique. El presidente expresó que ha firmado esa ley "en aras de la unidad nacional", concluyó manifestando que solamente la cooperación entre Rusia y los Estados Unidos harán que estas sanciones ya no sean necesarias.  

Los afectados no son solo los rusos, sino China, Irán, Corea del Norte y hasta la Unión Europea. Trump acorralado, sin embargo, ha declarado que esa ley tiene defectos legales e inconstitucionales, ya que resta autoridad al presidente. La UE ha criticado este procedimiento unilateral que afecta los intereses económicos de Europa, muchas voces se han alzado para exigir que Bruselas defienda sus logros y acuerdos comerciales, incluso ante los Estados Unidos.

Analistas expresan que las nuevas medidas antirrusas no son efecto de la política 'America First' de Trump, al contrario, son reflejo de la intención del Congreso y Senado de los EEUU para destruir la “doctrina ”Trump",  concluyen que esas nuevas sanciones son ilegales e inaceptables, no perjudican solo a Rusia sino, como lo hemos expresado a la Unión Europea y otros países.

Qué puede hacer, por ejemplo, el secretario de estado, Rex Tillerson ante los hechos consumados por el Congreso estadounidense? Él, al igual que Trump, responsabiliza al Congreso de la nueva ley de sanciones, ha dicho textualmente: "ni el presidente ni yo estamos muy contentos". Tillerson no puede hacer otra cosa que jugar con la mente del público, distraerlos, usando iniciativas e inventivas fonéticas y dialécticas. Una elegante forma de calmar los ánimos, sobre todo en el exterior, es su afirmación que las nuevas sanciones dictadas por el Congreso sirven para “mejorar la amistad con Rusia”!

La forma de ver esa “mejoría” de relaciones con Rusia ha sido tomada con “agrado” en Moscú. Como cumplido y, en contrapartida, para intentar “mejorar la amistad con Washington”, siguiendo las gentilezas y canales del alto protocolo internacional, retribuyen de forma irónica. Rusia solicita una drástica reducción de los más de mil funcionarios diplomáticos estadounidenses en territorio ruso. Nadie se explica el porqué de tan descomunal número de personal (seguramente muchos solo se dedican al “turismo”).

Finalmente, Donald Trump ha explicado en su Twitter que "Nuestra relación con Rusia está en un punto muy peligroso y es el más bajo de todos los tiempos ! Pueden agradecérselo al Congreso, la misma gente que ni siquiera puede darnos el HCare”.

Demos paso a Thierry Meyssan que con sus reflexiones profundiza y aclara, mucho más, el tema en cuestión.



                                                                                               T. Andino



*****


El establishment estadounidense contra el mundo

por Thierry Meyssan


La clase dirigente estadounidense se siente amenazada por los cambios internacionales que el presidente Donald Trump está impulsando. Y ahora acaba de establecer una alianza para someterlo al tutelaje del Congreso de Estados Unidos. Mediante una ley que el Congreso acaba de adoptar de manera casi unánime, la clase dirigente estadounidense impone sanciones contra Corea del Norte, Irán y Rusia y torpedea las inversiones de la Unión Europea y China. Su objetivo es detener la política de cooperación y desarrollo del presidente Trump y volver a la doctrina Wolfowitz, una doctrina de confrontación y supremacía de Estados Unidos.


Es un escándalo sin precedentes. El jefe del personal de la Casa Blanca, Reince Priebus, era parte del complot destinado a desestabilizar al presidente Trump y preparar su destitución. Priebus estaba alimentando las filtraciones cotidianas que han venido perturbando la vida política estadounidense, principalmente las vinculadas a la supuesta colusión entre el equipo de Donald Trump y el Kremlin [1]. Al despedirlo, el presidente Trump entró en conflicto con el establishment del Partido Republicano, partido que el propio Priebus presidió en su momento.

Dicho sea de paso, todas esas “filtraciones” sobre las agendas y contactos de diferentes personas no han aportado absolutamente ninguna prueba sobre las acusaciones contra Trump y su equipo de campaña.

La reorganización del equipo de Trump, después del despido de Priebus, ha sido en detrimento de las personalidades republicanas y a favor de los militares que se oponen al tutelaje del Estado Profundo. De hecho, ha dejado de existir la alianza con Donald Trump que el Partido Republicano había tenido que aceptar, de mala gana, el 21 de junio de 2016, durante la convención de investidura del hoy presidente de Estados Unidos.

Así que nos encontramos nuevamente ante la ecuación inicial: de un lado, el presidente de la «América Profunda»; del otro, toda la clase dirigente de Washington respaldada por el Estado Profundo –o sea, la parte de la administración a cargo de mantener la continuidad del Estado más allá de la alternancia entre los grupos políticos.

Es evidente que esa coalición cuenta con el respaldo del Reino Unido y de Israel.

Y sucedió lo que tenía que suceder: los líderes demócratas y republicanos se han puesto de acuerdo para contrarrestar la política exterior del presidente Donald Trump y mantener sus prerrogativas imperiales.



Con ese objetivo acaban de adoptar en el Congreso una ley de setenta páginas que impone oficialmente sanciones contra Corea del Norte, contra Irán y contra Rusia [2]. De manera unilateral, ese texto impone además a todos los demás Estados del mundo la obligación de respetar las sanciones comerciales estadounidenses. Por consiguiente, esas sanciones se aplican de hecho tanto a la Unión Europea como a China, al igual que a los Estados oficialmente designados como blancos de esas medidas punitivas.

Sólo 5 parlamentarios se separaron de esa coalición y votaron en contra de esta ley: los representantes Justin Amash, Tom Massie y Jimmy Duncan y los senadores Rand Paul y Bernie Sanders.

Varias disposiciones de esa ley prohíben más o menos al poder ejecutivo estadounidense –o sea, a la Casa Blanca y las diferentes dependencias federales– aligerar en alguna forma las sanciones comerciales que el Congreso impone. Donald Trump se ve así teóricamente atado de pies y manos.

Por supuesto, siempre le queda al presidente Trump la posibilidad de oponer su veto a la ley aprobada por los parlamentarios. Pero, según la Constitución estadounidense, el Congreso sólo tendría que volver a votar el texto en los mismos términos para hacer prevalecer su voluntad ante el veto del presidente. Así que este último se limitará a firmar la ley para ahorrarse el peligro de sufrir una derrota ante los parlamentarios.

El hecho es que estamos a punto de ser testigos, en los próximos días, de una guerra inédita. Los partidos políticos estadounidenses tienen intenciones de echar abajo la «doctrina Trump», según la cual es mediante su propio desarrollo económico que Estados Unidos debe mantener su liderazgo mundial. Y pretenden, por el contrario, volver a la «doctrina Wolfowitz» de 1992, la cual estipula que, para mantener su posición de predominio mundial, Washington debe obstaculizar el desarrollo de todo posible competidor [3].

Paul Wolfowitz es un trotskista que se puso al servicio del presidente republicano George Bush padre en la lucha contra Rusia. Diez años después, bajo la administración del también republicano George Bush hijo, Wolfowitz fue secretario adjunto de Defensa y posteriormente presidente del Banco Mundial. Pero en la elección presidencial del año pasado, Wolfowitz aportó su respaldo a la candidata demócrata Hillary Clinton. En 1992, Wolfowitz escribía que para Estados Unidos el competidor más peligroso era… la Unión Europea y que Washington tendría que destruirla políticamente, e incluso en el plano económico.

La ley que los parlamentarios estadounidenses acaban de adoptar pone en peligro todo lo que Donald Trump había logrado durante los últimos 6 meses, específicamente en la lucha contra la Hermandad Musulmana y sus organizaciones yihadistas, la preparación de la independencia de la región de Donbass –que acaba de anunciar que pasará a llamarse Malorossiya (Pequeña Rusia)– y el restablecimiento de la Ruta de la Seda.


Como primera medida de respuesta, Rusia ya hizo saber a Washington que tendrá que reducir el número de funcionarios de su embajada en Moscú al número de funcionarios que cuenta la embajada rusa en la capital federal estadounidense, o sea 455 personas, expulsando así a 755 diplomáticos estadounidenses. Eso quiere decir que la embajada estadounidense en Rusia contaba 1 210 funcionarios. Moscú hace notar así que si ha existido algún tipo de interferencia rusa en la política estadounidense, no se trata ciertamente de nada comparable con la envergadura de la injerencia de Estados Unidos en la vida política rusa.

Por cierto, el 27 de febrero pasado, el ministro ruso de Defensa, Serguei Choigu, anunció al parlamento de la Federación Rusa que sus fuerzas armadas cuentan ahora con la capacidad de organizar –ellas también– «revoluciones de colores», algo que Estados Unidos viene haciendo desde hace 28 años.

Mientras tanto, los europeos ven con estupor como sus amigos en Washington –Barack Obama, Hillary Clinton, John McCain– acaban de bloquear toda esperanza de crecimiento en los países de la Unión Europea. Sin embargo, a pesar de esta cruel sorpresa, los europeos siguen sin entender que el supuestamente «imprevisible» Donald Trump en realidad es su mejor aliado. Totalmente aturdidos por ese voto del Congreso estadounidense, que los sorprende en plenas vacaciones de verano, los europeos no hallan nada mejor que ponerse «en posición de espera».

A falta de una reacción inmediata podrán verse arruinadas las empresas que invirtieron en la solución de la comisión europea encargada de garantizar el abastecimiento energético de la Unión. Wintershall, E.ON Ruhrgas, N. V. Nederlandse Gasunie y Engie (la antigua GDF Suez) están implicadas en la construcción de la nueva tubería paralela a la tubería ya existente del gasoducto Nord Stream, trabajo ahora prohibido por el Congreso de Estados Unidos. Con ello pierden esas empresas no sólo la posibilidad de presentarse como aspirantes en procesos de licitaciones en Estados Unidos sino también todos sus fondos depositados en suelo estadounidense. Se les bloquea además de inmediato todo acceso a los bancos internacionales y no podrán continuar sus actividades fuera de la Unión Europea.

El gobierno alemán ha sido, por el momento, el único en expresar su descontento. No se sabe si logrará convencer a los demás gobiernos europeos y obtener que la Unión Europea se rebele al fin contra su amo estadounidense. Nunca antes se había visto una crisis similar y por tanto no existen puntos de referencia que permitan anticipar el curso de los acontecimientos. Es probable que varios Estados miembros de la UE defiendan, aún en contra de sus socios europeos, los intereses de Estados Unidos, o más bien la versión de esos intereses que presenta el Congreso estadounidense.

Como cualquier otro país, Estados Unidos tiene derecho a prohibir a sus empresas que mantengan relaciones comerciales con tal o más cual Estado extranjero, así como a prohibir los intercambios con empresas de otras nacionalidades.

Pero, según la Carta de las Naciones Unidas, ningún Estado puede imponer a otro sus propias decisiones en materia de comercio. Y eso es lo que hizo Estados Unidos con su política de sanciones contra Cuba [4].

En aquel momento, por iniciativa de Fidel Castro –que no era comunista–, el Gobierno Revolucionario de Cuba inició una Reforma Agraria que no fue del agrado de Washington [5]. Los países miembros de la OTAN, cuya última preocupación era la suerte de aquella islita del Caribe, se plegaron a aquellas sanciones. Poco a poco, el soberbio Occidente pasó a ver como algo normal el tratar de rendir por hambre a los Estados que se resistían al poderoso amo estadounidense. Hoy vemos, por primera vez, como la propia Unión Europea se ve directamente afectada por una forma de dominación que ella misma ayudó a instaurar.

Más que nunca, el conflicto entre Trump y el establishment estadounidense adopta una forma cultural. En ese conflicto se enfrentan los descendientes de los inmigrantes que llegaron a Estados Unidos en busca del «American Dream» [6] y los descendientes de los puritanos que llegaron a América a bordo del Mayflower [7].

Eso explica, por ejemplo, las críticas de la prensa internacional sobre el lenguaje, ciertamente vulgar, del nuevo jefe de prensa de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci. Hasta ahora, Hollywood había reflejado sin problemas los modales poco convencionales de los hombres de negocios neoyorquinos. Pero ese lenguaje soez es presentado ahora como algo incompatible con el ejercicio del poder. El ex presidente Richard Nixon solía expresarse así y fue una de las cosas que se le reprochó cuando el FBI organizó el escándalo del Watergate para obligarlo a dimitir. Sin embargo todos reconocen que Nixon fue un gran presidente –puso fin a la guerra de Vietnam y reequilibró las relaciones internacionales al establecer vínculos diplomáticos con la República Popular China, frente a la URSS. Resulta sorprendente ver a la prensa europea repetir hoy el argumento puritano, religioso, contra el vocabulario de Scaramucci para juzgar la competencia del equipo de Trump en materia de política, como también sorprende que el propio Trump lo haya despedido a pesar de que acababa de nombrarlo.

El futuro del mundo puede estar en juego tras lo que hoy parece una simple lucha de clanes. Es posible que esté en juego la posibilidad de que ese futuro esté hecho de enfrentamiento y dominación o de que sea un futuro de cooperación y desarrollo.


Fuente original:

Thierry Meyssan

NOTAS:

 [1] “State Secrets: How an Avalanche of Media Leaks is Harming National Security”, Senate Homeland Security and Governmental Affairs Committee, 6 de julio de 2017.
[2] H.R.3364 - Countering America’s Adversaries Through Sanctions Act
[3] «US Strategy Plan Calls For Insuring No Rivals Develop», Patrick E. Tyler, The New York Times, 8 de marzo de 1992. En la página 14 de esa misma edición del New York Times también aparecen largos fragmentos del informe secreto de Wolfowitz: «Excerpts from Pentagon’s Plan: "Prevent the Re-Emergence of a New Rival"». Información adicional al respecto aparece en «Keeping the US First, Pentagon Would preclude a Rival Superpower», Barton Gellman, The Washington Post, 11 de marzo de 1992.
[4] El autor se refiere aquí a lo que los medios de prensa occidentales llaman eufemísticamente el «embargo» económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, algo que los cubanos llaman simple y llanamente «el bloqueo», debido a su evidente similitud con un asedio de tipo militar. Nota de la Red Voltaire.
[5] «El robo más largo de la historia cometido por un país contra otro», por Jorge Wejebe Cobo, Agencia Cubana de Noticias, Red Voltaire, 19 de julio de 2017.
[6] El llamado “sueño americano”. Nota de la Red Voltaire.
[7] «Estados Unidos, ¿se reforma o se desgarra?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 26 de octubre de 2016.

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