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30 agosto 2024

Kursk historia de dos ofensivas. ¿El final de la guerra en Ucrania?



I

Introducción por el editor del blog
Entre julio y agosto de 1943 (un mes y medio aproximadamente) tuvo lugar la penetración de fuerzas alemanas al saliente de Kursk, con la consabida contraofensiva soviética. En agosto de 2024, los nazis ucranianos -respaldados- con armamento alemán y de otras potencias occidentales rememoran lo sucedido en Kursk hace ocho décadas. Curiosamente el objetivo es el mismo: matar, robar y destruir todo lo que huela a ruso.


No dedicaremos este artículo a detallar el amor, el orgullo de pertenencia de los descendientes del fascismo de Bandera, hoy entregados al servicio del nazismo en gran parte de las fuerzas ucranianas. Otro detalle que debemos recordar es el interés británico y estadounidense por observar si la Alemania nazi era capaz de someter a la Unión Soviética, ese mismo interés se puede apreciar en 2024 con Rusia. Las fuerzas ucranianas que lanzaron una ofensiva en la región de Kursk están bajo el mando de Gran Bretaña y el visto bueno de Estados Unidos. 

Objetivo: A más de lo arriba señalado, otro objetivo es el geopolítico, la pretensión de siempre, dividir Rusia, separar a sus repúblicas federadas o al menos debilitarla para hacerse con sus inmensos recursos naturales. Apoderarse de los recursos de Rusia representa el futuro de las potencias de Occidente.

Ucrania es usada por EEUU-OTAN-UE, las Fuerzas Armadas de Ucrania dependen por completo de las decisiones y el apoyo militar de Occidente, pero tienen pocas opciones y solo falsas promesas que ni siquiera se refieren al bienestar e intereses del pueblo ucraniano, se trata de que Ucrania se sacrifique para lograr las ambiciones geopolíticas de la OTAN. 

Ese mismo sacrificio está siendo exigido para Georgia, ex república soviética, (Georgia enfrenta un complot para cambiar el actual gobierno neutral), ya en 2008 fue llevada por los asesores militares estadounidenses a una guerra contra una debilitada Rusia por la Osetia del Sur). Y, para colmo, otra ex república soviética, Moldavia, se encuentra en el proceso "democrático" de llevar "paz" a la región llevando la guerra contra Rusia por la región de Transnistria, además, presionada por EEUU/OTAN para acoger en sus bases la flota de aviones F-16 destinados a Ucrania.

¿Notan el patrón?, pequeñas naciones ex soviéticas quieren ser arrastradas a su destrucción -igual que Ucrania- para beneficiar a EEUU/OTAN, lo único que persigue la "democracia" occidental es debilitar militar y económicamente a Rusia usando a naciones débiles para hacerlas ver como víctimas de los perversos rusos.

Volvamos con Ucrania. Lo que hace un grupúsculo de "líderes" ucranianos es utilizar el adoctrinamiento fascista de generaciones en su odio visceral a su propia sangre eslava para servir a Occidente (éstos eslavos fascistas se creen "blancos arios", denominados como "nacionalistas integrales"). Los grupos neonazis, que comparten el poder en Kiev con otros políticos, son presentados como demócratas patriotas que luchan por la "libertad". Como dijo un analista, esto no es solo burlarse del sentido común, es un sacrilegio contra todos aquellos que liberaron a Ucrania y a Europa de la peste del nazismo, un insulto directo.

Pero, ¿qué pasa mientras tanto en los corredores del poder en Berlín? El Gobierno se ha dedicado a una sola cosa: evitar paralelismos entre el intento de invasión neonazi, perdón, ucraniana en la región rusa de Kursk usando armas y equipamiento alemán con los sucesos históricos de la batalla de Kursk en el transcurso de la segunda guerra mundial; y, por supuesto, elude responder sobre la entrega y utilización de ese armamento y suministros alemanes para la ofensiva ucraniana en territorio ruso  (Kursk). Ese uso letal de armas germanas ha sido confirmado por propios medios informativos alemanes. 

El Teniente Coronel (r) de la Bundeswehr, Juergen Rose, expresa: "Esto es exactamente lo que el Gobierno alemán, por supuesto, no quiere comentar, porque sería fatal. Ya que de nuevo, los tanques alemanes ruedan en la cargada de simbolismo zona de la mayor batalla de tanques de la historia mundial, la batalla de Kursk... Es como si la Alemania actual siguiera los pasos del Tercer Reich en la guerra para destruir a la Unión Soviética. Por supuesto, quieren evitarlo a toda costa, porque nosotros somos buenos y los rusos son malos. Es una visión del mundo completamente en blanco y negro".


Arriba: Un tanque Panther alemán después de la Batalla de Kursk, 1943. Abajo: Un tanque Leopard alemán 2A4 fuera de combate tras maniobras de entrenamiento ucraniano (2023).


Un gran número de expertos analistas de estrategia militar discuten si la actual y aparente exitosa contraofensiva ucraniana en Kursk fue diseñada para ganar y mantener terreno dentro de territorio ruso y con esa demostración de fuerza conseguir concesiones diplomáticas en unas hipotéticas negociaciones de paz; o, en opinión de otros, pretende, mejor dicho pretendía, desviar la avasallante ofensiva rusa en el Donbass. Nada. Ucrania no ha obtenido nada de sus pretensiones (supuestas), Rusia no negociará nada que no sea la retirada ucraniana del Donbass; y, por otro lado, no tiene ningún apuro en ir eliminando -de a poco- a las fuerzas de Kiev en territorio ruso, tan cierto que no desvió un solo soldado de su ofensiva en el Donbass. 

La Batalla de Kursk del siglo XXI es una poderosa incursión ucraniana con una fuerza mecanizada de gran movilidad, bajo asesoramiento anglo-americano, con miles de hombres de  formaciones experimentadas (entre otras la 22.ª Brigada Mecanizada y la 82.ª Brigada de Asalto Aéreo) y cientos de carros de combate alemanes (Leopard 2), estadounidenses (Abrams) y británicos (Challenger 2), más blindados de diverso origen europeo en los que destacan los italianos. A pesar que toda operación mecanizada de esta envergadura conlleva el pandemonio logístico del mantenimiento también desplegaron una cantidad significativa de unidades de defensa aérea. 

La ofensiva ucraniana es descollante pero inútil en sus pretensiones y tan peligrosa que ha puesto en riesgo sus líneas de defensa y reservas. Aquí también los analistas coinciden en la probable repetición de la desafortunada ofensiva alemana en la Batalla en las Ardenas 1945 que asombró a todos con un formidable avance inicial que no duró mucho, la superioridad numérica del enemigo pronto enderezó el rumbo, lo que si consiguió la defensa general alemana es debilitar todos sus frentes. Por su lado, los rusos no tienen apremio, van a su ritmo frío e imperturbable pero siempre activo.

Las siguientes líneas profundizan nuestro prólogo.


T. Andino


II


Historia de dos ofensivas. ¿El final de la guerra en Ucrania?

Preguntas estratégicas sin respuesta


        Tanque Leopard II alemán (foto archivo, Getty Images)
 

Dr. Jack Rasmus

Global Research, agosto de 2024

El Dr. Rasmus es autor de los libros 'Central Bankers at the End of Their Ropes', Clarity Press, 2017 y 'Alexander Hamilton and the Origins of the Fed', Lexington Books, 2020. Maneja su propio blog (https://jackrasmus.com); y su programa de radio semanal, Alternative Visions en Progressive Radio Network.


La guerra en Ucrania se encuentra en una encrucijada. Está entrando en una nueva fase. Las estrategias militares y políticas de ambos bandos están cambiando. Tanto Ucrania como Rusia han abierto nuevos frentes y ofensivas: Ucrania en la región fronteriza del norte de Kursk y Rusia en la zona de Járkov y el centro del Donbass de Donetsk. Es probable que se abran más frentes nuevos.

Se estima que las fuerzas totales de Rusia en Ucrania hoy, a finales del verano de 2024, están entre 600.000 (según Ucrania) y 700.000 (según el Ministerio de Defensa de Rusia). Las fuerzas totales disponibles de Ucrania son de alrededor de 350.000. Sin embargo, detrás de estas cifras, ambos lados están movilizando fuerzas adicionales que aún no están comprometidas en la línea de combate. Ucrania está reclutando y entrenando apresuradamente a otros 150.000, mientras que Rusia tiene otros 400.000 en sus fuerzas armadas totales ubicadas en otras partes de Rusia. Rusia también planea tener un ejército de 1,4 millones para fin de año, lo que sugiere reservas de combate adicionales de quizás 300.000, además de sus 700.000 combatientes que ahora están en Ucrania.

De modo que hoy Rusia tiene una superioridad numérica de aproximadamente 2 a 1, tanto en tropas de combate en Ucrania como en reservas potenciales. Lo que significa que una fuerza rusa de 700.000 hombres en Ucrania hoy (e incluso un millón a fin de año) significa que la Operación Militar Especial (SMO) de Rusia simplemente no es una fuerza suficiente para conquistar toda Ucrania. Ni tampoco se pretendió que lo fuera cuando Rusia en febrero de 2022 entró en Ucrania con una fuerza de combate de la SMO de casi 100.000 hombres.

Con fuerzas de combate que llegan incluso a un millón a fin de año, a menos que se produzca un improbable colapso total del ejército de Ucrania, la SMO no es suficiente para tomar Kiev u Odessa; y ciertamente no es suficiente para invadir la OTAN, como a algunos halcones de guerra en Occidente les gusta argumentar para justificar una participación más directa de la OTAN en la guerra.


        Tropas rusas en entrenamiento (EFE)

A modo de comparación histórica, la Unión Soviética necesitó un ejército de 13 millones de hombres para expulsar a los nazis de su territorio; al menos un tercio o 4 millones de ellos estaban involucrados solo en su frente del sur de Ucrania.

Si bien Rusia tiene una clara, aunque no abrumadora, ventaja en cuanto a fuerzas de combate en Ucrania hoy en día, el éxito militar no es sólo una función de números absolutos, sino de cuán bien se pueden concentrar las fuerzas en un frente determinado para permitir una ventaja numérica por un tiempo sobre el adversario. Otros factores también juegan un papel táctico, como el elemento sorpresa, la cantidad y calidad de las reservas que se pueden reunir en puntos y momentos críticos del conflicto, la movilidad de las fuerzas para ser desplegadas rápidamente y la capacidad de engañar al oponente sobre dónde, cuándo y cuánta fuerza se concentrará.

Estos últimos factores (reservas, sorpresa, movilidad, etc.) son importantes y a veces decisivos, pero no por ello menos secundarios: la concentración de fuerzas es siempre la táctica militar principal. Hasta ahora hemos visto a Ucrania y a Rusia concentrar sus respectivas fuerzas, aunque en frentes diferentes y separados por cientos de kilómetros. La cuestión es qué frente es el más importante desde el punto de vista estratégico.


El acontecimiento estratégico clave de 2024 

El acontecimiento clave de la guerra de este verano de 2024 es la concentración de fuerzas rusas numérica y cualitativamente superiores en la zona central del Donbass. Rusia ha disfrutado de una ventaja numérica en fuerzas de combate en el Donbass, así como en superioridad aérea y en fuerzas de misiles y artillería durante al menos el año pasado desde el fracaso de la ofensiva ucraniana del verano de 2023. Esta ventaja y superioridad rusa en el Donbass se ha incrementado aún más este verano de 2024 como resultado de la retirada de Ucrania del Donbass este verano de algunas de sus mejores brigadas. Ucrania envió estas mejores brigadas del Donbass a la región fronteriza del norte de Kursk para participar el 6 de agosto en la invasión ucraniana del territorio ruso de Kursk. Ese desplazamiento de las fuerzas ucranianas dejó su frente del Donbass débilmente defendido. En cambio, Rusia no ha trasladado ninguna de sus fuerzas del Donbass al frente de Kursk, pero ha aumentado sus fuerzas en el Donbass. Este acontecimiento es quizás el cambio estratégico más importante en la guerra de este verano de 2024.


Qué frente y qué ofensiva (el Kursk de Ucrania o el Donbass de Rusia) es más importante para el resultado final de la guerra probablemente se decidirá en los próximos meses, y definitivamente antes de fin de año, 2024.


En las batallas que ahora se libran en esos dos frentes –Kursk y Donbass– podríamos estar presenciando, de hecho, el comienzo del final de la guerra en Ucrania.


       Tropas ucranianas en camino a Kursk (Reuters)

Como resultado de la retirada de algunas de las mejores brigadas ucranianas del Donbass, las fuerzas rusas están teniendo cada vez más éxito en ese frente, tomando aldea tras aldea y avanzando hacia el oeste, hacia los bastiones clave de Ucrania: Pokrovsk, en el centro del Donbass, así como hacia Slavyansk, en el norte del Donbass. Si Rusia toma Pokrovsk y Slavyansk, la guerra en el este de Ucrania habrá terminado de hecho, al menos en las antiguas provincias de Lughansk, Donetsk, Zaporozhie y Kherson, en el este de Ucrania. La línea de combate casi con toda seguridad se moverá rápidamente hacia el oeste, hacia el río Dniéper.

En cambio, es difícil ver qué espera lograr estratégicamente Ucrania con su penetración en la provincia rusa de Kursk. ¿Podrá cambiar el curso de la guerra a favor de Ucrania? Es muy improbable, dada la continua ventaja de Rusia en fuerzas de combate, armamento y superioridad aérea. Lo que plantea la pregunta: ¿cuáles fueron los motivos y objetivos de Ucrania para su ofensiva en Kursk y podrá alcanzarlos?


La ofensiva de verano de Ucrania en Kursk 




La ofensiva ucraniana contra Kursk, lanzada el 6 de agosto de 2024, ha tenido cierto éxito inicial. Ucrania concentró inicialmente fuerzas numéricamente superiores en la frontera de Kursk (como lo había hecho a principios del verano en la frontera de Járkov al sureste de Kursk).

En vísperas de su ofensiva de agosto en Kursk, Ucrania anunció públicamente que sus concentraciones de tropas frente a Kursk y al norte de la ciudad de Járkov eran movimientos estrictamente defensivos para prepararse ante las esperadas invasiones rusas desde el norte, que se rumoreaba que serían inminentes durante la primavera de 2024. Sin embargo, en retrospectiva, el anuncio de Ucrania de que sus fuerzas en las fronteras de Járkov y Kursk eran estrictamente defensivas parece haber sido un engaño militar. El ejército ucraniano reveló recientemente que Ucrania se había estado preparando en junio para una ofensiva contra Rusia en Kursk.

Se plantea entonces la cuestión: ¿cuáles eran los motivos y objetivos de Ucrania al trasladar tropas desde el Donbass y otras zonas de Ucrania (también desde la frontera entre Bielorrusia y Ucrania) y concentrarlas en su frontera norte con Járkov y Kursk? Si no era para defenderse de una nueva ofensiva rusa en el norte, sino para lanzar una ofensiva propia, ¿cuáles eran (y son) los objetivos de Ucrania?

En preparación para la ofensiva de Kursk en agosto, Ucrania trasladó brigadas de combate de todo el país y las concentró en la frontera de Kursk en julio, incluidas muchas de sus mejores brigadas en Donbass, así como algunos de sus 95.000 hombres en posiciones defensivas en la frontera de Kharkov. Ucrania incluso trasladó tropas de su frontera con Bielorrusia a Kursk, aparentemente gracias a un acuerdo con Bielorrusia para reducir sus respectivas fuerzas en la frontera entre Bielorrusia y Ucrania (un acuerdo que, según se informa, ha sido rescindido recientemente). Por último, Ucrania también envió a algunos de sus nuevos reclutas con un entrenamiento mínimo en preparación para la ofensiva de Kursk.

En resumen, Ucrania ha trasladado a la región de Kursk hasta un tercio de sus brigadas, es decir, unas 150.000, de las cuales quizá la mitad sean brigadas de combate. En Vovchansk quedó una fuerza reducida y en el Donbass una fuerza gravemente reducida. Además, se dice que algunas brigadas ucranianas han regresado a la frontera bielorrusa después de la ofensiva de agosto.

Con una fuerza de combate acumulada de alrededor de 70.000 hombres, Ucrania aplastó fácilmente la escasamente vigilada frontera rusa de Kursk, que estaba protegida por guardias fronterizos y otras unidades no probadas, a pesar de que Ucrania invadió Kursk inicialmente con unos 12.000 soldados, desde el 6 de agosto ha reunido y concentrado al menos otros 60.000 hombres.


Un tanque ruso destruido yace al costado de una carretera cerca de Sudzha, en la región de Kursk, Rusia, el viernes 16 de agosto de 2024. Esta imagen fue aprobada por el Ministerio de Defensa de Ucrania antes de su publicación. (Associated Press)


Esto quizás sugiere que Ucrania no ha terminado de cruzar la frontera hacia Rusia en otros lugares a lo largo de la frontera norte. Algunos analistas sugieren que Ucrania planea lanzar otra ofensiva más al noroeste de Kursk en lo que se llama la región fronteriza de Bryansk. O alternativamente, justo al suroeste de Kursk en la frontera de Belgorod. Incluso hay rumores de otra ofensiva por parte de Ucrania en el extremo suroeste de la provincia de Zaporozhie, cuyo objetivo es tomar la planta de energía nuclear de Zaporozhie actualmente bajo control ruso. Sin embargo, es discutible dónde podría Ucrania reunir esas fuerzas de combate adicionales.

En respuesta, Rusia envió inicialmente fuerzas especiales y marines para controlar el avance de Ucrania, que se ha ralentizado significativamente. Y, según se informa, fuerzas mecanizadas están en camino al frente de Kursk desde otros lugares de Rusia. El enclave de Kursk se ha convertido ahora en quizás el campo de batalla más intenso de la guerra hasta la fecha.

Lo que sugieren las posibles ofensivas y frentes en Kursk y otros frentes en Ucrania es que Ucrania está desesperada por lograr que Rusia retire sus fuerzas, superiores y cada vez más eficaces, del Donbass para frenar sus avances cada vez más rápidos en esa región, pero hasta ahora parece que Rusia no lo ha hecho.


La ofensiva rusa Jarkov-Vovchansk

Hay otra historia paralela aquí: antes de la ofensiva ucraniana de agosto en Kursk, las fuerzas rusas habían entrado a principios de mayo en la provincia ucraniana de Járkov, cerca de la ciudad fronteriza ucraniana de Vovchansk, situada a sólo 40 kilómetros al norte de la segunda ciudad más grande de Ucrania, Járkov. Esa ofensiva rusa se lanzó con una pequeña fuerza de sólo 15-20.000 hombres, aunque Rusia sabía que Ucrania había concentrado 95.000 tropas en una línea defensiva justo al sur de la frontera. El resultado fue previsible: la ofensiva rusa en Járkov se estancó rápidamente y se produjo un punto muerto en torno a la ciudad de Vovchansk, al menos hasta hace muy poco.

Por tanto, surge una segunda pregunta paralela: ¿por qué Rusia cruzó la frontera cerca de Járkov-Vovchansk con una concentración de fuerzas tan insuficiente, enfrentándose a lo que sabía que eran 95.000 soldados ucranianos atrincherados en posiciones defensivas? Es evidente que el objetivo no podía haber sido tomar la ciudad de Járkov. Entonces, ¿cuál era?


La ofensiva rusa en el Donbass


     Mapa muestra las regiones de Donetsk y Luhansk (Donbass). Este mapa no refleja la actual situación militar entre Ucrania y Rusia.

El acontecimiento estratégico militar más importante de la guerra de este verano de 2024 no es la invasión ucraniana de Kursk, sino el hecho de que, para poder llevar a cabo su ofensiva en Kursk, Ucrania ha dejado su frente del Donbass seriamente debilitado. Tan débil, de hecho, que la ofensiva rusa en el Donbass se intensifica casi a diario con un éxito creciente.

Hay tres direcciones en las que Rusia se está moviendo hacia el oeste en el Donbass. La más importante es el Donbass central, donde Rusia está prácticamente a las puertas de la ciudad ucraniana de Pokrovsk, un centro estratégico. Pokrovsk es una intersección de vías férreas y carreteras que suministra a las fuerzas ucranianas la mayor parte de sus armas y suministros al centro y sur del Donbass. Si cae en manos de Rusia, los suministros a la mayoría de sus fuerzas en el Donbass central corren un gran riesgo. Igualmente importante es el hecho de que al oeste de Pokrovsk hay pocas líneas y fortificaciones para las operaciones de defensa de Ucrania. La carretera está abierta al río Dniéper en el extremo oeste, la siguiente línea de defensa natural de Ucrania. Pero el Dniéper representa la pérdida de toda la provincia de Donetsk y su completa liberación por parte de Rusia.

Un poco más al norte de Pokrovsk se encuentra una ciudad igualmente estratégica, Slavyansk, y su vecina ciudad más grande, Kramatorsk. Slavyansk es análoga en términos de apoyo logístico de Ucrania para el norte de Donbass. Si también cae, caerá también el resto del norte de Donetsk y la provincia de Lughansk. Los avances rusos también han comenzado en esta región, a través de Siversk e Izyum.

En resumen, si Pokrovsk y Slavyansk caen ante Rusia, se acabará la partida en el frente del Donbass ante Ucrania. Los avances de Rusia sugieren que esto probablemente ocurrirá antes de las elecciones estadounidenses de noviembre o poco después. La cuestión es que la retirada de Ucrania de algunas de sus mejores fuerzas del Donbass hacia su frente de Kursk, sin duda aceleró los avances de Rusia que ahora están en marcha en el Donbass. Y si el Donbass cae, Ucrania no tendrá otra opción que abandonar sus posiciones más al sur en la frontera de Zaporozhie también, o de lo contrario quedar cercada allí.

Los acontecimientos de los últimos meses en el Donbass plantean una tercera cuestión estratégica: ¿ha decidido Ucrania sacrificar efectivamente el Donbass para lanzar su ofensiva en Kursk?

Los analistas militares de ambos lados parecen no entender por qué Ucrania y Rusia han tomado las decisiones que han tomado en este momento crítico de la guerra en el verano de 2024: Rusia en mayo pasado en Járkov, Ucrania este verano en Donbass y Kursk, y la decisión de Rusia de mantener firme su ofensiva en Donbass.

¿Cuáles son entonces algunas de las posibles explicaciones que barajan los analistas al intentar explicar los objetivos de estas dos ofensivas (Ucrania en Kursk y Rusia en Járkov-Donbass)?


Algunas preguntas estratégicas sin respuesta:

Resumamos estas preguntas estratégicas y ofrezcamos algunas posibles respuestas.


Pregunta 1. ¿Por qué Ucrania invadió Kursk? ¿Cuáles son sus posibles objetivos y puede alcanzarlos? 

 

Los tanques de batalla Challenger 2 ondeando la bandera ucraniana (foto de archivo)

Los analistas militares están por todas partes especulando sobre por qué Ucrania invadió Kursk. Algunos dicen que el objetivo era apoderarse de la planta nuclear rusa ubicada al sur de la ciudad de Kursk y a menos de 100 millas de la frontera. Al apoderarse de la planta, Ucrania la usaría luego como pieza de chantaje en las negociaciones con Rusia.

Otro objetivo planteado es que Ucrania pretende utilizar el territorio capturado como moneda de cambio en las negociaciones con Rusia, que al parecer varios países terceros han estado tratando de organizar, aunque hasta ahora sin éxito.

En términos de tácticas militares, existe otra especulación: la invasión ucraniana tenía como objetivo obligar a Rusia a transferir brigadas de su frente en el Donbass a Kursk, y de ese modo frenar los avances rusos en el Donbass que parecen estar acelerándose.

Otra especulación es que Ucrania pretendía crear una zona de "amortiguación" a lo largo de la frontera antes de que Rusia lanzara su propia ofensiva en la región. Eso sugiere que la invasión ucraniana tenía como objetivo impedir que Rusia abriera un frente ofensivo propio a lo largo de la frontera norte.

Otra opinión es que el verdadero objetivo de la ofensiva de Ucrania ha sido hacer que Putin parezca débil ante las élites y el público rusos, que ahora exigen una respuesta rusa más agresiva a la invasión. La ofensiva de Kursk, según esta opinión, es provocar a Rusia a una respuesta agresiva más extrema que le permitiría a Zelenski recibir más ayuda militar letal de la OTAN (como los misiles estadounidenses Storm Shadow y ATACMS y los F-16 con misiles) y el permiso de la OTAN para usarlos para atacar el interior de Rusia.

Es posible que un poco de todo lo anterior sean motivaciones para la ofensiva de Ucrania: en lo que se refiere a apoderarse de la planta nuclear de Kursk, si ese fuera el objetivo, ya ha sido neutralizada y Ucrania prácticamente no tiene ninguna posibilidad de llegar a la planta de Kursk ahora que las masivas defensas rusas bloquean su camino.

La explicación de que el objetivo de la ofensiva de Kursk es obligar a Rusia a trasladar unidades militares del Donbass a Kursk tampoco parece haber sido aceptada hasta ahora. Rusia tiene suficientes reservas en otras partes del territorio ruso y las está trasladando al frente de Kursk.

La especulación de que Zelensky autorizó la ofensiva de Kursk como moneda de cambio de "tierra por tierra" en futuras negociaciones también se ve desmentida por los acontecimientos recientes desde el 6 de agosto: Putin ha declarado públicamente que no habrá negociaciones con Ucrania mientras sus fuerzas permanezcan en territorio ruso, ya sea en Kursk o en Donbass.

La idea de que Ucrania obtenga una zona de protección nunca ha sido convincente. ¿Por qué Ucrania agotaría sus recursos militares en otros lugares y se arriesgaría a perder más territorio (Donbass) para proteger territorio (Frontera Norte) que aún no ha perdido?

Parece, por tanto, que el objetivo más probable de la ofensiva de Kursk en Ucrania era, y sigue siendo, político: provocar a Rusia a una respuesta extrema para que Ucrania restablezca el apoyo occidental que se está desvaneciendo para continuar la guerra. Zelenski necesita que Rusia escale la situación para permanecer en el poder en Ucrania. En toda la OTAN, el apoyo para proporcionar armas y municiones militares está disminuyendo. Occidente cree además que la financiación de la guerra y la economía de Ucrania está resuelta, proporcionada por los 300.000 millones de dólares confiscados en activos rusos. Sin embargo, los medios occidentales casi a diario se han vuelto cada vez más críticos con la guerra, reconociendo que no se puede ganar. Zelenski necesita, por tanto, demostrar que Ucrania todavía tiene la capacidad de luchar y la OTAN necesita proporcionar aún más armamento porque Rusia está intensificando la guerra. Zelenski se da cuenta de que necesita una mayor participación directa de las tropas de la OTAN, no solo armamento. Actualmente, la OTAN está participando en operaciones terrestres con técnicos que operan armas avanzadas de la OTAN, mercenarios, así como altos oficiales de la OTAN y planificadores de guerra sobre el terreno. Necesitará aún más. No puede impresionar a la OTAN para que proporcione más con las pérdidas en el Donbass. Podría convencer a los halcones de guerra de la OTAN con ofensivas en Rusia como Kursk.


Pregunta 2. ¿Ha decidido Ucrania sacrificar efectivamente el Donbass?

 


Un cartel de propaganda ruso-soviético de 1921 que dice "El Donbass es el corazón de Rusia"

Las pruebas sobre el terreno sugieren firmemente que Ucrania puede haber decidido sacrificar territorio en el Donbass y tal vez toda la región en su conjunto. Su defensa en el Donbass estaba empezando a resquebrajarse mucho antes de la ofensiva de Kursk, desde la pérdida de la estratégica ciudad de Avdeyevka en el Donbass a principios de este año. Ahora las pérdidas allí se están acelerando después de que Ucrania retiró algunas de sus mejores brigadas del Donbass y las trasladó a Kursk.

Para Ucrania, el frente norte de Kursk es estratégicamente más importante que el Donbass. Su posición en futuras negociaciones con Rusia y el apoyo occidental en general se debilitaban mientras perdía el Donbass. La toma de territorio ruso en el norte podría apuntalar esa pérdida de apoyo y fortalecer su posición. En resumen, proteger la ciudad de Járkov y el territorio ucraniano fuera de las cuatro provincias de Rusia en el este es estratégicamente más importante para Ucrania que conservar el Donbass. Ucrania no puede conservar el Donbass al final y tanto la OTAN como Ucrania lo saben. La opinión en Occidente sugiere cada vez más que Ucrania debería aceptar entregarle el Donbass y las cuatro provincias. Pero Ucrania no puede simplemente retirarse en el Donbass y entregarlo sin parecer débil e incluso a punto de perder la guerra. Eso aceleraría la retirada del apoyo de la OTAN. Por lo tanto, Zelenski necesitaba otro éxito en otra parte si Ucrania estaba inevitablemente a punto de perder el Donbass. De ahí la ofensiva de Kursk.


Pregunta 3. ¿Por qué Rusia invadió la región de Járkov con una fuerza insuficiente?

Rusia cruzó la frontera a principios de mayo pasado en la región de Járkov, pero no para capturar la gran ciudad ucraniana de Járkov. Para ello se necesitaría quizás una fuerza ofensiva rusa de al menos medio millón de hombres. Rusia sabía, además, que una gran fuerza ucraniana de hasta 95.000 hombres, según los informes, estaba concentrada entre la frontera y la propia ciudad de Járkov, a apenas 80 kilómetros al sur. ¿Por qué entonces Rusia abrió ese frente con sólo 15-20.000 soldados? La única explicación posible es que Rusia entró en Járkov con una fuerza insuficiente para conseguir que Ucrania retirara sus fuerzas del Donbass para proteger Járkov, cosa que hizo. De lo contrario, la explicación para enviar una fuerza de 15.000 hombres contra 90.000 hombres es una locura militar. Y no hay pruebas de que durante toda la guerra Rusia haya sido militarmente tonta en sus despliegues de fuerza ofensiva.


Pregunta 4. ¿Rusia fue tomada por sorpresa por la invasión de Kursk?

 

Tanques ucranianos Leopard 2A4 destruidos en diferentes batallas en el Donbass

Hay que admitir que Rusia fue claramente sorprendida por la ofensiva ucraniana en Kursk. Puede que se haya dejado engañar por Ucrania de que su concentración de fuerzas en el lado ucraniano de la frontera de Kursk en el verano fue estrictamente defensiva, diseñada para enfrentarse a Rusia si hubiera invadido ese lugar. También es posible que Rusia haya visto las limitaciones impuestas hasta la fecha por Estados Unidos y la OTAN al uso por parte de Ucrania de ATACMS y misiles de crucero para atacar en el interior de Rusia como prueba de que la OTAN y Estados Unidos no permitían a Ucrania intensificar los ataques directamente en Rusia. Antes del 6 de agosto, los ataques de Ucrania en el interior de Rusia se limitaban a los drones ucranianos. Rusia puede haber interpretado que estas limitaciones de la OTAN significaban que Ucrania no tendría "luz verde" para cruzar la frontera rusa con grandes fuerzas terrestres. Esto -combinado con el hecho de que Rusia malinterpretó la concentración de fuerzas de Ucrania en su lado de la frontera como sólo defensiva- puede haber llevado a Rusia a suponer erróneamente que Ucrania no montaría una ofensiva en Kursk.


Pregunta 5. ¿Estamos asistiendo a la creciente importancia de las reservas en la guerra?

Ahora que ha pasado ya dos años y medio de guerra, está empezando a cansar a ambos bandos en términos de hombres y material. Por tanto, la disponibilidad de suficientes reservas está empezando a desempeñar un papel relativamente más importante a medida que la guerra ha continuado. No sólo las reservas en el sentido de la cantidad de tropas de combate disponibles, sino también su experiencia en combate, entrenamiento y disponibilidad de armas y municiones se están convirtiendo en un factor cada vez más crítico en la conducción de la guerra. Esto suele suceder en la guerra cuando el conflicto se prolonga, excepto cuando un bando tiene una ventaja abrumadora en fuerza sobre el otro. Puede que ese haya sido el caso en las guerras de Estados Unidos en Irak, Libia, Yugoslavia, Panamá y otros lugares, pero no fue así en Vietnam ni en Ucrania. Aquí ha empezado a notarse la ventaja a largo plazo de Rusia en materia de reservas.

Es cierto que Rusia, al negarse a trasladar reservas del Donbass, ha tenido que comprometer reservas de otras partes de Rusia, pero tiene esas reservas. Ucrania no. La ofensiva de Kursk muestra que Ucrania probablemente ha comprometido la mayor parte de sus reservas restantes en ese frente. Y tuvo que trasladar brigadas de Bielorrusia, Járkov y el Donbass para la ofensiva de Kursk, y acortar el entrenamiento de los nuevos reclutas. Ucrania se está acercando al final de sus reservas humanas y no puede obtener un aumento de armas y municiones de la OTAN que necesita si la guerra se intensifica, como está ocurriendo ahora, tanto en Kursk como en el Donbass. La OTAN ha dispuesto la financiación continua para Ucrania durante 2025 confiscando los activos de 300.000 millones de dólares de Rusia en los bancos del G7 que fueron congelados al comienzo de la guerra. Además, el suministro de armas de la OTAN se está ralentizando, ya que los inventarios de la OTAN se están agotando; ya no puede acelerar la entrega de armas a Ucrania como lo hizo en 2022-23. Tampoco tiene la voluntad política de enviar soldados directamente a Ucrania, aunque está construyendo la mayor base militar y aérea de la OTAN en la actualidad en el este de Rumania, a decenas de kilómetros de Odessa, donde ya tiene estacionados miles de tropas aerotransportadas francesas y estadounidenses. Si la OTAN interviene alguna vez sobre el terreno, probablemente será sobre todo para impedir que Rusia se apodere del crucial puerto marítimo ucraniano de Odessa, sin el cual ni siquiera un Estado residual de Ucrania en el oeste podrá mantenerse.


Pregunta 6. ¿Cuáles son las opciones estratégicas de Rusia en relación con la invasión de Kursk y su ofensiva en el Donbass?

 

Posible mapa con el desenlace final del conflicto ruso-ucraniano 

La estrategia rusa no cambiará mucho en el Donbass. Seguirá avanzando, probablemente incluso más rápido. Las fuerzas ucranianas en el Donbass pueden incluso colapsar allí antes de fin de año, y Ucrania se retirará hacia el oeste, al río Dniéper, abandonando así cualquier control sobre el territorio que comprende las cuatro provincias rusas. En cuanto al frente de Kursk, Rusia probablemente sellará la fuerza ucraniana que actualmente ocupa el país, traerá nueva división blindada, artillería y fuerzas aéreas rusas y seguirá golpeando a esas fuerzas ucranianas hasta que se debiliten y se retiren por su propia cuenta. Eso probablemente sucederá poco después de las elecciones estadounidenses de noviembre. Ucrania intentará aferrarse a Kursk para tratar de asegurarse un mayor apoyo estadounidense antes de que Biden deje el cargo en enero próximo. Sin embargo, las probabilidades son significativas de que no pueda lograrlo.


Consecuencias políticas de las ofensivas de Kursk y Donbass 

La opinión pública rusa ha fortalecido la posición de Putin en la guerra como consecuencia de las dos ofensivas. Su problema ahora no es garantizar que la opinión pública rusa siga apoyando a su gobierno y al SMO, sino que segmentos cada vez mayores de la opinión pública rusa y de los medios de comunicación rusos ahora le exigen que emprenda acciones militares aún más agresivas en respuesta a la invasión de Kursk.

El desafío de Putin ahora es no caer en la provocación de Kursk de Ucrania, abandonar el SMO y escalar el conflicto a una guerra de invasión aún más intensiva y más amplia que requeriría una fuerza militar mucho mayor que la SMO y caer en la trampa de los halcones de guerra de la OTAN de usar una escalada rusa como excusa para lograr que la OTAN se involucre aún más directamente en el terreno en la guerra de lo que ya está.

Zelenski claramente quiere llevar los acontecimientos en esa dirección, es decir, un conflicto más directo entre Rusia y la OTAN. Esa es quizás la razón principal detrás de la ofensiva de Kursk. Pero Putin en última instancia quiere algún tipo de acuerdo negociado, aunque en las dos condiciones que Rusia anunció a principios de este verano. Por lo tanto, es probable que espere hasta el resultado de las elecciones estadounidenses para determinar si es necesario abandonar la SMO para un conflicto más amplio. Zelenski y el liderazgo de Ucrania están desesperados e imprudentes; Putin es calculador y generalmente tiene en cuenta el panorama político más amplio.

Por el momento, sin embargo, las condiciones de Putin para iniciar las negociaciones anunciadas hace un par de meses (es decir, que Ucrania abandone las cuatro provincias y acepte la neutralidad) están descartadas. Evitar la posibilidad de negociaciones (que China estaba tratando de organizar el pasado mes de julio) también puede haber sido parte del objetivo de la ofensiva ucraniana en Kursk. Ucrania y Zelensky tienen un largo historial de fingir interés en las negociaciones como una tapadera para una escalada planeada. Las maniobras diplomáticas de Ucrania en Pekín en julio y en Qatar en agosto son evidencia de que Ucrania no tiene intención de negociar nada en serio. Todo lo contrario. Aunque nada es inminente, Estados Unidos y Rusia pueden seguir explorando la posibilidad de negociaciones a través de canales secretos, como lo han hecho en los últimos meses, pero está claro que no habrá negociaciones de ningún tipo hasta después de las elecciones estadounidenses como pronto y, más probablemente, hasta que termine la administración Biden el próximo 20 de enero de 2025.

Durante todo el verano, entre las élites de la OTAN y los medios de comunicación occidentales ha ido creciendo la opinión de que Ucrania no puede conservar el Donbass ni las otras provincias que Rusia se anexionará desde 2022. Los continuos éxitos de Rusia en la ofensiva del Donbass confirman aún más esa opinión y la consolidan si Rusia toma Pokrovsk el mes próximo. Por el contrario, la opinión de la élite de la OTAN puede cambiar aún más hacia la posibilidad de permitir que Ucrania ataque dentro de Rusia utilizando ATACMS, misiles de crucero e incluso F-16 para permitir que Ucrania se quede con el territorio de Kursk mientras pierde el Donbass. La prueba de este cambio de las élites de la OTAN será evidente si Estados Unidos permite en las próximas semanas más envíos de misiles de crucero Storm Shadow del Reino Unido a Ucrania. Perder el Donbass significa lógicamente arriesgar aún más los dados militares en Kursk y la frontera norte.

Los neoconservadores y los halcones de guerra de Estados Unidos intentarán crear una mayor escalada en la guerra de Ucrania entre ahora y enero de 2025 para hacer que sea extremadamente difícil para cualquier nuevo presidente estadounidense elegido en noviembre reducir los compromisos de Estados Unidos y la OTAN con Ucrania, y mucho menos retirarse.

Si Harris gana en noviembre, es casi seguro que las políticas de la administración Biden hacia la guerra continuarán. Harris será maleable para el establishment de la política exterior y los neoconservadores que han estado manejando la política exterior y las guerras de Estados Unidos desde al menos 2001 y quizás incluso antes, desde fines de los años 1990. Si Trump gana -y el Estado profundo le permite asumir el cargo en enero sin una gran crisis constitucional en Estados Unidos (lo que es más probable que no)- es poco probable que Trump pueda poner fin a la guerra de Ucrania en el corto plazo después de asumir el cargo el 20 de enero. Incluso con Trump en el cargo, la guerra continuará hasta bien entrado el año 2025. 

 

El único factor que puede acelerar un final más temprano de la guerra es que Rusia debilite los recursos militares de Ucrania hasta tal punto que esas fuerzas colapsen efectivamente en los frentes de Donbass y KurskRusia nunca tuvo la intención de "conquistar" toda Ucrania, incluida Kiev. La misión de Putin siempre ha sido expulsar a las fuerzas ucranianas de las provincias de habla rusa y luego garantizar algún tipo de neutralidad por parte de lo que queda del Estado ucraniano.


Pero antes de que eso suceda, Rusia tendrá que hacer retroceder definitivamente a Ucrania a través de la frontera de Kursk y tomar las ciudades estratégicas de Pokrovsk y Slavyansk en el Donbass. Sólo entonces se hará evidente el fin del juego. Sólo entonces las fuerzas ucranianas se retirarán a lo que quede de Ucrania. Sólo entonces Estados Unidos y la OTAN decidirán reducir las pérdidas y abandonar por completo el "Proyecto Ucrania".

Dr. Jack Rasmus

25 agosto 2024

Francia: De la extraña derrota a la pseudoliberación (1939-1945)




Nota previa por el editor del blog

Esta página tiene una característica, a pesar de ser un blog centrado en la temática bélica, no es un sitio de narración de guerras y combates, a quien busca aquello se recomienda la Wikipedia, que contiene excelente material sobre las batallas. Este blog se caracteriza por la investigación -sea propia del editor o por estudios profusos de connotados historiadores y politólogos-. Más allá de la ciencia histórica, es un estudio del pensamiento geopolítico de quienes planifican los conflictos como medio de provecho para sus intereses político-económicos, son temas que analizan y exploran las maquinaciones ocultas entre bastidores de esa gente con Poder que al final decide como desgraciar la vida de la sociedad y de los estados víctimas de turno.

Esa es la singularidad del destacado historiador, escritor y politólogo Dr. Jacques R. Pauwels, a quien nos honra presentarlo -una vez más- con otro de sus polémicos pero esclarecedores ensayos sobre los conflictos del mundo contemporáneo. Se debate mucho si sus "revelaciones" son hipótesis (es decir teorías, conjeturas, presunciones, probabilidades, o cualquier otro sinónimo) o son certezas históricas fundamentadas. Sus análisis, siempre acompañados de la historiografía disponible, nos brinda una verdad que los organismos de control social no quieren que sea de mayoritario conocimiento. 

Como decía el "indomable" general estadounidense, Smedley D. Butler, patrocinadas por los gánsteres financieros "Las guerras son una estafa". El Dr. Pauwels es un autor recurrente en este sitio con temas sobre "Los verdaderos orígenes de la Primera Guerra Mundial", "Las guerras del Estados Unidos empresarial", "De Pétain a Macron. La falsa purga de "Los Colaboracionistas...", y otros temas sobre la Primera y Segunda Guerra Mundial a las que puede acceder a través de la etiqueta "Jacques R. Pauwels".

Aquí algunos datos de respaldo a la ponencia principal del Dr. Pauwels.

Durante y después de la Liberación de París, el 25 de agosto de 1944, no solo hubo desfiles triunfales, también se observó ejecuciones sumarias y mujeres rapadas por “colaboracionismo horizontal”; otro suceso importante sería el posterior juzgamiento de muchos intelectuales que apoyaron el régimen de Vichy. El término "colaboracionista" quedó establecido tras un discurso radial de Petain instando a los franceses a colaborar con Alemania luego de la caída de París (presuntamente para evitar la destrucción del patrimonio francés) y abandonando una probable neutralidad al instalar su gobierno en la ciudad de Vichy, pero sobre todo, dictando leyes de exclusión (persecución de los judíos).

Las personas acusadas de colaboracionistas obtuvieron el repudio del pueblo francés. ¿Todos, o solo algunos? ¿hubo dedicatoria para unos y ocultamiento para otros? Inicialmente, con el fervor libertario hubo casos desproporcionados de abuso, linchamiento, mutilación y hasta lapidación; los primeros días todo era visto como traición por haber colaborado con las fuerzas de ocupación alemanas o el gobierno de Vichy, lo que conforme el Derecho Internacional no es tan cierto.

Los primeros "jueces" y ejecutores eran integrantes de la resistencia, obrando en virtud de la "autoridad" conferida por ellos mismos (a manera de tribunales populares secretos) y cumpliendo las sentencias sumarias. No fueron pocos los que aplicaron la "justicia" en nombre propio (casos particulares). No había otra solución, las autoridades ordenaron los procedimientos judiciales para detener la violencia en las calles, formalizándose miles de juicios.

Sin embargo, la colaboración con el enemigo tenía muchos grados de responsabilidad, desde las mujeres rapadas y vilipendiadas por "colaboracionismo horizontal" hasta los funcionarios públicos que debían mantener el orden y velar que la administración del estado sea operativa (sin mayores consecuencias políticas pero con muchas venganzas personales). ¿Y la jerarquía francesa que dirigió la República durante la ocupación?, Petain, Laval y el séquito de  ministros que se unieron por la ambición de poder; otros que obraron como contumaces delatores, otros realizaron grandes negocios con los nazis, el interés económico primaba ante todo; pero hubo otro grupo, los intelectuales del régimen de Vichy que apoyaron unirse a los nazis, aprobaron las persecuciones raciales, eligieron el bando nazi por convicción (algunos actuaron por temor). 

Petain fue detenido (trasladado desde Alemania) y juzgado al poco tiempo por alta traición, cargo castigado con la pena de muerte de conformidad con el código penal anterior al gobierno de Petain. Veredicto: culpable; condenado a pena de muerte, degradación nacional y confiscación de todos sus bienes. De Gaulle condonó la pena de muerte por reclusión perpetua aduciendo su edad avanzada. Pierre Laval, jefe del gobierno de Vichy, fue fusilado cumpliéndose la sentencia. Muchos otros fueron juzgados, condenados y ejecutados. Especial mención representó el caso de varios escritores como Drieu La Rochelle, intelectual de prestigio de inclinación nazi-fascista que impidió su condena suicidándose. "George Simenon, Cèline, Drieu Larochelle, Sacha Guitry, Thierry Maulner y muchos otros apoyaron al régimen de Vichy, tuvieron –al menos- simpatías nazis y fueron antisemitas. No fueron los únicos... Pero, sin dudas, el caso paradigmático de la relación entre intelectuales y colaboracionismo lo represente el de Robert Brasillach, fusilado el 6 de febrero de 1945,  atacó a la Resistencia y expresó todo su ideario fascista"... (La Liberación de París del horror nazi: desfiles triunfales, mujeres rapadas y ejecuciones sumarias, Matías Bauso, Infobae, agosto 2022).

Demos paso a la ponencia principal.

Buena lectura y reflexión ante todo. 

                                                                                           T. Andino


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"El artífice de la Resistencia Francesa", foto portada de un artículo sobre Jean Moulin en la web "Comercio y Justicia" (2017)


por Dr. Jacques R. Pauwels,

Derechos de autor © / Global Research, 2024.


Presentación 

Este ensayo ofrece una interpretación de análisis de clase sobre el papel de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Decidida a eliminar la amenaza revolucionaria percibida que emanaba de su inquieta clase trabajadora, la élite francesa dispuso en 1940 que el país fuera derrotado por su "enemigo externo", la Alemania nazi. El fruto de esa traición fue una victoria sobre su "enemigo interno", la clase obrera. Permitió la instauración de un régimen fascista bajo Pétain, y esta "Francia de Vichy" -como la Alemania nazi- era un paraíso para los industriales y todos los demás miembros de la clase alta, pero un infierno para los trabajadores y otros plebeyos. Como era de esperar, la Resistencia era mayoritariamente de clase obrera, y sus planes para la Francia de la posguerra incluían severos castigos para los colaboradores y reformas muy radicales. Después de Stalingrado, la élite, desesperada por evitar ese destino, cambió su lealtad a los futuros amos estadounidenses del país, que estaban decididos a liberar a Francia y al resto de Europa para el capitalismo. Sin embargo, fue necesario permitir que el recalcitrante líder de la Resistencia conservadora, Charles de Gaulle, llegara al poder. En cualquier caso, el compromiso "gaullista" hizo posible que la clase alta francesa escapara al castigo por sus pecados pro-nazis y mantuviera su poder y privilegios después de la liberación.


Introducción

En 1914, la mayoría de los países europeos, si no todos, aún no eran democracias plenas, sino que seguían siendo oligarquías, gobernadas por una clase alta que era una "simbiosis" de la aristocracia terrateniente (aliada con una de las iglesias cristianas) y una burguesía (es decir, clase media-alta) de industriales, banqueros y demás. El sufragio universal ni siquiera existía todavía en Gran Bretaña o Bélgica, por lo que la clase alta estaba firmemente en el poder. En las "cámaras bajas" de los parlamentos, esta élite tuvo que soportar cada vez más a los molestos representantes de los partidos socialistas (o "socialdemócratas") y otros plebeyos, pero se las arregló para mantener el control. Y lo que es más importante, siguió monopolizando las instituciones estatales no elegidas, como el ejecutivo (normalmente un monarca), el poder judicial, el cuerpo diplomático, las cámaras altas de los parlamentos, los rangos superiores de la administración pública y, sobre todo, el ejército. (Los servicios secretos sólo más tarde se volvieron importantes en este sentido).


Pie de foto: "Junta de Reserva Federal, Warburg, Williams, Hamlin, Delano, Gobernadores, Bankers, 1914" (Biblioteca del Congreso, Washington, D.C.)

A la clase alta, demográficamente una pequeña minoría, no le gustaba la democracia. Después de todo, la democracia significa el gobierno del demos, es decir, la mayoría pobre e inquieta del pueblo, las "masas" presumiblemente tontas y crueles y, por lo tanto, espantosas. Particularmente angustioso para la clase alta era el hecho de que, bajo los auspicios de los partidos socialistas y los sindicatos, la clase obrera industrial había estado agitando con éxito por reformas democráticas tanto a nivel social como político, como la ampliación del derecho al voto, la limitación de las horas de trabajo, el aumento de los salarios y los servicios sociales como las vacaciones pagadas. pensiones, y atención médica y educación gratuitas o al menos baratas.


La clase obrera

La clase obrera, entonces, fue la fuerza motriz detrás del proceso de democratización en curso, aparentemente irresistible. Los aristócratas y los burgueses temían que las reformas democráticas que el movimiento obrero había sido capaz de arrebatarles estuvieran socavando lentamente el orden establecido o, peor aún, que un colapso de este orden pudiera producirse repentinamente a través de la revolución. De hecho, la mayoría de los partidos de la clase obrera se adhirieron al socialismo marxista y defendieron, al menos en teoría, el tipo de revolución que iba a provocar la "gran transformación" del capitalismo al socialismo. La Comuna de París de 1871 y la Revolución Rusa de 1905 habían proporcionado anticipos de tal cataclismo, y las numerosas huelgas y otros estallidos de disturbios en los años previos a 1914 se cernían como una especie de escritura revolucionaria en la pared. En este contexto, la guerra fue vista cada vez más como el gran antídoto contra la revolución y la democracia. Es principalmente, aunque no exclusivamente, por esta razón que la clase alta europea quería la guerra, se preparó para la guerra y, en 1914, aprovechó un incidente trágico pero relativamente poco importante en los Balcanes para desatar la guerra (Pauwels, Los verdaderos orígenes de la Primera Guerra Mundial).

Sin embargo, como remedio contra la doble amenaza de la revolución y la democracia, la guerra resultó ser contraproducente. En primer lugar, la "Gran Guerra" no ahuyentó el fantasma de la revolución de una vez por todas.

Por el contrario, terminó desencadenando revoluciones en prácticamente todas las naciones beligerantes (e incluso en algunas neutrales), y una de esas revoluciones incluso triunfó en uno de los grandes imperios, Rusia. En segundo lugar, la guerra produjo no menos, sino más democracia: de hecho, para quitarle el viento a las ondulantes velas revolucionarias en Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, etc., tuvieron que introducirse nuevas reformas democráticas antes impensables, como la introducción del sufragio universal y la jornada de ocho horas.


El 114 de infantería, en París, el 14 de julio de 1917

La clase alta después de 1918

Después de 1918, la clase alta logró mantener el control, sobre todo gracias a su continuo monopolio de las instituciones estatales no elegidas. Pero los miembros de la élite gobernante tenían razones para estar muy descontentos. En primer lugar, ahora tenían que operar dentro de sistemas parlamentarios considerablemente más democráticos, en los que los partidos socialistas e incluso comunistas, así como los sindicatos combativos, desempeñaban un papel; en segundo lugar, seguían sintiéndose amenazados por la revolución. Antes de 1914, la revolución había sido un espectro, pero después de 1918 se encarnó en el fruto de la Revolución Rusa, la Unión Soviética. Ese nuevo estado representaba un "contrasistema" socialista al capitalismo y sirvió como fuente de inspiración y apoyo activo para el creciente número de plebeyos que buscaban el cambio revolucionario à la russe, y también para el creciente número de súbditos coloniales que anhelaban la independencia. La amenaza evolutiva se hizo aún mayor durante la gran crisis económica de la década de 1930, cuando el desempleo masivo y la miseria, un flagelo que no afectó a la Unión Soviética en rápida industrialización, hicieron que aún más plebeyos anhelaran un cambio radical y revolucionario.

Es por esta razón que la clase alta apoyó a los movimientos fascistas, es decir, antidemocráticos de extrema derecha dirigidos por hombres fuertes, hombres que estaban dispuestos a tomar el tipo de acciones de las que aristócratas, banqueros y empresarios podían esperar beneficiarse: poner fin a todas las tonterías democráticas; eliminar implacablemente a los sindicatos y a los partidos obreros, especialmente a los socialistas revolucionarios, es decir, a los comunistas; y, a través de una política de bajos salarios, (re)armamento y expansión imperialista, sacar a la economía capitalista del desierto de la Gran Depresión.

El fascismo se reveló como el instrumento por medio del cual la clase alta, asediada por una crisis económica y amenazada por un "contrasistema" socialista, podía volver a esperar lograr lo que había soñado en 1914, a saber, detener e incluso hacer retroceder el proceso de democratización y evitar el cambio revolucionario, y también lograr objetivos imperialistas. En casi todos los países europeos, la clase alta primero apoyó financieramente y de otro tipo a los movimientos fascistas, y luego aprovechó al máximo su control sobre el ejército, la burocracia estatal, etc., para reemplazar los sistemas liberales-democráticos con regímenes fascistas. Comenzó ya en Italia en 1922, pero el mayor triunfo de la clase alta llegaría en 1933 en Alemania, donde Hitler fue izado a la silla del poder para gran satisfacción de banqueros, industriales, terratenientes aristocráticos, generales y prelados católicos y protestantes.




Las élites "occidentales", supuestamente democráticas, aplaudieron estos golpes de Estado fascistas: Churchill, por ejemplo, elogió en voz alta a Mussolini, y el duque de Windsor actuó como animador de Hitler. Hitler, el más despiadado de todos los dictadores fascistas, incluso se convirtió en la "gran esperanza blanca" de la clase alta occidental. Se esperaba que utilizara el poderío militar del Reich para aplastar a la Unión Soviética, fruto de la Revolución Rusa de 1917 y la vaina de semillas percibida de futuras revoluciones en el país y en las colonias. De este modo, lograría el objetivo que ellos mismos habían perseguido en vano por medio de intervenciones armadas en apoyo de los reaccionarios "blancos" contra los revolucionarios "rojos" en la guerra civil rusa de 1918-1919.

En algunos países, sin embargo, los planes "filofascistas" de la clase alta fracasaron, sobre todo en Francia, donde en 1934 fracasó estrepitosamente un golpe de Estado embrionario. Irónicamente, este intento produjo lo contrario de lo que la élite había esperado: la formación de un "frente popular", un gobierno de coalición izquierdista que introdujo un paquete de reformas sociales de gran alcance, incluyendo salarios más altos, la semana laboral de 40 horas, la negociación colectiva, el derecho legal a la huelga y vacaciones pagadas. Este innegable logro democrático fue detestado por los industriales, los banqueros y los empresarios en general, porque implicaba una (modesta) redistribución de la riqueza a favor de la plebe asalariada y se percibía como un presagio de reformas más profundas por venir.

Para entender lo que sucedió después, incluida la "extraña derrota" de Francia en 1940, hay que leer los libros de la historiadora Annie Lacroix-Riz, profesora emérita de la Université Paris Cité. En sus Le choix de la Défaite: les élites françaises dans les années 1930 (2006), y De Munich à Vichy, l'assassinat de la 3e République 1938-1940 (2008), demostró que en mayo-junio de 1940, cuando Alemania atacó en el oeste, los líderes políticos y militares franceses fracasaron deliberadamente en oponer el tipo de resistencia de la que su ejército era ciertamente capaz, haciendo así inevitable la derrota.

Con ello, buscaban alcanzar el objetivo que habían perseguido en vano en 1934, es decir, el advenimiento al poder de un hombre fuerte fascista, o cuasi fascista, como Mussolini, Franco o Hitler. No les gustaba especialmente ser derrotados por el enemigo externo, Alemania, pero esa "extraña derrota", como la llamaría el historiador Marc Bloch en un libro publicado en 1946, les permitió lograr una victoria contra su enemigo interno, el movimiento obrero de izquierda. Ser derrotado por el Reich fascista hizo posible introducir el fascismo de contrabando en Francia por la puerta de atrás, por así decirlo; les permitió sustituir la "Tercera República" francesa, demasiado democrática para su gusto, por una dictadura hecha a medida para defender y promover sus intereses.


Mariscal Pétain




Y, de hecho, el colapso militar de Francia permitió que un líder fuerte descendiera al escenario como un deus ex machina. Resultó ser la misma personalidad que había estado esperando entre bastidores en 1934, a saber, el mariscal Philippe Pétain, posiblemente no un fascista él mismo, pero ciertamente un filofascista archiconservador.

La "Francia de Vichy" que presidía Pétain, con Hitler respirándole en la nuca, era un sistema extremadamente antidemocrático, pero para la clase alta del país era un paraíso, especialmente para los banqueros, los industriales y los "patronat" (le patronat) en general, como ha demostrado Annie Lacroix-Riz en otro libro suyo, Industriels et banquiers sous l'Occupation (2013).

Estaban encantados de que, al igual que en la Alemania de Hitler, se eliminaran los sindicatos y los partidos obreros, se redujeran considerablemente los salarios y se abolieran las reformas sociales introducidas por el Frente Popular. Las ganancias aumentaron, no solo porque se minimizaron los costos de mano de obra: se podían hacer negocios altamente rentables con los señores nazis de Francia, especialmente a medida que la guerra se prolongaba y Hitler ordenaba muchos camiones y tanques a fabricantes franceses como Renault.

Los nazis también compraron muchos productos de lujo franceses, como perfumes y vinos finos, como champán y grands crus de Burdeos y Borgoña, así como coñac. Se produjeron algunos saqueos, por ejemplo, durante los combates de la primavera de 1940, pero el saqueo fue la excepción, mientras que la regla general era que los nazis compraban estos bienes, y a precios inflados. Pagaron con francos extorsionados al régimen colaborador de Pétain con sede en Vichy bajo los términos de la capitulación francesa de junio de 1940. Los impuestos exprimidos a los franceses de a pie por el régimen de Pétain llegaron así a través de los compradores alemanes -las fuerzas armadas, las SS y otras organizaciones del Partido Nazi, comerciantes de vino, etc.- a las carteras de los ricos productores y distribuidores de vinos y perfumes. Esta triste saga ha sido relatada en detalle en el reciente libro (2019) de Christophe Lucand, Hitler's Vineyards: How the French Winemakers Collaborate With the Nazis. El mito de que los esfuerzos de los nazis por saquear los vinos franceses fueron frustrados en su mayoría por viticultores y comerciantes inteligentes y patrióticos, inventado por estos últimos al final de la guerra, fue promovido en un libro publicado en 2001 por dos periodistas estadounidenses, Don y Petie Kladstrup, Wine and War: The French, the Nazis and the Battle for France's Greatest Treasure (2001).

En cuanto a la Iglesia católica, sus prelados franceses se alegraron de que Pétain enterrara a la república anticlerical y resucitara la íntima relación del país con el catolicismo, personificado por Juana de Arco, que había sido víctima de la Revolución de 1789. No es sorprendente que el Papa bendijera a Pétain con el mismo entusiasmo con el que había bendecido a Mussolini, Franco e incluso Hitler.


El jefe de Estado francés, Philippe Pétain, le da la mano al canciller alemán Adolf Hitler en Montoire-sur-le-Loir, el 25 de octubre de 1940.

Por último, pero no menos importante, todos los "pilares" del establishment francés se regocijaron de que la amenaza de la revolución aparentemente se hubiera evaporado para siempre. De hecho, el comunismo, es decir, el socialismo revolucionario, fue castrado internamente cuando el partido comunista fue proscrito. Además, el comunismo también parecía condenado internacionalmente cuando, en junio de 1941, Hitler finalmente lanzó su gran cruzada contra su Meca, la Unión Soviética, una cruzada que había sido esperada con impaciencia y que iba a ser apoyada activamente por la élite francesa.


El régimen de Vichy

El régimen de Vichy benefició a la clase alta, pero fue catastrófico para la clase obrera y para la gente común en general, que tuvo que soportar una caída precipitada del 50% en los salarios entre 1940 y 1945, jornadas laborales más largas, alimentos más pobres, más accidentes industriales y enfermedades como la tuberculosis, y precios más altos. Incluso el vin ordinaire se volvió extremadamente caro, ya que los nazis también hicieron compras masivas de plonk (NdelE. vino barato de calidad inferior) y los proveedores aprovecharon la oportunidad para aumentar los precios.


No es sorprendente que la elección entre la colaboración y la resistencia —o, para el caso, sentarse en la valla, lo que se conoce como "attentisme"— no fuera una cuestión de elección individual, de psicología, sino de clase, de sociología.


No es de extrañar que la clase obrera francesa proporcionara el grueso de la resistencia, porque tenían todas las razones para odiar el sistema de Vichy y sus patrocinadores nazis; los colaboracionistas, por otro lado, eran predominantemente de clase alta, estaban encantados con un sistema que de hecho habían importado al país a través de la "extraña derrota".

Mientras los obreros se unían a la Resistencia, que resultó ser no exclusivamente sino "mayoritariamente obrera y comunista", como subraya Lacroix-Riz, los hombres de negocios y banqueros, los generales del ejército, los altos funcionarios de la policía y de la burocracia estatal, los jueces, los profesores universitarios, los prelados de la Iglesia Católica, etc., demostraron ser leales al mariscal Pétain, benévolos con los alemanes y hostiles con los enemigos de la Alemania nazi. Estos enemigos incluían a los británicos, los soviéticos y todos los matices de la Resistencia, en primer lugar los comunistas, pero también los resistentes no comunistas, conservadores pero patrióticos, como el general De Gaulle, líder de las fuerzas de la "Francia Libre" con base en Gran Bretaña. 

Bajo los auspicios de Vichy, la clase alta francesa, cuyos miembros, tanto hombres como mujeres, a menudo se codeaban con oficiales de las SS en Maxim's y otros puntos calientes parisinos, ayudó con entusiasmo a los alemanes a cazar, encarcelar, torturar y ejecutar a los resistentes; también ayudaron a enviar trabajadores franceses a Alemania para que sirvieran como trabajadores esclavos y a deportar a judíos, refugiados españoles antifranquistas y otros "indeseables" a campos de concentración. La Resistencia respondió con sabotajes y asesinatos de sus principales colaboradores y militares alemanes, por lo que los alemanes y/o las autoridades de Vichy a menudo se vengaron terriblemente, por ejemplo, tomando y ejecutando rehenes.




Desde el punto de vista de la clase alta francesa, la humillante derrota de 1940 trajo consigo la subordinación de su país a una potencia extranjera, a un "enemigo externo". Esto puede haber sido desagradable para muchos aristócratas y burgueses miembros de la clase alta, pero fue una molestia menor en comparación con el hecho de que esta derrota significó un triunfo de su clase contra su "enemigo interior", la clase obrera. Gracias a los nazis, la clase alta pudo deshacerse del sistema democrático de la Tercera República y de la amenaza revolucionaria encarnada por los comunistas. El hecho de que la Alemania nazi tuviera ahora el control de toda o la mayor parte de Europa occidental y central no constituía un problema para ellos; Al contrario, fue una bendición. A partir de entonces, la Alemania nazi fue percibida como el ángel guardián de la clase alta en Francia y en toda Europa. Y cuando la poderosa y supuestamente invencible Wehrmacht atacó a la Unión Soviética en junio de 1941, se esperaba confiadamente que su inevitable victoria garantizaría que Alemania gobernaría toda Europa durante un período de tiempo indefinido; bajo los auspicios nazis, la clase alta en Francia y en toda Europa podría así gobernar para siempre sobre una clase baja escarmentada, disciplinada y dócil.

Pero un forro oscuro comenzó a manchar esta nube plateada ya en julio de 1941. Los generales franceses, reunidos en Vichy ese mes, discutieron los informes confidenciales recibidos de sus colegas alemanes sobre la situación en el frente oriental, donde el avance alemán iba bien, pero no tan bien como se esperaba; llegaron a la conclusión de que era poco probable que Alemania derrotara al Ejército Rojo y que, con toda probabilidad, terminaría perdiendo la guerra. El gran revés sufrido por la Wehrmacht a principios de diciembre de 1941 frente a Moscú por un poderoso contraataque del Ejército Rojo, junto con la entrada en la guerra de los Estados Unidos, hizo que aún más conocedores en Francia (y en otros lugares) dudaran de que Alemania aún pudiera ganar la guerra. Después de los desembarcos británico-estadounidenses en el norte de África francesa en noviembre de 1942 y, en particular, después de la aplastante derrota alemana en Stalingrado en el invierno de 1942-1943, casi todos los franceses sabían que la Alemania nazi estaba condenada. Eso también significaba que la Unión Soviética estaba a punto de emerger de la guerra como la gran vencedora, probablemente ejerciendo un prestigio e influencia sin precedentes en toda Europa y, según los horribile dictu, en las colonias, donde su logro electrizó los movimientos independentistas. En lo que respecta a Francia, significaba que la clase alta del país quedaría huérfana de su tutor alemán; que el conflicto de clases reflejado por la dicotomía colaboración-resistencia terminaría con un triunfo de los resistentes; que los vencedores cobrarían una terrible venganza por los crímenes de los colaboracionistas; y que el gobierno de la clase alta se derrumbaría en un resplandor de socializaciones y otros cambios revolucionarios.

A excepción de un núcleo duro de fascistas franceses fanáticos que iban a permanecer leales a Pétain y Hitler hasta el final, y subordinados que seguían sin saber que "los tiempos estaban cambiando", la clase alta francesa se puso discretamente a trabajar para evitar este escenario aterrador. Banqueros, industriales, generales, policías de alto rango y burócratas como prefectos y gobernadores coloniales, jueces, profesores universitarios y otros patricios de los sectores público y privado que habían estado directa o indirectamente involucrados en la traición de 1940 y en las políticas asesinas del régimen de Vichy y los nazis, y que se habían beneficiado de la colaboración, comenzaron discretamente a distanciarse de sus amos nazis. Se prepararon para lo que se perfilaba cada vez más como la única alternativa a un futuro soviético para Francia, a saber, la subordinación de la nación a los Estados Unidos. Esperaban que la ocupación alemana de Francia fuera seguida por una ocupación por parte de los estadounidenses, de quienes podían esperar la salvación; y esta expectativa no era infundada (Lacroix-Riz).




La élite política, económica y militar de Estados Unidos no tenía nada en contra del fascismo, ni siquiera en contra de su variante alemana, el nazismo. Después de todo, el antisemitismo hitleriano y el racismo en general no se percibían como particularmente objetables en un país donde la "supremacía blanca" estaba viva y coleando. Además, el nazismo y todos los demás matices del fascismo eran enemigos mortales del enemigo número uno de la élite estadounidense, a saber, el comunismo.

Washington, que había preparado planes para la guerra contra Japón, pero no contra Alemania, se había "metido" involuntariamente en la guerra contra Alemania. Lo había hecho después del ataque japonés a Pearl Harbor, al que siguió una declaración de guerra totalmente inesperada a Estados Unidos por parte de Hitler. Unos días antes de Pearl Harbor, el día en que los soviéticos lanzaron una contraofensiva frente a Moscú, Hitler había sido informado por sus propios generales de que ya no podía esperar ganar la guerra. Al declarar gratuitamente la guerra a los Estados Unidos, esperaba, en vano como resultó, atraer a los japoneses para que declararan la guerra a la Unión Soviética, lo que podría haber revivido la perspectiva de una victoria alemana en la "Guerra del Este". Tokio no mordió el anzuelo, pero el resultado fue que, sin duda para sorpresa e incluso conmoción de sus líderes políticos y militares, Estados Unidos era ahora formalmente un enemigo de Alemania y un aliado de la Unión Soviética.

La alianza con los soviéticos se basaba únicamente en enfrentarse a un enemigo común y, por lo tanto, era poco probable que sobreviviera a la derrota de ese enemigo, después de lo cual era probable que Washington reanudara su postura hostil frente a los soviéticos. Incluso mientras luchaban contra los nazis y otros regímenes fascistas, como la Italia de Mussolini, los líderes estadounidenses buscaron formas de limitar cualquier ventaja que la Unión Soviética pudiera obtener al ser el principal contribuyente al triunfo común. Esta estrategia implicaba dejar que el Ejército Rojo hiciera la mayor parte de la lucha y sufriera la mayor parte de los sacrificios necesarios para derrotar al poderoso gigante nazi. Se esperaba que, al final de la guerra, la Unión Soviética resultara demasiado débil para impedir que Estados Unidos estableciera su hegemonía en los países liberados de Europa y en la Alemania derrotada. Y bajo los auspicios de Estados Unidos estaría estrictamente prohibido que la población produjera cambios radicales, y ciertamente revolucionarios, incluso cuando tales cambios fueran deseados por movimientos de resistencia que gozaban de un amplio apoyo popular, como en el caso de Francia.


Una 'manifestación pro-Estados Unidos' en New York de nazis estadounidenses en 1939 a la que asistieron más de 20.000 personas. (Dominio público). Ciertamente los movimientos fascistas y nazis durante la década de 1930 tenían muchos adeptos en EEUU que apreciaban la figura de un dictador fuerte para sacarlos de la crisis. 


El papel de los bancos y corporaciones estadounidenses

Washington estaba decidido a salvar un sistema capitalista que, en Europa, había sido completamente desacreditado por la Gran Depresión de la década de 1930 y por su íntima asociación con la Alemania nazi y regímenes colaboradores como Vichy.

Salvar el orden capitalista establecido en general, y salvar a los grandes bancos y corporaciones que resultaron ser las estrellas del universo capitalista, era aún más importante en las mentes de los líderes estadounidenses, ya que los propios bancos y corporaciones de Estados Unidos tenían muchas sucursales y otras inversiones, así como asociaciones lucrativas en la Alemania nazi y los países ocupados.

Entre estos últimos se encontraba Francia, donde las filiales de bancos y corporaciones estadounidenses, como la sucursal de Ford, florecieron gracias a la colaboración con los nazis. Estas empresas, que se habían involucrado con entusiasmo en una colaboración rentable y a veces criminal, eran extremadamente propensas a ser víctimas de socializaciones en caso de que la liberación del dominio nazi y de Vichy pudiera desencadenar cambios revolucionarios. Esto habría sido una catástrofe para los propietarios, gerentes y accionistas de Estados Unidos, que resultaron ser extremadamente influyentes en Washington.


Después de Pearl Harbor, los líderes estadounidenses se opusieron oficialmente al fascismo alemán y a todas las demás formas de fascismo, y se aliaron con el comunismo soviético. Pero detrás de esta fachada antifascista seguían siendo hostiles a los soviéticos y a los comunistas en general, incluidos los innumerables comunistas activos en los movimientos de la Resistencia, y extremadamente indulgentes con los fascistas, anticomunistas como ellos. 


Los estadounidenses también trabajaron duro, discreta o abiertamente, para salvar el pellejo de las élites europeas que habían apoyado a los movimientos fascistas, llevado a los fascistas al poder en Alemania y en otros lugares, se habían beneficiado de sus políticas socialmente regresivas y guerras de conquista y, con demasiada frecuencia, los habían ayudado a cometer crímenes terribles, o habían mirado hacia otro lado cuando se cometían estos crímenes.

En este contexto podemos entender por qué Washington consideraba legítimo al gobierno colaboracionista de Vichy y mantenía relaciones diplomáticas con él; sólo fueron terminados (por Vichy) en enero de 1943, después de los desembarcos aliados en el norte de África de noviembre del año anterior. Las autoridades estadounidenses, incluido el presidente Roosevelt, esperaban que el propio Pétain o alguna otra personalidad de Vichy no excesivamente desacreditada por la colaboración -como Weygand o Darlan- permaneciera en el poder después de la liberación, posiblemente después de una purga de sus elementos proalemanes más rabiosos y la aplicación de un barniz democrático a un sistema de Vichy que funcionaba esencialmente como la superestructura política del sistema socioeconómico capitalista de Francia.

También podemos entender cómo, a la inversa, un número cada vez mayor de colaboradores de Vichy se mostraron ansiosos por cambiar el carro alemán por el estadounidense. Una ocupación estadounidense de Francia evitaría los "desórdenes", es decir, el tipo de cambios revolucionarios planeados por la Resistencia, haría posible que sus pecados pronazis fueran perdonados y olvidados, y les permitiría seguir disfrutando de su poder y privilegios, no sólo de los que habían disfrutado tradicionalmente, sino también de muchos, si no la mayoría, de los que les había otorgado Vichy.




Bajo los auspicios de los nuevos amos americanos, Francia sería un "Vichy sin Vichy". Los contactos entre las dos partes interesadas en un "futuro americano" para Francia se establecieron discretamente a través del Vaticano, así como de los consulados estadounidenses en Argelia y otras colonias francesas en África, en la España de Franco y en Suiza. La capital suiza, Berna, sirvió como nido de cuervos desde donde Allen Dulles, agente del servicio secreto estadounidense OSS, precursor de la CIA, observó los acontecimientos en países ocupados como Francia y Alemania. Dulles, un antiguo abogado neoyorquino con muchos clientes y otras conexiones en la Alemania nazi, estaba en contacto con miembros civiles y militares conservadores de la clase alta filofascista del Reich, es decir, los banqueros, los grandes empresarios, los generales, etc., que habían llevado a Hitler al poder en 1933. Lo habían hecho, en un contexto de crisis económica y de lo que parecía ser una amenaza revolucionaria, para salvar el orden socioeconómico establecido en el Reich, que era -y seguiría siendo- un orden capitalista, y se habían beneficiado generosamente de la eliminación de los partidos y sindicatos de la clase obrera por parte de Hitler. políticas sociales regresivas, programas de armamento, guerras de agresión y crímenes variados, incluyendo el expolio de los judíos de Alemania. Al igual que sus homólogos en Francia, estas personas también esperaban que el Tío Sam interviniera para salvarlos a ellos y al sistema capitalista de perecer después de una ineluctable victoria soviética. (NdelE. VER el artículo: John McCoy el libertador de los asesinos de despacho nazis)


La Alemania nazi era una Alemania capitalista, la Francia de Vichy era una Francia capitalista.


Estados Unidos, el más capitalista de todos los países capitalistas, estaba decidido a salvar al capitalismo en ambos países. Vichy también representaba la colaboración, que era despreciada por la mayoría de los franceses, pero los estadounidenses estaban dispuestos a perdonar los pecados de todos, excepto de los colaboradores más desacreditados. La Resistencia era una olla de pescado diferente. Debido a su carácter mayoritariamente obrero y al ascenso comunista dentro del movimiento, la Resistencia se asoció con cambios radicales e incluso revolucionarios, como las socializaciones, y por lo tanto con el anticapitalismo. (Las reformas planeadas por la Resistencia fueron codificadas en la "Carta de la Resistencia" de marzo de 1944; pedía "la introducción de una verdadera democracia económica y social, que implique la expropiación de las grandes organizaciones económicas y financieras" y "la socialización (le retour à la Nation) de los medios de producción (más importantes), como las fuentes de energía y la riqueza mineral, y de las compañías de seguros y los grandes bancos"). ("1944: Charte du Conseil National de la Résistance") Por esta razón, las autoridades estadounidenses odiaban a la Resistencia casi tanto como a Vichy.


Charles de Gaulle

Por supuesto, también existía una Resistencia no radical. Fue personificado por un general conservador, Charles de Gaulle, jefe de la "Francia Libre" y con sede en Inglaterra, pero debido a su patriotismo también disfrutó de considerable prestigio e influencia en los círculos de la Resistencia dentro de Francia. Pero los estadounidenses detestaban a De Gaulle. Compartían la opinión de Vichy de que el general era una fachada para los comunistas, una especie de Kerensky que, si alguna vez llegaba al poder, simplemente allanaría el camino para una toma del poder "bolchevique".




En Francia, las autoridades de ocupación alemanas eran muy conscientes de que las ratas estaban abandonando el barco de Vichy. Con la excepción de los más fanáticos entre ellos, demostraron ser indulgentes porque sabían que en el propio Reich se estaban haciendo preparativos para un "futuro americano" y que no sólo los principales banqueros, industriales, burócratas y generales, sino incluso los peces gordos del Partido Nazi, incluidas las SS y la Gestapo, estaban en contacto con estadounidenses simpatizantes como Dulles. En la propia Alemania, a los miembros destacados de la clase alta que habían estado íntimamente involucrados con el partido nazi, como el banquero Hjalmar Schacht, incluso se les permitía transformarse en "resistentes" al ser encerrados en campos de concentración como Dachau, donde eran alojados en habitaciones separadas y cómodas y bien tratados. De manera similar, las autoridades alemanas en Francia tuvieron la amabilidad de arrestar a numerosos colaboradores de alto perfil y deportarlos al Reich. Allí esperaron el final de la guerra, instalados en la comodidad de un "centro de detención" VIP, por ejemplo, un hotel a orillas del Rin o en los Alpes bávaros. Agitando tal "certificado de Resistencia", podrían disfrazarse de héroes patrióticos a su regreso a Francia en 1945.

Cuando la clase alta francesa traicionó a la nación en 1940 para instalar un régimen fascista bajo los auspicios nazi-alemanes, "un líder francés aceptable para el señor alemán" ya estaba esperando entre bastidores, a saber, Pétain. Seleccionar un líder para la Francia que pronto sería liberada, aceptable para el nuevo amo estadounidense de la nación, resultó ser menos fácil. Como ya se ha mencionado, Charles de Gaulle, en retrospectiva el candidato más obvio para el puesto, no cumplía con los criterios porque se sospechaba que era una fachada de los comunistas. No fue hasta el 23 de octubre de 1944, es decir, varios meses después del desembarco en Normandía y del comienzo de la liberación del país, que De Gaulle fue reconocido oficialmente por Washington como jefe del gobierno provisional de la República Francesa.

Esto había sido posible gracias a tres factores. En primer lugar, los estadounidenses finalmente se dieron cuenta de que el pueblo francés no toleraría que, después de la partida de los alemanes, el sistema de Vichy se mantuviera de ninguna manera. Por el contrario, habían llegado a comprender que De Gaulle era popular y gozaba del apoyo de un segmento considerable de la Resistencia. Por lo tanto, lo necesitaban para "neutralizar a los comunistas al final de las hostilidades". En segundo lugar, De Gaulle apaciguó a Roosevelt comprometiéndose a seguir un curso político "normal" que de ninguna manera amenazaría el "statu quo económico". Para subrayar e incluso garantizar su compromiso, innumerables colaboradores "reciclados" de Vichy que gozaban de los favores de los estadounidenses se integraron en su movimiento de la Francia Libre e incluso se les dieron puestos de liderazgo. (Esto no pasó desapercibido para los soviéticos, y Stalin expresó su preocupación de que De Gaulle estuviera siendo "rodeado de desertores de Vichy"). En tercer lugar, el jefe de la Francia Libre, que antes había coqueteado con Moscú, se distanció de la Unión Soviética, aunque nunca lo suficiente como para satisfacer a Washington. Este movimiento también constituyó una respuesta a la sombría visión de los soviéticos sobre la contribución militar de la Francia Libre a la lucha común contra Hitler, su falta de voluntad para admitir a Francia en el círculo de los vencedores, los "Tres Grandes", y su falta de apoyo a la restauración planificada por De Gaulle del imperio colonial francés, especialmente Indochina (Magadeev).


El gaullismo se hizo así respetable y el propio De Gaulle se transformó en "un líder de derechas", aceptable tanto para la clase alta francesa como para los estadounidenses, sucesores de los alemanes como "protectores" de los intereses de esa élite.


Estas empresas hicieron posible que el general fuera ungido por los americanos, aunque muy tardíamente y sin ningún entusiasmo. En el momento del desembarco en Normandía, aún no estaban preparados para hacerlo y estaban preparados para administrar ellos mismos la Francia liberada. Pero las cosas cambiaron cuando, a finales de agosto de 1944, París estaba a punto de ser liberada y surgió la posibilidad de que en la capital francesa la Resistencia, dominada por los comunistas, formara gobierno. De repente, los estadounidenses consideraron necesario apresurar a De Gaulle a la escena para presentarlo como el salvador que la Francia patriótica había estado esperando durante cuatro largos años. Hicieron posible que se pavoneara triunfalmente por los Campos Elíseos, mientras obligaban a los líderes locales de la Resistencia a seguirlo a una distancia respetuosa, pareciendo extras sin importancia.




Probablemente fue en ese momento cuando Washington se dio cuenta de que un gobierno liderado por De Gaulle era la única alternativa a un gobierno controlado por la Resistencia no gaullista, dominada por los comunistas y de izquierda, un gobierno que probablemente introduciría el tipo de reformas radicales que los líderes estadounidenses, incluido el presidente Roosevelt, equipararon con una "revolución roja". El 23 de octubre de 1944, Washington finalmente reconoció oficialmente a De Gaulle como líder del gobierno provisional de la Francia liberada.

Bajo los auspicios de De Gaulle, Francia reemplazó el sistema de Vichy con una nueva superestructura política democrática, la "Cuarta República". (Ese sistema iba a dar paso a un sistema presidencial más autoritario, al estilo estadounidense, la "Quinta República", en 1958). La clase obrera, que tanto había sufrido bajo el régimen de Vichy, recibió un paquete de beneficios que incluía salarios más altos, vacaciones pagadas, seguro de salud y desempleo, generosos planes de pensiones y otros servicios sociales; en resumen, una especie de "estado de bienestar", modesto en muchos sentidos, pero un verdadero "paraíso de los trabajadores" en comparación con el sistema capitalista desenfrenado de los Estados Unidos, desprovisto incluso de los servicios sociales más elementales. La introducción de estos beneficios también pretendía retener la lealtad de los franceses comunes frente a la competencia de posguerra con la Unión Soviética, el país al que la mayoría de los franceses atribuyeron haber derrotado a la Alemania nazi y que muchos admiraban por sus logros en nombre de la clase trabajadora.

Todas estas medidas se beneficiaron del apoyo generalizado de los plebeyos asalariados, pero, debido a que apenas favorecían la acumulación de capital, fueron resentidas por la clase alta, y especialmente por el patronato, los empleadores, que tuvieron que ayudar a subsidiar este "asistencialismo". Por otro lado, la élite gobernante apreció que estas reformas apaciguaran a la clase obrera, quitando así el viento de las velas revolucionarias a los comunistas, a pesar de que estos últimos se encontraban en la cima de su prestigio debido a su papel dirigente dentro de la Resistencia y su asociación con la Unión Soviética, entonces todavía ampliamente acreditada en Francia como la vencedora de la Alemania nazi. Por otra parte, para evitar conflictos con sus aliados estadounidenses y británicos, Moscú había dado instrucciones al Partido Comunista Francés ya en marzo de 1944 para que no se preparara para la acción revolucionaria.

Las mujeres y los hombres de la Resistencia fueron oficialmente elevados a la categoría de héroes, ya que se erigieron monumentos y se nombraron calles en su honor. Por el contrario, los colaboradores fueron oficialmente "purgados" y sus representantes más infames fueron castigados; algunos de ellos, por ejemplo el siniestro Pierre Laval, incluso recibieron la pena de muerte, y los principales colaboradores económicos, como el fabricante de automóviles Renault, fueron nacionalizados. Pero con su gobierno provisional lleno de vichyitas reciclados y el Tío Sam mirando por encima del hombro, De Gaulle se aseguró de que solo se purgara a los peces gordos más destacados del régimen de Vichy, como demuestra Annie Lacroix-Riz en su libro.

Muchos, si no la mayoría, de los bancos y corporaciones colaboracionistas debieron su salvación a una conexión estadounidense, por ejemplo, la subsidiaria francesa de Ford. Las sentencias de muerte fueron conmutadas con frecuencia, y los funcionarios de ocupación nazis (como Klaus Barbie) y los colaboradores que habían cometido crímenes graves fueron sacados del país a una nueva vida en América del Sur o incluso del Norte por los nuevos señores estadounidenses de Francia, que apreciaban el celo anticomunista de estos hombres. Innumerables colaboradores se libraron porque lograron producir "certificados de resistencia" falsos o desarrollaron repentinamente enfermedades que hicieron que sus procesos se pospusieran y finalmente se abandonaran. Los funcionarios locales culpables de trabajar con y para los alemanes escaparon a las represalias al ser trasladados a una ciudad donde se desconocía su pasado colaboracionista, por ejemplo, de Burdeos a Dijon. Y la mayoría de los que fueron declarados culpables recibieron sólo un castigo muy leve, un simple tirón de orejas. Todo esto fue posible porque el gobierno de De Gaulle, y su Ministerio de Justicia en particular, estaban repletos de antiguos vichyitas impenitentes; como era de esperar, eran lo que Lacroix-Riz llama "un club de apasionados opositores a una purga" (un club d'anti-épurateurs passionnés).

Mientras que la clase alta francesa tuvo que soportar de nuevo, como antes de 1940, los inconvenientes de un sistema parlamentario democrático en el que se permitía a los plebeyos hacer alguna aportación, se las arregló para mantener firmemente el control de los centros de poder no electos del Estado francés de la posguerra, como el ejército, el poder judicial y los altos rangos de la burocracia y la policía, centros que siempre había monopolizado. Los generales de Vichy, por ejemplo, en su mayoría conocidos por haber sido enemigos de la Resistencia que se habían convertido convenientemente al gaullismo, habían conservado el control sobre las fuerzas armadas, y un sinnúmero de funcionarios que habían sido diligentes servidores de Pétain o de las autoridades de ocupación alemanas permanecieron en el cargo y pudieron seguir carreras prestigiosas y beneficiarse de ascensos y honores. Annie Lacroix-Riz concluye que el supuesto "Estado respetuoso de la ley" (État de droit) de De Gaulle "saboteó la purga de los funcionarios (colaboracionistas) de alto rango, por lo tanto... permitiendo la supervivencia de una hegemonía de Vichy sobre el sistema judicial francés" y, se podría añadir, la supervivencia de un sistema al estilo de Vichy en general.

En 1944-1945, la clase alta francesa no expió sus pecados colaboracionistas, y tuvo suerte de que la amenaza revolucionaria a su orden socioeconómico capitalista, encarnada por la Resistencia, pudiera ser exorcizada mediante la introducción de un sistema de seguridad social. El amargo conflicto de clases entre patricios y plebeyos de Francia durante la guerra, reflejado en la dicotomía colaboración-resistencia, no terminó realmente, sino que simplemente produjo una tregua. Y esa tregua fue esencialmente "gaullista", ya que se concluyó bajo los auspicios de una personalidad que era lo suficientemente conservadora para el gusto de la clase alta francesa y sus nuevos "tutores" estadounidenses, pero cuyo patriotismo intachable le granjeó el cariño de la Resistencia y su electorado.


De Gaulle colaboró con Washington para impedir las reformas radicales que la Resistencia había planeado y que muchos, si no la mayoría de los franceses, esperaban y habrían acogido con beneplácito.


Propaganda estadounidense para la Liberación 

Después de la guerra, sin embargo, demostró no ser un vasallo tan dócil en el contexto de la Pax Americana que Estados Unidos impuso a la Europa Occidental "liberada" como, por ejemplo, Konrad Adenauer en Alemania y los líderes de posguerra de Italia, Bélgica, etc. Se negó, por ejemplo, a permitir que las fuerzas armadas estadounidenses se instalaran indefinidamente en suelo francés, como lo hicieron en Alemania, Italia y los Países Bajos. Es por esa razón que es muy probable que la CIA haya orquestado algunos de los golpes de Estado e intentos de asesinato dirigidos contra el régimen y/o la persona del recalcitrante presidente francés (Blum).

Después de la muerte de De Gaulle y, lo que es más importante, del colapso de la Unión Soviética, la clase alta francesa dejó de ver la necesidad de mantener el sistema de servicios sociales que sólo había adoptado a regañadientes, y que funcionaba como un molesto impedimento para la acumulación de capital.

La tarea de desmantelar el "Estado de bienestar" francés, emprendida bajo los auspicios de presidentes pro-estadounidenses como Sarkozy y ahora Macron, se vio facilitada por la adopción de facto por parte de la Unión Europea del neoliberalismo, una ideología que abogaba por un retorno al capitalismo de laissez-faire a la à l’américaine sin trabas.

La lucha de clases que había enfrentado a la colaboración con la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial se reinició así, como se refleja en las manifestaciones semanales de los "chalecos amarillos".

Jacques R. Pauwels

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