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02 septiembre 2019

Sudáfrica: Lágrimas de los dioses, o diamantes malditos (1)






Nota aclaratoria por el redactor del blog.

"Europa Soberana" es un interesante blog, pese a no compartir su ideología y concepción del mundo, no deja de sorprender con unas buenas reseñas históricas profusamente ilustradas y documentadas. Debiendo aclarar que su mayor interés radica exclusivamente desde el punto de vista geopolítico ya que -en ocasiones- sus reflexiones históricas suelen ir acompañadas de tesis raciales, discriminación y rechazo a la migración, así como el recurrente uso de doctrinas que enaltecen un supuesto supremacismo blanco europeo y una desmedida defensa del colonialismo en contra de los derechos de los pueblos autóctonos. Por esas obvias razones, el redactor de aquel blog mantiene el anonimato.

Un lector culto debe decantarse siempre por el contenido histórico (y no los otros puntos señalados). Hace un tiempo buscaba información para continuar el análisis sobre los "diamantes de sangre" presentado en dos artículos anteriores en este blog, encontrándome con un detallado trabajo de "Europa Soberana": "Lágrimas de los dioses, o diamantes malditos -la tragedia de Sudáfrica-". La temática general del artículo no va sobre los diamantes, pero tiene un enorme interés histórico - cultural sobre la era de la colonización, los bóers y los conflictos armados en el sur del África.

Esa investigación viene a continuación. Al tratarse de un tema amplio (hemos suprimido algunos párrafos que más interesa a la antropología o de dudoso contenido "racial") lo dividimos en tres entregas (la original consta de dos partes y una tercera está pendiente desde 2014).


*****

Primera Parte


INTRODUCCIÓN - LOS CIMIENTOS DE SUDÁFRICA -  EL PODER MARÍTIMO DE PORTUGAL Y HOLANDA   

El oro es tan pesado que reposa sobre las almas más bajas.
 (Austin O’Malley, físico y escritor estadounidense, 1858-1932).


Introducción

En la popular novela victoriana "Las minas del rey Salomón" (Sir Henry Rider Haggard, 1885), un grupo de cazadores y aventureros ingleses, acompañados de un aborigen, emprenden una peligrosa expedición hacia el corazón de África. Partiendo de Sudáfrica, se internan en tierras vírgenes con el objetivo de encontrar las legendarias minas del antiguo rey israelí Salomón, de reputada riqueza. El autor de la novela conocía África bien: desde los 19 años, Haggard había pasado doce años en el continente negro, viajando a lo más profundo de sus tierras y familiarizándose tanto con sus pueblos nativos como con sus vastas riquezas minerales, así como con excavaciones arqueológicas de civilizaciones antiguas (como Gran Zimbabwe). También fue testigo de numerosos conflictos tribales y de dos grandes guerras: la Guerra Anglo-Zulú y la Primera Guerra Bóer, estando presente también en la anexión de la República del Transvaal por parte del Imperio Británico.

En un episodio de la novela, los protagonistas encuentran un tesoro de diamantes, oro y marfil por valor de millones de libras esterlinas de la época. Gagool, siniestra y anciana hechicera de una tribu local, ríe de forma inquietante: 


"Aquí están las piedras brillantes que os encantan, hombres blancos, todas las que queráis", les dice. "Cogedlas, hacedlas correr entre vuestros dedos, comed de ellas, bebed de ellas". 

Sus enigmáticas últimas palabras sólo cobran sentido cuando la vieja se escapa por un pasadizo oculto, dejando a los protagonistas atrapados. Estos comprenden al instante que las fabulosas riquezas materiales que acaban de encontrar de poco les servirán, ya que no se pueden ni comer ni beber.

Efectivamente, ni el oro ni los diamantes son riqueza verdadera y auténtica en todo el sentido de la palabra. Las antiguas tribus de la humanidad no sobrevivieron y evolucionaron a base de oro, diamantes u otros bienes materiales de valor especulativo, sino a base de altruismo, esfuerzo, obediencia, creatividad, fidelidad, coraje, ingenio, amor y trabajo en equipo

Sin embargo, en la época de la novela, la maldición de los diamantes y del oro se había cernido ya sobre África y estos "bienes" eran considerados desde hacía mucho como riquezas por parte del mundo civilizado. 

Los diamantes son un tesoro natural de la Tierra, formados a partir de vulgar carbono (como el carbón o el grafito) transformado a lo largo de miles de millones de años por las presiones y temperaturas extremas de las fuerzas geológicas, a 140-190 kilómetros de profundidad, y lanzado a la superficie a través de chimeneas volcánicas. También pueden formarse con la caída de un meteorito, que produce enormes temperaturas y presiones. 

Los diamantes hechizaron civilizaciones enteras. Los primeros en explotar la gema fueron los hindúes, que le daban importancia religiosa y durante milenios la exportarían a otras civilizaciones contemporáneas, especialmente a Europa a través de la Ruta de la Seda, a cambio de oro y plata. Los griegos llamaron a las piedras adámas (inconquistable, inalterable, indestructible, indomable), considerándolas trozos de estrellas caídas sobre la Tierra y pensando que las puntas de las flechas de Cupido, que enamoraban a los amantes, estaban hechas de diamantes. Los romanos los llamaban "lágrimas de los dioses" y se rumoreaba sobre la existencia de un recóndito valle en lo más profundo de Asia Central, alfombrado de diamantes y vigilado por serpientes y aves rapaces. 

El valor comercial de los diamantes estaba fuera de toda duda: la mercancía era muy fácil de transportar y su precio era enorme, por lo que el margen de beneficios era astronómico. Para entonces, toda la veneración que en los tiempos primitivos era dirigida hacia las virtudes solares, cristalinas, duras, olímpicas, nobles, puras y transparentes del hombre y del mundo, se había dirigido hacia materiales inanimados que tenían dicho aspecto pero que distaban mucho de engendrar esas cualidades en el alma humana. Al contrario, desde el principio de la civilización, las piedras preciosas y el oro parecían sacar a la luz, como el famoso anillo tolkeniano, la faceta más perversa del hombre


La historia de Sudáfrica está íntimamente relacionada con la historia del comercio de esta piedra preciosa, tan relacionada a su vez con el amor (flechas de Cupido) y, sin embargo, causante de sufrimiento y dolor.

Aunque los señores del Capital del Siglo XIX ya eran capaces de crear dinero de la nada, necesitaban también riquezas "contantes y sonantes" para entrar en los mercados extranjeros que no aceptaban la moneda global de la época: la Libra Esterlina

Gracias a las fortunas amasadas con los diamantes y el oro de Sudáfrica, las familias Rothschild y Oppenheimer (a través del magnate Cecil Rhodes, su agente y testaferro) tuvieron en sus manos los medios para subvertir el mundo tradicional a través de los grupos de la Mesa Redonda, la Sociedad Fabiana, la Pilgrims Society, el Royal Institute of International Affairs (Chatham House), el Carnegie Endowment for International Peace, la London School of Economics y sus diversos derivados: el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), el Instituto de Relaciones Pacíficas (IPR), el Institute for Advanced Study (IAS), la Comisión Trilateral, el grupo Bilderberg, el Banco de Pagos Internacionales (BIS), el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Inter Alpha Group of Banks y otros. 

Hoy en día, estos centros de poder se hallan muy entretejidos con el lobby petrolero (familia Rockefeller), el lobby del opio (familia Sassoon) y más emporios en manos de las familias Morgan, Warburg, Lazard, Soros, Speyer, Tishman, Seligman, Schiff, Seif, etc., familias que tienden a concentrar poder y a unir fuerzas a base de alianzas matrimoniales. Juntos, estos círculos forman la Internacional del Dinero


Viéndolo desde esta óptica es mucho más fácil comprender la importancia histórica de los diamantes y el oro de Sudáfrica en el desarrollo de la globalización y del moderno capitalismo financiero.


La ciudadela de la Finanza Internacional. Es imposible comprender la historia sudafricana y, de hecho, la historia del mundo entero, sin asomarnos antes a la llamada City de Londres, un céntrico distrito financiero de la capital británica. Del mismo modo que el Imperio Romano ha sobrevivido ―desvirtuado― en el poder de la Iglesia católica, la City es el corazón del actual Imperio Británico en la sombra. Es el centro financiero más importante del mundo, teniendo conexiones privilegiadas con otras capitales del dinero y de la especulación como Hong Kong, Shanghai, Singapur, Nueva York, Tokio o Mumbai. Se trata de una milla cuadrada en el centro de la capital británica, constituyendo una de las más poderosas ciudadelas del planeta junto con el Vaticano, el Kremlin, Manhattan, el Pentágono y el centro de Washington DC. Su estatus administrativo en Londres es de distrito especial, con un alcalde propio (cuyo puesto es mucho más antiguo que el del alcalde de Londres) y sus propias normas jurídicas. Posee su propia fuerza de policía privada de 2.000 miembros (siendo la población nocturna del distrito de sólo 9.000 almas), se encuentra libre de la jurisdicción de la Policía Metropolitana y está intensamente monitorizada por la red de videocámaras más densa del mundo. La City londinense es heredera, a veces directa y a veces indirecta, de antiguas redes económicas como las de fenicios, templarios, la Liga Hanseática, portugueses, holandeses y judíos. Hay un solo individuo que tiene permiso de las autoridades de la City para pasearse de un lado a otro del distrito en su helicóptero privado: Nicky Oppenheimer, dueño del negocio diamantífero en Sudáfrica y otros lugares. Londres posee otro distrito financiero de menor importancia: Canary Wharf.


Otro motivo por el que Sudáfrica nos ayuda tanto a comprender el mundo moderno es porque en ella se dieron, ya hace décadas, fenómenos tan actuales como el dumping laboral a base de sustitución étnica, el apoyo de la "comunidad internacional" a grupos terroristas desestabilizadores (?), el bloqueo petrolero y comercial contra un gobierno insubordinado contra la globalización y el ataque directo contra los europeos étnicos. No hay fenómeno de la globalización, ni presente ni venidero, que no se haya ensayado ya en el laboratorio del microcosmos sudafricano, especialmente en los episodios menos conocidos de la breve pero fascinante historia del país.

Desde su vena poética, Eugene Terre’Blanche, político radical sudafricano asesinado en 2010, describía su país como "una tierra triste con una historia triste". Este artículo no se cortará a la hora de tirar de los hilos, remontándose lejos en el espacio y en el tiempo para encontrar las raíces más profundas del problema sudafricano, llevándonos desde los mercados de diamantes de Amberes y el poder comercial de Portugal y Holanda hasta las masacres étnicas y las luchas tribales de la época colonial, pasando por la constitución de sociedades secretas de etnia afrikáner, el establecimiento de un sistema de castas en pleno Siglo XX y las conspiraciones de magnates capitalistas sin escrúpulo alguno a la hora de imponer su business as usual para satisfacer su sed de oro y de diamantes: su sed de poder.


Los cimientos de Sudáfrica

El devenir histórico querrá que, en Sudáfrica, las razas humanas más antiguas se encuentren con las más modernas, por lo que no está de más ver, aunque sea por encima, cómo era la composición étnica del sur del continente antes de la llegada de los europeos. África puede considerarse como la cuna de los simios, y Sudáfrica en particular es una de las regiones africanas que ha estado poblada por homínidos arcaicos desde el más remoto Paleolítico Inferior. Hace 3 millones de años, el aun primitivo Australopithecus africanus rondaba territorio sudafricano. Hubo una época en la que casi toda África, desde el Cabo de Buena Esperanza hasta el Mediterráneo e incluso hasta Europa, estaba habitada por pueblos de raza khoisánida, la más antigua de las razas humanas modernas. 


El khoisánido es el habitante original de Sudáfrica y de la mayor parte del continente africano. Tiene una frente recta y vertical, labios mucho más finos que el cónguido "negroide", una constitución física extremadamente delgada y ligera, el mentón bien formado, una musculatura seca, pómulos abultados, ojos rasgados y una piel marrón-amarillenta, mucho más clara que la del negro subsahariano promedio.

EL PODER MARÍTIMO DE PORTUGAL Y HOLANDA

En el Siglo XV, Castilla y Portugal dominaban indiscutiblemente el Atlántico. Los portugueses tendían a rodear el continente africano, y en 1488, el navegante Bartolomeu Dias avistó lo que llamó Cabo das Tormentas. Se trataba de "El Cabo" por excelencia, es decir, la punta del enorme continente africano, que separaba Europa de las legendarias riquezas de Oriente. El nombre del cabo parecía capaz de espantar a los navegantes, así que el rey João II lo rebautizó como Cabo da Boa Esperança, ya que era un trampolín hacia las codiciadas Indias.

El geoestratega británico Halford J. Mackinder notaba que, antes del descubrimiento del Cabo de Buena Esperanza, existían a efectos prácticos dos grandes océanos claramente separados: el "occidental" (Atlántico) y el "oriental" (Índico). Para enlazar estos dos espacios marítimos era necesario pasar por Suez o por Pentalasia, que en aquella época estaban bajo el control del hostil Imperio Otomano y no eran viables para el comercio europeo, salvo para los venecianos y los judíos, asociados con los musulmanes. Pero después de que Vasco da Gama consiguiese rodear el Cabo de Buena Esperanza y llegar a India tras décadas de naufragios y miles de marinos muertos en la mar, el océano se convirtió al fin en uno solo. Ahora el poder marítimo podía envolver la "Isla Mundial" (Eurasia y África) y acceder a las lucrativas mercancías de las Indias ―especialmente a los diamantes y a las especias, utilizadas en Europa para conservar carne y elaborar medicinas y pociones mágicas.

A lo largo del Siglo XVI, la bisagra sudafricana fue clave para el Imperio Portugués, que gracias a ella logró llegar hasta India, Ceilán (Sri Lanka), China (donde fundó Macao), Formosa (Taiwán) y Japón (donde fundó Nagasaki), organizando el tráfico de riquezas de estos lugares y conectándolo con Europa y sus nuevas posesiones en América. Sudáfrica quedaría en adelante influida por Portugal, hasta el punto de que 400 años después de descubierto el Cabo, un general de apellido portugués, Ferreira, lucharía en las Guerras Bóer contra el Imperio Británico. En la actualidad, estas viejas relaciones se agrupan en torno al eje IBSA (India-Brasil-Sudáfrica).


El cuadro describe la rivalidad anglo-holandesa en la batalla de Lowestoft en 1665


En cuanto a Holanda, el joven país seguiría una trayectoria trepidante antes de convertirse en la Meca del capitalismo mercantil. Holanda se encuentra en el punto crucial de una franja económica europea que va desde las talasocracias italianas hasta Inglaterra. Literalmente, los puertos holandeses eran la contrapartida nórdica de Venecia y Génova, donde entraban las mercancías orientales. Esta franja vital para Europa ha sido llamada blaue banane o banana azul, coincide grosso modo con el reino alto-medieval de Lotharingia o con el camino español del Siglo XVI y tiene dos puntos débiles. Uno es Suiza como barrera montañosa. El otro se encuentra en las costas de lo que hoy son Holanda, Bélgica y Francia, donde la franja rompe su continentalidad transformándose en impulso marítimo y tendiendo a saltar hacia las costas inglesas y en menor medida hacia el Báltico (ruta hanseática). Resulta curioso que posteriormente, el calvinismo ―la rama más radical de la herejía protestante― arraigase especialmente en estos dos puntos vulnerables (Suiza y Holanda), tendiendo a romper el correcto flujo en el seno de la "banana azul" y desestabilizando Europa cuando más necesitada estaba de orden, es decir, cuando el Imperio Otomano arrollaba un cuarto del continente.

Durante la Baja Edad Media y buena parte del Renacimiento, Venecia había recibido el tráfico de diamantes de India a través de dos rutas. Típicamente, las gemas eran transportadas desde India a Occidente, por mar o por tierra. Por mar, el puerto de entrada era Adén (Yemen), donde la mercancía era comprada por comerciantes judíos que a su vez la vendían, a través del Mar Rojo y Etiopía, a correligionarios suyos en El Cairo, desde donde saltaban a Venecia. Por tierra, las caravanas atravesaban el mundo persa, el mundo árabe, Armenia y acababan en los puertos del Levante o en Constantinopla, desde donde pasaban, de nuevo mediante los contactos internacionales de los mercaderes judíos, a Venecia. Alrededor del Siglo XIV, ya había surgido en Venecia la primera industria cortadora, talladora y pulidora de diamantes, dominada por judíos. Shylock, ficticio "Mercader de Venecia" descrito por Shakespeare, fue un ejemplo del tipo humano incubado en estos centros económicos. Estos mercaderes judíos de Venecia a su vez vendían los diamantes a correligionarios suyos en Frankfurt, Brujas o Lituania. Amberes (Bravante), junto con Brujas (Flandes), había sido el epicentro de distribución comercial de todo el norte de Europa convirtiéndose en la capital internacional del Mercado y del incipiente capitalismo mercantil, hasta el punto de que en 1460 se creó en Amberes la primera bolsa de valores de la historia. El comercio de diamantes experimentó un boom a partir del año 1477, cuando el archiduque Maximiliano de Austria le regaló a María de Borgoña un anillo de diamante con motivo de su boda, iniciando la célebre tradición de los anillos de compromiso con diamante, que llega hasta nuestros días. 

Cuando los portugueses tuvieron éxito llegando a las Indias, los sefarditas de Portugal rápidamente hicieron negocio con los barcos para recoger los diamantes directamente de Goa, y Lisboa se convirtió en el principal punto de entrada de diamantes de Europa, a costa del Imperio Otomano y el resto del mundo islámico. Las conexiones diamanteras con Amberes, sin embargo, continuaron siendo fuertes, ya que la ciudad estaba bien situada para recibir las gemas tanto desde Lisboa como desde Venecia, aunque esta última decayó. Los judíos asquenacitas, por aquel entonces menos prósperos que sus primos sefarditas, eran utilizados como talladores y pulidores de las gemas. El posterior traslado de las casas comerciales extranjeras desde Brujas hasta Amberes, con motivo de la degeneración geológica del puerto de aquella, hizo que la especulación, el comercio, el lujo y las familias financieras prosperaran en la ciudad. Cientos de naves entraban en el puerto de Amberes cada día, cargadas de azúcar de las plantaciones españolas y portuguesas en Ultramar, y los bancos amberinos eran tan prósperos que podían permitirse el lujo de prestar a gobiernos enteros ―entre ellos el inglés. El 40% del comercio mundial pasaba por el puerto de Amberes, del que algunos historiadores han estimado que proporcionaba a España siete veces más ingresos que las Américas. Sólo los impuestos recaudados por la Corona española en Amberes igualaban los ingresos de la mina de plata de Potosí, en el Virreinato de Perú. En aquella época, la ciudad pertenecía al Ducado de Bravante, a su vez parte del Sacro Imperio Romano-Germánico, que se encontraba unido a España bajo la corona de Carlos V, de la casa de Austria.

Dos acontecimientos acabarían transtornando la prosperidad de la situación. El primero fue la expulsión de los judíos de España en 1492 y de Portugal en 1496, que causó una migración de refugiados sefarditas desde la Península Ibérica hacia el Imperio Otomano, los Países Bajos y Suiza. Estas poblaciones arraigaron en el mundo financiero holandés y tendieron a vengarse de España en tiempos posteriores. El segundo acontecimiento fue el comienzo de la Reforma protestante. Estos dos factores fermentaron un nuevo orden regional en el que Holanda se desvincularía de las autoridades continentales (el Sacro Imperio, la Iglesia, el Imperio Español) y se volvería insular, estrechando lazos con Inglaterra, el mar y las nuevas corrientes religiosas, especialmente de signo calvinista. Algo había en el carácter del poder incubado en Holanda, especialmente en su franja más insular y marítima, que no le permitía vincularse a poderes continentales de tipo estatal (Palacio: España y el Sacro Imperio) o religioso (Templo: Roma). Esto culminaría con la rebelión neerlandesa de 1568, en la que los fundamentalistas calvinistas se alzaron contra España y Roma, destruyendo gran cantidad de patrimonio artístico ―los calvinistas eran iconoclastas como los judíos o los musulmanes, es decir, consideraban "idolatría" la representación y adoración de la figura humana. Este proceso se denominó furia iconoclasta o Beeldenstorm: "asalto de imágenes". Es el comienzo de la llamada Guerra de los Ochenta Años y el involucramiento de España en Flandes. En 1576, la rica Amberes es saqueada por los Tercios españoles y en 1579, le tocó a Maastricht, en una serie de pillajes conocidos como Furia Española. Muchos talladores de diamantes se relocalizaron a Ámsterdam, donde las liberales políticas económicas y civiles atrajeron a refugiados judíos que sufrían persecución en España, Portugal, Alemania y Polonia.


Mapa de expediciones comerciales holandesas, elaborado a partir de registros históricos, diarios de a bordo, etc. El mapa sólo tiene en cuenta las expediciones entre 1750 y 1800, pero representa bien la influencia holandesa y el papel de El Cabo como divisoria entre el Atlántico y el Índico. Un mapa del Siglo XVII incluiría importantes rutas hacia Nueva York y mayor densidad de tráfico en el Índico, en una época en la que Holanda mandaba cinco veces más barcos a Asia que los portugueses y dos veces más que los ingleses. Interesante ver cómo, debido al Imperio Español, el Caribe era un espacio cerrado para los holandeses (salvo piratas). Mapa: James Cheshire, Spatial Analysis.

Lugares sometidos a la influencia holandesa. Los holandeses tendían a coincidir con los portugueses en sus rutas y colonizaciones. De todas estas colonias fuertemente marítimas, la única que acabará adquiriendo continentalidad y profundidad territorial será la de Sudáfrica.

En 1581, el noble holandés calvinista Guillermo de Orange, proscrito por el rey español Felipe II, proclamó en los Países Bajos la República de las Siete Provincias Unidas. Diez años después, las actividades financieras de España, Portugal e Italia se trasladan a Hamburgo arruinando al comercio holandés, que en adelante buscará desesperadamente dominar los mares para llegar él mismo a las fuentes de materias primas. La confederación de nobles holandeses rebeldes, llamados Geuzen, se abandera con símbolos de aroma hebreo y lucha contra la influencia española para que no pueda llegar al Mar del Norte ―lo cual habría supuesto que todo el enorme potencial marítimo de España, Portugal y los Países Bajos habría quedado bajo una misma corona. La rama más exitosa de la estrategia rebelde fue precisamente la naval, llamada Watergeuzen, cuyos símbolos tenían un aire más bien turco-otomano y que tendría mucha influencia en la piratería anti-española en el Caribe y hasta en Gibraltar. Es la época del dominio holandés de los mares, de la piratería, el comercio y la leyenda del "Holandés Errante". Se estaba perfilando, pues, un poder marítimo de vocación comercial, que renunciaba totalmente a ejercer influencia en el Mediterráneo (hasta el punto de llegar a acuerdos con el Imperio Otomano, especialmente a través de la comunidad judía) y cuya orientación era ante todo atlantista.

En Holanda había arraigado fuertemente la herejía calvinista, que daba importancia al trabajo y a la iniciativa para alcanzar la meta más importante de esta vida: prosperar. Gracias a eso y a la presencia de una próspera comunidad judeo-sefardita (establecida en Ámsterdam tras ser expulsada por la Inquisición de Amberes, España y Portugal), en 1602, la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, de la que hablaremos enseguida, fundó una nueva bolsa de valores en Ámsterdam, ciudad que se convirtió inmediatamente en el centro diamantero de Europa, reemplazando además a Lisboa como puerto de entrada para la codiciada mercancía. Los fenómenos especulativos, tan típicos del capitalismo liberal, no tardarían en aparecer, siendo el más famoso la absurda burbuja de los tulipanes, en la que por una sola de estas flores se llegó a pagar el precio de una mansión o el salario de un artesano bien pagado durante quince años. Una diminuta élite comercial había importado los tulipanes desde el Imperio Otomano, promocionando la flor para manipular su demanda y acumular dinero. La burbuja de los tulipanes pinchó en 1638 produciendo una gran crisis.


Elías van Cuelen, el arquetipo de mercader holandés del Siglo XVII. Las ideas calvinistas, que triunfaron en la casta comerciante, habían predispuesto positivamente a la burguesía urbana con respecto al judaísmo, a diferencia de lo que pasaba en otros países europeos, especialmente en España y Portugal. En la burguesía urbana neerlandesa ―que constituía un mundo aparte con respecto a la Holanda rural y ancestral― eran populares los nombres hebreos (Abraham, Daniel, Elías, Isaac, Jacob, Samuel, etc.) y la mentalidad altamente pragmática y materialista, en consonancia con las antiguas tradiciones de negocios de los judíos. Incluso era común entre ellos la circuncisión. La rebelión calvinista de las Provincias Unidas en 1568 había sido, ante todo, una rebelión del joven capitalismo, de la casta burguesa mercantil, de las autoridades judías y del mundo financiero y comercial, contra el mundo de la Tradición y del Antiguo Régimen. También fue una rebelión del fundamentalismo religioso contra el arte y el espíritu humanista-antropocéntrico del Renacimiento, del hombre-especialista contra el hombre-total. Aquí nace la mentalidad del "yanqui". (Nota del editor: El punto de vista del autor es plenamente discutible y rebatible desde la perspectiva histórica, su posición se basa exclusivamente en "culpar de todos los males" a los judíos).

Holanda poseía un magnífico manpower (capital humano) y su gran densidad de población exacerbó su tendencia fuertemente marítima, aprisionada al sur por la católica Flandes (controlada por España) y al este por los principados alemanes, de tal modo que la única salida para sus ansias de conquista era el mar. Holanda se había convertido en la tierra prometida de todas las tendencias perseguidas y reprimidas por el Antiguo Régimen (cuáqueros, puritanos, etc.), pero muchas de estas tendencias considerarían incluso a Holanda como demasiado "antigua" y se lanzarían al mar buscando sus propias tierras prometidas en las Américas… o en Sudáfrica. Fueron holandeses de la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales quienes fundaron Nueva Ámsterdam (rebautizada como Nueva York tras la Segunda Guerra Anglo-Holandesa) y quienes colonizaron partes de Sudamérica (incluyendo Nueva Holanda en Brasil). Desde Batavia (Indonesia), otra gran compañía neerlandesa, esta vez la de las Indias Orientales, controlaría el lucrativo comercio de las especias. En esta estrategia a caballo entre el Atlántico ("Indias Occidentales") y el Índico ("Indias Orientales"), Sudáfrica no podía sino volver a manifestarse como bisagra marítima.


Continuaremos....

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30 agosto 2019

El Legado del Apartheid: Armas químicas





Este artículo va previo a la publicación de una serie de ensayos que vendrán sobre la historia de Sudáfrica. 

Una evidencia documental e histórica demuestra que los supremacistas del apartheid también recibieron con agrado a las grandes potencias occidentales para convertir a la nación y a la población negra en "conejillos de indias". 

Un incidente comprobado fue el uso de armas químicas por parte de la hoy inexistente República de Rodhesia (en honor a Cecil Rhodes) encabezada -por supuesto- por supremacistas blancos, generalmente originarios del régimen del apartheid sudafricano, contra tropas de Mozambique el 8 de junio de 1977. También usaron armas biológicadentro de una estrategia que causó un indeterminado número de muertes. En el libro de Glenn Cross "Guerra Sucia: Rhodesia y la guerra química - biológica 1975-1980", argumenta que en su intento de defender al gobierno blanco, los agentes de los colonos (blancos) de Rhodesia mataron de 1 000 a 2 500 personas con armas químicas y biológicas. Se debe incluir cientos o más en Mozambique, más de dos mil, según el libro "The Fallen Heroes of Zimbabwe" (publicado en 1983 por el gobierno de Zimbabwe). Solo recordar que Rhodesia se transformó en Zimbabwe (en el sur) y en la actual Zambia (en el norte).

El caso del doctor Wouter Basson y el programa secreto de investigación biológica y química conocido como Project Coast lo demuestra el siguiente estudio.


Sudáfrica, antiguo laboratorio secreto de terrorismo biológico de algunos países «democráticos»


 

Sudáfrica, era del Apartheid, década de 1980. El Dr. Wouter Basson trabajó en el proyecto secreto de armas biológicas denominado "Proyect Coast". Objetivo: desarrollar agentes químicos y biológicos con la intención de matar o esterilizar a la población negra y eventualmente eliminar a los adversarios políticos. Entre los agentes desarrollados destacan los virus Ébola y Marburg.


por Red Voltaire


EL CASO DR. WOUTER BASSON

En los años 80, el sistema de apartheid estaba amenazado en Sudáfrica. El régimen lanzó un programa secreto de investigación biológica y química llamado Project Coast. Su objetivo era la producción de sustancias mortales, que pudieran ser étnicamente selectivas y destructivas, que permitieran reducir la población negra.


Centro de Salud, África del Sur en la época del apartheid.


Se ignora el número de personas que murieron en esas experiencias: se afirma que varios miles. El director del proyecto, el doctor Wouter Basson, fue liberado el 12 de abril de 2002 tras un extraño proceso.

En la actualidad, el escándalo compromete a Suiza que habría colaborado en las investigaciones del «doctor Muerte». En efecto, parece que para evitar los tratados de no proliferación de armas de destrucción masiva, el régimen del apartheid subcontrató a varias democracias para realizar sus investigaciones.


El Dr. Wouter Basson (primero de la izquierda) en la Corte de Justicia de la ciudad de Pretoria (África del Sur), el 24 de enero 2000, junto a su abogado (centro) y un agente de los servicios secretos sudafricanos. Foto Tristan Mendes France.


Algunos lo llaman «doctor Muerte» y el calificativo no es demasiado fuerte. A los 52 años de edad, ese hijo de cantante, brillante químico y ardiente patriota, trabaja en uno de los proyectos político-militares más temibles que haya conocido la posguerra.

Estamos en 1984 y el gobierno racista del apartheid, en una guerra larvada con sus vecinos y sobre todo con Angola, no logra que su propaganda anticomunista le traiga apoyos internacionales. Con el pretexto de temer a un ataque químico biológico, las autoridades militares establecidas decidieron desarrollar una unidad especial encargada del Chemical and Biological Warfare (CBW). Nombre en código: Project Coast.

El, en ese entonces, presidente del Freedom Front, general Viljoen, parlamentario cercano al político racista francés de extrema derecha Le Pen, a quien impregnó con la llama frondista, todavía se vanagloriaba de haber ratificado políticamente el proyecto cuando dirigía la Defensa sudafricana en los años 80. Este general es quien encargó el proyecto al doctor sudafricano Wouter Basson, quien recibirá el nombre de «doctor Muerte», tras desarrollarlo.


Johannes Chaka, último paciente del Dr Wouter Basson en el hospital público de Pretoria. 27 de enero 2000. Foto TMF.


Los años 80 anunciaban la llegada de Mandela y de su democracia; las autoridades políticas se dan cuenta de lo nada favorable que resulta para ellos la demografía y, que ante la consigna de una voz un voto, la comunidad "Afrikánder" (blancos descendientes de europeos, generalmente ingleses o holandeses) muy pronto no tendrá más peso político.

Esa constatación llevará al doctor Basson a hacer un simple análisis: mientras menos negros haya menos votos negros habrá.

Pero la ecuación cuesta dinero. De esa forma, el gobierno racista que utilizaba la política del apartheid otorgó millones de francos poco antes de los años 90 para crear un laboratorio militar tecnológicamente muy bien equipado en las afueras de Pretoria en Roodeplaat.

A partir de ese momento se llevaron a cabo intensas investigaciones a fin de desarrollar una molécula mortal, sensible a la melanina que pigmenta la piel de los negros. En otras palabras, un arma de exterminio étnicamente selectiva.

Asimismo, el laboratorio militar del doctor Basson estudia, basándose en muestras, la posibilidad de propagar graves epidemias entre las poblaciones africanas. También otra sección del Project Coast se interesa en el método científico más adecuado para esterilizar en masa a las mujeres negras.

Las esferas militares extranjeras especializadas en la guerra químico-biológica van a contribuir de buen grado a ese esfuerzo de investigación: Inglaterra, Estados Unidos, Suiza, Francia, pero también Irak o Libia figuran entre los colaboradores generosos u ocasionales.

Y todo ello pese a la firma de numerosos tratados de no proliferación químico-biológica o a pesar del embargo internacional decretado por las Naciones Unidas al régimen de apartheid...


Cartones conteniendo los informes y documentos de la investigación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación sobre los experimentos biológicos y químicos del "Doctor Muerte". Foto TMF.


El laboratorio llamado Roodeplaat se había convertido en una verdadera farmacia macabra: botulinum, talio, ántrax, sida, cólera, en cantidades alucinantes... Una tecnología mortal bajo la autoridad de un hombre, el doctor Basson, con un único objetivo: la población negra.

Las actividades de ese doctor solo se revelaron en 1998 durante las muy especiales audiencias de la Comisión Verdad y Reconciliación sudafricana (CVR). Pero ya hace muchos años que se considera un hombre libre, tras la fianza simbólica, ante el Alto Tribunal de Justicia de Pretoria. La causa principal de porque se le llevó ante la justicia fue por fraude al fisco y la producción masiva de drogas, y solo fue acusado de forma muy secundaria por los sesenta asesinatos o tentativas de ello, entre los que se encuentran muy altas personalidades como el ex presidente Mandela, el reverendo Franck Chikane (ex asesor del presidente Mbeki).

Dicho esto, las audiciones de la Comisión Verdad y Reconciliación demostraron que era razonable pensar que varios miles de negros habían desaparecido en las experiencias o los asesinatos políticos dirigidos por los laboratorios bajo su mando. El doctor Basson vivía en un barrio señorial de Pretoria. Como cardiólogo, contaba incluso con un cargo en el Hospital Docente de la ciudad, lo que no constituye una seguridad para su clientela, en su mayoría negra.




Eso también significa que sigue siendo empleado por el Estado sudafricano, a lo que se añade el hecho de que Basson también era miembro del ejército sudafricano. Esa situación por lo menos sorprendente fue muy denunciada por magistrados de la Comisión Verdad y Reconciliación quienes demandaron la creación de un tribunal internacional, para que al fin se juzguen los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Basson y los suyos.

El proceso que se entabló contra él a comienzos de 1999 no develó todas sus actividades criminales, más aún cuando el muy conservador y extremadamente controvertido juez Willie Hartzenberg (hermano del presidente del Partido Conservador sudafricano, nombrado durante el apartheid), se mostró muy parcial, reduciendo a polvo las acusaciones en cada audiencia.

Durante el procedimiento de investigación incluso desaparecieron los tres CD del doctor, compilación que se hizo a todo correr antes de su arresto y que reagrupa todos los resultados de los diversos experimentos.

El proceso terminó el 12 de abril de 2002 con la absolución del doctor Basson. En el momento en que se creaba el Tribunal Penal Internacional... Inmediatamente, el fiscal anunció que apelaría y el respetado y reconocido religioso Monseñor Desmond Tute, en un mensaje dirigido a la opinión pública, habló «de un día sombrío para Sudáfrica».

Muchas interrogantes y pocas respuestas, pero algunas certezas: el arsenal químico desarrollado no se perdió para todo el mundo, y su principal instigador era aún un militar dependiente del ministerio de Defensa, pagado por el contribuyente sudafricano.

Otra verdad: los tratados de no proliferación químico-biológicos firmados por los países occidentales no han impedido el comercio de ese siniestro conocimiento y no es inverosímil que sin nuestra colaboración, el «doctor Muerte» nunca hubiera existido.

En el momento del terrorismo químico biológico, urge crear una comisión internacional independiente a fin de identificar a todos los que colaboraron con el programa Coast, y localizar la reserva de armas químico-biológicas.


***

La colaboración suiza en las experiencias del doctor Basson. A inicios de junio de 2002, se crea una delegación parlamentaria suiza (llamada Comisiones de Gestión o Del CdG) a fin de examinar en qué medida Suiza y sus servicios colaboraron con el programa de guerra biológica y química sudafricana, el Project Coast, dirigido por el Doctor Wouter Basson.
Pero el trabajo de la Del CdG, que debía presentar su informe oficialmente en la primavera de 2003, parece haberse interrumpido. Mientras tanto, el DDPS (Departamento Federal de la Defensa) tomó la iniciativa de interrogar a Wouter Basson directamente en Pretoria en forma de cuestionario por escrito en papel con timbre oficial de la administración suiza. La iniciativa del DDPS corresponde a un acto oficial para un ciudadano extranjero residente en el extranjero, lo que prohíbe formalmente la Convención de Ginebra sin el visto bueno expreso del país interesado, en este caso Sudáfrica, que descubrió el caso ante los medios de comunicación.
Esta molesta forma de pasar por encima de lo establecido fue revelada por el periódico suizo WeltWoche de la semana del 20 de octubre de 2002. La Del CdG entonces se dignó a hacer una nota informativa el 24 de octubre de 2002. Hizo recaer su responsabilidad en el DDPS precisando que no se pronunciará sobre sus actividades hasta la presentación de su informe. En cuanto al DDPS, admite haber cometido un «error» en sus transmisiones y declara a su vez que «la Del CdG es responsable de sus actos ante el Parlamento».
Sucede que Suiza se encontraba en una situación delicada respecto de Sudáfrica que puede no seguir colaborando con la investigación. Una forma original de enterrar un tema que molesta.

Libros y documentales

- Dr. la Muerte, Investigación sobre el terrorismo biológico de Estado en Sudáfrica por Tristan Mendès-France

- Passé sous silence - Docteur La Mort Documental escrito por Tristan Mendès-France y realizado por Jean Pierre Prévost. Francia 3, jueves 31 de octubre de 2002, 23:55 (50 min) Informes

- La maîtrise des armements chimiques et biologiques, informe de la Asamblea Parlamentaria de la Unión de Europa Occidental (UEO), 5 de diciembre de 2001. Ver sobre todo la introducción del informe y el capítulo «Les difficultés d’application de la CAB»

- Les rapports entretenus par les services de renseignements suisses avec l’Afrique du Sud, informe de la Delegación de las Comisiones de Gestión de las Cámaras Federales sobre el papel de los servicios de información suizos en el marco de las relaciones entre Suiza y Sudáfrica. Ver sobre todo, en el capítulo 2, la parte «Pretendida participación del Laboratorio AC de Spiez en los proyectos sudafricanos de desarrollo de armas biológicas y químicas».

 

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* Otro legado del Apartheid: La bomba atómica lo revisaremos posteriormente

Fuentes:

26 agosto 2019

Atlantropa: un viejo plan para represar el Mediterráneo





Recopilación de textos de
Nick Ottens y Ricarda Vidal

Sobre los autores.
En realidad son dos artículos que los he fusionado en uno. Nick Ottens es el reconocido articulista y fundador de Never Was Magazine y de Atlantic Sentinel a quien ya hemos hecho referencia con algunas publicaciones exitosas en este blog. Ricarda Vidal es profesora de Cultura Visual e Historia Cultural del King's College London.

Un esquema para el Mediterráneo de la primera mitad del siglo XX fue considerado seriamente por jefes de Estado y, en un momento, incluso por organismos internacionales. Se llamaba Atlantropa, y habría implicado el drenaje parcial del mar Mediterráneo y la creación de un supercontinente euroafricano.


Herman Sörgel


Atlantropa fue una creación del arquitecto alemán Herman Sörgel, quien promovió incansablemente su proyecto desde 1928 hasta su muerte en 1952. 

Su experiencia de la Primera Guerra Mundial, la agitación económica y política de la década de 1920 y el surgimiento del nazismo en Alemania convencieron a Sörgel de que:

la nueva guerra mundial solo podría evitarse si se encontrara una solución radical a los problemas europeos de desempleo, sobrepoblación y, con el petróleo saudita todavía a una década de distancia, una crisis energética inminente. Con poca fe en la política, Sörgel recurrió a la tecnología.

Primero publicó Mittelmeer-Senkung, Sahara-Bewässerung. Panropaprojekt ("Bajando el Mediterráneo, irrigando el Sahara. Proyecto Panropa") en 1929. Tres años más tarde amplió su tesis en otro libro, que introdujo el nombre de "Atlantropa".

Los espectadores exigentes del drama de historia alternativa de Amazon, The Man in the High Castle, pueden haber notado cuando uno de los personajes hizo una referencia pasajera a ese plan alemán para drenar el Mediterráneo. Parece el tipo de cosas que haría un Tercer Reich megalómano, pero en realidad los nazis no estaban interesados ​​en dicho plan.

El plan: requería la construcción de presas gigantescas en puntos clave del Mediterráneo para detener el flujo de agua desde el Océano Atlántico y el Mar Negro: en el Estrecho de Gibraltar (la presa de Gibraltar también uniría África y Europa por ferrocarril y carretera). En los Dardanelos. La de Sicilia unida a la Italia continental y eventualmente entre Sicilia y Túnez. Cada una con grandes centrales hidroeléctricas, formarían la base del nuevo supercontinente que podría impulsar Europa y conectarla con África. 




De este modo, el mar se convertiría en dos cuencas, con la parte occidental bajada en aproximadamente un metro por año y la parte oriental en dos metros. En el transcurso de un siglo, eso reduciría el nivel del mar en 100 y 200 metros, respectivamente, creando unos 660,000 kilómetros cuadrados de tierra cultivable. Esta área, más grande que Francia, podría alimentar a la creciente población de Europa.

Los planes posteriores para Atlantropa también incluyeron la propuesta de Sörgel para una extensión del Canal de Suez, un nuevo canal que conecte Venecia con el mar (el Mar Adriático habría desaparecido) y la creación de enormes lagos en África Central con dos represas a través del río Congo y la creación de un Mar del Chad y Congo, que Sörgel esperaba que tuviera una influencia moderadora en el clima africano, lo que lo haría más agradable para los colonos europeos

De acuerdo con las actitudes coloniales y racistas de la época, Sörgel imaginó que África con sus recursos y su tierra estaría completamente a disposición de Europa, un continente con mucho espacio para acomodar a las masas acurrucadas de Europa.


A la izquierda, mapa de la propuesta en el Mediterráneo central, de Herman Soergel: Bajando el Mediterráneo, Irrigando el Sahara. Proyecto Panropa (1929). A la derecha, Mapa de Atlantropa de Herman Sörgel (Ullstein Bild)


Si bien la propuesta de Sörgel puede sonar absurda para nuestros oídos, arquitectos, ingenieros, políticos y periodistas la tomaron en serio en ese momento. El extenso archivo de Atlantropa en el Museo Alemán de Munich abunda en dibujos arquitectónicos para nuevas ciudades, presas y puentes del futuro continente, así como cartas de apoyo y cientos de artículos sobre el proyecto, que aparecieron en la prensa popular alemana e internacional y revistas especializadas de ingeniería y geografía. Poniendo su fe en la gente de Europa y su deseo de paz, Sörgel esperaba que el apoyo popular lo ayudara a obtener el respaldo de los políticos.

Lo que hizo a Atlantropa tan atractivo fue su visión de la paz mundial lograda no a través de la política y la diplomacia, sino con una solución tecnológica.




Atlantropa se mantendría unida por una gran red de energía, que se extendería desde la gigantesca planta hidroeléctrica en la presa de Gibraltar y proporcionaría electricidad a toda Europa y África. 

La planta de energía sería supervisada por un organismo independiente que tendría el poder de desconectar el suministro de energía a cualquier país individual que representara una amenaza para la paz. 

Además, Sörgel calculó que la construcción del supercontinente requeriría que cada país invirtiera tanto dinero y poder popular que ninguno tendría recursos suficientes para financiar una guerra.

Inconvenientes

- "Popular Mechanics" informaba en marzo de 1977 que Atlantropa habría cerrado algunos de los puertos marítimos más activos del mundo, habría alterado las economías de los países del sur de Europa y el norte de África y posiblemente habría cambiado la ecología de toda el área.

- El reducido peso del agua sobre el fondo volcánico del mar Mediterráneo podría haber causado violentas erupciones y terremotos, mientras que el nivel del océano en otras partes del mundo habría aumentado, provocando inundaciones en las zonas bajas.

- Como era de esperar, a los ojos de sus contemporáneos, la colaboración requerida entre los estados nacionales siempre parecía aún más utópica que las vastas dimensiones tecnológicas de Atlantropa. Como observó la revista UN World, con sede en Nueva York, en 1948.

- La esperanza de Sörgel era que Atlantropa pudiera satisfacer el deseo de Alemania en vez del Lebensraum de Hitler. En cambio, Hitler decidió invadir Europa del Este. Los nazis nunca tomaron en serio a Sörgel, pero ¿quién sabe?, en un mundo alternativo, donde el Eje ganó la Segunda Guerra Mundial, bien podrían haberlo reconsiderado para satisfacer su sed de expansión.


Trabajo artístico creado por Andrea Dopaso para la serie de Amazon, "The Man in the High Castle"


Reflexión final.

Donde una vez Herman Sörgel había utilizado la imagen de una Europa a punto de estallar que se salva por una fusión pacífica con el continente africano, ahora nos enfrentamos a otra imagen espectacular a medida que las personas de todo África y Medio Oriente buscan refugio en Europa.

La Unión Europea parece estar a punto de ser desgarrada por su incapacidad para encontrar una solución comunitaria de dar cabida a un grupo de refugiados, cuyo número en última instancia no llega a más de un exiguo 0,11% de la población general de la Unión.

Lamentablemente, la unidad europea y con ella una solución para la crisis de refugiados, una vez más parece más utópica que los planes de Sörgel para drenar el mar.



ANEXO EN VIDEO



Clips from the 1951 Atlantropa film (deutsch) - Gibraltar Dam project



Atlantropa a new continent



Fuente original de consulta


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