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03 noviembre 2025

El cómo Occidente ha planeado destruir Rusia desde hace siglos (7)


Esta es una caricatura política del dibujante ruso Sergey Elkin. La caricatura representa satíricamente la relación entre Ucrania y la OTAN.


por Tito Andino
Resumen de artículos recopilados
de fuentes de actualidad.




Historia y no propaganda

Parte VII

 Surrealismo de la OTAN respecto a Rusia


Impulsada por la agenda antirrusa de Estados Unidos, la Unión Europea y sus países que integran la OTAN conservan ese viejo sueño, que hemos venido explicando una y otra vez en esta serie de artículos, destrozar -en principio- vía sanciones económicas u otros métodos a Rusia, degradarla, hacerla inviable como una federación de naciones autónomas, como eso ha sido inviable el recurso de la guerra está siempre en la mesa. Desmembrarla ya sea por disputas internas comprando la fidelidad de grupos separatistas del Cáucaso u otra región hasta incitar a naciones europeas del este a ganar una guerra imposible contra Rusia (los ejemplos quedaron señalados en el articulo anterior).

La propaganda es fundamental, convencer al mundo de la maldad rusa de hoy, así como ayer del “imperio del mal soviético”. Nos siguen lavando el cerebro en el presente, distorsionando patéticamente la historia de Rusia. Como ha imberbes nos meten el cuento diario de que Rusia es una potencia agresora desde siempre y que Putin quiere “conquistar el mundo” (... bueno, "primero" Europa). La política del presidente ruso está descrita como agresiva, una amenaza para Europa y el mundo por lo que hay que armarse y hacer la guerra a través de Ucrania y por medio de otros mañana. Desde la desaparición de la URSS, en Rusia, solamente la política suicida de Boris Yeltsin fue vista con “misericordia” hipócrita desde Occidente. Yeltsin vendió su patria y lo que no pudo vender dejó en manos de saqueadores nacionales e internacionales.

La única tragedia para Europa constituye las sanciones económicas contra Rusia y para ahondar más  se tiene que "invertir" miles de millones de euros en ayuda militar y económica a Ucrania, “inversiones por la paz” la llaman. Mientras tanto, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania siguen haciendo negocios porque son países hipócritas y el resto de naciones de la UE tienen que cerrar la boca y hacer todo lo ordenado desde Bruselas.

Los planes surrealistas de la OTAN, pretenden emular sus acciones contra Yugoeslavia, buscan obtener el mismo destino, desmembración territorial del país más grande del mundo en el que surgirían entre diez y quince nuevas entidades “soberanas”. Debemos reiterar a todo aquel que quiera escuchar la verdad, la verdadera amenaza es contra la seguridad de Rusia, es muy real no solo por la implantación de bases de misiles en las fronteras rusas sino con el despliegue del terrorismo islámico.

Desde 1990 ya circulaba en Europa una lista de las "diez formaciones estatales" que dividiría Rusia. Un ex funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Andrei Fyodorov, en entrevista para el finlandés Helsingin Sanomat expresó parte de esa lista: la "Karelia perdida", las islas Kuriles, el distrito de Pytalovsky (región de Pskov), la región de Kaliningrado, Crimea, la zona fronteriza del río Amur con China…

Incluso la historia se complica un poco. Aquí un detalle interesante. Un medio ruso anti-Putin se dio la molestia de verificar si era cierta una afirmación que hizo el presidente ruso (en una conferencia de prensa, ante 500 periodistas en diciembre de 2021) respecto de que Lenin también conspiró con Estados Unidos para dividir Rusia en países más pequeños, parece que algo de verdad hay en ello.

En efecto, Edward House, principal asesor informal de Woodrow Wilson durante la Primera Guerra Mundial, respaldaba, hace más de un siglo, la partición de Rusia, él escribió: "Sería mejor para todo el mundo si surgiera un estado en Siberia y otros cuatro estados en la parte europea de lo que ahora es la gran Rusia". Se debía seguir el modelo de la creación de los estados balcánicos a partir de los restos del Imperio Austrohúngaro. Aquel plan original data de 1918, creación de William Bullitt, un diplomático estadounidense enviado a negociar con Lenin en nombre de la Conferencia de Paz de París y para normalizar las relaciones con los bolcheviques. Bullitt se reunió con varios líderes bolcheviques en Petrogrado y finalmente con Vladimir Lenin en Moscú (abril de 1919 en plena guerra civil rusa).

El plan pretendía “satisfacer” a todas las partes en conflicto, Bullitt planteó la partición del antiguo Imperio Ruso en 23 partes. Algunas ya gozaban de reconocimiento internacional como Finlandia, Ucrania, los estados bálticos. Otros nuevos en el sur de Rusia, los Urales, Siberia y Tatarstán. Los bolcheviques recibirían el control de Moscú, Petrogrado y ocho provincias circundantes. Al parecer, Lenin estuvo de acuerdo con el plan de Bullitt y firmó un acuerdo prometiendo su participación en una conferencia que se celebraría en Oslo con representantes de los 23 "estados". (En anteriores ocasiones el presidente Putin insinuó que si Lenin no era un traidor, por lo menos, era un lunático).

Un radiante Bullitt regresó a París y solicitó la autorización presidencial para continuar con el plan. ¿Qué pasó?, hay varias teorías, Woodrow Wilson se mostró reacio a respaldar esa iniciativa, sin su apoyo el plan para dividir Rusia y poner fin a la guerra civil se derrumbó. Otros afirman que el liderazgo en la Casa Blanca desistió del proyecto por "motivos puramente racistas, se opusieron a una invasión asiática de un territorio europeo blanco; y, por motivos geopolíticos, temían fortalecer a Japón respaldando un plan que le otorgaría acceso a las riquezas naturales de Siberia y los Urales". (Una nota completa al respecto puede ser consultada en el artículo “Better off without Russia Putin says the U.S. planned Russia’s partition in 1918. It’s true. And Lenin was on board!”). Ver notas a pie de página.




A continuación, revisaremos algunos puntos de vista en la actualidad, expertos mayoritariamente occidentales se pronuncian respecto al tema, dejando aclarado que esto solo es una muestra de decenas de análisis de gente cualificada.

Las siguientes líneas son un resumen textual de diversas notas de prensa y artículos especializados. Rusia ha tomado nota de esto y mucho más. La doctrina militar nuclear de Rusia ha cambiado, existe una real amenaza existencial para la Federación de Rusia y ésta está dispuesta a correr los riesgos con una respuesta dura si las circunstancias llegarán a darse.


Phil Butler, en “Los misiles regresan a Europa: cómo los avances de la OTAN reavivaron las líneas rojas de Rusia” (New Eastern Outlook, agosto 2025) hace un repaso al colapso del Tratado INF y el avance de la OTAN hacia las fronteras rusas con el despliegue de misiles bajo la bandera de la “defensa” (sistemas "defensivos" con capacidad ofensiva), Rusia respondió con su propio rearme porque la invasión de la OTAN y el despliegue de misiles desencadenó una ruptura estratégica (Moscú mostró moderación desde 2019 cuando Estados Unidos se retiró del Tratado INF). Desde 2023 se observa casos de transferencia de sistemas estadounidenses en múltiples teatros europeos capaces de realizar ataques INF desde tierra, obviamente tienen una dedicatoria antirrusa. 

(El Tratado INF -Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio- fue un acuerdo de control de armamento firmado en 1987 entre EEUU y la URSS, que prohibió los misiles balísticos y de crucero terrestres con un alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros. El objetivo era eliminar toda una categoría de armamento nuclear. Fue suspendido por EEUU en 2019 y posteriormente abandonado por los rusos).

Ya para mayo de 2016, el ejército ruso y el Ministerio de Relaciones Exteriores condenaron el despliegue estadounidense de un sitio de defensa antimisiles en la Base Aérea Deveselu en Rumania, calificándolo de "amenaza directa" y un intento de mitigar la disuasión nuclear de Rusia. El almirante Vladimir Komoyedov, entonces presidente del comité de defensa de la Duma Estatal rusa, fue contundente: "Se están moviendo a la línea de fuego. Esto no es solo 100; es un 200, 300, 1.000 por ciento dirigido contra nosotros".

En 2008, el presidente Putin advirtió que Rusia vería cualquier intento de expandir la OTAN a sus fronteras como una "amenaza directa" tras la Cumbre de la OTAN en Bucarest en que se habló de incorporar a Ucrania y Georgia a la OTAN. La moderación de Rusia quedó obsoleta, la realidad política y técnico-militar ha cambiado...

La respuesta de Rusia probablemente incluirá el despliegue del nuevo sistema de misiles Oreshnik, moderno sucesor del SS-20 Pioneer soviético y las variantes actualizadas de Kalibr, Tsirkon e Iskander. Los expertos predicen despliegues en Bielorrusia y regiones clave de Rusia que incluyen áreas al alcance de los objetivos europeos y de la OTAN.


Un impresionante cartel soviético de 1950 del autor Y. Semenov. "COMUNIDAD EUROPEA". Claro, comprensible para cualquiera. El precio de la "comunidad" es este: !Una sonrisa en los labios, aceite en los discursos, mentiras en los pensamientos, ! un cuchillo a la espalda!. 


El mayor retirado del ejército checo, Stanislav Balik, en entrevista al periódico Haló noviny, señaló que Vladimir Putin salvó ya a Rusia "en el último momento", en el 2000: “El mayor pecado de Rusia es que no se ha convertido en una colonia como nos hemos convertido (los checos). En 2000, Putin rescató a Rusia en doce segundos. Ya se estaba imprimiendo dinero para partes de Rusia que se suponía que tendrían independencia. Rusia debería haber sido parcelada como Yugoslavia. En lugar de Rusia, se establecerían unas diez unidades estatales y, por lo tanto, podrían ser colonizadas y saqueado lo que quedaba de la URSS, iba a sufrir el destino de la Ucrania actual, que ya ha comenzado a desmoronarse. Rusia iba a ser destruida definitivamente como estado. Los rusos se convertirían en esclavos impotentes sin ley que trabajarían por mendigar salarios a las corporaciones occidentales, principalmente de los Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña. Tal plan ya fue después de la Primera Guerra Mundial, cuando el acuerdo apoyó a los generales blancos, que se convertirían en instrumentos en la liquidación de Rusia”.

El experto mencionó la misma cuestión de la liquidación de Rusia planeada durante la Segunda Guerra Mundial, todo relacionado con la riqueza de materias primas del país. “Como siempre, fue geopolítica y riqueza mineral. No importa cuál sea el régimen en Rusia. Occidente siempre ha querido destruir a Rusia como Estado. Tales planes se hicieron incluso después de la Primera Guerra Mundial, cuando la Entente apoyó a los "generales blancos", que iban a ser manipulados para convertirse en un instrumento para la liquidación de Rusia. Hitler lo intentó por segunda vez, y sin la ayuda de Occidente no se habría vuelto tan fuerte como si no hubiera tenido el ejército que tenía. El intento de Hitler también fracasó a costa de más de 27 millones de ciudadanos soviéticos muertos”.


"Por el camino de Hitler... un solo camino, un solo final...". (El camino de Hitler solo tiene un final posible), V. Briskin 1952. El cartel muestra a representación del financiero estadounidense y a un militar británico sentados en un coche con forma de bomba, que se precipita por un acantilado. El capitalista lleva un banderín con la frase "Hacia la dominación mundial". El artista sugiere que ese camino es tan destructivo como el de Hitler, y que inevitablemente los llevará al fracaso. 


El experto Benjamin (Ben) Norton, periodista de investigación, fundador y editor de Geopolitical Economy Report, en junio de 2022 (“US gov’t body plots to break up Russia in name of ‘decolonization’), expresaba que el gobierno de EE. UU. conspira para desmantelar Rusia en nombre de la 'descolonización' y refiere que la Comisión de Helsinki del gobierno de Estados Unidos celebró una sesión informativa en el Congreso para planear formas de dividir a Rusia como país, en nombre de esa supuesta "descolonización".

Se instó a Estados Unidos a dar más apoyo a los movimientos separatistas dentro de Rusia, se propuso la independencia de numerosas repúblicas de la Federación Rusa, incluidas Chechenia, Tatarstán y Daguestán, etc., así como áreas históricas que existieron hace siglos, como Circasia.

Dice Norton que no es la primera vez que los halcones en Washington fantasean con dividir países extranjeros. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos patrocinó grupos secesionistas dentro de la Unión Soviética (incluido Ucrania). En la década de 1990, el cártel militar de la OTAN liderado por Estados Unidos desmanteló con éxito Yugoslavia. El ex asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Zbigniew Brzezinski, a parte su obra conocida mundialmente, publicó un artículo en la revista de élite Foreign Affairs en 1997 proponiendo crear una "Rusia vagamente confederada, compuesta por una Rusia europea, una república siberiana y una república del Lejano Oriente".

Por si hay dudas, el artículo de Norton lo demuestra. La Comisión de Helsinki del Congreso estadounidense hizo el mayor llamado a la balcanización de Rusia. En la sesión informativa, 23 de junio de 2022, la Comisión de Seguridad y Cooperación en Europa de Estados Unidos (CSCE), comúnmente denominada “La Comisión de Helsinki”, (comisión "independiente", que en realidad es una agencia del gobierno de Estados Unidos, creada y supervisada por el Congreso), planteó el tema: "Descolonizar Rusia: un imperativo moral y estratégico", que parece ser idea de un tal Casey Michel quien publicó en mayo del 2022 un artículo en la revista The Atlantic, "Descolonizar Rusia" (posiblemente fue la inspiración para la sesión informativa del Congreso). (Mayor información en el enlace pertinente, abajo a pie de página).

Una de las participantes, Fatima Tlis, activista separatista circasiana de Rusia, afiliada a la Fundación Nacional para la Democracia (NED) de la CIA, que financia operaciones de cambio de régimen de EEUU en el mundo, propagandista del gobierno a través de “Voice of America” y “Radio Free Europe / Radio Liberty”, y de la Fundación Jamestown (neoconservador vinculado a la CIA), dijo a la audiencia que su "patria", Circasia, está "ocupada" por Rusia, hablando de "esclavitud blanca". Otra partícipe, Hanna Hopko, ex miembro del parlamento de Ucrania, presidió su Comité de Asuntos Exteriores, y figura importante en el golpe de Estado de 2014 patrocinado por EEUU en Ucrania, expresó que Washington debe pensar "cómo cambiar no solo el régimen, sino cómo cambiar la naturaleza imperialista del estado ruso". Etc, etc.


Dos caricaturas llenas de "premonición" de la revista “Perets” (Pimienta) de la Ucrania soviética, Izquierda, No. 16 de 1956, la portada contiene una cita de Iván Franko. Se puede apreciar a un “progresista” demócrata, con su sombrero característico de la época, un humilde servidor nacionalista ucraniano con los símbolos característicos lame la mano del superior. Derecha: Caricatura de 1960 de L. Kaplan, satiriza el nacionalismo ucraniano y la ayuda estadounidense a Ucrania. La imagen se titula “Señor Khalyavsky”, una referencia burlesca de la dependencia y la naturaleza oportunista percibida de los nacionalistas ucranianos. El personaje, que se asemeja a un nacionalista ucraniano, emerge de una bota militar con la inscripción "US", lo que simboliza el apoyo de EEUU. El personaje sostiene una bandera ucraniana, que representa el nacionalismo. El título es una referencia irónica a un escritor ucraniano del siglo XIX.


Funcionarios ucranianos, de la Unión Europea y estadounidenses dedicaron los primeros meses del conflicto en inventar crímenes de guerra rusos, (Bucha, Izium, secuestro de niños, etc.), esos bulos fueron difundidos por políticos y medios de desinformación de Occidente. Recordemos que clamaron por la urgente constitución de un "tribunal internacional" para castigar a Rusia. Sin embargo, nada de esto tiene que ver con la defensa de Ucrania, Occidente es totalmente indiferente a lo que les llegue a suceder a los ucranianos, la OTAN no está librando una guerra por los ucranianos, al menos no por Ucrania.

“Debemos hablar con franqueza, abiertamente: Occidente está librando una guerra feroz contra Rusia, utilizando a las fuerzas locales como representantes. Y esto está cubierto por la hoja de ruta de "defender la democracia". Sin embargo, lo que realmente quieren es que Rusia sea destruida. ¡Para siempre! ¡Irrevocablemente!”

Janusz Bugajski, de la Jamestown Foundation, publicó el libro "Estado fallido: una guía para la ruptura de Rusia" (2022), obra que no refiere al conflicto ucraniano, sino que es una consecuencia de larga data de la rusofobia; también publicó en 2021 un artículo en el periódico The Hill de Washington, "Gestión de la disolución de Rusia". No es solo una especulación teórica de algún soñador, es un llamado directo a la acción de un rusófobo abierto. Bugajski ha pedido abiertamente a la Casa Blanca promover la autodeterminación regional y étnica dentro de la Federación Rusa, indicando cuales regiones de la Rusia destruida por Occidente deberían recibir la independencia y cuáles deberían entregarse a Ucrania, Finlandia, Japón e incluso a China.

No es de extrañar, ni es novedad este tipo de artículos de “llamado a la acción”, Bugajski no es el único, abundan los intelectuales teóricos de la destrucción y/o desintegración de Rusia. La sutiliza de ocultar los llamados directos a la ruptura forzada de Rusia abundan en Occidente. Hoy, es básicamente debilitar a Rusia (con la actual guerra de desgaste con Ucrania). El artículo de Bugajski es un estudio auspiciado por la corporación de inteligencia estadounidense RAND, bajo encargo del Departamento de Defensa de Estados Unidos en 2019 (Vladimir Kornilov, septiembre 2022, artículo: “Time to drop our illusions, the West is waging a war to destroy Russia”, (“Es hora de dejar de hacernos ilusiones, Occidente está librando una guerra para destruir a Rusia”).

El llamado rusófilo es cada vez es más frecuente en la prensa desinformativa de Occidente. Por ejemplo, el Daily Telegraph presentó al ex comandante de la OTAN en Europa, general Ben Hodges, en un artículo sobre la preparación para la desintegración de Rusia. Hodges, empleado de CEPA, un grupo de presión financiado por contratistas de armas estadounidenses y de la OTAN, es una de las "cabezas parlantes" más activas en televisión respecto a la guerra en Ucrania. Hodges aspira que el colapso de Rusia se produzca dentro de la misma diversidad étnica rusa y que las sanciones económicas hagan imposible alimentar a 144 millones de personas.

La “idea” de Hodges fue bien recibida en círculos no tan conocidos que operan en el campo ideológico de la rusofobia. La revista polaca “New Eastern Europe” publicó un artículo sobre la deconstrucción de Rusia y la reconstrucción del "espacio post-ruso", calificándolo de escenario arriesgado pero inevitable. Los autores pidieron a Occidente que lidere el proceso de desintegración de Rusia de inmediato. No es exageración, al investigar las páginas de esa "revista" se encuentra con el típico "espectáculo de un solo hombre" (alguien llamado Jarosław Kociszewski de la Universidad Hebrea 2000 y Universidad de Tel Aviv 1996).


Izquierda: Oskar Garvens en "El Moloch de las plutocracias", 1940. Derecha: “Exprime…”, Y. Ganfa (1972) muestra a un general americano exprimiendo monedas de sus aliados europeos antes de depositarlos en el bote de 'OTAN'. Mientras tanto, la fábrica de la 'industria militar estadounidense' sigue funcionando a toda máquina en el fondo. El texto en la parte superior izquierda dice: “Bajo la presión de EEUU, los países de la OTAN decidieron aumentar el gasto militar en 1.500 millones de dólares. Este dinero se utilizará para comprar armamento estadounidense”. (La misma historia se repite hoy)


Otro de los principales portavoces de la rusofobia occidental es el profesor canadiense-británico Taras Kuzio del Atlantic Council, grupo de presión alineado con la OTAN. Él declara alegremente que el proceso de "colapso del imperio ruso de Putin" ha comenzado. En Estonia tenemos a Vladimir Yushkin, en el sitio web del Centro Internacional de Defensa y Seguridad que hace eco de las palabras de Hudges, añadiendo la supuesta "colonización de Siberia por parte de los chinos"; el presidente estonio, Alar Karis aplaudió esa “iniciativa” al inaugurar la conferencia del Comité Militar de la OTAN en Tallin (septiembre 2022), advirtiendo abiertamente a los jefes de Estado Mayor de la OTAN que deben abandonar su "miedo a desestabilizar la situación en Rusia".

The Economist, la piedra de toque ideológica de los liberales europeos, indicaba cómo Occidente debería asegurar la victoria de Ucrania sobre Rusia, cómo armar aún más al régimen de Kiev, la revista exige explícitamente que Occidente intente abrir una brecha entre el gobierno ruso y el pueblo ruso. Para ello, se insta a los líderes a apostar por los liberales rusos que se han trasladado al extranjero. Los enemigos de Rusia hablan abiertamente de usarlos para llevar a cabo un plan poco realista para desmembrar Rusia.

¿Qué más pruebas necesita alguien de lo que el Occidente colectivo espera lograr? “Con toda seguridad debemos afirmar que el Occidente colectivo ha pasado de las palabras a la acción y desafía abiertamente la existencia misma de la Federación Rusa. Sus ideólogos y varios políticos de alto nivel no ocultan el hecho de que al explotar el conflicto en Ucrania, están ayudando deliberadamente a crear una amenaza existencial para Rusia… Las apuestas se han elevado demasiado”. (Vladimir Kornilov)

La página web Cultura Estratégica de Alastair Crooke, ex diplomático británico, fundador y director del Foro de Conflictos, señalaba a manera de preguntas, en enero de 2023, si el “objetivo estratégico de EE.UU era ¿quebrar y desmembrar a Rusia; o mantener la hegemonía del dólar estadounidense? ¿O una confusa combinación de ambas?” ¿Y los británicos? “¿Es el mundo de habla inglesa hoy más claro sobre sus objetivos estratégicos con su guerra contra Rusia?” ¿Es realmente su estrategia la de destruir y desmembrar a Rusia? Si es así, ¿con qué fin preciso (¿como “el salto” a la guerra contra China?) ¿Y cómo va a lograr la destrucción de Rusia, una gran potencia terrestre, por parte de estados cuyas fortalezas son principalmente el poder naval y aéreo? ¿Y qué seguiría? ¿Una Torre de Babel de pequeños estados asiáticos enfrentados?

Crooke nos recuerda que la destrucción de Alemania en la segunda guerra mundial “fue una floritura retórica churchilliana (buena para la moral), pero no una estrategia. Al final, fue Rusia la que hizo la intervención decisiva y Gran Bretaña terminó la guerra financieramente en quiebra (con enormes deudas), una dependencia y rehén de Washington”.

Puede ser que en el fondo, el objetivo estratégico de la actual guerra liderada por Estados Unidos contra Rusia sea mantener la hegemonía del dólar y que Gran Bretaña quiere mantener su lucrativa primacía sobre gran parte de los recursos del mundo, intentando hacer explotar a Rusia como competidor político. Pero, esos dos objetivos no se superponen, tiran en diferentes direcciones. Vemos algo que ya ocurrió en la segunda guerra mundial, razona Crooke, la guerra con Alemania no consolidó el control británico sobre los recursos globales, Europa quedó en ruinas y Estados Unidos destruyó y luego asumió para sí mismo el dominio global. Un buen analista entenderá que Trump está haciendo lo mismo hoy, Europa pone el dinero y las armas en Ucrania, pero Rusia, una vez más, se impone. Los británicos y la UE volverán a quedar convertidos en empobrecidos deudores de guerra ucraniana en beneficio de los EEUU. Por otro lado, no cabe duda alguna, Rusia impondrá los términos de la derrota ucraniana, sea lo que sea que eso signifique en términos geográficos y de estructura política. No hay nada que discutir con los "colegas" occidentales.

La UE admitió, por medio de sus grandes líderes, Angela Merkel y François Hollande que la estrategia occidental desde la fraudulenta "revolución" de Maidan, los Acuerdos de Minsk y otras “negociaciones” fue una treta para encubrir los preparativos de la OTAN para una guerra de poder contra Rusia (lo hemos explicado a profundidad en el artículo anterior). No hay nada que negociar. Occidente jugó su guerra de poder contra Rusia, que parece será eterna, pero en la actualidad perdió la ventaja estratégica para desgastar a Rusia. La base europea de armas e industria está agotada, se ha despilfarrado en Ucrania armamento y recursos financieros, lo mismo Ucrania con el agravante de que los ucranianos han sufrido una hemorragia de hombres e infraestructura.


“Separatistas”, una ilustración de V. Hlyvenko, revista satírica soviética “Cocodrilo”, No. 14, 1954. El texto dice lo siguiente: “Los nacionalistas burgueses ucranianos supervivientes, los llamados separatistas, dependen ahora de círculos reaccionarios en Estados Unidos”. (Esa historia ucraniana se repite en el siglo XXI)


Lo que mantiene “vivo” el mermado poder de la UE-OTAN es la propaganda, nos bombardean con discursos de que la OTAN puede desplegar una fuerza expedicionaria, la "coalición de los dispuestos" en el oeste de Ucrania. ¿Tiene sentido en los actuales momentos en que Ucrania está al borde del colapso? Puede desplegarse, pero no podrá prevalecer como fuerza militar en estas circunstancias.

Mediante el control total de los medios de comunicación y las plataformas tecnológicas, UE-OTAN (Occidente) puede evitar que sus poblaciones se enteren de hasta qué punto el poder y las pretensiones occidentales han sido perturbadas. En Washington parece que se está preparando al público para que asuman la “catástrofe” europea, de la cual se beneficiará sin duda EEUU con la imposición de aranceles y la exigencia de que Europa debe invertir miles de millones de dólares en EEUU para su protección.

Alastair Crooke en forma perspicaz vuelve a preguntar: “¿fue siempre la destrucción de Rusia el principal objetivo estratégico de Estados Unidos? ¿No es el objetivo -más bien- asegurar la supervivencia de las estructuras financieras y militares asociadas, tanto estadounidenses como internacionales, que permiten que se acumulen enormes beneficios y la transferencia de ahorros globales a la seguridad occidental? O, en pocas palabras, la preservación del dominio de la hegemonía financiera de Estados Unidos”.

Oleg Nesterenko ha escrito: "Esta supervivencia es simplemente imposible sin la dominación mundial militar-económica, o más precisamente, militar-financiera. El concepto de supervivencia a expensas de la dominación mundial fue claramente articulado al final de la Guerra Fría por Paul Wolfowitz, subsecretario de defensa, en su llamada Doctrina Wolfowitz, que compartía a Estados Unidos como la única superpotencia que quedaba en el mundo y cuyo principal objetivo era mantener ese estatus: evitar la reaparición de un nuevo rival, ya sea en la antigua Unión Soviética o en cualquier otro lugar, que sería una amenaza para el orden anteriormente representado por la Unión Soviética".

Los acontecimientos se han desarrollado lejos de lo esperado en la Casa Blanca y en Bruselas. La economía rusa no se ha derrumbado, como se predijo con aire de suficiencia. El apoyo del presidente Putin es alto en un 81%; la Rusia colectiva se ha consolidado en torno a los objetivos estratégicos más amplios de Rusia. Además, Rusia no está aislada a nivel mundial.

¿Pueden sobrevivir los mercados occidentales ante tales hechos? ¿Y si Rusia lleva a Ucrania al borde del colapso del sistema? ¿Los antirrusos estadounidenses y europeos levantarán las manos y concederán la victoria a Rusia?, parece poco probable.

Estas son incógnitas, dice Crooke, pero “la ansiedad afecta a la "supervivencia" de Estados Unidos, es decir, la supervivencia de la hegemonía del dólar. Así como la guerra de Gran Bretaña contra Alemania no reafirmó ni restauró el sistema colonial (todo lo contrario), tampoco la guerra de Rusia ha logrado reafirmar el apoyo al orden global liderado por Estados Unidos. Por el contrario, ha encendido una ola de desafío dirigida al orden global”.

Aclaremos que el artículo de Crooke data a inicios de 2023, y el autor ya se preguntaba si “la relajación del sistema del petrodólar podría asestar un golpe significativo al mercado de bonos del Tesoro de Estados Unidos. La caída de la demanda del dólar en el ámbito internacional provocará automáticamente una devaluación de la moneda; y, de facto, una caída en la demanda de letras del Tesoro de Washington. Y eso en sí mismo conducirá, mecánicamente, a un aumento de las tasas de interés".


Izquierda, B. Efimov y N. Dolgorukov: “¡Quienes incitan a una nueva guerra deberían recordar el vergonzoso final de sus predecesores!”, 1947. Derecha: V. Govorkov ¡No te hagas el tonto!, 1948.


La narrativa propagandística de evitar que el público occidental se entere del estado incierto de las cosas, continúa con la narrativa de “Ucrania está ganando”. Un propósito principal siempre fue el de gestionar la inflación a la baja y las expectativas de tipos de interés, manteniendo la esperanza de un colapso en Moscú. Un colapso que devolvería a la esfera occidental a la "normalidad" de abundante energía rusa barata y abundantes materias primas baratas, pero eso no va a suceder. “Intentar los objetivos de una Rusia debilitada y mantener intacta la hegemonía global del dólar puede no ser posible. Corre el riesgo de no lograr ninguna de las dos cosas, como descubrió Gran Bretaña a raíz de la Segunda Guerra Mundial. En cambio, Gran Bretaña se encontró arruinada", concluye Alastair Crooke.

En este punto vale reseñar el sabotaje del oleoducto Nord Stream que ahondó aún más las dificultades económicas en Europa al dejar de recibir el 35% del gas ruso consumido por los europeos. No, no fueron los ucranianos los responsables del acto de “heroísmo” publicitado como una película de Hollywood, esa historia es técnicamente imposible de sostener, una historia absolutamente falsa. Todo lo que se publicó y sigue apareciendo sobre el atentado al Nord Stream tiene como tarea encubrir a Estados Unidos y otras naciones occidentales. Es lo que denominamos una parte del plan para aislar a Rusia de Europa, la fábula de los 'ucranianos borrachos' es una afrenta al sentido común.

Seymour Hersch, afamado periodista estadounidense, establece en su informe sobre el Nord Sream que el sabotaje fue una operación de la CIA perpetrado por buzos de la Marina de los Estados Unidos. “Más interesante que 'quién lo hizo' es preguntar ‘¿cómo sabían que podían?’ En otras palabras, cuando se comete un crimen descarado y el perpetrador sale impune, la pregunta no es necesariamente '¿cómo se salió con la suya?', sino '¿cómo supo que se saldría con la suya?' Un crimen es una cosa, pero la aparente confianza de antemano en que no acarreará consecuencias es una cuestión de una magnitud mucho mayor. Esto último apunta a fuerzas más profundas que operan dentro de una sociedad o incluso una civilización.

Para subrayar cuán descarado fue ese acto, considere esto. El gasoducto era, en parte, propiedad europea y termina en Alemania, y el ataque ocurrió en aguas territoriales danesas. Por lo tanto, lo que tenemos equivale efectivamente a una agresión contra dos países de la OTAN y, según el artículo 5 del tratado del bloque, un acto de guerra contra la OTAN en su conjunto. Un funcionario alemán incluso lo admitió, diciendo al Wall Street Journal que "un ataque de esta escala es una razón suficiente para activar la cláusula de defensa colectiva de la OTAN". (Henry Johnston: “Un vistazo al pasado: por qué el sabotaje al Nord Stream podría llegar a su fin”, 28 de agosto de 2024)

Este es el caso en que Europa ha ido en gran medida en contra de sus propios intereses económicos al enfrentarse a Rusia. Contemplamos la incapacidad de Europa para pensar críticamente sobre sus propias políticas o labrar su propio camino separado de Estados Unidos, "la desindustrialización mental de Europa" como predice el analista sueco Malcom Kyeyune. Y, como argumentó el analista Dr. John Coleman, desde fines de la década de 1960, la desindustrialización de Europa y crecimiento industrial cero, despoblación (mediante la vacunación mundial), la pérdida de la democracia y otros datos que con el paso de los años se materializan como “profecías”.

Eso está aconteciendo en el presente. Los desastres económicos de la pérdida de gas ruso no se van a detener, lo reconocen en la propia Alemania, probablemente el país nunca se recuperará del todo de esta nueva crisis energética y se observa "una importante destrucción estructural de la demanda en las industrias de gran consumo energético". Efectivamente, Estados Unidos está dejando solo a Europa en el conflicto ucraniano. Europa, está "atrapada repitiendo viejas narrativas sobre la libertad y la civilización, y Occidente, aferrándose a suposiciones que han demostrado ser obsoletas por los acontecimientos en Ucrania y Oriente Medio". El objetivo de infligir la derrota a Rusia a través de Ucrania parece dirigirse a un desenlace vergonzoso y devastador porque Occidente ha demostrado no estar a la altura de la tarea de manejar las demandas industriales de un conflicto real, señala Henry Johnston.

Destaca Johnston que el sabotaje del Nord Stream no ha tenido un ajuste de cuentas público, ni una verdadera evaluación de su significado, ha sido descartado, minimizado y silenciado, solo narrativas en constante cambio, engaño y prevaricación sin fin...

¿El “plan” de la UE?... “Europa gastará 100.000 millones de dólares que no tiene para comprar armas que Estados Unidos no tiene y armar a los soldados que Ucrania ahora carece”, ¿será ese el nuevo plan?...

¿Está Ursula von der Leyden realmente a cargo de la Unión Europea?, nadie puede explicar coherentemente por qué terminó de "negociar" un anti-acuerdo grotescamente desventajoso en agosto de 2025 con Estados Unidos. Al decir de expertos, en realidad es una rendición incondicional sin luchar ante Estados Unidos, construido sobre el principio elegantemente simple: "Tú lo obtienes todo, nosotros no obtenemos nada, y te pagaremos por eso también".

Gente como von der Leyden son las mentes “brillantes” que creen que la UE es un faro de "libre comercio". En realidad, uno de los propósitos para los que se construyó la UE, aparte de suprimir la soberanía nacional y cualquier elemento débil de la democracia que los estados europeos de posguerra hayan presentado, fue no permitir el libre comercio. En realidad, la UE permite algo parecido al libre comercio solo cuando se percibe como ventajoso para su propia agenda o la de estados y grupos de presión específicos, o, por supuesto, cuando se ve obligada a hacerlo. En todos los demás casos, practica toda una plétora de políticas proteccionistas. Fue, precisamente, la negativa de la Unión Europea, no de Rusia, a siquiera considerar el "libre" comercio para Ucrania tanto con ella como con Rusia lo que jugó un papel clave en el desencadenamiento de la crisis original de Ucrania entre 2013/14. (Razonamientos de Tarik Cyril Amar en el artículo: “Eche un vistazo poco común a las mentes enfermas que se esconden detrás del belicismo de la UE”, agosto 2025).

La gran incógnita -en realidad no lo es- constituye la administración de Donald Trump en la Casa Blanca. Se habla de paz para acto seguido hablar de guerra, de nuevos misiles, de despliegue de tropas, etc. Solo una cosa es verídica, Trump prioriza los negocios a la guerra, pero no es de los que le temblará la mano si de entrar en guerra se tratara en última instancia. Trump inició su periodo con una apuesta radical. Su vicepresidente, J.D. Vance declaró: “Hemos terminado de financiar la guerra en Ucrania”, al tiempo que presiona a Rusia a concluir un acuerdo de “paz”. El gobierno estadounidense declaró que desea la paz y que dejará de financiar la guerra en Ucrania (dicho antes de la reunión en Alaska entre Trump y Putin). Se habló de que Europa “cree” en una iniciativa diplomática, económica y militar que proteja los intereses vitales de seguridad de Ucrania y Europa.

Esa “iniciativa” europea no es otra que, conforme Vance señaló: "los estadounidenses están hartos de seguir destinando su dinero, sus impuestos, a este conflicto en particular. Pero si los europeos quieren intervenir y comprar las armas a los fabricantes estadounidenses, nos parece bien, pero ya no vamos a financiarlo nosotros mismos… Si tanto les preocupa este conflicto, deberían estar dispuestos a contribuir de forma más directa y sustancial a la financiación de esta guerra”, dijo Vance en Fox News en su visita a Inglaterra en agosto 2025.

Todo está tan claro como el agua, Estados Unidos gana cuando Mr. Trump consiguió un acuerdo para que sus socios de la OTAN destinen el 5% de su producto interior bruto a defensa que, evidentemente, parte se destinará a Ucrania, por lo que es posible que EEUU envíe armas letales a Ucrania, pagadas por otros países de la OTAN.


"Si has olvidado dónde están los límites, ¡te ayudaremos a aterrizar!", E. Maloletkov, 1954


Si alguien cree que estas acciones no son una intervención y participación directa de Europa y Estados Unidos en la guerra de Ucrania que lance la primera piedra.

Continuaremos...

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29 octubre 2025

Mitos y verdades del Acuerdo Sykes-Picot (1916)




Es interesante recordar que después de más de un siglo seguimos teniendo una percepción, aunque no fraudulenta, si errada del secreto Acuerdo Sykes-Picot de 16 de mayo de 1916, entre británicos y franceses. A decir de refutados estudiosos culpar exclusivamente a Sykes-Picot de la división de Medio Oriente es un engaño histórico peligroso.

No solemos ser conscientes (quienes sentimos pasión por la historia) que hemos caído en una interpretación errada de que Sykes-Picot fue el punto determinante que diseñó nuevas líneas geografías imaginarias contra natura, es decir, que tanto ingleses como franceses diseñaron a su capricho un mapa de Medio Oriente basado en sus intereses estratégicos, políticos y económicos, que nunca tomaron en cuenta las barreras que separaban a un crisol de pueblos, tribus, etnias, incluso sobre una diversidad religiosa, siendo “condenadas a agruparse en disímiles espacios, obligados a construir naciones con conceptos absolutamente occidentales”.

Como se irá explicando, lo dicho arriba no es necesariamente falso, pero si es una mala interpretación de la historia, simplemente porque Sykes-Picot no constituye el único antecedente; ni fue, ni debería seguir siendo un forzado documento histórico al que se aferran muchos investigadores; y, una de las razones es porque Sykes-Picot NUNCA entró en rigor, nunca se efectivizó sobre el terreno. Fue uno más de algunos importantes documentos que se plasmaron sobre la mesa del diseño del Medio Oriente. Evidentemente se trató de un arbitrario trazado, a dedo, de fronteras, un reto tanto a la geografía y al componente étnico y al sentido común, una característica que distinguía, sin duda, a los imperios coloniales del siglo XIX y del XX.

A groso modo, veamos un par de apreciaciones sobre el Acuerdo Sykes-Picot.

Paul Mason, redactor de New Statesman, 9 de mayo de 2016 (en el centenario del Acuerdo), presentó una ponencia titulada “Sykes-Picot: how an arbitrary set of borders created the modern Middle East” (Sykes-Picot: cómo un conjunto arbitrario de fronteras creó el Medio Oriente moderno), afirmando que Gran Bretaña y Francia se repartieron lo que se convertiría en Siria, Irak e Israel y que esa mentalidad imperial perdura con las cicatrices dejadas en la región. Hace énfasis en una “torcedura” de las líneas trazadas en la que se establecería Israel.


          (Foto de Flickr  PROPaolo Porsia)


"¿Qué tipo de acuerdo le gustaría tener con los franceses?" preguntó Arthur Balfour, Secretario de Relaciones Exteriores, al coronel Sir Mark Sykes, quien respondió: "Me gustaría trazar una línea desde la 'e' en Acre hasta la última 'k' en Kirkuk".

No era el primer desafortunado “deseo” de Sykes, ya en enero de 1915, en una carta, le urgía a Winston Churchill a apoderarse de Constantinopla (Estambul, desembarcando tropas en Gallipoli) para acabar tanto con los otomanos y fulminar con la influencia alemana en el este, según él, esa posibilidad abriría paso a invadir Alemania a través de los Balcanes (40.000 soldados británicos murieron tratando de demostrar que Sykes tenía razón en Gallipoli, y no la tuvo).

¿Qué más podemos decir del tristemente “celebre” esbozo a dedo de Sykes? Quien estaba, luego, fascinado con la declaración de Balfour de 1917 para la constitución de un estado judío en Palestina. Él conocía el mundo árabe de la época, el panarabismo y su organización; aún así, ¿cómo pudo alguien tan bien informado equivocarse tanto?, se pregunta Mason.

“Leer los escritos de Sykes hoy es observar la tragedia de un intelecto encadenado por delirios de superioridad. Sykes trabajó sobre la suposición, central para todos los imperialismos: que los pueblos sometidos se comportan solo de acuerdo con sus "características" étnicas o nacionales, mientras que las naciones blancas poderosas tienen capacidad de acción”. Sykes creía que se podía aglutinar a las dos ramas del Islam, al cristianismo y tolerar a los judíos. “El imperialismo los convirtió en unos imbéciles ciegos que creían que, trazando límites, podían controlar la historia”.

Turquía desarrolló una “conciencia nacional, moderna y secular, entonces la apuesta unidireccional contra el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial resultó inútil. El nacionalismo secular turco daría forma a la región tanto como el panarabismo en los próximos 100 años”. Sykes y los demás veían a la religión islámica como algo aparte de las etnias árabes, idioma y tradición. Se negaron a pensar que una oposición a ellos podría provocar el surgimiento del antiimperialismo forjado mediante la educación de la gente. No midieron la posibilidad de que estallarían revoluciones como la rusa en oposición a su sistema de capitalismo colonial explotador.

Una lección fácil de aprender de Sykes-Picot es que: “no dibujes líneas arbitrarias en el mapa. Los pueblos y las naciones deben tener derecho a la libre determinación”. Pero, realmente ¿fueron arbitrarios esos trazos a dedo sobre el mapa? El presidente Woodrow Wilson impulsó la autodeterminación -aunque sea en el discurso- contradiciendo el postulado del Imperio Británico y ese fue uno de sus puntos para entrar en la guerra, por lo que los gobiernos británico y francés ocultaron a EEUU la existencia del mapa de Sykes.


Por su lado, otro importante autor, John Hilary, en “The Sykes-Picot legacy, 100 years on” (El legado de Sykes Picot, 100 años después), en mayo de 2016 (War on want) establece que ese Acuerdo secreto entre Francia y Gran Bretaña que sumió a Oriente Medio en un siglo de derramamiento de sangre.

Recalca que dos negociadores coloniales: Mark Sykes (británico) y François Georges-Picot (francés) decidieron planear como repartirse Oriente Medio (tal cual como “Pinky” y “Cerebro” planean cada noche como conquistar el mundo), tras hacer colapsar al Imperio Otomano en plena guerra mundial. El autor profundiza en las promesas de autodeterminación que los británicos hicieron a los pueblos árabes, lo que garantizó su apoyo para derrotar a las fuerzas de ocupación turcas. Logrado el objetivo, esas promesas fueron olvidadas, solo cambió de liderazgo imperial.

Una declaración anglo-francesa de noviembre de 1918, a los pueblos árabes, prometía "la liberación completa y definitiva de los pueblos que durante tanto tiempo han sido oprimidos por los turcos, y el establecimiento de gobiernos y administraciones nacionales que derivarán su autoridad del libre ejercicio de la iniciativa y elección de las poblaciones indígenas". El gobierno británico planeaba excluir a Palestina en la declaración y la orden de su publicación en Jerusalén fue un “lamentable” error.




Pero esa traición no fue diseñada exclusivamente en el Acuerdo Sykes-Picot. Francia y Gran Bretaña decidieron en otros acuerdos dividirse Oriente Medio “por medio de una ‘línea en la arena’ dibujada en el mapa entre Acre en la costa mediterránea y Kirkuk en el norte de Irak. Todo lo que está al norte de esa línea sería controlado por los franceses, y todo lo que está al sur por los británicos. Francia obtendría Siria y Líbano, mientras que Gran Bretaña tendría Irak y Transjordania… Un pacto descaradamente egoísta".

La cuestión de quién gobernaría Palestina no tuvo respuesta en el Sykes-Picot, los británicos recurrieron “a otra estratagema para asegurarse de que Gran Bretaña, no Francia, asegurara ese mandato al final de la Primera Guerra Mundial. A través de una serie de garantías a las principales figuras del floreciente movimiento sionista, el gobierno británico pudo asegurar el respaldo internacional para su control de Palestina con el pretexto de algo más que el interés propio imperial”. Precisamente esa estrategia produjo la ‘Declaración Balfour’ de 1917, el apoyo británico para "establecer en Palestina un hogar nacional para el pueblo judío". Balfour tuvo que admitir que se negaron hablar sobre el principio de autodeterminación.

Intereses geoestratégicos hicieron posible este tipo de acuerdos, Palestina originalmente fue vista como zona de amortiguación que protegería el Canal de Suez; luego se “descubriría” las inmensas reservas de petróleo en Mesopotamia que terminaría sembrando de caos y sangre la historia de Irak, Siria, Líbano y Palestina hasta el día de hoy.




Muchos se preguntarán, ¿qué pasa con el Kurdistán, por qué no se habla aquí de ello? Existe mucha confusión con Sykes-Picot y otros tratados y mapas de la época, la cuestión kurda tiene más que ver exclusivamente con el territorio que heredaría la naciente Turquía de su ancestro otomano. Para quienes estén interesados en los mapas del Kurdistán, por favor repasar nuestro artículo: KURDISTÁN: Los mapas de la discordia


Parte II

Hechos y ficción
La historia de “Sykes-Picot”

Adán Garfinkle
The American Interest

Lección de historia: Sykes-Picot no estableció -repito, no estableció- las fronteras del Medio Oriente moderno.

El 16 de mayo de 2016, se cumplió el centenario de Sykes-Picot, y las inanidades y estupideces al respecto surgen de los medios a una velocidad que me cuesta seguirles el ritmo. Vayamos al grano: Sykes-Picot no estableció -repito, no estableció- las fronteras del Oriente Medio moderno. Esto debería dificultar culpar a Sykes-Picot, ya que nunca entró en vigor. Y lo que se está desmoronando hoy no es el sistema interestatal Sykes-Picot, sino cada vez más las propias unidades; el sangriento ruido interestatal que vemos no es la fuente del problema central de la región, sino un síntoma del mismo. Hay muchas cosas en que pueden equivocarse, y sin duda es un asunto repugnante para compartir con la gente sin educación, como si fueran aperitivos de sabor extraño para la hora del cóctel.

Bien, entonces ¿por qué Robin Wright en The Atlantic, David Ignatius en el Washington Post, Daniel Pipes en su blog y, según el último recuento, unas seis docenas de personas más publicaron recientemente insistiendo en que Sykes-Picot hizo lo que seguramente no hizo?

Solo hay dos explicaciones posibles.

Una es que un autor sabe que la historia es mucho más compleja que dos tipos sentados en un salón imperial lleno de humo con un mapa en blanco y un lápiz grueso, pero usa el conocido eslogan “Sykes-Picot” como abreviatura para resumir lo que realmente sucedió. La otra es que el autor en cuestión en realidad no tiene ni idea de lo que está hablando. Ignatius y Pipes, estoy bastante seguro, usan abreviaturas. Robin Wright y muchos otros, no estoy tan seguro. Pero el resultado es el mismo: engañar a otros crédulos sobre lo que realmente sucedió durante y justo después de la Primera Guerra Mundial para moldear los contornos de Oriente Medio. Entonces, en resumen, ¿qué sucedió?

No hubo solo un cónclave secreto durante la guerra entre los Aliados, sino cuatro.

El primero, y con diferencia el más importante, el Acuerdo de Constantinopla del 18 de marzo de 1915, otorgó Estambul a Rusia, el control de los Dardanelos, Tracia y una parte del noreste de Anatolia; además, otorgó a Gran Bretaña y Francia amplias esferas adicionales sobre el patrimonio árabe del Imperio Otomano.

En segundo lugar, el Tratado de Londres, firmado el 26 de abril de 1915, puede describirse con justicia como el soborno aliado a Italia para que se uniera a la guerra, y prometía a los italianos beneficios inmobiliarios específicos a expensas de los otomanos. Este Tratado abrevió el primer esbozo de la distribución geográfica de la posguerra.

En tercer lugar, más de un año después (el 16 de mayo de 1916), se produjo el Acuerdo Sykes-Picot, mucho después de que los aliados hubieran acordado y firmado el acuerdo básico. Representó principalmente un ajuste y un conjunto más específico de acuerdos únicamente entre Gran Bretaña y Francia sobre sus posibles adquisiciones. Esto fue necesario por varias razones: ambigüedades en el plan original; la evolución de las realidades del campo de batalla; y el hecho de que Gran Bretaña había abierto y desarrollado desde entonces otra vía de negociaciones secretas, esta vez con el jerife Hussein de La Meca en la ahora famosa correspondencia Hussein-McMahon.

Sykes-Picot llegó con un mapa coloreado en cinco partes: zonas británicas y francesas directas e indirectas, y una zona internacional que abarcaba Jerusalén y una ruta hacia el oeste hasta la costa de Haifa. Las esferas de influencia indirectas británicas y francesas debían ser dominio de un “estado árabe independiente”, y esas mismas palabras aparecen en el mapa original. (más adelante se abordará lo que esto implica).

En cuarto lugar, llegó los Acuerdos de Saint Jean de Maurienne el 17 de abril de 1917, lo que amplió la participación italiana, pero dependía de la aceptación rusa. Esta aceptación nunca se produjo debido a la Revolución Rusa.




De hecho, ninguna de las fronteras previstas en estos acuerdos, ni por separado ni en conjunto, llegó a concretarse. La Revolución rusa invalidó el Acuerdo de Constantinopla, y el avance de los ejércitos del general Edmund Allenby en 1917 también invalidó gran parte del mapa Sykes-Picot. La Declaración Balfour de noviembre de 1917, que no incluía ningún mapa, y la intervención del ejecutivo sionista como elemento político en el proceso de toma de decisiones de la posguerra complicaron aún más la cuestión de la frontera entre el posible mandato británico para Palestina y el mandato francés para Siria.

Tras Versalles en 1919, se convocó una importante conferencia en San Remo en abril de 1920 para definir definitivamente las fronteras en previsión del depósito de los mandatos ante la Sociedad de Naciones. Pero ni siquiera San Remo resolvió el asunto definitivamente.

El Tratado de Sèvres, firmado en agosto de 1920, impuso un acuerdo muy draconiano al Imperio Otomano, pero cabe destacar que no insistió en el fin del imperio como tal, ni en su posesión del califato del Islam. En cualquier caso, pronto el gobierno griego de Venizelos aprovechó la debilidad de la Turquía otomana para invadir Anatolia, con apoyo británico. Esta fue una decisión fatídica y muy estúpida. Tuvo el efecto, junto con otras causas, de fortalecer y centrar considerablemente una incipiente guerra turca de liberación de una invasión multifacética en las principales tierras turcas de Anatolia. Antes de que terminara, unos 18 meses después, las armas turcas habían aplastado a los griegos. Este resultado, junto con el resurgimiento de la idea de un estado armenio independiente, convirtió a Sèvres, junto con lo poco que quedaba del mapa Sykes-Picot, en letra muerta. Ninguna de las fronteras trazadas en San Remo en relación con los límites de los mandatos con Turquía tenía sentido.

Durante el esfuerzo turco por resistirse a los términos del Tratado de Sèvres, Mustafá Kemal (Ataturk) tomó el control militar del gobierno turco. Ataturk y sus colegas nacionalistas acabaron con el imperio, separaron el califato de él y, finalmente, en 1924, lo abolieron por completo. Así pues, no fueron los Aliados quienes destruyeron formalmente lo que quedaba del Imperio Otomano y el califato, sino los propios turcos en nombre de la nueva República de Turquía.


El General (Pasha) Mustafá Kemal, luego Mustafá Kemal Atatürk, padre fundador de la actual Turquía


Fue el Tratado de Lausana, firmado en 1923, el que determinó las fronteras entre Turquía y los mandatos para Siria e Irak. Sin embargo, nunca se gestó ningún mandato para Armenia, ya que Turquía y la joven Unión Soviética invadieron conjuntamente el naciente estado armenio y aniquilaron su independencia. La URSS puso fin, por aquel entonces, a las tres nuevas repúblicas soberanas del Cáucaso que se habían separado de Moscú durante la guerra civil rusa de 1920-21. Ninguna entidad kurda se desarrolló fuera de la zona autónoma, ya que Mustafá Kemal logró persuadir a sus correligionarios kurdos musulmanes para que se unieran a él contra adversarios cristianos comunes: los griegos y los armenios, junto con sus grandes potencias aliadas.

La Comisión anglo-francesa Newcombe-Paulet finalmente detalló la frontera entre Palestina y Siria en 1923. El surgimiento del “gran” Líbano -las fronteras del Líbano actual- a partir del Monte Líbano y el mandato sirio en 1924 es una historia tan compleja que me cuesta resumirla aquí. Y, como Secretario Colonial, Winston Churchill creó el Emirato Hachemita de Transjordania una mañana de domingo de 1921 en Jerusalén, “entre puros y brandy”, en condiciones también demasiado complejas para resumirlas aquí. Cabe destacar que, en este caso, se crearon fronteras para una entidad que nadie, ni en su imaginación más descabellada, concibió siquiera que existiera en mayo de 1916.

Y, por supuesto, trazar las fronteras de Transjordania significó trazar una frontera occidental para lo que se convirtió en Irak. Si alguien hoy en día nunca ha oído hablar, por ejemplo, del problema del “capítulo árabe”, significa que nunca ha descifrado los archivos, que depende completamente de literatura secundaria defectuosa y que realmente no tiene ni idea de lo que dice cuando habla de Irak en la configuración territorial que asumió en 1920. Por si fuera poco, posteriores ajustes entre la Siria francesa y la Mesopotamia británica (posteriormente llamada Irak) trasladaron Mosul de la zona francesa a la británica a cambio de concesiones francesas en la industria petrolera local.

Mientras tanto, el Reino de Nejd, nunca colonizado, invadió el Hiyaz en 1924, expulsando a los hachemitas, lo que finalmente condujo a la adopción del término Reino de Arabia Saudita en 1932. Dos años después, Arabia Saudita atacó Yemen y se anexionó las provincias de Asir y Najran. Las fronteras entre Siria y Transjordania, y entre Transjordania y Arabia Saudita, no se definieron hasta mediados de la década de 1930. En 1938, una provincia del norte de Siria -Hatay, o lo que antes se conocía como Sandjak de Alejandreta y luego Cilicia- fue cedida a Turquía por Francia, con el consentimiento británico, en un acuerdo diseñado para evitar el apoyo turco a Alemania en la inminente guerra.

Se podría profundizar en la descripción de cómo se trazaron las fronteras del Oriente Medio "moderno", incluyendo la creación de los jeques del Golfo Pérsico, el último de los cuales (los Emiratos Árabes Unidos) no se creó hasta 1971. En otras palabras, ¡"Fronteras Sykes-Picot"! ¡Ni hablar! La insinuación de que alguna vez existieron es pura y simple mentira.

Mucho sobre cómo se trazaron y cómo no se trazaron las fronteras. Pero ¿por qué sucedió así? Las preguntas de "por qué" suelen ser mucho más difíciles de responder que las de "cómo", pero un breve intento quizás sea útil porque arroja algo de luz sobre lo que los observadores contemporáneos afirman que Sykes-Picot significa para nosotros, o debería significar para nosotros, un siglo después. 

Si existe alguna lección, esta debería extenderse más allá de Oriente Medio, pues los Aliados no solo arrebataron al sultán el control de las provincias árabes del Imperio Otomano, sino que también desmembraron los imperios de los Habsburgo y los Hohenzollern. El Imperio Romanov, mientras tanto, al final de la guerra, se encontraba en proceso de desmembrarse (temporalmente).

 

Un mapa detallado que muestra el Imperio otomano y sus dependencias, incluyendo sus divisiones administrativas (valiatos, sanjacados, kazas), en el año 1899



Pero centrémonos por ahora en el desmembramiento del Imperio Otomano. ¿Cuáles fueron las razones?

Razones -en plural- es la forma correcta de plantear la pregunta, porque rara vez una sola razón agota la realidad. Tres parecen ser las más importantes.

Una razón se relacionaba con la prudencia geoestratégica. La rescisión del Imperio Otomano, a lo largo de muchos años, había creado vacíos que fomentaron la competencia entre otras potencias y provocaron crisis y guerras, entre ellas las guerras de los Balcanes a principios del siglo XX y, en la mente de los estadistas de la época, la propia Guerra Mundial. Por lo tanto, un desmembramiento ordenado, alcanzado de mutuo acuerdo, debería hacer que el sistema en su conjunto fuera menos propenso a crisis y guerras en el futuro. El mismo razonamiento se aplicó tanto al desmembramiento previsto del derrotado Imperio de los Habsburgo como al del Imperio Otomano.

Una segunda razón se refería a la competencia imperial en general. La carrera por las colonias entre algunas potencias europeas -principalmente Gran Bretaña, Francia y Alemania- se había acelerado con la capacidad tecnológica para apoderarse y administrar imperios de ultramar. Una conferencia de Berlín en 1888 había dividido el África subsahariana. Posteriormente, la competencia se trasladó en parte al Pacífico Sur. Para 1914, quedaban pocos bienes raíces lucrativos en el planeta, salvo los que poseían los otomanos y que podían ser confiscados como resultado de la guerra. La competencia geoestratégica por los bienes raíces se había vuelto completamente global en la mente de los estadistas de las grandes potencias europeas por primera vez, y había asumido el carácter de una competencia posicional: cada potencia temía quedar en desventaja competitiva si este o aquel territorio caía en manos de un imperio rival. Muchos observadores a lo largo de los años han argumentado que esta competencia era sobre todo de carácter comercial; otros, que también estaba asociada con la grandeza nacional y el ego colectivo. Por muy ciertos que esos motivos pudieran haber sido en la mayoría de los casos, el motivo dominante para la mayoría de las potencias parecía provenir de esta competencia posicional, similar a un juego, que se manifiesta en muchas formas de comportamiento humano. (Los estadounidenses quizás puedan comprender esto mejor en el contexto de la adquisición de Hawái por parte de Estados Unidos. Sin duda, se cometieron algunas acciones ruines en esa saga expansionista; pero en aquel momento parecía obvio que si Estados Unidos no se presentaba, Alemania, Japón o Gran Bretaña lo harían, lo que le crearía una desventaja estratégica).

Una tercera razón, que no fue la más importante en 1914-1916, pero que cobró mucha más influencia en 1918-1919, fue de un tipo completamente diferente. Se trató de un cambio normativo que sostenía que el principio imperial de legitimidad debía ceder ante el principio moralmente superior de la autodeterminación nacional. Esto explica por qué, al final de la guerra, cuando los Aliados comenzaron a repartirse el territorio del Imperio Otomano, no pudieron simplemente tomarlo como botín de guerra imperial, como en tiempos pasados. En su lugar, crearon la idea de los mandatos, asociados con la creación de la nueva Sociedad de Naciones, en virtud de los cuales los territorios de la Turquía otomana y Alemania debían, al menos en teoría, ser guiados hacia la independencia soberana a su debido tiempo. ¿Cómo sucedió esto?

No hay suficiente espacio aquí para abordar plenamente esta cuestión. Baste decir que la base moral de la gobernanza ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero lo ha hecho a distintas velocidades y de distintas maneras en distintas zonas de civilización. En la Primera Guerra Mundial, una zona de civilización que avanzaba a una velocidad (Europa Occidental) chocó con otra (Oriente Medio) que avanzaba a otra velocidad. En Europa Occidental, especialmente en Gran Bretaña, Francia y Países Bajos, las sensibilidades religiosas democratizadas habían invadido la política durante aproximadamente el siglo anterior, dando lugar, entre otras cosas, a la campaña para abolir la trata de esclavos. Pero las cruzadas, una vez lanzadas, son difíciles de controlar o anticipar, por lo que no nos sorprenderá saber que el elevado idealismo secularizado de Wilberforce sentó las bases para la colonización del África subsahariana por Gran Bretaña, Francia, Alemania, Portugal y Bélgica.

Nadie ve esto hoy en términos moralmente positivos, pero en ese momento la "carga del hombre blanco" y, en Francia, la misión civilizadora, eran extensiones secularizadas naturales de los elementos evangélicos del pensamiento cristiano, la "mundanización" de las categorías escatológicas. Ciertamente, intereses imperialistas más bajos estaban en juego, pero muchos pensaban sinceramente que el colonialismo era benigno y progresista. Y el crescendo de popularidad del que disfrutó el movimiento abolicionista fue un elemento que dio forma a la doctrina nacionalista de la autodeterminación. Siendo la mente humana promiscuamente asociativa, era solo cuestión de tiempo antes de que la proposición de que ningún hombre debería poseer o tener dominio sobre otro hombre se transformara en la proposición de que ninguna nación debería poseer o tener dominio sobre otra nación.

Por supuesto, el auge del nacionalismo en la Europa del siglo XIX también tuvo otras causas. Pero, sea cual fuere su origen, la fuerza moral de la autodeterminación nacional se unió en la Segunda Guerra Mundial a los otros dos motivos principales para desposeer a los otomanos, mencionados anteriormente. El avance de este nuevo ideal fue impulsado por moralistas armados -los neoconservadores de la época, en efecto-, personificados sobre todo por el presidente estadounidense Woodrow Wilson, quien rechazó cualquier mandato para Estados Unidos.

Las potencias aliadas, en cierto sentido, quedaron atrapadas en este cambio normativo que se alejaba de la legitimidad del principio imperial y se acercaba al nuevo ideal del "estado-nación", donde la comunidad etnolingüística se alineaba con la soberanía política legítima y la constituía como base de la misma. 

Cuando se reunieron en secreto a partir de 1915 para repartirse las tierras otomanas, los señores imperiales de las grandes potencias aliadas jamás imaginaron un sistema de mandatos ni una Sociedad de Naciones. Sin embargo, al finalizar la guerra y a punto de comenzar la conferencia de paz de Versalles en 1919, parecía imposible que otra idea pudiera competir, y mucho menos prevalecer. 

Así pues, cuando se plantea la pregunta: "¿Se concibieron los mandatos como instituciones de transición sinceras hacia una independencia real, o fueron meras tapaderas para la expansión de los imperios francés y británico?", la respuesta no es tan clara como podrían pensar los cínicos; de lo contrario, la frase "estado árabe independiente" nunca se habría inscrito en el mapa original de Sykes-Picot. En verdad, fue un poco de ambas cosas.

Ahora bien, por eso, cuando hoy se dice que la lección de Sykes-Picot es que las grandes potencias no deberían ir por ahí trazando las fronteras de otros -incluidas, de nuevo, las de Oriente Medio-, se genera un gran aplauso en algunos sectores. Incluso puede ser un buen consejo; para los extranjeros, redibujar las fronteras de la región hoy en día implica asumir la responsabilidad de hacerlas cumplir, y nadie en su sano juicio debería entusiasmarse con ello. Pero el consejo, independientemente de la opinión que se tenga, simplemente no se ajusta a la realidad histórica. Una vez que los Aliados decidieron despojar a los otomanos de sus posesiones imperiales y repartirlas, tras la victoria en la guerra, alguien tuvo que trazar algunas fronteras en algún lugar

¿Cuál era la alternativa? ¿Dejar intacto el sistema turco de millet y permitir que los cantones religiosos transterritoriales las sustituyeran como fronteras en una región gobernada por estados europeos con límites territoriales convencionales entre ellos? Incluso si los europeos hubieran imaginado tal solución, habría sido impráctica, casi ridícula. Y ciertamente los lugareños no estaban entonces en posición de trazar sus propias fronteras porque no tenían manera de hacer cumplir lo que hubieran decidido.

En cuanto a la supuesta "artificialidad" de las fronteras creadas en la región, la cual suele ser la alusión inmediata al proclamado pecado imperial de Sykes-Picot, esto también es bastante absurdo. Oriente Medio en 1919, no menos que en 1519, era un mosaico muy heterogéneo de etnias y afiliaciones sectarias, y el Levante más que la mayor parte del resto de la región. Cualquier frontera trazada allí habría sido "artificial" si por lo contrario de artificial se entienden fronteras históricas preotomanas entendidas y legítimas o fronteras que crearon estados-nación homogéneos. Ninguna de las dos existía ni era posible. Y las que se trazaron generalmente se apoyaban en alguna justificación histórica o etnosectaria ("El Hipo de Winston" al trazar la frontera de Transjordania con Arabia Saudita es un ejemplo claro); no eran tan artificiales como parece. (Nota del editor: El "Hipo de Winston" o el "Estornudo de Churchill" es el enorme zigzag en la frontera oriental de Jordania con Arabia Saudí, supuestamente porque Winston Churchill trazó la frontera de Transjordania después de un generoso y largo almuerzo).





Si las semillas de los actuales problemas en Oriente Medio se sembraron entre 1914 y 1918, no provienen de fronteras supuestamente artificiales trazadas por edictos imperiales, de los cuales Sykes-Picot fue una parte de mediana importancia

Provienen, en cambio, del intento de imponer el concepto occidental de Estado territorial secular y weberiano en una parte del mundo donde no existían precedentes. El motivo fue, al menos en cierta medida, benigno: hacer esta parte del mundo más moderna, más “progresista”, en el lenguaje de la época. Sin embargo, el resultado fue la creación, en última instancia, de una serie de estados independientes débiles, cada uno con una vida media diferente, pero no, históricamente hablando, muy larga. Su decadencia nos acecha ahora en un momento en que las tensiones que sienten todos los estados han aumentado notablemente. No es sorprendente que los más débiles sean los primeros en convertirse en polvo.

Y la ironía de todo esto es casi demasiado agria para soportarla. Los fuertes estados occidentales del período de la Primera Guerra Mundial, sin darse cuenta, causaron un sinfín de problemas a los pueblos y sociedades del Medio Oriente al incubar una arquitectura política que el suelo de sus tierras no podía soportar. Y ahora estos estados se están desmoronando, esparciendo demonios por todas partes en forma de Al-Qaeda, ISIS/Estado Islámico y quién sabe qué vendrá después, causando un sinfín de problemas a los pueblos y sociedades de Occidente en un momento en que la capacidad incluso de los estados relativamente fuertes para lidiar con tales problemas ha disminuido significativamente. Llámenlo "venganza" si quieren, no que sea conscientemente forjado o remotamente intencional en el sentido que acabamos de describir; es decir, los estados de la región que explotan como bombas suicidas simbólicas diseñadas para matar a enemigos extranjeros seleccionados. Sin embargo, una cosa es segura: la venganza no siempre es dulce.

Sykes-Picot cumple más de cien años, y lo que para la mayoría de la gente parece significar -a juzgar por lo que se ofrece- no solo se basa en diversos tipos de error, sino que trivializa profundamente la verdadera historia. La verdadera historia, una vez que uno la conoce realmente, no trata sobre imperialismo ni política de poder, ni sobre victimarios ni víctimas. La verdadera historia trata sobre cuán frágiles e interconectadas somos las criaturas humanas, sobre lo poco que comprendemos y podemos prever, y, sobre todo, sobre la inquietante rapidez con la que culpamos a otros de nuestros propios problemas y los de los demás.


Adán Garflinke

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Fuentes: 

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