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22 abril 2025

Truman Smith: el estadounidense que vio venir a Hitler

 


Introducción

Este es un post intercalado de varios artículos, pero la base es el reportaje, "Truman Smith: The American Who Saw Hitler Coming" (Truman Smith: el estadounidense que vio venir a Hitler) de Andrew Nagorski (publicado en HistoryNet, 2012), es un resumen textual del autor. Nagorski es ex jefe de la oficina de Newsweek en Berlín, vicepresidente y director de políticas públicas en el EastWest Institute, el artículo es una adaptación de su libro "Hitlerland: American Eyewitness to the Nazi Rise to Power" (2012). Como se indicó, el artículo original de Nagorski (se conserva su título traducido del inglés) viene acompañado de varias notas referenciales de otros autores que refuerzan y/o aclaran la ponencia principal. Las referencias originales pueden ser consultadas en las notas a pie de página. Igualmente, el editor del blog ha interpuesto el material gráfico.


Coronel Truman Smith (1893-1970)


El agregado militar Truman Smith fue el primer diplomático estadounidense en reunirse con un agitador local en Múnich llamado Adolf Hitler, y uno de los primeros en advertir sobre el resurgimiento militar de Alemania. Sus informes fueron oportunos, proféticos, y en gran medida ignorados.


Algunos datos biográficos de Truman Smith

Coronel Truman Smith (1893 - 1970), sirvió  en el Ejército de los Estados Unidos entre 1916–1946 como oficial de infantería, agregado militar y oficial de inteligencia. Tras la primera guerra mundial, durante la ocupación de Alemania, estuvo destinado en Coblenza como asesor político del oficial a cargo de los asuntos civiles (1919 - 1920). Agregado militar adjunto en Berlín entre 1920 - 1924 y entre 1935 - 1939. Recopiló información valiosa sobre las capacidades militares alemanas mientras servía en Berlín antes de la segunda guerra mundial. Retornó a Washington, DC, como especialista en Alemania en la división de inteligencia militar del Ejército de los EE. UU y como asesor personal del general George C. Marshall (1939-1945). Influyó en el establecimiento de la nueva Bundeswehr para que desempeñara un papel en la Guerra Fría.

En noviembre de 1922, Smith fue enviado a Múnich para investigar a un organizador político local, Adolf Hitler. En su informe presentado a Washington, identificó proféticamente al joven Hitler como un "demagogo maravilloso", fuerza dominante de su movimiento fascista bávaro, fanático de discurso enérgico que podía influir en un oyente neutral (William Shirer, "El ascenso y la caída del Tercer Reich". Nueva York, 1990, pág.  47). 

Desde Berlín, a finales de los años 30, informó sobre el rearme alemán, las capacidades de la Luftwaffe y el creciente grado de organización de los alemanes para la guerra. Mantuvo amistad con oficiales importantes como Werner von Blomberg (ministro de Guerra). Organizó (mayo de 1936) el primero de los cinco viajes de inspección del coronel Charles Lindbergh a la industria aeronáutica alemana y a la Luftwaffe. Los oficiales superiores de la Luftwaffe discutieron tácticas y operaciones aéreas con Lindbergh quien voló un Messerschmitt Bf 109. Luego Lindbergh manifestó su pública oposición a las políticas de guerra de Roosevelt; Lindbergh aceptó una condecoración de Hermann Göring, alimentando las sospechas de que simpatizaba con los nazis y de deslealtad a su país, hechos que lo volvieron impopular.

Truman Smith afirmó que las visitas de Lindbergh en realidad proporcionaron valiosa información. El mismo Smith estuvo bajo sospecha y pudo ser difamado por derrotista o simpatizante alemán, pero George Marshall lo protegió, aunque se afirma que Smith era contrario a Roosevelt y que se alegraría de la muerte del presidente en 1945 (Lynne Olson, "Aquellos días de furia: Roosevelt, Lindbergh y la lucha de Estados Unidos por la Segunda Guerra Mundial, 1939-1941", pág. 406)

En 1958, el general Albert Wedemeyer publicó un libro autobiográfico sobre la Segunda Guerra Mundial, "Wedemeyer Reports!", elogió a Smith por sus logros durante su tiempo en Berlín y la calidad de sus informes sobre el rearme alemán. Wedemeyer señaló que Smith (y Charles Lindbergh) se ganaron el agradecimiento de los Estados Unidos, pero fueron criticados por una camarilla de políticos que querían ignorar los preparativos de guerra del régimen nazi. 

El Presidente de los Estados Unidos otorgó la Medalla de Servicio Distinguido del Ejército al Coronel Truman Smith por servicios excepcionalmente meritorios y distinguidos al Gobierno de los Estados Unidos, durante el período de agosto de 1935 a marzo de 1938, y del 23 de febrero de 1942 al 19 de enero 1945.

 

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Con un metro noventa tres de altura Truman Smith tenía una figura imponente y poseía un pedigrí impresionante. Se convirtió en comandante de batallón en la Primera Guerra Mundial. Smith era un ávido estudiante de la lengua y la cultura alemanas, y su experiencia le valió puestos en Alemania durante dos de sus períodos más trascendentales. Asesor político del Ejército de los Estados Unidos en Coblenza en 1919 y en la embajada de Berlín de 1920 a 1924. Agregado militar superior en los años cruciales previos a la Segunda Guerra Mundial, de 1935 a 1939.

Durante la primera estancia de Smith en Berlín, el nombre de Adolf Hitler empezaba a escucharse en todo el país. Eran los primeros días de la República de Weimar, un período de inestabilidad política y económica crónica que ofrecía muchas oportunidades para los extremistas violentos tanto de extrema derecha como de extrema izquierda. El Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes de Hitler era sólo un grupo de radicales entre muchos otros.

Izq. Adolf Hitler en 1921, aún en uniforme militar; derecha fotografía de la década de 1920, ya como político del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP)

Eso cambiaría, por supuesto. En Berlín, el embajador estadounidense Alanson B. Houghton, un industrial convertido en congresista y luego diplomático, estaba profundamente preocupado por la agitación en Alemania y, en particular, por los disturbios políticos en la parte sur del país. En el otoño de 1922, hubo rumores de que el general Erich Ludendorff, que había dirigido el ejército alemán en la segunda mitad de la Primera Guerra Mundial, podría estar planeando derrocar al gobierno e imponer una dictadura de derecha. Después de un breve exilio tras la derrota de Alemania, Ludendorff regresó a Múnich y se unió a Hitler y otros agitadores. Con el telón de fondo del ascenso de Benito Mussolini en Italia, la extrema derecha política alemana parecía en ascenso. "Algo se está gestando en Baviera y nadie parece saber exactamente qué es", escribió Houghton en su diario.

Para vigilar la situación, Houghton recurrió a su joven agregado militar asistente, Truman Smith. Smith señalaría más tarde que la mayoría de los diplomáticos extranjeros en Berlín en ese momento habían descartado a los nacionalsocialistas como "sin importancia", y describió al líder del partido, Adolf Hitler, como un "loco inculto". Houghton, por el contrario, "parece haber tenido, incluso en esta fecha temprana, una premonición de que el movimiento y su líder podrían desempeñar un papel importante en la perturbada Alemania de principios de los años veinte". El embajador Houghton y el agregado militar de la embajada, superior inmediato de Smith, instaron a Smith a "tratar de establecer un contacto personal con el propio Hitler y formarse una estimación de su carácter, personalidad, habilidades y debilidades".

Smith hizo exactamente eso. Fue el primer diplomático estadounidense en entrevistar a Hitler, y en la década de 1920 escribió informes asombrosamente proféticos sobre el futuro líder de Alemania. Es más, durante su segunda estancia en Alemania, Smith utilizó hábilmente a Charles Lindbergh para obtener una visión de primera mano de las capacidades de aviación del país, lo que le permitió producir un flujo constante de evaluaciones en gran medida precisas de la Luftwaffe, así como de la rápida acumulación militar de Hitler a finales de la década de 1930. Sin embargo, la Administración Roosevelt, consciente del ambiente aislacionista en casa, prestó poca atención a los informes de Smith. Algunos columnistas y políticos incluso afirmaban que Smith había sido engañado por la propaganda y, por lo tanto, exageraba sus relatos sobre la fuerza de Alemania. Esto podría explicar por qué Smith solo recibe una mención pasajera en las principales obras históricas sobre el período anterior a la guerra, y nunca se le dio el crédito adecuado por sus primeras advertencias sobre el monstruo alemán.


Noviembre de 1922. Truman Smith conoce a Adolf Hitler

  

Izq., cartilla militar de Adolf Hitler (1921); der., carnet de afiliación de Hitler al NSDAP (1927)


Truman Smith llegó a Múnich el 15 de noviembre de 1922 y rápidamente conoció a un grupo diverso de personas, registrando sus discusiones e impresiones. El diplomático de 29 años preguntó a todo el mundo sobre Hitler. Resumiendo las opiniones de Robert Murphy, el cónsul interino de Estados Unidos, Smith escribió: "Hitler entiende a fondo la psicología bávara. Si es lo suficientemente grande como para tomar la delantera en un movimiento nacional alemán es otra cuestión; Probablemente no".

El general Friedrich Freiherr Kress von Kressenstein, comandante de artillería de la 7ª División del ejército alemán, le dijo a Smith que no se había reunido con Hitler, pero que tenía la impresión de que el hombre era "un genio de la oratoria". Agregó que "Hitler no era tan radical como lo pintaban sus discursos", y que era antisemita en "un sentido saludable", ya que quería mantener a los judíos fuera de los puestos gubernamentales. Salvo algún error, Kress von Kressenstein le dijo a Smith, el movimiento de Hitler tenía "un gran futuro por delante". Friedrich Trefz, redactor jefe del periódico Münchner Neueste Nachrichten (Últimas Noticias de Múnich), estuvo de acuerdo. Le dijo a Smith que Hitler era un "orador maravilloso. Ninguno mejor". Trefz dijo que había ido a una reunión nacionalsocialista y se sentó entre un general y un comunista; Ambos habían asistido por curiosidad, y después ambos se inscribieron como miembros del partido. La conclusión de Trefz: "Los nacionalsocialistas no representan ningún peligro inmediato para el gobierno. Sin embargo, el terreno es fértil y el partido crecerá".

A continuación, Smith se aventuró a la sede informal del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, en Georgenstrasse 42. Allí se reunió con Max Erwin von Scheubner-Richter, uno de los primeros confidentes de Hitler, quien afirmó que el partido tenía 35.000 miembros en Múnich, 200.000 simpatizantes y una organización clandestina "militarmente organizada" armada con garrotes y pistolas. El estadounidense fue invitado a ver a Hitler pasar revista a sus tropas paramilitares, los Camisas Pardas. Fue "un espectáculo realmente extraordinario", señaló Smith. "Mil doscientos de los rufianes más duros que he visto pasar revista ante Hitler a paso de ganso bajo la vieja bandera del Reich con brazaletes rojos con Hakenkreuzen (esvásticas)". El líder nazi pronunció un breve discurso, en el que prometió desafiar a cualquiera que intente detener el movimiento. "Luego grita: 'Muerte a los judíos', etc., etc. Hubo vítores frenéticos. Nunca había visto algo así en mi vida".


Postal que muestra a Hitler durante un discurso a sus militantes alrededor de 1923, obra de Otto von Hoyer (pintada alrededor de septiembre de 1939). La postal tenia como titulo: 'Am Anfang war das Wort' (En el principio era el Verbo)


A las 4 p.m. del lunes 21 de noviembre, Smith se reunió con Hitler en la sede del partido. El diplomático se sobresaltó por los aposentos de Hitler, que le recordaban a una lúgubre trastienda de una casa de vecindad de Nueva York. Las impresiones de Smith ese día, que anotó en su cuaderno una vez que regresó a su habitación en el Hotel Marienbad, fueron precisas. "Un demagogo maravilloso", escribió. "Pocas veces he escuchado a un hombre tan lógico y fanático. Su poder sobre el populacho debe ser inmenso". El mensaje de Hitler fue inequívoco: "El parlamento y el parlamentarismo deben desaparecer. Nadie puede gobernar con ella en la Alemania de hoy. Sólo una dictadura puede poner a Alemania en pie".

En un informe que presentó después de regresar a Berlín, Smith agregó esta evaluación:


"La cuestión de si los nacionalsocialistas de Hitler pueden desempeñar un papel en Alemania equivalente al papel de los fascistas en Italia todavía no puede responderse con ningún grado de certeza. En la limitada zona de Baviera, al sur del Danubio, no se puede negar el éxito de Hitler. Se cree que no sólo en Múnich, sino en toda Alemania, hay un campo fértil incluso entre los obreros de las fábricas para un movimiento nacional. Por otra parte, parece poco probable que, con los resultados ya obtenidos, falte dinero para la propagación de la idea de una dictadura nacional. Estos hechos, junto con el magnetismo y la capacidad oratoria del líder nacionalsocialista, hablan de un desarrollo rápido y consecuente de los "fascistas" alemanes".

 

* Nota agregada por el editor del blog. Al respecto de este informe, hay otra puntualización que encontramos en el medio Spartacus Educational, "Truman Smith":

Truman Smith siguió teniendo un gran interés en Hitler. El 25 de noviembre de 1922 dijo en un informe a Washington: 

"La fuerza política más activa en Baviera en la actualidad es el Partido Nacional Socialista del Trabajo. Más que un partido político, es un movimiento popular y debe ser considerado como el equivalente bávaro de los fascistas italianos. Recientemente ha adquirido una influencia política bastante desproporcionada a su fuerza numérica real. 

Adolf Hitler ha sido desde el principio la fuerza dominante del movimiento, y la personalidad de este hombre ha sido sin duda uno de los factores más importantes que han contribuido a su éxito... Su capacidad para influir en una asamblea popular es asombrosa. En conversaciones privadas se revelaba como un orador enérgico y lógico, lo que, cuando se atempera con una seriedad fanática, causaba una impresión muy profunda en un oyente neutral".

Una tercera consulta señala como fecha del encuentro Hitler-Truman Smith el 20 de noviembre de 1922. En el libro online, "The Propagander!"™, redactado por Walther Johann von Löpp, se dice que en noviembre de 1922, el diplomático estadounidense Truman Smith llega a Múnich, armado con una carta de presentación de Ernst "Putzi" Hanfstaengl, a quien había conocido antes. Smith, "a los pocos días, se reúne con Ludendorff, el príncipe heredero Rupprecht, Kahr, Lerchenfeld y varios funcionarios del gabinete. Como parte de su investigación sobre el hervidero político de Baviera, ha recibido instrucciones de informar especialmente sobre un tal Adolf Hitler. El 20 de noviembre de 1922 el diplomático Truman Smith se reúne con Hitler en la sede del partido... 

Hitler le dice a Smith: "El parlamento y el parlamentarismo deben desaparecer. Nadie puede gobernar con ellos en Alemania hoy en día. Sólo una dictadura puede poner a Alemania de pie". "Hitler enfatiza que su movimiento es federal y que busca el control del Reich, no sólo de Baviera" (von Löpp citando a Charles Bracelen Flood, "Hitler: The Path to Power", 1989).

Según esta investigación, Ernst "Putzi" Hanfstaengl aún no conocía a Hitler. El trabajo de von Löpp afirma que, en noviembre de 1922 (día exacto desconocido) Truman Smith recibe la orden de regresar a Berlín en el tren de la tarde, al despedirse de Hanfstaengl le dice: 

- "Conocí a un tipo extraordinario".

Hanfstaengl recuerda la conversación:

- De verdad -contesté-. ¿Cómo se llama?

- Adolf Hitler.

- Debes haberte equivocado de nombre -dije-. ¿No te refieres a Hilpert, el nacionalista alemán, aunque no puedo decir que vea nada particularmente notable en él? 

- No, no -insistió Truman Smith-. Hitler. Hay muchos carteles que anuncian una reunión esta tarde... Tengo la impresión de que va a desempeñar un papel importante y, te guste o no, sin duda sabe lo que quiere... Realmente parece tener un sentido de la dirección que ninguno de los otros tiene. Me dieron un pase de prensa para esta reunión esta tarde, y ahora no podré ir. ¿Podrías echarle un vistazo y decirme qué te parece?

El graduado en Harvard, Hanfstaengl, tomó su boleto para el Kindlkeller esa noche y más tarde escribió sobre la experiencia:

"Parecía haber mucha gente de la clase de porteros o pequeños comerciantes, un puñado de ex oficiales y funcionarios de menor categoría, una enorme cantidad de jóvenes y el resto artesanos, con una alta proporción de espectadores en traje nacional bávaro...

Con sus botas pesadas, traje oscuro y chaleco de cuero, cuello blanco semirígido y extraño bigotito, él (Hitler) realmente no parecía muy impresionante... Sin embargo, cuando Drexler lo presentó entre un rugido de aplausos, Hitler se enderezó y pasó junto a la mesa de prensa con un paso rápido y controlado, el inconfundible soldado de mufti... la atmósfera en la sala era eléctrica... Había casi una nota de conversación de café vienés en la gracia de algunas de sus frases y la malicia astuta de sus insinuaciones. No había duda de su origen austriaco...

Anotó sus puntos en todos los ámbitos. Primero criticaba al Káiser por débil y luego arremetía contra los republicanos de Weimar por conformarse con las demandas de los vencedores, que estaban despojando a Alemania de todo, salvo de las tumbas de sus muertos de guerra. Había una fuerte nota de apelación a los ex militares de su audiencia... Se explayó en el patriotismo y el orgullo nacional... arremetió contra los comunistas y socialistas por desear la ruptura de las tradiciones alemanas...

Hitler llevaba sesenta minutos hablando. Miré a mi alrededor, al público. ¿Dónde estaba la multitud anodina que había visto sólo una hora antes? ¿Qué era lo que de repente retenía a aquellas personas, que en la pendiente desesperada de la meta descendente se dedicaban a una lucha diaria por mantenerse dentro de la línea de la decencia? El bullicio y el parloteo habían cesado y ellos se bebían cada palabra... Hitler me impresionó más allá de toda medida... Con sus increíbles dotes como orador, estaba claro que iba a llegar lejos, y por lo que había visto de su séquito no parecía que nadie pudiera transmitirle la imagen del mundo exterior de la que manifiestamente carecía, y en esto sentí que yo podría ser de ayuda..."

Putzi se acercó a Hitler después de que éste terminó de hablar y se presentó. Entre noviembre y diciembre de 1922, Ernst "Putzi" Hanfstaengl y Adolf Hitler se hacen muy amigos. Hitler es un invitado frecuente en casa de los Hanfstaengl (von Löpp, citando a Flood, "Hitler: The Path to Power"; - Ernst Hanfstaengl, "The missing years", 1957)

  

El Dr. Ernst 'Putzi' Hanfstaengl, llegó ha ser designado oficial de prensa extranjera del canciller alemán Adolf Hitler, luego partió al exilio. La foto es del 7 de julio de 1937, en su casa de Londres.

Volvemos con el reportaje de Andrew Nagorski.

Segunda estancia de Truman Smith en Alemania 

Los años siguientes confirmaron las observaciones de Smith. Cuando él y su esposa Katharine, conocida como Kay, regresaron a Berlín en 1935, Hitler estaba completamente al mando. Inmediatamente les llamó la atención cómo había cambiado la capital desde principios de la década de 1920. Berlín "era lo mismo, pero no lo mismo", escribió Kay en sus memorias, que nunca se publicaron y residen en los archivos de la Institución Hoover, detectando "cierta tensión" en el aire, producto de un régimen que estaba listo para atacar a cualquiera.

A diferencia de muchos de sus homólogos en otras embajadas, Smith no tenía presupuesto para pagar a los espías. Lo que sí tenía era una larga lista de contactos alemanes, oficiales que había conocido durante su primera gira por Alemania y más tarde cuando era instructor en la Escuela de Infantería de Fort Benning, Georgia, de 1928 a 1932. El comandante asistente de la Escuela de Infantería era George C. Marshall, entonces teniente coronel, quien trataba a Smith como un ayudante y traductor cuando se trataba de tratar con los alemanes visitantes.

Después de que los nazis tomaron el poder en 1933, prohibieron a cualquier oficial alemán visitar la casa de un extranjero a menos que lo conociera previamente. Esto significó que a la mayoría de los agregados militares se les impidió invitar a los oficiales alemanes a sus casas. Pero Smith ya estaba bien establecido en ese círculo: cuando organizó una fiesta a su regreso a Berlín, Kay Smith recordó que "los otros agregados se quedaron estupefactos al encontrar a tantos oficiales alemanes en nuestra recepción. Estaban verdes de envidia y Truman se convirtió en su principal objetivo en su intento de obtener noticias". En comparación, señaló Kay, los británicos y los franceses, que dependían en gran medida de espías pagados, "estaban notablemente desprovistos de contactos".

Ahora coronel, Smith trabajó obsesivamente para aprender sobre el ejército alemán. Al principio de su segundo viaje, observó cuidadosamente las insignias de los regimientos que se exhibían en los hombros de los oficiales alemanes, reuniendo información valiosa e incluso reclutando a Kay y su hija Kätchen para ayudar con esta tarea. "Cada vez que salíamos juntos en el auto, ella (Kätchen) tomaba un lado y yo el otro, nuestras caras presionadas contra el vidrio de la ventana", escribió Kay. "Fue un juego divertido para nosotros y tuvimos la sensación de ayudar a resolver el acertijo".


Izq. Truman Smith (centro) charla con el General Ludwig Beck, jefe del Estado Mayor del Ejército Alemán, durante unas maniobras militares en 1936. Derecha, El jefe de prensa extranjera del NSDAP, Dr. Ernst Hanfstaengl (segundo desde la izquierda), recibe en su casa al Capitán Truman Smith (izquierda), al capitán Ernst Lehmann (segundo desde la derecha) y al Dr. Ludwig Duerr (derecha), para celebrar el exitoso vuelo americano del dirigible LZ 129 'Hindenburg' en 1935 (foto Bridgeman)


Charles Lindbergh 

Al principio, Smith se dio cuenta de que había una imagen que no podía armar. Tenía pocos contactos con la Luftwaffe y un conocimiento "insignificante" de la organización, las tácticas o las capacidades técnicas de la fuerza aérea alemana. El capitán Theodore Koenig, el agregado adjunto estadounidense responsable de monitorear el creciente poder aéreo de Alemania, era un oficial capaz. Pero a Smith le preocupaba que su equipo fuera demasiado pequeño y estuviera mal equipado para analizar eficazmente la Luftwaffe, una tarea urgente mientras Hitler presionaba para reafirmar el poderío de Alemania.

En mayo de 1936, dos meses después de que las tropas alemanas entraran en la Renania desmilitarizada, Kay y Truman estaban desayunando cuando ella señaló un artículo de primera plana en el Herald Tribune sobre la visita de Charles Lindbergh a una fábrica de aviones en Francia. Truman se preguntaba si el famoso aviador, cuyo vuelo transatlántico había capturado la imaginación de la gente en todas partes, podría obtener el mismo tipo de acceso a las fábricas alemanas. Se puso en contacto con los ayudantes del comandante supremo de la Luftwaffe, Hermann Göring, quienes dijeron que estarían encantados de mostrar a Lindbergh sus unidades de combate y fábricas. Smith escribió una carta a Lindbergh el 25 de mayo, transmitiéndole esta invitación.

Smith nunca había conocido a Lindbergh, pero no dudó en presentar un caso contundente. "No hace falta que les diga que el actual desarrollo aéreo alemán es muy imponente y a una escala que creo que no tiene parangón en el mundo", escribió. Señalando que la acumulación de la Luftwaffe había estado envuelta en secreto hasta hace poco, agregó que los alemanes habían demostrado una mayor apertura a los estadounidenses que a los representantes de otras naciones. "El general Göring se ha esforzado particularmente por mantener relaciones amistosas con los Estados Unidos", agregó Smith. "Desde un punto de vista puramente estadounidense, considero que su visita aquí sería de gran beneficio patriótico. Estoy seguro de que harán todo lo posible para mostrarles más de lo que nos mostrarán a nosotros".

La apelación de Smith a Lindbergh, que entonces vivía con su esposa Anne en Inglaterra, resultaría ser una iniciativa brillante y fatídica. Lindbergh respondió que estaría "extremadamente interesado en ver algunos de los desarrollos alemanes en la aviación civil y militar". Smith era consciente de que los alemanes tratarían de explotar la visita de Lindbergh con fines propagandísticos, pero no pudo hacer nada para impedirlo. Se centró en persuadir a los alemanes para que permitieran a Lindbergh inspeccionar una larga lista de fábricas de aviones, instalaciones de investigación y unidades de la Luftwaffe, acompañado por él mismo o por el agregado asistente, el capitán Koenig. De este modo, los agregados estadounidenses podrían examinar las instalaciones y establecer nuevos y valiosos contactos.


En las portadas de estos libros se aprecia a Truman Smith y a Charles Lindbergh en sus giras de visita a las instalaciones de la Luftwaffe 


Cuando los Lindbergh volaron a Berlín a bordo de un avión privado en julio de 1936, fueron recibidos por funcionarios del Ministerio de Aviación, ejecutivos de la aerolínea Deutsche Lufthansa y otros representantes de la aviación alemana. Los Smith alojaron a los Lindbergh en su apartamento, y las dos parejas entablaron una amistad. "El coronel Smith está vivo, interroga y habla bien", escribió Anne Morrow Lindbergh en su diario, y agregó sobre Kay: "Es observadora, inteligente y divertida".

El evento social más importante durante la visita de Lindbergh fue un almuerzo formal en la residencia oficial de Göring en Wilhelmstrasse. Asistieron altos funcionarios de la aviación, incluido el legendario piloto de la Primera Guerra Mundial Ernst Udet. Los Lindbergh y los Smith fueron tratados como invitados de honor. Para Truman Smith, esta fue la primera vez que tuvo la oportunidad de observar y hablar con el jefe de la Luftwaffe, y aprovechó al máximo la ocasión. "Göring mostró muchas facetas de su personalidad", señaló. "A su vez, era magnético, genial, vanidoso, inteligente, aterrador y grotesco".

El almuerzo fue un asunto elaborado, y después de la comida, Lindbergh le preguntó a Göring si los invitados podían ver a su cachorro de león mascota. El anfitrión accedió encantado. Fueron conducidos a la biblioteca y las puertas se abrieron dramáticamente para el joven león... El almuerzo le permitió a Smith comenzar una relación con Göring que duró el resto de su período de servicio en Berlín.

Lindbergh demostró ser justo la cuña de inteligencia que Smith necesitaba. La verdadera recompensa provino de las visitas del piloto estadounidense a las instalaciones aéreas de Alemania. En la fábrica de Heinkel en Rostock, por ejemplo, a Lindbergh y Koenig se les permitió inspeccionar el nuevo bombardero medio He 111. Lindbergh llegó a la conclusión de que era comparable a los bombarderos británicos y estadounidenses, y superior a los franceses. También vieron a Udet volar un nuevo prototipo de caza He 112, y vieron cómo el avión se desintegraba durante una inmersión, lo que obligó al famoso piloto a lanzarse en paracaídas para ponerse a salvo. Aun así, basándose en lo que vieron de esos y otros dos aviones de Heinkel, el rápido y versátil He 70 y el prototipo de bombardero en picado He 118, junto con la moderna fábrica de aviones de la marina de la compañía en Warnemünde, los estadounidenses quedaron impresionados. "Nunca había visto cuatro aviones, cada uno distinto en tipo y construidos por un fabricante, que estuvieran tan bien diseñados", le dijo Lindbergh a Smith.

El aviador estaba claramente influenciado. Escribiendo a un amigo de la familia, Lindbergh señaló que "no tenemos nada que comparar en tamaño con las fábricas de Heinkel o Junkers". En una carta a su abogado, afirmó que estaba impresionado por "un espíritu en Alemania que no he visto en ningún otro país". Después de su primera visita, volvió a escribir al amigo de la familia: "Aunque todavía tengo muchas reservas, me he ido con un sentimiento de gran admiración por el pueblo alemán". En cuanto a Hitler, escribió, "es sin duda un gran hombre, y creo que ha hecho mucho por el pueblo alemán".


Truman Smith y Charles Lindbergh inspeccionando aviones alemanes en 1937


Gracias a la entrada de Lindbergh, Koenig visitó varios aeródromos y fábricas, lo que a su vez permitió a Smith producir informes cada vez más detallados sobre las capacidades aéreas alemanas para los funcionarios en Washington. Después de la segunda visita de Lindbergh, en octubre de 1937, Smith afirmó que si las tendencias actuales continuaban, Alemania "obtendría la paridad técnica con los EE.UU. en 1941 o 1942". Si Estados Unidos ralentizaba su programa, advirtió, "la superioridad aérea alemana se logrará aún antes". Göring pudo haber exagerado deliberadamente algunas de sus afirmaciones sobre las capacidades de Alemania, pero Lindbergh las tomó en serio. En un cóctel, se escuchó a Lindbergh decirle a Udet: "La aviación alemana ocupa un lugar más alto que el de cualquier otro país. Es invencible". No es de extrañar que los funcionarios alemanes se jactaran de que Lindbergh sería "la mejor campaña de promoción en la que podríamos invertir".

Lindbergh hizo cuatro visitas más a Alemania antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y fue tratado como un miembro de la realeza durante cada una. Esto podría ayudar a explicar su posterior campaña vocal para mantener a Estados Unidos fuera de la guerra en Europa, su participación en el movimiento America First y su convicción de que la Unión Soviética representaba la verdadera amenaza para la civilización europea, y que, en una guerra entre las dos potencias, "una victoria del pueblo europeo de Alemania sería preferible a una de la Unión Soviética semiasiática de Rusia". Sus comentarios confirmaron lo que sus críticos habían sospechado: el aviador se había convertido, en efecto, en un apologista de Hitler.
 

28 de julio de 1936, Herman Goering muestra su maravillosa colección de espadas a Charles Lindbergh (La fotografía con ese texto fue publicada por la Revista Life del 3 de abril de 1939)


* Nota del editor del blog. Otro paréntesis al ensayo de Andrew Nagorski. John Simkin escribió el artículo "El mayor Truman Smith y la financiación de Adolf Hitler" (septiembre de 1997), publicado en Spartacus Educational, aquí un extracto:

"En noviembre de 1938, Truman Smith organizó una nueva visita de Charles A. Lindbergh a la Alemania nazi. Se desató una gran controversia cuando Lindbergh recibió una medalla de manos de Hermann Goering. Lindbergh afirmó más tarde que no tenía ni idea de que iba a suceder: "Goering fue el último en llegar. Yo estaba de pie en la parte trasera de la sala cuando entró por la puerta, vestido con un uniforme azul de la Luftwaffe de nuevo diseño. Parecía menos corpulento que la última vez que lo vi. Las cabezas se giraron y la conversación se detuvo a medida que el embajador Wilson avanzaba para encontrarse con su invitado de honor. Noté que Goering llevaba una caja roja y algunos papeles en una mano. Cuando se acercó a mí, me entregó la caja y los papeles y pronunció varias frases en alemán. Yo no sabía alemán, pero pronto me enteré de que me había entregado la Orden del Águila Alemana, una de las más altas condecoraciones del gobierno por orden del Führer", dijo.

Lindbergh fue duramente criticado por aceptar la medalla. El secretario del Interior, Harold Ickes, afirmó que quien acepta una condecoración de Alemania también "pierde su derecho a ser estadounidense". (NdelE. ¿Pasó lo mismo con Henry Ford?) El 26 de noviembre de 1938, The New Yorker comentó: "Con emociones confusas nos despedimos del coronel Charles A. Lindbergh, que quiere irse a vivir a Berlín, presumiblemente ocupando una casa que alguna vez perteneció a judíos".

Cuando regresaron a Estados Unidos, ambos hombres fueron acusados ​​de simpatizar con los nazis. Esta opinión se vio reforzada por el apoyo de Smith a la Ley de Neutralidad de 1937 y su oposición a la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Según el biógrafo de Smith: "Ambos hombres fueron denunciados en la prensa como fascistas y secuaces del Tercer Reich. La exactitud de los informes Lindbergh-Smith fue cuestionada y descartada como propaganda derrotista". (John Simkin)

Volvemos con Andrew Nagorski
 
Por su parte, Smith estaba convencido de que Washington necesitaba comprender el impresionante alcance de la acumulación militar de Alemania, pero sus informes a menudo eran desestimados como alarmistas. Sin duda, no toda la inteligencia que Smith reunió dio en el blanco. Hizo algunas evaluaciones erróneas sobre el grado de desafección entre los nazis y los militares, y ciertamente estaba equivocado cuando describió "la política exterior realista y reticente de Hitler", como lo expresó en 1937. Pero a fin de cuentas, los informes regulares de inteligencia que Smith enviaba a Washington eran lúcidos y mordaces. Gracias a las puertas de la fábrica que Lindbergh había abierto, era el agregado mejor informado en Berlín sobre la Luftwaffe.

Pero la asociación del diplomático con Lindbergh también le trajo dolor. Al igual que el aviador, Smith fue acusado por algunos de ser un incauto nazi. Después de que le diagnosticaron diabetes y abandonó Berlín en abril de 1939, Smith fue asignado a Washington por el general George C. Marshall, entonces jefe del estado mayor del ejército, para servir como asesor sobre el ejército alemán. A medida que los ejércitos de Hitler arrasaban Europa Occidental, Smith escuchó de sus colegas de inteligencia del ejército que el juez de la Corte Suprema Felix Frankfurter y el secretario del Interior Harold Ickes estaban detrás de los ataques en su contra, escritos por los influyentes columnistas Drew Pearson y Walter Winchell. Acusaron a Smith de ser pro-alemán y de estar escribiendo los discursos aislacionistas de Lindbergh después de que Alemania invadiera Polonia. Smith también escuchó informes de que los dos funcionarios habían instado a Roosevelt a que lo sometieran a un consejo de guerra.

Nada de eso sucedió, por una buena razón. Aunque Smith mantuvo su amistad con Lindbergh, nunca desempeñó ningún papel en las actividades políticas del aviador. Y comenzó a recibir desde Berlín el reconocimiento que merecía por sus reportes. Por recomendación de Marshall, el Secretario de Guerra Henry Stimson otorgó la Medalla al Servicio Distinguido a Smith en enero de 1945. Cinco meses más tarde, uno de los asesores de Roosevelt escribió al general Marshall: "¡Cuán bien y cuán oportunas fueron sus advertencias sobre los preparativos alemanes! ¡Y qué poca atención les prestamos!"

Smith se retiró del ejército en 1946 y regresó a Connecticut. Se postuló para el Congreso, pero perdió las primarias republicanas. Tuvo más éxito escribiendo artículos sobre asuntos militares, pero permaneció ensombrecido por sospechas relacionadas con su servicio en Berlín, a pesar de los testimonios de su destacada actuación.

Mucho después de la Segunda Guerra Mundial, Smith escribió "Los hechos de la vida", un manuscrito autobiográfico que intentó publicar sin éxito. Catorce años después de su muerte en 1970, finalmente aparecería impreso, junto con su cuaderno de Múnich y sus informes militares, en un volumen de Hoover Institution Press llamado "Berlin Alert: The Memoirs and Reports of Truman Smith". 

En Los hechos de la vida, Smith recordó su encuentro con Hitler en 1922. "El diario que llevé en Múnich indica que estaba profundamente impresionado con su personalidad y pensé que probablemente desempeñaría un papel importante en la política alemana", escribió. "Debo confesar, sin embargo, que no lo veía como el futuro gobernante de la mayor parte de Europa".

Es posible que se haya equivocado en eso y en algunas otras cosas, pero el punto general de sus informes era acertado: Alemania se estaba remilitarizando más rápido de lo que la mayoría de Washington se daba cuenta, y representaba un peligro creciente. 

Las percepciones de un hombre que una vez aspiró a enseñar historia fueron validadas por el registro histórico.

Andrew Nagorski 

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Consultas:

Referencia del libro de Andrew Nagorski en la página de Bol.com

"Hitlerland: American Eyewitnesses to the Nazi Rise to Power"
(Hitlerland: Testigos estadounidenses del ascenso nazi al poder)
Editorial: ‎ Simon & Schuster, 2012 (en‎ inglés)


Reseña:
"El ascenso de Hitler al poder, la marcha de Alemania hacia el abismo, vista a través de los ojos de los estadounidenses (diplomáticos, militares, expatriados, autores visitantes, atletas olímpicos) que observaron horrorizados y de cerca. Al aprovechar una rica veta de testimonios personales, Hitlerland ofrece una narrativa apasionante llena de giros sorprendentes y una perspectiva sorprendentemente fresca sobre esta era profundamente diseccionada. Algunos de los estadounidenses en Weimar y luego en la Alemania de Hitler eran meros observadores casuales, otros deliberadamente ciegos; unos pocos eran apologistas nazis. Pero la mayoría comenzó lentamente a comprender el horror de lo que se estaba desarrollando, incluso cuando les resultaba difícil captar la amplitud de la catástrofe. Entre los periodistas, William Shirer, Edgar Mowrer y Dorothy Thompson estaban cada vez más alarmados. El cónsul general George Messersmith se destacó entre los diplomáticos estadounidenses por su pasión y coraje. Truman Smith, el primer funcionario estadounidense que se reunió con Hitler, era un astuto observador político y un agregado militar notablemente ingenioso. El historiador William Dodd, a quien FDR nombró embajador en el Berlín de Hitler, se fue desilusionado; su hija Martha escandalizó a la embajada con su procesión de amantes a partir de su encaprichamiento inicial con los nazis con los que se lió. Terminó como espía soviética. En el lugar estaban George Kennan, que se haría famoso como arquitecto de la contención; Richard Helms, que ascendió a la cima de la CIA; Howard K. Smith, que un día sería copresentador del ABC Evening News. La lista de visitantes destacados incluía a los escritores Sinclair Lewis y Thomas Wolfe, al famoso aviador Charles Lindbergh, al gran atleta Jesse Owens, al editor de periódicos William Randolph Hearst y al sociólogo e historiador negro WEB Dubois. Al observar de cerca a Hitler y su movimiento, los más perspicaces de estos estadounidenses ayudaron a sus reticentes compatriotas a comenzar a comprender la naturaleza de la Alemania nazi, que eliminaba sin piedad a los oponentes políticos, inculcaba el odio a los judíos y a cualquiera que se considerara miembro de una raza inferior y preparaba a su ejército y a su pueblo para una guerra por la dominación global. Ayudaron a preparar a los estadounidenses para los años de lucha que les esperaban".

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15 abril 2025

Semblanzas del "indomable" General Smedley D. Butler



por Tito Andino

Revista de libros y artículos sobre el General Butler



El General Smedley Darlington Butler y su valiente defensa de la república.

Smedley Darlington Butler (1881 – 1940) de prominentes ancestros, al iniciar la Guerra Hispano-Estadounidense prometió con 16 años luchar para liberar las colonias de ultramar de la corona española. En 1898 decidió alistarse en la Infantería de Marina, según él, convencido que la explosión del USS Maine en La Habana era un ataque español. Butler fue famoso en su época, durante su carrera militar tuvo diversos destinos como China, Filipinas, Cuba, en Centroamérica se transformó en leyenda del Cuerpo de Marines. Ayudó a ocupar Haití, donde era conocido como "El Diablo". En Nicaragua, las madres solían acallar a sus hijos con el lema: "¡Silencio! El mayor Butler te atrapará". Al retirarse en la década de 1930 lo hizo con el grado de Mayor General y dos Medallas de Honor y cierto número de apodos como "Old Gimlet Eye", "Leatherneck's Friend", "The Fighting Quaker". Pero, indiscutiblemente, Butler fue mejor conocido como orador público, relatando historias como un ex militar crítico del sistema y publicando escritos antibelicistas. Antes de su retiro ya había usado frases en sus discursos como "extorsionador para el capitalismo". 


Izquierda: General de Brigada Smedley Butler, 1927. Derecha: General estadounidense Smedley Butler, ilustración de Colin Verdi.


El golpe de Wall Street

En la década de 1930 los banqueros estadounidenses promovieron un intento de golpe de Estado, eran los tiempos en que se temía al movimiento obrero por la popularidad de la corriente socialista. Wall Street dirigió su mirada al fascismo -creado precisamente para oponerse a los movimientos sociales-, los banqueros intentaron "imponer un dictador títere fascista en la Casa Blanca. Desafortunadamente para la cadena JP Morgan que gestionaba este golpe, el títere que eligieron para su "Mussolini americano" fue un patriótico general retirado llamado Smedley Darlington Butler".

En 1934, Smedley Darlington Butler testificó ante el Congreso, dijo que los banqueros de Wall Street se habían acercado a él para organizar un golpe fascista contra Franklin Roosevelt. Butler ciertamente había sido testigo muchas veces en su carrera de cómo las empresas cambiaban un gobierno que les resultaba desagradable. "Mi interés", expresó, "es mantener una democracia". El caso es que en 1932, Franklin D. Roosevelt fue elegido presidente de Estados Unidos con su programa New Deal. FDK quería, entre otras cosas, una estricta supervisión gubernamental del sistema bancario, lo que disgustó a muchos en Wall Street y bien pudieron haber organizado ese golpe de estado que denunció Butler en 1933, dando testimonio bajo juramento ante el Congreso en 1934 (sus declaraciones fueron ridiculizadas por los medios de comunicación). Afirmó que le habían propuesto liderar un golpe fascista en Estados Unidos. Butler señaló que Gerald MacGuire, empresario de Wall Street, le preguntó si estaría dispuesto a liderar un ejército de 500.000 veteranos, la "Legión de Estados Unidos", grupo reaccionario que estaba feliz de utilizar bates de béisbol para poner fin a huelgas y manifestaciones por los derechos civiles. Según Butler, el plan era dirigir a estos veteranos bajo una nueva organización y, con la ayuda de una marcha hacia Washington tomar el poder real en el país (sin demasiada violencia), Roosevelt permanecería como jefe de estado ceremonial. MacGuire siempre negó todo al ser interrogado, sus afirmaciones fueron confusas y contradictorias, declaró que la "Legión" era solo una organización rompehuelgas. No hubo pruebas suficientes para condenar a nadie. El informe concluyó que probablemente Butler estaba diciendo la verdad y, en un informe secreto desclasificado hace pocos años, se comprobó que el Congreso si había tomado en serio las afirmaciones de Butler, corroboradas por otras investigaciones. 


En 1936, Roosevelt hizo la siguiente declaración: “Un gobierno controlado por el capital organizado es tan peligroso como un gobierno controlado por el crimen organizado. Nunca antes en nuestra historia estas potencias habían estado tan unidas contra un candidato como lo están hoy. Me odian unánimemente y agradezco su odio”. 


En 1935, algunos de los discursos más populares de Butler fueron compilados en un libelo de 52 páginas llamado "War Is a Racket" caracterizando los conflictos bélicos como algo "llevado a cabo para el beneficio de unos pocos, a expensas de muchos", aspiraba poder detener la próxima guerra.

Matthew Ehret en "New CP Documentary: Why Assume there will be Another Election? The 1934 Bankers Coup Revisited" (agosto 2022, que incluye un esclarecedor documental en inglés) establece que esa etapa histórica inició con la demolición orquestada del sistema financiero en 1929, la "solución milagrosa económica del fascismo y la eugenesia alimentada por Wall Street y Londres entre 1930 y 1934 y la historia de la guerra de Roosevelt con los tentáculos de la oligarquía financiera en Londres y Wall Street". 


Caída y retiro de Butler


El general de marina Smedley Butler inspecciona a un recluta en el depósito del Cuerpo de Marines, 14 de enero 1927 (Centro de Historia de San Diego -anteriormente Sociedad Histórica de San Diego-)


Aún en servicio, momentos que el país experimentaba la Gran Depresión, se apreciaba el desarrollo del fascismo y el militarismo en Europa, Butler se opuso a su propagación. Estuvo bajo arresto domiciliario después de que contara, durante un discurso en 1931, una historia sobre Mussolini atropellando a un joven. El "caso" Mussolini, es relatado por Butler basado en una experiencia del periodista Cornelius Vanderbilt. Vanderbilt había estado en un coche con Benito Mussolini cuando atropellaron y mataron a un joven que cruzaba la calle. Mussolini le dijo al conductor que siguiera conduciendo y que la vida del muchacho era insignificante. Mussolini y su gobierno en ese momento estaban siendo ampliamente elogiados por todos los medios de comunicación estadounidenses y la élite estadounidense en general. Consideraron la Italia de Mussolini un gran modelo que Estados Unidos debería seguir. Admiraban especialmente sus esfuerzos por aplastar el trabajo de los sindicatos y el comunismo. Cuando el general Butler denunció a Mussolini por este incidente de atropello y fuga, el Ejército de los EEUU siguió procedimientos en contra de Butler. F.D. Roosevelt (más tarde Presidente) fue uno de los que salió en defensa de Butler.

Tras ese suceso Butler optó por el retiro mediante un artículo: "¡Al diablo con los almirantes! Por qué me retiré a los cincuenta", publicado en la revista Liberty (5 de diciembre de 1931). En su retiro evitó hablar sobre el Cuerpo de Marines, concentrándose en temáticas del crimen, gansterismo, imperialismo, guerra y paz. Tenía un público para sus historias, denunció su pasada participación como militar en los violentos métodos del imperialismo. "Yo era un gánster del capitalismo"

Butler fue el marine más condecorado de su época, se transformó en un crítico abierto de la guerra, escribió que la guerra siempre ha sido una estafa, "posiblemente la más antigua, fácilmente la más rentable, seguramente la más cruel. Es la única de alcance internacional. Es la única en la que las ganancias se contabilizan en dólares y las pérdidas en vidas".

A nivel personal, tras su retiro pronunció más de 1300 discursos en pueblos y ciudades, dijo que necesitaba dinero pero rechazó un puesto de gerente de personal en una gran corporación, "por supuesto, eso simplemente significaba mantener engañados a los trabajadores" dijo el General. Smedley Butler prefería improvisar su estilo en las conferencias públicas y recibía una paga por sus entusiastas discursos, no por  disertaciones. 


Nota: Hablar sobre éste General estadounidense nos llevaría muchas horas de lectura. La mejor "estrategia" para condensar sus innumerables discursos críticos contra el gansterismo financiero de su país es tomando no solo sus citas, sino los análisis de expertos sobre su visión del mundo, extraídos de libros y artículos que se mencionan en esta ponencia y que también se agregan como notas a píe de página.


En el artículo de Spenser Rapone "Stop those gangsters of capitalism" (Detengamos a esos mafiosos del capitalismo), junio 2019, cita a "War is a racket" de Smedley Butler (La guerra es un fraude), "basado en discursos que dio a los veteranos en la Marcha del Bono de 1932, se ha convertido casi en un cliché en el mundo del activismo contra la guerra. Sin embargo, su incisiva crítica de la guerra perpetua sigue siendo una acusación tan buena de nuestro tiempo como cualquier otra". Ahora más que nunca.

No es necesario fetichizar a Butler, idealizado por ser un veterano de guerra. Si bien expresaba simpatías socialistas y pidió el fin de las guerras de agresión de Estados Unidos, nunca rechazó por completo el americanismo. Rapone afirma que "si realmente vamos a condenar la última iteración del imperialismo perpetuo estadounidense, debemos condenarla desde una posición que ve las estructuras políticas y económicas existentes de Estados Unidos como la base sobre la que se basa el complejo militar-industrial".

En 1932 el movimiento de veteranos descontentos de la Primera Guerra Mundial -Bonus Army- afectados por la Gran Depresión, exigía los pagos adeudados por el Gobierno Federal, fueron reprimidos. Butler les dijo: "Nunca he visto un americanismo tan fino como el que exhiben ustedes. Usted tiene tanto derecho a tener un lobby aquí como cualquier empresa siderúrgica. Me enoja muchísimo que mucha gente hable de ti como vagabundo. Por Dios, en 1917 y 1918 no hablaban de ustedes como vagabundos".

En 1935, Walter Wilson para el New Masses publicó: "Dónde está Smedley Butler", recordó que el general asistió a una reunión de veteranos de izquierda en Nueva York, Butler dijo que los periódicos de la metrópoli habían tratado de impedir que viniera: "Me dijeron que encontraría un nido de comunistas aquí. Les dije '¡Qué diablos!' En 1917, el gobierno reclutaba muchachos para el ejército; entonces no preguntaban cuáles eran las ideas políticas de un hombre; simplemente preguntaban si tenía un cuerpo sano y una espalda fuerte".

En los capítulos "¿Quién obtiene las ganancias?" y "¿Quién paga las facturas?" (del libro de Butler) se citan datos extraídos de audiencias del Senado sobre la especulación durante la Guerra Mundial. Las víctimas fueron los contribuyentes y una generación de jóvenes cuyas mentes fueron torcidas por la manipulación psicológica, sobre la cual Butler señala:

 

"Los obligaron a 'dar la vuelta'; a considerar el asesinato como algo a la orden del día... Los utilizamos durante un par de años y los entrenamos para que no pensaran en absoluto en matar o ser asesinados". Muchos quedaron "destruidos mentalmente, porque no pudieron dar el último giro" para regresar a la vida civil. A los hombres se les hacía sentir vergüenza si evitaban el servicio militar. La propaganda de guerra fue "tan cruel que incluso Dios participó en ella". Los clérigos, reconociendo que "Dios está de nuestro lado", incitaron a los soldados a "matar, matar, matar". Hacer que el "mundo sea seguro para la democracia", "la guerra para poner fin a las guerras" y otros "hermosos ideales fueron pintados para nuestros muchachos que fueron enviados a morir". Les dijeron que sería una "aventura gloriosa". Y les pagaban 30 dólares al mes, menos las deducciones por los bonos Liberty, que luego se vendían con descuento y contribuían a las ganancias de los banqueros "en el engaño de los precios manipulados de los bonos Liberty". (cita en el libro de Hans Schmidt)


Butler también se asoció con grupos pacifistas. En 1935 tuvo una asociación de dos años con la "Liga Contra la Guerra y el Fascismo", un frente unido de socialistas, comunistas y varios grupos eclesiásticos, universitarios, sindicales y de mujeres. En Cleveland, a principios de 1936, pronunció una charla titulada "La guerra es un Fraude" como orador principal del Tercer Congreso contra la Guerra y el Fascismo. Butler se opuso a toda intervención militar en el extranjero y rompió con la Liga cuando ésta favoreció la intervención durante la Guerra Civil Española. En una reunión dijo: "¿Qué diablos es asunto nuestro lo que está pasando en España?". (citado de Hans Schmidt)


Fotografía del General Smedley Butler (Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, fecha indeterminada) 

La tesis que Butler planteaba sobre la guerra era que: "Se lleva a cabo para el beneficio de unos pocos, a expensas de muchos. Con la guerra, unas pocas personas hacen grandes fortunas". Si bien solo unos pocos se benefician en última instancia de la destrucción provocada por la guerra imperialista, las ganancias de esos pocos continúan creciendo. Y eso a menudo incluye a los comandantes de las guerras, muchos altos mandos de alto rango, después de su carrera militar, a menudo se encuentran en la junta ejecutiva de algunos de los especuladores de guerra más notorios, como Lockheed Martin, Raytheon o Northrop-Grumman. De hecho, la internalización de la condición de profesionales por parte de los altos mandos es su fuerza motriz, como observó Butler en ese discurso emblemático:


"Los soldados y marineros profesionales no quieren desarmarse. Ningún almirante quiere estar sin barco. Ningún general quiere estar sin un mando. Ambos significan hombres sin trabajo. No están a favor del desarme".


Es necesario frustrar el lobby de los militaristas -decía- dictándose leyes que restrinjan al ejército a funciones defensivas porque gran parte de la guerra es un fraude. Ese era su lenguaje común contra la guerra y el imperialismo, parte de una tradición estadounidense que se remonta al siglo XVIII. La contribución particular de Butler fue su retractación, denunciando la guerra por motivos morales después de haber sido un guerrero condecorado y haber pasado la mayor parte de su vida como miembro del ejército. El tema sigue siendo vigorosamente patriótico y nacionalista, denunciando al imperialismo como una desgracia arraigada en la codicia de unos pocos privilegiados.

Spenser Rapone concuerda con todos en que el afán de lucro de la guerra existe junto con una relación de poder que refuerzan la perpetuación de la presencia militar global de Estados Unidos. "Nuestra relación con las fuerzas armadas de Estados Unidos, y cómo desmantelar su propio funcionamiento, consiste en uno de los pilares de nuestra lucha política. Destruir el complejo militar-industrial es solidarizarse con los pueblos de Afganistán, Irak, Siria, Palestina y tantos otros lugares que han sufrido bajo el yugo del militarismo estadounidense, ya sea directa o indirectamente. ¿Cómo lo hacemos?"

"Vivimos en una época en la que la religión cívica del patriotismo es tan odiosa como siempre. Todos estamos profundamente alienados. Entonces, ¿por qué siquiera tratar de hacer el trabajo, cuando nuestras capacidades organizativas están demasiado limitadas? Propongo que aquí es donde los veteranos pueden hacer mejor su parte, sea cual sea, desde contra-reclutar, hablar públicamente o simplemente interactuar con miembros de las fuerzas armadas que parecen expresar dudas.

Lo hacemos reconociendo que nuestro servicio en el ejército fue para servir a los intereses del imperio. Punto. Dicho esto, también conocemos el panorama de esa organización. Por lo tanto, sabemos cómo hablar de las formas específicas de frustración por las que podrían estar pasando los miembros del servicio. Pero la clave no es relacionarse con ellos como soldados, sino como seres humanos. Resistir las presiones del servicio militar es afirmar tu humanidad frente a una organización que depende de tu propia deshumanización para funcionar".

Rapone enfatiza que la noción misma de "veterano", como una categoría mística que nos ofrece mayores conocimientos, debe ser dejada de lado. Nuestro conocimiento de las fuerzas armadas no es diferente de cualquier otra forma de conocimiento experiencial de un trabajo anterior. La única forma en que las fuerzas armadas de EE.UU pueden seguir funcionando es si los que habitan sus filas continúan siguiendo órdenes.

"Es nuestra responsabilidad moral y ética inspirar continuamente a los soldados a disentir, socavar la propaganda militar y pedir la retirada de las fuerzas militares estadounidenses en todo el mundo". Smedley Butler testificó en 1935, pero sus palabras hicieron poco para evitar las atrocidades que se avecinaban en la Segunda Guerra Mundial. Lo que tenemos que hacer es exigir aparentemente lo imposible, es decir, la destrucción y el desmantelamiento de las fuerzas armadas de Estados Unidos, y la transformación radical de las relaciones sociales existentes en Estados Unidos. Cuando War is a Racket ya no ofrezca ninguna resonancia para nuestra época actual, solo entonces sabremos que hemos cumplido esta tarea". ("Stop those gangsters of capitalism", Spenser Rapone)


Fotografía del General Smedley Butler en 1927

"El problema no es solo que la política exterior de Estados Unidos sea codiciosa y que sus intenciones sean malas; es que incluso cuando sus intenciones son buenas, también puede producir desastres". 

(Patrick Iber, profesor asociado de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison y autor de "Ni paz ni libertad: la guerra fría cultural en América Latina").

 

"¿Qué convirtió a Smedley Butler en un crítico de la política exterior estadounidense? El infante de marina que se volvió contra el imperio estadounidense", se cuestiona Patrick Iber en un artículo de enero de 2022 analizando el libro "Gánsteres del Capitalismo. Smedley Butler, los marines y la creación y el desmontaje del imperio de Estados Unidos", de Jonathan M. Katz, (el libro no es solo una biografía de Butler, profundiza otros aspectos del imperialismo). 

Butler dijo cosas como estas:

 

"Pasé 33 años y 4 meses en servicio activo como miembro de la fuerza militar más ágil de nuestro país: el Cuerpo de Marines. Y durante ese período pasé la mayor parte de mi tiempo siendo un hombre musculoso de clase alta para las grandes empresas, para Wall Street y para los banqueros. En resumen, yo era un extorsionador del capitalismo". (publicado en la revista socialista "Common Sense" en 1935)


Por ejemplo, la intervención de Estados Unidos en Cuba se dirigió a frenar los cambios sociales por los que los cubanos habían estado luchando en su independencia. "El presidente McKinley, que había tratado de comprar Cuba a España en 1897, interpretó que la "estabilidad" en Cuba significaba que las relaciones de propiedad se mantendrían en gran medida intactas. El poeta y mártir José Martí, que murió en combate en 1895, había previsto tales imposiciones, preguntando: "Una vez que Estados Unidos esté en Cuba, ¿quién lo expulsará?". 

A pesar de la autorización para la guerra el Congreso prohibió a los Estados Unidos adquirir territorio directamente (lo haría con Puerto Rico y las Islas Vírgenes). EEUU con la "Enmienda Platt" en la Constitución de Cuba convirtió a la isla en un protectorado. La enmienda otorgaba al gobierno estadounidense el derecho de intervenir con el propósito de "mantener un gobierno adecuado para la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual"; además del arrendamiento de un terreno que pudiera servir como estación carbonera o naval: la Bahía de Guantánamo (100 años después, la Bahía de Guantánamo es además una prisión y el sitio negro más notorio de la guerra contra el terrorismo).

Filipinas, destino de Butler tras dejar Cuba, también había estado luchando por la independencia de España y por el cambio social. El presidente McKinley razonó que los filipinos no eran aptos para el autogobierno, y que las islas podrían perderse fácilmente a manos de otra potencia, por lo que Estados Unidos no tenía más remedio que tomar las islas y "elevar" a sus residentes. El ejército estadounidense terminó enfrascado en una larga guerra de guerrillas. 

Conservar el territorio filipino -en los planes estadounidenses- les abriría el acceso al gran mercado chino, y China resultó ser el próximo destino de Butler. Allí, Estados Unidos intervino en la Rebelión de los Bóxers como parte de una alianza de ocho naciones para sofocar el movimiento anti-extranjero. Butler fue herido en combate pero marchó hacia la Ciudad Prohibida (aún era un joven militar). Las tropas saquearon y mataron indiscriminadamente a residentes chinos en Pekín. "Supongo que no deberíamos haber tomado nada, pero la guerra es un infierno de todos modos y ninguno de nosotros estaba en el estado de ánimo para mejorarla", escribió Butler.

Patrick Iber (artículo mencionado) refiere en que "el imperialismo de esta época fue alimentado por un sentido de superioridad civilizatoria y racial. En el extremo más suave del espectro, esto justificaba el control condescendiente, y en el extremo brutal, justificaba el asesinato y la deshumanización". Los costos de la ocupación generaron descontento: los informes sobre la conducta de Estados Unidos en Filipinas y en China horrorizaron a algunos. Mark Twain escribió con ironía en 1901: "Debe haber dos Américas: una que libere al cautivo, y otra que le quite la nueva libertad a un cautivo y se pelee con él sin nada en qué fundarla; luego lo mata para obtener su tierra". 

"La versión particular de "elevación" en Estados Unidos era en gran medida comercial. Los infantes de marina se encontraron construyendo infraestructura y emprendiendo iniciativas de salud pública que permitirían el buen funcionamiento del comercio internacional. Pero el "comercio" estaba frecuentemente representado por intereses comerciales concretos. En las décadas siguientes, Butler se encontraría en Panamá, país que Estados Unidos ayudó a separarse de Colombia para poder construir allí un canal. Intervino en conflictos civiles en Nicaragua y Haití, lo que llevó a largas ocupaciones estadounidenses de ambos países. Se suponía que la "diplomacia del dólar" de la época -una política de tratar de atraer a los bancos privados estadounidenses a la gestión de las finanzas de los países más pobres- reemplazaría las guerras de ocupación al estilo filipino "sustituyendo las balas por dólares". Pero también requirió muchas balas, ya que a menudo eran los marines los que terminaban defendiendo propiedades e inversiones estadounidenses. Los Estados Unidos se apoderaron de las aduanas sin aumentar los ingresos y dirigieron el reembolso a los bancos estadounidenses, privando a los gobiernos de fondos para el desarrollo".

"Butler se encontró con frecuencia lidiando con intereses financieros y corporativos que presionaban al gobierno de los Estados Unidos para que actuara. Le molestaba. Las cartas de Butler a casa en la década de 1910 contienen los inicios de los sentimientos antiimperialistas que expresaría en la década de 1930". En 1914, Butler también tomó parte de la ocupación de la  ciudad mexicana de Veracruz porque las compañías petroleras estadounidenses alentaban proteger sus inversiones durante la Revolución Mexicana

En Nicaragua, donde la intervención de los marines ayudó a establecer un gobierno conservador que aceptaría la gestión financiera de Estados Unidos, escribió: "Lo que me enoja es que toda la revolución está inspirada y financiada por estadounidenses que tienen inversiones salvajes aquí y quieren hacerlas buenas poniendo un gobierno que declarará un monopolio a su favor". A veces, estos sentimientos estaban sazonados con un racismo abierto hacia la gente de los países a los que fue enviado. "Es terrible que estemos perdiendo a tantos hombres luchando las batallas de estos malditos cerdos, todo porque (el banco de Wall Street) Brown Bros. tiene algo de dinero aquí". 

En Haití, el propio Butler fue responsable para la construcción de carreteras, reclutando mano de obra no remunerado que se aplicaba con violencia, incluso matando a los que intentaban escapar. "¿No es eso esclavitud?", preguntó un sobreviviente. Más de la mitad de las reservas de oro de Haití fueron llevadas a Nueva York en 1914, la ocupación continuó de 1915 a 1934. Haití tuvo que pagar "indemnizaciones" de guerra, la última en 1947 al National City Bank de Nueva York, actual Citibank. (Haití igualmente tuvo que pagar indemnizaciones a Francia por llegar a ser el segundo país "libre" de América, a través de una masiva revuelta de esclavos y guerra de guerrillas librada por esclavos negros y personas de color libres contra el ejército colonial francés y los propietarios de esclavos entre los años 1791 y 1804).

En el más citado artículo del General Butler para el Common Sense en 1935, escribió:


"Ayudé a que México y especialmente Tampico fueran seguros para los intereses petroleros estadounidenses en 1914. Ayudé a hacer de Haití y Cuba un lugar decente para que los muchachos del National City Bank recaudaran ingresos. Ayudé en la violación de media docena de repúblicas centroamericanas para el beneficio de Wall Street. El historial de extorsión es largo. Ayudé a purificar a Nicaragua para la casa bancaria internacional de Brown Brothers en 1909-12. Traje luz a la República Dominicana para los intereses azucareros estadounidenses en 1916. Ayudé a que Honduras fuera "correcta" para las compañías fruteras estadounidenses en 1903. En China, en 1927, ayudé a garantizar que Standard Oil siguiera su camino sin ser molestada... Mirando en retrospectiva, creo que podría haberle dado a Al Capone algunas pistas para operar su negocio en tres distritos de la ciudad. Nosotros, los Marines, operamos en tres continentes". ("Maverick Marine. General Smedley D. Butler and the Contradictions of American Military History", University Press of Kentucky, 1987, por Hans Schmidt)

 

Fotografías del General Smedley Butler

Como la mayoría de las potencias imperiales, Estados Unidos describió su ocupación como "altruista". Pero su idea de altruismo colocó los intereses comerciales y la "estabilidad" política de Estados Unidos en primer lugar. Los que se rebelaron fueron brutalmente reprimidos, insistieron en cambios en la Constitución para permitir la propiedad extranjera de la tierra, eso requería la disolución de la legislatura de Haití a punta de pistola. Las fuerzas de ocupación estadounidenses trabajaron con las élites locales para imponer su visión del orden social, bloqueando las desigualdades existentes y desmantelando los mecanismos a través de los cuales podrían abordarse. Mucho después de que las tropas estadounidenses se hayan ido, estos legados permanecen (Iber).


Jonathan Katz es autor de "Gangsters of Capitalism: Smedley Butler, The Marines, and the Making and Breaking of America's Empire" (2022). Mientras su libro estaba en prensa (2021), el US Army se retiraba de Afganistán tras 20 años de guerra que trajo más prosperidad al norte de Virginia que al propio Afganistán. Al mismo tiempo, la administración Biden buscó un contratista privado para reclutar guardias de habla criolla para operar un centro de detención de migrantes en la Bahía de Guantánamo, probablemente para haitianos detenidos en el mar. Todo esto hace que Butler, cuya vida debemos recordar, sea tan relevante como si estuviera escribiendo ayer.

"La principal preocupación del gobierno de Estados Unidos nunca será el bienestar de las personas ocupadas, siempre será el de los estadounidenses, y esto producirá resentimiento. Es posible que reconozcan que la presencia de Estados Unidos cambia el equilibrio interno de poder en las sociedades hacia el autoritarismo. Los estadounidenses a menudo dan por sentadas sus propias buenas intenciones, que les cuesta entender la resistencia a sus intentos de controlar y cambiar el mundo" (J. Katz)




La explicación de Butler para esto, por supuesto, es que los intereses empresariales están moviendo los hilos, manipulando la política exterior en su beneficio. De acuerdo con esta forma de pensar, el ejército estadounidense proporciona las tropas de choque del capital global, en una conspiración para asegurar la rentabilidad de las corporaciones estadounidenses. Trate de encontrar la mentira, si quiere, en la declaración de Butler... No hay ninguna. (el autor se refiere a la cita del artículo del General Butler para el Common Sense en 1935, descrito en párrafos arriba).

El modelo de Butler produce ideas. Las empresas estadounidenses presionan para que la política exterior de Estados Unidos satisfaga sus necesidades, y el destino de la propiedad estadounidense recibe una deferencia desproporcionada. Pero reducir la política exterior de EE.UU a un "complot de negocios" puede producir una especie de antiimperialismo barato, en el que el mal comportamiento es simplemente el resultado de grupos de presión o intereses ocultos. Su simplicidad a veces desplaza las situaciones más complejas que también se presentan. (NdelE: No analizaremos aquí esas situaciones complejas)

El artículo de Iber termina con otra de esas ironías del destino. Comenta que Jonathan Katz (autor del libro mencionado), en uno de sus viajes a Haití, habló con trabajadores de la construcción explicándoles que la mayoría de los estadounidenses no tienen idea de que su país alguna vez haya ocupado Haití, la mayoría de los trabajadores se rieron. Uno fue incrédulo. "¡No creo que los estadounidenses no sepan de eso!", gritó. ¿Cómo es posible? A veces el mundo es un lugar vulgar, donde otros pagan el precio de la ignorancia estadounidense.




"Maverick Marine. General Smedley D. Butler and the Contradictions of American Military History", University Press of Kentucky, 1987 (Marine rebelde. General Smedley D. Butler y las contradicciones de la historia militar estadounidense) de Hans Schmidt, es la fuente de los siguientes extractos que tratan de algunos de los posteriores y radicales pronunciamientos de Butler tras su retiro como militar.

Schmidt da un enfoque diferente a la personalidad de Butler, dice de él, "su retórica antiimperialista y anticapitalista fue claramente compensada por un vigoroso apoyo a la ley y el orden internos. Asimismo, su tema pacifista se complementó con un inquebrantable apoyo militarista a la defensa nacional. Siempre fue el patriota y el marine combatiente, nunca el pacifista llorón o el ideólogo complicado". 

Mantuvo cierto grado de credibilidad en todo el espectro político y publicó sus puntos de vista radicales en foros tan diversos como Woman's Home Companion, Reader's Digest, Common Sense y New Masses. Butler en Common Sense escribió cinco artículos (revista socialista en 1935-36). Butler se convirtió en un destacado portavoz de la Liga Contra la Guerra y el Fascismo, que muchos consideraban dominada por los comunistas. Incluso cuando la tolerancia hacia la disidencia se redujo con la llegada de la guerra a finales de los 30, siguió siendo un portavoz popular en el círculo de los veteranos. 

En enero de 1932, Nation informó que Butler había caracterizado al ejército estadounidense como "una agencia glorificada de recaudación de facturas" y que había dicho que "no le gustaría ver a un chico mío marchar con un collar de Wall Street alrededor del cuello".

Butler convirtió la analogía entre imperialismo y crimen interno en una acusación explícita. Su argumento estaba arraigado en la moralidad convencional, cuando se utilizaba para vencer la injusticia y el atraso y difundir el estilo de vida estadounidense, el uso de la fuerza era bueno; por el contrario, la fuerza utilizada para el mal era tanto más odiosa cuando estaba contaminada por el engaño y la hipocresía. La fascinación popular por el gansterismo (las docenas de películas de gánsteres de Hollywood cada año) proporcionaba una jerga conveniente que Butler utilizaba para transmitir una convicción que había evolucionado a partir de toda una vida de experiencia militar y policial.

Denunció las manipulaciones políticas de los gánsteres desde al menos 1912. Su renuncia a la guerra como un escándalo y al imperialismo como gansterismo coincidía exactamente con su invectiva contra Capone. La lucha contra el crimen en el país se sustentaba en ideales de elevación y juego limpio, los mismos que los fundamentos oficiales para la intervención en el extranjero. El abuso del ejército con fines corruptos en el extranjero equivalía a la corrupción policial en el país. La lógica era ineludible una vez que se había prescindido de los símbolos patrióticos, la retórica piadosa y el legalismo engañoso que habían flotado en una larga sucesión de expediciones militares al extranjero.

Smedley Butler tuvo una sorprendente reputación en la comunidad policial como experto y defensor de las policías estatales y federales, al mismo tiempo que exponía puntos de vista de izquierda sobre el capitalismo y el imperialismo. Señaló al FBI como el brillante ejemplo de cómo el gobierno federal debería responder al crimen. Butler dijo en 1936 en Chicago que el FBI era uno de los pocos departamentos gubernamentales "que no olía a gloria". 

El FBI estaba al tanto del supuesto complot de Wall Street de 1934, aparentemente no investigó. La afinidad de Butler con Hoover reflejaba lo que el historiador Samuel Walker lamentó como una tendencia hacia una autoridad altamente centralizada por la cual a los ejecutivos de la policía se les daba "discreción casi completa" para hacer lo que quisieran, J. Edgar Hoover demostró que las técnicas del profesionalismo y la eficiencia podían pervertirse fácilmente" (Historia crítica de la reforma policial, 1977, Samuel Walker). 

E.Z. Dimitman, reportero del Philadelphia Public Ledger, en la década de 1920, cubrió los esfuerzos de Butler para hacer cumplir la Prohibición. En ese momento, Butler estaba cedido por los Marines a la policía de Filadelfia, donde ocupó el cargo de Director de Seguridad Pública. En 1926, Dimitman acompañó a Butler en un crucero de 26 días desde Brooklyn a San Diego. La serie resultante de treinta capítulos, llamada "Smashing Crime and Vice", se publicó en cien periódicos. Butler donó la mitad de los ingresos a un fondo para procesar a los políticos que interfirieron con la fuerza policial de Filadelfia.

Su principal colaboración con Dimitman fue el libro de 1935 "La guerra es una estafa" (52 páginas). Fue condensado en Reader's Digest como suplemento de un libro, precedido por Lowell Thomas elogiando el "coraje moral y físico" de Butler... Incluso sus oponentes admiten que en su postura sobre cuestiones públicas, el general Butler ha estado motivado por la misma ardiente integridad y leal patriotismo que ha distinguido su servicio en innumerables campañas de la Marina.

En una serie de discursos de radio de 1935 en la WCAU de Filadelfia, con alcance nacional, apoyó el proyecto de ley Connery que prohibía el uso de equipos federales por parte de la Guardia Nacional contra los huelguistas. "Una vida vale menos que un cristal": "Un matón contratado por las fábricas golpea con una cachiporra en la cabeza a un huelguista... Los matones contratados o la policía, o tal vez la guardia nacional, quienquiera que esté allí para proteger la propiedad, se emocionan y comienzan a disparar, y tal vez un huelguista o una víctima inocente, una mujer o un niño recibe un disparo". 

Siguiendo los artículos de John Spivak de 1935 sobre "La conspiración fascista de Wall Street", el New Masses publicó "Dónde está Smedley Butler" (Walter Wilson). Se comenta que mucha gente consideraba a Butler como un demagogo, éste le dijo a Wilson que las grandes empresas y Wall Street eran los enemigos, empeñados en "los mismos trucos utilizados por los dictadores europeos para mantener al capitalismo en la cima del montón económico". Los trabajadores tenían absoluto derecho a hacer huelga y llamarlos bolcheviques era sólo un pretexto para la represión. Butler respaldaba a la Federación Estadounidense del Trabajo, pero criticó su liderazgo. Aunque Butler admitía aspectos antidemocráticos y la necesidad de reformas, creía firmemente en la democracia estadounidense. 


Portadas modernas de "War is a Racket", 1935 (La guerra es una estafa), del General Smedley D. Butler de la Infantería de Marina de Estados Unidos. El opúsculo de 52 páginas fue publicado en Nueva York por la editorial Round Table Press Inc. Básicamente es un resumen de la recopilación de muchos de sus discursos que solían tener (muchos) igual título. Refiere principalmente a las guerras contemporáneas de los EEUU como aventuras imperialistas en beneficio de Wall Street. Propuso la idea que las fuerzas armadas de los EEUU debían utilizarse solo con fines de defensa; y, eventualmente podría declarar guerras ofensivas si hubieran sido aprobadas en plebiscitos limitados, en que únicamente votarían aquellos que pudieran ser llamados a filas (en realidad esta parte suena utópico). El original contiene cinco breves capítulos escritos con un tono enérgico, comenzaba con el capítulo I "La guerra es un escándalo"; Cap. II ¿Quién recibe las utilidades?; Cap. III ¿Quién paga las cuentas?; Cap. IV ¡Cómo acabar con esta estafa!; y, Cap. V ¡Al diablo con la guerra! En esencia -dice Butler- la guerra y el imperialismo son funciones de la codicia de los capitalistas en "territorio recién adquirido, rápidamente explotado por unos pocos, los mismos pocos que arrancaron dólares de la sangre de la guerra". Para unos pocos, este fraude, como el contrabando y otros fraudes del hampa, genera beneficios extravagantes, pero el costo de la operación siempre se transfiere a la gente, que no se beneficia.


Butler fue en principio partidario del New Deal, luego criticaría lo que consideraba astutos preparativos de FDR para la guerra. En 1935, dijo que Estados Unidos estaba "derivando rápidamente hacia otra guerra a través de la dictadura. Los líderes políticos de este país están a favor de otro conflicto para encubrir sus errores". A principios de 1936, anticipando los primeros movimientos encubiertos de Roosevelt hacia el sistema de alianzas de la Segunda Guerra Mundial, Butler abogó por exigir que el secretario de Estado leyera toda la correspondencia diplomática por radio para impedir compromisos secretos. El estancamiento del gasto militar había terminado y Butler se apresuró a dar la alarma

Las intervenciones navales habían "obligado a los países pequeños a ceder ante los deseos de nuestros intereses comerciales", aunque después de la Gran Guerra se tocaba la expansión naval solo en términos defensivos, en realidad el recrudecimiento del imperialismo "en desacuerdo directo" con la legislación de neutralidad vigente siempre estuvo en primer término. La marina no "poseía un solo plan que no contemplara un ataque a otro país. Su verdadera política es el lema imperialista bigotudo 'la mejor defensa es la ofensiva'... poder navegar hacia aguas extranjeras y atacar a su enemigo del momento en la primera oportunidad".

Al oponerse a la remilitarización de la política exterior estadounidense, pidió una defensa viable que excluya las capacidades imperialistas, así ningún enemigo extranjero o posible coalición podría invadir Estados Unidos. Butler era claramente un aislacionista militar, no estaba en contra de los militares como tales. Era aislacionista sólo en la medida en que denunciaba las intervenciones militares en el extranjero, que consideraba equivalentes al imperialismo (o al gansterismo internacional, como él había llegado a entenderlo y detestarlo), analiza el libro de Schmidt. Butler insistió en una enmienda constitucional exigiendo un referéndum nacional antes de la declaración de guerra. 

Un momento crítico para la remilitarización fue la Ley de Expansión Naval (Vinson) de 1938 para la construcción de acorazados, portaaviones y cruceros para crear una armada de dos océanos con capacidades de ataque de largo alcance. Butler testificó extensamente en las audiencias del Comité de Asuntos Navales del Senado sobre su carrera pasada "corriendo por el mundo custodiando latas de Standard Oil" y "robando a pequeños países de América Central y del Sur en interés de Wall Street". 

Butler no vivió para ver el debate "internacionalista" versus "aislacionista" pervertido hasta este punto. Pero podía prever claramente la venidera santificación intervencionista de la guerra y pasó sus últimos años intentando desmitificarla. La agresión japonesa a China no le impresionó: "Resulta que Japón es el enemigo este año. El año que viene puede que sea otro... Lo siguiente puede ser que amemos a los japoneses hasta la muerte". "Los marines, soldados y cañoneras en China deberían regresar a casa. Los ciudadanos estadounidenses deberían largarse de China y permanecer fuera... dejar que los intereses financieros que lloran allí enarbolen sus propias banderas y luchen contra sus propios desconciertos". Estados Unidos debe abandonar Filipinas, Hawái, Alaska y Puerto Rico, a los que añadió el Canal de Panamá, en lugar de luchar por ellos, dijo.

Sobre Europa, expresó que Estados Unidos no tuvo nada que ver con el "acaparamiento de tierras de Hitler" o con las "promesas que Gran Bretaña y Francia hicieron a Polonia". En su antología de 1939, "Neutrality" en Common Sense, habló de una supuesta superioridad moral estadounidense, admitiendo que, junto con "el 90% del pueblo estadounidense", simpatizaba con los aliados occidentales. Pero que eso no era motivo para intervenir o rearmarse más allá de "una defensa de hierro por la que ni una rata podría arrastrarse".

Con el movimiento por la paz ejerciendo presión pública a la administración intervencionista de Roosevelt, exhortó a los veteranos de guerra: "Son ustedes los que van a morir y sangrar, no el grupo de agitadores de banderas de Wall Street". Se adaptó una resolución contra la guerra, pedían la obligatoriedad de neutralidad y retirada de todas las fuerzas estadounidenses de suelo extranjero. A medida que el movimiento por la paz decayó ante el totalitarismo y el militarismo, se encontró con un desprecio cada vez mayor en la prensa intervencionista. En marzo de 1939, el Time lo ridiculizó.


El mayor general Smedley Butler se dirige al “Ejército de Bonificación” de casi 16.000 veteranos de la Primera Guerra Mundial,  Washington, DC, en 1932

La guerra era una realidad había iniciado en 1937 en el Lejano Oriente y desde 1939 en Europa, las perspectivas de mantener a Estados Unidos fuera se desvanecían rápidamente. "Las transmisiones de radio de Butler, varias de ellas en cadenas nacionales, se transmitían con una voz emotiva, ronca y grave, se caracterizaron por un lenguaje colorido y frecuentes aforismos, condenando a los "perros de guerra" y la guerra como "un escándalo mezquino, cruel y, sí, inmundo". En una transmisión de octubre de 1939 presentada por el senador Clark, instó a las madres de Estados Unidos a no permitir que sus hijos fueran enviados al extranjero como "carne de cañón" (Schmidt).

A inicios de 1940, Butler tuvo seis semanas de agotadora gira de conferencias, en ese tiempo Alemania lanzó su Blitzkrieg en el norte y el oeste de Europa. Escribió a la líder de un grupo de Mujeres Republicanas Independientes que estaba cansado y con mala salud, por lo que tendría que aplazar un discurso: "Espero que se dé cuenta de que estoy a punto de morir dando discursos y siento que debo tomar un descanso este verano ya que mis compromisos terminan en junio. Además, estoy seguro de que no sirve de nada hablar más sobre este asunto de la guerra. La gente de Estados Unidos es tonta si quieren que les disparen a sus hijos y mantener a Franklin Roosevelt en un pedestal, simplemente tendrán que hacerlo".

El 22 de mayo pronunció un último discurso, advirtió que Estados Unidos no debería entrar en "pánico" por el colapso militar británico y francés. Inglaterra no estaría acabada hasta que se hunda su armada; para entonces Hitler estaría demasiado débil para atacar a Estados Unidos. Los estadounidenses deberían defender únicamente a su propio país, "todo lo demás es una maldita estafa comercial de algún tipo". Butler mostraba la tensión de una larga enfermedad que le había hecho perder veinticinco libras. 

El mayor general Smedley Butler falleció el 21 de junio de 1940, momentos previos a que una delegación francesa firmara el armisticio ante las tropas hitlerianas, curiosamente rearmadas en buena parte con los préstamos de los banqueros de Wall Street y modernizada su máquina de guerra usando las filiales del complejo industrial estadounidense con sedes en Alemania. 

Con seguridad hubiera rechazado que, en su memoria, fuera puesto en servicio en 1941 el destructor USS Smedley D. Butler. 


El mayor general Smedley Butler denunciando en diciembre de 1935, en un corto film (Universal Newsreel), un complot golpista fascista en Estados Unidos contra FDK en 1933

Fuentes:

"Stop those gangsters of capitalism"

New CP Documentary: Why Assume there will be Another Election? The 1934 Bankers Coup Revisited

DE GEPOOGDE STAATSGREEP VAN WALL STREET IN 1933

The Marine Who Turned Against U.S. Empire

Maverick Marine: General Smedley D. Butler and the Contradictions of American Military History

File:Universal Newsreel - Gen. Butler bares "plot" by fascists

The ‘Business Plot’ to Overthrow Franklin D. Roosevelt

La guerra es una estafa, por el General Smedley Buter

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