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17 enero 2016

Un cuento de Príncipes y otros bandidos (1)


LOS SAUD DE ARABIA




Por: Tito Andino U.


A manera de prólogo

Arabia Saudí es un complejo tramado de tribus y príncipes petromillonarios que buscan de cualquier forma mantener su status privilegiado sobre la conquistada población local a quienes tenían maravillados con una serie de prestaciones sociales. Los principitos pululan por miles (se calcula en más de 7.000) en todo ámbito de la vida pública; los hay desde simples funcionarios hasta terribles comerciantes internacionales; de todo en la viña del señor, autoridades públicas, religiosos, inversionistas en multinacionales, patrocinadores y dueños de famosos clubes de fútbol, bandidos y traficantes, gente honrada también, naturalmente.

Y, es que con tanto príncipe y princesa (de princesas solo llevan el calificativo, al ser mujeres son prácticamente esclavas a la espera de servir a un príncipe azul, es decir solo son princesas en el cuento), no habrá forma de satisfacer su codicia y ansia de poder real, hay que ostentar el título!. Al fin y al cabo, de que sirve ser príncipe saudí con algunos millones de dólares en sus bolsillos si no puede darse el lujo de los placeres de la mundana vida terrenal?

Con la desproporcionada cantidad de principitos es normal que algunos resulten criminales, es lógico, las probabilidades matemáticas son irrefutables, tenemos: asesinos, violadores, borrachos, narcotraficantes, lujuriosos explotadores sexuales de extranjeras, políticos vende patrias, en fin. Para la casta privilegiada saudí son gajes del oficio. Los principios de la fe que defienden no existe para ellos, eso es únicamente para los bajos estratos sociales. Pobre del simple ciudadano que se le ocurra la idea de pensar en faltar alguna norma: azotes, amputaciones, la horca, son entre los más conocidos métodos para castigar algún impúdico acto. Algunos de los principitos también han corrido igual destino, pero, por norma, la regla se mantiene.

Las luchas intestinas, traiciones y compras de conciencias mueven fortunas todos los días. Los principitos no están unidos, se han formado grupos de intereses mezquinos que lucharán entre ellos cuando llegue el momento, mientras tanto las chequeras de los petrodólares continúan con el reparto en todo tipo de menesteres.

Cuenta la historia que la Casa de los Saud no confía en el pueblo, por ello se aplica la vieja estrategia de mantener en la ignorancia a la gente, para ellos –la realeza- aparecer como benefactores de los pobres es su pasatiempo, de allí la necesidad de conservar inmutable la mejor institución de dominio de las conciencias en el reino wahabí – las madrazas-.




Para el escritor libanés Gilbert Achcar “el reino saudí es el estado islámico más fundamentalista de la tierra, es oscurantista, reaccionario y opresivo".

Es increíble que las democráticas repúblicas occidentales no protesten contra las macabras condiciones de vida de los trabajadores  extranjeros en el reino de los Saud, al contrario han sido premiados en 2015 con el ostentoso cargo de dirigir una rama del Consejo de Derechos Humanos en la ONU. Las mujeres trabajadoras extranjeras son semi-esclavas, el servicio doméstico es “propiedad“ de los patrones, con largas horas de trabajo, abusos sexuales y más iniquidades. No son solo las mujeres, en el reino de los Saud trabajan como mano de obra semi-esclava unos siete millones de personas.

Seguramente se preguntarán por qué hay tantos extranjeros trabajando en Arabia Saudí? La respuesta es simple. Para evitar que los trabajadores saudíes exijan sus derechos y eventualmente lleguen a revelarse contra el tiránico poder, como ya aconteció hace varias décadas, en ese entonces, la mentalidad wahabí de los Saud tuvo una respuesta: matarlos.

De dónde provienen esos trabajadores semi- esclavos? Al menos cuatro millones son de países tercer mundistas no árabes, se calcula que son alrededor del 70% de la población activa.

La clase burguesa en Arabia Saudí también es controlada, se evita educarlos por miedo que en el futuro aspiren más demandas y exijan parte del control político nacional. De allí que los técnicos y otros especialistas son contratados en el extranjero. El gobierno financia programas sociales para acallar al pueblo saudí mal acostumbrado a casi no trabajar. Como apreciamos hay, sin que sea oficial, un sistema de castas en Arabia Saudí: La clase reinante, la burguesía oprimida y sobornada pero que conserva ciertos privilegios, los militares, el auténtico pueblo (sunní, chií) y los trabajadores semi-esclavos.  

Un caso curioso y singular en el reino de los Saud es el rol de las fuerzas armadas, que tampoco son tan fieles a sus reyes. Existe una incapacidad absoluta en los mandos y el ánimo de lucha de la tropa es casi nulo, el saudí se ha habituado, como hemos ya dicho, con la condición de no protestar, a no hacer nada, a cambio recibe prestaciones sociales, eso también es válido para las fuerzas de seguridad (excepto grupos especiales fieles a la casa real). Los hechos lo demuestran, con todo el poderío militar tecnológico son incapaces de combatir con eficiencia a grupos poco instruidos de combatientes hutíes en Yemen, no queda otro recurso que contratar miles de mercenarios. Eso no es solo hoy. En 1962 los Saud ordenaron atacar Yemen para sofocar una insurrección contra los monarcas, los pilotos se negaron a atacar y terminaron uniéndose a las fuerzas yemeníes, esos episodios han sucedido una y otra vez.

Ejemplos rápidos: 1979, rebelión en La Meca. El mundo actual ignora este hecho: 


“Casi se ha olvidado el incidente de la ocupación de la Kaaba en La Meca, el 20 de noviembre de 1979, durante la primera insurrección desatada por un grupo takfirista surgido del núcleo mismo de la institución wahabita. Aquel movimiento estuvo encabezado por Juheiman al-Oteiby, hombre proveniente de las filas de la Guardia Nacional y que había estudiado, al igual que sus camaradas, en los institutos religiosos oficiales wahabitas. Prácticamente se ha olvidado aquella rebelión, ahogada en sangre, porque se trataba de un grito de protesta en contra de la corrupción y la injusticia del sistema saudita. El llamado de al-Oteiby a considerar apóstata el régimen saudita encontró un eco favorable entre la juventud y los rebeldes reclutaron cientos de jóvenes dispuestos a tomar las armas para tomar por asalto la Kaaba. Las fuerzas de seguridad no lograron controlar la situación y Riad tuvo que alquilar los servicios de las fuerzas especiales de Francia para aplastar la insurrección”. (recuerdo que no musulmanes no pueden entrar en la gran mezquita). (1)

La solución antes y ahora es la misma, los Saud contratan mercenarios por miles para que hagan sus impopulares guerras. A partir de la rebelión señalada, los Saud han optado por lo fácil, convencer a la descontenta juventud wahabí que la iluminación viene a través de la yihad (lejos de Arabia) y que ese acto de valor es la voluntad expresada por el Creador; la tarea se torna fácil con los clérigos wahabíes expertos en “lavado cerebral”. Así es como desde 1980 la monarquía saudí ha pasado a contribuir con las campañas norteamericanas por “sembrar la democracia” en la región, Afganistán fue la primera, luego vinieron Chechenia, Bosnia, Argelia, Sudán, Somalia, Irak, Irán, Líbano, Siria, Yemen, entre los más recordados. Pero, lo raro es que esa particular yihad wahabí-takfir nunca ha metido la cabeza en Palestina.

Lo mejor que puede aspirar la retrógrada monarquía wahabita es deshacerse de sus miles de inconformes ciudadanos bajo la seducción de la dulce muerte en nombre de Dios. Su arma secreta, las ahora dispuestas y fieles organizaciones takfiríes entraron en acción.

Es evidente, dado el tremendo descontento nacional, ahogado de cualquier forma, que la casa real saudí tiene un pavor inmenso a conformar un ejército popular (sunníes, chiíes, wahabíes, etc). Ellos también aprenden las lecciones que recibieron algunas tiranías en otros estados cercanos de manos de un ejército nacional, por eso, los Saud se niegan a incorporar en sus filas a amplios segmentos de la población local. Como hemos dicho, estas carencias lo suplen mercenarios de todas partes del mundo, al fin y al cabo, los Saud tiene todo el dinero del mundo para darse este capricho. Y, por el momento, si les da la gana, solo bastará llamar a los marines USA. 
 

Un poco de historia


Abdullah bin Abdulaziz Al Saud, fundador de Arabia Saudí en una fotografía del 14 de febrero de 1945 junto al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt

La rama ultrarradical del wahabismo, los “devotos” y “fieles” takfir ya fueron en el pasado los mejores aliados de las potencias coloniales, constituyeron la punta de lanza de la “revolución” y la insurrección de inicios del siglo XX. Marcharon, bajo manipulación de Occidente, a enfrascarse contra los otomanos imperiales. Occidente jamás dudó en utilizar a los grupos wahabíes para levantarse en armas contra el dominio Otomano. Ideológicamente los wahabíes (salafistas o tafkiríes) son racistas, intolerantes y déspotas, algo que debe hacernos recordar a la dictadura de la Alemania nazi con su filosofía del odio al “infrahombre” y una evidente manipulación de los sentidos de sus seguidores, sin compasión para todos aquellos que consideran inferiores.

Es difícil encontrar en la actualidad el origen de Arabia Saudí, comentaba el recordado intelectual Alfredo Embid
Cuando Arabia formaba parte del Imperio Otomano, sobre 1750 la tribu nómada de los Saud se asoció con el clan fanático de los wahabitas que eran bárbaros, esclavistas y extremadamente crueles. Una de sus especialidades, por cierto, era cortar cabezas como siguen haciendo sus mercenarios hoy en Libia, en Siria y en Arabia Saudí, encima avalados por la ley. Sus salvajadas sobre los habitantes e incluso sus profanaciones de los lugares santos fueron tan notorias e inaceptables para la población, que el Imperio Otomano acabó con ellos con tropas egipcias. (nota del editor del blog: por lo visto no con todos)
Cuando Gran Bretaña ocupó Bahréin en 1820, se alió precisamente con los restos de la tribu de Saud y los asesinos wahabitas, es decir, con la crema de lo peor de lo peor de la región. Irónicamente, convirtieron al jefe de la tribu, Ibn Saud en un respetable “Sir”. Evidentemente, ni siquiera se les pasó por la cabeza que estos energúmenos iban a llevar la democracia a la región, se trataba de utilizar su antiguo antagonismo para debilitar a los otomanos y colocarlos como perros guardianes que protegiesen la ruta a la “joya de la corona”, es decir sus colonias indias. Estos orígenes constituyen un baldón sobre la casa de Saud, hasta el punto de que Aramco, la compañía nacional saudí de petróleo que, poco tiene de nacional, ya que fue fundada por Rockefeller a partir de una rama de su Standard Oil, ha financiado un estudio para falsificar la historia de la familia atribuyéndole un origen noble y, por si fuera poco, el ser descendientes del mismísimo profeta Mahoma”. (2)

Segundo desde la izquierda, Muhammad ibn Abd-al-Wahhab de cuyo nombre deriva el wahabismo o salafismo, en el centro el príncipe Husein, a su derecha Abdullah bin Abdulaziz Al Saud, generalmente conocido en el mundo árabe como Abdulaziz y en Occidente con Ibn Saud, el primer monarca y fundador de Arabia Saudita y la Casa de Saud, el "tercer estado saudita". El hombre de uniforme es Sir Percy Cox, entre sus cargos fue el administrador del “Colonial Office” en Oriente Medio, fue Cox quien abrió las negociaciones con Abdulaziz bin Saud, cuando era el jefe Wahhabi del Nejd (más tarde rey de Arabia Saudita), Cox luego de tratar con los turcos en 1913 los consideró intratables, comunicando al Foreign and Commonwealth Office sobre bin Saud de quien al parecer se refirió como la “autoridad aumentada del jefe Wahhabi”.
 

A mucha gente le está causando estupor saber que estos grupos radicales fueron muy queridos y lo siguen siendo! Sin ellos no es posible llevar la “libertad” y la “democracia” al Cáucaso y al Medio Oriente. Sin ellos no hay pretexto para que la consigna anglo-americana de  “Responsabilidad de Proteger” pueda prosperar, sin ellos la presencia del “terrorismo islámico” es inviable. Y, quiénes son esos actores del terror? Pues los niños mimados de Occidente, los wahabitas – takfiríes. Sin sus aguerridos combatientes por la “libertad” y las “buenas normas islámicas” el mundo Occidental ya habría perdido sus zonas de influencia y el dominio de las riquezas de la zona.

También el wahabismo es muy apreciado por el sionismo israelí. Vaya! Tantas y “santas” contradicciones, diría alguien por allí… Israel desempeña el mismo rol que los saudíes. Los Saud mantienen un pacto de no agresión con Israel y estos dos entes son arropados por Estados Unidos.

De esa forma, ya casi un siglo atrás, los wahabíes-takfir-salafistas fueron utilizados como la nueva infantería de los imperios británico, francés, italiano y otras naciones como los Estados Unidos, alzándose en armas contra el imperio otomano e incentivando, además, a la rebelión  de los pueblos de Palestina, Egipto, Irak, Siria, Afganistán.

Este complejo juego británico – francés resultó de maravilla, en 1916, en pleno desarrollo de la primera guerra mundial, decidieron repartirse el moribundo imperio otomano, acuerdo secreto Sykes-Picot. El lector conocedor de la materia reflexionará que jamás existió la voluntad de cumplir el ofrecimiento de independencia a las naciones árabes. 

Cuál fue el real interés del imperio británico por manipular las huestes wahabíes contra los otomanos?. La respuesta es que los ingleses querían a toda costa romper con un poder que obstaculizaba su predominio como la “Reina de los Mares”, por ende, necesitaban asegurar la “Ruta de Indias”, es decir, mantener el control sobre el Golfo Pérsico y dotar de seguridad a la  vía terrestre hacia la India.


Versalles, Conferencia de Paz de París de 1919. En el centro, de izquierda a derecha: Rustum Haidar, Nuri as-Said, el príncipe Faisal (después sería Rey de Irak), el capitán Pisani (detrás Faisal) T.E. Lawrence (conocido como "Lawrence de Arabia"), asistente del príncipe Faisal (nombre desconocido), el capitán Tahsin Qadri. Faisal ibn Abdul Aziz Al Saud era el tercer hijo del fundador de la Arabia Saudita, Abdelaziz bin Saud, la madre del príncipe Faisal fue descendiente de Muhammad ibn Abd-al-Wahhab de cuyo nombre deriva el wahabismo o salafismo.


Impulsando la sedición de los grupos wahabíes el  Imperio Otomano debía desviar contingentes a la zona; más, los futuros turcos habían sucumbido ya por el paso de los siglos, y como todo Imperio algún momento entra en decadencia, solo era cuestión de tiempo para dar una patada definitiva para que la podrida puerta se derrumbe. El, en ese entonces, Reino Wahabí del Hedjaz y del Nejd  solo fue un buen peón en la mesa del ajedrez mundial, en recompensa a su colaboración (y varios conflictos internos) terminaría totalmente en manos de los Saud, quienes impondrían el nombre de su dinastía a un nuevo reino en apariencia independiente pero subordinado a las potencias occidentales. Así fue como el fanatismo impulsado por una ideología yihadista arraigó definitivamente en la Península Arábiga.

Cuenta la historia que anterior a la aparición de los Saud existía  el reino de Hedjaz, mucho más democrático que los Saud modernos, incluso bajo dominio otomano, del que formaba parte las ciudades santas de La Meca y Medina, poseían una Constitución que permitía la libertad de expresarse, el establecimiento de grupos políticos y otros derechos impensables en el siglo XXI de los Saud. Con el fin de los sultanes otomanos y con el visto bueno británico, los wahabíes, unidos al clan Saud, demolieron todo vestigio de progreso, cometieron genocidio y asesinaron a los clérigos musulmanes.

De dónde provienen tantos terroristas se preguntarán. Qué podemos hacer si existen estados fundamentalistas en el mundo como aquel que es propiedad de la familia Saud. Si la ideología wahabí es la religión oficial del reino y, cueste lo que cueste admitirlo, es una creencia que al final deberíamos respetar, siempre que no destrocen el mundo ultrajando el nombre de Dios. Mientras el wahabismo no sea controlado, mientras existan clérigos fundamentalistas vendrán otras generaciones de gente ignorante dispuestas a inmolarse por una causa sin píes ni cabeza. Los takfiríes seguirán dando la cara seducidos por lo irreal, en este caso, un Califato Mundial, marcharán como voluntarios o como mercenarios a escenarios de guerra previamente concebidos por sus titiriteros. Quienes dirigen y controlan a estos grupos no son de la clase baja ni analfabetos, al mando se encuentran gente de la realeza, millonarios y servicios secretos. Recuerden que esa relación entre el fanatismo fundamentalista wahabi con la casa de los Saud no es nueva, la historia nos dice que el vínculo viene desde el lejano siglo XVIII.

Aquí un acotamiento histórico fundamental del verdadero Islam: El Profeta Mahoma instituyó una Constitución en Medina, en ella se precisaba la igualdad de derechos para los musulmanes, judíos y cristianos. Esto, los fundamentalistas modernos como el “Sultán“ Erdogan de Turquía, la siniestra “Hermandad Musulmana”, los wahabíes Saud y otros reyezuelos, principitos, emires y sultanes de la región, a toda costa se niegan reconocer.

A decir de un especialista, Jean-Michel Vernochet
“sería demasiado simple ver la ideología wahabita sólo como un instrumento de influencia o incluso de dominación regional. Está comprobado que el wahabismo cohabita perfectamente con el anarco-capitalismo. Por muy sorprendente que pueda parecernos, eso está fuera de dudas. La continua expansión del wahabismo durante el siglo pasado está estrechamente vinculada con la del modelo financiero, económico y societario anglo-estadounidense. La suerte de la Península Arábiga ha estado indisolublemente ligada, desde 1945 y hasta el sol de hoy, a la América-Mundo… la cual constituye una especie de hidra de varias cabezas pero cuyas cabezas fundamentales están en Manhattan, Chicago (donde se halla la bolsa mundial de materias primas), Washington con la Reserva Federal, en la City de Londres, en Bruselas con la OTAN, en Francfort con la sede del Banco Central Europeo y en Basilea, ciudad que alberga una súper empresa anónima en el sentido jurídico que funge como banco de los bancos centrales, o sea ¡el Banco de Pagos Internacionales!”. (3)


Actualidad política:

Otra vez el Rediseño del Medio Oriente Ampliado?


 
El mapa del “Rediseño del Medio Oriente Ampliado”, en la parte que concierne al posible futuro de la monarquía de los Saud (Arabia Saudí). Por Robin Wright 2013


Por qué Occidente sigue negándose a reprochar los crímenes perpetrados por órdenes de los Saud y otras monarquías del Golfo? Eso sería un suicidio político y una posible pérdida de su zona de influencia y riqueza, a no ser que maneje un Plan B para reemplazar de forma  adecuada sus fichas descartables. Los Saud se mantienen todavía, por el petróleo y las grandes multinacionales con sus autopistas energéticas,  algo de  mayor valor que los crímenes, naturalmente. Pero eso perdurará? Parece que no.

Si los Estados Unidos, actual patrón de la monarquía wahabí saudí se está aburriendo de su engendro, es importante tener en cuenta que el trazo divisorio entre el aparente Islam “bueno o amigo” (países sunníes fieles a Estados Unidos) está seriamente tocado a nivel internacional fruto de la irresponsable actitud de la Casa de los Saud y otras monarquías afines, a la que deberíamos sumar la vergonzosa manipulación turca en los conflictos regionales.

A pesar de todo, si los Saud caen y se implementa el plan del “Rediseño del Medio Oriente Ampliado”, Capítulo Arabia Saudí, hay un grupo que seguirá siendo amado por las potencias coloniales de Occidente, un brazo del wahabismo es la adoración, el ideal de “revolucionario” en contra de las “tiranías” árabes. Si, estamos refiriéndonos a los TAKFIRIES, estos grupos de extremistas islámicos son la única garantía para que los designios de Occidente y sus socios israelíes se cumplan en Oriente Medio, el Cáucaso, Lejano Oriente, África y hasta en Europa con miles de adeptos con estatus de refugiados. Para ellos se ha “rediseñado” algo especial, el Wahabistán!.

 

Publicación del “New York Times”. Como cinco países pueden convertirse en catorce. Poco a poco el Medio Oriente se vuelve a dibujar, un análisis realizado por Robin Wright, 28 septiembre 2013.


Ya hemos dicho que el régimen fundamentalista wahabí es efecto del uso político foráneo,  una quinta columna que el Imperialismo se reserva para sus deseos globalizadores, los saudí son el instrumento para llevar la lucha contra el “terrorismo”. Mientras el reino de los Saud sea capaz de infiltrar, en Medio Oriente, su retrógrada filosofía y proporcionar grandes remesas de carnada humana, serán necesarios y apoyados por Occidente. Pero, todo indica que el ilusorio mundo de los principitos saudíes desprende demasiado hedor a corrupción, abuso y totalitarismo que hasta los todos poderosos norteamericanos podrían muy pronto renegar de sus criaturas del mal.

Dentro de esa espantosa tergiversación del auténtico Islam (que es practicado tanto por sunníes como chiíes), los dos Estados wahabitas, el reino de Arabia Saudí y el emirato de Qatar, anhelan ampliar su dictatorial estructura religiosa a todos los pueblos árabes. En este punto el lector deberá hacer memoria, contra cuáles naciones árabes han pactado saudíes y qataríes su destrucción con las “democracias” occidentales e Israel? Respuesta: Los estados laicos de Irak, Libia, Siria y Líbano.

Los pocos que se atreven a disentir en el reino de los Saud, son ocasionalmente los oprimidos burgueses y los también oprimidos chiíes, conglomerados opuestos a la autoridad señorial y que tienen mucha fuerza. Es obvio que el despotismo ocasione protestas, violencia y, por supuesto, detenciones y ejecuciones. En el mejor de los casos, los disidentes deberán partir al exilio y desde allí seguir planteando la posibilidad que la nación cuente con una Constitución Política, inexistente en el reino. Una aspiración de la burguesía es la implantación de una monarquía constitucional, otros grupos prefieren ser más radicales, anhelan derrocar la dinastía Saud.

El aburrimiento, por el momento, es solo político, en los últimos meses el reino saudí está comprando a los Estados Unidos armas por miles de millones de dólares, antes era para impulsar las “revoluciones” espontáneas en el mundo árabe y seguir bombardeando indiscriminadamente a Yemen, hoy, sin duda servirán para emplearse en contra de su descontenta población civil. A sabiendas que este tipo de contratos son prohibidos por normas internacionales al existir evidencia clara que servirán para reprimir a civiles, no fue obstáculo para que los Estados Unidos de luz verde al redondo negocio.

Y que hay de los rumores que el presidente Obama planeaba dar su conformidad a un acuerdo para dotarle a los Saud de miles de bombas y 1.500 cabezas nucleares, en un precio estimado en 1.290 millones de dólares. Por donde se mire, una vez más, estamos ante lo real, el negocio es lo primero, luego que se maten entre ellos será lo mejor, mientras no nos afecte, dirán los representantes del complejo militar industrial.

Con los acuerdos nucleares entre el G5+1 e Irán, los padrinos del wahabismo, al parecer, están cambiando de estrategia para conservar su influencia en el Medio Oriente. Cada vez se hace clara la desconfianza de la Casa Blanca hacia sus socios wahabitas del reino Saudí, incluso en su alianza por luchar contra el “terrorismo”. Los príncipes aglutinados alrededor de su Rey y los que codician el papel de reyes y príncipes con alta influencia política están alterados. El reino es hoy un frágil envase repleto de fuerzas fundamentalistas, que la misma administración monárquica ha creado excesivamente en las últimas décadas para enviarlas a su “destino” (la muerte en guerras foráneas).


Hoy por hoy



Inmigrantes amenazando con banderas takfiríes a la policía alemana


- Arabia Saudí ha fracasado en todas sus clandestinas tareas por destruir    Irak, Siria, Yemen, Líbano, así que, a estas alturas, no les importa incendiar más la región.

- Arabia Saudí busca por todos los medios desatar un conflicto que aparezca como una lucha del sunnismo contra los chiíes

- La muestra más palpable de esa política desestabilizadora regional ha sido la reciente ejecución del clérigo chiita Nimr al-Nimr. Muchos analista juzgan ese acto como provocación de los Saud hacia naciones como Irán con el propósito de crear el caos total en Oriente Medio.

- Los Saud juegan con fuego, hacer bravatas ante Irán significa firmar su sentencia de muerte como estado. Las circunstancias actuales tienden a un hecho concreto, los Estados Unidos busca una manera diplomática, cómoda y efectiva para deshacer su alianza. A la final, en el proyecto del “Rediseño del Medio Oriente Ampliado”, capítulo Arabia Saudí, seguirán las grandes reservas petroleras bajo su total control. 

- Los saudíes son concientes de las implicaciones de los acuerdos nucleares del G5+1 con Irán. Su marginación como protagonista e influyente estado de la región llega a su fin. Por ello las acciones del reino dirigidas a provocar a Irán son deliberadas y será difícil que cuente con el apoyo efectivo norteamericano en caso de un conflicto armado. Podrán recibir armas sofisticadas, pero eso es solo cuestión de negocio.

- Es que uno de los factores determinantes de los mencionados acuerdos nucleares es evidente. Arabia Saudí ya no es indispensable, ni lo era antes, como proveedor energético de los Estados Unidos. Ellos han servido como inspiración y fomento del fundamentalismo religioso terrorista, algo que satisface a la política exterior estadounidense, pero los norteamericanos pueden seguir manejando ese sectarismo con otros actores menos ostentosos.

- Los precios del petróleo están a pique. Con la llegada del fin de las sanciones a Irán, habrá más oferta del oro negro, es evidente que la entrada en la bolsa petrolera afectará el mercado saudí, quienes no están dispuestos a ceder a los iraníes ni una cuota. 

- El déficit público saudí ronda los 100.000 millones de dólares, algo así como el  15% del Producto Interno Bruto y esto solamente por la baja del precio del petróleo. Los gastos han aumentado en miles de millones de dólares.

 - Sus aventuras bélicas financiando las guerras de Medio Oriente también pasan factura, son miles de millones de dólares gastados para nada, sus planes han fracasado y, ahora, tiene una larga lista de peticiones de armamento, no para seguir desestabilizando la región sino para protegerse de la población saudí que cada vez está más encolerizada con sus principitos. A lo que habrá que sumar miles de millones más en gastos para contratar mercenarios extranjeros para proteger esa bandada de bichos.

- En los Estados Unidos cada vez más se escucha a los analistas, hay un consenso, Arabia Saudí es un lastre en su camino, ha servido durante mucho tiempo, por lo que están agradecidos, pero ha llegado el momento de decirles adiós. Una frase muy bonita que he encontrado proviene del  analista político estadounidense Ryan Cooper en la revista The Week: “Es hora que Estados Unidos deje de lado a Arabia Saudí, su amigo “más tóxico” y su aliado “retrograda, represivo y autoritario”. Y, sobre la ejecución del clérigo chií Nimr Baqer al-Nimr, dice ha sido realizada por “nuestro peor mejor amigo: Arabia Saudí”.

- El New York Times, edición 5 de enero 2016, comenta que Estados Unidos ha jugado el papel de “guardaespaldas” del régimen saudí con el fin de intimidar a sus rivales. Riad no es amigo de Washington, se ha transformado en una “carga”. El agradecimiento a los servicios prestados  contra los soviéticos ha sido satisfecho con creces. “Desde finales de los años setenta, Estados Unidos luchó en varias guerras en Oriente Medio mientras que los saudíes miraban desde las gradas aplaudiendo y extendiendo cheques”.

- No es un pronóstico, es una realidad, las provincias fronterizas con Yemen están alzando su grito de protesta contra los Saud. En el Este del país piden la muerte de la familia real (en protesta por la ejecución del clérigo chií Nimr al Nimr). Todo esto a pesar que las manifestaciones y otras protestas siguen siendo prohibidas en el reino wahabí.

Estarán analizando los principitos el mapa del “Rediseño del Medio Oriente Ampliado” de Robin Wrigth?...


IR A LA SEGUNDA PARTE


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Notas:

01 abril 2015

La guerra civil árabe


por Thierry Meyssan

Retomando un tema que ya había abordado, Thierry Meyssan señala que, más allá de las estrategias de los Estados, los pueblos del mundo árabe se dividen hoy en dos bandos definidos no por luchas de clases, ni por la resistencia frente al sionismo, ni siquiera por guerras de religión. El enfrentamiento que está generalizándose con el bombardeo de Arabia Saudita contra Yemen pone de relieve la existencia de una nueva división enteramente inesperada: dos nuevos bandos han aparecido alrededor de la cuestión de los derechos de la mujer.

Símbolo de la lucha de Muammar el-Kadhafi contra los islamistas, el Líder libio se había rodeado de una guardia personal femenina. Sin embargo, después de lincharlo y enterrarlo, la OTAN se justificaba “revelando” a la opinión pública occidental que las amazonas de Kadhafi sólo eran prostitutas en manos de un dictador obsesionado por el sexo. En Francia, esta propaganda dio incluso lugar a la publicación de un libro de la “periodista” Annick Coljean, basado enteramente en un solo testimonio.




Occidente aplaude los bombardeos de Arabia Saudita contra Yemen y la caída de la ciudad siria de Idlib en manos de al-Qaeda, a pesar de que al-Qaeda es oficialmente una organización terrorista antisaudita públicamente proclamada responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001. ¿Qué está pasando que ahora nos ponen nuevamente a los discípulos de Osama ben Laden en el campo de los «freedom fighters» [“combatientes por la libertad”], como cuando luchaban contra los soviéticos en Afganistán, porque tomaron Idlib, en la Siria de Bachar al-Assad?

En el terreno, los hechos están confirmando, por desgracia, lo que yo mismo escribí en este sitio web hace 2 semanas: la locura sanguinaria que se ha apoderado del mundo árabe no tiene nada que ver con clases sociales, con tendencias ideológicas ni con creencias religiosas. Desde hace 4 años, gran número de individuos han modificado sus posiciones y han cambiado de bando. Poco a poco, las cosas van decantándose y una nueva línea limítrofe va apareciendo sin que los pueblos tengan conciencia de ello.

En los años 1950, el mundo árabe se dividía en proestadounidenses y pro-rusos. En los años 1990, se dividía en proisraelíes y miembros de la Resistencia. Pero el presidente estadounidense George W. Bush y su vicepresidente Dick Cheney rompieron con la lógica de los intereses de los Estados para favorecer los intereses de las compañías petroleras. Y hoy estamos recogiendo los frutos de la política de Barack Obama.

Estamos viendo una explosión de violencia de partidarios de la poligamia contra defensores de los derechos de la mujer. Las monarquías árabes y la Hermandad Musulmana defienden una sociedad dominada por los hombres mientras que Irán y sus aliados luchan por una sociedad nueva, donde hombres y mujeres son dueños de su fecundidad y disponen de los mismos derechos. Podemos torcer y retorcer los hechos en todos los sentidos pero la realidad es que no existe prácticamente ninguna otra diferencia de peso entre ambos bandos.

Estamos viendo la oposición entre dos visiones del mundo.

¿Qué tienen en común los gobernantes árabes que han sido blanco de la hostilidad de Occidente –el tunecino Zinedin Ben Ali, el libio Muammar el-Kadhafi, el sirio Bachar al-Assad, el iraquí Nuri al-Maliki y el yemenita Abdul Malik al-Huthi? Nada, aparte del hecho que todos lucharon contra la poligamia.

¿Y qué tienen en común los aliados de Occidente en el mundo árabe –los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo y la Hermandad Musulmana? Son todos favorables a la poligamia.

Esa es hoy absolutamente la única línea divisoria que atraviesa el mundo árabe, exceptuando Irak y Egipto. En Irak, Estados Unidos todavía no ha escogido claramente a sus socios. Oficialmente Washington respalda a Haider al-Abadi contra el Emirato Islámico, pero la prensa de Irán, al igual que la de Irak, ya ha demostrado que Estados Unidos está jugando un doble juego y que ha entregado voluntariamente armas al Emirato Islámico y matado soldados iraquíes. En cuanto a Egipto, el presidente al-Sissi todavía sigue dudando entre su concepción personal de los derechos de las mujeres y la de su padrino saudita, cuyo dinero le resulta indispensable para la economía de su país, actualmente en bancarrota.

Los años de propaganda nos han vuelto ciegos a la realidad.

Creemos, erróneamente, que los códigos iraníes para el vestir son similares a los de Arabia Saudita. El hecho es que en Irán las mujeres se convirtieron en dueñas de su fecundidad desde los primeros años de la Revolución, o sea antes que las mujeres de la mayor parte de los países de Europa. En las universidades iraníes, las mujeres son mucho más numerosas que los hombres y llegan a ejercer las más altas responsabilidades. Por el contrario, en Arabia Saudita las mujeres no gozan por sí mismas de ningún derecho.

Creemos, erróneamente, que el mundo musulmán se divide entre sunnitas y chiitas que luchan encarnizadamente entre sí. Pero en Yemen, los hutis, a pesar de ser ampliamente mayoritarios a nivel nacional, no habrían podido tomar Sanaa ni Adén sin el respaldo de una poderosa fuerza sunnita, población mayoritaria en esas dos ciudades. Y en Siria, el Ejército Árabe Sirio, que cuenta con el respaldo de Irán en la lucha contra los takfiristas, se compone en más del 70% de sunnitas.


Yussef al-Qaradawi, líder de la Hermandad Musulmana y consejero espiritual del canal de televisión qatarí Al-Jazeera, se ha convertido en un especialista de la defensa de la poligamia y del derecho a golpear a las mujeres. En Egipto, este personaje intervino en la campaña electoral de Mohamed Morsi predicando en la plaza Tahrir del Cairo que la prioridad política no era luchar contra Israel sino matar a los homosexuales. En esta imagen lo vemos como invitado de honor en un mitin de la “oposición moderada siria”.


Es importante señalar que el primer “logro” de la «revolución» tunecina fue –antes de adoptar cualquier decisión legislativa– organizar el regreso de Rached Ghannouchi, líder de la Hermandad Musulmana, quien en cuanto llegó a Túnez lo primero que hizo fue proponer que se reinstaurase la poligamia.

Puede parecer sorprendente el hecho que ciertos miembros del Baas sirio se hayan vuelto en contra de la República o que algunos comunistas yemenitas se hayan puesto en contra de su partido y ver que todos estos elementos se han pasado a las filas de al-Qaeda. Basta un vistazo a sus familias para entender por qué se cambiaron de bando.

¿Y qué decir de los vencedores de la guerra en Libia, que inmediatamente anunciaron el restablecimiento de la sharia?

Estos ejemplos, que pueden parecer sorprendentes, son frecuentes. Pero los casos de quienes se pasaron del bando prooccidental al bando antioccidental son mucho más numerosos.

Como siempre, las potencias coloniales se han aliado a las fuerzas que no podían triunfar sin su ayuda, que en este caso son los partidarios de un mundo obsoleto. Pero Estados Unidos no previó las consecuencias de esa decisión. Los estrategas estadounidenses pensaron solamente en sus intereses imperialistas a corto plazo. Y hoy tratan de surfear sobre la ola de violencia que ellos mismos desataron pero que ahora los sobrepasa, al igual que abruma a los pueblos implicados.

Nadie podrá apagar el incendio que hoy consume el mundo árabe porque este último ha cambiado demasiado rápido. Nadie puede escapar a la cuestión de los derechos de la mujer.

En Occidente la producción industrial de condones comenzó en 1844. Pero hubo que esperar hasta la aparición de la epidemia de sida, siglo y medio más tarde, para que los países occidentales autorizaran la publicidad sobre ese medio de contracepción. El diafragma contraceptivo se inventó en 1880 y el uso del dispositivo contraceptivo intrauterino conocido como “T de cobre” se extendió durante los años 1930. La píldora contraceptiva apareció en los años 1950.

El control de la fecundidad transformó profundamente la vida de las parejas heterosexuales. Los matrimonios “pactados”, que hasta la Primera Guerra Mundial eran la norma en Occidente, cedieron el lugar al matrimonio por amor después de la Segunda Guerra Mundial. La sociedad occidental aceptó entonces la homosexualidad, que anteriormente describía como una relación «contra natura», a pesar de que ya estaba científicamente comprobado que existía entre todos los mamíferos estudiados y en muchas otras especies [1].

En un regreso al pasado, desde los acontecimientos que marcaron la Francia de mayo de 1968, las sociedades occidentales influenciadas por la «sociedad de consumo» hoy generalizan los divorcios múltiples. Ya no son solamente las mujeres sino los dos sexos quienes son considerados como productos de consumo perfectamente desechables. Por vez primera en la historia de la humanidad, la poligamia se convierte en un hecho social aunque se disimula a través de su extensión en el tiempo. Dicho de otra manera, cada cual puede tener todas las mujeres o esposos que quiera, a condición de que no sea simultáneamente.

Al mismo tiempo, las feministas, que antes luchaban por la liberación de la mujer, a menudo se dedican a confinarlas nuevamente, sólo que ahora las encierran en papeles masculinos. Afirman que, aunque son físicamente diferentes entre sí, los dos sexos son absolutamente idénticos y niegan la existencia de personas intersexuales (en uno de cada 700 casos existen personas con órganos genitales femeninos que no son portadoras de cromosomas XX sino XXY, en uno de cada 20 000 casos hay personas con órganos genitales femeninos que son portadoras de cromosomas XY, considerado el cromosoma que identifica al sexo masculino) [2].

Esta es la visión del mundo representada en Estados Unidos por la abogada feminista Hillary Clinton, convertida en secretaria de Estado y principal artífice de las «primaveras árabes». Esta ideología está imponiéndose en Francia con el Partido Socialista, actualmente en el poder, y su concepción del «matrimonio para todos» y la «paridad»: en las últimas elecciones ningún candidato podía presentarse solo sino que tenía que formar un «binomio» con otro ciudadano legalmente reconocido como del sexo opuesto.

Lo que Occidente ha vivido con enormes dificultades a lo largo de 2 siglos, el mundo árabe ha tenido que vivirlo en una sola generación.

Si bien los partidarios de Arabia Saudita son generalmente musulmanes sunnitas, mientras que los de Irán pertenecen a todas las comunidades religiosas, existen numerosas excepciones que no pueden explicarse únicamente a través de la actitud ante la contracepción.

En el siglo XIX, las Iglesias cristianas eran violentamente contrarias a la contracepción. En 1958, el papa Pío XII condenaba la píldora contraceptiva. Pero en 2015, el papa Francisco pondera la «paternidad responsable» y critica a los cristianos que «se reproducen como conejos». Hace poco, la Iglesia católica enseñaba aún que la homosexualidad era un pecado contrario al «plan de Dios». Hoy en día el papa Francisco declara que no se siente en condiciones de juzgar a los homosexuales.

Pero la evolución de la mentalidad no ha terminado aún ya que muchos cristianos siguen considerando el aborto durante las primeras semanas del embarazo como un asesinato, aunque Santo Tomás de Aquino demostró –desde el siglo XIII– que un feto de varias semanas no podía ser un ser humano. El apoyo de jóvenes musulmanes occidentales al Emirato Islámico demuestra que Europa todavía no ha ganado la batalla de la «paternidad responsable».

Hace 4 años que vengo analizando las estrategias de los Estados ante las «primaveras árabes». Pero hoy compruebo que los pueblos ya no obedecen a quienes los manipulaban. Lo que mueve a la gente es otra fuerza, aún más poderosa, que se apodera de los individuos sin que estos se den cuenta y los desencadena. 

A partir de 1936, el III Reich creó los Lebensborn, establecimientos dependientes del ministerio de Agricultura, encargados de la “producción y crianza” de jóvenes «arios» por cuenta de las SS.

Quizás deberíamos releer nuestra propia historia a la luz de lo que hoy sucede en el mundo árabe. Comprobaríamos entonces con el mismo estupor que, durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados (el Reino Unido, la Francia libre, la Unión Soviética y Estados Unidos) vivieron movimientos feministas y concedieron diversas responsabilidades a las mujeres mientras sus hombres morían en los campos de batalla. Mientras tanto, las potencias del Eje (Alemania, Italia, el Estado Francés que colaboraba con los nazis y Japón) prohibían estrictamente la contracepción y se obstinaban, a pesar de todo, en mantener a la mujer al margen de toda responsabilidad.



Thierry Meyssan

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NOTAS: 
[1] El problema es que durante siglos los investigadores occidentales definieron la sexualidad animal únicamente como un comportamiento reproductivo, a pesar de que Aristóteles ya había observado la existencia de parejas de perdices en las que ambos individuos pertenecían al mismo sexo. Desde los años 1990 se han realizado numerosos estudios sobre más de 1 500 especies. Y se han encontrado resultados completamente diferentes al analizar detenidamente el ritual de cortejo sexual, el afecto, la vida en pareja y la educación familiar. Biological Exuberance: Animal Homosexuality and Natural Diversity, Bruce Bagemihl, St. Martin’s Press (1999). En 2006, la universidad de Oslo organizaba una importante exposición, Against Nature? - an exhibition on animal homosexuality, sobre ese tema. Estos trabajos dieron lugar a una nueva discusión sobre la teoría de la evolución y científicos como Joan Roughgarden elaboraron el concepto de «selección social» para reemplazar el de «selección sexual». Evolution’s Rainbow: Diversity, Gender and Sexuality in Nature and People, University of California Press (2004).
[2] Existe una gran cantidad de casos diferentes que van desde personas que presentan simultáneamente características biológicas inherentes a los dos sexos sin que pueda decirse con certeza a qué sexo pertenecen hasta, por otro lado, personas cuyo cariotipo no corresponde a su apariencia física. Lo único claro es que algunos individuos no son exactamente hombres ni exactamente mujeres.

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