ENTREVISTA A THIERRY MEYSSAN
Hablando de «Ante nuestros ojos», el nuevo libro de Thierry Meyssan
Publicación original de la Red Voltaire
Damasco - Siria, 19 marzo 2017
En ocasión de la publicación de su nuevo libro “Sous nos Yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump”, actualmente en proceso de traducción al español (“Ante nuestros ojos”) y a otros idiomas, Thierry Meyssan habla de ese trabajo en entrevista concedida a través de Internet.
Red Voltaire: Thierry Meyssan, acaba
de aparecer su nuevo libro 'Sous nos yeux' 10 años después de la publicación del
anterior. ¿De qué trata y por qué dejó pasar tanto tiempo?
Thierry Meyssan: Hace 16 años, yo denunciaba el golpe de Estado del 11 de
septiembre. Lo que yo anticipaba en aquel momento efectivamente tuvo lugar: los
responsables de aquella operación instauraron un estado de emergencia
permanente en Estados Unidos e iniciaron una serie de guerras imperialistas.
Mucha gente sólo retuvo de aquel libro el corto pasaje sobre el atentado del
Pentágono pero es un libro de ciencias políticas que debería tomarse muy en
serio.
No entiendo por qué me preguntan si sigo «creyendo» todavía lo que escribí
en 2002: estoy viéndolo, estoy viviéndolo diariamente. Las ciencias políticas
son ciencias empíricas: entre las hipótesis, sólo es posible distinguir las que
son ciertas de las que son falsas a través de sus consecuencias. Y el tiempo me
ha dado la razón.
Hace más de un año que Francia se halla bajo un estado de emergencia,
mientras que todas esas guerras han devastado el Medio Oriente Ampliado y
dejado más de 3 millones de muertos. Incluso están extendiéndose a Europa con
flujos migratorios y atentados terroristas.
En 'Sous nos yeux' [en español “Ante nuestros ojos”] he querido pasar revista
a la planificación de esas guerras y explicar quién las decidió, por qué y de
qué manera. Los occidentales abordan ese fenómeno de manera secuencial. Para
ellos, en general, no hay relación entre lo sucedido en Afganistán, en Irak, en
Túnez, en Egipto, en Libia, en Yemen y en Siria. Dan por sentado que todos esos
pueblos aspiran a la democracia pero que ninguno de ellos es capaz de
establecerla.
Detrás de esas apariencias discontinuas hay un plan general que afectó
primeramente el Medio Oriente Ampliado y que ahora se extiende a Occidente.
Red Voltaire: De hecho, su libro
aparece precisamente en momentos en que la expresión «post-verdad» está
particularmente de moda en los medios masivos (para denunciar exclusivamente la
supuesta propaganda de la Rusia de Putin y las también supuestas mentiras de
Trump) y en que el «diario de reverencia atlantista» se autoproclama como una
especie de MiniVer (Ministerio de la Verdad) con su indescriptible Décodex… El
libro que usted nos propone muestra hasta qué punto están invertidos los
valores y que estamos viviendo en un mundo que se ha hecho más que nunca
verdaderamente orwelliano. ¿Queda aún alguna esperanza?
Thierry Meyssan: En Occidente,
acabamos de entrar, con la campaña anti-Trump, en la primera fase de la
propaganda propiamente dicha, porque es la primera vez que el sistema arremete
contra la función que hasta ahora había presentado como suprema. Aparece, en
este caso, una evidente contradicción entre las técnicas de «relaciones
públicas» y las técnicas de la «propaganda». En efecto, Donald Trump es un
especialista en las primeras pero es una víctima de las segundas.
Una de las características de la propaganda es que sustituye al espíritu
crítico. Cuando estábamos en la escuela, no pensábamos que un texto tenía más
valor porque fuese de tal o mas cual autor, lo juzgábamos por su contenido.
Aprendíamos a leer de manera crítica. La Democracia se basa en ese principio:
tenemos que prestar atención a lo que dice cualquier ciudadano, mientras que la
monarquía sólo concedía la palabra a la nobleza y a la iglesia –hoy diríamos a
los políticos y los periodistas.
Décodex hace exactamente lo contrario. Califica a priori un artículo de
cierto o falso según su procedencia. Eso es intelectualmente estúpido y
profundamente antidemocrático.
A ustedes no se les ha escapado el hecho que el Décodex está vinculado
simultáneamente a la Entente de medios creada por una misteriosa ONG, First
Draft, y al estado mayor militar de la Unión Europea. De hecho, [el diario
francés] Le Monde, al hacer suya esa iniciativa, está muy lejos de poder
reivindicar el estatus de simple órgano de prensa. Y, en respuesta a su
pregunta, la esperanza no reside en los medios en general sino en que seamos
capaces de resistir.
Red Voltaire: El uso intensivo de la propaganda para vender una guerra no es ciertamente una novedad. Pero con Libia y Siria tenemos la impresión de que se han alcanzado niveles altísimos, raramente vistos anteriormente, exceptuando quizás el momento culminante de la Primera Guerra Mundial, como señalaba últimamente, entre otros, Patrick Cockburn en CounterPunch.
Thierry Meyssan: Sí, pero esa
comparación es válida sólo para el Reino Unido –o más exactamente para su
metrópolis– y Estados Unidos, cuyo territorio no se vio afectado por la guerra
y que dominaban la propaganda moderna. En aquella época, Rusia, Alemania y
Francia ni siquiera sabían en qué consistían esas técnicas.
La primera novedad es la importancia que tiene actualmente la actividad
audiovisual y el uso, más frecuente de lo que parece, de imágenes de ficción
que se presentan en los noticieros como si fuesen reportajes auténticos. Me
refiero, por ejemplo, a secuencias de imágenes sobre la falsa «revolución
verde» en Irán y las imágenes de la supuesta entrada de los rebeldes en la
Plaza Verde de Trípoli, en Libia. Esa mezcla de ficción y realidad acaba de
triunfar con la entrega, por parte de Hollywood, de un premio en la categoría
de documental a al-Qaeda por su puesta en escena de los Cascos Blancos (White
Helmets) en Alepo.
La segunda novedad es la creación de una coordinación internacional entre
gobiernos aliados para acreditar su propia propaganda. Eso comenzó con el Buró
Conjunto de Comunicaciones Globales de la Casa Blanca y de Downing Street
[residencia oficial del primer ministro británico]. Hoy en día, esa
coordinación la realizan la StratCom Task Force de la Unión Europea y el Centro
de Comunicación Estratégica de la OTAN.
Red Voltaire: Todo el mundo sabe que
«en tiempo de guerra, la verdad es la primera víctima», todos recordamos al
menos algunas manipulaciones y mentiras que la prensa repitió unánimemente en
el pasado. Pero, ¡todos siguen cayendo en la trampa una y otra vez! A veces
tenemos la impresión de que, como se dice, «mientras más increíble, más
fácilmente se lo tragan». Basta con que lo digan la mayor parte de los medios.
A pesar de todo, no todos los periodistas –ni los políticos– son vendidos ni
estúpidos. ¿Cómo explicar entonces esta ceguera colectiva, este trance
consensual de los medios y los políticos?
Thierry Meyssan: La prensa ha cambiado profundamente en los últimos
años. En Estados Unidos el número de periodistas disminuyó en dos tercios desde
los hechos del 11 de septiembre. En realidad, ya casi no hay periodistas sino
muchos redactores que adaptan los despachos de agencias a diferentes públicos.
Eso es completamente distinto.
Además, la lógica comercial ha prevalecido ampliamente sobre la
preocupación por informar. Violar la Carta de Munich, documento que establece
los derechos y deberes de los periodistas, se ha hecho algo cotidiano para la
mayoría de ellos sin suscitar la menor condena, ni de parte de la profesión, ni
de parte del público. Por ejemplo, nadie protesta cuando la prensa publica la
contabilidad de un banco o de un gabinete de abogados, supuestamente en busca
de gente que defrauda el fisco; ni cuando un diario publica un acta que debería
permanecer secreta en el marco de un proceso de instrucción, supuestamente con
intenciones de revelar las ilegalidades cometidas por un acusado. ¿Qué pasa
entonces con la debida confidencialidad de esas profesiones? ¿Realmente quiere
usted que la prensa pueda divulgar todas las operaciones bancarias que usted
hace y el expediente de su divorcio? ¿Quiere usted ser designado como culpable
sólo por haber sido interrogado por un magistrado? Entonces, ¿por qué acepta
usted eso cuando se trata de personas conocidas?
Para terminar sobre este punto, la prensa y sus lectores ya no buscan
entender el mundo y se han vuelto crueles. Hace 20 años, mis lectores me
escribían reprochándome que criticaba a tal o más cual individuo sin mencionar
sus méritos. Hoy sucede lo contrario, me reprochan rendir homenaje a tal o más
cual personalidad sin mencionar que se le acusa de esto o de aquello.
Es porque hemos aceptado esta deriva que nos hemos hecho crédulos, no lo
contrario. Los responsables políticos han adoptado nuestro comportamiento
colectivo. Y cuando se le pregunta al presidente [francés Francois] Hollande
por qué tomó tal o mas cual decisión en política exterior, lo que responde es
que tenía que reaccionar a las expectativas de la prensa. O sea, él no decide
su política exterior después de recibir los informes de su administración y de
haber conversado con sus consejeros sino leyendo el periódico.
Hemos llegado a un sistema circular: los periodistas siguen a los
políticos, que a su vez siguen a los periodistas. Ya nadie está en contacto con
la realidad.
Red Voltaire: Numerosos libros han abordado el tema de las «primaveras árabes», casi todos proponiendo una lectura simplista de hechos que se desarrollan de forma espontánea –el famoso «viento de libertad» que barre a los dictadores establecidos– conforme a la visión romántica, incluso ingenua, parisina, de la Revolución Francesa. En ese contexto, el libro de usted es una nota discordante, ¡es lo menos que se puede decir! ¿Cómo se justifica el análisis que usted hace? O, para plantear la pregunta de otra manera, ¿por qué no es pura y simplemente «conspiracionista»?
Thierry Meyssan: Primeramente, durante la Revolución Francesa, el rey
traicionó al buscar la ayuda de los ejércitos extranjeros para reprimir a su
pueblo. Así que fue destituido. Pero el jefe de Estado no fue destituido por su
pueblo en ninguno de los 7 países donde se desarrollaron esas primaveras
árabes. ¿No le parece extraño?
Disponemos además de numerosos testimonios y de varios documentos que
demuestran que los anglosajones prepararon esos acontecimientos desde el año
2004. Como siempre existe un periodo de tiempo entre el momento en que se toma
la decisión, el despliegue de los elementos necesarios y la concretización del
proyecto, y como no tenemos nada de memoria, nos sorprendimos ante algo que ya
se nos había anunciado.
No malinterprete lo que acabo de decir. Es cierto que hubo movimientos de
protesta en cada uno de esos países, pero ninguno fue una revolución tendiente
a derrocar al jefe de Estado y a democratizar la sociedad. Estamos proyectando
nuestra propia fantasía en acontecimientos que son de otra naturaleza.
Las «Primaveras Árabes» no son más que la reedición de la «Gran Rebelión
Árabe de 1916»: un movimiento que en aquel momento todos creyeron espontáneo.
Pero todos los historiadores coinciden actualmente en describirlo como
enteramente concebido y manipulado por los británicos. La diferencia es que
esta vez no hubo una figura romántica como Lawrence de Arabia, quien llegó a
creer en las promesas de sus superiores de Londres. Todo eso se dirigió con un
perfecto cinismo.
Red Voltaire: Thierry Meyssan,
quienes le siguen a usted y leen regularmente lo que usted escribe saben que es
usted un hombre de paz. Desde hace más de 6 años está usted presente en el
terreno donde se desarrollan estos conflictos y por eso su mirada y sus
análisis tienen un valor extraordinario y merecen como mínimo ser escuchados.
Sin embargo, usted cuenta como ha sido en ocasiones actor de los
acontecimientos –tanto en Siria como en Libia, en Irán y en Rusia. Se impone
entonces la siguiente pregunta. Sin acusarlo a usted de ser «el amigo de los
mollahs y de los peores dictadores» –lo cual sería una acusación completamente
estúpida– ¿no podríamos pensar que su lucha contra el imperialismo le ciega? ¿O
que está usted bajo la influencia de la propaganda del otro bando? ¡O incluso
que usted mismo es un vector de esa propaganda!
Thierry Meyssan: Yo mismo me planteo esa interrogante cada día y espero
que ustedes, los que viven del otro lado de la frontera, se hacen también esa
pregunta en relación con ustedes mismos. Donde quiera que uno viva siempre se
halla bajo la influencia de su medio. La situación de ustedes en Europa no es
mejor que la mía aquí.
Cada uno de nosotros tiene que hacer un esfuerzo para ser objetivo. Eso no
es espontáneo. En un conflicto, tenemos que tratar de entender cómo analizan
las situaciones nuestros adversarios. No para combatirlos mejor sino para tener
la posibilidad de acercarnos a ellos.
Ya establecida esa premisa y sabiendo que la responsabilidad política
reside en el hecho de optar siempre por la menos mala de las soluciones, no
pretendo haber servido a santos ni a los mejores. Es por eso que no he estado
al servicio de George W. Bush ni de Barack Obama, que destruyeron el Medio
Oriente Ampliado; ni de Nicolas Sarkozy, que destruyó Libia; ni de Francois
Hollande, que destruyó Siria. He estado al servicio de Hugo Chávez, que sacó a
su pueblo del analfabetismo; de Mahmud Ahmadineyad, que industrializó Irán; de
Muammar el-Kadhafi, que había eliminado la esclavitud en Libia; y de Bachar
al-Assad, que ha salvado la República Árabe Siria de las hordas yihadistas.
Nunca me pidieron hacer nada de lo que tuviese que avergonzarme y si me lo
hubiesen pedido, yo no lo habría hecho.
Red Voltaire: Al leer su libro uno
siente una especie de vértigo porque lo que usted escribe es radicalmente
diferente de la narración que se hace en Occidente. ¿Cómo es eso posible?
Thierry Meyssan: En Occidente no hay regímenes autoritarios pero allí la
propaganda es cotidiana. Eso sucede porque esa propaganda no es impuesta desde
arriba sino esperada abajo. La propaganda no triunfa porque no queramos saber
la verdad sino porque no queremos conocer los crímenes que se cometen en
nuestro nombre. Somos como los avestruces que meten la cabeza en la arena para
no ver.
La mejor prueba de lo que digo es la campaña electoral por la presidencia
de Francia. Hasta este momento, prácticamente ninguno de los candidatos ha
dicho lo que haría como presidente. Todos explican lo que tendría que hacer su
primer ministro en el plano económico, pero ninguno se atreve a hablar de la
responsabilidad presidencial a la que aspiran, que son la política exterior y
la defensa de la Patria. Sin embargo, en tiempos de globalización, es
simplemente imposible obtener resultados económicos sin comenzar por
reposicionar el país en la escena internacional. Pero son pocos los que aún se
atreven a analizar las relaciones internacionales. Eso se ha convertido en
tabú.
Red Voltaire: Los atentados
terroristas de Daesh y Al-Qaeda en Francia en los 2 últimos años modificaron un
poco el discurso mediático, sobre todo después de las matanzas del 13 de
noviembre en París. Los medios dieron repentinamente cierto eco a las voces
disonantes –hasta entonces inaudibles– que cuestionaban la política francesa
hacia Libia y Siria y también las relaciones especiales y privilegiadas que
mantienen nuestros dirigentes con Qatar y Arabia Saudita. Pero después volvimos
rápidamente al statu quo ante según el cual «Bachar» el verdugo tiene que irse…
Thierry Meyssan: Una vez más, ustedes toman las cosas al revés. El
director general de la Seguridad Interior [francesa], Patrick Calvar, declaró
ante una comisión parlamentaria que sabía quién ordenó los atentados pero que
no lo diría. En efecto, no es él quien tendría que decirlo sino el presidente
de la República, Francois Hollande.
Pero, como explico en mi libro, Alain Juppé y Francois Hollande contrajeron
compromisos internacionales secretos que no pudieron cumplir. Sintiéndose
engañado, Recep Tayyip Erdogan ordenó los atentados de París y el de Bruselas e
incluso se felicitó por ellos de antemano. Esas dos operaciones fueron
realizadas por dos comandos diferentes, aunque Mohamed Abrini, del MI6
británico, participó en los dos.
Nuestros sucesivos gobiernos han tomado decisiones tan abyectas que no se
atreven a confesarlas. Yo he abordado esa situación en mis artículos, pero sólo
a medias. Esa situación no puede mantenerse. No puedo soportar ver morir a
nuestros compatriotas en el teatro Bataclan y en las terrazas de los cafés.
Escribí este libro para sacar a la luz la ropa sucia y para que logremos un
cambio.
Red Voltaire: Con este libro usted vuelve a sumergirnos en el pasado que, aunque reciente, parecía haber quedado atrás: me refiero en específico al brillante discurso de paz de Dominique de Villepin ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en 2003, y a la intervención militar ilegal contra Libia, en 2011. ¿Cómo ha podido verse en Francia, en tan poco tiempo –sólo 8 años– el triunfo total entre nuestras «élites» de las tesis de los neoconservadores estadounidenses y de su profecía auto-realizada del «choque de civilizaciones» y la «guerra sin fin contra el terrorismo»?
Thierry Meyssan: En primer lugar, en mi opinión, no hay tal profecía: el
«choque de civilizaciones» y la «guerra contra el terrorismo» nunca existieron.
Lo que estamos viendo sólo es una guerra de un Imperio y sus aliados contra los
pueblos del Medio Oriente Ampliado y contra el pueblo del Donbass. La novedad es
que la Casa Blanca ya no gobierna el Imperio, quien lo gobierna es el Estado
Profundo, algunos de cuyos dirigentes hemos podido identificar.
Luego, el alineamiento de las élites europeas tras la administración Obama
es un fenómeno clásico de colaboración con el más fuerte, fenómeno que hoy se
prolonga en contra de la administración Trump. Así que los europeos se han
puesto al servicio de la oposición estadounidense.
Red Voltaire: Sobre ese tema, usted
establece una diferencia notable entre las presidencias de Sarkozy y de
Hollande, este último reactivó la guerra en Siria mientras que Sarkozy –que la
había iniciado– se disponía, por pragmatismo, a salir de ella…
Thierry Meyssan: Aunque hay que decir que si Sarkozy se retiró
sabiamente del conflicto sirio, anteriormente había proseguido la lucha contra
Costa de Marfil y contra Libia hasta el último momento. Pero lo más importante
no es eso. Los gobiernos de Sarkozy se dividieron en cuanto a la participación
de Francia en el plan británico de las «primaveras árabes».
Tendríamos que rendir homenaje a quienes convencieron a Sarkozy de que
hiciera la paz. Pero ahí se complican las cosas porque el Sistema los castigó a
casi todos. Mientras que los medios cantaban loas a Alain Juppé, el prefecto
Edouard Lacroix fue físicamente eliminado, Claude Guéant fue condenado a ir a
la cárcel, Bernard Squarcini y Francois Fillon son ahora objeto de acciones
judiciales. Hay que entender que esos ejemplos desestimulan a todos los que hoy
pudieran poner fin a la guerra.
Red Voltaire: Su libro comienza
citando la siguiente resolución de la ONU:
«Todos los Estados deben abstenerse de organizar, ayudar, fomentar, financiar, estimular o tolerar actividades armadas subversivas o terroristas destinadas a cambiar por la fuerza el régimen de otro Estado, así como de intervenir en las luchas internas de otro Estado.»
Ese pertinente recordatorio de la base del Derecho Internacional parece ser
perfectamente ignorado por la mayoría de nuestros responsables políticos, y
también por los periodistas y los medios de difusión que se hacen eco de lo que
dicen sin cuestionarlos nunca.
Thierry Meyssan: Esa citación
está sacada de la resolución que detalla la significación de la Carta de las
Naciones Unidas. Es un texto de referencia que, por supuesto, han estudiado
todos los diplomáticos y periodistas especializados.
Olvidar eso significa que uno no tiene ya intenciones defender los
principios del Derecho Internacional. Hoy estamos viviendo en un mundo
hipócrita donde los responsables políticos y los funcionarios de la ONU dicen
seguir la Carta pero la violan constantemente. Como muestro detalladamente en
este libro, las actuales guerras en el Medio Oriente y el Donbass están siendo
dirigidas política y logísticamente desde la sede de la ONU por el segundo
responsable de mayor nivel de esa organización: el estadounidense Jeffrey
Feltman.
Red Voltaire: En este libro, al
contrario de los anteriores, usted ha optado por no citar las fuentes ni
utilizar notas. ¿Cómo explica esa decisión, que puede dar pie a todas las
acusaciones que no dejarán de oírse en su contra? ¿Apuesta usted por la
inteligencia de los lectores?
Thierry Meyssan: En 2002, en La Gran Impostura 1 –sobre los hechos
del 11 de septiembre de 2001, yo citaba fuentes oficiales que aparecían en
internet. En aquella época todavía era poca la gente con acceso a internet y me
reprocharon que no me apoyaba en la única fuente seria: las que existían en
papel. En 2007, en La Gran Impostura 2
–sobre la agresión que acababa de tener lugar contra el Líbano– cité cientos de
despachos de agencias de prensas e informes oficiales. Al ser imposible
reprocharme algo, la prensa ignoró el libro. Esta vez no ofrezco referencias.
Los personajes que cuestiono probablemente desmentirán y me acusarán de inventar
cosas. Si quieren que saquemos los trapos al sol, estoy dispuesto a
contestarles.
¿Sabe usted?, entre 2002, 2007 y 2017 he vivido muchas cosas, he aprendido
mucho y madurado mucho. Nadie en Francia ha participado en los acontecimientos
como yo lo he hecho.
Edición francesa de la 'Gran Impostura' (2002)
Red Voltaire: Hace 10 años, su libro 'L’Effroyable Imposture 2. Manipulations et désinformations' no fue objeto de
ningún comentario en los medios. De hecho, la imagen de usted había sido tan
denigrada que los libreros –que también son víctimas de la propaganda–
recibieron su libro con reticencia, evitando darle visibilidad en sus
establecimientos –como habitualmente se hace con un autor exitoso–, poniéndolo
más bien lejos de las miradas, en los estantes, y llegando incluso a esconderlo
hasta poniéndolo fuera del alcance del público, en el almacén. A pesar de eso
aquel libro se vendió mucho. Dado el ambiente casi histérico alrededor de
«Bachar», Putin y Trump, es evidente que este nuevo libro no contará con una
acogida mejor que aquella. ¿Es posible ser optimista en cuanto a su difusión?
Thierry Meyssan: Estamos en una
época diferente. Hace unos años casi todos creíamos cualquier cosa, si aparecía
publicada en Le Monde. Hoy en día, la mayoría se interroga sobre las
contradicciones de la retórica del pensamiento correcto.
Por ejemplo, supongamos que al-Qaeda sea un grupo de antioccidentales
rabiosos que cometieron los atentados del 11 de septiembre. ¿Cómo es posible
entonces que alguien haya exigido al general Carter Ham, comandante del
AfriCom, que colaborara con al-Qaeda en Libia? Exigencia que, por cierto, lo
llevó a protestar y puso fin a su misión. ¿Por qué Laurent Fabius apoyó [como
ministro francés de Exteriores] a los Estados árabes según los cuales al-Qaeda
«está haciendo un buen trabajo» en Siria? ¿Por qué Francia envió municiones a
al-Qaeda en Siria?
Por eso podemos esperar que individualmente, uno tras otro, los franceses
en general –y por tanto también los libreros– revisarán lo que creían saber
desde el inicio de los acontecimientos. Si los hechos parecen incoherentes,
¿dónde está su lógica?
Red Voltaire: Thierry Meyssan,
gracias por su tiempo y, sobre todo, por este libro extraordinario cuya lectura
recomendamos a todos, además de recomendar también que lo den a conocer lo más
ampliamente posible a su alrededor. ¿Quiere decir algo más, a modo de
conclusión?
Thierry Meyssan: Cada cual debe
ahora posicionarse ante algo que comenzó en el Medio Oriente Ampliado. Es un
proceso que se inició en países lejanos, pero que ahora llega a nuestros
países. Los atentados, por un lado, y la propaganda por el otro, ya están aquí.
Si nos negamos a mirar la verdad de frente, nos aplastarán las fuerzas de las
queremos a toda costa ser aliados. Mientras más esperemos, más difícil será
defender la libertad en nuestro propio suelo.
T
hierry Meyssan
Hablando de «Ante nuestros ojos»hierry Meyssan