Bienvenido a este Blog. Detectives de Guerra le brinda los mejores análisis de los conflictos internacionales de actualidad

29 noviembre 2018

Gran Bretaña y el oro negro de Mesopotamia




Primera parte

Antecedentes

por Tito Andino U.

En una magistral entrevista que presentaramos anteriormente, Jacques R. Pauwels, historiador y escritor belga, residente en Canadá, analizaba su libro "De Groote Klassenoorlog 1914-1918" (La Gran Guerra de Clases 1914-1918) (en inglés "The Great Class War: 1914-1918"); y, "El mito de la guerra buena: EE.UU en la Segunda Guerra Mundial" (2002). En una excelente reseña presentada por 'Rebelión' explicaba Las verdaderas causas de la Primera Guerra Mundial

Pauwels considera que dos fueron las principales causas de la Gran Guerra: 

1) El imperialismo europeo sediento de nuevas colonias, dada la época, necesitaba imprescindiblemente desplegar su desarrollo industrial, comercial y financiero, tenía que expandirse y lo único al alcance eran sus colonias de ultramar o buscar nuevas colonias en las que invertir sus capitales, ejercer el control de la mano de obra barata y de materias primas. 

El reparto del África ya era un hecho consumado, por lo que no había otra opción que la disputa de esas colonias por la vía armada. La Conferencia de Berlín había ya organizado la división y ocupación del continente africano por las potencias europeas (16 de noviembre 1884 -  27 de febrero de 1885). Otto von Bismarck, en calidad de Canciller del Imperio Alemán, organizó la cumbre a petición del Reino Unido y Francia, como sabemos, el objetivo  era discutir los problemas de la expansión colonial y acordar la repartición de África. Todo el continente africano fue distribuido, salvo dos excepciones: Liberia, colonia estadounidense liberada en 1847 donde se reasentó a los esclavos afroamericanos liberados y Abisinia (actual Etiopía), adjudicada a Italia, se mantuvo libre al impedir la invasión. 




2) La segunda causa, sin duda, para Pauwels era el temor a que se desatase una revolución, el naciente movimiento obrero que emergía con fuerza en Europa; los  trabajadores reclamaban mejores condiciones, empezaron a formar sindicatos y movimientos políticos, etc.; la elite, a todas luces tenía miedo; la pobreza también jugaba su rol y para esas potencias imperialistas una solución a sus conflictos sociales internos era enviar a la gente pobre a las colonias, lugares donde podían jugar el papel de "señores".

Cecil Rhodes afirmaba que "el imperialismo era necesario para evitar una guerra civil". Naturalmente, no se podía enviar a las colonias a todos los ciudadanos, la única viable solución era la guerra, solo a través de ella se podía poner "orden", es decir, deshacerse de la gente molesta y seguir conservando el estatus de amos, con la guerra las ideas "socialistas" debían quedar sepultadas. Según Pauwels la guerra era imprescindible para las élites, la deseaban y esas oportunidades confluyeron en aquellos tiempos, no vacilaron en poner en marcha el aparato militar, la gran matanza empezaba.

Tras el reparto de África, las zonas de influencia quedaron delimitadas, la colonización operaba a buen ritmo, incluso la esclavitud iba siendo cosa del pasado, más bien una zona conflictiva era el sur del continente, Gran Bretaña controlaba gran parte de esa zona y hasta repartió tierras a los nativos lo que derivó en problemas con los colonos holandeses -los bóers- quienes decidieron "migrar" más al interior de la actual Sudafrica, al oponerse a la liberación de los negros, los bóeres combatieron a los nativos y crearon las Repúblicas de Transvaal y de Natal y el Estado Libre de Orange. luego se descubrieron grandes y ricos yacimientos de diamantes y oro en Transvaal lo que prendió el apetito británico, una guerra se desató (Guerra Anglo-Bóer), la empresa de Cecil Rhodes se impuso y esos territorios se anexaron a la Gran Bretaña en 1902. 

Era indudable que había resentimientos entre las potencias coloniales, unos obtenían más y mejores réditos; unos seguían manteniendo la mentalidad esclavista ya suprimida a inicios del siglo XIX (curiosamente fueron los británicos quienes impulsaron el fin del comercio de esclavos, no por ello dejaron de explotar a ritmo industrial las colonias); por otro lado, los franceses se decantaron por otro sistema de dominación, el centralismo administrativo y la asimilación cultural de sus colonias a la metropolí parisina. 

El reparto colonial tuvo otros obstáculos que fueron creando el ambiente de pre guerra, "un principio que alteró dramáticamente las estructuras sociales, políticas y económicas tradicionales del continente: un territorio pasaba a estar bajo el 'dominio efectivo' de la colonia que se había apoderado de el. Este principio, que invalidaba las exploraciones como fórmula para obtener derechos territoriales, autorizaba a esa potencia a proseguir su expansión hacia el interior hasta topar con el dominio del otro Estado europeo. Quedaba fijado que el Reparto de África sería fuente de agrias disputas entre las potencias coloniales y de revueltas anticolonialistas" .

Los anhelos coloniales (expansionismo) de unos y otros comenzaron a causar roces, cada cual anhelaba un poderoso imperio colonial a costa del otro, los conflictos empezaron a surgir en menor escala hasta que llegara el momento de la Gran Guerra.



La casi inexplorada e inexplotada China también era codiciada por las potencias imperialistas, a la que se sumó los Estados Unidos de América, todos querían parte del botín. La gráfica arriba habla más que las palabras (no es materia del presente estudio enfocarnos en el reparto colonial de China, solamente como ejemplo de las diferencias que empezaban a surgir en las potencias imperialistas europeas).  La ilustración representa a las naciones imperialistas de Europa y el reparto colonial de la China, apreciamos los siguientes personajes: La Reina Victoria de Inglaterra, El Kaiser alemán, Guillermo II, el zar Nicolás II de Rusia, Marianne, el símbolo de la revolución francesa (representando a Francia) y, Meiji Tennó (Mutsuhito), emperador del Japón; atrás se observa al emperador chino protestando.

Sin embargo, otro acontecimiento de gran trascendencia se presentó en el mundo, como sabemos la "revolución industrial" seguía a pasos agigantados, pero la energía que movía las fábricas era el carbón y eran los británicos quienes lo poseían a grandes cantidades, en ese tiempo iba, cada vez más, ganando notoriedad el petróleo, muy escaso por las tierras europeas, pero muy rico en los Estados Unidos, al descubrirse los potenciales yacimientos del "oro negro" en la Mesopotamia (Irak) las miradas de los británicos y de otras grandes potencias industriales (Alemania y Francia, básicamente) cambiaron de rumbo, no es que se deslindaran de sus colonias africanas, observaban como sacar provecho a sus flotas navales y colonias con una nueva fuente de energía que elevaría su industria a niveles insospechados. Había nacido otro pretexto para el estallido de la Gran Guerra, la competencia por apoderarse de Mesopotamia y sus infinitas fuentes de petróleo.

Es el historiador Jacques R. Pauwels, quien nos narra lo sucedido.


II parte

Gran Bretaña y el oro negro de Mesopotamia


Por: Jacques R. Pauwels 


Vehículo blindados y aviones de la RAF en la actual Irak durante el conflicto por Mesopotamia.

La Primera Guerra Mundial fue una contienda entre dos bloques de potencias imperialistas. Uno de su objetivos principales fue la adquisición, el mantenimiento y/o la expansión de territorios (en Europa y en todo el mundo) que se consideraban de vital importancia para la economía nacional de esas potencias, sobre todo por contener materias primas como petróleo.

Hemos visto que finalmente ganaron ese conflicto aquellas potencias que en 1914 ya estaban ricamente dotadas de este tipo de posesiones: los miembros de la Triple Entente y Estados Unidos. El Tío Sam no entró en la contienda hasta 1917, pero desde un principio su petróleo estuvo a disposición de la Entente y permaneció fuera del alcance de alemanes y austro-húngaros durante toda la guerra debido al bloqueo naval británico.

“Desde luego, hay petróleo en Mesopotamia, pero inaccesible para nosotros mientras haya guerra en el Oriente Próximo. Y pienso que, si tanto lo necesitamos, podría ser motivo de una negociación. Los árabes parecen dispuestos a verter su sangre por la independencia. ¡Por consiguiente, harán lo mismo, con mayor facilidad, con su petróleo!” T.E. Laurence.

Al acabar la IGM, se asignó a Gran Bretaña el mandato de Palestina, Trasjordania e Irak. La foto correspone a abril de 1921, cuando los británicos convocaron una reunión en Amán entre oficiales árabes y británicos en el campamento de Amir Abdullah ibn Hussein quien fue proclamado por el Alto Comisionado británico, Herbert Samuel, Primer Emir y Rey de Transjordania. La fotografía muestra, entre los personajes reconocibles, al coronel T. E. Lawrence (más conocido como "Lawrence de Arabia", Herbert Samuel y Amir Abdullah. Entre otros cumplieron la misión de fundar estados posotomanos en Jordania e Irak.

Examinemos brevemente el papel que desempeñó Gran Bretaña en esta lucha de titanes imperialistas.

Gran Bretaña entró en el siglo XX como la superpotencia mundial, que controlaba una enorme cantidad de posesiones coloniales. Pero esta posición majestuosa dependía de que la Armada Real dominara en los mares, ¿no es así? Y surgió un grave problema cuando los años posteriores al cambio de siglo fueron testigos de cómo el petróleo sustituía rápidamente al carbón como combustible de los barcos.

Esto hizo que Albión, ricamente dotada de carbón pero privada de petróleo, buscara frenéticamente fuentes ricas y fiables del “oro negro”, del que sus colonias disponían de muy poco. En aquel momento había que comprar el petróleo a quien entonces era el mayor productor y exportador, Estados Unidos, una antigua colonia británica que cada vez era más un importante rival comercial e industrial y tradicionalmente no era una potencia amiga, por lo que esa dependencia resultaba intolerable a largo plazo.

Se podía conseguir algo de petróleo procedente de Persia, el actual Irán, pero no lo suficiente para resolver el problema. Y así, cuando se descubrieron ricos depósitos de petróleo en la región de Mosul en Mesopotamia, una parte del Imperio otomano que posteriormente se convertiría en el Estado de Iraq, el patriciado que gobernaba en Londres (ejemplificado por Churchill) decidió que era imprescindible conseguir el control exclusivo de esta hasta entonces parte sin importancia de Oriente Próximo.

Winston Churchill y David Lloyd George, en 1919 (en el Downing Street 10, el centro del gobierno del Reino Unido, es la residencia oficial y lugar de trabajo del primer ministro, cercano al palacio de Westminster, sede del parlamento británico, y del palacio de Buckingham, residencia de la Monarquía).

Este proyecto no era poco realista ya que resultaba que el Imperio otomano era una nación muy grande, aunque débil, a la que previamente Gran Bretaña había podido arrebatar partes considerables de propiedades ad libitum, por ejemplo Egipto y Chipre. (ad libitum, expresión del latín que significa literalmente 'a placer, a voluntad', quiere decir 'como guste'). Pero los otomanos se había aliado recientemente a los alemanes, con lo que la planeada adquisición de Mesopotamia abría la posibilidad de una guerra con estos dos imperios.

Aun así, la necesidad de petróleo era tan grande que se planificó una acción militar con la idea de llevarla a cabo lo antes posible. La razón de esas prisas era que los alemanes y los otomanos habían empezado a construir un ferrocarril para unir Berlín y Bagdad vía Estambul, con lo que aumentaba la espeluznante posibilidad de que pronto se pudiera enviar por tierra al Reich el petróleo de Mesopotamia a beneficio de la poderosa flota alemana que ya era el rival más peligroso de la Armada Real. Se había planeado terminar el Ferrocarril de Bagdad en . . . 1914.

Fotografía que data entre 1900-1910, el ferrocarril de Bagdad (Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos). Para ilustrar la importancia de la línea Berlín-Bagdad (en realidad Hamburgo-Basora), tengamos en cuenta lo siguiente. En 1914, si Alemania deseaba llegar a India, debía pasar forzosamente por la ruta del Canal de Suez (3 semanas de viaje) o, si éste era bloqueado, por el Cabo de Buena Esperanza (8 semanas de viaje). Ambas rutas estaban controladas por el Imperio Británico. Pues bien, el ferrocarril proyectado por el Kaiser permitía hacer la misma ruta en sólo 8 días. En caso de conflicto armado con Reino Unido, Alemania podría colocar un ejército en las fronteras de India en menos de dos semanas. Foto bajo estas líneas: El ferrocarril de Bagdad se construyó de 1903 a 1940 para conectar Berlín con Bagdad (entonces parte del imperio otomano), desde allí Alemania aspiraba acceder al puerto de Basora (Golfo Pérsico); el trazado debía atravesar por las actuales Turquía, Siria e Irak. El inicio de la Primera Guerra Mundial impidió su continuación, la línea férrea se encontraba a 960 kilómetros de su objetivo. El tramo final a Bagdad terminó a finales de los 30.


Línea del ferrocarril de Bagdad


En este contexto fue en el que Londres abandonó su larga amistad con Alemania y se unió a los dos enemigos mortales del Reich, Francia y Rusia, en la llamada Triple Entente, y en el que se acordaron con Francia unos detallados planes de guerra contra Alemania. La idea era que los enormes ejércitos franceses y rusos aplastaran a Alemania mientras el grueso de las fuerzas armadas del Imperio se trasladaba desde India hacia Mesopotamia, derrotaba a los otomanos y se apoderaba de los yacimientos de petróleo; a cambio, la Armada Real impediría que la flota alemana atacara a Francia y la ayuda simbólica a la acción francesa contra el Reich en el continente se haría por medio del comparativamente liliputiense Cuerpo Expedicionario Británico. Pero este acuerdo maquiavélico se elaboró en secreto sin informar ni a la opinión pública ni al Parlamento.

En los meses anteriores al estallido de la guerra todavía era posible un compromiso con Alemania y se reconoce que algunos sectores de la élite política, industrial y financiera británica eran incluso partidarios de ello. Sin embargo, ese compromiso habría significado permitir a Alemania compartir el petróleo de Mesopotamia mientras que Gran Bretaña quería tener su monopolio exclusivo. Así, en 1914 el verdadero objetivo de guerra de Londres, aunque no declarado o “latente”, era apropiarse de los ricos yacimientos de petróleo de Mesopotamia. Cuando estalló la guerra, que enfrentaba a Alemania y a su aliado austro-húngaro con el dúo franco-ruso y con Serbia, no parecía haber razones obvias para que Gran Bretaña se implicara. El gobierno se enfrentaba a un doloroso dilema: el honor le obligaba a ponerse de lado de Francia, pero entonces tendría que revelar que la promesa vinculante de ofrecer dicha ayuda se había hecho en secreto.

Afortunadamente, el Reich violó la neutralidad de Bélgica y proporcionó así la excusa perfecta a Londres para entrar en guerra. En realidad a los dirigentes británicos les importaba bien poco el destino de Bélgica, al menos mientras los alemanes no intentaran apropiarse del gran puerto marítimo de Amberes, al que Napoleón calificaba de “pistola apuntando al corazón de Inglaterra”. Por otra parte, durante la guerra la propia Gran Bretaña iba a violar la neutralidad de varios países, como China, Grecia y Persia.


Atatürk (de uniforme claro), oficial del Imperio Otomano y futuro líder del movimiento turco que llevaría a la creación de la actual Turquía y su primer presidente.

Como todos los planes que se hicieron para preparar lo que se iba a llamar la “Gran Guerra”, el escenario que había tramado Londres no se desarrolló como se esperaba: los franceses y los rusos no lograron aplastar a las huestes teutonas, así que los británicos tuvieron que mandar muchos más soldados al continente (y sufrir muchas más pérdidas) de los que habían planeado enviar; y en el lejano Oriente Próximo, el ejército otomano (expertamente asesorado por oficiales alemanes) demostró inesperadamente ser un hueso duro de roer.

A pesar de esos inconvenientes, que provocaron la muerte de unas tres cuartas partes de millón de soldados solo en Reino Unido, al final todo acabó bien: en 1918 la bandera británica, la Union Jack, ondeaba en los yacimientos de petróleo de Mesopotamia. O, mejor dicho, casi bien porque aunque se había expulsado a los alemanes de la zona, en adelante los británicos iban a tener que tolerar la presencia ahí de los estadounidenses y, finalmente, iban a tener que conformarse con el papel de socio menor de esa nueva superpotencia.


Las tropas indo-británicas entrando en Bagdad (11 marzo 1917). Durante la campaña de Mesopotamia en el teatro de Oriente Medio de la I Guerra Mundial, las tropas británicas tuvieron que caminar cientos de kilómetros a través de los desiertos. Las batallas fueron libradas en su mayoría por tropas de Gran Bretaña, Australia y la India británica contra las fuerzas del Imperio Otomano principalmente.

Fuentes: Original 

AddToAny