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28 septiembre 2019

¿Y si Hitler hubiese sido asesinado en 1938? (II)






coloquio 

Hablan eruditos y escritores alemanes

Conforme analizamos en la entrega anterior, los planes militares de 1938 para detener y ejecutar a Hitler nunca se llevaron a cabo, por lo que también es válido preguntarnos por el atentado de Elser de 1939, que si tuvo lugar. ¿Y si Hitler hubiese muerto en el atentado de 1939? El objetivo (Hitler), como lo demostraría el destino en actos posteriores, tenía el "don" de librarse por los pelos.


Las reflexiones que plasman a continuación varias personalidades alemanas de los años 70 del siglo pasado sobre los planes golpistas e ideas de eliminar a Hitler en 1938 son un aporte histórico fundamental, en su mayoría vivieron las trivulaciones de la guerra. Sus puntos de vista pueden bien ser aplicables igualmente al caso de Georg Elser de 1939.

t. andino


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Quien pretenda especular sobre la historia debe andarse con cuidado. Porque con los "de haber", "tenía que" y "si se hubiese", no se puede corregir el pasado. Esto es válido también para las hipótesis que contiene la biografía de Hitler escrita por Joachim Fest sobre cómo hubiera calificado el mundo a Hitler de haber tenido éxito el atentado de 1938. En todo caso las respuestas son tan interesantes como las tesis que las provocan. Rolf-Steinberg se entrevistó en 1974 con una serie de personalidades. He aquí el resultado.



Joachim C. Fest: " Hitler", Editorial Noguer, Barcelona 1974, I, 16.

"De haber sucumbido Hitler en el atentado de finales de 1938, muy pocos dudarían en señalarlo como uno de los más grandes hombres de Estado alemanes, e incluso, quizá, como el consumador de la historia germánica. Los discursos agresivos y Mi Lucha, el antisemitismo, y el concepto de hegemonía universal habrían caído en el olvido, y se atribuirían a unas ideas fantasiosas de la juventud de Hitler, que solo desenterrarían los críticos de una nación descontenta, con el fin de despertar conciencias. Seis años y medio cambiaron esta versión de la historia. Es seguro que solo un final violento le hubiese procurado semejante fama -y a punto estuvo de lograrla- porque su forma de ser se basaba en la destrucción y no se perdonaba ni a sí mismo. ¿Puede decirse de él que fue "grande"?


Klaus Reiner Röhl
editor de "das-da" (nacido en 1928)

La pregunta está mal formulada. Los lectores de la literatura más humilde de ciencia ficción saben que el tiempo no se enmienda ni se corrige. !Pobre del viajero que quiera resolver semejante paradoja de tiempo!. En vez de esto voy a hacer otra pregunta:

¿Por qué no se coronó con éxito el atentado de 1938? ¿Por qué no continuaron? ¿Por qué no se organizó una resistencia auténtica? ¿Por qué no existe sobre la única resistencia digna de este nombre -la resistencia de los obreros-, apenas literatura en la República Federal?. Un atentado como acción única estaba llamado a fracasar porque depende siempre de una serie de casualidades. Lo trágico o la falta de la situación política de los años 30 fue que la clase trabajadora estaba profundamente dividida, tanto por culpa de la socialdemocracia orientada hacia la derecha, como la del Partido Comunista de Thälmann, orientado completamente al estalinismo, de manera que el nacionalsocialismo pudo fácilmente terminar con ella. El asesinato de Hitler no hubiera aportado realmente un verdadero cambio político. En 1938 no existían fuerzas políticas capaces de llenar ese vacío.


Sebastian Haffner
periodista, escritor e historiador (nacido en 1907)

Cierto que posiblemente se hubiera podido evitar la guerra de 1939. Göring, sucesor de Hitler por aquel tiempo, no la deseaba de ninguna manera; los jefes militares, que antes de Munich habían considerado la posibilidad de una rebelión, mucho menos. Pero, cómo hubiesen hecho frente Göring y los generales a Himmler, a las SS y al Partido? Y cómo se hubiera podido enderezar una economía exclusivamente  dirigida a una guerra de conquista?

Lo que Fest pasa por alto en su experimento especulativo es que la Gran Alemania de Hitler, desde el punto de vista de la política exterior, era prácticamente inatacable después de Munich, pero de puertas adentro el Estado no se encontraba seguro, ni estable, ni sano. 

La obra destructiva de Hitler, que de fronteras afuera empezó para Europa en 1939, había comenzado para Alemania en 1933, y en 1938 se encontraba bastante adelantada.

Alemania carecía de Constitución, no era un Estado de derecho; sus instituciones: partido, Wehrmacht, SS, Frente del Trabajo, eran verdaderos Estados dentro del Estado y se enfrentaban entre sí, encontrándose unidos solamente en la cumbre, en la persona de Hitler. Al faltar esta persona en la cumbre, el edificio se hubiera venido abajo y en vez de la guerra para la que había sido preparada, Alemania hubiera conocido en 1938 una guerra civil. Desde el punto de vista tanto moral como económico, el gran Reich se encontraba ya deshecho en 1938; la descomposición moral pudo apreciarse en noviembre de 1938 con la "Noche de los Cristales". Los sucesores en el poder, a los que la desaparición de Hitler hubiese abierto el camino, no habrían tenido la menor consideración, ni sentido el más mínimo escrúpulo. Quizás se hubiera sostenido en la Alemania propagandística de entonces, durante un tiempo, una leyenda de traición a Hitler, de la puñalada por la espalda. "Si al Führer no lo hubieran asesinado -diría alguno- no pasarían estas cosas". Y no habrían pasado las que real y verdaderamente han sucedido: la guerra y la derrota. En todo caso, de una manera o de otra, la obra de Hitler estaba dirigida desde el principio a la destrucción. La mala semilla tenía que dar mal fruto. Y únicamente un historiador ciego no sería capaz de dar con ello. A la larga se hubiese impuesto el juicio de Thomas Mann, quien se refirió a Hitler en 1938, cuando el Führer se encontraba en la cumbre de sus triunfos, con estas palabras: "Verdaderamente, el mozo es una catástrofe".




Will Tremper 
escritor ( nacido en 1928)

Se hubiera convertido en un nuevo Napoleón. Hoy no se hablaría ya de las víctimas de Hitler como no se habla en Francia de los que murieron por culpa de Napoleón. Estoy por decir que seguiría existiendo el III Reich en buena amistad con el resto de las naciones. Seguro que se hubiera consolidado después de un atentado de esa naturaleza. Quizás se hubiese coronado como sucesor a Göring o nombrado un triunvirato. Tampoco consideraba nadie posible que la Unión Soviética pudiera seguir existiendo en la misma forma una vez que Stalin desapareciera. Lástima, de verdad, lástima que Hitler no fuera asesinado en aquella ocasión. Podríamos circular libremente por Berlín y el biógrafo de Hitler, Fest, defendería la tesis de que si Hitler se hubiera salvado en 1938, seguro que la guerra hubiese sido un hecho.


Fabián von Schlabrendorff
juez federal, autor de "Offiiziere gegen Hitler" (nacido en 1907).

Solo un político y no un historiador puede plantearse la pregunta de que hubiera pasado en tal o cual caso. El atentado no es ningún medio político eficazmente recomendable, salvo que uno se encuentre en una situación en la que no haya otro remedio. Antes de empezar la Segunda Guerra Mundial no existía tal situación de urgencia.

El argumento de que un atentado en 1938 no hubiera contado con la aprobación del pueblo alemán sino que por el contrario hubiese servido para glorificar posteriormente a Hitler, es falso. Lo que la masa piensa y siente no es un criterio que detenga a gente resueltamente decidida a actuar. 

Para quien desea de verdad llevar algo a cabo, no representa nada la opinión o el eco que provoque en la masa. Lo único decisivo es si el plan trazado se considera o no indispensable. En 1938 las cartas del acontecer mundial eran diferentes a las de 1943 o 1944. Una demostración de la marina inglesa en la zona conveniente hubiera afectado más a la historia del mundo que un atentado.


Franz Baake
director de cine y televisión (nacido en 1931)

Fest tiene razón; sin ninguna duda hubiera pasado entonces Hitler a la historia como uno de los grandes hombres de todos los tiempos. porque no es de esperar que en un futuro próximo se cambie el sistema de medidas por las que la gente califica de "grandes" a sus iguales. El igualmente antipático Federico II sigue siendo "el Grande", pese a que para nosotros y el mundo entero hubiera sido mejor que la emperatriz María Teresa le hubiese vencido y llevado a los tribunales. Federico a Voltaire: "El deseo de hacer hablar de mi y la satisfacción por la aventura vencieron, y la guerra fue cosa concluida".

En tanto los americanos sigan peregrinando a la tumba de ese monstruo parecido a Hitler que fue Napoleón, en tanto ese poseso del poder, esa bestia asesina siga siendo objeto de cualquier culto, en tanto -por citar un ejemplo- el descubridor de la penicilina (quién se acuerda de su nombre?) no esté enterrado en un templo y sea objeto de veneración, en tanto la humanidad solo se incline reverenciosa ante los gánsters políticos, responsables por millones de muertes y olviden a los que deberían ser objeto de millones de bendiciones, en tanto suceda esto, no se podrá corregir el resultado que apunta Fest a su especulativo y teórico experimento. 

¿No se dice para señalar a alguien que ejerce violentamente poder sobre otros que se ha convertido en ´una fiera´?... ¿Y no son por lo general fieras las que figuran en los escudos de armas de los pueblos?.

No. quien niegue las conclusiones de Fest no podrá seguir adelante. Fuera de que para millones de personas en 1938 no hacía falta ningún atentado. Para éstos sigue siendo el Führer uno de los más grandes hombres de Estado. Quizá la mayor ayuda podrían proporcionarla nuestros historiadores y profesores de historia, formando un sistema intelectual que permitiera establecer la verdadera grandeza histórica.




Dr. Robert Kempner
abogado y antiguo sustituto del fiscal norteamericano en el proceso de Nuremberg (nacido en 1899)

Allí hubiera terminado el peor de los fantasmas del III Reich. Un atentado con éxito contra Hitler en las postrimerías de 1938 hubiese significado en mi opinión el principio del fin. Porque Hitler era el único que mantenía unida toda la sociedad parda. A mi entender no fue el gran mariscal, pero si el gran jefe de personal de todos los tiempos.

De ahí que supiera colocar a cada hombre en su sitio, de los funcionarios a los ministros, pasando por los guardas de los campos de concentración. Sin embargo, la lucha entre sus ayudantes era continua. Por eso, en el caso de haber desaparecido Hitler, se hubiera producido una división interna en innumerables grupos. Tampoco creo que su sucesor hubiera gozado en el pueblo de un "mito Hitler", como indica Fest en su especulación. Cuando un jefe de este tipo se va, desaparece por completo. lo hemos podido ver en 1953 con la muerte de Stalin y aun después en la RDA con la desaparición de Walter Ulbricht. Sus sucesores se han cuidado de acabar  con su prestigio o al menos de amortiguarlo.


Claus Heinrich Meyer 
redactor del "Süddeutsche Zeitung" (nacido en 1931)

Es una hipótesis que solo puedo aceptar si se detiene la historia en 1938. Efectivamente, hasta ese año los alemanes no habían entendido nada de política, ni de democracia, ni de pluralismo, y racionalismo y reflexión no estaban indudablemente considerados como virtudes germanas. Hitler explicaba a sus contemporáneos el complicado mundo a su manera. 

No exigía autonomía de pensamiento sino al contrario, y eso era del agrado de la mayoría. Sabían que los grandes hombres hacen historia y que todos los que hacen historia son grandes hombres. Por otra parte, y a esto me quiero referir, existía en las democracias occidentales una fuerza antifascista consciente, ya en 1938. Esta fuerza no estaba en absoluto convencida de la grandeza de Hitler. Esta fuerza se hubiera dejado sentir cada vez más aun dentro de Alemania. Estoy convencido de que una Alemania nazi, después de la eliminación de Hitler por la violencia, al principio su imagen se hubiera puesto por todo lo alto, pero luego poco a poco se hubiera retocado. Tengo que añadir que esta discusión, por teórica, la encuentro un tanto absurda.

Hitler no desapareció en 1938. Hoy poseemos todas las informaciones y datos sobre los hechos. No es ningún problema, por tanto, convencerse de que Hitler no fue grande ni como persona ni como personaje histórico; ni en el momento verdadero de su muerte, ni aun considerando que hubiera podido desaparecer en 1938.


Wilfried Martini 
publicista (nacido en 1905)

Si hubiera desaparecido Hitler en el atentado que le prepararon los militares en 1938, sus sucesores no hubieran recibido herencia fácil. Hitler se encontraba en el punto culminante de su popularidad. De haber muerto en 1938 de muerte natural -pese al horror de los campos de concentración, a la difamación y vejación de los judíos- hubiera ocupado otro lugar en la historia al que ocupa hoy, debido, sobre todo, a su política exterior, audaz pero coronada por el éxito.

Incluso aquellos que se mantuvieron a distancia o en la oposición al nacionalsocialismo, se admiraron de la rapidez con que Hitler consiguió hacer de una masa amorfa y desesperada una nación llena de vitalidad, aun cuando no se les ocultara que para Hitler aquella vitalidad era condición indispensable para poder ir a la guerra. Bajo Göring, el sucesor designado, no hubiera vuelto Alemania a la democracia. Pero la estructura del Tercer Reich hubiera sufrido un cambio positivo: Göring era por naturaleza tolerante y no carecía de humor. Muchas medidas dictadas por sugerencia de Hitler hubiesen desaparecido. Con toda seguridad no habría ido a la guerra. Hubiese disminuido el terror y los judíos habrían gozado de mayor libertad. Himmler no tenía por entonces la fuerza y el poder de que gozó más tarde. Para Göring hubiera podido resultar peligroso Heydrich, ambicioso e intelectualmente superior a él. En el Tercer Reich Heydrich fue la gran incógnita. 




Horst Krüger
escritor (nacido en 1919)

Un pensamiento terrorífico para mi equivalente a una pesadilla. Se hubiera puesto en movimiento una nueva leyenda de la puñalada por la espalda. Todavía nos estarían gobernando los descendientes políticos de Hitler. Quizá se hubiese establecido en Alemania un fascismo moderado, parecido al español, sin elementos católicos, por supuesto. El III Reich hubiera tenido grandes posibilidades de sobrevivir, si bien no en la forma hitleriana. La persecución a los judíos, ataques como el de la Noche de los Cristales, posiblemente no se hubieran repetido en el régimen de los sucesores.

Personalmente no consideré ni siquiera en 1938 a Hitler como el más grande de los alemanes, porque no había olvidado lo pasado desde 1933. Nos libramos de Hitler porque se decidió a pasar el Rubicón de su propia locura. Empezó en 1939 con la ocupación de Praga y terminó en 1941 con la invasión de Rusia.


Walter Dirks 
publicista y coeditor de "Frankfurter Hefte" (nacido en 1901)

Me temo que Fest tenga razón. En lo que a mí se refiere mi opinión por aquel entonces sobre el nacionalsocialismo estuvo en función de sus teorías políticas, cuyas raíces debían buscarse parte en el cristianismo, parte en el marxismo. Por lo tanto me encontraba en cierto modo inmune contra los aspectos tanto positivos como negativos que se sucedieron en los primeros años después de la toma del poder. Los negativos los registraba cuidadosamente porque venían en apoyo de mi teoría. Los positivos no me lograban engañar. Pero yo formaba entonces parte de una minoría crítica. Esto no es válido, pues, para la gran masa del pueblo en el año 1938. Por otra parte, sería bueno saber si cuando Fest se refiere a finales de 1938 debe entenderse antes o después de la Noche de los Cristales. Porque el número de los críticos aumentó considerablemente después del choque que supuso esa noche. Sin olvidar que el descontento generalizado al iniciarse la guerra, en 1939, demuestra que la admiración por Hitler en 1938 no era tan profunda.


Eugen Kogon 
profesor de Politología y recopilador del libro "Der SS-Staat" (nacido en 1903)

Por entonces, pasado 1933, eran muy pocos los alemanes que no coincidieran en algún punto con los nacionalsocialistas o que no estuvieran conformes con parte de su actividad, o al menos no la consideraran positiva. Igualmente, fuera del partido, no existían menos alemanes dispuestos a criticar esta actividad. Pero prácticamente ninguno, ni dentro ni fuera del partido, se hubiera atrevido a asegurar que aquél era el buen camino político para el futuro alemán. En el caso de que Hitler hubiera muerto en el atentado y en consecuencia desaparecido el régimen, la mayor parte de los alemanes lo hubieran considerado como una liberación, siempre que no hubiera supuesto volver a la situación anterior a 1933 y que la restablecida democracia hubiese hecho suya "la parte positiva del nacionalsocialismo". Liberación del despotismo de los ´faisanes dorados´ hasta Göring, del control ejercido a todos los niveles, de casa, frente del trabajo, policía secreta; liberación de los gritos apasionados de Goebbles y del afán de aventura de Hitler. Así las cosas, para los alemanes hubiera supuesto el nacionalsocialismo un entreacto, no exento de cosas positivas pero acompañado de signos nada simpáticos y hasta horribles.


Fritjof Meyer 
redactor del "Spiegel" (nacido en 1932)

Ninguno de los problemas solucionados en 1945 hubieran podido serlo en 1938. Cualquiera que hubiera sido el sucesor de Hitler en el mismo partido, pero con menos personalidad -una especie de Jruschov del nacionalsocialismo- se hubiera dejado inducir a un arreglo del problema de Danzig sin Polonia, a desafiar la concurrencia de Gran Bretaña y a vengarse de Francia. El gran Reich alemán hubiera puesto en peligro el equilibrio europeo y con ello atraído al escenario político internacional a Norteamérica y la Unión Soviética.

La pequeña burguesía triunfante en 1938, después de haber satisfecho sus ambiciones sociales y nacionales, hubiese exigido "espacio vital" y colonias, y permanecido lejos de las exigencias de una sociedad industrial para encerrarse en un idilio feudal. Se hubiera continuado persiguiendo al contrapeso de la balanza: a los judíos liberales, a los cristianos practicantes, a los funcionarios del movimiento obrero. Para todo esto también hubiera sido válido el mito del Führer muerto. Para el fracaso, sin embargo, no hubiese podido servir de cabeza de turco. De todas maneras, en algún momento los alemanes se hubieran dado cuenta de la realidad y aprendido la lección e incluso reconocido con dolor, que hasta un Hitler al que los acontecimientos no habían derrotado, traicionó con sus ideas a su propio pueblo alemán.


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Una foto autografiada de A. Hitler, tomada por el fotógrafo Heinrich Hoffmann


Bien, hasta aquí el coloquio de personalidades alemanas en el campo de la historia y otras ciencias afines, ahora revisemos otro PUNTO DE VISTA más actual sobre el tema, la tesis es planteada por los célebres investigadores, ya fallecidos, Michael Baigent y Richard Leigh. Sus apreciaciones se encuentran inmersas en el capítulo "La Resistencia Alemana" de su libro "Secret Germany":


Michael Baigent
escritor y psicólogo (nacido en 1948). 
Richard Leigh 
escritor (nacido en 1943)

Muchos conspiradores en 1938 solo pretendían detener a Hitler y someterlo a juicio, lo que habría impedido convertirlo en mártir, así como las acusaciones de que le habían asestado una "puñalada por la espalda". Desde 1933 uno de los conspiradores había reunido y cotejado secretamente material para un proceso legal. También se habló de que un grupo de médicos declarase oficialmente demente al Führer. Pese a diversas objeciones, desarrollaron un plan de contingencia para asesinarlo, partiendo de la base de que "el tiranicidio siempre se ha considerado un mandamiento moral". 

Obviamente, resulta fácil recapacitar sobre la historia, si bien cuesta imaginar un momento de indecisión y de irresolución con consecuencias más trágicas


Con frecuencia se sostiene que Hitler habría retrocedido si Chamberlain se hubiese mostrado firme en Munich. En realidad, Hitler NO habría retrocedido, pero, al dejar de hacerlo, casi con certeza lo habrían destituido y probablemente eliminado, lo que habría resultado más beneficioso para la humanidad y para la historia del siglo XX.

De todos los complots contra Hitler, probablemente el de 1938 tuvo las mayores posibilidades de éxito y estuvo más próximo a su realización. También fue la última ocasión en la que militares de elevada graduación del alto mando, incluido el jefe del Estado Mayor, mostraron la voluntad, la unanimidad y la disposición a actuar de forma tan concertada.


Anotaciones del editor del blog:



Es interesante observar que ninguno de los participantes en el coloquio llega a reflexionar sobre cómo hubiese sido un gobierno posterior a Hitler, sin nazis de por medio, a breves rasgos se menciona la posibilidad de un triunvirato militar al ser ellos quienes depusiesen a Hitler. La mayoría habla de una continuidad del régimen nacionalsocialista pero más "blando" y buscando otras formas de entablar verdaderas relaciones internacionales dentro de un aparente marco legal. También es cierto que muchos conspiradores militares eran pro-monárquicos y deseaban restaurar el trono con una monarquía parlamentaria. Tampoco se debe pasar por alto que este coloquio de personalidades tuvo lugar en 1974, hace 45 años, en plena guerra fría, con una Alemania dividida y una poderosa Unión Soviética que garantizaba a los Estados Unidos la destrucción mutua asegurada en caso de un conflicto nuclear. 



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Nota final:

*Aclaración sobre el verbo condicional "habría"

Dado que he recibido algunas críticas respecto a los temas en que se utiliza el verbo condicional "habría" en los artículos de nuestro amigo Nick Ottens del portal Never Was Magazine, cuyo lema es: Explorando un pasado que nunca fue ("Exploring a past that never was"), donde se presentan ponencias planteadas como hipótesis, que, lógicamente, no sucedieron. No obstante, ofrecen una plausible explicación porque en un tiempo y bajo circunstancias determinadas pudo ser posible. 

Gramaticalmente, sobre el uso del condicional "habría"  existe la siguiente explicación para su uso:

El condicional compuesto del modo indicativo "habría" alterna con el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo (hubiera / hubiese) en la mayor parte de los contextos. Así por ejemplo en "Yo lo habría hecho de otro modo" equivale a decir "Yo lo hubiera hecho de otro modo" o "Yo lo hubiese hecho de otro modo". 

Esto es posible porque en ambos casos denota una situación irreal, posible, probable. Esta alternancia no se da en oraciones como la siguiente "Lamentó que a su jefe no le hubiera gustado (o hubiese gustado) la presentación del evento". No es posible decir "Lamentó que a su jefe no le habría gustado la presentación del evento". Aquí no es posible porque aparece el verbo factivo emotivo "lamentar" que exige solo el modo subjuntivo, nunca el indicativo, como también pasa con el verbo asombrar: "Se asombró de que hubiera llegado (o hubiese llegado) tan alegre", pero no "se asombró de que habría llegado tan alegre". 

(* Esta explicación sobre el condicional no pertenece al editor del blog)

Fuente básica de consulta:

COLOQUIO: "Habría surgido una nueva leyenda de la puñalada". Recopilación de Rolf-Steinberg. Enciclopedia el III Reich, Tomo II, Editorial Noguer S.A. Barcelona España 1974 

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