"Que verguenza para los provocadores", una caricatura de 1960 de O. M. Savostyuk y B.A. Uspensky, a la izquierda, el presidente ucraniano en 2022 inspeccionando el material antitanque entregado por la OTAN.
por Tito Andino
Resumen de artículos recopilados de
este blog y de fuentes de actualidad.
Historia y no propaganda
Parte VIII
... Y más perlas surrealistas de la OTAN hacia Rusia
Antes que nada, gracias por dar lectura a esta serie de artículos demasiado densos, en ocasiones dada la trascendencia del tema. Esto no es algo original del editor del blog (muchas reflexiones sí), básicamente es una recopilación y resumen de textos de expertos internacionales sobre el tema geopolítico del momento, la guerra de Ucrania. Como se apreciará en las notas a pie de página las fuentes “infinitas” van desde la derecha tradicional, medios como el New York Times, Wall Street Journal y otros hasta la, según Donald Trump, “izquierda radical” de los medios alternativos de información. Aunque no tengo habilitado el modo de comentarios en este blog, se aprecia cierto número de críticas negativas a través de alguna red social que suele aceptar compartir este contenido. Lejos de desalentarme, esto solo demuestra que el trabajo está bien encaminado, los detractores o "críticos", como les gusta ser llamados, se ven forzados a leer, pero jamás aceptarán la realidad dado el marcado sesgo político que cargan. Aquí se intenta evitar dedicatorias políticas, pero suele ser inevitable, la política es parte intrínseca de la vida social. Sin más, buena lectura.
En medios occidentales, transcurridos más de tres años de guerra sigue escuchandose propuestas gubernamentales y privadas con la "ilusión" de conseguir un acuerdo de "paz" entre Rusia y Ucrania. Llamó la atención una, utilizando el coqueteo a las élites económicas rusas como estrategia para intentar no solo doblegar al gobierno, sino cambiar de dirección. Las más frecuentes opciones han ido desde el chantaje y la coacción económica mediante sanciones hasta las amenazas de intervención militar, tampoco funciona, al contrario Europa y Estados Unidos recibieron el mayor golpe al entrar en recesión; inevitablemente puede suceder lo mismo en la Rusia de posguerra. Como se aprecia, el objetivo principal fracasó, la Federación de Rusia no ha sido doblegada, se mantiene estable en lo económico y fuerte en lo militar, el tan deseado cambio de poder en Moscú no llegará. En el seno de la OTAN/UE siguen lamentándose que el mundo no pueda seguir siendo una colonia mercantil.
Lo hemos revisado en otras ponencias, el plan no es nuevo, mínimo tiene un siglo, viene desde el derrumbe del imperio de los zares y el surgimiento de la revolución bolchevique cuando las élites europeas y de Estados Unidos decidieron repartirse Rusia en zonas de influencia, ese plan también incluía al sucumbido Imperio Otomano. Tuvieron que librarse cruentas guerras para que la Rusia soviética y la naciente Turquía trastocaran el intento de diseñar un nuevo mapa euroasiático. Desde esos días quedó desenmascarada la existencia de una red mundial de grandes corporaciones "más poderosas que cualquier Estado-Nación en la Tierra, destinadas a controlar las necesidades de la vida del resto de la humanidad".
En el presente, EEUU/UE pretenden emular la "hazaña" de la década de 1990 tras el caos poscomunista en la nueva Federación Rusa, el anhelado puntillazo final no sucedió, degradar a Rusia al nivel de un país subdesarrollado, tercer mundista y dividido en múltiples repúblicas, todo sin disparar ni un solo tiro. No fue posible, pero estuvieron muy cerca de conseguirlo... todo fue culpa de Putin, quien hoy sigue interponiéndose en el nuevo plan del siglo XXI... No obstante, la ilusión no se perderá tras otro traspié.
La lección objetiva del ensayo económico Occidental de los 90 del siglo pasado fue que si era posible destruir a Rusia mediante el caos y chantaje financiero -más conflictos internos, como las guerras islamistas de Chechenia- y esa es la meta puesta en acción utilizando a Ucrania. Si los occidentales no han llegado a poner sus fuerzas vivas en Ucrania es por temor a la fuerza disuasiva nuclear rusa y su nueva doctrina nuclear.
La "paz" en Ucrania, propuesta tras el fracaso, parecería una opción. En hipótesis, las proyecciones y análisis geopolíticos occidentales, tras el descalabro militar del proxy de la OTAN (Ucrania) puede plantearse -otra vez- a mediano plazo, por ejemplo, apaciguando a Moscú con algunas concesiones, que no afecten la presencia de la OTAN en el Mar Negro; o, hay que decirlo, destacando como EEUU y la UE están invirtiendo "en la rabiosa y resentida Polonia” para convertirla en la nueva fuerza armada hasta los dientes en reemplazo de Ucrania. Es un hecho que, como dice el analista internacional Pepe Escobar, cualquier "negociación" hacia la "paz" enmascara un impulso para posponer, solo por un momento, el plan maestro original: desmembrar y destruir a Rusia.
Es lógico que las principales potencias neocoloniales de Europa no desean enfrentarse abiertamente con Rusia por temor a que se desate una catástrofe nuclear. Así que siempre tendrán un peón en juego, hoy es Ucrania, ayer fueron Georgia y el terrorismo islámico en Chechenia, mañana puede ser Polonia o pequeñas naciones manipulables como Moldavia para continuar con la histeria atlantista de la amenaza rusa. Por lo pronto, los círculos de poder en Washington y la Unión Europea están conformes con mantener la guerra activa. Dicen que la guerra en Ucrania es buena porque "debilita a Rusia", al mismo tiempo los aparatos de seguridad europeos continúan promoviendo la narrativa de la “amenaza rusa” como justificación de sus encubiertos planes de guerra.
El presidente ucraniano Volodimir Zelensky (foto archivo)
Debo aclarar -una vez más- que esto no es propaganda rusa, son hechos que cualquier mortal puede verificarlos. Medios tradicionales antirrusos, como el New York Times, confirman que la CIA ha construido durante la última década al menos doce bases secretas de espionaje en territorio ucraniano para librar su "guerra en la sombra" contra Rusia. Esas bases de inteligencia, de las que Rusia se está encargando de eliminarlas tenían la capacidad de interferir las comunicaciones de los mandos y monitorear los satélites espías rusos; hoy, siguen rastreando y coordinado los ataques transfronterizos con drones y misiles hacia territorio ruso. Por lo mismo, la actitud de Donald Trump debe ser valorada como hipócrita, porque la CIA y la OTAN son las responsables de los efectivos y recientes ataques con aviones no tripulados contra refinerías de petróleo e infraestructuras energéticas claves en Rusia.
¿Tendré que recordar que Estados Unidos sembró el territorio ucraniano de bases y laboratorios para experimentar con tecnología para fines de guerra biológica y bacteriológica? En artículos anteriores tratamos sobre este tema, para un resumen puede consultar el siguiente: "El 'secreto' de las armas sucias y biológicas en Ucrania" (ver notas a pie de página). También, en octubre de 2019 reproducimos un largo reportaje desarrollado por la periodista de investigación búlgara Dilyana Gaytandzhieva, su versión original en inglés fue publicada por "South Front" en 2018 bajo el título: "Pentagon bio-weapons", destacándose la utilización del territorio ucraniano por parte de empresas estadounidenses vinculadas al Pentágono para el desarrollo secreto de armas biológicas. Los experimentos biológicos son crímenes de guerra. El artículo 8 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) define los experimentos biológicos como crímenes de guerra.
Insistamos, pese a todo lo que aleguemos, en la UE y los EEUU, literalmente, se limpian…. con las evidencias. Hay una vieja resolución (data de 2016) en que el Parlamento Europeo llama a luchar contra los medios de comunicación rusos, equiparándolos con grupos terroristas y advierten que se atacará a los disidentes en Europa, a la gente se le está prohibiendo tener un punto de vista alternativo a la posición oficial de los políticos en Bruselas (abordaremos en profundidad el tema en otra ocasión).
Ya que hemos abordado el tema de la propaganda, no está demás remontarnos más de medio siglo en el tiempo. Solo como nota anecdótica y referencial, la propaganda estadounidense en la década de 1950 soñaba con la derrota y ocupación de Rusia entre 1952-1960, así transmitía la aclamada revista Collier’s, en su edición del 27 de octubre de 1951, de 132 páginas y 25 artículos dedicados al tema, en que nos describe cómo transcurrirá la Tercera Guerra Mundial, que -infaliblemente- terminará con la inevitable victoria de las fuerzas del bien (Occidente) y la igualmente inevitable derrota de las fuerzas del mal (Rusia) que será desmembrada y ocupada con el único noble fin de llevarles democracia. Uno de sus artículos titula “El renacimiento de Rusia”, redactado por la senadora Margaret Chase Smith (págs. 83-99). Por supuesto, dice, todo esto es “lamentablemente” parte de una guerra “no deseada”. La “justificación” del por qué se debe utilizar bombas atómicas contra Moscú y otras regiones: “libertad” para los rusos para que puedan adorar nuevamente a dios, para que los hombres sean libres en el trabajo, etc., etc., (Se puede acceder a archivos PDF de esa edición de la revista Collier’s en el ciberespacio).
Revista Collier’s, edición 27 octubre 1951, 132 páginas, 25 artículos. Se describe cómo transcurrirá la Tercera Guerra Mundial
Son décadas completas en las que la propaganda del Estado profundo ha venido moldeando a la opinión pública mundial sobre lo maligno que es el estado ruso, su “destrucción” es inevitable rezan, pidiendo la protección de un dios que parece también pretender una “guerra del fin de los tiempos” que acabe con todas las iniquidades del mundo, los justos -por supuesto, EEUU y sus aliados- serán “salvados”, “arrebatados”, según la doctrina de los fundamentalistas cristianos de los EEUU. A buen entendedor, los ejércitos se están preparando para la guerra contra Rusia. (Al respecto revisar el artículo: "Ronald Reagan, el fanático presidente fundamentalista", ver notas a pie de página).
Esa doctrina se aplica por igual en Europa y el Extremo Oriente: Japón, Corea del Sur, Filipinas, a su manera, por supuesto, rescribiéndose de los anales de la peligrosa “Liga Anticomunista Mundial”, fundada por el general Chiang Kai-shek (Taiwán), el reverendo Moon (Sur Corea), Ryoichi Sasakawa (Japón, fundador del Partido Liberal Democrático) y Yaroslav Stetsko (Ucrania, ex mano derecha de Stepan Bandera y primer ministro nazi ucraniano). En el Medio Oriente, el estado profundo israelí es liderado por Benjamin Netanyahu apoyado por una coalición de supremacistas judíos e inquietamente bajo el asentimiento de los petro-monarcas del Golfo Pérsico. (Mayores detalles sobre este párrafo pueden ser consultados en un reciente artículo de Thierry Meyssan, “Propaganda antirrusa y preparación para la guerra contra Rusia”. Ver notas a pie de página).
No han sido pocas las organizaciones de los medios estadounidenses y del establishment de la política exterior de Estados Unidos que participan como cómplices en la difusión de “gran parte de la peor propaganda en la historia de Estados Unidos. Peor porque esta propaganda se ha utilizado a menudo al servicio de los peores fines: para obtener apoyo para una variedad de guerras que resultan en la muerte de miles, a veces incluso cientos de miles, de inocentes”. En cuanto a Rusia, esa asociación entre los medios y el régimen de la desinformación propagandística incluye el engañoso caso del "Rusiagate" y los esfuerzos para ocultar la intromisión de Estados Unidos en Ucrania, y otros escenarios mundiales por medio de "noticias" que impulsan el cambio de régimen en varios países o apuntalan al estado de Israel ocultando sus crímenes de guerra, etc.
No es nada raro que a lo largo de la historia, la mayoría de las grandes potencias del mundo han mentido para respaldar sus esfuerzos bélicos con la ayuda de los medios de comunicación. Esa moderna propaganda en tiempos de guerra inició con las historias de atrocidades alemanas en Bélgica de 1914, quizá el primer gran éxito propagandístico británico para “exagerar salvajemente la agresión alemana y enviar el mensaje de que los alemanes eran una raza bárbara a diferencia de los civilizados franceses y británicos de Europa”. Esto provocó horror y fanatismo anti-alemán en gran parte del mundo. Esta política de mentir obtuvo un gran rédito, Estados Unidos entró en la guerra del lado de Gran Bretaña; a su vez, Estados Unidos implementó su propia campaña propagandística que incluía la censura absoluta durante las siguientes guerras. Hoy se trata de convencer a estadounidenses y europeos sobre la necesidad de involucrarse en guerras por el mundo para llevar “paz” y “democracia”.
Esa visión general del mundo que favorece la intervención internacional sin fin es cimentada por los principales proveedores de propaganda estadounidenses, es decir, los gobiernos. Lo primero y más importante es el esfuerzo por garantizar que el poder ejecutivo sea ilimitado en los asuntos internacionales bajo complicidad de los medios de comunicación (desinformación). Un amplio estudio al respecto, que va desde la primera y segunda guerra mundial, la guerra fría, etc., puede ser revisada en las notas a pie de página. La mente de los estadounidenses está moldeada para aceptar la propaganda rastrera e insidiosa política exterior estadounidense. (Ver: Cómo la propaganda de guerra alimentó la política exterior estadounidense durante un siglo).
Volvamos una vez más al tema de Ucrania.
Observemos el discurso de los dirigentes atlantistas… ¿Qué podemos concluir? La guerra de Ucrania no es una guerra de los ucranianos, no lo fue, siempre ha sido una guerra de las potencias europeas que aglutinan a los “europeos” a su alrededor, por supuesto, quien paga las consecuencias son los ucranianos.
Ucrania es un territorio de arenas movedizas para la Unión Europea, reflexiona el periodista español Ángel Ferrero, “cuanto más se mueve en ellas, más se hunde en sus propias contradicciones”, recordando casos como la necesidad (intención) de crear eurobonos para financiar la industria de defensa europea en los siguientes diez años (600 mil millones de euros), son los mismos eurobonos que anteriormente se negaron para el rescate financiero de Grecia. Otro ejemplo práctico es que Europa “no puede moralmente importar gas y petróleo de un estado autocrático como Rusia” que vulnera los derechos humanos y libra una guerra contra sus vecinos. Como todos sabemos la UE sigue y seguirá consumiendo petróleo ruso comprado a través de intermediarios; también importa petróleo de Azerbaiyán, “un estado autocrático que vulnera derechos humanos y libra una guerra contra sus vecinos”. La guerra obra milagros.
Europa sigue en su pretensión de enviar tropas a Ucrania sobre la base de acuerdos bilaterales de defensa. La política oficial de Europa es una, confirmada en la cumbre de jefes de estado y de gobierno europeos en París (marzo 2024): “Haremos lo necesario para garantizar que Rusia no pueda ganar esta guerra”, afirmó Emmanuel Macron (por supuesto existen voces disidentes dentro de la UE). Desde Moscú se escuchó la respuesta: “en ese caso, no tendríamos que hablar de la probabilidad, sino de la inevitabilidad” de un conflicto directo entre la OTAN y Rusia (Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin).
A estas alturas, la hipocresía de los jefes europeos, ya no puede ser ocultada, las tropas británicas y francesas han estado apoyando a Ucrania sobre el terreno con el pretexto de instruir en el manejo de armas, instrucción de tropas, inteligencia, llevan a cabo operaciones secretas de espionaje y combate, y claro, con todo el respaldo diplomático y económico. Decía un reporte, de hace más de un año, del Financial Times, en entrevista a un funcionario de defensa europeo: “Todo el mundo sabe que hay fuerzas especiales europeas, solo que todavía no lo han reconocido oficialmente”. Ucrania, en otro gesto de hipocresía sigue desmintiéndolo, afirma que los extranjeros que combaten en Ucrania son voluntarios.
Macron no ha sido el único en recordarnos que “Rusia no puede ganar esta guerra”, también se ha escuchado de voz de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, desde Estrasburgo señaló: “Con el apoyo de nuestros aliados o sin él, no debemos permitir que Rusia gane”. “Cuando hablan de “ganar” o “perder”, los líderes europeos probablemente no están pensando en los ucranianos: una “victoria” rusa sería, en efecto, una “derrota” para el prestigio de la Unión Europea, y para ellos personalmente. Su superioridad moral para con Ucrania ha quedado, a ojos de la opinión pública, en entredicho con su apoyo a las acciones de Israel en Gaza, sus discursos sobre una victoria rápida y humillante sobre Rusia han chocado contra el muro de la realidad”. (Ver enlace al artículo “Ucrania, las arenas movedizas de la Unión Europea”, en las notas a pie de página).
Tanque ucraniano Leopard II, destruido en el frente de batalla
Las últimas referencias son datos de actualidad, sin embargo, debemos insistir en que esto no viene de hoy, viene desde hace siglos, como lo hemos explicado desde el primer artículo de esta serie. Ucrania, la actual pieza de utilería del militarismo expansionista occidental, viene actuando como ariete desde inicios del siglo XX (lo revisamos anteriormente). Otro dato importante digno de mención proviene desde la posguerra mundial, en la época de la Guerra Fría donde ya se reportaba como la Ucrania soviética era infiltrada para desatar el caos, y esa ha sido la misión del llamado nacionalismo integral ucraniano y sus ínfulas de superioridad racial sobre los eslavos rusos. (revisar notas a pie de página: "Los 'Revolucionarios' del Maidán y la añoranza fascista")
Un excelente artículo escrito en 2016, por Wayne Madsen de Fundación Cultura Estratégica, “CIA: Socavando y nazificando a Ucrania desde 1953”, explica la desclasificación de miles de documentos de la Agencia Central de Inteligencia, desde 1953 la CIA operó dos programas importantes con la intención no solo de desestabilizar a Ucrania, sino de nazificarla con seguidores del líder nazi ucraniano de la segunda guerra mundial, Stepan Bandera.
“Los programas de la CIA abarcaron unas cuatro décadas. Comenzando como una operación paramilitar que proporcionó fondos y equipos para grupos de resistencia ucranianos anti-soviéticos como el Consejo Supremo de Liberación de Ucrania (UHVR); sus afiliados, la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), todos banderistas nazis. La primera operación de la CIA para desestabilizar Ucrania, utilizando agentes ucranianos exiliados en Occidente que se infiltraron en la Ucrania soviética, recibió el nombre en código de Proyecto AERODYNAMIC”. Un documento de la CIA de alto secreto, (13 de julio de 1953, hoy desclasificado) describe el propósito del Proyecto AERODYNAMIC: “proporcionar la explotación y expansión de la resistencia ucraniana antisoviética con fines de Guerra Fría y Guerra Caliente”, utilizando los grupos descritos, además de la Representación Extranjera del Consejo Supremo de Liberación de Ucrania (ZPUHVR) en Europa Occidental y Estados Unidos. La CIA admitió en un documento de 1970 (anteriormente secreto) que había estado en contacto con el ZPUHVR desde 1950.
En efecto, las organizaciones neonazis de actualidad en Ucrania derivan de las agrupaciones arriba enunciadas, y esos militantes se encuentran “hoy incrustados en el gobierno nacional ucraniano en Kiev y en los gobiernos regionales y municipales de todo el país”.
Todo lo referente al proyecto Aerodynamic, la intromisión de agencias extranjeras y militantes neonazis en Ucrania, la promoción de la causa de los tártaros en Crimea, está vastamente documentado. El proyecto aún estaba activo en la década de 1980 como Operación QRDYNAMIC, demostrándose que parte de esas operaciones eran “financiadas por el magnate de los fondos de cobertura George Soros, y como es lógico se expandió a China, Checoslovaquia, Polonia, Estonia, Lituania, Letonia, Yugoslavia, Afganistán, Asia Central soviética, la región marítima soviética del Pacífico y entre los ucranianos-canadienses”.
Vale recordar -una vez más- a Victoria Nuland, Subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, quien confirmó ante el Congreso de Estados Unidos que desde el colapso de la Unión Soviética se gastó 5.000 millones de dólares para arrebatar el control de Ucrania a la esfera rusa. (Un detalle completo sobre Aerodynamic y otros datos relevantes puede encontrase en el artículo de Wayne Madsen, “CIA: Socavando y nazificando a Ucrania desde 1953”. Ver notas a pie de página)
Alguien se ha cuestionado ¿por qué EEUU y los medios occidentales evitan condenar los lazos de Ucrania con el neonazismo? Aun así, medios como el New York Times no han tenido otra opción que denunciar actos evidentes como la utilización de simbología nazi en los uniformes de las Fuerzas Armadas de Ucrania, y con mayor razón en las fuerzas paramilitares de los partidos políticos de extrema derecha ucranianos como Sbovoda y Pravy Sektor.
Nunca, ni el gobierno de Kiev ni sus aliados de Estados Unidos/OTAN/UE se han referido concretamente sobre el tema, al contrario, de forma discreta han intentado eliminar publicaciones, referencias a esa iconografía de grupos de odio entre las filas armadas de Ucrania. El NYT tuvo que llamarla "la complicada relación" del Ejército ucraniano con los grupos neonazis, cuyo vínculo se extiende hasta lo más alto del régimen de Kiev, como antes era Moscú quien lo denunciaba no pasaba absolutamente nada en cuanto a reacciones de autoridades internacionales.
El problema neonazi en Ucrania está denunciado desde hace décadas, y, certeramente, desde antes de 2014 cuando era claro que los militantes de extrema derecha seguían una agenda de intimidación y violencia para imponer sus objetivos -hacerse con el poder en Ucrania- con la aprobación tácita de ciertos sectores de la política del país. La BBC, en un artículo sobre el ascenso del neonazismo en Ucrania, afirmaba que “los funcionarios ucranianos y los aliados extranjeros, como Estados Unidos y los países europeos, a menudo niegan la importancia de los movimientos neonazis y de extrema derecha en la política interna de Ucrania, pero esos grupos existen". Sin duda, el más conocido de estos grupos extremistas es el denominado “Batallón Azov”, una organización paramilitar neonazi que se halla integrada en el Ministerio del Interior, en la Guardia Nacional, en la policía militar e incluso ahora como unidad militar de combate de Ucrania; muchos de sus líderes han ocupado altos cargos políticos.
Las ayudas económicas de los Estados Unidos para entrenar a las fuerzas militares ucranianas ascienden a cientos de millones de dólares, supuestamente, entre las disposiciones se prohibía que "ninguno de los fondos disponibles por esta ley puede usarse para proporcionar armas, capacitación u otra asistencia al Batallón Azov... La supremacía blanca y el neonazismo son inaceptables y no tienen cabida en nuestro mundo", declaraba en 2018 una representante demócrata (Ro Khanna). ¿Alguien duda que ha ocurrido todo lo contrario? La hipocresía es tal que en 2019 se celebró en Lvov (oeste de Ucrania) "el año de Stepan Bandera", glorificándose la figura de aquel repudiado ucraniano que colaboró con los nazis. En Ucrania se celebra o se celebraba antes de 2022 los crímenes cometidos contra los judíos ucranianos.
El presidente ucraniano, de ascendencia judía, ha tenido que inclinarse ante el poder del neonazismo ucraniano, tiene que posar en fotografías con soldados pronazis y milicianos nazis, no solo en fotos oficiales sino en sus redes sociales. El mundo civilizado que condena a través de las Naciones Unidas y el Parlamento Europeo la apología del nazismo han decidido desviar sus miradas a la “crueldad” rusa; sigue siendo poco común encontrarnos con información sobre ese “abominable aspecto de la élite militar y política del país”, señalan medios rusos como Sputniek. Imagínense el compromiso que tiene que pasar el New York Times, defender a Ucrania y hacerse de la vista gorda ante el mundo judío sobre los lazos del neonazismo con el gobierno de Kiev. Esa "ambivalencia", señala el NYT, "ha dejado a diplomáticos, periodistas occidentales y grupos de defensa en una posición incómoda. Incluso los grupos judíos y las organizaciones contra el odio han permanecido en silencio". Todo porque Occidente “prefiere no decir nada antes que darle la razón a Rusia, evidenciando la hipocresía de EEUU y sus aliados al evitar condenar el nazismo ucraniano solo para evitar que la guerra proxy que libran pierda apoyo internacional”. Estados Unidos decidió jugarse completamente por Ucrania, no permite cuestionamientos, ni del New York Times. En 2014 había grandes reportajes sobre nazis en Ucrania. Ahora, "EEUU no puede explicar cómo es que está apoyando un país que tiene grupos extremistas tan extendidos e integrados. ¿Cómo harían para convencer a su población que tienen que seguir enviando su dinero y su armamento a un gobierno que exalta el nazismo?"
El gobierno de Joe Biden no pudo, ni quiso justificar el hecho de que estaba financiando y apoyando grupos nazis. La narrativa es que “EEUU es el país que lleva la democracia liberal al resto del planeta, el que pelea por la libertad, por lo que debe moldear los hechos para que se ajusten a su relato”. Y la única de forma de silenciar la realidad es censurando y eliminando información contraria a su versión oficial. Pese a ello, un informe del Comité Judicial de la Cámara de Representantes denunció el mes pasado que el Buró Federal de Investigaciones -FBI- ayudó al Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) a censurar cuentas prorrusas en redes sociales en 2023. (“¿Por qué EEUU y los medios occidentales evitan condenar los lazos de Ucrania con el neonazismo?”. Ver notas a pie de página).
Caricatura de 2018 del artista británico Bob Moran, "Trump el arte de la negociación" (Nuevo!, edición de Corea del Norte)
Donald Trump. Se debe advertir el peligro que representa en las guerras de Ucrania y Oriente Medio. No seré yo quien lo diga, uno de los mejores expertos en la materia, el estadounidense Edward Curtin, la Voz Disidente (Dissident Voice), un boletín digital dedicado a desafiar las distorsiones y mentiras de la prensa corporativa y las clases privilegiadas a las que sirve, Dissident Voice es una herramienta en la lucha por la paz y la justicia social (seguramente a decir de Mr. Trump, uno más de los prestigiosos miembros de la “izquierda radical”). Curtin escribió un valioso artículo para el medio digital Off-Guardian (igual que escribe para prestigiosos medios a nivel mundial) titulado: “Hold the applause for Trump, the 'Peacemaker'”, que podríamos traducirlo como “No aplaudamos a Trump, el ‘Pacificador’”. Veamos.
“Hay una historia que vale la pena recordar, ya que Trump es elogiado en ciertos círculos de la llamada "derecha" e "izquierda" como un pacificador con Rusia sobre la guerra de poder de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia a través de Ucrania. El presidente Richard Nixon, quien se postuló como candidato por la paz en 1968 con un "plan secreto" para la paz en Vietnam que en realidad era un plan para más guerra, visitó China en febrero de 1972 en un movimiento para explotar la división entre la Unión Soviética y China, y sin embargo, la guerra de Estados Unidos contra Vietnam continuó hasta el 30 de abril de 1975, cuando Estados Unidos fue expulsado de Vietnam.
Creo que se recomienda extrema precaución cuando se trata de los planes de Trump para poner fin a la guerra de poder de Estados Unidos contra Rusia, que, siguiendo el guión Nixon-Kissinger, parece tener como objetivo dividir la asociación ruso-china que ahora amenaza la dominación mundial de Estados Unidos.
Trump, al igual que su predecesor Joseph Biden, quien presidió la guerra de poder contra Rusia y el genocidio de palestinos por parte de Israel, no es un hombre de paz. Apoya plenamente la extinción de los palestinos y apoya los objetivos de guerra de Israel en Oriente Medio. Entonces, cuando se trata de sus recientes acercamientos a Rusia y una resolución de la guerra de poder de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, uno debe reflexionar sobre la historia y la inclinación de Trump a hacer "un trato". El hombre, después de todo, era una estrella de reality shows y durante mucho tiempo se ha deleitado con cambios radicales de declaraciones e intenciones anteriores. Por ejemplo, en su primer mandato, a menudo habló de retirarse de la OTAN, pero nunca lo hizo; la OTAN, de hecho, se expandió bajo su supervisión. Habló de poner fin al apoyo de Estados Unidos y la OTAN al bombardeo de Ucrania de áreas de habla rusa del este de Ucrania, solo para retirarse de los Acuerdos de Minsk y enviar equipo militar a Ucrania para bombardear esas áreas.
Aquellos que lo elogian ahora dicen que es un hombre cambiado después de un tiempo "en el desierto" estos últimos cuatro años (uno recuerda los días errantes de Nixon en el desierto de 1960 a 1968). ¿Un hombre cambiado tendría a Elon Musk como su mano derecha o tendría como vicepresidente a JD Vance, cuya carrera ha sido respaldada por Peter Thiel de Palantir Technology?... El verdadero problema es Trump y la cuestión de si es real o no en sus esfuerzos por la paz en Ucrania. Soy muy escéptico y creo que está justificado.
Estoy convencido de que la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia no terminará a menos que se disuelva la OTAN, lo que Trump no está proponiendo. Solo desea fortalecer la OTAN con dinero europeo, no con el de Estados Unidos. La única razón de ser de la OTAN es destruir a Rusia como país independiente y crear un cambio de régimen allí a través de múltiples medios. Esto siempre ha sido así. Es por eso que la OTAN ha existido durante tanto tiempo y se ha expandido. La guerra abierta en Ucrania es solo uno de los muchos medios que han utilizado a lo largo de los años. Puedes terminar la guerra abierta y continuar con la tapadera”… Y así será.
Un reciente artículo publicado en The Deal That Never Was, refiere que Trump convirtió una oportunidad tangible para la paz en otra oportunidad perdida tras la Cumbre de Anchorage (Alaska). El plan propuesto, parecido al plan debatido en Estambul, fue formulado por Washington y luego abandonado abruptamente por sus cálculos políticos a corto plazo que destruirán las perspectivas de paz a largo plazo. Moscú estaba listo, pero Washington se retiró en el último momento, dejando que el acuerdo colapsara. Definitivamente, esto dejó a Rusia escéptica, congelando -una vez más- los canales diplomáticos y aumentando las tensiones militares.
El plan fue presentado por Steve Witkoff, días antes de la cumbre, Putin tras revisar la propuesta de EEUU le confirmó a Witkoff que Moscú estaba preparado para aceptar el plan estadounidense (la propuesta preveía un alto el fuego en las regiones de Zaporiyia y Jersón a cambio de la retirada de Ucrania del Donbass, Trump dudó, dijo que necesitaba tiempo para consultar a los aliados y a Zelensky, éste último junto a los europeos rechazaron cualquier acuerdo que requiera que Ucrania se retire del Donbass, insistiendo en que un alto el fuego se produzca a lo largo de las líneas del frente existentes).
“En la cumbre de Anchorage, el enviado de Trump (Witkoff) propuso un plan de paz para Ucrania, que Moscú aceptó. Sin embargo, Trump se retiró más tarde, emitió nuevas demandas, menospreció públicamente a Putin y aumentó las tensiones a través de amenazas de sanciones y despliegues de misiles. El patrón -fanfarronadas, acuerdos teatrales y retirada- se ha convertido en una característica definitoria de su política exterior y ha socavado gravemente la credibilidad de Estados Unidos a los ojos de muchos observadores internacionales”.
A decir de un experto ruso, Rusia ya no espera negociaciones significativas con Trump, debiendo reconocer que existen límites reales de poder entre Trump y el Estado Profundo permanente. (Informe más amplio en el artículo"El acuerdo que nunca se concretó: Washington lo propuso, Moscú aceptó, y Trump lo bloqueó". Ver notas a pie de página).
Finalmente. La coordinación entre Kiev y la OTAN se mantendrá. Zelensky ha decidido tomar medidas extremas para asegurar el objetivo de ganar tiempo para que la OTAN, mejor dicho, para que Europa siga preparándose para una gran guerra contra Rusia, parece que Europa la desea sinceramente. El papel de los mandos ucranianos no sería otro que el hacer todo lo posible para prolongar el conflicto el mayor tiempo posible, garantizando que Europa esté “lista” para el conflicto. La OTAN al momento de cerrar este artículo sigue efectuando temerarios ejercicios militares y alguien del círculo atlantista propone disparatadas acciones como establecer zonas de exclusión aérea sobre Ucrania...
Todo indica que es Europa quien está pidiendo a gritos una tercera guerra mundial. No obstante, esto parece ser más otra escenografía de guión para convencer a los escépticos de la ‘amenaza’ rusa y seguir desviando más recursos.
Terminemos estos tópicos, que seguramente ya cansarán al lector. Las próximas dos entradas de esta serie (y para culminarla) dedicaremos a conocer un poco sobre qué es lo que quiere Rusia en este “juego” geopolítico mundial.
Continuaremos...
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