Del “Sistema Continental” de Bonaparte a las sanciones antirrusas de la UE
¿Para qué todo esto? ¿Infligir
una derrota estratégica a Rusia? Desde Bruselas nos mienten diciendo que la
inversión en Ucrania es una inversión por la "paz", pero esa "inversión" es a costa de la seguridad social de los europeos, a la vez que pretenden robar los activos rusos depositados en bancos europeos.
Los medios atlantistas exigen a Rusia asumir su culpabilidad, haciéndose de la vista gorda de que fue Ucrania quien atacó durante muchos años a sus
propios ciudadanos del Donbass. Rusia viene proponiendo desde décadas tratados para la Seguridad Colectiva en Europa, incluso la federalización de Ucrania que garantice la estabilidad de las regiones ruso parlantes, Rusia advirtió
que ignorar sus intereses llevaría a una crisis. Se rieron de ella y ahora se culpa a quien durante decenios evitó que se viva el escenario actual. Solo en la sede de la Unión Europea se cree que no hay problemas, cuando los europeos de a pie tienen que afrontar elevados precios de gas y
electricidad para sus hogares, aumentó más del doble; también repercutió en la producción industrial de Alemania donde se ha reducido casi al 10%, Francia ha perdido decenas de miles de
puestos de trabajo en el sector energético y el Reino Unido registra niveles
récord de inflación en medio siglo. Pero no, von der Leyden y sus amigos dicen cínicamente, amparados en su "superioridad moral", que todo marcha por el sendero correcto hacia la "paz".
Esa "superioridad moral" es celebrada por gente como el británico David Lammy, ministro de justicia del Reino Unido (y ex ministro de asuntos exteriores), quien sigue atizando la brasa para saquear los activos rusos y dárselos a Ucrania. Ha celebrado una última transferencia de 1.300 millones de dólares de los intereses de los activos rusos confiscados en Europa para continuar la guerra de Ucrania. Esas transferencias arbitrarias autorizadas por Londres y otros países de la UE hacia Ucrania ascienden hasta ahora a 11.000 millones de dólares. Parece poco, más, la "moral superior" de Europa ha clavado el ojo de la codicia en el real botín, 300.000 millones rusos de dólares congelados que desean se confisquen en su totalidad.
Inventar "legalidades" para este robo es lo que busca Bruselas en sus "debates", convencidos de que no acarreará consecuencias para la futura seguridad financiera de Europa. La UE quiere saltarse las legislaciones nacionales, leyes comunitarias europeas y el derecho internacional ¿Por qué recurrir al robo? porque los "moralistas superiores" de Europa afrontan un déficit de alrededor de 60.000 millones de dólares que no pueden cubrir para seguir manteniendo la guerra.
No existe precedente jurídico en el mundo para ejecutar tal atraco, ninguna ley que puedan aducir. Tendrían que declarar la guerra a Rusia para apoderarse del "botín de guerra". Cómo no se atreverán a eso, la Comisión Europea deberá presentar un plan. Mecanismos se barajan, hablan de transferir los activos rusos a una sociedad instrumental SPV gestionada por Bruselas, es decir, un nuevo fondo que debe contar con el respaldo de la mayoría de los estados del bloque comunitario y garantes que no pertenezcan al mismo, presumiblemente Estados Unidos, Australia o Canadá. (SPV, conocida como Sociedad con Cometido Específico o Entidad con Cometido Específico. Es una especie de sociedad de cartera
pasiva creada para mitigar el riesgo financiero y jurídico mediante la
delimitación de activos y pasivos específicos. Se considera “alejada de la quiebra” debido a su identidad
jurídica separada que garantiza el aislamiento si ocurre lo contrario con
esas entidades jurídicas).
No obstante, para que opere el robo, CDD Euroclear, Bélgica, donde se encuentra la mayoría de los activos rusos inmovilizados en Europa, dejó claro que no asumirá los riesgos sola. Es por eso que la "superioridad moral" de Europa se conforma -por el momento- con ir extrayendo de a poco los intereses de los activos rusos, que no son privados, son fondos del Banco Central de Rusia, y conforme las leyes y regulaciones internacionales, los fondos de los bancos centrales gozan de inmunidad, están protegidos. Puede que, por alguna razón -en este caso la guerra en Ucrania- justificara un congelamiento de activos rusos, pero estos deben mantenerse en esa condición: permanecer inmovilizados. El mero hecho de que los intereses se destinen a Ucrania es ya un robo; para ser menos duros, es ilegal la incautación y el uso de los ingresos generados de los fondos rusos retenidos.
Las acciones que promueve la "superioridad moral" de Europa acabará con el sistema de confianza y legalidad para proteger y respaldar los recursos estatales, trastornará para mal la economía mundial porque no es otra cosa que politizar el sistema financiero. Como dicen los analistas, es "un suicidio geopolítico de consecuencias catastróficas".
La expectativa está en saber ¿cómo va a reaccionar Rusia? ¿quién va a pagar las consecuencias?... ¿los británicos, la Unión Europea, los ucranianos en especies (territorios)? y, no nos referimos a los territorios que Rusia reivindica como parte de su integridad territorial, confirmados por referéndum (Donbass, Zaporiyia, Jerson, Crimea), en realidad serán los territorios que están bajo la jurisdicción del régimen de Kiev, como las regiones de la antigua Novarrusia (Odessa, Nokolaev y otros). Una cosa es cierta, en Moscú no se molestarán en acudir a tribunales ostensiblemente controlados por el poder occidental. "¿Para qué gastar tinta en papeles si se puede cobrar en tierra firme?", señala un medio alternativo.
Sobre los británicos, Dimitri Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, ante la imposibilidad de que compensen a Rusia por los robos, "propuso confiscar los bienes muebles e inmuebles de la propia corona o la incautación de las joyas de la corona británica, todavía hay suficientes de esas en diferentes lugares, incluso en Rusia". Señaló que cualquier incautación ilegal de fondos rusos congelados o de ingresos generados a partir de ellos se convertirá en territorio adicional y otras propiedades de Ucrania, dejando marcado el camino que usará Rusia como una compensación urgente y ejemplar, los ladrones pagarán en especies. Medvedev tachó a Ucrania de país 404, un estado fallido, sin personalidad jurídica, sin soberanía real, un estado que ha dejado de existir y que solo se sostiene gracias al apoyo de las potencias occidentales. De persistir la ambición británica-UE, Ucrania podrá considerarse -literal- un botín de guerra para los rusos. Para ser más claros, dada la probable inexistencia de Ucrania como sujeto de derecho internacional, cualquiera de sus territorios puede ser tomado por Rusia como una compensación lógica y legítima debido a los robos en que incurre la "superioridad moral" de los dueños de la Unión Europea y sus socios del eterno corsario británico.
Dicho lo anterior, revisemos dos fundamentales razonamientos históricos y económicos que Europa se niega aceptar, empecemos por la actualidad.
Jefes de Gobierno de la Unión
Europea, que no es lo mismo que jefes de estado de los países de Europa. António Costa: (Presidente del
Consejo Europeo); Ursula von der Leyen:
(Presidenta de la Comisión Europea); y, Kaja Kallas: (Alta
Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad). (Photo: AP, derechos de autor).
“Señorías, den un paso al frente para presenciar el mayor espectáculo de la Tierra: el espectacular circo de tres pistas del masoquismo económico de la Unión Europea, donde todas las políticas están diseñadas para perjudicar a los europeos mientras ayudan a todos los demás, y los maestros de ceremonias se dan palmaditas en la espalda por su superioridad moral mientras la carpa se quema a su alrededor”.
Así inicia un interesante y esclarecedor artículo de la crisis moral de “nuestros” líderes de la UE. A propósito, ¿quién les eligió para ocupar las máximas instancias de ese monstruo burocrático llamado Unión Europea? El reciente artículo en mención titula “How to Bankrupt a Continent and feel morally superior about it”, que literalmente se traduce “Cómo llevar a un continente a la bancarrota y sentirse moralmente superior”.
Comienza analizando a Francia. “¿Por qué aprender de los errores cuando puedes repetirlos con creciente entusiasmo?”, las autoridades financieras francesas han hecho “desaparecer 44.000 millones de euros del gasto del gobierno francés mientras que de alguna manera espera que los votantes franceses aplaudan. Quién necesita ajustes por inflación cuando tiene claridad moral, Francia continúa enviando tres mil millones de euros en ayuda militar a Ucrania. Es el tipo de gimnasia matemática que haría llorar de envidia a un acróbata de circo”.
Viene Alemania, Friedrich Merz interpreta el acto de “Contradicción del bienestar alemán”, ¡declara que el sistema de bienestar de Alemania es “financieramente insostenible” y al mismo tiempo lo expande! Es una hazaña de imposibilidad lógica que desafía las leyes de las matemáticas, la economía y el razonamiento humano básico. El sistema está matemáticamente condenado: Para 2050, Alemania tendrá un promedio de 1,3 trabajadores que mantendrán a cada jubilado. Al mismo tiempo implementan 11 mil millones de euros en recortes internos y “solo” han recortando la ayuda a Ucrania en 4 mil millones de euros.
“La pura audacia es impresionante. El gobierno de Merz les dice a los alemanes que no pueden permitirse mantener su propia red de seguridad social mientras les da lecciones sobre sus obligaciones morales de financiar guerras extranjeras”.
Y la Comisión Europea: Más paquetes de sanciones -estamos ya ante el decimonoveno- que en nada afectan a los rusos, al contrario, los enriquecen, Rusia está ganando más que antes de que iniciaran las sanciones, en contraparte, esos paquetitos de sanciones perjudican a los europeos por la pura incompetencia burocrática.
En lugar de comprar gas ruso directamente por un euro, los europeos ahora compran el mismo gas ruso a través de intermediarios por cuatro euros. Los tres euros adicionales se destinan a las ganancias rusas y las tarifas de los intermediarios, mientras que los europeos se felicitan por su pureza moral. ¡Es genial! ¿Por qué pagar precios normales cuando puedes pagar precios cuádruples por el mismo producto mientras financias el cofre de guerra de tu enemigo?
“La verdadera obra maestra es la estafa de la independencia energética. Los líderes europeos han logrado la notable hazaña de hacer que Europa dependa completamente del GNL estadounidense que cuesta cuatro veces más que el gas ruso, al tiempo que lo llaman "autonomía estratégica". Los ejecutivos estadounidenses se ríen literalmente en sus aviones corporativos mientras vuelan entre reuniones con funcionarios rusos sancionados y sesiones de venta de gasolina sobrevalorada a tontos europeos”. Las empresas estadounidenses están negociando en secreto para volver a los proyectos rusos, al mismo tiempo, venden a los europeos GNL premium para reemplazar el gas ruso. Los únicos ganadores están a la vista: los accionistas estadounidenses y las arcas estatales rusas.
Los burócratas de Bruselas pueden sentirse bien con su claridad moral mientras el continente se desindustrializa, mientras ven cómo sus industrias huyen a China y Estados Unidos. Se ha creado sistemas de bienestar que atraen a más beneficiarios que contribuyentes, sistemas insostenibles que los líderes europeos se niegan a reformar porque aparentarían racismo.
En conjunto, sobre las ayudas a Ucrania, esa es “la joya de la corona de la estupidez europea: están implementando 100.000 millones de euros en austeridad interna anual mientras envían 162.000 millones de euros en ayuda a Ucrania. Los europeos están recortando sus propios gastos para financiar aventuras militares en el extranjero a las que la mayoría de los europeos se oponen” (encuestas revelan que el 61% de los europeos piensa que sus países van en la dirección equivocada).
“Es la operación de señalización de virtudes más costosa en la historia de la humanidad”. Decenas de millones de europeos se enfrentan a la pobreza y sus gobiernos envían miles de millones al extranjero. Bruselas sigue encontrando dinero para aventuras en el extranjero mientras declara insostenible el gasto interno (altos costos de la vivienda, inflación de los alimentos, facturas de energía que destruyen la competitividad industrial…)
Para rematar, “Papá” (Donald Trump) exige a Europa invertir 600.000 mil millones de dólares en los Estados Unidos para solventar su propia crisis económica y que Europa - OTAN asuma el aumento del gasto en defensa por país del 5%, gasto que, evidentemente, va para el complejo militar industrial de los EEUU.
Los ciudadanos de Europa nos percatamos de estas jugarretas, ¿pero, y los “líderes” de Europa?... contentos con su “pureza moral”. El proyecto europeo se ha convertido en un pacto suicida continental disfrazado de liderazgo moral. “La historia se maravillará de cómo los líderes europeos lograron convertir el continente más rico del mundo en una advertencia sobre los peligros de la postura moral sobre la gobernanza práctica. Han logrado lo imposible: empobrecer a los ciudadanos europeos mientras enriquecen a sus enemigos, todo mientras se felicitan por su superioridad ética”.
“Bravo, Europa. Has convertido el gobierno continental en arte escénico, y la actuación es una tragedia disfrazada de obra de moralidad”.
Una verdadera lección de historia económica que, sin embargo, la Unión Europea está repitiendo, fue escrita hace más de 200 años, “nuestros” líderes (sigo insistiendo, ¿quién les eligió?) no han aprendido nada de esa experiencia. Revisemos.
El sistema continental de Napoleón y el costo humano de la guerra económica
Retrato de Napoleón Bonaparte generado por IA
por Tyler Turman
Mises Institute (mises.org) / agosto 2025
Hace doscientos cincuenta y seis años, nació una de las figuras más importantes de la historia. Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses, amo de Europa. El pequeño cabo, pasó de ser un oscuro niño corso a redibujar el mapa de todo un continente y dejar un legado que continúa reverberando a través de los siglos y dando forma a nuestro mundo actual. Hay muchos nombres y títulos que podemos darle al difunto genio militar, pero el astuto estratega económico no es uno de ellos.
Entre los muchos errores que definieron la eventual caída de Napoleón, pocos fueron tan ambiciosos y catastróficos como el Sistema Continental, un embargo comercial diseñado para paralizar la economía británica. Lo que siguió fue una de las lecciones más completas de la historia sobre por qué las sanciones comerciales fracasan e inevitablemente dañan a la gente común más que a sus objetivos previstos.
En noviembre de 1806, Napoleón había conquistado o se había aliado con todas las potencias importantes del continente europeo, con notables victorias contra los austriacos, prusianos y rusos en las guerras de la Tercera y Cuarta Coalición. Gran Bretaña, el enemigo más firme de Napoleón, era el único oponente que le quedaba. Después de la sorprendente victoria del almirante británico Nelson sobre la armada franco-española en la batalla de Trafalgar, que confirmó el dominio británico de los mares, Napoleón se dio cuenta de que una invasión de Gran Bretaña era imposible. En lugar de derrotar a los británicos en tierra, Napoleón, siguiendo un patrón repetido por los gobiernos a lo largo de la historia, recurrió a la guerra económica.
Con la esperanza de matar de hambre a su enemigo irreconciliable para que se rindiera, Napoleón instituyó el Sistema Continental con el Decreto de Berlín de 1806, que proclamaba que "todas las Islas Británicas están declaradas en estado de bloqueo", prohibiendo a Francia o a cualquiera de sus aliados importar productos británicos a Europa. Napoleón intensificó el embargo con el Decreto de Milán de 1807 al ordenar la incautación de cualquier barco que comerciara o navegara desde cualquier puerto británico, incluso si el barco pertenecía a un país neutral. Napoleón, en resumen, buscó criminalizar el comercio con Gran Bretaña en toda Europa continental.

El Sistema Continental o Bloqueo Continental fue una
audaz estrategia económica implementada por Napoleón Bonaparte en 1806 durante
las Guerras Napoleónicas. Con el objetivo de socavar la fortaleza económica de
Gran Bretaña, Napoleón buscó aislar a las Islas Británicas mediante la
imposición de un embargo comercial integral en todo el continente europeo. Interpretación Mapa del Imperio Francés 1812. (Mapa de Wiki)
Administrado directamente Sistema continental Aliados o dependendientes de Francia
En teoría, la guerra comercial de Napoleón parecía lógica. Gran Bretaña dependía en gran medida del comercio para mantener su posición como superpotencia mundial. Una política de exclusión, sacando a los británicos del mercado europeo, donde se vendía el 37,8 por ciento de sus bienes nacionales y el 78,7 por ciento de sus reexportaciones, habría devastado su economía. Al cortar el comercio británico con sus socios comerciales vitales (Rusia, Suecia, Portugal, Hamburgo y los Países Bajos), Napoleón también esperaba utilizar el vacío comercial para reforzar la industria francesa redirigiendo la demanda hacia un bloque comercial imperial estrechamente controlado en el que Francia era el principal productor y beneficiario. Con la mayor parte de Europa occidental y central bajo su control tras el Tratado de Tilsit, si alguien podía orquestar un embargo tan amplio, era el propio dueño de Europa.
Sin embargo, la realidad era muy diferente, y la guerra comercial finalmente devastó a Francia y sus aliados a través de cadenas de suministro tensas, contrabando generalizado, bloqueos inaplicables y guerras ruinosas.
Desde el principio, la superioridad naval británica hizo que el Sistema Continental fuera en gran medida ineficaz debido a la incapacidad de Napoleón para hacer cumplir el embargo o evitar que los barcos británicos llegaran a los puertos europeos. Los miembros del gobierno británico literalmente se rieron de la política de Napoleón, declarando que bien podría haber bloqueado la luna ya que Francia apenas tenía un barco en el océano para hacer cumplir su orden, luego de su derrota en Trafalgar.
Si bien los británicos podían bloquear efectivamente los puertos franceses con su flota, las medidas coercitivas y explotadoras de Napoleón en tierra se enfrentaron a la tarea imposible de monitorear miles de millas de costas europeas con agentes de aduanas. Sin una forma de hacer cumplir el bloqueo en el mar, el sistema demostró ser extremadamente poroso y prosperó el comercio ilícito a través del contrabando y los mercados negros. A los europeos les gustaba los productos británicos, lo que les daba a los contrabandistas el incentivo para evadir las restricciones a través de lugares como España, Portugal, Dinamarca y puertos a través de las costas del Adriático y el Mediterráneo. En resumen, el Sistema Continental era poco más que un bloqueo de papel que mató de hambre al imperio de Napoleón mucho más que a su adversario británico.
Francia, mientras tanto, se enfrentó a una escasez crítica de algodón ya que la mayoría de sus fabricantes cerraron sus fábricas. Las industrias francesas que dependían del comercio exterior colapsaron, con el 80% de las refinerías de azúcar en Burdeos y más del 65% de las 1700 empresas textiles en París cerrando en 1809, mientras que las industrias de construcción naval y refinación de azúcar en Nantes y Ámsterdam nunca se recuperaron por completo. Los ingresos aduaneros cayeron de 60,6 millones de francos en 1807 a 11,9 millones en 1809. La inflación se disparó en todo el continente a medida que los productos básicos como el azúcar, el café, el tabaco, la seda y el algodón se enfrentaban a una escasez crónica.
La agitación económica provocada por el Sistema Continental fue tan grande que, cuando Francia y sus aliados comenzaron a eludir el sistema, las poblaciones locales no solo lo toleraron, sino que lo celebraron. El contrabando incluso se consideraba un oficio útil y una ocupación honorable, en la medida en que evitaba la ruina del estado. El propio Napoleón finalmente reconoció el fracaso del sistema en 1811, cuando el Decreto St. Cloud abrió el suroeste de Francia y la frontera española al comercio británico, lo que en sí mismo fue una admisión tácita de que el bloqueo perjudicó a la economía francesa más que a la británica.
En los años posteriores al Decreto de Berlín, Holanda, Heligoland, Trieste, Gibraltar, Salónica, Sicilia y Malta se convirtieron en centros de contrabando y contrabando. A los pocos meses del Decreto de Berlín, 1.475 barcos llegaron a Hamburgo sin impedimentos, transportando cargamentos con mercancías británicas estimadas en 590.000 toneladas. El comercio ilícito entre Gran Bretaña y Holanda tuvo un valor de más de 4,5 millones de libras esterlinas entre 1807 y 1809, y los barcos comerciales británicos evitaron las sanciones volando bajo banderas falsas. En 1809, Gran Bretaña exportó bienes por valor de 10 millones de libras esterlinas al sur de Europa a través del contrabando. En 1811, más de 800 barcos de contrabando operaban solo en el Mediterráneo. En resumen, al impedir el comercio oficial, que al menos podría haber sido gravado, Napoleón solo logró estimular el surgimiento de mercados negros.
Todo este contrabando coincidió con las acciones hipócritas de las élites políticas francesas, incluida la emperatriz Josefina, que continuó comprando los mismos lujos británicos prohibidos a los ciudadanos comunes. Los agentes de aduanas demostraron ser notablemente susceptibles a los sobornos, y algunos de los alguaciles de Napoleón cosecharon los beneficios del contrabando en el mercado negro. El mariscal Massena ganó tres millones de francos con el contrabando mientras estaba estacionado en Italia; el mariscal Murat, nombrado rey de Nápoles, regularmente hacía la vista gorda ante las operaciones de contrabando; El mariscal Bernadotte, nombrado príncipe heredero de Suecia, desafió abiertamente el Sistema Continental en 1812 al abrir el comercio con Rusia. Incluso el propio hermano de Napoleón, el recién bautizado rey de Holanda, Luis Bonaparte, dejó de hacer cumplir el bloqueo porque vio lo dañino que era el bloqueo para los medios de vida de sus súbditos. Napoleón pasó a anexar Holanda después de la debacle, y más tarde anexó Hamburgo por problemas similares. En guerras comerciales como el Sistema Continental, la gente siempre pierde, mientras que los arquitectos de tales políticas encuentran formas de escapar de las consecuencias de su propia creación.

Una ilustración satírica de la Escuela Francesa de 1807, grabado en color. El ministro inglés leyendo el
decreto imperial a Jorge III (1738-1820) declarando que las Islas Británicas
están sujetas a un bloqueo. 21 de noviembre de 1807. Biblioteca Nacional, París,
Francia / Bridgeman Images
Debido a que Napoleón no tenía forma de hacer cumplir el bloqueo, el incumplimiento por parte de las naciones aliadas y neutrales erosionó aún más el sistema y obligó a Napoleón a luchar contra una serie de intervenciones militares cada vez mayores que finalmente destruyeron su imperio. Cuando Portugal se negó a unirse al sistema, Napoleón lanzó una campaña ruinosa en la Península Ibérica que, después de una guerra posterior en España, mató a más de 200.000 soldados franceses durante seis años y minó a Francia de hombres, armamentos y recursos valiosos. En 1810, Rusia, después de haber disfrutado de décadas de comercio mutuamente rentable con Francia, comenzó a desafiar el Sistema Continental. Esto condujo a la desastrosa invasión de Rusia por parte de Napoleón en 1812, que se cobró más de 500.000 bajas, paralizó la Grande Armée y provocó un sufrimiento incalculable para la población civil de Europa Oriental y Central, que se vio obligada a soportar brutales campañas en Europa del Este y Alemania.
El Sistema Continental fue mucho menos dañino para Gran Bretaña que para Francia y sus aliados, que sufrieron terriblemente por el bloqueo. Si bien las contramedidas de Napoleón causaron un estancamiento en el comercio británico con el continente, Gran Bretaña compensó la pérdida diversificando sus redes internacionales, abriendo nuevos mercados en otras partes del mundo. Las exportaciones británicas incluso aumentaron de 37,5 millones de libras esterlinas en 1804-06 a 44,4 millones de libras esterlinas en 1814-16 y, a pesar de los esfuerzos de Napoleón, el PIB de Gran Bretaña aumentó cada año bajo las sanciones, mientras que las industrias en el continente sufrieron debido a la falta de materiales que antes proporcionaban los comerciantes británicos.
Ningún gobierno puede vigilar el comercio en vastos territorios cuando las poblaciones locales dependen del comercio para sobrevivir. En un nivel básico, Napoleón no pudo hacer cumplir el bloqueo y, lo que es más importante, de hecho, las poblaciones locales no querían imponerlo. Napoleón necesitaba que todos los estados aliados, anexionados o clientes cesaran por completo el comercio con Gran Bretaña, mientras que el bloqueo naval británico convencional era suficiente para lograr sus propios fines. Aunque el Sistema Continental fue diseñado para aislar y paralizar el poder económico británico y fortalecer la hegemonía de Francia, no logró ninguna de las dos cosas y resultó mucho más perjudicial para los franceses que para los británicos, y dejó a los ciudadanos comunes de ambos partidos en peor situación que los demás.
El Sistema Continental se erige como el experimento más completo de la historia en guerra económica, y su fracaso más definitivo. A medida que los líderes contemporáneos continúan lidiando con las disputas comerciales, el desastre del Sistema Continental ilustra que las guerras comerciales a menudo son inaplicables, estratégicamente contraproducentes e invariablemente castigan a los vulnerables más que a nadie. Para evitar repetir los errores de la historia, los líderes deben priorizar la cooperación sobre la confrontación, minimizando el costo humano de la guerra económica.
---
Fuentes:
Diversas publicaciones de la prensa escrita.