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01 abril 2015

La guerra civil árabe


por Thierry Meyssan

Retomando un tema que ya había abordado, Thierry Meyssan señala que, más allá de las estrategias de los Estados, los pueblos del mundo árabe se dividen hoy en dos bandos definidos no por luchas de clases, ni por la resistencia frente al sionismo, ni siquiera por guerras de religión. El enfrentamiento que está generalizándose con el bombardeo de Arabia Saudita contra Yemen pone de relieve la existencia de una nueva división enteramente inesperada: dos nuevos bandos han aparecido alrededor de la cuestión de los derechos de la mujer.

Símbolo de la lucha de Muammar el-Kadhafi contra los islamistas, el Líder libio se había rodeado de una guardia personal femenina. Sin embargo, después de lincharlo y enterrarlo, la OTAN se justificaba “revelando” a la opinión pública occidental que las amazonas de Kadhafi sólo eran prostitutas en manos de un dictador obsesionado por el sexo. En Francia, esta propaganda dio incluso lugar a la publicación de un libro de la “periodista” Annick Coljean, basado enteramente en un solo testimonio.




Occidente aplaude los bombardeos de Arabia Saudita contra Yemen y la caída de la ciudad siria de Idlib en manos de al-Qaeda, a pesar de que al-Qaeda es oficialmente una organización terrorista antisaudita públicamente proclamada responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001. ¿Qué está pasando que ahora nos ponen nuevamente a los discípulos de Osama ben Laden en el campo de los «freedom fighters» [“combatientes por la libertad”], como cuando luchaban contra los soviéticos en Afganistán, porque tomaron Idlib, en la Siria de Bachar al-Assad?

En el terreno, los hechos están confirmando, por desgracia, lo que yo mismo escribí en este sitio web hace 2 semanas: la locura sanguinaria que se ha apoderado del mundo árabe no tiene nada que ver con clases sociales, con tendencias ideológicas ni con creencias religiosas. Desde hace 4 años, gran número de individuos han modificado sus posiciones y han cambiado de bando. Poco a poco, las cosas van decantándose y una nueva línea limítrofe va apareciendo sin que los pueblos tengan conciencia de ello.

En los años 1950, el mundo árabe se dividía en proestadounidenses y pro-rusos. En los años 1990, se dividía en proisraelíes y miembros de la Resistencia. Pero el presidente estadounidense George W. Bush y su vicepresidente Dick Cheney rompieron con la lógica de los intereses de los Estados para favorecer los intereses de las compañías petroleras. Y hoy estamos recogiendo los frutos de la política de Barack Obama.

Estamos viendo una explosión de violencia de partidarios de la poligamia contra defensores de los derechos de la mujer. Las monarquías árabes y la Hermandad Musulmana defienden una sociedad dominada por los hombres mientras que Irán y sus aliados luchan por una sociedad nueva, donde hombres y mujeres son dueños de su fecundidad y disponen de los mismos derechos. Podemos torcer y retorcer los hechos en todos los sentidos pero la realidad es que no existe prácticamente ninguna otra diferencia de peso entre ambos bandos.

Estamos viendo la oposición entre dos visiones del mundo.

¿Qué tienen en común los gobernantes árabes que han sido blanco de la hostilidad de Occidente –el tunecino Zinedin Ben Ali, el libio Muammar el-Kadhafi, el sirio Bachar al-Assad, el iraquí Nuri al-Maliki y el yemenita Abdul Malik al-Huthi? Nada, aparte del hecho que todos lucharon contra la poligamia.

¿Y qué tienen en común los aliados de Occidente en el mundo árabe –los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo y la Hermandad Musulmana? Son todos favorables a la poligamia.

Esa es hoy absolutamente la única línea divisoria que atraviesa el mundo árabe, exceptuando Irak y Egipto. En Irak, Estados Unidos todavía no ha escogido claramente a sus socios. Oficialmente Washington respalda a Haider al-Abadi contra el Emirato Islámico, pero la prensa de Irán, al igual que la de Irak, ya ha demostrado que Estados Unidos está jugando un doble juego y que ha entregado voluntariamente armas al Emirato Islámico y matado soldados iraquíes. En cuanto a Egipto, el presidente al-Sissi todavía sigue dudando entre su concepción personal de los derechos de las mujeres y la de su padrino saudita, cuyo dinero le resulta indispensable para la economía de su país, actualmente en bancarrota.

Los años de propaganda nos han vuelto ciegos a la realidad.

Creemos, erróneamente, que los códigos iraníes para el vestir son similares a los de Arabia Saudita. El hecho es que en Irán las mujeres se convirtieron en dueñas de su fecundidad desde los primeros años de la Revolución, o sea antes que las mujeres de la mayor parte de los países de Europa. En las universidades iraníes, las mujeres son mucho más numerosas que los hombres y llegan a ejercer las más altas responsabilidades. Por el contrario, en Arabia Saudita las mujeres no gozan por sí mismas de ningún derecho.

Creemos, erróneamente, que el mundo musulmán se divide entre sunnitas y chiitas que luchan encarnizadamente entre sí. Pero en Yemen, los hutis, a pesar de ser ampliamente mayoritarios a nivel nacional, no habrían podido tomar Sanaa ni Adén sin el respaldo de una poderosa fuerza sunnita, población mayoritaria en esas dos ciudades. Y en Siria, el Ejército Árabe Sirio, que cuenta con el respaldo de Irán en la lucha contra los takfiristas, se compone en más del 70% de sunnitas.


Yussef al-Qaradawi, líder de la Hermandad Musulmana y consejero espiritual del canal de televisión qatarí Al-Jazeera, se ha convertido en un especialista de la defensa de la poligamia y del derecho a golpear a las mujeres. En Egipto, este personaje intervino en la campaña electoral de Mohamed Morsi predicando en la plaza Tahrir del Cairo que la prioridad política no era luchar contra Israel sino matar a los homosexuales. En esta imagen lo vemos como invitado de honor en un mitin de la “oposición moderada siria”.


Es importante señalar que el primer “logro” de la «revolución» tunecina fue –antes de adoptar cualquier decisión legislativa– organizar el regreso de Rached Ghannouchi, líder de la Hermandad Musulmana, quien en cuanto llegó a Túnez lo primero que hizo fue proponer que se reinstaurase la poligamia.

Puede parecer sorprendente el hecho que ciertos miembros del Baas sirio se hayan vuelto en contra de la República o que algunos comunistas yemenitas se hayan puesto en contra de su partido y ver que todos estos elementos se han pasado a las filas de al-Qaeda. Basta un vistazo a sus familias para entender por qué se cambiaron de bando.

¿Y qué decir de los vencedores de la guerra en Libia, que inmediatamente anunciaron el restablecimiento de la sharia?

Estos ejemplos, que pueden parecer sorprendentes, son frecuentes. Pero los casos de quienes se pasaron del bando prooccidental al bando antioccidental son mucho más numerosos.

Como siempre, las potencias coloniales se han aliado a las fuerzas que no podían triunfar sin su ayuda, que en este caso son los partidarios de un mundo obsoleto. Pero Estados Unidos no previó las consecuencias de esa decisión. Los estrategas estadounidenses pensaron solamente en sus intereses imperialistas a corto plazo. Y hoy tratan de surfear sobre la ola de violencia que ellos mismos desataron pero que ahora los sobrepasa, al igual que abruma a los pueblos implicados.

Nadie podrá apagar el incendio que hoy consume el mundo árabe porque este último ha cambiado demasiado rápido. Nadie puede escapar a la cuestión de los derechos de la mujer.

En Occidente la producción industrial de condones comenzó en 1844. Pero hubo que esperar hasta la aparición de la epidemia de sida, siglo y medio más tarde, para que los países occidentales autorizaran la publicidad sobre ese medio de contracepción. El diafragma contraceptivo se inventó en 1880 y el uso del dispositivo contraceptivo intrauterino conocido como “T de cobre” se extendió durante los años 1930. La píldora contraceptiva apareció en los años 1950.

El control de la fecundidad transformó profundamente la vida de las parejas heterosexuales. Los matrimonios “pactados”, que hasta la Primera Guerra Mundial eran la norma en Occidente, cedieron el lugar al matrimonio por amor después de la Segunda Guerra Mundial. La sociedad occidental aceptó entonces la homosexualidad, que anteriormente describía como una relación «contra natura», a pesar de que ya estaba científicamente comprobado que existía entre todos los mamíferos estudiados y en muchas otras especies [1].

En un regreso al pasado, desde los acontecimientos que marcaron la Francia de mayo de 1968, las sociedades occidentales influenciadas por la «sociedad de consumo» hoy generalizan los divorcios múltiples. Ya no son solamente las mujeres sino los dos sexos quienes son considerados como productos de consumo perfectamente desechables. Por vez primera en la historia de la humanidad, la poligamia se convierte en un hecho social aunque se disimula a través de su extensión en el tiempo. Dicho de otra manera, cada cual puede tener todas las mujeres o esposos que quiera, a condición de que no sea simultáneamente.

Al mismo tiempo, las feministas, que antes luchaban por la liberación de la mujer, a menudo se dedican a confinarlas nuevamente, sólo que ahora las encierran en papeles masculinos. Afirman que, aunque son físicamente diferentes entre sí, los dos sexos son absolutamente idénticos y niegan la existencia de personas intersexuales (en uno de cada 700 casos existen personas con órganos genitales femeninos que no son portadoras de cromosomas XX sino XXY, en uno de cada 20 000 casos hay personas con órganos genitales femeninos que son portadoras de cromosomas XY, considerado el cromosoma que identifica al sexo masculino) [2].

Esta es la visión del mundo representada en Estados Unidos por la abogada feminista Hillary Clinton, convertida en secretaria de Estado y principal artífice de las «primaveras árabes». Esta ideología está imponiéndose en Francia con el Partido Socialista, actualmente en el poder, y su concepción del «matrimonio para todos» y la «paridad»: en las últimas elecciones ningún candidato podía presentarse solo sino que tenía que formar un «binomio» con otro ciudadano legalmente reconocido como del sexo opuesto.

Lo que Occidente ha vivido con enormes dificultades a lo largo de 2 siglos, el mundo árabe ha tenido que vivirlo en una sola generación.

Si bien los partidarios de Arabia Saudita son generalmente musulmanes sunnitas, mientras que los de Irán pertenecen a todas las comunidades religiosas, existen numerosas excepciones que no pueden explicarse únicamente a través de la actitud ante la contracepción.

En el siglo XIX, las Iglesias cristianas eran violentamente contrarias a la contracepción. En 1958, el papa Pío XII condenaba la píldora contraceptiva. Pero en 2015, el papa Francisco pondera la «paternidad responsable» y critica a los cristianos que «se reproducen como conejos». Hace poco, la Iglesia católica enseñaba aún que la homosexualidad era un pecado contrario al «plan de Dios». Hoy en día el papa Francisco declara que no se siente en condiciones de juzgar a los homosexuales.

Pero la evolución de la mentalidad no ha terminado aún ya que muchos cristianos siguen considerando el aborto durante las primeras semanas del embarazo como un asesinato, aunque Santo Tomás de Aquino demostró –desde el siglo XIII– que un feto de varias semanas no podía ser un ser humano. El apoyo de jóvenes musulmanes occidentales al Emirato Islámico demuestra que Europa todavía no ha ganado la batalla de la «paternidad responsable».

Hace 4 años que vengo analizando las estrategias de los Estados ante las «primaveras árabes». Pero hoy compruebo que los pueblos ya no obedecen a quienes los manipulaban. Lo que mueve a la gente es otra fuerza, aún más poderosa, que se apodera de los individuos sin que estos se den cuenta y los desencadena. 

A partir de 1936, el III Reich creó los Lebensborn, establecimientos dependientes del ministerio de Agricultura, encargados de la “producción y crianza” de jóvenes «arios» por cuenta de las SS.

Quizás deberíamos releer nuestra propia historia a la luz de lo que hoy sucede en el mundo árabe. Comprobaríamos entonces con el mismo estupor que, durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados (el Reino Unido, la Francia libre, la Unión Soviética y Estados Unidos) vivieron movimientos feministas y concedieron diversas responsabilidades a las mujeres mientras sus hombres morían en los campos de batalla. Mientras tanto, las potencias del Eje (Alemania, Italia, el Estado Francés que colaboraba con los nazis y Japón) prohibían estrictamente la contracepción y se obstinaban, a pesar de todo, en mantener a la mujer al margen de toda responsabilidad.



Thierry Meyssan

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NOTAS: 
[1] El problema es que durante siglos los investigadores occidentales definieron la sexualidad animal únicamente como un comportamiento reproductivo, a pesar de que Aristóteles ya había observado la existencia de parejas de perdices en las que ambos individuos pertenecían al mismo sexo. Desde los años 1990 se han realizado numerosos estudios sobre más de 1 500 especies. Y se han encontrado resultados completamente diferentes al analizar detenidamente el ritual de cortejo sexual, el afecto, la vida en pareja y la educación familiar. Biological Exuberance: Animal Homosexuality and Natural Diversity, Bruce Bagemihl, St. Martin’s Press (1999). En 2006, la universidad de Oslo organizaba una importante exposición, Against Nature? - an exhibition on animal homosexuality, sobre ese tema. Estos trabajos dieron lugar a una nueva discusión sobre la teoría de la evolución y científicos como Joan Roughgarden elaboraron el concepto de «selección social» para reemplazar el de «selección sexual». Evolution’s Rainbow: Diversity, Gender and Sexuality in Nature and People, University of California Press (2004).
[2] Existe una gran cantidad de casos diferentes que van desde personas que presentan simultáneamente características biológicas inherentes a los dos sexos sin que pueda decirse con certeza a qué sexo pertenecen hasta, por otro lado, personas cuyo cariotipo no corresponde a su apariencia física. Lo único claro es que algunos individuos no son exactamente hombres ni exactamente mujeres.

29 marzo 2015

Objetivo: Yemen




La Historia nos enseña por analogía, no por identidad.
Daniel Estulin


por: Tito Andino U


Viejas historias, mismo argumento. Esto ya pasó en Yemen en el 2009, Estados Unidos defendiendo a sus aliados en su zona de influencia bombardeó Yemen. Hoy, en el 2015 esconde la mano para que sean sus socios del Consejo de Cooperación del Golfo quienes lleven a cabo la hazaña de liberar Yemen de huties mediante bombardeos y quizá una posterior invasión terrestre, según ellos por un pedido del mariscal Abd Rabbo Mansur Hadi, presidente destituido al igual que su predecesor Saleh. Combatirán estos mismos actores a los terroristas de Al-Qaeda y del Estado Islámico en Irak y Siria?.

Estados Unidos y Arabia Saudí al ver fracasada la “primavera árabe yemení“ en el 2011 y ante el temor que inspira en esos estados las milicias hutíes (de tendencia shii, que cuenta con el apoyo de las fuerzas armadas yemeníes y hasta partidarios del ex presidente Hadi, así como de milicias suníes opuestas al terrorismo de Al-Qaeda), se encuentran desde hace un buen tiempo fortaleciendo el movimiento separatista conocido como “Comités Populares del Sur” para que combatan a los hutíes. (1)

Los planes imperiales están nuevamente en marcha, en esta ocasión se prevé dividir Yemen en dos estados (como en la época de la guerra fría). La estrategia es siempre igual: armar la discordia y la guerra civil, eternos deseos de los “defensores de la democracia” en el mundo, Estados Unidos y su socio Arabia Saudí, un ejemplo de “democracia” y “tolerancia” en los países árabes. Como estos no anhelan encontrar la solución al conflicto,  buscan la forma de partir en dos a Yemen: Un Yemen del Norte bajo égida de los hutíes, privados de salida al mar; y, la nueva Arabia del Sur con dominio de la zona meridional, es decir regiría y contraloría el acceso al Golfo de Adén.


La importancia estratégica de Yemen provocará la reacción de muchos intereses por el control, no solo del petróleo, sino por las vías de navegación.


No hay necesidad de comentar lo que está pasando estos días en Yemen, solamente retrocedamos algunos años en el tiempo, hagamos historia:

El 1 de febrero del 2010, Alfredo Jalife-Rahme escribía sobre la situación bélica en Yemen: (2)

“1. Una guerra teológica en el norte entre sunnitas (apoyados por Arabia Saudita, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos) y los chiítas (apuntalados por Irán).

2. Una guerra separatista en el superestratégico sur, pletórico en petróleo, y donde resaltan dos puntos muy sensibles: la isla Socotra y el Estrecho de Bab Al-Mandab –un punto de estrangulamiento (“chokepoint”) a los dos lados de Yemen y Somalia donde transitan 3.5 millones de barriles al día y cuya obstrucción afectaría el precio del petróleo.

3. La aparición fantasmagórica de “terroristas jihadistas-salafistas” de Al-Qaeda (“Al-CIA”, para los lectores de Contralínea) en la zona montañosa del sur y que han puesto de cabeza, a su decir, a la tripleta israelí anglosajona.

Es evidente que, dependiendo del plano aludido en forma local, se afecte el nivel regional –desde el Cuerno de África (Somalia, Kenia, Etiopía, Yibuti, Eritrea y la costa de Sudán en el Mar Rojo), pasando por toda la Península Arábiga (primordialmente Arabia Saudita y Omán) hasta el norte del Golfo Pérsico (Irán, Kuwait e Irak)–, ya no se diga el nivel global (léase, geoestratégico), en el que nos detendremos brevemente”.

Juan Gelman, un ilustrado investigador argentino reflexionaba desde su patria algo que, si no fuere por la fecha, 28 de diciembre del 2009, algún despistado lector podría pensar que es lo que está sucediendo en este preciso momento. Leamos a Juan Gelman en ‘Página 12’ (Argentina) (3). 

Forma parte ya de la lista de países –Mali, Pakistán, Somalia, Uganda y otros– en los que el Pentágono y la Casa Blanca desarrollan esa clase de guerra no declarada que abunda en los llamados “daños colaterales”. En este caso, con la participación de Arabia Saudita, su aliado más sólido en la región.

Los bombardeos de cazas estadounidenses y de la fuerza aérea saudí son tan constantes como los argumentos falaces que los “justifican” y, sobre todo, como la muerte de civiles yemeníes.

El general David Petraeus, jefe del comando central a cargo de las guerras de Iraq, Afganistán y Pakistán, declaró que “EE.UU. apoya la seguridad de Yemen en el contexto de la cooperación militar que proporciona a sus aliados en la región” (www.yemenpost.net, 13-12-09). El mismo día de esas declaraciones, el diario Yemen Post dio a conocer fotografías de los cazas norteamericanos que bombardeaban la provincia de Sa’ada, al norte de Yemen, en una de las veinte incursiones que llevaron a cabo esa jornada. Su objetivo: liquidar a todos los guerrilleros houtis posibles. El resultado: decena de bajas civiles.

Los pretextos, como siempre, son Irán y Al Qaida. Los rebeldes houtis forman parte de la minoría chiíta del país, un tercio de la población, y se han alzado en armas contra un gobierno autoritario que los discrimina y reprime. Se los acusa de recibir armamento del gobierno de Teherán, pero su chiísmo Zaydi es una versión muy diferente del iraní. Hasta altos funcionarios estadounidenses admiten que no hay evidencias de que Irán los alimente. El Pentágono, a su vez, arguye que bombardea reductos de Al Qaida y, de nuevo, estos insurgentes no sólo no tienen vínculos con las redes de Bin Laden: son posibles blancos de sus atentados.

El Departamento de Estado negó que EE.UU. interviniera en Yemen (www.upi.com, 16-12-09) al día siguiente de que bombardeara repetidamente el norte del país. La Casa Blanca se retractó 24 horas después: Barack Obama había ordenado la ejecución de múltiples ataques con misiles a varios puntos de Yemen en coordinación con el eterno presidente Ali Abdalá Saleh. Realizada la acción, el mandatario estadounidense llamó por teléfono a su colega yemení para felicitarlo por el “éxito” de los bombardeos, que dejaron un saldo de 120 muertos, civiles en su mayoría, mujeres y niños incluidos (www.dailystar.com.ib, 17-12-09). Pese a este anuncio, el mariscal Saleh desmintió la intervención de EE.UU. en la matanza.

Es su costumbre. A pesar de informaciones oficiales de las autoridades de Riad, rebatió a un vocero de los houtis que denunció los ataques lanzados por el ejército saudí el domingo último contra los habitantes de Al Nadheer, un poblado de la provincia norteña de Saada, limítrofe de Arabia Saudita: 54 civiles muertos y numerosos heridos (AP, 20-12-09). Saleh lanzó en agosto pasado un ofensiva contra los rebeldes del Norte con la evidente colaboración de Washington y Riad. Pero los sureños también sufren estas acciones militares.

El gobierno yemení realizó una operación contra un presunto campamento de Al Qaida ubicado en la aldea de Al Maajala, a unos 480 km al sureste de Sana, la capital, que segó la vida de 64 civiles, 23 niños y 17 mujeres entre ellos. Esto provocó una desusada reacción popular: miles de manifestantes se derramaron por las calles de varias provincias exigiendo que se investigue lo acontecido. Miembros del Movimiento del Sur, un frente secesionista pacífico, subrayaron que el objetivo del ataque no era Al Qaida, sino los sureños que sueñan con restaurar lo que hasta 1990 era la República Democrática de Yemen, independiente del norte (www.thenational.ae, 20-12-09). Es un deseo compartido por muchos habitantes de la zona.

Cabe preguntarse el porqué del interés de EE.UU. por el país más pobre de la región: forma parte de la estrategia destinada a extender el conflicto de Afganistán a zonas concéntricas más amplias de Asia central y del sur, el Cáucaso y el Golfo Pérsico, el sudeste asiático y el golfo de Aden, el Cuerno de África y la península arábiga (www.rickrozoff.wordpress.com, 15-12-09). La sedicente guerra mundial contra el terrorismo de W. Bush cambió de nombre con Obama: ahora se llama “operaciones de contingencias en ultramar”. Pero los dos productos tienen el mismo olor. A petróleo.

Hay un aspecto convergente y nada despreciable. El papel que Arabia Saudita y las monarquías afines del Golfo Pérsico desempeñan en la “nueva estrategia” de Obama los llevará a invertir en la compra de equipos militares estadounidenses la friolera de 20.000 millones de dólares en los próximos diez años (UPI, 25-8-09). Yemen no participa en el gasto, pero sí en la conjura. Y pensar que alguna vez lo gobernó la reina de Saba, que muchos siglos después se reencarnó en Gina Lollobrigida, dirigida por King Vidor en una película de la que Tyrone Power no alcanzó a ser su amado rey Salomón”.


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NOTAS: 

(3) Yemen
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