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02 febrero 2016

Desenmascarando los fraudes del “Revisionismo” (I)


Cartel de propaganda de la República Eslovaca (bajo mandato de la Alemania nazi). El texto dice "Cruzados de una nueva Europa contra la locura bolchevique" (también conocido como judeo-bolchevismo o el comunismo judío).
 


Enlace directo a la segunda entrega 

Desmontando a los “revisionistas” de lengua castellana





Introducción


En enero salió a circulación en Alemania la edición crítica a un libro editado allá por la década de los veinte del siglo pasado, obra que aparenta ser un estudio de la realidad de la época, el autor en aquellos tiempos estaba encarcelado en Landsberg. El libelo, no es más que un enmarañado amasijo de hechos autobiográficos imposibles de comprobar, junto a declaraciones políticas expresadas en un lineamiento de lo que sería la futura ideología nazi como la supremacía racial, que los judíos y eslavos por naturaleza son enemigos del pueblo alemán, sobre la puñalada por la espalda y la derrota alemana en la primera guerra mundial, así como la insubsistente tesis del 'espacio vital' para que Alemania dote de tierras a ochenta millones de ciudadanos germanos, todo a costa de la guerra de conquista en el este europeo.

Muchos críticos están convencidos que no es un trabajo original escrito por el, en ese entonces, poco conocido, líder derechista (autoproclamado "socialista") Adolf Hitler. Varios expertos ven la mano oculta de un geoestratega de esos tiempos, Karl Haushofer (sin duda uno de los mentores de Hitler) y de otros visitantes asiduos a la prisión (no será debatido esto en la presente ponencia).

La edición crítica ha sido largamente estudiada por el equipo de investigadores del Instituto de Historia Contemporánea de Munich-Berlín (IfZ), al mando del historiador Christian Hartmann. “La edición desenmascara las mentiras de Hitler y denuncia sus verdades a medias, que buscaban un efecto propagandístico”, afirma el director del IfZ, Andreas Wirsching. Este estudio va deshaciendo las inconfundibles tesis demagógicas del nazismo que entremezcló mentiras, mitos germanos, leyendas urbanas, verdades a medias y hechos históricos reales.


Edición crítica del Mein Kampf. (2016). Instituto de Historia Contemporánea de Munich (IfZ).


Un trabajo concienzudo que ha demandado casi dos mil páginas para refutar las falsedades del 'Mein Kampf'. Aun así, C. Hartmann de forma modesta señala que es “un intento de desmontar la argumentación de Hitler a partir de un examen minucioso de sus afirmaciones”. El texto de la edición crítica está diseñado de tal forma que en las páginas de la derecha consta el texto de “Mein Kampf”, edición original, y en la izquierda, “los comentarios que cuestionan y contextualizan a Hitler”.

¿Por qué se hace?. Desde hace mucho tiempo estamos ante el resurgir de movimientos de ultraderecha que pregonan el retorno del fascismo como solución a los problemas del mundo contemporáneo. La guerra fría murió hace más de veinte años y en su tiempo era posible hacerse de la vista gorda ante la incalculable difusión de textos que hablaban de una conspiración judeo-masónica-comunista. A potencias como los Estados Unidos eso le sentaba muy bien, de maravilla, porque se vilipendiaba groseramente a sus archienemigos soviéticos. Nada “anormal” para ese periodo, al fin y al cabo la propaganda, aun la mentirosa extrema, suele dar frutos. Algo que sin duda copiaron del propagandista nazi por excelencia, Joseph Goebbles. 

Ese tipo de alusiones denigran de igual forma a los judíos, es decir, los socios de Norteamérica en Medio Oriente, detalle sin importancia para los políticos estadounidenses, ni los lobbies pro israelíes, mucho menos para el Estado de Israel. El fin mayor lo justificaba.

Hoy en día, tras la caída del muro de Berlín y el aparente fin de la guerra fría, es necesario volver a satanizar un “enemigo”, en el ámbito global ese monstruo al que teme la “democracia“ occidental apadrinada por los Estados Unidos es la Federación Rusa. Por tanto, que mejor forma de desnaturalizar al país de los ex bolcheviques sino con el retorno de la vieja propaganda nazi. 

Nadie debe dudar, ni tomarlo a la ligera, los Estados Unidos han anunciado que debe rescribirse la historia de la segunda guerra mundial con el objetivo de minimizar el papel protagónico en la victoria contra el fascismo de la Rusia soviética. Ucrania es el ejemplo más palpable, estamos ante el retorno de lo incomprensible, el nazismo en su esencia pura, donde se exalta a los líderes colaboracionistas del nazismo al nivel de héroes nacionales, pretendiendo borrar la historia reciente en aras de perversos planes.


En fin, hemos invocado como ejemplo el libro adoración de la extrema derecha mundial (Mein Kampf) en referencia a la vieja y caduca propaganda del “revisionismo histórico”, que tuvo y sigue manteniendo amplia difusión, sobre todo en millares de incautos adeptos.
 


Estudios como la edición crítica del Instituto de Historia Contemporánea de Munich ya surgieron en el pasado para desmitificar fraudes monumentales como los ultra-conocidos y muy envenenados panfletos denominados “Protocolos de los Sabios de Sión”, una burda copia y alteración de una sátira francesa del siglo XIX (1864), “Dialogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu” escrito por Maurice Joly para mofarse de Napoleón III.

El tema central de lo que leerán a continuación es precisamente una investigación que desenmascara para siempre otro fraudulento e inmenso engaño y daño causado a la juventud hispano-americana que se creyó (en la época de la guerra fría) un disparate monumental: “La Gran Conspiración Judeo-Masónica-Comunista”, escrito bajo los principios ideológicos del nazismo y que hoy se disfraza de antisionismo para seguir difundiendo un material obsoleto por el paso inexorable del tiempo. 

(Todas las fotografías de propaganda nazi son agregadas al artículo original por el editor de este blog).

ADVERTENCIA: La siguiente investigación no pretende avalar las políticas segregacionistas del actual estado de Israel, ni sus crímenes contra la nación Palestina, hechos que no pueden ser justificados y que deberán responder ante un Tribunal Internacional por Crímenes contra la Humanidad. Los tiempos cambian, las víctimas y victimarios suelen variar en un giro inesperado de la historia. Como decía Graham Greene:
“El escritor debe estar listo para cambiar de bando en cualquier momento. Su misión es defender a las víctimas y las víctimas cambian”.

                                                             Tito Andino U.




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TRAIAN ROMANESCU
Un rumano que nunca existió



CURRICULUM.- "TRAIAN VASILIU ROMANESCU (1914-2007)

Nacido en Rumania el 4 de septiembre de 1914 en la región de Harghita, cursó y terminó sus estudios en la Universidad de Bucarest habiendo obtenido su Doctorado en Historia a la edad de 22 años. Con un perfecto dominio del Latín y del Griego, era fluído en otros ocho idiomas (Inglés, Francés, Alemán, Ruso, Español, Hebreo, Arameo y Portugués) además de su lengua nativa, el Rumano. En 1937 obtuvo del gobierno de Polonia la distinción de “Gran y Excelso Maestro Emérito” por sus importantes trabajos y estudios sobre los orígenes de la cultura eslava. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, esquivando hábilmente los graves peligros ocasionados por dicha guerra en la cual perdió a todos sus familiares, tras la conclusión de la misma terminó huyendo hacia España como refugiado político dado su acendrado anticomunismo que siempre manifestó en sus escritos. Después de estar impartiendo cátedras en varias universidades de España continuó con su obra trasladándose hasta Argentina, desde donde envió para su publicación varios libros que pronto se convirtieron en “best sellers” en América Latina, entre los cuales se pueden citar La Gran Conspiración Judía, Traición a Occidente, Amos y Esclavos del Siglo Veinte y Subversión Internacional. Al fallecer el 3 de enero del 2007 en su casa en la provincia de Chubut en la región de la Patagonia, en Argentina, su biblioteca personal contenía 148 mil libros y volúmenes de diversos autores así como ocho enciclopedias incluyendo a la Enciclopedia Espasa-Calpe, la Encyclopaedia Britannica y la Enciclopedia Salvat. El Presidente argentino Raul Alfonsín, quien trató en vida al Profesor Traian Romanescu, dijo de él lo siguiente: “Jamás en toda mi vida he conocido y creo que no conoceré un hombre más culto y más preparado intelectualmente que el Doctor Traian Romanescu. No saben cuánto lamento profundamente no haberlo propuesto para Premio Nóbel de Literatura cuando tuve oportunidad para ello”. Como homenaje póstumo en memoria suya, en la Universidad de Bucarest se le dió su nombre a una sala auditorio en la cual la placa metálica que celebra tal evento dice lo siguiente: “En memoria del excelentísimo e insigne Maestro Traian Romanescu, cuya Alma Mater lo proclama ante el mundo entero como uno de sus hijos más distinguidos y como un ejemplo a seguir por todas las generaciones futuras de jóvenes ansiosos por seguir el brillante ejemplo de uno de los intelectuales más destacados de Europa del siglo pasado”.

Un currículum impresionante, ¿verdad?
Bueno, lo sería, excepto que es un currículum falso.

La fotografía del individuo no es de ningún rumano llamado Traian Romanescu. De hecho, es la fotografía de un tipo nacido en la región de Bohemia, un individuo cuyo nombre real es Víctor Lustig, uno de los más grandes estafadores de todos los tiempos, conocido también como “el rey de los estafadores”. Se trata ni más ni menos del hombre que vendió la torre Eiffel. Esta ficción no es muy diferente a la de la película soviética 'El teniente Kijé' (en la cual se inspiró el inigualable compositor ruso Sergei Prokofiev cuando escribió una obra con el mismo título, su opus 60) que trata acerca de un Teniente Kijé que nunca existió, el cual fue solamente una quimera del Zar, el resultado de una equivocación al leer un informe militar. Como nadie se atreviera a señalarle esta equivocación al Zar (el Zar nunca se equivoca, y ay de aquél que ose señalarle que se ha equivocado!), se tuvo que inventar un militar rodeado de parientes, esposa, una carrera y, finalmente, un entierro para deshacerse de él.

Y, por último, el otro apellido del “Traian Romanescu”, Vasiliu, sí es un apellido rumano legítimo, excepto que dicho apellido fue tomado “prestado” del excepcional poeta rumano George Vasiliu. Quienes están familiarizados con los libros publicados en México de “Traian Romanescu” saben de sobra que tal personaje jamás tuvo dos apellidos rumanos, y si los tuvo jamás los usó en sus libros.

Esta jugarreta sobre los desprevenidos lectores debería servir como alerta y antecedente para evitar ser engañados con los falsos Traian Romenescus que la ultraderecha neo-nazi les quiera presentar como tales a sus también desprevenidos lectores.


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Cartel antisoviético en holandés de las SS alemanas. Dice que Europa ha tomado partido contra el  bolchevismo.


En México, alguna vez hubo un “Traian Romanescu” cuya obra prolífica fue decisiva para inducir a las sociedades clandestinas de la ultraderecha a centenares de jóvenes deslumbrados con su sapiencia antisemítica haciéndolas florecer como nunca antes. Así se hacía llamar, “Traian Romanescu”. Como Víctor Lustig, el hombre que vendió la torre Eiffel, tipos como Salvador Borrego, Traian Romanescu, Joaquin Bochaca y David Irving son también grandes estafadores, maestros del engaño. Sin embargo, si algo se puede decir de Víctor Lustig, es que sus estafas no movieron a nadie al odio, ni al crimen ni al asesinato. En comparación con los ponzoñosos historiadores revisionistas de la ultraderecha de hoy, Víctor Lustig era un santo.

Exceptuando a Salvador Borrego, ningún otro propagandista de la extrema derecha le ha hecho más daño con sus obras a las juventudes de Hispanoamérica, perturbando mentalmente a millares de jóvenes e inclusive a adultos inexpertos que deberían saber mejor, que ese escritor fascista neo-nazi conocido como Traian Romanescu, el hombre que introdujo en América Latina “la gran revelación” acerca de “la gran conspiración judía”, precisamente el título de su más importante y conocida obra.

La Organización Nacional del Yunque que aun asola México es una consecuencia directa de los escritos de pseudo-historiadores revisionistas como Traian Romanescu que mucho hicieron para crearle al continente americano su peor amenaza. Quienquiera que quiera hacer frente a esta grave amenaza que hoy se cierne, debe tratar de saber todo lo que sea posible acerca de esta gente, lo cual requiere familiarizarse con el tipo de literatura con el cual los nuevos reclutas están siendo inducidos dentro del movimiento que ellos mal llaman “nacionalista”.

Precisamente en su libro “La Gran Conspiración Judía” publicado en la Ciudad de México en 1961, Traian Romanescu se describió a sí mismo como un académico procedente de la Universidad de Bucarest de Rumania, y también en dicho libro se describió como “ACTUALMENTE REFUGIADO EN OCCIDENTE”.

Rumania no solo es el país en donde el novelista inglés Bram Stoker hizo nacer y crecer la leyenda de Drácula. También es el país en el que durante la Segunda Guerra Mundial nació y creció la terrible Guardia de Hierro con sus militantes ultraderechistas hasta la locura por la propaganda nazi, muy similar a la propaganda extremista elaborada años después en México por Traian Romanescu, los cuales bajo el liderazgo de Horia Sima y convertidos en dráculas a su manera terminaron de modo excesivamente cruel con las vidas de todos los desafortunados judíos rumanos que cayeron en sus manos, disfrutando el martirio de sus víctimas con un bestialismo sádico digno de Vlad Tepes el Empalador. Esto continuó hasta que Rumania cayó bajo la órbita del dictador soviético Stalin en 1944, fecha en la cual, si el rumano Traian Romanescu realmente conocía todo lo que decía conocer, debió de haber huido de su país hacia Occidente.




La Universidad de Bucarest, o Universitatea din bucuresti en la lengua rumana: 

Supuesta Alma Mater del “rumano” Romanescu que ciertamente hablaba y escribía en idioma español a la perfección y que además era (supuestamente) todo un experto académico en Historia Mundial y Política, ha graduado académicos europeos notables. Sin embargo, esta universidad jamás tuvo entre su profesorado a ningún Traian Romanescu que publicara en dicho país libro alguno denunciando una "gran conspiración judía".

Es más, ninguno de los libros que Traian Romanescu se atribuye fueron publicados en Rumania ni antes, ni durante la Segunda Guerra Mundial y, ciertamente nunca después de concluida, cuando hubiera sido imposible hacer tal cosa al estar el país bajo la órbita de Stalin quien tenía pocas simpatías para con quienes simpatizaran con las ideas propias del fascismo.

Quien se traslade hasta la Universidad de Bucarest buscando allí al mundialmente famoso Traian Romanescu autor de libros antisemitas va a salir con las manos vacías, porque ni va a encontrar allí a tal personaje ni a ninguno que haya sido familiar suyo. Buscar en la Universidad de Bucarest al “profesor” Traian Romanescu es buscar a un personaje que nunca existió allí. Por lo menos no en la Universidad de Bucarest, por lo menos no en Rumania.

Cabe aclarar que la palabra “Traian” sí es un nombre propio usado en Rumania (Traian Basescu fue el Presidente de Rumania hasta el 2007). Y el patronímico “escu” sufijado a una palabra se puede tomar como “hijo de” sí es usado también en Rumania para formar un apellido.

Sin embargo, el apellido Romanescu si se trata de un seudónimo, se trata de un personaje al que se le quiso dar un origen rumano, puede ser visto como indicativo de una falta absoluta de imaginación, o como una artimaña para convencer a los demás de que efectivamente con un apellido así se trata de un rumano, algo así como llamarse a uno mismo 'Petrovich Russinsky' para convencer a los demás de tener una procedencia rusa. ¿Quién lo pondrá en tela de duda, con un nombre y un apellido así?

Sea como sea, si Traian Romanescu es un nombre inventado, debemos suponer que quien haya usado tal ficción es una persona dada al uso de los seudónimos para esconder su verdadero rostro al igual que como acostumbran hacerlo los militantes de las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana, lo cual es sumamente criticable porque en este caso se trata de un tipo que en uno de sus libros se dedica en un capítulo a estarle achacando a los judíos la supuesta costumbre de estarse escondiendo bajo seudónimos, costumbre muy común en los círculos internos de la ultraderecha clandestina.

Agotadas las posibilidades de poder ubicar a Traian Romanescu en la Universidad de Bucarest, el siguiente paso lógico consiste en concederle el beneficio de la duda y tomarle la palabra cuando nos afirma que estaba “refugiado en Occidente”. Pero... ¿en qué parte de Occidente?

En las universidades de Inglaterra no conocen a ningún académico de nombre Traian Romanescu que haya publicado obras en inglés de corte antisemita, como tampoco hay rastro de él en Francia, en Alemania, o en otras ciudades de Europa. Si aceptamos que este sujeto poseía un dominio casi perfecto del español, y que además era un ardiente simpatizante del fascismo antisemita, entonces lo lógico es que se hubiera refugiado en España, país que bajo la dictadura de Francisco Franco se convirtió en el refugio predilecto de nazis tan renombrados como León Degrelle e inclusive su compatriota rumano Horia Sima. Allí se hubiera sentido como en su propia casa en la compañía de gente como Joaquín Bochaca, y no habría tenido dificultad alguna para obtener una posición académica en cualquier universidad española con Francisco Franco intercediendo personalmente en su favor.

Pero aquí tenemos otro hecho extraño. Si el Traian Romanescu que estamos buscando se hubiera refugiado en España, entonces todos sus libros se habrían publicado en España. Sin embargo, sus libros fueron publicados no en Europa, sino en el continente americano. El Traian Romanescu que estamos buscando tampoco se encontraba en España.

Es aquí cuando volteamos nuestra búsqueda hacia el continente americano. En los Estados Unidos y en Canadá, miles de europeos anticomunistas encontraron asilo antes, durante, y después de concluida la Segunda Guerra Mundial. Pero Traian Romanescu no fue uno de ellos.


Cartel propagandístico serbio, bajo ocupación alemana, dice “esto es Inglaterra”, para un mejor entendedor la alianza judeo-masónica-comunista.


Quien lleve a cabo una búsqueda exhaustiva en los registros públicos tanto de las universidades norteamericanas como de las oficinas públicas buscando al tal Traian Romanescu saldrá con las manos vacías. Además, si se hubiera asilado en Norteamérica, es lógico suponer que sus libros se habrían escrito y publicado primero en el idioma inglés, con un mercado potencial de lectores mucho más amplio y mucho más importante, con la traducción al español relegada a segundo término. Pero ninguno de sus libros había aparecido publicado en el idioma inglés cuando salieron a la luz en México.

En Sudamérica, también miles de europeos anticomunistas e inclusive criminales de guerra nazis (Adolf Eichmann en Argentina, Josef Mengele en Brasil, etc.) también encontraron asilo, pero Traian Romanescu tampoco fue uno de ellos. Si Traian Romanescu se describió a sí mismo como “ACTUALMENTE REFUGIADO EN OCCIDENTE” pero no se encontraba refugiado ni en Europa ni en Norteamérica ni en Sudamérica, entonces... ¿a dónde podría haber ido? En sus libros nunca lo aclaró, y mucho menos puso domicilio alguno en el que se le pudiera contactar. Obviamente, era alguien que no quería dar la cara, que no quería mostrar su verdadero rostro ante nadie, quería vivir en la más completa secrecía, en el más completo anonimato.

Así, nuestra búsqueda de Traian Romenescu parece llegar a un callejón sin salida. Sin embargo, queda un último recurso. Si todos sus libros aparecieron publicados por primera vez en México, entonces tenemos que buscarlo en México. Aquí es donde seguramente lo encontraremos; y si no lo podemos encontrar aquí entonces de seguro no lo podremos encontrar en ninguna otra parte. La búsqueda se dificulta porque no tenemos ninguna fotografía suya, esto porque jamás apareció fotografía suya en ninguno de sus libros, ni tenemos ningún domicilio en donde haya vivido, lo único que tenemos es un nombre y un apellido, aunque tenemos en nuestras manos su amplia producción literaria.

En el interior de su obra “cumbre” “La Gran Conspiración Judía”, aparece entre paréntesis el texto “Traducción del rumano por el autor”. Si el supuesto rumano Traian Romanescu tradujo él mismo sus libros del rumano al español (no se conoce edición rumana alguna de su obra), entonces debería haber sido un rumano con un dominio extraordinario del idioma español, el mejor de todos, ya que utiliza metáforas y expresiones figurativas del lenguaje que no utilizan inclusive muchísimos hispanoparlantes. Lo cual puede empezar a llevar a varios lectores a sospechar que posiblemente hasta se trate no de un rumano sino de un español o inclusive de un mexicano. Esto explicaría el hecho del por qué inmediatamente después de que estuvieron apareciendo las obras de Traian Romanescu en México publicadas en español no aparecieron los ejemplares correspondientes en rumano: Un español o un mexicano sin el dominio del rumano, una lengua romance utilizada por una población relativamente pequeña de Europa, tendría dificultades enormes en traducir los materiales del español al rumano. Y aunque hay en México unos cuantos habitantes que dominan tanto el español como el rumano, Traian Romanescu no fue uno de ellos.


Un cartel de propaganda alemán, en ruso, simbolizando la supuesta cadena de mando en la URSS


Si Traian Romanescu no quería ser localizado y mucho menos ser identificado por nadie, entonces la Ciudad de México no sería el lugar en donde empezaríamos a buscarlo, ya que se abstendría deliberadamente de dar en sus libros cualquier pista de su lugar de residencia, y al aparecer la Ciudad de México como el lugar de publicación de sus obras obviamente era porque no vivía en la Ciudad de México. Esto nos lleva a la segunda ciudad más importante de México, la ciudad de Guadalajara. Aunque ni la palabra “Guadalajara” ni la palabra “Jalisco” aparecen mencionadas en ninguna parte de los libros de Traian Romanescu, esta es la primera ciudad a la que iríamos precisamente por ser una de las ciudades más grandes de México, en segundo orden de importancia después de la Ciudad de México. E iríamos a ella precisamente porque “Traian Romanescu” se abstiene de nombrarla por completo (de no encontrarlo allí, la búsqueda tendría que ser ampliada a otras ciudades de México que tampoco aparecen mencionadas en los libros de “Romanescu”, como León en Guanajuato, Monterrey en Nuevo León, y Tijuana en Baja California).

Resulta que es precisamente en la ciudad de Guadalajara en donde encontramos leyendas de algo que parece ser un secreto a voces en dicha ciudad, un secreto muy mal guardado por cierto, según el cual Traian Romanescu nunca existió porque fue tan solo un seudónimo. Y junto con este dato, nos llega otro dato interesante, el dato de que si queremos saber algo más acerca de “Traian Romanescu”, debemos indagar todo lo que podamos acerca de uno de los fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara, un Licenciado de nombre Carlos Cuesta Gallardo.

No hay muchas fotografías públicas disponibles de Carlos Cuesta Gallardo. Esto es debido a que este sujeto no se dejaba fotografiar por nadie, y cuando había algún fotógrafo cercano en alguna fiesta o en alguna ceremonia Cuesta Gallardo invariablemente volteaba su cara hacia otro lado o inclusive se levantaba de la mesa en la que estaba sentado y buscaba perderse entre la multitud. Varios de los que tuvieron trato personal con él lo describen como un ser taciturno, de aspecto amargado, en ocasiones de mirada dura dejando traslucir un carácter hosco, duro, e inclusive despiadado. Hacía lo posible por pasar desapercibido, ocultándose de cualquier forma en que pudiera como si estuviese huyendo de la ley, manifestando con tal actitud los terribles delirios de persecución rayanos en la paranoia que lo consumieron toda su vida.

Hubiera sido un interesantísimo caso clínico para cualquier psicólogo o psiquiatra, de no haber sido porque era un individuo sumamente secretico que no confesaba sus verdaderas intenciones y temores íntimos a nadie, lo cual le imposibilitaba el buscar ayuda médica o inclusive ayuda espiritual dentro de la Iglesia Católica habido el hecho de que el verdadero católico creyente debe revelarle todo a su sacerdote confesor antes de obtener la absolución a sus pecados.

Lo único que le podía soltar la lengua ante gente cercana a él era el ponerse a hablar por períodos prolongados de tiempo acerca de “la gran conspiración judía masónica comunista”, de la cual presumía saber muchísimo considerándose a sí mismo una verdadera autoridad. Y de hecho, lo que sabía acerca de “la gran conspiración judía masónica comunista” coincidía plenamente con lo que estaba apareciendo publicado en los libros de aquél desconocido profesor rumano “Traian Romanescu”, al cual casi podía recitarlo de memoria. Quien creyera a pie juntillas en todas las exóticas fantasías construidas en torno a “la gran conspiración judía masónica comunista” podía considerarse a sí mismo como un gran amigo de Carlos Cuesta Gallardo, y quien pusiera en tela de duda cualquiera de las afirmaciones hechas por “Traian Romanescu” podía considerarse tomado por Carlos Cuesta Gallardo como un enemigo de por vida.

Como ya se mencionó, hay pocas fotografías públicas disponibles de Carlos Cuesta Gallardo por su renuencia a ser fotografiado. Sin embargo, la imagen con la cual se le recuerda y se le “venera” dentro de la Universidad Autónoma de Guadalajara es la siguiente:


Retrato del Licenciado Carlos Cuesta Gallardo en la Universidad Autónoma de Guadalajara – Jalisco - México


Carlos Cuesta Gallardo no solo fue uno de los fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara y de la sociedad secreta de ultraderecha 'Tecos'. Es un hecho histórico y no anecdótico que Carlos Cuesta Gallardo se trasladó hasta la Alemania Nazi para establecer contacto con el Nacionalsocialismo Alemán. Y todo permite suponer que fue atendido con especial consideración dada la importancia que Hitler le concedía a México por su vecindad inmediata con los Estados Unidos de Norteamérica.

Ciertamente, ayudó mucho que tuviera un aspecto “ario”, lo cual seguramente ha de haber sido del mayor agrado de sus anfitriones. Posiblemente si les hubiera llegado un mexicano más “típico” de piel morena obscura y chaparro, sus racistas anfitriones le habrían dado el trato que podía esperar de los nazis alemanes un mexicano “racialmente inferior”. Pero estaba predestinado que sería este sujeto, precisamente uno de los más endurecidos conservadores de la sociedad jalisciense, el que llegaría a la Alemania Nazi iluminando los ojos de sus contactos que posiblemente forjaron muchos planes con él, planes que quedaron truncos con la derrota contundente de la Alemania Nazi en 1945.

Veamos lo que nos dice el formidable equipo Alianza Estudiantil Prometeo de la Universidad Iberoamericana acerca de Carlos Cuesta Gallardo en su ya célebre trabajo La Ultraderecha Mexicana: Complot contra México”:

Traian Romanescu es un seudónimo bajo el cual se esconde un mexicano de la peor ralea, el cual en su juventud se trasladó en persona hasta la Alemania Nazi para recibir “luces”.

“Traian Romanescu” se presenta a sí mismo en los prólogos de sus libros como un exiliado rumano ex-profesor de la Universidad de Bucarest quien huyó hacia el continente americano después de que tras la derrota de la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial Rumania cayó bajo la órbita comunista; escapando al mundo libre con todas las pruebas en la mano que documentaban la realidad de la gran conspiración judía. Sin embargo, nadie llegó a ver jamás al profesor Traian Romanescu (quien con un apellido tal nadie dudaría que efectivamente es un rumano). Nadie sabe dónde se podía encontrarlo para llevar a cabo una entrevista, nadie sabe de qué vivía o en qué trabajaba, y aunque muchos fanáticos de la ultraderecha desearían haber tenido el honor de poder estrechar su mano, nunca existió dirección alguna en donde se le pudiera localizar. De hecho, nadie lo habría podido localizar jamás, porque como ya se dijo, Traian Romanescu no existe, nunca existió. Traian Romanescu es, de hecho, un seudónimo, el seudónimo de un mexicano, el seudónimo de uno de los principales fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara.

Podemos intentar rechazar la tesis de que Carlos Cuesta Gallardo haya sido el hombre detrás de la máscara “Traian Romanescu”, pese a su conocida ideología extremista y su acendrado antisemitismo, pese a haber sido uno de los fundadores de la ultraderechista Universidad Autónoma de Guadalajara y por lo tanto también de la sociedad ultraderechista secreta Tecos, pese a ser un admirador reconocido de Adolfo Hitler, pese a que parecía conocer casi de memoria todos los libros de “Traian Romanescu” cuando apenas estaban apareciendo a la venta en las librerías de México. Pero ello nos dejaría con un problema: tendríamos que aceptar que todos los libros propagandísticos de “Traian Romanescu” se escribieron solos, o mejor dicho, que fueron escritos por un rumano que nunca existió, una vez agotadas todas las demás posibilidades.

Sin embargo, en este caso todas las flechas en la ciudad de Guadalajara apuntan hacia él. Y es el único en todo México al cual apuntan de manera unívoca. En todo México, no hay nadie más que mejor encaje en la descripción de lo que esperaríamos de un sujeto como “Traian Romanescu”. Y aquí podemos aplicar el refrán que dice “si grazna como un pato, camina como un pato, nada como un pato, y tiene el aspecto de un pato, lo más probable es que sea un pato“.

“Traian Romanescu” desapareció tan misteriosamente como apareció a principios de la década de los sesenta en el escenario mundial en México, justo al mismo tiempo en que Carlos Cuesta Gallardo dejó de existir. 

Tras la muerte del Licenciado Cuesta Gallardo, no volvió a aparecer ningún libro de “Romanescu”. No existe lugar al cual los admiradores de “Traian Romanescu” le puedan llevar flores a su tumba en ocasión del aniversario de su fallecimiento, porque no hay ninguna lápida en México que ostente el nombre de “Traian Romanescu”, al menos no del rumano que además de hablar en perfecto español se haya adjudicado en vida la autoría de la más importante propaganda ultraderechista que se haya publicado en Latinoamérica, y mucho menos hay una fecha de fallecimiento que se le pueda asignar porque nadie sabe exactamente cuándo falleció.

Sin embargo, se sabe exactamente la fecha de fallecimiento de Carlos Cuesta Gallardo, y se sabe del lugar en el que se encuentran sus restos mortales. El paso de Carlos Cuesta Gallardo por este mundo fue poco menos que nefasto con su sello personal puesto en la creación de la sociedad secreta “Tecos” creada para liquidar a todos los supuestos perpetradores de “la gran conspiración judía masónica comunista”.

Este hombre no merece ser recordado por nadie en el aniversario de su fallecimiento (un fallecimiento en el cual, dicho sea de paso, hubo algunas circunstancias extrañas motivadas quizá por la enorme codicia y ambición que seguramente despertaron los cada vez más fuertes ingresos monetarios que estaba produciendo ya la Universidad Autónoma de Guadalajara; la oportuna muerte de Carlos Cuesta Gallardo les dio a los que se quedaron en su lugar una oportunidad dorada para acaparar la codiciada “herencia”); ni merece flores en el lugar en donde reposan sus restos ni merece recordatorios o memoriales especiales. No merece nada, excepto lo que tal vez le esté sucediendo en el más allá en retribución por haber apartado a muchos jóvenes del verdadero camino que conduce hacia el Supremo Creador. Que le lleven flores a su tumba todos aquellos que fueron sus compinches en vida, a quienes se les está acercando también la hora en la que habrán de hacerle compañía a Carlos Cuesta Gallardo en dondequiera que hoy se encuentre, posiblemente algún lugar en donde hoy deambulan los espectros de individuos tales como Adolf Hitler, Julius Streicher, Adolf Eichmann, Josef Mengele, Klaus Barbie y Horia Sima. ¿A qué otro lugar más podría ir, sino al lugar en donde seguramente terminaron cayendo éstos héroes suyos?


La punta de lanza

En todas las tramas de fanatización e indoctrinamiento, siempre hay dos bandos: los que saben perfectamente bien que están mintiendo cuando están elaborando volúmenes enciclopédicos en los cuales se dan rienda suelta a su imaginación inventando falsedades confiados en que no habrá nadie que tenga el tiempo ni la enorme paciencia requerida para desenmascarar y desmentir en su totalidad la enorme pirámide de patrañas, y aquellos que consumen la literatura propagandística y que creen ciegamente, de buena fé, que lo que les están diciendo es la verdad. Los primeros son gente esencialmente mala, y los segundos son gente esencialmente ingenua (por no decir, estúpida). Los primeros siempre representan casi siempre menos del 1% de los que están en cualquiera de los movimientos afiliados a la extrema derecha, mientras que los segundos representan casi siempre más del 99%. Lo único que ambos tienen en común es que en algún momento de sus vidas decidieron venderle el alma al Diablo.

El libro más conocido, más vendido, más reproducido, más “venerado” de “Traian Romanescu”, es sin lugar a dudas La Gran Conspiración Judía”.




Este libro es extenso. En el editor de documentos Word de Microsoft, ocupa un total de 335 páginas. Al final del mismo aparece la leyenda que comprueba su publicación en México:

Acabose de imprimir el día 31 de
Mayo de 1961, en los talleres de
La Editorial Jus, S.A plaza de
Abasolo 14, Col, Guerrero
México 3, D.F
El tiro fue de 3000 ejemplares.


Hasta la fecha, no se conoce copia alguna en idioma rumano del libro, por lo cual la aserción de que éste era el libro de un académico de la Universidad de Bucarest traducido al español por el mismo autor carece de credibilidad.

Al leerlo, hay que tomar en cuenta que la tesis central del libro, el argumento de que el comunismo es una invención judaica para apoderarse del mundo y que para evitar tal destino tiene que ser liquidado (lo cual implica el exterminio total de sus supuestos creadores, los judíos, siendo esta la justificante utilizada por los nazis para matar a más de seis millones de hombres, mujeres, ancianos y niños), es un argumento completamente obsoleto hoy en día, porque tras la histórica caída del Muro de Berlín el comunismo soviético dejó de existir, y los acontecimientos históricos se dieron de modo tal que la desaparición de este sistema socio-económico no produjo las cientos de miles de muertes que los propagandistas del neo-nazismo habían vaticinado. Es bajo esta perspectiva como este libro tiene que ser leído, es bajo esta óptica como tienen que ser evaluadas las mentiras y falsedades con las que fue formulado.

El núcleo central del libro está colocado al principio en el Capítulo III titulado “El Plan Secreto de la Actual Conspiración Mundial y las 24 Directivas Secretas del Primer Gran Congreso Mundial (Sionista)”, de lo cual “Traian Romanescu” dice:

Para cortar a los conspiradores judíos cualquier posibilidad de negar las verdades reveladas en este libro, voy a incluir en forma íntegra el contenido de las 24 directivas secretas del Primer Congreso Mundial Judío, que tuvo lugar en Basilea, Suiza, en 1897. Estas directivas constituyen el programa secreto aplicado hoy por la judería mundial y sus instrumentos masónicos, socialistas, comunistas, liberales, etc. Debo llamar la atención de los lectores sobre que el comunismo real, así como es aplicado en todos los países sojuzgados y en todos sus aspectos, se basa precisamente en los “consejos” comprendidos en estas directivas, que pueden considerarse como un verdadero “evangelio” del comunismo. Son además una prueba irrefutable de la existencia de la Conspiración Mundial Judaica, con sus fines precisos y sus métodos claramente expuestos.

Este gran “plan secreto de la actual conspiración mundial” en realidad no es otra cosa más que Los Protocolos de los Sabios de Sión, los cuales han sido expuestos como uno de los fraudes literarios más grandes de todos los tiempos, hecho aceptado incuestionablemente por numerosos académicos e historiadores de renombre. No los reproduciremos aquí, aunque hay una amplia cantidad de referencias en internet en donde pueden ser obtenidos así como enlaces en donde los orígenes del fraude literario son revisados a fondo.

De cualquier modo, el haber recurrido a algo que con décadas de anticipación a la elaboración del libro “La Gran Conspiración Judía” ya se sabía que era el producto de un vil fraude literario nos habla mucho sobre la deshonestidad de “Traian Romanescu” y su propensión a mentir y a recurrir a las mentiras de otros para lograr convencer a sus desprevenidos lectores en la “veracidad” de sus fantasías bizarras. “Traian Romanescu” hace referencia específica a este fraude literario (sin identificarlo en momento alguno como fraude) en el capítulo XXII de su libro (El Pueblo Elegido a Través de la Historia) cuando trata de hilar al Antiguo Testamento de la misma Biblia con el tema de “la gran conspiración judía” con el siguiente texto: 

“Leyendo las escrituras de Isaías en el Antiguo Testamento y comparándolas con los Protocolos de los Sabios de Sión, se verá como han adaptado esas ideas para fines políticos.”

Dentro de este mismo capítulo, “Romanescu” incurre en el revisionismo histórico propio de todos los neo-nazis al tratar de invalidar la magnitud del holocausto llevado a cabo por órdenes de Hitler (con todo y que el mismo “Romanescu” propone la liquidación de todos los judíos del mundo para lograr la “pax nacional-socialista”):

El libro en su introducción (los símbolos de interrogación entre paréntesis son puestos por el autor de la investigación):

Nace este libro venciendo obstáculos enormes. (¿?)
Nace impulsado por la profunda angustia de palpar el peligro terrible que amenaza a la Civilización Cristiana, es decir, al mundo occidental (o sea, la "gran conspiración judía masónica comunista").
El autor es un hombre que ha vivido en carne propia la agonía de su Patria tras la cortina de hierro. Pero además de esa experiencia terriblemente dolorosa,

 

dispone de un enorme caudal de revelaciones documentadas que recogió en el reverbero de la segunda guerra mundial. (¿?)
Al advertir las primeras huellas de “La Gran Conspiración Judía”, el autor también se encogió de hombros y también dijo: “¡Puras fantasías!”... Fue luego un torrente de pruebas (¿?) y un desbordamiento de lava bolchevique lo que disipó sus dudas. Fue el crepúsculo de la Civilización Cristiana, vivido por su Patria al entrar en las tinieblas de la “civilización marxista”, lo que encendió en su ánimo el anhelo de lanzar un grito de “¡Alerta!”
Esta voz va en particular dirigida a todos los cristianos. El que cree en Cristo no pone en duda el advenimiento del Anticristo. 

Este tipo de gente siempre se ostenta como cristiana, aunque no tiene absolutamente nada en sus convicciones ni en sus creencias de la santidad y la humildad cristiana que con tanta nobleza distinguió a los primeros Apóstoles de Jesús, como tampoco tenían nada de cristianos los verdugos nazis que administraron los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuál es el camino que salvará a la Civilización Cristiana del más grande peligro que la ha amenazado en sus dos mil años de historia?

Esta introducción está precedida por un índice, el cual sirve para preparar el terreno para las “grandes revelaciones” que le serán dadas al lector incauto que está siendo inducido al mundo de la ultraderecha, lo cual dará los resultados deseados siempre y cuando el lector sea un ignorante de la historia contemporánea (lo cual lamentablemente es el caso de muchos de los que leen esta literatura).


Cartel propagandístico antisemita divulgado por los nazis en idioma ruso. “El judío un pueblo de contagio”. En otras palabras el mensaje es claro el judío es malo y el nazi es bueno, así de sencillo.


El índice de los capítulos del libro empieza con un primer capítulo titulado “Los enemigos de la Humanidad”, y los “enemigos de la humanidad” son, de acuerdo a las doctrinas neo-nazis pregonadas por “Traian Romanescu”, los judíos (de hecho, para este tipo de gente, no solo los judíos son “los enemigos de la humanidad”, también lo son los medios-judíos descendientes de un padre o una madre judía, como también lo son todos aquellos que tengan un abuelo o una abuela que sea o haya sido un judío o una judía, como también lo son todos aquellos que tengan un bisabuelo o una bisabuela que haya sido un judío o una judía, como también lo son todos aquellos que tengan un tatarabuelo o una tatarabuela que haya sido un judío o una judía, y así sigue la cosa ad infinitum).

“Romanescu” hace algo más que citar los fraudulentos 'Protocolos de los Sabios de Sión'. Los reproduce en su totalidad al principio de su libro, lo cual contribuye a engrosar generosamente el número de páginas haciéndolo más “docto”. Ahora bien, estos “Protocolos” fueron fabricados en una época en la que las monarquías eran el sistema usual de gobierno en Europa, y no es de asombrar que para la culminación de “la gran conspiración judía” los “Protocolos” mencionen en forma repetida la imposición de un “rey del mundo” judío rigiendo al planeta. Sobre esto, “Traian Romanescu” nos “revela” lo siguiente en su libro sin aclararnos jamás cómo o en dónde fue que obtuvo tan extraordinaria “iluminación”:

Era necesario que la judería se apoderase del gobierno de Rusia para formar el primer estado nacional dentro del estado soviético y esperar después otros 20 años para que, como consecuencia de la primera y segunda guerras mundiales, organizadas en todos sus detalles por el judaísmo internacional, se les ofreciera a los israelitas la posibilidad de crear el Estado de Israel, en su “tierra de promisión”. Ese Estado, conforme a los planes secretos, debe albergar en un futuro próximo al “rey mundial” de la estirpe de David.

En última instancia, el correr del tiempo mismo es lo que se encarga de desenmascarar a los charlatanes. Preguntémonos una cosa: ¿Hay un rey mundial “de la estirpe de David” dirigiendo actualmente los destinos del Estado de Israel, ya no se diga del mundo entero? ¿Existen las condiciones actuales en Israel para la imposición de un sistema monárquico mandando al traste el sistema democrático parlamentario que tanto trabajo les costó construir? Históricamente, ni siquiera el mismo Moisés permitió que los judíos a quienes liberó de Egipto lo coronaran rey. Entonces, ¿por qué esa obsesión con un gobierno mundial monárquico, una idea que en estos tiempos suena más que descabellada?

Pero “Traian Romanescu” no solo “profetizó”, en base a “fuentes de información” desconocidas, las características del futuro “rey del mundo”, sino que fue mucho más lejos; señaló con su dedo índice quién iba a ser ese futuro “rey del mundo”. Esto lo tenemos en la siguiente afirmación que debe ser una de las más osadas y temerarias que se hayan formulado jamás en propaganda alguna de la ultraderecha:

Este futuro Rey de la sangre de Sión, existe ya. Se llama Emmanuel Samuel Sholnik Abrabanel. Es hijo de un dentista judío de Polonia, actualmente habitante de Canadá, del que se pretende que sería el “descendiente directo del Rey David”, que vivió hace unos tres mil años.

Podemos considerar que esta “revelación” se hizo pública el 31 de mayo de 1961, fecha en la que “La Gran Conspiración Judía” se terminó de imprimir en México con un tiraje de 3 mil ejemplares (sigue siendo un misterio de dónde sacó “Traian Romanescu” el dinero para financiar esta costosa empresa). Ha transcurrido ya medio siglo desde el año en el que se hizo esta profecía. El tal Emmanuel Samuel Sholnik Abrabanel, si es que existe, posiblemente está enterrado en algún cementerio ignorado por completo hasta por sus propios familiares, sin aparecer mencionado o recordado en ninguna publicación judía y sin haber recibido jamás reconocimiento alguno que valga la pena capturar en la enciclopédica base de datos de la red de redes internet, algo indigno para quien supuestamente estaba “predestinado” a ser el “rey del mundo”.

Esta “profecía” del “rey del mundo” debe ser quizá uno de los peores descalabros en que haya incurrido jamás un pseudo-historiador revisionista de la extrema derecha, y de vivir ahora y de haberse identificado plenamente en lugar de andar escondiéndose seguramente muchos de los desilusionados seguidores de “Traian Romanescu” e inclusive un buen número de judíos que se pudieran haber tragado la propaganda con mucha razón le preguntarían: ¿Por qué nos mentiste? Dicho sea de paso, el nombre Abarbanel (y sus variantes Abravanal, Abravanel) es popular entre los judíos sefarditas procedentes de España, no de Polonia, como lo puede confirmar una búsqueda llevada a cabo en internet; siendo Shkolnik (y su variante Skolnik) un nombre de origen eslavo.


La gran tesis del revisionismo neonazi actual hace eco total de la propaganda alemana de la segunda guerra mundial. El complot judío contra Europa.


El libro de “Traian Romanescu” está pletórico de afirmaciones como la anterior, las cuales nunca se tomó la molestia de probar ni decirnos cómo fue que obtuvo tan extraordinaria información de la cual inclusive los mismos judíos alrededor del mundo no parecen estar enterados.

El libro de “Romanescu” atribuye el triunfo del comunismo en la Rusia Zarista de principios del siglo XX a una “gran conspiración judaica”. Pero se abstiene de mencionar por completo (al igual que como lo hizo el ideólogo ultrafascista Salvador Borrego en su libro Derrota Mundial) el papel central y nefasto que tuvo el “monje loco de Rusia” Rasputín en la caída de la monarquía zarista; a grado tal que Rasputín no aparece mencionado en ninguna de las páginas del libro porque tal cosa no conviene para los fines propagandísticos del autor del libro. Tampoco menciona el enorme daño que el mismo Zar Nicolás II se causó a sí mismo y a su país al meter por decisión suya a Rusia dentro de la Primera Guerra Mundial, algo que a fin de cuentas fue decisión única y exclusiva del Zar que ejercía una autoridad autocrática en Rusia que nadie se atrevía a cuestionar, y no de movimiento judío conspiratorio alguno (el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria es citado como el detonante de la Primera Guerra Mundial, aunque la entrada de Rusia supuestamente era un evento obligado por un pacto que comprometía a Rusia a entrar en apoyo militar de Serbia en caso de ser amenazada militarmente, pero la decisión final de honrar tal pacto o desentenderse del compromiso con el fin de evitar el choque militar con Alemania fue del Zar).

Y al igual que Rasputín, la decisión del inepto Zar Nicolás II de meter a su país en una guerra que no podía ganar contra una Alemania mucho más industrializada tampoco aparece mencionada para nada en este libro de “Romanescu” porque tal cosa tampoco conviene a los fines propagandísticos del libro. Y de hecho, no son las únicas omisiones de importancia en las que incurre “Traian Romanescu”, hay muchísimas otras.

Esto debe empezar a darnos una idea de que el libro fue elaborado no para educar sino para fanatizar, no para iluminar sino para confundir y desviar. A estas importantes omisiones, el autor agrega numerosas falsedades y tergiversaciones históricas, así como una casi inacabable judaización en la que re-bautiza a muchos personajes históricos como cripto-judíos que él -gracias a sus privilegiadas dotes detectivescas que nadie más posee- ha descubierto como tales. Pero en ningún momento nos dice cómo fue que descubrió que tal o cual personaje histórico era un judío, eso solo lo sabe él mismo, y tenemos que creerle ciegamente, porque así es la naturaleza de la propaganda fanatizante, tiene que ser aceptada sin cuestionamientos. Jamás presenta copia de documento alguno en donde por lo menos en un solo caso nos demuestre que, como él lo afirma, el gobierno del Presidente norteamericano John F. Kennedy “estuvo integrado en más del 90% por judíos y masones y comunistas conocidos” (esto lo hace en el capítulo XXIV de su libro, “La Conspiración Avanza Rápidamente”), y la procedencia de estas estadísticas sin la debida justificación de las mismas tiene que ser aceptada como un acto de fé del “rumano” que nos está haciendo tan excelsas “revelaciones”.

A continuación analizaremos algunas otras de las “verdades” publicadas en La Gran Conspiración Judía que han sido tomadas como verdaderas por todos los que han abrazado el fascismo en alguna de sus variedades convirtiéndose en feroces antisemitas.

En múltiples ocasiones, “Traian Romanescu” llega al extremo de considerar a sus lectores como unos verdaderos idiotas, unos imbéciles más ingenuos y más ignorantes que un recién nacido. Esto lo vemos claramente en párrafos como el siguiente:

En los planes del Kremlin para apoderarse del mundo árabe, en caso de guerra, Israel con sus 300 mil soldados armados hasta los dientes, con material soviético, tiene el papel principal.

Es de sobra sabido que quienes han estado apoyando con armamento al Estado de Israel desde los tiempos de la guerra fría (término acuñado por el empresario Bernard Baruch, a quien los círculos de la ultraderecha señalan como uno de los “Sabios de Sión”) entre los Estados Unidos y la Unión Soviética e inclusive hasta los tiempos actuales han sido los Estados Unidos, no los rusos ni de ayer ni de hoy. De hecho, uno de los temores mantenidos por la clase política norteamericana y muchos judíos prominentes de aquel entonces era que los estados árabes terminasen cayendo bajo la órbita soviética constituyéndose en un peligro para la existencia del Estado de Israel.

En el capítulo XVI (La Masonería, Instrumento Secreto del Judaísmo) tenemos la siguiente afirmación categórica formulada por “Traian Romanescu”, según la cual “La O.N.U. es un instrumento de la Masonería”: 


Este organismo judío-masónico dirige al mundo libre hacia la catástrofe final: dominio judío universal con ayuda del comunismo soviético.


Cartel nazi que simboliza la supuesta alianza europea contra el bolchevismo judío representado por la URSS. 


Con un trabajo metódico y riguroso de investigación bibliográfica consultando las fuentes originales, el libro “La Gran Conspiración Judía” puede ser demolido, puede ser reducido a escombros, que a su vez pueden quedar reducidos a polvo como polvo es hoy todo lo que queda del “rumano” tapatío “Traian Romanescu”.

Desafortunadamente, para desmentir cada falsedad que puede tomar tan solo unas diez palabras en ser enunciada, se requieren por lo menos unas treinta o cuarenta palabras para dar las razones documentadas para invalidar tal falsedad.

Es mucho más fácil y mucho más breve decir una mentira que exponerla.

Obviamente, no es fácil llevar a cabo la refutación completa del libro “La Gran Conspiración Judía”. Pero sí podemos seleccionar algunas partes relevantes de dicho libro con el fin de demostrar que el libro contiene por lo menos esas omisiones, falsedades, tergiversaciones e invenciones, y hecho esto no hay razón alguna para darle credibilidad al resto. Es posible llegar tan atrás en el tiempo y encontrar los documentos históricos originales, es un largo y costoso trabajo que puede llevar varios meses o inclusive años, es necesario proporcionar la información completa y detallada para llevar a cabo la confirmación o la refutación en forma debida. En un libro que consume un total de 335 páginas bajo el editor de documentos Word de Microsoft, la refutación completa del libro requeriría en cuatro tantos de extensión un total de unas mil doscientas páginas, y todo ello para una obra laboriosa que posiblemente no generaría una ganancia económica que justifique la enorme inversión de tiempo y dinero para elaborarla.

Como era de esperarse, dentro del libro se le rinde culto excelso a Adolf Hitler, el dictador “salvador” del pueblo alemán y del mundo entero, del cual encontramos varias citas puestas aquí y allá dentro del libro como las siguientes:

Así parece que (los judíos) han paralizado (¿?) la actividad de la Orden Jesuíta, la columna de la Iglesia, y han conseguido que muchos católicos se constituyan de buena fe en defensores del judaísmo, pero en el fondo, el peor enemigo de la Iglesia Católica, y de todas las iglesias cristianas es claramente el Judaísmo Internacional. Mientras tanto, el peor enemigo del judaísmo ha sido Hitler con sus nacionalsocialistas…Cuando la judería mundial llegó a la conclusión de que con Hitler no se jugaba, y que su programa expuesto en “Mi Lucha” lo realizaba por medio del régimen nacional socialista, comenzó las maquinaciones secretas para derribarlo. Como tenía en sus manos la prensa de casi todos los pueblos “democráticos” y temiendo que Hitler se lanzara contra Rusia judaizada, la judería occidental manejó los asuntos de tal manera que Alemania tuviera que entrar de nuevo en guerra con los países dirigidos por la masonería, es decir, con los países cristianos de Occidente, movidos secretamente por los hebreos, escondidos tras ía máscara de la “democracia”.

Esto último es una de las más burdas falsedades históricas en que se pueda incurrir. La Segunda Guerra Mundial no comenzó con “una provocación judía”. “Traian Romanescu” no menciona aquí en lo absoluto nada acerca del pacto Molotov-Ribbentrop con el cual, antes de la invasión a Polonia, Hitler se repartió con el dictador Joseph Stalin el territorio polaco.

Para “Traian Romanescu” solo hay dos versiones de la Historia: la suya y la de todos los demás, incluidos historiadores profesionales, doctores, académicos, etc. La suya es toda la Historia reinterpretada y vuelta a escribir de principio a fin bajo la óptica de “la gran conspiración judía masónica comunista”, la suya es "revisionismo histórico" puro. Lo que no haya sido interpretado “correctamente” por él necesariamente es algo que adolece de falsedad. Solo él es el poseedor de la verdad. A él hay que acudir para saber lo que “realmente” ocurrió. Bueno, a él, y a otros que piensan igual que él. La interpretación “Traianista” de la Historia no abarca únicamente la Historia reciente; se remonta inclusive hasta los tiempos de la Antigüedad. Nos habla su visión de los tiempos de Jesucristo en el capítulo XXII de su libro (El “Pueblo Elegido” a Través de la Historia).

En el capítulo IV (La Judería Internacional, Madre de la Revolución Comunista de Rusia), “Traian Romanescu” jura tener las pruebas de que el dictador Stalin era un judío (algo que si “demuestra”):

El mismo origen judío estaba demostrado por la fisonomía de este asesino. (¿?) Los georgianos son generalmente hombres altos y bien desarrollados de físico, mientras que Stalin media apenas 1.60cm de estatura, hecho que lo obligaba a subir en una silla “invisible” detrás de los muros del Mausoleo de Lenín para lucir más imponente frente a las masas, durante los interminables desfiles de la Plaza Roja de Moscú. 
(El Ministro de Propaganda nazi de Hitler,  Joseph Goebbels, era un "chaparro", (nombre de origen judío) y no por ello era un judío, de lo cual podía dar fe el mismo Hitler.)


Propaganda alemana en idioma serbio. Stalin
 
La fisonomía de la cara de Stalin era típicamente judía (¿?) y quizás por eso, para esconder sus visibles rasgos, todas las fotografías de Stalin publicadas eran previamente retocadas. (¿?). La familia, o mejor dicho las familias de Stalin, han sido puramente judías. (¿?)
El nombre real de Stalin fue Iosif David Vissarion Djugashvilli, llamado también Kochba. Los nombres Iosif (José) y Vissarion, o sea el de Stalin y su padre, no son utilizados por la población ortodoxa de Caucasia, y generalmente, al ser bautizados, los ortodoxos no reciben nombres de origen judío como Iosif, Benjamín, Salomón, Daniel, Miriam, etc., sino más bien nombres de origen latino, griego y eslavo, excepto los locales. Por consiguiente el nombre de Stalin indica desde el principio que es de origen judío.

(José es un nombre judío, y ello no implica en lo absoluto que haya sido un judío, como tampoco lo son los cientos de millares de mexicanos con nombres bíblicos judíos tales como David, Daniel, Abraham, Isaac, Jacobo, Israel, Isaías, etc.)

El segundo hijo de Stalin, es decir, Vassily Iosiphovich Djugashvilli actualmente General de Aviación, llamado el “Halcón de la URSS” mientras vivía su padre, tiene una de las más típicas caras de judío que se puedan imaginar: pelo rojo, cara llena de pecas, orejas largas y labios gruesos. (¿?)

Su apellido “Djugashvilli” traducido del georgiano significa: “hijo del judío”, según “Romanescu”, Djuga significa judío y la otra parte del apellido de Stalin, o sea “villi” significa: “hijo”. (De todas las falsedades metidas deliberadamente por "Traian Romanescu" en su libro, ésta quizá sea la peor de todas. El apellido se deriva de una palabra aún utilizada en la región de Osetia, la palabra djuga o dzhuga. Cualquiera que pase unas cuantas semanas en dicha región se dará cuenta de que djuga no significa "judío".

A continuación, haremos un brevísimo resumen acerca de la etimología de la palabra Djuga, ya que la duda puede persistir en el lector de que la palabra Djugashvilli efectivamente pueda significar “hijo de judío”. En relación al posible origen etimológico de esta palabra, existen dos posibilidades. La palabra puede tener un origen Georgiano o puede tener un origen más provincial, osético. (Osetia es una región situada dentro de Georgia, en las altas regiones montañosas del Cáucaso.) Si la palabra deriva de la región Osética de Georgia entonces lo que tenemos es la raíz djogique significa “rebaño”. Y si la palabra tiene una derivación más general (Georgiana), entonces esta segunda posibilidad se traduce en el significado “hijo de Dzhuga” (o “Djuga”). Y la palabra Dzhuga no tiene significado alguno (así como las palabras Pérez o Facundo no tienen significado en español).

Muchos osetianos adoptaron la costumbre de cambiar la terminación osética “ev” reemplazándola por “shvili” con lo cual la palabra osetiana Dzhugayev quedaba substituída por la más Georgiana palabra Dzhugashvili (sobre esto consúltese el libro “The Children of Arbat” de Anatoly Rybakov), de lo cual el prestigioso académico Ivane Dzhavakhishvili reconoce incluso que algunas palabras bajo la influencia del idioma ruso sufrieron modificaciones y que como resultado de la destrucción por acción del tiempo de archivos antiquísimos no hay posibilidad de poder establecer confiablemente el origen y la etimología de muchas palabras usadas en Georgia. De cualquier manera, se sabe a ciencia cierta que el padre de Stalin no era un judío por haber nacido en el seno de una familia cristiana campesina perteneciente a la Iglesia Ortodoxa, en la villa de Didi-Lilo en Georgia. A su vez, el padre de éste (el abuelo de Stalin) de nombre Vano, era un cuidador de los viñedos del Príncipe Georgiano Badur Machabeli en la villa de Didi Lilo cerca de Tiflis (hoy Tbilisi). Para otra confirmación de la procedencia etimológica del apellido dizque “judío” de Stalin, se recomienda consultar más a fondo referencias tales como al eminente lingüista Boris Ottokar Unbegaun (1898-1973), filólogo, estudioso de la cultura eslávica, y Profesor de la Universidad de Oxford, co-autor del famoso “Oxford Russian Dictionary”, específicamente su libro “Russian Surnames derived from aphetic baptismal names (Melbourne Slavonic Studies)”, publicado en Londres en 1972.

En última instancia, existe una prueba infalible para verificar la falsedad rotunda de la afirmación de que la palabra “Djugashvilli” traducida del georgiano significa “hijo de judío”, y esta consiste en tomar un boleto de avión para trasladarse en persona hasta Georgia para preguntárselo directamente a los etimólogos y lingüistas de la Universidad Estatal de Tbilisi (la cual graduó a un filólogo de la talla de Ilia Abuladze y a un lingüista de la talla de Arnold Chikobava) o la Universidad Estatal Ilia Chavchavadze. O mejor aún, sin necesidad de incurrir en tanto gasto, pueden remitir un correo electrónico a los expertos georgianos en la etimología de la lengua eslava para salir de dudas. En estos lugares tienen muy buenos académicos de fama mundial, todo lo contrario a pseudo-académicos fantoches como “Traian Romanescu” que solo sirven como objeto de estudio principalmente a psicólogos y psiquiatras.

Y ultimadamente, la mejor prueba de que Stalin no era judío nos la dejaron el mismo Hitler y los nazis. Si cualquiera de los argumentos expuestos arriba por “Traian Romanescu” hubiera tenido alguna validez, los nazis que tenían a su disposición el enorme poderío investigativo de sus servicios de inteligencia así como a académicos con nivel de Doctorado laborando en las mejores universidades ya lo habrían descubierto ellos mismos, y habrían explotado propagandísticamente cualquiera de los “datos” anteriores que pudieran confirmar remarcando: “He aquí la prueba contundente de lo que afirmamos; Stalin es un judío que se ha apoderado de Rusia, y por ello la gran conspiración judía-comunista es un hecho fuera de toda duda”, lo cual nunca hicieron, y no solo no lo hicieron sino que el mismo Hitler jamás se refirió a Stalin identificándolo como un judío. “Traian Romanescu” podría responder a esto diciendo “es que en Alemania jamás tuvieron a nadie tan inteligente, tan sagaz, tan astuto, tan buen detective, como yo. ¿Quién mejor que yo?”.

Sin embargo, ello no detuvo a “Traian Romanescu” de arriesgarse a judaizar a Stalin exponiéndose a quedar en el ridículo como ha quedado aquí. Y si hizo esto con un personaje tan conocido, ¿qué habría de impedirle continuar con este mismo proceso con otros personajes menos conocidos en los cuales sería más difícil exhibirle a “Romanescu” sus mentiras? Esto sale a colación porque en su libro "Romanescu" señala como judíos a muchos otros personajes. Sin presentar pruebas documentales de sus señalamientos, claro está, porque él está para “revelar” situado desde un plano muy superior al resto de los mortales, y los demás están para desmentirlo si es que cuentan con los recursos para hacerlo. Todos los demás incluyendo académicos e historiadores y sociólogos de renombre tenían que probar rigurosamente cada línea e inclusive cada palabra de lo que afirmaban, menos “Traian Romanescu”. Atreverse a cuestionarlo era anatema.


Cartel alemán en francés anunciando la supuesta Unión de Europa contra el bolchevismo.


En el capítulo XVII (La Tragedia del Pueblo Norteamericano), al igual que como lo hace en otros capítulos de su libro, “Traian Romanescu” se da rienda suelta judaizando o señalando como comunistas encubiertos a una gran cantidad de personajes ampliamente conocidos en los Estados Unidos en la década de los sesenta relacionados con los sindicatos laborales más importantes de dicho país, y no porque fueran conocidos como judíos, ya que el “judaísmo” de estos personajes es algo que “Traian Romanescu” de ninguna manera nunca le reveló a nadie, lo descubrió mágicamente por cuenta propia sentado en el escritorio de su residencia en algún lugar de la ciudad de Guadalajara en México sin tener que salir a hurgar en los archivos de las oficinas del registro civil, sino porque era gente prominente que tenía que ser judaizada a toda costa para darle más credibilidad a la propuesta de “la gran conspiración judía masónica comunista”. Quien tenga a mano aquel libro encontrará la lista de “judíos”, se invita a los lectores a que a través de internet confirmen por cuenta propia cuáles de estos personajes realmente eran judíos o comunistas y cuáles no.  

En el capítulo XIII de “La Gran Conspiración Judía” (El Comunismo Judaico de América, La Técnica de los Seudónimos) “Romanescu” nos habla acerca de esta “Técnica de los Seudónimos”, según lo cual:


El judío conspirador busca siempre esconder su propio nombre o apellido hebreos, como el ladrón esconde la cara, pues sabe que los diversos pueblos en medio de los cuales ha vivido, aprendieron por experiencia que el judío es un individuo peligroso y por eso evitan tener relaciones con él. Para vencer esta dificultad, la judería internacional ha adoptado desde hace siglos la costumbre de recomendar a sus miembros que utilicen seudónimos.

Si en alguna parte podemos ver la impronta de “Traian Romanescu” es precisamente aquí, en la práctica del uso de seudónimos como el ladrón que esconde la cara. ¿Puede haber mayor cinismo, puede haber mayor hipocresía que ésta?. Es precisamente dentro de este capítulo “Técnica de los Seudónimos” en donde “Traian Romanescu” repite las fantasías ampliamente divulgada en los círculos de la extrema derecha.

Si queremos las pruebas de que “Traian Romanescu” estaba totalmente a favor de la discriminación racial y totalmente en contra de la democracia, solo tenemos que leer un párrafo como el siguiente (Capítulo XVI, “La Masonería, Instrumento Secreto del Judaísmo”):

En Sudáfrica el judaísmo masónico trabaja por intermedio del llamado “United Party” (Partido Unido, dirigido por el judío (¿?) Jacobus Gedeón Nel Straus), que utiliza el conocido método judaico de levantar a los pueblos de color contra los blancos (¿?). El régimen nacionalista del doctor Malan es calificado por las agencias noticiosas judío-masónicas de todo el mundo como “régimen de dictadura” y el doctor Malan de “racista” y “nazi”. El espíritu cristiano de la población blanca de ese país impide a los judío-masones obtener el poder por medio de elecciones y toda la propaganda que se hace en favor del derecho de voto de los negros tiene el fin de utilizar a esa masa de votantes de color para obtener el control del gobierno “legalmente”.

Aquí estamos hablando de una época gris en la que en Sudáfrica una minoría blanca dominaba a una gran mayoría negra negándole su derecho de voto (¡negros discriminados en tierra de negros!), algo que en la ultraderecha es propio y justo sobre la creencia en la “superioridad de las razas” entronizada a grado de dogma por la Alemania Nazi. La extrema derecha jamás ha sido simpatizante de la democracia, a la cual detesta, y es por esto que no tiene problema alguno con el hecho de que sátrapas como Hitler y Franco hayan sido dictadores vitalicios. En los círculos de la ultraderecha la palabra “nacionalista” es interpretada como “nacional-socialista”, algo afín a las creencias enarboladas por los nazis alemanes, el Partido Nacional de Sudáfrica pese a su nombre jamás fue un partido con ideología fascista. Sin embargo, sí fue un partido conservador, y sobre todo, racista, ganando con ello las simpatías de “Traian Romanescu” y sus seguidores.

De esa forma el revisionista “Traian Romanescu” pretendió demostrar al mundo entero que, al decir de él y otros como él, el Holocausto nazi nunca ocurrió, lo cual hace en el capítulo XXII (El “Pueblo Elegido” a Través de la Historia)


EPILOGO

Cartel de la Noruega ocupada por los nazis. En la clásica retórica de un inexistente Frente contra la conspiración judeo-masónico-comunista. A estas alturas el lector ya se habrá hecho una idea general. Todo fue propaganda nazi para ocultar, con una supuesta lucha antibolchevique, sus objetivos imperialistas. Los neonazis de hoy, así como los de la guerra fría, han camuflado hábilmente su verdadera ideología dentro de un aparente manto de antisionismo contemporáneo, pero siguen usando la misma basura propagandística para divulgar sus insólitas teorías intentando rescribir la historia.  


Si lo deseamos, podemos seguir perforando más agujeros en el libro 'La Gran Conspiración Judía', pero ello nos tomaría aquí un espacio considerable. Podemos adoptar dos posturas: la primera consiste en que si el libro fue forjado con, digamos, unas 2105 mentiras y falsedades sumadas a 487 citas tomadas deliberadamente fuera de contexto, además de las omisiones de que adolece, la tesis central de “Traian Romanescu” sigue siendo válida mientras no se hayan expuesto en su totalidad todas esas mentiras, falsedades, citas fuera de contexto, y omisiones. Esta es la postura que adoptan quienes se aferran obstinadamente a las “revelaciones” del desconocido “profesor rumano”. 


La segunda postura consiste en que es suficiente con lo que ya hemos visto para desechar todo el libro como vil basura, habido el hecho de que en el mundo académico no es el lector el que está obligado a demostrarle al autor que está mintiendo sino es el autor el que está obligado a comprobarle a su lector que está hablando con la verdad. Adoptaremos aquí la segunda postura, porque a fin de cuentas esta basura literaria no merece que se le conceda tanta importancia como para que nos siga robando ni siquiera un minuto más de nuestro tiempo. 



Si pese a lo que se acaba de ver todavía hay alguien que insista en ofrendar su vida a causa de algún movimiento inspirado en esta basura, esto ya será responsabilidad suya.

Cuando “Traian Romanescu” escribió su libro, no existía internet, y la gran mayoría de las librerías en México e inclusive de Latinoamérica entera estaban pobremente equipadas; simple y sencillamente no había forma de poder verificar la veracidad o la falsedad de las miles de afirmaciones hechas por “Traian Romanescu” en su libro. Pero si hubiera sabido entonces que llegaría a haber algo como internet, poniendo a la disposición pública del mundo entero incluyendo los poblados más apartados de la tierra un amplio repositorio de información al alcance en cuestión de segundos, “Traian Romanescu” posiblemente habría sido mucho más cuidadoso en la invención de sus falsedades y distorsiones históricas. Posiblemente ni siquiera habría escrito su “obra cumbre”, ya que desprovista de todas las falsedades, citas fuera de contexto, falsificación de testimonios y documentos, invenciones propias del autor y afirmaciones con mero valor propagandístico pero con valor histórico nulo, no habría habido mucho material para escribir. En realidad, internet es la invención del hombre que vino a poner los clavos en el féretro que la Historia ha reservado para los escritos de “Traian Romanescu”.

Al leer cualquiera de los libros de “Traian Romanescu”, el lector que no quiera ser engullido al igual que como han caído muchos incautos tiene que adoptar una posición sumamente crítica cada vez que “Traian Romanescu” afirma que tal o cual persona es un judío o una judía, y formularse a sí mismo las siguientes preguntas: ¿Realmente este personaje es un judío? ¿De dónde sacó este dato? ¿Está probando el autor dentro de su libro con algún documento o con alguna referencia histórica comprobada que efectivamente tal personaje es un judío? ¿Cómo puedo estar absolutamente seguro de que tal dato no fue inventado? Formulándose estas preguntas desde un principio, el lector de los libros de “Romanescu” se irá dando cuenta de que, conforme avanza en su lectura, la obra de “Romanescu” empieza a desmoronarse ante sus ojos como un castillo de arena.

Quizá los párrafos más importantes y reveladores de todos los párrafos que aparecen en el libro La Gran Conspiración Judía son unos párrafos que están puestos en el penúltimo capítulo del libro, el capítulo XXIII, titulado “El Único Camino”, en donde se lee:

Cualquiera no judío podría preguntarse: ¿A dónde llegaremos? La respuesta no es difícil. Si el mundo no judío continúa impasible y no organiza su defensa, acabaremos todos en un gigantesco infierno comunista. (¿?) Esta no es una profecía, sino una realidad que ya existe en Asia y en media Europa.
Sólo hay un camino para salvar al mundo de ese negro destino: paralizar totalmente y sin vacilaciones la acción política judía.
Se trata de LIQUIDAR para siempre una conspiración internacional que ha venido siendo realizada por una “insignificante minoría” que no representa ni el 1% de la población del mundo. O realizamos esta tarea o nos convertiremos en prisioneros de esa minoría.
En el momento en que la acción política de los cristianos se organice en todo el mundo, el judaísmo político y la masonería y el bolchevismo serán dominados. Y el elemento de la cristiandad que puede y debe asumir esta tarea es el sector estudiantil, apoyado por los verdaderos intelectuales.

En estos párrafos, “Traian Romanescu”, o mejor dicho, Carlos Cuesta Gallardo, está delineando claramente el plan de acción para liquidar de manera definitiva a “la gran conspiración judía masónica comunista”, ya sabemos del tipo de liquidación a la que se está refiriendo; allí están los campos de exterminio nazis repartidos por toda Europa para probarlo, a pesar de que los mismos dementes que hoy abogan por estas medidas tan radicales insisten en seguir negando que el Holocausto nazi haya tenido lugar.

Naturalmente, los promotores de la conjura ultraderechista basada en Guadalajara han estado reclamando para sí lo que ellos consideran su muy merecida recompensa por estar dirigiendo el movimiento con el cual dizque van a salvar al mundo entero de “la gran conspiración judía masónica comunista”. La “salvación” que ofrecen les ha permitido convertirse en multimillonarios, acumulando a manos llenas inmensas fortunas a la vez que han estado empapando sus manos con la sangre de muchos cuyas vidas han destruido. En esto, no son muy diferentes a los nazis corruptos que se estuvieron embolsando todo cuanto pudieron de los bienes materiales que les estuvieron robando a los judíos que encausaban a los campos de exterminio de Auschwitz, lo cual incluía quedarse hasta con las piezas dentales de oro de aquellos seres infortunados. 


¿Quién dijo que el crimen no paga?.


TEXTO ORIGINAL
SPECTATOR
TRAIN ROMANESCU. Un rumano que nunca existió
México – 3 septiembre 2008
Alianza Estudiantil Prometeo.- Universidad Iberoamericana “La Ultraderecha Mexicana: Complot contra México”.

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