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09 mayo 2022

La explotación laboral alemana en los territorios ocupados de la URSS



" `Nuevo´ en estrategia y prensa alemana" En la columna izquierda, Sello fascista del año 1941 (X); Columna derecha, Sello fascista del año 1943 "Nuestras valientes tropas desde cualquier lugar se desplazan con destreza". Artistas I. Astapov, V. Kurdov, serie "Lápiz de Lucha" No. 71. 


por Schwerpunkt 

Foro IIGM

Título original: El gran fiasco: Explotación económica alemana de la URSS.

* Todo el material gráfico y sus notas a pie de foto corresponden al editor de este blog.


La explotación laboral

 

Se suponía que la terrible escasez de mano de obra que sufría la economía del Reich sería paliada por la combinación del reclutamiento de mano de obra rusa y la desmovilización parcial de la Wehrmacht una vez se hubiera conseguido la victoria sobre la URSS


No obstante incluso durante el período inicial de victorias alemanas la necesidad desesperada de trabajadores provocó que hubiera numerosas peticiones de envío de mano de obra soviética hacia la industria, agricultura y minería alemana. En realidad había sectores donde la falta de mano de obra había causado descensos de producción como en la vital minería del carbón en la primavera y verano de 1941. Paul Pleiger, Comisionado del Reich para el Carbón, solicitaba al OKW en fechas tan tempranas como el 30 junio 1941 el envío de 83.000 prisioneros soviéticos para su empleo en las minas. Y no era solo la minería, en la agricultura alemana se necesitaban al menos 430.000 hombres según el representante del Ministerio de Trabajo del Reich, Dr. Kaestner. (Escrito de Paul Pleiger, Comisionado del Reich para el Carbón al OKW, 30 de junio 1941. Fuente: Archivo Federal de Freiburg. / Y, Reinhard Otto: Wehrmacht, Gestapo und sowjetische Kriegsgefangene im sowjetisch-deutschen Reichsgebiet 1941/42. (pág. 42) R. Oldenbourg Verlag München 1998).


Carteles de propaganda de la Alemania nazi, de arriba para abajo: "Crear armas para el frente" - "Ganar a toda costa" - "Tú estas al frente" -  "Camarada del trabajo. Luchas con nosotros. Consigue tu fuerza de trabajo" - "Proteger el cultivo nos asegura la victoria" - "Tú trabajo asegura la victoria".


La pretendida desmovilización tras la victoria no solo no tuvo lugar sino que la prolongación de la guerra provocó una espiral de movilización adicional para la que Alemania no estaba preparada. En el otoño de 1941 se asumía que con la masiva captura de prisioneros soviéticos se podría superar ese problema aunque fuera parcialmente. Sin embargo el régimen mantenía una dinámica contraria a este empleo de prisioneros. Por un lado Hitler se oponía al traslado de prisioneros soviéticos al Reich y por otro lado Himmler y su imperio se oponían al traslado de “elementos raciales indeseados” cuando se comenzaba a acometer la tarea de eliminar a los judíos en el propio Reich. Además, se contaba con la victoria final incluso en octubre de 1941. (Los prisioneros soviéticos rumbo a la retaguardia serían sometidos a marchas agotadoras sin comida, agua o cuidados médicos. Todo aquel que se desvaneciera agotado era asesinado in situ).


La oposición total de Hitler a la explotación laboral de prisioneros soviéticos es la razón última del asesinato a gran escala de un enorme número de los mismos. Hitler y el OKW se opusieron no solo a su empleo sino a su traslado a Alemania donde hubieran podido ser ubicados en sectores de la economía. 


Principios de agosto de 1941, a pesar de la desesperada necesidad de mano de obra Hitler volvió a prohibir el transporte de prisioneros soviéticos al Reich. Solo se autoriza con grandes restricciones el empleo de los mismos en la retaguardia alemana. Se utiliza como excusa el gasto que ocasionará alimentarlos con las pobres reservas alimenticias alemanas: los prisioneros serán condenados a morir de hambre para no comprometer recursos ante la presión de muchos alemanes contrarios a que el consumo de los rusos reduzcan las raciones alemanas. Las razones ideológicas han triunfando de momento sobre las pragmáticas(Ulrich Herbert: Enforced Foreign Labor in Germany under the Third Reich (pág. 140-141) Cambridge University Press 1997).


Entente Cordiale (traducción literal: "Acuerdo Cordial"), 1941, cartel de la Bélgica ocupada en la IIGM, muestra la caricatura de Franklin Roosevelt encima de una pila gigante de dinero tirada por Winston Churchill y Joseph Stalin aplastando una ciudad debajo de ellos. La propaganda nazi promovía que Rusia e Inglaterra estaban controladas entre bastidores por el presidente de los Estados Unidos, que todavía no había entrado en guerra, y buscaban destruir a Alemania.


El lector se preguntará como es posible que los alemanes asesinaran a millones de indefensos prisioneros de guerra soviéticos, no por compasión sino por un simple sentido pragmático de utilidad. Y, sin embargo, entre el otoño de 1941 e invierno de 1942, millones de prisioneros fueron asesinados por una combinación de hambre, enfermedades, falta absoluta de cuidados, marchas agotadoras hacia la retaguardia, combinadas con la diabólica propaganda, racismo, desprecio a las vidas eslavas, prepotencia ante la inminente victoria. Eso explica la tremenda mortandad de vidas en el transcurso de pocos meses. De los 3.350.639 prisioneros capturados en los primeros meses de guerra al 1 de febrero de 1942 solo sobrevivían 1.020.530.

Cuando a finales del otoño de 1941 comienza a calar la idea de que la guerra va a ser larga y que la Unión Soviética no va a derrumbarse se inician un tardío intento para asignar estos prisioneros a la economía. El 31 de octubre, Hitler anuncia que “el trabajo de los prisioneros de guerra tiene que ser explotado extensivamente para las necesidades de la economía de guerra. El prerrequisito para un trabajo productivo es una alimentación adecuada. Adicionalmente se les debería proveer una suma muy pequeña para sus necesidades diarias y si es necesario se les debería dar algún bono de productividad”.  Sin embargo, la mayor parte ya han muerto y los supervivientes están demasiado debilitados para poder trabajar cuando se les traslada al Reich. Los intentos de recuperar a los prisioneros debilitados son inconexos, descoordinados y con frecuencia saboteados por diversas agencias gubernamentales. De hecho, de 390.000 prisioneros trasladados al Reich hasta diciembre de 1941, unos 72.000 murieron en ese período. En el invierno de 1942 perecen casi la mitad de los transportados allí a pesar de no tratarse más que de una mera fracción del total de prisioneros soviéticos capturados. (Christian Streit: Keine Kameraden: Die Wehrmacht und die sowjetischen Kriegsgefangenen 1941-1945. Taschenbuch 1997)

El resultado es que de los 3.350.000 prisioneros capturados hasta marzo de 1942 tan solo unos 166.880 –alrededor del cinco por ciento- son finalmente empleados como trabajadores en el Reich alemán. (Ulrich Herbert: Hitler´s Foreign Workers: Enforced Foreign Labor in Germany under the Third Reich (pág. 147-157) Cambridge University Press 1997).


Otro ejemplo de la típica propaganda nazi, este cartel de 1942 en ruso dice: "¡La lucha por tu liberación comenzó hace un año! Tu gratitud es tu labor"

Los propios altos funcionarios de los Ministerios de Trabajo hablan sin tapujos sobre el sinsentido de transportar a prisioneros agotados en vagones abiertos y sin calefacción en lo más duro del invierno para que solo lleguen cadáveres, como atestigua en una conferencia el Dr. Werner Mansfeld, director departamental del Ministerio del Trabajo del Reich. Se alaban las posibilidades de trabajo de los rusos pero se insiste en que hay que dar unas condiciones mínimas de alimentación para extraer un trabajo productivo. (Memo de la conferencia del Dr. Werner Mansfeld el 19.02.1942. Fuente: Archivo Federal de Freiburg).

Posteriormente se irá asistiendo a una lenta transferencia de prisioneros de guerra al Reich para efectuar trabajos relacionados con la construcción, agricultura, industria y minería. Las cifras aumentan lentamente. La mayor parte de los prisioneros soviéticos han perecido de hambre y agotamiento en los primeros seis meses de la campaña militar. Un número significativo terminará en unidades militares alemanas como auxiliares (Hiwis) ante la necesidad perentoria por llenar las plantillas de las diezmadas divisiones alemanas. El número de Hiwis es considerable, varía entre los 600.000 hasta el millón de hombres, no todos eran prisioneros de guerra (un alto porcentaje si). Una parte de los prisioneros terminó enrolada en brigadas de trabajo en las zonas de retaguardia de los grupos de ejército germanos, casi siempre dedicados a la reconstrucción y mantenimiento de las comunicaciones. En cualquier caso, la aportación de los prisioneros de guerra soviéticos a la economía alemana fue casi nula, la francesa fue muy superior a pesar de que el número de prisioneros franceses era menor cuantitativamente.


La élite político-militar-económica francesa, colaboracionista de la ocupación nazi, demostró sus dotes explotando a la clase trabajadora y a los ciudadanos franceses a quienes ofreció un trabajo "próspero" en Alemania. Las élites se enriquecieron con la barata y casi esclava mano de obra francesa. Estos carteles de reclutamiento para trabajar en Alemania son el más claro ejemplo. La élite temía más a los trabajadores y fuerzas populares francesas que al propio ocupante nazi. 


Aunque la mayoría de prisioneros en la zona ocupada estuviera en labores de reconstrucción de comunicaciones, se emplearían miles en la propia industria y minería. Dado el nivel de destrucción y sabotaje sufrido estuvieron más realizando tareas de desescombro y reconstrucción antes que actividades productivas propiamente dichas. No obstante, la situación de malos tratos e inanición prosiguió a la vista de la población civil con el consiguiente efecto moral y expectativas sobre las intenciones alemanas. Las necesidades forzaron a cierto pragmatismo, el 1 de julio de 1942, el Führer impone el reclutamiento de 60.000 prisioneros para la minería en el Donbass, sin embargo, este objetivo es irrealizable, a finales de septiembre tan solo hay 39.000 hombres de los cuales apenas la mitad puede trabajar debido al agotamiento, enfermedad e inanición. Los rendimientos fueron muy bajos como cabía esperar.

La economía alemana necesitaba no de miles sino millones de trabajadores en cualquier caso. En la primavera de 1942 y con una lenta recuperación de la logística ferroviaria se comienza la deportación de población civil en los territorios ocupados sin el menor miramiento. Hasta la primavera de 1942 se había recibido una cierta cantidad de trabajadores voluntarios aunque del todo insuficiente para la industria alemana, ante la perentoria necesidad se abandona cualquier pretensión de convencer a la población por las buenas y se utilizan métodos brutales de redada y secuestro de personas. Una de las razones es que los trabajadores voluntarios son tratados tan inhumanamente que en seguida trasciende por las cartas y noticias las condiciones en que se encuentran, eso actúa de freno para posteriores incorporaciones. Además, varios miles de ellos son devueltos enfermos en terribles condiciones. Obviamente no era el mejor incentivo para que acudan voluntarios.

Fritz Sauckel, el brutal gauleiter nombrado Plenipotenciario para la Aplicación de Mano de Obra, utilizó métodos de cacería de esclavos, logró deportar a casi 2,5 millones de trabajadores soviéticos al Reich. Los esfuerzos se concentraron en las zonas de Ucrania Occidental y Bielorrusia, ninguna zona fue dejada de lado. Un esfuerzo salvaje y sin concesiones. Si tenemos en cuenta que durante todo el tráfico de esclavos a través del Atlántico del siglo XVI hasta el principio del XIX se transportaron unos 12 millones de personas en casi 300 años, la deportación alemana de 2,5 millones en tan solo dos años cobra una tremenda dimensión. (Patrick Manning, "The Slave Trade: The Formal Dermographics of a Global System" in Joseph E. Inikori and Stanley L. Engerman (eds), The Atlantic Slave Trade: Effects on Economies, Societies and Peoples in Africa, the Americas, and Europe (pág. 119-120) Duke University Press, 1992).


"Libérame", 1942, obra de los Kukryniksy. El texto dice: "¡Soldado del Ejército Rojo! Los alemanes quieren esclavizar al pueblo soviético. Lucha. ¡No perdonar la fuerza y ​​la vida misma, por su tierra, por su hogar, por la vida y la libertad de un padre, esposa e hijo, por el poder soviético, por la Patria! ¡Muerte a los ocupantes alemanes!"


En septiembre de 1944, cuando se alcanzó el máximo de población extranjera trabajando en el Reich, había nada menos que 2,4 millones de civiles soviéticos de un total de seis millones (el 40% del total). Si a eso sumamos los alrededor de medio millón de prisioneros soviéticos supervivientes, la mano de obra soviética en el Reich, ya fuera militar o civil, sumaba nada menos que el 36% de todos los trabajadores extranjeros, cifrada en unos 7,6 millones de extranjeros. (Hein A.M. Klemann, ‎Sergei Kudryashov: Occupied Economies of Europe: An Economic History of Nazi occupied Europe 1939-1945. (pág. 157-158) Berg 2012).

Los civiles soviéticos trabajaron prácticamente en todos los sectores, especial atención en la agricultura e industria. Desde el principio se practicó con ellos el “apartheid” más estricto y las raciones más escasas que los trabajadores de naciones occidentales. Los trabajadores en el campo tendrían condiciones ligeramente mejores que en la industria o minería gracias a que podían nutrirse mejor. Las raciones fueron tan escasas que incluso los nazis más endurecidos coincidieron que para conseguir un rendimiento mínimo laboral hay que aumentarla, ante la queja de los empleadores alemanes. En cualquier caso las raciones estaban compuestas por alimentos de baja calidad e insuficientes para trabajos pesados. Las pagas son mucho menores que la de trabajadores alemanes desempeñando las mismas tareas y, además, se les gravan con impuestos, tasas y gastos de “manutención”. En líneas generales, el suministro, alojamiento y atención a los trabajadores soviéticos deportados es increíblemente penoso, peor que el de sus homólogos occidentales. (Dietrich Eichholtz: Geschichte der deutschen Kriegswirtschaft 1939-1945. Vol. 1 (pág. 203-217) K. G. Saur München 2003).


Carteles de propaganda en neerlandés, italiano y ucraniano de reclutamiento de obreros extranjeros para trabajar en Alemania.

Cartel de propaganda alemana en idioma polaco. "Hagamos trabajo agrícola en Alemania".

El programa de deportación se realiza de manera tan salvaje y con tan poca atención a los deportados que algunos son devueltos por falta de condiciones para efectuar los trabajos o falta de cuantificación profesional. Las deportaciones adquieren un grado tan alto que muchas regiones quedan sin trabajadores para recoger las cosechas o efectuar trabajos que son vitales también para los alemanes como atestiguan los informes y quejas de la policía alemana en Kiev. (Internet Encyclopedia of Ukraine- Ostarbeiter

La productividad en la industria es inferior a la de los trabajadores alemanes libres, así en la minería en 1942 la productividad de los prisioneros y deportados soviéticos es un 37% de los trabajadores alemanes. A principios de 1943 se mejoran algo las condiciones de vida en especial la nutrición. Además, se inician programas de entrenamiento de trabajadores y la concesión de pequeños privilegios y tabaco, lo que tiene como consecuencia el aumento de la productividad hasta un 60-70%. A pesar de estas mejoras la productividad se mantendrá baja toda la guerra y el número de enfermos es enorme. El 1 de junio de 1944, el 18% de todos los prisioneros de guerra soviéticos se encontraban en el listado oficial de baja por enfermedad. Las mejoras logradas por una mejor alimentación se vieron contrarrestadas por el empeoramiento de las condiciones de vida como el alojamiento. El empeoramiento, en parte, es resultado de la interminable ofensiva aérea aliada y las dificultades alemanas para suministrar ropa, alojamiento y cuidados médicos, pero también de la discriminación sufrida por los trabajadores extranjeros del este, situados en las últimas escalas de la sociedad del Reich. (Ulrich Herbert: Enforced Foreign Labor in Germany under the Third Reich (pág. 309-315) Cambridge University Press 1997).


El artista polaco-estadounidense Arthur Szyk en "Para ser fusilados como enemigos peligrosos del Tercer Reich" (1943)


El ritmo de civiles soviéticos deportados sufrió un frenazo consecuencia de la contraofensiva soviética en el invierno de 1943, las regiones bajo dominio alemán del Don y Ucrania Oriental se ven comprometidas. La situación militar había terminado con las iniciales grandes capturas de prisioneros soviéticos y las deportaciones se concentrarían en las zonas todavía conservadas, sin poder mantener el ritmo previo.

El segundo frenazo en la deportación de civiles se produce en el otoño de 1943, los soviéticos reconquistan Ucrania Oriental y otras zonas. Pese a ello las deportaciones continuarán hasta el verano de 1944 en que los alemanes son definitivamente arrojados de suelo soviético; en realidad, a nivel cuantitativo, han caído mucho antes al reducirse drásticamente la zona y población de los territorios ocupados. En Bielorrusia, zona que permanecerá más tiempo bajo control alemán, las deportaciones tropiezan con la acción de los partisanos que dificultan las operaciones.

Los alemanes intentaron llevarse consigo a toda la población civil en edad útil, especialmente varones, ante la certeza de que serán reclutados por el Ejército Rojo. Sin embargo, la falta de material rodante y personal alemán y la rapidez del avance soviético hacen imposible una evacuación sistemática. Los soviéticos podrán pues reclutar a cientos de miles de hombres para reponer las enormes bajas sufridas.

En general, la productividad es baja en todos los sectores. Como es obvio, los deportados no tienen ningún deseo en trabajar para los alemanes y bajo condiciones terribles. Los informes de los encargados alemanes están plagados de casos de trabajadores soviéticos que se derrumban en sus bancos de trabajo o en los pozos de carbón debido al agotamiento y malnutrición. El porcentaje de enfermos era altísimo, alcanzando a veces hasta un tercio del total, restando productividad al conjunto de las plantillas. Los prisioneros en los campos de concentración ocupan, como de costumbre, el último lugar en las asignaciones. Aunque se realizaron intentos para mejorar en algo las raciones y condiciones de vida de éstos, el régimen nazi no logrará nunca superar la fundamental contradicción, para extraer un trabajo productivo los trabajadores tienen que ser bien tratados, alimentados y vestidos.


 Afiche soviético "Trabajo de choque  un bastión del poder defensivo de la URSS". V.B. Koretsky,1941


Cartel soviético de 1941, "Me puse detrás de la máquina...". Ventana TASS de la Unión de Artistas de Irkutsk, Departamento de Arte Siberiano del Museo de Arte Regional de Irkutsk 


Resultados de la explotación laboral

Los alemanes sufrieron dos grandes problemas durante toda la guerra. Por un lado, el mayor e inmediato, la falta de trabajadores en todos los sectores. Este problema fue acuciante y no admitía medias tintas, era imposible movilizar todos los recursos sin cubrir las millones de vacantes que la tremenda movilización de la Wehrmacht había creado. Desde este punto de vista los alemanes lograron a trancas y barrancas y mediante el empleo de una violencia salvaje resolver el problema a medias

A mediados de 1939 Alemania contaba con 39.1 millones de trabajadores alemanes (de ellos 24.5 millones de varones, 14.6 millones de mujeres y 0.3 millones de extranjeros) Con la movilización en 1940 ya solo se contaban con 34.8 millones de trabajadores alemanes (20.5 millones de varones, 14.4 millones de mujeres y 1.2 millones de trabajadores extranjeros y deportados); y, en los años posteriores esta cifra iría cayendo hasta tener un déficit de unos cuatro millones de trabajadores. Ese déficit fue creciendo como consecuencia de la espiral de movilización antes y después de Barbarroja y, según los años, osciló entre los seis y los nueve millones de puestos de trabajoComo sabemos parte se cubriría con trabajadores extranjeros. Hacia el otoño de 1944 había unos seis millones de extranjeros en el Reich, de ellos unos 2.5 millones eran soviéticos (40% del total) (Richard Overy: The Penguin Historical Atlas of the Third Reich (pág. 130-131) Penguin Books 1996).


Ventanas TASS, 1942, de la Región de Tomsk que destacan el trabajo de los soviéticos en la Gran Guerra Patria. (Museo Regional de Costumbres Locales de Tomsk - Siberia)

Sobre el papel se habían podido cubrir las vacantes. De todas formas y a pesar de la perentoria falta de mano de obra, los alemanes no vacilaron en asesinar a unos 3.5 millones de prisioneros soviéticos, hombres jóvenes que constituían una obvia reserva de mano de obra, y a millones de judíos que podían haber tenido una participación productiva en vez de ser asesinados

Una vez más, los imperativos ideológicos y raciales marchaban por delante de lo pragmático. Ni en la última etapa de la guerra el Reich logró liberarse de la contradicción entre sus exigencias ideológicas y prácticas. El absoluto desprecio a la vida humana que exhibieron los gerifaltes nazis tenía también su contrapartida económica. El asesinato de prisioneros agotados para sustituirlos por otros procedentes de campos de concentración podía ser una posibilidad factible en puestos de poca especialización como trabajos de construcción, progresivamente era imposible ocuparlos en puestos de trabajadores especializados, como algunas circulares tenían que recordar a los responsables políticos.

El segundo problema era de productividad de esa mano de obra. Si analizamos los resultados de la explotación laboral de los deportados y prisioneros soviéticos veremos que fue bastante inferior a la de los trabajadores alemanes libres. El problema de la productividad no es baladí. En sectores como la minería una productividad individual media del 50% de los prisioneros significaba que se necesitaba el doble de personal para extraer la misma cantidad de carbón o mineral y eso cuando ya faltaba personal en las plantillas, era un desastre para la economía bélica. En otros sectores, dependiendo de la procedencia, los porcentajes variaban. En general, los menos productivos fueron los prisioneros de guerra que no pasaron del 60% de la productividad de un trabajador alemán, debido a la malnutrición y malos tratos y llegaría a un 80-90% en el caso de las mujeres soviéticas que no sufrieron ese trato tan terrible. (Cifras de Bericht über die Tätigkeit der Chefgruppe Wirtschaft in Reichsministerium für die besetzen Ostgebiete, 20 November 1943, Berlin, citadas por Walter N. Sanning en Soviet Scorched-Earth Warfare: Facts And Consequences en Institute for Historical Review. Y, Christoph Buchheim: Die besetzten Länder im Dienste der deutschen Kriegswirtschaft während des Zweiten Weltkrieges. Ein Bericht der Forschungsstelle für Wehrwirtschaft. Vierteljahrsheft für Zeitgeschichte. Vol. 34, nº 1, enero 1986).

En suma, tras múltiples vaivenes (crímenes de lesa humanidad en la Unión Soviética), Alemania logró la mano de obra justa para sostener su guerra mundial, aunque la necesidad de mano de obra fue una de las consecuencias del fracaso de la invasión de la URSS


"Con el mundo en un hilo - la cuerda de hitler". Poster de 1944. M.M. Shcheglov. Ventana TASS Tomsk (Museo Regional de Costumbres Locales de Tomsk - Siberia)


Próxima entrega: La agricultura soviética bajo dominio alemán

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*Este artículo es continuación de: La industria soviética bajo ocupación alemana en la segunda guerra mundial

Fuente:

Foro IIGM

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