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11 octubre 2017

Kim Jong-un y Donald Trump, dos “locos” muy singulares.




































Breve relato de las crisis anuales en la Corea dividida.


por Tito Andino U.


La eterna rivalidad y crisis anual de movilizaciones, maniobras bélicas, ensayos de misiles, disputas diplomáticas y ataques masivos de desinformación entre Corea del Norte, por un lado; y, los Estados Unidos/Corea del Sur, por otro, es pan de cada año. Hasta las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad suelen lanzar amenazas a Pionyang por probar misiles balísticos de corto y largo alcance. En fin, una combinación de gritos y dialogo entre bastidores, es característico durante un corto lapso de tiempo anual.


De mucho ruido y pocas nueces se podría calificar esta especie de circo internacional. Para quien quiere hacer memoria bastará recordar que es ya una “tradición” realizar maniobras militares conjuntas entre los EEUU y Corea del Sur, ya sea por cielo, mar o tierra, dentro del espacio territorial del último y en aguas interncionales. Esto suele ser respondido por el Norte advirtiendo con su clásica política de tomar represalias y amenazando con un ataque masivo, si se viola su soberanía; por lo mismo, también es usual que los norcoreanos desplieguen sus tropas, ensayen sus armas, incluidas las nucleares.

Para los medios de desinformación masiva es un titular que cada año vende mucho. Los políticos de parte y parte se insultan, se advierten de ataques preventivos o con una inminente guerra, desatándose las alarmas y pánico en el mundo. 

Es una época ideal para los especuladores financieros internacionales, quienes consiguen pingues negocios, gracias al “preludio anual” de posible “declaración” de guerra, dedicándose a jugar con la caída de las bolsas ante el forjado temor.

Por supuesto, está dentro de la lógica, que las acciones de Estados Unidos y Corea del Sur no solo buscan agotar a Corea del Norte psicológica y económicamente, la provocan, miden sus reacciones, sondean la posibilidad de llevarla a un conflicto bélico. Las amenazas provocan otras amenazas. Tanto va el agua al cántaro que al final se rompe, los norcoreanos disponen de armas nucleares y ahora el juego ha pasado a otro nivel, algún momento las cosas pudieren salirse de control, sino hay un dialogo sincero.

 


Estos días están de moda dos “locos”

El presidente estadounidense Trump y el heredero norcoreano Kim Jong-un. Pero, ni el uno ni el otro están lo suficientemente fuera de sus cabales para ir a una guerra sin retorno, la histeria colectiva que se desata todos los años es previsible mantenga su acalorado ritmo hasta que no se firme algún tratado (de paz, económico, político).

En conclusión, a menos que alguien se vuelva literalmente loco, la escenificación que vivimos cada año se mantendrá, un corto periodo de tiempo en que se hacen buenos negocios de armas y otras ganancias implícitas desatadas por las alarmas de la política.

Por qué me parece que el orden dentro de ese caos mantendrá el statu quo vigente?. Es evidente. Tras todo el sainete, la diplomacia de verdad – no la fantástica que nos muestran los medios – trabaja sigilosamente, apartada del mundanal ruido mediático.

Decir que Kim Jong-un está perdiendo el juicio o que Trump padece problemas mentales, es subestimar la realidad. Propios mandos de la CIA clasifican a Kim Jong-un como “un actor muy racional", muy lejos de ser el “hombre misil”, despectivo calificativo que Trump hacía a su colega de “locuras”.



Evidentemente esa “chifladura” compartida también es aplicada en casa del presidente estadounidense, recientes notas de prensa dieron a conocer que un grupo de 35 psiquiatras firmaron una carta alertando de los problemas mentales de Trump… Vaya usted a saber, estamos manejados por puro “locos” en el mundo… En esa consonancia, el “hombre misil” ha respondido a los Estados Unidos y sus aliados con utilizar armas nucleares.

Volviendo a las notas de prensa, la cadena rusa RT expresaba, hace pocos días, que la CIA ha contradicho a su Jefe, al parecer este organismo de inteligencia afirmó que la última persona que quiere un conflicto armado en la península coreana es Kim Jong-un, según la Agencia su principal esperanza es "gobernar por un periodo muy largo y morir en paz en su propia cama".

Yong Suk Lee, subirector adjunto de la CIA en el Centro de Misión para Corea afirmó que
"Tenemos la costumbre en este país y en todas partes de menospreciar de algún modo el conservadurismo que rige en aquellos regímenes autoritarios, pero, probablemente, ese es el interruptor más importante en cualquier conflicto… si dejamos aparte la bravuconería y la retórica (Kim Jong-un) no está nada interesado en involucrarse en un conflicto directo con Estados Unidos y sus aliados". (Agencia EFE reproducido por RT. Declaraciones de Suk Lee en la conferencia 'Ética y el Oficio de la Inteligencia',  CIA - Universidad George Washington – 4 octubre 2017).

Si habrá o no una guerra en la península coreana con implicación de arsenal nuclear es meramente especulativo, la diplomacia secreta intenta evitar que los “cariñosos” epítetos de bando y bando no pasen de eso. Rusia y China también actúan con sigilo para impedir un escalamiento de tensiones. 
Mientras sea tan provechosa la “guerra de amenazas” para todas las partes implicadas, a nadie conviene una hecatombe nuclear. La política norcoreana de disuasión armada (nuclear) es un poderoso aliado contra las siempre latentes amenazas estadounidenses.

Continuaremos en la siguiente entrega con un análisis de Manlio Dinucci sobre las tensas relaciones intercoreanas y las repercusiones en la política internacional.  



POS-ADDENDUM


23 abril 2018


Que Trump y Kim Jong-un vayan a reunirse es algo que mucha gente se niega creer, las condiciones están dándose. 

Conversaciones diplomáticas, reuniones de diferente tipo, disposición de los mandatarios de las dos coreas y estadounidenses están cambiando las reglas de juego que cada año nos tienen acostumbrados a los típicos "vientos de guerra" entre estos países. 

- Quien más gana de todo esto es, sin duda, el líder norcoreano, a su país le urge firmar un tratado de paz con Corea del Sur, si quiere sobrevivir en una economía mundial que le ha cerrado las puertas.
- Poder mantener relaciones comerciales libremente con otros países es algo que ha estado vetado a los norcoreanos más de medio siglo.
- Norcorea no puede seguir sosteniéndose económicamente, a pesar de todos los esfuerzos y sacrificios que hace el gobierno y la propia sociedad, esperando la siempre oportuna asistencia de China.
- Corea del Norte necesita, imperiosamente, poder unirse a exitosos modelos económicos regionales.
- La única forma para conseguirlo es rubricando un Tratado de Paz con sus hermanos del Sur. Las negociaciones siguen en buen camino. 
- Se espera grandes sorpresas, una nueva reunión intercoreana ha celebrarse el próximo 27 de abril puede develarnos algo interesante. Expertos afirman que podría lograrse una declaración conjunta que anuncie el final del largo conflicto entre las dos naciones.
Si Mr. Trump no se pone alevosamente "loco" y Kim Jong-un no comete otra "locura", este par de "locos" pueden poner un poco de cordura en este mundo "loco". 

Las cosas pueden ir por buen camino para los norcoreanos. Hay que recalcar que, lo último que ha deseado Corea del Norte, a lo largo de los años, es una guerra con los Estados Unidos. Está claro que Norcorea, para sobrevivir ante retóricos discursos amenazantes, no tenía otra opción que armarse, tomar una posición de fuerza que ha privado de muchos recursos a la población.


El programa de tecnología nuclear y desarrollo de misiles fue vital para Norcorea, eso y solo eso impidió que el país sea atacado o invadido. La persuasión nuclear siempre ha sido efectiva, no solo en este caso, sino entre las potencias mundiales, Mas, los norcoreanos no tienen forma de seguir manteniendo ese statu quo, privándose del desarrollo industrial en áreas claves para una economía sostenible. A ello debe sumarse la clara advertencia de China y hasta de Rusia que no están dispuestas a tolerar un conflicto nuclear cerca de sus fronteras. 


Hoy, Kim Jong-un ha declarado la suspensión del lanzamiento de misiles y pruebas  nucleares, aspira negociar convenientemente el desarme nuclear no solo de su país sino que exhorta a un plan más amplio que involucre a todos. Tal vez pide demasiado en lo último, pero por algo se empieza.



Al final King Jong-un no está tan loco... Trump tampoco.

25 abril 2017

Descifrando la política exterior de Trump (2)


El lector no especializado o sin el suficiente conocimiento sobre la realidad geopolítica mundial ya habrá caído en cuenta que nuestros prólogos buscan dar una guía previa del tema a tratarse, así lo hemos hecho en la entrega anterior dedicada a la política exterior que el presidente Trump intenta poner en marcha, pese a que su mayor oposición se encuentra en su propia casa y en sus aliados de la Unión Europea - OTAN; y, claro, en aliados regionales del Próximo Oriente como Israel y las monarquías wahabíes del Golfo Pérsico. 

La lectura de la primera parte de este artículo permite una mejor comprensión de lo que hoy hacemos entrega, a continuación podrán revisar un minucioso análisis de especialistas internaciones, con privilegiado acceso a fuentes relevantes de primera mano. Hecha esta aclaración, os invito a repasar las magistrales ponencias de Thierry Meyssan relacionadas con la nueva doctrina Trump referente a la lucha contra el terrorismo, la erradicación del yihadismo y el futuro de Siria.

A continuación, un compendio de varios artículos de Thierry Meyssan que complementan nuestra ponencia anterior.

Buena lectura.


PUNTO UNO: La doctrina Trump anti yihadista


Las cancillerías y la prensa aseguran que el presidente Trump ha cambiado su política, que traicionó a sus electores al aceptar la renuncia del general Flynn y con el bombardeo contra la base aérea siria de Shairat. Thierry Meyssan expone una serie de incoherencias que hacen pensar lo contrario: la agresión militar estadounidense contra Siria podría en realidad estar dirigida contra los aliados de Washington.

Donald Trump en su campaña (y por ello triunfó) proclamó el fin del imperialismo y su anhelo de garantizar los derechos y verdaderos intereses del pueblo norteamericano.

Luego de los bombardeos en Siria, los aliados de Estados Unidos aprobaron la acción invocando la consabida defensa de los valores humanitarios amparados en los principios del Derecho Internacional.

En el debate del Consejo de Seguridad de la ONU, el representante del secretario general de Naciones Unidas no apoyó la tesis del ataque químico supuestamente perpetrado por Damasco, en ese momento era imposible saber cómo pudo suceder. Otros han dudado la existencia misma del incidente químico. Recordando que quienes denuncian el supuesto ataque no son otros que los famosos Premios Oscar 2017, es decir, los White Helmets (“Cascos Blancos”), “un grupo de al-Qaeda que el MI6 británico utiliza para cubrir sus necesidades en materia de propaganda contra Siria”, conforme afirma Meyssan. Por otro lado, todos los expertos militares coinciden en que los gases de combate se utilizan mediante disparos de obuses pero nunca, absolutamente nunca, mediante bombardeos aéreos.

El bombardeo estadounidense contra Shayrat se antoja feroz al utilizarse 59 misiles Tomahawk con un potencial que equivale a casi 2 bombas atómicas (usada en Hiroshima); mas el ataque se caracterizó por ser ineficaz, sin mayores daños.

Para Thierry Meyssan hay dos opciones: O la US Navy es un «tigre de papel» o esta operación no fue más que una puesta en escena. Esa es la explicación del por qué la defensa antiaérea rusa que posee un programa de respuesta automática no reaccionó, la lógica nos dice que los S-400 fueron desactivados antes del ataque.

La fuente de consulta va más allá: Todo se desarrolló como si la Casa Blanca hubiese imaginado una artimaña cuyo objetivo final sería arrastrar a sus aliados a una guerra contra los utilizadores de armas químicas, o sea contra los yihadistas. En efecto, hasta ahora, según Naciones Unidas, los únicos casos realmente comprobados de uso de ese tipo de arma en Siria e Irak son los que se atribuyen a los yihadistas”.

Recordemos algo que es fundamental para entender la tesis de Thierry Meyssan, Trump en su poco tiempo en el gobierno ha hecho lo impensable: “Estados Unidos rompió con la política del republicano George Bush hijo –quien firmó la declaración de guerra contra Siria contenida en el texto de la Syrian Accountablity Act– y del demócrata Barack Obama –quien respaldó la «primavera árabe», o sea la reedición de la «Gran Revuelta Árabe», organizada por los británicos en 1916”.

Trump no ha conseguido, pero se empeña en ello, convencer a sus aliados, fundamentalmente a británicos, franceses y alemanes para modificar la política guerrerista de sus predecesores nombrados. Y, como un lector sagaz ya habrá caído en cuenta, el ataque a la base Siria es un mensaje al yihadismo, porque son precisamente ellos quienes utilizan armas químicas.

Se dice que con ese ataque Washington ha cambiado de política, pero en realidad él no quiere que al Assad se aparte del gobierno legítimo en Siria, a pesar que ante los medios lo califica de “animal” y pronuncia otras frases retóricas para calmar a los halcones y otros exaltados partidarios de la guerra.

En ese contexto el lector debe preguntarse, por qué el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, hace exactamente todo lo contrario que su homólogo británico, participando del encuentro con su par ruso en Moscú? Lavrov y Tillerson charlaron largas horas y luego juntos se dirigieron a dialogar con Putin. Aparentemente no ocurrió nada importante en esa reunión, salvo algo que la prensa internacional calla para seguir alimentando los “vientos de guerra”, Lavrov señaló a la prensa local que los Estados Unidos dio su palabra (asumió el compromiso) de no volver atacar a las fuerzas sirias y Moscú decidió restablecer la anterior coordinación entre sus unidades en Siria y el mando norteamericano con el fin de evitar incidentes aéreos.

Otra pregunta clave: Por qué el presidente chino Xi Jinping, no reaccionó durante el bombardeo a la base siria, si en ese mismo momento estaba junto al presidente estadounidense? Recordemos que China ya ha hecho uso, en seis ocasiones, de su derecho al veto en el Consejo de Seguridad para proteger a Siria.

Durante todo ese alboroto de los aliados de Estados Unidos por el mundo, el consejero adjunto del presidente Trump, Sebastian Gorka, envió  mensajes en sentido contrario. Afirmó que la Casa Blanca considera al presidente sirio como legítimo y a los yihadistas como el enemigo a liquidar. Gorka tiene estrecha relación con el general Michael Flynn, quien concibió el plan de Trump contra los yihadistas en general y, en particular, contra el Emirato Islámico (Daesh). (1)

Como dice Meyssan, “Trump vocifera clamando su poderío y bombardea”, pero tiene “mucho cuidado en no cometer nada irreparable. Lo peor y lo mejor siguen siendo posibles” (2).

Michael T. Flynn y su amigo Sebastian Gorka muestran cada uno el libro del otro. El general Michael Flynn, representante de la política anti-yihadistas, se vio obligado a renunciar a sus funciones como consejero de seguridad nacional. Sebastian Gorka se mantiene como consejero adjunto del presidente Trump. Según Gorka, las apariencias del bombardeo de Shairat disimulan la realidad en cuanto a la política actual de la Casa Blanca.


PUNTO DOS: Aliados de los EEUU en contra de la doctrina Trump

Thierry Meyssan es firme en su tesis: “Mientras Washington ha multiplicado las señales que confirman su intención de destruir el Emirato Islámico (Daesh), británicos y franceses –y tras ellos el conjunto de los europeos– se plantean un rumbo diferente. Londres y París parecen haber coordinado una ofensiva contra las ciudades sirias de Damasco y Hama para obligar al Ejército Árabe Sirio a concentrarse en su defensa, debilitando así la presencia de tropas del gobierno sirio alrededor de Raqqa. Los europeos esperan organizar la huida de los yihadistas hacia la frontera turca”.

La reunión de la coalición anti-Daesh (Washington 22-23 de marzo) no guardó unanimidad. Los miembros de la coalición a pesar de confirmar su voluntad de luchar contra el Daesh (Estado Islámico), demostraron sus profundas discrepancias, de allí que muchos de esos países de la coalición manejan la cuestión siria por su cuenta.

Rex Tillerson, Secretario de Estado de Trump recordó a los demás que el presidente “se comprometió ante el Congreso de Estados Unidos a acabar con el Emirato Islámico (Daesh) y no a limitarse a reducirlo, como pretendía hacer la administración Obama. A la vez que hacía ese recordatorio, y sin aceptar discusiones, Tillerson puso a los demás miembros de la coalición ante hechos consumados”.


Primer problema: si ya no se trata sólo de desplazar a los yihadistas sino realmente de liquidarlos, ¿cómo podrán los europeos, sobre todo los británicos, salvar a “sus” yihadistas?

Tillerson y el primer ministro iraquí Haider al-Abadi, presentaron un balance de la batalla de Mosul. A pesar de marchar según lo previsto, se ha hecho hincapié, según los expertos, que la batalla de Mosul durará todavía algunos meses, la razón es que en Mosul casi cada familia tiene al menos uno de sus integrantes enrolados en el Daesh.

En Raqqa parece ser más simple ya que en la ciudad siria la mayoría de yihadistas son extranjeros. “La prioridad sería entonces comenzar por cortarles el aprovisionamiento y después separarlos de la población siria”.

Segundo problema: el ejército de Estados Unidos debe obtener previamente la autorización del Congreso, y también la autorización de Damasco, para desplegarse en Siria. Los generales James Mattis –secretario de Defensa– y John Dunford –jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense– han tratado de convencer a los congresistas, pero nada garantiza que obtengan esa autorización. Habrá entonces que negociar con Damasco y, por tanto, aclarar cierto número de cosas.

“A la pregunta de los europeos sobre lo que Washington haría con Raqqa después de la liberación de esa ciudad, Rex Tillerson respondió enigmáticamente que haría regresar la población desplazada o refugiada. Los europeos sacaron como conclusión que, dado que esa población es masivamente favorable al gobierno de Damasco, la intención de Washington sería devolver ese territorio a la República Árabe Siria”.

Los socios europeos de los Estados Unidos, como hemos analizado, manejan otras opciones, en esa misma reunión, el ministro de Exteriores de Portugal, Augusto Santos Silva, recordó que esa proposición contradice lo decidido anteriormente, es decir, que los europeos tienen el deber moral de proteger a los refugiados que huyeron de la “dictadura sanguinaria”. En otras palabras, liberada Raqqa de yihadistas, la ciudad no sería zona segura debido a la presencia del Ejército Árabe Sirio.

Thierry Meyssan nos aclara el panorama: “No es por casualidad que los europeos optaron por el representante de Portugal para hacer esta intervención. El actual secretario general de la ONU, Antonio Guterres, fue primer ministro de Portugal y tuvo a Santos Silva entre los miembros de su gobierno. El hoy secretario general de la ONU Antonio Guterres fue también presidente de la Internacional Socialista, organización totalmente controlada por las estadounidenses Hillary Clinton y Madeleine Albright. En otras palabras, Guterres es la nueva fachada en la ONU del embajador estadounidense Jeffrey Feltman –a cargo de los “Asuntos Políticos” en la organización internacional– y del clan belicista”.

Tercer problema: Todos parecen estar de acuerdo para liberar Raqqa de Daesh, pero –según los europeos– no para restituirla a Damasco, de ahí las maniobras de Francia en el terreno.

Inmediatamente terminada la reunión de Washington, los yihadistas atrincherados en Yobar – barrio en la periferia de Damasco– iniciaron una ofensiva hacia el centro de la capital. Y en las provincias de Hama y Daraa emprendieron duros ataques contra centros poblados. Quizás se trata para ellos de un intento desesperado por obtener un premio de consuelo en Astaná y Ginebra antes de que termine la partida. Pero es también posible que sea una estrategia coordinada por Londres con París. (esas ofensivas yihadistas continúan hasta el momento de publicarse esta sinopsis).

Seguramente veremos una gran operación de las potencias coloniales en Raqqa, afirma Meyssan. Londres y París decidirían atacar Raqqa antes que sea completamente cercada, permitiendo la huida de los yihadistas, obligando al Estado Islámico (Daesh) a desplazarse a las fronteras turcas, pero salvándolos de su aniquilación. Aquí entrará en juego el socio de París y Londres, Turquía, que utilizaría, nuevamente, al Daesh para exterminar a los kurdos.

Así han venido manejando la situación los socios de la OTAN en su guerra de invasión a la República Árabe Siria, cada cual defiende sus propios intereses y no la defensa de los derechos humanitarios de la población siria. (4)


PUNTO TRES: Qué significará poner fin al yihadismo?


Thierry Meyssan nos explica lo que puede suceder si en verdad Trump ordena cancelar el programa de conquista del próximo Oriente utilizando al yihadismo en su provecho.

A pesar de todo lo relatado en los anteriores puntos, la sola voluntad del presidente Trump de combatir a Daesh y acabar con el terrorismo internacional no basta, resulta extremadamente difícil llevarlo a los hechos, significa no solo enemistarse con sus socios y poner en su contra al mismísimo “estado profundo” que ha gobernado los Estados Unidos.

Sin duda perjudica a los países que han coadyuvado a mantener el programa del terrorismoyihadismo como arma de imposición imperial, aquello implica una total reorientación de la política internacional. "El nuevo presidente estadounidense no parece en condiciones de ordenar a sus tropas el paso a la ofensiva mientras no logre establecer nuevas alianzas”.

Donald Trump tiene que enfrentar una dura oposición a su plan presentado en la reunión del 22 de marzo (plan de lucha contra el Emirato Islámico –Daesh-). El único objetivo confirmado es la voluntad de terminar con el yihadismo, pero la forma de hacerlo (por desarrollar) tendrá sus detractores dentro de sus aliados y en casa propia, como ya viene sucediendo.

“En el terreno, todo se limita por tanto a un intercambio de información entre los estadounidenses, de un lado, y rusos e iraníes del otro. Para mantener la situación, estas 3 potencias han acordado evitar un enfrentamiento entre los turcos y los kurdos y se están realizando intensos bombardeos aéreos contra al-Qaeda, en Yemen, y contra el Emirato Islámico, en Irak. Pero no se ve nada decisivo. Se mantiene el compás de espera”.

Meyssan nos ha revelado un punto que quizá ha pasado desapercibido:

Quien se ocupa del manejo del terrorismo internacional por cuenta de Londres y Washington es la Liga Islámica Mundial, que ha venido haciéndolo desde 1962. La Liga Islámica Mundial abarca simultáneamente la Hermandad Musulmana –que se compone de árabes– y la Orden de los Naqchbandis –cuyos miembros son fundamentalmente turco-mongoles y caucásicos.

“Hasta el inicio de la guerra de Yemen, el presupuesto militar de la Liga Islámica Mundial era más alto que el del ejército de Arabia Saudita, lo cual quiere decir que la Liga es el primer ejército privado del mundo, sobrepasando ampliamente al tristemente célebre Academi/Blackwater. Aunque es una fuerza estrictamente terrestre, resulta particularmente eficaz en la medida en que su logística depende directamente del Pentágono y porque dispone de numerosos combatientes suicidas”, explica Thierry Meyssan.

Fue la Liga Islámica Mundial –o sea, la familia real de Arabia Saudita– quien garantizó a Londres y a Washington el personal que organizó en 2011 la segunda «Gran Rebelión Árabe», siguiendo el modelo de la que tuvo lugar en 1916, pero respondiendo esta vez a la denominación de «primavera árabe». 

En ambos casos, el objetivo era apoyarse en los wahabitas para redefinir las fronteras regionales en interés de los anglosajones.


Por consiguiente, ahora no se trata simplemente de abandonar el arma que constituye el terrorismo sino también:

- Romper la alianza entre Londres y Washington tendiente a garantizar el control del Medio Oriente Ampliado;

- Privar a Arabia Saudita y Turquía del arma que habían venido desarrollando por cuenta de Londres y de Washington durante más de medio siglo;

- Decidir el futuro de Sudán, Túnez y Libia.

Por otro lado, hay que llegar también a un acuerdo con Alemania y Francia, países que desde 1978 acogieron dirigentes de la Hermandad Musulmana y financiaron la yihad.

Estamos observando que el Reino Unido no está muy conforme con todo eso. Ahora resulta que fue el GCHQ –o sea, el servicio británico que se dedica a la intercepción satelital– la entidad que garantizó la escucha de las comunicaciones de la ‘Trump Tower’ durante la campaña electoral estadounidense y el posterior periodo de transición. Por su parte, según la agencia jordana de noticias ‘Petra’, Arabia Saudita financió en secreto un tercio de la campaña electoral de Hillary Clinton contra Donald Trump.

Es por eso que el presidente Trump parece estar en busca de nuevos aliados cuyo respaldo le permita imponer el cambio.

Trump organizó el encuentro con el presidente chino Xi Jinping, para planificar la adhesión de Estados Unidos al banco chino de inversiones. “Con esa jugada, Trump pondría a sus aliados ante el hecho consumado: si Estados Unidos participa en la construcción de las rutas de la seda, será imposible para el Reino Unido, Arabia Saudita, Turquía, Alemania y Francia continuar la yihad en Irak, Siria y Ucrania”.

Todas estas pistas que nos brindan los exhaustivos análisis de Thierry Meyssan, nos dan luces sobre el por qué debemos darle tiempo a Trump.


Fuentes:

21 abril 2017

Descifrando la política exterior de Trump (1)


















Por: Tito Andino U.


La perspectiva de las relaciones internacionales del presidente estadounidenses aparentan, hasta cierto punto, ser contradictorias. Desde la campaña electoral declaró un giro total en la política exterior, al punto de interpretarlo como el fin de un guión pre-elaborado por sus antecesores para consolidar la hegemonía económica – política y militar de su país en el resto del mundo.

Trump apuesta por un equilibrio internacional en el manejo de las relaciones comerciales con otras potencias mundiales, es decir, dejar de imponer (inclusive por la fuerza) las reglas de las grandes transnacionales norteamericanas a otras naciones. 

Una mayor y mejor cooperación redundará en beneficios mutuos, piensa Trump, que proviene del mundo de los negocios y actúa en tal sentido. Para qué seguir manteniendo guerras por los recursos energéticos (petróleo, gas), si con las negociaciones pueden seguir manteniendo con total seguridad sus "zonas de influencia"?. Sobre todo, cuando se ha demostrado que las reservas petroleras en el mundo siguen siendo ilimitadas, al menos hasta el próximo siglo (el llamado "pico del petróleo" que alarmó a las grandes potencias industriales es un mito, no sabemos si fue un fraude o un pretexto para continuar con las guerras imperiales, ahora denominadas "globalización"; o, si los estudios científicos se basaron en datos erróneos).

Un cambio de esa trascendencia no tendría parangón en la historia, estaríamos afrontando, como analizan algunos estudiosos, el fin del Imperialismo norteamericano, el ciclo de la imposición mundial –por cualquier método- del modelo neoliberal encabezado por los Estados Unidos. Llegaría, si no a su fin, al menos a una revisión drástica de los medios para imponer su supremacía en los países del denominado “Tercer Mundo”.


Naturalmente, esa visión de Trump, cambiando las reglas de juego del tablero geopolítico internacional, tiene sus grandes y poderosos contradictores en casa. A lo largo de la existencia de la nación la política exterior de los Estados Unidos ha sido única, someter a sus dictados en materia política y económica a las naciones del patio trasero (Latinoamérica), en el Próximo y Lejano Oriente, en el África e incluso en Europa tras su aporte (económico y logístico) para liberarla del nazismo y afrontar los desafíos del hermético modelo comunista encarnado en la Unión Soviética.




Ese modus operandi que los consecutivos gobiernos estadounidenses han venido manteniendo sin ninguna modificación, con Trump, supuestamente, debería llegar a su fin, él ha proyectado una nueva estrategia para reemplazar tantos planes elaborados a lo largo de la historia, como el “Plan Marshall” de  la reconstrucción de la Europa de posguerra, obviamente ejerciendo el liderazgo mundial del capitalismo en reemplazo del decadente Imperio Británico; y, la posterior “Doctrina Carter” que alude al empleo de cualquier método (la guerra) para controlar las riquezas energéticas mundiales como recurso estratégico para la seguridad y supervivencia de los Estados Unidos, por citar un par de ejemplos. Aquellas deberían ser, sino sepultadas, por lo menos modificadas drásticamente.

Es muy temprano para dilucidar el destino de la política exterior norteamericana en la era Trump, o el cómo se la denominará en el futuro, si llega a supervivir (tanto la nueva doctrina o el mismo Trump). Trump aún debe afrontar el mayor desafío, que no es Rusia, ni  China, ni Corea del Norte ni Irán, etc.

El mayor peligro que corre Trump, de ver frustrado su nuevo estilo para imponer un “orden” económico global, está en casa. La mayor amenaza surge de los Halcones estadounidenses, del ultra-poderoso complejo industrial-militar y, claro, del poder financiero internacional, que están gustosos con la forma pausada, pero segura, de controlar todo, de seguir enriqueciéndose brutalmente con la venta de armamento, imponiendo sus condiciones en los mercados y aplicando la técnica de despoblación gradual con los conflictos bélicos, aunque eso no les parezca lo suficiente… Los conflictos del Próximo Oriente demuestran que la sangría se ha incrementado de manera dramática por obra y gracia, precisamente, de los Estados Unidos y sus socios.

Si debemos creer en la nueva doctrina Trump, éste anhela sustituir la potencial amenaza de una guerra nuclear con superpotencias como China y Rusia, con quienes pretendería arribar a un acuerdo general para mantener sus respectivas áreas de influencia naturales y una progresiva cooperación económica e industrial.

Es decir, con Trump, los Estados Unidos renunciaría a fomentar la implantación del “orden democrático” por la vía armada en todas las regiones del mundo, siempre que se siga respetando el statu quo vigente y manteniendo acceso ilimitado, pero compartido, de los recursos energéticos con las otras superpotencias

Como contrapartida, Rusia y China, que también necesitan esos recursos, obtendrían garantías para desarrollar grandes proyectos como el resurgimiento sin obstáculos de las “Rutas de la Seda” (guerras regionales provocadas para sabotearlas).

Recuerden que la paz mundial depende de que los Estados Unidos y sus aliados de la Europa Occidental y regionales permitan y garanticen el desarrollo de Rusia y China, esa parece ser la consigna de Trump.

Lo difícil de esta política es la forma de conseguirlo y sobre todo certificar que sea perdurable.




Las señales están lanzadas, Trump entiende ahora que abogar por un entendimiento con China es mejor que la retórica de amenazas, ya lo hemos visto en la reunión con el presidente Xi Jinping, ello significaría desbaratar el plan elaborado hace décadas de acercar las fuerzas militares estadounidenses para rodear China y desestabilizarla económica y políticamente (la guerra de Corea, que derivo en la división en dos repúblicas, es una consecuencia de aquella trama). También las señales han sido lanzadas, aunque de manera velada, dando un espaldarazo al presidente Putin en su empeño de destruir la otrora arma secreta de guerra americana – el terrorismo- y su punta de lanza que es el yihadismo para desestabilizar y controlar el Próximo Oriente.

Si debemos confiar en la nueva doctrina Trump, el escenario que se vislumbra es el siguiente:

Una posible mayor cooperación económica entre Estados Unidos – China – Rusia en detrimento de sus socios de la OTAN y Europa Occidental, en general, Europa no tendrían otra opción que aceptar esa nueva ecuación, no sin antes intentar derrumbarla; de ahí que el Reino Unido, Francia y Alemania, principalmente, manejan estrategias diferentes a los Estados Unidos en la guerra Siria.

El objetivo militar de los Estados Unidos debería centrarse no solo en apoyar la verdadera guerra anti terrorista, sino demoler su estructura política-financiera; algo que no gusta a muchos de sus aliados en Próximo Oriente y Europa (las monarquías wahabíes, Turquía e Israel, Francia, Reino Unido, Alemania y otros) que miran con disgusto el pretendido intento de desmantelar su otrora –caballo de Troya regional- el yihadismo.

En consecuencia, Estados Unidos -hipotéticamente- apuntalará su militarismo no ya hacia China y Rusia. Los parámetros actuales dilucidan que esa perspectiva va encaminada ahora hacia Corea del Norte.

Algunos indicios sugieren que tanto los chinos y rusos podrían quedarse con los brazos cruzados ante un eventual conflicto en la península coreana. Pero los intereses chinos en Corea del Norte va más allá de una presunta neutralidad en un hipotético ataque norteamericano. 

China es el principal socio comercial de los norcoreanos (casi monopólico), pero para estas fechas ha suspendido la compra de carbón norcoreano, un pilar importante para sostener la economía del régimen de Pionyang (tal vez una forma de presión para controlar sus ensayos nucleares). Norcorea ofrece, además a China una variedad sustancial de minerales: hierro, cobre, plata, uranio y otros metales estratégicos para la industria china. Otra alerta es que China ha efectuado una movilización masiva de tropas a la frontera norcoreana, aunque es lógico pensar que tratará de asegurarse que Corea del Norte no sea ocupada por fuerzas norteamericanas, en el hipotético ataque e invasión-. 

El temor -fundado- de la República Popular China es que una caída del régimen norcoreano significará la adhesión de ese territorio a Corea del Sur, por consiguiente, ya llegada de fuerzas militares estadounidenses a sus fronteras.

Y, como hemos dicho, al fin y al cabo ese fue el principal motivo de la división de Corea. Los Estados Unidos siempre han pretendido acercarse a las fronteras chinas, cercarla con bases militares en sus fronteras, es lo mismo que han hecho y vienen haciendo con Rusia por medio de la OTAN.

Otra pregunta clave es: Con la nueva doctrina Trump de cooperación con China y Rusia, terminará esa política de cerco de los Estados Unidos a Rusia y China?. 

La política de apaciguamiento y llamado al diálogo por parte de Rusia y China a Pionyang no se debe tanto a que estén de acuerdo con los estadounidenses para paralizar el programa de armas nuclares norcoreano, sino que la continua desestabilidad de la zona no permite a chinos y rusos invertir más recursos con total seguridad.  Rusia también anhela abrir mayores mercados hacia Corea del Norte negociando su gas y petróleo.

A nadie le interesa un conflicto nuclear. Las consecuencias serían desastrosas para el mundo en una conjetural conflagración nuclear, aun en el hipotético caso de una confrontación directa, pero limitada, entre Estados Unidos – Corea del Norte, sin duda afectará zonas de influencia regional de los aliados de Norteamérica, como Japón y Corea del Sur; además, nadie puede prever las consecuencias ambientales de los efectos radiactivos desbastadores que pueden alcanzar amplios territorios chinos y rusos.

En teoría, y siempre planteando la situación como hipótesis, la mejor solución para las superpotencias es seguir buscando la forma de entenderse (controlar) con Corea del Norte. La pregunta lógica es, cómo se consigue eso?... Con los Estados Unidos es imposible, solo China Y Rusia están en posición de mediar en la materia.

En la siguiente entrega revisaremos la política exterior de Trump dirigida a luchar de forma verdadera contra el yihadismo en Siria y el Próximo Oriente.

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