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25 abril 2017

Descifrando la política exterior de Trump (2)


El lector no especializado o sin el suficiente conocimiento sobre la realidad geopolítica mundial ya habrá caído en cuenta que nuestros prólogos buscan dar una guía previa del tema a tratarse, así lo hemos hecho en la entrega anterior dedicada a la política exterior que el presidente Trump intenta poner en marcha, pese a que su mayor oposición se encuentra en su propia casa y en sus aliados de la Unión Europea - OTAN; y, claro, en aliados regionales del Próximo Oriente como Israel y las monarquías wahabíes del Golfo Pérsico. 

La lectura de la primera parte de este artículo permite una mejor comprensión de lo que hoy hacemos entrega, a continuación podrán revisar un minucioso análisis de especialistas internaciones, con privilegiado acceso a fuentes relevantes de primera mano. Hecha esta aclaración, os invito a repasar las magistrales ponencias de Thierry Meyssan relacionadas con la nueva doctrina Trump referente a la lucha contra el terrorismo, la erradicación del yihadismo y el futuro de Siria.

A continuación, un compendio de varios artículos de Thierry Meyssan que complementan nuestra ponencia anterior.

Buena lectura.


PUNTO UNO: La doctrina Trump anti yihadista


Las cancillerías y la prensa aseguran que el presidente Trump ha cambiado su política, que traicionó a sus electores al aceptar la renuncia del general Flynn y con el bombardeo contra la base aérea siria de Shairat. Thierry Meyssan expone una serie de incoherencias que hacen pensar lo contrario: la agresión militar estadounidense contra Siria podría en realidad estar dirigida contra los aliados de Washington.

Donald Trump en su campaña (y por ello triunfó) proclamó el fin del imperialismo y su anhelo de garantizar los derechos y verdaderos intereses del pueblo norteamericano.

Luego de los bombardeos en Siria, los aliados de Estados Unidos aprobaron la acción invocando la consabida defensa de los valores humanitarios amparados en los principios del Derecho Internacional.

En el debate del Consejo de Seguridad de la ONU, el representante del secretario general de Naciones Unidas no apoyó la tesis del ataque químico supuestamente perpetrado por Damasco, en ese momento era imposible saber cómo pudo suceder. Otros han dudado la existencia misma del incidente químico. Recordando que quienes denuncian el supuesto ataque no son otros que los famosos Premios Oscar 2017, es decir, los White Helmets (“Cascos Blancos”), “un grupo de al-Qaeda que el MI6 británico utiliza para cubrir sus necesidades en materia de propaganda contra Siria”, conforme afirma Meyssan. Por otro lado, todos los expertos militares coinciden en que los gases de combate se utilizan mediante disparos de obuses pero nunca, absolutamente nunca, mediante bombardeos aéreos.

El bombardeo estadounidense contra Shayrat se antoja feroz al utilizarse 59 misiles Tomahawk con un potencial que equivale a casi 2 bombas atómicas (usada en Hiroshima); mas el ataque se caracterizó por ser ineficaz, sin mayores daños.

Para Thierry Meyssan hay dos opciones: O la US Navy es un «tigre de papel» o esta operación no fue más que una puesta en escena. Esa es la explicación del por qué la defensa antiaérea rusa que posee un programa de respuesta automática no reaccionó, la lógica nos dice que los S-400 fueron desactivados antes del ataque.

La fuente de consulta va más allá: Todo se desarrolló como si la Casa Blanca hubiese imaginado una artimaña cuyo objetivo final sería arrastrar a sus aliados a una guerra contra los utilizadores de armas químicas, o sea contra los yihadistas. En efecto, hasta ahora, según Naciones Unidas, los únicos casos realmente comprobados de uso de ese tipo de arma en Siria e Irak son los que se atribuyen a los yihadistas”.

Recordemos algo que es fundamental para entender la tesis de Thierry Meyssan, Trump en su poco tiempo en el gobierno ha hecho lo impensable: “Estados Unidos rompió con la política del republicano George Bush hijo –quien firmó la declaración de guerra contra Siria contenida en el texto de la Syrian Accountablity Act– y del demócrata Barack Obama –quien respaldó la «primavera árabe», o sea la reedición de la «Gran Revuelta Árabe», organizada por los británicos en 1916”.

Trump no ha conseguido, pero se empeña en ello, convencer a sus aliados, fundamentalmente a británicos, franceses y alemanes para modificar la política guerrerista de sus predecesores nombrados. Y, como un lector sagaz ya habrá caído en cuenta, el ataque a la base Siria es un mensaje al yihadismo, porque son precisamente ellos quienes utilizan armas químicas.

Se dice que con ese ataque Washington ha cambiado de política, pero en realidad él no quiere que al Assad se aparte del gobierno legítimo en Siria, a pesar que ante los medios lo califica de “animal” y pronuncia otras frases retóricas para calmar a los halcones y otros exaltados partidarios de la guerra.

En ese contexto el lector debe preguntarse, por qué el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, hace exactamente todo lo contrario que su homólogo británico, participando del encuentro con su par ruso en Moscú? Lavrov y Tillerson charlaron largas horas y luego juntos se dirigieron a dialogar con Putin. Aparentemente no ocurrió nada importante en esa reunión, salvo algo que la prensa internacional calla para seguir alimentando los “vientos de guerra”, Lavrov señaló a la prensa local que los Estados Unidos dio su palabra (asumió el compromiso) de no volver atacar a las fuerzas sirias y Moscú decidió restablecer la anterior coordinación entre sus unidades en Siria y el mando norteamericano con el fin de evitar incidentes aéreos.

Otra pregunta clave: Por qué el presidente chino Xi Jinping, no reaccionó durante el bombardeo a la base siria, si en ese mismo momento estaba junto al presidente estadounidense? Recordemos que China ya ha hecho uso, en seis ocasiones, de su derecho al veto en el Consejo de Seguridad para proteger a Siria.

Durante todo ese alboroto de los aliados de Estados Unidos por el mundo, el consejero adjunto del presidente Trump, Sebastian Gorka, envió  mensajes en sentido contrario. Afirmó que la Casa Blanca considera al presidente sirio como legítimo y a los yihadistas como el enemigo a liquidar. Gorka tiene estrecha relación con el general Michael Flynn, quien concibió el plan de Trump contra los yihadistas en general y, en particular, contra el Emirato Islámico (Daesh). (1)

Como dice Meyssan, “Trump vocifera clamando su poderío y bombardea”, pero tiene “mucho cuidado en no cometer nada irreparable. Lo peor y lo mejor siguen siendo posibles” (2).

Michael T. Flynn y su amigo Sebastian Gorka muestran cada uno el libro del otro. El general Michael Flynn, representante de la política anti-yihadistas, se vio obligado a renunciar a sus funciones como consejero de seguridad nacional. Sebastian Gorka se mantiene como consejero adjunto del presidente Trump. Según Gorka, las apariencias del bombardeo de Shairat disimulan la realidad en cuanto a la política actual de la Casa Blanca.


PUNTO DOS: Aliados de los EEUU en contra de la doctrina Trump

Thierry Meyssan es firme en su tesis: “Mientras Washington ha multiplicado las señales que confirman su intención de destruir el Emirato Islámico (Daesh), británicos y franceses –y tras ellos el conjunto de los europeos– se plantean un rumbo diferente. Londres y París parecen haber coordinado una ofensiva contra las ciudades sirias de Damasco y Hama para obligar al Ejército Árabe Sirio a concentrarse en su defensa, debilitando así la presencia de tropas del gobierno sirio alrededor de Raqqa. Los europeos esperan organizar la huida de los yihadistas hacia la frontera turca”.

La reunión de la coalición anti-Daesh (Washington 22-23 de marzo) no guardó unanimidad. Los miembros de la coalición a pesar de confirmar su voluntad de luchar contra el Daesh (Estado Islámico), demostraron sus profundas discrepancias, de allí que muchos de esos países de la coalición manejan la cuestión siria por su cuenta.

Rex Tillerson, Secretario de Estado de Trump recordó a los demás que el presidente “se comprometió ante el Congreso de Estados Unidos a acabar con el Emirato Islámico (Daesh) y no a limitarse a reducirlo, como pretendía hacer la administración Obama. A la vez que hacía ese recordatorio, y sin aceptar discusiones, Tillerson puso a los demás miembros de la coalición ante hechos consumados”.


Primer problema: si ya no se trata sólo de desplazar a los yihadistas sino realmente de liquidarlos, ¿cómo podrán los europeos, sobre todo los británicos, salvar a “sus” yihadistas?

Tillerson y el primer ministro iraquí Haider al-Abadi, presentaron un balance de la batalla de Mosul. A pesar de marchar según lo previsto, se ha hecho hincapié, según los expertos, que la batalla de Mosul durará todavía algunos meses, la razón es que en Mosul casi cada familia tiene al menos uno de sus integrantes enrolados en el Daesh.

En Raqqa parece ser más simple ya que en la ciudad siria la mayoría de yihadistas son extranjeros. “La prioridad sería entonces comenzar por cortarles el aprovisionamiento y después separarlos de la población siria”.

Segundo problema: el ejército de Estados Unidos debe obtener previamente la autorización del Congreso, y también la autorización de Damasco, para desplegarse en Siria. Los generales James Mattis –secretario de Defensa– y John Dunford –jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense– han tratado de convencer a los congresistas, pero nada garantiza que obtengan esa autorización. Habrá entonces que negociar con Damasco y, por tanto, aclarar cierto número de cosas.

“A la pregunta de los europeos sobre lo que Washington haría con Raqqa después de la liberación de esa ciudad, Rex Tillerson respondió enigmáticamente que haría regresar la población desplazada o refugiada. Los europeos sacaron como conclusión que, dado que esa población es masivamente favorable al gobierno de Damasco, la intención de Washington sería devolver ese territorio a la República Árabe Siria”.

Los socios europeos de los Estados Unidos, como hemos analizado, manejan otras opciones, en esa misma reunión, el ministro de Exteriores de Portugal, Augusto Santos Silva, recordó que esa proposición contradice lo decidido anteriormente, es decir, que los europeos tienen el deber moral de proteger a los refugiados que huyeron de la “dictadura sanguinaria”. En otras palabras, liberada Raqqa de yihadistas, la ciudad no sería zona segura debido a la presencia del Ejército Árabe Sirio.

Thierry Meyssan nos aclara el panorama: “No es por casualidad que los europeos optaron por el representante de Portugal para hacer esta intervención. El actual secretario general de la ONU, Antonio Guterres, fue primer ministro de Portugal y tuvo a Santos Silva entre los miembros de su gobierno. El hoy secretario general de la ONU Antonio Guterres fue también presidente de la Internacional Socialista, organización totalmente controlada por las estadounidenses Hillary Clinton y Madeleine Albright. En otras palabras, Guterres es la nueva fachada en la ONU del embajador estadounidense Jeffrey Feltman –a cargo de los “Asuntos Políticos” en la organización internacional– y del clan belicista”.

Tercer problema: Todos parecen estar de acuerdo para liberar Raqqa de Daesh, pero –según los europeos– no para restituirla a Damasco, de ahí las maniobras de Francia en el terreno.

Inmediatamente terminada la reunión de Washington, los yihadistas atrincherados en Yobar – barrio en la periferia de Damasco– iniciaron una ofensiva hacia el centro de la capital. Y en las provincias de Hama y Daraa emprendieron duros ataques contra centros poblados. Quizás se trata para ellos de un intento desesperado por obtener un premio de consuelo en Astaná y Ginebra antes de que termine la partida. Pero es también posible que sea una estrategia coordinada por Londres con París. (esas ofensivas yihadistas continúan hasta el momento de publicarse esta sinopsis).

Seguramente veremos una gran operación de las potencias coloniales en Raqqa, afirma Meyssan. Londres y París decidirían atacar Raqqa antes que sea completamente cercada, permitiendo la huida de los yihadistas, obligando al Estado Islámico (Daesh) a desplazarse a las fronteras turcas, pero salvándolos de su aniquilación. Aquí entrará en juego el socio de París y Londres, Turquía, que utilizaría, nuevamente, al Daesh para exterminar a los kurdos.

Así han venido manejando la situación los socios de la OTAN en su guerra de invasión a la República Árabe Siria, cada cual defiende sus propios intereses y no la defensa de los derechos humanitarios de la población siria. (4)


PUNTO TRES: Qué significará poner fin al yihadismo?


Thierry Meyssan nos explica lo que puede suceder si en verdad Trump ordena cancelar el programa de conquista del próximo Oriente utilizando al yihadismo en su provecho.

A pesar de todo lo relatado en los anteriores puntos, la sola voluntad del presidente Trump de combatir a Daesh y acabar con el terrorismo internacional no basta, resulta extremadamente difícil llevarlo a los hechos, significa no solo enemistarse con sus socios y poner en su contra al mismísimo “estado profundo” que ha gobernado los Estados Unidos.

Sin duda perjudica a los países que han coadyuvado a mantener el programa del terrorismoyihadismo como arma de imposición imperial, aquello implica una total reorientación de la política internacional. "El nuevo presidente estadounidense no parece en condiciones de ordenar a sus tropas el paso a la ofensiva mientras no logre establecer nuevas alianzas”.

Donald Trump tiene que enfrentar una dura oposición a su plan presentado en la reunión del 22 de marzo (plan de lucha contra el Emirato Islámico –Daesh-). El único objetivo confirmado es la voluntad de terminar con el yihadismo, pero la forma de hacerlo (por desarrollar) tendrá sus detractores dentro de sus aliados y en casa propia, como ya viene sucediendo.

“En el terreno, todo se limita por tanto a un intercambio de información entre los estadounidenses, de un lado, y rusos e iraníes del otro. Para mantener la situación, estas 3 potencias han acordado evitar un enfrentamiento entre los turcos y los kurdos y se están realizando intensos bombardeos aéreos contra al-Qaeda, en Yemen, y contra el Emirato Islámico, en Irak. Pero no se ve nada decisivo. Se mantiene el compás de espera”.

Meyssan nos ha revelado un punto que quizá ha pasado desapercibido:

Quien se ocupa del manejo del terrorismo internacional por cuenta de Londres y Washington es la Liga Islámica Mundial, que ha venido haciéndolo desde 1962. La Liga Islámica Mundial abarca simultáneamente la Hermandad Musulmana –que se compone de árabes– y la Orden de los Naqchbandis –cuyos miembros son fundamentalmente turco-mongoles y caucásicos.

“Hasta el inicio de la guerra de Yemen, el presupuesto militar de la Liga Islámica Mundial era más alto que el del ejército de Arabia Saudita, lo cual quiere decir que la Liga es el primer ejército privado del mundo, sobrepasando ampliamente al tristemente célebre Academi/Blackwater. Aunque es una fuerza estrictamente terrestre, resulta particularmente eficaz en la medida en que su logística depende directamente del Pentágono y porque dispone de numerosos combatientes suicidas”, explica Thierry Meyssan.

Fue la Liga Islámica Mundial –o sea, la familia real de Arabia Saudita– quien garantizó a Londres y a Washington el personal que organizó en 2011 la segunda «Gran Rebelión Árabe», siguiendo el modelo de la que tuvo lugar en 1916, pero respondiendo esta vez a la denominación de «primavera árabe». 

En ambos casos, el objetivo era apoyarse en los wahabitas para redefinir las fronteras regionales en interés de los anglosajones.


Por consiguiente, ahora no se trata simplemente de abandonar el arma que constituye el terrorismo sino también:

- Romper la alianza entre Londres y Washington tendiente a garantizar el control del Medio Oriente Ampliado;

- Privar a Arabia Saudita y Turquía del arma que habían venido desarrollando por cuenta de Londres y de Washington durante más de medio siglo;

- Decidir el futuro de Sudán, Túnez y Libia.

Por otro lado, hay que llegar también a un acuerdo con Alemania y Francia, países que desde 1978 acogieron dirigentes de la Hermandad Musulmana y financiaron la yihad.

Estamos observando que el Reino Unido no está muy conforme con todo eso. Ahora resulta que fue el GCHQ –o sea, el servicio británico que se dedica a la intercepción satelital– la entidad que garantizó la escucha de las comunicaciones de la ‘Trump Tower’ durante la campaña electoral estadounidense y el posterior periodo de transición. Por su parte, según la agencia jordana de noticias ‘Petra’, Arabia Saudita financió en secreto un tercio de la campaña electoral de Hillary Clinton contra Donald Trump.

Es por eso que el presidente Trump parece estar en busca de nuevos aliados cuyo respaldo le permita imponer el cambio.

Trump organizó el encuentro con el presidente chino Xi Jinping, para planificar la adhesión de Estados Unidos al banco chino de inversiones. “Con esa jugada, Trump pondría a sus aliados ante el hecho consumado: si Estados Unidos participa en la construcción de las rutas de la seda, será imposible para el Reino Unido, Arabia Saudita, Turquía, Alemania y Francia continuar la yihad en Irak, Siria y Ucrania”.

Todas estas pistas que nos brindan los exhaustivos análisis de Thierry Meyssan, nos dan luces sobre el por qué debemos darle tiempo a Trump.


Fuentes:

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