Es excepcional encontrarse con documentos de tanta relevancia escritos hace más de diez años (2005), en el siguiente reportaje elaborado por el investigador Paul Labarique, usted podrá encontrar los antecedentes y los planes urgidos en contra de Siria desde el gobierno de George W. Bush.
Las confabulaciones no siempre resultan como son
diseñadas, pero la intención prevalecerá indefinidamente. La conspiración
inicial no se pudo concretar en el tiempo y lugar deseado, diversos factores de
política exterior no permitieron que la conjuración contra Siria se efectúe en
los plazos acordados, pero eso para los halcones de la Casa Blanca es solo una
ligera molestia de tiempo. El objetivo ha sido ya marcado hace mucho lapso,
solamente había que acomodarlo a las circunstancias y momentos adecuados.
Como dato adscrito a este reportaje, al final
encontraremos un extracto del discurso
sobre “el Estado de la Unión” 2005, pronunciado por George W. Bush en
que determina el destino que correrá Siria si no se convierte en vasallo del
Imperio.
t. andino
«GUERRAS PREVENTIVAS»
Siria: un objetivo militar imperialista
por Paul Labarique
8 de febrero del 2005
Indiferentes a la oposición de Colin Powell, los «halcones» preparan la próxima etapa de la remodelación del Medio Oriente: la «liberación» del Líbano y el ataque a Siria. Ya empiezan a configurar su expediente acusatorio para justificar estas operaciones mediante la misma retórica que utilizaron para Irak: apoyo al «terrorismo internacional» y posesión de armas de destrucción masiva. El Pentágono sabe que puede apoyarse en el general Sharon, impaciente por crear un Estado maronita en el Líbano y por acabar con la resistencia palestina. El dispositivo militar ya está operativo desde junio de 2004.
Después de
Afganistán, en octubre de 2001, y de Irak, en 2003, los halcones
norteamericanos han planificado el desplazamiento de su guerra itinerante para
mediados de 2004 hacia Siria o el Líbano. La rotación del cuerpo expedicionario
en Irak para la utilización de tropas frescas, el despliegue de nuevas unidades
en la zona y la renovación de las flotas en el Mediterráneo y en el Mar de
Arabia terminarán en junio.
Washington
prosigue su proyecto de «remodelación del Medio Oriente», reafirmado por el presidente
George W. Bush durante su discurso sobre el estado de la Unión. Esta estrategia
tiene como objetivo controlar las reservas energéticas de los Estados del
Golfo, así como conquistar nuevos mercados, apoyándose en Israel a nivel
regional.
Los Estados
Unidos pueden contar con el servilismo asumido de Jordania -a pesar de la
reciente participación de Ammán en la defensa de la Autoridad Palestina en el
caso del «muro de separación»- y con la pasividad de la mayor parte de los
emiratos. Con el control sobre Irak asegurado, sólo hay algunas potencias que
escapan a su autoridad imperial, e Irán, Siria y el Líbano constituyen el eje
central de las mismas. También se encuentra amenazada Arabia Saudita, que desde
hace un año reafirma sus veleidades de independencia.
Para
Israel, los intereses estratégicos son aún más evidentes y fueron teorizados,
hace cincuenta años, por David Ben Gourion. Para dejar de verse rodeado por sus
vecinos, Israel debe tomar el control del «eslabón más débil de la cadena de la
Liga Árabe»: el Líbano. Para ello Tel Aviv deberá exacerbar los conflictos
internos y empujar a la población cristiana a transformar el país en un Estado
maronita.
Esto irá
necesariamente acompañado por un «retroceso de las fronteras del Líbano» y,
como corolario, de una expansión del Estado judío. Por otra parte, precisa Ben
Gourion el 27 de febrero de 1954, en una carta a Moshe Sharett, entonces primer
ministro de Israel, «si se encuentran personas y elementos en el Líbano que se
movilicen para la creación de un Estado maronita, no tendrían necesidad de
vastas fronteras ni de una considerable población musulmana, y no será esto lo
que creará dificultades».
Este
modelo teórico fue retomado por el general Ariel Sharon, con menos delicadeza,
cuando en 1982 entró en Beirut y ayudó a las milicias cristianas a masacrar a
los habitantes de los campamentos de refugiados de la capital, Sabra y Chatila.
Por otra
parte, para vencer a los movimientos de resistencia palestinos, Israel debe
ante todo destruir sus bases en la retaguardia y para ello debe penetrar en
Siria y el Líbano.
La doctrina de la «guerra preventiva» elaborada por la administración Bush, que permite golpear a cualquiera que amenace, amenazara o amenace con amenazar a los Estados Unidos, autoriza a los halcones a determinar entre ellos su futuro objetivo.
Después
corresponderá a los portavoces de los diferentes organismos gubernamentales
organizar la propaganda y la construcción de la amenaza, incluidas las
imputaciones fantasiosas mutuamente validadas por diferentes servicios secretos
israelíes, estadounidenses o británicos [1].
Tras la
campaña iraquí los temas son conocidos: la acusación de apoyo al terrorismo y
de desarrollo de armas de destrucción masiva es suficiente para justificar una
intervención militar global en un país soberano, fuera de todo marco jurídico,
así como su ocupación y su saqueo. La presentación del Líbano como país ocupado
por Siria autoriza a su «liberación» y luego a perseguir al «invasor» hasta
Damasco.
Como
preludio del conflicto que se prepara, la aviación militar israelí violó el
espacio aéreo libanés, en octubre de 2003, para bombardear «campos de entrenamiento
terroristas» en Siria. De paso, los cazas que acompañaban a los bombarderos se
desviaron para realizar ejercicios de acrobacia aérea sobre la residencia
familiar del presidente Bachar el-Assad.
Esta
agresión fue descrita por Washington y Tel Aviv, pero también por toda la
prensa occidental, como parte de la guerra global contra el terrorismo. Pocos
fueron los que entonces consideraron conveniente señalar que tal ofensiva,
ilegal desde el punto de vista del derecho internacional, se producía exactamente
30 años después del ataque de Egipto y Siria contra Israel, lo que marcó el
inicio de la guerra del Kippur y debía interpretarse como una última
advertencia que auguraba operaciones militares por venir.
En enero
de 2004, un buldózer del ejército israelí atravesó la Línea Azul, que separa a
ambos países, antes de ser destruido por disparos de cañón del Hezbollah. Esta
incursión suscitó inmediatamente en Israel y en los Estados Unidos la
renovación de las advertencias ya realizadas contra Siria, país al que imponían
renunciar al apoyo a los «terroristas» y el desmantelamiento de sus armas de
destrucción masiva.
Acusaciones ya desmentidas
Dado el
cargado contexto histórico y los recientes acontecimientos regionales, es
legítima la inquietud de los dirigentes sirios al frente de quienes se
encuentra el presidente Bashar al-Assad, tanto más cuanto que el discurso de
Washington y Tel Aviv contra Siria parece calcado del que justificó la
intervención en Irak en marzo de 2003.
Como se ha
visto, no pasa una semana sin que alguna autoridad de alguno de los dos países
se exprese ante una comisión parlamentaria de relaciones exteriores sobre la
amenaza de Siria para la estabilidad de la región. En este sentido, el 20 de
junio de 2003 Colin Powell declaraba, en una conferencia de prensa en la que
participaba también Ariel Sharon, que si Siria continuaba siendo «una nación de
apoyo al terrorismo» sufriría las consecuencias.
En el
otoño, el expediente de las infiltraciones de terroristas en Irak a partir de
Siria permite al secretario de Estado de los Estados Unidos aumentar la presión
sobre Damasco [2]. El 16 de septiembre de 2003, el subsecretario de Estado
norteamericano para el control de armamentos y la seguridad internacional
declara ante una comisión parlamentaria norteamericana que Siria continúa
dejando pasar hacia Irak a personas determinadas a matar a soldados de la
Coalición.
Además,
afirma que «Siria ha permitido la entrada de equipamiento militar a Irak, antes
y durante la guerra». Igualmente habla de una transferencia de armas, en el
otro sentido esta vez, desde Irak hacia Siria.
Así, Sadam
Husein habría disimulado sus armas de destrucción masiva ocultándolas en el
territorio vecino antes de la invasión norteamericana. Sin embargo, se
considera incapaz de confirmar sus afirmaciones mediante la más mínima prueba
material [3].
En Israel,
Damasco es siempre señalado por su apoyo al «terrorismo» y no sólo al
Hezbollah. Los servicios de inteligencia israelíes acusan a Siria de financiar
y entrenar kamikazes palestinos para cometer atentados suicidas en Israel. Los
«campamentos de entrenamiento terroristas» que fueron blanco de ataques el 5 de
octubre de 2003 habrían servido a tales efectos, como lo afirmó en ese momento
la prensa israelí [4].
El diario
parisino Le Monde, sin embargo, revelará algunos días después del ataque que el
lugar estaba desierto desde hacía varios años, «quizás diez» [5]. Las
acusaciones de autoridades israelíes se suceden ante la comisión de la Knesset
para las Relaciones Exteriores y la Defensa a fin de documentar la implicación
siria en la «red mundial del terrorismo islámico» a pesar del carácter laico
del régimen y de la larga prohibición a los hermanos musulmanes.
Recientemente
aún, Silvan Shalom, ministro de Relaciones Exteriores israelí, acusó a Siria de
haber aprovechado los convoys humanitarios hacia Irán para traer, de regreso,
cargamentos de armas destinados a organizaciones «terroristas».
El tema de
las armas de destrucción masiva es igualmente decisivo, como lo demostró la
experiencia iraquí en la primavera pasada. Por lo tanto todo está implementado,
en el sistema de comunicación norteamericano, para hacer aparecer un programa
de armamento secreto por parte de Damasco.
En junio
de 2004 la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, prestó gran
atención al testimonio de Nizar Nayyouf, opositor sirio residente en París.
Este afirmaba «poseer informaciones suministradas por un oficial superior
sirio, actualmente disidente (...), que indicaba los lugares en los que fueron
enterradas las armas de destrucción masiva iraquíes a fin de sustraerlas al
control de inspectores en Irak.
Más cínico
aún, Ha’aretz revelaba el 15 de diciembre de 2003, al día siguiente del arresto
de Sadam Hussein, que el ejército de los Estados Unidos podría ofrecerle a este
una transacción si revelaba informaciones sobre sus armas de destrucción
masiva, especialmente si las poseía, y, en caso afirmativo, si las había
ocultado en Siria ante la inminencia de la invasión norteamericana.
Estas
«verdades», afirmadas sin la más mínima prueba, permitieron la adopción del
Syria Accountability Act, un régimen de sanciones comerciales y diplomáticas
contra Siria, aplicable a discreción del presidente norteamericano que puede
fijar por sí solo sus modalidades de aplicación. Sin embargo, como para el
expediente de las armas de destrucción masivas iraquíes, las exageraciones y
las incoherencias de estas acusaciones han sido ya ampliamente desmentidas por
varias fuentes oficiales.
El ex
emisario norteamericano Theodore Kattouf, declaró así, el 12 de noviembre de
2003, que según él Siria no había facilitado el paso de militantes
fundamentalistas hacia Irak desde el mes de abril, fecha en que fue cerrada su
frontera. En cuanto al reciente ataque del Hezbollah contra un buldózer israelí
que atravesara la Línea Azul, este no había sido coordinado con Siria, según
confidencias de un jefe de Estado del Tsahal [6].
Preparativos ante la ofensiva
Los acontecimientos se precipitaron desde el arresto del rais, y las asociaciones con el Hezbollah se multiplicaron en la frontera entre el Líbano e Israel. Las tensiones volvieron a aumentar exacerbadas por las palabras de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa norteamericano, quien dijo, el 8 de mayo de 2004, considerar el envío de tropas especiales a la llanura libanesa de la Bekaa bajo control sirio «para apresar terroristas».
Según
L’Orient Le Jour, el inicio de tal operación «sería marítimo o quizás
terrestre, a partir de Irak, y según un modo «policiaco» con el objetivo de
capturar a «terroristas» cada vez más buscados.»
La
incursión israelí en territorio libanés, el 20 de enero de 2004, es igualmente
interpretada por el diario libanés como un signo de escalada belicista en la
región. Citando a un diplomático europeo en Beirut, el editorialista Emile
Khoury escribe el 22 de enero de 2004: «El Sr. Sharon podría verse tentado a
utilizar el período de la campaña presidencial norteamericana, en el que ya nos
encontramos, para lanzar una nueva aventura militar so pretexto de la lucha
contra el terrorismo. De ahí el rechazo del primer ministro israelí a retomar
las conversaciones con Siria a partir del punto en el que habían quedado (...),
pues, viendo aumentar la tensión, el presidente Bashar al-Assad ofreció, en el
mes de diciembre de 2003, retomar las negociaciones con Israel a partir del
punto a que las habían llevado su padre, Hafez al-Assad, y el entonces primer
ministro israelí, Yitzakh Rabin.
Las
discusiones habían permitido entonces un acuerdo que preveía la retirada
israelí del Golán, pero claro que esta solución no satisface a Ariel Sharon
quien, apoyándose en las conclusiones del informe Perle de 1993, puede
permitirse hacer durar la inestabilidad en este frente, en espera de obtener
más tarde mejores resultados en las negociaciones. Esta es la razón por la que
Israel garantiza totalmente su función de «obstáculo para la paz».
En
diciembre de 2003, un diario israelí relata cómo el gobierno de Ariel Sharon
había rechazado recientemente una propuesta siria, con vistas a garantizar un
cese al fuego duradero en la Línea Azul, a cambio del cese de las violaciones
del espacio aéreo libanés por parte del ejército israelí y de sus maniobras a
lo largo de la frontera [7].
De ahí
igualmente las recientes declaraciones de diversos miembros del gobierno Sharon
para denunciar el engaño que representa, según ellos, el llamado a las
negociaciones del presidente al-Assad. Ariel Sharon ha declarado especialmente
no desear iniciar discusiones que llevarían, al final, a una retirada del Golán
actualmente ocupado por Israel [8].
David
Kay
El plan de
desestabilización de la región parece así listo y su campo de acción delimitado
en el valle de la Bekaa. La revista de referencia Jane’s Intelligence Digest no
se equivocó al dedicar un artículo, el viernes 23 de junio, a las recientes
declaraciones de la administración norteamericana sobre Siria. La misma escribe
que Donald Rumsfeld está considerando provocar una confrontación militar con
Siria atacando las bases del Hezbollah cerca de la frontera sirio-libanesa.
Sin
embargo, ya surgen los obstáculos en el camino de Damasco: el fracaso la semana
pasada de la reunión de la oposición siria pronorteamericana en el hotel
Holiday Inn, de Bruselas, provoca un retraso en la creación de una alternativa
política creíble, como ocurrió con el Consejo Nacional Iraquí de Ahmed Chalabi.
No obstante el golpe más duro vino de los Estados Unidos, donde David Kay, jefe
del equipo de los inspectores estadounidenses encargado de descubrir las armas
de destrucción masiva iraquíes, renunció a mediados de enero indicando que el
programa de armamentos de Sadan Hussein no había vuelto a reanudarse desde el
final de la Primera Guerra del Golfo, afirmación que tuvo que matizar algunos
días más tarde en una breve declaración al Sunday Telegraph en la que llegaba a
admitir que «componentes del programa de armas de destrucción masiva» del ex
dictador iraquí fueron transferidas a Siria antes de la guerra «aunque no se
tratara de una gran cantidad de armas», sólo los restos de un programa de
armamentos abandonado hacía 13 años.
Esta
polémica, proveniente de un experto oficial de la CIA, manifiesta la oposición
de la Agencia a los neoconservadores y la voluntad de su director, George
Tenet, de privar al Pentágono de un pretexto sin fundamentos.
Puede
además observarse que el plan de los halcones, previsto desde hace mucho, se
encuentra con una dificultad inesperada. Turquía, miembro de la OTAN y aliada
militar de Israel, le ha retirado su solidaridad a los Estados Unidos durante
la guerra contra Irak. Se negó a tomar parte en la misma y le prohibió a la
Coalición sobrevolar su espacio aéreo, lo que ha obligado al Pentágono a
reconfigurar sus fuerzas ante de lanzarse a la ofensiva a un costo considerable
de la operación.
Ahora
bien, Washington, precipitando su calendario para hacer frente a la resistencia
iraquí, anunció demasiado rápido su intención de crear un Kurdistán autónomo y
luego independiente. Sacando provecho de la situación, Siria se volvió
inmediatamente hacia su socio tradicional, Irán, y hacia Turquía para hacer
fracasar el proyecto. Los tres Estados, que albergan a las minorías kurdas, se
sienten amenazados con estallidos a la yugoeslava si se comenzara a crear
Estados monoétnicos.
La teoría
huntingtonniana de un pretendido eje maléfico chiíta (Irán-Siria-Líbano) ya no
corresponde a las alianzas actuales.
Sin
embargo, el gobierno de Ariel Sharon podría beneficiarse con la campaña
electoral presidencial norteamericana para lanzar la ofensiva militar regional.
Utilizando sus contactos privilegiados con los «halcones» de la administración
Bush, precipitaría así al Pentágono a una guerra que algunos esperan aún poder
impedir.
BUSH: EL DISCURSO SOBRE EL ESTADO DE LA UNIÓN 2005
Los Estados
Unidos amenazan a Siria e Irán
8 de febrero del 2005
Paul Labarique (extractos)
El presidente George W. Bush acaba de pronunciar
dos importantes discursos con varios días de intervalo entre uno y otro. El
primero fue el día de su toma de posesión el 20 de enero, y que le dio la
oportunidad de fijar el rumbo para los próximos cuatro años. El segundo, el 2
de febrero, sobre el estado de la Unión, le permitió explicitar las acciones
planificadas para 2005. Por supuesto que ambas intervenciones están dirigidas a
los ciudadanos estadounidenses, pero han sido igualmente concebidas como
mensajes del Imperio al resto del mundo.
En cuanto al discurso de 2005 sobre el estado de
la Unión, el mismo brinda tres informaciones importantes en materia de política
exterior acerca de Palestina, el «Gran Medio Oriente» y los próximos objetivos.
El señor Bush relanzó su proyecto de remodelación
del «Gran Medio Oriente», una zona geográficamente discontinua en la que
Washington pretende imponer su ley mediante el «soft power» (es decir, por
medios ajenos a la fuerza militar). Marruecos, Jordania, Bahrein y sobre todo
Egipto obtuvieron buena puntación, mientras que Arabia Saudita era llamada al
orden.
El presidente designó por sus nombres a sus
próximos blancos: Siria (y una parte del Líbano), así como a Irán. Estados en
los que pretende aplicar el «hard power» para integrarlos por la fuerza al
«Gran Medio Oriente», aunque pareció vacilar en cuanto al orden de prioridad.
Recordó que el Congreso le había dado ya carta
blanca para atacar a Siria, pero aseguró que Irán representaba un peligro
quizás más importante al proseguir con su programa nuclear. La credibilidad de
esta última imputación puede medirse recordando el discurso de 2003 sobre el
estado de la Unión durante el cual aseguró que Irak había comprado uranio en
África.
En cuanto a la forma, es conveniente citar los
pronunciamientos del presidente Bush como conclusión a su discurso: «Como lo
recordara un día Franklin Roosevelt a los norteamericanos, “cada era es un
sueño que muere o un sueño que se realiza”. Vivimos en el país en que nacen los
sueños más ambiciosos. La abolición de la esclavitud sólo era un sueño... hasta
el día en que se convirtió en realidad. La liberación de la Europa aplastada
por el fascismo era un sueño... hasta el día en que se realizó. La caída del
imperio comunista sólo era un sueño... hasta el día en que se produjo».
Como en el relato de Orwell, el dictador
reescribe la Historia y aprendemos entonces que el movimiento abolicionista
nació en los Estados Unidos, y que fue allí donde se concibió el sueño de
derrotar al fascismo -cuando sólo entraron en la guerra a finales de 1942 ! y
la familia Bush continuó haciendo negocios con el Reich hasta el final de la
misma! .
Ya habíamos podido oír al primer ministro Tony
Blair afirmar, durante las celebraciones por el sexagésimo aniversario del
desembarco en Normandía, que el Reino Unido había entrado en la guerra (en
1939) par detener la exterminación de los judíos por parte de los nazis (que
sólo fue planificada en 1942 por la Conferencia de Wansee). La Coalición parece
molesta con la Historia.
Otro elemento de su sección
«Propaganda», el señor Bush encontró un nuevo personaje para asustar a los
niños y elevó así a Abu Musab al Zarqawi al plano de sucesor de Bin Laden, de
modo que fue para crear obstáculos al nuevo e incapturable enemigo público
número uno que las fuerzas de la Coalición han matado a más de cien mil civiles
que nada habían pedido.
Paul Labarique
NOTAS:
[1] Ver: «Un réseau militaire d’intoxication» txto en francés, Red Voltaire, 8 de diciembre de 2003. [2] Ver «Colin Powell relance la pression diplomatique sur la Syrie» (Colin Powell lanza otra vez la presión diplomática sobre Siria), Regards du Proche-Orient, 16 de septiembre de 2003.
[3] «Les États-Unis se disent
"soucieux" du programme d’armement syrien» (Los EEUU se dicen
«preocupados» por el programa de armamento sirio), Regards du Proche-Orient, 17
de septiembre de 2003.
[4] Ver: «Pour le Jerusalem Post,
l’attaque israélienne vise un camp terroriste financé par l’Iran» (Para el
diario Jerusalen Post, el ataque israelí apunta un campo terrorista financiado
por Irán), en Regards du Proche Orient, 6 de octubre de 2003.
[5] «Le camp palestinien
bombardé par l’aviation israélienne en Syrie était déserté depuis longtemps»
(El campo palestino bombardeado por la aviación israelí estaba desierto desde
hace tiempo), texto en francés, por Lucien George, diario parisino Le Monde, 10
de octubre de 2003.
[6] «IDF: Syria wasn’t tied to
latest Hezbollah attack», por Amos Harel, diario israelí Ha’aretz, 22 de enero
de 2004.
[7] «Un quotidien israélien
affirme qu’Israël a refusé un cessez-le-feu proposé par la Syrie» (Un cotidiano
israelí afirma que Israel ha rechazado un alto el fuego propuesto por la
Siria), Regards du Proche-Orient, 4 de diciembre de 2003.
[8] «Ariel Sharon ne
veut pas ouvrir avec la Syrie des négociations pouvant aboutir à un retrait du
Golan» (Ariel Sharon no quiere iniciar con Siria las negociaciones que culminen
con una retirada del Golán), texto en francés, Regards du Proche-Orient, 20 de
enero de 2004.