por Tito Andino
Resumen de textos de este blog
y notas de actualidad.
Este artículo es una continuación del anterior post: ¿Terrorismo?... ¿Quién fomenta el terrorismo?
La prensa comercial occidental, sobre todo los medios de habla inglesa comprometidos con los intereses de Estados Unidos/OTAN, serán siempre la fuente de desinformación a nivel global, con un guion prefabricado, al estilo “Hollywood”, no han guardado el más mínimo grado de justicia para la extinta República Árabe Siria que desde 2011 resistió una invasión extranjera maquillada de “oposición” interna.
Esa prensa comprometida con los poderes fácticos elogiará cada vez
que pueda al verdadero terrorismo internacional, negaron, por obvias razones,
dar crédito al verdadero y resistente pueblo sirio. Es cierto que muchos sirios
estaban hartos de Bashar al-Assad y su familia gobernando los destinos del
país; pero, los sirios no quisieron terroristas asesinos de al-Nusra, del Estado Islámico (ISIS) o del ficticio
Ejército Sirio Libre como sus defensores contra el “tirano”. Miles de veces
prefirieron al “tirano” que a un montón de dementes criminales que cortan
cabezas y comen hígados humanos, que matan impunemente a sencillos ciudadanos
musulmanes por no saber recitar de memoria su tergiversada corriente islámica,
que masacran a los cristianos y les cobran impuestos por el simple hecho de ser
cristianos y/o son expulsados de sus tierras, o que destruyeron a tiro de
artillería las mezquitas que no eran de la corriente que ellos profesan.
La población siria, desde el más humilde habitante de los
desérticos parajes, miles de veces preferirán al ‘tirano’ contra esas hordas
genocidas. Miles de veces elegirán a los Assad porque representaron la lucha y
protesta contra las acciones genocidas de Israel que impunemente sigue asesinando
a musulmanes, mientras los ‘rebeldes’ -hoy gobernantes- de al- Nusra (HTS -
Hay'at Tahrir al-Sham) y Estado Islámico no se pronunciarán nunca al respecto.
Desde 2011, muchos nos habremos preguntado, ¿qué extraño, por qué
esos “rebeldes” son socios de Israel? ¿cuál será la razón para que Israel les haya
proporcionado armamento y hospitales para sanar sus heridos? Esos “rebeldes”
que hacen el trabajo sucio para Israel desde 2011, lograron destruir a los
únicos países árabes que pueden oponerse al sionismo internacional, no son
otros que las milicias terroristas del Frente al-Nusra, hoy HTS, organización
calificada de terrorista por las Naciones Unidas y los Estados Unidos. Para
nadie es desconocido que los orígenes del HTS es una historia siniestra,
surgido de Jabhat al-Nusra, la rama oficial de Al-Qaeda en Siria, HTS es solo
el cambio de etiqueta, más la fusión con otros grupos islamistas en 2017, para
obtener reconocimiento internacional, sigue siendo lo mismo, una red terrorista
notoria en el mundo islámico, apadrinada por las democracias occidentales, sus
métodos nunca han dejado de ser aplicados: masacres, limpieza étnica y
exterminio de quienes no se ciñen a su radical ideología.
Muchos deben recordar como esos “rebeldes” se entregaron en cuerpo
y alma a Israel, vendiendo su alma y conciencia por un ridículo puñado de
dólares a las verdaderas tiranías, ofreciendo entregar definitivamente la
soberanía del territorio sirio del Golán a cambio de que Israel ayude a
destruir al “tirano” (Assad), hoy están cumpliendo ese compromiso, su silencio
ante la invasión de Israel a los Altos del Golán es elocuente.
Deberíamos cuestionarnos si el sufrido ciudadano sirio preferirá al
‘tirano’ al-Assad o a la aborrecible masa de psicópatas -en gran parte
extranjeros- que, en vez de hacer su yihad contra el verdadero enemigo de los
estados islámicos se alía con éste (Israel). Tampoco es propaganda el hecho de
que el ex presidente sirio defendiera desde el inicio de la invasión el derecho
de las minorías religiosas y la prerrogativa innegociable de un estado laico y
multicultural, apostando (tardíamente) por reformas constitucionales (ajenas a
la cultura árabe) para satisfacer las demandas de cambio reclamado desde Occidente
por “los amigos de Siria” y sus portavoces de la “oposición” siria. Estos
cambios en la política interna del gobierno sirio contrapusieron el deseo oculto
de una pseudo oposición radical y fundamentalista que proclamó el surgimiento
de caducos regímenes de gobierno como los emiratos y califatos regidos por la sharia.
En pocas partes del mundo, donde la religión es parte de la
política, como en las sociedades islámicas, un pueblo como el sirio, luchó por
defender la libertad de cultos, a costa, incluso del sacrificio de miles de
soldados sirios. Debemos tener muy presente que el Ejército Árabe Sirio del
“tirano” fue uno de los pocos ejércitos (al igual que el libanés) donde combatieron
codo a codo, en una verdadera hermandad, musulmanes chiíes y suníes, cristianos,
alauitas, drusos, judíos y otras pequeñas confesiones religiosas en defensa de la
patria siria. Se debe insistir en esto, Siria era un estado laico, sin
privilegios por razones por creencias religiosas. La Constitución de Siria desde
1920 (non nata) declaró la división de poderes y la libertad de cultos,
estableció que todos los sirios tenían los mismos derechos y obligaciones por
ser iguales ante la ley en contraparte a las tradiciones jurídicas islámicas.
Eso ya no existe más en la “nueva” Siria de los yihadistas apoyados por la
“democracia” occidental.
La comunidad internacional no despierta del asombro de enterarse
(tras más de 15 años de guerra) que salvo escasos grupos, no fueron los sirios
quienes proclamaron el alzamiento y la “revolución” contra el “tirano”. Pretenden
seguir ignorando que de la noche a la mañana aparecieron en Siria decenas de
miles de “rebeldes” y “revolucionarios” que en nada se parecían a los
habitantes sirios y que ni siquiera hablaban árabe, ni tenían sus costumbres.
Eran las bandas de yihadistas mercenarios provenientes del extranjero, grupos
radicales que venían de sembrar la “democracia” en Libia. No pueden apreciar
como los líderes de los “revolucionarios sirios” no eran sirios, sino expertos
combatientes chechenos, saudíes, qataríes, argelinos, turcos, libios y muchos
agentes encubiertos franceses, israelíes, británicos, etc.
Tras la caída de al-Assad en diciembre 2024, nos quieren obligar a
que “sonriamos” y aprobemos el genocidio de HTS, los nuevos amos de la extinta
Siria, ese parece ser el único consenso en que coinciden “nuestros” líderes, justificando
la violencia vengativa del nuevo régimen, la situación en Siria es horrible. Vinieron
por los alauitas y los cristianos y nadie en la “democrática” Europa dice
nada, peor pensar que intervendrán para detener el genocidio. “Cuando vinieron
por nosotros, no quedaba nadie a quien pedir ayuda”.
Al-Sharaa, en una conferencia tras tomar Damasco (2025), derecha, al-Sharaa en la cima del Monte Qasioun observa Damasco mientras sus fuerzas toman el control
Estamos hablando hoy -evidentemente- de la masacre contra la
resistencia alauita y cristiana en Siria que resisten a un régimen terrorista financiado
por Occidente. Cientos, probablemente, miles de sirios alauitas, cristianos y
drusos están siendo masacrados por el nuevo régimen “reformado” de Damasco, ¿dónde
están los medios internacionales?
Es verdad que se ha dado cierta resistencia armada de sectores
alauitas contra las incursiones "policiales" de las milicias HTS, pero
la brutal represión colectiva es inaceptable. A inicios del mes de marzo actos
de violencia se concentraron principalmente en las regiones de Latakia y
Tartús, costa mediterránea de Siria, donde se concentra gran parte de la
población alauita del país. Hubo un incipiente brote insurgente, probablemente
de ex miembros del ejército de al-Assad y/o miembros de la corriente alauita
del derrocado líder sirio. Los enfrentamientos se produjeron cuando las fuerzas
de seguridad del nuevo Gobierno fueron emboscadas por grupos de hombres
armados. Ahmed al-Sharaa ordenó un operativo para acabar con el supuesto
intento de insurgencia a costa de centenares de vidas civiles "ejecutados
por las nuevas fuerzas de seguridad", por sentado los civiles ejecutados
pertenecen a la comunidad alauita. Fuentes dentro de la comunidad alauita siria
citadas por Reuters lo confirmaron, mencionando que los perpetradores fueron
"hombres armados afiliados con el nuevo régimen" sirio, no al
personal del ejército. Al-Sharaa sentenció que su Gobierno buscará acabar con
todos los "restos" del régimen de al-Assad.
El medio France24 planteó la pregunta. ¿Es la comunidad alauita
parte de los "restos" de al-Assad que el nuevo Gobierno busca
eliminar? Los alauitas de Siria son una minoría religiosa, constituyen
alrededor del 12% de la población nacional, su culto religioso es una escisión
de la corriente chiita, surgido en la costa de Siria hace muchos siglos, el
alauismo nace a partir de una mezcla de creencias de la época, con prácticas
islámicas, otomanas y hasta cristianas. Con la independencia de Siria y el
surgimiento de la familia Al-Assad cambiaron radicalmente el poder político de
las comunidades religiosas en el país, los alauitas predominaron en la
administración del Gobierno de los Assad.
La guerra desatada desde 2011 trajo el caos a toda la nación y los
alauitas fueron un sector muy afectado, se dice que “en algunas localidades de
mayoría alauita, alrededor del 60% de los hombres en edad de reclutamiento
militar murieron o resultaron heridos en los 13 años de guerra” (France24).
Ahora son el enemigo del nuevo régimen, objetivo de la persecución, por ello
algunos de ellos se rebelaron y alzaron las armas en la primera semana de marzo
de este año.
A pesar del horror, los sobrevivientes insisten en que nunca
lucharon por el poder político, sino solo por sobrevivir. “No tomábamos las
armas para reclamar tierras ni gobernar a nadie. Solo intentábamos impedir que
mataran a nuestros hijos en sus camas”.
Es un hecho sabido de antemano que el nuevo régimen sirio dirigido
por el autoproclamado gobernante Ahmed al-Sharaa,
alias Abu Mohammad al-Jolani, como prefieren nombrarlo sus seguidores, no iba a
comprometerse -a pesar del discurso- a respetar a las minorías religiosas y
étnicas del país, peor aún dialogar con las distintas comunidades para una
transición de poder, su pasado terrorista, como miembro de al-Qaeda y fundador
de su filial siria, Jabhat al-Nusra o Frente al Nusra, evidentemente preocupa a
los alauitas. Inicialmente, con el fin de los Assad las poblaciones alauitas se
mantuvieron en calma, sin acoso, ni revanchas religiosas; de a poco, comenzaron
“a registrarse ataques, desplazamientos y amenazas en contra de barrios
alauitas sirios, usualmente protagonizados por miembros externos al Gobierno,
pero afines a él”. Al-Sharaa siempre será visto como terrorista, así está
fichado en Occidente, por cuya cabeza se ofrecía, incluso días después de la
caída de al-Assad, 10 millones de
dólares; más, ahora en Occidente lo califican de nuevo “faro” de la libertad,
tras la caída de Damasco.
Jamás debemos olvidar que fueron los democráticos europeos y los
Estados Unidos, junto a Israel y las monarquías del Golfo quienes crearon al-Qaeda,
Estado Islámico y otras organizaciones que hoy se dedican a eliminar a la
población alauita en Siria, emulando el genocidio de Israel en Palestina
siempre apoyados por los fascistas cristianos de Estados Unidos. Estados Unidos
y Europa financiaron a la “oposición” siria con miles de millones de dólares
(igual que a Ucrania) para que puedan “defenderse” … ¿de qué o de quién?, Así
controlan los conflictos, justifican el destino de cientos de miles de millones
de dólares en armas, nada nuevo, el rearme de Europa está justificado por la
aparición de nuevos “peligros”. Esa es la política de Occidente, de la
“democracia”, ¡de los “amantes de la libertad”! ¡Qué barbaridad! “Cobardes
incapaces de llamarse hombres! Pero cuando tu dios es el dinero, la avaricia y
el materialismo, ¡puedes llamarte Judas!” (comentario anónimo, en comillas).
En un reciente artículo de Mohamed Salah para RT en inglés (15 de marzo de
2025), “Esto no es una guerra. Es un genocidio: Por qué el mundo guarda
silencio sobre las masacres en Siria”, describe como el
grupo militante Hay'at Tahrir al-Sham (HTS) -supuestamente- se ha disuelto
para integrarse al Ministerio de Defensa sirio, el nuevo ejército,
El nuevo “ejército sirio” -HTS-, donde sobresalen numerosos reclutas
extranjeros iniciaron “una ola de violencia atroz contra las comunidades
alauita, cristiana y drusa. Aldeas enteras han sido arrasadas, sus habitantes
masacrados en plena noche. Sin embargo, mientras estos horrores se desarrollan,
el mundo permanece indiferente, y el silencio de las potencias internacionales
solo envalentona a los perpetradores.
En una de las noches más oscuras de la historia reciente de Siria,
los ataques coordinados en la zona rural de Latakia resultaron en ejecuciones
masivas. Los sobrevivientes hablan de hombres enmascarados que asaltaron sus
aldeas, sacaron a las familias de sus hogares y llevaron a cabo ejecuciones
públicas. Quienes se resistieron fueron quemados dentro de sus casas, dejando
atrás barrios enteros reducidos a ruinas humeantes.
Los testimonios de los sobrevivientes sugieren que muchos de los
perpetradores eran combatientes extranjeros, traídos de regiones lejanas de
Oriente Medio. Esos “soldados” del “nuevo ejército” no hablan árabe, abundan
los uzbekos, los uigures, los chechenos y árabes del norte de África, muchos
son asesinos entrenados en otros lugares y enviados a Siria, es lógico pensar
que no tenían motivos para odiar a los pobladores, simplemente acatan lo que se
les incita hacer. “Aldeas enteras han sido abandonadas, sus poblaciones
masacradas o desplazadas. Las imágenes satelitales confirman lo que describen
los sobrevivientes: hileras de casas incendiadas, fosas comunes cubiertas a
toda prisa y pueblos fantasmas donde antes la vida prosperaba”.
La ciudad de Tartus es ahora otro cementerio, perpetrándose
masacres puerta a puerta bajo la acusación a familias enteras de haber apoyado
al gobierno de los Assad o incluso de practicar la fe "equivocada",
quienes no fueron ejecutados en el acto fueron encerrados en edificios que
luego fueron incendiados, corrobora el informe periodístico de Salah. Tras la
matanza, no los enterraron, simplemente los arrojaron a zanjas; y, son esos combatientes
extranjeros los que desempeñan la tarea papel fundamental de asesinar a los
pobladores sirios.
En la comunidad de Jableh la violencia y destrucción fue
espantosa. “Cientos de hombres fueron acorralados, ejecutados y arrojados a
fosas comunes. Mujeres y niños fueron secuestrados, sin que se supiera su
paradero. Testigos informaron haber escuchado disparos durante horas mientras
la masacre continuaba sin control. Alinearon a todos los hombres y se los
llevaron. Más tarde, encontraron sus cuerpos apilados uno sobre otro, como si
los hubieran fusilado”. Los sobrevivientes insisten que los ejecutores eran extranjeros,
algunos eran árabes.
Salah resalta que “lo que hace de estas masacres aún más horrorosas es la gran cantidad de combatientes extranjeros involucrados. Testigos y sobrevivientes reportan constantemente haber escuchado diferentes idiomas entre los atacantes, a veces incluso lenguas occidentales”. Esa participación de yihadistas extranjeros sugiere una operación bien coordinada y con apoyo externo, diseñada no solo para librar una guerra, sino para erradicar sistemáticamente comunidades. Fuentes de inteligencia indican que estos combatientes fueron canalizados a Siria a través de países vecinos, entrenados en campamentos antes de ser desplegados para masacrar civiles. La huida de los pobladores de esas regiones costeras hacia las bases militares rusas son la evidencia de la persecución y genocidio de la que vienen siendo objeto bajo la sonrisa cómplice de Occidente con los terroristas del HTS, hoy amos y señores de Siria.
Hay un silencio global -señala Salah- a pesar de la abrumadora
evidencia del genocidio, los medios occidentales y de la región presentan esas
atrocidades como "enfrentamientos" entre HTS y las fuerzas antigubernamentales
del nuevo régimen, negándose -deliberadamente- a llamar las cosas por su
nombre, el exterminio masivo de la comunidad alauita siria.
Estos días en Siria no hay una guerra, hay un genocidio en
desarrollo; no obstante, la prensa “libre” occidental, del mundo entero evitan
usar el término genocidio porque simplemente no encaja con su narrativa
política. “Los gobiernos occidentales que en su día respaldaron a las fuerzas
de la oposición ahora se resisten a reconocer la pesadilla que contribuyeron a
desatar. Al hacer la vista gorda, permiten la continuación de estos crímenes, y
su silencio se convierte en cómplice de las atrocidades”.
Salah es lacónico, “Para los habitantes de Latakia, Tartus y Jableh, el mensaje es claro: No llegará ayuda. El mundo no intervendrá. Pero la historia recordará. Y el silencio de la comunidad internacional será para siempre su acusación más contundente”.
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