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12 junio 2017

Descifrando la política exterior de Trump (2)


 


 


 




Las contradicciones del programa nacionalista de Donald Trump

Por: Paula Bach
Fuente: “La Izquierda Diario”
mayo 2017

Breve nota de introducción:

Hoy dejamos a un lado los conflictos armados, que por cierto sin un sustento económico no podrían mantenerse. Las guerras también forman parte sustancial del capital financiero. En esta entrega abordamos el profundo y complejo dilema en la economía que se cierne sobre Trump y sus nuevas políticas monetarias.

Donald Trump parece un verdadero dolor de cabeza para los analistas, tanto dentro de los Estados Unidos como fuera de casa. Es que el presidente pretende encontrar la fórmula para estabilizar su gobierno contra toda una corriente contraria a su contradictoria política económica. Por ello, no debe luchar solo contra sus detractores por su acercamiento o “amistad” con Rusia y la declarada lucha contra la financiación del terrorismo global, sino que encontrará serios cuestionamientos a su visión económica global (al fin de cuentas el magnate presidente ve la política desde la perspectiva de los negocios). Y sobre economía es lo que versará la siguiente ponencia.

Otra polémica que se ha endosado el presidente es la ruptura unilateral del “Acuerdo de París” sobre el cambio climático, que según él fue un paso equivocado para evitar el calentamiento global. El Acuerdo de París no ha resultado efectivo en los resultados, realmente. En los mismos Estados Unidos esa legislación internacional no contribuyó o fue escasa en su aporte, como tampoco disminuyó la competitividad de Estados Unidos ante las otras potencias industriales, como afirma Trump para justificar su salida. No obstante ha comprometido a casi un centenar de grandes corporaciones estadounidenses para reducir al máximo las emisiones de gases causantes del calentamiento global, expresando que lo primordial es dar la vuelta de rumbo a las políticas energéticas (aunque las poderosas transnacionales petroleras estuvieran ausentes… y que gozan actualmente de fuerte influencia en el gobierno).

Los economistas que trabajan en la administración Trump afirman que con esta medida los estadounidenses se beneficiarán con la creación de mayores fuentes de trabajo y consiguientemente mejores ingresos económicos.
  
Mas, el presidente Trump pretende desconocer que el cambio climático si es un problema global y sus negativos efectos se los puede apreciar por cualquier parte del orbe terrestre. Sin duda, esta decisión de Trump es un triunfo de las grandes transnacionales, que como él –hombres de negocios- son los encargados de imponer las leyes económicas y políticas dentro de la nación.

Veamos a continuación un profundo análisis sobre el tema económico y la política nacionalista de la administración Trump.

                                                                    Tito Andino


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Una realidad preñada de dualismos. El optimismo del FMI. Trump, la única esperanza y el mayor flagelo. La crisis de los muchos rostros. Nacionalismo y globalización, la madre de todas las paradojas.

La incertidumbre manda pero al menos una certeza se impone: Donald Trump es un buen actor y no pasa la prueba de análisis unilaterales. Si durante gran parte de los primeros cien días de gobierno, el temor a un nacionalismo vehemente borroneó las letras de los teclados de la prensa financiera anglosajona, los giros de Mr. Trump –incluyendo los reportajes que junto al Secretario del Tesoro concedieron a un Financial Times en el lugar de “el otro”– serenaron los ánimos, abrieron una suerte de compás de espera y dieron lugar a una crítica menos histriónica.

El desplazamiento del ultranacionalista Bannon –antecedido por la salida escandalosa de Flynn del Consejo de Seguridad Nacional y el manto de dudas sobre el Secretario de Justicia, Sessions– esbozó una purga de los miembros más recalcitrantes del equipo y encumbró a un sector de “insiders” del establishment con cierta cercanía, en algunos casos, al Partido Demócrata. Kushner, el “yerno”, Mnuchin y Cohn, los Goldman Sachs’ boys, además de McMaster y el altamente respetado James Mattis, aparecen como las caras centrales del nuevo equipo. A esto se sumó el bombardeo a Siria que le regaló a Donald el aplauso mancomunado del Partido Demócrata, el Republicano y la prensa archi opositora como The New York Times. Por su parte, la política inicial de alianza con Rusia exhibe un supuesto enfriamiento y la prometida mayor agresividad comercial hacia China fue trocada –por el momento– por una presunta colaboración en el asedio a Corea del Norte. Además y para mantener el Congreso en funciones, Trump selló el primer acuerdo bipartidista en el Capitolio realizando una serie sorprendente de concesiones celebradas por demócratas y republicanos. “En general el compromiso se asemeja más a un presupuesto de la era de la administración Obama que a uno de la era Trump”, graficó la agencia Bloomberg.

Pero como con el correr de los días se hizo bastante claro, constituiría un error grosero abandonar los “temores” iniciales y presumir el estreno de una regencia “tradicional”. De hecho aquel acuerdo “usual” se mostró al poco tiempo como el instrumento necesario para un primer triunfo: la media sanción para derogar el Obamacare en la Cámara Baja que le permitió anotarse un “poroto” –provisorio, es cierto, pero de claro efecto mediático– en una de sus promesas electorales más incisivas. Más tarde, sobrevino el despido de Comey, el jefe del FBI, que dio curso a una aguda crisis política.

Las oscilaciones son producto de que Trump es hijo predilecto de una realidad particularmente preñada de dualismos. Desde la singularidad de la crisis económica, pasando por la contradicción entre un alto y creciente desarrollo tecnológico y una inversión esencialmente estancada en los principales centros capitalistas, hasta las incertezas de una China en la que “lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no termina de morir”. De algún modo, todas estas contradicciones tienen su correlato en lo que podríamos llamar la “madre de todas las paradojas”: la colisión entre tendencias nacionalistas insurgentes en un mundo en el que el capital –tanto financiero como productivo– alcanzó en el curso de las últimas décadas, un particularmente pronunciado nivel de internacionalización.

¿Es la economía…o es la política?


La pregunta es capciosa adrede y nos remitirá nuevamente al aún joven gobierno Trump. Veamos.

El FMI está transitando un momento optimista porque en su reciente informe sobre Perspectivas de la Economía Mundial consiguió anunciar por primera vez en 6 años –tal como observa Michael Roberts– una revisión al alza. El progreso es sorprendentemente modesto, elevando la proyección del crecimiento mundial para 2017 desde el 3,4% de la anterior previsión hasta el 3,5% de la reciente. Cuestión que coloca el pronóstico para este año apenas unas décimas por encima del crecimiento del 3,1% registrado en 2016 y mantiene estable un –difícilmente previsible– 3,6% para 2018. Según el organismo, la actividad económica está repuntando mientras la inversión, la manufactura y el comercio internacional, transitarían una “recuperación cíclica largamente esperada”. Los portavoces del FMI son, no obstante, extremadamente cautos y advierten que la corrección al alza sigue siendo pequeña mientras las tasas del crecimiento potencial a más largo plazo continúan por debajo de las registradas en las últimas décadas a nivel mundial, especialmente en las economías avanzadas. A la vez alertan sobre la persistencia de problemas estructurales como el bajo crecimiento de la productividad y la aguda desigualdad del ingreso, así como de los riesgos financieros que conlleva el anclaje del crecimiento chino en el incremento del crédito interno.

Con respecto a los principales “datos duros” –que en términos generales lucen escasos– e intentando otorgar alguna jerarquía a lo que FMI presenta caóticamente, se tiene: el crecimiento de la economía china no perdió impulso alentado por la continuidad de las políticas de estímulo fiscal; el precio de las materias primas repuntó –incluyendo el petróleo– dejando atrás los mínimos registrados en 2016 y aliviando parcialmente las presiones deflacionarias; la inversión en infraestructura e inmuebles en el Gigante Asiático, volvió a ser causa explicativa de un suave progreso de la inversión internacional y el nivel de actividad mejoró en Japón y algunos países europeos.

Pero lo interesante y particularmente novedoso se verifica en dos factores que, hilando un poco más fino, se vuelven uno. Por un lado el gobierno Trump y la promesa de una política fiscal expansiva en Estados Unidos –para el que el FMI proyecta un crecimiento de apenas un 2,3% este año y 2,6% en 2018– representan un factor “estrella” de la mejora en la previsión. Alcanzaron tal magnitud las “expectativas” en la “conciencia económica” que se registra una relativa bifurcación entre lo “esperado” y la “economía real” o entre “datos blandos” y “datos duros”. Así el denominado “Trump rally” –como se denomina al alza bursátil que sufrió su primera herida de importancia con la convulsión del nuevo capítulo del “rusiagate”– tiene poca o ninguna relación con el reciente y peor desempeño trimestral de la economía norteamericana durante los últimos tres años. En principio Trump es un maestro en el affaire de las expectativas y al menos insinúa contar con mejores cartas que las que tenía Janet Yellen –bajo un “reinado” convencional– para jugar este juego de lo que hace tiempo llamamos videoeconomía.

Pero sorprendentemente y por otra parte, parece que la “noticia buena” y “la mala” son la misma o dicho de otro modo, Trump –en tanto símbolo– parece reunir en su persona la única esperanza y el mayor flagelo. Porque –y siempre según el Fondo– la incipiente recuperación resulta vulnerable a una variedad de riesgos a la baja entre los que en particular destaca la probabilidad de “un giro hacia el proteccionismo que haga estallar una guerra comercial”. Riesgo que –siempre según el FMI– proviene fundamentalmente de las economías avanzadas en las que se observan varios factores que generaron “respaldo a políticas capaces de socavar las relaciones comerciales internacionales y, a nivel más general, la cooperación multilateral” –asunto y contradicción que, dicho sea de paso, analizamos hace un tiempo en Donald Trump: una movida de la Fed, la furia, el capital global y el Gigante Asiático.

Pero entonces… ¿la economía o la política? El FMI centra sus temores –casi a modo de manifiesto programático– en la probabilidad de que acontecimientos políticos –como el gobierno Trump o el Brexit y demás fuerzas, en particular europeas– acaben dando por tierra con los débiles indicadores de lo que podría resultar una “recuperación cíclica” y de paso se lleven puesta la esencia de su negocio, es decir, el comercio mundial “global”. Pero el FMI gusta separar la economía de la política. De modo que en el relato aparece una economía que puja por renacer de las cenizas, amenazada por fuerzas oscuras provenientes del respaldo a cierta política. Pero las cosas son más complejas.

Hemos señalado reiteradas veces la posibilidad de que la traducción política de las consecuencias derivadas de la crisis que comenzó en 2008 pudiera actuar como factor desestabilizador antes que la economía misma. Pero esto es una cuestión muy distinta a suponer una crisis económica en vías de resolución amenazada por la “pura” política. Economía y política no transitan andariveles separados, las fuerzas a las que el FMI quiere exorcizar representan en realidad la traducción política de una crisis económica cuya síntesis entre inicio, desarrollo y dinámica, alcanzó una fisonomía muy particular. Es el estado actual de aquella fisonomía novedosa en términos históricos, la que en gran parte marcará la impronta del período próximo.

La crisis de los múltiples rostros

La convulsión de 2007/8 y sus derivaciones, resulta en sí misma una singularidad que puede diseccionarse en diversas imágenes que recuerdan al “Dios de los muchos rostros” de Game of Thrones. Como es sabido, la amenaza de catástrofe inicial –que se temía incluso más aguda que aquella de la década del ‘30– fue disipada por la acción de los principales Estados. Pero el desvío redundó en cerca de diez años –por ahora– de un crecimiento económico extremadamente débil como promedio mundial, focalizado en los países centrales. Las aristas de esta bipolaridad son múltiples.

Una primera cara muestra que el salvataje a bancos y grandes empresas coexiste con el empeoramiento progresivo de las condiciones de existencia de amplias franjas de la población. Incluyendo tanto extensas legiones de trabajadores como fracciones marginalizadas del capital representadas por pequeñas y medianas empresas, especializadas en el mercado interno. Esta primera imagen se plasma en el ascenso de los movimientos políticos “populistas” a derecha e izquierda, en el rechazo a la “globalización” y la defensa del “interés nacional” que tuvieron por ahora sus máximos exponentes en la gestión Trump en Estados Unidos y Teresa May en Reino Unido, encargada de administrar el Brexit.

Una segunda cara expone que amén del rescate de las “élites económicas” el proceso de internacionalización financiera y productiva –la mayor “empresa” del capital durante los últimos 40 años–, sufre una pérdida de dinamismo. Aspecto que se expresa fundamentalmente en un débil incremento de la inversión –en particular en los países centrales– y en una clara disminución del ritmo de crecimiento del comercio internacional –asociado frecuentemente a aquella baja inversión. Este segundo rostro muestra lo que autores como Lawrence Summers denominaron “estancamiento secular”. Es decir que desde el pos 2008/9, las políticas monetarias expansivas –o sea, las burbujas crediticias que alcanzaron magnitudes y lapsos inusitados– no consiguen estimular inversión y consumo de un modo suficiente como para sacar a la economía del estancamiento, ni siquiera en los niveles moderados –disímiles, es cierto– alcanzados en los episodios de los años ‘90 o los ‘2000. Aunque no sea este el lugar para desarrollar el asunto vale la pena remarcar que de este cuadro nace también la contradicción entre el extraordinario desarrollo tecnológico y sus posibilidades inmediatas de aplicación a gran escala, problema cuyo síntoma se manifiesta en el lento incremento de la productividad en los países centrales. Venimos abordando el tema en la serie sobre tecnología y robótica publicada desde esta columna.

En una tercera cara se observa que si el comercio internacional perdió fuerza, aún está lejos de hallarse dislocado, tampoco se perciben quiebras masivas de empresas, ni un crecimiento agudo de la desocupación en los países centrales, más allá de los niveles heredados de los años particularmente críticos. Esta tercera imagen muestra que si la “empresa” con la que el capital se sobrepuso a la crisis de los años ’70 está en aprietos, aún no está quebrada y no existe –al menos por el momento– “emprendimiento” de reemplazo que, en términos de la “economía real”, genere expectativas superiores a un incremento de 0,01 puntos porcentuales de crecimiento global. La ausencia de catástrofe económica traducida en una “empresa neoliberal” en estado crítico pero aún no arruinada, contribuye a explicar las oscilaciones de Trump y su –por ahora débil– política comercial, la derrota de la derecha “populista” en Holanda y de Marine Le Pen en Francia. Aunque la profundidad, persistencia, estancamiento y desencanto que genera esta misma crisis, explica también la pérdida de hegemonía de las “élites políticas” tradicionales, la imposibilidad de que la de Trump devenga una administración tradicional, el sideral ascenso del lepenismo en Francia o el triunfo de un personaje como Macron, “escoltado” por un 25% de abstención. Aunque con un estilo más refinado y dialéctico, también Martin Wolf apela al recurso de separar el “momento de la economía” del “momento de la política”. Sin embargo refiriéndose a la débil posición de Macrón, sintetiza bastante bien que “su dificultad es que la situación económica de Francia no es lo suficientemente mala como para persuadir a un público cínico de tolerar cambios decisivos”.

Pero también puede visualizarse una cuarta cara y es la que expresa los límites de las complejas relaciones entre Estados Unidos y China que constituyeron la esencia del equilibrio durante los años ‘2000 así como de su restauración relativa en el período pos 2008/9. Si China resultó un destino privilegiado del capital sobrante –norteamericano en particular– aliviando la escasez de inversión en el centro, la “cooperación” profundizó sus grietas hacia 2014. La imposibilidad de mantener el modelo exportador, la sobreacumulación de capitales y las tensiones financieras internas, aceleraron las tendencias nacionalistas del Gigante Asiático. El encumbramiento de un líder fuerte como Xi Jinping y su intención de perpetuarse en el poder expresan la agudización de dichas tendencias basadas en que –como señalamos en múltiples oportunidades– China intenta abandonar su rol receptor de capitales para convertirse en un competidor mundial por los espacios de acumulación. Pero se trata de un proceso lento, complejo y de final abierto. Por sólo considerar la arista económica del asunto, China avanza a velocidad en robótica, impresiones 3D, manufactura inteligente, equipo médico y cibernética. El volumen de inversiones de China en Estados Unidos superó al de Estados Unidos en China durante el año 2015 y el país gestiona iniciativas de gran envergadura para acelerar la exportación de capitales. Entre las más importantes se encuentran el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y La Ruta de la Seda conocido también como “One Belt, One Road” -“un cinturón, una carretera”. Pero a la vez e incluso cuando se incorporó recientemente a la lista de las principales economías innovadoras del mundo, todavía ocupa el puesto número 25 del elenco encabezado por Suiza, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos. La combinación entre el agotamiento de su lugar de “taller del mundo” y la lentitud en la ardua tarea de transformarse en algo más que la segunda economía por PBI, está generando tensiones internas y hay quienes hablan de “The end of the chinese dream”. Por otra parte el acelerado incremento del endeudamiento interno representa una evidente fuente de tensiones para el Gigante Asiático y para el mundo.

El lugar de “guardián de una economía global abierta” que Xi agitó contra el “America First” de Trump, es un juego retórico. La verdadera intención de Xi es “Make China great again” que entre otros muchos asuntos precisa transformar al yuan en una moneda verdaderamente internacional, cuestión que es a la vez una necesidad y una fuente de vulnerabilidad. Esa imposibilidad de continuar siendo lo que era sin conseguir aún transformarse en algo nuevo, dice mucho del lugar del Estado chino en la arena internacional. Se trata de otro factor de alto calibre que de manera –hay que remarcarlo– particularmente lenta y contradictoria, también limita la continuidad conservadora de las políticas norteamericanas de los últimos años. El nacionalismo por ahora timorato que encarna Trump es también una consecuencia –en parte defensiva– de un nacionalismo aún débil e indeciso que se hace sentir desde el otro lado del Pacífico.

La madre de todas las paradojas



Sin duda la colisión entre nacionalismo y globalización constituye una de las grandes cuestiones del momento y las conjeturas abundan. En mi opinión la dicotomía –y su posible devenir– debe ser interpretada observando tanto la compleja relación entre economía y política como aquellos “muchos rostros” de la crisis. Sin pretender desarrollar este ciclópeo asunto aquí, dejaremos planteadas algunas primeras reflexiones.

En primer lugar es preciso aclarar que el concepto “globalización” es lo suficientemente difuso como para admitir acepciones incluso contradictorias. Apelamos a él a falta de expresión mejor para dar cuenta del contundente proceso de internacionalización financiera y en particular productiva del capital durante las últimas décadas al calor del desarrollo de aquello que se conoce como “neoliberalismo”. Cabe aclarar que si por un lado y en términos abstractos el proceso de internacionalización no tiene nada de novedoso como parte inseparable del movimiento histórico del capital, por el otro y en términos concretos, no existen antecedentes del entramado casi ininteligible de asociaciones de capitales y formación internacional de cadenas de valor tal como se presenta en la actualidad. Sin embargo y a pesar de esta reconfiguración, en modo alguno se ha perdido la base nacional de aquellos capitales invertidos transnacionalmente para los cuales el poder del Estado representa el vehículo garante de sus ganancias y ventajas externas –e internas. Cuestión que queda patentada de manera prístina en cada uno de los acuerdos y tratados comerciales. No por casualidad aquellos pactos se volvieron el objeto de furia de amplias mayorías perdedoras del proceso globalizador.

En este contexto surgen al menos dos cuestiones fundamentales. La primera de ellas está asociada a la necesidad del capital más concentrado de salvaguardar el poder del Estado para lo cual el consenso resulta un factor de primer orden. Y, tal como señala David Harvey en Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, la construcción del consenso implica el cultivo del nacionalismo.

No es casual que hasta los más fanáticos globalistas machaquen desde hace tiempo sobre la necesidad de frenar el proceso globalizador al que consideran de algún modo “sitiado” por la política. Las negociaciones de Trump –bastante pobres por el momento–- con Carrier, Ford e incluso la promesa de Apple de aportar 1.000 millones de dólares para crear puestos de trabajo manufactureros en Estados Unidos, constituyen ensayos de una respuesta muy limitada a este asunto. En el mismo sentido operan medidas como los aranceles a las importaciones de madera y lácteos desde Canadá, como parte de la futura renegociación del TLCAN. Se trata de demandas de los productores norteamericanos que vienen desde los años ’80 en dos rubros que representan las industrias más importantes de Wisconsin, uno de los estados soporte de Donald Trump.

El segundo aspecto remite a los límites de aquel proteccionismo esencialmente vinculado a las demandas de los “perdedores” de la globalización pero en gran parte contradictorio con los intereses de los sectores más concentrados e internacionalizados del capital. En principio esta oposición se puso de manifiesto en el hecho de que el Tratado Transpacífico y el Transatlántico –bocanadas de aire fresco de la cruzada globalizadora, como señalamos en “Proteccionismo, globalización y furia populista”– quedaron fuera de todo programa político electoral que se pretendiera ganador. Pero si los sectores económicos dominantes apoyaron mayoritariamente a Hillary en la contienda electoral, tras el triunfo de Trump se observan realineamientos de fracciones dispuestas a respaldar medidas de su conveniencia. Tras la coalición “American Made” –que liderada por un sector de transnacionales de alto poder económico como fabrica su avión “estrella” Dreamline –una “oda a la globalización”– en 10 países distintos y General Electric fue calificada por Fortune como la quinta empresa global a nivel internacional contando –sólo en México– con 17 plantas manufactureras. El apoyo al Border Tax por parte de estas empresas se sustenta en una demanda histórica de reducción de impuestos a las exportaciones. Pero también la archi opositora Apple apuntala la reducción impositiva a las ganancias generadas en el extranjero cuestión que –de hacerse efectiva– podría culminar en alguna nueva burbuja bursátil.

Es bastante impensable Boeing, General Electric o Caterpillar, apoya el por ahora desdibujado impuesto transfronterizo– se esconde el tipo de nacionalismo que estas empresas pueden alentar. Boeing –la mayor firma exportadora de Estados Unidos–que la intención de estas empresas consista en “retornar” a Estados Unidos. Con seguridad disputarán más agresivamente sus intereses en el mundo en lo que podría resultar el impulso de un tipo de “globalización” más unilateral. El dilema es que se enfrentan aquí aspiraciones hasta cierto punto contradictorias bajo igual mote de “nacionalismo”. El retorno del empleo y el consumo a Estados Unidos, constituye la demanda principal de los “perdedores” de la globalización y es el fundamento de su versión del nacionalismo y sostén a Donald Trump.

Un reciente artículo de Foreing Affairs nota que en la actualidad resulta particularmente complejo imaginar las medidas proteccionistas que podrían ayudar a la “economía norteamericana”, debido a que las empresas dedicadas al comercio internacional forman parte de complejas cadenas de suministro mundiales. Cualquier restricción a las importaciones que beneficie a determinados productores –agrega– perjudicaría a las industrias que usan esos productos como insumos. Ejemplifica que si para beneficiar a los productores internos un arancel aumenta el precio del acero, afectará a la vez a consumidores de dicho insumo como John Deere y Caterpillar. En un escenario de crecientes tensiones geopolíticas y dado el lento aunque persistente declive de la hegemonía norteamericana, es probable que esta contradicción profunda gobierne gran parte del escenario en el período próximo.

Paula Bach


FUENTE ORIGINAL:

Las contradicciones del programa nacionalista de Donald Trump

Nota: Los subrayados y negrillas, así como las ilustraciones (excepto la del título) corresponden al editor del blog.

23 mayo 2017

LAS GUERRAS DE CHECHENIA: Relatos de un complot (3)



Una foto de diciembre de 2014, las fuerzas especiales chechenas leales a la Federación Rusa, comandadas por su líder regional Ramzan Kadyrov, siempre listos para combatir a los fundamentalistas separatistas. Han expresado su deseo de luchar donde sea necesario contra el terrorismo yihadista.



LA REUNIÓN CLANDESTINA QUE REACTIVÓ LA GUERRA

Sinopsis de los anteriores artículos


Ya dejamos sentado en el episodio anterior que Chechenia posee, a más de una fogosa aspiración independentista, una conexión muy importante de oleoductos que unen diversas regiones geográficas para movilizar recursos energéticos como el petróleo y gas.


También señalamos que Chechenia constituye una pieza clave en el engranaje de uno de los mejores negocios del mundo, muy ambicionado por poderosas transnacionales y el sistema financiero internacional. Aunque se maneja en las sombras, las potencias occidentales se nutren de un inmenso capital sin control que financia no solo sus operaciones secretas, sino que sostiene sus elevadas cargas fiscales. Nos referimos al tráfico ilícito de DROGAS, su producción, rutas, comercialización y lavado de miles de millones de dólares anuales que alimenta la economía mundial, por tanto al sistema del capitalismo. 

Habíamos indicado que estos hechos no los encontraremos en textos de historia o en reportajes de la prensa comercial y de embrutecimiento masivo con sus románticas narraciones de la “heroica lucha de los independentistas chechenos”.

Como ya el público va concientizándose, en este tipo de episodios existe un arraigado vínculo entre las diferentes administraciones del gobierno de los Estados Unidos, corporaciones internacionales privadas (generalmente norteamericanas) y grupos terroristas cuando se trata de llevar la “democracia” y la “independencia” a países o regiones con reservas estratégicas y con fuerte movimiento en el tráfico de drogas



El texto constante en esta ponencia es un resumen y compendio de rigurosas investigaciones del escritor e investigador Daniel Estulin, en “Los Señores de las Sombras”. El lector, si cree apropiado, puede consultar de forma directa el libro, ampliamente desarrollado y con una impecable reseña de fuentes de consulta.


Por ejemplo, ¿a qué se debió y por qué continúa ese interés “altruista” de los Estados Unidos por invertir –a través de metagrupos privados- en el “transporte comercial de mercancías” desde Afganistán?

De forma brillante Daniel Estulin afirma que “solo hay una cosa que valga la pena transportar desde Afganistán, y no se trata de alfombras hechas a mano”.

El lector habrá escuchado y observado alguna vez un mapa sobre las diferentes rutas de la HEROÍNA rumbo a Europa. Pues bien, la ruta norte, que atraviesa el Asia Central y que pasa por Chechenia, sigue siendo controlada por los líderes de la mafia chechena junto a sus socios de la mafia rusa y de Azerbaiyán; otros socios en el negocio se encargan de “transportar las mercancías comerciales afganas”, estas últimas casi siempre son grandes corporaciones norteamericanas.

Las diferentes administraciones que han pasado por la Casa Blanca están relacionadas a lo largo de las últimas décadas con el Talibán afgano, lo que significa que hay un vínculo –aunque no directo- con al Qaeda. Las operaciones secretas utilizando a estos “aliados”, en su tiempo, atrajeron a los rusos a la llamada “trampa afgana”. 


Ronald Reagan recibió en la Casa Blanca a los Talibán en 1983: “Estos caballeros (los talibán) son el equivalente moral a los padres fundadores de Estados Unidos”, expresó el difunto mandatario.



En una entrevista, Zbigniew Brzezinski admitió la estrategia: 


“¿Qué es más importante para la historia mundial, los talibanes o el colapso del imperio soviético?”. 

Ha insistido siempre sobre el resurgimiento del islamismo instigado por Arabia Saudí (también se refiere a Irán) que opondrá oposición a cualquier intento ruso de volver a ejercer influencia en la zona y su “infiel” control. Aunque sus palabras predicen los acontecimientos futuros (léase la política exterior norteamericana en la región) el tiempo ha demostrado que Irán no se unió a ese juego de ajedrez ideado por el señor Brzezinski y otros teóricos del “Rediseño del Medio Oriente”. 



Una polémica foto de Zbigniew Brzezinski en una visita a posiciones paquistaníes en la frontera con Afganistán. Bastante se especuló con esta y otras fotografías. En muchos foros y páginas web (e incluso en la prensa) se corrió el falso bulo de que el hombre (de barba) junto a Brzezinski era Osama bin Laden, lo cual no era verídico.


Sería absurdo insistir en un punto ya sobradamente demostrado: Los Estados Unidos promovieron y promueven, incitaron y continúan incitando a las organizaciones radicales wahabíes para que practiquen la “yihad” como medio de lograr sus objetivos. Los yihadistas constituyen la infantería del imperialismo en Próximo Oriente, quienes, sin saberlo, realizan el trabajo sucio para implantar la globalización económica.

En el libro “Los Señores de las Sombras”, Estulin explica aún más el asunto, citando otras fuentes afirma que desde 1992 en Azerbaiyán (ex república soviética) funciona a la perfección “la triple simbiosis entre Al Qaeda, las compañías petroleras y el Pentágono. También se convirtió en una escala en la ruta de la heroína afgana destinada a la mafia chechena, cuyo radio de acción se extendía no solo al mercado de armas londinense, sino por toda la Europa continental y América del Norte. El petróleo, por supuesto, fue la fuerza motriz de la intervención del gobierno estadounidense en el centro y el sur de Asia, y también fue el petróleo el que propició la coexistencia tanto con Al Qaeda como con el monopolio del comercio de heroína afgana”. (1) 

Así las cosas, no debe sorprender a nadie que la guerra de Chechenia tenga orígenes secretos en el comercio internacional de la heroína y, claro, por el control de los recursos energéticos del Cáucaso

Esa increíble alianza entre poderosas corporaciones internacionales, gobiernos occidentales (en especial  estadounidense, británico y francés) y los grupos terroristas / yihadistas u otro tipo de organizaciones o movimientos de “Liberación Nacional” suelen tener un patrón encubierto: drogas y energía.

Los islamistas chechenos y al Qaeda han sido siempre socios de los gobiernos occidentales mediante el uso de las denominadas “operaciones encubiertas”, con ello no solo financian la violencia, sino que ella sirve para cumplir sus objetivos políticos.

Como vemos, la CIA ha intervenido con éxito, no solo estimula, sino que participa activamente en el flujo de la droga afgana, como ya lo hizo antes en Laos, Vietnam, en Bosnia, Kosovo y, por supuesto, con la cocaína colombiana.

Explicar la trama entraña mucha complejidad y, forzosamente, debemos mantener esa simbiosis con la situación reinante desde hace décadas en Afganistán y la no siempre encubierta actividad proselitista del reino wahabí de los Saud.

A decir de Daniel Estulin, que cita en su libro fuentes de primer nivel, la CIA no solo controlaba a los señores de la guerra afganos sino que dirigía el flujo de la heroína afgana hacia miembros del GRU (Departamento Central de Inteligencia militar de las Fuerzas Armadas de la  Unión Soviética), se enuncia personajes como VLADIMIR FILIN, SAIDOV, SURIKOV y GUSEV (tener presente siempre estos nombres para entender esta lectura). Al final de la intervención soviética en Afganistán, esos ex miembros de la GRU mantuvieron sus contactos y se hicieron con el control del tráfico de estupefacientes, siempre en contacto con poderosos Metagrupos internacionales.



¿Qué son o quiénes forman parte de esos Metagrupos?









El juego de ajedrez de la geopolítica no se puede comprender sin antes saber hasta qué punto el flujo de narco-dólares y petro-dólares ha corrompido a los gobiernos, a las instituciones financieras, a las corporaciones y a la misma estructura social mundial. Sin embargo, la influencia de estos fondos extranjeros y de quienes los controlan no suele ser visible, ya que la operación se lleva a cabo a través de enormes organizaciones autónomas conocidas como metagrupos, establecidos principalmente en Oriente Próximo y en Asia Central. La importancia de estos grupos es tal que no solo determinan la política exterior estadounidense, sino la conducta general del gobierno y, por tanto, los acontecimientos globales. Y uno de sus rasgos clave es que se encuentran altamente integrados y coordinados en su labor con empresas líderes del mercado estadounidense, conocidas organizaciones terroristas, contratistas privados de servicios de seguridad, servicios secretos y negocios tapadera vinculados con altos cargos de diversos gobiernos. Además de servir a los fines políticos de las potencias mundiales, los metagrupos tienen sus propios objetivos políticos y económicos” (2).


En esta investigación vamos a prestar atención a uno de esos metagrupos, el denominado “Far West Ltd”. Se sabe que fue registrada en Suiza en 1998, entre otros, por los arriba mencionados ex agentes del GRU. Dicen especializarse en consultoría de seguridad para empresas que operan en zonas inestables políticamente, es decir, una de sus actividades es contratar personal (mercenarios) para empresas militares privadas en el extranjero. Esta casi desconocida firma (pero no menos poderosa) operaba en países como Afganistán, Georgia, Kosovo, República Autónoma de Crimea, Colombia y en los Emiratos Árabes Unidos. ¿Qué tienen en común esos países?

"Todas y cada una de estas regiones son punto clave en tráfico internacional de estupefacientes”

Otra actividad declarada oficialmente por Far West Ltd. refiere al transporte comercial de mercaderías desde Afganistán (¡ y ya lo hemos mencionado, no se trata de transportar alfombras!).

Un dato interesante que nos revela Daniel Estulin en su libro es sobre Anton Surikov (murió en sospechosas circunstancias en 2009), ese no era su verdadero nombre, en verdad se llamaba Mansur Ali-Hadzhi Natkhoev, del Clan Natkho, originario de Georgia. Sobre el Clan Natkho se afirma que mantiene puestos claves en el servicio secreto turco. 

Entre otros nombres del Far West Ltd. figura un conocido nombre en Sudamérica, Alfonso Davidovich –siempre según nuestra fuente- éste era el contacto entre el general cubano Arnaldo Ochoa y el General del GRU Yuri Gusev, bajo mando de Vladimir Filin. Todos conocen el caso del general Ochoa condenado a muerte en Cuba por tráfico internacional de drogas desde Colombia a Cuba y de allí a Estados Unidos con ayuda de las FARC.



Tres de los fundadores de Far West Ltd, ex miembros de las fuerzas armadas soviéticas, tienen diferentes identidades y nacionalidades, pero son más conocidos por estos nombres: A la izquierda: Ruslan Saidov; en el medio, Vladimir Filin y; a la derecha, Anton Surikov.  Veamos algo interesante: 1. El general uzbeko-checheno Ruslan Saidovich Sadulaev (Sadullaev); o, según su pasaporte ruso: Ruslan Saidov, también posee pasaporte uzbeko como Ruslan Muhammedovich Muhammedov y hasta pasaporte turco que lo identifica como Mekhmet. Saidov fue asesor del Ministro de Defensa de la República de Uzbekistán y jefe del ilegal servicio de inteligencia externa de la República de Chechenia. 2. El general ucraniano Vladimir Filin (Litovchenko), su verdadera identidad es Vladimir Vladimirovich Litovchenko, General-Mayor de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania, Vicepresidente de Far West LLC., propietario de varias plantas de etanol en Brasil, y socio comercial de George Soros. Filin es conocido con estas identidades: Vladimir Ilyich Filin (pasaportes ucraniano y británico); F. P. Carvallo (pasaporte brasileño); Stoikovich (pasaporte serbio): también es conocido con los alias:  "Ilyich", "El Buho". 3. Anton Surikov, según su identidad rusa, también posee pasaporte turco como Mansour Nathoev; es un ex Coronel del GRU y especialista en guerrillas y operaciones psicológicas. Al parecer también poseía nacionalidad estadounidense como Gregory Orloff. Los tres se reunieron con el ex vicepresidente Biden (gobierno Obama) en Washington. * Si el lector desea más información puede consultar una excelente recopilación de documentos en inglés: “Far West LLC A company behind many lack operations. Some names and information for further research” (Ver nota de pie de página)


Este metagrupo Far West no podría operar por sí solo, necesita de poderosos socios

Como anécdota, dado que hoy está de moda la rusofobia republicana en los Estados Unidos, diremos que Vladimir Filin, Anton Surikov y un tal Alexei Likhvintsev, fundadores de Far West Ltd. visitaron en 2005 la Casa Blanca entrevistándose con George Bush y Dick Cheney, ex vicepresidente de los Estados Unidos con su famosa empresa Halliburton. (También visitaron al vicepresidente Biden en el gobierno de Obama). Estos personajes se entremezclan en ese extraño mundo de poderosos “comerciantes” internacionales.

Por ejemplo, Far West Ltd. tiene tres socios estratégicos en los negocios internacionales, todas empresas militares privadas: Meteoric Tactical Solutions (empresa sudafricana que opera en Angola); Kellogg, Brown & Root –KBR-, subsidiaria de Halliburton (en Colombia, Afganistán, Kosovo, Georgia e Irak); y, Diligence Iraq LLC, del kuwaití Mohammed as-Sagar (grupo controlado por la CIA y el MI5 británico. Diligence opera como un servicio de inteligencia privado al servicio de grupos financieros-industriales con vínculos al partido Republicano norteamericano).

Para Estulin, esta información es “una mina de oro”, al concluir su investigación afirmó tener "suficiente información para vincular a Far West Ltd. con Halliburton, la CIA, los contratistas militares privados y, lo más importante, con las drogas”.

Kellogg, Brown & Root (KBR), como hemos dicho es subsidiaria de Halliburton del imperio Bush-Cheney. Donde haya petróleo se encuentra KBR. Sin embargo, también allí donde haya guerra e insurrección armada se encuentra  cada vez con mayor frecuencia KBR. Desde Bosnia hasta Kosovo y Chechenia, desde Afganistán, Ruanda, Myanmar, Pakistán, Laos, Vietnam e Indonesia hasta Irán, Libia, México y Colombia, KBR está allí para suministrar apoyo logístico a las fuerzas armadas estadounidenses. Sería correcto afirmar que hay un vínculo directo entre las instalaciones de Kellogg, Brown & Root, a menudo situadas en zonas remotas y peligrosas, y cada región productora y consumidora de drogas en el mundo. Afganistán y Colombia son las mayores economías productoras de drogas del mundo; se trata también de países altamente militarizados. El negocio de la droga se encuentra protegido, y allí está presente KBR…por supuesto su sola presencia no es prueba de nada…” (3)

¿Cuál es la relación entre Far West Ltd. con KBR  y el gobierno de los Estados Unidos?

Anton Surikov, sin quererlo, confirmó esa relación, "cooperamos con los americanos en la esfera del transporte comercial, no sobre la base de contratos directos entre nuestra empresa y el gobierno estadounidense, sino a través de una compañía intermediaria fundada a medias entre la empresa y una compañía privada estadounidense, que a su vez interactúa con el gobierno estadounidense" (4)

Ahora, lo que toca es desenmarañar esa relación con los grupos terroristas y el gobierno de los Estados Unidos

Hasta aquí hemos visto que los Estado Unidos intervienen en el Asia Central por los recursos petroleros y que esa necesidad –decretada en la Doctrina Carter- permite, consiente, asiste y convive con grupos extremistas como al Qaeda y con el monopolio del comercio de la heroína proveniente de Afganistán. 

En la anterior entrega mencionamos una extraña reunión en territorio francés donde surgen otros personajes. (Como hemos mencionando, estas impactantes revelaciones las hemos extractado del trabajo investigativo de Daniel Estulin en “Los Señores de las Sombras”).


La trama oculta

Beaulieu – Francia, 4 de julio de 1999



Beaulieu es una pequeña, discreta y lujosa localidad de la costa azul francesa, entre Niza y el Principado de Mónaco. En este lugar tuvo lugar una reunión trascendental, en casa del multimillonario saudí Adnan Khashoggi, en otro tiempo conocido como el hombre más rico del mundo, quizá debido a su fama de comerciante internacional de armas. En la reunión estuvieron presentes un delegado de BORIS YELTSIN y representantes del Metagrupo Far West Ltd. con contactos desde el crimen organizado (traficantes de drogas), grupos terroristas, ex servicios de inteligencia soviéticos y la CIA.




El ex presidente ruso Boris Yeltsin y el jefe de la administración presidencial rusa, Aleksandr Voloshin



Dicha reunión trascendió a ciertos medios rusos en agosto de 1999, el semanario de investigación ruso ‘Versiya’ confirmó esa misteriosa sesión de trabajo en el aristocrático balneario francés, que habría sido organizada por Anton Surikov –ex agente del GRU-. En el informe del medio ruso citado se asevera que el jefe de la administración presidencial rusa, Aleksandr Voloshin contactó con el hombre más buscado de Rusia, el líder checheno Shamil Basaev.

Según el servicio secreto francés, en esas fechas (junio de 1999), se hospedó en casa de Khashoggi el banquero venezolano Alfonso Davidovich (Far West Ltd.) y otros personajes como Yakov Kosman (nativo de Abjasia), un tal Tsveiba (acusado de cometer genocidio en el conflicto Georgia-Abjasia) y otros seis individuos con pasaporte turco que ingresaron a Suiza a través de Austria.

Leamos parte del informe del Semanario ruso:

“Pronto el servicio secreto francés logró confirmar que Kosman y Tsveiba fueron juntos al aeropuerto de Niza, donde se encontraron con dos hombres que habían llegado de París. A juzgar por sus documentos, uno de los que llegaban eran Sultan Sosnaliev, quien durante los años del conflicto entre Georgia y Abjasia fue el ministro de defensa abjasiano. El otro individuo que llegó al aeropuerto era otro nativo de Sujumi (Abjasia), Anton Surikov. La próxima llegada fue por mar. Según la información precisa de los franceses y los israelíes, el 3 de julio llegaba al puerto de Beaulieu el yate privado inglés Magiya (Magia) proveniente de Malta. De él bajaron dos pasajeros, y si se ha de confiar  en la información de los pasaportes, uno de los “ingleses” era turco (Mekhmet), antiguo asesor del primer ministro islamista de Turquía (Necmettin) Erbakan, una figura muy influyente en los círculos wahabistas de Turquía, Oriente Próximo y el Cáucaso. La otra persona, para sorpresa de los funcionarios de inteligencia, era el comandante checheno Shamil Basaev”. (5)

Continúa el Semanario manifestando que el mismo día de la reunión (4 julio 1999) arribó en avión privado de una empresa petrolera rusa un hombre cuya descripción se la tiene pero no fue identificado por su nombre, fue recibido por los abjasianos arriba mencionados y por Surikov, juntos se dirigieron a la residencia de Khashaggi en Beaulieu. Sin duda algún acontecimiento de proporciones tuvo lugar en aquel lugar. En el transcurso del 5 de julio todos los participantes de la reunión partieron…

“Casualidad o no, al cabo de un tiempo, en agosto, los terroristas bajo el mando de Shamil Basaev entraron en Daguestán”.

Todas las pruebas se encontrarían documentadas en video obtenidas por los servicios de inteligencia francés e israelí, según el semanario ruso ‘Veriya’, por lo que hay indicios suficientes para creer que la inteligencia francesa tuvo la capacidad de escuchar todo lo que se dijo en esa reunión. También afirma el semanario ruso que a finales de junio del 2000 llegó a su consejo editorial un sobre sin datos del remitente que contenía una fotografía (captura de pantalla de una secuencia de un video) en la que se podía identificar perfectamente a Voloshin y que el hombre de barba era Basaev, según la fuente anónima).

Dado esos hechos, una de las primeras conclusiones de ese encuentro es que una maniobra de carácter extraordinaria y clandestina tuvo lugar en Francia entre el 3 y 5 de julio 1999. Esa junta tuvo un propósito (a parte de otros), “reunir a dos personajes de importancia: Voloshin, el representante de Yeltsin, y el terrorista checheno Basaev. Obviamente la presencia de los abjasianos era vital. Surikov, Baseaev, Tsveiba y Saidov ya se conocían bien entre sí y habían combatido en el mismo bando durante el conflicto entre Georgia y Abjasia a comienzos de los años noventa”. (6).



¿Qué tema de importancia tenían que tratar Voloshin y Basaev?


Aleksandr Voloshin contactó con el hombre más buscado de Rusia, el jefe checheno Shamil Basaev, en  Beaulieu – Francia (junio 1999), en casa del multimillonario saudí Adnan Khashoggi.




Es la pregunta lógica. Siempre siguiendo las pautas de nuestra fuente, la presencia en casa de Khashoggi de cuatro abjasianos es clave.

Abjasia no tiene petróleo, sin embargo algunas investigaciones demuestran que esa zona se ha convertido en una ruta obligada del tráfico de heroína. “La droga llega a Georgia o bien desde Azerbaiyán, o bien desde el Cáucaso septentrional ruso, pasando por Osetia del Sur o la garganta del Pankisi, región esta última habitada por miles de chechenos étnicos con nacionalidad georgiana, conocidos como kistos. Además, la zona se ha convertido también en una escala en la ruta de armas nucleares, biológicas y radioactivas, además del tráfico de material que se puede emplear en la fabricación de las llamadas bombas sucias”. (7) 

Y resulta más esclarecedor que otro participante de la reunión en casa de Khashoggi, Anton Surikov, confiesa el valor de Abjasia para el tráfico de heroína, dice: “En general, el grupo checheno (de traficantes) ha adjudicado a Abjasia un papel muy importante en sus planes…Abjasia es hoy en día una de las áreas con mayor índice de criminalidad en lo que antiguamente era la Unión Soviética”. (8)  Otro informe presentado por una institución internacional, Cornell Caspian Consulting es más preciso al afirmar que el sur del Cáucaso por ser parte de la ruta del tráfico de la heroína que proviene de Afganistán rumbo a Europa occidental corre el riesgo de convertirse en una serie de narco-estados. 

Otra interesante afirmación de la investigación es el notable paralelismo que se hace entre Osama bin Laden y Shamir Basaev, el primero un fichaje de la CIA y el segundo un directo colaborador del GRU soviético; y, también, el autor hace una reflexiva retrospectiva, compara esta reunión (la de Francia) con otra desconcertante que se efectuó entre Osama bin Laden y el ex secretario de defensa estadounidense, Donald Rumsfeld –su aparente enemigo- encuentro amistoso suscitado en terreno neutral. La historia de bin Laden está muy documentada y no es materia de este artículo, queremos saber más sobre Basaev y Chechenia.






Shamir Basaev el futuro líder de los “independentistas” chechenos era un antiguo soldado soviético de las tropas aerotransportadas. Desde los años 80 se conocía con su Comandante de unidad, el futuro primer presidente de Chechenia, Djohar Dudaev. En agosto de 1992 Shamil Basaev recibió la orden de reclutar un cuerpo de voluntarios para combatir junto a los abjasianos en la guerra contra Georgia que había iniciado para esa fechas. Un dato revelador que nos proporciona Daniel Estulin es que el ya nombrado Anton Surikov, bajo una identidad falsa fue designado consejero del ministro de defensa de Abjasia (inteligencia y tácticas); y, Shamir Basaev se convirtió en viceministro de defensa. Entonces, no cabe duda que Basaev y Surikov trabajaban muy juntos

Volviendo al tema de la reunión de julio de 1999, en territorio francés, los servicios de inteligencia antiterrorista israelíes investigaron a Kosman (Yakov Abramovich Kosman) ciudadano israelí residente en Niza. Se afirma que Kosman brindó asesoría financiera -entre 1997 y 2000 a Hashim Thaci, comandante del "Ejército de Liberación de Kosovo" (ELK). Tenemos una nueva y notable coincidencia, si hemos de usar ese término. Veamos.

El denominado ‘Ejército de liberación de Kosovo’ tiene un largo historial, así como sus líderes, con el tráfico internacional de drogas. Kosovo es una ruta ineludible para ingresar la heroína a territorio europeo. 

Afirma Estulin que "Kosman se encuentra vinculado al ELK, al tráfico de drogas y al terrorismo internacional", que otro de los presentes en la reunión de julio de 1999 era el banquero venezolano Davidovich, cuya relación con el tráfico de heroína se ha demostrado de manera inequívoca. Si a ello sumamos la presencia de personajes como Tsveiba, Sosnaliev y Surikov, nos enfrentamos a un coctel de drogas y terrorismo.*



Ruslan Saidovich Sadulaev o Ruslan Saidov (según su pasaporte ruso), Ruslan Muhammedovich Muhammedov (pasaporte uzbeko); o, Mekhmet (pasaporte turco). Entre sus funciones fue asesor del Ministro de Defensa de la República de Uzbekistán y jefe del ilegal servicio de inteligencia externa de la República de Chechenia



El arriba nombradMekhmet, el turco “inglés” fue identificado por su pasaporte ruso, Ruslan Saidov, vinculado no solo con Erbakan sino también con la CIA, los servicios de inteligencia de los Saud y claro, con al Qaeda. Su papel parece haber sido de un agente al servicio de varios patrones, no siempre con los mismos objetivos. Veamos. 

Según la investigación de Daniel Estulin, Saidov bajo el nombre de Mekhmet expresó ser útil para la política de reconciliación nacional impulsada por el presidente de Chechenia, Ahmed Kadyrov; en ese sentido Saidov formó parte de una delegación chechena a la Arabia de los Saud, con los servicios de inteligencia se llegó a un acuerdo: 


Los militantes árabes, bajo el mando del teniente coronel Aziz ben Said ben Ali al Hamdi (alias Abu al-Walid al-Hamadi), subordinado del príncipe Naif Ibn Abdel-Aziz (jefe de los servicios de inteligencia saudíes) deberían retirarse de Chechenia máximo en mayo del 2004, el presidente checheno garantizaba su retirada. 


Pero, como afirma nuestra fuente de consulta, Saidov, que jugaba a dos o más bandos, informó de esa operación a la CIA, los americanos temían que esa retirada de los militantes saudíes (yihadistas) podría dirigirse a Irak y unirse al grupo terrorista del jordano Abu Musab al-Zarqawi, de la red al Qaeda. La historia parece que tuvo el fin siguiente: La CIA ordenó a Saidov desacreditar al gobernante checheno (Kadyrov) ante el príncipe saudí Naif. Saidov se valió de tropas rusas para liquidar a Abu al-Walid (o así lo afirmaron) en el distrito checheno de Nozhai-Yurt. Parece ser que hubo mucho dinero para esa operación. (9)




Adnan Khashoggi, el hombre más rico del mundo, así señalado hace algún tiempo, es turcomano, hijo del médico de cabecera del primer monarca saudí Abdul al-Aziz Ibn Saud, inició su carrera de comerciante vendiendo camiones a la empresa de la familia bin Laden. Sus vínculos con el multimillonario saudí Sheikh Mahfouz los llevaron a fundar un banco de crédito en Texas - USA (Arabian Shield Devolopment Corporation), que a decir de nuestra fuente, lavaba dinero sucio para la CIA, Saddam Hussein, Manuel Noriega, Osama bin Laden y otros personajes (10). También Khashoggi y Mahfouz eran accionistas de la compañía de George W. Bush, ‘Harken Oil’, otro socio de esa firma petrolera era Salem bin Laden. “De hecho, la hermana de Sheikh Mahfouz es una de las cuatro esposas de Osama bin Laden, cosa que los convierte en cuñados. Este dato tan chocante lo reveló el ex director de la CIA, James Woolsey en testimonio ante el Senado estadounidense en 1998. Así que, para completar el círculo, Osama bin Laden duerme, al menos de vez en cuando, con la hermana del socio de Bush y Khashoggi”, reflexiona irónicamente Daniel Estulin (11).

De esas relaciones y búsqueda de vínculos aparecía recurrentemente un nombre: Boris Berezovsky. ¿Recuerdan a este personaje?. Estamos hablando del famoso oligarca ruso autoexiliado después de saquear el patrimonio de su país. Berezovsky tenía estrecha relación con el terrorista checheno Shamil Basaev, algo que él mismo confirmó en una entrevista al ‘Moscow Times’ en febrero del 2002 (12)


Según el especulador internacional George Soros, Berezovsky pensaba que el destino de Rusia estaba subordinado a su propio destino porque él y otros oligarcas habían comprado al gobierno de Yeltsin y pagado su reelección en 1996 (13)

Otro vínculo de Boris Berezovsky es con Adnan Khashoggi (en cuya residencia francesa se dio la famosa reunión de julio de 1999). Se dice que alguna vez Berezovsky llegó a ser el hombre más rico de Rusia, pero Khashoggi alguna vez fue considerado el hombre más rico del mundo. También se debe destacar que Berezovsky  es accionista de una empresa de software, Ignite, que pertenece a Neil Bush, hermano del entonces presidente estadounidense George W. Bush.




El autoexiliado oligarca ruso Boris Berezovsky, la fotografía corresponde al año 1997



Como vemos, según declaraciones del mismo Berezovsky, se puede relacionar directa y físicamente a éste con Shamil Basaev, el primero entregó millones de dólares en efectivo al ‘terrorista más buscado de Rusia’.

En marzo del 2002, Interfax (agencia rusa de noticias) publicó que el Fiscal General Ruso había señalado que Berezovsky, por intermedio de un socio, Badri Patarkatsishvili, “proporcionó a los chechenos Kazbek Makhashev y Movladi Udogov el dinero para comprar el ataque a Daguestán”. Varios testimonios afirman que Berezovsky contribuyó con treinta millones de rublos. (14)

Basaev, a su vez, colaboraba estrechamente con Anton Surikov. Ambos habían combatido juntos en la guerra entre Georgia y Abjasia. Surikov es miembro del consejo directivo de Far West Ltd. y está vinculado con la CIA a través de Fritz Ermarth. Kellogg, Brown & Root es una de las empresas fundadoras de Far West Ltd. KBR, a su vez, es una subsidiaria de Halliburton. Dick Cheney solía ser el CEO de Halliburton, empresa directamente relacionada con la CIA. Cheney es el vicepresidente de los Estados Unidos. ¿Se supone acaso que debemos creer que los malolientes vínculos del crimen organizado con todos estos personajes son también pura coincidencia?... (15)


El rompecabezas está servido

Vínculos directos o a través de intermediarios atan ineludiblemente al metagrupo Far West Ltd. con KBR, la CIA, el MI5. Personajes como Surikov y Filin resultan al final ser agentes dobles o triples que se vinculaban con hombres de obscuros negocios como Kosman, Davidovich o desconcertantes protagonistas como Saidov (el turco “inglés”) que mantenía excelentes relaciones con el príncipe Turki al-Faisal, el príncipe Naif y con el traficante de armas Adnan Khashoggi.

“Así, el metagrupo Far West Ltd. tenía contactos e influencia con los terroristas de Oriente Próximo, multimillonarios, corporaciones petrolíferas occidentales, la CIA, el antiguo GRU, el KGB y los militares privados contratistas. Este hibrido trae a la mente una de las anomalías más difíciles de explicar en relación con el 11-S y una de las menos estudiadas: muchas de las pistas apuntan en dirección a Arabia Saudí… además, el antiguo jefe de los servicios de inteligencia saudíes, el príncipe Turki, ha sido un intermediario de bin Laden en Estados Unidos y también su socio durante muchos años”, concluye Daniel Estulin. (16)


Algunas conclusiones:

Dice Estulin que quienes conocen sobre operaciones de inteligencia deben haber reconocido en esta reunión algunos patrones característicos, veamos:

1) Sin duda se trata de un plan a largo plazo y alcance;
2) Podría haber sido una conveniente oportunidad para prender la llama de la guerra en Chechenia, de esa forma Boris Yeltsin elevaría su escasa popularidad en cara a las elecciones presidenciales; y,

3) Abordar el tema del crecimiento del tráfico de drogas proveniente de Afganistán.
Por tanto, ya no es una posibilidad, ni una coincidencia, ni una hipótesis: Los gobiernos de Estados Unidos mantienen objetivos similares a los grupos terroristas y grandes corporaciones internacionales, todo ello a pesar de que al mismo tiempo observamos que combaten a organizaciones yihadistas como al Qaeda.
Todas las sospechas han resultado ser verdaderas.

La siguiente nota de prensa rusa apareció el 24 de enero del 2000 en un artículo de ‘Novaya Gazeta’:

“A Voloshin le preocupaba la situación en Rusia. Luzhkov (alcalde de Moscú y mayor oponente de Yeltsin) era una amenaza real. Tenían que detenerlo y solo parecía haber una manera de hacerlo. Hacía falta un enemigo foráneo. ¿Y qué quería Basaev? Estaba interesado en el poder en Chechenia, no en Rusia. Quería una guerra pequeña, un conflicto fronterizo, un gran espectáculo con fuegos de artificio. Todos estuvieron de acuerdo con el plan… Al cabo de meses de maniobras, marchas y contramarchas, ataques y operaciones especiales ambos bandos se anunciarían como ganadores. Los rusos, de modo triunfante, se habrán librado de los chechenos en su territorio, y los chechenos impedirán que el enemigo llegue al corazón de su patria. Basaev será recompensado por sus méritos”. (17)

El punto de partida del conflicto checheno-ruso tuvo otro escenario, Daguestán fue utilizado por Basaev para incursionar en Rusia. Repasamos lo citado más arriba: 

Berezovsky a través de un socio contribuyó económicamente –es decir, ayudó a comprar- el ataque a Daguestán efectuado por los chechenos de Basaev. ¿Por qué Daguestán?.





Si apreciamos el mapa coincidiremos con el autor del libro de referencia que Daguestán fue en el pasado un puesto de avanzada de la gran Ruta de la Seda, también es la más grande república rusa del Cáucaso, la más poblada y mayoritariamente musulmana, un crisol inmenso de diferentes etnias y nacionalidades. 

Existe evidencia documental y testimonial que la Rusia de Yeltsin y los flamantes oligarcas rusos tienen mucho que explicar a su pueblo.


En un artículo del 6 de octubre del 2003 de Time Europe titulado “Profits of Doom” (Ganancias de la Perdición) se relata cómo las fuerzas especiales rusas recibieron órdenes de no atacar las largas columnas de vehículos de Basaev retirándose de Daguestán y regresando a Chechenia incluso bajo protección de helicópteros rusos. (18)



EPÍLOGO


Para concluir, algunas reflexiones sobre Vladimir Putin. 

Es incuestionable que el actual presidente ruso, que puso en su sitio a los oligarcas rusos y a los políticos afines a Yeltsin, mantuvo en sus inicios una discreta política de contención, tolerando la imparable expansión de los Estados Unidos y de la OTAN en las ex repúblicas soviéticas. Luego, con el paso del tiempo, sus progresivas acciones para defender los intereses rusos han sido calificadas de exageradas e intolerables por las potencias occidentales, por tanto, Putin es una amenaza a los objetivos económicos de Occidente.

Daniel Estulin reflexiona sobre las críticas mundiales al presidente ruso.

Hay una serie de individuos, organismos y países que se beneficiarían enormemente de la salida de Putin: las grandes compañías petrolíferas occidentales a las que ha impedido el acceso ilimitado a las reservas energéticas rusas; antiguos oligarcas, ahora exiliados o encarcelados, como Berezovsky, Jodorkovsky y Leonid Nevzlin, que saquearon la economía rusa y escondieron en el extranjero los miles de millones robados; los “guerreros de la libertad” chechenos y quienes los apoyan en el Comité Americano para la Paz en Chechenia. El listado de personajes prominentes que apoyan a esta organización es el de las figuras de la América conservadora: Zbigniew Brzezinski, arquitecto de la “Gran estrategia” contra los intereses rusos  en el Asia central; Alexander Haig, ex secretario de Estado y confidente del terrorista del ELK Hashim Thaci; Richard Perle, representante estadounidense del lobby pro-israelí; Kenneth Adelman, ex embajador ante las Naciones Unidas y acérrimo defensor de la invasión a Iraq; Michael Ledeen, del American Enterprise Institute, organismo de derechas, y antiguo admirador del fascismo italiano; James Woolsey, ex director de la CIA y defensor renombrado de la reestructuración del mundo musulmán según directrices estadounidenses”.  (19)

Hablamos de geopolítica pura, una suma ventajosa de influencia estratégica, económica y política. Chechenia comparte frontera con Georgia, que junto a Azerbaiyán son potenciales futuros miembros de la alianza Atlántica (OTAN), en un intento de cercar al gigante ruso por todos lados. Para nadie será novedad recordar que en la actualidad hay cientos de tropas norteamericanas en territorio georgiano entrenando al ejército nacional. Otra razón, evidente es, proteger el oleoducto construido por empresas estadounidenses que une Bakú-Tbilisi y Ceyhan. Y, claramente buscan el momento propicio para que Georgia se aventure en una nueva guerra que reivindique las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur. 

En general, debemos entender que el juego mundial del tablero geopolítico de Brzezinski es arrojar fuera del Cáucaso a los rusos, y eso solo podía conseguirse con un triunfo de los “independentistas” chechenos. Las consecuencias de un estado checheno –aparentemente libre- traería consigo otras fragmentaciones del territorio de la Federación Rusa.

Para todos estos gánsteres de la política y negocios internacionales el imperativo final es destruir Rusia. Los recursos naturales de Rusia son sinónimo de supervivencia en un futuro cercano, por ello deben hacerse con ellos.

Para cerrar este episodio histórico, Daniel Estulin se pregunta:

“¿Qué tienen en común los neoconservadores pro israelíes y los islamistas radicales?” . El mismo nos da la respuesta: ”El odio a Putin y al nacionalismo ruso. A Putin lo detestan las élites occidentales no porque aspire a ser un dictador, sino porque las desafía. Putin acabó con el poder de los oligarcas rusos y con la corrupción y el robo descarado que estaban acabando con el país”.

Los medios de desinformación y embrutecimiento masivo pretenden dirigirnos por un camino en el que Putin es no solo un dictador, sino hasta un temible asesino nuclear (caso Litvinenko); mas, los hechos –concluye Estulin- al menos los que conocemos, nos llevan por un camino diferente.

                                                       


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ARTÍCULO ANTERIOR:

LAS GUERRAS DE CHECHENIA: MAFIOSOS, YIHADISTAS Y OLEODUCTOS (2)



NOTAS:

(1)       Daniel Estulin.- Los Señores de las Sombras, pág. 260-261
(2)       Ibidem, pág. 249
(3)       Daniel Estulin, citando a Michael C. Ruppert en el libro “Crossing the Rubicom”, pág. 72
(4)       Daniel Estulin, citando otras publicaciones en su obra enunciada. Pág. 259
(5)     Tomado del libro de Daniel Estulin “Los Señores de las Sombras”, Pág. 263-266; en la fuente de consulta hay otras referencias en inglés: (3 al 33 cap. 4)
The Global Drug Meta-Group:
Drugs, Managed Violence, and the Russian 9/11
By Peter Dale Scott (18,734 words) 10/29/05
See also A Ballad of Drugs and 9/11
http://www.lobster-magazine.co.uk/articles/global-drug.htm
Drug Cartels, Managed Violence and the Russian 9/11, Part 1
By Peter Dale Scott on Jun 17, 2008
https://www.satyacenter.com/library/global-news/drug-cartels-managed-violence-and-the-russian-9-11-part-1
(6)       Daniel Estulin, obtra citada, tomando otras referencias, pág. 266
(7)     Daniel Estulin, pág. 270, citando a Natalia Yefimova en”Berezovsky: I gave Cash to the Chechen rebels”, Moscow Times, 1 de febrero 2002.
(8)       George Soros, “Open Society: Reforming Global Capitalism”, Public Affairs 2000, pág. 260-261
(9)       D. Estulin, ob. cit. pág. 270-272
(10)     D. Estulin, ob. cit. pág. 273
(11)     D. Estulin, ob, cit, pág. 273
(12)     Ibidem, pág. 273-274
(13)     Ibidem. Citando a Alex Constantine, “Adnan Khashoggi linked to 9-11 terrorists” part II.
(14)     Ibidem, pág. 275.
(15)     Ibidem, pág. 275-276
(16)     Ibidem, pág. 270-271
(17)   Ibidem, pág. 276, citando el artículo de Andrei Babibitskii “Berezovsky sponsored Dagestan raid – Prosecutors”, Interfax, 5 de marzo 2002
(18)     Ilbidem, pág. 276, citando a Yuri Zarakhovich, “Profits of Doom”, Time Europe, 6 octubre 2003
(19)     Ibidem, pág. 279-280


OTRAS FUENTES:



HISTORIAS OCULTAS DEL BAJO MUNDO KOSOVAR
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