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14 mayo 2020

Cuando Churchill pensaba en una alianza con los nazis




Nota de introducción por el editor del blog


En estos días que el mundo conmemora los 75 años de la Víctoria contra el nazismo y la Liberación de Europa, es el momento oportuno para hablar de un aspecto muy debatido en el mundo occidental, el intento por desconocer la historia y la "rusofobia". 

Michael Davis profesor de la Universidad de California preguntó (2005) a sus alumnos:


¿De parte de quién combatieron los rusos durante la Segunda Guerra Mundial?

La pregunta formulada no es tan absurda como podría parecer, la mayoría de ellos tuvieron dificultades en responder. Muchos supusieron que del lado alemán o japonés, el profesor se esforzó por aclarar este importante hecho de la historia mundial, al principio fueron acogidos con mucha desconfianza por su joven auditorio. "Los estadounidenses nunca han querido reconocer los méritos del Ejército Soviético, cuando les digo que la URSS y EEUU eran aliados, les cuesta trabajo creerlo y aceptarlo", dijo Davis.

Y esa sigue siendo la visión general del estadounidense (sumemos a ella a británicos y europeos occidentales), que incluye a la clase política gobernante; es decir, no son capaces de comprender, ni reconocer el enorme sacrificio en vidas de los soldados rusos y soviéticos no solo en Rusia o en la URSS, sino en países como Polonia, Hungría, Checoslovaquia y hasta en Alemania. Tampoco quieren comprender cuántos millones de personas fueron salvadas por el Ejército Rojo, no obstante que luego quedarían bajo el férreo control de la "cortina de hierro". Los laureles del vencedor son para las democracias occidentales, por el simple hecho de que eran democracias, a diferencia de la URSS, que era un estado totalitarista, al haber declarado la "dictadura del proletariado".


Un destacado historiador ruso, Vladímir Simonov, afirma que "no conviene reprocharles a los estudiantes de la Universidad de California su ignorancia. Desde el momento en que ellos aprendieron a deletrear, se les ofrecía una versión oficial de la Segunda Guerra Mundial escrita por un historiador influyente, pero poco escrupuloso: La Guerra Fría".

Los estudiantes del profesor Davis habrán podido encontrar reminiscencias de esa tesis en "La Historia Militar de EEUU", cuyos autores afirman: "El aporte de la URSS está muy exagerado, pues la guerra que se libró en el Este era una guerra en tierra firme y en un solo frente, mientras que en el Oeste los aliados combatían en dos frentes en tierra firme, así como realizaban operaciones en aire y mar".

Conforme explica el profesor Simonov, en 1944 la extensión del frente soviético-alemán era cuatro veces más grande que la de todos los frentes en que luchaban nuestros aliados juntos. En aquel período, en el frente del Este combatían a un mismo tiempo hasta 201 divisiones del adversario, mientras que las tropas anglo-estadounidenses tenían que hacer frente a un enemigo mucho menos numeroso, de 2 a 21 divisiones. La apertura del segundo frente por Occidente cambió poco esa correlación. Los aliados tenían concentrados 1.5 millones de efectivos en Europa Occidental, y los alemanes, 560 mil. Al propio tiempo, en el frente soviético-alemán 6.5 millones de soldados soviéticos combatían contra 4.5 millones de alemanes. Las bajas fundamentales fueron sufridas por las tropas de Hitler en los combates contra el Ejército Rojo: el 70 por ciento de los efectivos y el 75 por ciento de todo el material de guerra, incluidos carros blindados, piezas de artillería y aviones".




Antes de que se declare a la Rusia de Putin enemiga de la democracia, hubo un tiempo en que políticos e historiadores se apegaban más a la historia verdadera (a pesar de los textos de enseñanza). En la correspondencia entre Stalin y Churchill (de dominio público) encontramos una frase que le dejará sin aliento, Churchill expresó: "Fue el Ejército ruso que sacó las tripas a la máquina de guerra alemana". En nuestros tiempos, para el año 2005, el presidente de los Estados Unidos, George Bush, en una ceremonia junto a Vladimir Putín (60 aniversario del desembarco en Normandía), dijo: "Si no hubiera sido por Rusia, no existiría nada de esto...".

Pero, tampoco es justo atribuir el mérito solamente a los soviéticos, pese a todo, Francia y sobre todo Gran Bretaña lucharon con heroismo por defender Europa Occidental ante la invasión nazi, la Batalla de Inglaterra es un claro ejemplo; tampoco es dable negar el aporte estadounidense, aunque no determinante, con el programa de préstamos y arriendos a la URSS (lend lease) y la tardía apertura del segundo frente en junio de 1944. Es indudable que los estadounidenses dedicaron su mayor esfuerzo de guerra al teatro de operaciones en el Pacífico de 1942 a 1945 y contribuyeron con la producción industrial a sostener la resistencia británica y la ulterior invasión.

En general, la segunda guerra mundial fue ganada por el aporte de todos los Aliados, destacándose el papel soviético en la liberación de Europa y de los Estados Unidos en el triunfo contra el Imperio del Japón. El mérito corresponde a los soldados, a los militares que mantuvieron ese sentimiento de camaradería. Lastimosamente, no se puede decir lo mismo de los políticos, que reinventan la historia acorde a ciertos intereses. 

Debe quedar sentado que el punto de vista político "occidental" sobre los orígenes de la IIGM está disponible por cualquier medio y en cantidades industriales (por ejemplo en la industria cinematográfica). Tras las divergencias geopolíticas entre las grandes potencias mundiales, iniciado el siglo XXI, sigue existiendo ese celo por divulgar hechos históricos debidamente documentados, menospreciándose a verdaderos académicos e historiadores y sus publicaciones. Bajo estas circunstancias, siempre viene bien y hasta se vuelve imprescindible conocer lo que piensan historiadores y académicos de la Rusia actual. Para "tranquilidad" de algunos, estos hombres de ciencia son, generalmente, anti-estalinistas y retractores del comunismo.

Las siguientes son prácticas, entendibles y sobre todo esclarecedoras entrevistas (en tres entregas, dado su tamaño) que aportan a la comprensión del papel de la URSS, en una visión diferente -pero no politizada- de la historia de la segunda guerra mundial y la actual política de la Rusia poscomunista. 

Los siguientes trabajos datan del año 2005cuando todavía Rusia era considerada amiga y socia de los Estados Unidos. Aparecieron por primera vez a través de la agencia RIA Novosti (Rusia). La entrevista es conducida por Viktor Litovkine al historiador ruso Valentín Falin. Para la traducción en castellano nos valemos de la Red Voltaire, que las publicó entre marzo y abril de 2005, como un especial para el público español y latinoamericano, en colaboración con la mencionada agencia, con motivo de los 60 años conmemorativos de la Victoria sobre el fascismo y la finalización del conflicto. 

Esta conversación brinda aspectos antes poco conocidos de la Segunda Guerra Mundial (Gran Guerra Patria para los rusos).

Buena lectura.

t. andino


***

La historia, su realidad y mitos, constituyen retos políticos permanentes. Valentín Falin ofrece una lectura de la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista ruso, con frecuencia desconocido por el público occidental, basado en 
Archivos históricos inéditos abiertos recientemente a los investigadores que el  ha teniendo la oportunidad de estudiar y analizarlos. 


Primera parte I: 
 La Segunda Guerra Mundial podía haber terminado en 1943
Cuando Churchill pensaba en una alianza con los nazis

EntrevistaValentín Falin 
(Doctor en Historia). 
Entrevistador: Viktor Litovkine 
(Comentarista militar de Ria Novosti)
2005



A pesar de la barbarie nazi en la Segunda Guerra Mundial, muchos dirigentes occidentales, entre ellos el primer ministro conservador británico Winston Churchill, estaban convencidos que habría que luchar primero contra el comunismo soviético y promovían una alianza con los nazis de Adolf Hitler. 

La reciente apertura de archivos históricos inéditos demuestran mecanismos que han permanecido desconocidos para un vasto público, así como los móviles de la toma de unas u otras decisiones al más alto nivel político en esa época, los cuales ejercieron una influencia decisiva sobre el desarrollo y desenlace de la Segunda Guerra Mundial.

➤  Viktor Litovkin: La historiografía contemporánea de la Segunda Guerra Mundial ofrece diversas valoraciones de su etapa final. Unos expertos afirman que la guerra podía haber terminado mucho antes. De ello escribió, por ejemplo, en sus memorias el mariscal Chuikov. Otros sostienen que podía alargarse un año más, como mínimo. ¿Quién está más cercano a la verdad y en qué consiste ésta? ¿Cuál es el punto de vista de usted?
Valentín Falin: Los debates al respecto se desarrollan no solamente en la historiografía contemporánea. De cuánto iba a durar la guerra en Europa y cuándo terminaría se discutía ya en el transcurso de la guerra, y a partir de 1942, ello se hacía sin cesar. Para ser más exactos, se debe reconocer que ese problema interesaba a los políticos y los militares desde 1942.

En aquel entonces la mayoría de los estadistas, incluidos Roosevelt y Churchill, creían que la Unión Soviética podría resistir durante cuatro o seis semanas, al máximo. Tan sólo Benes afirmaba que la URSS resistiría la invasión nazi y, en fin de cuentas, derrotaría a Alemania.


La historiografía significa el estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre la historia y sus fuentes, y de los autores que han tratado de estas materias. Es decir, es una disciplina que se vale de técnicas y teorías relacionadas con el estudio, análisis y manera de interpretar la historia. 
  
➤  Viktor Litovkin: Eduard Benes era, si no lo recuerdo mal, presidente de Checoeslovaquia en el exilio. Después del complot de Munich de 1938 y la ocupación del país, él residía en Gran Bretaña.
Valentín Falin:  Sí. Pero más tarde, cuando dichas valoraciones - o tasaciones, si usted permite -de nuestra capacidad de resistir no se justificaron, cuando Alemania sufrió la primera -quiero recalcarlo- derrota estratégica en la batalla de Moscú, muchos cambiaron bruscamente de opinión. En Occidente empezaron a expresar recelos de que la Unión Soviética pudiese salir demasiado fuerte de la guerra, y como tal, comenzase a determinar la faz de la futura Europa.


Eduard Benes, presidente de la República de Checoslovaquia

Lo decía, por ejemplo, Berle, secretario de Estado adjunto de EE.UU y coordinador de los servicios de inteligencia estadounidenses. De este mismo parecer eran los allegados de Churchill, incluidas unas personas muy influyentes, que antes de empezar la guerra y en su transcurso elaboraban la doctrina de las acciones a desarrollar por las Fuerzas Armadas británicas y también la política de Gran Bretaña.

Con ello se explica en mucho grado la resistencia que Churchill oponía a la apertura del Segundo Frente en 1942. Aunque Beaverbrook y Cripps en la dirigencia británica, y especialmente Eisenhower y otros elaboradores de los planes militares estadounidenses, suponían que existían premisas técnicas y otras para asestar una derrota a los alemanes precisamente en 1942, utilizando la circunstancia de que el grueso de las fuerzas alemanas estaban concentradas en el Este y que había una costa de dos mil kilómetros de largo de Francia, Holanda, Bélgica, Noruega y de la propia Alemania, abierta para la incursión de los Ejércitos de los aliados. Los nazis no tenían fortificaciones permanentes en la costa atlántica.

Es más, los militares estadounidenses procuraban persuadir a Roosevelt (existen varios memorándums de Eisenhower al respecto) de que el Segundo Frente era necesario, que era posible abrirlo y que su apertura acortaría la guerra en Europa y haría capitular a Alemania, si no en 1942, en 1943 a más tardar.

Pero esos cálculos no le convenían a Gran Bretaña ni a los conservadores de la cúpula estadounidense.

➤  Viktor Litovkin: ¿A quién se refiere usted?
Valentín Falin: Por ejemplo, el Departamento de Estado, con Hall a la cabeza, mantenía una actitud muy adversa con respecto a la URSS. Es por ello que Roosevelt no lo llevó consigo cuando se dirigía a la Conferencia de Teherán. El secretario de Estado recibió los protocolos de las reuniones del «gran trío» sólo al cabo de seis meses de haberse celebrado la conferencia. Lo curioso es que la inteligencia política del Reich haya informado de su contenido a Hitler pasadas tres o cuatro semanas. La vida está llena de paradojas.

Después de la batalla de Kursk de 1943, que culminó con la derrota de la Wehrmacht, en Québec (Canadá) se reunieron el 20 de agosto los jefes de los Estados Mayores de EE.UU y Gran Bretaña, así como Churchill y Roosevelt. En el orden del día estaba el tema de un eventual abandono por Estados Unidos y Gran Bretaña de la coalición antihitleriana y la formación de una alianza con los generales nazis con el fin de librar guerra conjunta contra la Unión Soviética.


Tanques alemanes en el frente de Kursk (Rusia), batalla que ha quedado registrado hasta hoy día como el más grande choque de blindados de la historia militar. 

➤  Viktor Litovkin: ¿Por qué?
Valentín Falin: Porque, según la ideología de Churcill y quienes la compartían en Washington, había que detener a los «bárbaros rusos» en el Este, lo más lejos posible, y si no derrotar a la Unión Soviética, por lo menos debilitarla al máximo. Hacerlo, antes que nada, por las manos de los alemanes. Así se formulaba la tarea.

Era un plan muy viejo de Churchill. Él había desarrollado esa idea al conversar con el general Kutepov ya en 1919. Los norteamericanos, los ingleses y los franceses están sufriendo un revés y no podrán aplastar a la Rusia soviética, decía él.

Hace falta que de ello se ocupen los japoneses y los alemanes. En 1930, Churchill le explicaba la tarea en la misma clave a Bismarck, primer secretario de la Embajada de Alemania en Londres. Los alemanes se portaron durante la Primera Guerra Mundial como unos necios, decía él.

En vez de reconcentrarse en inflingir la derrota a Rusia, empezaron a librar la guerra en dos frentes. Si ellos se hubieran ocupado sólo de Rusia, Inglaterra habría neutralizado a Francia.

Churchill lo percibía no tanto como una lucha contra los bolcheviques cuanto como continuación de la guerra de Crimea de 1853-1856, en la que Rusia procuró poner fin a la expansión británica, no importa con qué resultado.

Viktor Litovkin: En Transcaucasia, Asia Central y Oriente Próximo rico en petróleo...
Valentín Falin: Por supuesto. Por consiguiente, cuando estamos hablando de diversas variantes de librar la guerra contra la Alemania nazi, no debemos olvidar que existían diversos enfoques de la filosofía de ser aliados y de los compromisos que Inglaterra y EE.UU querían asumir ante Moscú.

Voy a hacer una digresión. En 1954 o en 1955, en Gent se celebró un simposio religioso sobre el tema de si se besan los ángeles. Como resultado de los debates de muchos días se llegó a la conclusión de que sí, se besan, pero sin sentir pasión. Dentro de la coalición antihitleriana, las relaciones de aliados semejaban ser unos besos así, por no decir que eran unos besos de Judas. Se hacían promesas, sin asumir compromisos, o -aún peor- para inducir a error a la parte soviética.

Esa táctica hizo fracasar las negociaciones entre la URSS, Gran Bretaña y Francia en agosto de 1939, cuando todavía existía la posibilidad de hacer algo para detener la agresión nazi. A los dirigentes soviéticos no les dejaron otra opción que concertar el pacto de no agresión con Alemania.

Nos expusieron al golpe de la máquina militar nazi, ya preparada para agredir. Conviene citar la directriz formulada en el despacho de Chamberlain: «Si Londres no puede evitar pactar con la Unión Soviética, la firma británica que se ponga al pie del documento no debe significar que en caso de agredir los alemanes contra la URSS los ingleses le acudan en ayuda a la víctima de la agresión, declarando guerra a Alemania. Debemos reservarnos la posibilidad de manifestar que Gran Bretaña y la Unión Soviética interpretan los hechos de distintos modos».



Hitler pasa revista a sus tropas luego de la rendición polaca en septiembre 1939.

➤ Viktor Litovkin: Existe otro ejemplo histórico bien conocido: cuando Alemania agredió en septiembre de 1939 a Polonia, aliada de Gran Bretaña, Londres declaró guerra a Berlín, mas no dio ni un paso concreto para ayudar realmente a Varsovia.
Valentín Falin: Pero en nuestro caso ni se trató de declarar guerra aunque sea de pura forma. Los tories (políticos conservadores británicos) partían de que la apisonadora alemana iba a llegar a los Urales, aplastándolo todo en su camino. Y que no quedaría quien se quejase de la Perfidia de Albión.

Esa ligazón entre las épocas y los acontecimientos siguió existiendo durante la guerra, dando pábulo para las reflexiones. Y las conclusiones a que se llegaba no eran muy optimistas para nosotros, según me parece a mí.

➤ Viktor Litovkin: Volvamos al deslinde de los años 1944 y 1945. ¿Podíamos haber concluido la guerra antes del mes de mayo o no?
Valentín Falin: Hagamos la pregunta de otro modo: ¿Por qué el desembarco de los aliados se planeaba precisamente para 1944? Nadie lo acentúa, pero la fecha no se escogió por una casualidad. En Occidente tomaban nota de que en Stalingrado habíamos perdido un inmenso número de soldados, oficiales y material de guerra, que habíamos sufrido colosales pérdidas en el arco de Kursk... Perdimos más carros blindados que los alemanes.

En 1944, la URSS ya se veía obligada a movilizar a muchachos de 17 años de edad. El campo ya estaba sin la mano de obra masculina. Sólo evitaban llamar a filas a los hombres de los años de nacimiento 1926 y 1927 que trabajaban en las empresas de la industria de guerra, por protestar mucho los directores de éstas.

Los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos, al valorar las perspectivas, coincidían en que hacia la primavera de 1944 el potencial ofensivo de la Unión Soviética se vería agotado por completo, ya no habría reservas humanas, y la Unión Soviética ya no podría asestarle a la Wehrmacht un golpe comparable con los que ésta recibió en las batallas de Moscú, Stalingrado y Kursk.

Según sus cálculos, atascados en la confrontación con los nazis, los soviéticos cederían la iniciativa estratégica a EE.UU e Inglaterra hacia las fechas de comenzar el desembarco.

Con el desembarco de los aliados en el continente se hizo coincidir un complot tramado contra Hitler. Los generales, si se hiciesen con el poder en el Reich, tenían que disolver el Frente Occidental y abrir paso a los estadounidenses y los ingleses para que éstos ocuparan a Alemania y «liberaran» a Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia y Austria... Se pretendía hacer parar al Ejército Rojo en las fronteras del año 1939.

➤ Viktor Litovkin: Recuerdo que los estadounidenses y los ingleses hasta desembarcaron en Hungría, cerca de Balatón, con el fin de apoderarse de Budapest, pero los alemanes liquidaron a todo el grupo...
Valentín Falin: No era un desembarco en sí, era un grupo al que se encomendó restablecer contactos con las fuerzas antisfascitas húngaras. Pero se hizo fracasar no sólo ese plan. Después del atentado, Hitler quedó a salvo, Rommel fue gravemente herido y salió del juego, aunque en Occidente se ponían las miras precisamente en él. Los demás generales se acobardaron.

Sucedió lo que sucedió. A los estadounidenses no les resultó recorrer Alemania en marcha alegre bajo el son de la música marcial. Ellos se vieron obligados a entrar en combates, a veces pesados, baste con recordar la operación de las Ardenas. Pero pese a todo eso, ellos cumplían sus tareas, a veces de una manera bastante cínica.

Voy a aducir un ejemplo concreto. Las tropas de EE.UU se acercaron a París. Allí había estallado una sublevación. Los estadounidenses se detuvieron a treinta kilómetros de la capital, esperando a que los alemanes acabasen con los rebeldes, porque se trataba en primer lugar de los comunistas.

Según diversos datos, fueron muertas de tres a cinco mil personas. Pero los sublevados lograron imponerse, y entonces los estadounidenses tomaron París. Algo análogo sucedió en la parte Sur de Francia. Volvamos a aquel deslinde del que empezamos a hablar.


Tanques alemanes en formación durante la batalla de las Ardenas. Invierno 1944-45 (foto captura de video documental)

➤ Viktor Litovkin: Del invierno de 1944 y 1945.
Valentín Falin: Sí. En otoño de 1944 en Alemania se celebraron varias reuniones, primero bajo dirección de Hitler, y luego, por encargo de éste, de Jodl y Keitel. Su sentido se reducía a lo siguiente: Si les damos una buena tunda a los estadounidenses, en EE.UU e Inglaterra despertará el gusto por volver a las negociaciones que se habían celebrado entre 1942 y 1943 ocultándolo de Moscú.

La operación de las Ardenas fue concebida en Berlín no como una llamada a contribuir a la victoria en la guerra, sino para minar las relaciones de aliados entre Occidente y la Unión Soviética. Se pretendía dar a entender a EE.UU que Alemania todavía era fuerte y podía presentar interés para los países occidentales en su confrontación con la Unión Soviética. Y que a ellos mismos no les alcanzarían fuerzas para hacer parar a los «rojos» en los accesos a Alemania.

Hitler subrayaba que nadie iba a conversar con un país que estaba en una situación grave. Con nosotros van a hablar si la Wehrmacht demuestra seguir siendo una fuerza de verdad, decía él.

El factor sorpresa era su as de triunfo. Los aliados se instalaron en locales de invierno, sosteniendo que la zona de Alsacia y las montañas de Ardenas eran un lugar magnífico para descansar y muy malo para librar operaciones de combate. Pero los alemanes tenían planes de abrirse paso hacia Rotterdam y con ello privar a los estadounidenses de la posibilidad de utilizar los puertos de Holanda. Era la circunstancia decisiva para toda la campaña occidental.

El comienzo de la operación de las Ardenas se aplazó en varias ocasiones. A Alemania no le alcanzaban las fuerzas. Empezó en el momento preciso en que en invierno de 1944 el Ejército Rojo libraba extenuantes combates en Hungría, en la zona de Balatón y Budapest. Estaban en juego las últimas fuentes de petróleo -en Austria y algunas en la propia Hungría -controladas todavía por los alemanes.

Esta era una de las causas por las que Hitler decidió defender a Hungría a pesar de todo, y en el apogeo mismo de la operación de las Ardenas y antes de comenzar la de Alsacia empezó a atraer tropas desde la dirección occidental, para lanzarlas al frente soviético-húngaro. La fuerza básica de la operación de Ardenas - el Sexto Ejército de carros blindados de la SS - fue retirada de Ardenas y trasladada a Hungría...

➤ Viktor Litovkin: A Haimasker.
Valentín FalinEl desplazamiento había comenzado en esencia antes de que Roosevelt y Churchill, presas de pánico, le dirigieron a Stalin un llamamiento que, traducido del lenguaje diplomático al corriente, decía: ayúdennos, sálvennos, estamos sufriendo una desgracia.

Hitler a su vez suponía, hay pruebas de ello: puesto que los aliados le fallaban tan a menudo a la Unión Soviética y se ponían a esperar abiertamente cuánto iba a aguantar Moscú y el Ejército Rojo, también la parte soviética podría proceder así.

En 1941 ellos esperaban cuándo iba a caer la capital de la URSS; en 1942, no sólo Turquía y el Japón, también EE.UU estaban aguardando la caída de Stalingrado, para luego empezar a revisar su política. Los aliados ni siquiera quisieron proporcionarle a la URSS los datos obtenidos por sus servicios de inteligencia, por ejemplo de los planes de los alemanes de desarrollar la ofensiva del Don al Volga y después hacia el Cáucaso, y otros por el estilo...

➤ Viktor Litovkin: Si no me equivoco, esa información nos fue suministrada por la legendaria «Orquesta Roja».
Valentín Falin: Los estadounidenses no nos informaban de nada, aunque conocían muchos detalles, hasta días y horas, por ejemplo, respecto a los preparativos de la operación «Ciudadela» en el Arco de Kursk...

Teníamos fundamentos de peso, por supuesto, para ver detenidamente en qué grado nuestros aliados sabían y querían combatir y en qué grado estaban preparados para promover su plan principal durante la realización de la operación en el continente, que era el plan «Rankin».

El plan principal no era el «Overlord», sino precisamente el «Rankin», que preveía establecer control anglo-americano sobre toda Alemania y todos los Estados de Europa del Este, para no dejarnos entrar allá. Eisenhower, cuando fue designado comandante del Segundo Frente, recibió la directriz: ir preparando el plan «Overlord», pero siempre tener en cuenta el «Rankin».

Si surgían las condiciones propicias para realizar el «Rankin», dejar de un lado el «Overlord» y lanzar todas las fuerzas a cumplir el «Rankin». El levantamiento en Varsovia fue organizado con ese objetivo, así como otras muchas actividades.

En este sentido, el año 1944 y comienzos del 1945 eran la hora de la verdad. La guerra no se desarrollaba por dos frentes: el del Este y el del Oeste, sino en dos frentes.

Oficialmente, los aliados realizaban unas operaciones de combate que tenían mucha importancia para nosotros, atando, sin lugar a dudas, una parte de las tropas alemanas.

Pero su plan fundamental consistía en lograr detener en lo posible a la Unión Soviética, según decía Churchill, mientras que algunos de los generales estadounidenses utilizaban palabras más bruscas: «detener a los descendientes de Genghis Khan».

Pero fue Churchill quien formuló esa idea en una forma abiertamente antisoviética en octubre de 1942, cuando todavía no había comenzado nuestra contraofensiva el 19 de noviembre en Stalingrado. «Tenemos que hacer parar a esos bárbaros en el Este, lo más lejos posible», dijo él.


El Comandante Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada, General Dwight David Eisenhower y su Estado Mayor.

Cuando estamos hablando de nuestros aliados, no quiero menospreciar de ningún modo los méritos de sus soldados y oficiales que combatían, igual que nosotros, sin saber nada de las intrigas y maquinaciones políticas de sus gobernantes, combatían con honestidad y firmeza.

Tampoco quiero restarle importancia a la ayuda de «land-lease» (NdE. ley de préstamos y arriendos) que se nos brindaban, aunque nunca fuimos los destinatarios principales. Quiero subrayar simplemente en qué grado la situación era complicada, contradictoria y peligrosa para nosotros a lo largo de toda la guerra, hasta resonar las salvas de la Victoria. En qué grado nos era difícil a veces tomar una u otra decisión, cuando no simplemente nos embaucaban sino que nos exponían al peligro.

➤ Viktor Litovkin: ¿Es decir, la guerra de veras podía haber terminado mucho antes del mayo de 1945?
Valentín Falin: Respondiendo con absoluta franqueza, diré: , podía. Y no es la culpa de nuestro país de que no haya terminado ya en 1943. No es culpa nuestra. Habría terminado, si nuestros aliados hubieran cumplido con honestidad su deber, si se hubieran atenido a los compromisos asumidos ante la Unión Soviética en 1941, 1942 y en la primera mitad de 1943. Pero puesto que no lo hicieron, la guerra se alargó por un año y medio o por dos años, como mínimo.

Lo principal es que, si no hubiera sido por ese dar largas a la apertura del Segundo Frente, habrían perecido unos 10 o 12 millones de soviéticos y aliados menos, especialmente en el territorio de la Europa ocupada. Ni habría existido Auschwitz, que funcionó a plena marcha en 1944...
Fuente original en castellano

09 mayo 2020

Mayo de 1945: la Alemania nazi se rinde, pero ... ¿el 7, 8 o 9 de mayo?




Dr. Jacques R. Pauwels


Introducción del editor del blog

El Dr. Jacques R. Pauwels, sin duda, es de los mejores historiadores en la actualidad, autor del conocido libro "The Myth of the Good War: America in the Second War World", repasa en esta ocasión una variedad de fechas que conmemoran la rendición de la Alemania nazi. Algunos medios en estos días se preguntan por qué Alemania se rindió dos veces, el 7 de mayo en Reims y el 8 en Berlín. En realidad hubo más de dos ceremonias de rendición... Otros prefieren la polémica, si fue realmente el día de la "Liberación de Europa" o si debe festejarse el "Día de la Victoria", la temprana "Guerra Fría" había dado inició aún antes de derrotar al nazismo. 

El 7 y 9 de mayo de 1945, marcan la rendición incondicional de Alemania ante los aliados en Reims, Francia y en Berlín, respectivamente. La "Temprana Guerra Fría" estaba ya presente, nadie, fuera de los grandes protagonistas lo sabían, la mano ideológica en la cuestión era evidente. Es innegable que los Aliados discutieron el asunto en varias reuniones previas al descalabro alemán, al menos del lado occidental lo hicieron "atormentados por los fantasmas de la Primera Guerra Mundial y un futuro comunista incierto, los aliados decidieron cubrir todas las posibilidades" (cita de un artículo de National Geographic).

El 14 de enero de 1944 los Aliados a través de una Comisión de Asesoría Europea proponen que la capitulación alemana debe constar en un único documento de rendición incondicional.​ En otras conversaciones se acordó que el texto de rendición deberá estar rubricado por representantes del Alto Mando alemán, ya que se temía que se repita el armisticio de la Primera Guerra Mundial, firmado por delegados civiles del Imperio Alemán, que desató el mito del "victimismo alemán" (en 1918, el Imperio se derrumba y es remplazado por una república parlamentaria. Matthias Erzberger, nombrado secretario de Estado, concurrió a la firma del armisticio de Compiègne, Alemania acepta la rendición incondicional).

El 28 de julio 1944 los Aliados (EEUU, Gran Bretaña, URSS) se ponen de acuerdo que habrá un texto definitivo. En agosto de 1944, los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Aliadas también abordan el tema de las rendiciones a nivel local (debido a que Europa seguía ocupada en buena parte por las fuerzas alemanas), en todos los casos debería concluir con un acto de capitulación definitiva e incondicional de Alemania.

Por el lado alemán, tras el suicidió de Hitler y nombrado vía testamento su sucesor, el Almirante Karl Dönitz transmitió la orden al General Alfred Jodl para que "negocie" una rendición ante el General Dwight D. Eisenhower, sin que sea aceptado. Los Aliados exigen "Rendición Incondicional". En la práctica, la "herencia" de Hitler al Almirante Dönitz, no está destinada a dirigir una "Nueva Alemania" sino a sepultar el sistema nazi.


Esta es una copia auntenticada por el almirante Karl Dönitz de la ley de capitulación incondicional firmada en Reims, Francia, la copia permaneció en su poder, la nota a pie fue escrita y firmada el 15 de abril de 1977, afirmando: "Este documento fue firmado por mi orden por el general Jodl". Se conserva en el Musée de la Reddition (Museo de la Rendición) en Reims, Francia.

A punto de terminar el conflicto, los Acuerdos entre Aliados no se cumplen, hasta "cuestiones ideológicas" entran en escena. El 7 de mayo 1945, en Reims (Francia), Alfred Jodl junto a representantes del Alto Mando Alemán firman el acta de capitulación militar incondicional y alto el fuego que deberá entrar en vigor el 8 de mayo.


Reims, 7 mayo 1945, El General Alfred Jodl suscribe el acta de rendición incondicional de Alemania.

Ese acto recibió la protesta inmediata de Stalin, la Unión Soviética apenas participa simbólicamente en Reims, con la presencia de un desconocido oficial soviético. Las objeciones de Stalin son claras: Incumplimiento de lo pactado, Berlín debe ser el lugar donde se firme la capitulación; la URSS tiene que estar representada por su Comandante militar más importante y no por un oficial "invitado" (Reims); Stalin argumenta que Jodl no es el oficial militar de mayor rango de Alemania, por tanto, la rendición es ilegítima. Stalin exige reorganizar una nueva ceremonia de capitulación, los aliados occidentales aceptan para que el mariscal de campo Wilhelm Keitel, comandante supremo de las fuerzas alemanas comparezca en persona y ponga su firma en el documento de rendición incondicional. 

El 8 de mayo Eisenhower tuvo que dirigirse a Berlín para reunirse con la delegación Aliada, tal como exigían los soviéticos, a la vez que Keitel acudía a Karlshorst (Berlín), sede de la Administración Soviética para rubricar el documento de capitulación ante el mariscal soviético Georgy Zhukov y la delegación aliada, hecho que sucede a la medianoche de ese día, haciéndose efectiva a las pocas horas, ya entrado el 9 de mayo. 



El mariscal de campo Wilhelm Keitel en la firma de la rendición incondicional ante el mariscal Zhukov, en Karlshorst - Berlín, 8 de mayo 1945.


Al acto en Karlshorst concurren los miembros del Alto Mando Alemán (OKW - Oberkommando der Wehrmacht): Mariscal de campo Wilhelm Keitel, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas alemanas (Wehrmacht) y representante del Ejército alemán; General-Almirante Hans-Georg von Friedeburg, Comandante en Jefe de la Armada Alemana; y, Coronel general Hans-Jürgen Stumpff, representante de la fuerza aérea alemana. Por el otro lado: El Comandante de las Fuerzas Aliadas Soviéticas, Mariscal Georgy Zhukov en nombre del Alto Mando Supremo del Ejército Rojo y de la URSS; y, los representantes de los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña que actúan como testigos de la firma: Mariscal del Aire Sir Arthur William Tedder, como Comandante Supremo Adjunto de la Fuerza Expedicionaria Aliada; General Carl Spaatz, Comandante de las fuerzas aéreas estratégicas de los Estados Unidos, como testigo; General Jean de Lattre de Tassigny, comandante del primer ejército francés, como testigo.

Por razones, que incluye la propaganda, en Rusia se celebra el "Día de la Victoria" el 9 de mayo, mientras en otros lugares, como Europa y Estados Unidos se conmemora el 8 de mayo, ya que ese día -oficialmente- entraría en rigor el alto al fuego (en realidad los combates se mantuvieron en el este de Europa aún entrado el 11 de mayo, los alemanes seguían oponiendo resistencia armada a los soviéticos, quienes respondían, no hubo un alto el fuego efectivo).

Un hecho a destacar es que los Aliados en ningún momento reconocieron la existencia de un gobierno "civil" conforme el testamento de Hitler, es decir el encabezado por el Almirante Dönitz cuya sede se instaló al norte de Alemania en Flensburg, considerando que ese gobierno en funciones era ilegítimo; por tanto, se dejó bien en claro que no negociaron con ese gobierno sino con el Alto Mando Militar Alemán, aunque los jefes militares alemanes si actuaron bajo instrucciones de Dönitz para la rendición de mayo de 1945. Por esa razón, el Alto Mando de las Fuerzas Armadas Alemanas (Wehrmacht) suscribe el acta de capitulación incondicional. Un par de semanas más tarde (23 de mayo), fuerzas aliadas irrumpieron en Flensburg, Dönitz y otros serán detenidos en calidad de prisioneros de guerra, la mayoría de ellos comparecerán en Nurenberg acusados bajo cargos de conspiración, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. 


Berlín, 5 de junio de 1945: Los comandantes en Jefe de las cuatro potencias ocupantes de Alemania durante la ceremonia de la toma del poder del Gobierno de Control Aliado Occidentales, en sus sectores; De izquierda a derecha: el mariscal de campo británico Bernard Montgomery, el comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Europa, el general estadounidense Dwight D. Eisenhower, el jefe de personal del Ejército Rojo y el mariscal de la Unión Soviética Georgy Shukov y el comandante en jefe del primer ejército francés, general Jean de Lattre de Tassigny.

A continuación el Dr. Jacques R. Pauwels profundiza el tema (Las fotografías y notas a pie de foto, adjuntas al texto original, corresponden al editor del blog).

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En 1943, los estadounidenses, los británicos y los soviéticos acordaron que no habría negociaciones separadas con la Alemania nazi con respecto a su capitulación, y que la rendición alemana tendría que ser incondicional. A principios de la primavera de 1945, Alemania estaba derrotada y los Aliados se preparaban para recibir colectivamente su rendición incondicional. Pero, ¿dónde se llevaría a cabo esa ceremonia de capitulación, en el frente oriental o en el frente occidental?

Aunque solo fuera por razones de prestigio, los aliados occidentales preferían que la Alemania nazi reconociera la derrota en algún lugar del frente occidental. Las conversaciones secretas con los alemanes, que los británicos y los estadounidenses ya mantenían en ese momento (es decir, en marzo de 1945) en la neutral Suiza en violación flagrante de los acuerdos entre aliados, bajo el nombre en clave de Operación Sunrise, prometieron ser útiles en ese contexto. Podrían producir una rendición alemana en Italia, que en realidad había sido el objetivo original de las conversaciones, pero también podrían dar un acuerdo con respecto a la capitulación alemana general y supuestamente incondicional venidera. Detalles intrigantes, como el lugar de celebración de la ceremonia, posiblemente se puedan determinar de antemano y sin aportes de los soviéticos. En realidad, existían muchas posibilidades a este respecto.

La Operación Sunrise fue una serie de negociaciones secretas organizadas a través de intermediarios y facilitadas por la inteligencia del ejército suizo. Se celebraron en marzo de 1945 en Suiza entre representantes de los aliados occidentales y Alemania. Arriba (izq) Allen Dulles, luego Director de la CIA y el General de Waffen-SS Karl Wolff (arriba derecha), conocido como los "ojos y oídos de Heinrich Himmler" fueron las principales figuras involucradas. La reunión principal fue el 19 de marzo de 1945 en una finca aislada en Ascona (cerca de la frontera italiana al norte de Milán), el objetivo inicial era acordar los términos para una rendición alemana de sus fuerzas en Italia.


La Gran Guerra de 1914-1918 había terminado con un armisticio claro e inequívoco, es decir, en forma de una rendición incondicional alemana. La capitulación se firmó en la sede del mariscal Foch en el pueblo de Rethondes, cerca de Compiègne, el 11 de noviembre, poco después de las 5 de la mañana, y las armas se callaron esa misma mañana a las 11. Los negociadores alemanes habían pedido un cese el fuego inmediato, pero esa solicitud había sido rechazada. 


La Segunda Guerra Mundial, por otro lado, debía detenerse, al menos en Europa, en medio de la intriga y la confusión, de modo que incluso hoy en día hay muchos conceptos erróneos sobre el tiempo y lugar de la capitulación alemana. La Segunda Guerra Mundial iba a terminar en el teatro europeo no con uno, sino con toda una serie de capitulaciones alemanas, con una verdadera orgía de rendiciones.

Comenzó en Italia el 29 de abril de 1945, con la capitulación de los ejércitos alemanes combinados en el suroeste de Europa ante las fuerzas aliadas dirigidas por el mariscal de campo británico Alexander. La ceremonia tuvo lugar en la ciudad de Caserta, cerca de Nápoles. Los firmantes en el lado alemán incluyeron al general de las SS Karl Wolff, quien había llevado a cabo negociaciones con agentes secretos estadounidenses en Suiza sobre temas delicados, como la neutralización del tipo de antifascistas italianos para los que no había lugar en los planes de posguerra estadounidense-británico.


Capitulación en Italia. El SS-Sturmbannfuhrer Wenner firma el Instrumento de Rendición mientras el Teniente Coronel von Schweinitz observa. Como resultado de las complejas negociaciones (operación sunrise), el 28 de abril de 1945 en el Palacio Real de Caserta, von Schweinitz y Wenner, en representación del general von Vietinghoff y el general SS Wolff, recibieron el documento de parte del general W.D. Morgan para estudiarlo. Al siguiente día, los oficiales alemanes aceptaron los términos del "Instrumento de rendición", firmándose el 29 de abril de 1945. Los oficiales alemanes estaban vestidos de civil, los términos de la rendición entraron en vigor el 2 de mayo de 1945. En el grupo había un observador ruso.

Stalin se enteró de la "Operación Sunrise" y expresó sus dudas sobre el acuerdo que se estaba desarrollando entre los Aliados Occidentales y los alemanes en Italia, pero al final dio su bendición a esta capitulación. El armisticio se firmó el 29 de abril de pero preveía un alto el fuego solo el 2 de mayo. Esto pretendía dar tiempo suficiente para que las tropas estadounidenses o británicas se apresuraran hasta Trieste, donde las tropas alemanas luchaban contra los partisanos yugoslavos de Tito; este último tenía buenas razones para creer que esta ciudad podría convertirse en parte de Yugoslavia después de la guerra y, sin duda, tenía en mente el dictamen de que la posesión es el noventa por ciento de la ley. Pero los estadounidenses y los británicos querían evitar este escenario. Una unidad de Nueva Zelanda llegó a Trieste "después de una agitada carrera desde Venecia" el 2 de mayo y ayudó a obligar a los alemanes en la ciudad a rendirse al día siguiente, por la noche. Una crónica de Kiwi de este evento relata eufemísticamente que sus hombres "llegaron justo a tiempo para liberar la ciudad junto con unidades del ejército de Tito.


El 4 de mayo de 1945, en Lüneburg (este de Hamburgo), el mariscal de campo Bernard Montgomery acepta la rendición incondicional de las fuerzas alemanas en los Países Bajos, el noroeste de Alemania, incluyendo todas las islas en Dinamarca y todos los buques de guerra en esas áreas. El acto fue firmado en una tienda de campaña e la sede de Montgomery en la colina Timeloberg. La delegación alemana estaba compuesta por el almirante von Friedeburg, general Kinzel y el contralmirante Wagner. 

Muchas personas en Gran Bretaña creen firmemente incluso hoy que la guerra contra Alemania terminó con una rendición alemana en la sede de otro mariscal de campo británico, a saber, Montgomery, en el Luneburg Heath en el norte de Alemania. Sin embargo, esta ceremonia tuvo lugar el 4 de mayo de 1945, es decir, al menos cinco días antes de que las armas finalmente se callaran en Europa, y esta capitulación se aplicaba solo a las tropas alemanas que hasta ahora habían estado luchando contra el 21º Grupo de Ejércitos Británico-Canadiense de Montgomery en los Países Bajos. y en el noroeste de Alemania. Para estar seguros, los canadienses aceptaron la capitulación de todas las tropas alemanas en Holanda al día siguiente, 5 de mayo, durante una ceremonia en Wageningen, una ciudad en la provincia de Gelderland, en el este de Holanda. A los británicos, por supuesto, es importante y gratificante creer que los alemanes tuvieron que suplicar un alto el fuego en la sede de su "Monty"; para este último, el prestigio asociado con el evento proporcionó cierta compensación por el hecho de que su reputación había sufrido considerablemente por el fiasco de la Operación Market Garden, el intento de septiembre de 1944 de cruzar el Rin en la ciudad holandesa de Arnhem, una empresa de la cual había sido el padrino. En los Estados Unidos y también en Europa occidental, el evento en el Luneburg Heath se ve con razón como una capitulación estrictamente local, a pesar de que se reconoce que sirvió como un preludio a la capitulación alemana definitiva y el alto el fuego resultante.



El Teniente General Charles Foulkes (centro izquierda) del I Cuerpo Canadiense (GOC) acepta la rendición de las fuerzas alemanas del general Johannes Blaskowitz (centro derecha) en los Países Bajos, el 5 de mayo de 1945. Lugar: Wageningen, provincia de Gelderland - Países Bajos. El caballero sentado en el extremo izquierdo de la foto (de espaldas) es  el Príncipe Bernhard van Lippe-Biesterfeld que sería el marido de la reina Juliana de los Países Bajos. El príncipe fue el representante holandés en la ceremoniasde rendición.


En lo que respecta a los estadounidenses, franceses, belgas y otros, esta rendición alemana definitiva tuvo lugar en la sede del general Eisenhower, el comandante supremo de todas las fuerzas aliadas en el frente occidental, en un destartalado edificio escolar en la ciudad de Reims, el 7 de mayo de 1945, temprano en la mañana. Pero este armisticio debía entrar en vigencia solo al día siguiente, 8 de mayo, y solo a las 11:01 p.m. Es por esta razón que incluso ahora, las ceremonias de conmemoración en los Estados Unidos y en Europa occidental tienen lugar el 8 de mayo.



El general Alfred Jodl acompañado por la delegación alemana suscribe el acta de rendición incondicional de Alemania, Reims 7 de mayo 1945. En la fotografía inferior los generales Ivan Susloparov, Morgan, Smith, Eisenhower, el mariscal Tedder, brindan después de firmar los documentos de rendición alemanes.

Sin embargo, incluso el evento importante en Reims no fue la ceremonia final de rendición. Con el permiso del sucesor de Hitler, el almirante Dönitz, portavoces alemanes llamaron a la puerta de Eisenhower para intentar una vez más concluir un armisticio solo con los aliados occidentales o, en su defecto, tratar de rescatar a más unidades de la Wehrmacht de las garras de los soviéticos. Eisenhower no estaba personalmente dispuesto a dar su consentimiento para más entregas locales, y mucho menos una capitulación general alemana solo a los Aliados occidentales. Pero apreció las ventajas potenciales que se acumularían en el lado occidental si de alguna manera la mayor parte de la Wehrmacht terminaría en el cautiverio británico-estadounidense en lugar de soviético. Y también se dio cuenta de que esta era una oportunidad única para inducir a los alemanes desesperados a firmar en su cuartel general la capitulación general e incondicional en forma de un documento que se conformaría a los acuerdos inter aliados; este detalle obviamente haría mucho para mejorar el prestigio de los Estados Unidos.

En Reims llegó así a un escenario bizantino. Primero, desde París se trajo a un oscuro oficial de enlace soviético, el mayor general Ivan Susloparov, para salvar la apariencia de la colegialidad aliada requerida. En segundo lugar, si bien los alemanes dejaron en claro que no podía tratarse de una capitulación por separado en el frente occidental, se les hizo una concesión en forma de acuerdo de que el armisticio solo entraría en vigor después de un retraso de cuarenta y cinco horas. Esto se hizo para acomodar el deseo de los nuevos líderes alemanes para brindar a la mayor cantidad posible de unidades de la Wehrmacht una última oportunidad de rendirse a los estadounidenses o los británicos. Este intervalo les dio a los alemanes la oportunidad de transferir tropas del Este, donde los intensos combates continuaron sin cesar, hacia el Oeste, donde después de los rituales de firma en Luneburg y luego Reims ya casi no se disparaba. Los alemanes, cuya delegación estaba encabezada por el general Jodl, firmaron el documento de capitulación en la sede de Eisenhower el 7 de mayo a las 2:41 am; pero las armas debían permanecer en silencio solo desde el 8 de mayo a las 11:01 pm. Los comandantes locales estadounidenses dejarían de permitir que los alemanes escapen detrás de sus líneas solo después de que la capitulación alemana realmente entrara en vigor. Se puede argumentar, entonces, que el acuerdo concluido en la ciudad de Champagne no constituyó una capitulación totalmente incondicional


Reims, 7 mayo 1945, Jodl firma la rendición alemana.


El documento firmado en Reims dio a los estadounidenses exactamente lo que querían, a saber, el prestigio de una rendición general alemana en el Frente Occidental en la sede de Eisenhower. Los alemanes también lograron lo mejor que podían esperar, ya que su sueño de una capitulación ante los aliados occidentales parecía estar fuera de discusión: un "aplazamiento de ejecución", por así decirlo, de casi dos días. Durante este tiempo, la lucha continuó prácticamente en el Frente Oriental, e innumerables soldados alemanes aprovecharon esta oportunidad para desaparecer detrás de las líneas británico-estadounidenses. Sin embargo, el texto de la rendición en Reims no se ajustaba por completo a la redacción de una capitulación general alemana acordada previamente por los estadounidenses y los británicos, así como los soviéticos. También era cuestionable si el representante de la URSS, Susloparov estaba realmente calificado para firmar conjuntamente el documento. Además, es comprensible que los soviéticos estaban lejos de estar contentos de que los alemanes tuvieron la posibilidad de continuar luchando contra el Ejército Rojo durante casi dos días más, mientras que en el Frente Occidental la lucha prácticamente había llegado a su fin. 

Se creó así la impresión de que lo que se había firmado en Reims era, de hecho, una rendición alemana solo en el Frente Occidental, un acuerdo que violaba los acuerdos entre aliados. Para despejar el aire, se decidió organizar una ceremonia de capitulación definitiva, de modo que la rendición alemana en Reims se revelara retroactivamente como una especie de preludio a la rendición final y/o como una rendición puramente militar, a pesar de que los estadounidenses y los europeos occidentales continuarían conmemorándolo como el verdadero fin de la guerra en Europa. 


El mariscal Wilhelm Keitel firma la rendición incondicional de Alemania en Berlín, 8 de mayo de 1945

Fue en Berlín, en la sede del mariscal Zhukov, donde se firmó la capitulación alemana final y general, tanto política como militar, el 8 de mayo de 1945 o, dicho de otra manera, la capitulación alemana del día anterior en Reims fue ratificada por todos los aliados. Los signatarios de Alemania, siguiendo las instrucciones del almirante Dönitz, fueron los generales Keitel, von Friedeburg (que también había estado presente en Reims y en Luneburg Heath) y Stumpf. Dado que Zhukov tenía un rango militar más bajo que Eisenhower, este último tenía una excusa perfecta para no asistir a la ceremonia bajo los escombros de la capital alemana. Envió a su adjunto británico de bajo perfil, el mariscal Tedder, para firmar, y esto, por supuesto, le quitó un poco de brillo a la ceremonia en Berlín en favor de la de Reims.

En lo que respecta a los soviéticos y la mayoría de los europeos orientales, la Segunda Guerra Mundial en Europa terminó con la ceremonia en Berlín el 8 de mayo de 1945, que resultó en la entrega de las armas al día siguiente, el 9 de mayo. Los estadounidenses, y para la mayoría de los europeos occidentales, "lo real" fue y sigue siendo la rendición en Reims, firmada el 7 de mayo y efectiva el 8 de mayo. Mientras que los primeros siempre conmemoran el final de la guerra el 9 de mayo, los segundos siempre lo hace el 8 de mayo. Pero, los holandeses celebran el 5 de mayo, fecha de la ceremonia en la sede canadiense en Wageningen. 



El mariscal Wilhelm Keitel estampa su firma ante la atenta mirada de los presentes. Berlín 8 de mayo 1945


Que uno de los dramas más grandes de la historia mundial podría tener un final tan confuso e indigno en Europa fue una consecuencia, como escribe Gabriel Kolko:

La Primera Guerra Mundial había terminado de facto con el armisticio del 11 de noviembre de 1918 y de jure con la firma del Tratado de Versalles el 28 de junio de 1919. La Segunda Guerra Mundial llegó a su fin con toda una serie de rendiciones, pero nunca llegó a un tratado de paz à la versaillaise, al menos no con respecto a Alemania. (Los tratados de paz se concluyeron a su debido tiempo con Japón, Italia, etc.). 

El 10 de febrero de 1947, todas las potencias victoriosas se reconciliaron oficialmente en París con los países que habían sido aliados de la Alemania nazi, a saber, Italia, Rumania, Bulgaria y Finlandia. Y los Estados Unidos y casi otros cincuenta países concluyeron un tratado de paz con Japón, pero no la Unión Soviética y la República Popular de China, en San Francisco el 8 de septiembre de 1951; ese tratado entró en vigencia el 28 de abril de ese mismo año.

La razón por la que nunca se firmó un tratado de paz real con Alemania es que los vencedores, los aliados occidentales por un lado y los soviéticos por el otro lado, no pudieron llegar a un acuerdo sobre el destino de Alemania. En consecuencia, unos años después de la guerra, surgieron dos estados alemanes, que prácticamente excluyeron la posibilidad de un tratado de paz que reflejara un acuerdo aceptable para todas las partes involucradas. 

Y así, un tratado de paz con Alemania, es decir, una solución final de todos los problemas que quedaron sin resolver después de la guerra, como la cuestión de la frontera oriental de Alemania, se hizo factible solo cuando la reunificación de las dos Alemanias se convirtió en una propuesta realista, a saber, después de la caída del muro de Berlín. Eso hizo posible las negociaciones "Dos más cuatro" del verano y el otoño de 1990, negociaciones por las cuales, por un lado, los dos estados alemanes encontraron formas de reunificar a Alemania, y por otro lado, los cuatro grandes vencedores de la Segunda Guerra Mundial - Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética - impusieron sus condiciones y aclaraciones a la reunificación alemana, teniendo en cuenta no solo sus propios intereses sino también los intereses de otros estados europeos ​​como Polonia. 

El resultado de estas negociaciones fue una convención que se firmó en Moscú el 12 de septiembre de 1990 y que, faute de mieux (a falta de algo mejor o por no tener nada mejor), puede verse como el tratado de paz que puso fin oficial a la Segunda Guerra Mundial, al menos con respecto a Alemania.



ANEXO DOCUMENTAL
del Editor del Blog

Firmas del Acta de rendición en Reims
7 de mayo 1945



Firmas del Acta de rendición en Berlín8 mayo 1945
Texto en inglés


Texto en alemán


Texto en ruso


Berlín, 8 de mayo de 1945. Acta de rendición militar (Kapitulationserklaerung. Al final del texto las firmas: en nombre del Alto Mando alemán: Friedeburg, Keitel, Stumpf. En presencia de: Bajo la autoridad del Alto Mando Supremo del Ejército Rojo, Mariscal de la Unión Soviética, G. Zhukov. Bajo la autoridad del Comandante Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliados, Mariscal de Aviación, Tedder. A la firma también asistieron como testigos: Comandante de la Fuerza Aérea Estratégica de Estados Unidos, General Spaats. Comandante en jefe del ejército francés, general Delatre de Tassigny.- Textos en inglés, alemán y ruso.- Texto escrito a máquina.


Dr. Jacques R. Pauwels
Artículo actualizado cuya fuente original es Global Research
Copyright © Dr. Jacques R. Pauwels , Investigación Global, 2020

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