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13 marzo 2023

La paz de nuestro tiempo: Paz armada, disuasión y distensión.


El miedo hace que el lobo parezca más grande (graffiti)

por  Tito Andino 

Este artículo, salvo notas de actualización, es reproducción de parte del epílogo de mi tesis doctoral en jurisprudencia sobre los crímenes de guerra en el Derecho Internacional, vale la pena recordarlo en estos tiempos de amenaza a la paz y una hipotética guerra mundial en la que imperiosamente se hará uso del arsenal nuclear.


Las guerras son una práctica humana constante a través de milenios con las que se han zanjado diferencias y disputas de toda índole. Quedará flotando en el ámbito de la ciencia ese obscuro origen de tendencia destructiva y hasta autodestructora que acompaña a la humanidad, quién sabe hasta el fin de los días. Los datos científicos así lo demuestran; de los 3.400 años (más o menos) que corresponde a la época histórica registrada, solo 234 años abrían transcurrido sin que hubiere ninguna guerra.  


Vivimos en un mundo en permanente lucha. Desde el año 1500 antes de nuestra era hasta el 1860 se habrían firmado alrededor de ocho mil tratados de paz, el promedio de duración de estos no es superior a los dos años. 

En el siglo XX y en lo que va del siglo XXI han muerto más de ciento cincuenta millones de personas en diversos conflictos. En los últimos ochenta años, la supuesta "más larga paz mundial" que conoció el orbe, no hubo un solo año con menos de cuatro guerras, desde 1945 se ha desencadenado unos doscientos conflictos bélicos de trascendencia mundial y millones de víctimas, muchos de esos enfrentamientos fueron guerras civiles en el "Tercer Mundo" influenciados por intereses económicos de las grandes potencias. 

La humanidad está en constante lucha armada, aunque pocas veces nos percatamos que somos manipulados por intereses económicos del complejo militar industrial.

En el siglo XIX el estratega militar von Clausewitz consideró la guerra como la "continuación de la actividad política pero por otros medios". En esa época los jefes nacionales utilizaban la guerra o la amenaza con ella como recurso "legítimo" para obtener concesiones de sus adversarios. Esa política ha ido desapareciendo desde que surgió la era del armamento nuclear, utilizar tales recursos resulta suicida, llevar las diferencias políticas de las grandes potencias al área militar significa guerra nuclear. Por ello, la guerra convencional es un medio cuya fase de "validez" transcurre en su momento oportuno. 

Reflexionemos sobre las palabras que escribió el ex presidente norteamericano Richard Nixon en su libro "LA VERDADERA PAZ. Una estrategia para Occidente": (Nixon no es precisamente un estadista digno de emular por su comprobada corrupción, pero sus razonamientos sobre la "paz armada" son correctas en el presente). Además de esa referencia, sobre este tema destacamos un libro didáctico, lleva por título “Disuasión nuclear: La Guerra Fría. Un estudio profundo y visual sobre una de las etapas más difíciles del siglo XX”, escrito por Juan Vázquez García, publicado en 2018. En síntesis, la Guerra Fría es la crónica del enfrentamiento de dos bloques militares y sus movimientos tácticos y estratégicos para ampliar sus respectivas zonas de influencia o para consolidar las que ya estaban bajo su control.

Antes de repasar algunos importantes puntos de vista de Nixon, es necesario conceptualizar ciertos términos muy frecuentes en el argot de las relaciones interestatales: disuasión y distensión.



La disuasión es el resultado de disuadir, es decir, hacer que alguien desista de algo o modifique su idea. Es una acción que se desarrolla con la intención de evitar otra considerada dañina o peligrosa.

En política exterior la teoría de la disuasión está siempre vigente, se aplica el postulado como "una estrategia para conseguir que un rival no inicie una determinada acción". Es muy común que la disuasión quede vinculada a la existencia de armas nucleares por la simple razón de que funciona como elemento disuasorio ante un eventual ataque enemigo. Suele decirse que "las armas nucleares siempre deben estar disponibles, pero nunca tienen que utilizarse". Conforme la teoría de la disuasión, "si un estado tiene la capacidad militar de destruir a otro sirve como disuasión para que otro país no realice ciertas acciones, aún cuando el primer estado no haga uso de su fuerza".

La disuasión nuclear apareció como estrategia militar inmediatamente finalizada la segunda guerra mundial, la Guerra Fría (1945–1991), sus repercusiones en la población estadounidense y europea por un lado, y soviética por otro, fue dramática, sobre todo en la conocida era del Macartismo y la caza de brujas "comunistas" en los Estados Unidos, imponiéndose infamemente el miedo a la población con alegorías escenificadas sobre el apocalipsis proveniente del "Imperio del Mal" (URSS).


En el ámbito de las relaciones entre superpotencias es común escuchar que las armas nucleares funcionan como un recurso de disuasión.

La distensión es otro término conocido en política internacional. Comprende rebajar el grado de tensión de las disputas entre estados o bloques de estados y eso se logra por medio de negociaciones, acuerdos o tratados entre estados o en conferencias internacionales. Generalmente creemos que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es un eficaz instrumento de distensión, lo cual hoy ponemos en tela de juicio debido al desmesurado control que ejerce Estados Unidos sobre la Asamblea General y parte del Consejo de Seguridad. No obstante, la presencia de la ONU en el mundo ha evitado el innecesario derramamiento de sangre en pequeñas disputas regionales, mediante la formación de mesas de negociación. 

El mejor ejemplo de distensión entre Este-Oeste (URSS-EEUU) fue el giro fundamental  de Mijail Gorbachov a la política soviética por medio de la "perestroika", que a la postre condujo al fin de la Unión Soviética y de la Guerra Fría. El Pacto de Varsovia se desintegró, no así la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que mantiene vigente el programa estadounidense de expansión hacia el Este de Europa lo que ha obligado la Federación Rusa a desarrollar una nueva política de disuasión (ya hemos desarrollado ese tema en otras ponencias, VER las notas a pie de página).

Volvamos a lo planteado.

 

La única opción para el futuro humano es la paz... pero no la paz idealizada por nosotros, los soñadores, sino la única que podemos aspirar como seres humanos en un mundo dividido.


Decía Nixon que "la paz es como una planta delicada. Ha de ser atendida y fertilizada constantemente si queremos que sobreviva. Si la abandonamos se agotará y morirá". La paz sobrevivió a duras penas en el siglo XX, se ha mantenido, pero está lejos de ser segura. El sostener una paz verdadera no es una carga sino un desafío en la era atómica. Es el material bélico quien representa fundamental papel como garante de la paz, paradójico, pero cierto. La disuasión militar, incluida las armas nucleares son parte esencial de una paz duradera; cuando cada bando tiene en su poder medios coercitivos poderosos, lo más probable es que los potenciales contrincantes se mantengan estables.

Una paz verdadera, al estilo de nuestra humanidad, permanece atenta a todo conflicto regional en cualquier parte del mundo, teniendo en cuenta además todas las tensiones políticas, sociales y económicas que originan diferencias. Nixon aseguró que "la verdadera paz involucra un proceso, un proceso continuado para fiscalizar y reprimir conflictos entre naciones en pugna, sistemas antagónicos y ambiciones internacionales conflictivas. La paz no significa el final de la pugna sino más bien un modo de vivir dentro de dicha pugna, y, una vez establecida, requiere constante atención o de lo contrario no sobrevivirá".


No hay que confundir la paz verdadera, real, con una paz perfecta, es un común y peligroso error, sueño de cierto idealistas que claman un mundo sin antagonismos, ese mundo nunca ha existido, ni existirá. 


La paz perfecta solo existe en el papel, añorando un mundo sin diferencias entre los pueblos, esta no tiene antecedentes, en la práctica carece de significado por persistentes y profundas contradicciones entre los hombres. "Si ha de vivirse una paz verdadera, ésta deberá coexistir con las ambiciones, el orgullo y los odios del hombre. Una paz que no tome en cuenta estos factores no podrá perdurar".

Una paz realista como consecuencia del momento actual, será conseguida por líderes coherentes y calculadores, buscando el interés de su propio estado, laborando por la paz en la mesa de negociaciones, debatiendo complejos temas en la diplomacia internacional. Ciertos idealistas sostienen que esta forma de liderazgo impide la paz, mantienen la esperanza que cuando llegue la paz perfecta, la fuerza, que ha impulsado la historia, desaparecerá.

Si queremos una paz verdadera debemos tener en cuenta que la condición humana demuestra insatisfacción de lo que tiene,  desea obtener otros réditos por cualquier medio, actuando así se terminará en un nuevo conflicto, si no somos capaces de dirimir las diferencias de manera pacífica. Los Estados recurren a la agresión cuando están seguros de lograr éxitos, contrariamente, eluden agredir si razonan que van a sufrir más pérdidas que beneficios. Consecuentemente, no debemos pretender cambiar el natural instinto del hombre, la única forma de tener una paz digna en este conflictivo mundo, es eliminando toda posibilidad de obtener beneficios de una guerra.


La paz armada es la única condición que prevalece en la actualidad entre las grandes potencias, el balance y equilibrio de fuerzas impide todo intento expansionista (aunque los beneficios de mantenerla enriquecen brutalmente al complejo militar-industrial).




Los partidarios del desarme creen que el mayor peligro es la carrera armamentista, dicen que la existencia de las armas es la causa de las guerras y no las tensiones políticas que conducen a su uso. Si queremos avanzar hacia una paz verdadera hay que aceptar que la guerra es el resultado de políticas no resueltas, nunca de la existencia de armamento. No es dable que se discuta sobre control de armas y desarme sin discutir a la vez los problemas existentes entre los estados.   

La segunda guerra mundial no fue producto de la carrera armamentista sino de las ambiciones territoriales; el rearme fue resultado de esas ambiciones no la causa de ellas. Igual acontece hoy, siendo el único medio de impedir una guerra nuclear el suprimir los arsenales atómicos, pero es imposible ese desarme total, por ser la fuerza disuasiva actual.  

Los partidarios del desarme siguen soñando con un 'gobierno mundial' que prohíba las armas atómicas, es utópico creer que una autoridad internacional va a solucionar los problemas entre las grandes potencias. Ese mito se propagó terminada la segunda guerra mundial, con las Naciones Unidas, pero al igual que la Sociedad de Naciones, las expectativas quedan en ilusiones. Es muy cierto que mientras más representaciones ante la ONU más grande es la arbitrariedad de criterios y ninguna potencia mundial va a discutir un tema que afecte sus intereses ante un foro en que puede ser derrotado por pequeños estados.

"El fracaso de la ONU demuestra que los problemas internacionales deben ser solucionados mediante negociaciones entre países soberanos, o de lo contrario nunca se solucionarán".

Se cree que se obtendrá una paz por medio del intercambio comercial, llevando a una coexistencia pacífica, nada más falso. Una paz por medio del comercio jamás ha logrado resultados ni antes ni ahora; los estados mantienen relaciones comerciales para obtener beneficios, un estado agresivo utiliza tales medios para cumplir sus objetivos, veamos el caso de las guerras mundiales en que lucharon entre sí estados que mantenían grandes relaciones comerciales, fueron más poderosas sus pretensiones territoriales que la paz sostenida por el intercambio comercial, estaban convencidos que se obtendría más provecho de la guerra que de la paz.

Se cree que la paz se alcanza por medio de la amistad y buenas relaciones entre líderes nacionales, que si los dirigentes se reúnen, se conocen mejor entre ellos, la paz se logra como lógica consecuencia, así como se obtiene la amistad entre los pueblos con tratados y convenios, esta es otra falsa premisa, afirmaba Nixon.

"La historia es un patético desecho de tratados rotos. Sin embargo, los ingenuos idealistas persisten en creer que las reuniones de alto nivel, las cenas oficiales, los pomposos brindis, los lagrimosos apretones, los abrazos y las solemnes ceremonias de firma de documentos son la esencia básica de la diplomacia. Depositan una gran fe en las buenas relaciones entre los jefes de estado y sus corazones se inflaman cuando, al leer las noticias de la noche, ven a dos 'antiguos' adversarios sonriendo y chocando sus copas". Frente al público, tales dirigentes aparecen como amigos unidos con el propósito de obtener la paz, pero tras las puertas cerradas deciden si el acontecimiento ha resultado un éxito o fracaso, vuelven a su verdadero papel de agresores y víctimas, vencedores y vencidos.

Los tratados de amistad no hacen variar los intereses de los estados, no expresan amistad permanente, no entregan nada sin recibir algo a cambio. Las buenas relaciones personales no significa buenas relaciones entre los estados. Entre los tratados de amistad y no agresión conocidos son pocos los que han perdurado, eso prueba la inmensa dificultad de conseguir acuerdos coherentes entre rivales.


Hoy debemos aprender a convivir con el arsenal nuclear, que existirá siempre, no hay que ignorarlos o pedir su destrucción total, es imposible que ello suceda, pero si podemos coadyuvar impidiendo que sean utilizadas. Hay que aprender a vivir con nuestros adversarios.


Han transcurrido un par de milenios y se esperaba, también, que la religión cambiaría la naturaleza humana reduciendo los conflictos, pero la historia lo desmiente, las más sangrientas guerras han sido las religiosas, hombres que oran al mismo Dios se han combatido y matado entre sí, produciendo millones de muertes en fratricidas guerras.


©Matt Chase  The Atlantic; Getty

En conclusión. La paz mundial resulta la mayor de las utopías, es posible conservarla si la tomamos como un compromiso, debemos evitar que la guerra sea más poderosa que la paz, se debe buscar reducción de la carrera armamentista a términos tolerables para no descuidar la salud, educación, vivienda y alimento de los pueblos.

 

No debemos jugar con la guerra, pero tampoco debemos dejarnos seducir por la idea de una paz absoluta. Una verdadera paz supone algo más que ausencia de guerra, una paz con justicia, en la que se adopte políticas sujetas a la realidad del momento, una combinación de disuasión y distensión.


La distensión sin disuasión conduce a confrontar la voluntad de los pueblos. El balance y equilibrio de fuerzas es la única perspectiva visible para la humanidad, para una real y verdadera paz, esto se refleja en la política de las grandes potencias, aunque hubo cierto periodo de desbalance tras la desaparición de la URSS.

Y ya que estamos en pleno siglo XXI, teniendo como los mayores antagonistas económicos mundiales a los Estados Unidos, China y Rusia, es evidente que nos aprestamos o ya estamos contemplando -sin darnos cuenta- una GUERRA ECONÓMICA GLOBAL. Sin embargo, en 1979 Jimmy Carter y el líder chino, Deng Xiaoping, firmaron un acuerdo secreto de no intervención militar que se ha ido renovando hasta 2021. Ese pacto es la base de toda esta dinámica que estamos viviendo y la famosa "Guerra de Aranceles" entre esas potencias no ha afectado el status quo. Lo mismo sucedió con los Acuerdos con Rusia. Pero... todo está cambiando en el gran tablero geopolítico mundial

Los miles de tratados de paz, cuyo promedio de duración no es superior a los dos años, se hacen y deshacen según las conveniencias del momento. Y el cambio de hoy se debe a que EEUU está perdiendo la guerra económica con China, y las duras medidas para revertirlo está privando a China el acceso a los mercados exteriores, sin los cuales China no podrá sobrevivir. Iguales medidas acontecen con el bloqueo económico a Rusia, negándosele el derecho a expandir sus bienes o libre comercio en el ámbito internacional. ¿Por qué? se preguntarán, la guerra rusa - ucraniana es el pretexto. La razón única es que Estados Unidos ya no puede manejarse como la única superpotencia económica y para volver a estar en la cúspide mundial debe enfrentarse a la competencia, primero mediante sanciones financieras, segundo a través de otros actores (Ucrania), luego... quien sabe...

Y hasta tenemos el irrefutable caso de la pugna económica entre los propios socios de la OTAN: estadounidenses, ingleses, franceses, alemanes y otros compiten hasta deslealmente por los mercados (auspician a diferentes bandos en guerra en África). Además, Occidente (Europa/EEUU), chinos y rusos disputan entre sí y tienen bien puesto el ojo en los recursos naturales africanos, que son la clave de este proceso (no pretendo salirme del  contexto de este artículo, además sobre lo dicho lo hemos discutido en otras entradas).

Reafirmando: Estados Unidos es quien verdaderamente amenaza la paz mundial con su intervencionismo financiero - militar a lo largo del planeta. La única forma para que opere la distensión dentro de la disuasión, manteniendo la "paz mundial", será posible si conseguimos que Estados Unidos (y sus socios europeos) se dignen permitir el libre desarrollo de China y Rusia en los mercados globales

Caso contrario, recuerden, la Tercera Guerra Mundial será económica (el resto es cuento para falsos patrioteros y saludos a la bandera).


"A menos que el hombre evolucione, una paz verdadera solo podrá constituirse reconociendo que lo más que podemos hacer es aprender a vivir con nuestras diferencias en vez de morir por su causa". (Nixon)

 

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