Preámbulo del redactor del blog
En la entrega anterior afirmamos que la campaña nacional e
internacional de desprestigio en contra del presidente Trump empezó con el
sabotaje al cumplimiento de sus ordenanzas ejecutivas que ponen en riesgo la
vieja política norteamericana de intervencionismo armado en cualquier parte del
mundo. Trump se ha granjeado poderosos enemigos en los círculos del poder
político-financiero.
Sus mayores contradictores los tenemos en el Congreso y Senado,
en el Pentágono, en la Administración Pública (con funcionarios no afines al
presidente); y, por supuesto, en el intocable Complejo Militar – Industrial que
junto a la “vaca sagrada” que representan las parcializadas cadenas de
desinformación colectiva (léase medios de embrutecimiento masivo), producen
un coctel muy explosivo cuya intencionalidad no puede ser otra que apartar
(eliminar) “democráticamente” del poder al jefe de estado.
También hemos revisado los pretextos esgrimidos en contra de
Trump para intentar apartarlo de sus funciones, solamente por citar algunos: la
injerencia rusa, sus declaraciones de tinte racista, la islamofobia, las deportaciones, el muro
mexicano, su vida privada con sus excentricidades del pasado y presente, todas representan una
buena nota periodística que llena páginas y más páginas al mejor estilo farandulero.
En el episodio anterior preguntabamos: Quién, hasta hoy, se atrevió poner
el cascabel al gato? Usando los mismo métodos de sus rivales, al mejor estilo
de un reality show televisivo, Trump dio una rotunda bofetada a las poderosas corporaciones
de noticias. También lo ha hecho de manera refinada, rechazando la
presencia de ciertos medios en sus conferencias al calificarles de falsos y
fraudulentos, razones por las que un lector crítico estará plenamente de acuerdo
con el presidente.
Trump no se ha ganado poderosos enemigos por simple capricho. Son
precisamente sus acciones, sobre todo en política exterior, las que nadie ha
osado ejecutar, las que hieren a un sector que exige conservar sus
privilegios y, sobre todo, la forma como lo consigue, de allí su reacción.
Insistimos, no obstante, Trump representa un círculo del
poder económico en pugna con otros intereses financieros, él pretende darle
otro estilo, se decanta por las relaciones comerciales y manejo de las altas finanzas internacionales en contra de las clásicas guerras imperialistas. El método es la materia de discordia.
Para sus detractores, Trump quiere alterar las reglas de juego, que ha deparado grandes satisfacciones (monetarias). Por qué perturbar el modus
operandi del intervencionismo armado, dotado de cierta legalidad internacional, bajo pretexto de las presuntas labores de carácter “humanitario” en cualquier región del mundo?. Además, los halcones se preguntan, por qué debemos renunciar a nuestra infantería en el
Próximo Oriente (yihadismo) con el que hacemos buenos negocios y cambiamos gobiernos?. Los aliados de los Estados Unidos en Europa se encuentran alterados con la política de Trump.
El mandatario estadounidense ha ofrecido la solución para calmarlos, el negocio
de la venta de armas seguirá creciendo hasta cifras estratosféricas. Las
monarquías del Golfo son tan buenos clientes que tranquilamente seguirán inflando las ganancias del complejo militar-industrial y hasta rebajar el
déficit público estadounidense. Además, está revirtiendo las pérdidas a través del fomento del empleo con la repatriación industrial civil a casa. El deseo de Trump es seguir imponiendo el capitalismo, a su estilo.
Las “vacas sagradas” de la política y de los medios de embrutecimiento
masivo se sientan ofendidos e irritados por sus acciones, en respuesta la campaña contra Trump proseguirá. Nadie garantiza quién
ganará esta confrontación, como no se puede asegurar que Trump pueda mantenerse
en el poder (ya se baraja la posibilidad, vía CNN, de valerse del “impeachment” -proceso de
destitución-); o, hasta conservar su salud (o vida); o, que se vea obligado
a rectificar sus políticas. Cualquier escenario es posible.
De seguro al "agente" de Putin en la Casa Blanca le espera una nueva lluvia de críticas tras reunirse con el mandatario ruso en la cumbre del G-20 y haber concretado importantes acuerdos para establecer un armisticio en el sur de Siria. Sin duda.
De seguro al "agente" de Putin en la Casa Blanca le espera una nueva lluvia de críticas tras reunirse con el mandatario ruso en la cumbre del G-20 y haber concretado importantes acuerdos para establecer un armisticio en el sur de Siria. Sin duda.
Por el momento, una de las señales de que Trump intenta hacer las cosas de diferente manera se refleja en el pánico histérico de las grandes corporaciones
desinformativas que han declarado la guerra al mandatario por orden de las élites dominantes que exigen conservar el 'statu quo'. Eso no es poca cosa, es algo que debemos tener muy en cuenta.
t.
andino
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Donald Trump ante el «Cuarto Poder»
por Thierry Meyssan
Al arrogarse el título de «Cuarto Poder», la prensa estadounidense se sitúa
en un plano de igualdad con los tres poderes democráticos reconocidos, a pesar
de que los medios de prensa no gozan de ningún tipo de legitimidad otorgada por
el Pueblo. Tanto en Estados Unidos como en el extranjero, esa prensa está
desarrollando una gran campaña contra el presidente Trump, para desacreditarlo
y provocar su destitución. Esa campaña comenzó la noche misma de la elección
del actual presidente, o sea mucho antes de su llegada a la Casa Blanca, y está
teniendo gran eco entre los electores favorables al Partido Demócrata y en los
países aliados de Washington, donde la población está convencida de que el
actual presidente de Estados Unidos no está en su sano juicio. Pero los
electores que votaron por Donald Trump resisten a esa gigantesca campaña
mientras que el ahora presidente logra luchar eficazmente contra la pobreza.
Se mantiene la campaña internacional de prensa para desestabilizar al
presidente Trump. La máquina de injuriar que David Brock armó durante la etapa
de transición entre la administración saliente de Barack Obama y la de Donald
Trump [1] resalta cada vez que puede el carácter apresurado y la
frecuente grosería de los tweets presidenciales. La Entente de medios difusión
creada por la misteriosa ONG First Draft
[2] repite
incansablemente que la justicia está investigando presuntos vínculos entre el
equipo de campaña del ahora presidente y los tenebrosos complots que se
atribuyen al Kremlin.
Un estudio del profesor Thomas E. Patterson, de la Harvard Kennedy School,
muestra que la prensa de Estados Unidos, del Reino Unido y de Alemania ya ha
citado a Donald Trump el triple de veces que a los anteriores inquilinos de la
Casa Blanca y que en los primeros 100 días de su mandato el 80% de los
artículos eran claramente desfavorables a él [3].
Durante la campaña del FBI para
forzar la renuncia del presidente Nixon [4], la prensa estadounidense se atribuyó el título de
«Cuarto Poder», con lo cual implicaba que los propietarios de los medios de
difusión tenían más legitimidad que el Pueblo mismo. Lejos de ceder a la presión, Donald Trump, consciente
del peligro que representa la alianza entre los medios de difusión y el 98% de
altos funcionarios que votaron contra él, declaró «la guerra a la prensa» en su
discurso del 22 de enero de 2017, una semana después de su investidura. Por su
parte, su consejero especial Steve Bannon declaraba al New York Times que la prensa
se ha convertido de hecho en «el nuevo partido de oposición».
Pero lo más interesante es que los electores del actual presidente no le
han retirado su confianza.
Recordemos aquí cómo empezó todo. Fue durante el periodo de transición, o
sea antes de la investidura de Donald Trump. Una ONG llamada Propaganda
or Not? lanzó la idea de que Rusia tenía previsto difundir, durante la
campaña electoral estadounidense, una serie de informaciones falsas para
torpedear a la candidata demócrata Hillary Clinton y favorecer la elección de
Donald Trump. En aquel momento, nosotros subrayamos los vínculos de esa ONG con
Madeleine Albright y Zbigniew Brzeziński [5]. La acusación contra Rusia, ampliamente repetida por el Washington Post, incluía una “lista de
agentes” del Kremlin, entre los que se hallaba Red Voltaire. Pero nada, absolutamente nada, ha demostrado en
ningún momento esta tesis del complot ruso.
Todos han podido comprobar que los
argumentos que se esgrimen contra Donald Trump no son solamente los que
habitualmente se manejan en la lucha política sino que vienen, evidentemente,
del arsenal de la propaganda de guerra [6].
El premio a la mala fe podría
otorgársele a la CNN, cuyo tratamiento de ese tema alcanza proporciones
francamente obsesivas. CNN se vio incluso obligada a presentar
excusas por haber transmitido un reportaje donde acusaba al banquero Anthony
Scaramucci, estrechamente vinculado a Trump, de estar indirectamente a sueldo
de Moscú. Pero CNN se encontró esta
vez con la horma de su zapato porque Scaramucci es lo suficientemente rico como
para darse el lujo de llevar a ese canal de televisión ante los tribunales por
haberlo difamado con la transmisión de una acusación completamente inventada.
Así que CNN tuvo que presentar
excusas y los 3 periodistas de su grupo de investigación «dimitieron».
Posteriormente, el Project Veritas, del periodista
James O’Keefe publicó tres secuencias de videos grabados con cámara oculta [7]. En el
primero de esos videos se ve a un supervisor de CNN declarar entre risas en un ascensor que las acusaciones de
colusión del presidente Trump con Rusia son sólo «estupideces» que se
transmiten «para la audiencia». En el segundo video, un presentador estrella de
CNN y ex consejero del presidente
Obama reconoce que toda esa historia es completamente absurda y en el tercero
un productor de CNN declara que Trump
es un enfermo mental y que sus electores son «estúpidos como la mierda» (sic).
En respuesta, el presidente Trump colgó en la red un montaje de imágenes de
sus tiempos de responsable de la WWE
(la Federación estadounidense de lucha, espectáculo muy popular en Estados
Unidos) donde él mismo aparece dándole una paliza a su amigo Vince McMahon
–esposo de la secretaria de la administración Trump a cargo de las pequeñas
empresas–, cuyo rostro es reemplazado por el logo de CNN. El montaje termina con la presentación de un logo modificado
de CNN, sigla que se convierte en Fraud News Network, algo así como “Red
de Noticias Fraudulentas”.
VIDEO:
Twitter video by Donald J. Trump dealing with CNN
Todo este episodio nos muestra que en Estados Unidos,
Donald Trump no tiene la exclusividad de la grosería y confirma que CNN –que en solo 2 meses ha abordado la
cuestión de la injerencia rusa más de 1 500 veces– no se dedica al periodismo y
se burla de la verdad. Esto
ya lo sabíamos desde hace tiempo, por haber seguido su tratamiento de los temas
de política internacional, pero ahora se descubre que hace lo mismo en materia
de política doméstica.
Aunque resulta mucho menos significativa, una nueva polémica ha surgido
entre el presidente y los presentadores del programa matinal de MSNBC Morning Joe, que desde hace meses
han venido criticando implacablemente al inquilino de la Casa Blanca. Uno de
ellos, Joe Scarborough, es un ex abogado y parlamentario por el Estado de La
Florida que aboga contra el derecho al aborto y por la disolución de los
ministerios «inútiles», que según él son los de Comercio, Educación, Energía y
Vivienda. Su compañera, tanto en sentido recto como en sentido figurado, Mika
Brzezinski es una simple lectora de teleprompter
que apoyaba a Bernie Sanders. En un tweet, el presidente los insultó
identificándolos como «Joe el sicópata» y «Mika, la del bajo coeficiente
intelectual». Nadie duda que tales calificativos estén cerca de la realidad,
pero formularlos así no tiene más objetivo que herir el amor propio de ambos
periodistas. En definitiva, los dos presentadores de Morning Joe publicaron en el Washington
Post un texto donde ponen en duda la salud mental del presidente.
Mika Brzezinski es la hija del recientemente fallecido Zbigniew Brzezinski,
uno de los personajes que manejan desde la sombra la ONG Propaganda or not? anteriormente mencionada.
La grosería de los tweets presidenciales
no es un síntoma de locura. Dwight Eisenhower y sobre todo Richard Nixon fueron
mucho más obscenos que Donald Trump y no por ello dejaron de ser grandes
presidentes.
Trump no es tampoco un individuo impulsivo. En realidad, sobre cada tema, Donald
Trump reacciona de inmediato con tweets agresivos. Después, lanza ideas en
todos los sentidos, sin vacilar en contradecirse en diferentes declaraciones, y
observa detenidamente las reacciones que estas suscitan. Finalmente, luego de
haber llegado a crearse una opinión personal, se reúne con la parte adversa y
generalmente llega a un acuerdo con ella.
Donald Trump ciertamente no tiene la buena educación puritana de un Barack
Obama o una Hillary Clinton. Es más bien portador de la rudeza del Nuevo Mundo.
A lo largo de su campaña electoral se presentó siempre como el hombre capaz de
poner fin a las innumerables formas de deshonestidad que esa buena educación
permite esconder en Washington. Y finalmente fue a él –no a la señora Clinton–
a quien los estadounidenses pusieron en la Casa Blanca.
Por supuesto, cada cual está en su derecho de tomar en serio las
declaraciones polémicas del presidente, encontrar que algunas son chocantes e
ignorar las que dicen lo contrario. Pero no
debe confundirse el estilo de Trump con su política. Al contrario, hay que
analizar con precisión sus decisiones y sus consecuencias.
VIDEO:
Trump: 'The fake media tried to stop us. But I'm
president, and they're not'
Veamos, por ejemplo, su decreto para impedir que entren a Estados Unidos
los extranjeros cuya identidad el Departamento de Estado no tiene posibilidades
de verificar.
Se observó que la población de los 7 países a cuyos ciudadanos se limitaba
el acceso a Estados Unidos es mayoritariamente musulmana. De inmediato se
vinculó ese factor a algunas declaraciones que el presidente había hecho
durante su campaña electoral y se completó así el proceso de construcción
del mito sobre un Trump racista. Se orquestaron una serie de procedimientos
judiciales para obtener la anulación del «decreto islamófobo», hasta que la Corte Suprema confirmó que la medida era
legal. Ante ese veredicto, se decidió pasar la página afirmando que la Corte
Suprema se había pronunciado sobre una segunda versión del decreto que incluía
una serie de concesiones. Y es cierto, solo que esas concesiones ya figuraban
en la primera versión, aunque redactadas de diferente manera.
Al llegar a la Casa Blanca, Donald Trump no privó a los estadounidenses
de su seguro social, ni desató la Tercera Guerra Mundial. Lo que ha hecho
es, al contrario, abrir numerosos sectores económicos que antes estaban
tremendamente cerrados, lo cual favorecía a las grandes transnacionales. Está
viéndose, además, un reflujo de los grupos terroristas en Irak, Siria y Líbano
y una disminución palpable de la tensión en el conjunto del Medio Oriente
ampliado, con excepción de Yemen.
¿Hasta dónde llegará este enfrentamiento entre la Casa Blanca y los medios
de difusión, entre Donald Trump y ciertas potencias del dinero?
Thierry Meyssan
NOTAS:
[4]
Al cabo de 30 años de los hechos finalmente se supo que el misterioso personaje
que se hacía llamar «Garganta profunda» y que alimentó con sus revelaciones el
escándalo del Watergate era nada más y nada menos que W. Mark Felt, antiguo
ayudante de J. Edgard Hoover y número 2 en la jerarquía del FBI.