introducción por el editor del blog
La presente es una recopilación de artículos y documentos que mantiene la secuencia de una anterior entrega dedicada al general Charles de Gaulle. Las siguientes líneas son una visión de la crisis de identidad francesa, su política nacional y su erróneo intervencionismo en sus aventuras en las ex-colonias africanas y del Medio Oriente en las que pretende volver a sembrar "democracia" con la presencia de sus fuerzas militares "pacificadoras".
Suelen decir las expertos que si las ex-potencias coloniales -Francia y Gran Bretaña- (por citar las más importantes) a más de otros estados de Europa Occidental, quieren mantener el nivel de vida al que han acostumbrado a sus ciudadanos, no les queda otro camino que participar en el reparto de los recursos naturales de las naciones "tercermundistas" (lo de "participar en el reparto" es un término suave). Sin exagerar, es una lucha por su futuro; por lo mismo, no tienen ningún interés por defender la "democracia", ni los derechos humanos de los países intervenidos. Si las elites de las grandes metrópolis europeas quieren sobrevivir deben seguir ofreciendo eso que se denomina "estado de bienestar" a costa de otros.
Bien, lo dicho es un tema que no se analizará en las siguientes líneas. Nos centraremos en Francia y su política presente, recordando -imperiosamente- el rol del general de Gaulle luego de la liberación. La élite conservadora y colaboracionista de la ocupación nazi mantuvo su orden socioeconómico, el poder y otros privilegios y eso solo fue posible gracias a de Gaulle que supo manejar a sus compañeros de armas de la Resistencia (predominantemente comunista).
Los Estados Unidos no querían a de Gaulle, pero al igual que pensaba Churchill era imposible encontrar alguien como de Gaulle que hubiera prometiendo respetar el statu quo socioeconómico y político. "Los estadounidenses, destinados a suceder a los alemanes como amos de Europa, o al menos de la mitad occidental del continente, estaban decididos a hacer triunfar la "libre empresa" en toda Europa y a convertir el continente en la política y económica del Tío Sam... De Gaulle se transformó así en ´un líder de derecha´, aceptable tanto para la élite francesa como para los estadounidenses, preparado para suceder a los alemanes como "protectores" de los intereses de esa élite. Este es el contexto en el que de Gaulle fue trasladado a París en el momento de la liberación de la ciudad a fines de agosto de 1944. La idea era evitar que la Resistencia, dominada por los comunistas, intentara establecer un gobierno provisional en la capital. Los estadounidenses hicieron arreglos para que de Gaulle se pavoneara por los Campos Elíseos como el salvador que la patriota Francia había estado esperando durante cuatro largos años", comenta acertadamente el Dr. Jacques Pauwels, renombrado historiador y politólogo.
En este preámbulo es necesario un comentario adicional sobre el actual mandatario galo. El Dr. Pauwels mantiene la tesis de varios intelectuales franceses que están convencidos que "Macron busca destruir un estado de bienestar que se introdujo a raíz de la Liberación para evitar cambios revolucionarios propugnados por la Resistencia liderada por los comunistas. Está jugando con fuego. De hecho, al intentar liquidar los servicios sociales que limitan, pero no impiden, la acumulación de capital y, por lo tanto, son esencialmente solo una molestia para el orden socioeconómico establecido, está eliminando un gran obstáculo para la revolución, una genuina amenaza existencial para ese orden.
Su ofensiva ha provocado una resistencia masiva, la de los "chalecos amarillos". Este variopinto grupo ciertamente no está dirigido por una vanguardia comunista como la Resistencia en tiempos de guerra, pero ciertamente parece tener un potencial revolucionario. El conflicto entre un presidente que representa a la élite francesa y sus tutores estadounidenses, en muchos sentidos el heredero de Pétain y, los gilets jaunes (chalecos amarillos) que representan el descontento, inquietas masas plebeyas anhelando el cambio, herederos de los partisanos de tiempos de guerra, puede que todavía lleve a Francia a experimentar algo que escapó en el momento de la Liberación: una revolución - y una verdadera, en lugar de una falsa depuración". (J. Pauwels: From Pétain to Macron, from the Resistance to the Yellow Vests…: 1944-1945, France’s Fake Purge of “The Collaborators” - De Pétain a Macron. La falsa purga de "Los Colaboracionistas", Francia 1944-1945 a la Resistencia de los Chalecos Amarillos).
Así que tan solo la milagrosa crisis sanitaria nacida del Covid-19 logró frenar la larga, continua e imparable marcha de los "Chalecos Amarillos" en Francia. Decretos de Emergencia, toques de queda, el cierre de un país, han salvado una vez más a las corruptas elites del poder. A ello debemos sumar la afortunada "crisis terrorista" en suelo francés que, con frecuencia -en el preciso momento- aparece para distraer la atención de la plebe, llamando a la "unidad" nacional para afrontar el "terrorismo internacional" que busca desestabilizar la civilización cristiana y humanista que representa el estado francés...
Dicho esto, la crisis moral, política-económica, etc., que afronta Francia con la continua movilización social está pasando ya factura al sostén de las elites del poder, las fuerzas armadas.
Las siguientes líneas son una recopilación de editoriales y documentos presentados hace pocos días por la prensa francesa (Red Voltaire y otros medios) que confirman la recesión en el país. Revisemos estos esclarecedores datos.
T. Andino
Carta abierta de ex militares franceses. ¿Un complot contra la República?
Editorial de Red Voltaire
París, 4 mayo 2021
En tres años, Francia ha atravesado dos grandes crisis que han quedado sin respuestas: el cuestionamiento de la globalización por parte de los «Chalecos Amarillos» y la denuncia del desmoronamiento del Estado emitida por los sindicatos de policías, problemas que han quedado sin respuestas de fondo. Todos comparten la alarma de quienes denuncian esos problemas, pero se hace imposible exponerlos públicamente. Lo que mata la democracia no es la ausencia del debate contradictorio sino algo aún peor: la imposición de tabúes.
Los Chalecos Amarillos contra la globalización
Dos semanas después del inicio de las manifestaciones, grupos no identificados se introdujeron en aquel movimiento para sabotearlo desde adentro. Fue así como, luego de que durante los primeros 15 días los manifestantes se habían limitado a desfilar agitando con orgullo la bandera de Francia y cantando la Marsellesa –algo que no se veía en las manifestaciones populares desde hace 50 años–, grupos de encapuchados vestidos de negro cometieron actos de vandalismo contra el Arco del Triunfo de la Plaza Charles de Gaulle, principalmente contra el grupo escultórico La Marsellesa, esculpido en uno de los pilares del monumento. Durante el subsiguiente proceso judicial quedó demostrado que los provocadores –no identificados ya que nunca fueron detenidos– no tenían ninguna relación con los Chalecos Amarillos –que sí fueron arrestados.
Sin líderes capaces de denunciar y condenar aquella intrusión, el movimiento de los Chalecos Amarillos fue debilitándose durante todo un año. Pero los problemas que planteaba no han desaparecido.
Antes, los políticos creaban las llamadas "Comisiones Theodule" para enterrar los problemas que no querían ver. El presidente Emmanuel Macron innovó en ese sentido inventando un "Gran Debate Nacional"… para lograr el mismo resultado que aquellas “comisiones” en estos tiempos de información continua. Los interesados pudieron hablar de los problemas… pero nadie recibió respuestas válidas del poder ejecutivo ni de la Asamblea Nacional.
Los policías contra la desintegración de la nación
Acaba de producirse una segunda alerta. Esta vez, el problema es la ausencia de la seguridad, el tercero de los Derechos del Hombre y del Ciudadano proclamados en 1789, derechos que no debemos confundir con la concepción anglosajona de los "derechos humanos". Ese derecho a la seguridad es la capacidad de los ciudadanos para ejercer sus derechos imprescriptibles a la libertad y la propiedad. Actualmente no existe en Francia un incremento general de la delincuencia sino una desigualdad geográfica cada vez más acentuada. Si bien los ciudadanos que viven en el Distrito VII de París no se sienten amenazados, los que viven en el Distrito XV de Marsella sí viven constantemente atenazados por el temor de ser agredidos por algún delincuente.
Además, la función de la policía que debería defender a los ciudadanos ya no es la de antes. La policía ya no se atreve a entrar en ciertos barrios, donde sus funcionarios son atacados por los delincuentes. Numerosos policías tienen razones para temer por sus vidas –cada año, unos 10 policías mueren durante su servicio. Por otro lado, algunos policías comienzan a convertirse en agentes de represión contra la oposición política. Es así como numerosos policías hicieron un uso desproporcionado de la fuerza contra los Chalecos Amarillos y, hoy en día, nuevamente ejercen una función represiva contra quienes se oponen a la política sanitaria decretada para enfrentar la epidemia de Covid-19. Aunque esos casos no son numerosos a escala nacional, su existencia misma demuestra que se trata de una orientación deliberada, que cuenta con el respaldo de la cúspide del Estado.
Por el momento, los policías mantienen su apego a una formación republicana, o sea al servicio de todos y no solo al servicio de las autoridades políticas. Sus sindicatos lanzan reiteradamente llamados en ese sentido y denuncian las condiciones de reclutamiento de sus jóvenes colegas –actualmente se admiten en las escuelas de policía personas con antecedentes de problemas psiquiátricos así como individuos provenientes de la pequeña delincuencia.
La próxima elección presidencial, en 2022
Después de los Chalecos Amarillos, este segundo movimiento tiene lugar cuando Francia se prepara para una nueva campaña electoral –en mayo de 2022, los franceses deben elegir la persona que ocupará el cargo de presidente de la República. Ya en este momento, se sabe que dos terceras partes de los electores no desean que el presidente actual, Emmanuel Macron, sea candidato a la reelección.
Luego de los fracasos de sus dos predecesores inmediatos, quienes cumplieron cada uno un primer y único mandato –Nicolas Sarkozy no logró la reelección y Francois Hollande prefirió no tratar de obtenerla–, el actual presidente, Emmanuel Macron, solo puede esperar obtener un segundo mandato si satisface las expectativas populares, la expresada por los Chalecos Amarillos contra la globalización y la que expresan los sindicatos de policías contra el retroceso de la República, o sea contra la renuncia al interés general. Al no tener intenciones de llenar esas expectativas, el presidente Macron tendrá que depositar sus esperanzas en una maniobra electoral:
- Propiciando artificialmente un número elevado de candidaturas y desacreditando a los candidatos con más posibilidades de ganar en la primera vuelta, con excepción de uno que el propio Macron habrá escogido para que sea su adversario en la segunda vuelta;
- U organizando una segunda vuelta entre él mismo y Marine Le Pen, a quien habrá demonizado previamente para empujar la mayoría de sus opositores a votar por él en nombre de un "frente republicano" contra el fascismo.
Esa estrategia ya funcionó, en 2002, para Jacques Chirac –electo con en la segunda vuelta con un 82% de los sufragios frente a Jean-Marie Le Pen (17%). Pero hoy puede resultar arriesgada ya que Marine Le Pen no tiene la reputación de fascista que tenía su padre, sino más bien una imagen de republicana.
El llamado de los ex militares
Varios ex militares franceses han publicado una Carta abierta a nuestros gobernantes, donde resaltan la descomposición actual de las instituciones y denuncian por adelantado la posibilidad de que se recurra a las fuerzas armadas –algo que creen inevitable– para resolver el problema de la seguridad. Los firmantes publicaron este llamado en su sitio web, Place d’armes, el 13 de abril de 2021. El semanario de derecha Valeurs actuelles lo reprodujo el 21 de abril, pero no en su edición en papel sino en su sitio web. Marine Le Pen, quien dice compartir desde hace tiempo el diagnóstico de estos ex militares, los invitó a votar por ella.
El equipo de trabajo del presidente Macron estimó que se trataba de una buena oportunidad y envió uno por uno a todos sus ministros a denunciar en los medios de difusión a una "cuadrilla de generales retirados" que, según la versión macronista, llaman a los militares activos a cometer un golpe de Estado. Todos han fingido ignorar que el llamado de los ex militares se emitió el 13 de abril. De esa manera, los macronistas sitúan falsamente su publicación el día 21 para hacerlo coincidir con el aniversario del putsch de los generales franceses en Argel, cuyo objetivo era impedir que el presidente de Gaulle concretara la independencia de Argelia. Para completar la maniobra, los macronistas denunciaron la fascinación de Marine Le Pen por "el sonido de las botas".
Consciente de sus posibilidades de obtener en 2022 mejores resultados que Emmanuel Macron, el líder de la formación política La France insoumise, Jean-Luc Melenchon, presentó ante el fiscal de la República una denuncia contra los "generales sediciosos". Es importante recordar que en la última elección presidencial Jean-Luc Melenchon quedó en tercer lugar con un 19% de los sufragios, detrás de Emmanuel Macron (24%) y de Marine Le Pen (21%).
El lugar de los militares en el debate público
Invitamos nuestros lectores a que analicen el texto de la carta abierta de los ex militares ("Carta abierta de ex militares franceses a sus gobernantes", 13 de abril de 2021, más abajo).
Se llama "estado de emergencia" a la posibilidad que tiene el gobierno de recurrir al ejército para mantener el orden público. Pero los militares no están entrenados para eso y su intervención en ciertas situaciones, para las cuales sí están entrenados policías y gendarmes, podría traducirse en pérdidas de vidas humanas. En 2005, en 2015 y también en 2017, varios gobiernos instauraron en Francia el "estado de emergencia". Incluso en este momento, cerca de 10.000 militares pueden ser destinados a la protección de la ciudadanía en suelo francés en el marco de la "Operación Centinela", ante amenazas terroristas. Lo mismo sucede en Bélgica y en Reino Unido.
La Constitución francesa de 1958 prevé en su artículo 36 la posibilidad, como último recurso, de transferir a las fuerzas armadas los poderes de policía y de preservación del orden, que normalmente son competencias del ministerio del Interior. Eso es lo que se designa como "estado de sitio", que nunca se ha proclamado en la Francia de la Quinta República, ni siquiera ante el golpe de los generales, en 1961.
Más de 10.000 militares han acabado firmándolo, entre ellos una treintena de generales. El problema que se plantea en esa Carta abierta está ahora en boca de todos y la inacción del gobierno, y de los políticos de todos los partidos, es ahora más evidente que antes.
Sanciones contra quienes lanzan un llamado de alerta
El ministro de Defensa ha anunciado que impondrá sanciones a los firmantes de la Carta abierta. La ignominia destinada a Marine Le Pen cae ahora sobre aquellos a quienes ella se dirigía.
Para la realidad es que de los 10.000 firmantes de la Carta abierta solo 18 son militares en servicio activo. Son ellos quienes están ahora amenazados de ser excluidos de las fuerzas armadas, por haber faltado a su obligación de reserva (La “obligación de reserva”, en francés -devoir de réserve-, que rige en Francia el comportamiento de los funcionarios estatales y en particular de los militares, se define generalmente como la obligación de evitar durante su servicio la expresión de opiniones personales, sobre todo de carácter político, que pudieran ser interpretadas como un uso político del estatus de funcionario público). Pero los militares retirados gozan de su plena libertad de expresión, solo podría imponérseles una amonestación… por haber emitido un llamado de alerta. Sin embargo, resultaría como mínimo sorprendente que 10.000 personas fuesen sancionadas por haber hecho uso de su libertad de expresión como ciudadanos.
Los militares, retirados o en servicio activo, ya no son súbditos sino ciudadanos como los demás. A raíz del putsch de Argel, el presidente Charles de Gaulle emprendió una profunda reforma de las fuerzas armadas francesas. Los militares que se habían negado a seguir las órdenes de los generales golpistas se habían puesto así en situación de ser castigados por no haber obedecido órdenes de sus superiores.
El general De Gaulle –quien se había negado en 1940 a obedecer las órdenes de su superior, el mariscal Philippe Petain, y proclamó la Francia Libre– introdujo una distinción entre lo que es «legal» y lo que es «legítimo». Así fue modificado el «Código de la Defensa». Ese código no autoriza a los militares “escoger su propio bando” pero los obliga a rechazar órdenes ilegítimas o contrarias al honor e incluso a poner bajo arresto a sus superiores si estos cometiesen ese tipo de actos. Así que no existe ningún complot contra la República. No hay tal comportamiento sedicioso.
Los firmantes de la Carta abierta ejercieron su justo derecho cuando solicitaron hablar "de igual a igual" con su jefe de estado mayor, quien los insultaba. Cada soldado, en servicio activo o retirado, tiene ese derecho como ciudadano. Ese derecho está insolublemente ligado a su obligación de Obedecer y Servir.
Tabú
El hecho que algunos de los 10.000 firmantes de la Carta abierta sean miembros del partido de la señora Marine Le Pen –el Rassemblement National (Agrupación Nacional), surgido del Frente Nacional, que fue el partido histórico de los ex colaboradores de la ocupación nazi y de los golpistas de Argel– no autoriza ni a condenar ese texto, ni a condenar en bloque a sus firmantes. Bajo el régimen de la República no existe la culpabilidad hereditaria o colectiva. Todos son ciudadanos franceses con plenos derechos. No solo ninguno de los firmantes fue antes objeto de alguna medida que lo proclame indigno de su país sino que incluso hay entre ellos muchos que han servido a nuestro país.
En su diagnóstico, los ex militares no se limitaron a denunciar la ideología del islam político y la retórica woke que inhibe el uso del monopolio público de la violencia. También expresaron su espanto ante el uso antirrepublicano que las autoridades han dado a las fuerzas del orden para reprimir a los Chalecos Amarillos. La reacción desproporcionada del Estado ante su Carta abierta demuestra que pusieron el dedo en la llaga.
Cuando se pierden los tres primeros Derechos del Hombre y del Ciudadano –la libertad, la propiedad y la seguridad–, es el momento del cuarto derecho, enunciado en el artículo 2: «la resistencia frente a la opresión».
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"Guerra" de comunicados militares
No podemos pasar por alto posiciones divergentes en la sociedad y fuerzas armadas francesas. El día 13 de abril de 2021 una veintena de generales, un centenar de oficiales de alto rango y más de mil soldados firmaron un llamamiento para "devolver el honor y el deber dentro de la clase política". Los medios y la derecha francesa lo apoyaron, la reacción de la izquierda política y ciertos sectores sociales lo criticaron.
El texto editado por el Capitán Jean-Pierre FABRE - BERNADAC (Ex oficial del Ejército y Gendarmería) dice:
CARTA ABIERTA A NUESTROS GOBERNANTES:
Señor Presidente,
Señoras y señores de Gobierno,
Damas y caballeros,
La hora es seria, Francia está en peligro, varios peligros mortales la amenazan. Nosotros que, incluso jubilados, seguimos siendo soldados de Francia, no podemos, en las circunstancias actuales, permanecer indiferentes al destino de nuestro hermoso país.
Nuestras banderas tricolores no son solo un trozo de tela, simbolizan la tradición, a través de los tiempos, de aquellos que, cualquiera que sea su color de piel o su fe, sirvieron a Francia y dieron la vida por ella. En estas banderas, encontramos en letras doradas las palabras “Honor y Patria”. Sin embargo, nuestro honor hoy radica en la denuncia de la desintegración que golpea a nuestra Patria.
- Discriminación que, a través de un cierto antirracismo, se manifiesta con un único objetivo: crear en nuestro suelo malestar, incluso odio entre las comunidades. Hoy algunos hablan de racismo, indigenismo y teorías decoloniales, pero, a través de estos términos, es la guerra racial lo que quieren estos partidarios odiosos y fanáticos. Desprecian nuestro país, sus tradiciones, su cultura y quieren verlo disolverse quitándole su pasado y su historia. Así atacan, a través de estatuas, antiguas glorias militares y civiles analizando palabras que tienen siglos de antigüedad.
- Discriminación que, con el islamismo y las hordas suburbanas, lleva al desprendimiento de múltiples parcelas de la nación para transformarlas en territorios sujetos a dogmas contrarios a nuestra constitución. Pero todo francés, sea cual sea su creencia o su no creencia, se siente como en casa en Francia en todas partes; no puede ni debe existir ninguna ciudad, ningún distrito donde no se apliquen las leyes de la República.
- Discriminación porque el odio prevalece sobre la fraternidad durante las manifestaciones donde el poder utiliza a la policía como agente auxiliar y chivo expiatorio ante los franceses con chalecos amarillos que expresan su desesperación. Esto mientras individuos infiltrados y encapuchados saquean negocios y amenazan a estas mismas fuerzas policiales. Sin embargo, estos últimos solo aplican las directivas, a veces contradictorias, dadas por ustedes, los gobernantes.
Los peligros aumentan, la violencia aumenta día a día. ¿Quién hubiera predicho hace diez años que un profesor sería decapitado algún día cuando dejara la universidad? Sin embargo, nosotros, servidores de la Nación, que siempre hemos estado dispuestos a poner nuestra piel al final de nuestro compromiso, como exigía nuestro estado militar, no podemos ser espectadores pasivos ante tales acciones.
Por eso, quienes dirigen nuestro país deben encontrar imperiosamente el coraje necesario para erradicar estos peligros. Para hacer esto, a menudo es suficiente aplicar las leyes existentes sin debilidades. No olvides que, como nosotros, una gran mayoría de nuestros conciudadanos se sienten abrumados por tus silencios incómodos y culpables.
Como dijo el Cardenal Mercier, Primado de Bélgica: “Cuando la prudencia está en todas partes, el coraje no está en ninguna parte. Entonces, señoras y señores, basta de dilaciones, la hora es seria, el trabajo es colosal; no pierda el tiempo y sepa que estamos dispuestos a apoyar políticas que tomen en consideración la salvaguarda de la nación.
Por otro lado, si no se hace nada, la laxitud seguirá extendiéndose inexorablemente en la sociedad, provocando finalmente una explosión y la intervención de nuestros compañeros activos en una peligrosa misión de proteger nuestros valores civilizacionales y salvaguardar a nuestros compatriotas en el territorio nacional.
Como vemos, ya no es el momento de postergar las cosas de lo contrario, mañana la guerra civil pondrá fin a este caos creciente, y las muertes, de las que tú tendrás la responsabilidad, se contarán por miles.
Firmado: General del Ejército (ER) Christian PIQUEMAL (Legión Extranjera); General del Ejército (2S) Gilles BARRIE (Infantería); General de división (2S) François GAUBERT ex gobernador militar de Lille; General de División (2S) Emmanuel de RICHOUFFTZ (Infantería); General de División (2S) Michel JOSLIN DE NORAY (Tropas de Infantería de Marina); General de la División Aérea Eric CHAMPOISEAU (Fuerza Aérea); General de brigada (2S) André COUSTOU (Infantería); General de Brigada (2S) Philippe DESROUSSEAUX de MEDRANO (Transporte); General de la Brigada Aérea (2S) Antoine MARTINEZ (Fuerza Aérea); General de Brigada Aérea (2S) Daniel GROSMAIRE (Fuerza Aérea); General de brigada (2S) Robert JEANNEROD (Caballería); General de brigada (2S) Pierre Dominique AIGUEPERSE (Infantería); General de Brigada (2S) Roland DUBOIS (Transmisiones); General de brigada (2S) Dominique DELAWARDE (Infantería); General de Brigada (2S) Jean Claude GROLIER (Artillería); General de Brigada (2S) Norbert de CACQUERAY (Dirección General de Armamento); General de brigada (2S) Roger PRIGENT (ALAT); General de Brigada (2S) Alfred LEBRETON (CAT); General Médico (2S) Guy DURAND (Servicio de Salud del Ejército); Contralmirante (2S) Gérard BALASTRE (Armada francesa); General de Brigada Jean Yves NIELLY (Tropas de Infantería de Marina); General de Brigada (2S) Jean Gilles SINTES (Transportes); General de Brigada (2S) Bernard PEYREFITTE (Ingeniero)
Los firmantes publicaron este llamado en su sitio web, Place d’armes, el 13 de abril de 2021
* 2S Segunda Sección - Reserva
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Bien, la "Carta abierta a nuestros gobernantes" del 13 de abril de 2021 dice alertar sobre la desintegración de Francia y el riesgo de una guerra civil. El gobierno y el jefe del estado mayor respondieron con el anuncio de medidas disciplinarias contra los firmantes, sin embargo, la cantidad de ex militares que apoyaron a los firmantes ha crecido.
La Red Voltaire, el 9 de mayo publicó ese respaldo militar en una nota titulada: "Carta abierta de 100.000 militares franceses en servicio activo a sus gobernantes". Miles de militares en servicio activo –y por consiguiente sujetos tanto al deber de reserva en cuanto a sus opiniones políticas como al deber de defender la Nación– han firmado un segundo texto en las redes sociales. Para tener una idea de la importancia de ese gesto hay que tener en cuenta que las fuerzas armadas de Francia cuentan menos de 210.000 militares en servicio activo.
Veamos esta segunda carta:
* * *
Señor Presidente de la República,
señoras y señores ministros, parlamentarios, oficiales generales,
Ya no se canta la séptima estrofa de La Marsellesa, la llamada «estrofa de los hijos». Sin embargo, está llena de enseñanzas. Permítannos recordarla:
«Entraremos en la cantera
cuando nuestros mayores ya no estén,
encontraremos sus cenizas
y la huella de sus virtudes.
Menos deseosos de sobrevivirles
que de compartir su tumba,
tendremos el sublime orgullo
de vengarlos o de seguirlos.»
Nuestros mayores son combatientes que se han ganado nuestro respeto. Son, por ejemplo, los viejos soldados cuyo honor ustedes han pisoteado estas últimas semanas. Son esos miles de servidores de Francia, firmantes de una tribuna de un estricto buen sentido, soldados que dieron los mejores años de sus vidas por defender nuestra libertad, obedeciendo las órdenes de ustedes, librando las guerras de ustedes o aplicando las restricciones presupuestarias de ustedes, soldados que ustedes han mancillado a pesar de que el pueblo de Francia los apoyaba.
A esas personas, que han luchado contra todos los enemigos de Francia, ustedes las han llamado conspiradores, cuando su único error ha sido amar el país y llorar ante su visible decadencia.
En esas condiciones, nos toca a nosotros, que recién comenzamos esta carrera, salir al ruedo para tener simplemente el honor de decir allí la verdad.
Pertenecemos a lo que los periódicos han llamado «la generación del fuego». Hombres y mujeres, militares en servicio activo, de todas las armas y de todos los grados, de todas las sensibilidades, amamos nuestro país. Sólo de eso nos vanagloriamos. Y aunque no podemos, debido al reglamento, expresarnos a rostro descubierto, también nos resulta imposible callar.
En Afganistán, en Mali, en República Centroafricana o en otros lugares, cierto número de nosotros hemos enfrentado el fuego enemigo. Algunos han perdido camaradas allí. Dieron sus vidas tratando de acabar con el islamismo, al que ustedes hacen concesiones en nuestra tierra.
Casi todos hemos participado en la Operación Centinela. Hemos visto con nuestros propios ojos los barrios periféricos abandonados, los acomodamientos con la delincuencia. Hemos sufrido los intentos de instrumentalización de varias comunidades religiosas, para las cuales Francia no significa nada –sólo un objeto de sarcasmo, de desprecio o incluso de odio.
Hemos desfilado el 14 de julio. Pero durante meses nos han orientado desconfiar de aquella multitud calurosa y diversa, que nos aclamaba porque venimos de ella; nos han prohibido circular en uniforme, convirtiéndonos en víctimas potenciales, en un territorio que sin embargo estamos llamados a defender.
Sí, tienen razón nuestros mayores sobre el fondo de su texto, en su totalidad. Nosotros vemos la violencia en nuestros pueblos y ciudades. Vemos el comunitarismo instalarse en el espacio público, en el debate público. Vemos el odio a Francia y a su historia convertirse en norma.
No corresponde a militares decir eso, argumentarán ustedes. Es todo lo contrario. Precisamente porque somos apolíticos en nuestras apreciaciones situacionales, lo que emitimos es una observación profesional. Porque esta decadencia ya la hemos visto en muchos países en crisis y es lo que viene antes del derrumbe, es el anuncio del caos y la violencia, y, al contrario de lo que ustedes repiten por ahí, ese caos y esa violencia no vendrán de un «pronunciamiento» militar sino de una insurrección civil.
Hay que ser muy cobarde para dedicarse a charlatanear sobre la forma de la tribuna de nuestros mayores. Hay que ser muy insidioso para invocar un deber de reserva mal interpretado con el objetivo de hacer callar a ciudadanos franceses. Para empujar a los cuadros dirigentes del ejército a tomar posición y a exponerse, para después sancionarlos con saña en cuanto escriben algo diferente a relatos de batallas, hay que ser muy perverso.
Cobardía, insidia, perversión. No es esa nuestra visión de la jerarquía. El ejército es lo contrario. Es, por excelencia, el medio donde se dice la verdad porque uno está jugándose la vida. Es a esa confianza en la institución militar que hacemos un llamado.
Sí, si estalla una guerra civil, el ejército mantendrá el orden en su propio suelo, porque eso es lo que van a pedirle. Esa es la definición misma de la guerra civil. Nadie puede desear una situación tan terrible, ni nuestros mayores ni nosotros mismos. Pero sí, hay que repetirlo, es cierto que la guerra civil está latente en Francia y ustedes lo saben perfectamente.
El grito de alerta de nuestros Mayores en definitiva remite a lejanos ecos. Nuestros mayores son aquellos que lucharon como miembros de la Resistencia en 1940, los mismos a quienes a menudo gente como ustedes calificaban de sediciosos pero que continuaron la lucha mientras que los legalistas, paralizados de miedo, apostaban por hacer concesiones al mal para limitar los daños. Son los soldados de 1914, que morían por unos pocos metros de tierra, mientras que ustedes abandonan pasivamente barrios enteros de nuestro país a la ley del más fuerte. Son todos los muertos, célebres o anónimos, caídos en el frente o después de toda una vida de servicio.
Todos nuestros mayores, aquellos que hicieron de nuestros país lo que es, los que definieron sus contornos, los que defendieron su cultura, los que impartieron o recibieron órdenes en su lengua, ¿combatieron acaso para que ustedes permitieran que Francia se convierta en un Estado fallido?, ¿en un Estado que convierte su impotencia regaliana cada vez más patente en una tiranía brutal contra aquellos de sus servidores que todavía se atreven a alertarlo?
Actúen ustedes, señoras y señores. Esta vez no se trata de emociones manipuladas, ni de frases hechas o de mediatización. No se trata de prolongar los mandatos que ustedes ejercen ni de conseguir otros. Se trata de la supervivencia de nuestro país, del país donde también nacieron ustedes.
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La posición del Estado Mayor fue conocida a través de la "Carta del jefe del estado mayor de las fuerzas armadas de Francia", firmado por el General Francois Lecointre.
(foto de archivo)
Oficiales, suboficiales y oficiales marinos, soldados, marinos, aviadores, en servicio activo o adscritos a la reserva.
Desde hace varias semanas, con la publicación de tribunas en internet o mediante intervenciones en los medios, se ha transgredido ampliamente la obligación de reserva que se impone a todo militar. La adopción de posiciones eminentemente políticas se ha atribuido a militares que tenían la obligación de respetar ese deber de reserva e incluso han sido reivindicadas por esos militares.
Por razones diversas, quizás por ingenuidad, algunos han optado por desconocer esa obligación de reserva. En nombre de la defensa de convicciones personales, han contribuido a arrastrar el ejército a debates políticos en los que (el ejército) no tiene legitimidad ni vocación para intervenir. Ante ello, me parece importante dar prueba de buen sentido y sobre todo de lucidez, en momentos en los que cada uno de nosotros percibe claramente los intentos de instrumentalización de la institución militar así como actos de desestabilización.
Nuestra obligación de reserva es a menudo objeto de una mala comprensión: si bien limita efectivamente la libertad de expresión, también preserva absolutamente la libertad de opinión. Cada militar está en libertad de pensar lo que quiera, pero es su deber distinguir sin ambigüedad lo que es su responsabilidad como ciudadano y lo que es su responsabilidad como militar. La obligación de reserva garantiza la neutralidad política, base de la credibilidad de las fuerzas armadas ante los franceses. Esa neutralidad es lo que permite el compromiso sin reservas y sin segundas intenciones de los militares en beneficio de todos y cada uno de sus compatriotas.
Nuestra misión es una de las más importantes –y de las más nobles: preparar y garantizar, mediante la fuerza de las armas, la defensa de la Patria y de los intereses superiores de la Nación. Por supuesto, esa misión nos impone obligaciones. Debido a ello, tenemos que mostrar, ante cualquier circunstancia, una total eficacia operativa, eficacia que depende en particular de dos virtudes a las que es imposible renunciar: la cohesión y el espíritu de cuerpo. Esas virtudes permiten unir a todos los militares, independientemente de sus orígenes, de sus ideas o de sus creencias. La adhesión colectiva es lo único que puede permitirnos vencer un día a nuestros adversarios o a los enemigos de Francia. Como ejército activo, diariamente comprobamos, en todos los teatros de operaciones, la fuerza de esas virtudes y todos sentimos intuitivamente, incluso visceralmente, que todo lo que viene a fragilizarlas es profundamente nefasto.
Cada uno de nosotros conoce esos principios y sabe cuánto valen. Pero todo individuo está hecho también de sus convicciones. Desde el momento en que esas convicciones conducen a un reclamo político incompatible con el estatuto militar y sus obligaciones, incluso a poner en tela de juicio la estricta subordinación al poder político republicano, democráticamente electo, lo más razonable es ciertamente abandonar la institución para poder exponer públicamente con toda libertad sus ideas y convicciones.
A ustedes todos quiero expresarles nuevamente toda mi confianza. Con vuestro compromiso inquebrantable al servicio de Francia, y en momentos en que miles de ustedes están desplegados en operaciones, demuestran ustedes diariamente su profesionalismo, sus capacidades y su excelencia. Ustedes emanan de la Nación, en toda su diversidad, y es por eso que la Nación se reconoce en ustedes y los admira. Estén orgullosos de ello.
General Francois Lecointre
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Crítica
No cabe duda sobre la profunda división política, social, económica, cultural, racial, ideológica y militar que viene acarreando Francia por largo tiempo. Hemos apreciado la postura de militares en servicio y pasivos; pero, ¿qué opinan otros que rechazan el pronunciamiento militar? He seleccionado el siguiente alegato, obviamente de un francés (no podía ser de otra manera). Guillaume Ancel (Teniente Coronel retirado), autor de los libros "Rwanda, la fin du silent" (Ruanda, el fin del silencio), Ediciones Les Belles Lettres, 2018. "Glacial Wind on Sarajevo" (Viento glacial en Sarajevo) (2017), y "A Blue Helmet between the Khmers Rouges" (Un casco azul entre los jemeres rojos) (2021), en la colección Mémoires de guerre aux Belles Lettres.
Guillaume Ancel escribe en su blog Ne pas subir (No sufras), presentó una mordaz crítica el 27 de abril 2021: "Ces courageux généraux qui ouvrent leur gueule à la retraite, mais qui la fermaient quand l’armée française soutenait les génocidaires du Rwanda, sur ordre de l’Elysée" (Estos valientes generales que abren la boca en la jubilación, pero que la cerraron cuando el ejército francés apoyó a los genocidas de Ruanda, por orden del Elíseo)
Veamos:
"Los oficiales generales nunca son retirados en Francia, se colocan en la "2ª sección" para mantener un vínculo con el ejército y beneficiarse de algunas ventajas a cambio de obligaciones mal definidas, como la obligación de reserva.
Es entonces cuando algunos de ellos abren la boca, "en general" sobre temas que creen que son populares y siempre en grupo para darse confianza, recreando la fuerza del colectivo cuando como individuos lo han cerrado durante décadas.
Y ahí es donde está el problema, en más de una manera
Cuando una veintena de generales de la 2ª sección publican, en un medio conocido por sus fanáticos "valores", una amenaza cercana al putsch, se pusieron en desacuerdo con la sociedad que dicen querer defender y que nunca les ha confiado la misión de dirigirlo: "Por otro lado, si no se hace nada, la laxitud seguirá extendiéndose inexorablemente en la sociedad, causando en última instancia una explosión y la intervención de nuestros camaradas activos en una peligrosa misión de proteger nuestros valores civilizados y salvaguardarán a nuestros compatriotas".
Estas palabras, que nos llevan de vuelta al nivel democrático de Birmania o Chad, son escalofriantes sobre la incapacidad de estos oficiales para entender la sociedad que los hace vivir, y encerrados en un frasco intelectual que incluso el antiguo régimen habría negado.
Su obsolescencia y sectarismo social probablemente están relacionados con su ociosidad, -se están retirando demasiado pronto...-, también se debe a la increíble tolerancia del ejército por sus tesis extremistas que no son nuevas, así como a los efectos perjudiciales de la cultura del silencio.
De hecho, si al ejército francés le gusta mostrar oficialmente su neutralidad política, la realidad es que siempre ha preservado a aquellos fanáticos de la ultraderecha que no ocultaron sus convicciones cuando estaban activos, simplemente se encargaron de no expresarse públicamente. La cultura del silencio realmente los protegió, ya que les impedía expresar públicamente su estado de ánimo, al menos contradictorio con los fundamentos de nuestra democracia. Y el ejército no tiene nada que hacer para despedirlos, o incluso preocuparse por ellos.
El más llamativo en su amenazante despotricación es su falta de coraje.
A lo largo de sus años de operación, estos oficiales nunca han sido castigados por sus comentarios internos y se han abstenido de hablar públicamente para no ser "descubiertos".
Pero, en la jubilación, se sienten conmovidos por situaciones que de repente encuentran insoportables, a pesar de que han "cerrado la boca" durante décadas, especialmente cuando Francia estaba apoyando a los genocidas de Ruanda, por orden del Elíseo, del Presidente Mitterrand.
Así, con la Operación Turquesa en 1994, el ejército francés protegió efectivamente la "jubilación" de los genocidas que terminaron de masacrar a un millón de personas, ¿tuvieron un suspiro?
La intervención del ejército francés permitió entonces a los genocidas continuar su locura asesina en el Congo, e incluso les dio armas para hacerlo. ¿arrepentimiento?
¿Quién de estos oficiales generales se atrevió a publicar su desacuerdo e indignación? En estos tiempos, solo el general Jean Varret en 2018 y el general Patrice Sartre en 2021...
Por otro lado, muchos de estos oficiales generales eran muy activos, presentes o incluso pesados, para tratar de imponer esta cultura del silencio, que solo respetan a su discreción.
Para no interferir con su "modestia de gacela", mencionaré solo a uno, el general Dary, que utilizó la presidencia de los amistosos saint-cyriens para denunciar mi discurso sobre Ruanda como un "perjurio" y tratar de silenciarme... (Carta abierta del General del Ejército (2s) Bruno DARY a un joven camarada y la respuesta del joven camarada)
Así que cuando leí a estos generales desvinculados denunciando las "hordas suburbanas" que solo vieron en la televisión, en su cómodo lugar de jubilados, me gustaría invitarlos a mostrar un poco de coraje.
Me hubiera gustado que hablaran con la misma convicción de impedir el compromiso del ejército francés en el último genocidio del siglo XX en Ruanda, que prohíben expresar que algún día podría volver a suceder.
Pero la abrumadora mayoría de ellos han tenido cuidado de no hacerlo, prefiriendo encerrarse en su negación de la realidad y el trágico consuelo de la obediencia, hasta el punto de que su silencio se ha convertido en amnesia".
Guillaume Ancel
27 abril 2021
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NdelE: A las críticas de Ancel sobre las labores de los generales franceses habría que destacar otra como ejemplo (hay más casos), la directa implicación de las fuerzas armadas en la invasión yihadista a Siria y la patética actuación de los servicios secretos franceses dirigiendo a los "rebeldes moderados" y que tuvieron que ser rescatados y expatriados de Siria por fuerzas rusas y del ejército árabe sirio.
Otro punto que quizá confunda al lector es la posición de la Red Voltaire sobre los comunicados militares, en apariencia se alinea con los presuntos "sediciosos", en realidad defiende los principios de la revolución y los derechos inalienables garantizados en su vigente Constitución, trasgredidos por el propio gobierno de Macron.
SIN más comentarios.